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viernes, 5 de mayo de 2023

The Mandalorian. Season III & Snowpiercer.

Es un gigante de metal...

 Un transporte surca las profundidades de un mundo distópico...

A bordo un grupo de ciudadanos, circulando para escapar de un desastre terrestre, generado por nosotros mismos, los seres humanos, inteligentes... Se convierte en un metáfora viviente del mundo de Dante, donde unos esperan su turno y otros, hace tiempo que descarrilaron o se hundieron, como en aquel Titanic a comienzos del siglo pasado. Todos, en estos momentos, están dispuestos a usar una máscara para ocultar sus pensamientos o minimizar sus recuerdos.

Este paradigma del sentimiento en soledad y la decadencia social o política, tiene como protagonistas a varios personajes dentro de la alienación, intentando sobrevivir como especímenes, a eso mismo... la supervivencia.

Un hombre y una mujer, se encuentran casi por casualidad tras descender de un tren, sino fuera por otros personajes que han actuado como lanzaderas. Una relación extraña, cuando el hemisferio norte del planeta ha sido asolado por un guerra nuclear, provocada por nuestra incapacidad o el odio. Son dos almas desnudas, no desgarrando las nubes, sino las olas solitarias y oscuras... ¿qué hay abajo? No sé, pero en la superficie, se unen los rostros de Gregory Peck y Ava Gadner, que se sienten en la pérdida de uno, sobre la necesidad de comunicación o tensión sexual y el consumo de alcohol, de otro, otra... 

Siempre han existido esos bólidos, o tipos de monstruos metálicos, ligeros o terroríficos con todos sus cañones o torpedos. Así, se conforman las imparables maquinarias bélicas, como aquel tiburón blando, que salió a la superficie en forma de periscopio japonés en 1941, según Steven Spielberg... Mogollón de naves, destructores imperiales, cruceros odiséicos, portaaviones en laberintos magnéticos, con sus manadas de cazas... Fue anterior al final solitario de Fred Astaire en aquella ocasión, atacado después por la maldita neumonía y un coloso en llamas, además con la emergente aparición efímera de una bella llamada Donna Anderson en su hora inicial, efímera estrella como muchas, apoyando el lanzamiento a la fama mundial de Anthony Perkins, un año antes de la hickoniana Psicosis, ya prometía el chaval delgadito y neurótico, que ya sus huesos se había visto emparejados con Audrey Hepburn y Jane Fonda...  y por supuesto, unos años después de que el Proyecto Manhattan en Los Álamos (Nuevo México) tuviera éxito en la propagación de las armas y la idea de algún, arrepentido científico. El Departamento de Energía, con Reino Unido, Canadá y la Universidad de California... la IIª empezaba a estar finiquitada. Es lo que hay, a lo que resistimos ahora.


Claro el joven Stanley, salió de la misma Cocina del Infierno. Y pudo verlo, sentirlo. El olor a chamusquina... hasta alistado en las cuadrillas de cine de las milicias. Y hasta, que se subió al ring con Mark Robson y el capitán de la cuenta atrás, Kirk Douglas en El Ídolo de Barro... Ya empezaría a tocar el oro, porque se puso a ayudar a la finalización de Solo ante el Peligro, luego a Vencedores y Vencidos, ya sabe... A todo trapo!

Los niños siempre han sido los parapetos, por otro lado. Los indicadores de una situación descontrolada o hundida, en el fondo, que en la gravedad de unos hechos atmosféricos, por On the Beach del nombrado Stanley Kramer, actúan como sombras de nosotros. Película interesante, rara y distante; donde esos tiernos infantes también funcionan como metáfora de la misma estupidez de la raza, en el futuro. Si bien fuera de manera ficticia en aquella vez, habrá otras... que ahora sentimos a lo lejos. Demasiado cerca...

En cambio en el Titanic de James Cameron, estaban escondidos en las bodegas o catacumbas en que se convirtieron en aquel frío transatlántico y la famosa epopeya trágica-romántica, para no causar malestar en el espectador sobre la última tabla de salvación del amor... si áun había sitio... o no. En las naves marinas de Avatar 2, lo saben... como resistirse al hundimiento...

En un planeta azul y verde de Pandora, los hijos son la consecuencia de la supervivencia en familias, bajo del mar o en las nubes psicológicas, como puntas de flecha o mochilas de ADN. A pesar de los padres o de, esas máscaras o avatares que nos ponemos, que terminan escogiendo para salir adelante, ante humanos que se comportan... como auténticos capullos. No se salva ni uno. Todavía no sé, porqué tanta parafernalia militar para acabar con la belleza, bueno, tal vez.

Así, el niño o.... es el reflejo inocente de una sociedad enferma, como motor inagotable de un tren que descarrila o está sentenciado a ser cancelado en ese futuro distópico. Puede ser.

Las experiencias vitales de la infancia, son escasas o limitadas, pues el joven crece para aprender cosas, chistes, maldades, memorias... Aunque algunos se empeñen en todo lo contrario... Acabar con la saga en un TNT...


El movimiento os hará libres, como pensaría Forrest Gump al descubrir el interior de una caja de sorpresas pringosas, pero sabrosas, antes de ponerse a patear el mundo y pelar gambas... que era su propio universo.

El tren que circunvala lo nuestro... que transcurre por diferentes etapas de nuestras vidas, modifica las capacidades de comprensión, guía los pasos de nuestras mentes y las impregna de ideas, a veces, manipuladas. Pues, amerizamos sin darnos cuenta que ya las conocimos en un pasado, que pueden resultar monótonas en nuestra historia de la humanidad... Según va transportándose nuestra vida a lo largo del tiempo. Somos viajeros, pilotos, avatares, sobrevivientes, viejos dulces danzarines... que vuelven a sentirse como niños.

A ver si alguien inventa algo para no sentir las altas temperaturas... o las muy bajas y neumónicas, depende... del lugar que estalle la bomba climática.

Así ocurre que, la locomotora, que comenzó dibujada en un cuaderno y se hizo mayor, pasó por el cine con mayúsculas, y significa una distorsión del tiempo que nos queda, como en la serie. Con una obsolescencia histérica, que considera como buena máquina inorgánica o genética, como buen replicante, en definitva. Y cualquier buen piloto de naves rápidas, o Mandaloriano de mediana edad, lo sabe... This is the Way!


El Protector... Protegido.

El chaval, no de la peca, sino del peque-níquel de béskar, pues brilla y resiste los daños... es la fuente en la que se mojó El Desconocido, al ponerlo al lado del Shane de Alan Ladd en las Raíces Profundas de George Stevens, muy acostumbrado a proyectos Gigantes , o de vuelta en el crecimiento tribal junto a aquel solitario John Wayne en Centauros del Desierto. Sí, que gran título pusimos por acá. Eran los protegidos por esos adultos, por los pistoleros. Pero, igualmente funcionaban como pilar de sus propias idiosincrasias familiares o debilidades humanas.

El hijo del protagonista de la serie Snowpiercer, se ha quedado estancado porque no ha crecido, no se ha vuelto relevante en la situación de los adultos, simplemente, se ha quedado adormecido, sedado, aburrido de tanta circunvalación y tanto corre que te pillo... Y eso que comenzó tirada por lanzaderas siderales como Park Chan-woo, el oscarizado Bong Joon-Hoo que ya avanzó de qué iba eso de ser parásitos, y uno de los triunfadores de la última era, el director/productor Scott Derrickson... Sí, con su savoir faire temblar, el de las notables e inquietantes Dr. Strange in the Multiverse of Madness y Black Phone... Joer, que estos tipos, directores, si que saben de superdestructores y cazas en la obscuridad, eh. El resto son los últimos resuellos, de una máquina... que carece de sentimientos. Vamos que no respira más, me refiero a las teorías revolucionarias y las líneas secundarias con los humanos, pues es un catálogo de subproductos... que los dejas pasar, a no ser que seas un comprador compulsivo... con nulo interés del sentido reptiliano, ese. This is... lo que hay.

La violencia clasista quedó aparcada, ya no se parece a la discusión en la novela gráfica original, sus revueltas son episodios criogenizados a la fuerza, que nos hacen olvidar aquellos iniciales con la investigación de un terrible y oculto, asesino en serie; y los personajes que nos acompañan desde hace tiempo, se espesan como sangre de bantha,si es que no descarrilaste por el camino... son tan planos y insípidos, como la comida a bordo de un transatlántico que se va pudriendo o un bicho proteico y diminuto, en la boca de un ser de color verde. No del mar, sino de un futuro genético, aún incierto... como su vocecita.

Ya casi no importa, la búsqueda de una Nueva Tierra, más imaginada que prometida, porque en su interior narrativo y dialogado en fragmentos inoperantes o poco atractivos, todo resulta demasiado mecánico, monótono... como insertado a empujones, en el tren de Tokyo o Seúl, o los bajos fondos de un barrio dormitorio en Francia...

Este viaje, desgastado como la punta de un cuerno o la ciudad vaciada de San Francisco, se manifiesta como un mar de casualidades, encuentros superfluos, necesidades básicas para intentar salir de una encerrona... científica y moral. Es decir, es una historia del pasado distópico, como otros de la mitología egipcia, donde las almas se superponen en movimiento circulas interminable, tanto que ya no interesan ni a los mismos jefes de máquina... los de la nueva corporación, Discovery con Warner Bros. Y el niño, se queda solo y... sin cuna.

Mientras que otros protectores, en la tercera, se interesan en él, más aún... Empiezan a convertirse en una verdadera estirpe en formación voladora al futuro, nada que ver con el presente de aquella película de Mr. Kramer en el desastre atómico, o en la hora final de Di Caprio. Ya que, para las historias paralelas de Star Wars, el tedio o el atragantamiento por engullir demasiado rápido, no es una opción... El aburrimiento, no es precisamente, su camino. A la segunda, a la tercera... o la cuarta, marcha. Esto es LucasFilms, este es su reconocido y aprehendido, Credo.


La Fuerza... del Grupo.

Si un Snowpiercer parece no tener resolución, ni muchas más vueltas... ya veremos si alguien sale al rescate en la tele., y si resiste el típico y actual, fragmentado a lo woke... Que interesa bastante poco, la verdad.

En la mitificación del héroe celeste, y su enfrentamiento con los monstruos telúricos, incluso draconianos alados, la mágica The Mandalorian, remonta el vuelo. Deseosos de espacio... su universo no para de expandirse, de salir a distintos enclaves para rebelarse y embellecer la visión del seguidor espacial. No paramos de pilotar a otros escenarios, para hacernos imaginar el futuro y servirnos de guía sentimental del pretérito... Habrá lío... habrá niños...? No lo sé, pero el Peque verdecito es un imán atractivo, rebelde y muy glotón.

Además el humor simpático, es lo que necesita una verdadera epopeya que enganche, con elementos casi mitológicos y homéricos, como las naves hundidas en odiseas pretéritas o surcando las olas contagiadas de cantos de sirenas o fuegos fatuos. Infiernos escondidos por la  radiación bélica; heroínas guerreras, diferentes a las hadas de inmersiones coralinas de Avatar para tomar resuello a la profundidad épica de lo tribal. The Mandalorian ha creado un órgano de tribus, como caballeros o cruzados, enfrentando los dragones de las casas imaginarias de Mr. Tolkien o Mr. doble R Martin. Seres alados que también tienen su sitio en los cielos azules de Cameron y esparcen su semilla hasta, los nidos abatidos por los mandalorianos, convertidos en guarderías, en la ramificación amistosa de Star Wars. 

Ahora, se comportan como una manada, siempre que sus miembros eclécticos, mitificados hasta la derrota arturiana, se comprometan con la justicia y entidad cabal con su pensamiento y valores bajo su armadura. Casi imbatible, salvo por tres espíritus de brujas shakespearianas. Rojas como el recuerdo de los disparos bláser.

Los caballeros, no de Camelot, o del Zodiaco que vendrán, puede que no con tan buenas referencias... Sino, de una nueva Corte en las aguas vivientes de Mandalore y refugio de algo, o fuegos ardientes bajo el casco atractivo de Bo Katan Kryze. Que ya va calentando con su nueva arma ajustada.


Su mente, la nuestra como enganchados a las croquetas, eh Charlize, ¿podrá con las grandes expectativas cuando se sienten a la mesa redonda...? Sí, pues el pequeñajo sigue con ese apetito... divertir, ¡no cabe duda! Este es nuestro camino, sentarse a la cuarta o quinta, en marcha.

La del tren extraviado, ese ser mitológico de la funcionalidad y la velocidad, entró en una auténtica vía muerta. Nuestros cerebros fundidos, ya no dan más de sí, y quieren visitar otros lugares mágicos, no quedarnos en un caza con motor de un desgaste inevitable. Para eso tenemos el Hangar 3-5 de Mos Eisley y la mecánica empática, ejem, llamada Peli Motto y sus pequeños gnomos y el tinglado jawa. Aquel grupo dividido en vagones, está más perdido que Odiseo, Kirk Douglas en El Final de la Cuenta Atrás, o Charlton Heston en la fantástica invasión en el Planeta de los Simios, que últimamente se trasladó en trilogía a una Bahía inhóspita, por cierto. Y es que todo, vuelve, como el submarino.

Creo que el Rompehielos se quebró, porque ya no se disparaba al horizonte. 

Aquí, en Star Wars de The Mandalorian, es todo lo contrario, nos volvemos a sentar en los mandos de aquellos navíos que surcaron los ochenta, con el mismo vértigo y hormigas en el estómago. Vemos relucir láseres en las puertas de Mandalore, como si se tratara de una diligencia asaltada por los indígenas, o negociamos sentados con los que fueron barridos de sus tierras, como se interpola en la saga Avatar, sin concretar con ninguna tribu específica. 

A veces, nos elevamos como guerreros corsarios, enviados a combatir las hordas de otros piratas saqueadores, que recuerdan a esos, de los últimos estertores del Caribe. Otras, nos sentimos invadidos por mundos extraños, explorando novedosas cuevas o lagos interiores, al más puro estilo verniano, con marcas de tiempos remotos o antediluvianos. Navegamos en atmósferas que nos recuerdan otras eras terrestres o cosmológicas... infectadas por la baja respirabilidad o las emisiones nocivas de radiación, provocadas por impactos extraterrestres o guerras tóxicas.


Algunos todavía tienen esperanzas... unos quieren ver la cuarta, probable última, salida del Sol sobre las sombras frías del Cuerno en África, arropados entre sí, como buena raza comprensible de supervivientes; otros querrán seguir adelante, aunque en el futuro se vean obligados a abandonar, a pesar de los esfuerzos gélidos de Jenifer Connelly o el guasón Sean Bean, esperando no perder su cabeza. O por tanto, no queda otra opción que regresar al hemisferio sacrificado por esa masacre intelectualoide de investigadores que se vieron engañados; mientras otros solitarios como pistoleros a la puesta del astro rey en el desierto californiano, que no tejano, se sentarán a los mandos de su bólido, en una carrera contra ellos mismos, con su historia colmada de insatisfacción, con sus ideas que perpetraron la extinción de lo conocido, olvidados de aquellas largas piernas, las que nacieron para bailar... y las de ella. Sabes a lo que me refiero Mr. Ciencia, ¿nooo? A por ella...

Gea, el espíritu de Pandora, o el hogar... ¡Mandalore!


Tres lunas de muchas, son más conocidas, porque circunvalan el baile sobre la nube tóxica, en tierras abandonas por obligación, puede que no... del borde exterior en Mandalore. Una fue el hospicio de Din Djardin, Concordia la llaman, nombre de pueblo vaquero, casa de nuestro reverenciado héroe, para sobrellevar su triste pasado.  Gracias a los guerreros de la Guardia de la Muerte, a pesar de haber entristecido un poquejo, sigue su apuesta por la aventura, alejándose de la parsimonia de infectas versiones de champiñones o Last of Us... pues los mandalorianos funcionan como un verdadero tiro, propulsados al infinito. Ese es su espíritu... la aventura.

Y es que en el espacio... las tierras se ven de muy diversas formas, no importan colores ni grises, salvo el azul que está de nuevo presente y el rojo que desenfunda de los malvados. Y el verde, que nos representa a todos, ejemplo de nuestro tierno crecimiento como seres con ojos, esta vez, oscuros y opacos; ni las políticas importan, porque vuelven a surcar los destructores, verdaderos submarinos o transatlánticos que apaciguan nuestras almas. Las nuevas olas imperiales se preparan, con otra divisa o enseña diferente; tampoco esmera la divesidad que, aunque ya está instalada y metida en tabernas infectadas de cerebros cazadores, ahora se multiplica en las infinitas posibilidades sobre la inteligencia artificial y otras arterias, biónicas, transplantadas. Duplicadas o clonadas, que es lo mismo que los replicantes, en circuitos o carreras a escape por barrios que nos parecen reconocibles... casi homenajeados. Incluso, los cristales rotos...


Es es el alma que nos dejó la mente de Ridley Scott, rememorando las letras de Philip K. Dick y la biología sensitiva de Harrison Ford, que es un verdadero pirata, o detective de las galaxias con gabardina a lo Bogart. This is the Way, my friend Lucas! O, el hombre de Hierro que son muchos, en una especie de vengadores con matices de Béskar y azabache, ese es el otro, way.

Superhéroes en el Oeste, en el Caribe galáctico, o más allá, navegando las estrellas y viendo arder naves en los anillos supuestos de Nevarro, Coruscant o las órbitas de Mandalore. Qué son, el nuevo Camelot con castillo y todo, y ella la nueva reina con su negra Excalibur. Te has dado cuenta, ¿no, pequeñajo?

La Dama del Lago, el mhthosaurio, la sangre quemada, el mago negro... Cada planeta, cada estirpe, tiene su propia idiosincrasia que regresa al pasado. Cada bicho, cada droide, tiene su corazoncito y se siente importante en esta caja tonta del recuerdo. Cada nuevo admirador, es un Grogu en potencia, que emparenta con nuestra imaginación, en busca de su nueva voz... qué me llamen, para consulta, pues yo lo he visionado ya. 

Cada individuo, posee su marcada personalidad, los héroes muy iron y los oscuros, multiplicados como pollos... desde la entereza ética del personaje de Pedro Pascal, el mejor Mandaloriano que hubiera soñado Netflix, Disney o quien fuera. Hasta admiramos la apariencia a lo Monty Phyton de Jack Black en la tierra del baron Múnchhaunsen, la vuelta al realismo galáctico de Carl Weathers que anduvo entre los mejores Depredadores y le dejan hasta dirigir, ole, o la sorpresa en el tiempo del espíritu joven del gran Christopher Lloyd. Un lujazo en las galaxias regresivas del tiempo... o no, ¡Doc!

Siempre supervisado todo el conglomerado de morriña ochentera, por Jon Favreau y su mente metálica. Con dirección de Rick Famuyiwa y Lee Isaac, Rachel Morrison (Black Panther), Peter Ramsey (Spiderman into the Spider-Verse), el capi para Bryce Dallas, fuera de los dinos... hay superhéroes y heroínas, verdad...

Y es que érase una vez en el Oeste, posee su misma música, como las de Sergio Leone, tenía las suyas identificativas, que han sido trasladadas con éxito racial. Gracias a la batuta mágica de Ludwig Göransson, que junto a los títulos de crédito son como un marcapasos instalado en nuestro pecho metálico, frío como el casco dañado de Darth Vader y preparado para la banda sonora de Oppenheimer. Vader, Prouse que está en los cielos... obscuros, claro.

Todo tiene su sintonía, los transatlánticos del pasado por agua, y lágrimas, surcando olas de viajes en el tiempo o montados en patines voladores con vaqueros... aquellas letras que salían de la parte inferior hacia el horizonte y más allá, llenando la galaxia próxima, digo la pantalla. Las galaxias nos parecían tan lejoooos... Y las que vienen resonando en el futuro, y en el presente que se remonta a 65 millones de años atrás, cuando los dinosaurios dominaban a Gea, como una verdadera tribu caníbal de velocirraptores o uno gigantesco, que apenas puede girar su musculoso cuello y dirigir la mirada hacia arriba, al cielo iluminado del fin...

Pero, que te has fumado, Mr. Shyamalan, ¡un canuto encapsulado con el apocalipsis bíblico...! Todo es caos y destrucción. Bueno, eso es otra teoría del apocalipsis, que no viene a cuento espacial... Mas, si al cinematográfico actual.

Menuda empanada grupal de troncos y de héroes... Esto es lo que hay, o no hay... That´s the question!


Una Saga Interminable...

Cada era, más y más, más caballeros engalanados para el amor y la guerra. Más seres mitológicos, batiendo sus alas sobre castillos, princesas e hijos de Robin Hood, con dedos magnéticos preparados para hacer de los dardos, diana. Más revueltas en los caminos insondables, más lanzaderas espaciales, que nos devuelven el glamour de otras eras. 

Más láseres, que son un bendición. Más velocidad, que nos recuerda a otros episodios, surcando árboles a los mandos de motocicletas eclécticas como si fueran Mad Max, más héroes de mods precisamente, entre bosques de Ewoks, aquellos pequeños seres, dramáticos, que no reparaban mecánica. Más planetas, y credos, que son una religión en las razas de Star Wars.

Quizás... ¿algún Jedi? It´s possible. Que la fuerza os acompañe, hasta el infinito.

Pues, eso significará que seguimos vivos y coleando, como colea un bichejo en las fauces de Grogu, hasta que deglute, lanza un ruidito y se sonríe... Este chaval, es de un magnetismo, que las vuelve locas a todas... Y será así, durante eones y multitud de generaciones que nos visiten en los diversos espacios y tiempos. No dejéis de soñar, como lo hizo Michael Ende, otro alemán fantástico, a lomos de su blanco dragón. Era, y éramos, como un niño. Como un joven Jedi, que apenas mide unos centímetros, y ha comenzado a hablar... ¡O no!

La memoria, es el Credo que nos ha traído hasta aquí, y hoy. 

Cada capítulo se recorre con más sapiencia, nuestras arterias, porque las experiencias de aquellos protagonistas que fueron y los personajes que crecen ahora, fueron y serán, las nuestras. Nuestra sangre. Caballeros de un zodiaco o las estrellas jedis. Sangrientos. También de la muerte, pero esa, es otra historia de las galaxias.

También, me lo podían preguntar ¿verdad? Nuestro secreto es nuestra supervivencia.

Por tanto, la esencia de ellos, caballeros heroicos todos, y por ende, Grogu, es inagotable.

Sobre todo, si empiezan a tener más recursos, para una producción impecable y unos guiones, a veces simples como una batalla visual o un rescate en las alturas, y otras, enrevesados como las helices de un motor pirateado, una parpadeo panorámico de un robot en la escena de un crimen o mirando al futuro, de una recombinación genética.

Acá la política, y las divisiones entre clases sociales, no se han quedado en el vacío de un caldo espacial sin vida y congelado, forman parte del todo que significa, la mente imaginativa de George Lucas y su equipo de videntes... es política de empresa en el espacio.


Es el brillo de Dos Estrellas, comprometidas el uno con el otro, como el pequeño rubiales con Shane y su, ya esperado, próximo capítulo.

Ya que, siempre hay que recordar que, cuando algo se pierde (como en un tren sin sentido o un planeta invadido de monstruos gigantes), la misión de los guionistas es regresar a su esencia, dando colorido a sus nuevos protagonistas. No dejando que su Voz... se apague... Porque es, nuestra propia voz. Nuestra existencia, resistencia y amor al cine.

Su misión, en busca de nuestra atención... Es entretenimiento máixmo. Interminable, si es posible.

Y en Mandalore, en la superficie de sus lagos ocultos, está garantizada.

La que invade nuestro apetito con cerebro reptiliano, deseoso, a vueltas con el carácter chulesco del caballero medieval o galáctivo que significó Han Solo, con cara de niño pillo, un huérfano como los de Mr. Dickens en el espacio y fuera de su tiempo. Diversión es la esencia vital, como la fuerza, es la magia de la amistad y el compañerismo épico... quizá, de algo más... Lo sentiremos, más allá...


Pero, ay amigos... Todo puede ser un remedo de la libertad... y la soledad del espíritu salvaje.

Los héroes del desierto, o la galaxia no tan desértica, pero interminable... Siempre camina dando la espalda a los ojos invisibles, siempre oteando un atardecer. Qué nunca se acaba...

Porque el horizonte, somos Nosotros, vosotros, los Niños... Ayer y hoy.

Podéis preguntárselo tal vez, a Dave Bautista, que ha podido aprender que, de determinados desiertos, imaginarios, no se regresa o sale tan airoso. Pregúntaselo a Walter Houston en aquella versión criticada de Moby Dick, o a Gregory Peck y su capitán poco maléfico para la mayoría. Hazle la pregunta al director Stanley Kramer, que en la playa, le quedo un recuerdo amargo como una explosión apocalíptica... O a Ava Gadner, que de mujer bandera, quedó anclada a aquella visión del horizonte. 

Y los aventureros igualmente, ejercen su misión... como el Capitán Ahab y sus arpones de ayer, ahogados en tragos de nuestros tiempos, los buceadores de neón de Avatar, salvando ballenas azules, y los hombres buscando la cura de todo, comportamiento impresentable. El Miguel de la Cuadra del mundo Disney de Strange World, se parece eh, o el hombre y la niña, salidos... de vete tú a saber dónde... de hace 65 millones de años, en la tierra de los dinosaurios... qué serían nuestros pájaros en el cielo azulino... pero, ¿es un ave, es una nave espacial...? No es el verdi-locuente, Mr. Grogu... No Mr. Magoo, que no paraba de hacer trastadas, hablando por codos.

¿Será Supermán...? 

El próximo héroe en las alturas... me falta Black Adams, la  Quantummanía que regresó, y el genio infantil de Shazam con sus mentes abiertas al joven en general, y la mitología helénica en particular. Con dragón incluido, ¡están on fire! Ya que Batgirl se enfríó y ha sido aparcada, a la espera de un nuevo Batman. Incluso vuelve Kraven, que ya le conoceréis en baile de Calipso... agarrado a lanza. Lánzalo a los cuatro vientos, no al futuro de los jinetes apocalípticos de Llama a la Puerta de Shyamalan, sino del polvo desértico de Dune, segundo capítulo y sus notas musicales, donde no cantará Mr. Bautista, tal vez, mi querido Mr. Walken.

Demándaselo a Flash que suena ya, o a J.J. Abrams que mantiene su vista puesta en el Símbolo S, como a otros proyectos de visión artificial y mitología al modo Hyperion. Claro faltan los Vengadores, que Disney anuncia por 2, que son ya de sobra conocidos con sus cristales de colores y salvamentos universales a ritmo. Sólo resta the Return de Iron Man, claro. Porque el metaverso de Spiderman, ya está aquííí...

Próximos al capítulo tres de los Guardianes, que está a la otra vuelta de la Galaxia Marvel, molan y en el humor es, lo contrario a los tres mosqueteros en un medievo sin luz. Al más azul de los Beatles, al océano oculto del nuevo rey Acquaman bailando el vals de las olas, igual de neón que Avatar y Strange World, que es la moda visual, pero menos estilizados. Más músculo, of course. Y oiremos a la gran heroína del reino de la Web y las demás que vengan de Marvel´s, que seguirán el rollo a Wonderwoman, probablemente... Esperemos que con más imaginación y diversión, que es lo que importa y esa última era algo sosa. Como esperamos la de Askona, que respirará con su propia melena galáctica, después de salvarse de las fauces del tigre dientes de sable, no de Kraven que es otro universo, y de dibujos animados. This is... your Hair!


O, a cualquier hierático John Wayne, tras despedirse de su protegida, la niña que fue Natalie Wood. La que bailó en las calles tribales de West Side Story y su triste historia (otra conexión si conoces su historia). Ya sin ella, ni Fred Astaire, cuyos tiempos elegantes están muy lejanos y no volverán... un héroe del dance. Una rapsodia in blue sky, como aquella del otro Stanley, Mr. Kubrick y su vals. 

¡Por Grogu! Por nosotros... Padres e hijos. Por la siguiente partitura de la Canción de Sangre y Fuego, dragones, la obertura de una Invasión, entre Jedis y Mandalorianos, superhumanos, replicantes, amantes danzantes y ... el Sol poniente, y... 

La Música de las Estrellas.

Ludwig Göransson ♪♫ The Mandalorian (Orchestral Version)



Cinemomio: Thank you

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