Cinecomio busca

EnglishAlemánFrancésEspañolItalianoNetherlandsRusoPortuguésChino SimplificadoJaponés
CoreanoÁrabe

jueves, 21 de marzo de 2024

Foundation. Season I, II

 


Durante la década de los 50, tras la salvaje era de la Guerra Mundial y sus aciagos resultados en la población mundial, con el fin estratosféricamente aterrador del halo nuclear, el mundo se recomponía de pulmones para arriba, a través del dinero y el comercio más globalizado. También se descomponía de tripas para abajo… Comenzaba la guerra fría y la amenaza constante sobre nuestras cabezas,  como algunos escritores ya empezaron a reflejar en su obra. 

Y Oppenheimer estaba ahí, arrepentido,  puede... como lo estuvo el mismo Albert Einstein, ejemplificado en el documental con la Bomba... Pero, mucho antes de que su personaje fuera el ganador indiscutible de la gala de los Oscars del 2023, Robert O. tuvo que lidiar con los político, y eso, es insufrible. El uso de la responsabilidad, una realidad que, quizás para algunos… debería haber sido más repartida entre las demás candidatas, o sociedades tal vez. Ya hablaré del tema... Méritos… existían… y el miedo a la guerra casi espacial comenzaba, con amenazas atómicas apocalípticas, también en los márgenes de cualquier Fundación… Hasta ahora… Y hágase la luz, religión, o lo que sea... Don Christopher Nolan, ya obtuvo su premio. Felicidades, genios de Hollywood y vencedor de la gala.

Mientras tanto, un treintañero de nombre Isaac Asimov – ya con sus gafas de pasta, pero sin su característico aspecto de melena y patillas, aún -, con su estilográfica de nueva generación, se apartaba definitivamente de la química, para asirse a su corazón judío, - el del otro lado de la frontera con Bielorrusia-, para adentrarse en la literatura scifi más política, social y religiosa, y con el espíritu de la naturaleza humana… y dicha conciencia sobre nuestras cabezas, en la estratosfera. Y otras, aún más incombustibles, que son las cuidadoras de los lobos... auuuuh!

Eso es lo que quería decir el maestro Issac, creo. Porque la complejidad histórica y generacional, de su obra Fundación en múltiples libros, es un agujero negro en el tiempo que nos toca vivir, como una predicción… Algo que muchos seguidores, consideraban casi "imposible" de realizar o versionar en otros formatos más visuales. Tríptico multiplicado entre fe y política, cambios generacionales y culturales, multitud de personajes, gobiernos y revoluciones, un compuesto de crisis armamentísticas, corrupción, negocios, amor al terror, etc... ¡Tres, un guijarro en el cielo, en forma de versión nuclear… Dos, en la arena estelar, de los recuerdos… Uno, Ignición!, ¡boooom! Nice! Cero... la nada. Ya no existimos más. Somos dinosaurios..

El divulgador científico y escritor fanático de los números y el alma interior del ser, dibujó una de las magnas revoluciones futuras en la space-opera, con capital en Trántor dentro del gran Imperio Galáctico, con sus adyacentes exteriores. Sus gigantescas repercusiones del capitalismo, la forma del estado, la sociedad (vamos como Platón a otra escala), captarían la atención de los creadores de siguientes décadas hacia la expansión de grandes sagas cercanas a nuestras estrellas o, muy, muy lejanas. Depende cómo se ruede... o mire.

Esos deseos imperiales o revoluciones en contra, en esferas como planetas… serían la máquina fundacional de continentes separados, de mundos – no estados que han ido modificando sus fronteras paulatinamente -, sino un vínculo con la mente de los que sueñan con reverdecer laureles, a través de la violencia de las armas y sus consecuencias enriquecedoras… Pongamos que hablamos de, los putinescos y Cía, la China corporativa y más capitalista que nunca con sus negocios multinacionales, la añoranza napoleónica de la Córcega francesa o el sindicalismo sangriento de la corona británica… y USA. España o algo así que queda, aspira a lo de libertad, fraternidad e igualdad, pero sin ninguna de ellas, ¿hermanos, pá qué…? Mejor darnos con las cachiporras a lo pintura de Goya.

Mientras, la decadencia guerra-civilista sigue creciendo -también en los USA-, estaremos preocupados en calcular la historia y algunos de reescribir su fundación sangrienta, como ya ha ocurrido en otros lares del cosmos. Ahora, los imperios cayeron y se aproxima la nueva visión comunista ´tirandoawoke` del gran estado Hollywood y otros tentáculos invisibles. Como pisada en una evolucionada nave espacial… de sangre. Tecnología y activismo, frente a la antigua ley del imperio… que fue la base.

La invasión que viene, ya nos había llegado con Arthur C. Clarke y sobre todo con H.G. Wells y la versión radiofónica del maestro Orson, más violentas, esta última más terrorífica, y se hizo mayúscula con Dune de Frank Herbert, a otros niveles de concepción territorial. Ahora los veíamos, los planetas, cercanos y exteriores, que con el pensamiento colonizador extraterretre, el físico Gerard K. O´Neill mostrado en su documental rotatorio, tenía que terminar colonialmente. Por Nos... y otras formas culturales, el impacto visual de las tiras del cómic de Buck Rogers, con el John Carter de Edgar Rice Burroughs, o el aprendiz o jugador aventajado, Flash Gordon de Alex Raymond. Ah y por fin, los seres superiores, el gran Kal-El de Jerry Siegel - dibujado por el canadiense de familia judía holandesa, Joe Schuster, con su mezcla guasona entre Harold Lloyd y Douglas Fairbanks -, y el acabose claro, digo oscuroa... la atronadora sorpresa del cine galáctico con Star Wars. ¡La atmósfera estaba creada!

La Fundación…

El panorama ya estaba despejado, 2001 Una Odisea del Espacio, fue un monolito multidimensional de El Centinela de C. Clarke, que se instaló en la conciencia metafísica de los cinéfilos a través del rostro de Stanley Kubrick y una lente, – otro barbudo despeinado del que celebramos su segunda entrega llevada al cine hace 40 años, 2010 -, y que me produjo entonces el mismo mal que ahora... esos minutos finales son bastante caóticos y atolondrados.  Ahí se descargó toda la filosofía habida y por, imaginar, en una inestable paz que durará varios soles nuevos. Una puerta visual a las estrellas y la AI, a través de su visión y la voz de Hal-9000, como nuevo Prometeo.

Sin embargo, esto de la Fundación sacrificada en favor de humildes y desubicados del mundo, es una paradoja - alguno consideran patraña del independentismo galáctico, hablando de la actualidad -, cuando esos planetas que giraban y se alejaban cada vez más, padecían de órbitas de virreyes, sustitutos en el trono. Eran como clones, pero se hacían los locos... No existían repúblicas, sino generación de familias unidas por ideas, corruptelas y sus dioses armados, que eran invasores foráneos. Aquí, y ahora como antes, cada uno mira por sus intereses. Y algunos por todos... los imperialistas, que haberlos haylos... con su poder atómico.

Por territorios conquistados, o no… por divisas invisibles, que provienen de la ilegalidad en muchas ocasiones. Secuestrando voluntades... con el control del dinero y de las enciclopedias con las que enseñar virtudes o versiones falsas, de sí mismos. Ya que, en todas las sociedades, han existido impostores, defensores de una fe novedosa, idiotas en gobiernos, que buscan su bien personal antes del general, aunque tengan que vender su alma o doblar sus rodillas ante la agenda futura y abrir mucho la bocaza… que es de lo que viven, y sus medios. Es la Fundación falacia.

El pueblo, mezclado y en pie de guerra, en Children of Men, lo captaron muy amenazantemente, se purga ante la geometría y la aritmética de los cálculos, como guetos de terror. Como decían los antiguos filósofos griegos, recordando que su religión era mitológica, coloniales que se transformaban en una república imperial para solucionar devaneos territoriales y del conocimiento humano. Gracias a la dialéctica, que sería el arte de pensar, los dioses inmortales irían cambiando, de a poco… Pero, para eso había que tener cerebro y desbancar a los Titanes tiranos.

La Fundación, se dividía por tanto, otras fundaciones con otras características contrarias, nacían al otro lado del universo, y radicalmente el conocimiento quebrado, se basó en las matemáticas como inicio del todo. Con la métrica, se avaluaron los riesgos, las amenazas y las posibles previsiones, los 300 cálculos de guerras... dentro de los millones de conexiones sinápticas que habrían en el porvenir, incluso artificiales. Con, cada vez más elementos externos conectados al Terminus, que bien podrían llamarse Terminators también mirando atrás, los héroes fueron desapareciendo, creciendo los lobos, y viajar por todos los rincones de la galaxia, fue cuestión de créditos. Hasta caer en un tejado de Blade Runner, donde la metafísica se hizo psico-historia. Esa es la otra versión, de lo que podría ser la procreación, de la que todos opinaban... El Superhombre.

Predicción… el Botón.

Ese botón es el del horror… el miedo con el que convivimos, el cielo en llamas más allá de Orion. La amenaza de un nuevo anticristo, un Robespierre, la bestia del 666, no de las matemáticas puras, sino del verdadero antagonismo ideológico y político. Se busca un nuevo orden mundial… ¿dónde… en la destrucción? Y eso es el poder. Absoluto.

El que siempre gana… futuros hítleres del universo, que asesinan o empobrecen a otros, napoleones de navegación congelada, zares que revolucionaron con sangre, comunismo de purgas - no de murgas, que es más español -, con los republicanos más imperialistas evolucionados, oppenheimers científicos, preparadores del caos y la pandemia, títeres con sus dedos en el botón rojo… dictadores del alma, al fin. Dinero y poder, que mata a sus hijos, y los de ellos, que ya tienen su fecha de caducidad incluida en los genes… que nunca serán, como los imperios caídos. Al final… es lo mismo. Caos.

Números primos, separados, que hacen su guerra. Justo al lado de nuestras casas, como los depredadores, y los políticos actuales son sus clones, solo que, como manchas molestas que no se van, ni con agua. Lo llevan en la piel... Es decir, que los terribles vigilantes radicales se multiplican exponencialmente, en todos lados de la galaxia, sus recuerdos se congelan en las retinas con dolor, sus voces se manipulan en los libros, - otros los quemaban tal que un Farenheit de Ray Bradbury -, o se petrifican en oídos y se enferman, tal que estatuas mortecinas de sal, con los colores del holocausto en vitrinas, en tonos grises como cenizas. Son la futura cabeza de caballo, sajada del mal, de una zona de interés, que mereció más atención, por parte de todos. Mientras los políticos, intentan cerrar las ventanas o taparlas con sus esputos sangrientos, que son veneno, a un lado y después al otro. Falacias, mentiras… la historia es circular, no un conjunto de líneas paralelas. Es una especie de bóveda, donde los ecos rebotan. Como brotes entre el imperio soviético versus el reino clonado, de un Reich tercero.

Igual que rebotan los rayos catódicos que llevaron a Mary Shelley a construir su monstruo eléctrico, universalmente humano, una individualidad... que construyó un corazón que tenía su propia vida, y luego enfermó de soledad, hasta alzar la mirada a otro u otras, cuerpo de fémina, con otra cabeza, otro cerebro y género sentido. La novia de Frankenstein – siendo el joven marcado por el padre, es el monstruo -, que se reproduce en una Pobre Criatura, una de las autodenominadas Poor Things (cuando debieran ser otra mente), científica reivindicativa, que abandona toda su existencia olvidada, para descubrir el mal en el mundo y aprender… y no poder cambiarlo. 

¡Salvo su propia historia femenina! O la de Emma Stone, cuyo cabello negro resurge como el ave fénix, en llamas. Y ´dios` creó a la mujer,  - como fuera… o eso del universo en un bang evolucionado -, y el hombre con rostro monstruoso – como siempre actualmente en la pantalla, me refiero a ellos - , ya no serán héroes de Bowie, ni en Fundación en serie. Y forjaron el futuro de una procreación pelirroja, distinta hasta entonces, que los sustituyó como un robot. Repletos de bilis y dolor, al estilo clásico… se quedó casi desnuda, masacrada, apenas con un vestido del pasado helénico, de la corte del rey desnudo. Y definitivamente, esa república ya no busca sólo la igualdad, depende quién seas, a quién te acerques, qué comas, a quién ames… y se buscará la venganza, al principio o el final del círculo, en una revolución esférica.

Una y otra, guerras, frente a la visual Oppenheimer de un dolor, no predecible, y la de las flores del genio Scorsese, formaron el imperio de los sentidos, antes de las balas, el brillo de las ideas, el olfato del mal, el peor sabor, que confluyen en el sentido del peso acumulado de la culpa, de una nación, de un imperio, de una república. De los tontos, o los muy listos... Mientras, la superpoblación augurada por los escritores científicos, pongamos Asimov´s metafísicos, no magos, no paraba de crecer, padecer demagogia y devorar la cueva de Platón. Eran metafísicos de bolsillo, de red. Así… no se cabía, poco espacio para tanta ni pedagogía ideológica. Al término, o Terminus conspirativo, damagógico, alguien apretaría el Botón. Y finiquito, como mi cartera...

Y Asimov… se clonó.

En un documental, tal que un visionario que abre su propia cápsula del tiempo, se volvió a ver a sí mismo, en el espejo de su pensamiento futuro. Con el rostro periférico de la historia y la ciencia… ¿fe? Puede, aunque no… De eso no habla la serie, se lo salta en el espacio, y vosotros deberéis opinar... Pero Platón a los 30, promulgaba que la dependencia de los maestros, podría ser perjudicial, e Isaac puede que lo pensara, ya que en su frontispicio mental, como en la fachada de aquella Academia, rezaría “Nadie entra aquí sin saber geometría y le preocupaban otras cosas del carácter humano y su mente. Por ejemplo, energías y paralelismos.

Ahora se ha tenido que reinventar la historia, en forma de imperio de los sentidos hacia lo aristotélico, cambiando las formas y su esencia, creando nuevas leyes y jurisprudencia, caustica, no filosófica… Ahora, todo se basa en el dinero, el que ganan abogados sin escrúpulos, comerciantes enriquecidos, mercaderes de la carne, por una libras de peso... y te lo quieren controlar, como el presupuesto de una serie. Es, en toda su estrategia, el Impero de la Ley, no de los Sentidos, que sería mas imaginativo. Por eso quieren controlarlo, me refiero al poder, claro.

Vamos hacia el imperio de los mediocres, abogados sin escrúpulos – puestos en nómina -, con alcaldes corruptos, parejas transhumanistas, genios de puticlubes, insufladores de polvos, roboces o robotas, ministros manipuladores, presidentes con trono, reinos perdidos… hacia el imperio de la Uniformidad Básica y Esencial… Gracias a ellos, como bien señaló el mismo George Orwell… con su ojo avizor. E, ¿Isaac…? ¿Dónde quedó…? En holograma, pues a repetir el mismo discurso. Puede ser, una y otra vez, el futuro de la alienación. Verdad que el mundo no está loco... ¡somos nosotros!

Por consiguiente, ninguna república o su evolución – en Fundación -, puede considerarse perfecta… y menos, éstas. Solamente parches para el dolor, masculino y femenino; como ese clon que busca la felicidad de los seres queridos – que no del espíritu, pues ya está muerto - , como el sentido romántico de Poor Things, como los del imperio de las nieves de los Andes, y su creador, como un monstruo marcado; el Napoleón histórico y pensativo frente al mar de Abel Gance y sus colores pastel; el jinete que quería más a su caballo que al resto de habitantes del planeta, Tierra, pero ya estaba enterrado en vida, el Imperio del Mal absoluto, derrotado por un vómito de sangre... los sonidos de sus tripas; la heroína de las flores de la Luna que ha sido resucitada por el maestro, en su tierra de adopción, familiar, que ahora son propietarios de casinos, de allí y más acá, zonas negras en Europa también, al otro lado del estrecho límite, ¡sinvergüenzas políticos! Y caras, casas de apuestas digitales… Este es el futuro… la psico-histeria.

El acabose, es el rostro con lágrimas de Mahershala Ali -que volverá a renacer Blade, un mito-, como una cápsula del tiempo pasado de Bram Stoker, con estoque… La alegoría de El canto del cisne, o Swan Song de la actual ciencia ficción, anglosajona, pasada por la mente de un irlandés de Dublín, que te lleva a un círculo sin fin… La revolución científica es una esfera, una lágrima, que encoje el alma. El Imperio de los Sentidos, al fin.

Pero… el imperio de las Repúblicas, es una ilusión óptica. Al final da igual... ¿Seremos globales o individuales… reales o clones? 

Postdata... Y alguien se preguntará... ¿no vas a opinar de la serie...? Pues no, eso os lo dejo a vosotros, que yo estoy en mis trece, doce más uno, de ver... Una próxima, mera crisis... Sin héroes, lo mejor son los clones, y sólo existirá wokismo desilustrado.


domingo, 10 de marzo de 2024

Invasion. Season II

Se entiende que la esfera, pertenece a esa categoría de sólidos geométricos, cuya parte interna está formada por el conjunto de puntos inferiores a su radio total. Por tanto, es una superficie que se comprende en una revolución.

En otro sentido, más cinematográfico que cinemático, algo surgió de las profundidades marinas del 1999 con Barry Levinson en su visor – un director que escudriñó inicialmente el humor en los shows de Carol Burnett y Marty Feldman – y se sugestionó con aquella primera propuesta eléctrica de James Cameron en The Abbys, probablemente...  y persiguió los sueños con grandes éxitos con The Young Sherlock Holmes, en su forma geométrica, rellena y triangular. Más que esférica, salvo por la incipiente barriguita del Dr. Watson, por entonces gracioso glotón, pero en un grupo juvenil de campanillas... y campanazos de taquilla. Pronto nos cumplirá los 40 y el oso sigue viniendo de blanco.

El Secreto de la Pirámide, y sus oníricos encuentros con el alter ego… Sin embargo,  Sphere sacada de una novela de Michael Chrichton, fue una amerizaje del más allá, a través de un agujero de gusano, que profundizó en el scifi alienígena de las siguientes décadas, en parte. Ahí tenemos producciones algo fallidas en el argumento, aunque no tengo muy memorizadas ya, tales como The Abbys de James Cameron y su ente lucuoso, el Contacto de la estrella noventera Jodie Foster que también se lucró de algunos hallazgos visuales, como ´Terminator II. Felicidades a este sí, por la cuarentena esférica del tiempo...

Del mar, pasando por la mente, sin llegar a la magnitud densamente metafísica hablando, de la genial obra de Stanislav Lem, me refiero, conocida universalmente como Solaris. Un referente de juventud, extraña, en mis lecturas. Puede...

Sobre aquellas escafandras, otras no parecen tan necesarias - que estás aquí, con los dos pies en el suelo, terrícola - , se agolparon las chispas fluorescentes que tanto ha magnificado Cameron y es una práctica filmica actual, hasta con Nicolas Cage en manos de Lovecraft, de otras suyas ya me extenderé, cuando tenga la cabeza en su... sitio. Ahora, sepultando por los rostros ensimismados, que observan las lucecitas zigzagueantes, o aterrorizados levemente por la observación de calamares a la vista… recordamos a un equipo bien montado sobre La Esfera, con celebridades como Peter Coyote, Samuel L. Jackson, Dustin Hoffman y, la estrella corpórea de Sharon Stone, enfundada por su instinto básico, sin duda era otra cosa. Thing. 

Y la misma estrella, no son éstas, más sugestionadas, que aquella jovencita que apareció en el tren de Woody Allen, en Memorias de un Seductor… Por ahí andaba su juego… y su extensiones con el crimen emocional. Este ha sido un segundo contacto, un pequeño repaso... pero, ¡vienen más!

De la Esfera, a la Invasión.

En estas incursiones terrestres, a veces para nada pacíficas en busca de recursos o chicha... hemos entrevisto la esencial comunicación con Ellos/as... o elles… Porque de todo hay en la viña, cerca del señor Alien, hermafrodita o no. Con heroínas que fueron grandes, como la Sigourney, con todos sus premios y gatos.

Otra fue referente de la gran, magnífica Llegada, que le saca años luz de ventaja a otras invasiones modernas, por su género propio, recto y cabal gracias a la mano de Denis Villeneuve… del genio del que tendré que cursar teorías filosóficas o antropomórficas, dentro de poco…  porque con Frank Herbert hemos aterrizado, en compañía, para el que no lo sepa, de toda una estirpe de familias engendradas y dominantes, o no... Y arribando a este punto, tras una temporada plena de sobresaltos espasmódicos, suspense de natura granjera y emblemas londinenses bajo palio, nos envía la Invasión de Simon Kinberg y David Weil, al limbo, esto es zzzZZzzz... con una avanzadilla de fuegos fatuos y nuevos mensajes sonoros, por medio de psicología inversa a lo AppleTv Plus. Es decir, que empieza a caerse como aquella manzana sobre la cabeza del físico Isaac Newton, por su propia pesadez.

Por consideración, un consejo, puede que impertinente… si construyes una narración en serie, no te olvides de lo que la hizo crecer y traspasar la esfera al otro lado. Ese espacio diametral de distancia, que separa aquella primera entrega de misterio espacial y vislumbre metafísica, a la profundidad onerosa de una cuarta fase, residual, sin suspense ni huella propia. En este momento, huelga decir que, la Tercera de Spielberg, como maravilla del séptimo sonora y visualmente, sería la obra cumbre de los grandes contactos con extraterrestres pacíficos - sin olvidarse de The Thing como tantas veces dije -, con las formas adecuadas y prototípicas, de grandes invasiones con ultracuerpos, igualmente, y ¡nada de calamardos hirientes, ni metauniversos plasmáticos, aunque 2001 nos metió hasta el fondo, xdio!

El Plasma… plasta.

Esta es la gran “novedad” de la entrega en Invasión – no los cefalópodos que podrían ser especie de mundos marinos galácticos, por supuesto - , sino la que suena a refrito interespacial hacia la proximidad moldeada en colores. Claro y transparente para penetrar, la mente digo, y con El Plasma, de los coj… ya está bien, pesao. El eco suena a globalismo identitario, amor universal y espiritual por los avatares, metamorfos de estrategias coordinadas y comunicativas, o vibratorias. Que se transfrorman en poderosos monstruos, que se queman en el feminimo, guerrero y lésbico. Por consiguiente, si de mí depende este ente, fálico y amalgamado, le quito la tontería con un soplamocos y un portal élfico, menos viscosidad vacua, cuando sus soldados son voraces como trituradoras desaforadas. Y no, no cuela… Los aliens o comen, o se dejan domesticar… pero domirse en los laureles, no, no, que no son plantas ni moho.

La narración, entre Kinberg y sus aliados naturales incluyendo directores, que han ido relegando la producción de filmes completos, se estanca por capítulos en plataformas genéricas – a veces, significativamente wokes, sin sentido cultural o necesario como en la primera que sí lo era- y aquí, no sé que pasó, un recuerdo de infancia o algo. Nada de su fuerza en la entrega iniciática… que se ha quedado colgada de un bostezo y una canción con calzador, por muy Bowie que se busque. Magmático, pero bostezo a fin y al cabo, pues está desenganchado de aquella tensión, relaciones, a un punto, manoseado, monótono y susceptible de empeorar, si se viene la tercera con blandibloob. Por recordar aquella de Mr. McQueen, que revivía al doctor Quatermass y las guerras de otros mundos, en blanco y negro. Magníficas, incluso en color con efectos mentales a lo Disney, del viaje al Planeta Prohibido, es decir, que nos, fuimos los alienados, atacantes, en campo contrario.

Esto del sensiblerismo genérico, se demuestra como gran y, para servidor, evasiva  tendencia, no lo aguanto como ola invasiva, no onda globalizada, ni inteligencia masiva, ni personalidad divergentes... ya bien sea, por medio de recuerdos fotográficos repetitivos, músicas colocadas sin ton ni son – aunque la banda de Max Richter sea un oasis – u otras desazones juveniles, poco creíbles o timoratas, por otro lado. Nada que ver, aunque se intente comparar, a las relaciones establecidas por otros hermanos, en la casa esperada de las Cosas Extrañas, hacia su quinto curso de licenciatura final. Que promete ya que, el virrete y el título, está en la futura visión nebulosa y capacitada del gran Frank Darabont, con sus nieblas y sus prisiones mentales. Y que de otras cosas y criaturas monstruosas, ya requetecontaré… ¡morena! Like a rolling stooone…

Y aquí estamos, esperando recuperarse del sopor, tras la sexta capitulación que va a peor, con soldaditos, y se magnifica en segunda temporada, evitando la claridad cardiaca de E.T., cuando los voraces se vuelven gil… puertas, y nos provocan a confundirlos con otros elementos del espacio de Stephen King, dientes para qué... o los geniales momentos mágicos de otras faraónicas templanzas a lo Stargate, sin llegar a su máxima aniquilación antropológica del surrealismo subatómico con Alex Garland. Y aquí es donde quería llegar, a marcar la diferencia con el inciso, que nos llevará a la frontera de lo imposible, en una auténtica Civil War entre facciones humanas, reconocibles, puede ser, que fue, pero… pudiera ser. ¿O no…?

Sin embargo, estamos a bordo de una batalla, impotente, entre dos especies, huésped y colonizadora, que una es gota de agua y otra convertida en mogollón, sin causa. O exterminadora, sugestivamente digestiva… que sufre de sudoración por alargamiento, improcedente, innecesaria, tardía, genealógica, de todopoderosa presuntuosidad, y profundidad esotérica, en algún lugar desconocido. Y una comida de tarro visual, con mezcla lovecraftniana, caldo de cultivo de leftlovers en fases, algo inmaduros, eso sí. En fin.

De 2, al 10…

Sinceramente, esta invasión ha sido una metáfora. Vamos, una estratagema personal, para contar lo que verdaderamente nos ha traído hasta aquí, a los extracomunitarios, fuera de aquel monolito del gran viaje de Stanley Kubrick, hacia los espacios del alma y… más allá. El fin mismo del todo. Uno mismo.

De inmadurez nos caímos del guindo en esta segunda temporada de esa Invasión, más insulsa que un centro militar en primavera, si bien nos embauque,  con ´ojeada` a lo señor de los mundillos luminosos, surrealistas metafísicamente, y demás volcanes magnéticos-flamígeros. Es decir, a anillos grupales y lo profético de los mismos, por  terrenos de planetas equivalentes, ¿no era naves?, pues no... con su Mordor particular y demás efervescencias visuales, disparando al infinito confuso.  Todo lo efímero y contrario, cercano al hombre, la mujer y el niño... por lo que se suspiraba en aquella primera intervención catártica, con sus sustos silenciosos al naturalis. Y eso me bastaba, científica y emocionalmente.

Pero ahora, ya olvidada, iremos a visitar otras sensaciones internas, como la de la protagonista de Monolito, que es una quimera esencial entre las redes sociales, pesadilla existencial de Her, y la perspectiva de una invasión de andar por casa, con síndrome de Estocolmo… porque para colmo, sin tocarse, lo atractivo está en el interior. De la boca del estómago, al fondo de un lago silencioso. En el espejo...

Y de las granjas espaciadas, a los mundos reivindicativos de los pertenecientes a la Tercera, no la dimensión, sino, la edad, que puede ser otra desconocida… o desconocido. En esta ocasión, deslumbrante y notable reflexión de espiritualidad compartida con Ben Kingsley y su pelo a lo Einstein… que de la bomba ya meditaré otro día, no de Oscar como hoy. Y el notable filme que se denomina, aunque pudiera ser de cualquier otra forma, tal que Jules. Una obra madura, intimista, pletórica metáfora y convencida, entre el valor de la vida y el sentido final, con agradecimientos incluidos, a toda una generación de ´jóvenes`, que surgieron del frío de la sociedad actual.

Y a los que pertenecen, películas increíbles, con grandes recuerdos de época, como aquellos Encuentros en la Tercera Fase y la singularidad de contactos con espíritus cercanos… aquellos pequeños y maravillosos aliados, con especialistas en mecánica y construcción del corazón, y la energía sin comer a lo Alf, pura esencia nuclear o algo parecido… o los visitantes buenos del mismo racimo, que ayudan para evitar mayores contagios, como si emparentaran a Cazadores de Sueños, entre King y Kasdan... por supuesto, hacia la cúspide del volcán en ebullición, la eternidad del viaje, el pensamiento reflexivo de esa otra jubilación, el vengador sobrenatural con sus superpoderes, muy humanos, y la memoria de aquellos que ofrecieron sus vidas, o se sacrificaron por sus hijos… a veces, un poco olvidadizos a lo P.Tinto, cómicos por otro lado que toca la fibra, o cautivos de una sociedad, que no perdona a los lentos, cabezas borradas o borradoras, geniales, espíritus joviales, con o sin sustancias, en busca de un próximo horizonte… más acá. Una genialidad próxima, esta Jules y sus interpretaciones en trigonometría triangular… o cuadriculada.

En ocasiones, no es imprescindible una megaheroína, con trajes mecánicos o lanzallamas cerebrales o lanzadora de cócteles molotov, para reivindicar un alcance genuino de poder absoluto o una llamada al corazón del espectador… ya sabes… Simplemente, basta con una frase de generosidad por la salvación ante una violencia inesperada… una canción generacional de Lynyrd Skynyrd que pida ser libre como un pájaro, a capella, pasajera, íntima, o pajarita de espíritu irredento… y especialmente, una simple mirada al interior de Ben Kingsley.

Prometo volver, en patinete, en barco o en avión… o, cristo-alien que lo fundó… No hay Señales, ni auto-stop, aún no. Por Isaac... Asimov... Y muchas cosas que me dejo intencionadamente en el tintero... 

Quizás me escuchéis o leáis en alguna entrega de premios, or... Nop!

Cinemomio: Thank you

Las más alteradas del Cinecomio

Etiquetas

Serie TV-Scifi Serie Tv - Terror Jessica Chastain Matthew McConaughey Clint Eastwood Emma Stone Jake Gyllenhaal Serie Tv - Thriller Carey Mulligan Humor Amy Adams Chris Pine David Fincher Denis Villeneuve Ewan McGregor Hugh Jackman Mads Mikkelsen Michael Fassbender Ridley Scott Tom Cruise Tom Hanks Woody Allen Anna Kendrick Anthony Hopkins Ben Affleck Cine Documental Daniel Radcliffe Eva Green Joaquin Phoenix Keira Knightley Kristen Stewart Leonardo DiCaprio Martin Scorsese Melissa Leo Michael Caine Michelle Williams Mike Flanagan Oscar Isaac Paul Dano Peter Sarsgaard Ryan Gosling Tim Burton Tom Hardy Alan Arkin Alec Baldwin Alejandro González Iñarritu Alex de la Iglesia Andrew Garfield Anton Yelchin Antonio Banderas Anya Taylor-Joy Audrey Tautou Benedict Cumberbatch Brad Pitt Bruce Willis Bárbara Lennie Cary Fukunaga Cate Blanchett Chiwetel Ejiofor Chris Penn Chris Pratt Christopher Nolan Christopher Walken Damien Chazelle David Ayer David Cronenberg David Mackenzie David Thewlis Denzel Washington Eddie Redmayne Edward Norton Ethan Hawke Felicity Jones Frances McDormand Francis Ford Coppola Gael García Bernal Gary Oldman George Clooney Guy Pearce Harvel Keitel Helena Bonham Carter Hugh Dancy Hugo Weaving Isabelle Huppert J. K. Simmons J.J. Abrams James Gunn James McAvoy Jean Marc Vallée Jean-Pierre Jeunet Jeff Nichols Jesse Eisenberg John Cusack John Goodman John Hurt John Turturro Jonah Hill Josh Brolin Julianne Moore Juliette Binoche Kate Bosworth Kenneth Branagh Kirsten Dunst Kurt Russell M. Night Shyamalan Marion Cotillard Mark Ruffalo Martin Freeman Matthew Modine Meryl Streep Mia Wasikowska Michael Pitt Michael Shannon Miles Teller Mélanie Thierry Nacho Vigalondo Nicolas Cage Nicolas Widing Refn Olivier Assayas Paolo Sorrentino Paul Giamatti Peter Jackson Quentin Tarantino Ralph Fiennes Ricardo Darín Richard Gere Richard Jenkins Robert Zemeckis Rosamund Pike Sam Shepard Samuel L. Jackson Saoirse Ronan Scarlett Johansson Sean Penn Series Tv - Terror Seth Rogen Sienna Miller Stellan Skarsgard Steve McQueen Tilda Swinton Tim Roth Viggo Mortensen Wes Anderson William Hurt Winona Ryder Woody Harrelson Zoe Saldana 2001: A Space Odyssey A Dangerous Method A Passage to India Abel Ferrara Al Pacino Albert Finney Alexander Payne Alexandre Aja Alfonso Cuarón Alice Eve Amanda Seyfried Amour An Education Angelina Jolie Animación Animación Digital Animación Japonesa Annette Bening Armie Hammer Ava Duvernay Barbara Stanwyck Ben Foster Ben Wheatley Bennett Miller Bertrand Bonello Bertrand Tavernier Bes Foster Bill Murray Billy Bob Thornton Bradley Cooper Brie Larson Brit Marling Bryce Dallas Howard Callum Keith Rennie Carlos Vermut Carmen Ejogo Carnage Casey Affleck Channing Tatum Charlotte Gainsbourg Christina Hendricks Christoph Waltz Colin Firth Collin Farrell Damián Scifrón Dan Gilroy Daniel Monzón Darren Aronofsky David Ayelowo David Dobkin David Yates Demi Moore Denis Levant Drake Doremus Duncan Jones Ed Harris Edward Burns Elijah Wood Elizabeth McGovern Ellar Coltrane Ellen Barkin Emile Hirsch Emily Blunt Emma Thompson Emmanuelle Seigner Essie Davis Fede Alvárez Frank Capra François Cluzet Gary Ross Gavin O´Connor Gene Hackman Geoffrey Rush Giuseppe Tornatore Gracia Querejeta Greg Mottola Guillaume Sylvestre Gérard Depardieu Harvey Keitel Henry Fonda Hnos. Coen Hnos. Dardenne Hossein Amini Hugo Isabella Rosselini J. Edgar J.C. Chandor Jack Black Jacob Trambley Jacqueline Bisset Jacques Audiard James Cameron James Gray James Marsh January Jones Jared Leto Jeff Bridges Jennifer Garner Jeremy Irons Jeremy Salunier Jim Broadbent Jim Sturgess John Carney John Ford John Lee Hancock John Malkovich John Travolta Johnny Deep Jonathan Nolan Jose Sacristán Joseph Gordon-Lewitt Julia Roberts Karyn Kusama Kevin Costner Kevin Smith Kiefer Sutherland Kim Nguyen Kristen Wiig Kyle Catlett La Clase La Ola La vida de Brian Lambert Wilson Lars von Trier Laurence Fishburne Leos Carax LiLy Collins Lindsay Duncan Logan Marshall-Green Luc Besson Luis Tosar Luke Wilson Macha Grenon Marc Forster Marc Webb Mark Wahlberg Martin Sheen Mateo Gil Mathieu Amalric Matthew Broderick Meet John Doe Mel Gibson Melissa McCarthy Michael Almereyda Michael Brandt Michael Haneke Michael Keaton Michael Madsen Michael Peña Miguel Gomes Mike Cahill Mike Figgis Mike Leigh Mira Sorvino Monty Phyton Morgan Freeman Morten Tyldum Mélanie Laurent Nadine Labaki Naomi Watts Naomie Harris Nathan Lane Ned Benson Neil LaBoute Nicholas Hoult Nicholas Jerecki Nick Nolte Nourizadeh Nima Olivia Colman Olivia Wilde Olivier Marchal Omar Sy Orson Welles Paddy Considine Park Chan-wook Patricia Arquette Paul Greengrass Paul Haggis Paul Thomas Anderson Paul Verhoeven Peter Berg Peter Dinklage Peter Mulan Philip Seymour Hoffman Philippe Falardeau Preston Sturges Quvenzhané Wallis Rachel Weisz Reese Whiterspoon Ric O´Barry Richard Ayoade Richard Glatzer Richard Harris Richard Linklater Rob Marshall Robert Downey Jr. Robert Duvall Robert Eggers Robert Pattinson Robert Redford Roger Donaldson Roger Michell Roman Polanski Rose Byrne Ruben Fleischer Sam Levinson Sam Whorthington Sandra Bullock Sarah Gadon Sarah Polley Simon Curtis Simon Pegg Soledad Villamil Soul Kitchen Stanley Kubrick Staying Alive Stephen Lang Steve Buscemi Steve Carell Steven Knight Steven Soderbergh Tarsem Singh Tate Taylor Terrence Malick Terry Gilliam Thandie Newton Thomas Dekker Thomas Jane Thomas Winterberg Timothy Spall Todd Phillips Tom Dicillo Tom Ford Tom Hiddleston Tom Tykwer Tom Wilkinson Topher Grace Trailer The Wolf of Wall Street Uma Thurman Valérie Donzelli Vince Vaughn Viola Davis Yoji Yamada Yorgos Lanthimos Zachary Quinto Zoe Kazan
Licencia de Creative Commons
Obra está bajo una licencia CC en España.