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domingo, 24 de abril de 2022

The Witcher. Season II

 


Una era de brujería televisiva, se consolida... como una bruma que se esparce lentamente.

Dentro de los mundos surcados por la fantasía, la épica es un territorio común a todos ellos, se suma a sus diversos habitantes como seres mitológicos, hechiceros de blanco y negro, malvados endiablados, seres monstruosos y, los guerreros. Sean caballeros o no.

De brujería y espada, se llaman a las leyendas, las odas o escritos.

Es una tradición que empezó oralmente, que se remonta a siglos de convulsión, decretos o ruegos, combates, volcanes y otros incendios. Cuando se buscaban respuestas, apenas hemos empezado a conocer la historia escondida en The Witcher... Eso, si antes, no leías los libros.


El amor disfrazado, bajo el brazo armado del mago Geralt de Rivia creado por el escritor polaco Andrzej Sapkowski, y sus controlados corolarios con el pensamiento, se ven reafirmados con el hierro afilado de su ´tizona` sin historia y sus escasas palabras. 

Es mágico siendo moderno, porque todo es cuento de principio a final, como en muchos otros de la antigüedad, que influyó a nuestras pesadillas y sus elementos extraordinarios.

The Rise of Caos.

Durante una primera temporada, donde disfrutamos de muchas leyendas y el terror, casi Lovecraftniano, tuvimos bastante claro, lo que veíamos, lo que estaba sucediendo... lo que imaginábamos en las sombras.

No como los chupasangre de aquella mansión de risas, sino viendo la aparición de la lamia sacada de la mitología griega en el primer capítulo de esta temporada. Antecedente sexual de aquellos, sierva del mal y dómina de los hombres, como buena sadomasoquista vampírica. Bueno exactamente no, ya que estas alteraciones de la personalidad monstruosa, provienen de la sangre... del derrame con consumo.

Así que, el viaje se inicia como entonces, como todos aquellos que buscaban respuestas y encontraron un escuadrón de seres infernales, escondidos en mares o cuevas, puertas y otras mentes peligrosas.


Hasta en el segundo se mantiene la esencia, manipulando el amor con el cuento de la doncella, de la bella y la bestia, reiterada porque... esas historias siempre se repiten hasta la saciedad. O un cuerpo vaciado.

Como en la primera visita de Netflix a la joven seductora, o Lilith de los hebreos, donde se empezaron a vislumbrar las primeras tentaciones con el caos... ese viejo ladrón de estabilidad... este asoma con la belleza, sea morena o rubia... porque haberlas, haylas.


Así que empezamos a sentir la presión y la tentación, con menos sexo como es menester en éxitos televisivos. Pequeñas píldoras de violencia, no tan desatada como en el primer aviso del caos, ya que también se resiente hasta que explota frente a la monstruosidad o las maniobras para paralizarnos, bueno, más bien a los traidores... ¡Bonita forma de desangrarse!

Pero es prácticamente excepcional a la regla común de antaño, pues nos estamos acercando más (en los siguientes capítulos) a las intrigas sociales, políticas entre familias, o raciales.

Esto va a ser, un rasgo común en adelante... algo más extenso y aburrido. Menos agraciado en narrativa que en los Juegos por un Trono.


En el caos reina ella, como una aprendiz de maga sin escobas danzantes, pero con un espíritu tan errante, que va desde la formación como un ninja autónomo, hasta la posesión extra-dimensional.

Y ella, la bella, se llama Ciri que tiene más minutos que Pedri (hasta la lesión), interpretada por la actriz británica Freya Allan, sustituyendo en el poder a su madre y a Anya Chalotra desde aquello de la batalla del Monte Sodden.

Ahora aprenderá junto al hercúleo Henry Cavill en el hogar de los ancestrales luchadores con ojos diferente, en busca del control de natalidad de la monstruosidad. Vamos, una aprendiz de Conan el Bárbaro en aquel molino, pero con varita en lugar de espadón.


Todo lo demás, es rutina. Con alteraciones de la personalidad, investigaciones pseudoquímicas, monolitos terrestres de un siglo remoto, portales que no se explican, dominaciones, orejas puntiagudas, matanzas de primogénitos en venganza, seres con pose antediluviana o criaturas fantástica, y que son lo mejor al finalizar este segundo hechizo, he dicho. 

Bichos pero cortitos, en extensión temporal sentencio. Una historia interminable con la fantasía.

Y es que toda la trama política, más cercana y cargante, interesa menos que un bardo descontrolado. Ya que es necesario, pero no sabes porqué... si no está bien explicado, ni cantado de Norte a Sur.

Eres poeta... ¿no? Pues, ¡abróchate la bragueta!

O la boca, majo... si no vas a decir algo mejor que el caos.

El Continente, contenido.

La Nigromancia es así... que te la crees, o no.

Depende de pequeños factores, que van de las percepciones visuales o sonoras, hasta la magnitud poderosa de la imaginación... que no es creencia. Más bien, ocurrencia a lo Dudlemore o Potter. 


Los ojos del nigromante, son como salpicones oscuros de sus órbitas en el espacio, para demostrar que, frente a los monstruos es necesario convertirse en uno de ellos. Como ponerse un antifaz de lobo, para desafiar al poder de la némesis o entrar en puertas, que no sabemos a que lugar nos conducen. Un semidios en la tierra, o no, de Ridley Scott.

El resto del Continente, aunque plagado de palabras y rostros, no son tan divertidos como una buena batalla o se resumen con un relato de conquista y poder, que ocupan muchísimos minutos en pantalla. Alteran la sucesión de aquellos cuentos fantásticos unidos al miedo o el suspense, a los desmembramientos que producía el filo de The Witcher, a sus zonas erógenas que se ven capidisminuidas... o mermadas que es más común para los mermados, o mermas, bardos de la irritación sexual y el control de los contenidos.

Pero no del parental, que de ese, sí estoy totalmente de acuerdo, claro.

Por tanto, las edades se han concentrado en un rango más amplio, vinculado a la moda, es decir, a los saltos espacio-temporales, que manipulan la realidad... y la familiaridad de los elfos y sus telas blanquiverdosas. Esos amigos de la Comarca... y del Corte Inglés. Vale, vale, y del Betis, ¡campeones!

Saltos que se dirigen entre alteraciones de personalidad, nostalgia familiar, atracciones rotas, placeres mundanos como el poder y el oro, intrigas cortesanas, llanuras entre acantilados rocosos, apariciones fantasmagóricas y  prehistóricas, de forma que todo parece estar dirigido a una Cacería muy Salvaje. Veremos lo que nos depara, el futuro

Sin embargo, en lo que es el Continente que abarca la mayor parte del tiempo, nos vemos abocados a un cierto, digamos... aburrimiento. Salpicado con esas celebraciones y diálogos, que se emprenden en la Torre Oscura, el hogar conocido como Kaer Morhen recreado digitalmente, según el testimonio de Lauren Schmitdt Hissrich, productora y guionista de The Defenders y la personalidad del televisivo Daredevil.

Y es que, este Continente, es un lugar catastrófico donde abundan los palacios y torres, los ambientes atmosféricos, la claustrofobia subterránea, los bosques, el caos penumbroso, las ráfagas de luminosidad celestial... pero en latitudes, irregulares que no sabemos recorrer demasiado bien, en los encuentros del triángulo protagonista. Con buenas interpretaciones, eso sí.


Entonces, y para no extenderme, pues ya nos invitan a una estructurada cuarta temporada... aquí reina la magia muy negra, la maldad que ejecuta el poder, salpicones de sangre viscosa, poca, métodos ancestrales y criminales, más otras bestialidades... que amenazan con multiplicarse. Con menos racialidad que en la Tierra Media, pero con enanos cab... digo gruñones. De eso sabe bastante, el sueño de Blancanieves. Fíjate de que lejos, llegan las resonancias clásicas.

Con menos batallas que, en las allá relatadas, por ahora. También se queda a unas jornadas del viaje de Robert E. Howard en cuanto a violencia y épica, como de las aventuras guiadas a través de los territorios de los Siete Reinos... En cambio, esta temporada segunda anda a la par, con efectos mágicos como en las infantiles recepciones de las Crónicas de Narnia de C.S. Lewis, sin exagerar, como las revelaciones semi-adultas de El País de las Maravillas, de otro niño llamado Lewis, Carroll.

Todo nos conduce a la vieja literatura de todas las edades, como en las dos partes de J. M. Barrie para el País de Nunca Jamás o Neverland, o los sueños interminables de M.J. Ende, dentro de un laberinto de queridos monstruos. Esto es la letra, que no la sangre.

También el caos, reside en esto, como un enfermedad contagiosa que se esparce desde la salida de la cueva de Platón, que nubla la visión a un mundo desconocido y sus sombras cotidianas. Nosotros, y nuestras diferentes versiones o razas.

El caos es una sensación, un hormigueo en los dedos, una grieta en el corazón, una coartada... para esconderse de la verdad. Una rebelión del averno, personal, sentimental... un coqueteo con las drogas y el alcohol, un secuestro de la razón... una debacle familiar. Un eslabón de la animalidad, perdido. Stephen King, lo describía muy novelescamente.

El Caos es Ella.

Una Puerta... interdimensional.

Lo que sentimos, pero no vemos.

Monstruos que somos, a la vez.

Una ventana a lo primitivo... la esencia.


Lo que apenas percibimos, porque se avecina en el horizonte... un titán descomunal que desafía al amor de los hombres y mujeres. Claro, siempre está escondido, como un ladrón o una genialidad.

Igualmente es algo que se adentra como una cuchillada traicionera del asesino, o una manipulación de asesina, sin saber a que puertas debemos acudir para detenerla... por consiguiente, es una sensación maldita que apaga la voz.

Siempre abunda el caos, en la mitología ya que son hermanas, y en la religión, que es su prima contra nuestros terrores... así, en la literatura, que es su creadora, como el boca a boca, en la era de la vida sin imprenta.

 

Este es el efecto que causa la serie The Witcher, establecer un eslabón indiscreto con todos aquellos famosos cuentos de la Literatura Universal, Infantil y Juvenil, sin rivalizar con ellos, sino acogiéndolos entre las páginas. Con algunas singularidades personales o estructurales, como es menester de la concentración narrativa, donde sólo puede quedar, la magia.


Por ende, no Michael en esta ocasión, es una niña que intenta devolver el tiempo a los hombres, frente a las brujas grises que dominan el tiempo y los variados espacios. Es la epicidad que oculta al romanticismo, con ejércitos preparados para la lucha eterna, entre el bien y el mal... tantas veces dicha, como practicado el sexo. Eso no es ella, porque no tiene la edad adecuada para el programa, sino prefiere la daga o los ojos fuera de sí.

Ella, el caos, es la segunda temporada de The Witcher, para lo bueno y lo, no tanto. El resultado de los libros (que muchos desconocemos), porque es el tiempo de la espada que desvencijaría a los monstruos, externos... o familiares.

Hasta que visualicemos el camino, padre e hija, esta temporada en televisión, puede resultar un tanto caótica a pesar de sus reconocidos personajes y sus labores representativas del gremio de Mickey Mouse en Fantasía, contra la indefinible obscuridad... 

Escobas con vida contra el caos, desfilando frente a árboles de muerte e incendios espirituales de cualquier signo. Con esencias marchitas colgando de sus ramas, víctimas anónimas, como cubos que se desbordan en la historia.

The Witcher 2 se queda en la superficie, maldiciendo el tiempo, como un servidor esperando encontrarme con mi próximo encuentro con la pantalla amiga, o caótica, que también las hay. Brujas series...Pero, en el futuro, quizá vaya escampando un poco... parece que se delimitará el aluvión de sangre... como aquí. 

No de ácidas lágrimas... no de antiguas familiares.


domingo, 10 de abril de 2022

Caras de Marvel: Loki, Falcon y Winter Soldier. Season 1

¿Recuerdas Odín,
los viejos tiempos
cuando mezclamos nuestra sangre?
Entonces prometiste
que no te servirían cerveza
si no había para ambos.

Algunos estudiosos de la mitología, piensan que Loki es su sombra condenada de la metafísica nórdica, y por lo tanto, de la tradición antes del Ragnorók. Con cerveza, mejor.

Pero metidos en la versión comiquera de los hechos... Después de que hombres de acción, los más mediáticos o literarios, se pusieran la máscara, como El Zorro o El Llanero Solitario, llegaron un aluvión de diversos héroes que sobrepasaron sus capacidades. Muchos hablan de éste o aquel, pero no debemos olvidar que en 1936, un creador como Lee Falk, hace aparecer a El Fantasma, o El Hombre Enmascarado, llamada así de una forma más cercana al pueblo patrio. Nada de olimpismo trasladado a los medios, ni marvelismo existía entonces. Era todo más aventurero y clásico.
Pero, ya se había puesto ojo al antifaz, como El Guerrero que vendría después en estos lares.

Meses después, corría el año 1938 cuando el editor Martin Goodman, un ser humano muy dedicado al prójimo e inmigrante de origen judío, con pesadillas familiares con la guerra, salió de su patria Lituania, para crear un imperio... de diversión.

A pesar de la Gran Guerra que derrumbaba Europa (una diana habitual en los estereotipos políticos, de ayer y hoy), comenzó la andadura del superpoder por los barrios más populares. Sin caretas u otras falsedades, que difuminaban los rasgos y no tenían que ver con los guiones adaptados a aquella realidad bélica, tan real. 
Eran héroes que luchaban solitarios, o aliados en las instituciones, frente a las maldades de la época y sus acólitos genéricos, a los que golpeaban ataviados de trajes patrióticos y otras referencias a los antiguos mitos o dioses clásicos.

Antes de formar aquella gran familia multicolor que conocemos y pasearse por el tiempo, que soñamos, divulgase sus hazañas, tras las pequeñas publicaciones denominadas pulp. 
La Gran Familia sin disfraces, bueno exactamente no, la otra me refiero, estaba compuesta por una tribu divertida de grandes creadores, dibujantes y guionistas, que derivaría en los ´verdaderos` superhéroes del cómic norteamericano. Y mundial, que es una escuela... 

Por tanto, un equipo que esculpió, a papel y tinta, las figuras coloristas que vemos hoy, saltando en el cine y la televisión. Estaba a punto de nacer el universo glorioso y eterno, de Marvel.

De la Máquina del Tiempo... A Loki.

El novelista londinense, H.G. Wells tenía tal carácter innovador y visionario, que acapararía la atención de todos los aficionados a la fantasía o ciencia ficción, de todos los tiempos. Y en eso, tenía una imaginación desbordada, a toda máquina. Autor de los cuatro pilares o jinetes del apocalipsis humoral, con El Hombre Invisible, La Isla del Doctor Moreau, más biológicos... La Guerra de los Mundos y la Ídem del Tiempo. Así sin despeinarse, p´alante, p´atrás... un genio absoluto.

Después de este gran viaje por el tiempo pasado y el que vendrá... el que comenzó con una serie de desenmascarados globales... percutiría en un trío olímpico, alguno fuera de este planeta conocido, que surgió de la obscuridad como La Antorcha, el precursor acuático de los dioses o Namor y, un Ángel exterminador de andar por casa... Por la casa de Timely, que acabaría entroncando con los conocidos  superhéroes de la otra, Fun House o torre de Babel de todos los tiempos diseñados... dibujados.

Este hogar salpicado de desvaríos temporales y balanceos en las alturas, era el comienzo de una desbandada mágica que se expande por varios continentes con la velocidad de la luz... e igualmente, entre universos enfrentados, en la paz de la oficina.
Mientras que la familia, se iría engrosando tras las mesas de dibujo y las mentes, sin mentiras o no, para crear nuevos horizontes y máscaras, que formaría parte del Metauniverso como lo habían planeado en los idus Dc con WW, y especialmente el rayo Flash. 
Era otra manera de concebir la aventura en mundos paralelos, como antaño, pero con implicaciones narrativas que provenían del error o la catástrofe... de la ciencia.
Hoy, aquellas luchas que significaban cambios sociales también, e implicaban a la libertad, de estar o de ser, han encontrado su posición en diferentes versiones y nombres atípicos.

Desde el gran manipulador de la realidad conocido como Dr. Strange y sus apariciones visionarias, pasando por los cortes longitudinales en el espacio-tiempo de Spiderman y sus ´aliados` de páginas y cgi, hasta los mejores encuentros con la línea temporal de nuestras vidas o sueños, como la flamante Wandavision, en un ejemplo de creatividad televisada. Sin olvidar al Nómada del triste futuro, o Steve Rogers. Ese el de las barras y estrellas, identificado por Joe Simon, pionero en mezclar sangre y romance en serie.

Sin embargo, hemos venido para hablar de otro multiverso en la tele, cuando los dioses escandinavos han demandado a los humanos espectadores, que nos sentemos alrededor de los estragos dimensionales de Loki. El hermanísimo del Trueno y gran desafiador al trono de Asgard tras los difuntos, disputa alada o cornúpeda, recordando al tipo Edipo.

Me he encontrado un poco colgado en el hueco de la Línea, no de la concepción, casi como el Capitán América sin su escudo o máscara, soltero y entero, experto en traspasar el tiempo sin documentos. Ejemplo del contraespionaje tan mencionado en nuestros tiempos, como en aquellos de la visión del Cráneo Rojo y antes de la actual confrontación entre los dos polos fríos de siempre, que nos saturan el cráneo. De siempre o de nunca... booom, amigos del miedo.

Después surgieron los primeros viajes en diversos elementos narrativos, la máquina estaba guiada en los mandos distópicos, por gente como Jack Kirby o el general Stan Lee, que aprendían a moverse dimensionalmente por diferentes guerras. 
Al mando de una compañía de soldados, crecientes no menguantes, gigantes del cervantismo gráfico, que tejerían los antifaces elásticos y sus cuerpos deseados. Cerrando el Atlas de las épocas épicas, con Fantásticos hasta el número 4 y el Olimpo pretérito en nuestras manos, bueno en las de N.Y., hacia la efigie más moderna del héroe.

A manos de un dios escandinavo, no menor... y su famosa nariz. No la del desierto, sino la del archiconocido Tom Hiddleston, contagiado por sus rápidas combinaciones de expresividad e histrionismo. Un verdadero olfateador del éxito, que en la televisión se encuentra como pez... en una pecera dimensional. Un poquito encerrado o maniatado por la exageración, ya que estuvo en todos los mundos escénicos. Del teatro a los Simpsons...

Y es que es complicado seguir la línea de los sucesos con Loki y su Madness, cosa extraordinaria que no le pasan a otros equipos más sobredimensionados o queridos, que se lo digan a Lizzard, Sandman, Electro, el Goblin o el Profesor, con los tentáculos en la Tierra, no 2  ni 3... pues tienen más vidas por venir que un gato... ¡o no!
Aquí es todo más farragoso, desubicado e indefinido, aunque no necesitamn de máscara como el lanzatelerañas, salvo en determinadas situaciones de sujección cornuda, como dije. Como tampoco necesita Hulk en su verde color de camuflaje... la parafernalia que defendía con los músculos y pocas palabras. Es la diferencia.

Todo cambiaría con el intrépido Peter Parker, mucho más hablador, impaciente por nacer en el 62 y no explicar demasiado sus facultades de ultraflexibilidad en detalle, ni la energía juvenil, que también era un poco, digamos comprometida. Que se lo cuenten a familiares y demás queridas heroínas, tan colgadas de él y el vacío.

Pero volviendo a la pequeña pantalla, todo aquel baile de máscaras de tejidos superiores y hierros, de insectos o extrañas criaturas, mutantes, invisibles, invidentes o diabólicas, vengadoras... Justo ahí en el 62, apareció el dios del Trueno como un ídem, sin careta oficial y con alitas tal que un  Astérix mayor, con su melena asgardiana al viento terrestre y con su martillo, no tan terrenal denominado Mjolnir, un tótem en su carrera. Junto a todos sus amigos y... enemigos, éste, que jugaba a doble carta, el ejemplo de un gámbito de Loki.
La serie de Michael Waldron para Marvel Studios y la plataforma Disney+, es otra cosa. Su sesera traviesa es más previsible y sus movimientos, menos, más diluidos. El guión lo controla todo, de tal forma que el lenguaje de carácter anglosajón se va perdiendo, por terrenos movedizos y escaramuzas a lo milnovecientosochentaycuatro, entre monstruos imposibles, controles e inteligencias artificiales. Un lío de los dioses...

Llegando al final, lo tenemos claro... los dioses y los superhéroes de antaño, no tienen nada que ver, un muy poco. Te puedes asomar por la rendija y sonreír a su presencia, pero no perteneces a ese mundo inventado, porque es de otra época, más actual o moderna. Creo que cuando se pone la máscara, es ya demasiado tarde, veremos a lo que conduce en una segunda temporada... Volverá a ser traviesa, o pesada como ladrillo, no sabemos... Loki es como es, para lo bueno o lo malo, con sus aspiraciones a alcanzar el altar del Marvel de Disney... De momento, no.


Falcon y Soldado de Invierno... éste o aquel.

La historia también es como fue, auque algunos intenten modificarla. Lo que no sabía de Loki, como algunos de los presentes, es que este último descendiente de Odín, vikingo que sostuvo una edición llamada Venus, con un aspecto protogénico que le haría saltar al estrellato en el mismo año de los Vengadores, en una historieta titulada Journey into Mistery junto a su, más excepcional físicamente, hermanastro espacial. 

Era plena edad de Plata de la comiquera de la estrella y la barra solitaria... más de medio siglo anterior al universo actual y divergente. Mas, lo que son las cosas, Loki no tendría su propia serie hasta 2004, de ahí quizá su temperamento bipolarizado. Antes de este pequeño descalzaperros, robótico y alicianesco en el país de las pesadillas. Tan irreal que puedes salir distorsionado, perdido... histérico. Sin brazo.

Para singularidades, la de estos dos opuestos o apuestos, blanco y negro, con el factor de los pensamientos internos volando por los aires. Héroes o villanos, yo que sé, qué se lo facturen a los distintos Capitán América, lo más meritorio dentro del desorden... creo.
Las ideas se han multiplicado con los estertores del miedo y los medios de comunicación, como un resorte que difiere a los personajes y los muta, los enfrenta a su propio espejo o escudo, para que se peleen en la nueva sociedad... o entre ellos.
Tal vez, de nuevo, lo más atractivo, con gran disposición de los efectos digitales dentro de este novedoso estado de la programación en el universo de las máscaras. Dónde el gran Capitán, las eleva a un exponente de diversidad emocional.

Son voces que resuenan, que se convierten en un dictador que ´sugiere` lo que vale o no, lo que se dice, lo que es bueno o malo... lo que merece vivir o morir. Un hecho muy real, que vuelve a tocar a las puertas del infierno, no lejos de otros hechos extraordinarios.
Es la voz, contra la que luchaban aquellos primeros superhéroes llegados a las páginas de los, entonces, llamados tebeos. Caballeros frente a los pistoleros del salvaje anterior u otras hazañas bélicas, que no llevaban tampoco las famosas caretas, sino que iban a estrella despejada, o la bala.

La voz de los terroristas de la desinformación, tan convencionales como fáciles de encontrar con un botón, amasadores de generaciones que no tenían escudo para salvaguardar sus cabezas o memorias, pues ya apenas leían... casi ni pensaban libremente.
Falcon se ha puesto a combatir ese sentimiento, al lado de un brazo que muta su precedente, un ejecutor que parece un invitado al desgobierno de la mitología y la megalomanía. Dos colosos con su propia racialidad que se vuelven hermanos, con diversas controversias hacia el pasado, y la aparición del hombre que defiende una postura, menos diversificada. Esa es la gracia, del asunto.

Ambas esferas, como mundo paralelos, coincidieron como otras en muchos milenios pretéritos, o generaciones, contando sus vicisitudes elevadas o alardes victoriosos, frente a las relaciones que coincidían con los súbditos o personajes terrenales. Su vanidad, su fracaso, su compañía, su visibilidad, su amargor, su estrategia o su perdición en el camino... su cambio.
En este viaje, tras la desaparición entre gemas y el traslado desubicado del América Captain, no existen los movimientos dimensionales, pero si destacan los efectos visuales, que tienen la velocidad de un rayo o flash, en los tiempos televisivos.

Tras el antifaz.

Esperando a los caballeros de la Luna y otros vampiros, diferentes de esos inmortales o Eternos, espero que no tan sosos... la diversidad ha cambiado los tejidos espacio-temporales, hasta traspasarlos con la elasticidad de los argumentos. Tan variados, como ellos.

Ahora son más, metahumanos... Cuando empezaron a esconder sus debilidades en trozos coloridos de tela, ante una posible persecución mediática o jauría humana (muy de otras películas), han contestado con la rebeldía. Otra forma de ver la vida, como fue en otros episodios de la historia.
Si deseas imbuirte de aquellas exigencias personales, puedes hacer una parada en el documental de 2021 tan presente. titulada Marvel Tras la Máscara, del pasado, y descubrir una parte sugerente u oculta, depende de la visión de aquellas historias... quiénes eran... o somos.

Como aquellos antecesores dibujados, primeros luchadores por la libertad de todos, no especificó todas porque se mantiene la inclusión genérica, también surgieron los poderosos malvados, sus némesis de la máscara. Sino, no tiene más que echar una ojeada a esos Spiderman y los próximos que vendrán... Los generadores de una mafia mantenida en el tiempo, que manipuló o aterrorizó a las generaciones de diferentes décadas, hasta ahora.

Héroes, valkirias, Thor y su hermano maquiavélico, Falcon de América, y de otros inviernos, veranos vacacionales con Loki, en su mundo... Esto es otro antifaz.
Como Batman, no se parece a los primeros cómics, ni el programa de la televisión, ni el de Tim Burton, como no se semejan a aquel primer Supermán, que leí con traje de novato militar, pelando patatas a ultravelocidad, nada comparable a este Flash del metaverso, ni el Spiderman que ha mutado en diversas paletas y pieles... Ni a los Watchmen, siquiera.
Es una de mis siguientes paradas... la estratofera de los tiempos y los rasgos, la música, la historia, entrar en otra Wandavision y sentir aquel placer.

Esto es otra historia, la de la televisión... para lo muy bueno, y alguna cosa menos singular, más fragmentada... hijos del Falcon y el Trueno, en nuevas cúpulas del placer, o no. Somos los verdaderos hijos del plasma, la ley del rey del Engaño.

Pero, siempre hay esperanza... que se lo digan a... cualquier Loki del mundo... u otro, más o menos, alternativo. Puede que estemos programados como robots... caigamos en el buenismo o levantarnos como Will Smith, cambiando de canal. Chris Rock, ha cambiado... incluso en sus ulteriores trabajos.

Identidad secreta... héroe. Imagen social... inviable. Mercenario de otro siglo... soldado de invierno. Avión... Falcon. Pirata... un zorro. Alienígena celestial... Deviante. Vigilante... Pacemaker. 
Dinero, el otro Caballero... The Batman. Todo reproducido, hasta en una galaxia... muy lejana. Luz de Luna y Obscuridad... Nos vemos, o no. 

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