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jueves, 13 de octubre de 2016

Star Trek: Beyond.


La Colmena Viviente del Más Allá.

Hace ya 50 años, durante un mes de septiembre de 1966, se emitía en nuestra edad moderna, el episodio piloto de una odisea o iniciación tecnológica para la NBC, con este nuevo fundamento catódico que sucedía en el interior de las pantallas de televisión (muchas de ellas en blanco y negro) creado por Gene Roddenberry. Sobre las aventuras de una expedición estelar que surcaría las lejanas frecuencias de medio mundo, claro, siempre que los hogares estuvieran conectados físicamente a las antenas del novedoso medio.
Aquella serie se basaba en los viajes de un marinero y su tripulación por los diferentes mares conocidos sobre nuestro planeta y una serie de relatos cortos llamados Marathon, escritos por el ingeniero y novelista Eric Frank Russell y asesoría del mismísimo Isaac Asimov. Ahora, en busca de otros asentamientos o civilizaciones más avanzadas o, adaptadas en esta ocasión, a otras circunstancias físicas a través de un imaginativo paseo por la Vía Láctea. Conocimiento, en un abrir y cerrar de ojos... o bifurcación de dedos. Como habían emergido de la mente de aquellos pioneros escritores de la ciencia ficción y algunos directores de cine con inquietudes científicas, como Fred McLeod Wilcox en 1956 dirigiendo aquella maravillosa odisea robótica en Planeta Prohibido o la serie para CBS, un año antes, Perdidos en el Espacio, con novedosas y amplias miras sobre nuestro peligroso futuro en el cosmos.

Sin embargo, mucho han cambiado las cosas desde esas masivas retransmisiones familiares y su aspecto se ha rediseñado como consecuencia de los avances tecnológicos que preveían entonces o la conciencia filosófica, por ejemplo, gracias a las comunicaciones inalámbricas, la velocidad globalizada o los motores de propulsión (aún no tan desarrollados como en esta ficción); igualmente, hemos perdido a algunos de sus rostros más carismáticos, desde la dolorosa pérdida de Mr. Leonard "Spock" Nimoy unos meses atrás, recordando que el fue precursor y era capaz de hacer sin problemas, el famoso saludo vulcano. Así como, la más reciente y dramática pérdida del joven actor nacido en la bella San Petersburgo, Anton Yelchin, que tras un estúpido accidente vio truncada una carrera cinematográfica y potencial artístico que despegaba con todo el viento a favor. Hoy desgraciadamente transformados, en mágico polvo de estrellas. Mi reconocimiento a ambos, descansen en paz.
Entonces, aunque el brillo de las estrellas tarda demasiado en perderse, o consumirse si proviene especialmente del universo del Séptimo Arte, en estos últimos cincuenta años, se tornan los rostros o se deforman las distancias frente a aquella pequeña y gris pantalla. Como se ha modificado, la visión que tenemos los seres humanos (y algún vulcaniano con ardores coronarios) de las etapas posibles de un viaje espacial al ´cercano` Marte, ya que concebimos otra forma de mirar el universo conocido, y más allá. Si bien nos dediquemos constantemente, a hacernos la vida imposible unos a otros, entre diferentes culturas, religiones o razas, contra lo que luchaba Star Trek.

Por tanto, se hicieron realidad algunas de aquellas ventajas técnicas y nuevos desarrollos espaciales, con la modificación de los sistemas de comunicación que manejamos en la actualidad desde el espacio, con numerosos satélites y una definición de imágenes superior, gracias a ese volumen mayor de datos a una mayor velocidad, sin pérdidas cuantiosas de calidad.
Aquella Star Trek, poco tiene que ver visualmente (excepto conceptos básicos), con esta nueva entrega titulada Star Trek: Más Allá, donde se continua el misticismo de la saga sobre un reciclaje temporal y ambiental, que empezase el director y productor J.J. Abrams (ahora en camino de otras galaxias y batallas más lejanas) o el desarrollo casi juvenil de unos personajes que han sobrepasado los límites conocidos de la fama y el éxito terrícola. Hoy, con incorporaciones racionales y metabólicas cambiantes, ya que se trata de la juventud tardía de unos personajes míticos y unidos, aunque con diferentes concepciones y personalidad, más espectaculares que profundas, o actrices disfrazadas de acá, como las marcianas interpretadas por la británica Lydia Wilson y la argelina Sofia Boutella, en una extensión internacional de la saga. Un joven actor de origen coreano llamado John Cho, y dos británicos más, el narrador divertido Simon Pegg con pluriempleo narrativo, y un tremebundo, malvado, apabullantemente conceptual y gutural, vengativo Kroll o comandante Idris Elba y sus polifacéticas crestas craneales.

Durante estos 5 decenios de Star Trek, se ha convertido en leyenda. Se han subastado las verdaderas orejas picudas de látex del científico Mr. Spock en eBay y Martin Landau rechazó el papel de Nimoy por la gran Misión Imposible, al nuevo vulcano se le han tenido que unir los dedos artificialmente, y junto al capitán Kirk (interpretado por William Shatner) serían los únicos inamovibles; también hemos transformado esta visión fantástica y la concepción del universo, llegando a fronteras inimaginables en el pasado o modificando de forma constante la apreciación metafísica del cosmos, desde lo social y cultural de la especie humana, hasta nuestra disposición frente al porvenir de la humanidad. Si nosotros queremos o imaginamos más.
Los seres humanos (y algún vulcaniano dormido) se despiertan al nuevo mundo, como harían nuestros antepasados descubridores de territorios inhóspitos, concibiendo esa nueva era o potencial, que nos lleve más allá, al igual que se hacen realidad otras cuestiones o ventajas que manejamos a diario en nuestra sociedad o enjambre de seres. Aunque los anteriores guionistas hayan tenido que ser sustituidos en las funciones de mando de esta nave, y sus tramas apocalípticas se identifican más con la aventura clásica, que pervive en la imaginación contemporánea como última frontera de ayer.

Aquí, devuelta la aventura con nuevos bríos y aromas del siglo pasado, por el buen trabajo del taiwanés Justin Lin tras la cámara, y el equipo de guionistas con Doug Jung (Confidence, God Particle) y un actor como Mr. Simon Pegg, formado en la narrativa de una cantera divertida junto a Edgar Wright, o el gamberro Nick Frost, cariñosamente hablando. Realizan las hazañas espaciales, con la idea de la biomecánica insectívora de Matrix y, además, conforman la cabina de pilotaje más famosa del universo cinematográfico, propagando su onda compulsiva contra los defensores de la federación galáctica, o trekkies de nuevo cuño. Son astros en funciones y en evolución de batallas multitudinarias que devuelvan el brillo a esta historia y a la constelación de seguidores de la ciencia ficción más clásica.
En este actual paseo por territorios desconocidos y corporales o temporales alunizajes, se enrola el mismo reparto encabezado por una generación nueva para la Flota Estelar, que en este 2016 irá más allá del oscurantismo pretérito de la anterior, con andanzas espaciales de la edad en una sostenida regresión de habilidades físicas, esto es, rejuveneciendo hacia adelante, gracias a actores como Chris Pine cada vez más carismático en el antiguo traje granate del Capitán Kirk, o el actor de Pittsburgh de nombre Zachary Quinto con sus orejas puntiagudas y más entidad, si bien con esparadrapo entre falanges, anular y corazón, al lado del estómago, y el neozelandés y médico de la saga Karl Urban o aquella imagen pretérita del primer beso racial en pantalla de televisión, con una actual y bella Zoe Saldana, no sé si con Ñ de sueño o sin ella.

Todos los factores confluyen en adecuar las imágenes de nuestra memoria, porque en esta nueva entrega de tardía post-adolescencia, lo primordial además de los rostros, es una construcción adecuada en su fondo y el respeto a la idea originaria (desestimada por los primeros espectadores que no estaban preparados para esa serie evolucionada), o sus posteriores películas algo desintonizadas o menos espectaculares que otras aventuras galácticas del cine.
En Star Trek: Beyond, con determinación, se hace una sugestiva apuesta por la diversión en todas las materias, cinematográficas y ambientales, desde los personajes y sus escenarios, como sus diferentes planos argumentales (aunque desemboquen en una habitual o típica venganza) y tecnológicos. Hasta unos extraordinarios efectos digitales que viven de esa exploración espacial y gigantesca, sobre las distancias televisivas, sensitivas y sensibles con los conceptos históricos que forman parte del universo Star Trek (incluido el dudoso avance de una teletransportación molecular en masa); prevalecerán dimensionalmente los mitos e instigarán la libertad de los pueblos y razas, con la ampliación de dichas fronteras verticales. Y, por encima de todo, significando la amistad como motor esencial de estas aventuras clásicas, ante las inquietantes amenazas cósmicas, que tienen cierto paralelismo con necesidades actuales del ser humano.

De otro lado, existen esas exageraciones o libertades narrativas permitidas en la ciencia ficción actual, claro. Aunque siempre prevalece la diversión por encima de todo lo inimaginable, para nuestras mentes oprimidas, más allá de la pertenencia social o las posibles amenazas cósmicas que podamos hallar en próximos viajes, con la USS Enterprise u otra de nuestra invención. Pues, el director Lin establece el futuro de la saga galáctica con una brillante puesta en escena y esa relación entre especies, agilidad en un montaje altamente cualificado y brillante fotografía, como ya hiciera en la segunda temporada de True Detective. Más allá de otras consecuencias apocalípticas (con matices exclusivos) o emociones entre las parejas protagonistas y sus amoríos, la saga Star Trek parece avanzar a esa buena velocidad warp, que le permite el entretenimiento ilimitado de batallas épicas y paseos atemporales por territorios extraños o nuevas Tierras latentes, gracias a un enjambre concebido en una realidad superpoblada, o esa tensa convivencia de especímenes en el mismo espacio, con una mirada hacia un trekkie más evolucionado y desarrollado mentalmente.
Porque en esta última entrega, en nuestra post-adolescencia marchita, lo primordial es el desarrollo consecuente que nos viera crecer en cualquier dimensión y una aventura bien construida, con el acicate del espectáculo visual que maneja un respeto conceptual y la fidelidad por la idea existencia o aquellos temas en que profundizaban los guiones. Aspectos la plasmación de profundidad mediante convincentes efectos digitales, vivencias digitales acordes a una buena exploración espacial y sensitiva, o la primordial extrapolación corporal del tiempo y cierta idea shakesperiana, que desemboca en venganza tomando caminos propios de Star Wars, como la sublimación de la amistad, la traición y la posterior redención, el renacimiento de las propias cenizas, sobre todo, el cariño por esos hechos históricos que forman parte del universo Star Trek y su mítica banda sonora.

Por consiguiente, algunos dudarán, pero divertidos con Star Trek: Beyond, donde continuamos el camino emprendido en la televisión y diferentes adversidades terrestres o determinados aciertos por el cine, mediante un reciclaje de la saga en manos de este director Justin Lin (antes de lanzarse con nuevos anuncios sobre un nuevo caso Bourne, Highlanders, los juguetes Hot Wheels o, incluso un Space Jam 2 con Lebron James) y esmerados efectos digitales sobre Vancouver, Seúl y Dubai, de esta generación coproducida por Paramount, Skydance Media y Alibaba Pictures, que comenzase con el poder y la imaginación oscura de J.J. Abrams. Ahora productor solamente ante su expansión por otras galaxias y su lado oscuro.
Lin es ese último eslabón de la evolución o la penúltima frontera conocida de Star Trek como futuro de aquel episodio llamado "La Jaula", hasta ahora, con aventuras más espectaculares y derivas o comportamientos extremos, más allá de, consecuencias temidas por la transformación de la materia viva o de conflictos, entre amor, amistad y esas diferencias raciales o marcianas. Ya que avanza a una adecuada velocidad ´warp` y mucha eficacia visual, hacia el entretenimiento combinado de láseres, escudos antimateria, mentes y estrategias comunales, en formaciones de enjambre como otra forma de concebir la realidad. O la multiplicación de nuestros factores, allá arriba y adelante, como decía la canción de la Locura.
O esa otra, compuesta por Alfredo Le Pera e interpretada por Carlos Gardel, más o menos decía así:
´cincuenta` años no es nada... que febril la mirada, errante en las sombras, te busca y te nombra. Vivir y... Volver. Star Trek...
si bien nunca fui fanático, ni me consideré uno de aquellos trekkies almidonados... sólo puedo decir, hasta el infinito y otras cinco décadas más allá... digo... LARGA VIDA y PROSPERIDAD.

Star Trek Theme.


Star Trek Beyond - Sabotage (Beastie Boys)


Live Long and Prosper: The Jewish Story Behind Spock, Leonard Nimoy's Star Trek Character.



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