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jueves, 22 de agosto de 2019

The Twilight Zone (Chapter I)



Click... comienzo de la emisión.
Una serie mítica que entronca con el actual éxito mediático y de crítica, de la cibernética Black Mirror, pero sin tantos cachivaches inteligentes o electrónicos. Aunque haberlos, haylos...
verdad, híbrido fascinado de Serling (1959) w Peele (2019)? Pieles.

"Ud. está viajando a través de una dimensión desconocida. No sólo de la visión o el sonido, sino de la mente, en viaje hacia un reino maravilloso, cuyos límites son los de la imaginación".
Así comenzaba oníricamente, una de las series más influyentes en el mundo de la televisión de todos los tiempos. A través de un concepto novedoso, con sus imágenes surrealistas, una figura icónica como maestro de ceremonias y aquella sintonía que se quedó marcada en el subconsciente de varias generaciones. Hoy vuelve, con la historia tras de sí, The Twilight Zone.

The Genesis.

El cerebro imaginativo del escritor y productor, Rod Serling, casi un visionario, concibió la idea y después, la restauró a lo largo de los años, hasta el día de su aparente desconexión. Que se resiste como un condenado a muerte o la vida eterna...
Pero su identidad prosopopéyica y recordada, con gravedad fingida en pantalla, vería la luz física y más metafísica, en el año 1924 en la ciudad de Siracusa, New York. Justo un puñado de años antes de una de las épocas más infectas de la economía, siniestras y proclives a la obscuridad del alma de las personas. Donde la Gran Crisis económica se llevaría por delante, los sueños de una generación, a través del paro y la desmoralización social, en general. Todo se uniría a los desastres que se propagarían en el horizonte de los años posteriores de los 30 en USA, eras de crecimiento, pero también de violencia racial e intercultural.

Tal vez por ello, una sensación personal de escape ante el horror y de frustración globalizada, casi como hoy, impregnaría los sentidos de los ciudadanos de todo el planeta, como una tentativa furtiva de despegarse de esa realidad y el espanto tras la masacre. Con el escaparate de la pobreza y una alienación que comenzaba a caminar sin pausa, aunque deseando navegar libremente por otros espacios vírgenes de la fantasía y levitando por nuevos lugares. Aterrizar sobre las conciencias comunes o habituales, de esos tópicos, a veces, grises, seres humanos.
Sin embargo, para el escritor novel, todavía faltarían otros 30 años más para alcanzar su excepcional éxito y reconocimiento actual.

Ya desde su juventud, el pequeño e inquieto Rody tridimensional, comenzó esta inusitada inclinación por la ciencia y los fenómenos inexplicables, paisajes extraños que posteriormente iría desarrollando en su mente, primordialmente cerrada y distanciada, al hacer frente a escenarios bélicos.
Pero, por otro lado, viajando a través de una tierra increíble de sueños fagocitados por aquella miseria, encontró ese resquicio entreabierto al misterio y lo que acecha en la obscuridad, cierta maldad intrínseca a los humanos. Aquello imperceptible que permanece más allá, en la mente, igualmente un cambio de parámetros visuales. Y con ojos indiscretos (más otros disimulados, con el fin de no llamar la atención del exterior), observó estos movimientos culturales que se percibían en el futuro cercano, al entrever grandes problemas que se cernían sobre nuestras críticas sociedades.

Premonizó el dramatismo de nuevos conflictos, que podrían desembocar en la tragedia individual o el caos absoluto... Quizá también en una posible esperanza, según quién encendiera la luz del otro lado o pulsara el botón de la imaginación.
Entonces, tras un paso por las nubes incendiadas de la II Guerra Mundial y sus infinitos horrores, como paracaidista del ejército norteamericano dejó tras su mirada lánguida, regueros de maldad y desequilibrio social. Aquel básico hombre y patriota introvertido, se caracterizó posteriormente, con mil y un rostros polifacéticos en su imaginación, por la brillantez y la obscuridad. Abriendo su increíble percepción al otro lado de los límites conocidos, interpretando mensajes inexpertos de otra batalla oculta en su cuerpo herido, o desarrollando diferentes relatos extraordinarios que se removían desde la devastación a lo tétrico, y evitando la censura de su época.

Desató los nudos de un cuadrilátero fantástico, los nexos conceptuales conocidos o no, y la frustración, que le llevaría en volandas a la producción de aquellos alucinantes guiones, que todos reconocemos hoy como una imparable tendencia hacia la catarsis universal y el misterio. Una perspectiva creciente del miedo, de la esperanza también... ¿por qué no?, si todo es posible en la radio y en el interior psíquico.
Sobre todo mirando atrás, en el espacio profundo, después de aquel suspense radiofónico que explotó definitivamente en los rostros asustadizos, con el gran Orson Welles y su Guerra de los Mundos. Experiencia que se reproduciría posterior y visualmente, en el emergente medio cinematográfico y la extensión televisiva, alrededor de varios contextos y diferentes conciencias.
Así alcanzó la experiencia literaria y fantástica, interesándose poco a poco por, sus extraños congéneres y otros divergentes seres, comenzando a llamar a puertas de los grandes medios, con interesantes ejemplos de ciencia ficción. Girando alrededor de realidades paralelas o existencias ingrávidas, dioses y monstruos, de forma que su pasado como escritor y contador de historias alucinantes, engendraría la semilla maestra de otros autores futuros. Desde los triunfadores creadores actuales de programas de la tele a nombres de directores influyentes como John Landis, Joe Dante, M. Night Shyamalan o Steven Spielberg. ¡Lo que han crecido estos chicos...!

El genio admirado e influenciado por otros grandes autores, antaño visionarios de la literatura convertidos en enormes dominadores de la fantasía moderna, como Ray Bradbury, Arthur C. Clarke o Asimov, perpetuaron un género, hacia la cumbre del reconocimiento colectivo, muchas veces discutido por la crítica. Y algunas de sus obras firmadas, como enormes templos de la mitología contemporánea, se convertirían en obras maestras de esa próxima era de la ciencia ficción. Su consagración definitiva estalla con Playhouse 90 de la misma cadena CBS, con multitud de enormes directores y profesionales adscritos al suspense de la época, como los admirados Charles Laughton, Boris Karloff, Jack Palance y otros más frescos, Anne Bancroft, Susah Harrison o Paul Newman.
Por tanto, los seres humanos, como estos monstruos, y el desarrollo de ciertas cualidades ocultas o habilidades durmientes, engendrarían nuestros primeros tabúes culturales y filosóficos, ya descritos sobre las páginas del cómic con la estampa de algunos superhéroes y sus némesis siniestras, pongamos que hablo de Spiderman y Dr. Octupus. O del caballero oscuro y su malvado Joker.

Con el fin de entregar sus historias o visiones atemporales, novedosas y episódicas, futuristas, burlescas y abiertas a la razón de un sorprendido público, se rodeó de percepciones, ´casi` nunca percibidas al otro lado. Inundó con evasivas, el salón de estar de un protegido y cálido hogar, si bien el gran Hitchcock ya había hecho de las suyas con suspendidas e hilarantes apariciones; incluso el miedo atravesando la seguridad de sus domicilios inviolables, americanos o planetarios, tiñendo el cuarto de baño más famoso del cine, con chocolates diluidos, notas y melones acribillados. Concibiendo aquella desdoblada personalidad de Mr. Bates en pleno año 1960 y su atrevida suplantación de la privacidad, o concepción del voyeurismo enfermo, a algo terrible, comentado al milisegundo, de pánico entrecortado y muy recomendado dentro del documental ´78/52`, diseccionado por el director Alexandre O'Philippe e interpretado por otras voces.

Pero ese es otro impacto visual, que entroncará también con los divertidos programas de televisión del maestro o la raíz del suspense, diagnosticado por directores como Roger Corman y sus catálogos monstruosos rescatados de la mente de Edgar Allan Poe, solamente con unos pocos años de ventaja de En Los Límites de la Realidad y el universo de Serling.

Aniversario... y legado infinito.

De repente, todo cambió. El mundo televisivo se llenó de estímulos y rechazos moralistas, de realidades infinitas que mutaban en fuentes magnéticas o telepáticas, para el despertar futuro o renacimiento del género fantástico en varias dimensiones. Al novedoso concepto entre la metafísica y la sociología, entre lo perceptible y lo mágico, psicopática o desencadenada a la irrealidad que se esconde, y que sacudiría a aquellas conciencias apalancadas en el escay, igual que plantas... ¿recuerdas Invasion of the Body Snatchers de Don Siegel? Casi premonitoria, con la teoría dominante del escritor Jack Finney y su antecesor el gran Philip K. Dick. Otro creador de ilusiones.
Hasta crear un fulgurante proyecto o concepto televisado, de nivel no exclusivo, directo a las miradas indiscretas, interesadas en lo inexplicable, como ventanas reabiertas al misterio, los descubrimientos, o el crimen. Duchas de realidad, vértigo a lo desconocido o lo inquisitivo, a la ciencia experimental, a nuestros ´queridos` monstruos. ¡Ah, recuerdos que resisten...!, ya, varios aniversarios de puertas triunfales a lo desconocido.

Sus escenas pertenecen al pasado, pero poseen la fuerza inmortal del cine, con una indescriptible sensación de libertad creativa e imaginación sin escalas, ni razas. Cuyas cuatro fronteras son los bordes de la pantalla y los rayos conceptuales que atraviesan el cerebro del espectador hacia esa Twilight Zone de referencia fantástica.
Las materias tocadas son, tan variadas como las adulteraciones de la personalidad, o las involuciones sirviendo de base a una reproducción inagotable en el tiempo (ves comediante, lo negro en el alma), o cualidades básicas de la virtualidad actual del cine y la televisión. Atraídos por el disfraz, las máscaras humanas, sombras y los no desvelados, la suplantación del verdadero destino de sus personajes, como Robert de Niro´s haciendo de Louis Cyphre o en el Rey de la Comedia, con un comediante que persiguiera la chispa de Mr Lewis, otro Lenny de Bob Fosse y la caída interpretada por Dustin Hoffman... En fin, el sarcasmo del mundo, sobre el futuro de nuestras sociedades inteligentes, con sus victorias parciales, debilidades profundas o sangrantes errores.

En aquella etapa visual de los 60 y posteriores, hoy aniversario, se manifestaría el dolor o el miedo, penetrando en el interior del cerebro como un movimiento sísmico, inundando las salas plagadas de psicosis, gritos y otros elementos psicológicos. Curiosamente más desagradables, aún por venir y quedarse con Nosotros, paralelamente a la realidad cotidiana. Una manera de visualizar nuestros pavores ancestrales, gigantescos, acompañando a seres humanos desde la divulgación de mitos o cavernas profundas, remarcando unos defectos individuales que Serling compusiera, desde dentro, y esa descomposición luciferiana. Si bien, en el fondo, con problemas colectivos que, forman parte a veces, de teorías no tan inteligentes como supondríamos. Los que el autor neoyorquino imaginaba tan brillantemente, como retrataban sus camaradas de la Galería Nocturna en color, alrededor del Planeta de Simios, desde el comienzo con profesionales de la televisión como Robert Stevens o Allen Reisner (El Avispón Verde) a los Bob Balaban, Christian Nyby, David Ellis, Jack Smight, Don Siegel, etc.

Desplegamos sus capítulos, como páginas de un universo impreso, a través de historias superpuestas que iban de este realismo más humano con su decadencia, a la ocultación de los hechos, es decir, a la suspensión ingeniosa del resultado en nuestros cerebros con incertidumbre. El practicismo de los sentidos queda delimitado a una existencia incompleta, coqueteando con otras presencias, penumbrosas, foráneas, extracorpóreas o diabólicas, como un buen aprendiz deslumbrase con un relámpago, ante el gran Maese de lo impredecible.
Así Mr. Serling, asomó a la ventana desconocida e inició una nueva era de la tv, acompañado de algunos de los rostros y ánimas, más representativos dentro del género fantástico o, rescatados del western como Dan Duryea, Lee Marvin, Rod Taylor, Lee van Cleef, James Corburn o Dennis Hopper. Husmeando en la esencia pasional o monstruosa de estrellas como Claude Atkins, Ida Lupino, Martin Landau, William Shatner y sus 20-30 mil pies de altura, John Anderson, Martin Balsam, Vera Miles, Agnes Moorehead, Mickey Rooney, Jack Warden, Burgess Meredith, Carol Burnett, Jack Klugman, Veronica Cartwright, Pleasence, el Telly Savallas "pre-Kojak", Ron Howard, Sidney Pollack o Robert Redford pensando en indies futuros, Elizabeth Berkley, Forest Whitaker, Jeffrey Combs, Rory Culkin, Paul Mazurski y el gran Robert Duvall, antes de mojarse en playas de Vietnam o firmar por El Padrino.

Fue la Dimensión Desconocida, no de un hombre, sino de una sociedad que convulsionaría drásticamente en lustros posteriores. Así, Rod Serling instaló la desambigüación del misterio dentro de la mente o en otros mundos, nos fue descifrando su método intelectual e imaginativo, con toques clásicos y osadía narrativa, hasta lograr ser reconocido con 6 premios Emmy´s, por sus complejas teorías y divertidos conceptos visuales. Gracias en gran medida, a saberse rodear de profesionales en distintos campos, desde profesionales del maquillaje como William Turttle (Rebelión a Bordo, El Jovencito Frankenstein), compositores como Jerry Goldsmith y Bernard Herrmann, hasta directores de renombre como Jacques Tourneur, Mitchell Leisen, Robert Parrish o Richard Donner. También referencias de la pluma como Richard Matheson (Más Allá de los Sueños, Soy Leyenda), el mismo Ray Bradbury y Charles Beaumont (The Intruder, La Máscara de la Muerte Roja), que disfrazaron de ilusión, aquellos miedos mortales o inquietudes metafísicas o sociópatas, que suenan como un martilleo que nos impulsa a apretar el botón. Tantos nombres y personalidades, que sería una temeridad, hablar de todos y todas.

Mediante alternativas no concretas o narrativas desconocidas, buscó la excelencia de ciertos maestros y la admiración de discípulos, sin perseguir grandes vidas, retos imposibles o extendidas trilogías mediante mismos protagonistas. Fin y a otra cosa... o vuelo, Mr. Butterfly! Así, los cuentos podían volver a comenzar, una y otra vez, añadiendo teorías, ramales espaciales o significando otros rostros, contrarrestando la lógica de la definición con composición abstracta, desmitificando al monstruo clásico o creando otras amenazas externas o profundas como las conexiones sinápticas.
Por infinitas vías sensoriales nos atrajo y condujo, en pelotones generacionales contra la épica dolorosa de conflictos humanos o las crisis identitarias personales, recreadas por la imaginación o la enfermedad mental. Dependiendo de nuestros pensamientos más críticos y los desajustes patéticos de la personalidad que empezaban a ser conocidos y estudiados... analizando, nueva temporada Mindhunter, click.

Interacciones fabulosas de la singular existencia de sus personajes, tal que brumas despejadas en el cerebro, o asesinas, se revelaron. Esas cualidades ocultas aparecían en la pantalla, de manera poco efectista, estilizada o tendente al surrealismo, más bien, sintiendo el espectador, su penumbra mágica y terriblemente atractiva. Tanto como una sintonía catártica... ¿Eh...? Ni no, ni no, ni no, ni no
En efecto, se cumplen sesenta años de aquella primera emisión, entonces catódica, conducida por la inteligente visión de un genio y su adelantada capacidad para contar historias para No Dormir, que fue y es recordada ahora, felicidades a Rod Serling y familia.

Un ser superior de la tele, gracias a sus cuentos y asombrosos remates, a su característica firma personal, a la presencia desdoblada, a la grisácea ´certeza` o conspiranoica idea, a la incipiente paranoia racial de Twilight Zone.

Pasado y Futuro, de TV.

Dos creadores se dan la mano hoy, como lo hicieron otros en el pretérito, sobre este entretenido invento que toma nuevos impulsos, recalculando las coordenadas del éxito y, que se reinventa únicamente con creatividad. El blanco y puro elemento creativo de Rod, y el negro revés de la sociedad, se ve aumentado por Jordan Peele (Oscar por Get Out, Us). Manifestando su pasión o devoción por el suspense psicológico, la crítica social y la admiración por la figura del maestro Mr. Serling y su espacio de penumbra.

Por consiguiente comienzan sus narraciones temporales, mediante la difusión de esta sobredimensionada realidad que brilla en el pasado. Con producciones más tórridas, calóricas y encolerizadas o, rarunas, en el reverso gélido, contra la sociedad creada, según los actores elegidos para el encuentro o los ambientes dramatizados. Desde la ruta 66 (mítica en televisiones) o el horizonte nevado, hasta ese lugar oculto de la mente con sus terribles efectos sobre la convivencia moderna, quizás los mismos que ayer.
Llevados como antes, con mayor o menor descaro, deslumbramiento, pero siempre un interés que sobrepasa los límites de lo perceptible o descriptivo. De una serie que daba un paso significativo hacia el infinito o la nada, primero hacia un sorprendido espectador norteamericano que, durante aquel 1959 y después, trataba de encontrar otras respuestas. Después a la reflexión interior o con otros excitados. Existían los extraterrestres o no, ahora en la cara oculta de la Luna, ya que tenemos todo el paisaje plagado de satélites en la estratosfera y más allá. Luego, la solemnidad impaciente hasta Narciso Ibáñez Menta y los suyos, recalcitrante travesía y retrasada por estas latitudes, en el año 1961 de grisácea televisión española, por los aparatos. Digo.

Seguramente, en ambas direcciones, persiguiendo la efigie del maestro del suspense y su método de sorpresa, metido en su ducha con ojo puesto en la ´adorable` taxidermia en blanco y negro, y la estrella. Sus otros velados retratos espirales del crimen, que se van con el agua pero resuenan, más, memorables o humorísticas apariciones alrededor de la mítica figura, burlona sobre todo, y sobre aquella longeva emisión desde 1956 en el magnífico programa, Alfred Hitchcock Presents...
Acciones frente a la cámara que, nos recuerdan comienzos psíquicos y demás retos físicos, dirigiendo su mirada hacia la interpretación, algo que tienen los tres en común como el suspense. A lo mejor sincronizados, al pensar en las escasas posibilidades de labrarse un porvenir como escritor, dentro del universo literario de su época, o para desarrollar una escritura básica en sus primeros guiones, que por otro lado, les volvería terriblemente osados, al tentar a la cámara, remover, descomponer y volver a montar... renovadores de los textos primerizos de la literatura juvenil de terror, de los Grimm´s o de la fantasía para adultos con cierto espíritu infantil. Eran y somos como niños... ¿verdad, Mr. Orson?

Al igual que otros visionarios, rotundos y vigorosos realizadores, más bien orondos con el volumen de sus trabajos y esfuerzos creativos, Serling se vio caracterizado alrededor de algunos comportamientos más extraños, que toma como suyo Mr. Jordan y sus proyectos. Declamando en los ambientes oscuros de la fábula o el teatro, lo cómico y patético, hasta la crítica más inexplicable o rancia, soportando las presiones de los productores; posiblemente, llegando a cuestionarse el oficio más de una vez, fabulosa representación de la terquedad y el coraje, con que redimirse, hasta su propia defunción pública, deseada por algunos. Sus ´malinterpretadas` interpretaciones sobre el escenario eran caviar negro en tapa blanca, incursiones osadas que darían un empuje sobre asuntos que le atraían y resonaban en su cerebro, enclavados en su carácter extrovertido en apariencia. Indómito, guiando excesos expresivos o expresionistas del cine alemán, con marcado acento tragicómico y ese último eslabón excesivo, que los personajes llevaban enfundados en sus disfraces históricos. Más o menos histriónicos, muy teatrales. Resultan el gran salto a la escritura y la producción de otro medio, como otros a la composición gráfica de las ideas, no escritas a posteriori, sino en continua edición.
Mr. Serling, entonces más adulto ya (puede que no maduro en el sentido estricto de la imaginación), pronto se lanzaría a ciertos viajes más próximos a la omnipresencia ilógica, la experimentación y la fantasía. La inclinación que le caracterizaría hacia lo oculto, diabólico, con los temas controvertidos o las acciones más indeseables de sus extraños héroes o la brillantez de sus víctimas... en escalas siniestras o difusas de la mente, y esa amplia resonancia en el día siguiente, al otro lado. En la nuestra...

Justo residiendo después del clímax, aterrizaban sus atractivas ocurrencias, en el interior de nuestras cabezas, que no tenían cabida normalmente en los medios habituales, por el menosprecio de esos chupatintas en contra de dicha cuestión imaginativa o sorprendente. Con su imagen estirada y cultureta, de agradecidos cerebros o trasnochados, "gafapastas" de época, que serían objetivo de autores como Hitchcock, Welles o Serling, rieron e imaginaron otra narración. Alejados de la especializada crítica, a su vez reticente con este ente mediático y su imparable crecimiento, determinante en la cultura del siglo XX y demás, cultivando variadas esferas del entretenimiento próximo y sus múltiples formatos. Como el indie patentado por Orson y descifrado en documentales como This is Orson Welles que recuerda su inmensidad cinematográfica y humana, o la de Kubrick y su chófer comentando las jugadas más enternecedoras e íntimas; junto a otras caras del arte, relatadas por Mark Cousins en el titulado "The Eyes of Orson Welles", además con su atracción por la experimentación cinematográfica, como queda demostrado igualmente, en la edición de su trabajo inacabado "Al Otro Lado del Viento"... Fin de la cita.

En definitiva, una cualidad solamente al alcance de algunos superdotados o privilegiados de mente para la creación artística... que no dementes... o sí. Técnica y admirativamente hablando, por supuesto.

El Testigo en la Zona.

Fue el siguiente salto estratosférico, desde las tiras gráficas de los periódicos o la aparición de los míticos cómics, con sus historietas plagadas de héroes o personajes de otra dimensión, mucho más atrevida y colorista. Desde las Weird Tales o Amazing Stories hasta otros títulos mágicos que abrirían un gigantesco mercado de seguidores acérrimos, como las ilustraciones profesionalizadas de un 1984 o las salidas de "tono" de Comix Internacional, junto a los objetos mágicos de un Tótem o las relaciones caústicas de un buen Víbora.

De igual manera, abriéndose de par en par como las antiguas páginas en blanco y negro, luego lustrosamente coloridas, fomentarían todas las inquietudes del planeta Tierra y alrededores, proponiendo distintas alternativas narrativas que adelantaban a las generaciones a grandes trancos. Donde todo parecía descontralado, caricaturizado, hasta cierto punto o esa condición de locura generacional que intercambiamos, mutando aventuras por estados de la mente o estados de ingravidez narrativa, y dispuestos a multiplicarse en amenazas desbordantes. Simplemente, la enorme y eterna... incógnita.
Por ende, la evolución conceptual o intelectual de un Rod Serling, que se encumbró como una figura esencial de lo fantástico, con sus alucinantes argumentos sorprendiendo a los medios referentes y la misma evolución de la ciencia ficción. Tal y como hiciera Kubrick con sus visiones espaciales y osadías técnicas, como hizo Orson fotografiando a sus personajes desde abajo, o el mismo Hitchcock con aquella escena fragmentada para el impacto, en la ducha, tras la cortina... invadiendo el espacio exclusivo y mental, del personal en las salas y llevándoles más allá del territorio, suspense.

Sin duda, marcaría el comienzo de otra métrica en las series, visual y conceptualmente, que cambia la estética de la caja tonta o la única verdaderamente plana, entonces, la cinematográfica. Y sin embargo, una figura tan desconocida entonces, antes del despegue, como lo es nuestro porvenir como especie inteligente, dirección Marte... o no.
Ahora regresa la percepción de Twilight Zone, reinterpretando la pasión de aquellas míticas temporadas (156 capítulos en varias décadas y un filme en 1985) a través de la presencia del director Jordan Peele, resonando como próxima voz en Toy Story 4 y cara principal del filme Abruptio de Evan Marlowe.

Un reencarnado racial y endiablado de Rod Serling, con la intención de mover las conciencias a nuevas generaciones y abriendo la puerta a otros profesionales y artistas, y atraernos a su universo con sus recordadas palabras.
Con ellas movemos los goznes televisivos de 10 nuevos capítulos más plasmáticos, con los que traspasar la frontera psíquica hacia lo indeterminado y penetrar en la efigie mítica de su creador, porque... Las cosas naturales y nuestros pensamientos, no son lo que parecen a simple vista.

Para muestra un botón, Rod risueño con una joven Jodie Foster en el rodaje de un capítulo de la serie Ironside en 1972. Juventud y experiencia, la combinación de la existencia.

Suspense... de Serie.

La CBS Televisión Studios ha rescatado las sombras humanas y otras, con la producción de Genre Films y MonkeyPaw Prod., gracias al esfuerzo económico de nombres como Brian Singer o Jordan Peele como maestro de intros y despedidas, el productor Glen Morgan de The X-Files o la misma Carolyn Serling, casada y actuando en uno de aquellos capítulos. Además con la sintonía de la idea original y banda sonora en múltiples aparatos móviles, creada por el compositor y músico, Marius Constant, que resultaba como un enorme atizador en la puerta de roble o un simple click actual y plasmático. ¡Ya están aquíii!

La intención leal, ha sido intentar remozar aquella sensación mágica de una época y nuestra atracción por lo oculto, donde Mr. Peele es un misterioso nexo de unión con ese pasado o nuestro recuerdo. Ceremonioso hasta la admiración personal, se disfraza del maestro atravesando nuestra piel y los límites de la irrealidad técnica, hasta zarandearnos con el dolor genético y algunas ideas, que ponen a prueba a la condición humana... o inhumana.
Si bien, acorde a los nuevos tiempos, ya que nunca pueden olvidar... "Al igual que el Crepúsculo, que existe entre la luz y la sombra, existe en la mente, una zona desconocida, en la cual todo es posible... Podría denominársele, dimensión de la imaginación. Una dimensión diferente, donde nacen los sucesos y casos extraordinarios, como los que ahora van a ver".

¿Qué dices, qué no es posible...?
Todo es posible en el reinado de la mente, todo es posible... in the Twilight Zone!

Capítulo 1 "The Comedian"

No sería de extrañar, que algunas de sus primeras ideas, fueran motivo recurrente para una nueva generación de seguidores, hacia esta dimensión temporal que viaja desde 60 años atrás. Para producir una misión alternativa, más racial si cabe, pero igualmente traslúcida para el espíritu pesimista de la especie, no mental, pues allí las salidas, son variadas y expuestas a tu ingenio.
Se esconden las viejas obsesiones de siempre, los pecados diversificados que enraizan en las truculentas amenazas del ser humano y su esquema de valores. Tan divergentes, como los peligros que nos rodean y una stan-up, o no, tentando con posición social y económica, reconocimiento personal y el éxito del héroe... tal vez menos, elocuente vendedor de almas.

Tan misteriosas e ingrávidas, como las andanzas de un Comediante, con dirección de Owen Harris (3 episodios de Black Mirror) y la leve comicidad de Kumail Nanjiani, sobre el escenario y bajo los focos de sus deseos inconfesables.
También las sensaciones desequilibradas que estigmatizan al personal, como las consecuencias dramáticas que envuelven un bonito espectáculo visual y cómico, hacia la burla. Algo en la sombra, dios o diablo, que te susurra al oído y condiciona tu relación con la familia, las amistades, el prójimo o el amor; cuando la realidad es que, siempre, buscaste ese éxito inmortalizado o el simple mecanismo oculto, tras una risa. ¿Te suena, Joker? Es supervivencia pintada en el rostro de un loco.
Lo grotesco que se esconde en la manga, encajando en ese otro lado del payaso-mago, que recuerda que el inicio de los tiempos cinematográficos, se enredó irreversiblemente en la identidad de un burlón, Un Hombre que Ríe. Hacia el personaje criminal idealizado en Arthur Fleck (gracias a Scorsese y Todd Phillips, más lo esencial de Bill Figer y Bob Krane sus creadores), he reinterpretado en sus inicios por el perfil tragicómico de un genial Jack Nicholson, hasta Joaquin Phoenix. Recuerda la Sombra Asesina.

Por tanto, seguimos recorriendo los caminos de la razón y la locura, derivados por el cómico solitario en el escenario ante el foso, de los cocodrilos y su existencia miserable, vejada y enfermiza, y cambiando ciertos rasgos o expresiones, para retratar el ambiente social, literario y globalmente onírico, de hoy. Uno de los diez puntos de vista, atrevidos o polémicos, que interfieren en la realización personal con el éxito, a cualquier precio, por encima de cualquier vegetal.
Otras vendrán, como los vuelos condicionados, las inclinaciones sexistas, sus derivadas clasistas, o incluso racistas, hasta el rebobinado de la historia, al extraño futuro que nos espera, de aquí al siguiente salto histórico de esta serie. Detenido sobre el mundo de los sueños o visiones, las idealizaciones sin sentido, los cambios de estado, otras visitas inesperadas; fugas incontroladas hacia el terror, tensiones políticas inesperadas, fisuras sangrantes en el fuselaje, arrancándote la vida... y sobre todo, muchas incógnitas, con que descifrar, la mente.

Unas teorías, catastrofistas, disfuncionales o distópicas, hasta el punto apocalíptico de toda la sociedad y la vida conocida, hasta la descubierta en el fango; u otras vagas, confusas como una aparición, fantasma... de otro tiempo.
¡Welcome to the Twilight Zone! de Jordan Peele/Rod Serling.


Clip Ducky & Bunny, Toy Story 4 de Josh Cooley.


Tráiler Joker, de Todd Phillips.


Tráiler Doctor Sleep, de Mike Flanagan. Historia de Stephen King, intérpretes Jacob Tremblay, Rebecca Ferguson, Ewan McGregor...


Tráiler It Chapter II, de Andy Muschietti.

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