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martes, 23 de abril de 2024

De Halo II, al Problema de los 3 Cuerpos.

 

El cinematógrafo, es un producto real al servicio de la imaginación… Bueno, los seres humanos a través de su lente sempiterna, han ido durante toda su historia, prediciendo, estableciendo, creando… y por tanto, visualizando a través de imágenes para el gran público, múltiples capas de un apocalipsis sociológico. Donde se reproducen capitularmente, mil y una maneras, de derruir nuestras ciudades o sociedad; o acabar de devorar una Tierra que fue consumida en sus recursos naturales. Es decir que la humanidad y sus habitantes, serian arrasado, no tan cívicamente, como lo fueron otros ocupantes en el pasado… y menos inteligentes, como presas o depredadores.

Reproducciones palmarias de una devastación climática por aumento de las aguas, asemejando historias bíblicas sobre un padre de familia, y su búsqueda de tierra habitable. Incendios surgidos de las entrañas de la Tierra como un averno contemporáneo, con repercusión de grandes terremotos en superficie, o dramáticos supervolcanes de erupciones globales, que nos vuelven a convertir en inmensa bola de nieve y su correspondiente lluvia ácida.

Caídas protoplanetarias que levanten olas monumentales y signifiquen la devastación de toda vida vegetal y animal, salvo excepciones minúsculas, posibles desviaciones de campos magnéticos que impidan la correcta defensa atmosférica, radiaciones incontroladas de esa estrella conocida como Sol o esos increíbles rayos gamma que recorren las galaxias. Otros bólidos, planetas errantes, como meteoros o cometas congelados, en cadencia por interferir nuestra trayectoria. Próximas glaciaciones en el orden cronológico, desastres ambientales como consecuencia de la mano del hombre y la mujer… Esto es, sin género a la equivocación, el famoso cambio climático por gases invernadero.

Virus asesinos descontrolados o modificados genéticamente… ¡ya! En resurrecciones extraordinarias desde el interior del permafrost, o del infinito cosmos que nos contagian de enfermedades desconocidas hasta ahora… en el cine, fueron vainas, esporas y plantas también.

Y de la misma materia, advenimiento improbable, o no, de seres montados en novedosas cabalgaduras de energías poderosas, que poseerían la intención de paralizarnos de miedo, confundirnos, conquistarnos… o someternos como cobayas para su nutrición, con nuestros fluidos vitales… o simplemente, el complejo, secuestro de nuestras mentes. Ya hablaremos…

De ahí, a contar con la ciencia incluida en el género de la ciencia ´ficción`, es demasiado pedir para alguien que utiliza la imaginación. Porque pasarse de complejidad está permitido, aunque no te lo creas. Lo paupérrimo son los personajes poco definidos, o repelentes incluso.

Historia de un problema…

El sol, la estrella que se irá, o nos irá consumiendo primero… con sus movimientos estratosféricos imprevisibles… Pues imaginate, multiplicado por tres, uno tras otro… El verdadero problema de la ficción, es visualizar a simple vista un cuerpo tan inmenso en cercanía y sentir tantos millones de grados centígrados… para achicharrarse a las primeras de cambio… y cierro. Para siempre, eh.

Así hablan paralelamente de suicidios, sin haber sentido ningún rayo del Sooool, la la láaa. Esta teoría de muertes reprogramadas, en conciencia y manos de otros, no sé entienden muy bien… si tanto amor, hay por todos los lados, cielos ojerosos y voces provocativas en la tele… Qué no, que no tienen esa forma curvilínea, pueden ir a peor. Piensa en E.T. femenino, por ejemplo. Mucho más arrugado que en AlienNation…

Es curioso cuando hablamos de extraterrestres que, casi ninguno destruye su vivienda como consecuencia de su participación directa o bélica, salvo… se me viene a la memoria aparentemente, la historia oculta del Krypton de Supermán por sus creadores Jerry Siegel y Joe Shuster; no como otros, que siempre terminan haciendo papilla su planeta. El campo de batalla… la autodestrucción humana, programada o no, con las bombas atómicas en la mente. Algo que vimos venir, y saludar, como verdaderos estúpidos… deficientes neuronales.

Pues encima, en el caso de los 3 cuerpos, entre los creadores David Benioff y D.B. Weiss – de las batallas tronales -, a la receta confabuladora del escritor Liu Cixin con el pasado cultural chino, lo plagamos – el cosmos digo -, de esas pequeñas grandes monstruosidades en explosión, más o menos controladas, para el viaje. Toma, pastillas de coma a toda hostia… y encima con Rosamund Pike y Brad Pitt, poniendo la pasta sin despeinarse.

Esto es Netflix, alienado, como los científicos que para hacer contacto, se convierten en traidores a la causa, es decir, confabuladores contra Nos. Especie extraña ésta… así que los otros, vienen para invadirnos, a saber con qué motivación, seremos la savia de plantas carnívoras o los fluidos que recorran las patas neumáticas de los trípodes tripulados… ¿o poseían cabina interior? Cara, cruz.

Para colmo, los que ponen el dinero - no productores -, tiene el título oficial de mentecatos, prepotentes de m… porque quién les da el derecho a hacerse con la propiedad de alguna entidad celeste… ¡vamos, ni una parcelita! En nuestro nombre, seres inhumanos. Todo se va descontrolando, en tal medida, que lo de menos son los protagonistas, y sus cambios de género o personalidad, ya que el juego se está descomponiendo por una proto-partícula, con ojos en el cielo. Creo que es demasiado, no para tres, sino para mi body. Y sin el proyecto Alan Parson.

Y todo ocurre trasladado, entre la Gran Bretaña y la China, pero si nunca se han entendido, ni lo harán… Adiós, muy buenas, segunda temporada.

En el Halo… suspendido.

Con una escalera al cielo, nos propulsamos hacia el más allá, a través de aquella interesante primera temporada del Halo y su acción, para planear y planetizar dentro de una irregular constelación entre el juego y unos personajes más desdibujados en serie en escalada. Y es que algunos no interesan nada, al personal y menos los nuevos… Hemos ido hacia atrás, especialmente, en lo referente al guión emocional, la navegación y los momentos de acción. Todo parece menos trabajado o pensado… desde golpes altivos con traje que te reventarían,  hasta la Inteligencia Artificial… esa Cortana que se ha vuelto una plasta, qué da la tabarra, vamos.

Y eso que están, Microsoft Estudios, Amblin, Paramount+, 343, Showtime, Steven Spielberg, Pablo Schreiber – el que saltara de American Gods al espacio intersecuencial -, y la McElhone, Natascha. Que en esta segunda, no necesitan de tres cuerpos, para caer en un maldito agujero negro. The Covenant, está maldito…

Aquí, los idiotas, como insectos proscritos de Verhoeven – van de espadachines, contra armas mortíferas láser -, acaban achicharrados sin problemas de ninguna índole. Sus cuerpos son moles y se mueven pesadamente, tanto… que te acabas durmiendo hasta la primera batalla. Todo se ha ido deteriorando de tal forma, que va a ser complicado que remonten el vuelo. Si bien el último capítulo, otorgue algo de esperanza, pero poca… Esto se dirige, cada vez más, al ´wokismo`.

Las Oleadas… monstruosas.

Finiquitando que es gerundio, dos series que se desvían de los caminos de la memoria, hacia lugares traslúcidos o mentes sobrevaloradas.

Prefiero quedarme con las grandes celebridades que compusieron, cerebros excelsos o llenos de destellos midiclorianos, desde los poderes de control de aquel El Mulo de Isaac Asimov a los desvaríos mentales en la obscuridad de Georges Lucas. Lugares lejanos, ya en el espacio y el tiempo, donde crecieron los monstruos clásicos… o si no, no nos topamos con los poderes de esos dominadores de voluntades de otras culturas y mitos… o no apareció el Darth Vader, resurgido de la guadaña de fuego, como un Prometeo con cerebro y pulmón incendiado, mantenidos artificialmente, gracias a la alquimia y la armadura de la ciencia Sith.

Por ciencia y ligereza, no necesitaría de los suspensores que llevan arriba, abajo, al centro y… al ceniciento Barón Harkonnen, de nombre vampiro camuflado de Vladimir en el terruño de Dune, de Frank Herbert. Es un noble con grasa, que ha evolucionado a Nosferatu rotundo con Denis Villeneuve… poco que ver con la planta carnívora de Roger Corman, salvo en voracidad y suspensión, en sus dos notables versiones. Ni con los de La Guerra de los Mundos de H.G. Wells, que succionaban hasta los tuétanos en aquellos vehículos cefalópodos, sin tener en cuenta las edades. Como semidioses metalúrgicos de Lovecraft.

Estas sagas y novelas espaciales, espaciadas en el metaverso de la industria visual, tiene más episodios sangrientos, o no era más vampiro el conde contra Leto y los ´amantes forzosos` en la película de David Lynch… ¿eh?

Pero primigeniamente, fue la Literatura de Ciencia Ficción, que nos llevó a sufrir el advenimiento de los nuevos monstruos venidos del espacio, a tienditas de los horrores o colores zombificados, con toda su capacidad voraz de dominación. Nos trajeron simientes que crecieron hasta transformarse en Gólem – como serían los Frankenstein, Hulk/Cosa o Giggernaut, con moles electro-iridiadas -, aún sin arrugas en la frente, pues son inmortales sin especias. Y la sangre eficiente de aquella hornada nueva de la Life Force, que fue sorprendente. No confundir con Life que era otro tipo de tenia o solitario, de semejantes intenciones. La conquistar del nuevo Oeste... Si es que al final, nos parecemos.

Deformes enterrados, otra cosa, nada de dentro de 400 años en el horizonte, sino en la modernidad de los cascos derretidos del ártico… y de ahí, a convertirse en masas devoradoras, moldeables y viscosas, que visitaron hasta el primerizo Steve McQueen o más allá, al las primeras producciones Hammer con el Doctor Quatermass de Val Guest y el guionista Nigel Kneale.

En otras Fundaciones, batallas galácticas setenteras y planetas arenosos de los 80, con o sin gusanos esofágicos, aparecerían otras transformaciones como la entrañable y simpática, Hidden con el mismo actos al que mr. Lynch ofreciese el papel de su vida, Kyle “Cooper” MacLachlan. Los Aliens y Depredadores, cazadores de humanos, que si no son como nosotros con sus trofeos, es por los ácidos estomacales o la relación simbiótica y familiar entre parásitos.

Y por último, definitivo, me he dejado para la ocasión a dioses del tiempo, – no, no a Alf y sus gatos, ni los lagartos de V, ni a Arnold Schwarzenegger y Carl Weathers, dep -… sino a la existencia metafísica de Algo. Algo que no viaja, sino que parece estar, ahí flotando… alrededor de la mente compleja de Arthur C. Clarke y la visión del gran Stanley Kubrick, como otra creación del hombre… que parece traicionarnos como un doctor de Dune… y sin embargo, sería destrucción, cambio… y resurrección. Veamos Hal-9000 versión Prometeo, en su odisea tránsfuga del 2001, al 2010 de Júpiter - otra vez-, 2061 0 3001, aún resta por visionar… más paralelogramos. Y triángulos con 3 puntas, es decir, círculos en órbita... conio de Star Treck, no has hablando... pues no.

Sin embargo, en serie, serie… nos pararemos apenas dos años antes, en el 2099 para ver las crónicas, casi marcianas… de los peligrosos replicantes u hombres lobos, y sus mujeres ´lobeznas` como mataharis o amazonas, con la nueva camada de aquella pequeña joya titulada, Sueñan los Androides con Ovejas Eléctricas…? Gracias a la gran inspiración para el scifi moderno, que significa la obra creada por el maestro Philip K. Dick. Solaris de Lem, debe esperar a que el horizonte final, se aproxime… y ambos se encuentren. El Todo sapiens y el infierno… sería una especie de Good Omens, con naves espaciales por babor.

Ahora tendría que hablar del filme El Astronauta y su deidad octopo-lovecraftiana, pero me he quedado sin tinta y no da más, para hablar de apocalipsis metafísicas, no zombies en el espacio, ni juicios finales, o cataclismos familiares. Y he llegado al final de los mitos, pues Matrix es otro mundo y Bowman, sería ya anciano, bebé, anciano, y vuelta a empezar que diría Garci o Pumares que estás cerca del monolito... Tampoco he comentado nada sobre El Viento y el León de John Milius, pero tiene algo que se toca con Dune y la obra de Mr. Herbert. Entonces, están de moda los fremen, sus especias y lo que vendrá al filo… alguna brujita, tal vez… o Sting, quizás un baile de cuchillos. La guerra ya la tenemos encima, verdad... sí es un asco. Y el terror verdadero, mogollón.

De momento, en esas dos series o cuerpos del título de la entrada, son increíblemente monstruosas, prepotentes, proféticas, cansinas, confusas… y una, con un protagonista del Mánchester City encima, que iban a ganar de calle o galaxia. ¡Válgame Deus… que ex Machina. O no…!


domingo, 7 de abril de 2024

Samurái de Ojos Azules. Season I

 


Nihon o Nipón, significa el país dónde nace el Sol. En ella no, como buen diablo se movía en las tinieblas… esperando no volver a ver, amanecer. Sin embargo, un rasgo en sus características físicas era incongruente, la claridad… que la delataba ante cualquier sospecha o posible divergente tentación …

            

Una fabulosa técnica de animación moderna y simbologismo, nos lanza como una nube de flechas en el ocaso – no sé si de aquel anime típico de oriente-, a la era del último Shogunato, llamado de Tokuwaga o Edo. El que mutaría el nombre a la ciudad, para distinguirse como la capital que es hoy, Tokio.

Si bien, la historia de venganza, no comienza a comienzos del siglo XVII con el señor feudal Tokiwaga Leyasu, con todo su poder familiar y militar, sirve como representación de esta magnitud del poder absoluto. Donde la figura del Emperador era divina, cubierto de una halo más espiritual y la máxima expresión de control religioso, - paralelamente a los monjes de los templos budistas y sus guerreros místicos -, que se extenderían hasta bien entrada la mitad del siglo XVIII con La Restauración Meiji.

 

Ese es el comienzo de una apertura política, polémica y peligrosa para la cultura tradicional, la estructura social y económica, que empieza a permitir conexiones con otras civilizaciones, en teoría más avanzadas…  y esa llegada de los “Barcos Negros” que practican el sometimiento a través de tratados comerciales. Cuando no otros, menos civilizados...

Es la finalización del despotismo de shogunes durante el medievo extendido, propagada por las altas clases de la sociedad en sublevación, y los terratenientes denominados daimyo contra las reformas que delimitaban los privilegios de los samuráis clásicos. Y por descontado, la llegada de las armas de fuego, a través de los arcabuzazos. 

La guerra civil – como tantas veces -, terminó sofocando las bases de aquel feudalismo basado en el shogunato, muy anclado en cierta tradición sobre la endogamia cultural y la sublevación contra el emperador, que estaría por la abolición de derechos adquiridos durante siglos, por esos guerreros militares y sus armas samuráis afiladas. Desde aquellos primeros comienzos de rebeliones de los pueblos bárbaros del Norte - donde sus ejércitos basaban el poderío bélico en las monturas de sus caballos y el uso del arco -, se intentarían sofocar las revueltas contra los guerrilleros. Sería el comienzo de una estructura militar basada en los grandes terratenientes y la guardia militar, al servicio del shogún en cada época y el respeto divino al Emperador.

 

Por otro lado, siempre existieron focos familiares o clanes, con diferentes perspectivas sobre la política y la estructura de sus clases gobernantes, con multitud de enfrentamientos sangrientos durante la historia ancestral del Japón.

Y en determinados casos, en este segundo periodo feudal que van del siglo XII a mediados del s. XIX, aparecieron como fantasmas, las figuras de los guerreros errantes, como una ola de mar. Esto se debía a que habían perdido la conexión con grandes clanes - o sus señores o daymro -, que habían remitido en su poder territorial; o bien, simplemente, ya no serían admitidos en los diversos clanes, siendo espadachines renegados, sugeridos para alguna misión…

 

Excepto uno, ella, la samurái de los ojos azules…

Una Misión Personal… 

En la era Edo, los niños nacidos de forasteros eran considerados monstruos. Si tenían los ojos azules,  sinónimos de la muerte… Ella, por tanto, era considerada hija de un demonio blanco.

 

Las tradiciones culturales no se deben cambiar, porque representan el espíritu de una representación nacional o simbolismo estructural de la sociedad. Si lo hacen, ya no seremos los mismos… pareceremos sombras de lo que una vez, cultivaron nuestros antecesores y una mera presencia fantasmal de nuestra cultura.

Como la animación tradicional, que mantendría características visuales con el pasado, que no técnicas -, por su grabación de escenas con distintos puntos de vista visual y otros avances de procesamiento gráfico a nivel digital -, los creadores (matrimonio Amber Noizumi y Michael Green, tras las cuchillas de Logan, los dientes de Alien Covenant y series como Everwood o American Gods) conforman un universo realista del Japón feudal y huellas oscuras entre el fluido sexual, la traición y la marca sangrienta del mestizaje prohibido, entonces. Hoy es la auténtica seña… o no.

Es el estilo que ha triunfado en las últimas fechas, desde el homenaje de Quentin Tarantino en Kill Bill (de la que preferentemente me quedo con la segunda entrega, más western) o esquejes de los filmes de samuráis antiguas de Akira Korosawa; y demás recuerdos a aquellas películas de la saga Zatoichi que consagraron al creador del cuento, Kan Shimazawa, y a su ciego protagonista y maestro espadachín, interpretado por el cantante y actor Shintaro Katsu, protagonista también de una Invasión Alien.

Rememoro una de ellas, cumpliendo los 60 años ahora, que es un divertimento sobre la Espada Reluciente de Zatoichi y unos fuegos artificiales, sobre una historia entre bandas rivales y la posesión de un vado sobre el río… Claro, que acabará teñido de humor ácido y sangre, con una escena final que trae el tiro cenital de cámara en una lucha longitudinal… No me dirás que no lo has visto últimamente, con katanas jakuzas, garras metálicas, zombies o masacrados a martillazos, pongamos como ejemplo al cine coreano con El Extraño, Snowpiercer, The Yellow Sea y, por descontado, la magnífica Oldboy.

 

Esta es la misión de sus showrunners, traernos las tradiciones niponas, el oscurantismo de una época violenta, basada en las ancestrales artes marciales, la escritura vertical del negro sobre blanco y la poesía colorista del haiku, el teatro, las máscaras y las sombras de la vecina chinesca, sus danzas rituales, el dibujo que entronca con los títeres y el anime moderno, las posturas del kamasutra, los olores y sensaciones culinarias y… las otras de las casas de geishas – o sino, prostitución a más alto nivel, cuenta… un imperio de los sentidos de Nagisa Oshima-, los instrumentos musicales de cuerda y percusión, la piel tatuada, la pólvora… es decir, la vida y la muerte entroncada. Donde los espíritus endiablados, o no, se vuelven reales y se les denomina monstruos, ceremonialmente, nacionalmente hablando, familiarmente conmemorando, socialmente, temiendo… los onryos con una radical naturaleza vengativa y sanguinaria. 

Ella puede ser considerada uno de ellos, pero, posee otros atractivos ocultos tras los cristales de sus gafas o el brillo de su espada, compuesta a base de sufrimiento y golpes enseñados por su maestro herrero. En la mayor tradición del guerrero debe merecer su arma, para no disgustar al fuego de sus dioses… o para rendir cuentas sobre los protectores que dejaron de creer en ellos – o ellas como la Azumi I y II del cine o la leyenda de Mulan en otras latitudes enemigas, como amazonas mitológicas -;  y que darían paso a los conocidos samuráis errantes contra señores y sus clanes, más aferrados a salarios mercenarios en algunos casos, al saque y las misiones casi suicidas. Esto es, la línea torcida de los famosos ronin o samuráis deambulantes, que devengaría en las actuales bandas de yakuzas de nueva generación o los archiconocidos sigilosos ninjas. Algo más allá del honor… y los tejados.

 

Estamos en esa época que, aunque mantiene parte del bushido o “verdadero camino del guerrero” según sus cánones sociales o sus códigos honorables, la cosa estaba a punto de cambiar, los arcos y los jinetes, se convertirían en sombras y arcabuzazos, que vendrían en rutas comerciales sobre las olas, al otro lado del océano. Y sus intenciones, además de comerciales, podían ser de otras índoles… muy particulares… 

El Arte de la Guerra… Venganza

Esta serie Samurái de Ojos Azules, poco tiene en común con otras producciones contemporáneas como Spiderman y su maravilloso multiverso a vueltas, colorido y simbiótico, ecléctico en gráficos, los Robot Dreams que te buscan el sentido de la amistad, la perseverancia y el olvido del tiempo, los poderes extraordinarios de Nimona y el escándalo de un beso animado… o los reflejos naturalistas, seres entre el campo y Edo o ciudad, del legado del maestro Hayao Miyazaki, que es una puerta onírica al consuelo de la muerte y nos ilustra con diferentes formas de entender la vida. Un hombre hecho a sí mismo, como dibujante/creador de Ghibli, empezando en aquel cosechado éxito entre insectos que fue Naussíca del Valle del Viento, que cumple 40 años, felicidades maestro.

Y ya de paso, rememorando las películas que crearon escuela dentro de la entomología de la ciencia ficción, y que también homenajean – esta vez sus 70 añazos -, como serán Them o La Humanidad en Peligro del director Gordon Douglas, Cuando Ruge la Marabunta de Byron Haskins, o ¡Tarántula! que significaría un anticipo del gran Jack Arnold para crear su sobresaliente obra El Increíble Hombre Menguante… Cuyo novelista Richard Matheson escribiría a los demonios postapocalípticos de Soy Leyenda. Desde luego a uno, occidentales y a otros, de la tierra del sol poniente, les encantan los insectos de grandes dimensiones, como a Simbad y a Harryhausen… Bueno, y a Verhoeven y a mí. Ya os contaré… caminando por el desierto planetario.

 

Aquí Mizu y su amigo, con un plan quijotesco girando en femenino, no tiene tiempo para los sueños, sino que la realidad es un baño sangriento de venganza y rechazo sexual, salvo algunos encuentros, que moldearán el futuro… Vamos, que no es Paprika ni mucho menos, pero tiene esos espasmos animosos que dan la réplica al acentuado derramamiento de sangre. Donde las artes amatorias, forman una espiral desafiante con el arte de la guerra que fue considerado en literatura marcial por el filósofo y estratega bélico chino, Sun Tzu.

 

En este sentido, este estructura seinen para adultos, va de la mano con la acción  excelente y los devaneos amorosos, los flashbacks emotivos y los escenarios idílicos – ya sea por la belleza agreste o por el terror de sus tinieblas internas -, que maximizan el trío de los franceses de Blue Spirit, con las técnicas estéticas realistas y físicas, de los dibujantes de Belfast y los norteamericanos de 3 Arts Enterteiment (Matrix, Edge of Tomorrow) y Netflix, con su detallismo panorámico y orgánico.

Pero, sin echar la vista tan atrás en la historia del Japón, cuando los bárbaros norteños se negaban a dejarse arrastrar por sus vecinos, dominadores del arco y la montura a caballo, y que rechazaban a base de estratégicas guerrillas tribales y espadas flexibles contra la autoridad casi divina, del Emperador o nuevo dueño del Trono del Crisantemo. 

Aquello, con sus terratenientes y las autoridades sociales, policiales o militares, reflejadas por los shogunes – o grandes generales en traducción -, duraría desde el siglo VI hasta la conformación territorial del imperio en el siglo XII, donde comenzaría el etapa feudal de los grandes terratenientes y constantes guerras civiles, al margen de la condición divina del Emperador, más henchido por la ese carácter esotérico y máxima figura de la religión “shinto”. En veneración atemporal de los kami o espíritus de la naturaleza y sus procesos universales.

El resultado de esta estructura territorial revuelta y compleja, no sería otra que el enfrentamiento territorial por las más diversas causas y posesiones, matrimonios configurados al margen de los concubinas… y por descontado, las grandes batallas, de carácter guerracivilista. Es lo que había, es lo que hay…

 

Pero, este samurái de óculo azulado, dirime asuntos personales durante el siglo XVII, con los extranjeros llamando a las puertas y cierta cerrazón, por el cambio de los recursos monetarios, la avaricia de algunos personajes o las nuevas armas que definieron los futuros escarceos belicistas… Hasta bien entrado el siglo XIX, ya olvidado el término del Yamato (que comprendía las islas del Anillo de Fuego y Norte) con Hokkaido, Honshü, Shïkoku, Kyüshü y Okinawa, ya dentó del régimen imperialista nipón. El fundado en 660 a.C. por el emperador Jimmu, del cual Naruhito sería su descendiente directo nº 126.

 

Es o no es, una regla de sangre, viendo la historia de los enfrentamientos… Es o no es, una animada disputa de samuráis… es o no, una representación actual de aquellas aventuras en blanco y negro de Akira Kurosawa, para productora Toho y la Shôchiku, cuando se contaban leyendas míticas sobre 47 ronin, reales, Yojimbos en fortalezas infernales, vesus Zatoichis, perros rabiosos, rashomones parientes lejanos de los juegos de Tronos y las previsibles, guerras de las galaxias… y más allá… Es o no es, un melodrama regio, a lo W. Shakespeare...

Las descendientes próximas de Kenji Mizoguchi, mononokes tribales, guerreras del zodiaco, paprikas de los sueños eróticos, reflejos en el ojo azulado de los primeros Ozus o sombras del espadachín de los siete, que hoy celebramos su 104 año natal, el gran Toshiro Mifune, que era un johnwayne, con menos ropa, a veces. Sobre todo con kimono de verano, ¿verdad? Un actor que recordamos hoy, y estuvo con Spielberg incluso. Grande samurái de ojos extraños… en su trono dorado de sangre. Hasta 1941, acá. Fecha de nacimiento de Miyazaki admirado por Steven a su vez… todo concuerda. Hasta el inicio de su consagración empresaria en el famoso estudio, con el creador del filme basado en La Tumba de las Luciérnagas, Isao Takahata, otra de insectos y guerras mundiales.

 

Ella, la que disimula su cuerpo, es una luchadora, emparejada con el Zatoichi y sus cortes a seis bandas, de un solo sablazo, zas, como un fantasma ciego… cayendo siete a sus pies, destripados… como es sobrina de Takeshi Kitano en versión 2003 y sus salpicaduras sobre nuestra inteligencia artificial, que no manchaba tanto como parecía, pero resultaba la mar de bien, hasta el foco pringado… ah, y que luego fue mujer también. No la vi, pues era demasiado…

En un futuro próximo, prometo seguir hablando un poco de estos héroes, o maquiavélicos enemigos, fuera de los monstruos antediluvianos de esencia postnuclear o Godzillas, los mechas del anime y las magníficas series dibujadas como fue un tal Pluto, los akiras contra el poder establecido y el poder mental, que también propagara el Mulo de Isaac Asimov y su Fundación… 

Cuando me acerque un poco a esas figuras intocables de la historia, buen Ringo, esas naves, qué son… gigantes o molinos… un big bang, un Big Ben londinense en el horizonte… más derrame de gotitas brillantes sobre la historia… h, me olvidaba de Kenneth Branagh, de malo malísimo… se une a las voces restantes, en catálogo de la lengua de los visitantes, como corsarios… esta vez, de la animación. M´olino de la risa, tú.

Prometo, no de Prometeo… seguir contando… te lo juro por Sanjuro o los gusanos, que haberlos haylos, ojitos. Feliz cumple Paprika ^^



jueves, 21 de marzo de 2024

Foundation. Season I, II

 


Durante la década de los 50, tras la salvaje era de la Guerra Mundial y sus aciagos resultados en la población mundial, con el fin estratosféricamente aterrador del halo nuclear, el mundo se recomponía de pulmones para arriba, a través del dinero y el comercio más globalizado. También se descomponía de tripas para abajo… Comenzaba la guerra fría y la amenaza constante sobre nuestras cabezas,  como algunos escritores ya empezaron a reflejar en su obra. 

Y Oppenheimer estaba ahí, arrepentido,  puede... como lo estuvo el mismo Albert Einstein, ejemplificado en el documental con la Bomba... Pero, mucho antes de que su personaje fuera el ganador indiscutible de la gala de los Oscars del 2023, Robert O. tuvo que lidiar con los político, y eso, es insufrible. El uso de la responsabilidad, una realidad que, quizás para algunos… debería haber sido más repartida entre las demás candidatas, o sociedades tal vez. Ya hablaré del tema... Méritos… existían… y el miedo a la guerra casi espacial comenzaba, con amenazas atómicas apocalípticas, también en los márgenes de cualquier Fundación… Hasta ahora… Y hágase la luz, religión, o lo que sea... Don Christopher Nolan, ya obtuvo su premio. Felicidades, genios de Hollywood y vencedor de la gala.

Mientras tanto, un treintañero de nombre Isaac Asimov – ya con sus gafas de pasta, pero sin su característico aspecto de melena y patillas, aún -, con su estilográfica de nueva generación, se apartaba definitivamente de la química, para asirse a su corazón judío, - el del otro lado de la frontera con Bielorrusia-, para adentrarse en la literatura scifi más política, social y religiosa, y con el espíritu de la naturaleza humana… y dicha conciencia sobre nuestras cabezas, en la estratosfera. Y otras, aún más incombustibles, que son las cuidadoras de los lobos... auuuuh!

Eso es lo que quería decir el maestro Issac, creo. Porque la complejidad histórica y generacional, de su obra Fundación en múltiples libros, es un agujero negro en el tiempo que nos toca vivir, como una predicción… Algo que muchos seguidores, consideraban casi "imposible" de realizar o versionar en otros formatos más visuales. Tríptico multiplicado entre fe y política, cambios generacionales y culturales, multitud de personajes, gobiernos y revoluciones, un compuesto de crisis armamentísticas, corrupción, negocios, amor al terror, etc... ¡Tres, un guijarro en el cielo, en forma de versión nuclear… Dos, en la arena estelar, de los recuerdos… Uno, Ignición!, ¡boooom! Nice! Cero... la nada. Ya no existimos más. Somos dinosaurios..

El divulgador científico y escritor fanático de los números y el alma interior del ser, dibujó una de las magnas revoluciones futuras en la space-opera, con capital en Trántor dentro del gran Imperio Galáctico, con sus adyacentes exteriores. Sus gigantescas repercusiones del capitalismo, la forma del estado, la sociedad (vamos como Platón a otra escala), captarían la atención de los creadores de siguientes décadas hacia la expansión de grandes sagas cercanas a nuestras estrellas o, muy, muy lejanas. Depende cómo se ruede... o mire.

Esos deseos imperiales o revoluciones en contra, en esferas como planetas… serían la máquina fundacional de continentes separados, de mundos – no estados que han ido modificando sus fronteras paulatinamente -, sino un vínculo con la mente de los que sueñan con reverdecer laureles, a través de la violencia de las armas y sus consecuencias enriquecedoras… Pongamos que hablamos de, los putinescos y Cía, la China corporativa y más capitalista que nunca con sus negocios multinacionales, la añoranza napoleónica de la Córcega francesa o el sindicalismo sangriento de la corona británica… y USA. España o algo así que queda, aspira a lo de libertad, fraternidad e igualdad, pero sin ninguna de ellas, ¿hermanos, pá qué…? Mejor darnos con las cachiporras a lo pintura de Goya.

Mientras, la decadencia guerra-civilista sigue creciendo -también en los USA-, estaremos preocupados en calcular la historia y algunos de reescribir su fundación sangrienta, como ya ha ocurrido en otros lares del cosmos. Ahora, los imperios cayeron y se aproxima la nueva visión comunista ´tirandoawoke` del gran estado Hollywood y otros tentáculos invisibles. Como pisada en una evolucionada nave espacial… de sangre. Tecnología y activismo, frente a la antigua ley del imperio… que fue la base.

La invasión que viene, ya nos había llegado con Arthur C. Clarke y sobre todo con H.G. Wells y la versión radiofónica del maestro Orson, más violentas, esta última más terrorífica, y se hizo mayúscula con Dune de Frank Herbert, a otros niveles de concepción territorial. Ahora los veíamos, los planetas, cercanos y exteriores, que con el pensamiento colonizador extraterretre, el físico Gerard K. O´Neill mostrado en su documental rotatorio, tenía que terminar colonialmente. Por Nos... y otras formas culturales, el impacto visual de las tiras del cómic de Buck Rogers, con el John Carter de Edgar Rice Burroughs, o el aprendiz o jugador aventajado, Flash Gordon de Alex Raymond. Ah y por fin, los seres superiores, el gran Kal-El de Jerry Siegel - dibujado por el canadiense de familia judía holandesa, Joe Schuster, con su mezcla guasona entre Harold Lloyd y Douglas Fairbanks -, y el acabose claro, digo oscuroa... la atronadora sorpresa del cine galáctico con Star Wars. ¡La atmósfera estaba creada!

La Fundación…

El panorama ya estaba despejado, 2001 Una Odisea del Espacio, fue un monolito multidimensional de El Centinela de C. Clarke, que se instaló en la conciencia metafísica de los cinéfilos a través del rostro de Stanley Kubrick y una lente, – otro barbudo despeinado del que celebramos su segunda entrega llevada al cine hace 40 años, 2010 -, y que me produjo entonces el mismo mal que ahora... esos minutos finales son bastante caóticos y atolondrados.  Ahí se descargó toda la filosofía habida y por, imaginar, en una inestable paz que durará varios soles nuevos. Una puerta visual a las estrellas y la AI, a través de su visión y la voz de Hal-9000, como nuevo Prometeo.

Sin embargo, esto de la Fundación sacrificada en favor de humildes y desubicados del mundo, es una paradoja - alguno consideran patraña del independentismo galáctico, hablando de la actualidad -, cuando esos planetas que giraban y se alejaban cada vez más, padecían de órbitas de virreyes, sustitutos en el trono. Eran como clones, pero se hacían los locos... No existían repúblicas, sino generación de familias unidas por ideas, corruptelas y sus dioses armados, que eran invasores foráneos. Aquí, y ahora como antes, cada uno mira por sus intereses. Y algunos por todos... los imperialistas, que haberlos haylos... con su poder atómico.

Por territorios conquistados, o no… por divisas invisibles, que provienen de la ilegalidad en muchas ocasiones. Secuestrando voluntades... con el control del dinero y de las enciclopedias con las que enseñar virtudes o versiones falsas, de sí mismos. Ya que, en todas las sociedades, han existido impostores, defensores de una fe novedosa, idiotas en gobiernos, que buscan su bien personal antes del general, aunque tengan que vender su alma o doblar sus rodillas ante la agenda futura y abrir mucho la bocaza… que es de lo que viven, y sus medios. Es la Fundación falacia.

El pueblo, mezclado y en pie de guerra, en Children of Men, lo captaron muy amenazantemente, se purga ante la geometría y la aritmética de los cálculos, como guetos de terror. Como decían los antiguos filósofos griegos, recordando que su religión era mitológica, coloniales que se transformaban en una república imperial para solucionar devaneos territoriales y del conocimiento humano. Gracias a la dialéctica, que sería el arte de pensar, los dioses inmortales irían cambiando, de a poco… Pero, para eso había que tener cerebro y desbancar a los Titanes tiranos.

La Fundación, se dividía por tanto, otras fundaciones con otras características contrarias, nacían al otro lado del universo, y radicalmente el conocimiento quebrado, se basó en las matemáticas como inicio del todo. Con la métrica, se avaluaron los riesgos, las amenazas y las posibles previsiones, los 300 cálculos de guerras... dentro de los millones de conexiones sinápticas que habrían en el porvenir, incluso artificiales. Con, cada vez más elementos externos conectados al Terminus, que bien podrían llamarse Terminators también mirando atrás, los héroes fueron desapareciendo, creciendo los lobos, y viajar por todos los rincones de la galaxia, fue cuestión de créditos. Hasta caer en un tejado de Blade Runner, donde la metafísica se hizo psico-historia. Esa es la otra versión, de lo que podría ser la procreación, de la que todos opinaban... El Superhombre.

Predicción… el Botón.

Ese botón es el del horror… el miedo con el que convivimos, el cielo en llamas más allá de Orion. La amenaza de un nuevo anticristo, un Robespierre, la bestia del 666, no de las matemáticas puras, sino del verdadero antagonismo ideológico y político. Se busca un nuevo orden mundial… ¿dónde… en la destrucción? Y eso es el poder. Absoluto.

El que siempre gana… futuros hítleres del universo, que asesinan o empobrecen a otros, napoleones de navegación congelada, zares que revolucionaron con sangre, comunismo de purgas - no de murgas, que es más español -, con los republicanos más imperialistas evolucionados, oppenheimers científicos, preparadores del caos y la pandemia, títeres con sus dedos en el botón rojo… dictadores del alma, al fin. Dinero y poder, que mata a sus hijos, y los de ellos, que ya tienen su fecha de caducidad incluida en los genes… que nunca serán, como los imperios caídos. Al final… es lo mismo. Caos.

Números primos, separados, que hacen su guerra. Justo al lado de nuestras casas, como los depredadores, y los políticos actuales son sus clones, solo que, como manchas molestas que no se van, ni con agua. Lo llevan en la piel... Es decir, que los terribles vigilantes radicales se multiplican exponencialmente, en todos lados de la galaxia, sus recuerdos se congelan en las retinas con dolor, sus voces se manipulan en los libros, - otros los quemaban tal que un Farenheit de Ray Bradbury -, o se petrifican en oídos y se enferman, tal que estatuas mortecinas de sal, con los colores del holocausto en vitrinas, en tonos grises como cenizas. Son la futura cabeza de caballo, sajada del mal, de una zona de interés, que mereció más atención, por parte de todos. Mientras los políticos, intentan cerrar las ventanas o taparlas con sus esputos sangrientos, que son veneno, a un lado y después al otro. Falacias, mentiras… la historia es circular, no un conjunto de líneas paralelas. Es una especie de bóveda, donde los ecos rebotan. Como brotes entre el imperio soviético versus el reino clonado, de un Reich tercero.

Igual que rebotan los rayos catódicos que llevaron a Mary Shelley a construir su monstruo eléctrico, universalmente humano, una individualidad... que construyó un corazón que tenía su propia vida, y luego enfermó de soledad, hasta alzar la mirada a otro u otras, cuerpo de fémina, con otra cabeza, otro cerebro y género sentido. La novia de Frankenstein – siendo el joven marcado por el padre, es el monstruo -, que se reproduce en una Pobre Criatura, una de las autodenominadas Poor Things (cuando debieran ser otra mente), científica reivindicativa, que abandona toda su existencia olvidada, para descubrir el mal en el mundo y aprender… y no poder cambiarlo. 

¡Salvo su propia historia femenina! O la de Emma Stone, cuyo cabello negro resurge como el ave fénix, en llamas. Y ´dios` creó a la mujer,  - como fuera… o eso del universo en un bang evolucionado -, y el hombre con rostro monstruoso – como siempre actualmente en la pantalla, me refiero a ellos - , ya no serán héroes de Bowie, ni en Fundación en serie. Y forjaron el futuro de una procreación pelirroja, distinta hasta entonces, que los sustituyó como un robot. Repletos de bilis y dolor, al estilo clásico… se quedó casi desnuda, masacrada, apenas con un vestido del pasado helénico, de la corte del rey desnudo. Y definitivamente, esa república ya no busca sólo la igualdad, depende quién seas, a quién te acerques, qué comas, a quién ames… y se buscará la venganza, al principio o el final del círculo, en una revolución esférica.

Una y otra, guerras, frente a la visual Oppenheimer de un dolor, no predecible, y la de las flores del genio Scorsese, formaron el imperio de los sentidos, antes de las balas, el brillo de las ideas, el olfato del mal, el peor sabor, que confluyen en el sentido del peso acumulado de la culpa, de una nación, de un imperio, de una república. De los tontos, o los muy listos... Mientras, la superpoblación augurada por los escritores científicos, pongamos Asimov´s metafísicos, no magos, no paraba de crecer, padecer demagogia y devorar la cueva de Platón. Eran metafísicos de bolsillo, de red. Así… no se cabía, poco espacio para tanta ni pedagogía ideológica. Al término, o Terminus conspirativo, damagógico, alguien apretaría el Botón. Y finiquito, como mi cartera...

Y Asimov… se clonó.

En un documental, tal que un visionario que abre su propia cápsula del tiempo, se volvió a ver a sí mismo, en el espejo de su pensamiento futuro. Con el rostro periférico de la historia y la ciencia… ¿fe? Puede, aunque no… De eso no habla la serie, se lo salta en el espacio, y vosotros deberéis opinar... Pero Platón a los 30, promulgaba que la dependencia de los maestros, podría ser perjudicial, e Isaac puede que lo pensara, ya que en su frontispicio mental, como en la fachada de aquella Academia, rezaría “Nadie entra aquí sin saber geometría y le preocupaban otras cosas del carácter humano y su mente. Por ejemplo, energías y paralelismos.

Ahora se ha tenido que reinventar la historia, en forma de imperio de los sentidos hacia lo aristotélico, cambiando las formas y su esencia, creando nuevas leyes y jurisprudencia, caustica, no filosófica… Ahora, todo se basa en el dinero, el que ganan abogados sin escrúpulos, comerciantes enriquecidos, mercaderes de la carne, por una libras de peso... y te lo quieren controlar, como el presupuesto de una serie. Es, en toda su estrategia, el Impero de la Ley, no de los Sentidos, que sería mas imaginativo. Por eso quieren controlarlo, me refiero al poder, claro.

Vamos hacia el imperio de los mediocres, abogados sin escrúpulos – puestos en nómina -, con alcaldes corruptos, parejas transhumanistas, genios de puticlubes, insufladores de polvos, roboces o robotas, ministros manipuladores, presidentes con trono, reinos perdidos… hacia el imperio de la Uniformidad Básica y Esencial… Gracias a ellos, como bien señaló el mismo George Orwell… con su ojo avizor. E, ¿Isaac…? ¿Dónde quedó…? En holograma, pues a repetir el mismo discurso. Puede ser, una y otra vez, el futuro de la alienación. Verdad que el mundo no está loco... ¡somos nosotros!

Por consiguiente, ninguna república o su evolución – en Fundación -, puede considerarse perfecta… y menos, éstas. Solamente parches para el dolor, masculino y femenino; como ese clon que busca la felicidad de los seres queridos – que no del espíritu, pues ya está muerto - , como el sentido romántico de Poor Things, como los del imperio de las nieves de los Andes, y su creador, como un monstruo marcado; el Napoleón histórico y pensativo frente al mar de Abel Gance y sus colores pastel; el jinete que quería más a su caballo que al resto de habitantes del planeta, Tierra, pero ya estaba enterrado en vida, el Imperio del Mal absoluto, derrotado por un vómito de sangre... los sonidos de sus tripas; la heroína de las flores de la Luna que ha sido resucitada por el maestro, en su tierra de adopción, familiar, que ahora son propietarios de casinos, de allí y más acá, zonas negras en Europa también, al otro lado del estrecho límite, ¡sinvergüenzas políticos! Y caras, casas de apuestas digitales… Este es el futuro… la psico-histeria.

El acabose, es el rostro con lágrimas de Mahershala Ali -que volverá a renacer Blade, un mito-, como una cápsula del tiempo pasado de Bram Stoker, con estoque… La alegoría de El canto del cisne, o Swan Song de la actual ciencia ficción, anglosajona, pasada por la mente de un irlandés de Dublín, que te lleva a un círculo sin fin… La revolución científica es una esfera, una lágrima, que encoje el alma. El Imperio de los Sentidos, al fin.

Pero… el imperio de las Repúblicas, es una ilusión óptica. Al final da igual... ¿Seremos globales o individuales… reales o clones? 

Postdata... Y alguien se preguntará... ¿no vas a opinar de la serie...? Pues no, eso os lo dejo a vosotros, que yo estoy en mis trece, doce más uno, de ver... Una próxima, mera crisis... Sin héroes, lo mejor son los clones, y sólo existirá wokismo desilustrado.


domingo, 10 de marzo de 2024

Invasion. Season II

Se entiende que la esfera, pertenece a esa categoría de sólidos geométricos, cuya parte interna está formada por el conjunto de puntos inferiores a su radio total. Por tanto, es una superficie que se comprende en una revolución.

En otro sentido, más cinematográfico que cinemático, algo surgió de las profundidades marinas del 1999 con Barry Levinson en su visor – un director que escudriñó inicialmente el humor en los shows de Carol Burnett y Marty Feldman – y se sugestionó con aquella primera propuesta eléctrica de James Cameron en The Abbys, probablemente...  y persiguió los sueños con grandes éxitos con The Young Sherlock Holmes, en su forma geométrica, rellena y triangular. Más que esférica, salvo por la incipiente barriguita del Dr. Watson, por entonces gracioso glotón, pero en un grupo juvenil de campanillas... y campanazos de taquilla. Pronto nos cumplirá los 40 y el oso sigue viniendo de blanco.

El Secreto de la Pirámide, y sus oníricos encuentros con el alter ego… Sin embargo,  Sphere sacada de una novela de Michael Chrichton, fue una amerizaje del más allá, a través de un agujero de gusano, que profundizó en el scifi alienígena de las siguientes décadas, en parte. Ahí tenemos producciones algo fallidas en el argumento, aunque no tengo muy memorizadas ya, tales como The Abbys de James Cameron y su ente lucuoso, el Contacto de la estrella noventera Jodie Foster que también se lucró de algunos hallazgos visuales, como ´Terminator II. Felicidades a este sí, por la cuarentena esférica del tiempo...

Del mar, pasando por la mente, sin llegar a la magnitud densamente metafísica hablando, de la genial obra de Stanislav Lem, me refiero, conocida universalmente como Solaris. Un referente de juventud, extraña, en mis lecturas. Puede...

Sobre aquellas escafandras, otras no parecen tan necesarias - que estás aquí, con los dos pies en el suelo, terrícola - , se agolparon las chispas fluorescentes que tanto ha magnificado Cameron y es una práctica filmica actual, hasta con Nicolas Cage en manos de Lovecraft, de otras suyas ya me extenderé, cuando tenga la cabeza en su... sitio. Ahora, sepultando por los rostros ensimismados, que observan las lucecitas zigzagueantes, o aterrorizados levemente por la observación de calamares a la vista… recordamos a un equipo bien montado sobre La Esfera, con celebridades como Peter Coyote, Samuel L. Jackson, Dustin Hoffman y, la estrella corpórea de Sharon Stone, enfundada por su instinto básico, sin duda era otra cosa. Thing. 

Y la misma estrella, no son éstas, más sugestionadas, que aquella jovencita que apareció en el tren de Woody Allen, en Memorias de un Seductor… Por ahí andaba su juego… y su extensiones con el crimen emocional. Este ha sido un segundo contacto, un pequeño repaso... pero, ¡vienen más!

De la Esfera, a la Invasión.

En estas incursiones terrestres, a veces para nada pacíficas en busca de recursos o chicha... hemos entrevisto la esencial comunicación con Ellos/as... o elles… Porque de todo hay en la viña, cerca del señor Alien, hermafrodita o no. Con heroínas que fueron grandes, como la Sigourney, con todos sus premios y gatos.

Otra fue referente de la gran, magnífica Llegada, que le saca años luz de ventaja a otras invasiones modernas, por su género propio, recto y cabal gracias a la mano de Denis Villeneuve… del genio del que tendré que cursar teorías filosóficas o antropomórficas, dentro de poco…  porque con Frank Herbert hemos aterrizado, en compañía, para el que no lo sepa, de toda una estirpe de familias engendradas y dominantes, o no... Y arribando a este punto, tras una temporada plena de sobresaltos espasmódicos, suspense de natura granjera y emblemas londinenses bajo palio, nos envía la Invasión de Simon Kinberg y David Weil, al limbo, esto es zzzZZzzz... con una avanzadilla de fuegos fatuos y nuevos mensajes sonoros, por medio de psicología inversa a lo AppleTv Plus. Es decir, que empieza a caerse como aquella manzana sobre la cabeza del físico Isaac Newton, por su propia pesadez.

Por consideración, un consejo, puede que impertinente… si construyes una narración en serie, no te olvides de lo que la hizo crecer y traspasar la esfera al otro lado. Ese espacio diametral de distancia, que separa aquella primera entrega de misterio espacial y vislumbre metafísica, a la profundidad onerosa de una cuarta fase, residual, sin suspense ni huella propia. En este momento, huelga decir que, la Tercera de Spielberg, como maravilla del séptimo sonora y visualmente, sería la obra cumbre de los grandes contactos con extraterrestres pacíficos - sin olvidarse de The Thing como tantas veces dije -, con las formas adecuadas y prototípicas, de grandes invasiones con ultracuerpos, igualmente, y ¡nada de calamardos hirientes, ni metauniversos plasmáticos, aunque 2001 nos metió hasta el fondo, xdio!

El Plasma… plasta.

Esta es la gran “novedad” de la entrega en Invasión – no los cefalópodos que podrían ser especie de mundos marinos galácticos, por supuesto - , sino la que suena a refrito interespacial hacia la proximidad moldeada en colores. Claro y transparente para penetrar, la mente digo, y con El Plasma, de los coj… ya está bien, pesao. El eco suena a globalismo identitario, amor universal y espiritual por los avatares, metamorfos de estrategias coordinadas y comunicativas, o vibratorias. Que se transfrorman en poderosos monstruos, que se queman en el feminimo, guerrero y lésbico. Por consiguiente, si de mí depende este ente, fálico y amalgamado, le quito la tontería con un soplamocos y un portal élfico, menos viscosidad vacua, cuando sus soldados son voraces como trituradoras desaforadas. Y no, no cuela… Los aliens o comen, o se dejan domesticar… pero domirse en los laureles, no, no, que no son plantas ni moho.

La narración, entre Kinberg y sus aliados naturales incluyendo directores, que han ido relegando la producción de filmes completos, se estanca por capítulos en plataformas genéricas – a veces, significativamente wokes, sin sentido cultural o necesario como en la primera que sí lo era- y aquí, no sé que pasó, un recuerdo de infancia o algo. Nada de su fuerza en la entrega iniciática… que se ha quedado colgada de un bostezo y una canción con calzador, por muy Bowie que se busque. Magmático, pero bostezo a fin y al cabo, pues está desenganchado de aquella tensión, relaciones, a un punto, manoseado, monótono y susceptible de empeorar, si se viene la tercera con blandibloob. Por recordar aquella de Mr. McQueen, que revivía al doctor Quatermass y las guerras de otros mundos, en blanco y negro. Magníficas, incluso en color con efectos mentales a lo Disney, del viaje al Planeta Prohibido, es decir, que nos, fuimos los alienados, atacantes, en campo contrario.

Esto del sensiblerismo genérico, se demuestra como gran y, para servidor, evasiva  tendencia, no lo aguanto como ola invasiva, no onda globalizada, ni inteligencia masiva, ni personalidad divergentes... ya bien sea, por medio de recuerdos fotográficos repetitivos, músicas colocadas sin ton ni son – aunque la banda de Max Richter sea un oasis – u otras desazones juveniles, poco creíbles o timoratas, por otro lado. Nada que ver, aunque se intente comparar, a las relaciones establecidas por otros hermanos, en la casa esperada de las Cosas Extrañas, hacia su quinto curso de licenciatura final. Que promete ya que, el virrete y el título, está en la futura visión nebulosa y capacitada del gran Frank Darabont, con sus nieblas y sus prisiones mentales. Y que de otras cosas y criaturas monstruosas, ya requetecontaré… ¡morena! Like a rolling stooone…

Y aquí estamos, esperando recuperarse del sopor, tras la sexta capitulación que va a peor, con soldaditos, y se magnifica en segunda temporada, evitando la claridad cardiaca de E.T., cuando los voraces se vuelven gil… puertas, y nos provocan a confundirlos con otros elementos del espacio de Stephen King, dientes para qué... o los geniales momentos mágicos de otras faraónicas templanzas a lo Stargate, sin llegar a su máxima aniquilación antropológica del surrealismo subatómico con Alex Garland. Y aquí es donde quería llegar, a marcar la diferencia con el inciso, que nos llevará a la frontera de lo imposible, en una auténtica Civil War entre facciones humanas, reconocibles, puede ser, que fue, pero… pudiera ser. ¿O no…?

Sin embargo, estamos a bordo de una batalla, impotente, entre dos especies, huésped y colonizadora, que una es gota de agua y otra convertida en mogollón, sin causa. O exterminadora, sugestivamente digestiva… que sufre de sudoración por alargamiento, improcedente, innecesaria, tardía, genealógica, de todopoderosa presuntuosidad, y profundidad esotérica, en algún lugar desconocido. Y una comida de tarro visual, con mezcla lovecraftniana, caldo de cultivo de leftlovers en fases, algo inmaduros, eso sí. En fin.

De 2, al 10…

Sinceramente, esta invasión ha sido una metáfora. Vamos, una estratagema personal, para contar lo que verdaderamente nos ha traído hasta aquí, a los extracomunitarios, fuera de aquel monolito del gran viaje de Stanley Kubrick, hacia los espacios del alma y… más allá. El fin mismo del todo. Uno mismo.

De inmadurez nos caímos del guindo en esta segunda temporada de esa Invasión, más insulsa que un centro militar en primavera, si bien nos embauque,  con ´ojeada` a lo señor de los mundillos luminosos, surrealistas metafísicamente, y demás volcanes magnéticos-flamígeros. Es decir, a anillos grupales y lo profético de los mismos, por  terrenos de planetas equivalentes, ¿no era naves?, pues no... con su Mordor particular y demás efervescencias visuales, disparando al infinito confuso.  Todo lo efímero y contrario, cercano al hombre, la mujer y el niño... por lo que se suspiraba en aquella primera intervención catártica, con sus sustos silenciosos al naturalis. Y eso me bastaba, científica y emocionalmente.

Pero ahora, ya olvidada, iremos a visitar otras sensaciones internas, como la de la protagonista de Monolito, que es una quimera esencial entre las redes sociales, pesadilla existencial de Her, y la perspectiva de una invasión de andar por casa, con síndrome de Estocolmo… porque para colmo, sin tocarse, lo atractivo está en el interior. De la boca del estómago, al fondo de un lago silencioso. En el espejo...

Y de las granjas espaciadas, a los mundos reivindicativos de los pertenecientes a la Tercera, no la dimensión, sino, la edad, que puede ser otra desconocida… o desconocido. En esta ocasión, deslumbrante y notable reflexión de espiritualidad compartida con Ben Kingsley y su pelo a lo Einstein… que de la bomba ya meditaré otro día, no de Oscar como hoy. Y el notable filme que se denomina, aunque pudiera ser de cualquier otra forma, tal que Jules. Una obra madura, intimista, pletórica metáfora y convencida, entre el valor de la vida y el sentido final, con agradecimientos incluidos, a toda una generación de ´jóvenes`, que surgieron del frío de la sociedad actual.

Y a los que pertenecen, películas increíbles, con grandes recuerdos de época, como aquellos Encuentros en la Tercera Fase y la singularidad de contactos con espíritus cercanos… aquellos pequeños y maravillosos aliados, con especialistas en mecánica y construcción del corazón, y la energía sin comer a lo Alf, pura esencia nuclear o algo parecido… o los visitantes buenos del mismo racimo, que ayudan para evitar mayores contagios, como si emparentaran a Cazadores de Sueños, entre King y Kasdan... por supuesto, hacia la cúspide del volcán en ebullición, la eternidad del viaje, el pensamiento reflexivo de esa otra jubilación, el vengador sobrenatural con sus superpoderes, muy humanos, y la memoria de aquellos que ofrecieron sus vidas, o se sacrificaron por sus hijos… a veces, un poco olvidadizos a lo P.Tinto, cómicos por otro lado que toca la fibra, o cautivos de una sociedad, que no perdona a los lentos, cabezas borradas o borradoras, geniales, espíritus joviales, con o sin sustancias, en busca de un próximo horizonte… más acá. Una genialidad próxima, esta Jules y sus interpretaciones en trigonometría triangular… o cuadriculada.

En ocasiones, no es imprescindible una megaheroína, con trajes mecánicos o lanzallamas cerebrales o lanzadora de cócteles molotov, para reivindicar un alcance genuino de poder absoluto o una llamada al corazón del espectador… ya sabes… Simplemente, basta con una frase de generosidad por la salvación ante una violencia inesperada… una canción generacional de Lynyrd Skynyrd que pida ser libre como un pájaro, a capella, pasajera, íntima, o pajarita de espíritu irredento… y especialmente, una simple mirada al interior de Ben Kingsley.

Prometo volver, en patinete, en barco o en avión… o, cristo-alien que lo fundó… No hay Señales, ni auto-stop, aún no. Por Isaac... Asimov... Y muchas cosas que me dejo intencionadamente en el tintero... 

Quizás me escuchéis o leáis en alguna entrega de premios, or... Nop!

domingo, 25 de febrero de 2024

True Detective. Season Issa

 


Día primero de Obscuridad Nocturna… El frío viene sin esperarlo, salvo si tienes una afección en los huesos, comunicante… Crujido de ellos y del hielo quebradizo bajo los pies, entumecimiento generalizado frente al Atlántico mirando a orillas congeladas de una población de Alaska, con cuatro meses de temperatura media entre los -4 ºC, hasta los -14 o menos; sin embargo, en aquella instancia de la que Cohle renegó por esto, por el ascazo a la hibernación obligada, se rueda en la más cercana y volcánica Islandia, sin apenas percatarnos… Frío igualmente, ¿o no? Pues eso… Otro día, que es noche, transcurre a esa sensación de invasión temblorosa por dentro, a cerca de unos tonos del ambiente, con la movilidad limitada, la mirada extraviada, el halo interminable, el dolor intolerable, el alma, varada... como la enfermedad.

Más al norte, a un estado más allá, del encuentro en la dimensión Fargo y sus espacios blanquifríos, el comienzo es tembloroso y de una violencia visual que nos deja boquiabiertos, pero es sólo eso… Huesos quebrados y frío… Y se acerca la tormenta, no perfecta, sino nebulosa. Hielo radical nos rodea, espanta a veces como movimiento radical, como pensamiento a la mexicana, de Issa López, su generala, que no contagia enfermedad psíquica del pasado y sus terapias psicológicas, sus encuentros interrogatorio; sino que inventa, manipula… traumatiza, quizás… todo lo que el primer panorama, bajo el árbol, desentrañó como escenario macabro. Sólo queda eso, más elemental que la materia orgánica, futurible a unos pasos, resbaladizo, incongruente revelación, miope como oso polar herido, al wokismo de rebajas de invierno, paráfrasis sin luminarias de la mente, instintos básicos en deterioro, intelectualismo al filo del salvajismo, poco caustico al cambio, frente a la esfera del apocalipsis climático, una natalidad bajo cero, que es mundial… espíritus santos… fantasmas de alquiler. No me los creo, ni yo.

Todo huele en Alaska a podrido y más, pues la gente se siente hastiada, escandalizada por la banalización, asqueada por las teorías de la conspiración, de la ideología que invade su horizonte blancuzco, la imagen desarrollada en la tecnología, no aguanto esos vídeos sorpresa – de dónde salen cuando invade la violencia - , dentro de las cuevas del mal se derrumba el relato, no sirve para nada la espera… mientras el hedor es un bloque, se resiste, cuando empieza a derretirse, se congela… otro día más, a oscuras, salvo una luz eléctrica que es responsable, como siempre, del apagón. Silencio suspense, acción, poco o nada.

Desnudo bajo Cero…

La apodan condado o tierra nocturna, pero la llaman noche polar, porque está cerca, claro, en continente. Pero a miles de kilómetros del contenido, de aquellas tres parejas, la original TD de la excelencia inolvidable y su aspecto metafísico, la soleada recreación entre Colin Farrell que empezó a reflotar y Rachel McAdams por una ficticia California, y la tercera TD la vuelta al salto emocional del reloj con Mahershala Ali y su antítesis blanca Stephen Dorff, antesala de su mundo y su colmillo Blade… ahora condicionado por ese iceberg de siluetas macabras y algún temblor, que es espejismo, desde ya… desde aquel territorio hostil, abierto tanto en lo físico como ofuscado en lo psicológico, que fue la primera temporada de True Detective, con su inolvidable pareja multiplicada en el almanaque… y sus cuernos, desde luego, pon celo en el regalo que nos hicieron sus protagonistas. Todos y cada uno…

Pasa el mismo, de las manecillas residuales y la materia en putrefacción, se controlada por una mínima del interior, el deseo, el recuerdo, que no es lo mismo que caerse a un boquete hacia el fondo de un mar oscuro y aciago, ¡no! Mientras el viento, que era aquella espiral contagiosa, empieza a envolverte y traerte loco, te aleja como una canción de The Beatles, un grupo que al personaje de Jodie Foster, no encanta… sino espanta; y eso, ya empieza a ponerte un poco en contra, porque a menos de una semana de esa nebulosa, en negro, comienzas a sentir que, además del frío, te envuelve la indecisión, la poca estima por todo, y cada uno de los principales protagonistas, ¡carámbanos! y hasta el más esquivo del elenco. Vamos que no te caen bien, son meros cubitos sobre un glaciar de emociones, de los que no interesa su viaje.

A estas alturas, que no son tantos minutos de emisión, sientes la caída de los Farhenheit en cadena, la estación cebra es un desencanto, y no sientes esas referencias a películas primordiales como El Resplandor, en la nieve, ni de lejos, La Cosa, en las dos versiones de la increíble historia del novelista John W. Campbell; ni a la cercanía, en mi pedido, de las películas frías sobre Stephen King, la tormenta anclada de Misery y su fobia fisionómica, inamovible, La Niebla en otro ambiente invidente, las apariciones de Pet Semetary con niños, el Resplandor de todo… la fría zona muerta de confort, y de la reivindicación que indicaba, the Dreamcatcher, degenerando a los machos, en ojos de un niño. Circunvalando el mismo Ártico, de aquella The Terror magistral en serie, aquí muy desagradecido, mas estilizado en falso, vacúo, sin duende, ni monstruo a la altura… ni de otros casos criminales sobre H2O en estado pétreo, casi, como un chiste de viejos reumáticos, ancianos digo. Muñecos de nieve en decadencia, snow angel de pegote, espíritus en pena de pacotilla, Smilas acémilas… Y bajo aquel agujero abierto a pioletazos, se ve un retrato oscuro sin fondo, que es el espacio de distancia donde emerge la obsesión de la luz primeriza… en uno y en otras, como máxima objeción. Incluso odio, a todo eso que palidece por el ambiente extremo de la violencia confusa, encaprichada, hacia la extremaunción de una serie… que reniega de su costumbre y su nombre ¿Por qué… por qué lo hicisteis? Maldita sea, cuarta generación de polis, inocuas “detectivas fantasmales”… irrisorias, que disparan al macho como Marty hizo, ajusticiando y poco más. Somos lo peor, of course, of corsos.

Séptimo día, de cielos negros.

Me cachis, menudo gripazo voy a pillar, no sé para que he venido a estos lares… sólo los recuerdos me aguantan ya, aunque afectan a los sentimientos a grandes trancos, trancazos… Con este gélido ambiente perpetrado por la Issa y Cía., de ideas que salen entrecortadas, no con aquel mismo patrón, ni mucho menos, más bien cuadriculadas como los cubos de hielo de un cubata desangelado, sin chispa, solamente, tal vez aderezado con algunas gotas de un ácido potente, como una ilusión… que no es nada. Un agujero de la conciencia de aquellos… Una semana forzada por la nula comprensión, con presión de los minutos que pasan, y nada subterfugios de su historia pasada, que no se deslizan al horizonte, salvo una bala de venganza y ya… deslizamientos al azar de una ocurrencia, porque sí, porque lo valemos, mientras, a los diálogos entierras bajo el permafrost de esas horas primorosas, hace 10 años;  o al menos, los distorsionas a lo chabacano, sin el mismo patrón de lados paralelepípedos y bien dimensionados, pasando a lelos, pocos, y lelas, muchas, que significa la tendencia. Esto es un caos, no tan inimaginable ya, pues llevamos algunos, resbalones entre nocturnidad y alevosía, que diría aquel… Nic, snif… ¿dónde estamos?

El despertar resulta una auténtica pesadilla, moldeada en hielo al principio, pero reivindicativa y globalizada, en bruto oleaginoso posteriormente… y entonces ves la rigidez en las formas, las palabras y los tiempos, que fueron el guión de la semilla. Como al contrario del Faro de Fargo, o el otro psicosomático duelo de Mr. Dafoe y Mr. Pattinson, sin hielo pero humedad mental a tope, que han i do desarrollando sus cinco grandes entregas con brillatez… te acercas a una colisión inminente, colosal,  que es un Iceberg de cuatro mil toneladas, de impaciencia e inseguridades, insatisfacción que es esta versión de True D.… y HBOMax, porqué lo desarrollasteis… ¿eh?

Amistad… frialdad.

Amigos éramos hasta que parió la abuela, nativa o no, da igual… porque el sexo no es ni parecido a lo que sentimos en otras temporadas de vicios ocultos, ni de peligro e irreverencia, ni de la acción, en planos secuencia inolvidables, ni en los diálogos, ni nada… que esta producción a la par, no la entiende ni dios, ni paria que se mee bajo un alud para orientarse, pues parece que no se enteraron un pimiento ultracongelado en cámara frigorífica, como un montón de cadáveres apilados, que ya no saben que inventar, para llamar nuestra atención. Es un mejunje de órganos masculinizados, y poco más. Bueno sí, intelectuales, supuestamente, xDio.

Y del otro lado, ahí están, Mr. Harrelson y Mr. McConaughey, poniendo la pasta en no se sabe qué, ni para dónde… y la esfera del showrunner ese, anónimo ahora, que se desvanece ante el paraíso sombrío de los guionistas, la ya renombrada y sus ataques raciales, genealógicos, poliédricos, nativos, ecologistas intragables, cangrejas vs científicos, que son imbéciles, corruptos o criminales, sin más… todos… de un elenco erótico-festivo, viciado, porque sí y ya está, qué para eso soy el jefe o jefa, qué no importa una m… -lo que recuerden o piensen, lo que expresen-, y las frases serán esquivas, no lucirán, ni se meditarán, se guían por pasiones, inventadas, sin corazón, o demasiado según los intereses de las sangres… y la forma sacrificada, es un no creer… ya no habrá dios que lo arregle, ni limpie… ni del teléfono, ni del páramo, de Texas a Alaska. Ay mi Nic Pizzolatto, gelato, de mente, un salto impertinente… Ay, mi Cary, Joji Fukunaga, helado de frese, aromático,  una forma de rodar, que ni relame su huella, ¿dónde estáis hermanos…? Que no os veo, ni siento. ¡Bah, vulgaridad de presente!

15 Días de Obscuridad… ni frío ni calor.

Sólo faltaban los vikingos islandeses por estas coordenadas, descoordinadas y obtusas…, menos mal que no aparecen y reclaman su descubrimiento residual o imaginario… ya que, en esta investigación, no queda un elemento de pie que resista los embates oceánicos. Todo se hunde, salvo una que sale a flote de la mano imposible… cayendo tal que un alud de fichas de dominó, sin orden metafísico ni fe, todo suena a mentira. Es todo una ocurrencia, los asesinatos, un giro a ninguna parte, una maldita broma… una maldición al infinito, un timo de conciencia; cambios de praderas luminosas, hacia el blanco baldío, la obscuridad gana que renegaba Cohle en su última contemplación… es insignificante aunque pretencioso, casquivano y apologista del cambio, no climático, sino genérico. Al menos en la cuestión de algunos repartos, inertes de tiempos, para un presente que no soporta a ninguno de ellos, sus personajes - sus interpretaciones, sus reflexiones en el papel, su historia en el pasado horizonte -  ni mucho menos, su futuro. Una pesadilla existencial, globalista, alienada, maniquea, una vuelta de tuerca patológica a nuestras vidas fantasmales detectivescas… ¿true o no true?

Y este iceberg no para de crecer, de colisionarnos, de enrocarse en sus maldiciones, ya que la banda sonora es tan ininteligible, imberbe como el guión, que carece de cualquier ritmo, que me acompañe lo más mínimo, en el sentimiento, ni recordando otras pretéritas músicas de antaño. Me deja como un carámbano en remojo de salitre, vaya. Ni la presentación de la serie tiene nada que aspirar, ni que objetar, ni predicar, ni someter, ni significar, o discernir, que es el fin último, ni soñar con aquello. xDio, sólo resta un exorcista, o diosa-maternal, dentro de la nave Nostromo o Furiosa del desierto… o un pescador de almas, Event Horizont. Esa mano, no te creas que vas a salir impoluto, sano y salvo, tras meter en hueco gélido y salir cargado de ropa empapada de mujer, a pleno hostiazo invernal, y cargar cuerpo hasta fuego. ¡Basta fantasma! Y prende, encima.

Ah, cuánto echo de menos al oráculo de Rust Cohle, sus estrellas y el cerebro reptiliano de Marty Hart, a puro vicio, que eran pareja de hecho, perfecta y no ésta, que es un pura serendipia. Insustancial.

1 de Enero… a Detective Nuevo, rey Amarillo.

Ocaso de un horizonte polarizado, del amarillo al violeta, que es invasión cultural en perspectiva isoscelítica. Claro que la violencia subyace del más poderoso, normalmente, sobre más débiles, hombres contra mujeres, ambos sobre niños, y así, siempre es más fácil sentirse parte de un pensamiento generalizado, una metáfora de ellos, los idiotas, criminales hasta en la ciencia, sin sentimientos - parricidas, padres degenerados, hermanos tontos, corruptos, meapilas, torturados, impotentes, porteros de burdel, montón de carne con ojos… cadáveres fríos, en fin.

Sin embargo, en aquella vista, que también pregonaba este desproporcionado porcentaje de diversas violencias machistas, dentro de la historia de la humanidad real, carece del máximo riesgo de esa tortura psicológica, ayer, ni la pared verticalmente elevada de su narración y diálogos, que nos dirigió al infinito en la tele. Si dirigimos la mirada a los referentes de este convaleciente enfriamiento dramático, the shining sería la luz de la paradoja y la obscuridad del rechazo del propio Stanley Kubrick, como esta temporada es para Mr. Nic.

No una tabla de salvación en la congelación de los viajeros pasionales de un Titanic, sino la orquesta que se hunde con el trasatlántico de otros tiempos. Ni políticamente estamos en manos de un Dr. Zhivago majestuoso de las nieves de otro Kilimanjaro… ni como retrato de un pueblo nativo americano, pues no posee el peso limoso de unos Dientes del Diablo con Anthony Queen, ni de la excelencia visual de la reivindicación en el retrato gráfico de Nanuk el Esquimal, también con dos enes documentados. Y ni gota del romanticismo encapsulado en la tormenta de los primeros instantes en la cabaña de The Tall Man, con otro hombre de talla frente a ella, sus botas y sus medias, que son el culmen de los desencuentros y amores, en el trío enfrentado del film de Raoul Walsh.

Ni de la mínima épica en la mirada de un Jeremiah Johnson con Robert Redford en estado salvaje o la fuerza resistente de El Renacido de Leonardo DiCaprio… ni los rasgos de la verdadera amistad entre la pareja de Dersu Uzala según la mágica maestría de Akira Kurosawa, ni su columpio reivindicativo en la nieve. Grandes momentos de la natura… Y nos toman como tontos, besugos congelados, a años luz de las Cosas extrañas que sucedían en el Ártico, o la Antártida según se mire en la distancia generacional y cultural de los continentes. Cosa semejante ocurre con la copodrucción islandesa Operación Napoleón que, si bien es interesante en el concepto histórico europeo - e interviene como malvado el Iain Glen de Juego de Tronos y Silo - naufraga como relato verídico de suspense y la parte como filme de acción mirando a América. Ni siquiera dispirando a las pesadillas de una descreencia religiosa o familiar, antes de la Navidad, que no espiritual. Volviendo a Fargo… y sus placeres violentos. Sin duda, me niego a denominarla como True D., ya que es otra cosa, algo inesperado, el desenlace también - esta irreverencia con el pasado en retorno, como diría aquel: “no sé que hago aquí… el universo es la visión entre la obscuridad y la luz…”-. Aunque, aquí no gana ni residualmente, la cuarta mirada lésbica, oteando aquel horizonte desde un balcón. Rendición, por estrellas decadentes.

Menos mal, que nos queda Anatamía de una Caída, que no es cualquier cosa en Europa y se ven todas las luces y sombras, sobre un verdadero caso. Frío y calor, amistad y amor, reflexión y respuesta. No destrucción metafísica… ¡Qué vuelva Mr. Cohle, por favor! Su espiral de la mente.

Seguro que tiene asuntos pendientes… ahora, o en otra época…

¡¡¡El Rey del Amarillo !!! Sin duda… ¿o no?


Cinemomio: Thank you

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