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domingo, 25 de febrero de 2024

True Detective. Season Issa

 


Día primero de Obscuridad Nocturna… El frío viene sin esperarlo, salvo si tienes una afección en los huesos, comunicante… Crujido de ellos y del hielo quebradizo bajo los pies, entumecimiento generalizado frente al Atlántico mirando a orillas congeladas de una población de Alaska, con cuatro meses de temperatura media entre los -4 ºC, hasta los -14 o menos; sin embargo, en aquella instancia de la que Cohle renegó por esto, por el ascazo a la hibernación obligada, se rueda en la más cercana y volcánica Islandia, sin apenas percatarnos… Frío igualmente, ¿o no? Pues eso… Otro día, que es noche, transcurre a esa sensación de invasión temblorosa por dentro, a cerca de unos tonos del ambiente, con la movilidad limitada, la mirada extraviada, el halo interminable, el dolor intolerable, el alma, varada... como la enfermedad.

Más al norte, a un estado más allá, del encuentro en la dimensión Fargo y sus espacios blanquifríos, el comienzo es tembloroso y de una violencia visual que nos deja boquiabiertos, pero es sólo eso… Huesos quebrados y frío… Y se acerca la tormenta, no perfecta, sino nebulosa. Hielo radical nos rodea, espanta a veces como movimiento radical, como pensamiento a la mexicana, de Issa López, su generala, que no contagia enfermedad psíquica del pasado y sus terapias psicológicas, sus encuentros interrogatorio; sino que inventa, manipula… traumatiza, quizás… todo lo que el primer panorama, bajo el árbol, desentrañó como escenario macabro. Sólo queda eso, más elemental que la materia orgánica, futurible a unos pasos, resbaladizo, incongruente revelación, miope como oso polar herido, al wokismo de rebajas de invierno, paráfrasis sin luminarias de la mente, instintos básicos en deterioro, intelectualismo al filo del salvajismo, poco caustico al cambio, frente a la esfera del apocalipsis climático, una natalidad bajo cero, que es mundial… espíritus santos… fantasmas de alquiler. No me los creo, ni yo.

Todo huele en Alaska a podrido y más, pues la gente se siente hastiada, escandalizada por la banalización, asqueada por las teorías de la conspiración, de la ideología que invade su horizonte blancuzco, la imagen desarrollada en la tecnología, no aguanto esos vídeos sorpresa – de dónde salen cuando invade la violencia - , dentro de las cuevas del mal se derrumba el relato, no sirve para nada la espera… mientras el hedor es un bloque, se resiste, cuando empieza a derretirse, se congela… otro día más, a oscuras, salvo una luz eléctrica que es responsable, como siempre, del apagón. Silencio suspense, acción, poco o nada.

Desnudo bajo Cero…

La apodan condado o tierra nocturna, pero la llaman noche polar, porque está cerca, claro, en continente. Pero a miles de kilómetros del contenido, de aquellas tres parejas, la original TD de la excelencia inolvidable y su aspecto metafísico, la soleada recreación entre Colin Farrell que empezó a reflotar y Rachel McAdams por una ficticia California, y la tercera TD la vuelta al salto emocional del reloj con Mahershala Ali y su antítesis blanca Stephen Dorff, antesala de su mundo y su colmillo Blade… ahora condicionado por ese iceberg de siluetas macabras y algún temblor, que es espejismo, desde ya… desde aquel territorio hostil, abierto tanto en lo físico como ofuscado en lo psicológico, que fue la primera temporada de True Detective, con su inolvidable pareja multiplicada en el almanaque… y sus cuernos, desde luego, pon celo en el regalo que nos hicieron sus protagonistas. Todos y cada uno…

Pasa el mismo, de las manecillas residuales y la materia en putrefacción, se controlada por una mínima del interior, el deseo, el recuerdo, que no es lo mismo que caerse a un boquete hacia el fondo de un mar oscuro y aciago, ¡no! Mientras el viento, que era aquella espiral contagiosa, empieza a envolverte y traerte loco, te aleja como una canción de The Beatles, un grupo que al personaje de Jodie Foster, no encanta… sino espanta; y eso, ya empieza a ponerte un poco en contra, porque a menos de una semana de esa nebulosa, en negro, comienzas a sentir que, además del frío, te envuelve la indecisión, la poca estima por todo, y cada uno de los principales protagonistas, ¡carámbanos! y hasta el más esquivo del elenco. Vamos que no te caen bien, son meros cubitos sobre un glaciar de emociones, de los que no interesa su viaje.

A estas alturas, que no son tantos minutos de emisión, sientes la caída de los Farhenheit en cadena, la estación cebra es un desencanto, y no sientes esas referencias a películas primordiales como El Resplandor, en la nieve, ni de lejos, La Cosa, en las dos versiones de la increíble historia del novelista John W. Campbell; ni a la cercanía, en mi pedido, de las películas frías sobre Stephen King, la tormenta anclada de Misery y su fobia fisionómica, inamovible, La Niebla en otro ambiente invidente, las apariciones de Pet Semetary con niños, el Resplandor de todo… la fría zona muerta de confort, y de la reivindicación que indicaba, the Dreamcatcher, degenerando a los machos, en ojos de un niño. Circunvalando el mismo Ártico, de aquella The Terror magistral en serie, aquí muy desagradecido, mas estilizado en falso, vacúo, sin duende, ni monstruo a la altura… ni de otros casos criminales sobre H2O en estado pétreo, casi, como un chiste de viejos reumáticos, ancianos digo. Muñecos de nieve en decadencia, snow angel de pegote, espíritus en pena de pacotilla, Smilas acémilas… Y bajo aquel agujero abierto a pioletazos, se ve un retrato oscuro sin fondo, que es el espacio de distancia donde emerge la obsesión de la luz primeriza… en uno y en otras, como máxima objeción. Incluso odio, a todo eso que palidece por el ambiente extremo de la violencia confusa, encaprichada, hacia la extremaunción de una serie… que reniega de su costumbre y su nombre ¿Por qué… por qué lo hicisteis? Maldita sea, cuarta generación de polis, inocuas “detectivas fantasmales”… irrisorias, que disparan al macho como Marty hizo, ajusticiando y poco más. Somos lo peor, of course, of corsos.

Séptimo día, de cielos negros.

Me cachis, menudo gripazo voy a pillar, no sé para que he venido a estos lares… sólo los recuerdos me aguantan ya, aunque afectan a los sentimientos a grandes trancos, trancazos… Con este gélido ambiente perpetrado por la Issa y Cía., de ideas que salen entrecortadas, no con aquel mismo patrón, ni mucho menos, más bien cuadriculadas como los cubos de hielo de un cubata desangelado, sin chispa, solamente, tal vez aderezado con algunas gotas de un ácido potente, como una ilusión… que no es nada. Un agujero de la conciencia de aquellos… Una semana forzada por la nula comprensión, con presión de los minutos que pasan, y nada subterfugios de su historia pasada, que no se deslizan al horizonte, salvo una bala de venganza y ya… deslizamientos al azar de una ocurrencia, porque sí, porque lo valemos, mientras, a los diálogos entierras bajo el permafrost de esas horas primorosas, hace 10 años;  o al menos, los distorsionas a lo chabacano, sin el mismo patrón de lados paralelepípedos y bien dimensionados, pasando a lelos, pocos, y lelas, muchas, que significa la tendencia. Esto es un caos, no tan inimaginable ya, pues llevamos algunos, resbalones entre nocturnidad y alevosía, que diría aquel… Nic, snif… ¿dónde estamos?

El despertar resulta una auténtica pesadilla, moldeada en hielo al principio, pero reivindicativa y globalizada, en bruto oleaginoso posteriormente… y entonces ves la rigidez en las formas, las palabras y los tiempos, que fueron el guión de la semilla. Como al contrario del Faro de Fargo, o el otro psicosomático duelo de Mr. Dafoe y Mr. Pattinson, sin hielo pero humedad mental a tope, que han i do desarrollando sus cinco grandes entregas con brillatez… te acercas a una colisión inminente, colosal,  que es un Iceberg de cuatro mil toneladas, de impaciencia e inseguridades, insatisfacción que es esta versión de True D.… y HBOMax, porqué lo desarrollasteis… ¿eh?

Amistad… frialdad.

Amigos éramos hasta que parió la abuela, nativa o no, da igual… porque el sexo no es ni parecido a lo que sentimos en otras temporadas de vicios ocultos, ni de peligro e irreverencia, ni de la acción, en planos secuencia inolvidables, ni en los diálogos, ni nada… que esta producción a la par, no la entiende ni dios, ni paria que se mee bajo un alud para orientarse, pues parece que no se enteraron un pimiento ultracongelado en cámara frigorífica, como un montón de cadáveres apilados, que ya no saben que inventar, para llamar nuestra atención. Es un mejunje de órganos masculinizados, y poco más. Bueno sí, intelectuales, supuestamente, xDio.

Y del otro lado, ahí están, Mr. Harrelson y Mr. McConaughey, poniendo la pasta en no se sabe qué, ni para dónde… y la esfera del showrunner ese, anónimo ahora, que se desvanece ante el paraíso sombrío de los guionistas, la ya renombrada y sus ataques raciales, genealógicos, poliédricos, nativos, ecologistas intragables, cangrejas vs científicos, que son imbéciles, corruptos o criminales, sin más… todos… de un elenco erótico-festivo, viciado, porque sí y ya está, qué para eso soy el jefe o jefa, qué no importa una m… -lo que recuerden o piensen, lo que expresen-, y las frases serán esquivas, no lucirán, ni se meditarán, se guían por pasiones, inventadas, sin corazón, o demasiado según los intereses de las sangres… y la forma sacrificada, es un no creer… ya no habrá dios que lo arregle, ni limpie… ni del teléfono, ni del páramo, de Texas a Alaska. Ay mi Nic Pizzolatto, gelato, de mente, un salto impertinente… Ay, mi Cary, Joji Fukunaga, helado de frese, aromático,  una forma de rodar, que ni relame su huella, ¿dónde estáis hermanos…? Que no os veo, ni siento. ¡Bah, vulgaridad de presente!

15 Días de Obscuridad… ni frío ni calor.

Sólo faltaban los vikingos islandeses por estas coordenadas, descoordinadas y obtusas…, menos mal que no aparecen y reclaman su descubrimiento residual o imaginario… ya que, en esta investigación, no queda un elemento de pie que resista los embates oceánicos. Todo se hunde, salvo una que sale a flote de la mano imposible… cayendo tal que un alud de fichas de dominó, sin orden metafísico ni fe, todo suena a mentira. Es todo una ocurrencia, los asesinatos, un giro a ninguna parte, una maldita broma… una maldición al infinito, un timo de conciencia; cambios de praderas luminosas, hacia el blanco baldío, la obscuridad gana que renegaba Cohle en su última contemplación… es insignificante aunque pretencioso, casquivano y apologista del cambio, no climático, sino genérico. Al menos en la cuestión de algunos repartos, inertes de tiempos, para un presente que no soporta a ninguno de ellos, sus personajes - sus interpretaciones, sus reflexiones en el papel, su historia en el pasado horizonte -  ni mucho menos, su futuro. Una pesadilla existencial, globalista, alienada, maniquea, una vuelta de tuerca patológica a nuestras vidas fantasmales detectivescas… ¿true o no true?

Y este iceberg no para de crecer, de colisionarnos, de enrocarse en sus maldiciones, ya que la banda sonora es tan ininteligible, imberbe como el guión, que carece de cualquier ritmo, que me acompañe lo más mínimo, en el sentimiento, ni recordando otras pretéritas músicas de antaño. Me deja como un carámbano en remojo de salitre, vaya. Ni la presentación de la serie tiene nada que aspirar, ni que objetar, ni predicar, ni someter, ni significar, o discernir, que es el fin último, ni soñar con aquello. xDio, sólo resta un exorcista, o diosa-maternal, dentro de la nave Nostromo o Furiosa del desierto… o un pescador de almas, Event Horizont. Esa mano, no te creas que vas a salir impoluto, sano y salvo, tras meter en hueco gélido y salir cargado de ropa empapada de mujer, a pleno hostiazo invernal, y cargar cuerpo hasta fuego. ¡Basta fantasma! Y prende, encima.

Ah, cuánto echo de menos al oráculo de Rust Cohle, sus estrellas y el cerebro reptiliano de Marty Hart, a puro vicio, que eran pareja de hecho, perfecta y no ésta, que es un pura serendipia. Insustancial.

1 de Enero… a Detective Nuevo, rey Amarillo.

Ocaso de un horizonte polarizado, del amarillo al violeta, que es invasión cultural en perspectiva isoscelítica. Claro que la violencia subyace del más poderoso, normalmente, sobre más débiles, hombres contra mujeres, ambos sobre niños, y así, siempre es más fácil sentirse parte de un pensamiento generalizado, una metáfora de ellos, los idiotas, criminales hasta en la ciencia, sin sentimientos - parricidas, padres degenerados, hermanos tontos, corruptos, meapilas, torturados, impotentes, porteros de burdel, montón de carne con ojos… cadáveres fríos, en fin.

Sin embargo, en aquella vista, que también pregonaba este desproporcionado porcentaje de diversas violencias machistas, dentro de la historia de la humanidad real, carece del máximo riesgo de esa tortura psicológica, ayer, ni la pared verticalmente elevada de su narración y diálogos, que nos dirigió al infinito en la tele. Si dirigimos la mirada a los referentes de este convaleciente enfriamiento dramático, the shining sería la luz de la paradoja y la obscuridad del rechazo del propio Stanley Kubrick, como esta temporada es para Mr. Nic.

No una tabla de salvación en la congelación de los viajeros pasionales de un Titanic, sino la orquesta que se hunde con el trasatlántico de otros tiempos. Ni políticamente estamos en manos de un Dr. Zhivago majestuoso de las nieves de otro Kilimanjaro… ni como retrato de un pueblo nativo americano, pues no posee el peso limoso de unos Dientes del Diablo con Anthony Queen, ni de la excelencia visual de la reivindicación en el retrato gráfico de Nanuk el Esquimal, también con dos enes documentados. Y ni gota del romanticismo encapsulado en la tormenta de los primeros instantes en la cabaña de The Tall Man, con otro hombre de talla frente a ella, sus botas y sus medias, que son el culmen de los desencuentros y amores, en el trío enfrentado del film de Raoul Walsh.

Ni de la mínima épica en la mirada de un Jeremiah Johnson con Robert Redford en estado salvaje o la fuerza resistente de El Renacido de Leonardo DiCaprio… ni los rasgos de la verdadera amistad entre la pareja de Dersu Uzala según la mágica maestría de Akira Kurosawa, ni su columpio reivindicativo en la nieve. Grandes momentos de la natura… Y nos toman como tontos, besugos congelados, a años luz de las Cosas extrañas que sucedían en el Ártico, o la Antártida según se mire en la distancia generacional y cultural de los continentes. Cosa semejante ocurre con la copodrucción islandesa Operación Napoleón que, si bien es interesante en el concepto histórico europeo - e interviene como malvado el Iain Glen de Juego de Tronos y Silo - naufraga como relato verídico de suspense y la parte como filme de acción mirando a América. Ni siquiera dispirando a las pesadillas de una descreencia religiosa o familiar, antes de la Navidad, que no espiritual. Volviendo a Fargo… y sus placeres violentos. Sin duda, me niego a denominarla como True D., ya que es otra cosa, algo inesperado, el desenlace también - esta irreverencia con el pasado en retorno, como diría aquel: “no sé que hago aquí… el universo es la visión entre la obscuridad y la luz…”-. Aunque, aquí no gana ni residualmente, la cuarta mirada lésbica, oteando aquel horizonte desde un balcón. Rendición, por estrellas decadentes.

Menos mal, que nos queda Anatamía de una Caída, que no es cualquier cosa en Europa y se ven todas las luces y sombras, sobre un verdadero caso. Frío y calor, amistad y amor, reflexión y respuesta. No destrucción metafísica… ¡Qué vuelva Mr. Cohle, por favor! Su espiral de la mente.

Seguro que tiene asuntos pendientes… ahora, o en otra época…

¡¡¡El Rey del Amarillo !!! Sin duda… ¿o no?


domingo, 11 de febrero de 2024

Fargo. Season V

 


Algunos echábamos de menos, el frío campero septentrional...  con su nieve alternativa que moldea los campos. En los EEUU, a los Coen siempre les quedará Minnesota para recordar aquellos 90, hasta Dakota del Norte, donde las nevadas guiaron sus pasos al Reino Animal, - del animail más bien- pero con sus temperaturas conmovedoras, - no las australes ni del oeste californiano - más entre lo gélido y lo caliente… pero, de su sangre.

Pero nos faltaban, sobre todo, el barro y la acidez estomacal y cómica... los enredos criminales de los fantásticos personajes de Fargo. Puede parecer verídico, más la sonrisa del pastel, pero es más una Toy Story con tintes fangosos. Aquel que cubre a miembros apartados de la sociedad y la que sele de las tripas hacia la comisura de los boca, desde los congelados dedos de los pies  hasta el cuello. Alguno rebanado…

De esa Mineápolis por debajo de los 32º Farenheit –como les gusta contar a ellos, realmente- salieron los hermanos directores, más reconocidos de Norteamérica, seguidos de lejos por las Wachowski más comerciales o los Russo, esperando su Estado más eléctrico o Robótico, con un gran reparto… Pero bueno, otros se encargar en pantalla de moldear ese material orgánico, en sus intereses personales, mientras un showrunner reconocido lo cuece a fuego lento, sin pausa, recalentando sus días poco a poco, urdiendo el resultado en su cabeza… y la nuestra, atónita por el espectáculo y las interpretaciones siempre geniales. Esto fue y es, Fargo, un concepto triunfal fuera de lo establecido, o lo actualmente digamos ´wokítico`.

Porque las leyes en Fargo son particulares, sin aderezos sintéticos, y sus figuras no se desvanecen fácilmente como las huellas en el tapiz blanco; donde al final, los más débiles son los que  acaban tragando, o no… tras una cadena violenta de sucesos, que ocultan una guerra encubierta universal, aunque muy familiar.

¿Realista...? Tal vez, irrealismo e introspección cautivadora, más bien. Y en la línea de sucesión dramática de los acontecimientos, resalta un Noah Hawley con sus despertares insospechados… y sus fatídicas noches… Todo en Fargo, de la película y del I al V, es fatídica casualidad, hermosamente contada y retratada.

Fargo, ya somos todos nosotros un poco… sus seguidores acérrimos, por millones, de frialdad caustica, con tranquilidad por dentro y por fuera, como una tigresa cazando… aunque calientes de temperamento.

Hechos reales… como la muerte misma.

Semejante a dos partículas elementales que se atraen, en un momento determinante de su existencia, así coexiste y transpira una pareja. Compartiendo situaciones complejas, nutriéndose el uno del otro, combatiendo las dificultades venideras y las halladas por casualidad, inherente, y sus peligros que se aproximan bajando de los tejados, escaleras, riscos, autos, etc… Así es, y esperemos que así siga siendo por muchos años, en el Fargo de MGM televisión, pasando de FX a lasprincipales plataformas.

En caso de violencia genérica, romper el cristal de los estereotipos, o no… manteniendo estas reglas no escritas, para Mr. Noah; con su  fundamento sistemático más habitual, no existen reglas prácticamente. Ya que las agresiones más escamosas o peligrosas, se reproducen con hongos venenosos o individuos que mantienen esa característica de poder frente al otro. En el crimen verídico también ocurre así, porque el violento busca la dominación y la facilidad para inculcar el terror sobre los más débiles. De la violencia masculina contra la mujer, o la de ambos padres contra sus hijos, del pez grande que se come al chico, adinerado al pobre, etc... Estado/sociedad, aunque siempre puede haber algún tipo de excepción.

En sistemas, tanto anónimos como familiares, puede llegar a ser más cruel y patológica, es decir la pura fuerza bruta contra el miedo... donde existe una condición que se repite constantemente, y es conseguir borrar al otro sin que tenga una mínima posibilidad de defensa.

La violencia del tipo que sea, poniendo como ejemplo a psicópatas o asesinos en serie, siempre se rige por el abuso y el dolor a los más débiles, física o mentalmente... y a aquellos/as que no apreciaban ninguna amenaza inminente contra su persona. Salvo, los que sí… o las que por supuesto.

Y aquí estamos, lidiando con la violencia... en el caso V de Noah... es una de las más hirientes junto al racismo, social y políticamente hablando, a través del secuestro de menores y la violencia de género. En una de esas pequeñas poblaciones, llamada de Scandia para los escocidos, todo suena a Hermanos Coen, Joel y Ethan, que están involucrados en las ideas, en los cielos luminosos, o brumosos depende del plano, y los dineros de producción.

Y eso es garantía de calidad, como si apuntas más allá, a la escritura irreverentemente, casual o inteligente, del propio creador y guionista, los escenarios escogidos como un plano abierto de personalidades, y ellos, los y las, Juno Temple, sencillamente magnífica, Jennifer Jason Leigh, la leche y la canela, David Rysdahl, tan arrebatadoramente encantador, Joe Keere fotocopia del padre o lo contrario, los policías que dan el color apropiado, con Lamorne Morris yRicha Moorjani, el increíble encuentro hipnótico y caótico con Sam Spruell, y el incombustible y necesario poder, todopoderoso, de Jon Hamm. Un tipo que parece nacido para hacer esto, esperando su aparición en la nueva temporada de Good Omens. Ooooh, xDio.

Es un lujo que disfrutamos sus seguidores y aplaudimos cada advenimiento de sus personajes diversos... con ciertos rasgos en común, y risas apagadas, eso sí.

El tiempo… es subjetivo.

Bien sea por amor o por conveniencia – que también existe, claro – el encuentro romántico se convierte en condena, de dos o más, hasta llegar al grupal, de una manera escalable, de uno sobre él, o la otra, de todos a la vez, coralmente, de ella sobre el otro, con todos ellos, vigilando, planeando… o simplemente sucediendo como una accidental caída… Un aparte para menciona la notable película francesa, pretendiente a los Óscares de Hollywood, de la directora Justine Triet, especializada en casos jurídicos mediáticos y en vívidas Anatomías de las Caídas y sus documentos procesales. Grandes actuaciones al caso, en el proceso… ¡Mucha Suerte, madame!

Por tanto, el espacio de los tiempos, los hace subjetivos, paradójicos desde el primer capítulo de aquella primera nevada accidentada, hasta un bizcocho nevado de azúcar glassé, junto a la tierra de los 10000 lagos. Los tiempos son Superiores…

La lucha se recrudece a cada instante, se moldean los comportamientos, se sacan las raíces a la superficie vital, se sustenta la supervivencia más animal, se compran las voluntades criminales, más elementales o las divinas, se precipita la materia, una contra la otra, aniquilándose… y el silencio al fin. Que comenzará con una nueva batalla, en otro tiempo, que es el de siempre… y así, hasta el infinito o la muerte.

El ritmo todo lo precipita, menos la parsimonia necesaria en el caso Coen/Hawley, fatídico, imperceptible, pero irremediable. Cogiendo velocidad, según se aproxima el caos, las visitas nocturnas tras una Navidad, que en realidad es una noche de muertos vivientes, o coleando en el pasado… de una unión forzada entre pares, donde uno suele ser el muy dominante, y la inocencia escrutadora… ¡Hasta la aniquilación! O la defensa a lo más Kevin, e irreverentemente cómico, en Home Alone, o la Guerra de los Roses, en otros ranchos… con niños acorralados.

Dorothy ya despertó hace tiempo de los sueños, y de la espera en la pradera calma del Lyon, ¿verdad tigresa? Todo el tiempo es subjetivo, pero la venganza es demasiado evidente y objetiva. Bang, bang… luego más duelos…

El giro gravitacional… espiral caótica.

Las partículas van descendiendo en su baile, hasta el infierno. Ya no por atracción apenas, sino por su propio peso, que es la historia. Lo acumulado en su trayectoria.

Los tiempos ya casi no importan, porque se confunden con las batallas del pasado, en una reciprocidad actual que incomoda o asusta, quebradiza sociedad. Pésimos mandatarios, la ley del embudo, la ley del ojo por ojo, vete tú a saber…

Depende del ambiente… echando la vista atrás, se entienden muchas cosas, que algunos tratan de repetir por odio o venganza, por ajustes de cuentas, por quítame de aquí, aquellas pajas o estos lodos. Y a veces, la mayoría de veces, sólo queda uno, mirando las estrellas, bajo esas fuerzas gravitatorias excepcionales, y ves pequeña tu existencia, tu familia, tus hijos… el futuro. No depende, es o no será.

En aquellas huellas manchadas de la nieve, en Fargo, todo se retuerce y sufre en el proceso de cocción, la elaboración es exquisita y se disfruta, los efluvios nos llegan, los fluidos o colorantes nos salpican, para terminan con la medida justa entre realidad mágica, distopía y violencia. El mundo de los Coen y sus acólitos, incluidos los fetiches de la actuación, se mueven en una realidad inventada por Noah, ahora y se maneja con los hilos resistentes de las marionetas, con mucho carácter. O máscaras, inclusive. Como los asesinos en serie, de Mario Bava a los de Halloweenes.

Pero con una gracia, ridícula que nos atrapa en su espiral, en el amasamiento de las cualidades de la tortita o del desayuno, como fuente primaria de los campeones/as, pequeños tiegre y leonas -decíamos por estos lares - o como expresaría el otro, a la mesa de un Amor y la Muerte, así no sea.

Entre nevadas… venganzas.

El caos tiene esto, de las pesadillas después de aquello indefinido, una respuesta a muchas cuestiones o preguntas pendientes. Que se van amontonando, como dedos, ojos, narices, u orejas, pieles solitarias, que dejaron sus huéspedes… ya que la sangre, y la línea sanguínea, es un hecho indiscutible en Fargo.

Y en los borde de los ríos, nevados o no, crecen los monstruos y la inocencia, se mantiene aún firme como las flores de la Luna. Mientras los políticos o sus ideas, demagógicos/as, chocan, derriten, abrasan, derriban y golpean al contrario, y sus monstruos son más reales, que los otros, mágicos, magnéticos o perseguidos. En busca, al término, de una cruenta guerra, que suena a apocalíptica en los tiempos.

Los días y noches, de insomnio se amontonan, con las golpizas de ayer, la sangre seca en los labios es el néctar del mañana, el azúcar se derrite ante una amistad, que ya no podrá ser… la venganza es la realidad, now, como el apocalipsis metódico.

Y nosotros, a este lado que es el mismo, más allá de mar, vivimos lo mismo, con otras perspectivas, igual de irracionales. Porque las vidas son igualmente falsas que las de las realidades de esos personajes, también atrapados, alienados… ¿o no? Y cuando la muerte viene a visitarnos, la violencia digo… prácticamente resta la venganza, que es irracionalmente pragmática. Objetiva, como nombre, comparando las pesadillas, las amenazas, los abusos… la caza.

Sigues vivo, coleando como tigre/sa, cuando los más recalcitrantes, pensaron que estos Fargo´s o fangos, ya no se aproximarían a aquellos ganadores dorados, pero ¡no! Se equivocaron, mantienen la hermandad de los Coen, la del cocreador desde el 1er dramático giro, de la banda sonora inolvidable de Jeff Russo, un clásico ya, de los sentimientos que nos despiertan las frases y las escenas, grabadas en nuestra mente, de los actores y actrices, incólumes inocentes o salvajes depredadores, como testigos en el maletero de un atropello pueblerino, frente a su policía típica del primer choque, las familias que se enfrentan en Dakota, no como en cualquier lado pintoresco, pues tiene sus segundas nupcias con la violencia carnicera, por descontado de la de los lobos de la tercera y las caperucitas que son preludio de ésta, o la cuarta más atípica con sus salidas inhabituales a flor de piel, pero no de las de las familias del crimen… y la quinta ahora, la del monstruo casi de Frankenstein.

Buscando quizá la venganza, no sobre su creador, sino sobre el hombre montado a caballo, que le hizo pensar en lo innecesario, horroroso o pecaminoso.

Campos de Batalla.

Napoleón se enfrentó a sus propios monstruos, como el inglés que bajó una montaña rusa del futuro y los aliens, zombies, pero en el punto de mira, lo dejó vivo, coleando en una nieve demasiado apresurada o breve. Gélidos derroteros de la historia, que se multiplicaron por miles de cuerpos, en otras guerras mundiales, allá por el impasible carácter de Rusia, y la silenciosa Moscú. Apropiándose de las guerras, ahora, en otros ríos. Monstruosos siempre…

El terreno es imperial como lo puede ser un rancho familiar, o el interior de un coche, de atrás a adelante, de derecha a izquierda, Bonnies and Clyde´s, como fotocopias del ayer en blanco y negro, en parejas que se apartan del camino y acaban en la misma frontera, de destrucción y muerte, pero con la mente de un niño. Gun Crazy, acaba perdida en el páramo de la batalla, cubierta de penumbras, sin cuerpos desmembrados; mientras el monstruo, inocente al fin, se marcha a conocer la inocencia en el adulto, que acabó con un pájaro inerte, y juró amor, y a poder ser alegría. Azúuuucar.

Allí estaban desconocidos, como el Jonh Dall que venía del monstruo de La Soga y se dirigía a la cruz de Espartaco, y la desconocida habitual, en sentido contrario a la tigresa de Fargo, la pantera peligrosa y fatal, de Peggy Cummins, antes de meterse en la piel diabólica de Jacques Tourneur. Dicen que  La Maldición del Demonio, compartió cartel en el estreno, con La Venganza de Frankenstein, ¿casualidad?… Ahí lo dejo.

Entonces dejando los caballos amarrados, y los coches, la nieve y la niebla, toman el mando de las ejecuciones venideras, lo que reclamábamos hace tiempo. Ya que los cabezas de familia, siempre han perdurado, Noah Hawley sabe de las pesadillas que se encierran entre cadenas y cárceles del alma, pesadillas clásicas con otro color, reclamaciones de protección, persecución y ejecución, tal vez… y manchas rojizas en el terreno, el cuello, las manos… algunas inútiles, como los ojos. Reclaman su pasado en tono reivindicativo o vengativo, sí, es ¡Fargo! It´s alive again…

Las Tigresas… y los Monstruos.

Lo son todo, sin ellos no hay historia clásica, ni crímenes… ni venganzas. Ni madres que los parieran, o padres cosieran de retales... que llamarían magia.

Mientras se encuentran al borde del río, que bien pudiera parecer una mesa matutina familiar de campeones, inocentes con palabras, de amistad o amor… los lobos aúllan de hambre… o dolor. No lobos, animales, sino monstruosos de verdad, qué ¿no es ficción…? Claro, porque existen y vagan, y matan policías, o inocentes.

Las tigresas, madres, se reivindican en su paz, y se ajustan a los tiempos. Y los monstruos, eléctricos, escuetos semánticamente, con todo el peso de las palabras, de la magia y los tiempos, se confunden… y al final, paladean el amor y sonríen. Aunque externamente puedan parecer tétricos, vikingos sin escrúpulos, son ideales, e intentan hacerse con la historia… Lo consiguen, por cierto.

Otros aspectos reales, más cómicos como un matrimonio Sin Hijos, son menos atractivos y creíbles, por cierto, fruto de un cine argentino y una productora española, en crisis. O los Secretos de un Escándalo, que es un pasado, no resuelto, que vuelve a visitarnos, pero tampoco demasiado verídico y reconocible, es una pesadilla de encuentros y palabras, nada más. Sin embargo, en otro ejemplo de cine que cumple 40 añazos, y recuerda a la fantástica pero desafortunada tigresa rubia, Farrah Fawcett, el filme Burning Bed para TV, parece un retrato demasiado carnal de una penosa realidad, la violencia doméstica… que sin duda existe, pero no se cuenta a veces, toda la verdad. Como el consumo de sustancias o las costumbres malsanas.

Y con estos juicios, calientes como aposentos, y frías rivalidades, Jon Hamm y Juno Temple´s al margen… pasamos a la acción. De una noche de Navidad, sin defensa, a la muerte en directo de la inocencia, por las bandas criminales, en la resurrección de John Woo y el silencio sepulcral en la actuación del vikingo, Joel Kinnaman. Está bien sin tirar cohetes, de la manta de la Paz y el Amor; mientras que la homónima, casi, Violent Night, se pierde un poco en Solo en Casa, el Rambo de la Navidad de David Harbour patriótico y aquel niño, vikingo… y la madre de otra que retorna, Beverly D´Angelo con parecidos razonables a otras familias, desde una increíble Succession a la magnificencia fría de una poderosa en Fargo. Abuelas tigresas.

Y en El Extraño… se ocultan los monstruos. Tras unos barrotes envenenados por el poder y el dinero… o una sonrisa. Hubo una que dijo, un día… ¡Dientes!, y en eso, tenía razón. Con una sonrisa, se puede ganar la libertad… ¡O no!

Del salvajismo, y el patriotismo, que existe en Fargo, y es actualidad… A lo mejor, hablo otro día, o noche… o pesadilla… o desayuno, la comida más importante de la jornada. Juno y Jon, y el bollito, ya formáis parte de la familia, de lo mejor y lo peorcito, monstruoso, de Fargo. Puede que de la historia, Minnesota como posible réplica de Washington Dc.,  y de las armas típicas de Estados Unidos, también. Y Amén… 

Y los monstruos, comieron no perdices, y fueron felices… y, Jack Skeletor en su pesadilla real, pudo dormir, al fin.

 

No es la risa nerviosa de El Jovencito Frankenstein de Mel Brooks... Podría

Cinemomio: Thank you

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