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lunes, 22 de julio de 2019

Big Little Lies (Season I).

Sentado en la cima del mundo, quedóse en silencio. Mirando a un horizonte sin límites, observó hacia su interior. Nos contó sus historias con pasión, y sin él, nuestro corazón se distrajo en un valle de lágrimas... con dos letras e, éxito y emoción. Gracias por el viaje, Jean Marc #rip


Así, atravesamos una quinta parte del siglo XXI, cuando nos detenemos a contemplar (sobre todo, en el momento de una noticia terrible, que en el momento de este comentario era una pandemia...), cómo en nuestros días, los padres se mueven por la escasa responsabilidad educativa, con ciertas dudas. Muchos, buscan una protección absoluta, que mantenga el futuro de su apellido tras una burbuja infranqueable... Incluso a salvo de virus, humanos.

A veces, Una línea demasiado cara y permeable, en un mundo automatizado, fácil de atravesar por determinadas infecciones modernas u otras afecciones de siempre... pongamos el acoso. Es la presión adicional a la que se someten familias y profesores. 
Y eso nos produce un dolor tan incómodo y soterrado, interna o socialmente, como si nos arrancaran todos los dientes de cuajo... Pues la sangre amenazada, es la familia.

A la hora de educar a los hijos, mayormente amarrados a una consola,sin explicar suss instrucciones o tratando de subir el volumen del juego, que expulsa tinta de calamar. Se camufla la responsabilidad de la educación, en manos de profesores en instituciones privadas o públicas. No siempre tan acertadas, también hay que decirlo.
Esa seguridad tan hermética, de puertas para adentro, sobre pantallas luminosas, que de manera sorprendente, no son aireadas con información necesarias.  Olvidan oquedades en sus cuentas personales que se deslizan sobre las bulliciosas y peligrosas en ocasiones, tormentosas redes sociales.
 Ya está, hemos creado un mundo de irrealidad protegida, agujereada como un alma sin rumbo... 

Determinadas producciones se hacen eco de ésta, cierta displicencia, Jean Marc, lo sugiere con música, desde el principio de su carrera. Para desengrasar, con polvos de estrellas.
Algo que suscita polémica, si las cauterizamos aparentemente con derivaciones personales en un hogar apartamentado, no controlando las ranuras o enseñanzas asfixiadas, al alcance de inocentes manos e inmaduros cerebros, que combaten en un guerra generacional... Ojo, también entre ellos mismos, a ciertas edades que germinan en determinadas personalidades y odios.

Es el caso último que comprobamos, viendo las repercusiones reales de un documental (y que no tenía previsto visionar por cierta desubicación psicológica), que desarrollaba unos terribles antecedentes de la juventud actual americana, que puede residir en cualquier memoria. 
Fueron acontecimientos perpetrados entre dos niñas, de una pequeña población de USA y el seguimiento que fragmentó su destino, con la voluntad secuestrada por determinados chats o cuentos de terror. El fantasma de dejadez o falta de control, se convierte en imagen alargada y oscura, también surrealista y bastante grimmiana de Slenderman. Terrorífico es poco, como sería  acabar en Gijón con un recién nacido a cuchilladas... sigue sucediendo hoy, con habitualidad.

Como dije, hay espirales mentales que terminan en agujeros negros profundos, cuando se percibe cierta debilidad racional, ya que debemos siempre estar alerta y vigilar para no salirse de su realidad diaria, concentrada en unos pocos bits. Es decir, limitar contactos con la ultraviolencia de nuestros días (recuerda a Stanley Kubrick), ejemplo válido tanto para familias humildes como adineradas, arraigadas o desestructuradas. Donde los profesionales, asimismo, deberían tener su parte de cuota en la vigilanciam siempre que lo permitan... algunos padres... esos padres, identificados por todos. 

Especialmente con mirada documental, si sois admiradores del obstinado, inteligente y gigante Stanley K. con sus recordadas películas, tras lanzarse al frío espacio o hacia la violencia contemporánea y fálica; podéis disfrutar conociendo algo más de su vida cálida en el interior y su exhaustivo método de trabajo reflexivo, con el documento gráfico y notas manuscritas a su chófer privado, discreto colaborador y amigo íntimo, llamado Emilio D'Alessandro. En el disfrutable título Mi Amigo Kubrick (S is for Stanley, en inglés y al descriptivo italiano Trentanni dietro al volante per Stanley Kubrick), dirigido por Alex Infascelli (Almost Blue), que permite hacerte una idea del funcionamiento de la mente del genio y su sentido práctico de la amistad, la protección animal o el desarrollo creativo de una obra cinematográfica, fuera de lo común. 
Las palabras secretas quedan engrandecidas con el paso del tiempo, ¡qué historia más mágica y entrañable! Cualquiera no echa una lagrimita... no sobre la Arena, sino sobre el arcaico celuloide.

¿Mi verdad o... tus mentiras?

La guerra ha estallado. Todo parece ocultarse tras malos gestos e insultos, que se reproducen hasta el infinito, cuando alguien se interpone en nuestro camino... La mentira está a la vuelta de la esquina, de su habitación...
Es el caso ficticio que nos ocupa en esta pantalla, con un desagradable imprevisto entre jóvenes y adultos, de la serie de HBO, Big Little Lies, autoría productiva de David E. Kelley y de esencuentro dirigido por un canadiense de moda, Jean-Marc Vallée, removido en la televisión. 
Mentes gestionando esas diferencias críticas en la forma de relacionarse, entre mentores y sus ´aliados`, con tensión emocional a flor de piel, agravada por comportamientos de los diversos protagonistas reflejados en la serie. Emparejados o no, cuadriculados por diferentes muros y asintonías.
 
Cuatro formas de ver una realidad, enfrentadas por una anónima agresión de su sangre que terminará opacando otras circunstancias más amistosas, ociertas  aperturas mentales con distinta graduación sensitiva o pragmática.
Aquí comprobamos, grandes mentiras, algunos pilares confusos levantados en nuestras sociedades modernas, con deriva clasista, eso sí. Porque el reflejo violento aparece igual, sobre familias que poseen más medios económicos para ´proteger` a sus vástagos, de intrusos o criminales que chocarían frontalmente contra las relaciones personales y sus desviaciones primarias al refugio. 

Conviven las comunicaciones laborales o empresariales, las amistades próximas o recién llegadas en penumbras, las enseñanzas cautivas y, por supuesto, los lazos familiares, más que tensos.
El dinero intercede narrativa y visualmente en la serie, como factor de reproches interesados o las interpretaciones sesgadas, que deberían estar atentas a la presión o lidiar con otro tipo de agresiones que pueden causar un mal irreparable. O tal vez, el final de una condena.

Se perciba... probablemente en esos tensos instantes. Todos mentimos o nos vamos por los cerros de Úbeda, sin embargo,.existen grandes diferencias con nuestra realidad. Con la educación estatal del resto de sociedades o barrios, pues, no sería demasiado común, salvo excepciones que no conozco, la de coincidir diferentes propuestas económicas dentro del mismo estamento o institución pública.
A veces algo resuena a hueco dentro de las íntimas e interesantes conversaciones, aunque más en las expuestas al ambiente general, si nos aproximamos a una igualdad de clases que, decididamente, no es real, o cosa de formalidades aparentes en serie.
Big Little Lies, por tanto, nos subyuga con la diferencia. Sus alternativas tan alejadas de nuestra realidad, nos complacen o reivindican humildemente, viendo la degradación moral. Que no coincide con esa realidad de algunas fronteras, pero está reflejado de forma tan brillante, que nos mantenemos obnubilados en su desesperación... Nos acerca en cierto modo, al lujo y el poder de una escala social.

A otra escala, interpretativa, los personajes están bien construidos, identificados en manos de poderosos actores o actrices, que subrayan con sus miradas, el odio de los conflictos internos y las defectos egocéntricas de sus personajes. Siempre bajo la expresión gráfica de Mr. Vallée, nos convoca a una orgía continua de situaciones conflictivas, desprecios, peleas, abusos... y puede que, algún crimen o acto luctuoso en el futuro. Esto es, tú miente en el espejo, que nosotr@s, limpiamos la sangre.

BLL sería un ejemplo o instinto maternal, mortal, idealmente retratado, que incide en esas distancias insalvables durante muchas vicisitudes o instancias de la vida moderna, con altercados viciados que requieren la atención de los adultos, o maldicen su participación. Pero, señalando que la violencia real, se ejerce siempre sobre el más débil...
En este caso, la localidad crítica está  en Monterey en California, luminosa y populista, que oculta los comentarios pagados de profesionales o profesores, describiendo con palabras o la razón, las imágenes al alcance de todos. Pasadas por el tamiz del creador de la clasista y sexualizada, Alli McBeal. 

Cuando se contempla miedo o ira, se desata el lado salvaje en la supervisión inconstante de tiernas mentes, rodeando las familias por una realidad alternativa o incluso la fantasía, que monta las grandes verdades, cuestiones mediáticas y disfraza las pequeñas mentiras. Ninguna es lo que parece, ni ellas.
La distancia es imán de figuras mediáticas, preparadas por la calumnia o la culpa, hasta que comienza un baile salvaje, de caretas. Al ritmo descerebrado, de contusiones, falsedades, confusiones falacias o ideas tergiversadas para cada gusto. O disgustos... No puedo opinar si esto ocurre en realidad absoluta, con todos los medios a su alcance... ¿Debería...? No sé, tal vez. Pero no tengo dicho problema o me queda realmente lejos.

Simplemente, no te hagas preguntas... Observa y mejor... reflexiona.

Cuento del Pequeño Gran Hombre.

Érase una vez, un niño que nació con circunstancias malditas, en noche extrema y extraña. Con el tiempo, sintió no pertenecer a ninguno de esos lugares en que se desarrollaba física y psicológicamente, apartado del conjunto. Socialmente marginado o, incluso, sometido a cualquier tipo de abuso o acoso.
Hasta que una tormenta de fuego, imprevista, aciaga, le lanzaría directamente a la colisión, un posible destierro, desprotegiendo todo su ideal, de juegos y sonrisas. Padres lavándose las manos... ¡Pilato´s!

Amenazado desde su interior, revuelto por el orgullo descabezado y la fuerza de su madre, con derrumbar sueños que poseía en otro espacio a través de la voz protectora, y enviándole de vuelta, a un continuo mundo de pesadillas diarias.
Ahora ella baila a solas, desde aquel odioso día o noche de desprecio frente a la pared... aimqie no se trataba de Dustin Hoffman en la tienda de lona y la película singular de Arthur Penn, sino de otro joven blanco, fuera de lugar, fuera de su caverna en privacidad.
 Convirtióse en otro pequeño gran hombre, dentro de un sistema de pequeñas grandes mentiras, otra víctima del mal de los mayores, con sus altercados o ataques violentos, gramaticales, o en el denominado maltrato genérico que avanza como una maldición atemporal. Si bien las madres también puede ser el caos, pero esa es otra película, en realidad...

Destapada por una mala decisión, por otro lado, no discutida, que alimenta esta producción basada en el libro homónimo del escritor Liane Moriarty con sus luchas e intrigas, donde una joven madre, no se inclina por la alternativa más evidente o conveniente, en meses posteriores.
La dura y oportuna decisión, para atajar su futuro sacrificio y detener la culpa, en ambos sentidos. Uno maldecido por aquella terrible agresión sin sentido y un doloroso silencio que amenaza con consumirles, desde el interior de sus cabezas hasta el sexo descabezado; y otro, incombustible y deseable, mayoritariamente... más o menos con mayúsculas como diría en susurros, el cineasta coreano Chan-wook Park, ¡VENGANZA...!

Los lodos quedan en las suelas. Por el contrario, nada suena raro,  debido a la experiencia de su director para definir esta primera temporada amistosa de ocultaciones y diferencias familiares. Si bien todo se amontone alrededor del constante estiércol moralista de la sociedad, pues está acostumbrado a lidiar con esta inmundicia ficticia en sus filmes. Coge la violencia por los cuernos y, finalmente, directo a matar... valientemente, como siempre.

Mientras otras parejas bailan a su alrededor, produciendo contorsiones hiperrealistas y grotescas, tanto, que parecerían ramificaciones de la podredumbre, títeres de alabastro caro. Demasiado distanciadas del tema educativo, o no. Revolucionadas por sus gestos posesivos, rotundas alteraciones, bajo la propia  imagen reflexiva en el espejo. Pero en la ficción, alejada  al resto, como sentencian sus privativas carteras y posesiones. Lo dicho, son polvos de estrellas.

Lo que todo el mundo entiende, tras pedazos rotos y el rostro del monstruo desfigurado, es la representación del odio. Cotidianas derivaciones sobre el abuso y sus condenas sangrientas.

Danzas Alternativas.

Ya que son ricos, en mayoría, excepto aquella estrella solitaria, y siguen entonando canciones que suenan a rancio, a incongruencias emocionales que se agravarían con alcohol y fuego... los artistas van a desmontar sus vidas privadas. Es una batalla en la retaguardia.
 
Cuatro habitaciones, duelos clasistas y episodios de ofuscación, revanchistas, distancias insalvables que tornan a la memoria después de años, con flashbacks más acertados que en la anterior serie comentada, Sharp Objects.
Irrespirable confianza, en privado, bramidos de machos-alfa con su función depredadora, cuerdas que se tensan bajo la provocación, relaciones egoístas y actuaciones narcisistas. Todo se va enquistando hasta una situación incontenible y explosiva. Entonces, activamos el modo de defensa, salvaje como dijimos, asistimos entre sus graznidos o rugidos, a la segregación mediática, vacío de instituciones acomplejadas o miradas poco educadas, alrededor... ¡ay, mayores!

Empezamos a sintonizar los efectos, los enganchones o desconchones, los crujidos de huesos, que atraviesan lujosas paredes de diseño, rostros que se desencajan a su ritmo, desde los sobreprotegidos techos, hasta la cama. Sentimos, enseñanzas profilácticas, de andar por casa... y, otras más caóticas. Casi oníricas, catárticas o malditas. 
Los pasos indecisos por consultas, declaraciones de testigos, como una marejada que nos atrae o nos repele, según intenciones o las propias experiencias. Mr. Vallée las visualizó, indaga en sus secretos de alcoba, gracias a su valor técnico, narrativo y visual.

Sabe como retratar ese caldo de cultivo que crece, contamina las relaciones privados, exacerbado en sus fachadas y falsas efigies, de cara al exterior. A pesar de lo alternativo, a su extravagancia social, el poder adquisitivo que distancia y esa exquisita educación, que se supone, con respecto al humilde. Elige las palabras con que se dirigen a sus cachorros, aún sin dientes ni garras al parecer... aún demasiado tiernos para entender la compleja situación en el interior de sus inseguras mentes. Pero nunca, tontos.
Resalta una serie de rostros famosos para emparejarse con sus respectivas ovejas, o elementos, cabríos celados, para reflejar el ambiente caldeado, sobrevolar la irresponsabilidad, indagar en la demagogia, la hipocresía y la condescendencia. Inspeccionar las futuras consecuencias, adentrandóse en este interesante trabajo del novelista de Liane Moriarty, con su imagen de la manipulación, el complejo y la violencia doméstica. 

Un serie que reconocemos, ante el descrédito gratuito generalizado, y la indiferencia de las autoridades educativas, porque algunos de ellos, significan ese éxito o poder social, de algún modo. El infierno económico  y adicciones destructivas, es otra cosa. Acá el sexo, es la cúspide del placer.
 Luego, la aportación de interesantes actuaciones es la base, para propagar conflictos enquistados y agravados en el silencio, que nos incitan a una guerra. No sólo genérica, sino circulando en múltiples direcciones, disparando balas como palabras, cuando se trata de defender derechos de nuestros hijos, o sus propios egos tutoriales. 

En cambio, el pequeño gran hombre y su cercana sonrisa que parece cada vez, más aislada, ya no será el mismo.Tampoco, aquellas hojas tiernas que amenazan con desprenderse definitivamente y ser pisoteadas, sino se pone remedio...
La hora de la verdad ha llegado... es la hora de las tortas. Digo reflexiones.

Infamia privada/Insidia amistosa.

Desde aquel odioso día, como comenté, todo pareció derrumbarse a pies de la opulencia y, el poder proveniente de su cartera. Cuando las radiografías familiares quedaron reveladas definitivamente, sacando a la luz, lo oculto tras la brillantez de sus fachadas laborales o la roña en sus heridas morales.
 
Se hallaban marcas demasiado profundas, por doquier, que supuraban en privado o de cara a ese mundo social superior, de despreocupación, cubierto de mentiras y otras infamias de postín, reflejadas ahora por el pasado.
A través de la mente distorsionada de aquel sexo, observamos la mugre de la serie Big Little Lies, sus rincones abyectos y especies paralelas, que no queda sólo en esa superficie lujosa, consentida y ligera de cascos. Si no que mete el dedo y remueve.
El masoquismo sobreexcita la tensión y el terror, que muerde la mano del niño dulce con un velo aparente en la mirada y su presionada situación, estigmatizado por humillantes razones, que será operada con trámites irrelevantes y académicos. Veremos si estos jóvenes actores, tienen oportunidades en el futuro, puede que así sea, si sus padres legítimos saben defender sus derechos o su arte.

Por otro lado, los misterios desvelados convenientemente, aportan apoyos y manifiestan rechazos que dividen a la opinión pública. Es lo bueno de estos casos, la referencia significativa de esta serie, que enfoca con distintos pensamientos, el problema. No cauterizado a la finalización, te guía sobre el sillón de casa.
Sensaciones que se irán desangrando o madurando, a medida que avance la narración de esta función hacia el desenlace y los rostros al motivo de las disputas paralelas, casi perpendiculares a esta violencia contemporánea, menos glamurosa.
Cada individuo, sugiere una acción determinada, sobre la sobreprotección o el cariño, que no se demostraría en su convivencia personal. La ligereza con que se abordan los graves problemas o divergentes propuestas sexuales, es una magnitud de sus pretéritos engaños y conexiones actualizadas. Y, sobre todo, un teatro a la cara, abordando los complejos al mirar al otro.
 
El valor clasista, como la propaganda cultureta que se esparce como la m..., por otros lares, reproduce  toda la insidia que amenaza con estallarles entre sus manos doradas, muestras del becerro. Sus puños y uñas, abrazando a sus hijos, golpean a los demás, sus labios son proletarios, contumaces como armas de destrucción. No masiva todavía, sino encapsulada por el dinero y la efervescencia temporal de otros atractivos contactos, cortantes como un disco de vinilo roto. O una figura de famoso, tirada por los suelos de la historia en un disfraz.

La historia se escribe con dolor, abusos, silencios y... miedo. Durante los 7 elaborados por el admirado Jean-Marc, prevalecen paralelismos en las parejas, al margen de la acusación principal, girando alrededor de estas cabezas desbocadas que luchan enérgicamente contra una injusticia. O no, para caer irremediable e ilógicamente, en redes de dicha violencia.
Falta de comunicación y desajustes generacionales, generan violencia y forman la esencia que va a contaminar esta escena del crimen, sin solución. Las pruebas macilentas convergen sobre la carne señalada de tus vástagos, para demostrar como aquel documental terrorífico, que toda la vigilancia puede ser en vano si no utilizas los ojos bajo el cerebro.

Si un enfrentamiento clásico de patio de colegio, con jefes de igual edad, se escapa de las manos y se desmontan los argumentos con cargas de profundidad personal. Mientras se genera la insidia, sobre las mentes que se creían amistosas.
Sin embargo, sobre ellas y las infamias que se revelan en secreto, saltan osamentas fracturadas, y los colmillos del depredador se erigen como representaciones diabólicas, de puro mal.
Incluso entre estos despreciables ejemplos sociales, existen momentos para la distensión, la risa o la resaca figurativa del denominado star-system. Especialmente para el fanatismo religioso, también incide en aquellos seguidores al arte moderno y la fam, que se verán reflejados en sus existencias tangenciales y antifaces para sueños más nocturnos. 

Al fin, se ha creado un clímax sensitivo y emocional, al compartir sus efigies con luces, y sombra, en el recuerdo de las Audrey´s y los Elvis del mundo.
Uno de ellos, alienado también, pues pudiera no estar demasiado contento, en comparación dramática. Allí dónde esté o se esconda del presente... Suspicious mind, the king.

La Función...

Antes de la sospecha o la locura, la irreflexión y el daño, charlemos de narrativas brillantes, de tiempos remotos sobre la cinematografía de Vallée, bailemos de gusto con sus gráciles observaciones tumorales, silencios desgarradores y sus burlescos tiempos. Miremos por la ventana... y cantemos.
Maullando como gatos acampanados, chorreras de birra y no champán dorado, macarras de ajustado pantalón... y gatas alucinadas. Excepto una, más bien vengandora y celada, ya no en celo.
Sin la atención o las respuestas necesarias, la función se desparrama sobre una sartén satírica, donde la obscenidad se desprende en esa escalinata de viejas estrellas enterradas, no en la memoria.
Esto es, no preservados al vacío, ni abandonados como inocentes niños, cuando hacemos el amor... o la guerra. ¡Un fregao de verdad! 

Las cortinas, se descorren del humo condensado, que escondía los verdaderos sentimientos, las debilidades o el pavor a la soledad. El poder desafiando a aquel acto sexual que reventó la primera etapa de reconocimiento, pasional, estrafalario y arrogante, como de vikingo o cavernícola de otra era.
Cuando la responsabilidad sale a flote del océano de ocultación y el tremebundo, incontenible, paralizante... ¡maldito miedo!
Ahí converge todo, por el momento...
Cayendo como un castillo de naipes, rodando las unas sobre las otras, relaciones... las unas sobre los otros, promesas, y viceversa.

Desmontando el tiempo de las decisiones erróneas. 
Portando disfraces que se van amontonando como pieles vividas, sobre el baúl barnizado de pátina y mentira. 
Mientras, pedazos vuelan girando como metralla de películas a su alrededor, reproduciendo canciones, puede que inimitables, dejando desnudos a los miembros de esta burguesía o nobleza norteamericana, de facto. Representados una y otra vez, sobre el escenario de la contemplación asocial o la rocambolesca vida.
Es un momento mágico. Sin preguntas, como dije. 

La trabajadora usual, no pertenece, pero está. Las categorías se han nivelado, no al ritmo de las fuerzas innatas de la naturaleza, pero casi... Los niñ@s son el cebo o la carnaza... la imagen de nosotros mismos. Las redes para pescar en ríos revueltos, el ancla para permanecer fondeados al pasado. El arpón del Capitán Ahab...
No te lo pierdas, después de las Queen-s. Al final, hay sorpresas, vistas o descritas desde aquí.

The King.

En ese instante intrigante, cuando todos íbamos a picar, el contexto nos lleva a otra travesía o una fiesta, entre reyes y reinas. Afortunados herederos que navegan en un mar en calma, de apariencias externas, mientras se preparan para repartirse las mejores ´cañas`, lanzamientos... y galas.
No me digas que no aprecias, acaso, ¿amante de la música o el cine clásico?

Las enseñanzas han quedado enterradas por el cieno del tiempo y las amarguras pasadas, por nuevas reacciones que silban como las balas en el OK Corral, en esas habitaciones a ciegas que aterrorizaban a Miss Hepburn. Con las peleas genéricas dentro de millones de coches, que se aparcan en la obscuridad, solos. Mientras los rivales en flecos y cueros ajustados, como navegantes iracundos se enfrentan en salones, a ballenas imposibles.
Exigentes cantinelas o teatros de tragedia griega, en cuatro actos... por esta trágica vez. Vamos... ¡qué se arma la marimorena! ... O querida, Audrey.

La locura con que envolvimos la inocencia, es un frasco hermético para el Rey. Con vigilantes, no educadores con resolución, se elabora una trama excéntrica de famosos, clavándosela por la espalda. Entre nuevas tergiversaciones genéricas y las descalificaciones personales, miedos alternativos a la soledad.
El concierto está lanzado con voces de desconcierto, crispando hasta la más pintada o disfrazado de reiterado rey, de forma que aquel maltrato físico, psicológico y metafísico, se reproduce ante el escenario o las escalerillas a la fama. El telón de esta función primeriza, está a punto de descolgarse... fin por ahora...
Ah, bueno... restan un par de cosas.

En primer lugar los protagonistas físicos de estas Grandes Pequeñas Mentiras, que dividen la guerra entre gatas de lengua afilada y aquellos machos encabritados, todas cabreadas y algunos poseídos de cierto carácter, digamos enfermizo.
Nos encontramos agresividad de muchas vías, con mensajes textuales accionados como trampas, manipulados por las estrellas.
Stellan Skargard el comportamiento vikingo del presente, como todos aquellos hermanos, enloquecidos o haciéndose el sueco frente a la violencia conyugal. La divina y sexual Nicole Kidman, estilizada hasta en las posiciones más incómodas. La pareja desequilibrada en verborrea de Reese Witherspoon y Adan Scott (desde su papel satírico en The Disaster Artist), el pasado sentimental que les persigue (o reabren) en el trabajo de James Tupper... triángulo poco explicado.

La expareja Oren Berg con la nueva compañía, tan agradable como Zoe Kravitz, el poderío económico e interpretativo entre la admirada Laura Dern y la volatilidad de Jeffrey Nordling. Por último el pequeño proscrito, un Ziggy de ojos tristes, Iain Armitage (joven Sheldon y próxima voz del barbilampiño Shaggy en Scoob) entre otros de otras camadas, y bajo la vigilancia reservada de la actriz Shailene Woodley, enfrentada a la imagen indecente de un pretérito maltratador. Con su pistola cargada, in memoriam. Estará cerca del director argentino Damián Szifron en la película Misanthrope, buscando con el FBI a algún terrible criminal y en la voz animada y salvadora de Arkie, co-escrita por los hermanos Jurevicius y Matt Everitt, uno de los animadores de Lego.

Una raíz violenta, elevada a la cuarta potencia de parejas, secretismo, sexualidad, educación y la revelación final. El desahogo existencial de la venganza, la libertad del futuro... de una segunda temporada en otras manos o facetas.
La otra canción, reside en la puesta en escena, con la banda sonora de Michael Kiwanuka y la entrega total a la idolatría. A la reverencia hacia las estrellas del pasado, su imagen potente y su música. La esencia de otra época, que se encuentra con ésta y resulta una pelea desigual, entre las Audrey Hepburn´s y los Elvis Presley, de nuestras entretelas... la Dama vs. el King.

Si Miss Hepburn es el sueño con que muchos adultos de ayer y hoy, idearon o fantasearon apartados de su documental más personal y cotilla, titulado Audrey; Elvis The King, es el amargor del sueño americano. Dulce y amargo, por la historia de los USA con conflictos raciales, cambios políticos y demás asuntos sangrientos, en un salto cultural por el misticismo, la privacidad invisible de la estrella y la actualidad de nuestra alienación, golpeados por el paro, la miseria, los acordes del rock y la adicción. ¿Pastilla roja o azul, cuál eliges?

El estupendo documental de Eugene Jarecki, con el mismo título homónimo, se sube al Rolls Royce de esa historia, con el número 1969, la visión pesimista y la amargura de nuestros tiempos. Cuando el hijo de un camionero y Gladys con orígenes sajones y tatarabuela de sangre cheroqui, se verá acusado por apropiación temática. Fue la figura blanca que unió (o imitó según sus más críticos) los ritmos negros del cadencioso Rythm and Blues y la pulsión guitarrera del hillbilly, con lo que fusionaría en Rockabilly.
Además de poco bagaje culto o poético, hasta la definitiva liberación, se convirtió en cometa ascendente, con un abrir y cerrar de ojos y la manipulación comercial e interesada de un Coronel conocido como Tom Parker, después de que Sam Phillips (creador de la mítica Sun Records) le pusiera en órbita, gracias a su voz y los movimientos irrepetibles de cadera. Culto de las jóvenes de la época, por las diferentes ciudades de Norteamérica, que no el resto del mundo, como hubiera deseado The King.

Le sigo llamando así, a pesar de las críticas de algunos comentaristas, y ante la presencia de otros famosos en idolatría, junto a las voces de varios viajeros anónimos, desde su barrio en Tupelo (población mítica y obrera de Mississippi), hasta las canciones que pasaron por el Memphis tumultuoso de Tenessee y los artistas que rodearon su corona, de oro y espinas. Los ecos de RCA Records en Nashville, la enormidad de New York, donde Elvis se iría convirtiendo en un King Kong, atrapado poco después en una celda de asfalto y neones, cuando marchó a la guerra de Mambrú por Alemania y la desidia artística del amado Hollywood. Hasta descubrir los interiores de Las Vegas, su otra gran cárcel, a través del recorrido del documental por la Ruta 66 y el sarpullido en la búsqueda del Dorado Sueño pretérito. Para acabar arponeando a la mítica Moby Dick, o frustración, ya enfundado en su traje negro de cuero Acab - ar, y su tumba extensa, oceánica en la tierra de Gracia.

No sé si a Elvis Presley, le haría mucha gracia verse reflejado en un disfraz tan repulsivo, pero el Rey siempre está por encima de todo. Al menos, en aquel trono de su historia encorsetada en un documental y la voz exprimida por ese éxito meteórico, durante el ya pasado siglo XX que en paz descanse. Su ritmo estelar nos queda para mantenernos bailando en la actual cuerda floja, de nuestra particular alienación. También nos quedarán las películas de Jean Marc Vallée, un gran director que nos deja su huella indeleble.

En definitiva, dos maneras de vivir la existencia, como monstruo o arponero liberado. Finalmente ambos cazados... como todos. En blanco o negro... Aunque por el medio, siempre queda algo brillante e inolvidable, casi mítico.
Ahora, sí es el fin. Gracias amada Audrey, por las viejas fotografías y tu magnífica o divina presencia.
A kiss, be careful... y ¡viva el Rock&Roll y el blues!
\,,,/

Midnight, the Stars and You • Ray Noble Orchestra & Al Bowlly


Big Mama Thornton - Hound Dog and Down Home Shakedown.


Elvis Presley - Jailhouse Rock.


domingo, 7 de julio de 2019

Sharp Objects.


Aproximadamente, hace casi quince años atrás, como el amor de la canción, empecé a recorrer una vía destructiva y reconocer el camino cinematográfico emprendido por el director canadiense Jean-Marc Vallée.
Una historia hiriente que no coincidía con varios estereotipos familiares, donde se reservaba un papel especial y una banda sonora que te marcaba por su calidad o la representación en imágenes del drama. Desde su tierra natal de Montreal, se hizo gigante y decidido ante lo desconocido y el éxito profesional, observando de lo que era capaz, contando con su particular punto de vista y sus convulsas narraciones en entornos castigados y polémicos. Alcanzando a todos los miembros excéntricos que pertenecían a sus peculiares familias, en conflicto eterno.

Poco después, al visionar algunos minutos de aquella, su obra maestra C.R.A.Z.Y., advertí que era otra forma de narrar, completamente arriesgada, visualmente atrevida y de montaje sin par (si bien llevaba 5 trabajos en su currículum),y mecha para filmes futuros, como The Young Victoria, Dallas Buyers Club, Wild o Demolition; aunque incomparable en otros sentidos sociales, criminales y educativos. Rasgando la piel del espectador hasta hacerla jirones, para ir descubriendo un mundo escabroso, lacerante, pero lleno de matices y discursos abiertos, cargados de alta tensión. En el pensamiento crítico que evoluciona en nuestra mente pasados los años, hasta derivar al vacío, a una caída sobre sus actuales reflexiones y trabajos en la producción televisiva. Quizás, por eso, andaría un poco constreñido por la multiplicación de las propuestas. El trabajo es bueno y afilado, hasta cierto punto.

En la gran pantalla, aquel trabajo resultaría brillante, denso y vibrante, con una mente abierta capaz de albergar las diferentes posibilidades, la crítica y desarrollar todas aquellas vidas dolorosas. En alguna ocasión, más bien, patéticas. Percepciones que arraigan en el interior de los seres humanos y lo dan la vuelta como un calcetín, con algo de aroma a efímera esperanza. Con alguna excepción...
Hombres y mujeres, juntos o revueltos, enfrentándose a sus diversos problemas diarios, en árboles genealógicos que devoran desde las entrañas y echando un pulso particular a tan fragmentada institución... Como veríamos, incrementado por cien en posteriores interpretaciones sobre el dolor, la mentira o el celo, la sobreprotección paterna y la falta de comunicación. O por encima, el desentendimiento entre clases.

Sin embargo, ahora las palabras e insultos, crecen como una enredadera, trepando sobre el pasado en nuestro cerebro y descendiendo por la dermis de sus personajes femeninos, cambiantes, habladores y posesivos. Aquí separados en tres partes, que engañan y se enfundan en trajes adictivos, alimentándose de su energía cinética, hasta ir menguando el espíritu inicial de la serie. Descomponiendo cada tierno brote a su alrededor, comparando la infancia o juventud, comparando con la edad adulta, acabando con la inteligencia subjetiva o engañando con energía positiva a la vida real. Esto es, ideando un juego primitivo, el viejo juego de las apariencias, de disfraces cara al exterior, de tretas enemistades, entre ideas y callejuelas donde ronronean los gatos, entre otros cazadores peligrosos, acechando a los pequeños ratones. Las víctimas, ¿no lo sabías?... Normalmente, hijos. Puede ser... una maldición que sobrevive a las civilizaciones o sociedades modernas.

Desde luego, echando la vista atrás, sobre las peleas de aquella impactante película titulada Crazy, comencé a entender los entresijos ocultos de Mr. Vallée. Sus devaneos con la violencia física, el desprecio personal y el mal carácter de algunos personajes, tanto físico o verbal. Acciones que anticiparían los desaires familiares de hoy y las diversas repercusiones sociales, multiplicados hoy en sus distintas facetas, clases y formatos.
Las implicaciones morales que le gustan a este peculiar realizador canadiense, vienen marcadas por una estética particular, estilizada, envidiable y moderna, que no deja indiferente al espectador. Al igual que las referencias a sus personajes (masculinos-femeninos) que se van retratando durante esas regresiones temporales. Con vidas contadas como otra historia dentro de la siguiente, y desarrollando estéticamente esos ambientes enfermizos que los envuelven. Así como los ambiente, les hacen vulnerables, casi siempre.

Regresiones conflictivas.

El tiempo pasado, es otro personaje más, que va creciendo en regresión conflictiva con el presente de los personajes, ya de por sí, miembros caóticos en sus viajes familiares al más allá, y la violencia infinita. Dolor sometido, entre el onirismo patético y visual, la desnudez narrativa o esa asfixia mediática, que funciona silenciosamente alrededor del todo. En forma de expresión enfermiza de la realidad familiar.

Siempre luchando, con la esencia femenina en conflicto perpetuo, respecto al agrio carácter masculinizado sin compasión. En esta última ocasión, siempre mirando directamente a los ojos de los vástagos y la debilidad evocadora del proteccionismo. Sharp, son pequeñas incisiones, grandes heridas metafóricas, que recorren el pasado, explotando en el presente, para recrear una ´guerra` actual e interna que deja multitud de cadáveres o mentes traumatizadas, por sus numerosas implicaciones. Objects, serían los juguetes rotos...
Sus visiones parecen verdaderas recreaciones poéticas, salpicadas de tendencias extremas y violentas, palabras que dañan más que las heridas físicas,y que desarrollan las problemáticas de la sociedad contemporánea. Hasta reflejarse en nosotros, el público.

Extrañamente, Jean-Marc se dirige hacia el abismo, o ese lugar donde realmente se convierten en reacciones psicosomáticas y peligrosas, el terror. Ejerciendo un poder enfermizo, que ahondará en el posterior crecimiento de viejos comportamientos individuales, ya sea como seres adultos, o verdaderos monstruos.
Con el tiempo, y las ganas que nos quedan abiertas como aquellas heridas históricas y sociales, el también guionista y editor de la región de Quebec, Mr. Vallée, se ha convertido en un productor de éxito para HBO, tras sus primeras películas más desconocidas (a las que debería hincar el ´diente` en algún momento... si llegasen con cierta facilidad a mis manos). A través de dos sonadas incursiones en el mundo de la producción televisiva, en la actualidad dramática frente a la realidad. Dos producciones que convergen en aquellas duras circunstancias familiares del pasado más loco o inquisidor, y los desencuentros genéricos que lo hacen especial ahora. Son fragmentos desequilibrados enfrentamientos de tutores iracundos, con sus vástagos.

En aquel filme el enfrentamiento generacional estallaba entre los variados puntos de vista de sus personajes, respecto a otros temas polémicos como las relaciones personales, los gustos y porvenir de la especie. Desencajes enraizados en la piel y la mente de sus distintos componentes, que irían desde la atracción sexual, las preferencias sobre el deporte, la cultura o una de sus debilidades personales, la música, como grácil telón de fondo. Remarcando sus extremos en la desequilibrada balanza.
Hasta concretarse en procesos psicológicos más dañinos, e interiorizados por comportamientos extremos que pueden causar el apocalipsis familiar, Incluso el crimen.
Fugas temporales y luchas generacionales, son su campo de acción, girando alrededor de la amistad y el sexo, que marcan los pasos descontrolados de los personajes en el ring del tiempo. Cuando la campana no detiene la pelea y se convierte en un locura incontrolable, dolor máximo en las punzadas descritas en Sharp Objects... como en otras anteriores y futuras.

Allí sobre una lona resbaladiza como la mala baba. Entre las doce cuerdas,o las cuatro paredes, normalmente lujosas, el choque paterno-filial estaba casi garantizado, como un ejemplo esperpéntico, adictivo, ruidoso, catatónico y... sangriento en muchas situaciones. Produciendo un caos psicodélico dentro del seno familiar, que se tambalea y amenaza con la destrucción general, o esa parte indivisible de cada elemento, a cada golpe encajado directamente en la mandíbula.
El director es un especialista en personajes atrapados, arrinconados con el rostro desfigurado como un cerdo asustadizo, marcado con sus expresiones de dolor o pánico. Algo racial que llegaría a socavar la protección física o mental de aquellos más débiles, que se encuentran con la violencia de sopetón, debido a la inseguridad por la tierna edad o la categórica represión de los adultos. La incomprensión a cierta edades es la mecha, y la violencia es la incisión, que acaba abriendo el túnel mental y devorando todo en su interior. El verdadero agujero negro en el cine o la obra de Jean-Marc Vallée, además recordando que otro productor como Gregg Fienberg, se entregó al crimen de la mítica Twin Peaks en los años 90.

Aunque han pasado los años, el cine de M. Vallée sigue tocando los mismos palos, agitando las mismas ramas genealógicas, buscando frutos caídos o sustancias podridas. Pero, tal vez, más ennegrecidos todavía. Endurecidos o embrutecidos por la amargura, delimitados por la frustración o el miedo, hasta subdividirse en convulsiones éticas que afectan a otros miembros de la familia o comunidad, contagiándoles (tratándose de vecinos o amigos), hasta nosotros los espectadores. Todos estamos representados en estos instantes de provocación controlada, dentro de una pequeña ventana global y este nuevo impacto generado por la calidad televisiva que se ha producido durante los últimos tiempos. Twin Peaks ya lo inició hace tres décadas, a pesar de las duras historias contemporáneas, que nos invaden en la realidad.
Por eso, vamos siguiendo la argumentación caótica de los tiempos, desde sus narraciones interruptas o imágenes catárticas, las que vendrán o por las que me he dejado llevar a través de pequeñas descargas psico-eléctricas.

Son modificaciones de la devastación personal y las querencias enfermizas, que siempre parecen volver.
Sin haberme percatado de algunas consecuencias temporales que intervienen, hasta ahora, verdaderas, enormes falacias, que aparecen de nuevo.
Sin ninguna condescendencia con el espectador y sus gustos generalizados (a veces reiterativos), esta penúltima producción televisiva de HBO, ha contado con esta especial y compulsiva mirada del director canadiense, para disfrazar a los lobos de corderos, y los corderos de cerdos, para crear incertidumbre irresoluble con su pasado cinematográfico.

Parece que mantuviera su primera argumentación, su primera encíclica visual del desgaste familiar. Pero separada a su vez, tras los conflictos filmados frente a otras categorías narrativas que ha revelado su obra, o esas grandes pulsiones individuales, que conviven con el carácter de sus representantes ilustrativos aferrados al miedo. Los géneros narrativos, se transforman en expresiones televisivas de sus ´pequeñ@s` y sus manadas, así podemos comprobar que hemos girado juntos, chocando, crecimos hacia el actual comportamiento esquizofrénico o terrorífico. Ojo por ojo... y dientes, no para todos los gustos...
Ciertamente nos hemos salido de corral, los corderos siguen en el matadero. Esta es la nueva incursión psicológica y atípica definición contemplativa del director Jean-Marc Vallée, que deambula hacia un interior horrendo, secreto y delicado, como pasara con aquel joven de Crazy.

Ahora adentrándose lenta y peligrosamente al matadero, por este universo de asesinos en serie y las producciones irreales de suspense psicológico, sin marcas ni hemoglobina. Donde el impacto de las agresiones a adolescentes o niñas, sigue acrecentando la polémica y las denuncias que surgen en muchos lugares del mundo. Un mundo donde los acosos psicológicos, los maltratos en el colegio, los abusos o los conflictos en círculos cercanos, no para de crecer. Como esta violencia... que agobia, paulatinamente.
¡Qué algún dios o los American Gods, nos protejan!

La Familia... Des-unida.

Decían los viejos escritos mitológicos, unidas podemos combatir a los hombres, protegernos de las huestes machistas. Muerte a los depredadores que se aprovechan o maltratan, o acosan a las inocentes almas y se alimentas de jóvenes de nuestros países o pueblos. Las hordas de maltratadores que utilizan la fuerza contra nuestras hermanas, marginadas, denigradas, violadas... asesinadas. Seamos una Famiglia, al estilo Soprano´s, piel sobre piel, ¡matemos! Diente por diente, puercos.
Hey, espera que no es el final... ¡esto es Sharp Objects!

Pero, curiosamente llega un director en auge, que avala con sus anteriores obras y visiones maduras, esta defensa mayúscula de la mujer y otras minorías proscritas. Para aturdirnos con el horror, agrietado como un techo para casa de muñecas, acercándose a lo recóndito, en una historia escrita por la guionista Gilliam Flynn.
También periodista como la protagonista y cercana a su comprensión filosófica, adictiva, mediante su extrema educación o formación académica. Autora de aquella magnífica Gone Girl, entiende del fracaso y la persecución, cuando fuera adaptada al cine por el gran David Fincher y su montaje diabólico, hermético e irrespirable. Para descubrirnos otras alternativas posibles a este revoltijo familiar, actualidad genérica, que nos acompaña en el sueño y afecta, que es tema común en pesadillas mediáticas o las preocupaciones domésticas de una escritora de Missouri.

Un lugar olvidado, donde una matanza de cerdos es una parábola o extensión, sobre aquella salvajada familiar practicada tras las compuertas metálicas de una casa tétrica y terrible en Texas, en plena tierra sagrada de los dioses norteamericanos. Eso sí, contagiada, no separada de otras mentalidades en distintos lados o expresiones diarias, pues, muy dispersa es la mirada asesina y cubierta con diferentes pelajes... Ante lo que nos hallamos algo descolocados. Diría, ¿desunid@s?
La actriz de origen italiano (Vicenza), una disciplinada Amy Adams también como productora, se desliza delicadamente sobre los aromas rancios de la familia, con un aspecto y una voluntad, ya no tan juvenil como aparenta. Le falta algo de espíritu rebelde o compulsivo, debido a esos tormentos que generaron otras perspectivas y preguntas sin respuesta, que se ramifican en varios sentidos. Incluido el feminismo respecto al trabajo o el recuerdo del trágico fallecimiento de una hermana mediana. La veremos en el filme The Woman in the Window del director Joe Wright (condecorado por Pride & Prejudice, Expiación y Darkest Hour) y Hillbilly Elegy de Ron Howard.

En primer lugar, las medidas estrictas que se encuentra esta periodista introvertida y variable, al enfrentarse con las bajezas morales de una madre que la llevó por el cautiverio mental, e interpretada meritoriamente por la excelente Patricia Clarkson (Shutter Island y de nuevo, en la siguiente película de Isabel Coixet titulada Light on Broken Glass), hasta cultivar un extraño comportamiento. Las repercusiones del tiempo aciago, el dramático paso por un maldito psiquiátrico y los efluvios mantenidos del alcohol o las drogas de diseño. Sin embargo, falta algo de carácter rebelde y drástico, contra la manipulación o el control, a mi parecer.
Algo que contrasta, con los tiempos reales que corren en nuestros callejones urbanos, en nuestras mentes globalizadas o por familias desestructuradas. Con la libertad aparente, a través de caretas que convierten a los corderos en lobos. Esa falta de seguridad que empaña nuestros sentidos individuales, transformado a la masa en un todo peligroso, empapado de estupefacientes y miradas atravesadas.


Para ello, el realizador fichado por HBO, se fija en sus pieles maltratadas y dentadura, acompañado por sus creadores de Blumhouse Productions y eOne Television, con los que se acerca al misterio oculto en esta pequeña población de Missouri llamada Wind Gap.
También a los estercoleros mentales de una familia acomodada, que se verá ampliada próximamente, con muy distintos elementos a aquellos texanos del gancho y la motosierra, y su gusto por la sangre, sobre la que actúan los silencios, demasiado cadenciosos o pesado, y demás heridas del pasado.
La periodista Camille Preaker regresa a sus antiguas estancias, labores para comprobar que algunas cosas discretas, siguen teniendo el mismo sonido, otro grito de libertad... Que hoy, intenta ahogar entre alcohol, sexo encubierto y diferentes temas del grupo de rock, que no sé bien a que se debe. Esto es, la ensoñación de ¿Led Zeppelin?, cerrando su cincuenta aniversario...

En cambio su misión delicada, apoyada por los compañeros o rescatadores del periódico, tras la noticia queda en un rincón oscuro, irá tratando de inspeccionar el terreno. De indagar entre las sobras, husmeando los violentos actos que se han cometido últimamente, sobre su tierra y sus antiguos vecinos. Una circunstancia remota que reabre nuevas apariencias, que podría ser el reflejo de antiguas heridas en la piel, de instrumento para nuevas torturas.
Es otra cara distante en el director canadiense, son los retratos de unos hombres malditos o complicados, duros estereotipos de enseñanza masculina, que aparecen en esta serie estadounidense, como en otras intercaladas.
Los hombres de Vallée, proyectan las desviadas personalidades de sus padres, egocéntricas o hipócritas, caracterizadas para el complejo de otras generaciones atrapadas. Aquí, bajo la división corpórea de dos policías, que muestran sus diferencias entre sí, y cerca de las representantes del género femenino, a las que deberían proteger... o amar. Rostros ilegibles o dignos de complejos, con los actores Matt Craven y Chris Messina (Argo, próximamente en Birds of Prey, The Fantabolous Emacipation of one Harley Queen). Cuidado con esconder la verdadera personalidad, chicos... Puedes hacer perderse al personal.

Casa de Pesadillas.

Su cine pronosticaba un sinfín de conversaciones al filo, conflictos sociales o pesadillas personales, que anticipan la tragedia con su banda sonora albergando otras posibilidades terroríficas. Se han hecho realidad ahora en la superficie, falta adentrarse en la inmundicia y revolcarse en ella.
Sharp Objects, desgraciadamente, carece de infinitas repercusiones éticas, que pudimos comprobar, en estado latente y mediático, sobre los rostros de aquellos padres y madres, tutores o profesores, de aquella primera temporada de Big Little Lies. Que, en otro orden de cosas, es otra historia futura a relatar en este blog perdido en el espacio y la contingencia social.

Con la gente sentada en sus sofás y ciudadanos vilipendiados o cortocircuitados, observamos a maridos y esposas, hij@s y demás conocidos, entre cuerpos sacrificados, convulsiones nocturnas, y otras marcas muy dañinas en la actualidad. Veremos que nos depara un futuro, posiblemente sin esperanza, frente al odio diario, la tergiversación y la gloria conquistada. Los traspiés malditos que te arrancan los incisivos en la caída, quedando marcado de por vida o son fantasmas crecientes de la vieja medicina. Colmillos apilados como señales, pesos eternizados a nuestras espaldas, abiertas en canal con incisiones pútridas, que supuran y crean otros problemas, más graves aún.
Lamentablemente, serán las heridas, más cercanas en el hogar de las pesadillas y... mentirosas.

Aquellos domicilios, cárceles inquebrantables sin vigilancia, o mirada indiscreta como dije, sirven como ensayo para las nuevas locuras u obsesiones, que nos rodean. Las interpretaciones del dolor o la angustia, confabulan y se retuercen, hasta desaparecer de la vista. Las repercusiones mediáticas, generan pérdida, en una sociedad que convive con el miedo, los efectos narcóticos y el odio generalizado... lugares escondidos, donde nos ponemos en el lugar del otro, solamente en aquellos instantes de soledad infringida sin compasión, o derrota irreversible. Que nos arrinconan en una casa de terror o pesadilla.

Solo necesitados de una posible, voz amiga, siempre puesta en tela de juicio desde la posición tras el objetivo o parada en seco, quizá porque, el Zeppelin fue un aparato que cayó calcinado, con los plomos derretidos. Un dirigible que demarque la separación eterna entre este bien y aquel mal, entre lo correcto y lo denunciable, ante instancias superiores del orden y la justicia, desintegrada en facciones, banderas o pensamientos mortales.
El fin de esta Sharp Objects, es un salto mortal, que para algunos es difícil de digerir o comprender racionalmente, porque no sigue reglas, salvo la reiteración y la confusión. Hasta caer de bruces en la reales pesadillas, tal vez impensables o no, que se representan en imágenes conductivas o insostenibles, que podrían no ser tan habituales, ni edificantes. Un mundo paralelo del canadiense, lejos de los resortes criminales que se observan en nuestra realidad y que no dejan huella, en el presente, con ninguno de sus personajes. Aunque comprendo otros gustos, por el intrascendente viaje al pasado o retorno, a la matanza.

A veces, es mejor no hacerse otra pregunta, ponerse en la disyuntiva imposible o pesadilla condicionada, que pueda dejar toda la carne semicruda en el asador. O demasiado condimentada, que produce mala digestión.
Un trago con implicaciones de otros personajes con sus giros dramáticos y sus perspectivas demenciales, que faltarían para completar las decisiones enmascaradas. Se entreven sobre la edición o montaje demasiado caprichoso o tramposo, comparadas a esas primeras alternativas, más duras y reales.
Los flashes son condicionantes exagerados, en el crecimiento de los protagonistas y dicho terror contemplativo, insostenible entre silencios y gritos alternos, que se mezclan con múltiples regresiones temporales. Creo que tendría demasiada influencia, la multiplicidad de puntos de vista de sus guionistas, cosa que no me convence en estas realizaciones.

Así como la patología encerrada entre aquellas inquietantes paredes a las que nos retrotrae Sharp Objects, para camuflar los impulsos, bajo los instantes más reservados o bucólicos, metidos con calzador por un tema musical.
Típicos sospechosos trastornados, puestos en el candelero pueblerino y punto de mira del observador extraño, calculando los gestos falsos, la mirada perdida del padrastro y sus poéticos gustos musicales, las objeciones de los cuerpos de policía, la sensibilidad de otros más delicados, el acercamiento entre amistades, la madre evidentemente... Mientras, hermanas de distintas edades se divierten, resultando algo dantesco, como la preparación de un aceite de ricino para la protección de estómagos más delicados, la indefinición de habitantes del pueblo... o la selección rockera que se queda huérfana, pero escasamente prohibida o revolucionaria.

Por último, lo más decepcionante, la correspondencia perdida con el pretérito, con las heridas abiertas que recorren su cuerpo y memoria adicta (pero, ¡no eran objetos punzantes... dolorosos!), a través de unos despóticos dientes del diablo que, en teoría perseguirían la nueva carne.
Esta viene representada por una imagen demasiado protectora y bien interpretada, aunque posea marido apolillado, algo pútrido ante los vicios adquiridos y, una medicina que sólo funciona a base de quejas, polvos rancios y palos.
Esa carta no leída, la mejor, se corresponde con Amma, hermanastra licenciosa interpretada por la joven actriz Eliza Scanlen, hasta ahora poco conocida por el público. Atrevida y angelical imagen del enjambre familiar, desafiante ante los desafíos diarios, aunque acosada de varias formas, no descritas o retratadas en ese enfoque inicial. Una chica poderosa de futuro, que disfrutaremos en grandes producciones cinematográficas como Little Women, entre hermanas como Meryl Streep, Emma Watson o Laura Dern. O de otro género en The Devil All the Times, junto a Tom Holland, Robert Pattinson, Bill Skarsgård y Sebastian Stan.

En este mundo de pesadilla, sin héroes, aún tendremos que averiguar lo que se esconde tras el telón final o rendija de lo desaconsejable, drástico e irreparable, en estos días aciagos. Terminar sin salvación, fatalmente de cara al futuro, ya que la serie podría fracasar antes de cambiar los dientes de leche... a pesar de alguna críticas favorables y mera comparaciones con la gran True Detective. Pues bien, sin objetar con otras conclusiones, aquí nos hallamos, con las heridas abiertas, con señales contradictorias detrás de la incipiente línea aconsejada, que desentonan en la silenciosa reflexión. Oculta bajo sobre la piel pálida o agudas maniobras usadas para disfrazar este peculiar matadero, que algunos sopesan... esperan.
Aunque hemos hallado, livianamente, estos gustos visuales del cine de Jean-Marc en Sharp Objects, de características familiares traumáticas para varias generaciones. Sus próximos objetos, serán más afilados, carcomidos por la rabia, concisos como un puñetazo en los dientes.
Posiblemente hasta la locura, o no, puedes seguir intentándolo, hasta lograr el ´crimen perfecto` u observando en familia, ¿unida?, a través de otra ventana indiscreta.

Sharp Objects es algo superficial, un mero rasguño en la historia de la tele moderna, un flash que nos ciega constante y caprichosamente, más de una vez. Un profundo desconocimiento de la realidad o un acierto imposible que no termina cuajando, reposado en una cama en la que se representa el Mal. Un engaño sobre un pueblo mortecino y sombrío, que posee grandes intrigas tradicionales, y patéticas composiciones temporales con un descubrimiento. Un rostro que no dejará ninguna puerta abierta, casa por ventilar, suelo por levantar... Mira hacia otro lado... hacia el lugar del dolor, ¡silencio!
Oyes los gritos, no procede de hombres ni corderos, ni siquiera perros... son cerdos.

Caprichosas imágenes en retrospectiva, de una educación fracasada, que nos deja colgados de una psicopatía congénita, temática que marcará con futuras relaciones materno-filiales, sólo tal vez... En ocultación de pruebas, demasiado cadenciosa, como las tiranteces sexuales de tres figuras desamparadas en género, emparentadas en extrañeza, dolor, enfermedad... muerte, pero... ¿Y salvación?
Posiblemente en descrédito, tras la próxima línea oculta o... pequeña, gran mentira.

Led Zeppelin, Black Dog.


The Woman in the Window, by Fritz Lang.

Cinemomio: Thank you

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