Entre la alta política y Torrente.
Todo lo que comenzase hace unos pocos años como un mero viaje de negocios, también se mezclaría con el placer sexual y los comportamientos poco edificantes, pero terminaría siendo el reflejo de una sociedad corrompida que dirige sus pasos hacia el desencuentro personal y los procesos abiertos con la justicia.
Así, empezó el director nacido en el Bronx, Abel Ferrara en la década de los ochenta con pequeños relatos entre el crimen y el terror slasher, hasta que en 1990 uniera las personalidades de unos jóvenes David Caruso, Laurence Fishburne y el gran Christopher Walken en el Rey de Nueva York. Cuando se dedicaba a mostrar con realismo e intensidad interpretativa a aquellos reyes del crimen por la gran manzana, afligidos y corruptos que deambulan por las esquinas de la pantalla grande. Hasta que todo llega a su fin y nos hallamos con un Funeral a la altura de las mejores propuestas cinéfilas de ambiente mafiosos. De nuevo al lado de Walken.
¡Welcome to New York, y la torrija que se ha formado!
Así fue cuando en 2011 (fecha desde la cual no rodaba Ferrara y en la que se basa el argumento adaptado por Christ Zois y él mismo) durante una permanencia algo ruidosa, el Sr. Devereaux (imagen fantasmal del Director Gerente del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn) se enfrentaría judicialmente a una acusación de violación por una limpiadora inmigrante guineana, cuyo nombre ha quedado prácticamente olvidado, al igual que la candidatura a las elecciones presidenciales de Francia del mismo acusado.
Sin embargo en la presentación de la película en el pasado Festival de Cannes, Abel Ferrara pondría la guinda comentando que el personaje de ficción no es totalmente fiel a la historia real, aunque eso no convence al susodicho político que presentaría algún tipo de demanda al cineasta o la productora.
Por el lado artístico, la cinta producida por Wild Bunch y Belladonna Productions pasó con más pena que gloria por la costa azul, siendo vapuleada ferozmente por numerosas plumas europeas y curiosamente felicitada ideológicamente por tierras sudamericanas en algunos casos. La crítica se asemeja sobre todo por la interpretación ligera de los hechos, la factura casi televisiva y el trabajo desigual de la pareja de protagonistas.
Como Ferrara en sus inicios en Nueva York, el filme explora un viaje que va desde el cancán sexual al quilombo de la vida política mezclada con los vicios ocultos, salvo para los seres más allegados, que no queridos. Aquella ultrajada esposa denominada como Simone, hija de millonario marchante de arte y carrera fulgurante en los medios, forma el triángulo de la desaprobación, el reproche emocional y la crítica racialmente dirigida.
Todo aquel asunto sucio se engrasaba en el Hotel Sofitel de Nueva York y la película muestra una causa más suave, como es una felación. Pero, los hechos terminan de la misma forma, retenido en el aeropuerto y llevado a prisión en Rikers Island, el complejo carcelario más grande del mundo dónde entrevemos la tensión de una persona acostumbrada a otros modales en libertad, no sabría si decir tan ´refinados` en observación y comparación con los primeras escenas de Welcome to N.Y., es ese especial detenimiento por detalles fiesteros y su cutre resultado.
Algo que parece indefiniblemente aunado a los últimos trabajos del que fuera calificado por algunos, hermano menor de Scorsese, ya que sus estrenos pasan desapercibidos para el público y zarandeados como puta en Semana Santa por la crítica especializada... un viaje nada diplomático.
La primera parte exhibicionista y clasista en lo negativo, sin ahondar en la vida privada ni la mente perdida de Devereaux, interpretado por Gérard Depardieu rotundamente escorado a izquierda de sus nuevos amigos e igualmente vacío entre la irrealidad y la acción chabacana de su horondo apetito sexual en el personaje; dará paso a un segundo menos alargado episodio, dónde se intensifica el sufrimiento y aparece su partenaire interpretada por una Jacqueline Bisset entre bisoña y recia, así mismo hambrienta e interesada por alimentar su fulgor personal. Infinitamente alejada de sus intrigas del pasado con Polanski en Cul-de-sac, su cameo en Casino Royale, la participación en la gran película de Stanley Donen llamada Dos en la Carretera o como estrella rutilante en Bullit de Peter Yates. Bellos recuerdos en el cine.
Este tramo es algo más interesante por la identificación de los hechos y la acusación sin cargos demasiado violentos (según el filme), paseando su cuerpo del delito entre presos mal encarados y policías mucho más secos si cabe. El proceso judicial es verdaderamente farragoso y olvidable.
El resultado ya conocido, evoca a una dimisión y fin de las expectativas políticas del sujeto, además del inevitable desprestigio personal y la ruptura con un matrimonio acabado de antemano. Abel Ferrara no profundiza, sólo se dedica a presentar los cargos y rajarse en su presentación artística, en favor de una estructura argumental artificiosa y aburrida.
Toda la relevancia anunciada se vuelve poco cautivadora, con excesiva duración de los duelos entre la pareja protagonista y conversaciones con poco peso, más visceral que emocional. Por un lado, un Depardieu sarcástico metido en co-producciones inmensas y poco convincente como vividor en este caso, y Bisset dibujando una caricatura de una mujer de alta clase social apresada por las circunstancias externas y los deseos de aumentar su poder y éxito personal. Pero, entre risas nerviosas que no ayudan a tomarse en serio la historia.
Terminando con una alegoría barata en un ambiente de lujo, como perfume de pachuli en hotel de cinco estrellas. Se entiende que la crítica de uno y otro lado del Atlántico se diferencie ideológicamente en las posturas del filme, entre un texto crítico con los comportamientos y la política internacional, fuera de los clichés y pocas referencias al proceso social y mediático.
Por tanto, me quedo con algunos instantes carcelarios y un Abel Ferrara con hambre de nuevos retos (como su próximo Pasolini protagonizado por otro habitual Willem Dafoe que la crítica sitúa en los extremos) pero con una catarsis de desvinculación con su pasado brillante, o mejor dicho oscuro. Ahora, más cuadriculado o arriesgado.
Welcome to N.Y., es un filme tan olvidable como la figura de un Depardieu demasiado forzado (y esperando al estreno de su nuevo trabajo dirigido por Anthony Hickox y título sugerente FalconMan). Hasta otro Ferrari más potente que nos llegue de tierras romanas e intente fijarse más en el atrevimiento de su hermano mayor, Sr. Ferrara.
** Floja **
Tráiler Viktor, de Philippe Martínez. Reparto: Gérard Depardieu, Elizabeth Hurley, Eli Danker, Polina Kuzminskaya.
Tráiler United Passions, de Frédéric Auburtin. Reparto: Gérard Depardieu, Sam Neill, Tim Roth, Jemima West, Thomas Kretschmann, Fisher Stevens, Antonio de la Torre.