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viernes, 12 de mayo de 2017

Dr. Strange.


"Duelo marvelita: 
Cumberbatch-Mikkelsen"

En 1954, el escritor Aldous Huxley de mundos felices, publica su otra titulada Las Puertas de la Percepción, estableciendo conexiones de la mente y el mundo sensible, a través del consumo de cierto psicotrópico. Curiosamente, en 2016 se estrena la película dirigida por el angelino Scott Derrickson (Hellraiser: Infierno, Sinister) adaptando a un superhéroe diferente al resto como el Dr. Strange, donde una de las escenas presenta a su creador Stan Lee obnubilado, leyendo dicho libro y sus oníricos viajes. Pero antes, allá por 1963, se uniría al dibujante Steve Ditko para desarrollar este elemento atípico dentro del conocimiento y el universo de Marvel, con un neurocirujano transformado en Hechicero Supremo, que formaría parte de The Avengers en unos años y recorrerá mundos invisibles para enfrentarse a poderosos enemigos de la humanidad. Utiliza fuerzas ocultas o virtuales, como la telequinesis, viajes astrales y temporales gracias al Ojo de Agamotto, teletransportaciones o deformaciones de la materia, o la siempre peligrosa magia negra.
Para ello, el equipo de Marvel y Walt Disney Studios, se traslada de las islas británicas hacia algunos templos de Katmandú (Nepal), para su duro entrenamiento y un complejo entramado psíquico, con una accidentada historia elaborada entre el propio director de la película y el guionista Jon Spaihts, autor de Prometheus, Passengers o las próximas aventuras de La Momia y de Pacific Rim 2.

Una odisea vital, es un cambio drástico en nuestras irresolutas vidas. Pero, también puede proceder de un accidente, o despiste algo hiriente y dramático, cuyos efectos hacen variar muchas de las respuestas a nuestro alrededor, personas o nuevos intereses, e incluso, el propio carácter de la víctima en cuestión. Incluso, nuestros débiles comportamientos con seres queridos, haciéndoles padecer los dolores de nuestro organismo y síntomas desagradables que suceden dentro de la cabeza. En esta ocasión, con un sonrisa socarrona y una profunda espiritualidad, en el cuerpo no siempre material de Benedict Cumberbatch, impregnado con el espíritu jocoso de Vincent Price.
Por tanto, dependiendo de la personalidad u otros asuntos oscuros, no siempre, estos cambios acaban siendo igual de traumáticos, sobre todo, si estás tocado con la varita mágica del Séptimo Arte; porque el Dr. Extraño no sigue reglas reconocidas en los cómics, ni influjos que se reflejan en nuestro mundo consumista y práctico. Se desplaza más allá, a un lugar donde los sentidos te engañan constantemente, sin equilibrio, al borde del precipicio de tiempo.

Tampoco está condicionado por la forma de enfrentarse a los problemas que atemorizan a la sociedad contemporánea. Dr. Strange, es otro tipo de héroe, crítico convertido en prestidigitador carismático en la piel de Mr. Cumberbatch, asociado a la cultura tibetana a través de un ser indeterminado llamado El Ancestral, interpretado por una actriz deslumbrante como Tilda Swinton antes de infiltrarse en War Machine junto a Topher Grace y Brad Pitt, otro filme Okja de John-ho Bong (Memories of Murder, Snowpiercer), o la revisión de Suspiria con Dakota Johnson y Chloë Grace Moretz.
Tal vez, en el extraño caso de tan insigne como pretencioso neurocirujano, su existencia se vea condicionada por terribles padecimientos y su iniciación devenga en viajes exóticos al límite de la realidad, junto a rostros emblemáticos del cine actual, como este hechicero supremo cambiado de género, su confusa amante del Boston Spotlight, Rachel McAdams, Benjamin Bratt o Michael Stuhlbarg, un protector del templo Kamar-Taj con el tocayo de capa Benedict Wong de filmes como Moon, Prometheus o Marte, el ´amable` Chiwetel Ejiofor como Mordo, protagonista de 12 años de esclavitud y Marte, o su némesis espacial capturada en un Dormammu con otra voz indeterminada. Claro, sin olvidar, al gran Mads Mikkelsen (Hannibal, Rogue One) expresando gráficamente su maldad en esa profunda garganta y ojos cargados de brillantina. Antes de meterse en el mundo helado de Arctic, dirigida por Joe Penna.

Toda personalidad real, influye para bien, en los personajes de la película Dr. Strange. Gracias a un director que sabe manejar las ventajas de estos profesionales involucrados en el proyecto de Marvel, en todos los campos, desde la interpretación a otros episodios técnicos, a la captura de una redención personal del héroe y sus incomprendidos movimientos del pasado.
En aquel tiempo que, lectores más jóvenes colgaban su entendimiento entre los ojos y dedos impregnados con saliva deseosa de acción, esto es, aquellas famosas viñetas podían parecer demasiado complejas o atribuladas para la edad en su momento. Enfrentando múltiples universos posibles, con nuevas secuencias imposibles desde el ayer cinematográfico o ideadas con páginas coloridas de viejos tebeos de superhéroes y villanos, zonas interdimensionales o planetarias. Después, en alguna juventud perdida, llegó un tiempo en que las típicas historias, se quedaban empequeñecidas o difuminadas en nuestra mente, en busca de estas diferencias más arriesgadas, contra enemigos más poderosos y con aventuras conceptualmente diferentes.

Hoy, el cómic de Marvel denominado Dr. Strange, es uno de aquellos ejemplos de nuestra juventud donde los contenidos parecían más revolucionarios o avanzados para la acción desbocada, semejante a los cambiantes X-Men. El mundo buscaba estos cambios y concepciones oníricas, como la espiritualidad más exótica, puertas dimensionales que abren otras brillantes u oscuras guerras, efectos algo mareantes frente a hazañas milagrosas, magia envuelta en los dedos de ambas manos, música de las estrellas, las leyes caóticas del universo girando alrededor del ser humano, tal que una maquinaria interminable, el poder concentrado en una mente inquieta... Hasta hoy, con el concepto de la variabilidad, más extendido y divulgado científica o filosóficamente, en forma de un Multiverso.

Mientras, en el mundo tangible, muchos seguirán padeciendo dolores y otras guerras eternas, concibiendo regiones amenazadas con el apocalipsis, ético al menos, generando variados tipos de invalidez, tanto física como psicológica, aunque sin la magia del cine a sus espaldas. Nada que ver con una mágica capa, ni los rostros de sus estrellas... siquiera la imaginación del propio Stan Lee para resolver conflictos extremos y surrealistas.
En Dr. Strange, nos acercamos a un ambiente de mágicos elementos casi rayanos con la mitología de otras eras, instrumentos del bien y el mal, monstruos de proporciones tenebrosas, como los que recuerdan al infierno de Dante, pero más espacial y semejante a un Event Horizon desplegado. Mezclas de hechicería digital, con esos píxeles de videojuegos modernos (por un instante, veía el scroll del caballero templario en la pantalla); y sin embargo, no todos los brillos o texturas, movimientos espaciales ni trucos mecánicos, pueden despejar esta incógnita que desequilibra al más pintado. La distopía del héroe forzoso, ayer humano y su aceptación social, marcada por endiablados efectos de Industrial Light & Magic, o la música del compositor Michael Giacchino habituado a otras guerras espaciales, o mundos heroicos junto a Brad Bird o J.J. Abrams.

Así de cambiante es todo, como la turbulencia del cosmos o las conexiones neuronales de Stephen "Strangebatch" frente al profundo Mr. Mikkelsen Kaecilius, en lucha de egos, aunque sin las tremendas consecuencias en su médula espinal y esa mirada tenebrosa, mientras su vida adquiere nuevas ´amistades`; el primero pasará por nuevos episodios de Sherlock en Navidad, se electrificará de Thomas Edison en The Current War, y parece que volverá a Vengadores, El Libro de la Selva y el Grinch, y el actor danés se ve inmerso en Rogue One.
El todo y el tiempo, está difuminado en el universo paralelo de superhéroes marvelitas, bajo los elaborados disfraces y encuentros vengativos, los desproporcionados mareos causados por efectos binarios y tiros imposibles de cámara de programas matemáticos. Recuerdos de resortes mecánicos de la ciencia ficción y puzzles del pasado, que recuerdan fantasías distópicas como Dark City o, la más cercana extravagancia visual de Christopher Nolan en Inception u Origen. Ahora, Scott Derrickson es el mago de aciertos y bucles maquiavélicos, zambullido en el infierno de unos inocentes y débiles humanos, frente a cenobitas cósmicos, encabezados por una voz planetaria y el omnipresente Mads Mikkelsen. Otra vez, como anti-dios hambriento y voraz.

Causante de los desplazamientos por los diversos estados de nuestra conciencia, el tiempo o la materia; mientras del otro lado, en este mundo espejo del cine, se desenvuelven unos actores esenciales para hacernos olvidar el teatro real de la vida... los momentos de pérdida personal como los de aquel joven ochentero con el tebeo abierto del Dr. Strange en sus manos, y por lo tanto, ese profundo y verídico cambio generacional, que proviene de la globalización visual y esencialmente, de la personalidad de estos grandes actores, adaptándose a nuevos medios o registros.
Esta eterna apocalipsis interpretativa, entre Cumberbatch y Mikkelsen, es lo mejor del filme, persiguiéndose en la aparente eternidad cósmica, plegándose a unas reglas indeterminadas o unos movimientos reversibles como una acción de supermanes, enemistándose temporalmente en el espacio y el segundero del abismo negro, en un espectacular final de la cuenta atrás... 3, 2, 1... despegando de nuevo. O abres el cómic y despliegas tu espíritu juvenil, o cierras página a la diversión, ¡tú decides!
Hasta el infinito de nuevas aventura y más allá, cruzando el espacio de Marvel con su capa milenaria y mágica, hacia la mitología y otras batallas infinitas... dentro del interior o en infiernos imaginarios.

lunes, 5 de septiembre de 2016

Hannibal.


Y del Mal... no nos libra ni el Sr. Mikkelsen

Un escritor de Jackson (Tennessee) que ya había adaptado con éxito cinco años antes, su obra Domingo Negro dirigida por John Frankenheimer, en 1981 publica el comienzo de una serie de libros cuyo protagonista principal se perfila como principal provocador de los temblores de una generación de aficionados al horror. Tras una fallida versión anterior y el litigio entre la productora Dino de Laurentis y el autor de la obra Thomas Harris (luego celebró el éxito cosechado en la gran pantalla), transformaría a Hannibal Lecter de un calculador criminal de novela, a una endiablada sorpresa cinematográfica que supondría un éxito de crítica y público, llevándose el título como primer largometraje de terror en ganar el Oscar a mejor película, una década después de la novela y de la mano de un joven director, llamado Jonathan Demme.
Hasta la fecha con esta producción televisiva titulada Hannibal se mantiene el suspense, basado en la novela de El Dragón Rojo y tras dos películas más polémicas con los mismos títulos y referentes estéticos. Pues, la aparición de Hannibal Lecter en el mundo cinematográfico o visual, fue una endiablada sorpresa para todos los fanáticos del suspense y el terror que, en 1991 observaron sus diabólicas maquinaciones con una interpretación memorable a cargo de Mr. Anthony Hopkins. Insustituible actor y disfrutable en su papel ficticio de fino comensal, experto en aspectos culturales y, ese esmerado corte, de tipo egocéntrico, maquiavélico o profundamente irrespetuoso con el victimismo sin poesía y la debilidad psicológica.

Hoy en día, en cambio, no podríamos separar el mundo ideado por Harris en las páginas y la figura de Hannibal con esta notable adaptación para televisión y su inflexible capacidad para hacer el mal, con múltiples formas, desde su protagonismo violento o la ayuda profesional en psiquiatría o medicina forense frente a su antagonista Will Graham. Su imagen y acción resolutiva, se ha incrementado en los medios con la multiplicación de este malestar, respecto al consumismo malsano de carne próxima u otras elaboradas y retorcidas recetas. Su inteligencia interpretativa, venía gratamente acompañada por la actriz Jodie Foster en el papel de agente Clarice Starling o el resolutivo Scott Glenn como director de Ciencias del Comportamiento en el FBI, sin despreciar ni olvidar a otros psicópatas asociados y caricaturizados al máximo, of course. La ejemplar dramatización y el impacto visual que produjo Mr. Hopkins con sus tics de doctor inteligente y cocinero especializado, demuestra su fantástico trabajo en la adaptación de un ente diabólico tan complicado y extremo, que le valdría el aplauso de la crítica internacional y el público a la hora de obtener su propio reconocimiento y el de sus compañeros de reparto, como los memorables enemigos como el confuso Buffalo Bill de tendencias criminales a lo Ed Gein e interpretado por Ted Levine, Mason Verger en la piel descarnada de un Gary Oldman de doble cara, o el mismo ´Hada de los Dientes` con un terrorífico Ralph Fiennes, difícilmente superado.
Esa fecha con vuelta de tuerca al Dragón Rojo, vendría a continuación mediante Hannibal en 2013 con 39 capítulos guiados por el creador Bryan Fuller, sobre la vida íntima de un individuo más voraz y depravado si cabe, desconcertante entre la ficción conocida de las películas y la literatura moderna, generada dentro de un apartado especial de terror psicológico con tintes, descaradamente, gores. Por su interés obsesivo y demencial con aquellas delicatessen más humanas y el cultismo visual, que ha producido la memoria dentro de la novela criminal o el cine negro llevado a ese extremo de masoquismo inteligente y horror.

En las páginas de aquel libro, el Dragón Rojo será recordado como encarnación terrestre del diablo y la voz teledirigida de una mente superior, que iniciaría el camino cinematográfico con aquella historia anterior con el silencio de los inocentes, hacia una estimable propuesta visual o del diseño artístico, recargado y estremecedor con diferentes mentes a la disposición de la obra y la cámara. Alucinados con sus vacíos sonoros y diálogos enrevesados, y proposiciones imaginarias que formulan los entretiempos entre matanzas o crímenes concienzudos, posteriormente elevados al rango de admiración gracias también, a unos mediáticos enemigos que comparten hazanas o consultas, abiertas a la carnosa humanidad.
En la serie Hannibal, la imagen es cada vez más turbadora y cruel, basada en una apuesta onírica y demencial de los múltiples directores, con sus visiones particulares y apariciones sangrientas sobre los estados de Virginia y Tenessee, o ciudades como Quantico, Cheasepeake, Baltimore y Memphis, hasta su aparición renacentista e intelectual por tierras europeas.

Una serie que destaca por el trabajo conceptual, las recetas propuestas visualizadas de dentro afuera, y todas las obras que se detienen en la observación de cuerpos desnudos y la composición, también, la belleza frente a la monstruosidad, la pasión por los instrumentos quirúrgicos y utensilios de corte medieval, destinados para la tortura de pacientes o víctimas menos consideradas en el sufrimiento o la cultura general. Por tanto, Hannibal posee una visualización difícil, aunque singularmente atractiva.
Para hacer más sangre frente a la lectura (prácticamente calcada en adaptaciones) y los admiradores de los filmes, se van produciendo una serie de cuestiones, casi olvidadas en el origen del tiempo cinematográfico, con tres movimientos anuales u oberturas obsesas (de diferente interpretación o visión, según sus realizadores) guiados por la mano y textos de Fuller, la producción de David Slade y director de películas atmosféricas como Hard Candy o 30 Días de Oscuridad (donde su universo tridimensional y rojo, hace de Hannibal el Caníbal, un lecho de aciertos narrativos y visuales), con atención a sus cuidadas ambientaciones, la fidelidad de los personajes e interpretaciones.
Las imágenes se fundamentan en la deformación profesional de los doctores y visionarios, el pragmatismo encubierto en la patología criminal, y diseñadas pesadillas con múltiples escenarios, pasadas por el tamiz de un terrible código deontológico, la exactitud en las representaciones o marcas, y la construcción de diversos pacientes y duelos estilísticos, frente a un intranquilo y alucinado espectador. A veces, perdido, al menos, hasta pasado un puñado de capítulos desconcertantes.

Todo funciona acorde con su onirismo macabro y esa querencia sistemática o alimentaria que relame a sus protagonistas, sobre todo en las dos primeras temporadas, más ilógicas y menos predecibles. Su gusto artístico, a colación de los refinados estudios identificados en las novelas, que iremos conociendo como pasteles rellenos de humor negro y engaño psicológico, en un entramado cultural y filosófico, aderezado con otras estratagemas más agobiantes para generar el suspense. Idóneo para la actuación teatral ante sus exquisitos pacientes o comensales, disfuncionales víctimas en desacuerdo ético e infortunados colaboradores, encabezados por notables actores como Hugh Dancy, Lawrence Fishburne, Caroline Dhavernas o Gillian Anderson, tomando las riendas de la trama troncal; todo condimentado a la perfección en Hannibal, porque mantiene su base identificativa entre ellos y los personajes extremos, que confieren esa base dramática necesaria para que funcione como un bisturí, limpio y aseado. Sin olvidarnos del cirujano en jefe, el increíble Mr. Mads... para darle de comer aparte.
En sus próximos trabajos, veremos a un inconmensurable Mads Mikkelsen como némesis del Dr. Strange dirigido por Scott Derrickson (Sinister), junto a Benedict Cumberbatch, Racher McAdams o Tilda Swinton; o el comienzo de la saga Rogue One: A Star Wars Story, del director Gareth Edwards (Monsters, Godzilla). Por otro lado, Hugh Dancy sigue como uno de los principales protagonistas en la serie The Path y participará en las próximas 50 Sombras Más Oscuras del mismo James Foley.
Mr. Fishburne no para, tras Batman v Superman, será uno de los Pasajeros en el filme de Morten Tyldum, con Jennifer Lawrence, Chris Pratt o Michael Sheen; el capítulo dos de John Wick y Last Flag Flyin del sobresaliente Richard Linklater, con dos pesos pesados como Bryan Cranston y Steve Carell. Caroline Dhavernas trabaja en la cinta francesa Chasse-Galerie de Jean-Philippe Duval y un proyecto llamado Easy Living. En cuanto a Gillian Anderson tiene la serie de culto Expediente X y el filme Sold, más varios interesantes proyectos como Official Secrets del director Justin Chadwick, junto a Harrison Ford y Anthony Hopkins, la producción británico-india Viceroy´s Hous de la directora Gurinder Chadha, con Hugh Bonneville y Michael Gambon.

Mads en la representación divina del mal, en eterna lucha de poderes, que se inclina por la simulación y el sarcasmo, para demostrar su capacidad de ser superior, conocedor de la cultura universal y la apreciación carnívora de la gastronomía internacional, como tres cursos a distancia con un profesor de origen danés, que impregna con su anatomía y habilidad quirúrgica, las pantallas de todo el mundo a través de la cadena NBC. En esta investigación criminal se dividen las tramas por categorías enfermizas, empleándose con contundencia de grafismos y otros conseguidos atributos según las variantes de un elenco perfectamente elegido, en cada temporada. Nuevos o rasgos reconocibles que complementan a los originales en la gran pantalla y a un Mikkelsen que se desenvuelve a las mil maravillas, entre la ciencia, las ilustraciones y los viajes, mentales o físicos.
Will y Hannibal, dos mundos esquizofrénicos enfrentados desde la humanización de la víctima o la condena, la creación mitológica y el culto estético del diseño y el arte. En un choque existencial cargado de dramatismo intelectual por las páginas de Dante, que conserva los ancestros del mito fantástico o religioso, y determinantes abstracciones en liza con base científica y cultural, desde la gastronomía sibarita al arte generado con las últimas tecnologías visuales al alcance del artista. Así como, la pasión por la escultura, la música, pintura, arquitectura o el estudio de otras materias menos elevadas, aunque necesarias para combatir a monstruos reales.

Primera:
La primera parte es algo confusa en la conclusión del suspense (sobre todo si no leíste las raíces de su mal), dispersa hasta el cuarto o quinto elemento, con una característica común que significa la exposición al derramamiento de sangre, el surrealismo y ciertos ambientes enfermizos, en aumento, que confirmarán un crecimiento constante hacia ese suspense traumático y el horror.
Otro punto constante de la primera entrega de Hannibal, es el psicoanálisis, la lógica o las percepciones razonadas, para discernir entre el bien y el mal, encarnado en las visiones extrasensoriales y la indefinición. Arraigada costumbre visual, con contundencia estética de las formas, volúmenes y perspectiva, como un cuadro o secuencia estudiada al milímetro, en respuesta sintomáticamente inteligente al texto directo de Thomas Harris, para rebatir el mal en cualquier forma o pensamiento, pero con cierto magnetismo por lo pretencioso y salvaje. Para ello, los personajes secundarios interpretados por buenos actores como Raúl Esparza (Almas Condenadas, Custody), Lara Jean Chorostecki (Antiviral, Renaissance), Gina Torres (Matrix 2 y 3, Serenity), Eddie Lizzard (Across the Universe, Valkiria) o Kacey Rohl (Caperucita), son imprescindibles para reconocer los territorios descritos en las novelas y una idónea elección que demuestra su verstilidad interpretativa o los descubrimientos excepcionales para próximos proyectos cinematográficos o televisados en su oficio de actor.

Otro aspecto concienzudo y fundamental para el elaborado clímax, es el conocimiento anatómico y patológico, la expresividad macabra de la mente y algunos diálogos descritos con cierta acidez o humor macabro, con una base académica y matemática de precisión, dirigida a una audiencia hambrienta con los nuevos retos y crímenes por descubrir de Hannibal u otros asesinos mediáticos, aunque su apetencia por la casquería difiera absolutamente del gusto general. También, propuestas o interacciones que sobrepasan los límites de la sana conciencia y que se desenvuelven bajo la apariencia o la percepción sensorial de carácter fantástico, con inmersiones antológicas en la paranoia y el arte conceptual de vanguardia, para representar la escena del crimen y al maligno.
Hannibal sigue siendo ese personaje mediático, un comediante del arte macabro y chef del mal gusto no descifrado en la mesa, con sus curiosas y peligrosas aptitudes gastronómicas, maceradas con años de regusto familiar, que se servirá de la experiencia profesional para establecer la base estratégica de su juego. La trilogía "diver-ticida" entre gato, queso y el ratón diseccionado en la trampa. Donde Mikkelsen, Fishburne y Dancy, se emplean de manera sofisticada y amplio dominio de los registros confusos o las tramas que persiguen el misterio, para próximas eventualidades e investigaciones policiales.

Sin olvidarse nunca, de un sarcasmo intelectual que invade la serie y ese dominio de las diferentes materias que trata de manera reconocible y, adaptable a los diferentes registros de los que es capaz un actor tan completo, bipolar y complejo como Mads Mikkelsen. Acompañando al voraz doctor en psiquiatría y cirujano neurológico Mr. Hannibal Lecter, llama la atención un equipo de colaboradores míticos antes de la agente Sterling se apoderara de nuestros corazones y razón, como víctimas propiciatorias, desde la materia gris de Will y Crawford, a la tierna doctora baja en colesterol Alana Bloom, de la cocina ególatra del doctor Frederick Chilton, a la esencia aromática de una periodista pelirroja llamada Freddie Lounds, de la dosis necesaria en Omega3 de la doctora Bedelia Du Maurier, a la salsa agria de la familia Hobbs o el maldito ingrediente oculto de Abel Gideon. Cocineros y consumidores del mal, que demuestran los defectos o hábitos menos inteligentes, a la hora de conservar su integridad frente a sus admiradores, es decir, con todas sus tiernas partes unidas e intactas, poco a poco, desmenuzadas por un genio en la penumbra de una licencia estatal. Especialmente, Gilliam Anderson y su andar descuidado, que evoluciona y gana peso gradualmente. Argumentalmente, que no de manera efectiva, claro.

Antes de que la pérdida conceptual se haga palpable, o la comparativa con los papeles en el cine te parezca inadecuada, los siguientes capítulos empiezan a funcionar hasta una completa y recordada segunda temporada, con los elementos perfectamente aderezados para sentir el sabor y paladear toda la trascendental etapa, que no conocemos sin la lectura. Emerge en pantalla con su expresión visual entre capítulos o cortinillas, con un grafismo de impacto y una lujosa narrativa en detalles, y pronto hacen que las cosas (o los cuerpos) se coloquen en su sitio. Llamando la atención de excépticos o los nuevos seguidores a la serie, que podríamos decir, despiertan el apetito dormido con paladares más exquisitos y ese refinamiento visual que da la vida a la serie.
Una ambientación de escenarios con numerosos crímenes y efectivas creaciones digamos ´criminalmente artísticas`, recuerdos que reavivan nuestros instintos básicos o más bajos, como lectores encantados de reconocerse, en función de supuesta dispersiones patológicas, disgregaciones corporales y temporales, manteniendo el foco en las relaciones de Hannibal Lecter con Will Graham, Jack Crawford o sus colaboradores o colegas de investigación en el equipo médico. Arte visual en camino del medio cinematográfico de calidad y trasladando de la literatura en sus casos más enigmáticos, conocidos i condicionados por la imagen del cine, por su creatividad en la dirección o visión de las sensaciones gustativas entre sartenes, con la intención sagrada de aumentar y atemorizar a los espectadores de todo el mundo.

El creador y director abrió sus puertas al diablo y sus trofeos de caza, evolucionando como cuadrúpedo viscoso y negruzco, a través de los ojos alucinados del público y otros artistas como Michael Rymer (La Reina de los Condenados, Galáctica), Guillermo Navarro (director de fotografía habitual con Guillermo del Toro), Tim Hunter (con numerosos trabajo en televisión como tres capítulos en Twin Peaks), John Dahl (gran director con títulos como Red Rock West, La Última Seducción, Rounders o Nunca Juegues con Extraños), el mismo James Foley o el gran Peter Medak de El Final de la Escalera, todos de amplia experiencia y conexión cornúpeta con estas relaciones más desequilibradas emocionalmente y el maligno. Un equipo que persigue el fin de entreabrir las puertas de una cocina con elementos de alto gourmet y expresiones especializadas en otros menesteres más mundanos, o pasionales. Luego, llegarían otros no menos cualificados como David Semel (autor en Dawson Crece, Sensación de Vivir o Buffy), Adam Kane y Marc Jobst (también partícipes en capítulos de muchas series de éxito) o Neil Marshall conocido por filmes como Doomsday, Centurión o The Descent; un grupo de artistas con poso y ese gusto sádico para penetrar en segunda instancia y condimentar la escena del crimen, aconsejar sobre los métodos de los personajes invitados al banquete y completar con otras gotitas interesantes de violencia enfermiza; para establecer esas conexiones salpicadas con los miedos de nuestra infancia o el terror psicológico más adulto. Ah, y por supuesto, un buen caldo mediterráneo, con habas y otras cositas.

Segunda:
Continua la experiencia sui genéris del truculento Hannibal, tan traumática cerebralmente como llena de consecuencias sangrientas a ras de calle, buscando otras localizaciones donde llevar a cabo, mutilaciones y maceraciones, u otras perversiones sexuales antes de que Clarice y sus corderos se situaran en el mapa de Kill Bill y Hannibal. Anteriormente a que éste, se hallara en su lecho blanquecino y enclaustrado sin ventanas, solo una claraboya elevada a un ser superior. Únicamente rejas y palabras, con una abertura maestra para la evolución venenosa de sus conocimientos. El quid pro quo, o la paradoja existencial, entre cocineros no pisarse la manga... con el fin de no salir heridos.

Vamos descubriendo ese lado más tétrico y personal de Hannibal, con sus raíces y contactos, frente a unos actores, ya habituados al duro trabajo semanal y esas convulsas discrepancias que invaden su carácter entre enfermizo y el comportamiento nihilista, algo demoníacos, que se dirigen a la construcción cinéfila y ocultista de un gran dragón rojo. Quizá, su parte más física, enérgica y directamente desproporcionada (salvo percepciones mágicas o mentales), respecto a la identidad realista de las historias o novelas.
No debe ser fácil, captar la atención de tanto espectador excéntrico, deambulando entre las escenas con tendencias homicidas y el canibalismo, los cortes de precisión visual para exquisitos paladares y revelaciones desasosegantes (y sangrientas) que serían admitidas por estómagos poco delicados, exclusivamente; pero los directores elegidos para esta segunda entrega, de 12 + 1 capítulos, ofrecen elementos dramáticos y composiciones novedosas, relacionales al máximo nivel interpretativo, con personajes que mantienen la temperatura adecuada en el horno para sus pasiones o obsesiones, estén perfectamente servidas y crujientes. Personalidades de gusto exclusivo, según las querencias y empachos obsesivos de la edad, o la gastronomía tradicional de la zona televisada.
Para ello, aumenta la resistencia intelectual de unos protectores de la ley, que se devanarán los sesos contra el orden cerebral por el crimen y la fiebre ocultista creciente, que condimentan su labor profesional con dotes sabrosos en la rama de la psicología y la patología forense. Con ciertas disfunciones policiales, o acciones atípicas para un agente, experto en la incriminación de testigos, tratamiento de evidencias o la elaboración de pistas confeccionadas desde las cocinas del FBI. O, aquellos despachos en la penumbra de la conciencia y la enfermedad mental, que se adentran en la mente de doctor y paciente, en esta macabra batalla entre el bien y el mal, y todos sus alumnos en procesión y alboroto calcado o creativo, que alumbra o esconde a la conocida y perseguida bestia.

Hannibal, siempre emerge de los confusos nubarrones mentales, con su protagonismo ególatra y su aséptico sentido del humor, al menos, en los instantes de disfrute personal en solitario. Porque los condimentos necesarios para establecer su conversación metafórica, son más ruidosos o nerviosos, que los comensales invitados u otros pedazos servidos. Cada capítulo es una amarga cucharada de su sarcástico y tremebundo proceder, con la figura amenazante de Mads y el ogro Hannibal, entre cuentos.
Pero, las altas dosis de emotividad y sentido práctico de la investigación científica, se conservan y propagan sus esencias aromáticas frente a la observación cognitiva de Hugh Dancy y profesional de Mr. Fishburne, con los cerebros preparados para combatir sus tendencias al canibalismo o esa depredación que aparece de pronto, en cualquier vertiente del monstruo. Un lado oscuro del comportamiento humano, que ataca a cualquier institución privada o pública, más habitual de lo que desearíamos en la realidad, con un juego de masoquismo más sangriento que el concertado con Mr. Gray y sus sombras de andar por cama.

Sin embargo, aquel maravilloso filme original del, hoy semi-apagado, Jonathan Demme (autor de musicales como el enorme espectáculo Stop Making Sense, o filmes como Algo Salvaje y PhiladelPhia) de miedos a flor de piel ante el salvaje Bill, y aquellas dos incursiones posteriores, una regular y otra mejor, sobra la vida y obra del Dragón Rojo, son transformación constante. El despertar de la bestia, de hombre a una forma más terrible, que sigue poseyendo las condiciones artísticas necesarias para la consabida carga de surrealismo conceptual y cambio. Un onirismo, poéticamente criminal, que esta segunda entrega, se complementa con la participación de actores de calidad o sorpresas insospechadas, como Joe Anderson (Across the Universe, The Crazies, Horns). Demostrando que, no solo el mal tiene múltiples caras, sino el cine construye rostros deformados con el arte del maquillaje y la actuación visceral, encabezado por un Mikkelsen que continúa siendo un referente en esa salsa sabrosa de cada mesa o la sopa energética de nuestras pesadillas como televidentes. La némesis científica a lo sensorial, familiar y humanitario, que representa el personaje de Hugh Dancy y colaboradores, diletantes en sus respectivos papeles de anfitrión e invitado, a un ring gráfico y evolucionado, con enemigos reconocidos y nuevos aires de chef premiado en la liga mediática o la escala de sabor de Michelín, delicados paladares de este Hannibal de gracia ácida y gusto visceralmente lacerante o reprobable. El cazador cazado y la presa presionante.

Tercera:
Con el traslado de Hannibal a las tierras de Alighieri, las ínfulas italianas del Renacimiento post-medieval con sus obras míticas y leyendas negras, se abre la espita al arte clásico y la válvula de vapor a presión de una olla de consecuencias conocidas en el Séptimo Arte. Hannibal es el mismo, con la percepción y bajo la batuta de un compositor visual como el director de Detroit, Vincenzo Natali (estuvo en el departamento artístico y storyboard en filmes como Johnny Nmonic o Giger Snaps). Un experto en el terror y la consecuencia de aquellas atribulaciones pretéritas como hijo del escurridizo Monstruo de Florencia. Se llama a las puertas de Vincenzo, por su visión más calculada, de sangre latina y la conquista de terrenos cúbicos repletos de fluidos o estructuras inteligentes. Otro habitual del concepto visual en el género terrorífico y fantástico, de estimados referentes cinéfilos como Cube, Cypher, Nothing o Splice, que han creado una desconcertante legión de seguidores con sus métodos originales y perfectamente cuadriculados. Sus números e imágenes, se multiplican en una historia conocida de Hannibal, pero se sumergen en un ambiente gráfico marcado por la excelencia y caldeado con la maternidad, el mal gusto paterno y esos eslabones perdidos de la raza humana, que formaron las piezas del puzzle que es, actualmente, un Hannibal en serie.

Sus rasgos identificativos con el argumento contado en el cine, no tenía demasiadas ramificaciones aunque se vuelca en la ampliación de horizontes visuales, la perspectiva lujosa en matices o bifurcaciones del mal, y el clasicismo de grandes haciendas o palacios, dirigidos a la consagración estética y la adaptabilidad de unos actores secundarios, que ofrecen su notable trabajo y la caracterización alargada de otros rostros con más nombre. Es, otra identifación cualitativa de la serie creada por el juvenil Fuller, que se funde con tan insignes depredadores, de carne original o de moralidad creativa hacia el ´hannibalismo` mediático.
Este "hannibalismo" que se ha convertido en una nueva religión, con varios candidatos a encumbrarse con el nombre del padre y la lucha genética, del génesis y la fe ciega. Hannibal, se convierte en un lugar sin acolchamientos ni rejas, sólo cristales a fuerza de impactos o malos humos, donde los feligreses se reúnen una vez a la semana, a su alrededor, para adorar a la bestia o llamarla por teléfono. Es lo que tiene, la tecnología de la época, y la escasa repercusión estética de su hombre encargado del objetivo en esta ocasión, más previsible y sin demasiada creatividad.

El resultado previsible, es la insensibilización de la historia con la realidad (más cruel si cabe), siendo atraídos por unos personajes que se han convertido en una familia ilegítima, pero perdida en situaciones dantescas, desordenadas y esotéricas, de nuevo. Del vitalista Natali, a un ... convaleciente, que la televisión va a conservar en el formol del olvido (porque parece que Hannibal se para en seco), lejos de su presentación en sociedad. Del novedoso prisma y colaboración de mentes, a la obsesiva previsibilidad, con la diversión y el efecto como dos caras de una cruel moneda, o el sístole y diástole de un corazón envenenado con ese carácter más diabólico.
Son las dos historias más conocidas por sus guiones cinematográficos, firmados por Ted Tally con la supervisión en la dirección de Brett Ratner y el equipo de guionistas compuesto por David Mamet y Steven Zaillian en la película Hannibal, aunque personalmente me quedo con la primera, pese a evidentes parecidos, fluctuaciones semánticas y calcos aromáticos. Aquí, con el dragón gruñendo, se pueden observar las maquinaciones del autor Harris, con buenas actuaciones y observaciones estéticas de ambos directores, ya digo, mayor peso en la balanza del italiano y su primera etapa en Florencia, donde convergen las escenas más impactantes y el genio visual de un artista todoterreno, frente a las divagaciones internas de los personajes más monótonos o aburridos del serial en El Dragón Rojo y las tramas captadas con anterioridad en el cercano 2002, por el objetivo más sensacionalista de Ridley Scott, en el filme Hannibal.

En esta última fase del proceso de tranformación o liberación del capullo, en una futura mariposa, como dragón de Kafka en cueros y bajo la luz de la luna, aullante o símil del vampiro, está condicionado por la espléndida interpretación de Ralph Fiennes y algo inferior de (el personaje no visualizado en Manhunter) o el creado por Richard Armitage en la serie. Una especie de calco de la obra cinematográfica con pinceladas de la acuarela del poeta y pintor William Blake y sus reminiscencias posesas a lo Fiennes, un simulacro del largometraje de Ratner. Observando los mismos perfiles y la constancia del nuevo reparto con Edward Norton, Harvey Keitel o la ceguera de Emily Watson. Limitados en la libertad interpretativa y guiados por aquella entrega de marcado carácter infernal.
Si bien, la serie se mantiene con la base nuclear de sus cinco personajes esenciales, que aportan la seguridad continuista e interpretaciones ancladas a personajes tan reconocidos mundialmente y con ciertos caprichos de sibaritismo exponencial, descartables en la gran pantalla por falta de espacio o intereses más directos o menos teatrales.

Aún así, la parte final de Hannibal, plasma esa fidelidad por ellos o fiabilidad en lo insano u oculto, sobre la historia más pretenciosa y oscura del escritor, dentro de un gran enfrentamiento metafísico entre hombre, dios o demonio. Dual, como el maestro y la imitación, el culto y el ocultismo, el concepto larvario, que pasa de la fase embrionaria al todo. En un clímax agónico hacia el final sorprendente del vacío.
El resto es una comida de tarro, sin parangón e imaginación, que va encauzando sus pasos hacia la cuarta degeneración (ya descartada por la producción), ya no habrá más ambientes nauseabundos ni biopsias descriptivas, porque la clínica del encierro termina, casi en estado terminal. Y cierta sensación de hambre, armado con sus dientes arcaicos de origen oriental, piel tatuada y hueso quebrado.

Claro que ha sido un gustazo, complicado al inicio, donde todos los actores han buscado la perfección y la estructura funciona como un guante, semejante a un plato de diseño con ingredientes cualitativos de máximo valor y sabor.
Igual que ambos actores, Mr. Hopkins y Mr. Mikkelsen, han dado un recital artístico y sinsabores metafísicos, enseñando sin ambages su magnífica disposición al oficio de actor, y su pasmosa concentración para ser creíbles o interpretar tan contundente a tan complejo ser. Hannibal, el dual caníbal, y tan exclusivo como las ostras en salsa de blanca trufa. Un regalo para el cinéfilo convertible y comestible, en sillón de andar por casa, complementado por Dancy, Fishburne, Davhernas o Anderson, en personalidades divergentes que se debaten entre el odio por la bestia y la atracción por hombre e inteligente cocinero... como los románticos candidatos a un banquete intergeneracional con Thomas Harris. Todos en Hannibal, serán reconocidos aquí, en la serie, como miembros de honor de este club gastronómico y psiquiátrico.

Tendría que decir que a la cuarta va la vencida, este es mi diseño...
pero el refranero español, es sabio. Y sabroso, tse-tse-tse!

Hannibal Soundtrack Vol. 1



sábado, 11 de abril de 2015

Valhala Rising. Warriors of Movie (Part I)











Nicolas Widing Refn, violencia extrema... por los dioses.

No habría escogido comentar esta película Valhala Rising, a no ser que su director este de moda, por Drive. Film que optaba a varios premios de la Academia de Hollywood.
Por tanto, no tenía mayor interés. Ya que dicho motivo no conlleva un film de calidad superior o una historia con atractivo para ser obra de culto.

Realmente, el verdadero motivo. Es hablar y hacer una pequeña selección de algunos títulos que me parecen los más representativos del género de espada, con guerreros y espadachines. Algunos no estarán de acuerdo, pero creo que son lo bastante disfrutables para estar en vuestras listas.

Ya que siempre que se redacta una recopilación se puede caer en la amnesia del olvido involuntario o no haber visionado otras opciones. Me gustaría que propongáis más títulos que merecerían aparecer entre las favoritas.
Aún así, me propongo estar a la altura de todos los gustos con estas elegidas. Si no las habéis visto podréis pasar buenos momentos cinéfilos.
Gracias por visitarme y especialmente a mis seguidores habituales. Salud.

De Valhala Rising, se puede decir. El film inmediatamente anterior a su superéxito actual. Una historia que comienza brutal e impactante. Con aspectos visuales que resultan atractivos, por tomar reminiscencias de planos de Kurosawa (salvando las inmensas diferencias a favor del japonés, claro está).
Atractivo tratamiento de la fotografía, al servicio de un guión que se resuelve rutinario y pesaroso, a medida que avanza el film.

Por tanto, una cinta que se deja ver, con algunas escenas de violencia extrema, sobre una época medieval, con cristianos y guerreros salvajes, sucios y con lucha entre sus dioses. Gladiadores en barro, luchando por sus vidas. Controlados por los designios de un cíclope salvaje. Por los dioses...

*** Interesante ***

Pulsa aquí --> Para ver la época más reciente del mejor Cine Épico de Guerreros.

Dado la escasez de guerrero épicos en la Edad Actual, me veo obligado a ofrecer otro tipo de héroes más mecanizados. Así son:
Los Vengadores 2 La Era de Ultron Trailer EXTENDIDO Subtitulado Oficial, de Joss Whedon. Reparto: Robert Downey Jr., Chris Evans, Mark Ruffalo, Chris Hemsworth, Scarlett Johansson, Jeremy Renner, Alexis Denisof, James Spader, Aaron Johnson, Elizabeth Olsen.


O este otro con una vuelta a los guerreros motorizados,
Mad Max: Fury Road - Tráiler 2, de George Miller. Reparto: Tom Hardy, Charlize Theron, Nicholas Hoult, Hugh Keays-Byrne, Zoë Kravitz, Angus Sampson, Rosie Huntington-Whiteley, Riley Keough, Nathan Jones.


He decidido dividir esta lucha a espadas, en función de las diferencias entre las épocas. A más años, más efectismo, pero nunca con pérdida de diversión. La épica es válida para cualquier tiempo vivido y por vivir. Aquí van las películas de capa y espada:

1. Los caballeros de la tabla redonda.
El atractivo de las historias artúricas, ha tenido siempre inmenso tirón en cualquier época. Y está película guarda el romanticismo épico de una saga inmortal. Bravo por el rey Arturo y sus cruzados. Dirigida por Richard Thorpe. Con Robert Taylor, Ava Gadner, Mel Ferrer y Anne Crawford.


2. Ivanhoe.
Una novela que consagra a los caballeros con armaduras de la Edad Media, como una de las más interesantes cinematográficamente. De torneos por hermosas damas, en servicio de los entresijos y pugnas por la corona. Dirección gemela de Richard Thorpe. Con Robert Taylor, Elizabeth Taylor, George Sanders y Joan Fontain.



3. Scaramouche.
Un cuento hermoso de espadachines. Con actores que siempre andan entre la acción y la teatralidad. Rodada con mano enérgica y vibrante por George Sidney, su duelo final me parece memorable. Con Stewart Granger, Eleanor Parker, Mel Ferrer y Janeth Leigh.
Heridas con la punta del sable y cortes desde los bordes afilados.


4. Rashomon.
Sólo un genio oriental podía rodar una maravilla de este calibre. Épica que desborda el blanco y negro de sus fotogramas. Una visión de la cinematografía adelantada varias décadas a su tiempo. Akira Kurosawa es uno de los grandes maestros de este noble oficio de rodar historias. Y Toshiro Mifune, el héroe con la flexibilidad y astucia del samurai que todos soñábamos ser cuando éramos niños, jugando en el barrio con katanas de madera. Un Oscar al que optar, sabía a muy poco para una Obra Maestra.



5. Los tres mosqueteros.
Gene Kelly baila coreografías de capa y espada como nadie. D´Artagnan-Kelly se desplaza como el bailarín que intenta conquistar a la dama con sus pies, sólo que aquí utiliza el tocado de mosquetero y la espada. Un homenaje cinéfilo a la monumental novela de Alejandro Dumas. Dirigida por George Sidney. Con Gene Kelly y Lana Turner.


6. Jasón y los Argonautas.
Ray Harryhausen el maestro de las maquetas y del rodaje fotograma a fotograma, despliega su arsenal visual, con la historia de Jasón. Nunca he disfrutado tanto con despliegue manual de Harryhausen en ésta o sus visitas a la figura de Simbad. Dirigida por Don Chaffey.


7. El Cid.
Rodada en España, los americanos se sintieron atraídos por este guerrero medieval español. Representa los valores de la resistencia y la lucha por su tierra. Lágrimas de valor para otra historia inmortal. Como la leyenda. Muchos la desestiman por el olor patrio. Dirigida por Anthony Mann (alguna vez la historia del cine le rendirá homenaje). Con Charlton Heston y Sophia Loren.


8. Julius Caesar.
Muchos diréis nos la ha colado. Pero, no me he podido resistir. Más teatral que de acción, yo la considero una Obra Maestra de Joseph Leo Mankiewicz. Con inolvidables momentos del gran Marlon Brando, Deborah Kerr, James Mason y John Gielgud. Además, espadas y dagas, hay...


9. Espartaco.
Stanley Kubrick y Kirk Douglas luchando en el barro del circo romano. Cada uno, con su idea de la película que representaría al gladiador más famoso de la historia. El peso y el montaje corrió a favor del genio de Kubrick. Me parece que es una película que supera con diferencia a la galardonada Gladiator.
Kirk Douglas se ensucia y sangra, come y dialoga con el resto de sus compañeros, se ven centuriones y al pueblo. Gladiator es otra cosa.


10: Estos desde luego de finos espadachines, nada, sus instrumentos de muerte son espadones y hachas. Pero, no me puedo resistir a poner en la lista, a estos guerreros del Norte. Y más aún, si su jefe es el tuerto Kirk Douglas, capaz de luchar a muerte por su amigo Tony Curtis. Dirigida con mano enérgica por Richard Fleischer. Una Obra Maestra de la vida de hombres rudos y mujeres valientes como Janet Leight, este filme de título inolvidable Los Vikingos.
Si ves las próximas imágenes y no has visto la película, correrás a conseguirla:


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lunes, 13 de mayo de 2013

La Caza: de Thomas Winterberg.



MADS Mikkelsen: acosado.

El director danés nacido en Copenhague, Thomas Winterberg, de muestras de desenvolverse a la perfección en esta historia asfixiante en medio de una guardería descontrolada. Con Jagten cuyo título en español es La Caza, profundiza y remueve el barro de los acosos escolares y el abuso sobre los menores, y sale impoluto de forma impecable con un montaje dónde la tensión avanza exponencialmente a lo largo del filme.
Para Cinecomio ha hecho bien en retirarse del postulado "dogma" en la producción para comprometerse más a fondo en el mundo del montaje como método de perfeccionar algunas cuestiones técnicas, como tener una única perspectiva de la escena. Esta cuestión es la que me produce más pereza a la hora de adentrarme en una película con estas normas.
Además, consigue con un guión elaborado por él mismo junto Tobias Lindholm (con quien había trabajado en su anterior cinta Submarino) dibujar el progresivo deterioro físico y psíquico de una persona, consiguiendo un ambiente de ofuscación y violencia contenida.

Winterberg no se despega completamente de los trabajos anteriores y la forma simplificada de rodaje, ya que en La Caza mantiene vivo el carácter esencial de su cinematografía, como es la presentación y desarrollo de los personajes con una fuerza introspectiva adquirida de los métodos del dogma.
Por otro lado, intenta atraer otro tipos de público que pudieran estar cansados de tanta fijación por las perspectivas en un sólo eje, construyendo una sólida historia a pesar de una idea inicial algo increíble y cuestionable.
Los niños pequeños pueden construir una cuestión tan profunda y adulta con su joven cerebro en estado de continua evolución neuronal. Suponiendo este hecho concreto como posible, se produce una evolución positiva de su visionado.

Para dar empaque a la difícil y polémica argumentación, que expone al debate posterior a la terminación de la película, T.W. se rodea de un reparto muy bien seleccionado encabezado por un carismático actor con sólida formación en distintos medios y producciones internacionales (como por ejemplo Wilbur se quiere suicidar, Casino Royal o Valhalla Rising, en España participo en la divertida Torremolinos 73), gracias a sus duros rasgos que evolucionan durante la película por todas las diferentes etapas emocionales. Y todo lo hace a la perfección.
El actor danés Mads Mikkelsen demuestra un control absoluto de la escena y del control de los tics, con una interpretación a la altura de los actores más importantes de la actualidad.
Su personaje Lucas entra en el rango de los padres divorciados que intentan seguir adelante con su vida, estableciendo otras pautas o relaciones, pero sus vecinos se encargan de establecer las próximas reglas en su vida futura.

A todo ello se suman las perfectas actuaciones de Thomas Bo Larsen como padre enfebrecido y amigo, la sufrida e impetuosa madre interpretada por Anne Louise Hassing, la directora del centro por una Susse Wold en plena ebullición conspiranoica de escandalosas consecuencias o Alexandra Rapaport. Punto y aparte para la pequeña Klara llevada en pantalla por el foco de todas las tensiones la niña actriz Annika Wedderkopp. Su rostro angelical produce el efecto buscado por Winterberg en La Caza, con unos ojos fríos que esconden la ternura interior.

Por otro lado, podemos comprobar como el cine de Winterberg está familiarizado con tensionar la acción por medio de estallidos emocionales y diálogos de doble filo, así ocurría en su filme Celebración. Destacando una fotografía que proporciona los rincones oscuros para desarrollar el lado siniestro de los personajes.
En La Caza converge el cine de encuentros producidos por un hecho característico. La tormentosa ambientación (producida o no por una acción de abuso sexual o no) que converge con todos los personajes incluidos en el estallido de violencia con derramamiento de sangre, aunque puede ser igual de importante la profundización en los problemas que provoca en las mentes.

Sí es verdad que algunos aspectos relacionados con esa efervescencia de los sentimientos desatados por la venganza, la cinta guarda un paralelismo con la obra de Carlos Saura de mismo título y de consecuencias más devastadoras. Un día señalado para la afición a la caza, difiere en un polvorín de reproches y acusaciones, en el que los hombres se convierten en ratones, y los niños en hombres.
Una caza entre el gato y el ratón que desembocará en con el primero decepcionado por la pérdida de su escurridiza presa o con el segundo desangrado entre las fauces del felino.
Lo mismo ocurría en otras cintas con una explosión de caracteres en colisión, producidos por el abuso. Las películas se rodaron en 1972, una era Deliverance de John Boorman (un elenco recordado y celebrado)con escenas campestres dentro de un silencio natural ensordecedor y tensionado hasta las últimas consecuencias. La otra podría ser la película de Sam Peckinpah, Straw Dogs (Perros de Paja) con el débil Dustin Hoffman transformándose en cazador de cabezas humanas desvariadas.

Y es que cuando se produce este estallido, todo alrededor se tambalea y se empapa del color viscoso de la sangre, en un paralelismo de exhibicionismo y recreación del uso de las armas. Bien sirvan estas para cazar o para el asesinato premeditado o provocado por las circunstancias tan desasosegadas. La asfixia a la que se ven avocados los protagonistas sólo tienen el camino de la venganza como método disolutivo para zanjar el ultraje. Como ocurría también en la obra maestra de Arthur Penn de 1967, La Jauría Humana, cuando todo una comunidad se ofuscaba con los rumores para ejercer una equivocada justicia contra el personaje elaborado por Robert Redford.
Aunque en aquella ocasión contará con la estimable colaboración de un sheriff como Marlon Brando. En cambio, en La Caza el bueno de Mads Mikkelsen tendrá que valerse de sus únicas manos para resolver la tensión producida en su pequeña población danesa rodada en Taastrup, estimando la ayuda de su joven vástago, que creerá a pies juntillas con la inocencia de su padre.

Mucho he comentado ese estallido sangriento de tan importantes filmes, pero La Caza se basa en la sugestión más que en la sangre, en la violencia emocional contenida durante días en los puños, en el infinito rencor que nunca se termina de ir del todo. Bien pasen los años y los rostros generación tras generación, el rencor y la mancha de la difamación quedarán pegados a la piel.
Además, las sociedades que llevan en su ADN violento, admitiendo la propagación de las armas y la exaltación de su uso indiscriminado (atendiendo al buen raciocinio del portador sin atender a su coeficiente intelectual o su madurez) convergerán de una forma u otra, a la aniquilación sistemática de individuos... que simplemente pasaban por allí. Un desastre.

Porque vivimos en una cultura caracterizada por el machismo, y esto conlleva que otros casos no tengan tanta relevancia por su escasez o falta de credibilidad.
Por todo ello, convergemos constantemente a la confrontación.
Cuando la justicia no se encarga aceptablemente de establecer el castigo necesario a los criminales o la suspensión inmediata de los juicios paralelos.
O la indefensión de los perseguidos no tiene cabida en sus habituales casos, que esconden la intransigencia de nuestra sociedad con los posibles errores que cometemos.

Se producirán casos parecidos. Esto es normal pues educamos a nuestros hijos en la terrible competencia y el enfrentamiento a los problemas con los demás, por medio del ojo por ojo.
O siendo más cinematográficos (o realistas viendo las noticias diarias)... dónde ponemos el ojo, ponemos la bala.

**** Notable ****

El actor Mads Mikkelsen nacido en Copenhague está en una especie de cresta ascendente en su participaciones, ya que ahora está de moda por su protagónico en la serie Hannibal y su maravillosa interpretación en la cinta de Thomas Winterberg.
Pero además, con la distribución de Golem participa en el film de su compatriota Nikolaj Arcel (guionista de The Girl with the Dragon Tattoo), de título Un Asunto Real. Reparto: Alicia Vikander, Mikkel Boe Følsgaard, Trine Dyrholm, David Dencik. 

También concurre su apolínea presencia en el documental francés NWR (sobre Nicolas Winding Refn) dando su opinión sobre este director en pleno auge. Así como igualmente será la pareja de thriller con la actriz Maggie Gyllenhaal, en el film Voice From The Stone, del director Eric D. Howell.
Para repetir con otra producción francesa-alemana de título Michael Kohlhaas, de argumento bélico e histórico, dirigida por Arnaud des Pallières. Con el siguiente y atractivo elenco internacional: Mads Mikkelsen, Bruno Ganz, Sergi López, Mélusine Mayance, Amira Casar, Denis Lavant, Stefano Cassetti, Paul Bartel. Teaser:


Y antes de acometer un proyecto sobre una novela de John Le Carré, junto a Ewan McGregor y Ralph Fiennes, de título Our Kind of Traitor... le veremos en el primer largometraje de Fredrik Bond, titulado The Necessary Death of Charlie Countryman. Reparto: Shia LaBeouf, Aubrey Plaza, Evan Rachel Wood, Rupert Grint, Melissa Leo, Til Schweiger, James Buckley y Vanessa Kirby. 

Cinemomio: Thank you

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