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jueves, 29 de junio de 2023

Silo. Season I

 

Desde mucho antes que, Sir Arthur Conan Doyle escribiera aquella epopeya fantástica titulada El Mundo Perdido y la presentara en retrospectiva con la opinión o tesis fílmica... Yo busco que una historia pueda interesar a un niño con la perspectiva de adulto, o un adulto que todavía conserva la mirada de un niño...

Pues, realidad y fantasía, se han dado la mano, desde textos mitológicos o nuestra poderosa imaginación. Pero, con un cierto orden... ya que la visión de la extraordinaria Tierra de Maple White y el profesor Challenger, significa un compendio de ello. De la época y de las ganas de imaginar... y del rodaje de la versión cinematográfica, porque también debió ser una auténtica aventura.

Por cierto, igual de fantástica, vista en la actualidad como los críticos de aquella Royal Society londinense, esa primera versión cinematográfica del clásico dirigida por Harry O. Hoyt que infundiera el espíritu recreativo e infantil, de nuevo, a Steven Spielberg para configurar la génesis nucleótida del Parque Jurásico.


Pero antes, hay que remontarse mucho más allá... casi a épocas de la construcción de los mitos antiguos, para sentir que la historia se acerca mucho a la fantasia, y al contrario, dependiendo del pensamiento crítico de cada uno y su lucha interna con la poderosa imaginación. Platón, como el padre de la filosofía, se enfrentó con su conciencia crítica para separar el mundo sensible, lo imaginario o no verdadero; de aquello otro que si merece la pena, de verás o la verdad, que reside en el mundo del conocimiento superior.

Siendo éste, una especie de ascensión desde una determinada doxa, opinión o mundo regido por los sentidos,  a la epístome de mayor peso,  que sería esa cuestión verdadera del mundo inteligible, y siempre, a través de la dialéctica y la razón... Quizá, por eso al amor platónico, se le exige lo inalcanzable a penas... porque no se rige por esa regla.

En la fe, Platón o también conocido como El Ancho de Espaldas, quizá porque cargaba con las culpas de otros... pensaba que todos los términos importantes como bondad, justicia, virtud o la misma existencia del ser humano, proceden de unas creaciones inmateriales (o incomprensibles dioses) universales, que desembocan en teoría de las ideas y la de las formas. Lo perceptible por los cinco sentidos materiales, engaña a nuestro intelecto, ya que lo sensible debería ser desestimado y alejado de la verdad absoluta. Ahí llegamos, al Gran Hermano controlado por unos pocos privilegiados, que sería una copia de esta opinión o falsa idea de lo importante. El conocimiento... o la copia dirigida del saber.

Sin embargo, aquellos dinosaurios que parecían una quimera tras su desaparición hace millones de años (y coincidiendo con primates primarios), ahora corrían y se apareaban,  parecían más cerca del Nos. Luego, la modernidad trajo las posibilidades de un ADN en ámbar, anda que no se ha escrito... y la ciencia del cine, puso el resto. Magia, fama, dinero... como ha quedado demostrado en nuestras pantallas... Al final, la obra artística es un mercado... ¿es lo que quería Platón acaso...?

Quién sabe, si en la realidad fuera como en aquella meseta elevada sobre la selva amazónica... Nos comeríamos a los dinosaurios en un santiamén.

Claro, el filósofo heleno procedía del abuelo socrático, del hambre de conocimiento, y daría oportunidad a corregirlo a su hijo metafísico, Aristóteles, otro devorador de teorías, y no se iba a conformar... El primer gestor universitario, iba a proponer un mito llamado de la Caverna en el Libro VII, el de los capitales, para efectuar el paralelismo con un prisionero regido por sus sentidos. Volteado a la fuerza en la obscuridad ante una pantalla, donde cree que la realidad pasa ante sus ojos, pero que al escaparse de la exacerbación de una falsa realidad, pasa de esa ignorancia al libre conocimiento.

Ahí reside la metáfora con esta sociedad globalizada e informatizada en cualquier parte, móviles cargados para fotografiar posibles fósiles... A través de una pantalla iluminada en nuestras ligeras vidas, o ataviadas, con la consecuente inquietud que nos alimenta a diario, para querer ir al cine, consultar una propuesta determinada o, simplemente, olvidarnos de nuestra realidad. 

Es decir, pasar de una luz artificial, al conocimiento, a la luz sobre un largo viaje y los dinosaurios en las sombras... Que comenzaron siendo un mero contacto físico y no creyeron en la Academia de las Ciencias Naturales... Esto es lo insospechable, lo más difícil de conseguir. El Aprecio... pero el cine, siempre lo tiene.

En la película clásica muda, lo hicieron como en la novela de ciencia ficción, alejándose de las teorías científicas del detective de brillante intelecto, Sherlock Holmes, aunque también le animaban otras posibilidades poco naturales. Mientras que en el filme moderno de Mr. Spielberg, se conseguía a base de conocimiento genético, del ansia de aventureros científicos, para adentrarnos en una posible realidad pasada... que es posible en la fantasía. Tal vez, más allá... A veces, puede resultar horrible como todo. 

Terrible como la posibilidad de engendrar vida humana, sin la intervención de un óvulo y un espermatozoide, sino con una simple molécula privilegiada de la genética, una célula madre convertida en embrión. Y... ¿quién lo iba a decir? Pues el cine, como en aquella historia de Los Niños del Brasil tan ´presuntuosa` entonces... y peligrosa.

Sólo cabe decir que... Platón identificó el verdadero conocimiento como la idea del Bien o denominada epistemología... y ésta debe ser compartida por toda la sociedad.

 

El precio sería, ir apartándose de la política en varias ocasiones, hasta la liberación. Porque, sencillamente, acabaron desilusionándole las acciones corruptas o criminales, que siempre había considerado en manos de los más aptos y preparados. Sin embargo, probablemente, sólo viera o sintiera, que esta era una copia, el peso de la historia. O tal vez, una idea derivada de la idea inmaterial del mundo conocido. Es decir, otro engaño...

Lo mejor es que fundó la Akademia de Atenas, visitó Egipto e Italia, donde se le enciende la luz filosofal en piedra y desierto, después sería condenado, encerrado y hecho esclavo, y murió en el 347 a.C. con su Libro VII, o sin ella... como todos haremos. Era la idea de un ser humano, privilegiado eso sí... por su mente.

Silo de Mentiras...

Los silos son edificaciones, receptáculos o sacos que en forma de cilindro, sirven para conservar grano, arena u otros materiales orgánicos. En realidad, sería cualquier tipo de ubicación física que se significa por características diferentes como estancias subterráneas, profundidad, sequedad y la obscuridad interior en términos absolutos... de negritud. También para esconderse, personas o sus armas de destrucción masiva.

De momento, la serie Silo producida por AMC Studios para la plataforma de Apple TV, nos plantea una sociedad futurista transformada por un pasado apocalíptico, que desconocemos, pero no importa. Donde los ciudadanos, supervivientes en aproximadamente 10000 unidades y más, se ven encerrados de un exterior tóxico, en una realidad paralela... que no te cuento... ¿Para qué? Para fastidiarte la historia, pues no...

 Apartados del conocimiento, eso sí, de la teórica idea de su existencia, la prehistoria como evolución de unos dañinos primates, que les han llevado a esta pasarela de apariencias. Una madriguera viviente que se nutre de las entrañas de la Tierra y que se alza hacia las estrellas desconocidas u olvidadas.

Te diré, sobre la estructura espiral de varios cientos de pisos adocenados y un motor mecánico, generador de energía, no cuántica. Con engranajes como camiones steampunk. Y por tanto, fuente del mantenimiento orgánico que rige más arriba. Abajo están esos curritos, tan necesarios...

Algunos de los artífices metafísicos de esta serie, son los guionistas, hoy y mañana en rebelión, con el noruego Mortem Tyldum que escribiera elementos policiales del Jack Ryan de Tom Clancy televisivo o la miniserie, Defender a Jacob con Chris Evans (Capitán América, o la narrativa AI de Free Guy); sumándose el poder creativo del canadiense Graham Yost, que repartiera su mente entre Brian de Palma en Misión a Marte, la película La Última Fortaleza con Robert Redford, ejem... y James Gandolfini. Más la creación de la serie Metrópolis (no visionada por el escribiente) y una parte necesaria de los maravillosos guiones de The Pacific y Hermanos de Sangre... Para el jefe de sueños, Steven Spielberg.


Pero volviendo a los primeros escarceos del siglo pasado, podemos asistir a aquella aventura cinematográfica, maravillosamente sigilosa, titulada El Mundo Perdido de 1925, con sus dinosaurios sepia y otro colores evolucionados en cromos. Poseedora de la fuerza suficiente,  imperturbable a aquella historia de Sir Arthur Conan Doyle y la ficción científica, que tanto nos sorprendería en el futuro... Ya pasado. 

El Parque Jurásico fue una versión aleatoria de la modernidad genéticamente terrorífica ya, pues hemos visto virus de colores... dirigida por Mr. Steven y que, en apenas dos meses, cumplirá 30 añitos con todos sus dinosaurios digitales y algún esqueje animatrónico del tiempo ochentero. ¡Felicidades al escritor Michael Crichton que perfeccionó la creación desde aquella Westworld que residía Kirk Douglas... y a sir Arthur, que bastante le toca! 

Otra curiosidad de los efectos especiales de The Lost World, es que iba a ser el comienzo de una ciencia cinematográfica basada en la animación ´stop motion` a cargo de un artesano maestro llamado Willis H. O´Brien que tendría que vérselas posteriormente con los pelos indomables de King Kong, entre vientos de la isla y la Gran Manzana.


Todo parece obra de una gran imaginación... ¿verdad?

Pues en Silo, existen diferentes conexiones fantásticas, desde la caverna sensible de Platón y sus imágenes controladas por la gran mente, el ojo del Gran Hermano de 1984 ejercida por el pensamiento crítico de George Orwell, y las diversas opciones en que la sociedad se ve sometida a un amontonamiento vital en configuración de distintos niveles sociales. A la evasión de las reliquias... Bien podría ser un tipo especial de WW, sin ideas pero con las penas, aquí sin tratamiento informático o negado a los sufridos convivientes. 

Una Fortaleza Infernal o Escalera de Jacob del crimen, que ha tenido varias versiones como la Gattaca de los elegidos para la gloria, la confusión en la realidad de Matrix, con aquellos danzarines subterráneos... o la rebeldía callejera de The Warriors. También a la utopía destructiva de un extraño edificio en High-Rise, la familiaridad enfermiza de los Parásitos y otros terrores coreanos o asiáticos, como aquella en que un rascacielos de oficinas, se disfrazaba de gore... No recuerdo como se llama... ni la encuentro ahora.

Y por descontado, una paralelismo distópico más que evidente igualmente, con todas sus versiones maquineras, incluida la última serie discutida, basada en la novela gráfica El Rompenieves de origen francés y terminal en los gigantes Park Chan-wook y Bong Joon-ho.

No todo lo que vemos es la realidad, o sí... sentimos. Tal vez, nos estén ocultando algunas claves para que, los presentes, no sepan a qué atenerse, a qué aferrarse... a no ser que fuera a ese motor steam que tanto les ilumina en la obscuridad de sus días... A quién amar. Porque el control natal es una ley de excepción para todos, la base de una Fortress, al igual que la información y el registro de los conocimientos científicos, el primer gafapasta de la nueva historia.  Con los recuerdos de un exterior prehistórico ya, y las aventuras clásicas que peligran debido a la contaminación del ambiente terrestre, al conocimiento del todo, pero de nada... El movimiento real de las estrellas en el firmamento, mezclando las elecciones... y la informática, de nuestra era globalizada.

Ser o no ser, esa es la cuestión del Silo... Pero, ¿qué es el amor platónico...?

Estructura... del silogismo.

Le pese a quién le pese, los únicos que pueden hallar la verdad, en el crimen, son los investigadores. No todos, porque algunos policías han podido caer en las garras de la corrupción o el delito inherente... Mas, en el Silo (no del Testigo Único, ojo, con Mr. Ford), la búsqueda de dicha verdad, o la realidad metafórica dispuesta en niveles de poder, se presienten como las amenazas inequívocas y en silos se esconden los motivos. Silenciosos, como una memoria inutilizada.

Cada uno posee las suyas, pues en la falta de información, desencriptación del mecanismo, los lectores o espectadores, hacen sus cábalas ocultas para seguir manteniendo el interés... Y no desprenderse de esta madeja. Además, si no has leído la raíz criminal en los libros casi homónimos como es mi caso, Las Crónicas del Silo, escritos por el norteamericano Hugh Howey, existen claros referentes detectivescos y estructuras distópicas puestas a disposición del silogismo final.

Algo que se va complicando, a muerto, puede que asesinado, por capítulo, en sus primeros debaneos con el exterior y un conglomerado jurídico-político, que recuerda a otras obras. Pongamos ese 1984... en perspectiva y la observación de una estructura similar de planificación distópica, realidad alternativa, secreta, al acecho de las costumbres y los sueños, de inquietudes por el conocimiento libre y, por si faltaba poco, una estrategia social para el control de la natalidad.

Se podría comparar con algunos regímenes autoritarios y ocultadores de la verdad, con un red de espionaje que comprime los derechos ciudadanos, una educación guiada hacia la comuna global, pero interesada en la escasa proporcionalidad del conocimiento entre sus miembros. Y una justicia adecuada para mantener prioridades comunitarias en primer lugar, por medio de un supuesto Pacto o democracia electoral. 

Vamos lo que viene siendo un cierto tipo de políticos populistas, que se han puesto de moda, más aún tras la pandemia y el recorte generalizado de libertades... Más a más, en este Silo social que asemeja a comunista, el motor se gripa y el cabecilla de la red, está interpretado por Tim Robbins. Actor crítico con todo, del que habíamos perdido la pista hace aproximadamente cuatro años, feliz regreso Tim.

El papel protagonista cae en las femeninas dotes de Sarah Fergusson (Dune y en la próxima Misión Imposible, ambas con dos partes) que es cabeza reproductora también, pues la sheriff que intenta tirar del hilo vertical, posee el cerebro de parecidos razonables. Otros agentes individuales y valientes, como por ejemplo, el Sean Connery de la fantástica Atmósfera Cero de Peter Hyams, que nos remonta al Sólo ante el Peligro de la profundidad oscura de los silos de grano. Nos recuerda que, este director, precipitó las persecuciones narrativas de Cazador a Sueldo y otras investigaciones criminales, o como adepto a la farsa, en otra película irreal que me encanta, llamada Capricornio Uno. The Space...

Como dije, cada capítulo, un desencuentro... Los cameos son fuente de flexibilidad interpretativa, en ellos tenemos a un David Oyelowo, que se coloca la escafandra y da un paso al pasado de InterestelarNolaniano, o la búsqueda de la verdad entre criadas y su señora, una voz superiora que le manda. Ian Glen, como padre que no podía faltar en una familia cinematográfica y médico especialista, que tampoco debe. Ya conocemos su personalidad dedicada desde Juego de Tronos o la saga Resident Evil. Y un huequito especial para Will Patton, como miembro residente de los sheriffs arrepentidos del viejo Oeste o Silo, que ha pasado de empezar caminando Sin Salida, o encerrarse en la agorafóbica Copycat, a la trampa ambiental de las serie La Cosa del Pantano de DC (remito, no estaba tan mal) y este poli, pensante a horcajadas, del Silo con Estrellas... Falsas, no. Porque son cameos, de varios capítulos y se agradecen, mucho.

 El listado se puede convertir en una hélice helicoidal, una carrera de resistencia hasta la cima, pero sobre todo, tendremos que acordarnos de Ferdinand Kingsley porque viene de The Sandman y es el hijo informático por excelencia de la torre inversa, como aquella Fortaleza Infernal, que lanzaba al freak al estrellato, pero un poco mejor. Pues allí acompañando a un impasible Christopher Lambert que venía de arrasar con Greystoke y Los Inmortales, estaba un Jeffrey Combs, salido de las entrañas de la bestia cómica en Un Hombre con dos Cerebros y Reanimator, con gafas. También Clifton Collins Jr. como Nino Gómez curiosamente (Westworld y El Callejón de las Almas Perdidas), a Kurtwood Smith (Resurrection) imposible de desencajarle en la villanía comenzada con el mejor Robocop ochentero y Aquellos Maravillosos Años. Y por supuesto de Stuart Gordon, que aunque en Fortress no estuvo muy fino, siento algo de debilidad zómbica, sónica, límbica... Todo tiene su conexión.

Entonces las claves están sepultadas en varios cientos de metros, o lo parecen, si no eres suficiente inteligente... con encriptados en una cápsula del tiempo al igual que el ADN mitocondrial, inscrito en las huestes de El Ejército de los Muertos y la búsqueda de la superficialidad en Las Vegas, pensando en revolución; y más concretamente en el laberinto informático de hace 50 años aprox., cuando los discos duros eran los reyes de la ubicuidad lógica. Para silogismos, los suyos... La salida o solución, parece que sólo puede ser violenta, como la Decisión de Partir, enterrada por pasión, amor o cualquier otra diversión acuática... espléndida investigación del raciocinio caótico en la mente de un coreano inolvidable, conocido como Park Chan-wook y sus mujeres violentadas, pero poderosas. Pues, ahí estamos también... realidad o no.

Con los peores vecinos del Mundo, en los cuales se puede agriar su carácter por la pérdida, de la memoria, y adentrarse en una especie de disparidad social. Ya sabes, dualidad estilo al cavernoso Metrópolis, dos niveles muy diferenciados como en Elysium, la memoria articulada en el fenómeno de Días Extraños o Blade Runner, y la naturaleza kaftkiana de los eventos pasados y futuros, como la ocultación del rostro del poder en They Alive, el paralelismo completo de la investigación física en varios niveles complejos, falsos tal vez, pongamos la búsqueda de lo surreal en Twin Peaks, que empezaba con un cadaver, la excavación moral de Desafío Total, el mundo colorista de Altered Carbon, yo me quedé con ganas de más, o hasta, ciertos capítulos de Black Mirror... Próximamente en mente.

Vamos p´arriba, p´arriba, al último piso... ¡Ándale, Ándale!

Un Club muy longitudinal...

Estas películas post-apocalípticas, enclaustradas en cubículos, más o menos colectivos, se desarrollan entre piezas que van encajando poco a poco, episodio a episodio... temporada por temporada. Esperemos que no demasiadas, para marearte. Otro día hablo de esos cubículos... 

Serían como un juego de Tetris, descendiendo en posición vertical por la pantalla y acelerando el ritmo, con esa cancioncilla, en este caso compuesta por Atli Örvarsson que tiene ecos sonoros, me parece a mí, a la serie Westworld. Incluso cuando cierras los ojos y entras en estado catatónico, en sueños digo, sigues oyendo el ritmo, viéndolas caer como un martirio soviético y les das vueltas hasta que encuentras la posición correcta para eliminar otras filas. Muertes de la ingeniería geométrica jueguil de primera generación.

En fin, que la película Tetris del director Jon S. Baird (El Gordo y el Flaco, Vinyl!) recorre ambas escenas dramáticas y cómicas, la realista que transcurre por una Rusia ochentera con las buenas interpretaciones de Taron Egerton, Sofya Lebedeva o Toby Jones, más un reparto de artistas localizados; y la más irreal, que transita órdenes entre el oficialismo y el KGB, provocaciones comerciales y amenazas familiares, la propiedad en un contexto político incierto con los comunistas, o luchas intrínsecas del novedoso mercado de videojuegos entonces y diferentes compañías electrónicas que empezaban una carrera fulgurante... O no, depende del lugar. En busca de la cuadratura más redonda...

Ahora que caigo... hablando de cuadraturas. Fue antes del rodaje de El Mundo Perdido, anterior a la escritura novelesca de dicha aventura por Sir Arthur Conan Doyle, casi treinta antes que la creación del propio Sherlock Holmes... 


Cuando se creó en Londres, según la reunión de Cheltenham con Joseph Hooker (director de los jardines de Kew) y un jovenzuelo Thomas Huxley que defendía a Darwin en su Teoría de la Evolución y describió su Teoría Vertebral del Cráneo, que debían concentrar esfuerzos con las mentes de biólogos y zoólogos, para evolucionar la ciencia de la época. En contra de los llamados "leones rojos" o viejos aristócratas de la sociedad victoriana.

Así se instauró oficialmente, El Club X de la Royas Society, con la incógnita por bandera, en número décimo y el rechazo de cierta ortodoxia cristiana que mandaba por ley, ante una interpretación más cosmológica y naturalista. Vamos que buscaban el poder científico, más o menos, como en estos momentos de reflexión globalista, para cambiar la sociedad... ¿el mundo...?

Darwin pensaba que la competencia entre personas es básica ante la escasez alimentaria, aún no se hablaba nada, of course... de la necesidad de comunicación en los hogares, pues los ordenadores eran embriones palmarios del cerebro humano. Y el único disco duro eran las obras impresas y el conocimiento de los huesos enterrados de antepasados, sedimentos y dinosaurios. Pero también que los obreros, por la búsqueda de esa corporación de cargos electos de los mejores, sentían tendencia natural a cierta holgazanería... No lo digo yo, que conste... Aunque, todos deseamos más tiempo libre, si cabe... Por entonces, existían más motivos raciales o diferencias de clase, que abrazaban la teoría del Eugenismo.

Pues, algunas de esas consideraciones y teorías fuera de lo explícitamente necesario o científico, eran discutidas en aquellas sociedades casi exclusivas de estudiosos combativos buscando la identificación del grupo, que quedan reflejadas en los rifirrafes del comienzo de la expedición al Mundo Perdido.

Cuando les sobrevino el deceso esperado para todos, la sociedad era ya un tanto anacrónica, pues los nuevos científicos habían cambiado, más especializados en las distintas categorías, separando lo social-político, de otras consideraciones. Donde las universidades, que siglos antes los españoles habíamos construido en el Imperio intercontinental, se convertían en una ventana abierta al mundo humilde de la ciencia compartida. El fin de las sociedades secretas a parte de la Sociedad Real o el Athenaeum perseguido por Platón... identificado en el poder de los electos, los mejores en Jurídica y el conocimiento de El Pacto marcado a sangre en el Silo.

¡Los tiempos cambian... que es una barbaridad!


Y ahora, aquel joven y apuesto aventurero, excreción del periodismo atávico, dispuesto a todo para hallar las huellas del amor, abrir la puerta al peligro y hallar al romántico en la ventana... Nos vuelve a visitar, en contra de todas las vicisitudes sociales de los países, la explotación de los recursos, las guerras, las alimañas que esconden, los casos esotéricos y más allá, hasta vimos el espacio... hasta la dirección de la cuestión científica y la acción trepidante en lo visual.

Indiana Jones y el Dial del Destino, con James Mangold (Logan, Le Mans 66), nos visita a través del tiempo, no perdido, como aquellos bichitos del Cretácico ante el gran Chicxulub que impactara sobre la costa del Yucatán. Recuerdos monumentales de lo que puede venir, y carnívoros seres, cazadores, muy anteriores a la existencia de los primeros homínidos en la Tierra en contraposición al escrito del creador de Mr. Holmes.

Es lo que ocurre con la aventura y la carne... que al final llega la ciencia... y todo lo cambia. Es, ¿imaginación... o realidad? ¿qué comes... qué piensas?

Tú decides, como sucesor de Indy...

Si bien, iempre habrá alguno que te suspenda, lejos de corriente generalizada. ¿O no...?

SILO -  Apple TV+ Original Series Soundtrack


Conclusiones finales... A esta especie de tesis cavernaria y filosófica, he propuesto terminar la argumentación con un silogismo de la infamia habitual de la vida. Y es que uno se pone a investigar a tipos/as, como buen sheriff del cine, y se encuentra hablando finalmente del ADN, con lo cual se puede llegar a dicha conclusión... Gattaca fue un hito moderno al acometer estos asuntos que, ya en poco tiempo, se volverán indispensables, y segundo, que si hubo un actor elegante y que dejaba su ´huella` en todo trabajo que realizaba, ése era Alan Arkin. Un profesional, hijo de inmigrantes ucranianos judíos, que ganó el premio Tony en su primera interpretación en el teatro de Brooklyn, para a continuación, conseguir dos nominaciones casi consecutivas en las primeras películas en las que participó en Hollywood, como la desternillante ¿Qué vienen los Rusos?, del admirado director Norman Jewison, entre otras autor de El Violinista en el Tejado, Jesucristo Superstar y la última incorporación de Garci a su programa, la excelente En el Calor de la Noche.
Y después de su estreno, Mr. Arkin se encamina al drama de la Gran Depresión en las tierras sureñas con El Corazón es un Cazador Solitario, junto a la musa de Clint Eastwood, Sandra Locke... y nos robó el mismo, porque Alan Arkin hacía todo bien, incluso perseguir el Adn de Hawke, Thurman y Law, sin quitarse el sombrero. D.e.p. Actor!
Tráiler Los Niños del Brasil, de Franklin Schaffner. Director de El Señor de la Guerra, Paton, el encarcelamiento de Papillon y el experimento genético involutivo, o no... de El Planeta de los Simios

domingo, 18 de junio de 2023

Steeltown Murders & Black Snow.

 

La cronología en la investigación del crimen, es muy importante y esclarecedora... aunque algunas se queden ahí colgadas por un tiempo. Tal vez, una eternidad...

¡Elemental, queridos lectores!


El 6 de enero de este año 2023, el maestro de los detectives literarios, Mr. Sherlock Holmes, cumplió oficialmente 160 años. Cuando su primera aparición en los libros entregados por capítulos, relatada en Un Estudio en Escarlata de 1887, ya estaba crecidito... hasta los 190 cms. aproximadamente... turbador pensante con la expresión avispada de un niño juguetón y caprichoso; y su estructura enjuta se dejaba conducir por los ojos avezados del científico-matemático, anatómico, psicólogo, observador de las vivencias ajenas. Algo alocado y adicto al extremo, hasta lo inyectable, nariz pronunciada hasta la pista de la nota, para las moscas molestas... y su mente privilegiada para la resolución más crítica. Pero, normalmente, acertada.


Sherlock era rubio probablemente, antes de que apareciera su versión futura en la adaptación moderna para televisión con la efigie de Mr. Cumberbatch en otra enorme representación del personaje mítico, casi mitológico ya. Además, acertada descripción rubia según relata la seductiva traducción de su apellido... En cambio su mejor amigo, escudero contrapunto, el Dr. Watson, John Watson, no. Eran la mezcla imperfectamente sincronizada y explosiva del caso, cuando el principal joker de la época victoriana, tic-tac, el profesor James Moriarty, se enfrentaba a su intelecto.


Sir Arthur Conan Doyle, no parecía tener nada que ver a su anatomía y sus dotes, pero estaba interesado por las investigaciones novelescas que había comenzado su maestro Sir Edgar Allan Poe, al crear al homus sapiens 45 años antes, en la figura del detective Chevalier Auguste Dupin en la celebérrima Los Crímenes de la Calle Morgue en 1841 con excelente representación en la cinematografía por parte de un director francés que observó rodar al padre Georges Méliès y protagonismo del ser vampírico inolvidable, Bela Lugosi. Y sus ojos...


Mr. Poe estaba de siempre obsesionado con esa batalla entre el bien y el mal, como se describe específicamente en la notable Los Crímenes de la Academia (en mutación de Morgue), con el detective Landor en cerrazón esotérica guiada por el galés Christian Bale y el mejor estudiante de la academia de West Point, representado por uno de los mejores actores que se han metido en la piel del escritor, un gran Harry Melling (de Gámbito de Dama) y el romanticismo prohibido a través del amor imposible del cadete por ella, enfermiza encarnada blanquecina casi negra, como aprendiz aventajado de poeta obsesionado. Con el permiso de Lord Byron, siempre en su memoria...

Gran ilusoria interpretación y retazo de vida anterior al enigma vital del autor de El Cuervo, como fuera aquella maravillosa aventura juvenil que guió los pasos estudiantiles de Sherlock en El Secreto de la Pirámide y su fascinación delictiva por los sueños. Un hermoso salto enrevesado, entre realidadd y ficción, de un Pálido Ojo Azul al Young Sherlock Holmes menos académico... y el voraz intrépido, asustadizo, joven Watson antes de ir a Afganistán y que es la revelación de posteriores características anatómicas, como lo es él para el detective y su venganza. Supongo...


Gracias a Chris Columbus, al director Barry Levinson y, como no, a Steven Spielberg, que es fiel admirador de aventureros e investigadores de la verdad... o no. Es el paradigma moderno del canon holmesiano, como lo fue antes el gigante Billy Wilder en asignación sexual con los torpedos, y lo sería a posteriori el viaje en el ring del tiempo, entre... en la esquina derechaaaa... Jack the Ripper... y en la izquierdaaaa... el hombre del violín golpeador, de moscas pesadas, la pipa en boca y el sabor a tabaco, y lupa puesta en su mirada pugilística... o más oriental, tal vez.

Comienza el Juego... No sean Uds. tímidos... a la hora de las deducciones, xDio.

El Caso Steeltown, de Port Talbot.

Si hay algo que saca de sus casillas a un policía, detective de homicidios, es dejar los cabos sueltos sin encontrar al culpable. Es decir, los casos no resueltos que se extienden a lo largo de sus difíciles carreras. Sería como un dardo venenoso, que no acaba de actuar en el cerebro o sanar en el torrente sanguíneo.


La historia oficial de la criminología mundial, tiene los suyos en busca de una resolución acompasada a los tiempos modernos, como representaría en aquel cambio industrial Charlie Chaplin. Pues igual, los cambios científicos fueron cruciales en algunos casos como éste en las afueras de un Swansea o Gales de tonos sepia, y sus jóvenes víctimas en manos de un terrible pasado para ellas, para su futuro y el de sus desesperadas familias... al encuentro de un descanso moral. Tal vez, no.

El tiempo se compone de esos eslabones, alguno semiabiertos, grabados a fuego como una maldición infernal que no se termina de apagar en las mentes, pues los acontecimientos de amontonan entre pilas de polvo y lágrimas resecas, que se vuelven a humedecer por los nuevos hechos ante la BBC One y la tele.


El pretérito de la abominación, se divide en dos escenarios concretos como en Time After Time, a través de la obscuridad de 1973 con la figura del llamado Estrangulador del Sábado Noche y un joven detective aprendiendo a resistir con pana y pelos a juego, por el actor Scott Arthur (de Good Omens) y su compañero por Siôn Alun Davis (de The Sandman) en ese salto fatídico a la obsesión resolutiva por un magno y sobrio, Philip Glemister (de Life on Mars) y Steffan Rodri (Hightower de La Casa del Dragón), que comparten con las vivencias... y a través de treinta años de avances en el tratamiento de pruebas fisiológicas en actos de extrema violencia.

Ese salto revive la justicia anclada en pequeñas sustancias, fluidos sin evidencias entonces, y la aparición de la cuentión genética en ellas, que adquiere protagonismo en las futuras investigaciones, y pasadas... gracias las nuevas medidas avanzadas y las técnicas para la investigación del ADN colectivo, familiar, a través de hisopado bucal... u otro, depende... de lo que quede, más o menos, completo.


Familias y amigos, descansarán, si se puede... Como una Priyanga Burford que está atrapada entre su abandono forzado y la rebelión en la vestimenta contra su tajante padre. Pero esa es una cuestión que queda fuera de la jurisdicción educativa de la moderna ciencia forense y de las interpretaciones de cada uno, dentro y fuera de la serie Steeltown Murders del guionista Ed Whitmore, ganador de un premio Edgar Allan Poe y autor de algunos capítulos de Rillington Place y el televisivo CSI.

Las pruebas congeladas de otras épocas son las constantes en la serie, como las magníficas adaptaciones temporales y las intepretaciones, que no persiguen ni justifican, solamente se presentan abiertas en canal y emocionalmente, en todos los sentidos. Tú tendrás que posicionarte, en uno u otro momento crucial, según las sensaciones personales o los sentimientos ajenos.

Los candidatos hereditarios, también... pero el tiempo, no se detiene en cualquier situación vital o sentimental... ni desestimiento sanguíneo.


Magnífico y escueto episodio real, bien retratado y escrito, que recuerda a otros sobre asesinos en serie, tratando multitud de expresiones de los protagonistas... sí incluido Dahmer, de cual no estoy dispuesto a hablar, todavía... pero evitando caer en la dramatización del nuevo filme El Estrangulador de Boston , donde el pensamiento actual se adapta a la discriminación del rol femenino y las referencias periodísticas en su época o las actitudes machistas de sus máximos representantes o jefes de redacción... si bien prefiero aquella edivisión en pantalla sobre la fría mirada de Tony Curtis. Esquivo guiado ahí por Richard Fleischer (autor de viajes extraños, asesinatos y hazanas vikingas), como héroe romántico de eras doradas en las manos del maestro Wilder y sus asesinos endulzados. Ejemplo rodando comedias aunque ya se las trajo bien traídas en todos los aspectos, con Sherlock y su entretenida, pero caóticamente Privada, Vida... que permanece interesante, a pesar de posibles mutilaciones... genita... geniales.

Mr. Holmes fue otra gran película, inmortal ya como el magno Ian McKellen, sobre un detective británico que abandona la calle Baker en el 221B, para circular por nuestro corazón, puesto que me hizo reblandecer por los adentros, hasta el tuétano. Que tantas veces buscó enterrado...


Allí donde habitaron los mencionados en otras ocasiones grises, o coloridas, como vórtices cinematográficos y temporales, más cabales, no menos loados, como aquel estilizado Nicholas Rowe, el casi olvidado Robert Stephens (pero en una debelidad personal como Los Duelistas de Ridley Scott), caracterizado Malcolm Mcdowell en letras voladoras tras el tiempo, Benedict Cumberbatch desafiándolo en el siglo XXI y el trío magnífico Peter Cushing, Christopher Lee y Basil Rathbone. Cada uno, cada gorra a cuadros, tiene su aquel... su ángel. Entre blanco y negro, como en el ajedrez del que tanto degustaba. Y la óptica como Arthur... y Mr. Doyle, también amante de la historia y la ciencia ficción. Vamos en estos momentos, sería un yo, bajo mínimos...


Por supuesto de este último actor Mr. Basil, más característico en el papel por prolongación, me quedo con las primeras, con paradigmas en los temas fuera de lo científico como el gran Sabueso de los Baskerville y las divertidas Aventuras de Sherlock Holmes alrededor del disfraz y la Torre de Londres. Elementales e inolvidables. Las demás bajan un tanto... No sé que pensaría Sir Arthur... además no le interesaba mucho el cargo nobiliario, siendo escocés y aventurero, creo. 


La Nieve... más negra.

Si los detectives de Steeltown Murders eran concisos y humanos, con sus aciertos y debilidades... en este caso del sur pueblerino en Ashford sobre territorio australiano, con protagonismo racial en la comunidad isleña del Mar del Sur de Isabel; tenemos a un investigador del departamento de casos no resueltos, James Cormack, fundido a las raíces de un recuerdo. Que va a ser capital en la resolución, como abrir una cápsula enclaustrada en el corazón.


Pues también es humano en doble vertiente, ya que tiene una cuestión pendiente con su particular pasado... Pero, es un ´pelín`, no lo digo por la barba de Vikingos, más mediático y popular... 

Sino, porque, al tratarse del actor Travis Fimmel (entre Raised by Wolves) posee una especial mirada para estos tipos duros, aquí mucho más pensante que bestial, con varios estados interiores y personajes de aspectos diferenciales a lo largo de sus vidas. Cal y arena, lo llaman... Pues aquí no... Azúcar... No moreno, sino rubio de nuevo como aquel Sherlock Holmes.


No sabemos mucho de su vida anterior, pinceladas tan solo... Notas de cierto abandono espiritual y amoroso, quizá. Tampoco conocimos mucho las del escritor de Sherlock Holmes, únicamente alguna incursión marítima como arponero e historiador de hazanas marinas en buque Esperanza, que se paso al centro de una Inglaterra esotérica, para ganarse unas perras con espíritus, contrarios a ese embaucador romántico y de inteligencia exponencial. Por esas preferencias con lo oculto, se llevo unas cuantas descalificaciones. Pero gracias a un médico, profesor, conoció la necesidad de la lógica, la observación de la naturaleza de las cosas e identidades fotográficas, y por supuesto, la lógica. Terminó siendo médico y genio literario, cansado de su personaje explícito, enemigo imaginario, y vuelto a la resurrección. Tal fue la presión mediática...


Los miembros de la policía también sienten ese tipo de presión, pero para este protagonista de Black Snow para la cadena streamer Stan Original y Apple Tv, los rasgos mediáticos no son tan importantes en principio. Porque esencialmente la bella en aquellos años noventa, es interpretada por una novel Talijah Blackman, y su caso queda circunscrito familiarmente y relegado por su potencial oculto o racial. Y por lo tanto, es una serie de ficción, reivindicativa de aquella realidad con varios giros inesperados por los contactos encapsulados.

En cualquier caso, debido a los resultados históricos y los sentimientos a flor de piel, blanca o negra da igual, inocente en cualquier extremo... ambos ídems, y miniseries de emisión (que no de calidad), son representativas del buen hacer, las investigaciones sobre pruebas escondidas al público y los aspectos emocionales. Además de bien recreadas en distintas épocas e interpretadas por todos sus protagonistas y miembros del reparto, of course.


La enhorabuena es que, a pesar de amenazas de retirar efectivos policiales de las calles, los crímenes en el origen negro del término cinematográfico, no parecen encajonarse, sino que están al alza. Pues, novelistas románticos como Poe con Düpin o clásicos americanos como Raymond Chandler o Dashiell Hammete, con sus circunspectos e insobornables, Philip Marlowe y Sam Spade, siguen estando de moda en la piel de nuevos investigadores de raza, sin gabardina, o no.

En ellos, ante severos serial killers, no existe rastro de humor, desde luego.

El paso del tiempo, tic-tac, tac-tic... es de ida y vuelta. H.G. Wells en La Máquina del Tiempo, nos hizo viajar a partes inconcebibles de la ciencia ficción y la discontinuidad lineal, pero la literatura de ficción ya lo había logrado, al adulterar el orden de los casos y las pistas adulteradas temporalmente, en sueños, pesadillas y flashbacks, que luego sería plasmado visualmente en el noir del Séptimo Arte. Y ahora, en la televisión.


La teoría de cuerdas se entrecruza en el cine, crea lazos y tirabuzones inhóspitos, gramaticales con el Hithcock presenta y otros héroes por capítulos, que tuvieron un punto álgido en Twin Peaks de David Lynn, inolvidable aquella chica arrojada en plásticos. Ahora en Gales o Australia, que no se mueven por capricho, sino por motivaciones profesionales y transfusiones del dolor, en el paso del sepia al vídeo VHS o al color de nuestros días digitales.

Claro que el recuerdo engangrenado no es bueno, pero en las narraciones artísticas producen un acto de deseo descomunal, para ir descubriendo las evidencias que nos lleven a comprender el misterio. El acoso... la decepción social... la pestilencia... el olvido.


Veinticion años han transcurrido, y nuestras expectativas están intactas, y es que... un buen suspense, un buen relato policial, siempre... siempre... es bien recibido. Y si la sangre conecta el pasado con presente o futuro, más aún. Es un hecho comprobado... un hecho cinematográfico de primer orden, ¡elemental, querido suspense!

La Última Lupa... por ahora...

Jack fue y será, un caso no resuelto. Indefinidamente, por desgracia aquí no tenemos ADN. Si bien, una inmensa cápsula del tiempo...

Sin embargo, por eso mismo, mantiene sus constantes intactas... porque crea una serie de cuestiones interpretables y diferentes posibilidades de culpabilidad. O incluso implicaciones conspiranoicas, como ocurre con JFK u otros casos de magnicidios.


Cuando la nieve se ennegrece, sobre todo en Australia, o en el hotel Overlock con aquel tipo siniestro del hacha, las investigaciones se vuelven más obcecadas en subsanar los daños del pasadoo, ese dolor familiar que te deja enjuto en el sillón, o en la cama, como al protagonista Stephen Lang, cuando la muerte le viene a visitar en el filme Old Man del director de culto Lucky Mckee (May, The Woman), también en defensa de la violencia contra las mujeres.

Sin embargo en otras visiones, se necesita de estos sabuesos que desentierren las pistas y su inteligencia para interpretar los movimientos... Futuros como ocurría en Blade Runner o aquel Sean Connery de la increíble Atmósfera Cero, o pasados, tal como hemos comprobado en algunos ejemplos sobre la figura universal de Sherlock Holmes. También podría ser Batman, en la piel del birdman resurgido en Michael Keaton, peleándose entre las chimeneas victorianas con el Destripador...


Aquí hago un pequeño interludio, a ratos melodioso como la versión femenina del famoso detective, en la Enola Holmes de primera entrega con la tutoría compartida entre hermanos, Sherlock y Mycroft, que tenía su gracia mirándonos a la cara y definiendo una parodia de los detectives con mochila familiar a sus espaldas. Vamos que tenía su gracia.

En cambio, no podemos agradecer el papel del hermano mayúsculo, que ha quedado como una pantomima, sobre todo mirando a la segunda producción, que reproduce una imagen de pelele insoportable, como la mayoría de los hombres interpelados en ella. Todos son pésimos representantes de lamasculinidad.

Ninguna relevancia en la historia, salvo, la interpretación de David Thewlis como investigador corrupto, o el interés feminista y sufragista, de la combativa protagonista en cuestión. Pero que me desvincula algo con la ficción del detective y sus implicaciones científicos reinterpretando lo aparentemente sobrenatural. Esta Historia no me interesa tanto... 


Lo que no le perdonaré nunca, es el descrédito del residente oficial de Baker Street 221B, ni el insulto de la representación del archienemigo por excelencia... Un elemental despropósito.

Por favor, la política actual y el repaso woke, fuera de nuestras obras representativas, de nuestros personajes de ficción... de nuestra vida y recuerdos. Al ser posible... 

No la necesitamos, gracias.

Y sino... ´moriarty` para ellos... Culpables, of course.


Postdata... Esto es obscuridad... no la sentimos, pero está ahí... Lo envuelve todo, incluso con los ojos abiertos. Resbala por las calles, se aferra al asfalto, trepa por los muros de los edificios, como si fueran fantasmas... Sí. La obscuridad es Sin City... y yo la persigo... No veo el tiempo, de hallarte en la pantalla... de Warner o cualquiera... Da igual, todo es oscuro... El Yo, inclusive.


miércoles, 7 de junio de 2023

Dark. Season I, II ¿y III? conex. Chernobyl

 

Un vórtice... En mitología, dícese que responde a una entidad que posee una conexión especial con el Dreaming (Sandman) , siendo capaz de manipular sus sueños y los de otros personajes, como ocurría en las series basadas en la obra del escritor y guionista británico, Neil Gaiman y sus colaboraciones con DC y Marvel. Ahora pasadas por el tamiz vertiginoso de la televisión actual o la espiral de las plataformas.

Un vórtice pues, es el centro a lo largo de un torbellino.


Físicamente cuando un remolino de viento que avanza rápidamente, converge a su paso con partículas variadas y, si se convierte en un huracán de categoría máxima, puede mover materiales más pesados. En el recorrido de esta fuerza de la naturaleza, existen individuos que no interfieren en el destino arremolinado, estando a salvo de cualquier mal que se produce por su voracidad salvaje. Sin embargo, hay otros más damnificados en diferentes grados... La mayoría no sufre grandes daños porque su intervención queda alejada del foco más peligroso del tornado o huracán, son por así decirlo, los que sufren sus consecuencias posteriores. 

Sin embargo, un número indeterminado se ve tocado por las vertiginosas corrientes, tragado, o sus propiedades se ven destrozadas por el paso catastrófico del monstruo. O unos pocos que serían succionados por las corrientes y serían elevados del suelo o lanzados por las fuerzas centrípetas del mismo. En este caso, si sabemos dónde... ella.

La Historia de la Humanidad, en cierta forma, se traduce como un vórtice de datos, fechas, verdades y mentiras... Que, en su mayoría, no afectan a una enorme cantidad de personajes que se comportan como verdaderas entidades anónimas, salvo para unos pocos que los conocieron... in situ. Pero, si el foco de esta atracción se acerca lo mínimo imprescindible, entonces recibirán su impacto más endeble y la atención de sus contemporáneos u otros lectores o estudiosos, que sabrán de sus actos derivados a su paso histórico. Pongamos por ejemplo, el paso de la tormenta por España, no tan enorme como apuntaban...

Y existirán unos pocos elegidos, singularmente, que debido a su importancia o los hechos que acometieron en sus puestos privilegiados o hazañas legendarias, se verán arrastrados a la vorágine del éxito distinguido o la fama, siendo los protagonistas de nuestra historia o la de esos pueblos determinados. Quizá, alcancen la relevancia mundial, o silenciosos como en el caso de la estación de Chernobyl en Ucrania

Un laberinto puede ser un diseño de ellos. Así en el mito de Teseo y el Minotauro, existen un sentimiento de pérdida constante y de lucha contra los elementos. En Dark, serie alemana para Netflix, su joven protagonista Martha Nielsen (Lisa Vicari), amada, actúa en obra de teatro basad en él, como el hilo narrativo de aquella Ariadna. Y su héroe (Jonas, quintuplicado o más allá) es succionado por el laberinto de los viajes en el tiempo) para matar al monstruo en forma de ciclo infinito 8. Todo comenzará, o no, termina en el suicidio de su padre por creerle arrastrado para siempre. Fin, bueno no... puede ser o no ser.

En este estado de cosas, cuando un científico llamado Lundin descubrió el plasma espacial en 2013 sobre el ciclo infernal de Venu. El vórtex se comportaría como un verdadero agitador de conciencias e interpretaciones. Que, por su grado de repercusión simultánea, produce mayor o menor, interés y relevancia social, mayor o menor, producción de importancia relativa o capacidad energética. Mezclando los contenidos en su interior, arrojándolos a lo largo de su eje, al fondo de un punto específico, infinitesimal, que si es atmosférico terrestre, produce un movimiento espiral en ascenso o fuerza de elevación dramática. 

Pero, que en casos como los líquidos precipitados, puede ser inverso, descendente hacia una boca o tragadero, dependiendo de la presión o la fuerza de la gravedad. Pongamos el caso de pipetas en centrifugación o cualquier tipo de desagüe. O un núcleo derretido sobre una capa que lo terminará engullendo... o ¿es al revés?

Pero, ¡ay!, existen otros que apenas hemos empezado a entender, ya que incluso, se debate su existencia en dos posibles cualidades especiales, bastante desconocidas e inconstantes, los agujeros blancos que desprenden grandes cantidades de luz, energía o materia, como vomitorios de un estadio o la radiactividad... y los famosos ya centros de las galaxias, o silenciosos monstruos independientes, en el vacío, que son conocidos como agujeros negros.

Reconozco un visionado caótico, como en la estructura y la elaboración de historias,  y algunas que aquí planteo, más o menos, atractivas. Ya que, antes que el director y creador de series Baran Bo Odar nacido en un cantón suizo, casado con su productora de sueños Jantje Friese, visitaran la raíz espiral del problema de Dark; me lancé al horizonte de la pantalla, con la siguiente pesadilla espacio-temporal dentro de la serie denominada 1899.  Convirtiendo la ficción en un vórtice de características cambiantes y la mía, en la temporalidad de las obras televisivas, torbellino de dos direcciones. Se me entiende, ¿o no?

Pues, no empujen... y dejen respirar un poco. Que esto empieza.

El Principio es el final... y el Fin, es el Inicio.

Joder... ¡perdón! Las cosas, a veces, no son lo que parecen... sí, poseen muchas conexiones y tal, pero te zarandean inmisericordemente, pudiéndote lanzar en diferentes orientaciones... un pie por allí, la cabeza acuyá... Hasta que ya, no sabes muy bien, en que posición estás, ni hacia dónde te dirige esa fuerza inabarcable o, casi, mágica. Pues la mente, lo mismo.

En eso consiste un flujo narrativo con diversas características físicas, a veces esotéricas, que si bien es una turbulencia palpable, en rotación alrededor de un eje principal, empieza a lanzar materia a multitud de trayectorias... salvo una, o uno... un verdadero monstruo sin fondo. El famoso Abismo Negro (o The Black Hole)... 

La película que programara la producción de Disney en 1979, arriesgadamente, hace casi veinticinco míseros años, mandando la perspectiva de la integral visual al resultado del número Pi en aquella pantalla digital  primitiva de los 80 y los cálculos de grandes astrofísicos a una simple anécdota visual. Pero, muy atrevida hoy.

Por supuesto ni los medios aportados en la película, ni las certidumbres científicas aportadas en el viaje, consiguieron atraer mucha atención de la crítica, aunque sí de un número aceptable de visitantes a las salas de exhibición, que nunca los previstos en el horizonte de sucesos económicos. Al menos, para complementar el cupo de sus cargos negativos o el pago de algunas facturas. Pues, allí andaban lanzados a la incomprensión metafísica y la poca relevancia histórica de un director no muy conocido (Gary Nelson), estrellas no tan fugaces. 

Como Anthony Perkins, sufriendo lo mismo que su víctima en Psicosis, el destierro en pantalla... el todoterrenal Maximilian Schell, que giraba desde los Juicios de Nuremberg o La Cruz de Hierro, hacia Los Vampiros de Carpenter o la catástrofe orbital de Deep Impact... O uno de los máximos tragadores, robadores de escenas, excelso Ernest Borgnine que fuera vikingo junto a Kirk Douglas y muchas históricas, bastante antes de que éste se metiese en El Final de la Cuenta Atrás (ein, ya veremos...), diera una terrible rotación en el Poseidón con super Gene Hackman y acabara su carrera hace diez años, si bien, con aquel maravilloso Oscar amoroso de Marthy y nuestro reconocimiento. Uno de los Doce, uno de los Salvajes del cine... uno unido frente a la música de Johnny Guitar.


Dark precisamente, persigue eso mismo, la relevancia por derroteros, a veces incomprensibles a simple vista. O incoherentes a grandes rasgos, a horcajadas de la realidad pasada y la mitología, o cayendo en trilogía temporal de presunción espacial o el multiverso alquímico, inabarcable. Es decir, que deberás que seguir estas cuatro familias, por los caminos torcidos del "dios", algo caprichosos... y sin tener en cuenta, las reglas de la dualidad corporal, dos organismos idénticos al mismo tiempo, o las posibles paradojas narrativas que alterarían el resultado final... pero bueno, ¡vayamos al principio!

Casi todo el mundo coincide que la mejor versión del viaje en Dark, es la primera temporada. Ya data de 2017 y ha llovido, pero más que llovió de 1986 en la gran tragedia de la URSS en Ucrania, ahora me he metido en el ojo del huracán o abismo. Pero, no es la hora de las tortas... y las hostias consagradas.

Después... las conexiones, esos hilillos que van creando e una espaguetización de todas las identidades alrededor, hasta que empiezas a perder la noción... si no te centras, y la tercera, que he llegado a visionar su primer episodio, y me he quedado teletransportado a no sé dónde. Esto es, necesito que alguien me diga "sigue en la narración, no la abandones, porque al final, te dan las claves de todo... del principio. En fin... Y si no engúllete en sillón.

Primera clave, medalla de San Cristóbal. Patrón de viajeros, seres estroboscópicos en serie. Segunda, nombres... Jonás en piel cenicienta de Louis Hofmann, como el profeta bíblico que Dios mandó para advertir la destrucción del pueblo Nínive, en paralelo a Winden. Otro Adán sin manzana, caraquemada, o Noé, Noah, que fue mandado para salvar la raza... ¿de superdotados? ¿super humanos? Y expresiones simbólicas, La caída de los ángeles rebeldes, de Peter Paul Rubens (1621), pintura que representa al Arcángel Miguel derrotando a Satanás y sus huestes. El tríptico de las fechas en forma de átomo y El mundo que se creo así... o asá. El Big-Bang, dichoso.

La teoría del caso, o caos, es que el Abismo Negro era una entidad física de Walt Disney y del centro de nuestra galaxia, como en todas, y lo visitaron sobre el guión trasladado a un futuro 2130 en aproximación... todavía imposible en disponibilidad teórica. Mucho más lejos que el viaje de Mr. Kubrick en 2002... ya ha diluviado... Y encima del vórtice, me dejé dos figuras de allí, a postas... no por los tiros láser. La de Robert Forster que pasara por las manos de Quentin Tarantino en la edad perdida de Jackie Brown, un estallido fallido de Supernova y su fin del todo, hasta los viajes oníricos y multiversales de David Lynch, Mulholland Drive y la inolvidable Twin Peaks. Y la de Yvette Mimieux que cabalgara entre los 4 del Apocalipsis, descritos ya cómicamente en Good Omens, y se introdujera en la máquina imaginada por H.G. Wells (1895) al lado de Rod Taylor en versión La Máquina del Tiempo dirigida por George Pal en 1960. ¡Vaya recuerdos! Sigue estando bien, que la vi hace poco. La posterior sólo era pasable... sin más.

Bueno, pues al principio, cuando te haces con las riendas y los nombres, Dark es una serie disfrutable... porque aunque sufres un poco... da paso a la lucha eterna de siempre, la del bien contra el mal. La luz vs las sombras, el llamado proceso representado en una tabla Esmeralda, llamando al Sic Mundus Creatus Est de leyenda, y el Adam, quemado hasta el tuétano, como esos otros de la prueba. Contra rebeldes viajeros que se denominan Erit Lux, para no desentonar frente al famoso, Apocalipsis, ni Star Wars, la luz del jedi. Apocalipsis tan nombrado por cierto, xD. Cuando llegue, como Pedro y el Lobo... Quizás es lo mejor, ver esos cambios en temporadas, y combinar épocas hasta  y lugares, guiados por mecanismos mecánicos de steampunk. Los agujeritos suspendidos... se podía mejorar, creo.

El fin y el principio, thís is the question. Como concepto del eterno retorno del filósofo alemán Friedrich Nietzsche, en su teoría dentro de Así habló Zaratustra (1883) juega su papel también en Dark. Los sucesos de las familias se repiten, casi sempiternamente, otra vez hasta 3, en un ciclo sin comienzo ni final... puede ser... Tampoco es, la paradoja de un objeto en un bucle temporal infinito, en varias localizaciones, que ocurre en forma de reloj, colgante amatorio, o la máquina del tiempo portátil... y el libro escrito de la ciencia oculta.

Por cierto, que observado aquel Agujero Negro de Disney ahora, sin fin, queda el nombre de Palomino en la nave espacial y sus rostros en la órbita, bien diseñados a pesar de la técnica, así como la visión cercana de ese monstruo ávido en el horizonte de la ventana. Y aquellos robots, fotocopias de Naves misteriosas con toque muppet, algo prefabricados e inconscientes, majos en ambio, con la voz de Mr. Woody Allen en castellano, y su mente inocenteona en los pistoleros del Lejano Oeste, con láseres... y unos extraños seres, vampíricos, entre el humano y el cyborg. Toma ya... Un poco de paciencia... 

El Mecanismo... 

Del agujero negro se ha hablado mucho en los últimos tiempos, que pueden ser los primeros en conocimiento, porque restan bastantes millones de años luz, para atraernos. Para los restos... Como del caer en su órbita gravitatoria y la presión monstruosa, que bien nos descompondría en materia orgánica o picadillo interespacial genético, o nos arrebataría los tejidos longitudinalmente, hasta parecernos a la versión definitiva y no retornable de Reed Richards, Mr. Fantástico.

Ay, pero si sobrevives, con los cálculos de aquel filme de finales setenteros o la reinterpretación de la película de Mr. Nolan, de la cual no soy detractor... si bien, no me convence... del todo. Te vas a calentar.... ya que según te vas acercando a ese horizonte de sucesos, donde la energía es máxima y el roce te descompone, en cuerpo y mente, y sin protección solar de varios millones de factores para evitar el ennegrecimiento... pues lo dicho... que vas cayendo al abismo ese, y te encuentras... ¡que no te encuentras!

Que existes, pero no... que ves tu vida pasar en unos instantes, pero resulta que te vas a quedar ahí por siglos, si es que el tiempo existe... y el lugar final. A ver si va a ser una Horizonte Final y la jodemos, mejor un Solaris sapiente que un infierno que te jode la mente. Porque la materia nada de nada. 

¿Y si te conviertes en otra cosa totalmente diferente al organismo vivo que entró...? Como aquel profesor que se fusionó con el robot inventado, Maximilian creo, para quedar como rey de la montaña de un fuego eterno... o inmortal, yo que sé... Y si pasas, y aguanta la nave, toma... y sales al otro lado... ¿adónde tío? ¿qué haces ahí, tú solo? Vas por ahí, visitando las galaxias y sus guerras posibles... ponte música, como los Guardianes, próximamente...

¿Te encontrarás con alguien para ligar y procrear otra humanidad o algo parecido a Romeo y Julieta? ¿Cuánto tiempo te queda, si es el mismo universo que tiene los milenios contados...? O quizás, es que estarás en otro universo paralelo, en el quinto pino de la quinta hojita de la tortita de universos, plantados uno sobre otros e ideados por una mente superior o informática que es peor y universal... Son las diversas perspectivas ilusorias del caos y el reinicio, o simplemente, teorías.

También se decía que la serie Dark, conectaba con puertas ochenteras de Stranger Things, pero resulta algo arriesgado y apartado de las sombras de aquellas historias de miedo escénico y sueños. Gente joven hay, a ver, pero si acaso, más que ver con los viajeros de H.G. Wells, como aquella versión en que Malcolm Mcdowell (La Naranja Mecánica, Caza Humana) que se disfrazaba de él mismo, con traje de Sherlock Holmes. Y se enamoraba de Mary Steenburgen (El Callejón de las Almas Perdidas, Regreso al Futuro III, no podía ser de otra forma o conexión...) hacia cierta eternidad viajera y acaramelado por su voz aterciopelada. En contra, un David Warner más brutal (Tom Jones, La Profecía) convertido en Jack El Destripador, pero evitando demasiada sangre, y calcular los daños por entonces...

Por eso del romanticismo, Dark también pone en el altar de sacrificios, a una pareja shakespeariana en amor... ¿eterno? Adán y Eva, 8

Ahora en contraposición y recordando a Jack, tendría que hablar de la serie Dahmer, pero no me atrevo, aunque podría... o la versión de El Estrangulador de Boston y sus tribulaciones temporales con el feminismo, pero me quedo con la de Richard Fleischer, porque es director prefe... y con la mirada fría de Tony Curtis, fuera de su órbita habitual. En fin... No hablaré del caos de redes sociales, que crean monstruos, aunque sí mínimamente, de una pesadilla existencial y muy extraña, salida del Festival de Sundance, y titulada We're All Going to the World's Fair, que te deja con el culo torcido y la mente en reciclaje abismal. Miedo da, esto de las redes...

Dark es un vórtice, entonces, pero redondo. Con implicaciones triangulares, de 3 y 3, a 33 ciclos, a base por la altura, dividida por dos. Que es el mecanismo a lo que llama el showrunner, para no hacer tan caprichosa la invención de los saltos, los asesinatos para cambiar las cosas apocalípticas, y las alternativas multipolares de los pacientes, tras tanto ir y venir. La matemática... Por consiguiente, Dark se basa en otras recepciones que rotan sobre Terminators en aquellas cúpulas energéticas, no tan transportables, más parecidas a la invención de Mr. Wells, teletransportaciones a lo Star Trek o Doctor Who, con matices. 

Sabor a dislates divertidos de Zemekis y Michael J. Fox, pero sin comicidad absoluta, frente a la natalidad prorrogada del mismo Marty McFly, volador en patinete... pues nada de colorido, sobriedad y tonos grisáceos... como a otros atrapados en el tiempo reiterado sin marmotas. Puertas de Stargate con la mitología, sin el antiguo Egipto, salvo triángulos,  o el armario volante y el reloj, que siguió los pasos a universos de Alicia y al Oz de Dorothy, y los héroes del Tiempo de Terry Gilliam, sin sonrisas, ni onirismo de carácter epopéyico.

Y es que la mecánica cuántica, estudia esas escala minúsculas, sistemas subatómicos que se descomponen en otra realidad alternativa, a diferente escala espacial y con fuerzas, que no comprendemos del todo. Porque pueden existir en varias versiones a la vez, tal vez... o porque no han terminado de explicar el viaje a lo desconocido, miniaturizado, recuerdas, Raquel Welch d.e.p... ahora en la película QuANTuMANía, que atrae al mismo tiempo a tres de diversas eras y viajes pasados, en común, como nuestra querida gata Michelle Pfeiffer, Michael Douglas, superviviente de Coma o El Síndrome de China y nuestro vividor favorito, amante repetitivo, Bill Murray. Pero, esa es otro ecuación...

¡Chernobyl!

Me resistí a verla, no porque no tuviera buenísimas referencias y noticias sobre producción artística y grandes interpretaciones, sino por un motivo más informativo... 

Ya había visto multitud de documentales sobre aquella explosión nuclear en la central de Chernobyl y sentí mucha pena por las personas caídas en desgracia, e incertidumbre tremenda. Muchos fallecieron a raíz de aquella tragedia y la sombra siniestra del silencio de las autoridades. También memoria de aquellos héroes desconocidos que se metieron, primero sin saber muy bien que ocurría, como los bomberos u otros especialistas... en la boca del lobo. Después, los elegidos para mojarse y morir, o cavar bajo tierra como mineros del Diablo que trabajan el infierno subterráneo de Dante, luchando contra otro peor y mortífero que hierve sobre sus cabezas, el dragón descontrolado. 

Todos defendiendo a millones de personas de una exposición letal por el resto del planeta, y por supuesto, no últimos sino el principio de nuevo, a aquellos valientes biorrobots de 90 segundos. Siempre arriesgando sus vidas para que los demás continuaran siendo felices. Y la científica miss Jomyuk interpretada por Emily Watson, que se combina con unos excelentes Jared Harris (Mad Men, The Crown y The Terror), Jessie Buckley (Taboo, Fargo) y Stellan Skarsgård (Melancolía, Dune) siempre genial. Gracias, héroes.

Me sobran alguna escenas del dolor y el sufrimiento... Sin embargo, a pesar de aquel lamentable accidente, sigo creyendo que energía atómica es un generador de, hasta que hallemos otra menos arriesgada y duradera, como la fisión controlada, confort. Pienso que las otras limpias como eólica y solar, no son suficientes para calentarnos y vernos en la obscuridad en cualquier momento... ni sofocar a los mayores necesitados. Al menos no, si no viajamos a las estrellas y controlamos su fusión cuántica (en emisión fotónica y radiactiva), masiva y natural, más o menos durante los próximos 5 millones de años. Sabiendo que las más cercanas a la Tierra después del Sol, están a más de 4 millones de años luz, como las Alfa Centauri A y B. Si Andrómeda no lo remedia en perspectiva.

Mejor dicho, diría evolutiva, hasta gigante roja, ya que no explotaría en supernova y convirtiera en Agujerito Negro... que nunca te acordaste de pintar... la la lá. Pintoooor... 


En definitiva, que después de aquellos documentales impactantes, me he vuelto con el paso del tiempo a adentrar en las interioridades de aquel naufragio caótico y me ha encantado el rigor visual, los silencios, no tanto el ruido de los medidores gamma... y el reconocimiento a los héroes, o esa investigación para evitar nuevas experiencias traumáticas o las responsabilidades. Decir que las centrales de tercera o cuarta generación son muy diferentes y evitan riesgos, y si son diminutas mejor... y las interpretaciones que son lo máximo de esta pesadilla estructurada en estupenda serie. Chernobyl para HBO.

En estas catástrofes atómicas, la radiación se comporta como un ciclón tortuoso e iónico, invisible eso sí como el agujero, y si toca a un determinado número de seres, que sufrirán sus efectos tóxicos durante su existencia y el terreno que les rodea, parece que se desvanece antes de lo previsto en el tiempo. Otros luchando contras sus terribles consecuencias; algunos serían expuestos directamente a su onda expansiva, que les produciría graves quemaduras, enfermedades a largo plazo o la destrucción radical de su resistencia genética; y algunos que caen en el ojo de la explosión, simplemente, dejarán de existir tras el apocalipsis. Ahora me refiero también, a la película de estreno de Christopher Nolan sobre la figura del científico Robert J. Oppenheimen, e interpretada por el Shelby, Cillian Murphy y su amada Emily Blunt, y que tengo ganas de ver.

Por otro lado, terminando que es gerundio utópico, la ciencia ficción ha especulado, veamos el caso del filme Interestelar, sobre la posibilidad de controlar los efectos dañinos que rodean a los agujeros negros y retratar a alguno de ellos que rondan independientes, para conseguir su absolución. Tal vez, un pase gratuito al multiverso.

Así ciertos documentales de astrofísica, sugieren la incertidumbre calculada, de reconducir las propiedades del Bosón de Higgs o "partícula del todo", creadora de toda la materia del universo y que emite gran cantidad de energía en unos cortos instantes como la denominada radiación de Hawking, para simular una puerta cercana a la Tierra o agujero de gusano, que nos permitiera la salida (y reentrada) a otros confines lejanos del universo... o esos mundos paralelos quizás. Sería una cuestión... de plasma. 

O la misión... evitar su poder descontrolado, mejor especificado.

Entonces, la Teoría del Todo se uniría a la de Supercuerdas, supersimétricas, frente el principio de causalidad de la ecuación de Schorödinger o la aniquilación de pares de partículas, antimateria, blancas y negras como en el ajedrez, para la predicción de 10 dimensiones más una temporal. ¡Qué de partidas saldrían, eh! ... como piezas del Tetris que sueñas, una y otra vez. Pues, el científico Stephen Hawkins pronosticó esos puntos cósmicos donde la curvatura espacio-temporal se hace infinita y definen la singularidad indefinida. Igual que se preve la escalada exponencial del conocimiento o la inteligencia, digamos, más o menos... humana.

Los campos rotatorios y la ciencia matemática, ya hablaré de Tetris, permiten el cálculo de los patrones de los movimientos orbitales de los cuerpos con su fuerza gravitacional relacionada con la masa de atracción, que serían las enormes presiones que deberíamos desestimar para el posible viaje a... algún lugar o espacio. Tal vez, a algún determinado tiempo... Vayan preparando unas buenas series por si acaso...

Bon voyage! Mon ami, le Chat.

Y la soundtrack de Ben Frost 

Esta de la banda alemana Nena, no sale... pero a quién no le gusta.

Cinemomio: Thank you

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