Un pintor ´iluminado`
La película Mr. Turner tiene dos figuras principales como protagonistas destacables, ambos son británicos y estudiantes en la Real Academia de Arte Dramático, dónde comenzaron sus carreras en el teatro y el cine. Además, el director Mike Leigh es hijo de un médico inmigrante judío, quizás de ahí su interés por las enfermedades y las clases sociales trabajadoras, mientras que el entrañable y estimulante actor Timothy Spall amante del arte y los retratos de personajes de época nació del vientre de una peluquera.
Estas características, sin importancia para su trabajo inicialmente, si tienen que ver con Sir Joseph Mallord William Turner, Mr. Turner nacido en 1775 y criado en las raíces culturales del Romanticismo, que durante su niñez observaría la vocación empresarial de su padre por las pelucas y los pelos.
Sin embargo, tras la muerte de su hermana pequeña a los once años, desconectaría de ese mundo hermético de cuatro paredes para adentrarse en los viajes y fijarse en lo externo, en la arquitectura y la naturaleza, en su poder para destruir y cambiar los paisajes.
Por ello, su carácter fue cambiando (aunque siempre jovial) para adentrarse en la observación y la ambigüedad solitaria del artista, pues poco después ingresaría en la Royal Academy of Art de Londres, cuando había dado muestras de su precoz genialidad para la pintura.
En 1802 se convertiría en miembro destacado de una generación romántica que exponía sus obras ante las principales familias nobles y regias de la Inglaterra victoriana.
Timothy Spall hace uno de los papeles de su vida, esperado desde el comienzo de su carrera en la mítica y musical Quadrophenia, ahora como Mr. Turner aguardando una luz determinada y los colores naturales adecuados para comenzar a interpretar su obra. Siempre atento a la fuerza de los fenómenos atmosféricos, del paisajismo cambiante y los cambios tecnológicos y artísticos, se dedicaba a tomar notas a sanguina en pequeños cuadernos de dibujo para captar el instante. Decía: “ Pintar lo que se ve, no lo que se conoce”.
En la película es difícil atrapar esos momentos de inmovilidad del artista, ensimismado con los colores y la luz, concentrado en sus bocetos y alimentado por los viajes a través de su amado río Támesis y el océano. Barcos al óleo representando circunstancias históricas, mitología mezclada entre azul cobalto y toda la gama de amarillos existente, escupía sobre sus cuadros y pincelaba sus acuarelas como un animal excitado busca un momento de placer o éxtasis.
Así era su vida, alrededor del arte más variado, desde la música que veía con los ojos, la poesía que meditaba entre gruñidos o la fotografía que abría las puertas a otra generación de artistas. Pero, como el sabía, la inmovilidad de su trabajo y las temáticas pictóricas estaban envueltas de todo lo contrario, masas de agua y aire que formaban sus pinturas o cambios drásticos en su estilo naturalista y paisajista. Cambios que provinieron, en gran medida, de sus viajes por Francia y el Louvre, Suiza u Holanda e Italia, conociendo los movimientos de sus distinguidos camaradas y tomando prestado las ideas de otros genios como Albert Cuyp, Claudio de Lorena, Rembrandt o Tiziano.
Seguramente muy distinto a lo aprendido de sus maestros Sir Josuah Reynolds y Paul Sandby, que consiguieron de Mr. Turner uno de sus alumnos más brillantes y personales de la época.
La película de Leigh también dibuja un escenario personal durante sus últimas décadas de vida, desde su enfermedad respiratoria (probablemente inducida por el ambiente húmedo de la ciudad) y las relaciones con su padre o sus mujeres. Una madre que enloqueció siendo aún muy joven, una hermana dramáticamente fallecida, una ex-mujer que desprecia su forma de vida pero ama su dinero, una criada que es tomada sexualmente al asalto salvaje y negada en su personalidad de mujer, y por último, una amante en una estancia luminosa que le lleva a una doble identidad.
Son los rasgos nasales que siempre le traen el recuerdo de otra de sus pasiones, la mitología y la historia clásicas, a golpe de pincel y comidas sabrosas mezcladas con sexo en la ventana, alcohol o drogas, identificado con la libertad del hombre y des espíritu renovador.
Leigh idealiza en su cine las clases sociales más bajas, pero en Mr. Turner se combinan con la aristocracia de las clases adineradas y su pomposidad de palabra u obra, de forma magistral y con sentido crítico. A la vez que Timothy Spall escandaliza a sus coetáneos con un proceso de abstracción y confusión, adelantando otra época caracterizada por el impresionismo, las formas y la claridad onírica de nuevos paisajes.
De aquí nacen su Ulises mofándose de Polifemo, dónde el héroe arranca el ojo al monstruo, más La Valiente Teméraire remolcada desde el último punto de anclaje para ser destruida, dónde el Sol Poniente y la Luna Creciente rivalizan por el cambio de era tecnológica, y Lluvia, Vapor y Velocidad dónde ya es un hecho la entrada de nuevos motores en la ciencia y el arte.
Obras de un maestro que tendría por delante muchos amaneceres antes de que la enfermedad le robara los últimos alientos de vida y su anticipada visión de la pintura. Después de que El Amanecer con Monstruos Marinos, quedara como tributo a los ciudadanos de manera libre y gratuita, contra la especulación del dinero y a favor de la dedicación solitaria del artista.
Aunque, actuara alguna vez como mascarón de proa de una generación contra los críticos, sus ojos se fijaban en la nariz de diosas, de manos musicales o de criadas abandonadas a su suerte, en un mundo dirigido por los hombres, pero reinado por una mujer.
Leigh ha construido su última gran película, entre la vejez marcada por los rasgos geniales de la locura, esa depresión jovial y la enfermedad, con que ha regalado a su amigo y compañero (en cinco ocasiones) Timothy Spall este personaje visionario y ganador como mejor actor en el Festival de Cannes.
Ojalá su colaboración por muchos años más, a pesar de la crónica leucemia mieloide del actor londinense, que le lleva a pensar cosas geniales como ésta: “No sabía lo que me había enfermado, pero el estrés tiene algo que ver con ello y el punto ahora es enfrentar al estrés. Hizo darme cuenta de las cosas y llegar a ser más selectivo. Estoy menos preocupado por el empleo. Realmente hago mi trabajo, por lo cual no estoy tenso en el set, porque realmente no sé lo que estoy haciendo”.
Toda una revelación y otra joya del arte pictórico y de la fotografía, como no podía ser de otro modo tratándose de Mr. Turner, cuando se disponía a preparar su último gran lienzo, junto a la ventana de su pequeña habitación de Chelsea.
Esta película es un homenaje a todo los amantes... de la pintura.
**** Notable ****
Mr. Turner – Soundtrack by Gary Yershon.
Mr. Turner and the Summer Exhibition (Making-Of)