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domingo, 7 de abril de 2024

Samurái de Ojos Azules. Season I

 


Nihon o Nipón, significa el país dónde nace el Sol. En ella no, como buen diablo se movía en las tinieblas… esperando no volver a ver, amanecer. Sin embargo, un rasgo en sus características físicas era incongruente, la claridad… que la delataba ante cualquier sospecha o posible divergente tentación …

            

Una fabulosa técnica de animación moderna y simbologismo, nos lanza como una nube de flechas en el ocaso – no sé si de aquel anime típico de oriente-, a la era del último Shogunato, llamado de Tokuwaga o Edo. El que mutaría el nombre a la ciudad, para distinguirse como la capital que es hoy, Tokio.

Si bien, la historia de venganza, no comienza a comienzos del siglo XVII con el señor feudal Tokiwaga Leyasu, con todo su poder familiar y militar, sirve como representación de esta magnitud del poder absoluto. Donde la figura del Emperador era divina, cubierto de una halo más espiritual y la máxima expresión de control religioso, - paralelamente a los monjes de los templos budistas y sus guerreros místicos -, que se extenderían hasta bien entrada la mitad del siglo XVIII con La Restauración Meiji.

 

Ese es el comienzo de una apertura política, polémica y peligrosa para la cultura tradicional, la estructura social y económica, que empieza a permitir conexiones con otras civilizaciones, en teoría más avanzadas…  y esa llegada de los “Barcos Negros” que practican el sometimiento a través de tratados comerciales. Cuando no otros, menos civilizados...

Es la finalización del despotismo de shogunes durante el medievo extendido, propagada por las altas clases de la sociedad en sublevación, y los terratenientes denominados daimyo contra las reformas que delimitaban los privilegios de los samuráis clásicos. Y por descontado, la llegada de las armas de fuego, a través de los arcabuzazos. 

La guerra civil – como tantas veces -, terminó sofocando las bases de aquel feudalismo basado en el shogunato, muy anclado en cierta tradición sobre la endogamia cultural y la sublevación contra el emperador, que estaría por la abolición de derechos adquiridos durante siglos, por esos guerreros militares y sus armas samuráis afiladas. Desde aquellos primeros comienzos de rebeliones de los pueblos bárbaros del Norte - donde sus ejércitos basaban el poderío bélico en las monturas de sus caballos y el uso del arco -, se intentarían sofocar las revueltas contra los guerrilleros. Sería el comienzo de una estructura militar basada en los grandes terratenientes y la guardia militar, al servicio del shogún en cada época y el respeto divino al Emperador.

 

Por otro lado, siempre existieron focos familiares o clanes, con diferentes perspectivas sobre la política y la estructura de sus clases gobernantes, con multitud de enfrentamientos sangrientos durante la historia ancestral del Japón.

Y en determinados casos, en este segundo periodo feudal que van del siglo XII a mediados del s. XIX, aparecieron como fantasmas, las figuras de los guerreros errantes, como una ola de mar. Esto se debía a que habían perdido la conexión con grandes clanes - o sus señores o daymro -, que habían remitido en su poder territorial; o bien, simplemente, ya no serían admitidos en los diversos clanes, siendo espadachines renegados, sugeridos para alguna misión…

 

Excepto uno, ella, la samurái de los ojos azules…

Una Misión Personal… 

En la era Edo, los niños nacidos de forasteros eran considerados monstruos. Si tenían los ojos azules,  sinónimos de la muerte… Ella, por tanto, era considerada hija de un demonio blanco.

 

Las tradiciones culturales no se deben cambiar, porque representan el espíritu de una representación nacional o simbolismo estructural de la sociedad. Si lo hacen, ya no seremos los mismos… pareceremos sombras de lo que una vez, cultivaron nuestros antecesores y una mera presencia fantasmal de nuestra cultura.

Como la animación tradicional, que mantendría características visuales con el pasado, que no técnicas -, por su grabación de escenas con distintos puntos de vista visual y otros avances de procesamiento gráfico a nivel digital -, los creadores (matrimonio Amber Noizumi y Michael Green, tras las cuchillas de Logan, los dientes de Alien Covenant y series como Everwood o American Gods) conforman un universo realista del Japón feudal y huellas oscuras entre el fluido sexual, la traición y la marca sangrienta del mestizaje prohibido, entonces. Hoy es la auténtica seña… o no.

Es el estilo que ha triunfado en las últimas fechas, desde el homenaje de Quentin Tarantino en Kill Bill (de la que preferentemente me quedo con la segunda entrega, más western) o esquejes de los filmes de samuráis antiguas de Akira Korosawa; y demás recuerdos a aquellas películas de la saga Zatoichi que consagraron al creador del cuento, Kan Shimazawa, y a su ciego protagonista y maestro espadachín, interpretado por el cantante y actor Shintaro Katsu, protagonista también de una Invasión Alien.

Rememoro una de ellas, cumpliendo los 60 años ahora, que es un divertimento sobre la Espada Reluciente de Zatoichi y unos fuegos artificiales, sobre una historia entre bandas rivales y la posesión de un vado sobre el río… Claro, que acabará teñido de humor ácido y sangre, con una escena final que trae el tiro cenital de cámara en una lucha longitudinal… No me dirás que no lo has visto últimamente, con katanas jakuzas, garras metálicas, zombies o masacrados a martillazos, pongamos como ejemplo al cine coreano con El Extraño, Snowpiercer, The Yellow Sea y, por descontado, la magnífica Oldboy.

 

Esta es la misión de sus showrunners, traernos las tradiciones niponas, el oscurantismo de una época violenta, basada en las ancestrales artes marciales, la escritura vertical del negro sobre blanco y la poesía colorista del haiku, el teatro, las máscaras y las sombras de la vecina chinesca, sus danzas rituales, el dibujo que entronca con los títeres y el anime moderno, las posturas del kamasutra, los olores y sensaciones culinarias y… las otras de las casas de geishas – o sino, prostitución a más alto nivel, cuenta… un imperio de los sentidos de Nagisa Oshima-, los instrumentos musicales de cuerda y percusión, la piel tatuada, la pólvora… es decir, la vida y la muerte entroncada. Donde los espíritus endiablados, o no, se vuelven reales y se les denomina monstruos, ceremonialmente, nacionalmente hablando, familiarmente conmemorando, socialmente, temiendo… los onryos con una radical naturaleza vengativa y sanguinaria. 

Ella puede ser considerada uno de ellos, pero, posee otros atractivos ocultos tras los cristales de sus gafas o el brillo de su espada, compuesta a base de sufrimiento y golpes enseñados por su maestro herrero. En la mayor tradición del guerrero debe merecer su arma, para no disgustar al fuego de sus dioses… o para rendir cuentas sobre los protectores que dejaron de creer en ellos – o ellas como la Azumi I y II del cine o la leyenda de Mulan en otras latitudes enemigas, como amazonas mitológicas -;  y que darían paso a los conocidos samuráis errantes contra señores y sus clanes, más aferrados a salarios mercenarios en algunos casos, al saque y las misiones casi suicidas. Esto es, la línea torcida de los famosos ronin o samuráis deambulantes, que devengaría en las actuales bandas de yakuzas de nueva generación o los archiconocidos sigilosos ninjas. Algo más allá del honor… y los tejados.

 

Estamos en esa época que, aunque mantiene parte del bushido o “verdadero camino del guerrero” según sus cánones sociales o sus códigos honorables, la cosa estaba a punto de cambiar, los arcos y los jinetes, se convertirían en sombras y arcabuzazos, que vendrían en rutas comerciales sobre las olas, al otro lado del océano. Y sus intenciones, además de comerciales, podían ser de otras índoles… muy particulares… 

El Arte de la Guerra… Venganza

Esta serie Samurái de Ojos Azules, poco tiene en común con otras producciones contemporáneas como Spiderman y su maravilloso multiverso a vueltas, colorido y simbiótico, ecléctico en gráficos, los Robot Dreams que te buscan el sentido de la amistad, la perseverancia y el olvido del tiempo, los poderes extraordinarios de Nimona y el escándalo de un beso animado… o los reflejos naturalistas, seres entre el campo y Edo o ciudad, del legado del maestro Hayao Miyazaki, que es una puerta onírica al consuelo de la muerte y nos ilustra con diferentes formas de entender la vida. Un hombre hecho a sí mismo, como dibujante/creador de Ghibli, empezando en aquel cosechado éxito entre insectos que fue Naussíca del Valle del Viento, que cumple 40 años, felicidades maestro.

Y ya de paso, rememorando las películas que crearon escuela dentro de la entomología de la ciencia ficción, y que también homenajean – esta vez sus 70 añazos -, como serán Them o La Humanidad en Peligro del director Gordon Douglas, Cuando Ruge la Marabunta de Byron Haskins, o ¡Tarántula! que significaría un anticipo del gran Jack Arnold para crear su sobresaliente obra El Increíble Hombre Menguante… Cuyo novelista Richard Matheson escribiría a los demonios postapocalípticos de Soy Leyenda. Desde luego a uno, occidentales y a otros, de la tierra del sol poniente, les encantan los insectos de grandes dimensiones, como a Simbad y a Harryhausen… Bueno, y a Verhoeven y a mí. Ya os contaré… caminando por el desierto planetario.

 

Aquí Mizu y su amigo, con un plan quijotesco girando en femenino, no tiene tiempo para los sueños, sino que la realidad es un baño sangriento de venganza y rechazo sexual, salvo algunos encuentros, que moldearán el futuro… Vamos, que no es Paprika ni mucho menos, pero tiene esos espasmos animosos que dan la réplica al acentuado derramamiento de sangre. Donde las artes amatorias, forman una espiral desafiante con el arte de la guerra que fue considerado en literatura marcial por el filósofo y estratega bélico chino, Sun Tzu.

 

En este sentido, este estructura seinen para adultos, va de la mano con la acción  excelente y los devaneos amorosos, los flashbacks emotivos y los escenarios idílicos – ya sea por la belleza agreste o por el terror de sus tinieblas internas -, que maximizan el trío de los franceses de Blue Spirit, con las técnicas estéticas realistas y físicas, de los dibujantes de Belfast y los norteamericanos de 3 Arts Enterteiment (Matrix, Edge of Tomorrow) y Netflix, con su detallismo panorámico y orgánico.

Pero, sin echar la vista tan atrás en la historia del Japón, cuando los bárbaros norteños se negaban a dejarse arrastrar por sus vecinos, dominadores del arco y la montura a caballo, y que rechazaban a base de estratégicas guerrillas tribales y espadas flexibles contra la autoridad casi divina, del Emperador o nuevo dueño del Trono del Crisantemo. 

Aquello, con sus terratenientes y las autoridades sociales, policiales o militares, reflejadas por los shogunes – o grandes generales en traducción -, duraría desde el siglo VI hasta la conformación territorial del imperio en el siglo XII, donde comenzaría el etapa feudal de los grandes terratenientes y constantes guerras civiles, al margen de la condición divina del Emperador, más henchido por la ese carácter esotérico y máxima figura de la religión “shinto”. En veneración atemporal de los kami o espíritus de la naturaleza y sus procesos universales.

El resultado de esta estructura territorial revuelta y compleja, no sería otra que el enfrentamiento territorial por las más diversas causas y posesiones, matrimonios configurados al margen de los concubinas… y por descontado, las grandes batallas, de carácter guerracivilista. Es lo que había, es lo que hay…

 

Pero, este samurái de óculo azulado, dirime asuntos personales durante el siglo XVII, con los extranjeros llamando a las puertas y cierta cerrazón, por el cambio de los recursos monetarios, la avaricia de algunos personajes o las nuevas armas que definieron los futuros escarceos belicistas… Hasta bien entrado el siglo XIX, ya olvidado el término del Yamato (que comprendía las islas del Anillo de Fuego y Norte) con Hokkaido, Honshü, Shïkoku, Kyüshü y Okinawa, ya dentó del régimen imperialista nipón. El fundado en 660 a.C. por el emperador Jimmu, del cual Naruhito sería su descendiente directo nº 126.

 

Es o no es, una regla de sangre, viendo la historia de los enfrentamientos… Es o no es, una animada disputa de samuráis… es o no, una representación actual de aquellas aventuras en blanco y negro de Akira Kurosawa, para productora Toho y la Shôchiku, cuando se contaban leyendas míticas sobre 47 ronin, reales, Yojimbos en fortalezas infernales, vesus Zatoichis, perros rabiosos, rashomones parientes lejanos de los juegos de Tronos y las previsibles, guerras de las galaxias… y más allá… Es o no es, un melodrama regio, a lo W. Shakespeare...

Las descendientes próximas de Kenji Mizoguchi, mononokes tribales, guerreras del zodiaco, paprikas de los sueños eróticos, reflejos en el ojo azulado de los primeros Ozus o sombras del espadachín de los siete, que hoy celebramos su 104 año natal, el gran Toshiro Mifune, que era un johnwayne, con menos ropa, a veces. Sobre todo con kimono de verano, ¿verdad? Un actor que recordamos hoy, y estuvo con Spielberg incluso. Grande samurái de ojos extraños… en su trono dorado de sangre. Hasta 1941, acá. Fecha de nacimiento de Miyazaki admirado por Steven a su vez… todo concuerda. Hasta el inicio de su consagración empresaria en el famoso estudio, con el creador del filme basado en La Tumba de las Luciérnagas, Isao Takahata, otra de insectos y guerras mundiales.

 

Ella, la que disimula su cuerpo, es una luchadora, emparejada con el Zatoichi y sus cortes a seis bandas, de un solo sablazo, zas, como un fantasma ciego… cayendo siete a sus pies, destripados… como es sobrina de Takeshi Kitano en versión 2003 y sus salpicaduras sobre nuestra inteligencia artificial, que no manchaba tanto como parecía, pero resultaba la mar de bien, hasta el foco pringado… ah, y que luego fue mujer también. No la vi, pues era demasiado…

En un futuro próximo, prometo seguir hablando un poco de estos héroes, o maquiavélicos enemigos, fuera de los monstruos antediluvianos de esencia postnuclear o Godzillas, los mechas del anime y las magníficas series dibujadas como fue un tal Pluto, los akiras contra el poder establecido y el poder mental, que también propagara el Mulo de Isaac Asimov y su Fundación… 

Cuando me acerque un poco a esas figuras intocables de la historia, buen Ringo, esas naves, qué son… gigantes o molinos… un big bang, un Big Ben londinense en el horizonte… más derrame de gotitas brillantes sobre la historia… h, me olvidaba de Kenneth Branagh, de malo malísimo… se une a las voces restantes, en catálogo de la lengua de los visitantes, como corsarios… esta vez, de la animación. M´olino de la risa, tú.

Prometo, no de Prometeo… seguir contando… te lo juro por Sanjuro o los gusanos, que haberlos haylos, ojitos. Feliz cumple Paprika ^^



Cinemomio: Thank you

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