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domingo, 3 de septiembre de 2017

Guardianes de la Galaxia, vol. 2

Guardianes de la Galaxia Vol. 2: Dale al Play...

Los Guardianes han regresado, y por fortuna o el dios pretérito del cosmos (algo enfurecido), pocas cosas han cambiado...
Todos esperando que apriete el botón, con su cara de niño que nunca ha roto un plato y su mirada perdida en el horizonte. La diversión narrativa que los seres humanos, siempre han visualizado entre la humanidad y una mente, excesivamente megalómana (si posee oídos, que dudamos) o endiabladamente sádica y apocalíptica. ¿Eh?
Despierta Groot, todo ha sido un mal sueño... ¡ponte a bailar como Gene Kelly!
I´m Groot!
Ah, no... ya lo dijo un personaje de Twin Peaks, ¡maldito!
I´m Groot!
Vale disculpa, la culpa siempre será de la lluvia cósmica... y recuerda:
Not That Button, baby Groot! O tocaremos the bottom.
I´m Groot!
Que no me harás caso a mí... que escucharás lo que te diga Mr. Gunn. O.o

Y comienza a el segundo baile, con una escena sacada de aquellos musicales de Broadway, pero, con nuestros amigos o protagonistas de Guardians of the Galaxy, en pista y danzando como vegetales animados, exhibiendo músculo entre guiños monstruosos y efectos delirantes o graciosos. ¡Vaya entrada!

A este lado del universo ´desconocido` y luminoso, el sonido forma parte de su esencia ecléctica o naturaleza amistosa, por encima de todo... excepto de la diversión.
La música permanece sostenida por el humor y la acción, flota en el ambiente y sigue manteniendo los mismos efectos en los protagonistas, rebeldes recalcitrantes o poliédricos de ayer, con alguna incorporación emocional. Son como músicos impertérritos de un naufragio cósmico, balanceándose entre el bien y el mal.
Pero, nunca se hunden, porque son héroes legendarios del cómic, creados entre Arnold Drake y el colorido de Gene Colan (autor del terror de la Tumba de Drácula y el extraterretre-ánade, Howard), por allá en 1969, época de cadillacs y rockeros. Hoy modernizados por Dan Abnett y Andy Lanning, para mostrarnos la cara posible de lo impredecible.

Llevados al cine hoy, esto significa, carcajadas coloristas y un poquito de... It´s Showtime!
Su rebeldía no tiene fin, a partir de brillantes o pugilísticos diálogos, que persiguen la acción espacial con ese humor característico de la primera. Se han ensamblado como grupo cinematográfico, particular y diverso, que se mueve por las canciones de antaño y bailan a su son... claro, también al de sus naves, armas plasmáticas o láseres. Siempre que se lo permita, la olvidadiza mente de aquel pequeño brotecito o retoño, con su contoneo para todas las edades y géneros.
Sí, es el protagonista como dijimos y sabíamos, recordado por el gentilicio de Groot y su ´despierto` cerebro en crecimiento vegetativo. Todos quedaron encandilado por su enorme sapiencia de secoya o defensor de lo verde, ahora saltando de su maceta diminuta o terreno inestable, y cimbreándose con las ondas hertzianas. Pero, divirtiendo al universo con su ritmo florecido... y acercándose al estrellato con paso suelto y danza, firmes.


I´m Groot!
Perdona plantita, se nos ha colado este clip ochentero.

Música celestial o espacial.

La música es buena para el crecimiento físico e intelectual, ahora, Groot se ha convertido en un pequeño simpático y juguetón, que no descansa ni en sueños. Con algunos centímetros de más, sigue desarrollando otras habilidades, tal que el movimiento de pelvis, como un tallo flexible al viento, tronco.
También, establece su posición con el colorido vómito contestario, o dubitativo, no sé. Lo veremos en los futuros desafíos de los Guardianes al otro lado y las lagunas arborícoras de su mente, ojeando libros de biología o historia de sus grandes predecesores en la Tierra.
Si bien, antes, que su pasión por las novedades informáticas y la tecnología, veremos a sus progenitores o compañeros marcianos, con sus movimientos guerreros en la pista de aterrizaje y alguna disposición diferente en sus vestuarios, pensamientos y... corazones.


Podría ser una de sus pasiones, más ecológicas a priori y respetables ante los diversos mundos, es el dedo derecho del padre, que apunta en todas las direcciones de la Galaxia Marvel. Star-Lord, siente su presencia en las alturas (o bajuras), como los problemas derivados con los bailes no correspondidos, y esa devoción por los botones y las dudas...
Ya lo advertimos, cuando Miss Quill se acercó a un extraterrestre como J´son, o ante determinados estirones y los deseos de la futura familia... que no se puede hacer nada. Sino que se lo pregunten a los viejos residentes del espacio cerrado y los azules de Alfa Centauri, viajando en el tiempo y transportándose a nuestro Planeta Azul y caja de ritmos.


Esto no acaba en la tonalidad, ni en unos simpáticos centímetros contestatarios. Sin tiempo a respirar, por instantes, pareciera que el arbolito es el niño bonito del guion, aunque existen otras pequeñas evoluciones no cerebrales ni sentimentales. Alterables e inestables como un clon que no ha tenido infancia feliz ni visto películas 3D en Imax, o un gigante violáceo con un humor de pe... de mapaches. Una pareja tensa como los músculos y compenetrada a base de chistes e improperios, también alguna entradilla sexual para acercarse a los mayores, de actos no de edad.
Alrededor de, representante vegetal y un astroboy ya crecido, se esfuerzan en seguir sus pasos extraterrestres, los danzarines que aparecen en los títulos ulteriores. Seres, otrora marginales, que evolucionen alrededor de una hecatombe ruidosa, prismática, a través de un caleidoscopio fluorescente e infinito, no sé de cuantos trillones de tonos en la paleta y años luz. Dos fuertes hermanas enfrentadas, a raíz de los jueguecitos de su tutor, aquí, desaparecido en combate.
Ahora, deberán aprender a bailar de nuevo...


Al menos, van aprendiendo algunas frases ´savias` y cimbreos... ¿o no?
Y es que, ver el crecimiento de una criatura, en graciosa libertad y armonía con el mundo, pero un dolor de cabeza para los nuevos, como Pom Klemetieff o Mantis para los amigos espaciales, Sean Gunn el colega inseparable del gran Michael Rooker, o los malos extrovertidos de todo esto. Unas relaciones tan emocionantes y complejas, como la aparición de un pariente inesperado, que te empieza a tocar... todo lo que tienes controlado.
Tan curioso como los cambios hormonales, o cambiante como los rasgos emocionales que se establecen en tu círculo de amistades. Temeroso como las ideas de tus contrincantes acérrimos, o enemigos sedentarios en una guerra virtual, de consolas, cercanos a una batalla campal en Internet, con bots peleándose entre sí y destrozando cualquier rincón del ciberespacio. Aunque, siempre exista una resistencia, más o menos, activa. Aquí encabezada por Sylvester Stallone (sí, el Juez Dredd), Ving Rhames (Pulp Fiction), Michelle Yeoh (Tigre y Dragón), la voz de Miley Cyrus (no registrada), la de Seth Green como Howar el Pato (¡heim!), o el mismo e indisoluble Stan Lee, como un astronauta con amplio sentido del humor o gran caja de resonancia... diríamos un arco iris en el mundo Marvel.


No obstante, algunos reglones se escriben torcidos, como una relación paterno-filial, o como una cresta que no encuentra su posición exacta, dentro del cajón de los calcetines. Desafiantes como un beso furtivo bajo las estrellas... o soñado al menos, se alza los ideales fantásticos (y fanáticos) de un mundo idealizado llevado por una mano con piel de serpiente. Sin duda, algún resto epidérmico de nuestra juventud.
Igualmente, contradictorio como un personaje encarnado por un Ego, desafiante como un otro disfrazado de paternidad o divinidad con hambre insaciable. Un dios con botas de serpiente cascabel, para bailar un taconeo country.
Es el alter ego de Chris Pratt, metido en cintura, por el carácter de Snake Plissken. El fantástico y sibarita, Kurt Russell, aquí algo más ofuscado con una vuelta atrás de 34 años en los píxeles. Aunque no únicamente en el cuerpo, también con un cambio cerebral, todopoderoso y romántico... Sin embargo, olvidado en pos de la unidad universal. Esto es, una vuelta atrás en el espacio y el tiempo, musicales ambos.


El Ruído y el Color Estelar.

No debemos olvidar otras atractivas circunstancias que envuelven un producto para el entretenimiento más continuista, gracias a... Groot.
Observar como la familia sigue creciendo, desde el guion contradictorio y el entretenimiento visual que propone el director James Gunn, animando a otros para unirse a un espectáculo fuera de lo común. Como la creación de este cosmos brillante e imaginativo, de proporciones infinitas y épicas, con numerosos aciertos narrativos o divertidos diálogos que bucean en el pasado (algunos pensarán que repetitivos), mas con el ánimo de preservar su fuerza interior (amor y amistad) o las diversas localizaciones de este territorio extendido, flotante. Que diseña formas y múltiples polarizaciones en el aire, para favorecer el aspecto artístico o conceptual del tebeo, en defensa de las maravillas naturales, y las otras. Las que manifiestan el futuro de nuestra especie... que digo una, de todas las evolucionadas...

Y, por supuesto, continuar con el ritmo imparable, que confiere a la cinta de una embriagadora velocidad, sin pausas ni prisas. Un trabajo minucioso y alegre de un grupo, divertido, que se identifica con las evoluciones de los magníficos efectos especiales y las conversaciones de los personajes, parte de la familia ya.
En definitiva, los demiurgos de un universo caleidoscópico, basado en estructuras naturales, las fuerzas imposibles del cosmos y las construcciones faraónicas, recreadas en estelas o en nebulosas conceptuales, con formas geométricas de composición fractal. Un infinito de formas elaboradas por genios de la informática para la industria cinematográfica, ya cercanos a la maestría, como los de esta mágica reunión en la composición de bits: Animal Logic (Paul Butterworth), Framestore (Jonathan Fawkner & Patric Ross), Method Studios (Nordin Rahalli), Scanline VFX (Jelmer Bosksma), Trixter (Alessandro Cioffi & Adrian Corsei), Weta Digital (Guy Williams), Lola Visual Effects & Cantina Creative.
Por tanto, vuelve a la dirección, el capitán de esta loca tripulación, creador de espacios y guionista llamado James Gunn, tan chulo como un San... Groot. Apoyado por su hermano bostoniano y productor de Marvel, Kevin Feige, la caja de la risa tras la mayoría de las últimas pelis de Marvel Studios.

Para ello, han respetado aquellos dibujos trazados por la imaginación (de su real paternidad) y el espíritu roquero sintonizado con la música compuesta por Tyler Bates y un montaje enloquecido de visiones fantásticas y canciones... Unas veces calmado, otras muy loco... pausado, rápido, lento... les´t go, please... I´m Groot, elaborado en el editor por Craig Wood y Fred Raskin.
En la historia romántica, se desarrollan los encuentros de Chris Pratt y Zoe Saldana, el pensamiento rocoso de un cálido Dave Bautista, la paradoja del animal Bradley Cooper encontrando un rasgo humano ante tanta locuacidad, propia y extraña. La ´compasión` del gran Michael Rooker como Cupido, aunque no su flecha furtiva, y la prioridad protagonista de un Vin Diesel que reclama más música y letra.
Al menos, a la misma altura de una hermanastra interpretada por Karen Gillan o la Mantis sensible sufriendo algunas maldades lingüísticas y emocionales del reparto. ¡Ah!, sin olvidar las expectativas futuribles de la maldad dorada de Elizabeth Debicki, líder de los Sovereign más estirados.
Aunque es complicado explicar cómo, Miley Cirus se encarga de poner voz al masculino sistema operativo conocido por Mainframe o que, Seth Green platique en la silueta de un palmípedo sin fronteras... Incluso sentimos a Jeff Godblum y David Hasselhoff se convierte en el baúl de los deseos, mientras Stan Lee como siempre... se recrea en la Luna.

El Sonido Galáctico... volverá.

Cualquier baile o gesto, no vegetativo. Cualquier centímetro en el estirón, será remarcado de nuevo, entre explosiones estelares y su banda sonora.
Será mediatizada, ya que significa algo dentro del cosmos y de alguna forma, nos conecta a todos. Buenos o malvados, humildes y divinidades, tratando de ser felices, ante tanta mediocridad o maldad galopante. Síntomas de una dramática revolución o un pensamiento excelso, caótico para las especies y el futuro. En este planeta diseñado por el dedo divino de Quill, y amenazado por el pulso de un botón, mediante la mente ´despierta`, del dios Groot de la animación galáctica.

Un dibujo nuclear, no exento de violencia y divertimento para mayores, que necesitará a los héroes del tebeo con el fin de extremar la vigilancia sobre este mercadeo de dolor. Un equipo heterogéneo o racial, que significa la protección de todos los inocentes... o no. Quizás, más destrucción.
Por la música y pies danzantes del universo, aquellos pequeños y revoltosos Groot´s que posean el ansia de aprendizaje y la libertad. La gracia por los juegos, harán que sus muecas contagiosas, giren como peonzas saltarinas, sonriendo, otra vez a la confusión... Esa débil memoria, siempre con un guiño de ojo cómplice.
Es decir que, por todos los revoltosos que tuvieron un pasado en diversos planetas, alterado o mutado, volverán a subirse a los árboles, peleando con una espada hecha de una rama tallada. Navegarán los piratas de la infancia y del espacio exterior... u otro más cercano, comiquero, fantástico y literario. ¡We´re the Groot´s!


Aquel año llegaron silenciosos, midiendo su entrada (que no sus expresiones), como si pocos les conocieran por estos lares. Y se han ido conformando como una auténtica revelación de superhéroes del futuro, mágicos e interespaciales entrañables, tal que un vestigio de los vaqueros a este lado de la frontera o aquellos marinos de nuestra infancia, surcando las olas gravitacionales, en navíos sin calado ni agua. Izando su gracia al ritmo de un tema pop o el irresistible rock.
Propagaron su risa a la nuestra, con letras y canciones. Su amistad sin, aquellas fronteras reales, ni diferencias en colores. Desintoxicando la egolatría de las redes sociales es espacios virtuales, reformando un amor reservado para melancólicos y descreídos, practicando la coreografía espacial y bípeda en escenarios binarios. Siempre sin perder de vista, la coordinación y el sacrificio.
En estos momentos de gloria conceptual, mencionaremos a los precursores de estos efectos visuales y las variaciones plasmáticas el arco iris, como pintores digitales. Aún más fluorescentes si cabe, desarrollando una generación de avatares con infinidad de ráfagas multicolores, como láseres incandescentes y pupilas de tonos ígneos. Al calor de la música, como si una espace ópera se tratara...

Pero, en el fondo de un cajón, nos entra cierta duda repetitiva. Su humor fuera de lo común (para estas edades tempranas, soy Groot... sí pequeño todavía) o temperamento extraplanetario, se manifiesta demasiado infantil a veces... soy Groot, lógico.
Sin embargo, no olvidemos que su rotundidad visual y la ágil narración, corre a cargo del giro futurista de Walt Disney, un divertido James Gunn y el sabor con gran solera, de un astronauta del cómic. A sus órdenes General Lee.

Más en forma que nunca, física e intelectualmente, hasta que los pies quieran seguir danzando. El gran cowboy, en términos generales, puede seguir contento a horcajadas. Cabalgando por su singular espacio, plagado de fenómenos, en el mejor sentido de la palabra. Asaltando mundos oprimidos en su mente secular, con sus 7 magníficos del universo. Ante una teoría del todo, bastante bifurcada o comprometida.
Toda la dispersidad de frikis evolutivos, se reúnen con los especímenes gráficos y los otros, más parlanchines, para compartir entretenimiento.
Gracias a sus diferentes formas de conocimiento, su energía grandiosa, sus juegos marciales y los avances técnicos. Los guerreros espaciales, serán nuestros ´leftovers` y su batalla a distancia, un reencuentro potencial desde la celulosa al celul... digo hardisk. Pero, no tan lejana como la comunicación actual, o el moribundo rock&roll. Se va gastando, desfalleciendo y perdiendo las baterías, como un arcaico walkman que terminara distorsionando, reproduciendo sonidos grotescos de otro mundo, con la oxidada banda grabada en el casete.

Solamente por un suceso imprevisible, un final en la balanza del bien y el mal, entre ese lado aparentemente luminoso de un dios oscuro... demasiado evidente.
Pero, James Gunn y su equipo, tiene movimientos guardados en la cómoda de una habitación, que se irán viendo en próximos episodios de nuestro crecimiento. Amo y señor de la Galaxia Disney, siente preocupación por las enseñanzas extrovertidas de un padre, obsesionado por controlarlo todo, como un fantasma del pasado, incluso la vida.
Mientras, su rebelde hijo muestra otras tendencias todavía inconcretas o indefinidas, pero que demuestran la savia que corre por sus venas, I´m groupie Groot!
Seguro verdurita... nos embarcaremos de nuevo. En esa y mil batallas más, igual que Vengadores.
Haciendo frente a todas las enfermedades o impurezas del universo conocido, y por conocer. Luchando por parientes, plantados en cualquier confín bajo o sobre las estrellas. Guiados por la brújula que indica el norte, del rosavientos y el pulmón verde de numerosos planetas.
Aunque en, nuestra tripulación, la suya de Gunn, exista algún tipo de bucanero entregado a la bolsa o el cofre, a desafiar el océano profundo y amenazar al resto de marineros. Siempre hay alguno...

También, deberemos mirar en nuestro hogar. Cuando algún pirata apodado el Verde (I´m Green Groot), se impaciente con las órdenes confusas del capitán, condicionado por una enseñanza familiar, pero no, específica o sanguínea. Que alimente sus malas pulgas, por mor de la rebeldía y no de aquellas habilidades, sustentadas sobre el pellejo de un ágil depredador. Voto a brios.
Otra batalla generacional en curso, cuando se manifiesta la desunión habitual, cuando el precio a pagar ha sido mayúsculo y pintado de azul cielo. Rindamos los honores, a pesar del precio pagado y no la pérdida de la libertad como ciudadanos del cosmos. Con veinte salvas de cañonazos.

Por tanto, el conductor o demiurgo, no podrá empezar a construir el futuro, destruyéndolo como el hombre de las dos caras de esta historia. Ni podría amar, sino muestra respeto por ella, en la libertad de elección, la diversidad del pensamiento y las formas de vida. Por muy pequeña, y dubitativa, que esta sea... A bordo, siempre, un equipo que navega o rema a buen ritmo, más o menos, unidos. Capaces de transformar nuestro mundo e infundir, más inteligencia emocional en el resto. Hasta alcanzar los objetivos no diseñados dentro del universo dividido y salvaje, cruel o violento, manipulando los mapas de bits para elaborar otro viaje, bajo esa tormenta de fuego o arco iris digital.
Texturas sin fin, sonrisas evolucionadas tecnológicamente. Para distinguir a los nuevos piratas del espacio o aquellos guardianes de tesoros hundidos, como la esencia de una energía conjunta y limpia, la imaginación artística y conceptual, el carisma... A un golpe de botón derecho... no izquierdo... ¿y tú quién eres...?

Las gélidas despedidas, no se me dan bien... ¡quién sabe! En nuestras lágrimas criogenizadas, podríamos conocer nuevas estrellas o incorporaciones galácticas, vicisitudes de familia y las que vendrán disfrazadas para el espectáculo del Séptimo Arte. Bajo una lluvia de pléyades, Vengadores se levantarán, alrededor de fuegos galácticos y la memoria, bajo el atardecer terrestre o el atardecer Celestial, para recordarnos que el amor es el motor que mueve todas las emociones. Especialmente, las más aguerridas o innovadoras.
Aquel rumor de dios vengativo, pasando el tiempo, cambió los registros y su aspecto luminoso, por el calor del caos y frialdad en las palabras pronunciadas, vestigios... como un esqueje quemado en un infierno de verano o una guerra radiactiva. ¡Naturaleza Imperfecta!... ¿no es así, Groot?
¡Pulsa el botón! Sonríe... clic.

jueves, 13 de octubre de 2016

Star Trek: Beyond.

La Colmena Viviente del Más Allá.

Hace ya 50 años, durante un mes de septiembre de 1966, se emitía en nuestra edad moderna, el episodio piloto de una odisea o iniciación tecnológica para la NBC, con este nuevo fundamento catódico que sucedía en el interior de las pantallas de televisión (muchas de ellas en blanco y negro) creado por Gene Roddenberry. Sobre las aventuras de una expedición estelar que surcaría las lejanas frecuencias de medio mundo, claro, siempre que los hogares estuvieran conectados físicamente a las antenas del novedoso medio.
Aquella serie se basaba en los viajes de un marinero y su tripulación por los diferentes mares conocidos sobre nuestro planeta y una serie de relatos cortos llamados Marathon, escritos por el ingeniero y novelista Eric Frank Russell y asesoría del mismísimo Isaac Asimov. Ahora, en busca de otros asentamientos o civilizaciones más avanzadas o, adaptadas en esta ocasión, a otras circunstancias físicas a través de un imaginativo paseo por la Vía Láctea. Conocimiento, en un abrir y cerrar de ojos... o bifurcación de dedos. Como habían emergido de la mente de aquellos pioneros escritores de la ciencia ficción y algunos directores de cine con inquietudes científicas, como Fred McLeod Wilcox en 1956 dirigiendo aquella maravillosa odisea robótica en Planeta Prohibido o la serie para CBS, un año antes, Perdidos en el Espacio, con novedosas y amplias miras sobre nuestro peligroso futuro en el cosmos.

Sin embargo, mucho han cambiado las cosas desde esas masivas retransmisiones familiares y su aspecto se ha rediseñado como consecuencia de los avances tecnológicos que preveían entonces o la conciencia filosófica, por ejemplo, gracias a las comunicaciones inalámbricas, la velocidad globalizada o los motores de propulsión (aún no tan desarrollados como en esta ficción); igualmente, hemos perdido a algunos de sus rostros más carismáticos, desde la dolorosa pérdida de Mr. Leonard "Spock" Nimoy unos meses atrás, recordando que el fue precursor y era capaz de hacer sin problemas, el famoso saludo vulcano. Así como, la más reciente y dramática pérdida del joven actor nacido en la bella San Petersburgo, Anton Yelchin, que tras un estúpido accidente vio truncada una carrera cinematográfica y potencial artístico que despegaba con todo el viento a favor. Hoy desgraciadamente transformados, en mágico polvo de estrellas. Mi reconocimiento a ambos, descansen en paz.
Entonces, aunque el brillo de las estrellas tarda demasiado en perderse, o consumirse si proviene especialmente del universo del Séptimo Arte, en estos últimos cincuenta años, se tornan los rostros o se deforman las distancias frente a aquella pequeña y gris pantalla. Como se ha modificado, la visión que tenemos los seres humanos (y algún vulcaniano con ardores coronarios) de las etapas posibles de un viaje espacial al ´cercano` Marte, ya que concebimos otra forma de mirar el universo conocido, y más allá. Si bien nos dediquemos constantemente, a hacernos la vida imposible unos a otros, entre diferentes culturas, religiones o razas, contra lo que luchaba Star Trek.

Por tanto, se hicieron realidad algunas de aquellas ventajas técnicas y nuevos desarrollos espaciales, con la modificación de los sistemas de comunicación que manejamos en la actualidad desde el espacio, con numerosos satélites y una definición de imágenes superior, gracias a ese volumen mayor de datos a una mayor velocidad, sin pérdidas cuantiosas de calidad.
Aquella Star Trek, poco tiene que ver visualmente (excepto conceptos básicos), con esta nueva entrega titulada Star Trek: Más Allá, donde se continua el misticismo de la saga sobre un reciclaje temporal y ambiental, que empezase el director y productor J.J. Abrams (ahora en camino de otras galaxias y batallas más lejanas) o el desarrollo casi juvenil de unos personajes que han sobrepasado los límites conocidos de la fama y el éxito terrícola. Hoy, con incorporaciones racionales y metabólicas cambiantes, ya que se trata de la juventud tardía de unos personajes míticos y unidos, aunque con diferentes concepciones y personalidad, más espectaculares que profundas, o actrices disfrazadas de acá, como las marcianas interpretadas por la británica Lydia Wilson y la argelina Sofia Boutella, en una extensión internacional de la saga. Un joven actor de origen coreano llamado John Cho, y dos británicos más, el narrador divertido Simon Pegg con pluriempleo narrativo, y un tremebundo, malvado, apabullantemente conceptual y gutural, vengativo Kroll o comandante Idris Elba y sus polifacéticas crestas craneales.

Durante estos 5 decenios de Star Trek, se ha convertido en leyenda. Se han subastado las verdaderas orejas picudas de látex del científico Mr. Spock en eBay y Martin Landau rechazó el papel de Nimoy por la gran Misión Imposible, al nuevo vulcano se le han tenido que unir los dedos artificialmente, y junto al capitán Kirk (interpretado por William Shatner) serían los únicos inamovibles; también hemos transformado esta visión fantástica y la concepción del universo, llegando a fronteras inimaginables en el pasado o modificando de forma constante la apreciación metafísica del cosmos, desde lo social y cultural de la especie humana, hasta nuestra disposición frente al porvenir de la humanidad. Si nosotros queremos o imaginamos más.
Los seres humanos (y algún vulcaniano dormido) se despiertan al nuevo mundo, como harían nuestros antepasados descubridores de territorios inhóspitos, concibiendo esa nueva era o potencial, que nos lleve más allá, al igual que se hacen realidad otras cuestiones o ventajas que manejamos a diario en nuestra sociedad o enjambre de seres. Aunque los anteriores guionistas hayan tenido que ser sustituidos en las funciones de mando de esta nave, y sus tramas apocalípticas se identifican más con la aventura clásica, que pervive en la imaginación contemporánea como última frontera de ayer.

Aquí, devuelta la aventura con nuevos bríos y aromas del siglo pasado, por el buen trabajo del taiwanés Justin Lin tras la cámara, y el equipo de guionistas con Doug Jung (Confidence, God Particle) y un actor como Mr. Simon Pegg, formado en la narrativa de una cantera divertida junto a Edgar Wright, o el gamberro Nick Frost, cariñosamente hablando. Realizan las hazañas espaciales, con la idea de la biomecánica insectívora de Matrix y, además, conforman la cabina de pilotaje más famosa del universo cinematográfico, propagando su onda compulsiva contra los defensores de la federación galáctica, o trekkies de nuevo cuño. Son astros en funciones y en evolución de batallas multitudinarias que devuelvan el brillo a esta historia y a la constelación de seguidores de la ciencia ficción más clásica.
En este actual paseo por territorios desconocidos y corporales o temporales alunizajes, se enrola el mismo reparto encabezado por una generación nueva para la Flota Estelar, que en este 2016 irá más allá del oscurantismo pretérito de la anterior, con andanzas espaciales de la edad en una sostenida regresión de habilidades físicas, esto es, rejuveneciendo hacia adelante, gracias a actores como Chris Pine cada vez más carismático en el antiguo traje granate del Capitán Kirk, o el actor de Pittsburgh de nombre Zachary Quinto con sus orejas puntiagudas y más entidad, si bien con esparadrapo entre falanges, anular y corazón, al lado del estómago, y el neozelandés y médico de la saga Karl Urban o aquella imagen pretérita del primer beso racial en pantalla de televisión, con una actual y bella Zoe Saldana, no sé si con Ñ de sueño o sin ella.

Todos los factores confluyen en adecuar las imágenes de nuestra memoria, porque en esta nueva entrega de tardía post-adolescencia, lo primordial además de los rostros, es una construcción adecuada en su fondo y el respeto a la idea originaria (desestimada por los primeros espectadores que no estaban preparados para esa serie evolucionada), o sus posteriores películas algo desintonizadas o menos espectaculares que otras aventuras galácticas del cine.
En Star Trek: Beyond, con determinación, se hace una sugestiva apuesta por la diversión en todas las materias, cinematográficas y ambientales, desde los personajes y sus escenarios, como sus diferentes planos argumentales (aunque desemboquen en una habitual o típica venganza) y tecnológicos. Hasta unos extraordinarios efectos digitales que viven de esa exploración espacial y gigantesca, sobre las distancias televisivas, sensitivas y sensibles con los conceptos históricos que forman parte del universo Star Trek (incluido el dudoso avance de una teletransportación molecular en masa); prevalecerán dimensionalmente los mitos e instigarán la libertad de los pueblos y razas, con la ampliación de dichas fronteras verticales. Y, por encima de todo, significando la amistad como motor esencial de estas aventuras clásicas, ante las inquietantes amenazas cósmicas, que tienen cierto paralelismo con necesidades actuales del ser humano.

De otro lado, existen esas exageraciones o libertades narrativas permitidas en la ciencia ficción actual, claro. Aunque siempre prevalece la diversión por encima de todo lo inimaginable, para nuestras mentes oprimidas, más allá de la pertenencia social o las posibles amenazas cósmicas que podamos hallar en próximos viajes, con la USS Enterprise u otra de nuestra invención. Pues, el director Lin establece el futuro de la saga galáctica con una brillante puesta en escena y esa relación entre especies, agilidad en un montaje altamente cualificado y brillante fotografía, como ya hiciera en la segunda temporada de True Detective. Más allá de otras consecuencias apocalípticas (con matices exclusivos) o emociones entre las parejas protagonistas y sus amoríos, la saga Star Trek parece avanzar a esa buena velocidad warp, que le permite el entretenimiento ilimitado de batallas épicas y paseos atemporales por territorios extraños o nuevas Tierras latentes, gracias a un enjambre concebido en una realidad superpoblada, o esa tensa convivencia de especímenes en el mismo espacio, con una mirada hacia un trekkie más evolucionado y desarrollado mentalmente.
Porque en esta última entrega, en nuestra post-adolescencia marchita, lo primordial es el desarrollo consecuente que nos viera crecer en cualquier dimensión y una aventura bien construida, con el acicate del espectáculo visual que maneja un respeto conceptual y la fidelidad por la idea existencia o aquellos temas en que profundizaban los guiones. Aspectos la plasmación de profundidad mediante convincentes efectos digitales, vivencias digitales acordes a una buena exploración espacial y sensitiva, o la primordial extrapolación corporal del tiempo y cierta idea shakesperiana, que desemboca en venganza tomando caminos propios de Star Wars, como la sublimación de la amistad, la traición y la posterior redención, el renacimiento de las propias cenizas, sobre todo, el cariño por esos hechos históricos que forman parte del universo Star Trek y su mítica banda sonora.

Por consiguiente, algunos dudarán, pero divertidos con Star Trek: Beyond, donde continuamos el camino emprendido en la televisión y diferentes adversidades terrestres o determinados aciertos por el cine, mediante un reciclaje de la saga en manos de este director Justin Lin (antes de lanzarse con nuevos anuncios sobre un nuevo caso Bourne, Highlanders, los juguetes Hot Wheels o, incluso un Space Jam 2 con Lebron James) y esmerados efectos digitales sobre Vancouver, Seúl y Dubai, de esta generación coproducida por Paramount, Skydance Media y Alibaba Pictures, que comenzase con el poder y la imaginación oscura de J.J. Abrams. Ahora productor solamente ante su expansión por otras galaxias y su lado oscuro.
Lin es ese último eslabón de la evolución o la penúltima frontera conocida de Star Trek como futuro de aquel episodio llamado "La Jaula", hasta ahora, con aventuras más espectaculares y derivas o comportamientos extremos, más allá de, consecuencias temidas por la transformación de la materia viva o de conflictos, entre amor, amistad y esas diferencias raciales o marcianas. Ya que avanza a una adecuada velocidad ´warp` y mucha eficacia visual, hacia el entretenimiento combinado de láseres, escudos antimateria, mentes y estrategias comunales, en formaciones de enjambre como otra forma de concebir la realidad. O la multiplicación de nuestros factores, allá arriba y adelante, como decía la canción de la Locura.
O esa otra, compuesta por Alfredo Le Pera e interpretada por Carlos Gardel, más o menos decía así:
´cincuenta` años no es nada... que febril la mirada, errante en las sombras, te busca y te nombra. Vivir y... Volver. Star Trek...
si bien nunca fui fanático, ni me consideré uno de aquellos trekkies almidonados... sólo puedo decir, hasta el infinito y otras cinco décadas más allá... digo... LARGA VIDA y PROSPERIDAD.

Star Trek Theme.


Star Trek Beyond - Sabotage (Beastie Boys)


Live Long and Prosper: The Jewish Story Behind Spock, Leonard Nimoy's Star Trek Character.



Cinemomio: Thank you

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