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domingo, 8 de febrero de 2015

Birdman.


Volar o no volar... 
he ahí la cuestión.

Se podría decir que los momentos más reflexivos de los seres humanos, se afrontan desde las alturas a través de las ventanas que separan nuestra realidad del exterior. Así, cada individuo lucha con la Insoportable Levedad del Ser o no Ser. Esa es la cuestión, que expresaba el gran William.
Si bien, los caminos o representaciones ficticias son tan variados como los personajes de una obra de teatro, que cambian a cada instante mostrando sus diferentes caras, fingiendo o engañando a cada paso hacia el triunfo o el poder. También se puede ganar jugando a otras cosas, apostando por la verdad o el amor. ¿O no?

El amor se mimetiza a través de la función teatral, que se confunde con el engaño de la vida, de alguna forma revive en Birdman los escenarios que otros directores visitaron en su cine en el pasado. Ejemplos como Robert Altman desmontando El Juego de Hollywood o La Última Función invadida por un cínico sentido del humor, con Woody Harrelson a la cabeza, enloquecida. Por otro lado, sentimos que La Inesperada Virtud tiene mucho que ver con Peter Bogdanovich en The Last Picture Show con el cambio de una época mítica del cine, y otras dónde los protagonistas usan Máscara para ocultarse de la fealdad que les rodea, hasta conseguir que el teatro sea un reflejo de sus vidas y se debate entre una buena obra o ¡Qué Ruina de Función! (Noises Off!).
Pero, sin duda La Ignorancia tiene mucho que agradecerle al gran Ernst Lubitsch su aportación a la comedia salvaje y despiadada, al doble sentido y al amor por el teatro, la literatura universal de Shakespeare y el cine.

En Birdman o La Inesperada Virtud de la Ignorancia, las ventanas de la libertad se enfrentan con las puertas que separan las distintas realidades, siendo éstas pertenecientes a un teatro de Broadway. Mientras, los actores que deambulan por la obra de textos erráticos como los personajes, algunos de What We Talk About When We Talk About Love de Raymond Carver, además de hacerse la preguntas transcendentales sobre el amor, la vida y el éxito personal, se introducen en su mundo literario del llamado realismo sucio. Quizá, el hiperrealismo que se pronuncia en algún momento del filme dirigido por otro autor nacido en Ciudad de México, Alejandro González Iñarritu. Demostrando de nuevo, el mágico y poco volátil instante del cine mexicano actual como ocurriese en épocas doradas de su pasado cinematográfico.

Las puertas en Birdman no se abren para enseñar los sentimientos ni las dudas solamente, sino que sirven para enlazar la característica principal del cine de Iñarritu (Amores Perros) en la utilización de la cámara y adentrar al público en su espectáculo de imágenes y sensaciones. En esta ocasión, el héroe o actor de Broadway interpretado por un Michael Keaton renacido con su esfuerzo, es un compendio de experiencias vitales y del rodaje con travelling continuo, arriesgado y fascinante, mediante una producción que rinde homenaje a sus determinantes pasados. Uno como figura universal de éxito emergente tras su vida personal (con marcados parecidos) y el otro de estudiante.
Iñárritu estudió dirección de teatro durante 3 años de la mano de un maestro dramaturgo y director de teatro polaco Ludwik Margules y con Judith Weston en Los Ángeles. Demostrando en este nuevo trabajo, el estado personal adecuado de sus carreras, lo que significa o lo hará para cada uno de los participantes en el proyecto, sus fobias y dudas, sus anhelos y sueños, mediante la magia del cine y el teatro. Para demostrar si es amor o trabajo lo que llena nuestras vidas o si su falta es un hoyo de decadencia, que entierra nuestros defectos o miedos con capas de sedimentos, historia o de detritus del pasado.

Cada puerta que se abre o cierra, puede ser una entrada a un espacio luminoso dónde el humor se mezcla con los ácidos del estómago, funcionando como un resplandor que lucha contra las máscaras impuestas por la sociedad. O también, puede ser la salida o fundido en negro, que marca lo oscuro de las decisiones humanas, dónde descubrimos el sentido trágico de nuestras decisiones, cuando algunos personajes tienden al realismo al subirse o sobrevolar las tablas de un escenario. O de la vida.
Esta forma de rodar, tiene un mérito que confiere a Birdman un viaje hacia lo desconocido, a lo novedoso, con una banda sonora atrevida y absorbente, sirviendo de vehículo para el lucimiento de unos actores en completa simbiosis con el director.

Una vez conocidos los premios otorgados por la Academia (atención que algunas personas creen que los Oscars están votados únicamente por los críticos) se observa que los profesionales del cine, directores y actores, sienten una atracción muy edificante por los argumentos que tienen que ver con el mundo del teatro y sus dificultades para llevar a escena una obra cualquiera. Por eso, estoy contento con las categorías que han volado tan alto ayer para esta película y el cine mexicano, no por ninguna motivación especial pues realmente no tengo demasiado interés personal en apoyar ninguna producción en particular. Dicho de otra forma, tampoco me hiere no haber acertado otros años alguno de los premiados.
Si tengo que matizar que Michael Keaton se merecía el Oscar a mejor actor por un papel lleno de matices, con un lenguaje no muy habitual en el cine y aspectos técnicos que hacen de Birdman una colección de sensaciones que transitan desde las luces de Broadway hasta los entresijos de las bambalinas plagadas de polvo y lágrimas. Otra vez será, o no será.

El carácter minimalista de la música jazz, a través de un batería esencial en la historia llamado Antonio Sánchez (Pat Metheny Group) que aporta un ritmo y una impronta que sugiere la ciudad de New York y las multitudes en sus calles, o los encuentros azarosos de los personajes entre sí, o con las disquisiciones del personaje principal entre frustraciones y esperanzas de cambio.
Todos tienen algo que ofrecernos, pues el guion demuestra que Birdman es una película esencialmente de actores y su mundo, de hombres y mujeres con sus miedos, de un director con un conocimiento perfecto de los mecanismos de comunicación... y con un Michael Keaton, intenso y desdoblado en dos personalidades propias de su profesión, con una estatuilla dorada prácticamente asegurada en sus manos. Porque ha demostrado que es un actor con todas las letras, y me alegro.
De igual forma que señala la gran fotografía, de un profesional como Emmanuel Lubezki que ya se hiciera con el premio Oscar por su trabajo en Gravity el año pasado.
El cine mexicano, ha dado un paso hacia un futuro brillante, de nuevo. Enhorabuena por el éxito en la gala de anoche.

Acá, muchos han ahondado en la inesperada virtud de la ignorancia para renacer (o algo parecido) de sus cenizas, director, actores o personajes de ficción; en una lucha interna que intenta separar el personaje del contenido. Dónde las máscaras funcionan como fondo para ocultar los sentimientos, dónde los fantasmas viven en la sombra, en las profundidades de una ciudad y sus barrios, se quedan ocultos con su nueva personalidad (nariz) o miran por una ventana al futuro. Preguntas sobre si dicho amor absoluto existe en realidad sobre el tejado de un edificio que sirve también como escenario.
Ya que la máscara se usa en las más diversas ocasiones, desde una función y su producción inherente que arriesga la estabilidad económica de los que apuestan por el arte. Hasta el mundo de la crítica y los espectadores, deseosos de llamar su atención o de marcar las diferencias con los artistas y sus caprichos, obsesiones y tics, cuando todos formamos parte del proceso de la creación. Pero, hay que ser humildes y reconocer que sólo son opiniones personales aunque escribas para un medio multitudinario o te hagas famoso con unas imágenes furtivas y virales.

Por otra parte reconocer una gran labor de casting, con este reparto compuesto por Emma Stone, Edward Norton, Andrea Riseborough, Zach Galifianakis, Naomi Watts, Andrea Riseborough y Amy Ryan. Es curioso que la parte cabreada e irresistible de su conciencia, esté protagonizada por un actor semi-oculto, tanto en la transfiguración de su disfraz como en el eco resonante que trae reminiscencias de un personaje exitoso como Batman, en la figura de un actor poco conocido como Benjamin Kanes.

Podría estar escribiendo infinidad de páginas sobre las sensaciones y circunstancias que rodean la película, o de la Insoportable Levedad del Ser sugerida con los iconos que se representan en la pantalla y que forman (de alguna forma) parte de nuestra existencia, pero tengo o tenemos UNA vida propia que se aleja del mundo de la farándula. Y el éxito económico o social, tiene muchos caminos que al final pueden estrellarse contra la acera o comenzar una nueva. Por lo que la existencia entraría en el mundo de la fantasía y la imaginación de cada uno, de la máscara que estuviéramos dispuestos a usar o fingir, a desear o compartir.
Como está de moda ofrecer los premios y triunfos profesionales a los miembros recordados de nuestra familia, este comentario va dedicado a todos aquellos que luchan por la felicidad de sus seres queridos, y no se arrastran por los derroteros del ridículo y superficial éxito personal.

Si Birdman o La Inesperada Virtud de la Ignorancia, cree que el éxito personal se basa en el amor, veremos si se convierte en realidad el próximo día 22 de Febrero de 2015 en el Teatro Dolby de Los Ángeles, y los miembros de la Academia le otorgan las mieles del éxito. Esta vez, muy merecidas a mi juicio.
Si no, volveremos a las caretas que olfatean con dificultad la magia y la convierten en desfigurada ignorancia.

***** Excelente ****

Birdman SOUNDTRACK - Flying Theme


Birdman soundtrack - Antonio Sánchez

domingo, 28 de octubre de 2012

Moonrise Kingdom: El reino de Anderson.



Por los cuentos sin complejos.

Los mundos cinematográficos de Wes Anderson se adentran por los mágicos reinos de la ensoñación particularísima. A través de una contemplación (casi poéticamente infantil) y de un surrealismo característico del director de Texas.
Sus guiones están repletos de su extraña comicidad, con la vocación por la naturaleza y los cuentos clásicos.
Además, se hace acompañar en la escritura de Roman Coppola (hermano de Sofia y acompañante en otros trabajos anteriores). Interesante sería saber la aportación de dos mentes distintas en las formalidades del guión.

Cuando Anderson se distancia de sus códigos reconocibles y loables, dejando paso a una motivación de los personajes por la capacidad destructiva y violenta con sus congéneres ficticios, es cuando mi cabeza se evade en un limbo particular. Es como que no cuadra esa representación infantil y surrealista, con el mundo caótico de los mayores. Sin embargo, en Moonrise Kingdom este hecho, es más gratificante que en anteriores films. Por eso, este film se torna el más completo de su carrera.

La película se descarga en toda su fuerza en sus jóvenes intérpretes Jared Gilman y Kara Hayward, en una especie de Romeo y Julieta campestres. Con intereses cercanos a los adultos pero con explosiones simpáticas de infantilismo.
Ahora sí, el director tejano se sabe acompañar de un cuadro de secundarios de lujo, formando una familia muy especial (como ocurre en la mayoría de sus films). Un mundo adulto que, en ocasiones, se infantiliza más que los propios niños, cambiando sus papeles en los distintos contextos de la historia.
Es como un retrato o una acuerela infantilizada de sus propias debilidades.

Moonrise Kingdom como buen cuadro, se representa y desdobla sus mundos oníricos en su paleta de colores pastel. Cada tonalidad deviene con distintos estados de ánimo del lenguaje fílmico. Decora el ánimo de los personajes, y enfatiza la alegría o la tristeza, dibuja la épica de los cuentos y novelas juveniles de aventuras.

Por eso, utiliza sus gamas de grises y azulados fríos. Es el énfasis de los momentos desbordados por la melancolía, por tanto, los individuos (niños o mayores) se vuelven cenicientos con los ambientes amenazadores. Los gris-azulados manejan los resortes nostálgicos de los recuerdos de infancia y de las aptitudes amenazantes del mundo adulto. Aquí se embarcan los sentimientos recargados de traición y desamor como auténticos resortes del fracaso.
También reflejan los elementos tradicionales de la educación. Cuando los adultos insuflan los valores a los niños, convirtiendo la aventura y la libertad imaginativa de sus mentes en reglas y obligaciones.
Niño esto es así... y punto.

Los tonos ocres, amarillos y anaranjados. Son los cálidos del caleidoscopio "andersiano" que transmiten la ternura, el amor y el humor infantil. Son los cuentos pintados a mano por campos y aventuras de antaño. Sus personajes, ahí dibujados, se dan la mano con las obras de huérfanos aventureros, Tom Sawyer y Huckleberry Finn (pintados en riberas del Mississippi por Mark Twain), de los cuentos clásicos de los hermanos Grimm y Hans Christian Andersen o del dulce salvajismo de Charles Perrault (dónde los animales tienen comportamientos humanos como en el caso de Fantastic Mr. Fox).
Los niños se entregan al amor y la amistad, luchan contra la injustica y sus miedos. Y en los momentos felices, los tonos se aproximan al sentimiento y a las risas, los colores tierra crean un ambiente relajado casi festivo, como un picnic en la montaña, aflorando los recuerdos de juegos antiguos, de canciones vitales y del amor sin complejos. Niños jugando a ser adultos en mundos literarios y cinematográficos, como Rob Reiner manejando a sus jóvenes aventureros. Pero, eso tendrá que esperar a otra ocasión.

El mundo de los mayores se desdibuja.
A veces, son drámaticos colores, otras se vuelven más infantiles que los propios jóvenes. Pataleta y errores cometidos por un plantel magnífico donde se pasean nombres como Bruce Willis, Edward Norton, Bill Murray, Frances McDormand, Tilda Swinton, Jason Schwartzman, Bob Balaban o Harvey Keitel... Y a esto no se puede decir más. Así cualquiera.
Cuando descubrimos en la pantalla a alguno de ellos, se reconoce y se desgusta de su trabajo al momento. Sus personajes secundarios se tornan imprescindibles, y se convierten con sus celebradas apariciones en absolutos protagonistas de la secuencia.
Su cuadro es más obscuro por lo general. Son los seres perdidos e incluso fracasados, aplastados por los subterfugios de las apariencias sociales y la obligaciones.

Con Wes Anderson, me siento en un tobogán, con momentos de máxima complicidad.
Otras veces, me arratro por el frío descenso esperando un golpe que me saque de su ensoñación personal. Esto ocurre cuando algunas decisiones tomadas por importantes, se dan como pinceladas, y se vuelven a corregir encima, una sobre otra indefinidamente.

Sin embargo, Moonrise Kingdom me ha parecido su obra más interesante hasta el momento.
Porqué la luna siempre aparece por el horizonte para todos y nos vuelve un poco lunáticos y nostálgicos de épocas mejores.
Y además, saca mis preferencias pictóricas y musicales. ¡Qué no es poco!

*** Notable ***

Antes de participar en el nuevo trabajo de Wes Anderson, el gran Bill Murray llegará a la gran pantalla con Hyde Park on Hundson, de Roger Michell. Reparto: Olivia Williams, Laura Linney, Olivia Colman, Samuel West. Trailer:


Tilda Swinton, que voy a decir de ella, protagonizará próximas películas de Terry Gilliam y Jim Jarmush. Palabras mayores. Mientras tanto os dejo con este extraño proyecto Phantasmagoria The Visions of Lewis Carroll, dirigido por Marilyn Manson. Reparto: Marilyn Manson, Lily Cole, Tilda Swinton, Evan Rachel Wood. Trailer:




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