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domingo, 21 de agosto de 2022

The Dark Crystal: The Age of Resistence, by Jim Henson`s. Season I

 


Unos años antes de que David Bowie se deslizara por el Laberinto junto a una juvenil Jennifer Connelly, sus manos ya se habían deslizado por el interior de otros personajes, no menos vívidos, alegres y cantarines... Todo comenzó para Jim el Prestidigitador de los dedos mágicos, con unos entrañables amigos y un Barrio Sésamo abierto a todos los públicos.

Sin embargo, para un genio intrépido llamado Jim Henson, The Dark Crystal fue su primer largometraje completo para la gran pantalla en 1982. Una era fantástica donde triunfaban historias como el Conan de John Milius, Poltergeist y su fenómeno bipolar, los espacios de La Cosa, Tron, El Extraterrestre E.T. y, más allá de nuestra imaginación, la visionaria Blade Runner (en la cual sigo pensando que no existen buenos ni malos), sólo mentes precursoras... también se desarrolló Grease 2, a la sombra del éxito anterior y la pareja musical de Travolta y Olivia Newton-John, pero eso es otra cosa.

Pero  siguiendo el curso de su imaginación y la mano de Frank Oz por aquellos tiempos de magia, y la maestría cómica también, en la manipulación de marionetas, nos volvemos a zambullir con sus escenarios móviles a través de la literatura infantil y juvenil. Ya que, aunque la historia continuó hace un par de años para los más avezados o adinerados, ha vuelto a mi persona en estos momentos, con una especie de ilusión anacrónica... Algunos lo llaman, Nostalgia.

Como todo en la vida relevante, comienza con la orquesta y sus fanfarrias épicas, a lo grande... y alguna lagrimilla, como buen nacimiento o río de la vida. Si bien se dice que, como todo lo artesano, se tardaron unos cinco años en volver a levantar toda la producción necesaria para esta serie mítica y la elaboración adecuada de todos los elementos y personajes basados en aquella película, ahora en lo que llamamos una precuela de su historia. Es decir, un esfuerzo mayúsculo, además de la imaginación preferente de su creador Jim Henson.

Hemos crecido, aunque esta rivalidad mágica entre especies sobre el planeta Thra, el de las tres estrellas dominantes y su precursora convicción natural a lo Avatar, sigan manteniendo su pulso esencial durante cuatro décadas, como una circunvalación de lo fantástico, con toques dramáticos y divertidos para todas las edades, en busca de la armonía y la amistad.

¿Os imagináis la vida en una Tierra, con tres soles brillantes y todos sus rayos cósmicos, radioactivos, ultravioletas e infrarrojos, apuntando en nuestra dirección...? No, mejor que no, con el calor padecido en estos últimos tiempos...Pero eso, es otra historia vital, que no tiene que ver con el Cristal. O sí, quién sabe...


Aquí, principalmente, hemos venido a divertirnos y emocionarnos con la memoria de aquellos pequeños héroes divididos en clanes, que salieron de los primeros cuentos con duendes de bosque clásico y hadas, frente a amenazas supremas, mandatarios controladores y terroríficos, en pie eso sí, porque su estructura se lo permite... Junto a atribulados seres "manipulados", que vagan por esas tierras encantadas con humor, y sobreviviendo en un territorio incendiado por una amenaza apocalìptica... Vamos, como siempre, ha parecido ocurrir en cualquier planeta viviente conocido, ayer y hoy. 

Que se lo pregunten a los hermanos Grimm con sus leyendas orales y sus buitres leonados o brujas en el siglo XVIII, pasadas épocas más oscuras medievales y sus terrores en la población, o las hermandades heroicas de J.R.R. Tolkien y demás grandes imagineros de la fantasía. Siempre contra un poder extraordinario, poderoso y manipulador.

Estaba en su esencia, la pasión corría por sus venas... porque creía, lo veían en el futuro desde que se metió en aquel barrio y se puso a charlar con los niños en la tele. 

Mr. Henson, y ahora su familia, establecieron las coordenadas y nos infectaron con el virus de la imaginación, para convertirse en algo más... una parte más de nuestras familias. Con risas, canciones y lágrimas. A sus pies, majestad del trapo.

Lo más vital...

Amarillo por fuera, blanco por dentro... No, allí no fue Caponata. Es Big Bird.


Lo más vital, ellos lo recomendaban... era, entre otras cosas, una buena alimentación, sana y regada de frutas, aunque a los monstruos le gustaran más ciertos alimentos. La esencia de aquellos barrios humildes, de los que encontraron la fama como Muppets y de los que nos visitaron después en forma de títeres, con visiones fantásticas sacadas de los clásicos, como los Fraggles en miniatura, las grandiosas notas de Trevor Jones y la producción de George Lucas, y esta rivalidad magnética entre los antiguos urskeks, mejor dicho sus fragmentados skekses y los lenguaraces podlings. Hoy, paladines de la verdad para las princesas del pasado, bellas, sirenitas, frozens, rapunzeles, blancanieves, y otras heroínas más anónimas, no por nombre, no menos hechizadas... caperucitas, alicias, cenicientas, greteles, rupeltiltskins, ricitos de oro, etc... todas luchando contra sus lobos.

Siglos atrás, en las epopeyas orales y cuentos escritos, eso fue lo más vital, lo que hoy denominamos, de manera errónea por una opresión actual insignificante en occidente, el "empoderamiento" y el movimiento feminista contra amenazas evidentes en cada época. Ahora el horror principal, está en la cercanía, en los seres queridos que se comportan como poseedores de las vidas, segadores de su esencia.

No sé si así lo habría pensado, Jim Henson o su hija en la actualidad, pero esos buitres que consumen la personalidad, de lo que eres realmente, es una amenazada que será difícil de eliminar y sentenciar... porque la vida, es luz y obscuridad. Ellos lo saben muy bien, o se hacen los locos.


La esencia brilla, porque es pura. Los simpáticos podlings son inocentes, pero valientes para enfrentarse a su posible eliminación de la faz de aquella tierra viviente... y chistosos como Charlot, que siempre se está cayendo y levantado, en cualquier posición. Los gelflings son otra cosa... son tribus que viven en paz con sus condiciones de cordialidad, más raciales en formas y colores, acogedores con los pacíficos, pero listos para empuñar un arma, si los manipuladores con otras intenciones insanas, se sobrepasan, asesinas inocentes o, incluso, se preparan para un genocidio.

El Cristal Oscuro, más tirando en su superficie a violeta o morado, es un agujero negro venido de las profundidades del universo desconocido, o una guerra nuclear que, ejercitada, es capaz de convertir la inocencia y la supuesta felicidad, en caos, en destrucción... Casi total, pues el mal, siempre parece sobrevivir...

Ante lo puro, lo magnánimo y lo justo, los sketses se comportan como verdaderos buitres de la política, revoloteando extrañamente sobre sus próximas víctimas. Es la autoridad que engendra las bombas del autoritarismo y la violencia... engañando, timando, urdiendo... Vamos una verdadera dictadura con muchas alas recortadas en la pantalla y muchos picos, no precisamente de máxima audiencia. Es la estrategia oculta, para hacerse con los votos de la tranquilidad, la verdadera esencia de su existencia.

Esto es el universo de Jim Henson, adaptado a las conciencias del presente y del porvenir, si no... al tiempo. Que no es gerundio, es lo único que nos queda. For ever, espero, The Jim Henson Company, para lo bueno, la amistad y el trabajo manufacturado en equipo, y lo malo... Que es escaso y legendario, como en los clásicos cuentos.

The Guy Smile... Jim.

Vamos a echar un telón sobre los terrores inhumanos, y humanos, por ahora.

Si había algo que llamaba al cerebro de Jim, era el humor y la naturaleza de las cosas, sobre todo, cuando miraba a los niños de todo el mundo, veía el futuro, sin condición, ni separaciones de ningún tipo... Ni olvidados. Lo demostró durante décadas.

Los chistes eran inocentes, seguramente como su pensamiento cuando trabajaba con los suyos, cuando componía canciones con su amigo Joe Raposo en Barrio Sésamo, muchos compositores en los años increíbles de The Muppets Show, y por supuesto, los arreglos orquestales de Trevor Jones, también conocido por otras bandas sonoras del cine, como Excalibur, En el Nombre del Padre, o El Último Mohicano. Los gags de la calle y cierta acidez adulta en algunos rostros.

Humor que compartía con sus valedores que buscaban educar con gracia y libertad, como la productora Joan Gaez y el equipo del Capitán Canguro, el guionista Jon Stone y diferentes consultores de la educación infantil, los variopintos actores que le siguieron, no su juego, sino sus juegos... y por supuesto, sus manos amigas, los titiriteros como Richard Hunt que estaría en Los Cazafantasmas, Jerry Nelson en todos sus espectáculos televisivos, Steve Whitmire en todas las películas de The Muppets y, por supuesto, otro reverenciado como Frank Oz... El Yoda de todas las salsas, animatronics y batallas estelares.


En la serie que nos propone su banda, la que construye y anda, la comedia tiene su espíritu. Especialmente cuando las cosas se ponen mal en Thra y aparece una especie de humor a dos bandas, perdón por la repetición, pero me pega. Si Jim estuviera allí, aunque creo que está, le hubiera gustado intervenir como los viejitos del palco, quizá aportando más en la inocencia. Porque esa parte, era demasiado suya y los tiempos han cambiado una barbaridad... por eso, alguno tendría ciertas dudas de desarrollar una historia con estos elementos de trapo y varillas, de trajes enfundados en una persona con carne y hueso, que se comporta como un niño.

Esto de The Dark Crystal, hoy en día, es muy especial y se nos nota en la mirada, en la sonrisa que tenía Mr. Henson trabajando en su pasión. Ya te echamos en falta, un poco menos, Guy Smile Jim.

Hasta esos fallos que pueden provenir de pies, que no se mueven con la agilidad de la digitalización (puede que se hubiera podido introducir algo, sin faltar a la esencia titiritera), esto es, de la acción animada que significaría un salto exponencial que uniera dos mundos contradictorios. La mano y la memoria, la tecla y el ovillo... Ahora, un poco antes de la salida del tercer Sol, estoy empezando ha retractarme de lo expresado, volver a renderizar mis pensamientos... No, debía ser así por Jim y los amigos de una vida, porque se hubiera traicionado un poco a su creatividad y su gusto por los muñecos... Aunque eso nos cueste perder la conciencia de lo perfecto, de la rapidez sin resbalones en el piso, con sus pies de felpa... No, se habría estropeado la fuerza vital de Jim Henson a buen seguro... Aunque nos cueste perder la continuidad... según las noticias de la resistencia, abatida de Netfilx.

Así que, a pesar de las peleas internas que mantengo con el director por otros filmes anteriores, gracias a Louis Leterrier también, por mantenerse firme en conjunción con las estrellas del pasado y compartir la experiencia.

Ernie, el Oscuro.

Cuando fui a ver el primer largometraje de The Dark Crystal, no sé si me gustó. Luego he sabido sacarle el jugo, exprimirle esos dos frutos contrapuestos, que significan: lo apegado a la Tierra y sus raíces diversificadas que conectan todas las ramas, como un único organismo en supervivencia absoluta; y la amenaza que viene de fuera, pavoneándose y marcando el territorio, aprovechándose de los más desprevenidos o desvalidos. Es una raza alienígena que se acerca, sigilosamente como un depredador, como un gato, y te clava los dientes que sobresalen de sus bocas, para sorberte la esencia y dejar un agujero, donde estabas... Claro, es Alien, el Octavo Pasajero... pero con más ruido.

Menudo escándalo arman estos Sketsis, donde la parte vitriólica de Jim Henson, o la dualidad adulta, se buscó en el pasado, la compañía cómplice de un ilustrador llamada Briand Froud. Un británico acostumbrado a infiltrarse en aquellos universos fantásticos de la literatura juvenil, que perseguían ambas posturas enfrentadas, desde la antigua mitología y el miedo intrínseco de las diferentes sociedades. Era una explicación imaginativa, con la que combatir los embates, de los fenómenos atmosféricos, las enfermedades o epidemias, y de la guerra, esa compañera que se convierte en otra protagonista más, del Oscurecimiento.

Esa habilidad para el dibujo, fue compatible con los creadores que deformaron las apariencias humanas y animales, para conformar la cosmología étnica de Thra, para establecer las fronteras lumínicas de sus exteriores, castillos y selvas, y subterráneas, que producen la división entre dos universos.

Esta división, antes de la maldad concretada en los sketsis y sus comentarios sarcásticos, obscenos y violentos, es la que emerge de la fractura cristalina, creando esa raza casi perdida de los místicos, que tienen un sonido calmo y perdurable de la paz, y cuando canta, no es estridente como la buitreria y sus aguijonazos, digo picotazos... sino, que emerge de la tierra y la espiritualidad, como un australiano, didyeridú. Por no hablar de otras criaturas terrenales, peludos, zancudos, arrastrados, rotatorios, veloces, voladores, vamos seres a manta.

El gran Oscurecimiento siempre está ahí, rondando y drenando la naturaleza de las cosas, como una espiral de muerte. Incluso en The Dark Crystal, the Age of Resistence, coexiste con elementos tan inocentes, como se significara y contase tras los telones caídos del tiempo con aquella pérdida de Barrio Sésamo, donde los niños no tenían porque enterarse, pero si comprender que es, no existir o dejar de ser...

Los residuos, se convirtieron en pequeños Ernie´s, revisitándonos en un viaje triastral, piramidal como los vampiros que succionaban la esencia de los visitantes de Marte, en aquella película (casi experimental) del director Mario Bava. O la frialdad en la alimentación de aquellos seres de la visita exánime en Lifeforce, que nos forzaban a mirar al cielo, como miraron los seguidores de H.G. Wells u Orson Welles, y más allá, junto a Tobe Hooper o Steven Spelberg... todo se conecta, por tierra, mar y aire. Por no hablar de ataques arácnidos o los numerosos zombies, que no tenían conciencia de sus actos, llevados por sus impulsos, más básicos, aunque realmente estuvieran manipulados a distancia... Bueno, simplemente por la mirada compulsiva y salvaje, de George A. Romero.

El Oscuremiento siempre estuvo ahí, desde que George Lucas se conectara con Jim, por un momento en sus vidas, sintiendo que los midiclorianos eran un factor a tener en cuenta, para esa Fuerza Vital, que engendraría unos seres unidos, contra el Lado más Vader, o Dark Sidious. Otro Emperador de narices, con todos sus técnicos alrededor, secuaces como apóstoles del mal y la barbarie de una estirpe milenaria, mientras la voz de sus ecos suena en una batalla galáctica.

Entonces, aparecen las voces significativas y alguna reconocida, de intérpretes de carne y esencia, como el conspirador Simon Pegg, polivalente en diferentes espacios Mark Hamill, por no hablar de la candidez de Sliivs Vikander o Anya Taylor-Joy, y visitantes de otros mundos, como Jason Isaacs, o Helena Bonham Carter, y un cantarín Taron Egerton... Hay gustos y caras que ocupan este cristal, para todos. En todas partes, en el mismo espacio y tiempo. Brillante o sombrío.

De ahí se alimenta, aromáticamente la sangre inocente de The Dark Crystal, tiene fundamentos, aunque no lo queramos ver, porque nuestra perspectiva es la transparencia, la inocencia infantil de los trucos de magia y la espiritualidad de la unión en el todo. Cuando los depredadores, miran la carne y se relamen hasta los tuétanos, digo los espolones.

Esta es la misma historia, un poco antes de la gran ruptura, tensada por la misma cuerda de entonces, vista con el mismo ojo único de Aughra, una bruja muy Avería... y expresada con diferentes tendones, que son los mismos, la misma sangre, la misma luz y obscuridad. Igual esfuerzo y talento en perspectiva, que es la nuestra, quizás con vuestros hijos o nietos, revoloteando con sus mandos actuales.


Espero que siga deleitando a los pequeños y algunos monstruos actuales, sino sería un desencanto del encantamiento generacional que era ver una de aquella películas o abrir un tebeo o cuento, blandir una cuchara y creerte un paladín para salvar a las princesas en peligro, prometidas o comprometidas, depende de su carácter y capacidad de entresoñación... y no caer en la tentación fácil, dejarse llevar por lo práctico visualmente y dejarse atrapar bajo el influjo del reino de los ordenadores o las consolas. Es decir, perderse en la esencia que nos trajo al mundo y acariciar aquel peluche regalado, que no hicimos caso, claro, y no pulsar el botón.

A muñeco regalado, no le mires el diente... ni los pies.

Todo tiene su medida y sus tiempos, aqui en Thra, todo nos inunda con sus colores y melodías, nos hace recordar la música de Trevos Jones, los recuerdos de Sesame Street y el aprendizaje natural, sin perversiones, ni manipulación ideológica... la movilidad pétrea del Laberinto, los bailes de Bowie enfundado en un traje casi sideral, y los fabulosos Fraggel Rock con el sonido de Don Gillis... 

Todo nos recuerda sus manos, por su compañía y la sonrisa de aquel niño, recordado hasta el infinito como Jim Henson.



domingo, 7 de agosto de 2022

Pistol.

 


Desde los tiempos en que la política se convirtió en un producto de masas y se generalizó la protesta, parece que la mayoría de los adolescentes contemporáneos tienden hacia la anarquía absoluta y cuestionarlo todo. 

Creo que es un hecho, algunos estuvimos ahí... como lo es que se enfrentan a dictámenes de una sociedad que no entienden, se manipula o rechazan por sus facciones ideológico-económicas, o divisiones demográficas. Se resisten a una educación que no les prepara para ciertos desafíos y la competencia, y en algunos casos, incluso a sus familias, convirtiéndose en residuos de las opiniones de otros. Es decir, una pistola ardiente a punto de explotar...

No sé si el director de cine británico Danny Boyle, fue o ha sido anarquista en su juventud... da igual, como lo es mi opinión antes o ahora... pero lo que si parece evidente, que no trata de esconder su gestión emocional lo es a lo largo de su carrera cinematográfica. Por la forma de contar historias marginales y retratar los hechos ficticios o históricos, como si fueran recortes visuales, o un collage por cómo edita sus películas. Algunas veces de forma caótica, otras magistralmente... Su mente, podríamos decir por tanto, se comporta artísticamente... de manera anárquica.

El tema de las relaciones familiares entre padres e hijos, tiene una cierta continuidad en su carrera al lado de actuaciones rebeldes por parte de los últimos, saltando de Trainspotting y su sonora maternidad al secuestro desprogramado de Una Historia Diferente. El recurso del denominado "kill your father" es una máxima que coincide con la marginalidad y el crimen simbólico, contra los pecados heredados en su juventud... Después, de ahí, han ido creciendo algunos de nuestros monstruos, imbuidos por los fluidos y los filos.

3... 2... 1... Todos parecen observarse unos a otros, demostrando que estamos aquí, para observar y ser observados, aunque no queramos... Es nuestra naturaleza exhibicionista.

El no Renacimiento.

Esta revolución contracultural siempre ha sido blasfema y fuera de los rangos habituales, parece algo bastante moderno, pero siempre se persiguen los mismos retos desde los minoicos o los griegos, buscando la exhibición de los cuerpos o las mentes.

Así como la discusión de los mandatos institucionales es persistente, contagia con actos revolucionarios y emerge la protesta ante la corrupción política, que es mítica, desde la administración de los impuestos en el Imperio Romano y la aparición de la malversación. 
Esos levantamientos, datan de antiguos filósofos chinos y del imperio helénico entre estados, desde la primacía de un pensamiento socrático... que en la mayoría de ocasiones, convierte los diálogos en peleas. Inclusive, si te esfuerzas en sobrepesarlos, podrás identificarlos en el Gran Egipto y sus dioses...
Conversaciones... sí. Eso decían en los primeros escarceos de la Revolución Francesa y las diferentes Comunas, donde el amor desembocaría en violencia, las palabras en insultos, caos y destrucción. Quizá es una nueva forma de vida, la de siempre que llega a nuestros pies, da igual el calzado...


Definitivamente, es la cultura dividida en diferentes versiones y con diversas caras, que proporciona la protesta más radicalizada. Esto es la guerra, amigos. No, no es que la cultura sea violenta... lo somos nosotros... la aprendimos en distintos bandos.
Por ejemplo con la música protesta, ya no te entiendes con los demás, porque cada uno escucha lo que quiere o le cuentan... cada miembro forma uno de esos eslabones del folk o el rock, que vistos en perspectiva se observan más desnortados, más dispuestos a enfrentarse. En una ocasión, uno se levantó como un escupitajo que te lanzaran al rostro. Mientras por las venas recorrían el odio y la desesperación enfermiza de varias generaciones.

Para el que recibe, muchos, es muestra de asco profundo, de traspaso de jeringas infectadas y potencial marginal de posibles contaminaciones... imprecaciones, fiebres, virus... o telones de acero. Desesperación que no encuentra la esperanza, tanto como una aguja hipodérmica, sin desechar en el camino cadavérico del futuro. 
El Punk rock precipitado por grupos como Sex Pistols, se fue alejando del colorido glam de Bowie, de la psicodelia y las piernas de Blondie; u otros tan emergentes y experimentales, como Lou Reed o la expansión del heavy metal, iniciado con bandas como Led Zeppelin, Deep Purple o Black Säbbath.

Por tanto, la cultura es también obscuridad, sino que es La Odisea, Macbeth o Don Quijote de la Mancha, una obscuridad propulsada por los sueños. Frankenstein o Drácula, los monstruos con sengres alteradas, como otros modernos prometeos, se han convertido en una diversión tan gráfica como peligrosa, hasta un arma de propaganda política, con diferentes lecturas.
Hasta una amenaza personal en conversión reciclada, de todo lo construido por nuestros antecesores con sangre en numerosas calamidades bélicas y desastres... nuestros propios miedos. Depende quién tenga y quién tire la bomba. 

Pero la cultura o la música, que nos interesa, es así mismo, una marca registrada. Marcada a fuego con sus guitarras distorsionadas y sus sangres mezcladas... y que debió quedarse ahí... lejos de cuchilladas fuera de sí.
No hay futuro, decía Mr. Rotten, protestando con razón... o sin ella, quién sabe visto lo visto. Ni ayer, ni hoy... ni Mañana. No para todos, sin entenderse, sin duda. 
Parece que él fue el único que lo vio... Y le llamaban loco.

A la Contra...

Hubo un instante en nuestras vidas, presentes o pasadas, escritas con palabras o entonadas, que abrazamos el nihilismo, simplemente por curiosidad o desazón en diversos aspectos vitales. 
Pudo ser a través de la filosofía que enseñaban en los institutos, antiguamente, ya no... como un concepto existencialista que no creía en la verdad que cuentan los organismos oficiales y los medios manipulados por los poderes económicos.
 
Donde se discutían los términos aceptados por la democracia, de la moralidad o los, maltratados actualmente y reconocidos como... valores. Que son... el tú y yo, el nosotros... con la razón y el pensamiento igualitario. Más o menos, utópico o distópico, que es lo mismo a la contra...
Hasta lo que aprendimos o lo que nos enseñan, está o será cuestionado, lo hemos podido comprobar leyendo a Tin Tin o Astérix, o muchos otros más. 
Así, hasta caer en al escepticismo absoluto del individuo que cuestiona todo, peligrosamente en la marginalidad absoluta, y puede llevarnos a la pérdida de la identidad cultural o, en el caso más grave, al pensamiento catastrófico de que la vida no tiene ningún sentido. 

Hay que tener cuidado, pues la cultura puede ser un cuchillo, con doble filo... donde la libertad, se convierte en una prisión a cadena perpetua, imprevisiblemente. ¿Quién no lo ha sentido... qué artista no se ha sentido encadenado alguna vez...? Pues eso, la democracia es una cortina de humo, nuestra cortina de humo, para no desenmascarar la realidad.
Es decir, que el conocimiento no significa nada, ni siquiera la llamada libertad actual disfrazada de redes sociales, medios controlados y manipulación de la verdad. 
Y a la contra, no queda nada... nada más que la violencia, que es lo mismo que la verdad del ser humano y su historia.

El problema es que, tampoco se cree en el amor, sino en sus efectos, o se duda de la creación y el poder de la imaginación para escaparse de esas cadenas que nos enredan y confeccionar un mínimo estado de felicidad. Por que la cultura es abastecernos los unos a los otros, mediante una creación personal o grupal, por medio del arte libre, sin tapujos... ni consecuencias virales. 
Algo interior que algunos, confunden con la producción para ganarse la vida y que por otro lado, es necesario eslabón para mantenerse de pie, despierto y bien alimentado. No mantenido, no adulterado... no violentado.
Esa es la cuestión que se discute por encima de todo, ayer y hoy. 

Es una batalla que no hemos vencido aún, como cualquier distopía anacrónica. 
Desde la patada en el estómago de la música o la percepción, con los Sex Pistol, aunque ciertas personas reniegan de ella y ven provocación, por descontado en el arte también la hay, como en la guerra. A veces con sus ofrendas lúbricas no demandadas por una multitud de fanáticos, o enfadados tal vez; o sí, quién sabe lo que pasará a continuación, cuando todos encuentren el gusto por la lluvia expectorante.. 
Pasando por las ideas de un mánager, manipulador de voluntades, que moldea los roles y los gastos, buscando un sentido a sus propias necesidades, como preocupaciones políticas o sociales, que contaminan el espíritu iniciático de la creación. Hemos llegado al comercio y la tv, que es lo mismo, por mucho que te cuente por ahí.

Hasta al fin, llegar a una expresión visual a través del tiempo, que produce una estructura distorsionada de lo vivido, puede que alejada de la inspiración o la degradación real en lo espiritual, y que sirve para expresar tus propios sentimientos, tus debilidades y sus efectos artísticos. 
Una perspectiva histórica de aquella imagen tan reinterpretada... una, dos, tres veces... que luego, pueden ser nuestras vidas superpuestas. O que nunca se toquen, separadas como las ideas.
Se dice que, cuando somos niños, absorbemos todas las sensaciones que percibimos, nos empapamos  través de la imagen, los sonidos, hasta los olores o el contacto con la otra piel, esto es, el sexo. Siempre ha sido una expresión más, de la exhibición o el comercio... ya pocos piensan en la regeneración, y mucho menos, la cultural.

Sin embargo, las consecuencias son inesperadas como las generaciones de artistas, más o menos libres, como las caras poliédricas de la serie, como ver en la pantalla las interpretaciones, naturalizadas o distorsionadas con la realidad, de Anson Boon como Mr. Lydon el fantasma que aparece y desaparece (1917, Crawl), el omnipresente protagonismo guitarrero de Toby Wallace como Steve Jones, el prestidigitador Malcolm McLaren en la piel de Thomas Brodie-Sangster (Gámbito de Dama), el desheredado por bajo con Freddie Wise, y el muerto viviente de Louis Partridge (Enola Holmes I y II), interpretando a Sid Vicious... aún algo sobrecogido por aquella de Gary Oldman en el film de Alex Cox.

Äh, y las presencias femeninas en sus puestos de guerra, con o sin botas... la auténtica Francesca Mills como Helen of Troy, Talulah Riley en posición de Sex y cueros, Maisie Williams fuera de juegos y de tronos, Iris Law e hija de Jude y de la recientemente desaparecida Catwoman del underground, y la Pretenders, Chrissie Hynde, autentificada por Sidney Chandler. 
Ya estamos casi todos, con Mr. Boyle y Mr. Craig Pearce... con todos uds., los Sex Pistols.

Caos...

Mira que hay ejemplos en la historia, de crear esta sensación de vértigo y caída a los infiernos, como señalan saltándose todas la objeciones morales y bipolaridades grupales, en la serie Pistol. 
Es fácil llegar hasta ahí, que se lo digan a los propios alemanes que llevaron al poder y lo mantuvieron, al mismísimo Adolf Hitler con sus holocaustos y esvásticas radicalizadas... Un símbolo del pasado que ya no volvería a ser, para lo que se pensó con anterioridad en un principio.

Tal vez, por ese motivo y la crítica ejemplarizante contra el fascismo, que ya no se ve tanto, menos mal, es una mofa o caricatura de nuestro horror próximo en aquellos bandos. La revolución es un cambio de eje, que subyace en una parte de la expresión punkarra y perforante en la capa social, que en esa etapa londinense fue una pulsión casi desconocida, junto a la movilización irlandesa. Ambas se vistieron  con aquella etiqueta mortuoria, como en otros lugares más cercanos... Ahora no, sería impensable.

Por eso, la lucha hay que moderarla, para no quedar atrapados en el caos infinito... Lo sabemos, ¡o no! Pues bien, en otro sentido, el cultural y el pasional de la música, la banda Sex Pistols sembraría una semilla, de ése... Kaos.A ver, en dos direcciones, una mirando al exterior con todos sus estereotipos personales y establecimientos estatales, criticados y hasta no respetados, que sería exportada; y otra, hacia las tripas en sí, convirtiendo un juego en algo más peligroso. Más duro, más resignado en la desgracia y las drogas. Vamos un desastre...

Incluso tensando la balanza, después de todo y tras la fama establecida en su misión protesta, se quieree pensar en la intención de ganarse la vida... y no la muerte. Qué es una visita, no tan inesperada de ese juego sangriento en las venas.
Estando en la cartera de grandes empresas como A&M Records o EMI, mirando estrañas estrellas en el primer puesto del Londres más universal, o las listas de éxitos o las cadenas de televisión como la BBC, que no esperaban el escándalo, salvo con los Monty Phyton y su gracia artística. Lo creas o no, fue su único disco Never Mind the Bollocks.

Sin embargo, las giras, algún ego y los excesos, la animalidad acorralada de sus movimientos en la cuerda floja o jaula mediática, llegaron al súmun de lo irrespirable o admisible, cuando la sangre entra en acción y la descomposición es cuestión de una aguja oxidada, el monstruo, como un amor enfermizo.
Aquí, entra en la escena, la imagen desestructurada y compleja figura del bajista que sustituyó al incomprendido Glen Matlook, en Sid Vicious. Un extraño personaje, caótico, que se queda algo corto psicológicamente, con sus virtudes infantilizadas para la piel blanquecina y deformante de Nancy Spungen... Como bien ella lo recalca, no sé si escrupulosa o misteriosamente en la historia, "nadie me ha tratado tan bien como tú", pero referido a otro de los personajes principales.

Consecuentemente, también fue la explosión del veneno musical en ebullición dolorosa, y de la adicción en particular, que no atiende a razones, ni amistades o familias. Al menos, eso nos han cantado, con ecos conocidos o salmodientes, ahora en FX... y sin iglesias. 
No como aquel filme que te lleva a un viaje sin retorno de Sid & Nancy, pasando por el infierno mental, y que acá en Pistol, es... deberás escribirlo tú, como espectador...

Dos visiones...

Por ende, la de Danny Boyle es particular, no tan desagradable y obscura... para lo bueno que tienen los episodios articulados en el reciclaje de la moda, e incluidos sí, otros momentos románticos o amigables, hasta hilarantes de la conducta de los personajes. Acá rondan el humor sarcástico de la modernidad, como observados a través de un caleidoscopio... 
Si los diálogos impredecibles, te hacen seguir el ritmo trepidante y punzante del relato histórico.
O lo malo... es otra opción.

La que no profundiza metafísicamente en un movimiento caótico de Londres a finales de los 70, salvo anécdotas de lucha americana, botellazos, autolesión, y escupitajos, que no es arte, of course, son agresividad con maquillajes. 
Más pensamientos proactivos, que algunos derivan o comparten como seguidores o fieles al cantar, y que otros como cualquier observador al margen, no frecuentan, ni entienden... porque la música, puede y debe ser, además, otras cosas, otros sentimientos... dos formas de enfocar una guitarra. Y porqué no, una forma de vida sana. La antítesis de los viejos roqueros, que decían nunca morir...

El Punk murió en aquel concierto, tras los neumáticos derretidos por las carreteras de la América Profunda, en el reventón de 1978 por el Winterland Ballroom de San Francisco, donde se estamparon vidrios rotos. 
Entonces, la imagen del punk, no sólo surge del frío desgarro que ofrece la banda frente al Támesis y producción de la serie Pistol, sino que fue una forma de llamar la atención, rebelde con todo lo que la juventud se atreviera a ofrecer del caos y que, posteriormente, triunfaría con estéticas muy diversas, sea glam, travestismo, nuevo cabaret, la música de baile, el rock o las chaquetas del heavy metal.
Por consiguiente, aquel día antes del sueño de Río, fue el último día del caos. No de la muerte, que esperaba en el vientre de una dama blanca, como rondó a otras estrellas del rock.

Sex Pistols, sin tapujos pero reinterpretados, alternativos en su congregación y reafirmación contra el poder, que dejaba fuera a las clases más reprimidas de la sociedad. Entonces y hoy, da igual el cristal... Siguiendo cada uno, diferentes caminos, que podían haber sido variados como los vertidos, pero crearon una rivalidad antisocial en la cultura y condenados por muchos alrededor, si bien fueron absueltos. ¿Su música, lo es...?
Johnny Rotten, o podrido, no racionalmente, cambia a través de los tiempos como el genio más creativo de la banda, o lo que fuese entonces, una objeción pesada, por sus tonos, como sus cuerdas para la destrucción sónica y armónica, pisando a The Beatles o Pink Floyd.
Puede que un disco, no baste para eclipsar el sol...

Ni aunque lo posiciones en la visual... La serie recae, como repartida en gran medida sobre los hombros del guitarrista intuitivo, o a base de hostias familiares, sobre Steve Jones, fundador de The Professionals junto a otro exPistol como Paul Cock, años después; y sobre el sueño, o la conciencia musical de Crissie Hynde, determinada por las letras y la pasión sexual. 
Ella es el espíritu de la pirámide sensorial, que sería en The Pretenders, que escapando por los pelos, nunca mejor dicho. 
Y por supuesto, se expone en las manipulaciones estéticas, ideológicas y estructurales de la mente de Malcolm McLaren como provocador cultural y mánager, poco protector y poco amigo de los riesgos por contra, que gestionó las interpretaciones y le otorgó el don de una Gibson Les Paul Custon, perteneciente a Sylvain Sylvain de The New York Dolls. 
Estos últimos norteamericanos, el triángulo de la vanguardia junto a The Stooges de Iggy Pop y la Velvet Underground de Mr. Lou Reed, del que se debería visualizar el documental homónimo, como resorte creativo del llamado proto-punk y quinto elemento de la distorsión musical o la imagen underground en todos los campos de aquella etapa embrionaria.

El resto de la serie, sus temas musicales y la revolución que repercute en la era presente, es un conjunto de datos y definiciones, que alternan dependiendo de la objetividad histórica y la anécdota, alguna tan conocida como el nivel de complejidad de sus pensamientos. En conjunto o por separado, según el ojo y el collage musical de Danny Boyle y Mr. Pearce, por supuesto.

Destrucción.

Sería una versión de No Fun de los Stooges, lo que señalaría el futuro que le restaba a la aventura insegura y suicida de Sex Pistols, por una de sus patas. Una idea soltada al aire, se convertiría en profecía del dolor en carne ajena... ¿Para qué sigo con esto... Habéis sentido alguna vez que os han estafado...?

Y un Buenas Noches, que sonaba a un telón cayendo sobre el apocalipsis generado en cualquier novela bélica y familiar de William Shakespeare...
El resto es la locura, que nadie quiere sentir, la sangre que nadie desea ver fluir... y la falta de expresividad, que se resume en una lista de recuerdos, sin respuesta. Todo lo que viene después de una estado caótico, no puede ser bueno... todo lo que respira tras una sobredósis en un hospital y sus goteros, es un estertor...

Y las claves de ese paso integeneracional hasta hoy. No sabemos si están ahí... puede.
Al menos, los que sigue la división de la sociedad, a diferentes niveles, por dos partes que parecen inamovibles e irrefrenables.
Antes de convertirse en obsesión o adicción tumultuosa, con casos autodestructivos... los pasos, los conocemos todos. Y con el tiempo, las claves se modifican para adaptarlas causalmente a nuestra propia identidad, que saldrá al exterior de distintas maneras, violentas o no. Quizás, una para cada uno, como cantaba La Voz de Fran Sinatra. 
Como sintió en sus propias venas el mismo Sid Vicious, la decepción o la locura, atrapado en el sexo y la dama.

Así que, la cultura, por lo tanto música... puede ser todo eso, salvación y herejía, un ejemplo para todos los gustos, muestra de defectos o sarcasmos, para todas la críticas... para cada quién que decía Joan Manuel Serrat, en el otro extremo de la escalera expresiva, arte concebido como poesía... no como un aguijonazo o tiro mortal.
Ah y como la tienda de corte underground o Sex lacerante, con todas sus integrantes y algunos clientes ´selectos`, que desafían los límites de la estética manipulada y la expresividad. Una parte espectacular de Londres, como aquel hombre lobo... viendo la caza en dibujos animados.
Porque el look, sobre todo, es el comercio.

Todo lo contrario, es lo que pregonaban con gracia, incluso viniendo de familias desestructuradas, ciertos miembros de la banda, se convertiría en la verdad de Mr. Rotten. Y ahí, aunque con reservas de la privacidad y el desencuentro intelectual, las dos versiones tienen que terminar contando los mismo... la total destrucción. Es el Ser o no ser, nunca más, como anticipaba un cuervo bien negro, en las rimas asonantes de Poe.
Las palabras, las ideas, se las lleva el viento y no sirven de nada, pues otras llegarán... y vestirán de sábanas fantasmales... la carne y la diversión, es una escena borrosa del pasado también... como un ser en estado catatónico o ese figura espectral... paternal, tal vez.

Buena o mala, controvertida o protestada, definitivamente olvidada... pues sólo queda la música.
Y a esa, a sus voces colgantes, te aferras, como si no hubiera un mañaña. Por tanto, como si no hubiera un futuro... 
Como se condujeron The Clash con London Calling, como se obscureció Joy Division, como los espíritus de Reed o Bowie.
Aunque tú no formarás parte, ni lo entendieras... la historia se repite y los fantasmas nos visitan como las navidades pasadas, somos todos... trovadores o espectadores.

Somos imágenes en las orillas del Támesis, al otear desde una barcaza entre seres sonrientes y danzantes, a ella o la catarsis del reggae... Burlándose del ahora, de nos... Hijos e hijas que no volverán a nacer, nunca ya. Si no lo resistes, te derrotas y no existes... ¡Eso es la destrucción!
Lo que ocurrió verdaderamente con los Sex Pistols, no fue la mala suerte de Bob Marley, fue un momento de inspiración y rebeldía, como el toque de Hendrix y tantos otros...
Un telón que ocultó el futuro, aun sin existir una guerra clásica, o al menos, caos de lo que pudo haber sido... Pero, fue la autodestrucción.

No es mejor, ni peor... desgraciadamente, también existe o se produce por casualidad... o un contacto inesperado, entre lo feo y la belleza.
No sé, si Mr. Boyle ha sabido captarlo muy bien... Pero Pistol, no deja indiferente a la historia reeditada del rock&roll, ni Rotten a la marca del Joker de Heath Ledger. 

Quizás el rock, está próximo a la desaparición... con una caricatura de Disney detrás, como de la aspereza... 
Let´s go! Que dirían los otros... Los Ramones.

Cinemomio: Thank you

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