Cinecomio busca

EnglishAlemánFrancésEspañolItalianoNetherlandsRusoPortuguésChino SimplificadoJaponés
CoreanoÁrabe

domingo, 21 de noviembre de 2021

Fargo. Season IV

 



Se suele decir que los tentáculos de la Maffia son alargados, casi infinitos.

Así, desde aquellas primeras pizzerías que se abrieran sobre las calles marginales de la Gran Manzana, con sabor a la vieja Italia, se fueron sumando las diferentes especializaciones en diversas localizaciones. El crimen organizado fue conformando una gran telaraña, abarcando una ramificación purulenta y dramática, en otros rincones de aquella orbe magnífica. 


La oficina central que se articuló, se extiende en ubicaciones a uno y otro lado del país, ilegalizando el comercio en aquellos salvajes y movidos años de la Ley Seca. Los clubes como enredaderas blanquecinas de las cinco grandes Familias de New York y el jefe del gran Outfit de Chicago, que empezaban a mirar otras partidas. No menos peligrosas, que un creciente alcoholismo.

Fargo se suma a contar su historia, más que nunca, en esta penúltima temporada, dividida en dos facciones criminales, una blanca y otra morena, como las rivales que recetan el opio a don Hilarión.

La Sangre.

Siempre ha estado ahí, salpicando desde los primeros encuentros, hasta su regurgitación en el Kansas City de los años 50.

Si bien esta atracción cinematográfica, ha dado giros de guión sobre el crimen, circulando en la vida real por Los Ángeles, San Francisco, Las Vegas o Atlantic City y otras divisiones, como Buffalo, Detroit, Philadelphia, Pittsburgh, Clveland, New Orleans, St. Louis. Lugares que también tenían su parte de cuota hemoglobínica, quizá menos mediática o fotografiada... pero igualmente melodramática y violenta.

En la serie Fargo temporada IV, algo ha cambiado frente a otros episodios anteriores, que son tomos diferentes de televisión artística y esos tentáculos criminales que circulaban entre humor negro. Tirando a rojo; porque observamos cómo se fueron solapando las distintas tendencias ilegítimas en su época, las oleadas sangrientas... y manifestando las estructuras sociales de varias raíces exógenas, o no... Del Fargo I, al II y al FIII, responda cada vez.

Aquí, se sigue manteniendo el mismo color de la historia, arraigando los cimientos de un levantado fuerte estratégico, silencioso en su interior y vomitando la roja sangre que perteneció a una batalla... Y porque, nos centramos en esta, relativamente densa ciudad del estado de Missouri, afincada entre dos ríos, como las dos sangres o tierras, con sus conexiones con el blues y el jazz. Y un poquito de bel canto.

Algo cambiado el aspecto físico, pasando por unos serializados años cincuenta, sus vehículos y sus trajes, como disturbios que avisan de aquellos famosos provocados tras el asesinato de Martin Luther King en 1968. Esto es Kansas City, una de las principales capitales norteamericanas de enormes carnicerías, culinariamente hablando... o anatómicamente también.

Pero, esa es otra larga historia que, más tiene que ver con los Gángsteres de Nueva York, el sadismo placentero de Jane Toppan y los controlados comités o sindicatos de una era, entre el crimen, la esclavitud laboral y el negocio. Uña y carne.

El Pacto, de ídem.

Es un acto casi religioso, una mezcla divergente entre sus venas que perpetúa una cierta cohesión... puede que engañosa, como todo aquí.

La afición de los cinéfilos puede llegar a ser algo parecido. Cuando generaciones dee seguidores fieles y sarcásticos, hacia los Hermanos Coen, ya en varias décadas, no dudaban de que aquella pequeña trama con comedia negra, llamada fríamente Fargo, desencadenaría la inseminación violenta de su estirpe desde Minessotta, al resto del mundo. Circulando un pacto de parentesco criminal, deambulando entre sus escenarios helados y teñidos de sangre viscosa. Continúa siendo así, con un poquito menos... de nieve... la fría, digo.

Algunos pensarían entonces, ojalá se pudiera prolongar sobre el espacio-tiempo, articular su vagar errante hacia una serie de catastróficas desdichas en nuestras pantallas... pues toma, van unas cuantas salpicaduras. Tan vengativas con la perspectiva de perpetuar un negocio que parece infinito... Pues, el creador y guionista Noah Hawley, podía estar visualizando el ojo de la tormenta, de forma que ha ido proponiendo alternativas en ambos campos, el físico y el temporal, con una revisión de los hechos acaecidos en el pasado, digo nuestro futuro. Todos somos sus hermanos de sangre, ante el televisor...

Más o menos, nos debemos a la imaginación poderosa, aunque basados en una indudable realidad con perspectiva económica... y por supuesto, comercial

A pesar de las numerosas bajas por temporada. Cambios de sangre, en forma de hijos adoptados en el tiempo y sus estragos.

La Otra Familia.

Toda una familia ésta, la fargiana, con los rostros compungidos por la frialdad ambiental y la distancia atmosférica de cada ciudad. Caldeada con esa masa de humor malsano o cretinismo antropológico, un defecto que acierta siempre en la narración, y esas circunstancias enloquecidas. Consecuencias embarazosas del simple, ante el poder, del jefe ante el ´mandao`, que llevarían a Frances McDormand, al meditabundo William H. Macy, el sarcástico Steve Buscemi y el intratable Peter Stormare, a deambular por la caricatura. Una película premiada, ya mítica.

Una gran parte del sarcasmo criminal, se encaminó hacia el 2014, evolucionando hasta el drama familiar, la metodología accidental del tratamiento dantesco y una pizca de irreverente leyenda. Creando una cadena de situaciones en la línea del tiempo.

También mágica y extraña, como el humor sobre el terreno helado. Como la cálida sangre de Minnesota o el infierno que establece el autor, entre los lazos condensados desde esa primera entrega del 2014 en televisión. 

Donde el humor se ha expandido, crecido como el hielo de la tempestad, sobre la fría especulación del ser humano y sus debilidades, o fuerzas ocultas. Pero muy creíbles, hirvientes como la sangre del Medio Oeste americano, junto a aquel Keith Karradine, uno de la familia unida, fragmentada como una bomba de racimo. La explosividad efervescente y parlante de Bob Odenkirk, o magnetismos compuestos ferrosos de Colin Hanks, Allison Tolman, Billy Bob Thornton y el humilde invitado e insospechado, Martin Freeman.

¡Siempre han coexistido la variedad de especies animales, con la naturalidad en toda su expresión, en este contexto social...!

En fin, como hemos crecido, ¿verdad, Ethan & Joel?

Aunque vosotros, queridos directores de la catarsis visual, parecéis los mismos. Más tras los acontecimientos acaecidos en la última notable Balada de Buster Scruggs en sus cielos, con vuestro sentido... humorístico intacto. Irreverente... Gracias por todo... por vuestro mundo.

Uno por uno...

Esta historia, ´verdadera, de la buena`... gira entorno a un intercambio de primogénitos, como método de disuasión consentida. Aunque no, en tiempos de faraones egipcios, sino dentro de los tugurios decrépitos de una ciudad que despierta y sus mansiones fronterizas, con la legalidad. 

Esta situación comprometida, es como un monstruo que amenaza con devorarlos a todos, oteando desde la acera próxima. En realidad, significa una frontera cultural (con escaso interés artístico en realidad), edificado entre bandas, como el crecimiento de un ídem, con varias cabezas. Lo importante es el negocio, no el aprendizaje.

Qué continúe la crianza... dijeron. Aunque fuera en casa ajena, uno por uno... igual a algo. No sabemos si mucho o nada.


Algo imperecedero, o algo escondido en decenios, que necesita resistencia sanguínea y recalcar los derechos "legítimos para el hampa", en cada margen. Junto a otros sistemas aledaños, que se debaten entre el deber y el acoquinar... políticos, policiales, etc. 

O si no... meterle plomo al compañero, que tiene intereses menos corporativos... para sus concretos bolsillos.

Ante esta diversidad genética, que se avecina doblando la esquina de N.Y., esto es, un prometido protectorado o La Central, se malea la sangre de la familia, se amalgama, se espesa... hasta recordar a esa que llegara de Napoli o la corleónica estampa della bella Sicilia. La sangre llama a la sangre, con omertá, certo.

El legado será... Uno por uno, que es parecido al ojo por el ojo, pero más aparentemente educado,  admitido para esquivar las balas interesadas de un futuro. O del pasado, que hermanos jodíos, haylos de todas las clases.

Por mucho que contemplemos el poder retratado aquí, esta herencia de poderes no hubiera sido posible sin facilidades delimitadas por unas oficinas centralizadas, los estigmas portuarios que vinieron desarrollándose de los violentos años 30, las pizzas sin fondo, las metralletas Thompson bajo el gabán, una encrucijada de víctimas condenadas en el ídem del río, recordadas simetrías envueltas en un traje pesado en el sedimento de la bahía.

Con este protectorado entre familias, y opositores, y bastante pasta gansa desviada de la corrupción institucional a su libertinaje... su vida siempre estaría condicionada, hasta que una triunfara definitivamente sobre las demás. El rey de la montaña, como diría Tony Montana.

O hasta que, el mercado se expandiera tanto que quedara diluido en mil y una manos... tal como hoy, que ya no se reconocen los tentáculos, ni las sociedades... pues todavía no habían llegado otras culturas de la contra. Me refiero a dicho negocio, la reforma, el poder, claro.

Mientras tanto, en el Fargo seguimos entretenidos con Noah, si bien algo desubicados con personajes menos reconocidos que sus habituales sobre el hielo. 

Gracias a este juego histórico entre judíos decadentes que se dirigen a otra ubicación, con o sin estrellas, los pelirrojos irlandeses que cada vez estarán más camuflados, con su carácter anglosajón, pero diferente, los afroamericanos que inician su reclamación igualitaria como panteras, negras of course, y... tutta la famiglia más reconocida en imágenes, va bene, napolitana, o genovesa.

Tanto monta en la literatura como degüella en el cine, bajo las sábanas. Todo ello es lo mejor de la temporada en cuestión, ya que es más aconsejable, una buena elaboración central, no condensada, que hacer un pastel o un pan, con unas tortas... u hostias.

... o el ojo por ojo.

Como se suponía, se plantea para fomentar esta vecindad bien avenida, o no, ofrendas mitificadas en celuloide, el ojo por ojo ante el funcionamiento de los trapicheos furtivos, que empiezan a sonar en la sociedad, las madres y los jóvenes muertos. Para evitar lamentables pérdidas o futuros baños de sangre, es establece una estrategia del silencio, como los ancestros. 

Porque la Cosa Nostra es la Cosa Nostra, aquí y en el aislado Fargo de Norteamérica.

Todo ante la migración sanguínea, y sanguinaria en ocasiones, que vemos en la pantalla o se produce en las calles, algo más indefinida que los chistes, y con estereotipos que salen de su línea narrativa para ofrecernos pasadizos de escape de la verdadera historia. Una especie de receta con doble sentido, los muertos y los sentenciados.

De la lógica que generaliza a las familias y sus generales, siempre se acaba pasando por el sacrificio, su iris por otro iris apagado.

En fin, y así hasta el infinito. 


Ahora en la cuarta nos encontramos ante otra batalla, tras la tercera del depredador solitario o lobo, siempre con la sonrisa envenenada hurgando en las entrañas... Donde aquel territorio ideado por los hermanísimos Coen, ha prolongado su viaje hacia tiempos más cálidos y variopintos. Pero con los mismos cuidados paliativos e interpretativos, de antaño. Es decir, otra dimensión retratada por los espacios y los tiempos.

Pasamos de una Dakota del Norte, chiquita y silenciosa, salvo tiroteos de visitantes inesperados y lugareños sorprendidos en la salvaje naturaleza, a recorrer los rincones pintorescos de una Minnesota más mafiosa, si cabe. Un sitio, de sitiar, donde se lanzarían las siguientes dos marchas, como un truculento cuento de terror.


Hasta saltar un charco este último avezón de la tele FX con la producción de 26 Keys, demostrando que la historia es una única familia en un pacto tortuoso con el pasado. Y si no... se harán cuentas a parte.

Así, en la odisea del cambio drástico, se debieron sentir los ciudadanos salidos de las canteras frías de los Peaky Blinders irlandeses, hasta un nuevo puerto con otro acento y los mismos puños, los judíos rescatados de todas las guerras, en busca de una tierra prometida cubierta de dólares, los ítalianos que desembarcaron en New York con sus trajes rayados, con el salami entre las piernas, a la vez que desenfundaban chequeras empapadas de alcohol ilegítimo y otras armas de distracción... masiva. ¡Vamos, puro plomo!


Hasta los mismos afroamericanos, que siguen cantando el rap de la cárcel, aún no del todo integrados en distintos rincones dependiendo del dólar. Cuyos antepasados migrantes a la fuerza, tuvieron que saltarse las cadenas del sur, para integrarse en las gangbands del Norte y alrededores, hoy de las canchas salpicadas con alfombras de estupefacientes. Los que los viejos padrinos, no deseaban.

Producciones asesinas, en condados por entonces más democráticos... más civilizados... si las escaramuzas multiculturales y el business ´democrático`, lo permitían, o esas integraciones singulares con la policía y los políticos.


Esto es Fargo, sangre por sangre, en el futuro o el pasado. Una paradoja sintética, a pesar de la realidad aparente, donde las cosas no son lo que parecen. Las amistades, los hospitales, las funerarias y las enfermeras con delirios, los pactos en choques de mano, las canciones francesas, las "Bonnie&Bonnie", mortíferas y lésbicas, los pasteles envenenados como la vida, los tiroteos en el parque, los sheriffs y su palabra, las loas infantiles, las escenas a lo de Palma en The Untouchables, las estudiantes, las calamidades, caracortadas, los tropiezos fortuitos y los entrañables viajes en Ford... a ninguna parte.

La Omertá.

Más vale que te calles, amigo... tu hijo es nuestro.

Estamos en la Missouri diversificada de la década de los 50, no tan risueña como las que vendrían después, pues salimos de la posguerra antes de caer en Shaigon y el telón del frío acero. Que acá, es la carne.


Estamos con Chris Rock y Jason Schwartman, Ben Whishaw (el de los perfúmenes de Kundera), Jack el nieto del gran Huston, el napolitano Salvatore Esposito y el papel de la excéntrica por Jessie Buckley, andando entre la parodia y el jodío sarcasmo. Encarando el futuro y los trapicheos. Confundiendo el cohecho con la realidad...

Kansas City parece algo más soleada que Minnesota, más urbanita, pero igualmente sombría, con muchas grietas y cadáveres sobre el asfalto. Y más, mirando de puertas para adentro, en el interior de los coches o los almacenes industriales, en las estaciones, despachos privados, parques y jardines palaciegos, las camas oficiales y las otras, y sobre todo, las venas. Pero siempre en silencio, si se puede... se quiere.


Aquí, en otra época, todo se ve distinto. Bien retratado, como corresponde al relato, bien encuadrado en las mismas sensaciones que antaño, pero con diferentes perspectivas vitales, a los anteriores, sorprendentes 2006, duplicidades en el 2010 o cuentos del 79. Han pasado muchos fantasmas, de pieles pálidas y rostros desencajados, que ahora aparecen en difusión cultural o social, entre el mismo humor negro, salpicado de ese otro color más hemoglobínico. Que procede de, cada una de aquellas otras vías corporales o raciales.

Cada cuál con su divergencia, o sentido... del humor, o no.


Es una rivalidad sonriente la que lleva Noah Hawley desde varias generaciones, provocando, aunque sus personajes confundan la ley del silencio con la charlatanería, en ocasiones. En confrontaciones y violentas estrategias con la comedia, ejecuciones virtuales del nuevo pasado de su mente. 

Una manera de enfocar su ironía racial, confluyendo con las enseñanzas criminales de un Fargo en 1996 que le atrajo, aunque alejado de aquellas coordenadas perdidas y remotas, en un páramo helado.

 

Sin embargo, los personajes se siguen enseñando los colmillos como perros callejeros, desbocados por la traición, el olor del dinero y el rencor, tamizados por advenedizos, algunos inteligentes en comparación silenciosa. Otros risueños poderosos y alguna que otra fauna extraña, tragicómica, como un ángel de la muerte. 

Más carnal y agria que lo esperado por su labor cotidiana, parlanchina y sexual, entre vendajes agrios o azotes de azúcar. Y esa cara inmaculada... que despista. Mary Poppins de los huevos, pasados por harina. A veces silenciosa como serpiente, sin cascabel.


Esto de Fargo, no es el mundo psicológico de Mr. Fincher, aunque posea algunos andares distorsionados, casi patéticos a lo Mary Poppins u otros desequilibrados, como un hermano programado como terminator alternativo en proceso patológico. Existen caras a caras, con menos momentos callados, aquí todo se cuenta, hasta los ajustes.

Se exponen, olvidando sus leyes a veces, se cocinan ingredientes a los cuatro vientos, del norte al sur edulcorados sin inteligencia, excepto los negros que parecen más serios, curiosamente con un centrado Mr. Rock. Es el paradigma de la omertá, en otra sangre y condición artística.


Por tanto, este Fargo es más racial, salido de las mismas entrañas, removido hasta la saciedad por el interés económico de las familias, a veces pedante como los intereses de una enfermera, confuso como el matarile de dos reclusas lésbicas, irregular como un aspirante a pistolero, singular como una asesino afilado, imprevisible como la desgracia... Callado... como un muerto.

Ajuste de Cuentas.

Los dientes cariados pertenecen a la difuminación, de los repartos y las leches condensadas.

Los brillantes, son los de un Chris Rock menos humorista, entregado a su profesión evolucionada por el yugo histórico y los insultos del contrario. Don familias enfrentadas fuera de esa necesidad de provocación, lejos del ruido ambiental o esas jocosas ocurrencias de un Jason Schwartzman, que nos proporciona una caricatura de Padrino. 

Pareciera un ajuste de cuentas con el tiempo.

Esto es, una fauna que tenemos muy presente todos los cinéfilos tardíos, desde G. Robinson, Cagney o Mr. Bogart, desde Puzzo y Coppola, hasta los risueños Soprano´s y su psicología de andar por... la entrepierna. Porque... ¡Hay que tener humor!


Muchos de esos actores del star system en negro y satén, emigraron en el pasado bélico y triunfaron, o se dejaron los huesos en algún lodazal personal, entre abusos, adicciones o amores rotos. Pero, otro tipo de familias fondeando nuevos negocios, incluido Hollywood, estaban a punto de llegar, para abrazar las nuevas corrientes teñidas de rojo y blanco no cerebral, corriendo por las calles de Athlantic City, Chicago o Nueva York. Como el champagne envenenado en las celebraciones, como el caballo en una carrera, salpicando pasteles con sorpresa interna, confundiendo el vino con la sangre.Aquí nada de ofrecer la otra mejilla, ¡pobres desgraciados!


Hasta entonces los mercadeos estaban bastante establecidos y consensuados, bajo la voz cantante, pero las ciudades crecen y las "necesidades" de los ciudadanos también. Junto a las distintas rivalidades asociativas que abrían sucursales como líneas, digamos evasoras a la ley, en diferentes mercados. La mezcla de co-sanguinidad grupal en el ambiente de los 50, está claramente estampada, o derramada, dentro de las fábulas de esta Fargo.

De la primera a la cuarta, se ha ido describiendo un círculo del crimen histórico, que confluye en los diferentes parias y desnortados retratados, hacia la conjunción astral de todos ellos, de todas las posibles alternativas, en un guerra abierta... más o menos, silenciosa.

Excepto la local o divergente, que aquí viene marcada por una figura femenina, y que parece fuera de esta realidad descrita. Con sus particulares puntos de vista, sobre la educación, la contratación laboral, el arte, las dádivas, el sexo... con sus particulares, ajustes de cuentas. 

Es como un sueño, o más bien, una pesadilla... con andares palmípedos.


Aquella migración, nos indica que se ha establecido una relación, criminal, desde aquel 2006 para el recuerdo con Mr. Thorton y Mr. Freeman, visitando una matanza de otros tiempos en el 1979. Pasando por similares pellejos de cordero, acosados por el fétido aliento de un Lobo en 2016, hasta quedar como la abuelita, en una estancia terminal sobre una cama, en esta plena vorágine hospitalaria depredadora del 1950. Ni que hubiera un virus, qué angelical todo... Habrá que crear una ley, para dar la extremaunción.

Bonito, ir y venir, de entidades, cuentistas y balas.


Nadie conoce lo que le depara el futuro, ni siquiera una posible continuidad de sus actividades actuales, tras un ajuste de efectivos. 

Por lo que, un personaje en principio atractivo, puede acompañarse de cierta pedantería dantesca, o una válvula de escape que abandona el camino señalado a la hora señalada. 

Vamos que podría ser la guinda del pastel, o una nota colorida que termina abandonada en el plato.

Todo lo que resultaba llamativo y distinto, acaba confundiendo cuando abandona los truculentos acontecimientos que se solían relatar, para ajustar la "no realidad". 

Aunque, siempre, el humor es lo que nos mantiene a flote, respetando a los muertos y sus parientes, que nada tienen que ver en el asunto, salvo casualidad, o los que pertenecen al negocio de la sangre... que tampoco tendrán escapatoria.

Por algo es uno de los "oficios" más antiguos del mundo... ese de la muerte.


Chuparle la sangre a los demás, hasta dejarlos secos sobre la nieve, como aquel joven y bello vampiro, una "calamitá" de no persona que se enfrenta a sus monstruos, es un punto a favor. El choque entre hermanos, que no se ajustan, sino que se miden... más en cintura que en inteligencia. 

Y es que alguno de estos mafiosos no saciados, tienen la estirpe de los no muertos, mientras otros se comportan como verdaderos reclutas patosos. Carne de cañón, o un mal paso.

Chaplin ya lo decía, si te vas a caer, hazlo bien, conio... O no.

El Futuro... familiar.

Lo siguiente que será, una cocinera a los postres, xDio. Una tendenciosa masoquista con pretensiones de leguleya divina. Dos casos a parte en el género. Un camino a la salvación, o a la cuneta de una carretera. Una mano en la Biblia y otro, en un baldosín como el personaje obseso compulsivo de As Good as it gets! Put... fauna es el futuro.


Será el porvenir residual que actúa por libre, o es un cautivo del mal, manteniendo una cierta uniformidad ante el salvajismo general, ante las actitudes bufonescas que terminan con los sesos recalentados. Conio, otra bala perdida. 

Tal vez aposentados sobre un catre en la trena, que también es una vía de escape, si se puede o te dejan, los de fuera. Los que cojan el testigo, que serán los siguientes... y así. Pastel tras pastel.

Ya seas un capo del color que seas, tarde o temprano, te acabará visitando la parca, y el escape será para siempre. Porque tu vida realmente no vale nada, sólo mantuviste poder con horror, con un ejército de chupasangres sin sentimiento.

El intercambio fue un engaño temporal, donde una parte de tu ser, fue represaliada. Aislada en una bolsa profiláctica, como la sangre de un donante. Carne dopada. 

Tuya, pero no unida, la familia. Dolorosa como una puñalada en la córnea.


En esta rivalidad eterna entre carroñeros, amigos de Fargo, observamos una oportunidad excelente para la putrefacción... un lugar donde los futuros buitres se alimentarán con los higadillos de los prójimos, y nosotros nos divertimos, porque tenemos vocación de voyeurs. 

Sentados en nuestra poltrona de poder, para desconectar, si no nos interesan más.

Por el contrario, esta ponzoña no suele verse en el interior de un centro hospitalario donde, hasta las alimañas, deben ser sanadas ante un golpe desafortunadamente infantil. Seas de la ideología o la familia, que seas... Por eso el ángel de la muerte, anda ahí sobrevolando las almas y sus secretos, para quedarse con una parte de nosotros u ofreciendo su escapatoria a la invisibilidad.

Esta temporada de Fargo, tiene aciertos y anillos de poder, concéntricos al pasado central, que camuflan su real intención bajo una capa dulcificada con andares a lo Poppins y su conciencia, tan desequilibrada que asusta. Un festejo ambulante de atrocidad moral.

El pacto de una escapatoria se firmó sin sangre, porque la familia sin cabeza, puede ser reemplazada con el tiempo... Sea aquel niño con ínfulas de emperador, o cualquier otro, intercambiado por el poder o no.

Todo es posible, mejor o no, en una quinta. Con Mr. Hawley prometiendo ser la última, vencida o vencedora...

No existen exposiciones de sexualidad enfermiza, sino actos graciosos o torpes de transferencia. Las parejas de depredadores, se convertirán a un solo género, poco creíble, pero iguales. 

No habrá diferencia, ni ajustes. La información es salvación, pero en manos de quién...

No existen investigaciones, sino salvadores del mundo... o salvadoras.


Aquí en Fargo, se condimentan ingredientes con humor negro, donde la inteligencia es abandonada, en favor de lo imprevisible, salida de las entrañas de los personajes, como una sentencia. 

Más racial que imaginativa. Pero entretenida, que no es poco.

En definitiva, hemos abandonado en parte, aquel camino indicado por The Coen Bros, sin apenas historia, temporal. Pero no hemos olvidado la esencia... que flota como un bollo relleno de cianuro.

Es la sensación de una fatalidad inesperada, la desgracia que no viene sola. Como la sinfonía de la caída a lo 'Chaplin, ¿con los pies muy abiertos? Esperando no golpear sobre duro.

Será una receta novedosa... o un cadáver empotrado en un armario del pretérito... un emperador del crimen con cara de niño... un sheriff mormón versus corrupto comprado... un maniático que cante elefantes en telerañas... ¡con una camisa de fuerza!


Esto es Fargo... todo es posible. Hasta que te pillan con las manos en la masa.

Menos mal que todos, acabamos encontrando nuestra propia vía de escape.... o la sartén. Alguien voló sobre el nido del cuco... o la cuca. ¡Pobres, desgraciados!



jueves, 11 de noviembre de 2021

Snowpiercer. Season II

 


Winter is comming! For ever... o no!

¡Qué jodío Wilford, tú si que sabes de perder la cabeza! Rodeado de putas, drogas y... ¡tus normas!

Y con él, dictadorzuelo, se acerca una extraña dolencia que afecta a algunos exploradores de la verdad... el no saber dónde meterse ante la cruda realidad a nuestro alrededor. Especialmente, en el sentido político y social. Parece que todo el mundo oculta algo...

También en el aspecto médico, ya que algunos seres humanos poseemos algo parecido a una alergia al frío, que prolifera en distintas partes de nuestro cuerpo y nos deja inutilizados... Ojalá, algún tipo de injerto que nos protegiera de todo el dolor causado, en cuerpo y alma.


Ya han sucedido alrededor de 20 circunvalaciones terrestres en el Rompenieves, cómo pasa el tiempo y no parecen envejecer, es lo que tiene la estrella. Pero, se aproxima un choque estructural que simboliza dos formas opuestas de gobierno, cuando en el cómic, significaba el acabose. Pues  realmente, el parasitismo es una filosofía de vida, compleja sociedad entre seres que se benefician o alimentan, unos de otros... como aquellos. Más unos que otros...

También significa, la primera aparición de Mr. W, en esta serie para Netflix, antes de caer abierto en canal, realimentado como un ingeniero de las post-verdad, que se regocija en el nihilismo y el totalitarismo.

Aunque a mi parecer, se va desdibujando en algunos ámbitos, el retrato del engendro, a medida que se produce el advenimiento de una nueva situación política y sociológica. Pese a los esfuerzos, o ligerezas medidas de Sean Bean.


En esta cadena bicefálica y heterótrofa, es decir, dónde la cabeza del inquilino se alimenta de la producción o capacidad energética, que procesan los huéspedes... se convive con más o menos daño en la estructura simbiótica. Como un alargado nematodo metálico.

Él es el gusano que repta... la enredadera que asfixia... el virus que se esparce. El ocupa sin frenos.

 

Ahora, Snowpiercer vuelve a diseñar una división, en su interior. Una enfermedad endógena, como tantas otras veces se condujo en nuestra historia. Mientras una señal del cambio futuro (como una estrella en el horizonte del Hollywood ochentero), se manifiesta en la asolada soledad y les va señalando una posible ruta o camino, a la salvación...

O esperanza al menos, si Ël, omnipresente fagocitario, lo permite.

Lo artístico de la segunda temporada, ya es otro cantar, de los cantares horrorosos.

L´Arpenteur, el cómic.

La eterna locomotora, es una filosofía oxidada de la metalurgia litúrgica del caos, esto es, casi transformada en una religión catatónica. Puro énfasis idólatra.


Existe un término que definiría el novedoso ecosistema, que es la foresis, referida a una especie de comensalismo, en que elementos de una especie se aprovechan de otra, en este caso dos supervivientes con diferente ideología, utilizándola como medio de transporte subvencionado. Un águila imperial de dos cabezas, que funcionan como parapeto, guía o rémora.


Por otra parte, los serviles al poder, son adeptos a un nombre propio, resuena en el tiempo. Circulan entre las sombras, que somos todos, como miembros alienados de la modernidad en la nube, disfrazándose de sádicos inmorales o  psicópatas con pieles de cordero. Sirven  de acólitos de la palabra, en un circuito circular demasiado permeable y polar, sin establecimiento de leyes, sólo castigo. A la congelación...

Hasta ahora, habían estado sofocados o liberados de la carne, para cometer sus negocios en un mercado de transacsiones internas. Quitando algún elemento divergente que cometía los más abyectos crímenes y era juzgado con medidas contradictorias. ¿Te suena, no?


Este cambio climático no es al uso, al dictado de lenguas climatológicas que lo habrían vaticinado en el pasado; ni producto apocalíptico de una guerra nuclear; con bombardeos a distancia propios de la guerra fría; sino que fue un designio de eventualidades producidas por el desarrollo y la catastrófica intervención de científicos, curiosamente... Circunstancia renovadora que terminó acelerando todo el proceso de glaciación o bola de nieve terrestre. Es decir, la nada blanca. Bola de nieve terrenal.

No es el caminante, pero Él, construyó la locomotora (o eso pregonaba) y sus principales habitáculos, la ley rígida, los generadores de alimentos y el calor, preparados para el frío presente a perpetuidad y esa estrategia futura contra el hambre, hasta que se halle una nueva línea de supervivencia. Aquí en la prisión metálica, o el exterior.

Sin embargo, la fuente de las enfermedades contagiosas en la novela gráfica, poco se sabe, ni del cuerpo de exploradores para el servilismo... ni de las ratas, salvo en la boca de una. Más caminante que científica, mujer, por aparente definición del nuevo porcentaje. Cadena de probabilidades en género actual.

La masa inculcó la rígida normativa, que imperó durante los primeros meses y definió el abordaje de la nave, esperando otros piratas, y guiado con mano dura... Más bien congelada, como un corazón en criogenización. Salvo cuando se pone, de verdad.

Se enclaustró a supervivientes por necesidad de procreación, sobrecalentando el Motor Eterno que les alimentaría de una fuente energética inagotable, a bordo con la resistencia, la música de no se sabe dónde, y la ciencia.

Surcaron la vía circundante de sus próximas vidas, sin saber cómo llegaron hasta allí, las diversas culturas. Zarandeados a través de una inmensidad de hielo, con caparazones resistentes y drogas, en segundo término en la serie. Como los pelos, la carne y los virus.

Se fomentaría la lucha como en el cine, con sentido menos coreano, mamporros a temperaturas inferiores a los 100º bajo cero, para mantenerse caliente, marcando un posible camino sangriento para los exploradores. En esta ocasión, no les veo.

Aquí más sola que la una, Melania.


Sin embargo, ésta, es una ´nueva` sociedad alimentada por tecnología, de las ideas seccionadas. Una guerra continuamente fraccionada sobre aquellos 994 vagones dependientes, gobernados por un caótico sentido de la democracia popular. Hasta nueva orden... ¿mundial?

Ser o no ser, esa es la cuestión... creer o procrear.

¿Es el mañana? ¿O será un retrato programado del presente, aquí en nuestra realidad?

Del cómic visionario franco-belga, se desprende esta sensación terrorífica del ocultismo, o repetir los males del ayer. Como si una figura prepotente y radicalmente sugestiva, se levantara de la tumba y retraernos a un momento execrable de nuestra existencia. Porque el sonido del nazismo, aquí mucho más matizado, repiquetea al lado, como un depredador con forma de nave nodriza, se acercara a la despensa trasera y terminara convirtiéndose en sanguijuela. Un carroñero, un microorganismo parasitario, de acción y vocación.

En este punto abyacente, próximo al colateral caos en serie, el nombre propio de W, susurra su dialéctica prohibicionista, para recordarles quién es el que manda. El que ordenó en el pasado, antes de quedarse anclado a tierra. La Tierra que, por un instante, parece querer darles un respiro, aún demasiado gélido... pero menos, según las balizas.


Su poltrona...

Libertad, o control.

En el interior, sin una esencial tripulante y los parámetros del cómic, todo empieza a caldearse como una tinaja de agua caliente que empieza a hervir de sangre y amenaza con salpicar a una población sobreexcitada. No sexualmente, que es una broma. 

Un grupo que se ve arrastrado por un líder. Un alfa con dientes de pega y cinismo, porque la selección última, se ve caricaturizada y perdida en un valle tormentoso.

La fe, contra las denominadas escorias, un paradigma de beneficiencia distrófica y rebelión de masas... siempre aduladas o pagadas, en la realidad.

Aún existe la esperanza, pero sin control, no es nada.

O la amistad que no se siente verdadera en la serie, sólo un efecto plañidero y torrencial.


Las emociones se sienten como un truco falseado, entre aquellos que estudian las coordenadas de salvación y las temperaturas, vigilando el exterior, y los fantasmas. Excepto el aspirante a dictador de nuevo, que va arrastrando su pensamiento fagocitario y el posible control de la máquina, con una sensación de capear las contradicciones y la interpretación de Sean Bean, entre la severidad y el nihilismo. Cada vez, marchando a peor, hasta los demenciales últimos capítulos y mi pérdida de racionalidad mantenida hasta ahora.

Patética valentía, forzada en el retrato de la contrarrevolución, como la violencia de los rebeldes... De los que buscarían hogar bajo los copos de nieve, ya que no parecían hallarse en el ambiente ultra-gélido, que el cómic llevaba a los últimos términos. Mucho más pesimista y condenatorio para la humanidad.

 

Esta especie dúctil de cavernarios, inteligentes con problemas evolucionistas, se alimenta con el invento maquiavélico de la literatura clásica, que se adhiere a su personalidad, como un tornillo, de un ser monstruoso. Y su novia, ecléptica de piel y nervios. 

El tren es un ser vivo, como ellos, adaptándose al frío, sintiendo fatiga, seccionado, independiente, solitario con dos cabezas... bajo una piel de Frankenstein engendrada desde la genética y su... ¿pareja? Separados para conformar una nueva especie, el superviviente, escamado. 

En fin, todo parece calculado, demasiado controlado y aseado, hasta el piratismo, perdiendo la noción del tiempo y la obra que versiona muy libremente. Salvo, nuestra propia mente... que engendra barreras fundamentales, parapetos artísticos, descubriendo la muerte de la personalidad. Porque, por contra, la tv los ha cambiado, a los personajes digo. 

Aquellos exploradores realizaron un viaje de otros tiempos con perspectiva casi esclavista, rondando los rincones recónditos de la existencia, en una performance de riesgo hacia la metafísica, y de demostración masculina; mientras que la producción de Bong Joon-ho, se va convirtiendo en el tren infernal de la resignación y la perseguida identidad femenina, en diferentes piezas.

Invitación a mercadotecnia del nuevo orden, la actualidad genérica en ascenso, la sexualidad en ramillete y violencia, pidiendo perdón, casi como invitada silenciosa. También estéril, un investigación científica sin atractivo, ni visual, ni doctrinario,como la inanición mental de los personajes. En fin, un pequeño vertedero en expansión, caca de la vaca, motora.

El excesivo control de los márgenes, traiciona a fríos monstruos y sus nuevos poderes, a la imaginación del personal. La soledad del héroe/heroína es una válvula de escape, para no aparecer, mientras los demás piden perdón por los errores cometidos en el pasado o las decepciones futuras, persignándose demasiado. Los miembros cercionados de este tren, difícilmente van a regenerarse, ni tendrán lo oportunidad de hacer el amor... o la guerra.

Los hombres empiezan a parecer cubitos de hielo, ¡heroínas al poder! La hija es un continuo vaivén, ser o no ser traidora, lloriqueos familiares... ¡habemus perdido el control.


Desgraciadamente del género apocalíptico, va quedando poco, el espectador se embarca en el gran negocio del sentimiento, sensiblero. Un tren que no para, hasta quemar el combustible o que una fémina, lo detenga.

De las muestras de debilidad, adicción o prepotencia, pasamos a la esperanza en una distopía social y política, y luego al pirateo. Donde se margina a los desesperados, en la tele, se mancilla la ingenuidad del pagador o, se vulnera el lazo de sangre en desafío. Naufragando en la enfermedad mental y los pocos arrestos para el cambio, es el suicidio. Nos vemos arrastrados, a la ideologización o culto al poderoso, sin sentido marcado, simplemente a través de un control megalómano que no avanza en la serie, ni aterroriza ya.  Al final parece triunfar el servilismo como consumismo y las dudas... de todos. Sobre todo, a esta parte del sillón, acelerando hacia el fracaso en segunda y, marginalidad en última etapa.


Ya no existen los niños héroes, ni a un lado, ni a otro, ni los sentenciados. Sólo una cloaca de kk. Esta es la otra cuestión, basura, en un panorama con 1034 vagones desnortados.

Palabra aventurada y congestionada en una Miss Connelly impoluta, sin daño físico, que empieza a verse algo perdida en papel dominado de joven. Se siente una científica en una ratonera... Vale, ya paro...

¡Vaya globo aerostático-emotivo, ¿no?

La Búsqueda de Libertad.

Entonces, articulado por sus clases sociales de antaño, este tren parece casi perdido. Es un mecanismo que chirría y amenaza con descarrilar.

La historia recontada va dando bandazos y nos vemos atados por sus espacios, las funestas relaciones humanas en los receptáculos comprimidos, las sensaciones de pérdida en el argumento... Esta libertad, no tiene lugar, dónde sentirse cómoda.


Todo son avalanchas prefabricadas, vacíos de un cálculo de probabilidades, improbables, distorsiones mentales de la supervivencia, heroísmo pirata, falsas estrategias de paz mundial, reorganización familiar y amor libre. Vamos, opciones relativizadas de una libertad, que no puede llegar muy lejos, porque empieza a parecer un antiguo blockbuster.

Para intentar alcanzarla, al igual que aquella gran mujer sostenía en la mano, su llama, la antorcha de las emociones libérrimas está bajo cero. Las venas se nos abren, al enfrentar los focos de rebeldía o tiranía, porque el extremismo no tiene demasiado fundamento. Va perdiendo su gracia, y la sobreactuación va en aumento exponencial.

El pasado, el presente o el futuro, nos va consumiendo... sin importarnos la trascendencia del apocalipsis climático alrededor, ni siquiera a bordo de una maquinaria inmortal. Por ahora... ¡Cuidado, otro abismo en el horizonte!

¿Eres un libertador, o te transmutarás, en una especie de superhéroe? O al revés, un tirano sin escrúpulos... de pacotilla. Esa es la verdadera cuestión, e histórica, en apariencia.

Aquí, ahora, la libertad es un mero ir y venir, mientras que el poder transita entre anfitriones y huéspedes, caprichosamente, pasando de mano como en un videojuego, donde los acólitos están embarcados en una insufrible batalla, de querencias y desapegos. Cuando la realidad está dominada por el dinero, lo materia, y el llanto. 

La monstruosidad, caso perdido también, debería residir en las voluntades, sean de acero o de hielo, que es la vida misma, engendrada por un cómic visionario; no un raíl inconsistente, de retratos genéricos o estereotipados. Quizás, un traslado virtual por imposibilidad del presupuesto, por poca verosimilitud claustrofóbica, o por debilidad en las mentes pensantes, sus directores al cargo. No sé...


El caso es que hay poco espacio para las reacciones extremas, ya hay menos de 3000 pasajeros y eso los esparcería matemáticamente, en 3 por vagón, a excepción de los dedicados para otros menesteres de la fabricación de alimentos o la producción emocional... Es decir, física inconsistente, que también existe... como los amantes de Teruel. Tonto ella, tonto él, decían en libertinaje... En definitiva, poco creíble todo.

La libertad debería ser una mujer, pero empieza a ser invisible, que no se moja ni mancha. Otras aparecen caóticas o desdibujadas, y los hombres a su lado, más. Los sentimientos se exhiben sin frenos, a pañuelo quitado, pus rueda la lágrima fácil, los encuentros se llenan de fragilidad narrativa, el papel se acaba, sólo va quedando un cenagal de emociones para clínex. 

Una guerra tonta entre secta y rebeldía, una tormenta genocida que tiene un espejo en el pasado, y se rompe en mil añicos, una noche de cristales rotos, que brilla como un mar de lágrimas. Qué pena, Mambrú se fue a la guerra...


Es delgada línea, esto de la búsqueda de la libertad. Aparece y desaparece, borrosa como la historia o cambiante como la ideología enfrentada en los libros quemados.

Entonces, pareciera que esa libertad es imposible. Especialmente, con la muerte rondando entre dos bandos enemistados de por vida... o lo que queda de los inestables resistentes, en otro corte profundo con el cómic.

Aquí y allá, viajando entre redes, luchando y desangrándose, congelándose en el invierno, en el interior de 994 vagones, enjaulados... más 40 ladrones adosados a la cueva. Menos 10, qué se yo, ya. Xdios, la máquina sagrada es un cuento.


La Semilla del Llanto.

Un despertar significa aventura, pero también puede ser un aviso... de muerte. De nueva división.

Menos de 3000 almas en pena, más una mínima cantidad funcionando aparte, como enredadera que exprime... u oprime, tratándose de la humanidad. La sección es un corte en el panorama, cuando las lágrimas se multiplican en su vagar vacilante, saltando charcos, porque es el único remedio a este scifi. 

Esta es una máquina lacrimosa, que deja atrás ataques de pánico social, enfermizo y de horror, pareciendo todo en ella, más sentimentaloide.

Excepto los monstruos de la manipulación de siempre y su contexto... bueno no, alguno también se comienza a derretir.

Disminuye la sangre y aumenta la sal. 

A la vez que se intercambian e infectan las versiones, de uno y otro lado, se propagan los pensamientos sensibles y se resignan los deseos pecaminosos... Aquí llora hasta el apuntador, hasta las prostitutas... o el ser de hielo, hija de caulquier Prometeo vagabundo. Frankenstein, parece un chiste en deformación.

Llora Otello, llora Yago, Perséfone... llora Hades, que empieza a condenarse en este infierno. Se pliega la piel que habito, los ojos se caen a jirones, como en un vuelo lisérgico de la batalla perdida, de un replicante de piel. 

Duelo entre nuestros propios fantasmas. El peligro en el ambiente, es húmedo y salado, corrosivo para los personajes, que hacen propósitos de enmienda, infinitos. Nos inundan.

Se dejan arrastrar por sus debilidades, pues los hombres también, son los que más lloran ahora.

Estábamos tan acostumbrados a vivir sin sobresaltos, que saltó el resorte de la sensiblería y no hay quién la pare. Estábamos tan calentitos en la climatización circundante, que no nos dimos cuenta, de que el calor provenía de la vergüenza de las palabras. Como el hambre de las colas en el exterior... 

Los asesinos con sus cuchillos en la carne, sollozan porque no tienen alma para el mal, hundiéndose en la miseria. Los familiares de víctimas, se sienten perdidos y descabalgados de la sociedad, que se resiente en un estado que patina. 

Los adeptos con manos entrelazadas, intensifican dantescos folletines de visionarios, todos displicentes, como los políticos envenenando el aire, proponiendo nuevos crímenes de poder... ciencia en malas manos, impersonal. Jueces y fuerzas de la ley, en versión desnaturalizada, No me hables que no te veo. ¡Llorarías!


Los padres, monstruos, madres, heroínas, hijos e hijas, enjugando sus lágrimas, hasta el diluvio universal, ante todo este ambiente glacial, traumas en la función fronteriza de la realidad... familias distópicas... amor de garrafón. Monstruos de cera derretida.

Los acomodados comiendo bien a la carta, los burgueses intentando llamar la atención, por encima de ellas, sus posibilidades digo... los trabajadores intentando no caerse, también metafóricamente, hacia un paro desorganizado y la fuerza bruta... los pobres abandonados a la cola de Dios. 

Todos circunvalando su extravagante universo de lágrimas.

Esto es Snowpiercer, season II, un poco descorazonadora narrativamente... un abismo de pasiones, en declive. Cada vez menos distópica o apocalíptica. Estoy a punto de sacar mi pañuelo... y decirle adiós, buen viaje.

Soy el hombre sin brazos del circo... Como decía aquel y Tod Browning. El regreso dos o viaje a ninguna parte... O exhibicionismo de baratillo, para una fuente desconsolada de fieles, en serie. Freakys!

El Amor Fati.

Es algo peligroso que debemos enfrentar en la vida, para lo que debes estar preparado, como las circunstancias entre el frío, el cautiverio y el hambre. Llegando de imprevisto...

Dos máquinas tirando en direcciones complementarias, pues se funden en un organismo, otras dos, corazones unidos en familia, manipulando en opuestas circunstancias vitales. Similar a la maternidad y la relación embrionaria en crecimiento, que puede convertir a la hija en némesis de la madre. Ventrículo contra aurícula, buscando entre sollozos, su propio latido.

Es Rowan Blanchard, un ejemplo circunspecto de la actualidad, representante de la cuestión feminista y el activismo político, salido de un castillo de Disney.

Pero, son las auténticas heroínas, en la Tierra y en la pantalla de ficción del Snopiercer II, incrementando su posición con más lágrimas. Esto es así, de aquí al Terminus ya mencionado.

La otra parte del amor, el hombre, se muestra como un ejemplo empañado de rivalidad política, piratismo automático, execración antisocial y buenismo. Todo nos lleva a comentar... que es un bendito y santo barón.


Toda la pasión, más allá del amor familiar y la maldad, del nihilista, recae en la interpretación del gran creador de las diferencias y la manutención de ellas, esto es, Sean Bean. El actor que se pone los batines esclavizadores del tiempo y las pantuflas ensalivadas, con un deber y un saber hacer que te deja helado. O quizá es que no te acuerdes que, fue uno de los que gritó en la tele, "Winter con W, is comming!

Winter de Wilford, menuda serendipia artística de consonante y doble diferencial de la muerte, sin cabeza. De andar como padre ideal y prota descabezado a las primeras de cambio, sorprendiendo a los no lectores... a una presencia casi inesperada, lobo alfalfa desnortado, bañado en sangre, amante de puta. Como condesa vampírica que sustrae la esencia de las víctimas, y recicla su poder. Cosas de Psicosis, neuronales.


Evidentemente la serie decae, pues no resiste los embates de lo catastrófico en el tema alienado del individuo, ni la sociedad, ya que nos vamos separando de la ciencia ficción y el sentido post-apocalíptico. Por descontado, de cualquier muestra plausible de horror... hacia ese orden del día que significa, la necesidad por los pucheros.

Excepto en momentos puntuales, en los que se ofrece turbación psicológica en transiciones utópicas, un baile dispar con la prostitución de alto standing, algo de realidad virtual de tapadillo con el cómic, y la dominación del dictador. Una pizca de ciencia genética del caos, la perturbación de la culpa, exacerbada al máximo, los cambios de roles intoxicados, la vacuidad de la adicción, y un revolución improvisada... que vuelve a empezar. Como Garci en la tele, pero con menos gracia que éste.

El amor no podría resistir tantos embates, ni cambios de estrategia, se escapa como una rata en un mundo sin humanidad. Él que se veía condenado a vivir como ratas.


Por tanto, si bien el amor es un regalo, también puede mutar a maldición, como en tantos cuentos y mitos. Y en materia de supervivencia, sentirse una necesidad. Que puede convertir al serial killer en un encuentro de plañideras, o enfoque de poco calado metafísico y menos horripilante. Algo que acaba partiéndose en dos ríos incontenibles, incrédulos, la vía aciaga y el espectador. 

Debido al aspecto circunspecto de sus posiciones extremas y relaciones superfluas, o por la condición encajonada de sus vaivenes por los vagones. Muchas veces, parecen saltos inconcretos e inconexos... como caer a un infierno en blanco y negro.

Snowpiercer se está desarrollando como un agujero negro, del que no escapa ni dios. Ni la ex-novia, ni el Gólem de hielo, ni los piratas modernos... rendidos en medio de un holocausto de las emociones.


Fuegos fatuos... fantasmas. No se prende, ni la pasión de los amantes, ni el revolucionario, ni la represión... ni siquiera resiste ese amor, madre e hija, tras un odio irracional que se representó y esta visión inerte tras el cristal.

Vaho sobre vaho, inconsistente en la ventana, goteando para hacer un charquito.


Futuro... Piel sobre piel quemada, de eso, la humanidad sabe demasiado... Son los restos del incendio, cuando no existe humanidad. Sino, incompatibilidad excéntrica y mediática. División con el resto, palabra del ególatra. Sólo que en la realidad actual, son lobos solitarios en cualquier sentido, a costa del dolor. De ida y de vuelta... o fundiéndose en manadas.

El hombre doble V, de victoria personal e involutiva, es uno de ellos.

En definitiva, la aventura del scifi y las distintas pasiones, versionadas del cómic libremente o en cautividad condicionada por los elementos, se retratan como una prisión casi permanente. En función de unos f/x falseados y algunos escenarios, no los exteriores que, aunque escasamente monumentales, ganan en dimensionalidad esférica. Y especialmente también, por el peso de la estructura narrativa, en ese decrecimiento metafísico constante, al tran tran.

Al igual que las dimensiones humanas, que quedan constreñidas en el paradigma del lloriqueo y son un penar en el horizonte, de los sucesos emocionales profundos. 

La significación del aventurero solitario o aventurera, perdida, será el todo... o la nada. Acierto o panorama desértico de la decepción de este porvenir. Una duna distópica. En tres actos, ¿o no?

¡Seguro!, palabra de máquina.




domingo, 17 de octubre de 2021

Snowpiercer. Season I

 

     El tren como gran paradoja de la producción económica, una locomotora sin frenos, frente a la diferencia de clases. La locomotora como imagen de salvación, el motor de Dios.

Esto en el cómic, tiene un resultado espectacular debido a la causa transgresora en que se envuelve ese camino distópico del caos, más cercano a una realidad circunspecta y fragmentada de la sociedad, como siempre.

En Snowpiercer, existe esta separación entre niveles socio-económicos, disfrazando el capitalismo liberal de máquina y la falta de humanidad, simulando el marxismo revolucionario. Ahí enfangados entre desastre ambiental, cuando normalmente el dinero, sigue alimentando ambas vías y enriqueciendo a los poderosos en los diferentes sostenes políticos u otros, diríamos transgénicos. Dependiendo de sus decisiones y distorsiones violentas variadas.

La mano que mece la máquina, simula una especie de maniobra dictadora, donde las elecciones no tienen sentido, porque en la superficie estaban normalmente guiadas o compradas, bien a cambio de favores o sosteniendo tentáculos que se aferraban a la presión mediática o esa violencia.

Todo empezó como una caldera al rojo vivo, a punto de estallar con un mínimo avance de las temperaturas que repercutirá en el futuro... de todos. Víctimas del calentamiento moral.

Tras multitud de pandemias que asolaran nuestro mundo, se produce una crisis o apocalipsis total, como un fragmento del pensamiento bíblico, o diluvio de consecuencias congeladas. Paralizados como el tiempo y el futuro, su narración avanza a toda velocidad, con pausas desgarradoras o equívocas, formando una elipsis entre distintas imágenes de diversas fuentes artísticas...

¿Qué fue primero... la gallina o el huevo?

Primero fue el motor, omnipoderoso hasta este momento que empieza a renquear... un diseño con defectos, no de fábrica sino de mente, que se significa en las letras de un pequeño documento escrito y dibujado... Fue la expresión de la distopía futura.

Segundo se intercala la película que recurre a un camino sangriento hacia la cúspide del egocentrismo y la depravación, cuando se confunde esta serie de capítulos que toma ideas de una vía o de otra, para proseguir la marcha temporal. Pero, aún falta material en los cuadernos, desde la división que está por arribar a una segunda estación y un viaje al parnaso del Terminus en Asimov.

Lo siguiente pueden ser revelaciones que desconocemos todavía, o un gélido encuentro con la nada, a temperaturas absolutas bajo cero. Como el cerebro de algunos...

La Navegación.

Es un recorrido cíclico por la memoria de las relaciones sociales, políticas y trabajadoras. Incluida la prostitución, o ese que dicen oficio más antiguo del mundo, cuando todos se prostituyen por una causa u otra, por dinero, poder o gloria.

Sin embargo, el escritor mantiene una apuesta por la creación... hasta que llegan los contratos y el motor empieza a echar humo. No sabemos cual es nuestro precio por las cosas, ahora que todo sube hasta el infinito y seguimos esperando el fin.

Como un ferrocarril que termina en vía muerta.

La historia primigenia se estampó en la editorial franco-belga Casterman. Una publicación que arrastró las guías o los pasos de un aventurero Tintín, o las distancias arqueológicas con À Suivre: por ejemplo con Colto Maltés y demás devaneos de riesgo.

Este Rompenieves del tiempo, fue creado por el historietista y guionista conocido por la serie Superdupont, el francés Jacques Lob. Junto con el grafista y pintor galo nacido en Baden-Baden, Jean-Marc Rochette, autor gráfico de los siguientes cuadernos que se condujeron posteriormente al fallecimiento del primero.

 Es una verdadera visión filosófica de lo contemporáneo, entonces 1982 con un retraso en la salida a la luz, desviando el ecologismo a una singular carrera con el porvenir de la humanidad. En un fotocopia infinita de éxitos o padecimientos ideológicos.

Por tanto, una referencia dinámica sobre las causas de la hecatombe ecológica,  de la que no sabemos su eclosión, si bien a causa de una guerra nuclear o por el denominado efecto invernadero; Sino, un ambiente recargado más bien en los efectos del mismo, en sus consecuencias febriles, monstruosas, combativas y absolutamente intemporales, por otro lado. El nuestro como especie inteligentemente... violenta.

Nos comportamos como genios, o animales buscando el canibalismo antropogénico.

Observamos, a través de los rieles de confrontación en navegación circular, a un grupo heterogéneo de supervivientes subdivididos en particiones profesionales o compartimentos, polémicamente éticos.

Pues, se supone que los seres humanos cambiarían drásticamente con las temperaturas, en su afán por detener el calentamiento terrestre y el aumento del agujero en la capa de ozono, sin caer en la perversión y las habituales adicciones. Dinero, poder y otras... Aquel defecto presionó las acciones de los científicos, en la búsqueda de la perfección, produciendo un cataclismo a la inversa, es decir, una glaciación de proporciones épicas.

Un complejo universo en paralelo, que empieza con un Escape y se perpetuará en una exploración en las agujas del tiempo elitista y por fin, un cruce de caminos, en estación aparte.

Pero antes, se consideraba al capitalismo como una locomotora que nunca se detiene, dedicada a la economía del bienestar y la producción de artículos de consumo, donde todos se subían. Comprando el último componente tecnológico o contratando la siguiente plataforma visual. 

Ahora la representación en blanco y negro del cómic, es un dinosaurio en relieve real, como un espejo de la condiciones de nuestras sociedades actuales, que necesitaba una revisión probablemente. Porque echando la vista atrás, la violencia vuelve a triunfar en cualquier contexto y se veía necesitada de un estallido a todo color.

Una manifestación de las condiciones, para nuevas generaciones o sociópatas en el vagón de cola... harapientos, hambrientos... Un salto de vagoneta con bayoneta afilada a lo Chris Evans, mezclado con el actor coreano Song Kang-ho. Vamos, tajada va, tajada viene.

Parece una prisión de vapor, hipertensionada, un holocausto de salvación, acelerado, donde algunos subieron sin billete. Curiosamente, donde la convivencia colectiva y esa división, incluso familiar o amistosa, produce numerosos conflictos de interés, que derivan en horror. 

La humanización y el abandono, también llamado deshumanización, of course... son dos locomotoras encabritadas, a diferentes rendimientos mecanicistas, viniendo una contra la otra, encadenadas, como el motor del estado frente a una revolución de rebeldes al control.

 En la realidad, es un poco diferente, ya que la maquinaría aspira en erigirse en esencial, para cada uno de los vagones, mil y uno, o siete menos, y mas en los márgenes mediáticos de un mismo nicho de poder. 

Por eso, pienso, se derivan otros efectivos, dedicados al día a día, bien al consumo de alucinógenos que intentan olvidar más, o vagabundos sin rumbo... ni fuente rememorada.

El resto es pasaje, en un viaje salvaje por los elementos de la sociedad, que se repite en un repiqueteo constante, que ejerce su fuerza, creando un reguero de cuerpos ante el camino estructural, bajo el metal. Sembrando como en la elaboración de las antiguas vías ferroviarias, la semilla del dolor, el rencor y la venganza... a cambio de una misera paga. O una perspectiva...


Tras muchos virus que asolaran el mundo moderno, puede que ese cataclismo atmosférico, sea una mera anécdota a la vuelta de la vía. Pues sintonizamos la fragilidad de la raza humana, cuando se enfrenta a los conceptos invisibles o los procesos monstruosos de la naturaleza.

Somos meros pasajeros en un universo imperfecto, que no se ralentiza nunca y como en TNT o Netflix, sólo avanza hacia lo inesperado...

Primera Clase.

Nunca vimos el peligro.

Si acaso temíamos la caída de un gran meteorito devastador o que un supervolcán nos llevara a una época asfixiante de tinieblas.

Pero, estábamos cómodos en nuestra privilegiada posición... ¡No nos faltaba de nada!


Los peldaños materiales, seguían como siempre... firmes. 

Ya que algunos no podían calentarse o morían de hambre y enfermedad, sin medios, para oponerse al destino. Eran los parias en el denominado tercer mundo, que ahora, estaba cade vez más cerca del primer puesto, al doblar la esquina de nuestros barrios.

Mientras, unos pocos se despertaban como deportistas de élite, empresarios de éxito, demagogos en los medios o estrellas de Hollywood. Vivían y se alimentaban con lo mejor, como otros mitos endiosados, el adinerado Mr. Wildford, elevado a Supremo Constructor o semidios de la mecánica y de la cinemática en hierro.. y humo.

Ayer en esa piel ególatra de un gran Ed Harris, tras el filme dirigido por un divertido en la obscuridad social, Bong Joon-ho (Memorias de un Asesino y Parásitos). 

Los ricachones quemaban sus billetes en fiestas, sustancias prohibidas y putas, incluso viniendo de diversas ideologías, es lo que tiene la adicción... ¡que no mira fronteras!


Luego llegaría, el frío, los empellones y la calma tensa... mayoritariamente, luz artificial de cabeza a las cloacas. Por suerte, no se rellenó con gas, como en otros momentos históricos y penosos.Aunque todo puede llegar... esto es Snowpiercer II el rompehielos, y desconocemos las nuevas etapas... estaciones en revisión de la novela, al margen del invierno perpetuo.

Ese cataclismo atmosférico, casi esperado por otra parte, nos llevó a la casi extinción de la población mundial, mientras un mínimo grupo de privilegiados se montaban en una locomotora, en cabeza. Un rompecorazones hacia la esperanza, con rumbo fijo en la memoria y materia inerte basado en la última tecnología.

Porque aquel relato iniciático de Mr. Lob, fue evolucionando tras su triste pérdida y la publicación de su inédita obra gráfica, hacia una multiplicidad de elementos más indefinidos, a cargo del guionista Benjamin Legrand. En busca de L´arpenteur o guía de Los Exploradores del tiempo, fuera del método recluido tras Le Transperceneige, o en busca de un destino scifi, denominado Terminus. Tal vez saliendo del clasismo grisáceo, hacia otras latitudes cercanas a la metafísica onírica.

Pero bueno, eso es otra cuestión, que ya llegará a buen término o una especie de estación al mañana.

De momento, esta primera clase se encuentra en una caverna lujosa, aparentemente.


Pues decadencia moral, se dispersa en todas direcciones, o una. De arriba, el egocentrismo y sus caprichos, a abajo, donde se dan de bruces con una irrealidad enclaustrada y la responsabilidad de una minoría superviviente. Se distorsiona, en la depravación sexual u otras consecuencias deficientes de consumo, sobre todo, cuando emerge entre un extremado nivel de engreimiento en determinadas familias. 

Quizás, una de las principales fallas de esta glacial temporada, sea ese dibujo de las relaciones y la significación de los personajes que, a veces, se mueven de forma robótica. Es decir, no tienen significatividad en la narración.

Son fríos, incluso en el deseo... o la muerte.

De Segunda a Tercera.

Mientras vemos pasar el tiempo, como puertas de vagones en la canción. Con el mismo congelado, en nuestras retinas.

La parábola circunvalante de siete años, que pudieran ser ochenta, es una instantánea de lo que fuimos e intentamos conservar, de muerte. En este espacio que nos condiciona y divide, entre unas leyes que lo delimitan y unos mitos de barro, que se edifican sobre raíles eternos de la memoria. Democrática... o menos.

Algo cambiante a cada paso o vuelta, como la inteligencia o la educación, el respeto, la heroicidad o las creencias en el más allá.


Esta lucha histórica de clases, es un vicio inherente a la sociedad. 

Que viene engendrado por la necesidad o la pertenencia grupal, se define como un tema estructural, al que hemos sido incapaces de dar solución. Ya que, su efecto... el dinero, es lo que fabrica esa disfunción emocional o deja a las sociedades ancladas en épocas medievales. Seres humanos que no se fían de la alta tecnología porque produce procesos virales y, más mercadotecnia, significa más monedas en la cuentas pendientes. 

Y el mito se convierte en inversión, con profusión de nuevos medios de evasión emocional, o adicción al poder.

Sin embargo, ese alto nivel de degradación, sofistificación o involución empática, viene precedido por un caso sangriento que tiene la perspectiva de los míticos asesinos en serie, como Jack the Ripper, por quítame unas pajas. Otro ejemplo de amoralidad, no colectiva, sino enfermiza.

Y de las sombras, aparece un agente camuflado, que procede de otras capas sociales, no tan marginadas. El héroe, siempre es así, un luchador que revuelve las primeras conciencias, y es aupado por los demás hacia el liderato. 

Mientras vive, piensa en los que dejó atrás, transformándose en la avanzadilla de una revolución dirigida hacia el Motor Eterno... o una nueva pieza de la máquina. Que va devorando el camino.


Puede que los primeros, sean los últimos... cortados por falta de juicio.

Así se comportan los distinto niveles de la locomotora, enloquecidos, como clubes deportivos que descienden por sus pecados incómodos o bajo rendimiento. O promocionan en busca de un estatus más cómodo que facilite la vida individual, foto en familia con el título, o tal vez, la evolución de los seguidores que se convierten en hijos ficticios, sin conocerlos.

Casi como los animales salvajes, se siente la ley del más fuerte o... el que se cree más inteligente. Esto es, una especie de Ley de la Selva, con numerosas especies que intentan evitar extinguirse, en un arca sin Noe, más bien Noelia. 

Y eso que, todavía no ha llegado el baile de máscaras... ¡malditos roedores!


A ella, correspondería la figura del antiguo hidalgo, que lucha con molinos de viento. Es visionario/a, exponiendo el orden ante el militar de a pie o el policía, de otro cuerpo, antes de caer en desgracia y quedar supeditado a esa consideración de liderazgo. Casi impuesto, dentro de una montaña de "escoria", que no pertenece ni a magnánimos, ni seres de segunda o tercera división, sólo al asalto de piejos y la hambruna.

Excepto las ratas que no se siente, la vida superior está diseccionada por la necesidad de productos de primera necesidad, la alimentación y la defensa ante las enfermedades contagiosas. Y por descontado, la desconsideración personal o el olvido.


Esta fuerza institucional, a veces brutal en el Rompenieves primigénio, así como su opuesta repelida y engendrada entre la marginalidad más extrema y voraz, es una pirámide basada en el miedo. Otra apuesta de la no supervivencia pacífica, que nos mantiene alerta y que repiquetea en cada línea, en cada imagen o viñeta. Parecido a un botellón de adultos, en plena circunvalación de valores. Vamos, la guerra, donde los de tercera y alguno de segunda, van al frente.

Siempre, unos supeditados a otros, privilegiados controlando o pilotando, burgueses (más o menos) en retaguardia y proletariado, en las trincheras. Aunque la mayoría de personajes, se conducen por la inadaptación de la serie, en una especie de simplicidad mecánica. 


Los pertenecientes a estos niveles, saltan de su etapa inferior hacia la cúspide, o se estampan con el sexo y otras indefiniciones, como una paso indeterminado entre vagones, que no significa nada. Con otros pegados a sus espaldas, en estúpida persecución sin gracia del coyote al Correcaminos, aunque no haya escape en el horizonte. 

Algo que parece más, una consecución de casualidades, que una organización básica de cerrojos y carceleros, como pregonaba el primer volumen de The Snowpiercer: The Scape. Mucho más marginal y enfermizo.

Se parece a un invierno interminable, donde se va acabando la madera para alimentar el fuego, más madera, más sangre... más sabañones, más piojos... tiros a ninguna diana visualmente atractiva. Quizá, salvo ella, fuera de categoría.


Antes de que alguien pudiera salir al exterior para encontrar la futura fuente de calor, bajo toneladas de hielo en procelosa glaciación forzada, la civilizada y avanzada humanidad, se amotina y rebela. Aunque se encuentra a salvo, con 120 ºC sobre sus ideas perpetuadas y una amenaza que aparece con cada disparo, cerca de la nada más absoluta. Un millar y uno, rincones cerebrales, con neuronas criogenizadas en número inconcreto, esperando mejores tiempos.


Una carrera hasta el descubrimiento de una mentira.

Canibalismo de uno u otro tipo, y que se diferencia de la primera película del director y ahora productor de esta serie, el nombrado y oscarizado creador, un parasitario de sociedades y túneles, llamado Bong Joon-ho. ¡Genio y figura, hasta en la...!

La No, clase.

El líder es una metáfora de aquel, que estaba protagonizado por Chris Evans como protagonista en la piel de Curtis, o primer Proloff dibujado, caracterizado de internacionalista y detector de lenguas extrañas. El detective Leyton es un sobreviviente del guión, un primo en busca de la fuente dorada, dentro de una torre de Babel simplista o bastante desdibujada, nunca mejor dicho. Igualmente, insustancial en relaciones sentimentales.

Para mantener el impulso del mecanicismo narrativo, hacia la palabra del omnipresente y alucinógeno Wildford, se necesita este contrapunto, protagonizado por un estereotipado David Diggs, entre rapero de un moderno mundo, entre un Wonder de apariencias y una la nueva creación musical de Hamilton. No el piloto de carreras...

La energía no falta, evoluciona, se convierte en otra cosa. A cada instante lo que parecía producto del pasado, se transforma en presente, como una ley primordial, buscando no frenar el crecimiento de la estructura vital de la historia primigenia. Pero la serie, en muchos vagones, se estanca... el clima se hace irrespirable, no crece.

Pues los personajes, tanto de ´alto estanding` como los menos favorecidos, no poseen alma.

Únicamente se mueven por instintos o la decrepitud superficial de un argumento condicionado por la falta de espacios, de rumbos o de respuestas... Que, como espectador, te vas a ir haciendo constantemente.


Como los muertos en la cola, algunas estaciones van desapareciendo ante tu mirada, los cuerpos se precipitan a ningún lugar como una montaña de carne de consumo industrial, en el Wall de Pink Floyd, la moralidad se ve bajo el prisma de una realidad virtual aumentada, por elementos confusos. La violencia que no se fundamenta en nada... el hambre no transforma a seres en monstruos.

Los años parecen puntos indefinidos de luz, energía de una maquinaría que parece oxidada, algo obsoleta, sin gas natural. Tú, solamente resistes, eres la máquina que los alimenta.

Todos se abandonan emocionalmente, de arriba a abajo, aquella serie británica si que definía bien las clases en el imperio... en fin. 


Salvo un par que evolucionan por confrontación, pasando de un vagón lujoso a otro intrascendente, y viceversa, pasándose el testigo de ese cambio que invariablemente... termina en el mismo lugar... entre la superchería barata de la ideología y el factor de resistencia. Alrededor de la acción, que siempre acaba en baño de sangre.

La jerarquía sin clase, es carne de cañón, sobrevive entre esas ratas que no existen ya. Ellos mismos se ven así, porque sus hijos son aspirados por la gran maquinaría engrasada (igual que en la comuna) y educados en busca del fin de la diversidad intelectual. 


El no parecerse a sus padres, o guiar sus pasos hacia otro destino diferente, que evite la responsabilidad, por una naranja o el alcohol consumido en las clases acomodadas. Alguno llegará a conocer la señal, traspasar la historia hacia el futuro indeterminado... Mientras otros se quedan anclados atrás, comiéndose la cabeza, atentos a la siguiente pastilla, como seres zombificados. O deteniendo su corazón... esperando un nuevo pulso, tic... tac, invernados. 

¡Ay, el p... virus!

Los Supervivientes.

La supervivencia, ahora mismo, no significa nada. 

Un mínimo cambio, experimento o ensayo... pues el motor principal sigue en marcha.

No da muestras de poca eficiencia, alimentado por los mismos que intentan detener el ritmo de producción. Dios no existe, porque el tecnócrata Mr. Wildford, falleció.

Queda el recuerdo en una grabación, o escrito semienterrado en la arena turbulenta.


La muerte es ya intranscendental, en este tren más automatizado, porque sirve de alimento de los nuevos dioses. Ratas, hacia una señal indescifrable en el horizonte, donde el cuerpo no sirve ni para abonar. Mierda hay, por todas partes: en los vagones de cola, en bocas de niños polizones, en la mente superior que los visita, los perturbados en el foco, sociópatas, verdugos, violentos futuros... 

En los que rezan sin valores, en versiones musicales, moralizantes inmorales, en montañas de droga y enfermos viralizados, prostituidos todos en el fondo, en el dinero o poder de los que se lucran con aquellos... que lo mantienen en mafias.  Otros mueren en el camino, como cualquier indigente, silenciados... los que atacan y los que defienden, asesinos mediáticos y la mente lujuriosa... en la sombra...

El motor de todo, que empieza a fallar, tic-tac... ¡O no!

La locomotora siempre ha parecido una serpiente de dos cabezas enfrentadas, un tira y afloja, el final de una etapa de transición ecológica, evolucionada en metal fundido y veneno. 

Aleación de aluminio, con incrustaciones de metales preciosos, al igual que los revólveres de los vaqueros de antaño, cosidos a una condición, fruslería ideológica o relicario de supercherías violentas. Vamos, una virguería visual, desnortada o desequilibrada del ser humano.

No sin fundamento, pues la meta del camino serpenteante de las razas, era la supervivencia. ¡Recuérdalo, monsieur Lob!


En la clase abandonada a su suerte, salvo excepciones en ideologización, no destaca casi nadie, ni nada... ni los ataúdes. En un subproducto del cómic, devaluado, la simiente del paro en el 1982, que llega hasta nuestros días, sin futuro.

En aquel 1982, se podía temer una catástrofe apocalíptica causada por una guerra nuclear, donde los piojos subsistían, con plena libertad. La evangelización era un mito, entre esas serpientes enroscadas, una frente a la otra, olvidando los males causado por cada lengua. El miedo se olía, entre las drogas y el alcohol de garrafón.

La muerte estaba en cualquier esquina de la calle... ahora, es un muerto viviente que vuelve a caminar entre cerebros vacíos.


Si bien, se comenzaba a pregonar la variante, aún alejada de la actual más vírica, de un profundo y dramático, cambio climático o calentamiento globalizado, sin energía virtual. Una evidencia ficticia al que se aferraba la serie de TNT, en la temporada I de Snowpiercer, que espera la glaciación del tiempo. Por contra, las dos partes ideologizadas, mantenimiento o revolución, no hacen la guerra, porque están incrustadas en el interior de la maquinaría, son lo mismo con diferentes nombres... a bordo del Motor Eterno y sus plegarias sordas.

Lo que sí, tendrán de fundamento ambas épocas, como guiones extrapolados de esta historieta temporizada hacia el futuro catastrófico, es esa sudivisión en categorías, impertérrita.


Mentes caricaturizadas en continuo movimiento. 

Estás en el nivel alto, o bajo, trabajas o te mantienen... Vives o mueres.

La heterogeneidad es opuesta a los ambientes extremófilos, ya que es un sistema que no funciona demasiado bien, en complejidad. Al menos, hasta que lleguen nuevas condiciones de crecimiento.

Por eso, solamente algunos especímenes son capaces de salir indemnes a las extremas condiciones vitales, entre el fuego amigo o el hielo, emocional.

La cultura no es una excepción... resistió como todas las demás facciones.

El Trasfondo... formal y cultural.

No sé cuál era el pensamiento del creador M. Lob, si la rendición al marxismo o el libre capitalismo, donde la propiedad privada era el motor, y éste, la mera supervivencia. 

Pero hoy, este Snowpiercer es una propiedad privada con rumbo fijado, que no mira al pasado... sino que, en cierto modo, vive en él.

Veremos cual es el futuro que propuso su mente sustituta, en la segunda oleada y que no conozco en papel, únicamente como lejana referencia de ese estiramiento del tiempo, espiralización de la violencia y alienación de los mundos conocidos. Este, o cualquier otro imaginario.

Aquí ahora, recordar los universos cruzados entre el terror y la venganza, que emergen tras el productor coreano, y que inicialmente dirigió el primer capítulo y capituló divergentemente, sostenido como Scott Derrickson en producción. Y en nivel emotivo, el añorado por cinéfilos acérrimos, con el hierro de la sangre de Mr. Park Chan-wok.


Los señalados o marcados por el otro interés, el mediático, que subsiste del éxito y el dinero, recordemos... bien, son los que ejercen algo del carácter genético. Dos estoicos de la distopía postapocalíptica, que se encuentran en el centro, bajo la bandera de dos ideologías políticas y económicas, posiblemente en extinción. 

El hombre de clase baja, que asciende rápidamente, y el poder, curiosamente una mujer nueva, empoderada, que se dice actualmente. Son elementos díscolos, en contraposición a la lucha de clases (que parece menos racial en la serie, más maniquea) y magnifica la próxima diferencia, el choque que se define ya visualmente como genérico.


Todo un cóctel de ideas, mezclado en la agitación actual tras casi cuarenta años, hasta la siguiente circunvalación o descarrilamiento... ¿qué nos apostamos?

Antes de apostar por el fracaso, lo que queda claro, que esto sería más ruinoso si cabe, sin la presencia, aunque equívoca e inconsistente, de una estrella indeleble como la Melanie Cavill de Jennifer Connelly. E hija de una corriente alterna... la ciencia ficción.

La hija sería otra niña, que soñaba con otros universos paralelos, sea desde el ambiente mafioso italiano de Érase una vez en América, los miedos giallo y Argento de una Phenomena en gran pantalla, o los cantos dentro del Labyrinth con Bowie

También existieron otras mordidas en los 90, con Labios Ardientes, vuelos sin motor con un héroe llamado Rocketeer, y saltos culturales de Amor y de Sombra, o Pollock. Mientras el scifi gótico se construía en la distópica Dark City, la maldad en Semillas de Rencor y entrando en los 2000, el surrealismo visual con un espectacular, Réquiem por un Sueño.

Después caería en cierto olvido, entre comedias románticas y sociodramas, más o menos reales, que repuntan en el Oscar de A Beatiful Mind, la inquietante Casa de Arena y Niebla, el Hulk, monstruo verde sin pantano, un horror de espíritu oriental en Dark Water o el pragmatismo terrorífico de Little Children. Para un servidor, ya inferiores pero interesantes: Diamante de Sangre, El Día en que la Tierra se Detuvo título divergente a esta serie, Reservation Road, Cration, la voz de 9, American Pastoral, Only the Brave, y su entrada en el trono superheroíco con Spiderman Homecoming, Avengers: Infinity War, la notable Alita y el Maverick de Tom Cruise, que me falta por padecer aún...

Creo que la segunda parte, podría ser un verdadero choque de trenes... Snowpiercer II, con la madre y la hija protagonizada por Rowan Blanchard, carne de Disney. Dos mujeres de dos generaciones, cada cual dirá que están como un tren... chu-chúuuu! Si se puede decir, que no sé... ¡Nice!


Postdata... recuerda.

Creo que la estética y la profusión de panorámicas exteriores, es mejorable. Todo lo es... creo.

Desde aquel 1982, el socialismo, supuestamente patrio entonces, parece un reflejo borroso del hoy... que empieza dejarnos un futuro imprevisible.

Como dos trenes por la misma vía o cuadro de Goya, en acción... cuando Felipe González se convierte en presidente del Estado Español y los cargos se multiplican hasta el infinito. Y los paganinis que somos todos. Es metáfora de una locomotora ciega a punto de descarrilar... tras embestirse con algunos dentro.


En esa época, otros cercanos o alejados del fragor inmersivo, de un país inconcreto hoy, como el guionista de la primera temporada de Snowpiercer, Josh Friedman... aún no habían empezado a pensar en Sarah Connor ni Terminators de Cameron... ni siquiera, Avatares, también. 

Aunque sí, pudieran haber oído hablar del caso de una Dalia Negra, tan oscura como el primer asesinato en el transiberiano, o la increíble odisea de una Bretaña invadida por marcianos supremacistas contra la raza humana, que fuera escrita por H.G. Wells, y llevada al caos mediático en magnífica emisión sorpresa narrada, por Orson Welles. Es La Guerra de los Mundos... escoria.

A lo mejor, James Cameron poseía en mente ya, algunos bocetos de sus historias, ¿quién sabe? Ni Wildford, que en paz esté... Por ahora, está a punto de caer la realidad de Avatar II, tras el silencio mortal y pandémico, que nos ha disfrazado a todos.

Después vino una pequeña rebelión argumental, al hacerse cargo el guionista Graeme Manzon, dueño narrativo de la serie Orphan Black y, que no lo sabía xDio, co-escritor de aquella pesadilla de Vincenzo Natali, recordada como Cube. Una especie de tren cúbico del terror claustrofóbico.


Pero si voy a relatar algunos títulos cinematográficos, promocionados durante esta era de los golpes en el increíble 1982 para el recuerdo... Qué decir de, Conan El Bárbaro, acá mirando para Cuenca, la variante El Señor de las Bestias, La Casa más Divertida de Texas y el divertimento de El Ente, Acorralado, Firefox, Tron, Class of 1984, CreepShow, Solos en la Oscuridad, el golpazo de Grease II, el impacto de Poltergeist y el gran pelotazo de E.T. El xtraterrestre.

Ya dijo seriamente Nietsche: "aquello que no te mata, te hace más fuerte"... o algo.

Hubo recaídas cinematográficas como esa del cante sin Travolta ni Olivia, pero con la refrescante Michelle y el deseado por entonces, Caulfield... además de la versión de La Cosa del Pantano y otra de El Beso de la Pantera, Amityville II, Viernes 13 II, Star Treck II, Rocky III, Halloween III, y hasta nuestra berlanguiana Nacional III. Leche, ya.

Pero, donde el tren tomó destino al cielo fue, en  Cristal Oscuro, Twilight The Movie con aquellos cuatro cuentos y magos de lo fantástico, The Last Horror Film, la hipnotizante Koyaanisgatsi, hasta Perro Blanco. También una añoranza personal con Mil Gritos tiene la Noche, y los trabajos de grandes directores como El Veredicto, El Rey de la Comedia, The Wall, Tootsie, Ghandi, Missing, Fanny y Alexander, La Colmena y nuestro primer Oscar completo a olver a Empezaaar...

Pero, dónde de verdad, toque la luz relampagueante con los dedos, es cegado al lado de Ridley Scott, recordando a Philip K. Dick, Harrison Ford y los... las replicantes de Blade Runner.

Campana y se acabó... o silbato, yo qué sé... ¡Todos al Treeen!

¡


martes, 28 de septiembre de 2021

Swamp Thing


Naturaleza: Muerta o ... Viva.

Fuego... Rojo sangre... Sus ojos.
1971 es la fecha elegida, como un capricho de los dioses, donde ocurrió la penúltima evolución del terreno volcánico canaria, hasta la fecha actual. Aquella fue la fecha de la erupción del cráter del Teneguía más al Sur de la Isla Bonita.
La vida ha ido multiplicándose o floreciendo arraigada a un terreno yermo, desde aquella destrucción causada cuando sóla existían huellas petrificadas de la memoria y naturaleza casi muerta... también algunos vídeos o fotografías en sepia, para el recuerdo.

La vida crece, sigue creciendo... siempre.
Hoy, 50 años después se repite un dantesco episodio volcánico, sobre la Cumbre Vieja de La Palma, sorprendidos boquiabiertos ante la desatada naturaleza y la llegada masiva de lava sobre el lecho oceánico atlántico. Como una fecundación sorpresiva, cuando los espermatozoides invaden el territorio del óvulo en otra dimensión o cuerpo, casi extraño, tras un camino caldeado entre frustración y... pequeñas muertes.

Además de muchos programas retratando el dolor, pero, buscando las grandes audiencias ante el televisor, consintiendo la repetición de hogares sepultados, una y otra vez. Mientras tanto, resta apoyar la búsqueda de ayuda para los damnificados por esta fuerza extraordinaria de la naturaleza, un episodio de metamorfosis geológica, dentro y fuera de los fondos marinos, en busca de un futuro y la regeneración... Pero duele.
A escala, La Palma, es un pequeño ser vivo, que sigue... y seguirá... creciendo.

Y el volcán de las múltiples bocas, como dragones, existirá como un monstruo que respira... y escupe fuego de vez en cuando. Como una enorme mole ígnea, sobre un pantano de vidas... y ojos rojizos.


Una fecha filmada.

1971 es la misma fecha en imágenes, rugidos... y música. 
La que narra la producción del programa El año en que la música lo cambió todo, dirigido por Asif Kapadia sobre la innovación en dicho terreno artístico, constructivo, como del momento de creación de la obra del escritor premio Nobel de Literatura, Alexander Solzhenitsy titulada Archipiélago Gulag. Mantenido en secreto hasta dos años después... como un dragón durmiente. 

Sin embargo, puede que no sea recordado especialmente por ser referencia fundamental en la cinematografía mundial, o sí, depende de los ojos. 
Cuando Woody Allen concebía comedia de la revolución cubana en su filme Bananas, junto a Carlos Montalbán (hermano del gran actor mexicano Ricardo), Sylvester Stallone y Nati Abascal. Vamos una verdadera explosión de rostros con costuras... 
Cuando un joven George Lucas, se lanza al estrellato con THX1138 y planta la semilla de Lucasfilm. 

Sumandoa la simiente fílmica, también el Conocimiento Carnal de Mike Nichols, con Jack Nicholson, Art Garfunkel, Rita Moreno, Carol Kane y la nominada la Oscar de ese año 1971, Ann-Margret); los saltos rítimicos de El Violinista en el Tejado del recordado Norman Jewison, el estreno de Paul Verhoeven con Delicias Holandesas, la French Connection de William Friedkin con los enormes Gene Hackman, Roy Scheider y nuestro inolvidable Fernando Rey, la formidable visión del espectáculo de Robert Altman en The Last Picture Show, el segundo paso firme de Hal Ashby en Harold and Moud y Los Vividores de Robert Altman. 
En la vieja Europa renacentista, El Decameron de Pasolini o la Muerte en Venecia de Visconti, más, y menos intelectualmente hablando, dos inesperados pelotazos, entre el nacimiento de Harry El Sucio de Don Siegel y los golpes monetarios u otros de Le Llamaban Trinidad de Enzo Barboni.

En el lado siniestro de esta publicación fotosintética con el acetato, vemos replantada la semilla del viejo monstruo, el de los ojos encendidos. Dentro de una historieta creada, sobre una página casi olvidada de la serie The House of Secrets, se contiene... incontenible nuestro monstruo del pantano.
Ayer como Alex Olsen, navegamos por la década misteriosa y tenebrosa, porque teníamos por Europa a Drácula y las Mellizas de la Hammer, con Peter Cushing, La Noche de Walpurgis de león Klimovsky con otro añorado patrio o Paul Naschy, el segundo asalto de la trilogía de los animales con El Gato de las Nueve Colas de Dario Argento. 
Y más serio, casi peligroso, el documental Fata Morgana de Warner Herzog, antes de encontrarse con el monstruo interpretativo de Klaus Kinski... que rechazaría a los dos grandes italianos nombrados anteriormente y donde recomendamos la guerra psicológica del documental Mi Enemigo Íntimo.

Pero, volvamos a nuestros rieles o coladas, que me vuelvo loco... Buscando en el 71, otros títulos monstruosos como el estreno terrorífico y afilado, del mítico Clint Eastwood en Escalofrío en la Noche, que ahora nos trae su último vaquero en el trigésimo séptimo con Cry Macho. 
La menor El Último Hombre... Vivo con Charlton, segunda adaptación de Soy Leyenda del novelista Richard Matheson, La Amenaza de Andrómeda de don Robert Wise, El Faro del Fin del Mundo con Kirk y Yul, en los cielos sobre el mar y los Perros de Paja del tío Sam. 
Y por último, antes del tajo verde de Dc... la explosión volcánica, pero silenciosa, conducida con sigilo y maestría inherente, las ruedas infernales del Duel de nuestro querido Steven Spielberg, las curiosas Naves Misteriosas, verdes y sonoras, de un visionario Douglas Trumbull, con sus pequeños ingenios robóticos, el gigantesco Solaris entre Mr. Tarkovski y Stanislaw Lem. ¡Qué bello es el cine! ... Y la literatura. 

El Renacimiento. 

Mucho antes de que la serie estuviera en las manos de un Alan Moore, un rompedor de estereotipos monstruosos, en violencia, concienciación filosófica o terror ecologista, un metafísico del cómic, marcó las diferencias. Antes de que la productora Atomic Monster junto a DC y Warner Bros Television, se hicieran cargo de su imagen y de este mito de la ecocultura moderna, la Cosa del Pantano. 
Era apenas una semilla... que prometía en hacerse más grande en la franquicia o el cine. Es evidente que, entre los directores James Wan (ahora en cartelera con Malignant) y Len Wiseman (Underworld), se manifestó la visión de los tiempos que experimentamos. Que existen varias décadas de lucha naturalista, trasplantados tras los estertores de aquella Guerra de Vietnam, sus llamas y sus levantamientos morales. 

Antes que una acuchable Virginia Madsen, nos atrajera con sus Sueños Eléctricos o el fogueo desértico de la novela Dune de Frank Herbert dirigida por el mito de David Lynch, emergieran a la superficie, que pasa a manos contemporáneas de otro que lleva camino, Denis Villeneuve. 
Pues bien, un ser mutante crecía en la tragedia de Lousiana, entre los carteles del Pantano de Bayou (otrora cantado por la Creedence), sonido que reproduce una pequeña corriente de agua en tierra de zombies, y sisea en los manglares de la población animada de Marais... como en los cómics.

En ese lugar y año, nacieron los flirteos románticos de la bella Abby y la bestia oculta de Alec Holland, apenas domesticado, salvaje como un volcán en erupción. Antes de ser la Cosa transpirable y creciente como una montaña (en lucha con la de Marvel, y sobre todo con la otra Masa verde, el creciente Hulk), se cimentó la aparición del CDC contra las enfermedades víricas y el doctor fluorescente en monstruosidad, tras pasar por la piel venenosa de una Hiedra.
La alucinante pandilla entre basuras fantasmales de la Liga de la Justicia Oscura, en formación de sombras, y por supuesto, esta serie que inspiró el historietista Len Wein. Después de números con Daredevil, Flash o Superman y antes de saltar a renovar los monstruos de Marvel en X-Men, se delinearon los dibujos pringosos, góticos, gimientes, de un maestro como Bernie Wrightson. Que ilustrara a la criatura que se apoderó del nombre del padre Frankenstein, la serie Batman en The Cult y hasta hacerse un hueco en las portadas del referente del miedo, Mr. Stephen King. 
Esa Cosa del Pantano, aquí editada en la añorada Creepy, creada por Josep Toutain. 

Esta historia ha crecido pandémicamente, a partir de Mr. Moore, en escalada terrorífica y sus disecciones, hasta volverse vírica. Con Crystal Reed en su mente y Derek Mears en las raíces del terror, como un Jeckyll y Hayd vegetal, con la presencia de la Jennifer Beals más corrupta, décadas después de su Flashdance; con la reaparición de Madame Xanadu (nominal de leyenda artúrica y madre de Zatanna), otras "miembras"... digo miembros, con perdón, de la Liga. 
Con la piel de la actriz Jeryl Prescott, conocida por el no mundo de Walking Dead; otrora la del Blue Devil antes de ingresar en la banda antiespectral y otras visiones oníricas; también el nombrado Doc Woodrue como Plat Master o el hombre Fluorónico, más en la cercanía del Átomo que respondiendo al nombre de Floro; y la plantación gestual de Will Patton, que ha asustado desde Copycat y Armageddon, hasta el estallido de la cinta coreana Minari y el terrorismo institucional de La Purga Infinita. 

Por el momento, me quedo con la estrategia quirúrgica del Swamp Thing de Alan Moore (antes de meterse con los criminales en Watchmen), la lucha de esos egos científicos, entre el bien y el mal desde tiempos inmemoriales, pululando entre plantas con el horror caústico, el romanticismo enfermizo y la pérdida de identidad. 

¿Para qué necesitas un coche, murciélago?
¿Y tú, un cuerpo...? Para soñar.


Otra vez... Bella o Bestia. 

Aquel libreto fue animado en verde bestial, por dibujantes como Stephen Bissette y el entintador John Totleben, entre otros, en los 80, el primero pasando por las brillantes hojas de la clásica Heavy Metal, o junto a la nueva conexión demoníaca, en la novela gráfica From Hell. 

Más salvajes, o bizarras como se solía decir en aquella publicación de aventuras que se adentraban en el horror clásico, animando a la revitalización del género y la lucha ecológica en el planeta, se establece la estructura básica del cuento que saltó originariamente de una fémina escritora Gabrielle Barbot de Villeneuve, hasta la magnificencia absoluta del romanticismo y la fealdad interior, con Jeanne-Marie Leprince de Beaumont. Mucho más cerca de la magia, que de la ciencia.

Aquel redondeo hacia el amor eterno, sin imagen, repercute mínimamente en la narrativa de la serie Swamp Thing de Dc y Warner. Si cabe más, por la escasa plasmación fotosintética entre la principal protagonista (por otra parte, muy atractiva) interpretada por Crystal Reed y el desaparecido en las sombras del pantano, Andy Bean.

Por otro lado, apuntar a la protagonista que también actuara en películas amorosas como Crazy, Stupid, Love, o el terror sobrenatural de Ghostland, posee cierta permeabilidad narrativa con DC Cómics, al formar parte del elenco de la serie Gotham como Sofia. Dentro de la estructura primigenia de los principales personajes que rodean la famosa ciudad basada en el New York más gótico y casa del Caballero Oscuro. Entre otros monstruos que se juntan en el filme de animación Batman: The Long Halloween, participa siendo esa hija de uno de los principales padrinos del hampa conocido como Carmine Falcone. Aunque, su estilizada figura, nada tenga que ver con aquella engendrada en el dinero ilegal y la posterior postración post-traumática. 

Los capítulos de esta temporada, y última parece ser, por imposibilidad económica, tienen su atracción primordial por los conocidos personajes, la esencia del cómic y la divulgación del sentido evolucionista o cambiante de la narración. Aunque Muchos minutos son irregulares, quizá por falta de facultades técnicas u otras. 
Mientras la caracterización del monstruo, con sus ojos rojos originales como aquel del transiberiano en España y sus hilachuras vegetales, mantiene el tipo, en apariencia más ´plástico`. Incluso enseñando sus tripas verdosas y reflexiones entrecortadas, al aire. 
Otra cosa, no del pantano sino de la producción, es la nula espectacularidad cuando estalla la acción por los aires, aunque ciertos efectos especiales están contenidos dentro del agua y la putrefacción del horror. 

A veces, siento que el actor que lo contiene, Derek Mears, parece demasiado compungido dentro del traje, con pocas palabras evidentemente, como correspondencia a una planta con estructura antropomórfica. Ya cultivaba ciertas condiciones al haber pululado en pequeñas presencias por Zathura como extraterrestre, monstruos en las dos últimas versiones de The Hills Have Eyes, el protagónico Jason de un postrero y sangriento Viernes 13, y un indio en la última aventura de Indiana. Creo que no estará esperando la quinta sin nombre y sin Mr. Steven, pero sí, con la música de John Williams y con el maestro del romanticismo aventurero moderno, Harrison Ford. 

Para finalizar, es curiosa la reavivación del esquema de defensa de la naturaleza, en el momento que padecemos una pandemia causada por un virus respiratorio y la guerra mediática aflora en las redes y medios. Penetrando en el organismo cambiando la función de nuestros órganos, modificando los látidos, como un ecologista que cría una serpiente en una vitrina o salpica de mierda en un botellón. Como si un ejército de fumadores te insuflara el mal en los pulmones... pues al final, el tebeo tenía razón y el título marcaba la historia... Toda la Carne es Hierba... 
Puede que, al final, contenida en el formol.

Reflexivamente. la serie no es tan mala, como dictaban las cohortes. 
Pudiendo establecer conexiones con ese otro mundo de tinieblas y terrores, más cercano a aquella Liga Oscura. Junto a otros elementos, que luchan entre ambos bandos, como el John Constantine ya llevado en una ocasión a la gran pantalla, las mismas Zatanna o Madame Xanadu, y otros personajes de Vértigo en 1999 Totems, como Shade y su chaleco multifuncional en distintas Tierras de DC, la Encantadora afiliada al Escuadrón Suicida (con el rostro de Cara Delevigne) o el Deadman de Strange Adventures, con interés fílmico futuro de Guillermo del Toro, no sabemos... Mala o buena, tampoco sabemos... 

A veces sí, otras es bastante potable simplemente... pues merece un vistazo y exaltación del cariño a un monstruo que entronca con el clasicismo viscoso. 
Desde tentáculos en mares infectos o sirenitas de otros mundos, los submarinos por aguas viajeras de Julio Verne u otros sistemas sanguíneos; Pasando por los monstruosos godzillas, a la famosa creación del director Jack Arnold (¡ay, El Increíble Hombre Menguante!), qué tiempos. Hombres mosca, serpiente y otros parásitos alienígenas que se alimentan de nosotros, ultracuerpos o cosas. 
Así mismo, llegaron a colonizarnos y vivir entre nosotros, algunos de los personajes que aterrizaron entre las manos eclécticas de Mr. Guillermo del Toro, dentro del cómic Hellboy de Mike Mignola o su último éxito titulado The Shape of Water. El monstruo del Lago Ness, no, qué no existe! Ni siquiera en la literatura oficial. ¡Vivan las aletas y la viscosidad (recuerdas...) Conio, y las agallas! 

La ciencia no es una filosofía, me gustaría decir por otro lado, son los hombres y las mujeres, que dedican parte de su vida a ella y al resto de la humanidad, con fines terapeúticos o progresistas... y dinero, desgraciadamente.  
Al menos hasta conocer si el tratamiento puede fundamentarse, o ser comercializado... O hasta llenar bolsillos ajenos, parece no haber escapatoria. Aún rescatando la humanidad necesaria, tanto para la regeneración celular de la especie o la aceptación de todos los males que aquejarían a los personajes del actual espacio Dc. No sé si debería volver a realimentar, en mi memoria perdida, aquella versión dirigida por Wes Craven, con la ochentera Adrienne Jo Barbeau y el inemitable Ray Wise. No mejor, creo que no.

Es decir de todos los humanos, que también padecen, por una causa u otra. De momento, esperaremos sentados con mascarilla, por si las moscas tse-tsé... Al The Batman de Matt Reeves y Robert Pattinson, otro The Flash con Ezra Miller de nuevo, un nuevo Shazam para los más jóvenes y el Black Adam protagonizado por Dwayne Johnson, que nos descifro, y el nuevo Aquaman en el mar profundo de James Wan... esperemos que místico o mitológico. 
Ah, y muchos monstruos... verdes o no.

Music composed by Brian Tyler

Cinemomio: Thank you

Las más alteradas del Cinecomio

Etiquetas

Serie TV-Scifi Serie Tv - Terror Jessica Chastain Matthew McConaughey Clint Eastwood Emma Stone Jake Gyllenhaal Serie Tv - Thriller Carey Mulligan Humor Amy Adams Chris Pine David Fincher Denis Villeneuve Ewan McGregor Hugh Jackman Mads Mikkelsen Michael Fassbender Ridley Scott Tom Cruise Tom Hanks Woody Allen Anna Kendrick Anthony Hopkins Ben Affleck Cine Documental Daniel Radcliffe Eva Green Joaquin Phoenix Keira Knightley Kristen Stewart Leonardo DiCaprio Martin Scorsese Melissa Leo Michael Caine Michelle Williams Mike Flanagan Oscar Isaac Paul Dano Peter Sarsgaard Ryan Gosling Tim Burton Tom Hardy Alan Arkin Alec Baldwin Alejandro González Iñarritu Alex de la Iglesia Andrew Garfield Anton Yelchin Antonio Banderas Anya Taylor-Joy Audrey Tautou Benedict Cumberbatch Brad Pitt Bruce Willis Bárbara Lennie Cary Fukunaga Cate Blanchett Chiwetel Ejiofor Chris Penn Chris Pratt Christopher Nolan Christopher Walken Damien Chazelle David Ayer David Cronenberg David Mackenzie David Thewlis Denzel Washington Eddie Redmayne Edward Norton Ethan Hawke Felicity Jones Frances McDormand Francis Ford Coppola Gael García Bernal Gary Oldman George Clooney Guy Pearce Harvel Keitel Helena Bonham Carter Hugh Dancy Hugo Weaving Isabelle Huppert J. K. Simmons J.J. Abrams James Gunn James McAvoy Jean Marc Vallée Jean-Pierre Jeunet Jeff Nichols Jesse Eisenberg John Cusack John Goodman John Hurt John Turturro Jonah Hill Josh Brolin Julianne Moore Juliette Binoche Kate Bosworth Kenneth Branagh Kirsten Dunst Kurt Russell M. Night Shyamalan Marion Cotillard Mark Ruffalo Martin Freeman Matthew Modine Meryl Streep Mia Wasikowska Michael Pitt Michael Shannon Miles Teller Mélanie Thierry Nacho Vigalondo Nicolas Cage Nicolas Widing Refn Olivier Assayas Paolo Sorrentino Paul Giamatti Peter Jackson Quentin Tarantino Ralph Fiennes Ricardo Darín Richard Gere Richard Jenkins Robert Zemeckis Rosamund Pike Sam Shepard Samuel L. Jackson Saoirse Ronan Scarlett Johansson Sean Penn Series Tv - Terror Seth Rogen Sienna Miller Stellan Skarsgard Steve McQueen Tilda Swinton Tim Roth Viggo Mortensen Wes Anderson William Hurt Winona Ryder Woody Harrelson Zoe Saldana 2001: A Space Odyssey A Dangerous Method A Passage to India Abel Ferrara Al Pacino Albert Finney Alexander Payne Alexandre Aja Alfonso Cuarón Alice Eve Amanda Seyfried Amour An Education Angelina Jolie Animación Animación Digital Animación Japonesa Annette Bening Armie Hammer Ava Duvernay Barbara Stanwyck Ben Foster Ben Wheatley Bennett Miller Bertrand Bonello Bertrand Tavernier Bes Foster Bill Murray Billy Bob Thornton Bradley Cooper Brie Larson Brit Marling Bryce Dallas Howard Callum Keith Rennie Carlos Vermut Carmen Ejogo Carnage Casey Affleck Channing Tatum Charlotte Gainsbourg Christina Hendricks Christoph Waltz Colin Firth Collin Farrell Damián Scifrón Dan Gilroy Daniel Monzón Darren Aronofsky David Ayelowo David Dobkin David Yates Demi Moore Denis Levant Drake Doremus Duncan Jones Ed Harris Edward Burns Elijah Wood Elizabeth McGovern Ellar Coltrane Ellen Barkin Emile Hirsch Emily Blunt Emma Thompson Emmanuelle Seigner Essie Davis Fede Alvárez Frank Capra François Cluzet Gary Ross Gavin O´Connor Gene Hackman Geoffrey Rush Giuseppe Tornatore Gracia Querejeta Greg Mottola Guillaume Sylvestre Gérard Depardieu Harvey Keitel Henry Fonda Hnos. Coen Hnos. Dardenne Hossein Amini Hugo Isabella Rosselini J. Edgar J.C. Chandor Jack Black Jacob Trambley Jacqueline Bisset Jacques Audiard James Cameron James Gray James Marsh January Jones Jared Leto Jeff Bridges Jennifer Garner Jeremy Irons Jeremy Salunier Jim Broadbent Jim Sturgess John Carney John Ford John Lee Hancock John Malkovich John Travolta Johnny Deep Jonathan Nolan Jose Sacristán Joseph Gordon-Lewitt Julia Roberts Karyn Kusama Kevin Costner Kevin Smith Kiefer Sutherland Kim Nguyen Kristen Wiig Kyle Catlett La Clase La Ola La vida de Brian Lambert Wilson Lars von Trier Laurence Fishburne Leos Carax LiLy Collins Lindsay Duncan Logan Marshall-Green Luc Besson Luis Tosar Luke Wilson Macha Grenon Marc Forster Marc Webb Mark Wahlberg Martin Sheen Mateo Gil Mathieu Amalric Matthew Broderick Meet John Doe Mel Gibson Melissa McCarthy Michael Almereyda Michael Brandt Michael Haneke Michael Keaton Michael Madsen Michael Peña Miguel Gomes Mike Cahill Mike Figgis Mike Leigh Mira Sorvino Monty Phyton Morgan Freeman Morten Tyldum Mélanie Laurent Nadine Labaki Naomi Watts Naomie Harris Nathan Lane Ned Benson Neil LaBoute Nicholas Hoult Nicholas Jerecki Nick Nolte Nourizadeh Nima Olivia Colman Olivia Wilde Olivier Marchal Omar Sy Orson Welles Paddy Considine Park Chan-wook Patricia Arquette Paul Greengrass Paul Haggis Paul Thomas Anderson Paul Verhoeven Peter Berg Peter Dinklage Peter Mulan Philip Seymour Hoffman Philippe Falardeau Preston Sturges Quvenzhané Wallis Rachel Weisz Reese Whiterspoon Ric O´Barry Richard Ayoade Richard Glatzer Richard Harris Richard Linklater Rob Marshall Robert Downey Jr. Robert Duvall Robert Eggers Robert Pattinson Robert Redford Roger Donaldson Roger Michell Roman Polanski Rose Byrne Ruben Fleischer Sam Levinson Sam Whorthington Sandra Bullock Sarah Gadon Sarah Polley Simon Curtis Simon Pegg Soledad Villamil Soul Kitchen Stanley Kubrick Staying Alive Stephen Lang Steve Buscemi Steve Carell Steven Knight Steven Soderbergh Tarsem Singh Tate Taylor Terrence Malick Terry Gilliam Thandie Newton Thomas Dekker Thomas Jane Thomas Winterberg Timothy Spall Todd Phillips Tom Dicillo Tom Ford Tom Hiddleston Tom Tykwer Tom Wilkinson Topher Grace Trailer The Wolf of Wall Street Uma Thurman Valérie Donzelli Vince Vaughn Viola Davis Yoji Yamada Yorgos Lanthimos Zachary Quinto Zoe Kazan
Licencia de Creative Commons
Obra está bajo una licencia CC en España.