Tu Vuò Fa' L'Americano...
e i suoi bambini.
El cine es la forma artística que se cuenta en primera persona.
Desde detrás de la lente, el ojo del director retrata las impresiones que un conjunto de factores le llevan a contar una historia como sucede también con la literatura, y permite indagar en la trama como si otra persona relatara lo sucedido. Es el tratamiento En Tercera Persona.
Así, nos alejamos de la perspectiva como si se tratara de un fantasma observando desde su mundo de historias cruzadas.
Pero, en el caso del canadiense nacido en London (Ontario), con ese pasado de Paul Haggis como escritor y guionista de raíces televisivas e importantes directores (como los autores del nuevo 007, Martin Campbell y Marc Forster, o anteriormente del gran Clint Eastwood) le permite establecer esa misma mirada para alejarse de las situaciones creadas. Igualmente, deesde su punto de vista también tras la cámara, con notables películas como Crash, En el Valle de Elah, y ahora, con Third Person.
Como antiguo cienciólogo, el director experimenta con las sensaciones y las palabras para establecer un juego cruzado, en el que se mezclan las historias paralelas sin llegar a tocarse del todo. Como un encontronazo imprevisto y sugerente, una bata que se desliza por un cuerpo desnudo, un móvil que trasmite el pasado o los coches antiguos que circulan a buen ritmo por las calles estrechas de Roma.
Porque, En Tercera Persona se desarrolla en tres ciudades que representan la libertad de sus personajes, y la atadura moral de sus comportamientos hacia terceros.
Paul Haggis es un magnífico contador de vidas y vouyeur de las pequeñas cosas, por tanto, el comienzo de la película te arrastra por una turbulencia de olores y sabores a Limoncello, a taxis de colores y vestidos para matar. Uno rojo pasional en el cuerpo exuberante de una Katy Louise Saunders, una actriz inglesa de pertenencia italiana y personaje de sangre mitad gitana y rumana.
Luego, un traje en blanco y negro elegante, realzado en su fina silueta y copado por unas gafas al estilo Audrey Hepburn en Paris y el cuerpo vertiginoso de Olivia Wilde, en frente de la esposa de su amante y abandonada en un traje de baño seco por el miedo, recuperando del olvido a Kim Basinger.
Y por último, otra belleza en uniforme azul de servicio, atendiendo a su abogada interpretada por Maria Bello, y acercándose a otra joven belleza, sin enfrentamientos sangrientos entre ellas. Son Mila Kunis y la actriz y modelo parisina Loan Chabanol (Aprendiz de Gigoló).
Estos relatos cruzados, no son tan salvajes aunque hieren igualmente, se podría decir que Haggis ha tomado prestado los cruces argumentales de otros directores que jugaron con historias del cine, la radio o el teatro, incluido el mexicano oscarizado Alejandro González Iñárritu; y los ha adaptado a su particular visión dramática. Si bien en esta Third Person, sorprende con un comienzo prometedor cargado de sentido del humor y sensualidad, como si cruzaras un bar que te recibiera con un tono latino y olor a champú de hotel.
Aquí, la tercera persona se puede conjugar en singular con los nombres propios de los actores, en los que creo, ganan las mujeres por más del doble de bella participación. Sus repartos siempre han sido eficientes (mejor notables), y entre el plural se distinguen estos “ellos” compuestos siempre por ella y él.
El filme está plagado (como dije en la primera mitad) de encuentros y desencuentros, que se desarrollan (como si fuera un tres en uno con Woody Allen) entre Roma, París y Nueva York, entre el tráfico y los turistas, en habitaciones lujosas de hotel con escritos y materiales de limpieza, carreras simpáticas por callejones y pasillos, retratos y piscinas inundados por las lágrimas o profanaciones familiares.
Ella y él, se entregan o enfrentan en un juego adulto, de palabras afiladas o divertidas, dónde los actores son maestros o marionetas en sus manos. Son Liam Neeson pacificado, Adrien Brody espía y espiado, James Franco arrebatado y arrebatador, y otras figuras fantasmales.
Todo bien, hasta que aparecen las semillas del pasado, invadiendo las intimidades y juegos sexuales, las llamadas incansables al celular y fotografías de aquellas invisibles entre juicios y cantidades de dinero. Pienso que la tercera persona a partir de la mitad del visionado, hubiera sido más interesante como elemento desestabilizador y oscuro, que entregado a una cadena de errores y consecuencias.
Sin embargo, surcando su mediometraje Third Person empieza a decaer en interés (lógicamente por excesivo) hasta que desencadena las últimas secuencias que explican los diferentes argumentos. Pero, ya es demasiado tarde.
Esa otra Tercera Persona que descubrimos, son los hijos o fantasmas que provienen de las cruentas batallas de sus progenitores, y que resultan los verdaderos perdedores de su juego. Esas pequeñas mentes atrapadas en los vaivenes adultos, no poseen apenas peso, pero están presentes sufriendo en silencio, avergonzados o con miedo, inventados o enterrados en vida, sin continuación para ´ellos`.
En fin, que si las sonrisas, los reproches y enfados, o las casualidades hubieran recortado el estilo inherente en Paul Haggis, todo hubiera sido un viaje más ameno entre cambios de escenario. Pues la Tercera Persona, la más importante, es el yo y el nosotros como público.
Quizá la repetición en estancias cerradas y encuentros convencionales han producido que la cinta se estrene algo más tarde, ya que no sirven en conjunto para avanzar en estas tres historias casi románticas... y algún funeral.
*** Pasable **
Moby - The only thing (The Third Person Soundtrack)
Third Person (Soundtrack by Dario Marianelli) - Watch Me
"Tu Vuò Fa' L'Americano" de Renato Carosone