El cinematógrafo, es un producto real
al servicio de la imaginación… Bueno, los seres humanos a través de su lente
sempiterna, han ido durante toda su historia, prediciendo, estableciendo,
creando… y por tanto, visualizando a través de imágenes para el gran público,
múltiples capas de un apocalipsis sociológico. Donde se reproducen
capitularmente, mil y una maneras, de derruir nuestras ciudades o sociedad; o
acabar de devorar una Tierra que fue consumida en sus recursos naturales. Es
decir que la humanidad y sus habitantes, serian arrasado, no tan cívicamente,
como lo fueron otros ocupantes en el pasado… y menos inteligentes, como presas
o depredadores.
Reproducciones palmarias de una
devastación climática por aumento de las aguas, asemejando historias bíblicas
sobre un padre de familia, y su búsqueda de tierra habitable. Incendios surgidos
de las entrañas de la Tierra como un averno contemporáneo, con repercusión de
grandes terremotos en superficie, o dramáticos supervolcanes de erupciones
globales, que nos vuelven a convertir en inmensa bola de nieve y su
correspondiente lluvia ácida.
Caídas protoplanetarias que levanten
olas monumentales y signifiquen la devastación de toda vida vegetal y animal, salvo
excepciones minúsculas, posibles desviaciones de campos magnéticos que impidan
la correcta defensa atmosférica, radiaciones incontroladas de esa estrella
conocida como Sol o esos increíbles rayos gamma que recorren las galaxias.
Otros bólidos, planetas errantes, como meteoros o cometas congelados, en
cadencia por interferir nuestra trayectoria. Próximas glaciaciones en el orden
cronológico, desastres ambientales como consecuencia de la mano del hombre y la
mujer… Esto es, sin género a la equivocación, el famoso cambio climático por
gases invernadero.
Virus asesinos descontrolados o
modificados genéticamente… ¡ya! En resurrecciones extraordinarias desde el
interior del permafrost, o del infinito cosmos que nos contagian de
enfermedades desconocidas hasta ahora… en el cine, fueron vainas, esporas y
plantas también.
Y de la misma materia, advenimiento
improbable, o no, de seres montados en novedosas cabalgaduras de energías
poderosas, que poseerían la intención de paralizarnos de miedo, confundirnos,
conquistarnos… o someternos como cobayas para su nutrición, con nuestros
fluidos vitales… o simplemente, el complejo, secuestro de nuestras mentes. Ya
hablaremos…
De ahí, a contar con la ciencia incluida en el género de la ciencia ´ficción`, es demasiado pedir para alguien que utiliza la imaginación. Porque pasarse de complejidad está permitido, aunque no te lo creas. Lo paupérrimo son los personajes poco definidos, o repelentes incluso.
Historia de un problema…
El sol, la estrella que se irá, o nos
irá consumiendo primero… con sus movimientos estratosféricos imprevisibles…
Pues imaginate, multiplicado por tres, uno tras otro… El verdadero problema de
la ficción, es visualizar a simple vista un cuerpo tan inmenso en cercanía y sentir tantos millones de grados centígrados…
para achicharrarse a las primeras de cambio… y cierro. Para siempre, eh.
Así hablan paralelamente de
suicidios, sin haber sentido ningún rayo del Sooool, la la láaa. Esta teoría de
muertes reprogramadas, en conciencia y manos de otros, no sé entienden muy
bien… si tanto amor, hay por todos los lados, cielos ojerosos y voces
provocativas en la tele… Qué no, que no tienen esa forma curvilínea, pueden ir
a peor. Piensa en E.T. femenino, por ejemplo. Mucho más arrugado que en AlienNation…
Es curioso cuando hablamos de
extraterrestres que, casi ninguno destruye su vivienda como consecuencia de su
participación directa o bélica, salvo… se me viene a la memoria aparentemente,
la historia oculta del Krypton de Supermán por sus creadores Jerry Siegel y Joe
Shuster; no como otros, que siempre terminan haciendo papilla su planeta. El
campo de batalla… la autodestrucción humana, programada o no, con las bombas
atómicas en la mente. Algo que vimos venir, y saludar, como verdaderos estúpidos…
deficientes neuronales.
Pues encima, en el caso de los 3
cuerpos, entre los creadores David Benioff y D.B. Weiss – de las batallas
tronales -, a la receta confabuladora del escritor Liu Cixin con el pasado
cultural chino, lo plagamos – el cosmos digo -, de esas pequeñas grandes
monstruosidades en explosión, más o menos controladas, para el viaje. Toma,
pastillas de coma a toda hostia… y encima con Rosamund Pike y Brad Pitt, poniendo la pasta sin despeinarse.
Esto es Netflix, alienado, como los
científicos que para hacer contacto, se convierten en traidores a la causa, es
decir, confabuladores contra Nos. Especie extraña ésta… así que los otros,
vienen para invadirnos, a saber con qué motivación, seremos la savia de plantas
carnívoras o los fluidos que recorran las patas neumáticas de los trípodes
tripulados… ¿o poseían cabina interior? Cara, cruz.
Para colmo, los que ponen el dinero -
no productores -, tiene el título oficial de mentecatos, prepotentes de m…
porque quién les da el derecho a hacerse con la propiedad de alguna entidad
celeste… ¡vamos, ni una parcelita! En nuestro nombre, seres inhumanos. Todo se
va descontrolando, en tal medida, que lo de menos son los protagonistas, y sus
cambios de género o personalidad, ya que el juego se está descomponiendo por
una proto-partícula, con ojos en el cielo. Creo que es demasiado, no para tres,
sino para mi body. Y sin el proyecto Alan Parson.
Y todo ocurre trasladado, entre la
Gran Bretaña y la China, pero si nunca se han entendido, ni lo harán… Adiós,
muy buenas, segunda temporada.
En el Halo… suspendido.
Con una escalera al cielo, nos propulsamos hacia el más allá, a través de aquella interesante primera temporada del Halo y su acción, para planear y planetizar dentro de una irregular constelación entre el juego y unos personajes más desdibujados en serie en escalada. Y es que algunos no interesan nada, al personal y menos los nuevos… Hemos ido hacia atrás, especialmente, en lo referente al guión emocional, la navegación y los momentos de acción. Todo parece menos trabajado o pensado… desde golpes altivos con traje que te reventarían, hasta la Inteligencia Artificial… esa Cortana que se ha vuelto una plasta, qué da la tabarra, vamos.
Y eso que están, Microsoft Estudios,
Amblin, Paramount+, 343, Showtime, Steven Spielberg, Pablo Schreiber – el que
saltara de American Gods al espacio intersecuencial -, y la McElhone, Natascha.
Que en esta segunda, no necesitan de tres cuerpos, para caer en un maldito
agujero negro. The Covenant, está maldito…
Aquí, los idiotas, como insectos
proscritos de Verhoeven – van de
espadachines, contra armas mortíferas láser -, acaban achicharrados sin
problemas de ninguna índole. Sus cuerpos son moles y se mueven pesadamente,
tanto… que te acabas durmiendo hasta la primera batalla. Todo se ha ido
deteriorando de tal forma, que va a ser complicado que remonten el vuelo. Si
bien el último capítulo, otorgue algo de esperanza, pero poca… Esto se dirige,
cada vez más, al ´wokismo`.
Las Oleadas… monstruosas.
Finiquitando que es gerundio, dos
series que se desvían de los caminos de la memoria, hacia lugares traslúcidos o
mentes sobrevaloradas.
Prefiero quedarme con las grandes
celebridades que compusieron, cerebros excelsos o llenos de destellos midiclorianos,
desde los poderes de control de aquel El Mulo de Isaac Asimov a los desvaríos
mentales en la obscuridad de Georges Lucas. Lugares lejanos, ya en el espacio y
el tiempo, donde crecieron los monstruos clásicos… o si no, no nos topamos con
los poderes de esos dominadores de voluntades de otras culturas y mitos… o no
apareció el Darth Vader, resurgido de la guadaña de fuego, como un Prometeo con
cerebro y pulmón incendiado, mantenidos artificialmente, gracias a la alquimia y la
armadura de la ciencia Sith.
Por ciencia y ligereza, no
necesitaría de los suspensores que llevan arriba, abajo, al centro y… al
ceniciento Barón Harkonnen, de nombre vampiro camuflado de Vladimir en el
terruño de Dune, de Frank Herbert. Es un noble con grasa, que ha evolucionado a
Nosferatu rotundo con Denis Villeneuve… poco que ver con la planta carnívora de
Roger Corman, salvo en voracidad y suspensión, en sus dos notables versiones. Ni
con los de La Guerra de los Mundos de H.G. Wells, que succionaban hasta los
tuétanos en aquellos vehículos cefalópodos, sin tener en cuenta las edades.
Como semidioses metalúrgicos de Lovecraft.
Estas sagas y novelas espaciales, espaciadas
en el metaverso de la industria visual, tiene más episodios sangrientos, o no
era más vampiro el conde contra Leto y los ´amantes forzosos` en la película de David
Lynch… ¿eh?
Pero primigeniamente, fue la
Literatura de Ciencia Ficción, que nos llevó a sufrir el advenimiento de los
nuevos monstruos venidos del espacio, a tienditas de los horrores o colores zombificados, con toda su
capacidad voraz de dominación. Nos trajeron simientes que crecieron hasta
transformarse en Gólem – como serían los Frankenstein, Hulk/Cosa o Giggernaut,
con moles electro-iridiadas -, aún sin arrugas en la frente, pues son inmortales sin especias. Y la sangre
eficiente de aquella hornada nueva de la Life Force, que fue sorprendente. No confundir con Life que era otro tipo de tenia o solitario, de semejantes intenciones. La conquistar del nuevo Oeste... Si es que al final, nos parecemos.
Deformes enterrados, otra cosa, nada
de dentro de 400 años en el horizonte, sino en la modernidad de los cascos
derretidos del ártico… y de ahí, a convertirse en masas devoradoras, moldeables
y viscosas, que visitaron hasta el primerizo Steve McQueen o más allá, al las
primeras producciones Hammer con el Doctor Quatermass de Val Guest y el
guionista Nigel Kneale.
En otras Fundaciones, batallas
galácticas setenteras y planetas arenosos de los 80, con o sin gusanos esofágicos, aparecerían otras
transformaciones como la entrañable y simpática, Hidden con el mismo actos al
que mr. Lynch ofreciese el papel de su vida, Kyle “Cooper” MacLachlan. Los
Aliens y Depredadores, cazadores de humanos, que si no son como nosotros con
sus trofeos, es por los ácidos estomacales o la relación simbiótica y familiar entre parásitos.
Y por último, definitivo, me he
dejado para la ocasión a dioses del tiempo, – no, no a Alf y sus gatos, ni los
lagartos de V, ni a Arnold Schwarzenegger y Carl Weathers, dep -… sino a la
existencia metafísica de Algo. Algo que no viaja, sino que parece estar, ahí
flotando… alrededor de la mente compleja de Arthur C. Clarke y la visión del
gran Stanley Kubrick, como otra creación del hombre… que parece traicionarnos
como un doctor de Dune… y sin embargo, sería destrucción, cambio… y
resurrección. Veamos Hal-9000 versión Prometeo, en su odisea tránsfuga del 2001, al 2010 de Júpiter - otra vez-, 2061 0 3001, aún
resta por visionar… más paralelogramos. Y triángulos con 3 puntas, es decir, círculos en órbita... conio de Star Treck, no has hablando... pues no.
Sin embargo, en serie, serie… nos pararemos apenas dos años antes, en el 2099 para ver las crónicas, casi marcianas… de los peligrosos replicantes u hombres lobos, y sus mujeres ´lobeznas` como mataharis o amazonas, con la nueva camada de aquella pequeña joya titulada, Sueñan los Androides con Ovejas Eléctricas…? Gracias a la gran inspiración para el scifi moderno, que significa la obra creada por el maestro Philip K. Dick. Solaris de Lem, debe esperar a que el horizonte final, se aproxime… y ambos se encuentren. El Todo sapiens y el infierno… sería una especie de Good Omens, con naves espaciales por babor.
Ahora tendría que hablar del filme El Astronauta y su deidad octopo-lovecraftiana, pero me he quedado sin tinta y no da más, para hablar de apocalipsis metafísicas, no zombies en el espacio, ni juicios finales, o cataclismos familiares. Y he llegado al final de los mitos, pues Matrix es otro mundo y Bowman, sería ya anciano, bebé, anciano, y vuelta a empezar que diría Garci o Pumares que estás cerca del monolito... Tampoco he comentado nada sobre El Viento y el León de John Milius, pero tiene algo que se toca con Dune y la obra de Mr. Herbert. Entonces, están de moda los fremen, sus especias y lo que vendrá al filo… alguna brujita, tal vez… o Sting, quizás un baile de cuchillos. La guerra ya la tenemos encima, verdad... sí es un asco. Y el terror verdadero, mogollón.
De momento, en esas dos series o
cuerpos del título de la entrada, son increíblemente monstruosas, prepotentes, proféticas, cansinas, confusas… y una, con un protagonista del Mánchester City encima, que iban a
ganar de calle o galaxia. ¡Válgame Deus… que ex Machina. O no…!