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domingo, 19 de marzo de 2017

La La Land.

El Color de Los Ángeles.

Mucho antes de la era de los grandes musicales de Hollywood y aquellos románticos visionados en el cine, antes de la llegada del maravilloso Cinemascope con toda la ampulosidad de los números de baile, todo comenzó con una prueba de sonido. Cuando en 1927, El Cantor de Jazz, demostró que el canto se había instalado en el acetato y las emulsiones metálicas, para quedarse definitivamente en nuestro corazones. El salto de Nueva York a Los Ángeles, y viceversa, estaba garantizado para retratar los lugares pintorescos de costa a costa, estableciendo los sincronizados pasos que deberían dar los jóvenes americanos (o de otras latitudes) para alcanzar un destino cerca de las estrellas.
Pero, no siempre fue todo tan bonito ni brillante, a pesar del color y los deseos, sino que el camino de baldosas amarillas (como el traje de su protagonista) era menos sinuoso que aquel emprendido por Dorothy, más parecido a un atasco rutinario al mediodía, entre las colinas, las calles y los bares de Hollywood. Al menos, hasta llegar a escuchar las bellas melodías de su interior y alcanzar la cima de aquella montaña con sus atractivas y endulzadas letras. Los Ángeles, esa ciudad dónde las canciones que oímos y las películas que vimos de niño, sirven de base a toda nuestra historia cinematográfica y se convierten en el primer atractivo de los futuros soñadores y su magnífica leyenda, más allá de su estructura lineal o los rincones donde se fugaron ilusiones y esperanzas.
Al menos nos quedan sus parejas míticas y un piano tocando Jazz...

Aquel Primer Sonido de La...

La profundidad o la alegría de la música, es lo que nos hace mirar al cielo o el horizonte, cambiando el paso, viviendo el día a día, pero echando pequeñas miradas al futuro, a hurtadillas. Cualquier mañana rutinaria, el camino clásico varía y se transforma bajo nuestros pies, de caliente asfalto a una pista de aterrizaje para grandes vuelos o sueños, o el preludio de una odisea personal.

En la Tierra de los Sueños, esta vida se desenrolla en una espiral de emociones. Cuando nuestra realidad cambia en cada parada que hacemos en el camino, o cada nota. Parejas que se desgastan en plena crisis, como la huella de los neumáticos en un caluroso día de verano, los contrastes desvían rayos de un sol radiante sobre el parabrisas y sus rostros, los encuentros son sorpresas vitales o un portazo en los hocicos, esperando ayuda de otros conductores, desesperados y sintonizando el dial a su espera... así, un hombre y una mujer, o cualquier otra posibilidad, pueden aguantar toda la vida, circulando por avenidas sin fin, cuestas imposibles y callejones oscuros. O sin encontrarse nunca.
Pero, hoy en L.A., ha amanecido radiante como un número musical del pasado. La realidad es un La sostenido sobre la ciudad, espectacular y esperanzador, para las siguientes paradas en nuestra odisea o camino al triunfo y la felicidad. Con muchos matices o colores, en contraposición a la cara pintada de aquel cantor de jazz, el teclado del piano y su fe puesta en entredicho.

Después, la identificación de unos personajes, entre una coincidencia física y la rigurosa actuación, con la triunfadora Emma Stone y el resistente Ryan Gosling, cada uno a su manera. Respirando en distintos mundos con iguales deseos, en busca de su oportunidad, hallando una coincidencia diferente al resto de los días, meses, estaciones... Sin embargo, seguimos avanzando al ritmo que nos tocan, yendo a nuestros trabajos o centros de estudio, escuchando la banda sonora que escogemos en la emisora y no para, cada quién con ese estremecimiento que condiciona su propia vida.
La entradilla clara y perfectamente sintonizada, nos adentró en esta tierra de comparaciones artísticas, del ayer y el hoy, entre el Sol y las reiteradas estrellas. Con cierta insistencia a las casualidades, gráciles y reservadas para individuos ensimismados, cerca del encontronazo y la rebeldía, como aquel joven James Dean y su película proyectada en el Rialto, dibujados a ambos lados de un pentagrama (más que la cama del símil madrileño), cantando bajo la luz de una farola, en la ventana de Casablanca o el fabuloso The Lighthouse Cafe. Recuerdos insistentes, los llaman o cantan...

Sí, todo discurre al mismo son, entre una multitud cotidiana de ciegos, o sus dos pares de ojos. Luego, se construye con voces no habituales y letras comunes, al compositor Justin Hurwitz el director de la "sangrienta" y metódica Whiplash, además del director nacido en Providencia, Damien Chazelle. Machos pasos, rodeados de profundos silencios, callados en post-producción, eligiendo y recortando ¿qué?, veremos las dos caras de una vida en la Tierra de los Sueños, al compás de varias ensoñaciones, danzando en La Tierra del Cine. ¡Oh, lá lá, no es Francia! ... sino americanos en L.A., soñando con París.
Su batuta aproxima dos mundos paralelos, cine + música, con colorida fotografía y estructuras gramaticales, que derivan la casualidad e inducen al recuerdo de todos. Una invitación a una fiesta, extendida en las calles, colinas nocturnas, planetarios repetitivos, estrellas y faroles de mentira, focos apagados en platós históricos, escenarios de night club, cerca de dedos ágiles y labios declamatorios, rostros de pianistas y princesas con encajes del pasado. Flotando sobre estados vaporosos de un corazón "partío" y rimando vías panorámicas al estilo del clasicismo musical. Elipsis mágicas, no de Camelot o un West Side Story triunfal, sino otra película con el mismo castillo y diferente canción.

Esto es La la Land, es Chazelle convidándote a un espectáculo visual, de siempre. Con altos y bajos emocionales sobre un iris cromático, mirando la nota entonada al sueño y su propio guion, donde ellos son los únicos protagonistas, porque es su historia. Una tierra de color y estilizada estética de cuerpos, y rostros modernos dejando fluir la nostalgia a través de ellos, de magia romántica en recuerdos de otras épocas o hechos de hoy. Su primer La, tiene la ambientación de un cuadro de Warhol, un número estilo pop, escenografía en una mirada... una ventana semiabierta. Pues, en esta Tierra de los Sentidos, todo posee uno. Aunque con dos direcciones. Ella le siente, él la toca...
Sus protagonistas no son ejemplares, viajan entre congestiones de hora punta, improvisaciones o desvíos, sueño y pesadilla, experiencia y prisas por aprender, dolor, seguridad, ausencia, pérdida... bailan del lado de la insistencia hacia la desidia, de sintonía al eco repetitivo, de música susurrada al oído a su letanía, del deseo a la separación... tralalá, sin contarse mentiras. ¿De qué serviría? Más dolor, más memoria, más diferencia. O indiferencia...

Cada uno es dueño de sus sueños. Al igual que cada crítico es libre de aceptar esta invitación, o señalar la parte buena de las bambalinas o tramoyas, separando la mala paja, estructurando una trama de diferencias. Unos disfrutarán de la luz, otros se perderán en sus sombras, de nuevo, a su manera... buscando estilos tradicionales sin encontrarlos, o personalidades envolventes sin verlas. Convergiendo con otros espectadores o bifurcando sus caminos, para caer en otros brazos o destinos soñados.
En la Tierra del amor, el éxito es derrota y la victoria se enfrenta con aquella fama elíptica, ya que el universo Land LaLa, se abre en tríptica mirada, entre danza, noche y despedida.
En la Tierra del Jazz, él es la escala en blanco y negro del teclado, marrón ´glacé` de un grupo genuino o pastiche de remezcla fecal. La tonalidad azulada del alma, de jazz, alrededor de un foco solitario y central, la verde esperanza en billetes, la amarilla bilis y brillo de metal en trompeta, la gris materia y el cerebro materializado, la rojez en pupilas somnolientas (ya, un Cotton Club sin humos) o la carmesí pasión de la música en vivo... mágica y viva como ella.
Así, en un ´whiplash`... ella es el blanco de sus miradas y su piel. La desafortunada mancha de café o la triste hojarasca en otoño, la azul mirada en un punto de proyección, masculinizado, la hierba verduzca bajo sus pies danzarines, la alegría de un verano de correrías, el gris tono de una lente empañada o techo repetido, la rojez un tímido roce, el orgullo de su procedencia humilde y la vergüenza... ante los labios puestos sobre Oscar.

La tierra de serendipia, es coincidente con sonidos de moraleja y la fantasía de un cuento mágico, también de timbres ocultos que vibran, desde la insistencia, la comedia ligera y amarga, hasta quedar resonando en el vacío de una vía, muerta. La verdad que te sonríe con un plano en tinieblas.
En la Tierra de la Elipsis, la vida parece una ensoñación con vistas al pasado. La errata de un futuro incierto (tal que una película no premiada), cuando las cosas que suceden, nos sorprenden en otras vidas. Cuando aquel ticket a la felicidad, que nos vendieron, acompaña de un paraguas apto para cantar bajo la lluvia o las lágrimas. Si estar con esa persona amada, significa un retrato en sepia o de tonos pastel, algo amargo. Un café edulcorado con invisibilidad y frustración.
Lo mejor de un piano que abrió su alma al deseo, personal y musical, a la excelencia adyacente a la duda, cerca de la despedida. Un actor que vendió la suya al etéreo vacío, y se quedó del lado de la tranquilidad, cerca al mar de la Luna solitaria. Al fuego que consume su danza, quemando las últimas horas de aquel encuentro fortuito, como una película iluminada por la resignación, como el Sol abrasa su piel o la ternura vital. Hasta que sanen las quemaduras; la sala sea desalojada y críticos o amantes, abandonen esta fiesta... y Oscar va a la, la, Land, wow! La, ... la madre Tierra que nos parió!

El segundo La... desafinado.

La profundidad de la noche, es un pozo de música oscura. Rotundo en grises y separado del azulado techo o cielo donde vieron sus estrellas gemelas. Sobreviene tras huidas y las miradas de aceptación, igual que las calificaciones de seguidores y sus aplausos posteriores, se exhibe desde la relajación de los caminantes o amantes, en silencio.
La pasión de la música negra que estableció nuevas vías sobre esta tierra de las maravillas, cambiando el brillante musical por aquel ritmo introspectivo y salvaje, libre. A punto de desaparecer...

En su tierra onírica, no todo brilla como antes.
Porque Chazelle ha cambiado el rigor y la fuerza, por la superficie pulida de un cuerpo de piano y manos suaves, esforzadas pero sin sangre. Una tierra de perspectivas narrativas y confusiones, sin ángulos ni triángulos amorosos, hasta la nota final.
Sólo la llegada a una estación fría, marcará el pretérito de aquellos sueños, cuando decimos adiós a dicho tren. Tierra de sueños, despiertos ayer, que guarda una relación con el pasado. De pianista de un grupo de jazz, a creador de las imágenes de un profesor estricto, difuminado ahora, en la figura fantasmal de J.K. Simmons y su carácter parcialmente desplegado. Se cambió el bermellón de la sangre por la pasión.
Esta tierra del Sonido, que significa el swing. Un abanico de tonos y frustraciones aumentando con el paso del tiempo, tanto en la estructura de la narración y los pasos de cada personaje, como en la plasmación objetiva de sus conocimientos musicales o cinematográficos.
Ya que la tierra de Chazelle (antes de emprender viaje a esas remotas e históricas estrellas de los sesenta) se vislumbra desde el fracaso personal, el desgaste y la frialdad en la mirada. A veces, sus personajes, en lugar de corretear por colinas de éxito, se frustran y pelean en las tinieblas de su alma improvisada. Profunda como el corazón desangrado por sus propias limitaciones o rigores emocionales, borrada del recuerdo, como el arte de calidad. En la tierra de las audiciones, no todo suena tan bien.

Existen ecos repetitivos y secuencias panorámicas que se pierden o cortan el horizonte, atendiendo a caprichos o decisiones cuestionables, gestos dubitativos, pero plagados de realismo y decisión, por parte de todos los protagonistas. Esto es, la tierra de claroscuros. De notas grises, envueltas en coloridas presencias.
Tras la emoción de los primeros minutos, antes de encontrarse, nos topamos con ciertos muros que distorsionan la percepción real de las cosas. Despistan los caminos efímeros de algunos, perdidos o escondidos, mediante el brillo de una pareja central, casi exclusiva. Normalmente, cuestionada por aquellos detractores (no siempre, los femeninos contra ella y viceversa), también críticos con un reparto que parece un coro invisible, más que gospel. Y hallamos paisajes calculados o escenarios milimétricos (salvo en la autopista), encajonados y desprendidos de toda intensidad emocional. Así, en este ring de interpretaciones, creo que pierde Mr. Gosling y la muestra del macho rústico con orejeras y ciego. Un actor con pie en la Luna, la de Armstrong o el Officer K de un Blade Runner 2049. En la tierra de la evasión y la odisea, varios huyen de sus propias limitaciones, muy coloridas, eso sí.

Por ejemplo la tierra de Sueños, del segundo La, pasa de su estado onírico o romántico, a uno pragmático, donde la cámara recorre determinadas secuencias, que no deberían condicionar los movimientos o pasos de baile, el conjunto. Ni olvidarse de la estructura narrativa de un guion tapado con agujeros visuales, personalmente hubiera apostado de mayor surrealismo en determinadas escenas, añorando el musical mítico o desplegando la comedia hilarante, con soluciones filmadas desde el punto subjetivo del espectador. Por supuesto, un creador y su objetivo, sirven de causa y efecto para sus propias divagaciones o posicionamientos personales, donde cualquier duda, por ejemplo en la edición, repercute en el resultado o la brillantez de una historia. Alaba esa labor real sobre aspectos imaginativos, sobre todo, al tratar de musicales y un público exigente, que no se conforma con ocurrencias.
En la tierra de los encuentros, la casualidad no existe.
La... de premuras buscando el producto exclusivo, no excelente. Es la tierra prohibida de un cineasta y su equipo de filmación o post-producción, la medida exacta entre una entrada espectacular y el punto de fuga. Si lo que empieza con una explosiva escena musical, no mantiene un nivel de proporcionalidad y entonación, más bien una sucesión de números primos, o deslavazados, buscando la perfección clásica. Tampoco la partitura redonda, que se eleve paulatinamente, sin desmerecer el esfuerzo de ambos protagonistas, aunque echamos de menos el concepto de la idea contenida en su relación. El ritmo en descomposición visual, hasta finiquitar con un nuevo estallido de conjunciones astrales.

En la tierra del Cine, o La de Los Ángeles inmortales, precisamente, el primer La, no es lo que cuenta. Idolatrado con colores precisos y encuadrados con gusto, fotografiados para expresar lo invisible (pasión o deseo), y enfocados a una perspectiva egoísta. El sentido elíptico será lo importante.
Sobre la tierra de los Sentidos, predomina la vista, sobre el sonido y el gusto (referido al que paladeamos al salir de la sala y queda en el recuerdo), sí, La La Land es un universo plano e ilógico, como fiesta a la que estamos invitados de entrada, pero nos pone impedimentos en la puerta. De manera que la vestimenta parece más fundamental de lo esperado o deseable, prendas narrativas poco recomendables basadas en flashback o saltos erráticos de los protagonistas. Invadidos por una humareda textual, desde el punto de vista del anfitrión tras la cámara y el espectador más allá.
Después de todo este Sol o la dulce medida del amor, cegadora, puede empacharnos y hacernos olvidar posiciones confusas o ambientes que sólo, son válidos desde la oscuridad del jazz.

Por otro lado, en la tierra de los ritmos, éstos se confunden en ocasiones, o empalagan, demostrando que la música tiene sus tiempos. Pierde, si no manifiesta los sentimientos correctos, si se disfraza con imágenes que no le pertenecen, si desdibujan el estilo o son demasiado evidentes. Digamos postales técnicas para un directo facilón, sin recovecos. Mejor la menguante, improvisación.
Él y ella, chico y chica, se compenetran físicamente y poseen peculiaridades que los hacen atractivos o resultones al primer La. Si bien sus pasos no son tan gráciles, sí realistas. Se ajustan en cuerpos de baile o complementan sin salidas de tono, prescindiendo del excedente espectacularidad, y aceptando la propia entonación. Entonces... ¿falla algo? Posiblemente, lo que no se ve, sino deberíamos sentir en cada poro de la piel del artista, llamado bohemio.
Son más artistas comprometidos con la causa del éxito, regidos por la casualidad y dirigidos a un fin, demostrar que la necesidad íntima no está restringida por aquellos deseos universales de gloria. Sueños que pertenecen a la mayoría, produciendo una capa de efímera felicidad, algo descolorida, y suplantando lo verdaderamente importante... la tierra sobre la que pisamos y los compañeros de este viaje.

En la tierra del baile, las deficiencias no provienen de la naturalidad ni de la coreografía, sino del onirismo rácano con el estilo de los grandes estudios o el surrealismo de autor. Donde el éxito es la victoria sobre la empatía, y la estrella se transforma en algo desconocido, alejado del resto, entre la cuenta corriente, la noche y una sonrisa de complicidad, vaga. En tierra estrellada, él es un blanco para apuntar y un negro en el alma, marrón de zapatos desgastados buscando un lugar, el azul de sus pupilas acuosas y el verdoso desnaturalizado, un amarillo descendente cuando se retira el Sol del atardecer y aparecen los grisáceos presentimientos, la roja vergüenza ante su pérdida.
Mientras, ella firma nuevos cheques y reflexiones en la piel. Los posos del café de ayer, el cartel de su última película y unas vacaciones en familia en la Costa Azul, la dudosa esperanza del que ya nada espera ni danza, el amarillo desteñido de un traje colgado en el armario del pasado, los grises remolinos de sus cabellos al envejecer, sin telescopios ni estrellas del cielo, la roja sangre que hierve en su interior y el reflejo de un rubor visualizado ante él, casi olvidado.

Queda la reminiscencia del movimiento elíptico, más atrevido si cabe. De simples entregas de lo que pudo ser y se quedó flotando alrededor de aquellas estrellas, otro mundo cruel y violento. Un resbalón del guion al descubierto, abierto quizá soñado, que crecería si la posición de los personajes hubiera sido más decidida, a mi gusto, o abandonada a la odisea onírica por completo. Abandonando la interpretación y el gesto, y entregándose al espectáculo como aquel número final, o despedida del gran Roy Scheider en All That Jazz. Insuperable, por siempre.
En la tierra del Jazz, con mayúsculas, se echa de menos el aroma, la rebeldía, el tacto y el sudor, ya irrecuperables, pienso. Estamos en otra época, y se habla de aquella... sobre unas atmósferas que no acaban de llenar al espectador, el exigente y extraviado como otros del reparto, ante la inevitable levedad, incomprendidos, fuera de cuadro... donde ella y él, son el foco de atención. Y nada más.

Ah, sí... el melodrama parece siempre una elipsis o metáfora de la realidad, que regresa indefinidamente. Pasando del color al blanco y negro, del positivismo a lo negativo, y vuelta a empezar. Una lucha entre la parte buena y la mala del deseo, aderezadas con verdades difusas y sueños no monocromáticos, ya que depende de la luz bajo las retinas, de ella y él. Una perspectiva negra que impacta sobre el blanco, rodeados de oscuridad, o viceversa. Con todas las sombras marcadas sobre el corazón... pues el segundo La, el de la experiencia y la infelicidad, es la vida.
Y ella, puede salir bien o mal, depende... del color.

Próxima Song to Song, de Terrence Malick. Con Ryan Gosling, Rooney Mara, Michael Fassbender, Natalie Portman, Cate Blanchett, Holly Hunter, Val Kilmer.


Steve Carell y Emma Stone, en Battle of the Sexes.


Tráiler Renegades, de Steven Quale.


sábado, 28 de mayo de 2016

Irrational Man.

Woody y la narración de un crimen.

Actuó apareciendo ocasionalmente en programas de televisión, hasta que finalmente y gracias a su talante e ingenio, tras una actuación en 1960 en el local Blue Angel ideado por Cole Porter y George Gershwin animando a un empresario de Nueva York, le ofrecerían la posibilidad de elaborar un guion y participar como actor en el filme What's new, Pussy Cat?, una divertida y surrealista película sobre el hedonismo con el psicoanalista de risas Peter Sellers y Peter O´Toole, y una sucesión de miradas sexys con Paula Prentis, Capucine, Ursula Andress y Romy Schneider, dirigidos a la limón, cítricamente hablando, por Clive Donner y Richard Talmadge. Después ha escrito todos sus guiones hasta hoy, incluso otros como Play it again Sam, o su pequeña batalla con la enormidad del complejo de Edipo en Historias de Nueva York, por si alguien dudaba de su imaginación prodigiosa. En 1968, rueda su primera película (actuando como un delincuente) en Toma el Dinero y Corre de la productora llamada Palomar Pictures, que financiara el proyecto de apenas dos millones de dólares.
Luego llegaría un éxito medida a través de la identidad y estimando la proporción de esas mareas emocionales que fluirían entre sus personajes futuros, fluctuando del romanticismo al crimen pasional. Ideas mentales en relación con las mujeres expresada en imágenes. Woody Allen comentaba: "También les digo a quienes me preguntan que si no temo quedarme alguna vez sin ideas, qué no... nunca he tenido esa sensación. La gente siempre me pregunta, ¿Alguna vez piensa que despertará una mañana y no será gracioso? Esa idea nunca se me ocurriría... es extraña, poco realista. Porque lo gracioso y yo, no somos dos cosas distintas. Somos una sola cosa. Así que es todo lo contrario, ando siempre con congestión de ideas. Se me ocurre una idea mientras camino por la calle y la registro inmediatamente. Y siempre quiero convertirla en algo". Algo así, sucede con los grandes escritores de la historia.

Con 47 películas y 4 Oscar´s en su haber, un cineasta inteligente y creativo, muestra la aportación de las mujeres de su vida en la pantalla, aquellas que han sido o son, musas de una filmografía extensa y una radiografía de humanismo recalcitrante.
Si alguien define a Woody Allen como un director de cine, se queda corto. Pues recién cumplida la doble cuarentena, pienso que este privilegiado visual y dominador de la lengua, demuestra en la actualidad, que sigue conservando su sentido divertido y una mente preclara para la narración o la escritura de guiones, además de un apasionado por la comedia y la música. Así, podríamos decir que Mr. Allen es un nuevo renacentista en este mundo enloquecido y cruel, bueno disparatado mejor.
... "Escribir para el teatro es algo muy diferente que escribir para una película, y ambas cosas son completamente diferentes a escribir prosa, tarea más exigente, creo, porque cuando uno ha terminado, ése es un producto final. El guión, en cambio, es un vehículo para que actores y director desarrollen personajes. En el caso de las películas, simplemente garrapateo un par de notas para una escena. No es necesario escribir en absoluto, sólo notas que se escriben teniendo en cuenta a los actores y la cámara. El verdadero guion es una necesidad para el casting y el presupuesto, pero el producto final no tiene demasiada semejanza con él... al menos en mi caso. Pero en una novela, uno ejerce el control sobre todo el material. Es un gran atractivo. Otro es que, cuando uno ha terminado puede hacerla pedazos y tirarla a la basura. Mientras que, en el caso de una película, es imposible hacer eso. Hay que mostrarla, aunque a uno no le guste. El tiempo es mejor cuando uno es escritor de prosa, es mucho más divertido levantarse a la mañana, ir hasta la habitación de al lado, quedarse solo y escribir, que levantarse temprano y tener que ir a filmar una película. El cine es muy exigente. Es un trabajo físico. Uno tiene que estar en algún sitio, según un programa, a cierta hora. Y depende de las personas. Sé que Norman Mailer (escritor, guionista y biógrafo de Marilyn) dijo que si él hubiera empezado actualmente su carrera, podría dedicarse al cine en vez de ser novelista, pero creo que el cine es una actividad de jóvenes. En su mayor parte, es agotadora".

En su última película (de una inagotable carrera) y vista en España con título Irrational Man, establece otra de sus parejas, cubierta de exótica ambivalencia con Emma Stone y Joaquin Phoenix, entregados por segunda y primera vez, en las manos de un Woody Allen que vuelve a demostrar su maestría para contar relaciones personales, siempre envuelto en una trama mágica definida por la atracción, y metafísica. Cuando no, sumergida en un mundo de tensiones provocadas por aquellas actuaciones desequilibradas o criminales, que aparecen de sopetón en nuestra cabeza dividida, tras sesión de psicoanálisis alleniano.
Su cine sigue invadido por el humor, claro, o nublado, de la introspección personal y el retrato magistral de los personajes creados con notas, reafirmando sus posiciones morales y sarcásticas respecto al cine o la vida, como un pequeño teatro de las vanidades y de las culpas. Diría que si no maldijera tanto en sus escenas románticas (con excepciones que terminan mejor que otras), no sería fiel con sus consecuencias vívidas, imaginarias o verdaderas, que se producen a diario en cualquier ciudad del mundo, o un arrugado pañuelo de sonrisas y lágrimas. La metodología mantiene las reglas básicas del género romántico, pero sus palabras indican que se trata de un director único e irrepetible, un poeta enmarcado por la libertad de expresión y de elección, o la tortuosa dicotomía entre el bien y el mal que marca el siguiente paso dubitativo. Por tanto con él, la masculinidad se ve diseccionada por la inventiva y la perspicacia de un lado femenino, dejando el diván para las antiguas sesiones analíticas que, no servían de nada cerca de unos ojos claros como el cielo, o a los pies de una luz surgida sobre una barraca de feria.

A cuerpo de rey de la conversación, anduvo estirado frente a doctores del alma, pero un rey abdicado y asustadizo, observando con su prisma ácido, el panorama en cada década y los condicionamientos, desde los comienzos inventando chistes o monólogos para el Ángel Azul hasta la pesada carga de nuestra sociedad actual, también de esa latente mentalidad desunida. Un actor entre bambalinas que crece tras el ojo, que observa a través de sus gafas a un dramaturgo del sentimiento, al cómico que se ríe de sí mismo; y un músico marcando el compás del objetivo, indiscretamente libre para narrar la diversidad, los tiempos, silencios y respiraciones, los ritmos. A cada paso que daba, no dejó nada al azar en su camino, todo parecía encuadrado dentro de una viñeta o libreto mágico, aunque sus filmes demuestren que la casualidad es una estimada referencia a tener en cuenta.
Desde que Manhattan anochece sobre una ribera, hasta un asesinato descrito con gracia y desparpajo, en sus calles y dormitorios, cómo si fuera habitual tanta evidencia. Esa inevitable irritabilidad de la coincidencia, para algunas personalidades, géneros o personajes, puede tratarse día a día, como un macguffin de proporciones catastróficas, o no.
Mientras, en segundo término y más fundamental, el desarrollo de sus intrincadas escenas llenas de sombras y niebla, de delitos y las faltas que nos acompañan o cometen otros, o acordes y desacuerdos entre más sábanas y noches, aquí se vuelven a aparecer. De los estudios al festival alejado de los sueños, de la desgracia y la apatía, por sonidos repetitivos de un seductor, sugestionados por una conversación a hurtadillas con Annie o Hannah, demostrando que la responsabilidad social y el secreto, se abrazan. Nuestros propios actos o decisiones marcarán el devenir, que estaría controlado por el derecho y la ley. Tal vez, guiada en la oscuridad por la inercia de aquellos ojos, luciendo como estrellas en un observatorio de la vida o entre manos temblorosas.

Con su sentido crítico, Woody Allen se sonríe de la patosa existencia y de esos individuos perdidos ante una respuesta discutible, de las opciones que truncan el éxito social o silencian el fragor de una batalla romántica. Dividida en dos secciones, hemisferios del cerebro de un guionista frustrado o un hombre irracional, nos sirve un juego de marionetas dirigidas por su experiencia y el fracaso de los personajes. Por este motivo (u otras argucias intelectuales), Woody continúa siendo uno de los referentes universales en esta tragicomedia clásica que representamos, y de la dialéctica cinematográfica del doble sentido que nunca empaña sus gafas. Izquierdo o derecho, en su cerebro indica que dicha separación física, está condicionada irremediablemente por unos labios carnosos tocando a un aldabón de una puerta enclaustrada u oxidada por el tiempo, fraccionados pero atraídos el uno por el otro, como si una vigorosa alumna anduviera coqueteando con otra mirada esquiva, estresada o depresiva. Esto es, de una forma menos lesiva, la autodestrucción que tantas veces, nos visita o la negación de unos valores, que perpetraron el estado de ánimo actual o las diferencias sociales, económicas y de edad. Son un tabique mayor que las excrecencias de cada lado, construido por nosotros mismos.
Reúne en este escenario, en principio anestesiado, a este académico universitario interpretado por un Joaquin Phoenix (que sostiene con firmeza las riendas de una estimada y ascendente carrera) envuelto en las sombras de un agravio comparativo, una reflexión inaudita o una revuelta interna frente a la injusticia, que empujará a nuestro lado más salvaje. Frente al paso del tiempo o la grasa abdominal acumulada, emerge esa inseguridad personal o desprecio. Que controla todas las respuestas, respecto a la atracción sexual o una alocada declaración amorosa que podría cambiar el registro de su mirada, sin brillo ni una mínima luz.

Estas decisiones personales que te elevan a la categoría de héroe o justiciero social, son una pequeña distorsión del ego y la evolución a otra cosa peor. Ya que el asesinato, se convierte en una costumbre, un uso pragmático, irreductible, prosopopéyico, académico, complejo, filosófico, dicotómico, alcohólico, antisocial, arrastrado, vengativo, ´soñador` y algo, esencialmente, degradado por la dejadez intelectual, hacia ese lado animal que responde a la crisis existencial y el olvido.
En New Port (Rhode Island), las secuencias van desde paseos diarios y conversaciones privadas por la facultad o al lado del mar, hasta la universalidad de la idea romántica como concepto y el estudio del crimen perfecto, de los ojos cansados de un maduro profesor hasta la vivaz y lasciva mirada de una pelirroja enamoradiza, transparente como la piel a plena luz del día, un ojo tras la lupa de un detective de su realidad sentimental. Como si la pareja protagonista de True Detective profundizara en la metafísica de su labor, y el amor olvidara todas las consecuencias, o el destino se hubiese calzado un vestido corto y liviano con unos zapatos de tacón. Una Sherlock apasionada, encarada a su desestabilizado y temperamental Doctor Watson. Con Parker Posey pisándole los talones en un posible viaje reparador, para evitar una caída sobrevenida inevitablemente. Siempre, uno saldrá más herido que el otro. Por ejemplo, Jamie Blackley (Blancanieves y la Leyenda del Cazador) un abatido y joven actor interpretando al incomprendido y abandonado. Frente a ese desconocido, amante llamado comúnmente peligro.

Ella, Emma es frágil pero no tonta, ofrece un brazo sobre el que apoyar el peso de su conciencia, aunque su pensamiento evolucione como una receta ilegible a priori, contraproducente para aliviar el mal, incluso ese desgaste que empieza a sentir, por él. Porque las indicaciones románticas exigirán una explicación o sino, una evolución del carácter individual a una catarsis de pánico, la extinción de la humanidad en camino. De la idealización del sabio al reproche aciago del torpe, no de odio ni misericordia mas bien de frustración, quizás consecuencia de una revelación inaudita como el descrubrimiento del cianuro tomado de la mesilla en una gran mansión y una distancia de separación tan esperada como necesaria, mientras se ríen con su imagen distorsionada frente al espejo.
El Hombre Irracional y la estudiante romántica, ofrecen una diversión distendida (con filosofía sin diván) a un público de alumnos, entregados al maestro del escapismo y el disfraz, como un camaleón con el jazz a flor de piel. Esta forma de trío musical y cinematográfico, con violines frente al piano calculador, y clarinetes contra la inactividad del alma en un halo endiablado que se propaga desde la gran pantalla hasta nuestras conciencias, más o menos racionales. El Hombre Irracional, tal que un meditado cuento con las relaciones entre hombres y mujeres en el anfiteatro, como siempre desde Madrid a Nueva York, o de Londres-París de los sueños, al coloso granítico de Rhode Island. Su madura y reflexiva idealización del amor, alberga a un Woody Allen tierno enfrentado al de los crímenes, crítica del romanticismo caduco de la magia lunática y la pérdida de la razón en otras fábulas, de la rosa púrpura (amor el ídolo o ´Prince` de Egipto) a un escorpión de jade, de la hipnosis. De ceder los bártulos si la cosa funciona, a la decadencia de un jazmín azul, en masculino.
Un trío del que visionaremos sus sueños divididos, filosófica o emocionalmente, en nuestra retina una vez más, ascendiendo del Bronx a un Café Society en breve, con Steve Carell y la Sheryl Lee auténtica, (quizás cerca de Melinda) y cuerpo de las pesadillas de David Lynch y sueño erótico de muchos seguidores de Twin Peaks. Mientras que la dulce Emma se debate en una Cruella de Vil no confirmada, y un baile de altura en La La Land, junto a J.K. Simmons y el radiante Ryan Gosling. Además, el tridente incisivo protagonizado por Joaquin Phoenix tiene papeles para dar y tomar, con directores como Casey Affleck, un novel Garth Davis o una escocesa llamada Lynne Ramsay, autora de la increíble Tenemos que hablar con Kevin. Se rumorea también con el director francés Jacques Audiard.

El orden, el lenguaje y la estructura teatral: "Siempre empiezo por la página uno. Es un viejo hábito que me quedó de escribir para el teatro. No puedo concebir la idea de escribir el tercer acto antes del primero, o un fragmento del segundo acto fuera del orden cronológico. Los acontecimientos que ocurren más tarde –la interacción entre los personajes, el desarrollo del argumento, dependen demasiado de la acción que se lleva a cabo al principio. No puedo concebir algo fuera de la secuencia. Adoro la forma narrativa clásica en una pieza teatral. La adoro también en una novela. No me gustan las novelas que no son básicamente historias claras... () cuando veo a Chejov o a O´Neill, donde hay hombres y mujeres en crisis clásicas humanas, eso sí me gusta. Es anticuado decir esto en esta época, pero las cosas basadas en el “lenguaje” –los más inteligentes ritmos del habla-, en realidad no me importan. Quiero escuchar a la gente hablar de manera común, aunque sea poético. Cuando uno ve La muerte de un agente viajero” o “Un tranvía llamado deseo”, se interesa en la gente y después, quiere ver lo que ocurre".

Entre la razón de Kant y el tumultuoso existencialismo de Soren Kierkegaard (ayer descubrimos que la filosofía está muerta en la tumba de Aristóteles)... en esta ocasión, deberemos elegir entre un disco de jazz aderezado con largos paseos entre la depresión y la autodestrucción, o la carnosa sonrisa que nos atrae al precipicio con sus posteriores contradicciones y el lío de nuestra cabeza, con la inteligencia de un observador interesado por el fracaso emocional y el asesinato contemplativo, o salpicada de diálogos metafísicos sobre la redención personal y la irresponsable naturaleza humana. Irrational Man, es una reflexión sobre aquello que fuimos en el pasado, cómico o sabio loco (lejano como unas vacaciones por Europa, rodando) y el presente irascible del yo, un manipulador mediático que nos condena a ejercer de héroes, de depredadores o justicieros morales. Ya que lo otro, al futuro, nadie se le aproxima ni conoce, tal que un ascensor detenido que no sabemos si sube o baja, o una pelota de tenis en la red. Una final de un deporte cualquiera, sentenciada a cara o cruz.
De los axiomas profundos, se visualiza una realidad más terrenal sin metas, que Woody tomó a pequeñas dosis para no intoxicarse, la violencia física. Agravio de un sueño que se desvanece, un espejo roto por intereses personales o deseos frustrados, naufragados contra las rocas. Una sociedad que no mide, esa necesidad de una sonrisa cálida, porque los riesgos económicos se entremezclan y la mentira triunfa, cuando la justicia es una línea roja borrosa y la caída puede partir nuestra cabeza en dos.
Izquierdo, irascible y masculino, frente al derecho, intuitivamente femenino. Ella y él, unidos aunque separados.

El cerebro es un órgano proporcionalmente racional, con momentos circunstanciales o reflejos de vacío existencial, o maltratado por enfermedades peligrosas contemporáneas, que atacan nuestra memoria o el ánimo. El cerebro es un debate constante entre ambos lados, entre el propio agujero de la inestabilidad emocional y el hemisferio contrario, próximo... que nos vigila y se muestra inevitablemente sugerente. El yin y el yang, de la filosofía oriental en nuestras calles, dentro de un occidente que, siempre, fue fotografiado, distorsionado o analizado brillantemente por este profesor de cine y de vida, llamado Mr. Woody Allen. Un ejemplo a seguir, una fiesta o baile en un club neoyorquino, si la salud nos lo permite.

"En ciertas ocasiones he escrito cosas que fluyen fácilmente y han sido bien recibidas, otras no; es decir, no son bien recibidas. Y también me ha sucedido exactamente lo contrario, cosas con las que he luchado días y días y son mal recibidas, y otras veces son bien recibidas. Pero, en realidad, no es un esfuerzo tan tremendo como lo creería alguien que no puede hacerlo.
Por ejemplo, a los dieciséis años conseguí mi primer empleo como escritor en una agencia de publicidad de Nueva York. Iba todos los días después de la escuela y escribía chistes para ellos, que distribuían a sus clientes en las columnas de los periódicos. Yo iba en el metro, en el vagón atestado y colgado del pasamanos. Sacaba un lápiz, y cuando llegaba tenía anotados cincuenta chistes... diarios, durante años.
La gente me decía: “No lo creo... 50 chistes por día y escritos en el tren”. No era para tanto, si veo a alguien que pueda componer música…
¡No entiendo cómo empieza o cómo termina, ni nada! Pero, cómo siempre pude escribir, para mí no era nada. Siempre pude hacerlo... dentro de mis limitaciones. Creo que, con una educación mejor o una formación mejor, y tal vez una personalidad diferente, podría haber sido un escritor importante. Es posible, porque creo que tengo cierto talento, pero nunca tuve interés, crecí sin interés en nada académico. Podía escribir pero no tenía interés en leer, sólo practicaba deportes y los veía, leía cómics... nunca leí una verdadera novela hasta que entré a la Universidad. Tal vez, si hubiera tenido una formación diferente, podría haber ido en otra dirección. O si los intereses de mis padres, mis amigos y el ambiente en que crecí hubieran estado más dirigidos hacia cosas a las que más tarde fui sensible. Tal vez yo hubiera sido un novelista serio. O tal vez no. Pero ahora es tarde, y simplemente me siento feliz de no tener artritis".

The "In" Crowd - Ramsey Lewis Trio (1965): Soundtrack The Irrational Man.

domingo, 8 de febrero de 2015

Birdman.


Volar o no volar... he ahí la cuestión.

Se podría decir que los momentos más reflexivos de los seres humanos, se afrontan desde las alturas a través de las ventanas que separan nuestra realidad del exterior. Así, cada individuo lucha con la Insoportable Levedad del Ser o no Ser. Esa es la cuestión, que expresaba el gran William.
Si bien, los caminos o representaciones ficticias son tan variados como los personajes de una obra de teatro, que cambian a cada instante mostrando sus diferentes caras, fingiendo o engañando a cada paso hacia el triunfo o el poder. También se puede ganar jugando a otras cosas, apostando por la verdad o el amor. ¿O no?

El amor se mimetiza a través de la función teatral, que se confunde con el engaño de la vida, de alguna forma revive en Birdman los escenarios que otros directores visitaron en su cine en el pasado. Ejemplos como Robert Altman desmontando El Juego de Hollywood o La Última Función invadida por un cínico sentido del humor, con Woody Harrelson a la cabeza, enloquecida. Por otro lado, sentimos que La Inesperada Virtud tiene mucho que ver con Peter Bogdanovich en The Last Picture Show con el cambio de una época mítica del cine, y otras dónde los protagonistas usan Máscara para ocultarse de la fealdad que les rodea, hasta conseguir que el teatro sea un reflejo de sus vidas y se debate entre una buena obra o ¡Qué Ruina de Función! (Noises Off!).
Pero, sin duda La Ignorancia tiene mucho que agradecerle al gran Ernst Lubitsch su aportación a la comedia salvaje y despiadada, al doble sentido y al amor por el teatro, la literatura universal de Shakespeare y el cine.

En Birdman o La Inesperada Virtud de la Ignorancia, las ventanas de la libertad se enfrentan con las puertas que separan las distintas realidades, siendo éstas pertenecientes a un teatro de Broadway. Mientras, los actores que deambulan por la obra de textos erráticos como los personajes, algunos de What We Talk About When We Talk About Love de Raymond Carver, además de hacerse la preguntas transcendentales sobre el amor, la vida y el éxito personal, se introducen en su mundo literario del llamado realismo sucio. Quizá, el hiperrealismo que se pronuncia en algún momento del filme dirigido por otro autor nacido en Ciudad de México, Alejandro González Iñarritu. Demostrando de nuevo, el mágico y poco volátil instante del cine mexicano actual como ocurriese en épocas doradas de su pasado cinematográfico.

Las puertas en Birdman no se abren para enseñar los sentimientos ni las dudas solamente, sino que sirven para enlazar la característica principal del cine de Iñarritu (Amores Perros) en la utilización de la cámara y adentrar al público en su espectáculo de imágenes y sensaciones. En esta ocasión, el héroe o actor de Broadway interpretado por un Michael Keaton renacido con su esfuerzo, es un compendio de experiencias vitales y del rodaje con travelling continuo, arriesgado y fascinante, mediante una producción que rinde homenaje a sus determinantes pasados. Uno como figura universal de éxito emergente tras su vida personal (con marcados parecidos) y el otro de estudiante.
Iñárritu estudió dirección de teatro durante 3 años de la mano de un maestro dramaturgo y director de teatro polaco Ludwik Margules y con Judith Weston en Los Ángeles. Demostrando en este nuevo trabajo, el estado personal adecuado de sus carreras, lo que significa o lo hará para cada uno de los participantes en el proyecto, sus fobias y dudas, sus anhelos y sueños, mediante la magia del cine y el teatro. Para demostrar si es amor o trabajo lo que llena nuestras vidas o si su falta es un hoyo de decadencia, que entierra nuestros defectos o miedos con capas de sedimentos, historia o de detritus del pasado.

Cada puerta que se abre o cierra, puede ser una entrada a un espacio luminoso dónde el humor se mezcla con los ácidos del estómago, funcionando como un resplandor que lucha contra las máscaras impuestas por la sociedad. O también, puede ser la salida o fundido en negro, que marca lo oscuro de las decisiones humanas, dónde descubrimos el sentido trágico de nuestras decisiones, cuando algunos personajes tienden al realismo al subirse o sobrevolar las tablas de un escenario. O de la vida.
Esta forma de rodar, tiene un mérito que confiere a Birdman un viaje hacia lo desconocido, a lo novedoso, con una banda sonora atrevida y absorbente, sirviendo de vehículo para el lucimiento de unos actores en completa simbiosis con el director.

Una vez conocidos los premios otorgados por la Academia (atención que algunas personas creen que los Oscars están votados únicamente por los críticos) se observa que los profesionales del cine, directores y actores, sienten una atracción muy edificante por los argumentos que tienen que ver con el mundo del teatro y sus dificultades para llevar a escena una obra cualquiera. Por eso, estoy contento con las categorías que han volado tan alto ayer para esta película y el cine mexicano, no por ninguna motivación especial pues realmente no tengo demasiado interés personal en apoyar ninguna producción en particular. Dicho de otra forma, tampoco me hiere no haber acertado otros años alguno de los premiados.
Si tengo que matizar que Michael Keaton se merecía el Oscar a mejor actor por un papel lleno de matices, con un lenguaje no muy habitual en el cine y aspectos técnicos que hacen de Birdman una colección de sensaciones que transitan desde las luces de Broadway hasta los entresijos de las bambalinas plagadas de polvo y lágrimas. Otra vez será, o no será.

El carácter minimalista de la música jazz, a través de un batería esencial en la historia llamado Antonio Sánchez (Pat Metheny Group) que aporta un ritmo y una impronta que sugiere la ciudad de New York y las multitudes en sus calles, o los encuentros azarosos de los personajes entre sí, o con las disquisiciones del personaje principal entre frustraciones y esperanzas de cambio.
Todos tienen algo que ofrecernos, pues el guion demuestra que Birdman es una película esencialmente de actores y su mundo, de hombres y mujeres con sus miedos, de un director con un conocimiento perfecto de los mecanismos de comunicación... y con un Michael Keaton, intenso y desdoblado en dos personalidades propias de su profesión, con una estatuilla dorada prácticamente asegurada en sus manos. Porque ha demostrado que es un actor con todas las letras, y me alegro.
De igual forma que señala la gran fotografía, de un profesional como Emmanuel Lubezki que ya se hiciera con el premio Oscar por su trabajo en Gravity el año pasado.
El cine mexicano, ha dado un paso hacia un futuro brillante, de nuevo. Enhorabuena por el éxito en la gala de anoche.

Acá, muchos han ahondado en la inesperada virtud de la ignorancia para renacer (o algo parecido) de sus cenizas, director, actores o personajes de ficción; en una lucha interna que intenta separar el personaje del contenido. Dónde las máscaras funcionan como fondo para ocultar los sentimientos, dónde los fantasmas viven en la sombra, en las profundidades de una ciudad y sus barrios, se quedan ocultos con su nueva personalidad (nariz) o miran por una ventana al futuro. Preguntas sobre si dicho amor absoluto existe en realidad sobre el tejado de un edificio que sirve también como escenario.
Ya que la máscara se usa en las más diversas ocasiones, desde una función y su producción inherente que arriesga la estabilidad económica de los que apuestan por el arte. Hasta el mundo de la crítica y los espectadores, deseosos de llamar su atención o de marcar las diferencias con los artistas y sus caprichos, obsesiones y tics, cuando todos formamos parte del proceso de la creación. Pero, hay que ser humildes y reconocer que sólo son opiniones personales aunque escribas para un medio multitudinario o te hagas famoso con unas imágenes furtivas y virales.

Por otra parte reconocer una gran labor de casting, con este reparto compuesto por Emma Stone, Edward Norton, Andrea Riseborough, Zach Galifianakis, Naomi Watts, Andrea Riseborough y Amy Ryan. Es curioso que la parte cabreada e irresistible de su conciencia, esté protagonizada por un actor semi-oculto, tanto en la transfiguración de su disfraz como en el eco resonante que trae reminiscencias de un personaje exitoso como Batman, en la figura de un actor poco conocido como Benjamin Kanes.

Podría estar escribiendo infinidad de páginas sobre las sensaciones y circunstancias que rodean la película, o de la Insoportable Levedad del Ser sugerida con los iconos que se representan en la pantalla y que forman (de alguna forma) parte de nuestra existencia, pero tengo o tenemos UNA vida propia que se aleja del mundo de la farándula. Y el éxito económico o social, tiene muchos caminos que al final pueden estrellarse contra la acera o comenzar una nueva. Por lo que la existencia entraría en el mundo de la fantasía y la imaginación de cada uno, de la máscara que estuviéramos dispuestos a usar o fingir, a desear o compartir.
Como está de moda ofrecer los premios y triunfos profesionales a los miembros recordados de nuestra familia, este comentario va dedicado a todos aquellos que luchan por la felicidad de sus seres queridos, y no se arrastran por los derroteros del ridículo y superficial éxito personal.

Si Birdman o La Inesperada Virtud de la Ignorancia, cree que el éxito personal se basa en el amor, veremos si se convierte en realidad el próximo día 22 de Febrero de 2015 en el Teatro Dolby de Los Ángeles, y los miembros de la Academia le otorgan las mieles del éxito. Esta vez, muy merecidas a mi juicio.
Si no, volveremos a las caretas que olfatean con dificultad la magia y la convierten en desfigurada ignorancia.

***** Excelente ****

Birdman SOUNDTRACK - Flying Theme


Birdman soundtrack - Antonio Sánchez

domingo, 7 de diciembre de 2014

Magic in the Moonlight.


El Último Romántico.

Magic in the Moonlight. Una danza entre los recuerdos de tres, ellos son el sempiterno (para su público) y genial Woody Allen, aunque no para su propia conciencia crítica y sugestionada por el realismo. Y sus actores principales, Colin Firth en la piel de dos actitudes contrapuestas entre el espectáculo y la vida sensorial, junto a la bella Emma Stone entre sus deseos y sus artimañas sentimentales.
En ciertos aspectos, el filme es una vuelta a los mágicos atributos del cine del neoyorquino.

A vueltas con lo real y lo imaginario.
Desde luego que la vida es semejante a un engaño, pero pareciera que Mr. Woody pensara que si ésta se desarrolla entre los sentimientos y la Costa Azul es un trago más llevadero.
Incluso si tienes que luchar por un amor que se oculta tras la diferencia de edad o los dardos envenenados de la maquinaría de la conciencia personal y la posición social.
Dice Allen: “No representa ningún problema en absoluto. Las personas que se enamoran, se enamoran y ya. Si la mujer es 20 años mayor, si el hombre 50 años más viejo, si son de la misma edad, si son de la misma religión, color de piel, hablan el mismo idioma, o no, eso no importa. Para mí es un ´no-tema`”.
Probablemente tenga razón y sea la sociedad la que mira con displicencia esta barrera física, pero la realidad es que en la carrera de la supervivencia y el recuerdo, uno llega antes que el otro.

Personalmente, hace pocos días me encontré haciendo un recorrido al azar por las distintas cuentas en redes sociales. Poco había oído hablar de su nueva película Magia a la Luz de la Luna (por deseo propio) y sinceramente creo que es mejor así.
Porque Allen ha vuelto a conseguir el truco antiguo de convertirnos en protagonistas románticos de su nueva comedia. Quizás, el último romántico en sus fotogramas de siempre.
En aquel paseo digital, me hallé con una crítica respecto a otra película que, confabulaba con argumentos negativos a esa producción pues contaba con los designios de una familia poderosa en un momento determinado. Y que no se merecía ser contada por su clasismo. Como si F. Scott FitzGerald, Jane Austen o el mismo Charles Dickens no tuvieran algo que decir al respecto, enfrentándose a la filosofía germánica y racionalista de Nietzsche.

Woody Allen se expresaba así, a la pregunta de un periodista: “La razón por la que hago películas es que, si te distraes, si ves el baloncesto, si practicas magia, si haces películas... te concentras en eso y no piensas en la muerte”.
Me hubiera parecido una respuesta apabullante, para un crítico que deseaba eliminar del cine, aquellos filmes basados en la alta sociedad. Sería como mutilar la historia del mundo y sus personajes. A pesar de las odiosas diferencias sociales.
Es probable que la gente, en general, obtiene la ideología basada en su propia vida, y que las mentes calenturientas dividen a los hombres según su posición económica y social para su propios beneficios. Pero, la realidad es que la magia puede surgir en cualquier familia, independientemente de los trucos con los que se acerquen las tentaciones. Como Eva y Adán a mordiscos con ellas.

Decía en otro momento, Mr. Allen: “Durante 50 años de trabajo nunca he leído una crítica, ni positiva ni negativa. Nunca leo mis entrevistas o artículos sobre mí. Quito mis películas de la tele cuando veo que empiezan. Nunca participo en homenajes, no me gusta mirar hacia atrás. Hace años una distribuidora me llamó para decirme lo bien que había ido una de mis películas en taquilla el primer fin de semana... y les pedí que no me llamaran más”.
A pesar de las diferencias enormes entre el genio del cine y yo principiante, tenemos pensamientos semejantes ante el éxito. Pienso que nuestro deseo interno es practicar y sentir experiencias. Lo importante es realizar proyectos según nuestro entendimiento o capacidad, porque en el futuro nada de ello, existirá.

Si se pudiera boicotear una historia para no ser contada en el cine (o la Literatura) estaríamos negando partes de nuestra experiencia, aunque fuera negativa. Algunos de los directores más interesantes o los prodigiosos escritores que basaron sus pensamientos en la vida de la alta sociedad, dejarían huérfanas las pantallas y plantillas de aquellos argumentos manchados de sangre azul o cuentas obscenas.

Otra aseveración con fundamento, del director neoyorquino: “Vivimos en un mundo que no tiene sentido, ni propósito. Somos mortales, y todas las preguntas importantes… Para mí lo importante no ha sido nunca quién es el presidente de EEUU, esas cuestiones van y vienen. Las preguntas importantes se quedan con nosotros y no tienen respuesta. ¿Por qué estamos aquí? ¿Qué estamos haciendo aquí? ¿De qué va esto? ¿Por qué es importante que envejezcamos, por qué morimos? ¿Qué significa la vida? Y si no significa nada, ¿de qué sirve? Esas son las grandes cuestiones que nos vuelven locos, no tienen respuesta, y uno tiene que seguir adelante y olvidarse de ellas”.
Pues, adelante con la magia y la luna.


En esta ocasión, como ocurriese en proyectos anteriores como Balas sobre Broadway, La Maldición del Escorpión de Jade o la maravillosa La Rosa Púrpura del Cairo, se ha producido el milagro de la comedia romántica mezclada con el truco de la vida. Magic in the Moonlight vuelve a acercar aquellas historias sobre sueños que se hacen realidad, a pesar de la timidez o otras actitudes o intenciones de personas alrededor de los protagonistas.
Es posible que la edad sea una barrera infranqueable, pero Colin Firth y Emma Stone, se han refugiado en la atracción de sus miradas y unos diálogos brillantes elaborado con su saber y sabor de siempre.
El romanticismo no está de moda, por eso a los más experimentados nos atraen los personajes que afrontan sus sentimientos (supuesto amor sin aristas) por encima de los lujos de una vida confortable. Y sino, que se lo digan a Marilyn Monroe (no me refiero a su vida privada), más en la película Some Like it Hot, de otro grande de la comedia Billy Wilder.
Allen se expresa así: “Ojalá no hubiera sido tan tímido, hubiera tenido una vida mejor si no llego a ser de esta forma”.
Debido a esa timidez, encuadra el sexo entre un orgasmo fingido entre las estrellas o el mundo de la imaginación y el fálico objeto de la razón en forma de telescopio abandonado en sus funciones sexuales o estelares.

Woody Allen sería uno de los grandes damnificados por estas discriminaciones estúpidas. Un autocrítico, dejándonos a algunos cinéfilos y seguidores arrinconados entre guiones plagados de miseria, hambre o retazos de vidas cotidianas y aburridas, como las nuestras. Se refugia en la luz de la Costa Azul francesa entre Antibes y Niza, con grandes mansiones y locales de ocio.
Allen ha demostrado que es mejor caminar entre las vías, sin importar quién es el pasajero en el interior del tren, sea millonario, humilde polizón o mago.
Así, se expresa el genio de Brooklyn: “Necesitamos espejismos, la vida es demasiado terrible y no podemos afrontar la verdad de ella porque es demasiado horrible. La vida es una situación tan trágica que solo negando la realidad sobrevives”.

Si en el anterior filme Blue Jasmine, la protagonista era una mujer madura con una etapa vital extensa y terminada, que recorría las vías en sentido inverso a la pareja de Magia a la Luz de la Luna. Pues, su vida se ve desmantelaba por la mentira, mientras que ahora, la magia o el paso en falso intercede entre los sentimientos y la razón, para enamorar a los protagonistas. Aunque, la visión de la luna se encuadre con un objeto abandonado y racional, lejos de la atracción gravitatoria de la sexualidad.
Allen dixit: “No estoy en contra del formato digital, pero las películas actuales dedicadas a efectos no me interesan”.
Es cierto Woody, a veces pienso que el romanticismo ha quedado enterrado entre las acciones efectistas, los sentimientos camuflados como un truco de desaparición, o diálogos desdibujados en líneas de insultos y gritos con bandas sonoras atronadoras.
Usted, siga con tu brillantez e hilaridad acostumbrada y mágica.

Sobre los premios y los Oscar´s, opina: “Se puede decir cuál es la película favorita de uno, pero no cuál es la mejor película. ¿Quién puede decir eso? Son valoraciones personales, no significan nada”.
Pues bien, has vuelto al camino de siempre, creando dos mundos contrapuestos en el mismo encuadre, acercando y creando la curiosidad a cabezas separadas a kilómetros de ideología, luchando entre besos o egos, que puede llevar al traste un futuro común o unas vacaciones por las islas griegas o Bora Bora.

No vamos a desentrañar el misterio oculto en el mágico Oriente, ni los enredos entre realidad y fantasía que se ciernen sobre los protagonistas. Tan siquiera, la comparación con otras obras de Woody Allen con predominio de la razón sobre la magia... o viceversa, cada una tiene su atractivo romántico.
En Magic in the Moonlight nos hallamos con todo oculto en un sombrero (no de copa sino un tocado de mujer de los años 20, elegante) y nos encariñamos con los personajes de siempre, de la vida también de Woody y de la nuestra, porque crecimos viendo las comedias disparatadas o screwballs de la época dorada. Seguro que, Cary Grant y Catherine Hepburn se alegrarían de recrear sus antiguas batallas dialécticas, mentales o físicas, entre ciencia y la sentimental magia al acecho, como una pantera agazapada entre los huesos de un dinosaurio. O con Henry Fonda atraído por una jugadora de cartas marcadas y largas piernas como Barbara Stanwyck en The Lady Eve.
Aquí en esta nueva película, son los rostros de la madurez ascética impregnada de flema británica y la frescura roja de una nariz respingona apuntalando unos ojos azulados como la Costa, la nueva musa que frota la bola imaginaria del universo ´alleniano` cuasi embrujado. Ante la racionalidad del propio director, no creyente y crítico exacerbado, ha escrito otro mágico papel para una mujer.


Sobre la copia, proclama el director neoyorquino: "Oh, yo he robado de los mejores. Quiero decir que he robado a Bergman. Yo he robado de Groucho, he robado a Chaplin, he robado cosas de Buster Keaton, de Martha Graham, de Fellini. Quiero decir que soy un ladrón desvergonzado" para la revista TIME, 2009.
Este tipo de robos, basados en tomar referencias o experiencias anteriores con respeto a sus autores por supuesto, son un truco de magia comparado con el panorama actual y social. Dónde los grandes ilusionistas dirigen los designios del mundo.
Tranquilo, seguimos confiando en tu inigualable talento. Nosotros al menos.

Si se verá tanta batalla recompensada por el espacio estelar, en un golpe del destino o de nuestros deseos. Para ello, deberás aguantar con una sonrisa en los labios, los trucos en su carrera que hicieron un genio del prestidigitador llamado Woody Allen. Hasta el final de otro guion elaborado con su habitual buen gusto y unas actuaciones perfectas, que probablemente le proveerá de una nueva nominación (a la que no asistirá) y quizá una cuarta estatuilla dorada en esta categoría.

Probablemente, la noche a la luz de la Luna de este cuento, entre aristócratas, ´artisteo` y una chica o ´truhana` de humilde condición e intenciones cambiantes como la marea, no sea su mejor película pero si un homenaje a dos mundos diseccionados en la literatura de Dickens. Apartados aunque tocantes en cuanto al romanticismo, una de las bases de su cinematografía. Además, de filmar entre la realidad y la fantasía sirve para admirar su ingenio como cineasta y escritor de ayer y de siempre.

Ella creía en la magia (que no es posible en este mundo pues prevalece la mentira sobre el truco de lo científico) y él no se enfrentaría con la realidad, intimidado por lo desconocido. Pero, se unirían en un baile enloquecido por los nuevos ritmos sin ukelele ni yates de millonarios o no aceptarían el perdón en sus cabezas.
El futuro es una incógnita, que sólo Woody conoce en su fuero interno... ha vuelto a meter un elefante enorme por el ojo de la aguja con nuestra complicidad en la oscuridad del anfiteatro. La fiera de mi niña sigue resistiendo los embates del efectismo digital, con chispeantes conversaciones y el reconocimiento de las estrellas de Hollywood ante su cámara.
Como si Sugar Kane hubiera intentado seducir de nuevo al millonario, escondido tras el disfraz de marinero, o de mago.

**** Notable ****


Apuntando al destino incierto.


Beethoven: Symphony No. 9 in D Minor, Op. 125: Molto vivace - Presto


Sonny Rollins - Moritat (Mack the Knife)


Bix Beiderbecke - Sorry

miércoles, 6 de febrero de 2013

Gangster Squad: La conquista del Oeste.



A sus sombreros, señores de la Brigada de Élite.

Corren tiempos turbulentos, son mediados del XX, el capo mafioso Meyer Harris "Mickey" Cohen, se ha instalado en la ciudad de Los Ángeles. Su intento por conquistarla con todos sus medios al alcance, es evidente e ¿inevitable?... Viendo el rostro ajado de Sean Penn, creo que nadie va a poder pararle los pies, a este ex-boxeador.

Remontándose un siglo antes, por territorios más inhóspitos si cabe, los pioneros precursores de la conquista moderna, comenzaron a llegar a la costa Oeste de Estados Unidos. La violencia y las armas era inherente de aquellos hombres. Gracias a muchas vidas, se comenzaron a poner los cimientos de las nuevas ciudades que conocemos. Su construcción fue a base de sudor, sangre y fuego.

Ruben Fleischer el director de Gangster Squad, sigue edificando con cierta firmeza su carrera cinematográfica (práctica y motivadoramente recién comenzada), démosle tiempo al tiempo. Y balas a las pistolas.

Por estas tierras salvajes del Pacífico, se sucedieron los incidentes y peleas entre vecinos-granjeros, para conseguir adueñarse de una parcela de terruño (más o menos fértil) y poder labrarse una existencia adecuada para él y su familia. Pero además, la construcción de ciudades cada vez mayores, trajo un mundo anquilosado a las mismas. Ya no se trataba sólo de cultivar y comer. Una caravana de individuos buscadores de fortuna se encaramó a los nuevos territorios, hombres y mujeres de vidas muy diferentes.

Aquellos que poseían la callosidad en sus manos por el duro trabajo, vieron invadida su tranquilidad. El sudor de su frente parecía una nimiedad comparado a la prosperidad que se avecinaba por el horizonte a la salida del sol. Porque la proliferación de negocios y comercios de todo tipo, produciría la consecución de caminos ilegales para conseguir dinero.
Las grandes ciudades se iban a convertir en urbes del mal. El juego y el alcohol, la prostitución y los nuevos mercados de compra-venta de armas y drogas, crecieron a la sombra de políticas poco consecuentes y corruptas.

La Costa Oeste era terreno virginal para nuevas industrias. Y la cinematográfica no fue una excepción. Welcome to Hollywood.
Miles o millones de jóvenes de diferentes procedencias, se embarcaron hacia Los Ángeles y transformaron una serie de colinas en la meca del cine. Empezaban a verse tantas estrellas por las calles como en el cielo.
Esos jóvenes (y otros no tanto) fueron el motor para producir el mercado de los sueños. Sus cimientos son los que vemos ahora en las salas de todo el mundo.

Pues bien, los pistoleros llegaron cargados de balas y deseos de hacerse ricos a toda costa. Cambiaron sus cabalgaduras de pelo, por máquinas de asientos encuerados y motores voraces de combustible. Se necesitaba más dinero para costearse una vida moderna. El transporte puso en la cúspide a muelles y puertos de carga, por los que las mercancías entraban y salían por delante de los ojos de agentes muy sobornables. La mafia había llegado al Pacífico.

Algo tarde a la costa de enfrente. En el Atlántico, las mafias eran dueños por la fuerza de negocios, hombres, mujeres y la ley del más fuerte. Las pistolas llevaban años sonando a grandes sumas de dinero. Las muertes no se dirimían por cuestiones de vida, se arreglaban desajustes bancarios. Y la corrupción política siempre mirando hacia el mismo lado.
Hasta que en todas las partes, cuecen habas. Cuando los asesinatos salen diariamente en la prensa, y los ciudadanos de bien se ven acosados e impedidos de salir a las calles, algunos hombres buenos tienen que hacer el trabajo sucio.
La mafia tomaba posiciones, desde Chicago y Nueva York, hombres curtidos en mil batallas, en cuadriláteros de sangre, buscaban el control de nuevos estados.

Los mafiosos abusaban del poder político, con amenazas y ráfagas de brillantes metralletas.
Pero, un pequeño reducto de "galos" o de otras nacionalidades o etnias, fueron llamados por incorruptibles, a combatir a hombres como Mickey Cohen, el ex-boxeador. Brigadas de policías cansados de ver caer a sus amigos. De ver morir a los jóvenes en las calles como consecuencia de partidas de drogas adulteradas. De chicos que disparaban a chicos, para hacerse con un control ficticio de las propiedades del barrio, cuando los capos dirigen en la sombra.

La expansión del imperio estaba tomando su forma. Y los Gangster Squad se oponían frontalmente a la mafia, usando sus mismas armas. La fuerza y la intimidación, la guerra de guerrillas.
Las balaceras de pistolas y ametralladoras automáticas, se fueron recrudeciendo para salvaguardar a las generaciones no natas.
Era el resurgir de la violencia, de aquellos pioneros del Oeste, con sus Colt´s en la mano, el lejano Oeste en la edad cercana. Los hombres duros volvían a hacer uso de sus gatillos y sus puños con duro hueso de roer. Todo para evitar la nueva invasión de los conquistadores más sanguinarios.

Un ex-boxeador con deseos grandilocuentes de poder e imagen, un jefe y ex-soldado de grandes guerras reclutando a su nueva compañía de asalto, unos compañeros hastiados de ver injusticias en sus barrios, un compañero ligón de chicas apartadas de la circulación por sus poderosos novios, un comisario que impone con la cara de Nick Nolte, mujeres de policías que sufren y otras de mafiosos que no pueden huir. Una comitiva de corruptores y corrompidos, degradados en negocios y asuntos turbios, bandas luchando por un terruño de ilegalidad y tráfico de sustancias.
La chica que quería hacer carrera en el mundo del cine, y se ha convertido en la pelirroja voluptuosa y peligrosa. Su misión ahora, es ser la dueña de una lujosa mansión en Berverly Hills y ver su vida publicada en papel couché.

Sin embargo, otros barrios repletos de comerciantes y trabajadores empobrecidos, de diferentes etnias formaron sus propios territorios en el downtown del extrarradio. Códigos de conducta diferentes, culturas diferentes y amistades también. Así, Chinatown emerge como otra pequeña ciudad matrioska de la gran urbe angelina.
La lucha policial de estas brigadas, se tuvieron que adaptar a sus escasos recursos técnicos y económicos, se adentraron en las culturas de sus nuevos conciudadanos, aprendieron a recorrer sus calles diferentes. Estos Gangster Squad se forjaron a golpes fuera de la ley, con golpes guerrilleros para derribar estos poderosos cimientos mafiosos.

Su función fue necesaria para mantener un cierto orden, dentro del caos. El derecho a la vida debía estar asegurado, la de sus familias y vecinos.
Por tanto, este nuevo y trepidante a ratos film de Ruben Fleischer (a pesar de no poder visualizar su versión original) alcanza un aceptable grado de entretenimiento. Con interpretaciones de gestos duros. Actores de rostro impenetrable en la actual cinematografía americana.
Los pioneros de botas y vestimentas de piel de res, se cambiaron en el siglo veinte, por hombres violentos de sombrero y traje de fieltro. Es el cambio esencial del espíritu sanguinario del hombre. Sólo cambiar la fachada.

*** Interesante ***

Distribuidor: Warner Bros. Spain --- Facebook

martes, 31 de enero de 2012

The Help: un reparto femenino perfecto.
















El valor del silencio.


No todos venimos de una familia adinerada, ¡vaya obviedad!. Así, cuando en tiempos de postguerra, algunas de nuestras abuelas, jóvenes muchachas que venían de sus pequeños pueblos, se venían a buscarse un futuro en las grandes provincias, acababan sirviendo en casas de alto copete.
El Madrid o la Barcelona de aquella época. Mi abuela como muchas otras, sólo buscaban ganarse la vida con unas pocas monedas. Y sentirse protegidas ante la sociedad y la vorágine del hambre.
Pues bien, su destino fue trabajar de interna para esas familias de mejor posición, que les ofrecían ciertas garantías de prosperidad.


La contra prestación económica escasa por sus servicios: cocina, limpieza, cuidado de los niños, etc... El silencio en esos momentos, era lo mejor para todos, oídos sordos y no hacer comentarios, ni preguntas.
Una trabajadora incansable y nada "metomentodo", cumpliendo su trabajo como profesional y sin pedir aumentos de sueldo. Guardando un especial mutismo a los rumores y cotilleos que rodeaban a esas familias.

Sin embargo, The Help tratando el mismo tema, cambia este contexto español a una época en plena ebullición. Durante una época de protestas y reclamaciones de los derechos sociales de la raza negra en USA.
Una era cuya repercusión en todo el mundo, cambiaría drásticamente la sociedad americana. La lucha de personas humildes pidiendo ser tratadas como personas.

The Help está basada en el libro de Kathryn Stockett con el mismo título.

El film dirigido por el, también actor, americano Tate Taylor. Su segundo trabajo para el cine entra con poderío en Hollywood. No le faltará el trabajo en el futuro. Ha realizado un trabajo de dirección perfecta. Aunque ayudado por un elenco excepcional de actrices.
El guíon adaptado es un alzamiento de voz. Lo que parecería un simple comienzo sobre las actividades y labores de las sirvientas, cambia a las relaciones entre Criadas y Señoras, con dos razas y niveles económicos, totalmente contrapuestos. Esta magnífica adaptación de la novela, se convierte en un viaje por las extravagancias de las damas de la nobleza norteamericana, y por contra, las carencias y humillaciones de sus empleadas del hogar.

Desde luego, la autora del best seller, es buena conocedora de la zona donde se desarrolla está fantástica historia. Pues, nació en la misma ciudad de Jackson (Mississippi). Qué recuerdos de mi paso por la zona navegando por tan mítico río, y la maravillosa New Orleans. Ahh, la cuna de la música americana.

Un reparto colosal de actrices, en el que ninguna está de más. Todas cumplen su trabajo a la perfección, según los requisitos del director. Y aunque, el tema controvertido supone un esfuerzo suplementario, me parece que están todas maravillosas. Veamos:

Emma Stone: una pelirroja que pide a gritos, más papeles como el de The Help. Se agarra a su belleza exótica con un poder de atracción para el público masculino. En cada una de sus escenas está sencillamente encantadora.

Viola Davis: Tiene el carácter noble de su raza. Puede ser muy dulce, pero cuando tiene que defender a los niños o a los suyos, sufre una transformación magnífica. Si este año 2011 no gana el Oscar, será por pura mala suerte.

Octavia Spencer: Otra fuerza natural. Es la verdadera ganadora de todas las abuelas (como la mía), sus enfados monumentales y su simpatía innata, la hacen ser la mejor cocinera del mundo. Gracias abuelas del mundo.

Sissy Spacek: Gran actriz, recordada en grandes papeles del universo cinematográfico de todos. Da la tranquilidad y profesionalidad de los años y la consecución de muchos éxitos. No hace falta decir más, grande la Spacek.

Bryce Dallas Howard: Otra pelirroja de armas tomar. Su belleza no tiene parangón y la fuerza de su interpretación (difícil su papel) le lleva a sentirse con el poder de la cinta. Sin embargo, esta es una película coral y las demás, también aprietan fuerte. Los planos están muy caros en The Help.

Jessica Chastain: Este año ha roto todas las barreras. Pero ¿esto qué es?, otra pelirroja maravillosa. Ha intervenido en algunas de las mejores películas y es candidata al Oscar de Actriz de Reparto. Por favor, señores de Hollywood darle el Oscar, ya. Su papel es de esos que enamoran, y ella no puede estar mejor. Mi voto como ganadora iría todo para la Chastain.

**** Muy Buena ****

Señoras y señores, después de la racha imparable de estrenos que tiene esta actriz, pelirroja. Jessica Chastain tiene Texas Killing Fields, Coriolanus (dirigida por Ralph Fiennes), Wilde Salomé (dirigida por Al Pacino).
Pero, es que además, la nueva película del australiano John Hillcoat (La propuesta y La carretera) de título Lawless, sobre la época de la ley seca en USA. Se unen a ella: Shia LaBeouf, Tom Hardy, Gary Oldman, Mia Wasikowska, Guy Pearce.
También, parece que participará en la nueva película de Terrence Mallick. Con este reparto espectacular: Ben Affleck, Rachel McAdams, Javier Bardem, Olga Kurylenko, Charles Baker, Rachel Weisz, Barry Pepper, Michael Sheen, Amanda Peet, Tatiana Chilin.
En fin, genial verla tanto en las pantallas...

Por último, una nota friki. El trailer del juego Red Dead Redemption, un corto de animación de esta aventura para los jugones. Dirigido por John Hillcoat:

Cinemomio: Thank you

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