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domingo, 19 de enero de 2020

Watchmen.



El tiempo, es ese periodo inerte en crecimiento contante. Un hecho superpuesto entre dos momentos memorables o esencialmente recordados por la historia. Donde el comienzo de todo, puede llegar a confundirse con el final, de azul a azul, tiro por que me toca, y viceversa... en extensión genérica. Como la evolución de un animal que se desarrollaría en el interior de un huevo... o semilla.

Simplemente, porque el futuro no existe... según nos vamos acercando a ese instante de último resuello que nos congela el pensamiento y, hasta el alma. Que nos fracciona, nos enfrenta o despedaza, en una infinidad de partículas esparcidas por el espacio. Tal vez, también por el tiempo, si existiera hasta ese apagón último (que entonces sería cuantificable, 1 on - 0 off) Siempre con la intención sorprendente de volverse a juntar de nuevo, o resurgir en otro ser. En definitiva... sobrevivir.

Esta cualidad, los Minutemen la tenían bastante clara, como viajeros del Tiempo... Lo entendían desde aquella primera revuelta de los años 20, basada en hechos reales y raciales, con la fundación del héroe enmascarado o justiciero del miedo. Un hombre que tuvo que sobrevivir y resurgir del cero absoluto, bajo una especie de putrefacta cáscara. Un asesinato borrado en la historia profunda de los USA.
Por ese motivo, un hombre justo creció, se desarrolló, manteniéndose a la defensiva, como una cápsula encerrada del tiempo, que demuestra los derechos y las obligaciones, enterrados. Hasta que se hartó, de los seres humanos, llamados inteligentes...

Una máscara, para recordarnos que, cualquier decisión en el proceso, cualquier percance o duda, puede terminar llevándonos al desastre. Dejándonos colgados en el tiempo terrestre. Porque... no sabemos si existe... ¿Qué sería primero...? ¿El origen o el apocalipsis?
El policía o el héroe enmascarado, el malvado o el agente público que debe ocultar su rostro por protección... la venganza o la redención...

Los hombres y mujeres, procreadores, por un valle de lágrimas y castigo, acusados por un pecado venial, precursores de todas las acciones presentes y futuras, con otra imagen. El nuevo comienzo, en un modelo hecho a imagen y semejanza del anterior, pero distinto. Se regiría por una entidad superior... no lo sabremos, ¿nunca?
Primero fue el crimen... y luego, la investigación. By Rorschach, el castigo convertido en una corriente mediática, en la traslación temporal asomada al espejo... ¡Resurrección y Pasión en manchas o lo oscuro! ¡Menudo test!

Historia 2: De Watch.

Desde un alternativo mes de 2009, una década de ilusión ha pasado, para estallar en la televisión como una tormenta eléctrica. El cine que recogía el guante enfundado de esta elipsis comiquera, con los Watchmen dirigida por Zack Snyder, aterrizó con una sonrisa sobre la acera. El dios moderno, seguidor del Arma de la Muerte y su conflicto cerebral, ha vuelto, como hizo años antes de que los muertos volvieran a la vida con nuevas armas. Con el pavor público, una década de zombies, entre un tebeo insertado en la muerte. Navío algo descompensado en el medio... de ese miedo a trazos.
Somos humanos, nos equivocamos, o no yerra el ser azul de tres ojos... Pues bien, regresa la reproducción de ´cierta` historia vengativa, existencias nucleares y otras exigencias modales, para persuadir a las malas conciencias. A lo largo del tiempo y la ilustración por capítulos, por la que siente fervor. Sobre todo, con las ´verdades` del Universo Dc bajo la máscara, esto es, de la creación de una historia.

Cuando el joven, aún descolorido en el espacio, creador por Green Bay (tierra verdosa y ajedrecística de Packers de Wisconsin, antes de caer ante forynainers, que decíamos entonces)... trasplantara la irrealidad de aquellos Minutemen en un suspiro y un salto temporal a caballo de la realidad. Su justicia anónima, irregular entre peones blancos y negros, derrochaba versatilidad contemporánea en pantalla grande, con su estética y percepción de los asuntos históricos. Pero, cargado de críticas para todos los gustos o colores.
Y singularmente, dentro de una singularidad obscura, un recordado comienzo especialmente. Un curso acelerado en héroes o proscritos, con espléndidos títulos de presentación, en una especie de catártica revisión cultural y sociológica. Denominémosla una mini historia1 en sí misma, de gran calado técnico, narrativo e imaginativo.

La época de seres generacionales, demandando justicia, escondidos y reservados, ante las instituciones y las opiniones más duras. Intentando luchar contra todos aquellos males que nos acecharían como sociedad, en cada instante, también hoy. En balanza de poder contra nuestra dura existencia y supervivencia como especie en el pasado. «The Times They Are a-Changin'» según Bob Dylan... aunque Gibbons no lo tenía tan claro. Ya que preveyó otras alternativas... espacio-viñeta-temporales.
Y una vez muerto Rorschach, y su rabia... qué sería de los detectives? Y de los agentes de policía, con sus cargos y obligaciones públicas... acaso no recuerdas, ¿la institución que desarrolló a Robocop? Ahí, la banda sonora era puro, heavy Metal.

Así, el creador de aquellos paralelos, saltos temporales, en cómic, salía del estilo colorista del mencionado Dave Gibbons en papel estelar. Junto al desasosiego particularmente oscuro, del guionista Alan Moore, en secreto mítico y sus hombres extraordinarios, bastante difusos. Sólo uno con poderes reales y preclaros.
Para empezar a describir las épocas, la marginalidad en razas, la frustración colectiva y el fracaso del individuo en vivos colores, como contrapunto. Esa marcha atrás, del futuro y la muerte, con visitas, más o menos guiadas, por diferentes esencias. Todo lo soñado, desde sus famosas patadas metafísicas a la historia, ah, y también, la propagación del Horror. Con un salto apocalíptico, en el minutero... a golpe de lápiz y otros más violentos. Violaciones y repercusiones sexuales, a parte.

Las imágenes rectangulares, realistas y poliédricas, comenzaron a hacerse gigantes de la mano de Snyder hacia Mr. Lindeloft (de irreverente fumador a miembro de los Watchmen de HBO), desdoblados con retratos en serie.
Un referente cultural, con la intención de provocar reacciones en ambos sentidos, del materialismo político (en versiones de cine) y la conversión de la nueva imaginación actual. Con hermosas catástrofes o retóricas estampas, distanciadas en espacios distintos, pero hermanadas. Enmarcadas dentro de un círculo vicioso, semejante a una elipsis que significaría el comienzo y el fin de todo... según esos minutos postreros que restasen para terminar una sofisticada, controvertida y casi irreversible cuenta.

Sin embargo, las ubicaciones no son idénticas, ni los modos o tonos. Tampoco los rostros de los elegidos, o perdidos, ya avanzados en sabiduría... o no.
Porque, un Alejandro Magno, más adulto, distraído y aburrido, pendiente de una llama del pasado, abre la puerta esotérica a otra civilización, o planeta, no tan encantando. Aunque, se plantea la salvación, a pesar de las novedosas escenas escritas y resueltas, con acción incendiaria. En busca de la unidad, la evolución de la especie, casi prueba afrodisíaca para una deidad. Siempre a costa de freír a algunas ovejas descarriadas, y gracias a un fantástico calamar... Su ilusión, o ilusa deidad del dinero empleado. Solamente, un todopoderoso casi ´real`, le otorgaría su redención. Pues, él también cayó en la tentación.

¡Tic...! Noo, aún no, alma de dios...

El caso es que estos acontecimientos, modificados y estratificados en realidad paralela, alteraron el cauce de las utopías o distopías, por venir. Según el color del cristal, con que se mire y el de un ser pragmático, elevado a la décima potencia (de mandamientos divinos), un todopoderoso topo de color cobalto, cóctel azul Dr. Manhattan. Bañado en rojo, ya que fue obligado a la masacre primero, para exiliarse en retiro filosófico, científico cosmológico y hasta pansexual, en Marte. Transformado en una extraña deidad del dios de la guerra... ¿seguro? Pues probablemente no, con estos Watchmen, todo se transforma, se convierte en algo paradójico y multidimensional. Tanto que puedes abandonar tu verdadera forma, de gallinácea o huevo frágil, hasta aparecer caminando sobre la superficie de un lejano planeta. Condenado al destierro, por tus anteriores desórdenes y culpas. Pecados de los hombres, se dijo.

Por tanto, sí amigos... Los colores tienen mucho que ver, en esto de la transformación ante nuestros ojos. Pues, cada personaje de la serie Watchmen, posee una personalidad compleja como jinete, estrella acorde con los hechos que les tocó vivir, o cabalgar sus acciones sobre un cómic. Veamos... apocaliptos.
El azul global de profesor es evidente, ya que el proyecto de la Tierra como territorio viviente, se debe principalmente a dicho tono de la creación. El líquido elemento, por donde la muerte bajaba en el río Mekong, surgida de un marronazo... esto es, se tiñera de rojo como Yantsé en llamas, como la máscara perdida de un héroe comunista y sus pasiones voraces que igualmente derramaron sangre.
Sin embargo, el sabio tuvo que aprender algunas lecciones que se ramificaron de aquella decisión comprometida y del amor... Bueno, de manera ficticia, no. Ya que el conocimiento estelar u omnisciencia que se le suponía, definiría lo que es y lo que sabe... es decir, todo. Tal que buen ser supremo y casi omnipresente. Por contra, el otro unificador, no, su origen era más pragmático.

Curiosamente, otro de sus defendidos, recortado en blanco y negro, como una pistola de Bogart. Blanco de la gabardina y negro del tiempo en que descendió a los infiernos, fue incomprendido por sus borrones en el pasado y sobre el rostro. Tuvo que ser sacrificado, redimido por todos los defectos de la humanidad y sus ataques de ira. Angel vengador, podían haberle llamado... ante sus métodos violentos de ejecución (que él mismo, igual que el precursor Justiciero Encapuchado o el inteligente Ozymandias, utilizó alguna vez), por esa insistencia contra la maldad generalizada y erigido defensor incivilizado, de la civilización. Significó un buen test de roscharch contra el vicio, ahora multiplicado. ¿Quiénes son los buenos, y quiénes los gallináceos? El último Joker sentenció, con un bala.

El gran Ozy manda avisos, hoy representado por otro grande Jeremy Irons, de la Liga de la No Justicia, y verse inutilizado, pensando en verde selvático o yerba de los márgenes del Nilo, en el oasis espacial. Produciendo creaciones que mantuvieran a raya, y tinta... los tentáculos de una destrucción pronosticada, en regresión sistemática. Para ello, vamos a tener que viajar muy lejos a su lado, hasta los inicios ´constructivos` de otra civilización, residuos de especie, clonados y sonados de un Westworld imaginario. Ideales, que nos hicieran olvidar los paisajes verdes de nuestra Tierra, abajo... en las profundidades tenebrosas de la caverna de Platón.
¡Tic...!, ya ¿es el tiempo? No, faltan algunos minutos... o sentencias.

Número tres, la estampa del héroe, colgado de la tercera rama de la radicalización. Tiene un color bastante oscuro, donde hay que remontarse a esos Minutemen de los albores del héroe, casi marginales, desconocidos por algunos, y reflejarse en otros colores que dominaban el abandono o la pena. La presión, colgando de los asuntos sociales y políticos, durante épocas anteriores que se extralimitaron... más allá de lo permisible, como nuestra esencia humana e... ¡inteligente?
Hasta aquella guerra de Vietnam, que el tiempo redujo en una paradoja, hasta el pulso por el poder atómico entre soviéticos y norteamericanos de... un iluso Nixon. Antes de difuminarse, sobre la era fantasma del presidente Robert Redford... en retiro espiritual. De allí, a Salt Lake City, ya sin pistolas, sogas u otros jinetes comanches.

... Tac! Espejo del Tiempo.

El blanco, de todas las críticas. Ese mal que estaba representado, por valores que venían de muy atrás, antes de la fundación de los actuales USA, los comercios y corrientes universales. El choque llegó con europeos que reían las gracias, como comediantes del descubrimiento y generadores de una esclavitud fundacional, con que mantener el poder comercial y económico. Una época muy turbia en perspectiva, y de consecuencias siniestras en la historia, que algunos tratarían de mantener viva, bajo el tejido espeso de una manta o manchada sábana.
Por ese motivo, el primer gran héroe en lucha, a favor de los derechos de los negros americanos y de todo el mundo, tuvo que ponerse también, una máscara. No la de la resignación o del terror, sino de la protección. Amamantado por el miedo y los pectorales de Yahya Abdul-Mateen II, próximo Black Manta, terror de Candyman y artista de Matrix 4. Todo parece relacionado en Hoollywood, los Vigilantes y los Mindhunter´s.

Otros de aquellos justicieros, en los años 40 del cómic, entre Moore y Gibbons, tuvieron que pintarse las ganas, y reciclarse en los colores del arco iris, para defender un hueco, del que algunos renegaban o simplemente, no entendían. Pero, eso ya terminó, gracias a Di... digo la máscara, de nuevo. Decía Dylan, los tiempos están cambiando... pero regresan, de nuevo.
Mientras, las manecillas seguían corriendo, y las series actuales volando, igual que un búho metálico que cambiará la forma de transporte, durante varias décadas e ideologías. Pasando a los 70 de reclamaciones sociales y movimientos culturales, en colisión, tras la unión de un nuevo estado ficticio, y de estar... a los 80 que mandaron hippies a una combustión acelerada, fumando su centro de equilibrio. Colocados dentro de un transformador atómico de partículas, que los mantuviera enterrados en forma de antiguas deflagraciones o residuos, en un vertedero de Hollywood.

Hacia 90´s más cinematográficos, lejos de viejas estrellas y vaqueros, que se hicieron ejemplos coloridos del cine (exceptuando la representación del cómic titulado El Navío, pues no sabíamos muy bien, qué pintaba ahí), a pesar de la familiar confusión y su éxito comercial. En corta espera hacia el comienzo de un nuevo milenio, y hoy, con el viaje de Regina King, el concepto de Tim Blake Nelson o la evolución de Jean Smart, de vuelta a los alegres y alborotados, años 20, como un traje ajustado o el baile del charlestón. En el ocaso de Hermann Rorschach y el comienzo del test de espejito... Tac... Ahora, sí.

Resta el amarillo aterciopelado, de aspecto semejante a una segunda piel definitiva, sobre el cuerpo de Malin Åkerman, alias Espectro de Seda. La II que anduvo pululando y replantando sus hilos, sobre diferentes cuerpos y presencias alternativas, por un capricho violento del pretérito imperfecto. Hasta que se hizo mayor y materializara entre una nueva generación de protectores, cuerpos especiales de resistencia gubernamental que, curiosamente, también tendrían que echar mano a la máscara, como aquellos Minutemen del primer Milenio. Que es el segundo... me entiendes.

Esta es una nueva generación, los males son los mismos, y las amenazas se han multiplicado, se han extendido como las yemas de una fuente vital, sobre un plato de cristal. Tan transparente, que nos deja ver todo lo recorrido en el pasado y lo que se avecina, con una extraña lente, salpicada de sangre. Que va enfocando, cuadrando todo, sobre este presente de la serie Watchmen y sus novedosas teorías existenciales, policiales y filosóficas.

¿La Gallina o el Huevo?

En las arrugas de una cara, podemos comprobar como ha sido ese cambio. Si sufrieron o mutaron demasiado, para reconocerlo emocionalmente. Si crearon expectativas o, huyeron...
Hasta descubrir en su reflejo que el paso del tiempo, y algunos pensamientos, se incrustó en todos los campos de nuestra existencia, en todas las siguientes generaciones venideras. Desde la simple evidencia física y residual, no la idílica juventud de antaño, hasta los mecanismos internos que controlan nuestras decisiones o deseos... Incluso, los sueños, o terribles pesadillas que nos revisitarán a menudo, sobre el último segundo. ¿Qué fue primero, la pesadilla o el sueño?

Para todos los aspectos personales, usamos disfraz, ante el colectivo. Como buenos humanos maleables, subatómicos y dubitativos, que temen exponer sus complejos desnudos, frente al resto de desconocidos o amigos, a la opinión general que destroza y engulle, como un monstruo.
Baste como ejemplo, la efigie del precursor como la de otros vigilantes actuales, que tuvieron que cubrirse, conociendo la historia. No identificar su rostro, sino palpitar a través de una máscara, la primera raída, para no ser insultados o masacrados por una sociedad, ávida de nueva sangre derramada.
Mientras un dios, llamado Profesor o Maestro Azul, se veía colgado temeroso de la rama de un árbol, volatilizado o saliendo por patas, a un lugar apartado del mundanal ruido. Esto es, a un planeta lo más vecinal posible... o belicista, ¿no? Piénsatelo, monstruo.

Bueno, desde luego, tuvo que esconderse, como aquellos de capucha deshilachada por los años y temporadas sobre el papel. No la amarga verdad que esconde, sino la que se haría rancia hoy, al volverse a conocer en familia, bajo otra forma, estancia y color. Él, que tapase las culpas de toda una colectividad en estado de involución permanente, castigándose por los males universales. Convirtiéndose de nuevo, en zigoto, nadando en su propia piscina. ¿Recuerdas aquel capítulo?

Pues sí, queridos lectores, los colores de Watchmen han vuelto, para salpicarnos de ácido y sangre. Gracias al modelo actual de la televisión y un rey de las transformaciones existenciales como Damon Lindeloft (en el final de The Leftovers), pensador de Tomorrowland. Volcándose imaginativo, desdoblándose en esencia como Dale Cooper y mirando a su patria, en el mismo New Jersey. Junto a un ramillete de directores del medio televisivo y pandilla de guionistas jóvenes (bastantes féminas), volviendo nuestros ojos a los inicios de aquellas sombras en blanco y negro, llenas de matices alargados, sorbos amargos de otra realidad más contemporánea. Globalmente alienada, femenina, en busca de nuevas sensaciones o figuras.

Con algún que otro, tono brillante... como aquel rojo, del peligro caústico que se avistaba sobre el terreno resquebrajado de la Segunda Guerra Mundial, requemado por el nazismo que se cernía sobre esta divergente Europa y unos segundos del metraje de una película notable de Steven Spielberg. Aquel color era una muestra de la amenaza, de una esclavitud ideológica que amenazaba el resto del mundo libre, como otras. Luego, llegaría la guerra fría y las consecuencias de aquel fin de fiesta terrible, digo, comienzo de la era atómica. La guinda roja del pastel...
Aunque, han llegado los nuevos protectores, que parecen los mismos. Solamente que estos no están obligados por las necesidades personales, ni tampoco son tan ricos como algunos, que empleaban su poder en la defensa o reconstrucción del ser. Sino que son pagados con los impuestos, mensual y descriptivamente, hijos de nuestros impuestos que sirven para un montón de cosas... aparte. Igual que mantener unas fuerzas del orden o un cuerpo policial, ecuánime e imparcial, como una ley justa. Como construir una bomba con la que ganar una guerra, justa o injusta, según las perspectivas en el horizonte o puntos de vista, humanos o inhumanos... Idear y construir una figura aumentativa del terror, para mantener entretenida a la masa, mirando hacia otro lado, como si fuera un programa efectista de la tele, o Joker alimentado por unas voces, más o menos discordantes. Que también se nutrirían de aquella basura infecta... o nuestro dinero.

O, por último, intentar crear una nueva Tierra, partiendo de un menos cero, absoluto, allá en el espacio recóndito, donde los hombres y mujeres, evas y adanes en reprocidad temporal o bíblica, hacia otro Dios, crezcan y se reproduzcan, a imagen y no semejanza. Esto es, sin tener que aprender de viejos errores... o recapacitar lo vivido. Con su mirada limpia, ¿crees qué cometerían los mismos? ¿La guerra o la pasta?
Qué buena ocasión, para la teletransportación. la celebración autómata y el voyeurismo interplanetario, espiando que se cuece en otra dimensión o espacio exterior a los nuevos Watchmen... que son los antiguos, no sé, si me comprendes, semilla en la cáscara, cinematógrafo... Hombre de la cara, en espejo. ¡Voyeur, A cara de perro!

Día del Juicio.

Mientras mucho más abajo, casi en las profundidades de nuestra irresponsable conciencia, las vergüenzas ajenas, colgaban como una macabra corbata del cuello de un inocente. Para recordarnos su pasado, que significa otra mancha en la cara de nuestro Rorscharch, humano. Ya muerto, y no enterrado, porque se desintegró y formó un ejército resucitado... que poco tenía que ver con él, ya que sus amistades integraban personalidades de muy diferentes colores... hasta la visión catatónica. ¡De verdad!

Los creadores bautizaron a aquel hombre del minuto cero, como un Vengador Encapuchado, que comenzó las correrías de los reconocidos Watchmen de la actualidad, sin rechistar. Bueno sí, un poco, cuando las vergüenzas quedaron colgando en el aire. Una saga oscilatoria, de una espada de Damocles unida por una soga de intransigencia del mentiroso, con sus disfraces para mantenerse en la tinieblas. Convertido en un ejecutor en gabardina, el que morirá frito como gamba con ídem.
Disparate sin tregua, por las malas lenguas o estereotipos sangrantes, que han marcado nuestra historia violenta y resurgido, en más de una ocasión... como entonces, como en un misterioso navío fantasmal. Aunque sería una versión multiangular, crepuscular, donde el odio crece con el pánico, en cualquier dirección o refracción de luz que nos toque, en color y tonalidad. El desprecio sobre otros elementos represaliados de la sociedad, fue el caldo de cultivo, principio de todos los males, encarnados en la piel, la precariedad económica, la sexualidad o las ideologías. Normalmente, políticas y demasiado interesadas, cuando se amenaza su estable forma de vida, sobre todo, condicionada por el poder y el dinero... Enemigos íntimos de nuestra libertad y nuestro sueño, del próximo futuro.

Ahora Sister Night, Red Scare y Looking Glass, son los representantes del legado. De los reflejos y las arrugas en los rostros, de los colores que se desangran o crecen en otro lugar, luchando y lanzando mensajes a través de cuerpos insulsos, desdibujados o esclavos, inertes. Y por supuesto, de las ideas, que son el trasfondo que existe desde los albores de estos Watchmen, condicionados a las puertas del año 2020, después de nexus replicantes a las puertas de Tannhäuser (o de Venus) y de los protectores Blade Runners, que ya no son el futuro. Con todos, los ´no` medios a su... a nuestro alcance.
El temor ha ido saltando entre alambicados enfrentamientos, desencuentros entre aparentes hermanos, llenos de púas afiladas y penetrantes como coronas, que descarnan la unión de los pueblos. Hoy, son otro más, los individuos en incomprendida globalización o máxima alienación. Salvo una mente apagada, que insiste en no salir a la luz, dado el ambiente.

Miedo porque no se entienden, ya que nosotros no toleramos las diferencias, discrepamos a todas hora sobre las formas y colores, somos frágiles y... demandamos fortaleza, esencialmente económica. Son otros tiempos, parecidos pero distintos, que navegan por otros hilos o referentes básicos, poniendo etiquetas, anteponiendo riqueza, cuando los grupos supremacistas de Tusla (en estado de Oklahoma), trataban a otros congéneres pobres y seres humanos inteligentes, como meras claras de huevo para batir y abatir. Hoy, podemos ser cualquiera...

Somos calamares que lanzar por los aires, con el fin de causar el terror, aplastados por un parabrisas de oro. Marginados distanciando a los distintos grupos o corrientes, que igualmente aprenden, sangran y mueren, se oponen a otros de diferente pelaje. Con las venas iracundas, corriendo torrentes de desprecio, bajo cualquier piel y rostro, rojas, amarillas, azules, verdes de color esperanza, y matanza controlada estilo Ozymandias... para la redención de la especie y una nueva oportunidad. Plateadas, o transparentes en el fondo, como un pintura que reflecta los compuestos vacíos, en el mundo o el espacio, mascullando la falta de figuras en un espejo. O las balas que derriben al depredador, al próximo vampiro u licántropo... al gran monstruo irreal con sus dramáticos tentáculos... en esta u otra realidad paralela.

La primera historia fue en 1986 con el error de la guerra, el telón de acero y la amenaza nuclear en transición belicosa, replanteada en el Séptimo, arte y cielo, color cobalto, debajo de la política y sus lobos, que devoran los derechos civiles y la igualdad. Creada como una evasión alternativa de la realidad, a aquella Justicia Encapuchada que surgió de la violencia y la incomprensión, significando el primer horror venidero.
Fundido en negro, sobre blanco, no finiquitado... amarillo, y azul, pareja rota. Amor eléctrico, se transforma de nuevo. Fuerzas niveladas, reclamación de igualdades... Hoy, meramente... es una clásica cuestión... ¿espermatozoide y óvulo?

Historia 1: De Minute.

Para la primera historia sobre Justicia Encapuchada, hay que remontarse a una época donde las vulneraciones de los derechos civiles, colgaban de una soga de injusticia y violencia extrema. En aquellos momentos, sobre la sombra de la primera gran guerra, crecía una tensión que duraría décadas, a la sombra alargada de las 3K respecto al ambiente de cambio social en los años 60 y las reclamaciones raciales. Una sombra ocular, representativo de un ficticio ojo que miraba a la moderna Kaballería de enmascarados Rorscharch´s en los cómics de Watchmen, que se distorsionaba más aún, con la perspectiva perturbada de un Cíclope.

Este tiempo de turbación en los colores infinitos, en el horizonte de algunos estados y ciudades, es algo anterior a las noticias coloreadas ya en la IIWW, después de la guerra fría frente a los soviets de aquella URSS o la divergente victoria de un coloso azul apoyando al ejército en la de Vietnam, representado por su tercer ojo en la historia inicial de Gibbons y Moore, en 1986. También antes de la llegada de aquella amenaza sobredimensionada, con un molusco marino gigante que reiniciara la cuenta atrás con un ataque psíquico a los neoyorquinos.
Pero, en el manifiesto antiguo, los estercoleros cívicos, se nutrían de inmundicia racial y otros elementos humanos, chocando con los derechos de los ciudadanos libres, o pretendiéndolo, cuando los archifamosos Minutemen se lanzaron a la conquista de las calles y arreglar los problemas por medios más radicales. Si bien, ¿eran héroes o antihéroes?

Por descontado, eso dependería de la instituciones, los poderes públicos o estatales y, los pensamientos de cada ciudadano con su opinión personal, frente al resto. Animados contra el crimen organizado o surrealista, con figuras como el Morlock o la idea de dios, la ambivalencia del bien y el mal.
En la era de los Minutemen, en los años 40 y posteriores con pesadilla de Vietnam o el mandato de Nixon, se reprodujeron estos procesos o ajustes sin justicia, que fue labrando un territorio de contrastes y nombres de otras épocas temporales, o incluso civilizaciones. Ricos vs. pobres, y viceversa, originando la expansión del baile de máscaras, empezado por los extremistas y aquel joven Encapuchado con la soga al cuello, exacerbadas por el crecimiento inmenso de empresas como las de Mr. Veidt. Un seguidor de viejos ritos y campañas mediáticas, unido a la piel de Alejandro Magno en conversión Ramses II y renacido bajo las experiencias emitidas bajos los efectos de su compuesto químico, conocido como Nostalgia.

Allí en el pasado gigantesco, antes de la transformación al negro y sus conexiones heroicas con el asfixiante presente, comenzó la guerra entre la versión oficialista y las acciones de aquellos vigilantes-guerreros, cuando no existía la deidad azul. Ahora, después de la tensión atómica, la explosión psíquica de la Noche Blanca aferrada al Skyline de New York y con varias lluvias de calamares alevines, nos hemos movido a otra dimensión en un universo de mundos paralelos. Aunque las apariencias, no son lo que parecen... viajan a otros momentos y espacios derivados. Tic, toc, el tiempo marca la esencia...

Watchmen: Historia 2

En aquel crepúsculo de los cuerpos policiales, crecieron los apoyos públicos a los Watchmen de los 70 o finales de los ochenta en el papel y su tratamiento de choque. pero se cometieron dudosos actos como el de Comediante con su exposición de ideas y sus líos de faldas. Volviendo a ocultar sus rostros de los criminales como antaño y de la persecución a sus propias familias, elaborando complicados entramados visuales para quebrantar la voluntad o sacrificando algunos miles, para la redención de los seres humanos y un futuro extraterrestre como especie. Ozymandias con sus invención, provocó la huida de algunos, la desaparición de otros cuantos y la sustitución de agentes de la ley, por estos protectores con antifaz y puño de hierro. Hasta que la historia, engendró nuevas teorías conspiratorias, enfrentamientos de revoluciones ideológicas, incendios provocados y asesinatos anónimos con un guiño o risa amarillenta, que va por barrios o apartamentos, y la amenaza de nuevas bombas judiciales que estallarían sobre nuestras cabezas. Esta vez, con el retraso de una mirada lejana y aburrida de la vida.

El lapso de tiempo, se estira hasta nuestros días, hasta el infinito del espacio. Aquel Marte azulado, se ha transformado en una emulación calculada y un traspaso de poderes, junto a aquel capuchón ennegrecido por el odio y el racismo, coronado como Rorschach por el ahogo alienado y el escarmiento. Mientras, las chicas han envejecido bien, eligen sus parejas inviolablemente o se han aferrado al llamado empoderamiento, siendo miembros destacados de la acción de una Noche de Hermanas.
Tanta rabia encapsulada en sus arterias, invadidas por el calor azul, que se ha despertado su conciencia, frente a la represión de sus antepasados y sus compañeros actuales, con la caída de viejos antecedentes sanguíneos y una sombra en un armario. El dolor empezó a destilar de los poros de su piel, convaleciente por los amantes del Klan y otros próximos enemigos político, sociales o multidimensionales. Es decir, los Vigilantes de ayer en los ochenta, son los planificadores del presente extendido, desafiados por las intervenciones en el cómic y la primera película.

Watchmen: Historia 3.

Los creadores coloristas, de esta escuela de excedentes pasionales y manipulaciones variadas, elaboraron una forma de entender a los héroes clásicos de Marvel o Dc, interviniendo y modificando partes de la Historia. Persiguieron una narrativa, ahora mitificada por la serie Watchmen de HBO y Dc Cómics, abriendo un proceso de múltiples puertas interdimensionales y saltos temporales, para elegir, desafiar, medrar, dar y tomar, incluso por otras puertas traseras. Como de año en año, el reloj de la puesta de Sol, marca cinco o menos, minutos para la cuenta atrás... silencio.
Sin embargo, esta vez el minutero, no se ha detenido de manera ilustrativa y candente, en los aspectos sexuales. Excepto el máximo encuentro entre poli y dios, velados en la oscuridad, ante la realidad... ¡Qué dura realidad!

El miedo da paso a un acertijo, a Dios rogando y con el huevo dando. Watch...ing the sex, cuando los hombres y mujeres, perseguidos por tendencias políticas o movidas existenciales propias, han huido de la represión sexual del pasado, por la persecución de una pesadilla rancia, como la careta de un Rorschach venido a menos. Él, que guardaba su sexo bajo una gabardina como un apocalipsis hambriento, el segundo poderoso se sentía observado por dioses o diosas egipcias, haciendo parejas de la nada y jugando a la guerra, o la paz, quién sabe. Más otro, timorato en conquista como un búho nocturno frente al violador enmascarado y, el cuarto jinete ofreciendo todo en sacrificio. Una mente superdotada para hacer el amor, más bélico... será f...
¡Calma, calamar! Si te desprendes de toda la tinta o protección, como máscara, puedes morir... O ser emparedado como un faraón.

Déjate uno sin cascar, por si la lluvia no escampa y sin olvidar otras pajas mentales descomunales de hoy, que sirven para renovar la vieja sangre y cerrar los horribles recuerdos, descargando la rabia inmensa sobre un jefe con rostro sarcástico, no de smiley sino de Don Johnson. Y no saques la lengua, que el también se asustó...
En otro orden de venganzas, el equipo contemporáneo a nuestra existencia, se reparte entre la sensación del engaño y la urdimbre de la ridiculización en diferido, dirigido por la hija de la violación y un hombre con el rostro en el espejo del pasado. Cuando aquella atracción se volvió en mortal... rabia, infundida en las venas del nuevo grupo enmascarado. Aunque en sus triste ojos bajo la capucha, llenos de verde envidia o esperanza, intenta descubrir el secreto monstruoso y gelatinoso.

Definitivamente, Looking Glass parece el reflejo psicológico de Rorschach, haciendo transparentes sus cautivos pensamientos y su medida violenta de la justicia. Es como si hubiera salido en tromba de Twin Peaks, contra la oscuridad que encierra la mente o se vistiera con la estrella de aquel sheriff encapuchado de las películas, desdoblado, a galope tendido frente a la corrupción ejercida por el poderoso y una caja hermética. También contra la animosidad de esta nueva caballería disfrazada, multiplicada por este mundo de sombras y dispersada en otros, transparentes, aún por descubrir, elevar y construir. Desdoblar...
Los rasgos son inversamente proporcionales al poder político o económico, hasta distorsionar las imágenes de todos y llevar a confundir la idea del vigilante, del revolucionario o del defensor de la patria. ¿Quién es quién? ¿Qué fue antes, el ser humano o la divinidad?

Son dos polos opuestos, que se tocan, como la gallina ponedora y su fruto. Como el Comediante testarudo y el agente Comunista, amante de los sandwitches de lechuga cubierta con la salsa roja de sus compañeros. Devorándose unos a otros, durante cientos de años, cuando todos los males de la humanidad, se confundían en las manchas enfermizas, el reflejo de sus mentiras o el brillo pacífico de sus ojos.
Existimos, a pesar de las dudas reproductoras, en un planeta irracional condicionado por los cuerpos cartilaginosos de otros mundos, sin conocer si son ciertos. Somos, con nuestras complejas relaciones, que nos diferencian en grupos enfrentados en las eras de la Humanidad, unos iniciando las hostilidades y otros combatiendo con la soga al cuello. Desaparecemos, por diferencias manifiestas entre lo circunstancial y lo metafísico, debido a un cálculo de probabilidades. Pero antes, qué fue... la gallina o el huevo. Y en el ocaso, que resta...

Por supuesto, el aprendizaje en el presente. Sobrellevar los tiempos, la alienación en esta globalidad, reconocer la sexualidad variada y los rasgos, defender la libertad general, educar a los vástagos fuera de inventos que intentan desviar la atención... Conocer para poder seguir adelante, con respeto a los demás, intentando minimizar nuestros miedos. Quizás, dependa de una hermana de la noche... azulada.
Fucking, Joker!

Watchmen Soundtrack, by Trent Reznor & Atticus Ross.


Tráiler Birds of Prey, de Cathy Yan.


Tráiler Morbius, de Daniel Espinosa.


Tráiler WW 1984, de Patty Jenkins.

martes, 7 de enero de 2020

Mindhunter (Season II).


La mente es lo más apreciable del individuo... en su cabeza se dirime todo. Pasado, presente y... No sé, también lo malo, malísimo. Ojo, cuidao!
Así sea por sus inclinaciones más altruistas hacia los demás o dedicaciones inteligentes del conocimiento, como también, por aquellos otros sucesos que nos avergüenzan como seres humanos.
Pasos equivocados, miradas extraviadas, fauces rabiosas, extremadamente violentas. Habrá que vigilar y mantener controlados a los depredadores, durante otra temporada.

Lugar rectangular donde aquellos crímenes, que condicionaron los caminos del hombre, dejaron un tufillo nauseabundo. Discretamente en los diarios, multidimensionalmente en las redes, con alguna mujer (mayormente contra sus hijos más débiles), nos vuelven a retratar a lo largo de la historia.
Sólo tenemos que echar la vista atrás, repasar los titulares y mirarnos al espejo de la misma, la tortuosa historia. Rescatando la memoria de escritos amarillentos o esquelas pasadas a primera página, para estudiar y aprender el hecho delictivo.
Cómo se han reproducido las luchas entre hermanos, con el tiempo. O penas luctuosas entre géneros, los abusos o guerras mentales en aumento, incontestable... las violaciones de los derechos, por todo el planeta. Da igual la ideología, siniestras teorías en manos truculentas e interesadas, para ver el lado más perverso del hombre o las penumbras de nuestra conciencia.

Sin duda, crece la negatividad y el desastre. Pero, por otro lado, las buenas noticias y descubrimientos excelsos, nos mantienen vivos y esperanzados, mirando a los científicos descubrir la multiplicidad de la metástasis en células regeneradoras, curiosa tardanza. Son los avances que predominan en la existencia mayoritariamente o la neurociencia que avanza repasando nuestra memoria. Algo digno del ser, que persuadiría las desgracias próximas o discusiones catastrofistas en interacciones diarias, como un inmenso ejemplo de inteligencia que deberíamos supeditar al resto. Pero, seguirá habiendo mentes que no funcionan o deben ser cazadas por los profesionales y médicos.

PU3W, como diría Lemony Snicket, aquellos procesos que devalúan al ser humano con denominador común, el daño producido o la expansión del terror, también nos visitan a menudo intermitentemente en forma de desdichas fraticidas que degeneran la individual existencia.
Son flashes, improntas del dolor, que quedan como muestra terrible del odio y el comportamiento inhumano, fotocopias borrosas de Joker. Que defenestran la inteligencia, en una estancia fría, como desafiantes muestras retrógradas de lo que podemos llegar a desarrollar en tinieblas y ejecutar violentamente desde nuestro interior. Hasta producir el horror más recalcitrante, lo que define nuestro lado más salvaje, enfermo y temible... el otro yo.

Aunque, siempre estudiados con curiosidad necesaria por la ciencia. Seres disfuncionales con efectos secundarios, recordados por muy diferentes motivaciones, enseñanzas prohibidas o cambios emocionales... engranajes en nuestros cerebros que producen esos elementos que intentamos olvidar, o no. Es un enfrentamiento diabólico, perenne, de consecuencias insospechadas, para lo bueno o lo malo.
Por lo que estamos sometidos a una carrera de resistencia, de supervivencia, sobre rescoldos semi-enfriados o esos recuerdos imperecederos que nos visitan a menudo. Dándonos codazos, unos a otros, para alcanzar una posición primordial. Un espacio entre el éxito profesional o la fama diabólica, la cúpula mortal de extraños cazadores... depredadores de nuestra propia especie.

En cambio, una verdadera madre se esmera para que sus retoños, sigan la excelencia en las costumbres o la ética, con respeto a los demás y adquiriendo una notoriedad por méritos legales, sin verse sometidos a juicio sumarísimo... Respeto, ¿tan difícil es? Lo demás es puro espectáculo o exhibicionismo, ¡bang! tiro de gracia al presentador...
Como la mamá del pequeño David, el aprendiz de cineasta, educado por una profesional de enfermería y maestra personal a tiempo casi completo, deseando lo mejor para su hijo. Dedicada paralelamente a la salud mental de sus pacientes... enfermos mucho más inofensivos, que éstos presentes. Los espaciados sobre la época de los 70... los de la serie de Netflix, reconocida social y psicológicamente como Mindhunter.

El Presente, del pasado.

Sin embargo, algo parece haber cambiado... no sustancialmente, más bien estructuralmente.
Ahora, nos introducimos en una persecución fantasmal, con ramalazos personales, típica de cazadores, de lobos, no animales. Palabras contra armas, mientras las madres contemplan, tampoco en silencio. Sino, pidiendo una justicia, que parece esconderse bajo una sábana pútrida.
Porque quedaban desquiciadas sobre la faz de sus escasas fronteras, la paz desquebrajada de sus familias, la negrura de sus barrios marginales, en cada esquina... o asiento trasero de un coche.
A través de esta segunda temporada de Mindhunter, se ahonda en las preocupaciones y desahogos inesperados, descritos en el tiempo, sobre la voz y las manos de estos seres infernales.

Descerebrados asociales que, regularmente por otro lado, no cesan de aparecer a diario en las noticias, manteniendo la alerta social y recreando viejas patologías. Incluso pasando de ciertos estereotipos, de un forma más secuencial, cambiando de una piel a otra, de país en país, de uno a otro género... Si bien, la realidad sería que, la violencia más alarmante, casi siempre cae del mismo lado de la balanza. El lado masculino prisionero ante la diosa justiciera Themis. Siempre muy discreta, justa, imparcial... anacrónica, castigadora, femenina... en plural hoy.

Dos géneros, de lágrimas.

Supremacistas entre estos Watchmen de antaño, los mindhunters, contra terroristas de la moral, en colores, blancos, rojos, amarillos, negros, artistas impropios como el fatal anónimo de la Dalia Negra. Otros protagonistas de una novedosa matanza de Texas, aquí en Atlanta tierra de halcones, en la sufrida Georgia de la canción, con nomenclatura WW.
Son los manipuladores, criminales excesivos del pensamiento, de aquel respeto por la vida ajena, que el ya crecido David vio alterarse, y quiere desarrollar en cinco temporadas. Como los dedos de una mano asesina... sin revolcarse en la derramada.
Durante este momento de la historia, desde Atlanta a la pesadilla de Wichita, a salto de caballo negro de la Tulsa de 1921. Región tormentosa de la no Kansas de una inocente Dorothy, precisamente, con sus bailes brillantes en contraste. Sí, sobre zapatos salpicados en rojo sangre, de menores con voz cantarina mirando al hit, para andarse con ojo... subiendo que hay monstruos, a sus espaldas o aceptando sus falsas dádivas.

Estos vigilantes, día y noche, más festivos y otras fiestas de guardar, escrutan el horizonte. Sin demasiado poder oficial, por entonces, en manos de administrativos y correveidiles, voceros institucionales, que desoyendo, iniciaban maniobras de espionaje y nuevas técnicas de estudio frente al mal. Con menos entrevistas por cabeza y capítulo, que ayer en la primera estancia en la sombra, para entresacar datos reseñables, gélidos, en tan dramáticas y circunspectas circunstancias.
Por consiguiente, el cara a cara, ha disminuido. Cuando los detenidos, si cabe, igualmente repulsivos, son más mediáticos o imperdonablemente narcisistas. Pobres inocentes, niños y mujeres, putas y homosexuales, simpatizantes de la familia o el sexo libre... víctimas.
Entre viciosas siglas, sangrantes, del BTK a este WW, en un cuadrilátero que da mucho repelús, ante la mente ´divina`... de la muerte. Charles que estás en los c... pensamientos ocultos de Quentin.

Mientras el padre, otro, no con mayúsculas si existiera.
Sino el padre de la mente, el que otorga sus gametos masculinos a través de generaciones... espera que la mirada limpia o razón, prevalezca en esta fusión de elementos coordinados, descontrolados hacia el precipicio. Como un condimento esclarecedor de la historia, tras una cámara, para contar entretenidas derivas en la tele y algún que otro aprendizaje, mestizo como la piel y la sangre.
Su papi, de tintas tomar, era miembro escribiente para la revista Life. Posiblemente esto le abriría las puertas del raciocinio o un especial sentido común y narrativo, con apellido Fincher. Dirigiendo su odisea hacia la cinematografía también, desarrollando desde el espacio vacío, visceral y obtuso, un universo enfermizo alrededor de estos casos alucinantes de salvajismo depredador. Con producciones potentes en contenido y forma. Ya tenemos a la familia formada, sin alienación espiritual, lista para entrar en acción.

A veces, sin embargo, tan perdida... como las visiones de sus extraños invitados (así posee un título, pérdida en español xD) frente a héroes silenciados o al acecho. Casi igual de anónimos, borradas sus huellas por el tiempo, tal que asesino escondido al destino. Vigilantes del pasado, que empiezan a ser reconocidos en otras instancias presentes, como valerosos protagonistas de aquella vieja, historia real. Fieles representantes de la placa, a favor de la cadena perpetua, con revisión o no, incluso el ´matarile` eléctrico o químico, nombrado en la primera y excelsa Mindhunter, estudiosos psíquicos tentando a la suerte entre ambos hemisferios. Los de este trío de cazadores neuronales defectuosos, dentro de la justicia anodina, que ya significa una idealización suprema, del poder de la mente.
Mientras en el otro lado del tablero, los temibles. Hasta que son presos, hediondos encadenados rivalizando por una chocolatina, muy iracundos a veces, hambrientos de falsa fama. Sacados de una pesadilla demasiado real, engendrados a escondidas por sus madres, furtivamente como sus actos pretéritos, en la oscuridad del alma. Entre las catatumbas del alcohol, el sexo advenedizo y la lujuria, la malsana educación, el poder esclavizador y el hastío... el dolor. Monstruos del sarcasmo, en diferido.

Ese proceso interno, entre dos entidades opuestas, se ve supeditado a las demás conciencias. Emparejado a la venganza, tal y como un espasmo eléctrico nos recorriera sentados en el sillón, lectores o espectadores, escuchando la gratuidad violenta. Que se excitan ante méritos policiales o se humillan de rodillas, ante tan luctuosas ´hazañas`, vertiginosamente peligrosas y espeluznantes. Pululando entre el asco personal al ser humano y la decadencia moral, tratando de visualizar, sin ruborizarse ni sorprenderse, el espasmo del horror en ojos inocentes. Como diría el coronel Kurtz, creyéndose una especie de dios a la fuerza, pero sin mancharse las manos. Bien lo sabía, el otro Manson. O lo reía, un Joker dibujado... muy animado por el Mal.

Porque el lado salvaje, repulsivo, parece estar presente, en todas las categorías, razas y eras, antes y después de las guerras. El pensamiento lógico, busca desesperadamente entre ese odio, el estercolero, ese foco de infección intelectual, del mal puro e individual, para aprender de sus rostros como un Rorschach y ponerlo contra la pared, tratando de evitar, la multiplicación desproporcionada. Investigando sobre el olvido colectivo y ese paso del tiempo, comunes, nuevos casos que puedan condicionar el futuro de la especie. Sin lágrimas de napalm o hemoglobina de color azulado...

Mente genial... e infernal.

La magnificación de las ideas, nos recorre la médula espinal, transfiriendo las conexiones del éxito y el dolor, respectivamente. Es lo que debió pensar el creador de la serie House of Cards, intencionadamente, en su crecimiento personal y profesional, hasta ser reconocido por afamados vecinos, como el mismísimo George Lucas, en favor de Mr. David Fincher y su visión de IL&M. La confusión de las neuronas, por el contrapunto entre fama y daños, para reconocer el reto entre un mérito y un terrible desafío mortal. Aunque él, por entonces, lo tuviera ya bastante... claro. Clarividente, diría yo.

El director inteligente que cambió la percepción del asesino en serie, del miedo colectivo emprendido en el cine, a su estudio desafiantemente ilustrativo, sobre las pantallas de televisión. Al abordar ahora, los libros de aquellos agentes pioneros de las mentes, más atrofiadas, y la búsqueda de un título adecuado, ambivalente, el de Mindhunter en singular.
Así, con sus palabras e imágenes calculadas, nos presentó el lado psiquiátrico, del mismo psycho que presentara, su tío Alfred y el nuestro, al enfrentarse con la mente desquiciada y macabra de un vicio disecado, sin hacer daño a una mosca. Dando luz a una forma de actuar que nos escapa de las manos, los ojos espirales y la inteligencia, con muestras de una experiencia coordinada y la investigación policial, el grupo contra el individuo. Frente a esos depredadores sexuales, alimañas en silencio.
Así, Fincher se enfrentaría con curiosidad meticulosa, a su cometido metódico y totalmente fotográfico, una instantánea del pánico en perfecta ambientación, con esas sensaciones buscadas, como el miedo, la contradicción o el suspense, ante el peligro. Esto es, con la innata o heredada observación...

Algo después de la infancia, cuando empezó a desesperanzarse y visualizar los rostros de aquellos jóvenes inocentes, a despegarse de los libros académicos por los obturados u obtusos cerebros. Con el deseo de ampliar las limitaciones de los videoclips o pequeños anuncios publicitarios, a otro ritmo, para emprender otras grandes empresas en el horizonte, de sucesos negros.
Son estas historias que ´disfrutamos`... padecemos también... que serían recordadas... más allá de aquellas noticias que deseamos olvidar, como comenté anteriormente. No la de sus familiares, que no quieren borrar su huella, sino seguir intentando luchar en busca de justicia, hasta la extenuación.

Seguimos aprehendiendo, desafiando al miedo, para sacar sus desestabilizadas cabezas a la luz, de las sombras de nuestras calles, alejarlos del rastro de nuestros hijos e hijas, que el director de Denver, respeta. Desde la tierra musical donde las haya, en definitiva, plasma con intensas sensaciones personales de los personajes, cazadores y cazadas, de uno u otro lado u hemisferio. Otra vez, distanciados, con diferencias en estilo y educación, forma y figura, pasión u obligación, en enfrentamiento de miradas entre el mal y el bien.
Tras la visualización de aquel filme, de forajidos, diose cuenta. Butch Cassidy and The Sundance Kid, familia directa del presidente Redford... Newman y George Hill, debería encaminar su cabalgadura a la dura estepa del Valle de la Muerte, entre dos tierras. Convirtiéndose en un verdadero referente del Séptimo Arte, que no la Séptima Kaballería de los Estados Unidos de América.

Mr. Fincher, con su tendencia narrativa a los traumas y cierta violencia, casi siempre no tan explícita, se involucra con la familia, con su ojo indiscreto para el crimen. Sometiendo involuciones obsesivas y fechorías, a un retrato recurrente e inteligente, sobre la historia criminal de la inhumanidad, en una pesadilla privada. Un paralelismo obre nuestros estados de conciencia y de la frenética USA de los setenta. Disparados, con silenciador, los tiros más cruentos y otras acciones indescriptibles, fuera de la ley, congelando los momentos en su estudio psicológico, comprimido. Casi psiquiátrico, de marcado carácter individual y genérico, asexuado y bilateral, sin llegar el espectador común, sorprendido al estar conectado por la tragedia y el deshumanizado, éxito. Personajes que duelen.
Ha apostado por el arte cinematográfico, para recorrer las calles y sus sombras, los espacios asfixiantes, dejando su impronta en nuestra memoria colectiva, rescatando los recuerdos de algunos mayores, las balas perdidas, a través de los hechos, los ríos ennegrecidos y las palabras. Para, no convertirlas en traumas de otra época oscura en la vida de unos pocos, desgraciados, o un momento determinado de todos. Los Watchmen contra la destrucción de la humanidad.

En coordinación ambiental, nulamente cómica o simpática inclusive. Observamos lo cambiante del comportamiento, de lo hermético a lo público, de lo personal a lo mediático, de lo masculino a lo femenino, u otro, sin buscar efectismo. De la crudo a una suciedad pulcra. Rememorando y deshilando historias amables, románticas, emocionales, anécdotas de valientes, entre guerreras y agentes, con sangrantes recuerdos, los más depravados y devastadores del pasado, plasmado en secuencias alternativas. Un suma y sigue, de malvados en serie, los asesinos más reconocibles y vomitivos, que fueron primera página en periódicos o noticieros, al menos, por unos segundos de terror.
Y en Mindhunter, su serie particular, se encarga de retratarlos debidamente, ponerlos en evidencia, sin obsesionarse con la densidad trágica o la evaluación de su condena. Para que no se nos olvide su enorme influencia mediática o el miedo implícito, que intentaron contagiar en sus congéneres. Los inocentes sacrificados o generalmente, más indefensos.

Enfermizas obsesiones son el resultado viciado, que en esta segunda temporada, cambian de piel. Es decir, desvirtúan los ensayos y estereotipos convencionales, para desenmascarar otra historia, la de estos seres inhumanos de diferentes tendencias, o inclinaciones más depravadas, social y sexualmente, entre la leyenda negra de los EEUU y la condena ajustada.
Quizás lo entiendas, si te atreves, a saborear sus demenciales conexiones y tremendas confesiones, entre el infierno y la salvación, que no redención, en el pasado o el futuro. Hoy sería, nuestro presente.

El Pasado, más negro...

Ahora, la productora de Fincher o Finch para sus amigos, con sus fuentes de producción (Denver and Delilah Productions, Jen X Productions, Inc. Panic Pictures y No. 13) y su intelecto visual, aborda los acontecimientos políticos y sociales, que se desprendieron bajo el trasfondo de la exhaustiva investigación. A veces sin descanso...

También, el reflejo cristalino mirando al futuro, con una posible adaptación de Extraños en un Tren, sobre la versión dirigida por Hitchcock, trascendiendo a la mera observación de ambos casos o sus personalidades asesinas. Quizás, probablemente... De momento habrá que controlarse, ante el biopic titulado Mank, sobre el guionista de Herman J. Mankiewicz. Para obsesiva representación del genio de Orson Welles y su obra Citizen Kane, junto al trío dispar y lleno de brillos en blanco y negro, formado por los actores Gary Oldman, Lily Collins y Amanda Seyfried. O era, Ozymandias...
"La ruina es de un naufragio colosal.
A su lado, infinita y legendaria,
sólo queda la arena solitaria".
Corramos un tupido velo... o cielo del calamar.

Como podría haber sido, el condimento de cualquier otra sociedad... que, ganadores esquemáticos y garbanzos negrísimos, hay en todas. Los últimos muy desconsiderada y desgraciadamente. De ellos y el guión de Andrew Kevin Walker (aficionado a las cabezas desconectadas), sacó sus herederos siniestros en la ficción. Como aquel metafísicamente superior y peligrosamente ejecutor, que sintetizara el horror de Se7en, sin rastro de Kevin, ni de Jeremy Irons.
O las traslaciones posteriores del pánico colector, encarnadas por la pesadilla, en la violencia alucinógena o el terrorismo ideológico, de The Fight Club, también la incomprensión genérica dentro de su película Perdida. En lucha más cercana a la realidad de las familias, que esa adicción al dolor, tan alterada como inusual, desestabilizan y destruyen. La que buscaba inculcar en sus víctimas con el poder salvaje de un arma de fuego, al alcance de tantas manos... Se inicia la búsqueda, tras la huella del asesino sistemático, la persecución temporal del miedo en entregas, que se escapó de las manos de la policía. Una y dos veces, como una carta manipulada por el gen gemelo de un Zodiaco.

En otra clave intelectual, el Seven de siete crímenes idealizados, contempla la ficción vengativa que circula sobre los pecados de los hombres, al igual que un implacable vengador de la máscara. Con su rostro despejado, de frente en el espejo, cuando el miedo se restringía a una sola cabeza, endiosada, encajonada por estereotipos ficticios y actos impuros, los mismos vicios presentes u otros, y el castigo punitivo sobre nuestros actos. Con la pareja balanceada de Jonathan Groff (avanzando hacia la Matrix4 de Jonathan Groff y Keanu Reeves) y más rol para Holt McCallany (amigo del próximo Guy Ritchie y Guillermo del Toro), más el ojo tringular de Anna Torv. Como protagonista, de la duda implícita y la escapada.

Como una deidad del horror antiguo, coronado por sangre inocente, vuelve a crecer entre aquellos, otra sombra más. Tan demencial y de comportamiento obsesivo, que parecía un peligro extremadamente inteligente, en paralelo a su comunidad desestabilizada, otro ángel exterminador. Para cometer dichos males retratados en la pantalla, o el recuerdo maldito, sin sentir ninguna compasión por las víctimas. Espantosos ejemplos de lo que las neuronas más desconectadas, podían llegar a planear en la obscuridad, con cautela terrorífica y sangre fría que diría Capote... entrando en habitaciones privadas de inocentes o en sus mentes, para causar la paralización por el pánico. Si bien Seven, sólo era una incómoda ficción de nuestra realidad material, sexual, no como en estos ejemplos descriptivos de Mindhunter. Incluso el de un hijo, aparte, que no deja de sorprender...

Por tanto, hoy como ayer, otra generación acontece, y nos despertamos con todo tipo de horrores o declaraciones salvajes, que nos sobresaltan en los noticieros o los diarios, fundidos entre ellos... vemos tremendos relatos, en la distancia como el personaje de Brad Pitt y simplemente, pasamos la página de los horrores... porque, a continuación, llegará otra y otra cabeza perdida... y otra más, mucho más real o perversa.

La ocultación... de una sombra.

El cineasta norteamericano, ha trascendido al olvido de aquellos horrores, con detalles y expresividad inaudita, procurándose un nuevo hueco en las pequeñas pantallas, helándonos la sangre o haciéndonos retroceder en el tiempo, como unas meras marionetas atadas al pasado... que pudiera ser el presente. Pero, no sin pensamiento o lógica, como unos BenjaminButon´s que acabarán empequeñeciendo intelectualmente en regresión, hasta terminar olvidándolo todo.
No, no señor... también para vencer a ciertos estereotipos culturales y, por supuesto, terrores criminales. Será miedo a la temida alienación de la sociedad... en aquellos tiempos, sobre las calles de Atlanta, seguramente esa sensación estaba.

Ante tales amenazas recordadas con la distancia temporal y carcelaria, parece un hecho conciso y significativo, que un director inquieto (como las escurridizas mandíbulas de un alien hambriento), puede empatizar como el público con la víctima. Mostrar interés por sus historias traumáticas y los protagonistas que, Mr. David Fincher, retrata con su inclinación por los ambientes opresivos, cerrados y oscuros. Cuando las oquedades conectan con las habitaciones privadas, abandonadas en pos del intelecto, la persecución personal y la comprensión de la mente humana.
Aunque exista, en dichos individuos, una conexión cerebral, una obcecación del triunfo o intensidad metódica entre sus trabajos y sus luctuosos pensamientos, de cazadores legales y asesinatos en serie. Es la sombra que prevalece y crece, más allá de los genes, la violencia implícita frente a la libertad amenazada de todos. Ante los contubernios politizados, ciertos intereses o actos vengativos, que podían acarrear la ocultación de la realidad.

O desvíos confusos hacia un punto, por desgracia, más dramático de futuras masacres, violaciones o terribles ofrendas, como regalos envenenados de una sociedad en una húmeda caja de cartón.
En la segunda temporada de Mindhunter, se bucea en la sexualidad desproporcionada e intencionada, buscando la esclavización de la víctima o entrega total, hasta la extenuación o la muerte. A los hechos que se contemplan en edades jóvenes, sin comprender ni asimilar, a la frustrada sensación de los padres ante el barbarismo o la naturaleza humana, sin edades ya. Ejemplos paternales... de nada, a veces.
El caso es que, Fincher observa una tendencia homicida que no descansa, ni en la historia repulsiva, posiblemente tampoco en el presente... Gracias a la verbalización indiscreta, o ensimismada, de aquellos seres engrilletados sobre una mesa, dónde se jugaba una partida entre la mentalidad blanca del vigilante y el fondo oscuro de la genética o el fracaso educativo. Un sin dios, vamos.
Todo parece consumirse a una velocidad vertiginosa, especialmente el sexo sin control. Fincher siente ese débito con los agentes, contra las miradas muy desestructuradas que tuvieron que enfrentar, emocional o familiarmente, observando que algunas fueron acorraladas en la infancia y entregadas hacia el mal absoluto. Pero especialmente, con el tratamiento limpio de las inocentes y necesitadas de compasión, víctimas. Algo que algunos han podido olvidar, por no estar cubiertos de sangre caliente.

Sin embargo, el poder que poseen el cine o la actual televisión, es perdurar.
Cada uno a su ritmo, recordando a las nuevas generaciones que lo primordial, El Amor y La Muerte, solamente serán meras lágrimas en la lluvia en la mente de los Robots del futuro... tal vez, sin violencia o asesinatos gratuitos, tal vez...

Segundas partes...

El pasado como relaté, nos revisita de su mano experimentada ya, en persecución de aquellas consecuencias horrendas que marcaron a una generación. Con experiencias educativas deficitarias, complejos obsesivos, que se repiten habitualmente en los seres in-humanos, sexualidades incompletas...

Para observación de unos efectos psicóticos y criminales, en la mente, aunque se pierdan los aciertos que relanzaron al nuevo Departamento de Ciencia del Comportamiento, durante la primera temporada. Años después de sus repugnantes actos y diez capítulos para el recuerdo, cuando se revelaron como elementos defectuosos para encerrar entre el suspense. En una especie de credo televisivo y dignos de calificar endiabladamente, por sus comportamientos depredadores y terribles perversiones.
Fincher dijo que no quería repetirse, pues respetémosle, es el jefe de todo este entuerto, visceral y racional. ¡A cabalgar entre Butch y Sundance!

Aunque nos gustara la indiscreción, los detalles y paranoias, el aspecto de carcasas óseas que flotaban en un mar de fango, en la primera entrega. Vacías de todo contenido empático hacia sus víctimas y la justicia (salvo espeluznantes declaraciones), frente al estudio psicológico pormenorizado y tenso de los especialistas, tras sacarles de los rincones oscuros de callejones y barrios, con sus escurridizas sombras de serial killers.
Ahora coexisten una nueva metodología, con las alambicadas relaciones personales de dos protagonistas como telón de fondo, retóricamente evasivo, dejando la investigación principal a los más sensibles o cercanos al color de piel. De las almas que quedaron tiradas, sobre una corriente de observaciones e intervenciones guiadas en sentido opuesto. A veces, en esta entrega, en un papel demasiado secundario, según los episodios. Esto es una crítica... que se va por los cerros de Úbeda, digamos.

Otro producto del triunfo demencial, a cualquier coste. ¡Demasiado caro!
Así como, el precio del resto de la civilización, que castiga psicológicamente, el director de cine y televisión del Colorado, con todos los mecanismos que sostienen el suspense y la crítica social. Al menos, lo que nuestra inteligencia es capaz de pensar, contemplando estas pesadillas reales, que buscan notoriedad después de la tragedia. Exprimiendo la propia esencia del ser humano, buscando posibles soluciones en la trena, comiendo entre barrotes y castigando sus desviaciones con silencio, prisión permanente o algo más contundente. Sentenciar materialmente, que no imaginar... por ahora, como pensaría Phillip K. Dick, ¿recuerdas?
Estos sueños pertenecen a la imaginación, no a la lógica. No a la información exacta y pragmática de la teoría... sino, a otra teórica ciencia. Donde las cosas no son, lo que parecen... donde lo real se oculta en las sombras.

Procedemos de la sangre encubierta de neuronas heredadas, como todos, para bien o lo contrario. Somos mentes diseñadas, adjuntas a la serie de animación y fluidos pretéritos, Love, Death & Robots, comportándonos visualmente como esos mecanismos robotizados. Carcasas de otra era o ejemplos de las mentes vaciadas, más peligrosas y salvajes, sobre el pasado de la literatura de ciencia ficción o la historia escrita. En cambio, aquellos era visiones ficticias, como nuestros amigos cinéfilos, los blade runners en gabardina, por grupos uniformados frente a los familiares contemporáneos de Roy Batty, durante un futurista mes de noviembre del año 2019... ¡Qué lejos queda! 3, 2, 1... ¡Acción!

O era mera provocación, tras el miedo también... digna de estudio.
Por eso, la realidad es muy distinta y contextualizada, terriblemente escurridiza entre la razón, los paradigmas humanos o el pensamiento. Llena de dudas, como la vida en pareja, repleta de resoluciones virtuales o sombras que ir esclareciendo con el tiempo, muriendo poco a poco, tras sus mentes aparentes. Letales como otros intelectos envenenados por el odio, a veces sin derramar sangre, otras no. Racionales por una educación alejada del maltrato o la enfermedad desbocada. Como podría haber expresado Mr. Fincher en una ocasión: “Los cineastas (y los escritores) hemos ayudado a fomentar la fascinación por los asesinos en serie”.
No sé si tiene razón... en mi opinión ¡no! Sólo fascinados ante amantes despechad@s o embriagad@s.

En el punto de mira...

Ese título tan usado y desgastado.
En busca de la verdad, los investigadores en cada época, o huesos impertérritos de los Rick Deckard´s laboriosos, afanados con sus propias pesadillas, y amores. Sobre divagaciones personales y misiones internas con el ser humano y su mente, se topan con la realidad del futuro, más dura y perversa que la ficción. ¿Quién somos? ¿Adónde vamos? ¿Con quién soñamos...?

¿Será una pesadilla existencial?
Vigilantes congelados por un hálito nauseabundo, bajo una gabardina corroída, que sus bajos desgastados dejaron por las frías guardias y entrevistas en penumbras, que recuerdan también a Humphrey Bogart, apuntando con un foco directo a los ojos. Destilando ese oficio en blanco y negro, grises humanos, en observadora empatía con las víctimas y persuasiva personalidad contra el mal, a base de puñetazos y alguna bala. Personajes extraviados también, vagabundos de la existencia más globalizada entre dos mundos, diletantes, con la mierda ajena entre sus contaminados poros, respirando la repulsión ambiental y el dolor ajeno.

Sin duda, eran otro tipo de héroes. Muy distintos a los modernos de hoy, más profesionalizados y esquematizados en el estigma diario del trabajo. En ocasiones, vistos como indeseable escudo por algunos... Incluso divergentes, cautivos en la privacidad, los encargados en perseguir esas mentes obscenas sin defensa, durante los más cercanos años 70, casi a la vuelta de otra esquina. Por tanto, no se parecerían en nada vigilantes modernos (más bien a los Minutemen, próximamente de visita), ni a los representantes de la ley, que controlan el orden establecido... por otros.
Y un autor acostumbrado a las sombras extremas y creador especial como Fincher, acomete la segunda temporada de la serie Mindhunter y próximas en cartera, reconociendo estas diferencias. Pidiendo personalmente, que no se extienda tanto en relaciones clasistas de Anna Torv, de esta manera a algunos interesa menos, al grano plis.

Hoy no nos asustamos de la misma manera que entonces, no contemplamos a los verdugos de la mafia en época de Hoffa, sin desmarcarnos de su violencia. Aunque si se remueven las conciencias alienadas, al enfrentarnos con los verdaderos monstruos, internos... Nosotros mismos, la cara de Rorschach, en otro hombre con el rostro en el espejo.
¿Cómo adelantarnos a sus pasos...? Cuando son los propios del ser humano.
Con todos sus defectos pasados y horribles consecuencias para sus congéneres...
No se supone, que deberíamos ser inteligentes en el futuro...

Pues, causar dolor, es lo menos intelectual que podríamos desarrollar en nuestras limitadas mentes, en nuestras efímeras vidas. Eso lo conocían muy bien, no el dolor, sino el fin. Los increíbles y duros replicantes, como el Nexus 6 de cabello blanquirubio... casi estelar, abordando temas como el amor o la gloria.
Fincher say: "En la narrativa cinematográfica o televisiva siempre necesitamos un buen hombre del saco... de Michael Myers a Hannibal Lecter. Los presentamos como unos sofisticados genios del mal, pero en la vida real no son así. Son seres tristes, muchas veces patéticos, que han tenido experiencias vitales terribles y han cometido actos horrendos".
Los héroes son una muestra de racionalidad, o empatía sincera hacia los semejantes.
Allí, entre gotas de sudor, cintas de audio y regueros de sangre, tuvieron que lidiar con terribles declaraciones, provocaciones del desmayo, o entrevistas a los reos más violentos y sus egos.

Las voces de algunos de los seres más perturbados de la sociedad contemporánea norteamericana, se encaraban estableciendo las coordenadas sincronizadas para detener a otros asesinos posibles en el futuro. Pero se han ralentizado en pantalla, o mínimamente oídas, abiertos al canal del exhibicionismo, que ellos mismos buscaban... El espectador puede verse desubicado, en exceso, rememorando la primera versión de Mindhunter.
Un grupo novedoso de la nueva élite policial de Cuántico, con el que desenmascarar a los depredadores, se ha desintegrado bajo la atenta mirada de un nuevo jefe, pasando la hoja de la corruptela y la acusación interna. Con el actor Michael Cerveris, un verdadero perro policial como el director Gunn, que impulsa las nuevas acciones del grupo. Con el fin de desenmascarar la violencia explícita, no la máscara cinematográfica de Myers o el bozal encuerado de Lecter.. sino, lo más terrorífico y evidententemente demencial, ese mal funcionamiento de sus desconectadas neuronas a pie de calle. En cambio, menos desviadas tras una buena ración de electrones, no del tipo del nido del Cuco, Nicholson.

Entonces parece evidente, que aunque los asesinos y sus actos horribles, son protagonistas de Mindhunter entre rejas y los medios amarillentos, una provocación en aumento, que usar por parte de medios policiales, los verdaderos héroes son aquellos individuos que se dejaron horas de sueños perdidos, familias crucificadas, por estos horrendos, fragmentos de terror frente a ellos. Que invirtieron minutos de sus vidas y tiempo con hijos y mujeres, en proteger a los demás congéneres desconocidos.
Incluso los más desvalidos o miserables, respetando la vida de psicopatías indescriptibles, investigando los hechos traumáticos a su alrededor, como un observador científico y establecer los paradigmas ocultos tras la mente de un determinado serial killer.

Son las conclusiones efectivas tras las palabras enfermizas, que esconde Mindhunter, para lo bueno o lo malo. Limitando las expresiones repugnantes... por las conexiones. Con los verdaderos Philip Marlowe o Clarice Starling, del pretérito real, con sus mentes dispuestas a cazar a los próximos monstruos, ciertos... esta vez, no de novelas o pelis, sino de carne y hueso... carcasas.

Por ello, desde una humilde opinión... Gracias a su iniciática labor, dentro de aquel nuevo departamento del FBI, conocido como Ciencias del Comportamiento, y recalcar sus nombres que ahora recordamos en la estupenda Mindhunter... Esperemos que sigan aumentando, próximamente.

Baby Crime, Soundtrack Mindhunter. Composer Jason Hill.


Tráiler Antlers, de Guillermo del Toro.


Tráiler The Gentlemen, de Guy Ritchie.


Tráiler The King´s Man, de Matthew Vaughn.

Cinemomio: Thank you

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