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lunes, 19 de enero de 2015

The Theory of Everything.


Todo no significa Nada.

Creo que la lucha contra las enfermedades degenerativas será uno de los retos que afrontará el ser humano y la medicina moderna, para intentar alcanzar unas mayores cuotas de calidad de vida y supervivencia. Todas aquellas relacionadas con el deterioro del organismo y el cerebro por motivos de la edad o genéticos, así como de una vida sedentaria, con problemas de alimentación o consumo irracional de otras sustancias, serán objetivo de la ciencia. Y enemigo de las barreras económicas.

Stephen Hawking cosmólogo y científico nacido en Oxford (Inglaterra) fue diagnosticado de la terrible enfermedad de ELA a los 21 años, cuando comenzaba a despuntar en su faceta intelectual por encima de la media de investigadores universitarios. Ese dramático encuentro con la inmovilidad le supondría una larga enfermedad necesitado de ayuda externa para las acciones más comunes e importantes del hombre, como por ejemplo alimentarse, comunicarse o respirar.
Sin embargo, el hubo ciertos órganos que mantuvieron su funcionamiento, en plenas condiciones de uso, siguió racionalizando o expresando sus pensamientos gracias al motor de su vida, la ciencia. Y también, demostrando afectos o amando mientras el corazón siga latiendo a sus 73 años.

Su vida es una película continua vivida desde su butaca especial, y por ello el cine ha demostrado su interés por el personaje observando las experiencias descritas por Jane su primera mujer y profesora de lenguas romance, en sus libros titulados Travelling to Infinity y Music to Move the Stars. Por lo que el director James Marsh junto al guionista Anthony McCarten, han dado su punto de vista sobre una época determinada y fundamental en sus vidas, con el título abstracto y matemático, La Teoría del Todo.

Se pueden calificar este tipo de películas o biopics, de un acercamiento a la personalidad y la naturaleza humana con raíces en los inventos científicos, pues sus vidas son retratadas por aparatos fotográficos creados por los inventores e intelectuales. También, son expresiones determinadas por los recuerdos (de uno mismo o los que convivieron con el personaje) y en muchas ocasiones, propiciadas por una visión foránea, de un escritor o director. Aunque, se cuente o no con la opinión personal del individuo diseccionado emocionalmente ante el público.
Por tanto, el resultado siempre será bastante partidista.

En The Theory of Everything, la mayoría de escenas se desarrollan en el aspecto más personal de los Hawking, enseñando su lado más humano y dramático. Aquellos primeros momentos dónde todo brillaba alrededor, desde una celebración en el firmamento hasta una mirada, terminando (o sólo comenzando) con los síntomas de una larga batalla, a la que se predecían dos escasos, y extremadamente duros, años. Una parálisis motora que muestra en pantalla la crudeza de las etapas, con los primeros lazos sentimentales hacia su futura esposa y madre de sus tres hijos, junto a los avances cruciales de su pensamiento respecto a la creación del universo.

Por supuesto, James Marsh está habituado al contacto con el documental y vidas de determinados personajes públicos, así en La Teoría del Todo amalgama lo profesional y lo privado, relativo a un superviviente como Stephen. Pero, al basarse de primera mano en las experiencias de su ex-mujer Jane, el mundo científico y universitario giran en una órbita más limitada para acercarse al público en general. En cierta forma, es adecuado porque Hawking peleó para que su voz fuera oída y entendida por todos.
Los términos sociales, académicos y sentimentales prevalecen sobre los científicos, no borrados del todo (algunos están presentes como refuerzo a la historia) como ejemplo del esfuerzo físico y mental. A través, de otros personajes que se acercaron en aquellos duros momentos a la familia y que señalan los diferentes estados de ánimo por los que pasó su relación íntima.

Los puntos fuertes de la película se hallan en las personas y sus sentimientos, primero con romanticismo y después con esfuerzo denodado para alimentar un amor herido mortalmente. Siendo Jane, principal protagonista como juez y parte interpretada por la premiada Felicity Jones (Spiderman 2 El poder de Electro, La Mujer Invisible) junto al poseedor de las estrellas y la poesía, encarnado por un actor también en continua expansión como Eddie Redmayne (Los Miserables, Mi Semana con Marilyn). Un universo de nuevas estrellas confabuladas para brillar en una poética y emocionante interpretación, más que para elaborar una teoría sobre los designios de la humanidad.
Se exponen las bases de la teoría caótica del Todo, pero el fracaso sentimental y el enfriamiento pasional demuestra que todo sigue en movimiento, hasta el cambio constante del todo es posible en pugna con la antigua postura de un Dios inamovible.

Stephen Hawking sigue en la actualidad haciéndose preguntas semejantes desde aquella época que le causara las lágrimas y la fatalidad, aquellas sobre la vida y la existencia de una divinidad, negándola como científico y convirtiéndose en un auténtico explorador incansable. Poniendo en marcha su cerebro con la ayuda de manos y pies de otros más agraciados físicamente por voluntades divinas o, diría más bien, por el carácter hereditario de nuestro ADN.
Como una ruleta rusa que reparte enfermedades o capacidades fuera de lo común, revitalizadas con la dedicación y el estudio, inmersas en una espiral semejante a una pequeña mancha de leche sobre la superficie del café diario. Enfrentándose como galaxias que se devoran, hasta la extinción del amor o expandiéndose más allá de los límites humanos hasta el infinito, de nuestra mente.

Estudiando a Hawking se observa que la resistencia humana no pareciera tener límites, pues creo que la unión construye una fortaleza que sólo puede derribar la falta de fe o la desaparición del deseo. A opciones como éstas, nos aferramos para vencer el dolor o el sufrimiento.
Entonces, para la inmensa mayoría, La Teoría del Todo es el cariño. Un auténtico motor de esperanza, de cambio de vida y respeto. Del todo que se confunde con la nada.

Si la muerte es el destino final u otro paraíso onírico (e indemostrable) deberíamos escuchar más a la ciencia e intentar comprender el origen de la guerra, las ideas o... el amor.

*** Buena ****

Samuel Karl Bohn – Unlocking the Mind (The Theory of Everything Music Trailer)


Tráiler Jupiter Ascending, de Andy y Lana Wachowski. Reparto: Mila Kunis, Channing Tatum, Eddie Redmayne, Sean Bean, Doona Bae, Douglas Booth, Vanessa Kirby.


Tráiler True Story, de Rupert Goold. Reparto: Jonah Hill, James Franco, Felicity Jones, Ethan Suplee, Gretchen Mol.


The Theory of Everything Soundtrack – Jóhann Jóhannsson, nominado al Oscar.

viernes, 11 de julio de 2014

La Mujer Invisible: entre realidad o ficción.


El amor invisible de Charles Dickens.

Estilo victoriano, si nos referimos convencionalmente a la época social y cultural de la reina Victoria de Gran Bretaña, uno de sus máximos exponentes literarios es Mr. Charles Dickens nacido en 1812 y desarrollada su educación de niño criado sin sus progenitores durante la época primera y mediada del siglo XIX, en la que ampliaría su trabajo convirtiéndose en uno de los novelistas y narradores más importantes de la literatura universal. Sin embargo, como la mayoría de personas en aquella época, fallecería demasiado joven a la edad de 58 años. Justo 10 antes, se publicarían (primero por capítulos como era menester en esas fechas) los tres volúmenes escritos de una de sus obras más personales Grandes Esperanzas, que los exportes recomponen con cierto acento autobiográfico medio oculto en sus letras.

Aquí en la obra, se observa los años primeros de un personaje de nombre Pip que intenta salir de la pobreza, teniendo como perspectiva convertirse en un caballero de la alta sociedad, y que acabaría enamorado de una joven de nombre Estella. Los historiadores y el actor Ralph Fiennes (que ya interpretó al personaje de la obra con dirección de Mike Newell) así lo acreditan, este último en La Mujer Invisible que se presenta en la actualidad como la segunda película dirigida por el inglés y educado a la sombra de la Royal Shakespeare Company como demostrase con su anterior e interesante film Coriolanus basado en la obra de Sir William.

Sin embargo, no tenemos en esta visión de la vida de Dickens estos años de juventud, más bien se centra en su etapa última a raíz de sus problemas matrimoniales y el surgimiento de un nuevo amor (mucho más joven que él) en la figura de una actriz teatral llamada Nelly Ternan, que por otro lado permanecería oculta para la mayoría de los seguidores del escritor de Cuento de Navidad, Oliver Twist, David Copperfield o Historia de dos ciudades, en las que demostraba las vicisitudes de personajes marginales en el interior salvaje de la sociedad británica del siglo diecinueve. Niños olvidados por la marginación o la prostitución de las grandes ciudades que emergían en la nueva era, pero haciendo gala de su particular sentido del humor y la crítica social.

Ralph Fiennes que se reserva con ojo avizor el papel de tan importante personaje, se fijó en la publicación de la investigadora y periodista Claire Tomalin en su best seller de 1990, que explicaba la relación muda e interior de la primera chica enamorada de una figura relevante y convertida en seguidora de masas, como uno de los primeros casos del fenómeno fan que tan de moda se pusiera en los siglos siguientes hasta la actualidad. Guion adaptado de Abi Morgan conocida autora de Shame y de La Dama de Hierro.
Un protagonista mediático y reconocible por todos, enamorado pasionalmente por una casi desconocida e incipiente actriz, que cumpliría su papel oculto en la historia. Por los convencionalismos sociales y los escándalos derivados de un amante a la sombra de un matrimonio por entonces sagrado.

Charles Dickens comenzaba a ser tratado como estrella (de letras y voz viva) de la emergente industria del entretenimiento a nivel comercial en los medios, por entonces escritos y teatralizados, pues el The Invisible Woman vemos como se multiplica el efecto llamada de la fama como una de las bazas importantes de la película. La otra sería su propia vida y obra.
Entre los hombres y mujeres de la sociedad victoriana, se expandía poco a poco el arte fuera de los focos de la alta sociedad, aunque todavía eran los individuos con suficientes emolumentos semanales para destinarlos a su crecimiento cultural. Las letras comenzaban a editarse en los diarios de tirada masiva, como columnas en cómodas entregas y con creciente interés multitudinario, serían los primeros seriales que luego se utilizarían en los medios radiofónicos y televisivos.
Justo ahora que parece que vivimos un retroceso, en la cuestión de la llegada de arte de calidad a la mayoría de los espectadores, debido a una excesiva alza de los precios de entradas o formatos.
Luego, llegarían los plagios y la piratería. Pero, eso es otra historia más moderna.

En la Inglaterra de 1060 cuando Sir Charles competían contra otros escritores teatrales y se erigía como admirador de otras figuras anteriores en la Literatura, compaginaba su vida ajetreada y anteriormente sexual (ya que tenía diez hijos) con el cansancio y la monotonía de un matrimonio sentimentalmente agotado, pero con una situación económica relevante y desahogada que le permitía los lujos principales de la época. Y como no, conocer a la joven interpretada por Felicity Jones (con anteriores trabajos basados en obras clásicas y estrella en el nuevo Spiderman) entre paseos nocturnos por los barrios bajos londinenses, dónde se fijaría en los personajes oscuros y futuros protagonistas de sus novelas. Putas, huérfanos y sin techo, conviviendo en las esquinas por las que se cruzaban los prósperos ciudadanos. Historias de suburbios con grandes esperanzas truncadas.

Esa misma esperanza que se mantenía en la oscuridad de varios años hasta su muerte, de la primera separación (sin mediar sangre como en otras épocas) de su esposa Catherine Thompson Hogart hija de abogado y consejero del escritor Walter Scott (que era admirado por el propio Dickens) así como editor del periódico Evening Chronicle para el que escribiría algunos artículos e historias. Y madre de diez. Periódicos en los que crecería el estilo particular dickensiano con su toques poéticos y cómicos, llenos de sátira.
La familia y amistades ayudaron a mantener el secreto de la relación nueva y la apagada, por miedo al escándalo y los rumores de su espíritu cristiano, y sería uno de los primeros divorcios entre gente conocida y exitosa.

El filme de Fiennes mantiene una distancia prudencial con el apasionamiento, por lo que cae en una constante dulcificación de los hechos, con el carácter ecuménico del personaje de Dickens, y la oscilante personalidad por su juventud de Miss Tenant. En una especie de juego que se dirime entre escenas bucólicas costeras y el demasiado convencionalismo dramático. Quizás, algo más de barroquismo le hubiera sentado bien a determinadas secuencias, en el episodio del descarrilamiento como alusión a una vida desmoronada por la aventura y los silencios.
He leído en ciertas críticas que, a Ralph Fiennes se le reconoce por su único papel importante en la cinta de Steven Spielberg, esto me parece de un engreimiento y desconocimiento manifiesto, e injustamente falso. También que la relación entre ambos actores no es creíble (por motivos de diferencias de edad) pero acaso, no ocurrió esto mismo en la realidad, no es cuestión harto frecuente aunque no sea del todo creíble por la sociedad... ¡Prejuicios!

Como se dice en una determinada secuencia, fueron pioneros en las ruptura adelantada a su época, la abolición de tabúes culturales y religiosos, la manifestación de que el amor no es eterno, y la necesidad de recomenzar una nueva relación si se precia.
Los cimientos del divorcio reconocido hoy por la mayoría, pues el amor no escapa de su temporal muerte. El cariño se puede mantener a flote como un azucarillo en el tea of five o´clock, hasta deshacerse por completo.
Cuando la pasión da paso al aburrimiento y a la idea convencional de proseguir por no hacer daño al cónyuge y a los hijos, se puede convertir en un infierno de terribles consecuencias dando aparición a un paso demasiado amenazador, el odio.

Está meridianamente claro que la película podría haber dado más de sí, que el personaje de la joven queda confuso en determinados episodios y que el cura, no sabemos muy bien que pinta. Pero, lo importante es su aperturismo hacia la figura de la mujer reclamando su posición en la sociedad y el surgimiento del fenómeno de los admiradores de personajes carismáticos.
El futuro del amor es un péndulo que va de un lado a otro, y nunca se detiene hasta el deceso.
Mientras que cinematográficamente tras el Gran Hotel Budapest, veremos a Ralph Fiennes en el próximo proyector de los Hermanos Coen de título Hail Caesar, en el Bond 24 de Sam Mendes y un nuevo filme dirigido por Gary Oldman. Casi nada.
Por su parte Felicity Jones tiene películas por estrenar y será la protagonista de Un Monstruo Viene a Verme, del director español Juan Antonio Bayona (El Orfanato, Lo Imposible).

Los otros actores del reparto tiene proyectos como Michelle Fairley en el nuevo trabajo de Ron Howard, o Kristin Scott Thomas intercalando apariciones en producciones internacionales entre ellas Suite Française esperada película sobre la Segunda Guerra Mundial. Completado un reparto con nombres como Perdita Weeks metida en un guion terrorífico del director John Erick Dowdle, o los siempre correctos Tom Hollander y Tom Burke.
Queda, por tanto, claro la inclinación de Fiennes hacia los clásicos literarios y hacia las historias de amor turbulentas. Libros como reflejos de la realidad, relaciones reales clandestinas en la ficción, atracciones de juventud por las letras.

*** Interesante ***

En Honor al nuevo filme de Joel y Ethan Coen, con reparto: George Clooney, Josh Brolin, Channing Tatum, Ralph Fiennes, Tilda Swinton, Scarlett Johansson, Jonah Hill. Hail Caesar de AC/DC esperando sus próximos movimientos :)


Cinemomio: Thank you

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