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domingo, 25 de septiembre de 2016

Before I Wake (Somnia).


Las Sustancias del Sueño.

¿Qué significado tienen los sueños?
Si fuera Sigmund Freud, diría que los sueños se producen en una fábrica que nunca descansa. Una barrera entre el subconsciente y el inconsciente, que delimita una relación irreconocible según las reglas aceptables dentro del mundo sensible y que puede significar una inquietud interna o tener un significado para explicar algún hecho de nuestro pasado.
Todo lo contrario al cine, sin embargo. Pues, un espectador dormido, no puede reconocer la interpretación real de las imágenes que propone el director sin profundizar en la historia, sino que crea su propia película, tal como le ocurriría a nuestro familiar sesteando durante una pérdida de atención prolongada o a los protagonistas confusos. Y entonces, se produce un bucle del que es imposible salir, entre una posible ´realidad` cinematográfica y el verdadero pensamiento onírico, maleándose.

Bueno, los sueños aparecen cuando el cerebro descansa, evidentemente, como consecuencia se establece una comunicación paralela del subconsciente en relación con la percepción y nuestros deseos o miedos a lo largo de una vida. Al menos, antes de que suene el despertador y procedamos a una explicación, más o menos, surrealista. Si es el caso de un niño, un mundo propio sin delimitaciones.
Así, pueden desaparecer esos rasgos de felicidad familiar, cuando nos visitan sombras del pasado y el dolor brota en transformación sensorial con nuestro propio organismo y realidad. De eso trata el filme Before I Wake del director Mike Flanagan (Absentia, Oculus), del cambio metafísico que experimenta un joven inteligente interpretado por el simpático Jacob Trambley, como un pequeño Kafka que escribiera su propia historia en un cuaderno, abandonando aquella carcasa protectora o crisálida de la infancia para convertirse en un nuevo ser. Siempre intentado alejarse de un peligroso y actual Morfeo, junto a sus hermanos Fobétor o Icelos (el que asusta) y Fantaso, hijos de la diosa Nyx de la noche eterna e, Hypnos el dios del sueño y hermano de la muerte representada por Tánatos.

Con esta premisa inconsciente de la mitología, el director nacido en la ciudad de Salem (Massachussetts) construye una parábola que se impregna de los cuentos infantiles o algunas producciones con la infancia de protagonista, desde las novelas con referencias fantásticas medidas como la Alicia en el País de las Maravillas del matemático Lewis Carroll o la fémina Coraline del escritor Neil Gaiman, a ciertos aspectos góticos del sueño que Guillermo del Toro o Tim Burton impregnan a sus mágicas historias.
O la expresión infantil, esta vez de una sensibilidad masculina con matices en forma de presagio existencial, dentro de una pesadilla emocional que tiene al pequeño actor Jacob Trambley de puente entre los dos mundos. Realidad o fantasía, en otra habitación evolucionada que le sumerge en su universo especial y chocando con el carácter pragmático de los adultos en general, o el dramático de sus próximos tutores. Eso sí, con otro punto de vista diferente al que contase la notable película del irlandés Lenny Abrahamson (Room), con acontecimientos más fantásticos que aquella fantasía real y psicológica del hermetismo, y la misma fuerza interpretativa del pequeño actor en crecimiento constante.

Para algunos estudiosos de los procesos eléctricos y químicos que se producen en nuestra mente, dicho potencial psíquico o capacidad intelectual que incluye nuestra poderosa imaginación, demuestra actos reflejos como consecuencia del estado de inconsciencia o debilidad interior, y la fuerza inventiva a determinadas edades.
Desde esa cueva oscura de la que desconocemos sus límites o todo su poder real, como subyace de la capacidad intelectual o la física compleja establecida entre sus conexiones o infinitas ramificaciones neuronales que nos sumergen en otro mundo con sus propias reglas, por ejemplo, sobre la muerte. Dicho potencial pudiera ser producto de nuestras frustraciones personales y las relaciones con los demás a nuestro alrededor, como deseos y temores que las percepciones construyen en una realidad aparte y confunden la luz en oscuridad, de una forma tan verídica, que inventa imágenes tridimensionales y multicolores con nuestras dudas o frustraciones más humanas. Luego, Antes de despertar y en esta inombrada Somnia, todo parece ser posible, incluso que la infancia sea capaz de imaginar aquellos terrores del pasado en una confusión extrasensorial y transportarlos modificando el comportamiento de la física a nuestro alrededor.
Siempre con la voz sosegada o dulce del inocente Jacob y su mirada limpia para envolvernos en esta trampa emocional con respuestas metafísicas, a través de un guion firmado junto a su socio narrativo Jeff Howard, describiendo a una familia de acogida interesante compuesta por la vaporosa Kate Bosworth (Still Alice, Amnesiac) próximamente en Finding Steve McQueen, y el nebuloso Thomas Jane (El Cazador de Sueños, Vice) aquí también racional.

El pequeño actor tuvo un sueño.
Convertirse en un grande o protagonista de su vida, en una mágica carrera con las fuerzas de la edad y de la interpretación adulta en el cine. Jacob se apodera de la escena en cualquier ocasión, como un auténtico y sobrio profesional, apoderándose de una cámara que atraviesa el espejo azul de su mirada. Sencillo y lúcido, como si estuviera maquinando en una habitación rodeado del equipo técnico y de numerosos instrumentos de rodaje con su frialdad material, hasta que el juego se impregna de su carisma y simpatía para llevarle a alzar su dedo al mundo desde la Habitación, y una multitud de nuevos fans aclamaran su desparpajo y ese espíritu cándido aprehendido de un extraterrestre. Diciendo, aquí estoy yo y mis nuevas circunstancias, interpretativas o cinematográficas.
Mientras unos ojos encerrados donde se reflejaban los de otros muchos soñadores, abrieron su puerta consciente a la nueva estrella emergente, afable como su interior o aquel anterior papel de protagonista, y que en Before I Wake gira hacia otras profundidades más ex
esotéricas en la ciudad de Fairhope en Alabama, en esta producción de Intrepid Pictures, dónde los cambios significan ligeros matices en la interpretación y la evolución de una entidad parapsicólogica a través de la muerte accidental, o no. Todo se refleja en la visión particular de este pequeño y real soñador, sin sueño.

Al despertar, decidirá entre el bien y el mal, porque... ¿es su papel una especie de dios?
Podría ser, sin embargo, sus visiones representan todo aquello que conforma la existencia de sus nuevos tutores, en la percepción de un arreglo milagroso. Con una eficaz e imaginativa puesta en escena, el filme se transforma en un plató fantástico surgiendo del interior de sus mentes, inconscientes o no, e indagando en los extraños poderes entre vigilias, o incontrolables sensaciones que van desde unas bellas alas de colores y sus caleidoscópicos vuelos de fábula, a esa oscuridad enmarañada o más enraizada en el subconsciente traumático de un niño de pocos años, con manifestaciones inquietas.
En el otra lado de la irrealidad y la insustancial idea (a veces inconsistente también), se hallan dos espléndidos actores, adultos convencidos de la magia del cine y, no tanto, del juego que proponen sus reglas cambiantes y peligrosas en la película, teledirigidas por un ser envolvente (espectral, aunque no tan carismático a posteriori) llamado erróneamente o no, The Cranker. Y descubrir si estamos ante un capricho infantil o una alucinación, donde entran en acción con tranquilidad, otros resortes que aumentan la apuesta parapsicológica con tintes a lo Sexto Sentido. Quizás de ahí, su poca estimación o carácter de permanencia, ya que una visualización fantasmagórica puede resultar suficiente a nuestra mente, como la de ella principalmente y su duda existencial como entidad unida o familiar. Es decir, menos terrorífica de lo que suponía al principio.

Por ello, la banda sonora de Danny Elfman y The Newton Brothers ayudan al director a proponer este juego entre inteligente y engañoso, de identidades falseadas o secuestradas por los sentimientos (demasiado tal vez), que intentan manipular las percepciones del espectador con trucos retóricos, manipulaciones inconscientes o representaciones holográficas de alta definición que, en ocasiones, parecen ´muertas` o demasiado sensacionalistas. Si bien interesantes, ya que en el fondo subyace una historia atractiva sobre el crecimiento o el paso incesante de nuestra evolución intelectual, dejando sitio para la aparición de una pesadilla alegórica, mucho más profunda y sensitiva. Como si los sueños del pequeño, se mimetizaran con las protecciones tutoriales en su nueva acogedora estancia, a partir de aquel reflejo infantil que cambiase su existencia, de mano en mano.
Los deseos se convertirán en un toma de contacto imposible de complejas derivadas familiares, una manifestación que sobrepasa las leyes de lo conocido que invade su nueva idiosincrasia sensitiva en el hogar, o un poder de su mente que cambia las reglas de aquella jugada terrorífica, propuesta por el recientemente fallecido Wes Craven con Pesadilla en Elm Street. Aquí mucho más descafeinada (he dicho café), por tener un consumo no apropiado para la juventud del protagonista principal.

Pero, la fuerza y voluntad del joven cambiará la percepción adulta y modificará esos pensamientos complejos, por una claridad básica de la vida y el amor, enfrentándonos a necesidades incompletas o luctuosas del pasado, con fatídicas repercusiones en el futuro de todos los protagonistas. A no ser que el ´jodío` monstruo acabe siendo devorado por una cerebro menos previsible, u otro ´jodío` niño se despierte de una vez por todas... si el público tiene conocimiento de su exhibición, claro.
Está claro que, Jacob va eligiendo sus participaciones en la gran pantalla con total acierto (muchas producciones sueñan con su calidez) y no se deje llevar por la complejidad de ciertas experiencias con los adultos o el estrellato, que pudieran producir algún tipo de trauma pretérito o realidad engañosa. Cuando un juego se propaga sin control (de los padres), el sueño se puede volver enfermizo con contraindicaciones tantas veces observadas en el cine, con lecturas trasnochadas en la oscuridad de una habitación, a la altura de otros elementos químicos que producen el nerviosismo o la inseguridad. En manos temblorosas, conoceremos esa historia extendida en la realidad, al margen de golpes de efecto, sincera por las participaciones de unos actores convencidos con una nueva etapa artística y el trabajo, en busca de una espiritualidad que explique los mecanismos secretos del corazón y el oficio de actor.

En una bañera cubierta de lágrimas y mariposas que demuestran sus intenciones ocultas, como aguijones químicos de efectos alucinógenos y desvelos que mantienen encerrado al monstruo del armario;la entomología tiende al estudio de lo diminuto y sus habitantes extraños, con la textura suave de viejos recuerdos pintados por una mano inocente y blanditos peluches, que dibujan otra psicología distinta a la de los mayores. Eso es Before I Wake, una historia construida de un material blanco y negro del cine expresionista con monstruos infantiles, pero con una capa multicolor de sueños actuales.
Acaso... ¿los sueños nos avisan sobre una existencia convulsa al otro lado? O, ¿es la vida plagada de horrores que se despliega a diario? Tal vez, el futuro que desearíamos para olvidarnos de penas y faltas, para volver a creer en el amor y comenzar de nuevo.
Es una metáfora que transcribe la debilidad de nuestro cerebro infantil en formación, respecto al crecimiento inadvertido que presagia un pensamiento más complejo y la fuente de un comportamiento adulto, por ende, más racional que y imaginativo. Por eso, lo terrorífico proviene de lo real. Creo que va a ser eso... ¡Craker!

Tráiler Shut In (2016) dr. Farren Blackburn. Reparto: Naomi Watts, Charlie Heaton y Jacob Trambley.


Tráiler USS Indianapolis: Men of Courage, dr. Mario Van Peebles. Reparto: Nicolas Cage, Tom Sizemore y Thomas Jane.

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