Este no es un post, para comparar calidades.
Cuando pensé por primera vez en la película Project X (Warner Bros.com), me dije que sería como cualquier otra sobre fiestas de alocados "niñatos". Este calificativo no es de menosprecio, creedme. Todos hemos tonterías en una edad temprana...
Pero, sin embargo, cuando ví su trailer me pareció que el tratamiento (aunque con humor sobre sexo y drogas) podía ser distinto. No me equivoqué, su ritmo y forma de desarrollar la historia es completamente alocado, alucinatorio y divertido.
Y más aún, cuando me enteré que su realizador es de origen hindú, Nourizadeh Nima. Con mezcla de nacimiento en Londrés. El resultado es un trabajo que puede sorprender a más de uno. Entre los cuales me uno.
Por eso, a lo mejor ha tenido críticas muy dispares. Otra consecuencia de su temática entre el documental casero, la sublimación de la popularidad y la crítica a la irresponsabilidad (tomada eso sí, muy libremente, y de manera burlesca). Me encantan esos puntos entre el protagonista, el joven actor que trabajará mucho a partir de ahora Thomas Mann y sus padres peliculeros. (Curiosidad: este actor es homónimo del gran escritor alemán autor de La muerte en Venecia o La montaña mágica).
Pues, al igual que en la película Project X, quería dar un aire distinto a mi comentario sobre ella. A ver si lo logro.
Como bien dije, nunca pensé que me gustaría un film que tratase sobre las raves, con música disco, alcohol y drogas y sexo entre adolescentes. E, igualmente he escrito que me sorprendió este film. Chavales de ambos sexos zambulléndose en el consumo abusivo, pero quién no ha asistido alguna vez a una "rave". Yo, desde luego, he estado en ellas.
En cambio, en esta historia se lleva todo hasta el extremismo. Quizás, la diferencia radica en la localización. Las fiestas como las que normalmente se disfrutan por otros lares, se hacen en lugares más sencillos. En Project X, todo trancurrirá en una urbanización de nivel en >Los Ángeles, California. (Todavía recuerdo como un niño, mi visita a dicha ciudad. Pasear por Hollywood visitando los lugares sagrados de la cinematografía americana).
Volviendo a la película. Su tratamiento es una explosión de diversión, con un increscendo de locura juvenil que no da tregua al espectador. Pero, puede caer en el rechazo de plano de mayores con pocas ganas de pasarse de la raya. Padres algo diferentes a los protagonistas de este desastre familiar.
Pondré como ejemplo, otro film, bastante diferente. Pero, con conexiones...
El Guateque, de Blake Edwards. Una maravilla de la carcajada.
Han pasado más de 50 años de que Mr. Edwards rodará al genial Peters Sellers, cargándose una fiesta a base de divertir al personal. Guiando a un grupo de personas hacia el disparate, con múscica hipnótica de la época. Una fiesta hippy con todas las de la ley.
Lógicamente, no trato de compararlas en su calidad cinematográfica. Aunque una es una obra maestra y la otra, una interesante propuesta. Poseen ambas puntos en común evidentes.
El personaje principal de las dos películas, se ve atrapado y engullido en una maravillosa fiesta que ambos se les va de las manos, por la irresponsabilidad. Uno ya es mayorcito, pero teniendo la cara de pasota mete-patas de Peters Sellers se acercan las posiciones de nuestros jóvenes protagonistas de Project X. Siempre en cuenta que Sellers es fantástico en todo lo que hace, y recae sobre él, todo el peso de la película. Si ésta hubiera fracasado, Sellers se resentiría irremediablemente en su trabajo.
Los guateques locos, son parecidos en todas partes. La diferencia cultural y temporal, entre ambas producciones, se evidencia hasta el nivel de degradación colectiva que se produce en el interior de sus casas.
Aquí, es dónde se produce otro nexo común. Las casas son tratadas como otro protagonista esencial en las historias que se cuentan. No sólo en el misterio y el terror se produce esta conclusión, las casas fiesteras reclaman su papel principal.
El recorrido por sus pasillos, de distintos niveles, por sus jardines o piscinas exteriores e interiores, por sus habitaciones... demuestran que estas residencias son de película.
Las situaciones disparatadas se suceden en sus dormitorios, cocinas y en el líquido elemento. Porque el agua se manifiesta en receptáculo de la diversión y el descontrol. Chapuzones entre espuma o caídas desde la altura están asegurados en ambas.
Incluso, en ellas se añade un elemento distorsionador y espectacular que participará con su aparición en la sorpresa acuática. De la misma magnitud "sorpresiva".
Por tanto, el humor de distinta graduación se desarrolla por las esquinas de estas, otrora, tranquilas residencias.
Blake Edwards y Nourizadeh Nima, no tienen muchas cosas en común. Sólo que el primero nacido en Tulsa (Oklahoma) fallecería en Santa Mónica, población de California con numerosas residencia parecidas a la de Project X. Pero, le une el rasgo común (en tan sólo su primer film) al primerizo director londinense, las ganas por revolver con humor las cosas. Esperemos que Nourzadeh pueda continuar en el futuro su carrera, con el mismo ritmo de éxito. Díficil será atrapar a Edwards con numerosas películas y obras maestras a sus espaldas y en muy distintos géneros cinematográficos.
Otra característica común, se establece en el catálogo de personajes que se verán avocados al desastre final. Ambos directores se han sabido rodear de secundarios que toman las riendas, en determinados momentos, de la extravagancia y el exceso. Muchas veces, en la línea de los grandes maestros cómicos de viejas risas en blanco y negro. Donde la fisicidad y el gag, se convertían en la pieza angular de la comicidad. Golpes y caídas, emergidas de atletas en primera persona. O con profesionales procedentes de las escuelas de dobles de acción, dobles de carne y hueso profesionales, para evitar las roturas de las estrellas.
En sus guiones se puede visionar un desmedido interés por la anarquía, el ataque a las reglas establecidas de la convivencia. Aunque, en Project X no como consecuencia del caos, sino como efecto potencial de él mismo. Motivos más que suficientes para zambullirse en un viaje alucinatorio y musical, en las aguas de rey Baco. Una bacanal de risas, con o sin sexo, mucho alcohol (siempre recordaremos como una de las mejores interpretaciones de un borracho gracioso en El Guateque) y destrucción del contenido mobiliario. No voy a dar más datos. Eso sí, con consecuencias divergentes socialmente para los protagonistas, y semejantes en la consecución de los objetivos sobre el sexo femenino. Pero con matices generacionales.
El Guateque, de Blake Edwards: ***** Excelente *****
El cóctel que maneja Project X es más potente, el alcohol excesivo, se mezcla con otro tipo de sustancias más destructivas. (De las cuáles se evidencia alguna falta de denuncia más contundente), pero el tema está tratado como si de documental real se tratase. Y es una acierto, para una historia verdadera aunque tuviera detalles de ficción.
Aunque las diferencias son mayúsculas en el tratamiento más actual de la imagen y la banda sonora, Project X me ha proporcionado unos momentos de sorpresa muy gratificantes. Además, de un recordatorio por el humor envolvente de diferentes épocas cinéfilas.
Un viaje alucinatorio por los caminos "extasiantes" del hippismo.
Una interesente propuesta con el sentido del humor gamberro.
*** Interesante ***