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miércoles, 24 de mayo de 2023

The Sandman. Season I

 


El Tiempo no es retornable... salvo para los Esenciales de Marvel, y Jack Kirby que aportó su rostro omnipresente ya al mundo del cómic. Tanto es así, que sería años después, tras paso acrílico-narrativo por DC Cómics, que Neil Gaiman los devolvería a la eternidad contemporánea de un Universo finito en los puestos de intercambio (recuerdas en España, no) o los quioscos. 

Tal que aquellos, que los filósofos y escribas griegos, llamaron los Primordiales y que partieron de la noche o la obscuridad, han ido siguiendo los designios de antiguos escritos evangélicos que pasarían a bíblicos. Aunque su raíz sería más arcaica y sepultada por el desierto, ya que en jeroglíficos hieráticos y religiosos de la ancianidad,  existían las bases metafísicas de ese orden pétreo de rigor, hace milenios en la era protodinástica del Antiguo Imperio de Egipto.


En el reloj de arena de los comienzos de aquella nada, no había ruido o no se escuchaba tanto en el espacio vacío. No como ahora... que todo es conmoción, protegidos bajo nuestra atmósfera contaminada. La evolución puede voltear con el tiempo y, en forma de implosión evolutiva, comenzar de nuevo como si fuera una sucesión de partículas primordiales que siempre derivarían a continua marejada o a la sopa esencial. Así conformar enlaces de elementos químicos, con propiedades físicas y la misión de desarrollar otros organismos mayores. Siempre regidos bajo la ley universal de la gravedad y el movimiento cíclico. Aunque los superhéroes o dioses, se las saltasen a la torera.

Hace ya muchos, muchos amaneceres, y mogollón de miradas al cielo, a decir verdad... que esta historia comenzó su camino, como The One Above All, sin saber muy bien su procedencia más remota y poderosa. Sin embargo, apenas unos días ha, que se cumple la efemérides del estreno de una película, que el año próximo cumplirá 30 añitos ya... y que rivaliza en inmortalidad con sus descendientes. Alguno de menos (años) de los que procedería la condena justiciera eterna de su cautivo protagonista, Eric Draven representado en unas historietas de un semidesconocido James O´Barr. 

Se trata de la película de culto The Crow de la reconvertida Miramax, por supuesto, que viera el Sol y muchas estrellas más, y se convertiría en una revelación sacrosantea de cinémifos por la acción en su momento, aunque su protagonista espiritual tuviera una raíz más terrenal en inicio. Ah, y su amigo alado que remonta el vuelo de celtas o vikingos.

Reconoceremos que su primer visionado, fue algo mágico... Sin embargo, estos personajes de características lánguidas y sinuosas, almas mefistofélicas en pena y de aspecto estilizado con estilo gótico, vengativa piel cenicienta o vestidos de luto riguroso en el alma, se iniciaron más allá de los ochenta o noventa. 

Podemos remontarnos a Georges Méliès o el español Segundo de Chomón, para encontrarlos en acetato con ellos. Estos diablos disfrazados de atribulados monstruos, con una misión superior que soliviantan a la población... comprobado en la útlima serie que incorporo en mi ránking, de la que no puedo hablar. No sé si por autocensura propia o contraindicada por los enemigos. Todo es cuestión del pensamiento woke... En fin, luego aterrizaría el Gólem, arquetipo del control mental para difundir el terror en los seres humanos, donde la cinematografía se fijó míticamente en el primer Prometeo universal reconstruido a base de material inorgánico y terrenal. 

Y nuestro querido monstruo de Frankenstein de Mary Shelley con sus especiales pensamientos y su mirada lánguida, enajenada o no, dudas existenciales y malentendido por la comuna, siempre cercanos a Nos. Hasta que llegó su novia que mutó en algo mucho peor... o infinitamente mejor... Otro señor oscuro, desquició al personal fechas después con el expresionismo alemán, sería el hipnótico Doctor Caligari y su gabinete, dirigida por Robert Wieney arranca con turbulencia psicológica y manipulación, mientras que al personaje mortífero de Las Tres Luces de mi querido maestro, Fritz Lang, se le aparece la danza... ya sabes cual, la final. 

Indudablemente, todo el mundo, más arriba, más abajo... la tantea, tarde o temprano.

Esa Muerte, que sería disfrutada en iluminación por maestros como Douglas Fairbanks, Alfred Hitchcock, Luis Buñuel o Mr. Bergman. Quizás en ella, se fijarían los ojos persuasivos, imperturbables, salvo un rigor de labios gélidos y fauces amenazantes, para retratar aquella sombra alargada de sus garras, es decir, la figura del Nosferatu, de Friedrich Wilhelm Murnau.

Gracias a las letras tenebrosas de otro escritor de aquella "maldita" casa, John William Polidori maldijo en su novela de 1819, al monstruo mentalista y sanguinario, que guiara la descripción epistolar, más gráfica y levemente histórica, de un Dragón de fuego, viajada por Bram Stoker en 1897. Sí, rojo como el mismo demonio... que sale del subsuelo en varias ocasiones, como en la serie Good Omens, ya que estas series están conectadas por mil y un motivos, excepto uno, el humor; mientras el contrario encarnado como la túnica, bata, que llevara en la penúltima versión Gary Oldman, es indestructible al paso del tiempo y el próximo Mr. Francis Ford Coppola. Otro maestro cineasta del que esperamos su último trabajo, titulado Megalopolis para construir los cimientos de un infierno de luz y cemento. Dicen que está siendo una pesadilla, ya veremos y deseamos.

Bueno a otra... la última es la particular historia del Renfield adiestrado, vitaminado con detritus de mosca, dando hostias como panes y parafernalia de ayuda grupal, en la piel del actor Nicholas Hoult, en forma tras La Favorita, el romántico Tolkien y El Menú, frente a la mirada turbada de Nicolas Cage, al borde de bordar su papel. Relamido, corrupto de batín rojo, crítico radicalizado  de la condición humana, comediante en negro total. Un color ataúd caoba, que hace juego con su tez tostada por el sol, mañanero, como que quema el tiempo como si hubiera revivido a aquel apartamento tragicómico de, Sueños de un Vampiro. Aquí, puede llegar a estar monstruoso, magnífico, bajo las órdenes del director Chris Mckay, también guionista de la nueva Dragones y Mazmorras.

Y otra conexión curiosa es el actor primero, estará en la nueva versión de Nosferatu con Bill Skarsgård y Lily-Rose Depp, a través del ojo del hombre del norte, Robert Eggers, guiado por su haro y su pensamiento brujeril. Hala, ya está. Bueno no... me meo en los que quieren mutilar La Vida de Bryan, de los mejores Monty Python... ahora sí.

Continuación... fundido muy negro.

En otro tiempo, demasiado largo para algunos a los que rechina el color... de la sangre, vendrían todos los vampiros de la Hammer y su sed milenaria, con el jefe a la cabeza, Don Christopher Lee, tan apolíneamente malvado como sugerentemente adictivo. Que empezaron a revivir de sus tumbas a todas la criaturas infernales desde los miedos de la Edad Media y leyendas de tiempos vestales, a las páginas del Creepy o las historias desde la Cripta. Bastante más esbelto que Bela, volviendo al brit. 

Bestias infrahumanas que repercutirían directamente en la cultura del zombie, y otros ejemplos longitudinales, apolíneos, de complexión amenazadora y siniestramente oscura, desde Mr. Hydes, Garras Humanas de circo, hombres de mil caras y los que ríen, de Todo. Los que dieron lugar a Caballeros Oscuros y risueños Joker´s, incluso a la rostro pintado de Draven, el Cuervo del Rock eléctrico. Y claro, como no reconocer en él, aquel con puñal-micro en mano en la canción Somebody Super Like You, de Harold Oblong en imitación Mr. Paul Stanley. Hey!

U otros siniestros, influenciados por facultades especiales u oníricas, otorgados por aquellos dioses de mitologías ancianas, egipcias, helénicas y romanas, en sus valhalas particulares... establecidos con máquinas de resurrección, monstruos devoradores de almas penitentes con rostro animal o, incautos pecadores que sufrirán castigos interminables... sólo basta recordar a Dorian Gray, y a los cultistas de Hellraiser con su universo particular de la carne... a Sauron y su cohorte. 

Aquellos dioses que dando el salto, no se sabe muy bien cómo, ni por que vía... se instalaron en otras sociedades, conciencias y concepciones religiosas. Así como reflejo de múltiples referencias narrativas y visuales en la literatura y el cine. Incluso, pasando por la cultura universal del noir, tal que detectives resurgidos de la niebla en los muelles de Londres, frente a un siniestro Jack el Destripador en From the Hell (no, no hablaré del otro...)

O como lo serviría en bandeja de  ´plata` al mismo Sherlock Holmes en numerosas ocasiones, tras caídas frustradas del narco. Como vengadores de gabán humphriano femme fatale, aquellos confeccionados por Mickey Rourke en El Corazón del Ángel enfrentado a un diabólico Robert De Niro y su sombre pelahuevos, inolvidable e inquietante... lo contrario a Paul Newman, tú. O el de Sin City de la novela gráfica también de Frank Miller, o los azotadores del mal, Salomon Kane de Robert E. Howard (pater de Conan), el investigador de lo paranormal John Cosntantine de Alan Moore y, no podía ser menos, el Blade Runner, Harrison Ford guiado por la batuta de Ridley Scott... Entre esa delgada línea de la vida y la... Muerte.

Salve Blade, vuelve... Diabólicos entes que despiertan durante la noche y sus damas oscuras, alquilando su alma al diablo y al ente sexual, como mi distinguido Fantasma del Paraíso de Brian de Palma, basado musicalmente en el cautivador personaje de la Ópera parisina de Gaston Leroux. Al igual que lo distinguió sobre pesadillas Alex Proyas, con la guitarra a los hombros por los tejados en 1994, y volverían a reconstruir su mundo de obscuridad sinuosa, inmemorial y algo de surrealismo caótico, en la otra obra de culto titulada Dark City. David Bowie vampírico y los Feyd-Rautha Harkonnen, de los Dune. Amén bros, rockandroll \,,,/ 

Por descontado, no debemos perder de vista a Tim Burton y su renacida CatWoman, con la más que sugerente blancura de Michelle Pfeiffer, ni a su Eduardo Manostijeras que inauguró el romanticismo negro en la década de los 90 y proseguiría con el guión de Pesadilla Antes de Navidad en 1993 y su Jack Skeletor, otro bluesman, dirigida por Henry Selick. Del cual tenemos referentes pasados magníficos, Coraline (prima de Wednesday, of course) y sus padres alargados sin ocelos de insectos no pensantes, y que nos proporcionó otro sueño hace poco Wendell & Will, coescrita por Jordan Peele... prometo que me pondré con ella en breve.

 

Bueno liquidado... bueno, ¡no! Porque el tema recurrente de la lucha eterna entre el Bien y el Mal, con tintes dantescos y más elevados aún, nos tiende la trampa hermética y clásica del Apocalipsis, con su última Gran Batalla en referencia al conocido Armagedón, nombrado tantas veces históricamente y por los personajes de Nail Gaiman. Ahí tenemos muchos antecedentes, en los que uno de los protagonistas de este escrito, es adicto en anteriores narraciones y presentes adaptaciones de tele... que es otro dragón de la fake-actualidad con sus jinetes coloridos y bocas infectas. No en las series, sino en la eternidad de las calles, que son otro cantar de los cantares, en busca de la redención en pantalla. 

De ahí, hasta despertar el Neo-córtex del universo Matrix y Star Wars... wake up! Y eterna batalla Marvel vs Dc. Comencemos seres de luz...

Antecedente... ¡Acción!

Dentro de unos meses, se aproxima la fecha del nacimiento de un agnóstico cinematógrafo, sueco universal y experimental, de nombre Ingmar Bergman. Él, un hijo de pastor luterano, que siempre anduvo intrigado con cuestiones relacionadas con la fe y ese pensamiento metafísico moderno de la duda existencial y el castigo. Como se atribulara visualmente, en la casi homónima pesadilla de Funny y Alexander, donde la analogía infantil es evidente, máxima de la parafilia del mismo niño dentro de los  Bergman, con padrastro de similar estancia religiosa al padre del cineasta. No a la violencia... Es otro giro anterior, grano en el reloj de la Obscuridad, donde se deslizan los diálogos ejemplarizantes de El Séptimo Sello, con aquel reclamo indulgente de la Señora Oscura al final, encaramada a la primera pandemia medieval o peste negra en Europa, apuntando a un dedo silencioso de Dios, por definición iconoclasta. Ya conoces, el Castigo Divino.

Como inicio del fin de lo conocido hasta ahora, dolor hasta posible resurgimiento, quién sabe... y vuelta a danzar. Todo el filme se ve imbuido del pesimismo, la desidia moral y la incertidumbre decadente del ser humano, frente la naturaleza de lo inevitable y sus propios demonios. El juicio abierto a la teología, disfrazado de Horas, que signifia nuestra misma nada, ante su guadaña sedienta y reloj de granos arenosos. Esto es el ajedrez del inframundo, una danza macabra y risas nerviosas, que comienza con una brillante apertura frente al Océano (ese otro Esencial) y termina con un baile ennegrecido a los blancos/as sentenciados, o viceversa, comediante bailando a Muerte.

Este momento de pesadilla, va precedido de esa risa, y ahí es donde comienza mi reflexión con el universo particular cáustico de este mundo DC con la visión de Neil Gaiman, que también se encargara de la serie Good Omens... ¡mirar allá arriba!

Esta burla y mucha acidez demoscópica de la humanidad alienada, se desarrollan alrededor de una ensoñación violenta y demostrativa de los aspectos diabólicos, que desembarcara en la serie The Sandman, envolviendo a algunos Eternos, los hermanos de Morfeo, o el Señor del Sueño. Hijo entre 7, no sabemos si elegidos como aquel rojizo metafórico del subsuelo. Poseedor de 3 objetos místicos, significa una división entre lo real y lo onírico... como el espejo de Alicia. Cada elemento relacionado con ella, la Parca, es una consecuencia o efecto de nuestras decisiones, a través de conexiones con el grafismo alegórico  que componen siete ´des`, de... de Dream, Death, Desespero, Desire, Destiny, Delirio, Destruction, como siete jinetes de la Eternidad, con sus gestos y sus males... vistos en lo ajeno y mortal.

Tom Sturridge se convierte en Neo, o ese guía arquitecto de Dark City (recordando que en la triada de guionistas está David S. Goyer), y encargado de sus musas, onirismo que se desquita con la mitología helénica, rememora que sus padres fueron Hypnos y Nix. La conciencia hipnótica, narcótica en la noche. Así concibieron a este estilizado Rey de los Sueños, o Pesadillas, galante,poco lenguaraz, compartiendo otros universos construidos al son, como el mismo inframundo y el imperio de los deseos. Más otros arreglillos que no salen bien, ya veremos. Curioso Morfeo, no MJ, black or white?

Las 3 Gracias o las Horas, se visten de Moiras de iliadas no hijastras éstas, de Zeus, forjadoras del destino y marcando estratégicamente ese paso de las vidas humanas, hacia lo inevitable. El nacimiento, el trasvase fluvial y ese final, en el filo del vórtice del reloj. 

Pues nada... aquí estamos, bienvenidos a este curioso envoltorio brillante a veces, de DC Enterteiment to Warner Bros Television Broadcasting. En paradójica pantalla a la Netflix... ¡Intentaremos soñar con humor!

El Saco de Cuero y Arena...

De todo ahí, en esta viña del Señor de los Sueños... confrontación, amor y división.

Lo de ECC Editorial que comenzase hace tantas décadas, como siete o por ahí, que convierte al enigma universal, en caos inmaculado, estético y afilado, en diferentes garras. la novela en adaptación coguionizada, se basa en The Sandman y otros/as señores/as, disfrazando la realidad y la violencia, con otra partida de ajedrez, sólo que ahora, es una epopeya fantástica sin el oleaje como ruido de fondo... sino la danza de lo macabro y el existencialismo onírico. Ese ruido sordo, que hace nublar nuestros sentidos a partir de un episodio... al menos, según mi opinión satírica, más que crítica. 

Entreveremos, digo... entresoñemos.

Aquella vieja Parca, balanceaba su graciosa guadaña, con un inagotable, para ella... reloj de arena en la zurda, que significó Homero como el transcurso de la línea mortal o un paso catártico hacia la inflamación o el mundo de las Horas. Los egipcios con aquella cruz, simbolizaban otra cosa, para lo masculino o lo femenino, un estado momentáneo hacia la resurrección. Pero, estamos en un tebeo.

Con este baile confuso de las almas, nos adentramos en una sucesión de encuentros, más o menos, fortuitos, intensos o decepcionante, sin más... porque sí, así es la televisión y el deseo.

La procesión, maldita o no, es una perturbable concesión a la inevitable pérdida, sí, una visión del futuro próximo, como el brillo en el horizonte de sucesos. Que es, eso... un mero vórtice.

Un estrecho cuello de arena, para desempolvar la depravación o la crítica social, pues la condición humana es eso, criticar o ser criticados, por cualquier motivo o idea... Y  Quentin lo ha visualizado. A veces, quizá, es mejor tener menos y más humildad, simplemente. Pues, bichos raros hay muchos, o somos todos. Tantos como caretas de diferentes personalidades o conceptos sociales, y raciales en todas direcciones. En todas partes, a cualquier era.

Para entender esta lucha eterna, pero, sobre la Eternidad en DC (que en un momento pasara a Marvel y se recuerda...), nos vale con secuenciar sus genes, en novela y el cine próximo, para ver caer a los Esenciales en una guerra mitológica... en otros márgenes históricos literarios, o mágicos, fue llamada Titanomaquia en diferente estilo olímpico. Y ya remontarnos a otras leyendas, casi cuentos etéreos como jardines deliciosos, a los capítulos de una Biblia. Sin ejemplos dibujados, sí.

Una decepción fue la que envió a la incineración solar a Ikaris, de los Celestiales, y una traición sobre los Eternals, que acabó con el perdón de Sersi y unas cenizas al astro circular y caliente, denominado nuestro, Rey Sol. Ra ca rrá.

Por lo que, lo realmente esencial o importante, es que el paso del tiempo, en algunos instantes es polvo, granos o partículas diminutas, que acaba esparcidos en el aire o bajo la Tierra. No papel quemado de la edición de Vértigo, ni sus atribuladas apariciones o relaciones familiares, que no diferencian el sexo de los ángeles... ni su aspecto demoniaco.

Nuestros demonios, son los suyos, pues toman formas antropomórficas, en ocasiones andróginas, que en el aspecto musical es demasiado para servidor. Más amante de lo oscuros y de otro personaje. Lo diré... ¡grrrrrrrrr!

Por consiguiente, el tiempo podríamos decir que no es compañero... a veces es muy traicionero, y de eso The Sandman, sabe un sendero de vengativa arena. ¿Y quién es éeelll...? ¡El Corintio... y yo que sé, bro! Pero en esta versión, el hombre del saco de ojos, o el hombre de la guadaña, seguro.

Su Yelmo... saco de huesos.

Nos acercamos al vórtice de Vértice, parecido a un huracán de sensaciones, bien fotografiadas. Of course que diría William Shakespeare, que cumple motivos con nuestro maestro Miguel de Cervantes.

Nos tocamos con esos ´demons` nuestros, que pueden sintetizarse en diversas fases, lo sorprendente, lo presuntuoso, la nocturnidad, el asalto, el sudor frío, la mentira, el deseo... o el desánimo. Depende de cada episodio vital y cómo nos veamos reflejados. Por lo tanto la esencia se puede ir derramando con cada ensoñación e ir derramando los granos de arena, como si fueran de mismísimo elemento áureo.

De momento, hasta el último vuelco sobre el horizonte de los sucesos Dc The Sandman, no es una atractiva espiral todo lo que reluce, aunque todo a su alrededor gire y gire, y se ponga al blanco brillante... pues tendremos, ese instante de lucidez y veremos la calma... o la obscuridad absoluta... Es decir, la "casi" Nada.

El yelmo son los huesos de caídos. También se renombra en episodios cervantiles como morrión o bacinete, una especie de casco para la protección del cráneo. Recordando que los Beyonders acabaron con la osamenta de los Celestials...

En siguientes capítulos, o expresiones capitulares, este salto del tiempo comiquero, puede representar una salto al vacío, al vernos huérfanos de madre, hermosa y sinuosa, y padre oscuro. Sí claro, me refiero a ellos desde aquel infierno de asesinos que regía Lucifer, ya es hora... la nueva costilla de Constantine, Jenna Coleman, y por supuesto, el susurrador de lobos que es David Thewlis. He dicho... y sentenciado.

Tendré que visionar la serie del mismo universo, Lucifer, porque será lo siguiente para definir dentro del horror y el dolor de los inocentes ante la ultraviolencia sádica (bueno como dije, de la otra no hablaré...), representada por los ojos sin vida de Boyd Holbrock y su séquito horripilante. Pero sinceramente, lo que me atrae internamente en la historia, además de esa cosmología mitológica y su representación astral en la historia clásica del pensamiento metafísico, es la concepción del personaje cáustico de John Doe, y nada que ver, o sí... con el caballero sin espada. Mas, con espejos convexos al Juan Nadie de Gary Cooper (del que parlaré a pros) y el genial director siciliano-americano, Frank Capra. Es un amante bandido... que me ha robado todo, David Thewlis, vuelve a engendrar una interpretación bárbara, magnética y amenazadora, como es buena costumbre. Al límite de la irrealidad o la ilusión catártica de un personaje e hijo, de una bastarda Isla del Doctor Moreau y una extraña parafernalia pesadillesca, del metaverso vital en I'm Thinking of Ending Things. Rareza visual que no puedes dejar de verla, curioso.

David Thewlis vuelve a interpretar al lobo, sí, entre varias caperucitas, como aquel de la serie Fargo, con otras lenguas viperinas que funcionan una orquesta silenciosa de la inmoralidad y las mentiras en que se envuelve... la humanidad. Y exclusivamente, armado con su voz, su gesto impenetrable... y un albornoz, y un pijama y unas pantuflas. Increíble como un espejismo comiquero, en el universo de las pesadillas de Sandman, expresión casi de tebeo español.


Morfeo, u Onirio, es una extensión del surrealismo con la superficialidad humana y sus monstruos, modificada por la propia voluntad de Mr. Gaiman. La imagen es perfecta, pero la narrativa, se comporta como un líquido o gas, que se precipita por el decantado estrecho y tubular, hacia lo profundo, lo grotesco o la insignificante. Aunque remonte, en el último instante, un poco.

Este embudo de Netflix, se comporta como un verdadero vórtice, donde ni la luz puede salir... algunas veces... instante caprichosos, y otros indefinidos, sueltos como la mano de un niño al desparramarse con su disfraz. Que no me importa, leñe.

Así que este yelmo, sirve como protección del coco, frente a ese caos simbológico que se precipitó con la salida del personaje impasible, y frente a la violencia gratuita, que generaliza a los mitos griegos (por otro lado con doble sentido), y estos universos televisivos que los devuelven a la vida, una y otra vez, con distintos puntos de vista, con personajes icónicos, históricos, legendarios, imaginarios, como calabazas de Halloween, asesinos en serie, sectas engañosas, y otras abstracciones.

El estilo expresa entre sangriento y poético... y otras retahilas me desconcentran, desconectan.

Sencillamente porque la atracción absoluta era para, Mr. Pantuflo. El Lobo, tal vez, no tan feroz... pero intensamente controlado, haciendo gala de la ley de la confrontación, terrenal y cosmológica del todo. ¿Dícese Lobo...? Hey tú, ¡mírate los colmillos! Ahuuuuu...

El Rubí... Corazón Rojo, Sangre.

Es evidente con las anteriores expresiones y palabras dedicadas a Mr. Lobo, para servidor, sin Mr. Thewlis, la vida y la muerte, se ven de otra forma. El resto me interesa bastante menos...

Este era mi último vuelco en el reloj, desde la aparición de The Sandman en la era comiquera del siglo XX.

Los dramas-queen, me envuelven poco, la verdad. Sí, la fotografía y la invasión de las esferas oníricas, que están bien resueltas. No tanto ciertos diálogos y esferas, que te hacen perder el contacto con la primera realidad, esos episodios iniciales... hasta cuatro o cinco.

El corazón identificativo del comienzo, se ha ido desentonando, y se ha sustituido por esa reivindicación o volver a izar la bandera en su reino, cuando el traje era bien negro. Sandman, joven, pálido, desnudo de alma, cabellos largos y negros, corazón encendido, ceniciento, ojos extraños, cálidos, inhumanos, a la vez... dentro de una jaula, dorada, cara, esperando la sentencia final, la muerte entre captores y demonios, azazeles del futuro. ¿Su intención sería? Poder regresar a su mundo...

Muchos dibujantes pasaron y triunfaron, retratando su aspecto, que reconocemos en el Morfeo-Neox de Matrix, en la ciudad de Alex Proyas (sin la X, de Xtreme), como dibujaron los trazos del Hellblaizer de Constantine, y que fue propulsado por antihéroes, como seres endiablados sobre el guión del Batman: The Dark Knight Rises... y más allá, el Darth Vader de las Star Wars. Y además con banda sonora habitual de Nobody´s impertérritos ante la violencia, como el compositor David Buckley.

Luego, de los comics books o novelas gráficas entintadas en negro, al terror de aquel Black Orquid, que partió el corazón de Hollywood, para el homónimo de 1974, con Joe Simon, Michael Fleischer y los lápices más sombríos de Jack Kirby. Entonces llegaría el retorno del Caballero oscuro y Watchmen, para cerrar la rama psicológica del cómic en pantalla, porque del maltrato al Motorista Fantasma, me niego a hablar. Aunque ya hayan pasado bastantes añitos, colega.Esto es, WB y más cercano escenario moderno de DC resurrecto. Yo he visto remontadas ya, Aqua, last HarleyQ, series Watchmen y el humor irracional de The Peacemaker... y hasta el frenesí de Black Adam. 

En definitiva, todo iba bien, con el mal contenido, a raya como al diablo vestido de rojo... hasta ese capítulo magnífico que colgó la cruz del revés, en la pared de aquella habitación inmaculada... y Davis desapareció como ensoñación de una sombra de lo que fue. ¿Para siempre? Es verdad, lo dijo Thewlis, que al final remontan las Musas y los dedos se encogen con la emoción, al apuntar a los escritores, guionistas, que hoy reclaman... pero, los puestos desaparecen por todos lados es ley de automatización. ¡Es la sociedad que estamos sobreviviendo!

Pero esos capítulos intermedios, demasiados, nos traslada un Neo matriarcal, con mirada caricaturesca a lo Matrix y su Morfeo mostrado como sucesor de Lobatón, ¡cosas del control mental!, y la falta de pastillas para dormir. ¿Roja o azul? Sí muchachos, se aproxima el coro, faltan los máquinas... Los demás eternos, que están de miranda, salvo apariciones cuasi marianas de postín.

Pues sólo nos queda algo de rojo sanguinolento, la interpretación lesbiana del paso Hell al Dreaming, el recuerdo de la Constatine, detective de demonias y os, internos y externos... el halo a lo Allan Moore, visual y su recuerdo de la Cosa del Pantano, que entronca con ella, sin detective masculino y gabán. Por cierto, esa serie de Marvel estaba bien y con poco presupuesto, creo.

Mas, me invade la pérdida de Mr. John Doe, el recuerdo a El Cuervo de Proyas en su mundo gótico, renacido, y la música poética al de Allan Poe, of course. Sustituido por ese traje de Neo, que no se ajusta al principio, ni a la gema encontrada con los personajes, caídos. Desgraciadamente.

The Crow... y el Solitario.

Haré una descripción postrera... Un renacido, sin amor, o perdido... El Tiempo transcurre como en la realidad. Tic, tac... Manos unidas, no tanto, ante la violencia gratuita y sus asesinos silenciosos.

Injustificados... un grito, ¡Nunca Más!


Todo es metódico, hasta los pasos en el universo de Gary Cooper o el polvo, que se mastica, como el calor del horizonte asfixiante de los sucesos que ocurrirán, al son de un ruido. Un pitido que se acerca, cortando la realidad, como el pasado que llega sin avisar a este presente, para prepararnos de cara al futuro. Si salimos vivos, dijo el cuervo. Sudores... la Parca.

El Etrigan, el demonio. El Hombre de las mil caras, esta vez, tiene ojos, pero no se los arranca, porque esto no es Gotham, ni el universo de Lucifer, es el oeste en no se que... ville. Suena a clásico, como Belzebut o Azazel, no el graciosillo de Isaac Asimov, sino el de Frank Zinnemann recordando sus fantasmas y el gesto impenetrable de Lee Van Cleef... aún más silenciado a lo normal.

El tren crepita, el cristal se rompe como un aviso o golpe de suerte, nos arrastramos con él... Ella desciende, no la Katy Jurado, sino la bella Grace Kelly, que iba lanzada al estrellato desde ya. Y todo acaba, arrojándose a sus brazos, mientras la estrella desciende a los infiernos, al polvo del camino, cubierto de sangre, sin amigos ni Lloyd Bridges, el padre... Ha sido su partida de ajedrez, la del antihéroe, llamado Gary "Sandman" Cooper en Solo ante el Peligro... Lucifer, Frank Miller.

Pero, él se retira con la cuáquera... no solitario, como el Cuervo. Que es un fantasma, como predijo aquel otro escritor atascado en sustancias...

Muerte es su hermana, mayor y de edad. La injustificada, desdicha y nada presentable, silenciosa como una vía muerta en el horizonte, que busca un giro sin encontrarlo aún.

Sueño es la memoria. El pretérito inconcluso que actúa solo, no finito, como un tema de guitarra eléctrica de The Crow, que te deja con los recuerdos y luego... el silencio. Nada, ni nadie.

¿Qué es la Parca en Shakespeare? Todo, en todos sitios y en toda su obra, son los huesos teatrales que no responden, porque actúan como aquellos cómicos de Mr. Bergman en El Séptimo Sello, 7, o el Sueño de una Noche de Verano, en comedia ácida del costumbrismo mágico. Un reencuentro de siglos, con el deceso de D. Miguel de Cervantes Saavedra. Creador de nustro antihéroe castellano...


Alex Proyas en The Crow, caracterizó el dramatismo gráfico a la perfección, del abandono del alma y el llanto en solitario, como un genio no entendido y abandonado. Qué posteriormente, tristemente, se haría más real todavía, apenas a unas zancadas del gran éxito... Presas de gestos en el País de los Sueños, que siempre lo son... ¡o No!

El pitido aún retumba, en el horizonte, porque siempre vuelve.

Así, el Infierno es ese capítulo IV, en la Estación de las Tinieblas, y los silencios, en que nos zambullimos, porque se fue y nos quedamos, solos y sin cuervo. Como quedaría Allan Poe, un referente de mi negritud literaria.

Resumen de lo no contado aún... La canción incompleta de Orfeo, retornará parece, a la Taberna Infinita, siglo a siglo, amistad de Furias, parcas o Hippolyta, El Hall y Benévolas, Velatorios... hasta la muerte de Eternals en el 93, es el Coste de la vida... Como una Edad Dorada Dc, con la etapa de la Liga, ya sabes Shazam y el dragón por ahora... el próximo Proyas y el Tim Burton, violaceo de Bitelchús y más televisión, en miércoles, cuando lideró el Batman de Michael Keaton y el cuervo de los sueños de Jack Nicholson, más colorido, eso sí.

De la Plata a la llamada Edad Bronce, con The Outsiders, en el crítico FlashPoint, que da paso a la SJA, sí primero de América, que crecería a la Shazam del último dragón y sus efigies fantásticas del mito clásico, y que sumergirá en tierras rotatorias. Personajes que no asisten al evento acompañando al mismo a Flash, el nuevo, y al mismo Sandman, como Dc Fate, Hourman, Espectro, Átomo, Linterna y Hombre Halcón, parece Birdman esto... no es la Liga y Black Adam. Pérdida de conciencias en universos paralelos, estación espacial, Luna, Antártida y hasta ONU. 

Pasando por Sindicatos del Crimen, Escuadrones Suicidas, esa Liga conocida y la de Asesinos, con Bane, era simplemente 1989. Y un nuevo comienzo, el Año Uno... ¿nada más? Y un huev... cuervo... Que nooo... que quedan Vampiros y el Renacimiento de 2016, mucho resta aún. Solo nos falta Brandon Lee... y el otro hijo musical, no Orfeo... xWB y xDC.

Otro día, investigo, y hablo de mitología griega. Unicornios y Cíclopes, xZeus.

The Sandman Soundtrack - David Buckley

Y el Salto del Tiempo...


 

domingo, 21 de mayo de 2023

Good Omens. Season I.


El joven actor, hijo del mítico Bruce Lee maestro de las artes marciales y protagonista de sus escenas especiales en el cine, conocido como Brandon, poseía un carisma genuino para este mundo cinematográfico y las películas de acción, igual que su padre. Pero también destacó por una osada inteligencia innata, que no desarrollaba en los estudios y guió sus pasos hacia el mundo escénico y el teatro, bien como modelo publicitario en televisión, la academia de artes marciales de Dan Inosanto, y a clases de interpretación en la escuela de Lee Strasberg guiado por su atracción al cine. Y acompañado de su amigo, el actual director John Lee Hancock.
Sin embargo una maldita bala del calibre .44, que no debería haber estado en el tambor de aquel revolver, sentenció para siempre su brillante y prometedora carrera. Destino cruel para un héroe que vendía su alma al rock oscuro, convirtiéndose en un moderno vengador barroco que estaría condenado a recordar su amor, para siempre...

Su primera y mediática, gran oportunidad vendría por medio de la versión cinematográfica de la serie de éxito Kung Fú para la BBC Televisión, siendo el aprendiz y compañero del inolvidable y entrañabl David Carradine. Desde sus días en la academia, entabló una gran amistad con Jeff Imada, que luego sería su doble de acción, en las míticas secuencias de la referida película de culto de 1994, The Crow, dirigida por cineasta australiano de origen egipcio, que sería un referente para servidor, junto a su siguiente proyecto Dark City, conocido como Alex Proyas.
El resto es una triste y corta historia, de un ave cubierto de tachuelas eléctricas y cuero, que se ha convertido en escenificación realista del mito del prometeo moderno. Pero, una muy atractiva historia de amor eterno, encerrado en un círculo de fuego en el suelo, como ocurriría con el simbolo de Batman. 

Otra de las pequeñas historias en aquel filme que son, algo desconocidas por el gran público, es que la adaptación de aquella desconocida historieta, hasta entonces, estaría a cargo de John Shirley, que mayoritariamente sería conocido ser letrista del grupo de rock psicodélico, Blue Öyster Culte, que aportaría temas a la banda sonora de otro film de culto como Heavy Metal; y banda de la cual pudimos comprobar su brillante calidad instrumental en la magnífica canción Don´t Fear the Reaper, incluida en la serie 1899, cuya letra hablaba curiosamente del mismo anatema cíclico, sobre el amor eterno, la descomunión y esa instantánea personal entre la línea de resistencia permanente y la idea de la muerte propia.
Algo así parecido, a lo que contó Bob Fosse en aquella obra maestra que me deslumbró como ejerce actualmente, All That Jazz, con la magnética Jessica Lange y el gran Roy Scheider. Y que es otro de mis referentes en esto de retratar el deceso cultural, artísticamente.

La Blue Öyster giraría abriendo conciertos con aquellos Black Sabbath de los ochenta, ya comendados vocalmente por el gigante Ronnie James Dio (ex mágico cantante del superbrugo Rainbow) en sustitución de Ozzy Osbourne y guiado por los dedos zurdos de Tony Iommi, uno de los mejores de toda la historia... Nada más que añadir, mas que... ¡Malditas y terribles, máquinas! Fuck You \,,/
Y de ahí, ¡A la gloria! ... del Metal. Salve Mr. Brando Lee y su Eric Draven.

Pero, toda historia... tiene un comienzo...

Good Omens... 

Hay que remontarse hace, muchos, muchos siglos atrás en el reloj de arena, para encontrarnos con una versión primitiva de nosotros mismos y la creencia, con el pensamiento crítico sobre la vida después de la muerte. La carne devorada por los cuervos, y el más allá, donde viajaban las almas, de aquellos descendientes naturales del Homo Erectus. Los que se debanaron el cráneo en la charca de agua, sin saber, dónde se dirigían entonces... ¡como ahora!

Ya era tema recurrente en otras culturas ancestrales del pasado, al otro lado del Mediterránero, Mesopotamia, Egipto... antes de que se desarrollase en la mitología griega, bastante anteriores a Orfeo y su mito. El hijo de Apolo y la musa Caliope, tocador de lira para descanso sentimental del alma humana, que mantuvo otros antecedentes del drama clásico en el Olimpo... Muchos, en todas los tocados. 
Si bien éste, antihéroe, casi diríamos hoy, se enamoró de Eurídice que fue raptada por el hermano Aristeo, y el primero debió lanzarse al rescate de su amada, durmiendo con su música al Cerberus satánico tras su descenso al inframundo. La búsqueda, claro está, sólo podía devenir en desastre magnífico, para ser representado, una y otra vez.

En este camino inclinado vertiginosamente al vacío, o la Nada... sí, esa... ha funcionado el episodio dramático como motor recurrente de la condición humana, en los libros ecuménicos como la Biblia, y otros más pecaminosos, como el infierno de Dante Alighieri.
O el Paraíso Perdido del poeta John Milton, con protagonismo de Dios, los humanos o antihéroes humanos del paraíso, y el mismo Señor Oscuro, y del que el mismo Alex Proyas deseara encarecidamente, pero malogrado intento, un retrato o adaptación primordial y que, por otro lado, lleva rondando la mente de Scott Derrickson, desde hace bastantes amaneceres. 
Sí, el mismo licenciado en teología y director frente al sol californiano,  de obscuridades notables, tal que la del guión de El Exorcismo de Emily Rose, o investigadores paranormales del escalofriante Ethan Hawke en Sinister, transfomados en saga. O el último y notable Dr. Strange de Marvel que ha mutado la serie, y por supuesto merecidamente, el puesto de honor de lo infravalorado, con la máscara endiablada de Black Phone.

Break on Trough, to the Other Side, que decía Jim Morrison con los Doors, proclamando tomar la rienda de tu vida, antes de su conocido y amargo final... Qué perra vida esta, con todas sus vueltas burlonas, ¿eh bro? 
Tantas y desafiantes, como las vendas de la momia de un faraón... Probablemente de allí, o hacia ese lugar de la historia, confluyeron todas la versiones de cielo y el inframundo, con sus almas viajando de un lugar a otra, según sus merecimientos o los denominados, pecadillos...
Mr. Dante, que creía en la división preclara entre la función política del poder y el pensamiento  religioso, decía cosas curiosas como, que "el diablo no es tan oscuro como es pintado"... o, "tengo un pensamiento gentil que me hace sentir vivo, porque es un pensamiento de ti". Para que añadir nada más, eso de la eternidad emocional y un extraño sentido de la muerte. The Death, la de ellos, los Eternos del genial Jack Kirby, superviviente del general Patton y la batalla de las Ardenas. Eso si que debió ser... Miedo.

Pero volviendo por un momento, al relato mítico y onírico, el alma de Orfeo quedó impregnada del alma azarosa de su amada, por siempre jamás, y dentro de aquel laberinto profundo, maldito y muy caliente... te suena, ¿no? La perdió, supultada. Zeus se puso tierno y compuso su lira en el cielo de las constelaciones, como una más para la observación clásica, y Homero se encerró en su Olimpo literario con la Iliada, para escribir sobre ellos.
Lee se cabrearía mucho con el General Lee, porque tras crear Fantásticos, Black Panther, Bruja Escarlata, Iron Man (no el Mandaloriano), Ant-Man, Hulk, Thor e Inhumanos, no se sintió muy católico o correspondido de otros modos. Pasó por DC, se hartó como buen guionista también, y volvió para ofrecer sus Desviantes vs Los Eternos. Cuando ya los Celestials, habían aparecido en la entrega cinematográfica de nuestros queridos Guardianes de la Galaxia. ¡Benditos sean Raccon y Groot! Yo soy... je, je.

Entonces, los hijos de Erebo y Nix, mitológicos ellos, se concibieron como 3 primordiales, Éter, Eros y Hemera, el Día tras la Noche), y así hasta 25 abstracciones en número exacto. Que se concretaban sobre algunas expresiones muy conocidas por helenos y troyanos, como por ejemplo Mr. T y Mr. Gaiman; y por tanto encontrarnos a Moiras (o Parcas), Ensueño, Discordia, Miedo, Burla, Alegría, Sueño y Muerte. Y ahí, nos hallamos en plena batalla... por las vidas de todos, y amores algunos... que vendrán en un santiamén. Sand y amén...

Es esa Iliada fantástica, donde las Moiras susodichas marcan el paso del tiempo en nuestras vidas, como sirenas agradecidas u otras muertes a seguir, como las Hilanderas de una tela de araña en la que caer, contemporanéamente... en las que su mayor pedestal, se basa en amor y la belleza, sería propia a Afrodita, también conocida como Venus en Roma. 
Pero, eso es otra prehistoria mítica... que no viene a este cuento aún. Y que analizaría brillantemente entre gasas, la misma, despampanante 

Presagios (excelentísimos_)... 

Qué cosas, aún no he comenzado a contar nada de esta serie de la BBC Studios y los buenos de Terry Pratchett que en paz esté, y el desconcertante escritor Neil Gaiman. Ya preparando su segunda opurtunidad de crecer por el subsuelo de las cosas habituales... Imagino que ya sin bruja, aunque desconozco el caracter de la escritura original.

Pues en la serie de humor diluviano, Good Omens (algo así como buenas profecías o predicciones), nos encontramos con varios protagonistas de aquella reiniciación del Todo conocido, más mitificado y sentenciado en las alturas. 
Ejemplos como los 4 jinetes del tal, con sus coloridos desastres a la mochila, que servirían la nuestra como supuestos pecadores, en teoría no gráfica, sino escrita y revelada... ya sabes, quién... el Jefe. Que está en todas, innombrado hasta en la versión del The Sandman de DC Enterteiment, porque es el rival apocalíptico del otro.

Sin embargo, los principales son dos graciosos, no amantes de los chistes, sino de los viajes a todas las partes, las mutaciones y la fidelidad, sobre todo a la música de la banda Queen. Dios salve... ya lo supones, al Continental Bentley... que ruge en los infiernos sobre la clase baja de Inglaterra. Ya encarnados por el sarcasmo típico, de los Monthy y la chispa vital que caracteriza a actores como Michael Sheen y David Tennant, habituados a todo tipo de clásicos y monstruos consagrados.
Son dos tipos requetefinos, como don Pepito y don José, agraciados con labia por parte de sus dos bandos fronterizos, rivales desde tiempos inmemoriales, que observan competencias mortales y ven potencial en los humanoides de tierra. Encargados de adquirir la tutoría, o no, del chaval elegido por el mundo de la tinieblas. 

El Demian de La Profecía de Richard Donner, pero con otro nombre más clásico, que no AntiCristo, sino Adán, un Señor del Caos con ojos rojos de rubor, el hijo encarnado del Dragón de Siete Cabezas, o no, vete tú a saber... el dador de órdenes a los jinetes del caos, del motor Harley, y vasallo del rock&roll... Mr. Donner, sabía de eso, estuvo en mil batallas con jóvenes, Goonies, voló con Rutger Hauer, después de Roy, y las plumas de Michelle Pfeiffer, antes de las garras de Catwoman, y bajo la capa de Superman. En fin, armas letales que ya no volverán, no como ella... la de la garra curvada y su maestro bajo tierra quemada. Esto parece un chiste, pero está diseñado con gran calidad digitalizada y familiar para los humanos.

Rojo Guerra, Amarillo de Hambruna, a base de hamburguesas, que de No carne, lo que vandrá pronto en el horizonte mediático, en forma de otras cosas, hasta genéticas... Blanco contrario a Polución y cerca del hospital atacado por la enfermedad vírica, y Negro... amante de ella, la señora de la guadaña entre el casco y los dientes de marfil, pómulos afilados como las dagas, que le infrigieron el mal en el pecho, al joven aprendiz proscrito, entraña del mal.
En fin que, el primero de los protas, estuvo en el Otello teatral y acostumbrado a los reyes terrenales o luchas de licántropos contra vampiros viciosos, y el otro en el aciago Hamlet, el décimo Doctor Who e invitado de Marvel por Jessica Jones. Ahora, clientes habituales de Prime Video, también... y del humor. En ellos se sustenta toda la base de este triángulo, la mitología, la guerra histórica y su comedia.

Gracias a esta pareja, alabado sea, el dios de la interpretación... ¡que son varios!

... y caos de la Bruja.

El libro originario, no bíblico, tien dos vertientes Profecías agradables y precisas de... y a renglón seguido, Agnes Nutter, witch... Traducida como la Chiflada, ¿por qué? 
No tengo ni remota idea... pero es lo que menos me convence de la narración cómica.
El caso es que lo básico, es el enfrentamiento entre bien y mal, en la carne, mejor dicho aura, de sus dos protagonistas esenciales, la llegada de un Elegido anticristo y el tema apocalíptico del Armagedón, como telón final de las revelaciones bíblicas.

Por el contrario, todo en tierra, es entretenido. Hasta las referencias históricas que están descritas con gracia caleidoscópica a través de los tiempos, y la entonación graciosa de Frances McDormand, que gratitud vocal... En cambio, la estratagema del libro de Prachett y Gaiman, sobre la captura, persecución y las profecías de la bruja, son una blasfemia generacional, que me acaban cansando bastante, pues no les veo la mínima gracia.... hasta llegar a la desesperación. 
Especialmente cuando chocamos frontalmente de sopetón, con esa especie de burla durante el capítulo V, versículo no se qué, plagado de histerismo ridículo y gritos espeluznantemente, desquiciantes en charada ocultista. Lo demás, tiene un pase, o un anticipo, entrada celestial, para la siguiente fase... pues el mundo, el nuestro... no se acaba tan fácilmente. Ni no es, por una bomba atómica.
  
El Armageddon es un lugar, más bien ficticio, digamos. Donde se libraría la batalla final entre las dos hinchadas liadas, no el Liverpool y el Manchester, united claro... sino entre el universo de arriba y el mundo de abajo. Curioso porque los de arriba, atacan con estrellas ígneas que caen a tierra, desatando el apocalipsis de todo, con terremotos y demás desdichas. Al final, la ciencia tiene razón y el universo es un infierno... bonito, pero destructor.
Esto se escribió, mejor expresado, se reunió en un escrito en el siglo I, no se sabe bien en qué momento, pero cerca de los llamados joánicos, de Juan el Evangelista; y este apocalipsis bíblico conlleva de trasfondo la época de las persecuciones sanguinarias del imperio de los césares romanos, hacia los cristianos. Que pensaban en el poder de un único dios, encarnado en la figura de JC, cuando los del dedo arriba/abajo, empezaban a sentirse como tales.

Como por arte brujeril, existe un libro de los Siete Sellos, con ese Cordero como protagonista y la descripción gráfica de los 4 Jinetes con sus tendencias a la adversidad, afligida sobre los demás, por contradicción etimológica. Con cada apertura de sello, hala que te crió... una plaga, cataclismo o fastidio carnal, hasta llegar al gran Juicio Final... que no es pacífico, para nada tampoco. Este dios tiene un genio que te cagas, las patas abajo.
Con cada sello, una trompeta, y no es la de Armstrong con sus angelicales mofletes, sino un aviso, de que viene una Bestia, con rabo y todo, y dos testigos. Una mujer que batalla al Dragón, con un niño en el vientre y se ofrece en sacrificio a sus fauces, pero... son venciados, la bestia del Mal o Leviatán, que puede venir... y la de tierra o Behemot, y son arrojados al Lago de Fuego. Esa lengua, que todo limpia de gérmenes inmundos. Lo hemos visto hasta en Star Wars, y más.

En fin, que los ejércitos no acaban de entenderse y juntarse en la serie Good Omens, y nos hemos librado del Mal, por ahora, ya que parece haber otro segundo asalto... ¡clink, clink, siempre con humor pasa mejor! De momento, tenemos mil años más... o menos.
Luego viene el rollo de las naciones, pero me imagino, que los poderosos de esta Tierra, ya han elegido quién se va a ir al hoyo... y tenemos muchas probabilidades, eh.
De momento, más que una nueva Jerusalém, estamos en un impás, entre poderosos y militares, tira tús que te toca... ni chicha ni limoná.

Esperamos viendo la televisión, como buenos y benditos siervos, casi esclavos al programa de centrifugación, esperando esa Luna de Sangre, puede que vampírica, como la diversión y las hostias, sopapos coreografiados, de la peli de Renfield con Nicolas Cage en su salsa (me extenderé algo en sueños...), y el Sol más ennegrecido, que entonces será otro cantar... No de los cantares, sino del silencio. 
Como los héroes...
Como los mismos ángeles. o no...

Good Omens Soundtrack - David Arnold


viernes, 5 de mayo de 2023

The Mandalorian. Season III & Snowpiercer.

Es un gigante de metal...

 Un transporte surca las profundidades de un mundo distópico...

A bordo un grupo de ciudadanos, circulando para escapar de un desastre terrestre, generado por nosotros mismos, los seres humanos, inteligentes... Se convierte en un metáfora viviente del mundo de Dante, donde unos esperan su turno y otros, hace tiempo que descarrilaron o se hundieron, como en aquel Titanic a comienzos del siglo pasado. Todos, en estos momentos, están dispuestos a usar una máscara para ocultar sus pensamientos o minimizar sus recuerdos.

Este paradigma del sentimiento en soledad y la decadencia social o política, tiene como protagonistas a varios personajes dentro de la alienación, intentando sobrevivir como especímenes, a eso mismo... la supervivencia.

Un hombre y una mujer, se encuentran casi por casualidad tras descender de un tren, sino fuera por otros personajes que han actuado como lanzaderas. Una relación extraña, cuando el hemisferio norte del planeta ha sido asolado por un guerra nuclear, provocada por nuestra incapacidad o el odio. Son dos almas desnudas, no desgarrando las nubes, sino las olas solitarias y oscuras... ¿qué hay abajo? No sé, pero en la superficie, se unen los rostros de Gregory Peck y Ava Gadner, que se sienten en la pérdida de uno, sobre la necesidad de comunicación o tensión sexual y el consumo de alcohol, de otro, otra... 

Siempre han existido esos bólidos, o tipos de monstruos metálicos, ligeros o terroríficos con todos sus cañones o torpedos. Así, se conforman las imparables maquinarias bélicas, como aquel tiburón blando, que salió a la superficie en forma de periscopio japonés en 1941, según Steven Spielberg... Mogollón de naves, destructores imperiales, cruceros odiséicos, portaaviones en laberintos magnéticos, con sus manadas de cazas... Fue anterior al final solitario de Fred Astaire en aquella ocasión, atacado después por la maldita neumonía y un coloso en llamas, además con la emergente aparición efímera de una bella llamada Donna Anderson en su hora inicial, efímera estrella como muchas, apoyando el lanzamiento a la fama mundial de Anthony Perkins, un año antes de la hickoniana Psicosis, ya prometía el chaval delgadito y neurótico, que ya sus huesos se había visto emparejados con Audrey Hepburn y Jane Fonda...  y por supuesto, unos años después de que el Proyecto Manhattan en Los Álamos (Nuevo México) tuviera éxito en la propagación de las armas y la idea de algún, arrepentido científico. El Departamento de Energía, con Reino Unido, Canadá y la Universidad de California... la IIª empezaba a estar finiquitada. Es lo que hay, a lo que resistimos ahora.


Claro el joven Stanley, salió de la misma Cocina del Infierno. Y pudo verlo, sentirlo. El olor a chamusquina... hasta alistado en las cuadrillas de cine de las milicias. Y hasta, que se subió al ring con Mark Robson y el capitán de la cuenta atrás, Kirk Douglas en El Ídolo de Barro... Ya empezaría a tocar el oro, porque se puso a ayudar a la finalización de Solo ante el Peligro, luego a Vencedores y Vencidos, ya sabe... A todo trapo!

Los niños siempre han sido los parapetos, por otro lado. Los indicadores de una situación descontrolada o hundida, en el fondo, que en la gravedad de unos hechos atmosféricos, por On the Beach del nombrado Stanley Kramer, actúan como sombras de nosotros. Película interesante, rara y distante; donde esos tiernos infantes también funcionan como metáfora de la misma estupidez de la raza, en el futuro. Si bien fuera de manera ficticia en aquella vez, habrá otras... que ahora sentimos a lo lejos. Demasiado cerca...

En cambio en el Titanic de James Cameron, estaban escondidos en las bodegas o catacumbas en que se convirtieron en aquel frío transatlántico y la famosa epopeya trágica-romántica, para no causar malestar en el espectador sobre la última tabla de salvación del amor... si áun había sitio... o no. En las naves marinas de Avatar 2, lo saben... como resistirse al hundimiento...

En un planeta azul y verde de Pandora, los hijos son la consecuencia de la supervivencia en familias, bajo del mar o en las nubes psicológicas, como puntas de flecha o mochilas de ADN. A pesar de los padres o de, esas máscaras o avatares que nos ponemos, que terminan escogiendo para salir adelante, ante humanos que se comportan... como auténticos capullos. No se salva ni uno. Todavía no sé, porqué tanta parafernalia militar para acabar con la belleza, bueno, tal vez.

Así, el niño o.... es el reflejo inocente de una sociedad enferma, como motor inagotable de un tren que descarrila o está sentenciado a ser cancelado en ese futuro distópico. Puede ser.

Las experiencias vitales de la infancia, son escasas o limitadas, pues el joven crece para aprender cosas, chistes, maldades, memorias... Aunque algunos se empeñen en todo lo contrario... Acabar con la saga en un TNT...


El movimiento os hará libres, como pensaría Forrest Gump al descubrir el interior de una caja de sorpresas pringosas, pero sabrosas, antes de ponerse a patear el mundo y pelar gambas... que era su propio universo.

El tren que circunvala lo nuestro... que transcurre por diferentes etapas de nuestras vidas, modifica las capacidades de comprensión, guía los pasos de nuestras mentes y las impregna de ideas, a veces, manipuladas. Pues, amerizamos sin darnos cuenta que ya las conocimos en un pasado, que pueden resultar monótonas en nuestra historia de la humanidad... Según va transportándose nuestra vida a lo largo del tiempo. Somos viajeros, pilotos, avatares, sobrevivientes, viejos dulces danzarines... que vuelven a sentirse como niños.

A ver si alguien inventa algo para no sentir las altas temperaturas... o las muy bajas y neumónicas, depende... del lugar que estalle la bomba climática.

Así ocurre que, la locomotora, que comenzó dibujada en un cuaderno y se hizo mayor, pasó por el cine con mayúsculas, y significa una distorsión del tiempo que nos queda, como en la serie. Con una obsolescencia histérica, que considera como buena máquina inorgánica o genética, como buen replicante, en definitva. Y cualquier buen piloto de naves rápidas, o Mandaloriano de mediana edad, lo sabe... This is the Way!


El Protector... Protegido.

El chaval, no de la peca, sino del peque-níquel de béskar, pues brilla y resiste los daños... es la fuente en la que se mojó El Desconocido, al ponerlo al lado del Shane de Alan Ladd en las Raíces Profundas de George Stevens, muy acostumbrado a proyectos Gigantes , o de vuelta en el crecimiento tribal junto a aquel solitario John Wayne en Centauros del Desierto. Sí, que gran título pusimos por acá. Eran los protegidos por esos adultos, por los pistoleros. Pero, igualmente funcionaban como pilar de sus propias idiosincrasias familiares o debilidades humanas.

El hijo del protagonista de la serie Snowpiercer, se ha quedado estancado porque no ha crecido, no se ha vuelto relevante en la situación de los adultos, simplemente, se ha quedado adormecido, sedado, aburrido de tanta circunvalación y tanto corre que te pillo... Y eso que comenzó tirada por lanzaderas siderales como Park Chan-woo, el oscarizado Bong Joon-Hoo que ya avanzó de qué iba eso de ser parásitos, y uno de los triunfadores de la última era, el director/productor Scott Derrickson... Sí, con su savoir faire temblar, el de las notables e inquietantes Dr. Strange in the Multiverse of Madness y Black Phone... Joer, que estos tipos, directores, si que saben de superdestructores y cazas en la obscuridad, eh. El resto son los últimos resuellos, de una máquina... que carece de sentimientos. Vamos que no respira más, me refiero a las teorías revolucionarias y las líneas secundarias con los humanos, pues es un catálogo de subproductos... que los dejas pasar, a no ser que seas un comprador compulsivo... con nulo interés del sentido reptiliano, ese. This is... lo que hay.

La violencia clasista quedó aparcada, ya no se parece a la discusión en la novela gráfica original, sus revueltas son episodios criogenizados a la fuerza, que nos hacen olvidar aquellos iniciales con la investigación de un terrible y oculto, asesino en serie; y los personajes que nos acompañan desde hace tiempo, se espesan como sangre de bantha,si es que no descarrilaste por el camino... son tan planos y insípidos, como la comida a bordo de un transatlántico que se va pudriendo o un bicho proteico y diminuto, en la boca de un ser de color verde. No del mar, sino de un futuro genético, aún incierto... como su vocecita.

Ya casi no importa, la búsqueda de una Nueva Tierra, más imaginada que prometida, porque en su interior narrativo y dialogado en fragmentos inoperantes o poco atractivos, todo resulta demasiado mecánico, monótono... como insertado a empujones, en el tren de Tokyo o Seúl, o los bajos fondos de un barrio dormitorio en Francia...

Este viaje, desgastado como la punta de un cuerno o la ciudad vaciada de San Francisco, se manifiesta como un mar de casualidades, encuentros superfluos, necesidades básicas para intentar salir de una encerrona... científica y moral. Es decir, es una historia del pasado distópico, como otros de la mitología egipcia, donde las almas se superponen en movimiento circulas interminable, tanto que ya no interesan ni a los mismos jefes de máquina... los de la nueva corporación, Discovery con Warner Bros. Y el niño, se queda solo y... sin cuna.

Mientras que otros protectores, en la tercera, se interesan en él, más aún... Empiezan a convertirse en una verdadera estirpe en formación voladora al futuro, nada que ver con el presente de aquella película de Mr. Kramer en el desastre atómico, o en la hora final de Di Caprio. Ya que, para las historias paralelas de Star Wars, el tedio o el atragantamiento por engullir demasiado rápido, no es una opción... El aburrimiento, no es precisamente, su camino. A la segunda, a la tercera... o la cuarta, marcha. Esto es LucasFilms, este es su reconocido y aprehendido, Credo.


La Fuerza... del Grupo.

Si un Snowpiercer parece no tener resolución, ni muchas más vueltas... ya veremos si alguien sale al rescate en la tele., y si resiste el típico y actual, fragmentado a lo woke... Que interesa bastante poco, la verdad.

En la mitificación del héroe celeste, y su enfrentamiento con los monstruos telúricos, incluso draconianos alados, la mágica The Mandalorian, remonta el vuelo. Deseosos de espacio... su universo no para de expandirse, de salir a distintos enclaves para rebelarse y embellecer la visión del seguidor espacial. No paramos de pilotar a otros escenarios, para hacernos imaginar el futuro y servirnos de guía sentimental del pretérito... Habrá lío... habrá niños...? No lo sé, pero el Peque verdecito es un imán atractivo, rebelde y muy glotón.

Además el humor simpático, es lo que necesita una verdadera epopeya que enganche, con elementos casi mitológicos y homéricos, como las naves hundidas en odiseas pretéritas o surcando las olas contagiadas de cantos de sirenas o fuegos fatuos. Infiernos escondidos por la  radiación bélica; heroínas guerreras, diferentes a las hadas de inmersiones coralinas de Avatar para tomar resuello a la profundidad épica de lo tribal. The Mandalorian ha creado un órgano de tribus, como caballeros o cruzados, enfrentando los dragones de las casas imaginarias de Mr. Tolkien o Mr. doble R Martin. Seres alados que también tienen su sitio en los cielos azules de Cameron y esparcen su semilla hasta, los nidos abatidos por los mandalorianos, convertidos en guarderías, en la ramificación amistosa de Star Wars. 

Ahora, se comportan como una manada, siempre que sus miembros eclécticos, mitificados hasta la derrota arturiana, se comprometan con la justicia y entidad cabal con su pensamiento y valores bajo su armadura. Casi imbatible, salvo por tres espíritus de brujas shakespearianas. Rojas como el recuerdo de los disparos bláser.

Los caballeros, no de Camelot, o del Zodiaco que vendrán, puede que no con tan buenas referencias... Sino, de una nueva Corte en las aguas vivientes de Mandalore y refugio de algo, o fuegos ardientes bajo el casco atractivo de Bo Katan Kryze. Que ya va calentando con su nueva arma ajustada.


Su mente, la nuestra como enganchados a las croquetas, eh Charlize, ¿podrá con las grandes expectativas cuando se sienten a la mesa redonda...? Sí, pues el pequeñajo sigue con ese apetito... divertir, ¡no cabe duda! Este es nuestro camino, sentarse a la cuarta o quinta, en marcha.

La del tren extraviado, ese ser mitológico de la funcionalidad y la velocidad, entró en una auténtica vía muerta. Nuestros cerebros fundidos, ya no dan más de sí, y quieren visitar otros lugares mágicos, no quedarnos en un caza con motor de un desgaste inevitable. Para eso tenemos el Hangar 3-5 de Mos Eisley y la mecánica empática, ejem, llamada Peli Motto y sus pequeños gnomos y el tinglado jawa. Aquel grupo dividido en vagones, está más perdido que Odiseo, Kirk Douglas en El Final de la Cuenta Atrás, o Charlton Heston en la fantástica invasión en el Planeta de los Simios, que últimamente se trasladó en trilogía a una Bahía inhóspita, por cierto. Y es que todo, vuelve, como el submarino.

Creo que el Rompehielos se quebró, porque ya no se disparaba al horizonte. 

Aquí, en Star Wars de The Mandalorian, es todo lo contrario, nos volvemos a sentar en los mandos de aquellos navíos que surcaron los ochenta, con el mismo vértigo y hormigas en el estómago. Vemos relucir láseres en las puertas de Mandalore, como si se tratara de una diligencia asaltada por los indígenas, o negociamos sentados con los que fueron barridos de sus tierras, como se interpola en la saga Avatar, sin concretar con ninguna tribu específica. 

A veces, nos elevamos como guerreros corsarios, enviados a combatir las hordas de otros piratas saqueadores, que recuerdan a esos, de los últimos estertores del Caribe. Otras, nos sentimos invadidos por mundos extraños, explorando novedosas cuevas o lagos interiores, al más puro estilo verniano, con marcas de tiempos remotos o antediluvianos. Navegamos en atmósferas que nos recuerdan otras eras terrestres o cosmológicas... infectadas por la baja respirabilidad o las emisiones nocivas de radiación, provocadas por impactos extraterrestres o guerras tóxicas.


Algunos todavía tienen esperanzas... unos quieren ver la cuarta, probable última, salida del Sol sobre las sombras frías del Cuerno en África, arropados entre sí, como buena raza comprensible de supervivientes; otros querrán seguir adelante, aunque en el futuro se vean obligados a abandonar, a pesar de los esfuerzos gélidos de Jenifer Connelly o el guasón Sean Bean, esperando no perder su cabeza. O por tanto, no queda otra opción que regresar al hemisferio sacrificado por esa masacre intelectualoide de investigadores que se vieron engañados; mientras otros solitarios como pistoleros a la puesta del astro rey en el desierto californiano, que no tejano, se sentarán a los mandos de su bólido, en una carrera contra ellos mismos, con su historia colmada de insatisfacción, con sus ideas que perpetraron la extinción de lo conocido, olvidados de aquellas largas piernas, las que nacieron para bailar... y las de ella. Sabes a lo que me refiero Mr. Ciencia, ¿nooo? A por ella...

Gea, el espíritu de Pandora, o el hogar... ¡Mandalore!


Tres lunas de muchas, son más conocidas, porque circunvalan el baile sobre la nube tóxica, en tierras abandonas por obligación, puede que no... del borde exterior en Mandalore. Una fue el hospicio de Din Djardin, Concordia la llaman, nombre de pueblo vaquero, casa de nuestro reverenciado héroe, para sobrellevar su triste pasado.  Gracias a los guerreros de la Guardia de la Muerte, a pesar de haber entristecido un poquejo, sigue su apuesta por la aventura, alejándose de la parsimonia de infectas versiones de champiñones o Last of Us... pues los mandalorianos funcionan como un verdadero tiro, propulsados al infinito. Ese es su espíritu... la aventura.

Y es que en el espacio... las tierras se ven de muy diversas formas, no importan colores ni grises, salvo el azul que está de nuevo presente y el rojo que desenfunda de los malvados. Y el verde, que nos representa a todos, ejemplo de nuestro tierno crecimiento como seres con ojos, esta vez, oscuros y opacos; ni las políticas importan, porque vuelven a surcar los destructores, verdaderos submarinos o transatlánticos que apaciguan nuestras almas. Las nuevas olas imperiales se preparan, con otra divisa o enseña diferente; tampoco esmera la divesidad que, aunque ya está instalada y metida en tabernas infectadas de cerebros cazadores, ahora se multiplica en las infinitas posibilidades sobre la inteligencia artificial y otras arterias, biónicas, transplantadas. Duplicadas o clonadas, que es lo mismo que los replicantes, en circuitos o carreras a escape por barrios que nos parecen reconocibles... casi homenajeados. Incluso, los cristales rotos...


Es es el alma que nos dejó la mente de Ridley Scott, rememorando las letras de Philip K. Dick y la biología sensitiva de Harrison Ford, que es un verdadero pirata, o detective de las galaxias con gabardina a lo Bogart. This is the Way, my friend Lucas! O, el hombre de Hierro que son muchos, en una especie de vengadores con matices de Béskar y azabache, ese es el otro, way.

Superhéroes en el Oeste, en el Caribe galáctico, o más allá, navegando las estrellas y viendo arder naves en los anillos supuestos de Nevarro, Coruscant o las órbitas de Mandalore. Qué son, el nuevo Camelot con castillo y todo, y ella la nueva reina con su negra Excalibur. Te has dado cuenta, ¿no, pequeñajo?

La Dama del Lago, el mhthosaurio, la sangre quemada, el mago negro... Cada planeta, cada estirpe, tiene su propia idiosincrasia que regresa al pasado. Cada bicho, cada droide, tiene su corazoncito y se siente importante en esta caja tonta del recuerdo. Cada nuevo admirador, es un Grogu en potencia, que emparenta con nuestra imaginación, en busca de su nueva voz... qué me llamen, para consulta, pues yo lo he visionado ya. 

Cada individuo, posee su marcada personalidad, los héroes muy iron y los oscuros, multiplicados como pollos... desde la entereza ética del personaje de Pedro Pascal, el mejor Mandaloriano que hubiera soñado Netflix, Disney o quien fuera. Hasta admiramos la apariencia a lo Monty Phyton de Jack Black en la tierra del baron Múnchhaunsen, la vuelta al realismo galáctico de Carl Weathers que anduvo entre los mejores Depredadores y le dejan hasta dirigir, ole, o la sorpresa en el tiempo del espíritu joven del gran Christopher Lloyd. Un lujazo en las galaxias regresivas del tiempo... o no, ¡Doc!

Siempre supervisado todo el conglomerado de morriña ochentera, por Jon Favreau y su mente metálica. Con dirección de Rick Famuyiwa y Lee Isaac, Rachel Morrison (Black Panther), Peter Ramsey (Spiderman into the Spider-Verse), el capi para Bryce Dallas, fuera de los dinos... hay superhéroes y heroínas, verdad...

Y es que érase una vez en el Oeste, posee su misma música, como las de Sergio Leone, tenía las suyas identificativas, que han sido trasladadas con éxito racial. Gracias a la batuta mágica de Ludwig Göransson, que junto a los títulos de crédito son como un marcapasos instalado en nuestro pecho metálico, frío como el casco dañado de Darth Vader y preparado para la banda sonora de Oppenheimer. Vader, Prouse que está en los cielos... obscuros, claro.

Todo tiene su sintonía, los transatlánticos del pasado por agua, y lágrimas, surcando olas de viajes en el tiempo o montados en patines voladores con vaqueros... aquellas letras que salían de la parte inferior hacia el horizonte y más allá, llenando la galaxia próxima, digo la pantalla. Las galaxias nos parecían tan lejoooos... Y las que vienen resonando en el futuro, y en el presente que se remonta a 65 millones de años atrás, cuando los dinosaurios dominaban a Gea, como una verdadera tribu caníbal de velocirraptores o uno gigantesco, que apenas puede girar su musculoso cuello y dirigir la mirada hacia arriba, al cielo iluminado del fin...

Pero, que te has fumado, Mr. Shyamalan, ¡un canuto encapsulado con el apocalipsis bíblico...! Todo es caos y destrucción. Bueno, eso es otra teoría del apocalipsis, que no viene a cuento espacial... Mas, si al cinematográfico actual.

Menuda empanada grupal de troncos y de héroes... Esto es lo que hay, o no hay... That´s the question!


Una Saga Interminable...

Cada era, más y más, más caballeros engalanados para el amor y la guerra. Más seres mitológicos, batiendo sus alas sobre castillos, princesas e hijos de Robin Hood, con dedos magnéticos preparados para hacer de los dardos, diana. Más revueltas en los caminos insondables, más lanzaderas espaciales, que nos devuelven el glamour de otras eras. 

Más láseres, que son un bendición. Más velocidad, que nos recuerda a otros episodios, surcando árboles a los mandos de motocicletas eclécticas como si fueran Mad Max, más héroes de mods precisamente, entre bosques de Ewoks, aquellos pequeños seres, dramáticos, que no reparaban mecánica. Más planetas, y credos, que son una religión en las razas de Star Wars.

Quizás... ¿algún Jedi? It´s possible. Que la fuerza os acompañe, hasta el infinito.

Pues, eso significará que seguimos vivos y coleando, como colea un bichejo en las fauces de Grogu, hasta que deglute, lanza un ruidito y se sonríe... Este chaval, es de un magnetismo, que las vuelve locas a todas... Y será así, durante eones y multitud de generaciones que nos visiten en los diversos espacios y tiempos. No dejéis de soñar, como lo hizo Michael Ende, otro alemán fantástico, a lomos de su blanco dragón. Era, y éramos, como un niño. Como un joven Jedi, que apenas mide unos centímetros, y ha comenzado a hablar... ¡O no!

La memoria, es el Credo que nos ha traído hasta aquí, y hoy. 

Cada capítulo se recorre con más sapiencia, nuestras arterias, porque las experiencias de aquellos protagonistas que fueron y los personajes que crecen ahora, fueron y serán, las nuestras. Nuestra sangre. Caballeros de un zodiaco o las estrellas jedis. Sangrientos. También de la muerte, pero esa, es otra historia de las galaxias.

También, me lo podían preguntar ¿verdad? Nuestro secreto es nuestra supervivencia.

Por tanto, la esencia de ellos, caballeros heroicos todos, y por ende, Grogu, es inagotable.

Sobre todo, si empiezan a tener más recursos, para una producción impecable y unos guiones, a veces simples como una batalla visual o un rescate en las alturas, y otras, enrevesados como las helices de un motor pirateado, una parpadeo panorámico de un robot en la escena de un crimen o mirando al futuro, de una recombinación genética.

Acá la política, y las divisiones entre clases sociales, no se han quedado en el vacío de un caldo espacial sin vida y congelado, forman parte del todo que significa, la mente imaginativa de George Lucas y su equipo de videntes... es política de empresa en el espacio.


Es el brillo de Dos Estrellas, comprometidas el uno con el otro, como el pequeño rubiales con Shane y su, ya esperado, próximo capítulo.

Ya que, siempre hay que recordar que, cuando algo se pierde (como en un tren sin sentido o un planeta invadido de monstruos gigantes), la misión de los guionistas es regresar a su esencia, dando colorido a sus nuevos protagonistas. No dejando que su Voz... se apague... Porque es, nuestra propia voz. Nuestra existencia, resistencia y amor al cine.

Su misión, en busca de nuestra atención... Es entretenimiento máixmo. Interminable, si es posible.

Y en Mandalore, en la superficie de sus lagos ocultos, está garantizada.

La que invade nuestro apetito con cerebro reptiliano, deseoso, a vueltas con el carácter chulesco del caballero medieval o galáctivo que significó Han Solo, con cara de niño pillo, un huérfano como los de Mr. Dickens en el espacio y fuera de su tiempo. Diversión es la esencia vital, como la fuerza, es la magia de la amistad y el compañerismo épico... quizá, de algo más... Lo sentiremos, más allá...


Pero, ay amigos... Todo puede ser un remedo de la libertad... y la soledad del espíritu salvaje.

Los héroes del desierto, o la galaxia no tan desértica, pero interminable... Siempre camina dando la espalda a los ojos invisibles, siempre oteando un atardecer. Qué nunca se acaba...

Porque el horizonte, somos Nosotros, vosotros, los Niños... Ayer y hoy.

Podéis preguntárselo tal vez, a Dave Bautista, que ha podido aprender que, de determinados desiertos, imaginarios, no se regresa o sale tan airoso. Pregúntaselo a Walter Houston en aquella versión criticada de Moby Dick, o a Gregory Peck y su capitán poco maléfico para la mayoría. Hazle la pregunta al director Stanley Kramer, que en la playa, le quedo un recuerdo amargo como una explosión apocalíptica... O a Ava Gadner, que de mujer bandera, quedó anclada a aquella visión del horizonte. 

Y los aventureros igualmente, ejercen su misión... como el Capitán Ahab y sus arpones de ayer, ahogados en tragos de nuestros tiempos, los buceadores de neón de Avatar, salvando ballenas azules, y los hombres buscando la cura de todo, comportamiento impresentable. El Miguel de la Cuadra del mundo Disney de Strange World, se parece eh, o el hombre y la niña, salidos... de vete tú a saber dónde... de hace 65 millones de años, en la tierra de los dinosaurios... qué serían nuestros pájaros en el cielo azulino... pero, ¿es un ave, es una nave espacial...? No es el verdi-locuente, Mr. Grogu... No Mr. Magoo, que no paraba de hacer trastadas, hablando por codos.

¿Será Supermán...? 

El próximo héroe en las alturas... me falta Black Adams, la  Quantummanía que regresó, y el genio infantil de Shazam con sus mentes abiertas al joven en general, y la mitología helénica en particular. Con dragón incluido, ¡están on fire! Ya que Batgirl se enfríó y ha sido aparcada, a la espera de un nuevo Batman. Incluso vuelve Kraven, que ya le conoceréis en baile de Calipso... agarrado a lanza. Lánzalo a los cuatro vientos, no al futuro de los jinetes apocalípticos de Llama a la Puerta de Shyamalan, sino del polvo desértico de Dune, segundo capítulo y sus notas musicales, donde no cantará Mr. Bautista, tal vez, mi querido Mr. Walken.

Demándaselo a Flash que suena ya, o a J.J. Abrams que mantiene su vista puesta en el Símbolo S, como a otros proyectos de visión artificial y mitología al modo Hyperion. Claro faltan los Vengadores, que Disney anuncia por 2, que son ya de sobra conocidos con sus cristales de colores y salvamentos universales a ritmo. Sólo resta the Return de Iron Man, claro. Porque el metaverso de Spiderman, ya está aquííí...

Próximos al capítulo tres de los Guardianes, que está a la otra vuelta de la Galaxia Marvel, molan y en el humor es, lo contrario a los tres mosqueteros en un medievo sin luz. Al más azul de los Beatles, al océano oculto del nuevo rey Acquaman bailando el vals de las olas, igual de neón que Avatar y Strange World, que es la moda visual, pero menos estilizados. Más músculo, of course. Y oiremos a la gran heroína del reino de la Web y las demás que vengan de Marvel´s, que seguirán el rollo a Wonderwoman, probablemente... Esperemos que con más imaginación y diversión, que es lo que importa y esa última era algo sosa. Como esperamos la de Askona, que respirará con su propia melena galáctica, después de salvarse de las fauces del tigre dientes de sable, no de Kraven que es otro universo, y de dibujos animados. This is... your Hair!


O, a cualquier hierático John Wayne, tras despedirse de su protegida, la niña que fue Natalie Wood. La que bailó en las calles tribales de West Side Story y su triste historia (otra conexión si conoces su historia). Ya sin ella, ni Fred Astaire, cuyos tiempos elegantes están muy lejanos y no volverán... un héroe del dance. Una rapsodia in blue sky, como aquella del otro Stanley, Mr. Kubrick y su vals. 

¡Por Grogu! Por nosotros... Padres e hijos. Por la siguiente partitura de la Canción de Sangre y Fuego, dragones, la obertura de una Invasión, entre Jedis y Mandalorianos, superhumanos, replicantes, amantes danzantes y ... el Sol poniente, y... 

La Música de las Estrellas.

Ludwig Göransson ♪♫ The Mandalorian (Orchestral Version)



Cinemomio: Thank you

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