Visualizaciones policiales de David Ayer.
En nuestra "civilización" actual, algunos se cuestionan sobre la actuación de las fuerzas policiales. Otros muchos, viendo el salvajismo reinante en sus ciudades, se niegan a rechazar la protección de individuos dispuestos a poner en peligro sus vidas, para salvaguardar la vida y la legalidad.
El director nacido en Champaign (Illinois), David Ayer (Harsh Times, Dueños de la calle) vuelve a realizar un filme sobre la violencia de las bandas marginales y organizadas. Una nueva inmersión a los bajos fondos, en este caso de la ciudad de Los Ángeles, y a la rutinaria faceta de las patrullas de agentes de la ley.
Sin embargo, estando esta revisión cargada de realismo, constata algunos procedimientos poco verosímiles en USA. Ayer se toma algunas libertades y efectismos para la creación de situaciones llamativas para la gran pantalla. Aún así, el aspecto visual de la cinta es impecable.
Por otro lado, esa constatación libre de reflejos violentos, está plenamente justificada si echamos un vistazo a las noticias diarias de periódicos y canales de televisión, dejándonos sin palabras ante actitudes mucho más sorprendente y escalofriantes que en la película End of Watch. Ciertamente, aún más salvajes e inhumanas.
David Ayer deja todo el peso de la historia en dos personajes, compañeros de patrulla ambos. Sus inquietantes andaduras en el coche patrulla por distritos desprovistos de racionalidad, enmarcan una ciudad angelina llena de peligros. Sin dejar de lado, sus charlas diarias. Conversaciones entre acristalamiento blindado, a prueba de balas a veces, y otras refugio de confidencias y risas.
Jake Gyllenhaal y Michael Peña reproducen palabras de compañerismo o familiarmente agradecidas. Todo bajo el ojo curioso de la cámara de su vehículo policial, como de la visión no oficial de otras que los oficiales incorporan a su cuerpo para ofrecer un punto de vista en primera persona. Buen y convincente trabajo de los dos actores.
Toda la trama girará en torno a sus intervenciones, cuando el agente Brian Taylor interpretado por Gyllenhaal captará las imágenes y documentará en primera línea de fuego la rutinaria inhumanidad de las calles y propiedades privadas.
Por tanto, la película transcurre entre casos sangrantes de injusticia extrema, la deshumanización personajes fuera de los cauces normales de la sociedad y el abuso de las armas. Se echa en falta una denuncia directa más radical de su utilización. Así, junto a el tráfico de drogas y otros, vemos como se adentran en vida personal y en sus mentes, pesadillas de realidad. Y como afecta a sus relaciones con amigos o familia.
Ese pulso interpretativo entre los dos actores mantiene la tensión del guión del propio Ayer. Envuelto todo con cierto humor relajante entre caso y caso. Pródigo en lenguaje de la calle.
Además tienen como compañeras de patrulla de la vida cotidiana a dos interesantes y bellas coprotagonistas, en los rostros de Anna Kendrick y Natalie Martínez. Sus papeles carecen de tanto poderío como el de ellos, pero se hacen imprescindibles para sacarnos de los sangrientos barrios. Y ese es su punto, sus relaciones amorosas y sexuales aparecen como giros desengrasantes del argumento.
David Ayer en sus anteriores películas ya doy muestras de su interés por las bandas callejeras y la actuación policial, puntos de vista sui generis sobre la diferenciación entre la rebeldía y la heroicidad. Su posicionamiento de la cámara es altamente impactante (aunque pudiera resultar algo mareante a algunos, no nuestro caso).
La metafísica del héroe sin quererlo ni buscarlo está presente. La ley del más fuerte. Una superficial crítica a los métodos de los violentos y diálogos con golpes de humanización policial. Chispeantes o simpáticos según lo requiera la acción.
Estas son las bases de End of Watch que a algunos resultará demasiado visto, pero no por ello menos brillante. Pues la placa de la dirección recae en un director a tener en cuenta en el futuro.
Posee también un interesante y potente conjunto de canciones en su banda sonora, con registros de rap en nombre de Public Enemy, Salt ´n Pepa o Paris. E incluyendo algunas mucho más cercanas al blues o el rock, de la mano de The Delfonics, Black Rebel Motorcycle Club, Mazzy Star, Mem Shannon o Puscifer, y otros ritmos latinos.
Toda la música riega esta buena película acompañando a impactantes encuadres y poderosas imágenes en las calles, patrullas o despachos, sus reuniones diarias y celebraciones familiares, y la degradación del poder en bandas armadas.
Por eso, Cinecomio recomienda su visionado.
Recordando a David Ayer, una mayor crítica al uso indiscriminado de armas de fuego, con los riegos asociados a nuestras vidas.
*** Buena ****