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martes, 13 de febrero de 2018

Fargo (Cuento III).

Sellando nuestras bocas...

He leído en algún rincón de la red o puerta de un lavabo público, que Noah Hawley se ha ido transformando en un verdadero y genial chef, sin embargo, prefiero la comparación de un gran maestro compositor de una sinfonía, violentamente familiar. Porque la comida en esta última temporada de Fargo, aunque juega un papel recalcitrante y con fundamento (como diría el otro), es parte necesaria en una auténtica caza instrumental. Con piezas a degustar sonoramente, por determinados depredadores de la fauna autóctona, dentro de una oda pluscuamperfecta en esta peculiar Minnesota.
Por lo tanto, Mr. Hawley se inviste con las galas de un director de orquesta, no condicionado por creaciones pasadas, proponiendo un novedoso juego entre el gato y el ratón. De Pedro y el Lobo, ocultándose tras los beneficios y las mentiras, semejante a una orgía accidental o un carnaval del cuento clásico. El creador disfrazado de aquel Mr. Crowley endiablado (interpretado por el mejor Ozzy), que se preguntaba por pensamientos internos del individuo y esa habitual dialéctica del guionista con los muertos. El director moviendo las piezas a su voluntad, como el maestro Serguéi Prokófiev, al componer una misión educativa con el Opus 67 escrito en 1936 para los infantes... y aún no habían llegado las grandes escaramuzas sonoras, durante la WWII. ¡Ojo qué viene el Lobo!

Así mismo, la caza es plato de buen gusto para gourmets de las series modernas, con determinados cazadores o mercenarios a sueldo, esto es, a la manera fílmica, que se relamen con sustanciales beneficios o ascensos en la habitual Familia. La coeniana, esta vez, con composiciones propias. Como una luminosidad que es rota por habitaciones solitarias y conversaciones surrealistas.

El Clasicismo Negro.

Hace tiempo atrás, mucho después del estreno de la película Fargo dirigida por Ethan y Joel Coen, escribí un comentario de la nueva adaptación al medio televisivo, con una primera temporada que resultaría ejecutada con maestría, suspense clásico y excelencia, tanto visual como sonora.
Donde todos los protagonistas invitados, seguían las frases escritas y reproducían los movimientos coordinadamente, en un baile entre Hitchcock y Peckimpah, semejante a un coro salvaje controlado por la mano de sus creadores y directores, utilizando los recursos técnicos de un equipo de colaboradores con sabor tradicional. También, con otros subterfugios esenciales que se decantan por el actor, como son la expresión corporal, la naturalidad académica en el trabajo interpretativo y, por descontado, su propia voz. Cada temporada con los instrumentos afinados para interpretar una gran sinfonía.

Luego, nos tomaríamos nuestro tiempo, con el fin de paladear y saborear un producto de primera calidad, para situarnos frente al siguiente movimiento ejemplificado en un cuento de terror y ciencia ficción, hasta hacernos reventar los tímpanos o sangrar con la escalada sonora y vengativa, narrativa con trágicas imágenes, reales o no. Puedes perderte en el horizonte nevado, desde la primera a la última temporada de Fargo... por ahora.
Hoy, me enfrento al cuento como si fuera un invitado de honor a una orquesta sinfónica, me colocó mis cómodas pantunflas para no generar ninguna incomodidad adicional o ruido molesto, me envuelvo en mi manta, intentando aislarme del frío exterior y la nieve, y olvido los temas que suenan en mi pensamiento, los rasgos o ecos del pasado y las posibilidades del futuro. Con el fin de sentir una nueva y memorable obra clásica, una conjunción interpretativa con varios e inolvidables personajes al unísono, como siempre en Fargo. Me pliego a la escritura, que mantiene al creador en un escalón superior, sobre el púlpito de los insignes de la actual televisión.

Eso sí, el cerebro rodeado de una fauna considerable y recubierta de unas fauces devoradoras, como el tiempo. Estamos avisados y con los oídos preparados, para una nueva obra casi maestra de la televisión, producida por 26 Keys+Nomadic, la honorable MGM Televisión y FX Productions, esta vez tocando los catetos geográficos y nevados, entre dos edenes (Valley Y Prairie) residenciales y la hipotenusa comercial sita en Saint Cloud (fuera de Dakota del Norte), por supuesto, grabada en los bosques ´caldeados` de Calgary. Provincia de Alberta, tierra de lobos. Clinc, clinc, clinc... ¡Hora de comeeeer!

Instrumentos... ¿del mal o del bien?

Aunque, cada músico o intérprete pueda intervenir en ese momento exacto o selecto de la epopeya musical, acorde a su dedicación interpretativa o expresiva, sus cimientos son firmes, arraigados al escenario o la escena. Premiado con exquisitos diálogos y rigurosos matices luminosos, que se enclavan en el negro profundo. Las palabras describen la conciencia criminal, en esta factura que se caracteriza por menor incidencia de espacios penumbrosos y naturales, que no de esos rasgos o movimientos orquestales oscuros.
Algunos de ellos, se presentan y finiquitan en un abrir y cerrar de ojos. En determinados momentos, la nieve actúa como un lienzo macabro, donde los personajes estampan su diabólica firma, salvaje diatriba que recuerda a cintas como a la Deliverance dirigida por John Boorman, y quizás, enraizada con las bajezas morales de personajes de filmes como The Deer Hunter (del ya fallecido Michael Cimino) o los matices de postreros protagonistas en las películas dirigidas por el gran Martin Scorsese. Así de profunda y accidentada, esta parábola, sobre la ambición y la soledad.

Indivisiblemente, a pesar de esta desnaturalizada bajeza moral, las muertes suceden casi sin querer... o por aquel comportamiento escabroso y miedoso, dentro de la enfermedad ética. Su estructura es lúcida y el montaje delicado, al igual que las expresiones fabricadas para cada ser, reunidos por una sucesión de hechos drámaticamente imposibles (si hay algo imposible en nuestras patéticas sociedades) o asaltado por catastróficas desdichas, como otra parte reasignada y razonada, dentro del espectáculo generalizado que es esta tercera Fargo.
Creadas efigies de la estupidez, la envidia o la maldad, firmadas con la batuta a mano de los actores y sus gesticulaciones o expresionismo, exclusivamente para la enfatización canalizada o la melodiosa contundencia de su voz, como instrumento de todos los instintos del ser humano: respeto, debilidad, miedo, sorpresa, desafío, vejación, pérdida, crueldad, odio, venganza... Unas veces, los movimientos pueden resultar cómicos y otras profusamente dramáticos, pero jamás, imperceptibles o sobrantes.

Todo sincronizado en diez capítulos o compases redondos, recubiertos de historias paralelas, tejidas como una red para la caza ficticia (una sobre todo), que embellecen la odisea o sonata trágica, sin que, para ello, se vea comprometido el conjunto o la exquisitez de este instante impagable sobre el escenario, casi de otro mundo. Sobre nuestro salón, quiero decir. Pero también en sobre nuestra mente, según expresa Mr. Hawley: "Me interesará ver dentro de un año o dentro de un mes, cómo la gente mira hacia atrás, esta historia que contamos". Yo digo... o que tocamos, ya que se pueden moldear los prototipos humanos y los factores de la sociedad, con las manos, al igual que un instrumento es adaptado a nuestra sensibilidad táctil o labial.
Su estilo es definitivamente clásico, aunque se enmarca dentro de un conformismo ilusorio, adentrándose en los territorios de la comedia y el negro, acribillados a balazos por las palabras y la perplejidad, o mayores acciones violentas, que exceden las amenazas clásicas. Hacia un gore, estilista y pictórico.

Un toque Fargo/Hawley, propio.

Su ritmo cadencioso y preciso, es extrovertido, marcado por las tribulaciones graciosas de los personajes y el acento violento. Se mueve dentro de la controversia social y la polémica de otros estamentos oficiales y las diversas clases, desde la legislativa a la ética individual. Por tanto, también es introspectivo, se aleja de la superficialidad de lo accidentado, para crear una pesarosa parábola de la vida actual, con esta soledad que nos acucia, la economía, el temor o el dolor, como esenciales pilares de la obra hawleyana. Encumbrada por las conductas y matizada, por una banda sonora de claros contrastes orquestados, que se abre con un episodio convertido en cuento clásico, fuera de la liturgia y las creencias coenianas.

Más cine expresionista, con reflejos divididos o emparejados, para remarcar los gestos y escenarios, simples como una carretera o complejos, como un cuadro sangriento en la nieve, en el asfalto; una oficina con múltiples pasos, frontales y laterales, incomunicados, cristales, ventanas o puertas, comunicaciones en la distancia, siseos en el oído.
Se han dejado las divisiones de la pantalla de la anterior temporada, que magnificaban las presencias cercanas y las vistas panorámicas, con esas escenas íntimas rodadas en vertical, cerrando el objetivo sobre un espacio reducido y los rostros sombríos o preocupados, o abiertas en espacios naturales y con aquel montaje horizontal que garantizaba la profundidad de campo y las insalvables distancias.
Ah, y las argucias familias por supuesto, con variedad de planos y todas las variantes posibles en el contexto criminal. Nexo de todos los entramados en una Fargo, con menos densidad de población que el resto de estados y juzgado en los pequeños rincones hogareños y esas grandes familias del crimen. Así, que puedes colocarte tus zapatillas de casa, tomar tu refrigerio y sentarte para el disfrute... digo, indigestión.
Sin duda, éstos son los instrumentos del Bien, de la ejecución sonora. El Mal visual... ya llegará, tranquilosh, nosh sseáish impacientesh.

Conexión musical y celestial.

Siempre es complicada esta labor, no la de comer, sino la de digerir.
Sobre todo para algunos seres que devoran demasiado deprisa, consumen sonidos desaforadamente y sin aprecio por el arte y, por ende, ocasionan un perjuicio intestinal (de ida y vuelta) que no se calma con un simple devolución. Mala higiene bucal, coronada por un fétido aliento que produce vapores, imposibles de resistir en sus interlocutores; pero, ese es otro tema, relacionado con la salud (del resto de olfatos) y las exquisiteces gastronómicas, que no viene con este cuento y las notas.
Como decía, la producción de una composición como pieza maestra, es una oda vertebrada que te lleva al éxtasis o te traslada a otros escenarios, al engaño, lo que significaría una conjunción sinfónica de multitud de factores y sonidos. De todas las piezas situadas sobre el escenario o el foso (referente a cadáveres en este caso), de forma que ninguno de los instrumentos, desentone del resto de elementos afinados y bien ejecutados, no por accidente.

O que su significado o excelencia, se pierda por los vericuetos insalvables de una partitura que se copia a sí misma, una y otra vez, inversamente proporcional a las letras de esta composición tercera y sus nuevos rostros protagonistas. Es una obra, creada para un cuarteto y una serie de movimientos académicos, que se trasladan a una época más actual de nuevo (el 2010), en varios sentidos y direcciones, desde un futuro animado por la decadencia moral, al cómico presente saltando por el pasado más emocionante. Encubada por los estupend@s actores, con la familiar agente y jefa de todo, Carrie Coon, la insinuante Mary Elizabeth Winstead, David Thewlis (sin palabras, Anomalisa, Wonder Woman) y dos divertidos y enfáticos, Ewan McGregor. A los que sumar, como es característico de la toda la serie Fargo, a un perfecto grupo de actores que acompañan, sin desafinar o desentonar con las estrellas y otras invitadas que perpetran increíbles, papeles sorpresa.
Dentro de un laberinto lógico de individualidades, que demuestran la coordinación necesaria y precisa, para recrear este cuento introspectivo, mediante los distintos sonidos o tonos enfatizados, de intérpretes y sus particulares gestos a la cámara, personajes estilizados o caracteres amedrentados. Todo acorde a la excelencia de una mente cada vez más creativa o trabajo de un compositor en completo estado de gracia, esto es, resultado de una expresividad ácida y caricaturizada de aquellos miembros dentro de una sociedad enferma, emparentada con aquella Fargo inicial, pero con personalidad y determinación que se acrecienta con el tiempo y las temporadas invernales.

Por consiguiente, debe significarse por la diferencia en la narración o la estrategia, la excelencia en el desarrollo y las referencias semánticas, el riesgo musical de su creador; definitivamente también por los brillantes músicos, interpretando sus partes selectas o cumbres expresivas, elevándose sobre picos remotos y otros cuentos financieros, que marcan las diferencias ideológicas en tiempos de elecciones. Representados como joviales entradas, cuerdas o vientos por separado, pero al unísono: Por ejemplo, un divertido violín y su pareja la viola, los más rudos aspectos de la madera en violonchelos y bajos, jugando a la contra; el viejo de la familia denominado el fagot, su complexión, su idiosincrasia creativa y su historia, casi sonidos de otra época u ese otro mundo; en éste, una estilizada y moderna flauta, comprensible, que encandila o se encabrita alegremente frente al oboe, más tosco, impersonal y resonante, algo patético en su estilo despistado; un-a clarinete cubriendo todas las jugadas, de ambos, con sus multiplicados registros y ardides; el desconcertante depredador, cargado de tres trompas graves y ningún peso en la conciencia, con su mirada de perdonar vidas, su andar descompensado y su voz silbante o sinuosa, profundizando en el ser malvado; y otros cazadores acompasados, adoptando una sintonía magnífica, compuesta de percusiones y detonaciones de timbales o bombos, de estridentes trompetas que abren otros universos en colisión, huecas seseras en forma de trombón, el inicial triángulo de un escabechina, festiva como pandereta, castañuelas y cajas resonantes en la nieve y un final de platillos. ¡Tata-ta-chán!

Esto querría decir que, si bien permanecemos en los alrededores de Fargo y sus sonidos familiares, la sintonía del creador ha mutado, de piel de cordero desangrado a carnívoro incisivo. Escurridizo como serpiente en los negocios, voraz cánido de almas, venenoso como víbora enroscada y desconcertante en soledad, dentro del sonido sosegado de su entonación y respiración. Sus palabras han sido relevadas en ocasiones, por la productora Monica Beletsky y guionista compartida con la serie The Leftovers, o Bob de Laurentis de familia, terroríficamente insigne.
Las demás piezas, tendrían que garantizar el mejor sonido de tan excelsa orquesta y rigurosa fotografía cinematográfica, ejecutando con gran precisión las notas y las texturas, aparte, coordinando compases (entradas y silencios), compuestos y editados al mejor ritmo, ya que forman parte de una trilogía de directores menos conocidos mediáticamente. Factores de orquesta, con el mismo Noah en el primer episodio de la serie, junto a John Cameron más un Michael Uppendahl habitual de casas de horrores y otras Legiones, Dearbhla Walsh capitulado en Los Tudor o Penny Dreadful, Mike Barker (Matar a un Rey, The Handmaid's Tale) y un joven actor a principios de los ochenta, nadando entre tiburones y casi bailando en All That Jazz, profesional como Keith Gordon de extensa carrera, con la notable The Singing Detective.

El resultado de la pieza final, es una sinfonía abierta de enfoques de mentes. Manipulada y hurgada con un palillo, como si los dedos quisieran empujar hasta nuestro pensamiento recalcitrante, se centraran en el cerebro del público, hurgando y toqueteando las respuestas, enfatizando la imaginación de este genio creador, con el fin de generar una experiencia única. Envolvente en el suspense y real en la tragicomedia, con personajes que encajarían en cualquier ciudad actual, con voces que van escalando sobre nuestra experiencia, sobre el teatro de los sueños, para desbordarse en una alegoría final, sobre el comportamiento estúpido.
Son pequeñas notas de otras temporadas, que resuenan en el oído de los espectadores, como una turbada reflexión, violenta, cínica y profunda... Apassionata.

¿Verdad o Mentira?

Hola mi amor, yo soy tu Pájaro...
Hasta ese momento de catastrófico azar, sincronizado con una escena delirante y patosa, el pájaro se siente totalmente libre, y nosotros con él. Claro, es una ave que puede volar gracias a su altivez, su poderío en las garras y el pico, y los dones que le otorgaron los dioses del éxito, gracias a la dádiva y la transigencia de un hermano mayor. Que se hizo halcón con la poderosa flauta travesera, cuerno de la abundancia, sobrevolando los reproches patrocinados por el oboe (ganso o pato mareado) y su maldita estirpe sin suerte ni maña. Salvo, últimas incorporaciones a sus jugadas maestras, que están por venir.
El pájaro Emmit, trina con su gorjeo desdoblado, para enfatizar la subdivisión de su sangre, como la replicación de una célula reproductora, hasta hacerse distinguir dos tipos de realidades o caracteres; marcados por el sonido de sus cantos divergentes o graznidos (éstos, emotivos en cambio) que aconsejan paciencia o neutralidad, ante el sufrimiento o la debilidad, del hermano Ray (qué grandes dos actores, en uno), el obstinado, receloso y estimado por los espectadores, no coincide en el mismo plano. Sí escena y espejo. Pero, todo cambiará... son dos pájaros a tiro.

Un día, facturado por las fauces, uno será libre y otro encarcelado, en una jaula de oro. Sus sonidos variarán y se oirán sobre la ciudad de Saint Cloud, hasta derramar su resultado por las aceras, las oficinas y negocios, los hogares silenciosos, sólo rotos por el eco de una televisión o cuento de absurdo cainismo, los automóviles americanos, los desguaces, las cunetas y bosques del extrarradio, los hospitales, almacenes y ascensores al cadalso. Pero, sobre todo, por los resultados en Bolsa, los despachos truculentos y los váteres adosados al Mal.
El pájaro canta, avisa, denota, reclama al pato o ganso que no tiene fuertes alas para volar, no como el pequeño Pedro que viaja. El ave mayor es rapaz y transparente para los negocios, o mira de reojo, al incomprendido... El otro no se entera, va a lo suyo, si repasara bien su vida, se mojaría y contesta que tú, pobre volador, te ahogaría en un marco de saliva... Andares de pato, adicto y difamador, juguetón en camas, que se dedica a satisfacer sus propios instintos primarios, la perspectiva de la memoria o, simplemente, a sobrevivir a la quema, de los rastrojos y malas hierbas. Ojo, que podrían hacer paté con tus hígados, amigo ganso.

Ya no se trata de una realidad aumentada, con la llegada de la oscuridad, se conforma un ambiente sobrecargado e irrespirable, nada de espacios abiertos por ahora.
El Abuelo... es un autómata, de pocas palabras. Sigue vivo y coleando, pero su mente se quedó anclada en unos dibujos animados que miran al futuro con resignación, ante la Edad del Hombre. La atmósfera y la pesadumbre, estalla con colores a ciencia ficción (de nuevo), mas, menos impactantes y más gráficas... gracias a los dioses de las alturas. Es decir, una historia universal, tantas veces contada, como siglos lleva la Humanidad depredándose.
A pesar de la luminosidad de estas tiras (en el cuatro), pasa tu vida como una fotografía en sepia de los tiempos de las grandes producciones de Hollywood, deseando que no se termine la odisea, del joven-viejo, de la mente adolescente y labios sellados. Más densidad, por otro engaño, de vuelta a la jungla de asfalto barnizada con blancura celestial, y un demonio que se aproxima, como un canis lupus blandiendo sus naturales instrumentos de tortura. Choque de cuerdas, contra el viento, semejante a un ring de gestos y expresiones estilizadas. El cuento empieza a parecerse a una pesadilla, y la orquesta logra adentrarse en otros caminos más siniestros, salvajes o drásticos. El abuelo, ya no puede decir: "I can help"... ya que, Nadie está dispuesto a escucharle.
La Gata: Tenemos a los vientos, surcando los cielos y quemándose en el infierno, acompañando a un abuelo de otro, que era un fagot y se dejaba querer, contrariamente a su visceral reacción. Presos en una granja para caldos de ave, sepultados por su pasado y resistiendo un presente compartido, a pesar de todo, lo sufrido y lo que vendrá reflejado. Un actor y dos aves, que se encontrarán con las garras de una gata, la cola en los ojos como un látigo y adiestrada con sus movimientos felinos. He dicho adiestrada, no salvaje. Su juego pertenece a otro nivel, pues conoce trucos, cartas marcadas y señas, de cadenas y hachas, de nieve, gatillo y desprendimientos superiores.
Es compañera de fatigas, de naipes y sexo no reprimido, sobre el instrumento denominado oboe o Ray. Tan absorbido lo tiene, que pareciera ser una sombra difuminada en su piel, cerca de su cuerpo y su lengua, ya que él, representa lo obtuso, lo cómico y torpe, algo querido por todos; frente a la agilidad mental y ese otro algo, encerrado bajo sus siete vidas o nueve, yo que sé... ella anda hacia adentro, y el ganso con los pies hacia afuera. Semejante a un charlot desproporcionado por los años y la mala vida, mientras la gata es una recompensa para aquella, desgraciada que lo abandonó en una cuneta hace mucho tiempo. El anverso en una cara de sello de dos centavos... colgado de la frente.
El trío se elevará en la ciudad, para plantearse otras enemistades, que resuenan como un vómito profundo, repulsivo y enigmático, apartado del bosque; cuadrilátero que se pelea por ese reino formado por el orgullo y el éxito, la suerte y aquellos recuerdos de infaustos futuros, ofrecidos en una baraja a seleccionar por la víctima. Un truco de vanidades y falsedad. No, no hay suerte, ni beneplácito, solamente sexo, ases marcados y disfrazada realidad... grabaciones, despedidas y aires acondicionados, aparte.
Ella, minina enroscada, habilidosa en el juego ocultando su órdago, es un clarinete que cambió el sexo del cuento, por respuestas. Conocida como Nikki Swango, se cruzará en el camino de Pedro, sin verlo; lo será más aún, jugadora de pelo moreno y ojos enmarcados en negro, como las antiguas señas de una femme fatale de Hollywood, con sonido de triste sonata o romanza vengativa.

Se ofrecería para solucionar todos los problemas, creando una marejada de cuerdas, vientos y percusiones, en definitiva, un vendaval imparable. Haciendo el mismo sonido de metal, chocando y rebotando, porque entre blandos, es una ladina con dotes especiales para la supervivencia gatuna y esa enajenación por la caza. Así, saldrá en busca de un conocido cazador, para infiltrarse en la orquesta de viejas escopetas e instrumentos de tortura que, curiosamente, tampoco desentonan en el foso, por descontado, sí en la sociedad. Zalamera esquiva todas las balas y se encuentra con un lobo,

El Lobo con mayúsculas entre todas las temporadas... y mira que hubo.
Evidentemente, ella no esconderá sus uñas retráctiles (ni aquel su lengua rimbombante), porque se arañaría el propio alma y pretende quitársela a otro. Cayendo con sus cuatro patas sobre la espina dorsal, aún a costa de poder perder la última partida. Así, esta chica es resistente al deceso, junto al robusto tirador, frente a las hordas o manadas malditas (de oriente u occidente), al repaso de investigaciones que vienen identificadas por violines, violonchelos y contrabajos, de hacienda y sus magistrados a contrapelo, de las cartas no manipuladas, en conclusión, de la rancia suerte.
¿Qué nos queda, maestro Prókofiev? Apenas nada, el vacío de mentes, la corrupción de la mentira, el lavado de estómagos, la sabiduría en dosis prácticas o frases, la ocultación de cuentas, las cartas marcadas y el as en la manga, los tiros en el patio de butacas, los cazadores contra la manada, los detalles en los dientes, el traje... da igual la marca y la gabardina, el amigo desafortunado interpretado por un aturdido Michael Stuhlbarg o Sy, fortalecido en The Shape of Water y The Post. Más, los movimientos orquestales en la oscuridad, los polis bobos o la entrañable compañera Winnie Lopez interpretada por una entrañable Olivia Sandoval, una oreja y la nieve (no la de Buñuel o Lynch), el momento ascético y surrealista de Ray Wise, la voz enunciada del cuento, por Billy bob Thornton, el ojo avizor de Andy Yu, el camarada Goran Bogdan y su historia de terror, Mr. Wrench rescatado de la temporada UNO, vaya memoria la mía, el agente económico Hamish Linklater, voraz numerólogo y próximamente en la cinta Unicorn Store, dirigida por Brie Larson... y Maurice LeFay.
Se me olvidaba, por supuesto, Pedro y el Lobo.

Pedro y el Lobo.

Antes de meterme en intimidades e interpretaciones del próximo cuento, relataré que la gata es fuerte y sus afiladas uñas se esconden bajo la mesa, calculando el salto que dar, para calcular su caída triunfal, sobre sus oídos o la piel perdida de un cánido en su huida. Nada que ver con aquellas orejas cubiertas de hormigas de David Lynch o Luis Buñuel. Aunque, nada es lo que parece en Fargo y el surrealismo puede aparecer en escenario del crimen o una bolera. Mira que los carteles se encargan de advertirte de los cambios y la permanencia de las historias vigentes, pero las carreteras del olvido son infinitas.
Otra verdad, o una purulenta mentira... esto es, un embrollo o gambito. El Pedro del cuento, se lo toma de esta manera, a contracorriente del estilo machista o la superioridad. Era un muchacho pizpireto y feliz, sin demasiadas complicaciones o quehaceres en la vida diaria, salvo la vigilancia y protección, los elementos de la granja. Por eso se somete a cualquier tipo de juego, en otro campo, aunque no sea un experto en las tretas financieras y las señales contrarias. Siempre ágil, eficaz y abierto a otras sugerencias, se mueve como pez en el agua, en los terrenos más fangosos, donde los cerdos se revuelcan en propia salsa y condición. Aquí en Fargo, esta muchacha con gorro oficial para el frío, está sobre aviso y tendrá que enfrentarse a sus propios lobos o falsos corderos, como la mayoría de mujeres en cada temporada. Digamos que la 3 de Fargo, es ella en gran medida... con el permiso de trinos y lobos.

No una "Pedra" (como dirían por ahí) más bien, una mujer adulta con un pasado en el alambre, en contraposición a la Gata y su directa individualidad, de pareja. Es la dedicación exhaustiva a la educación de un adolescente que se ha encontrado sin otro pilar en la vida. Por tanto, mira con cuatro ojos, a través de los actos que se presentan y lucha por sus ideales manteniendo la calma en todo momento, incluso, mantiene su nombre por encima de otras responsabilidades anteriores u otras policías de Fargo. Ya no es jefa, es simplemente, la agente más escrupulosa y dedicada a su trabajo, si bien la psicología, a veces, le juegue malas pasadas y no se sienta tan necesaria en la sociedad actual, ni reconocida en los sensores. Males de la inhóspita jungla de cuentas ocultas, préstamos truculentos y otros privilegios relacionados con la fortuna, de cualquier procedencia.
Se presenta rodeada de cuerdas, es un instrumento alegre que recrea ese espíritu revoltoso, a base de violines, violas y chelos, pero también recapacita en los instantes más comprometidos, cuando su voz resuena más grave, como si fuera otro contrabajo más profundo, al contragolpe, dando el tiro de gracia definitivo... o tal vez un dulce amanecer.

Junto a los suyos, hijo de clarinete y abuelastro, leñador de un solo brazo, sean bien avenidos o no, ambos empiezan los acordes de su pragmático y decidido oficio, con un formalismo casi académico y utópico, a la vez. Si bien, ella reivindica su condición y género, antes representado como jefe o jefa, como le gusta indicar su mano derecha. Ella es la pastora, de almas perdidas y vigilante de lobos, perdió las querencias y el mando. Es como una fantasma, una constante realidad llamada Gloria (aquí Pedro) frente a aparatos magnéticos y secadores. Con su simpatía melódica, o gracejo natural, se encargará de administrar las mentiras, el cuento pretérito, el amor de madre y el respeto, además de calibrar la verdad, siguiendo con su trabajo y sus amistades. A pesar de las múltiples advertencias: cuidado, cuidado, con los apellidos, las torpezas y los deslenguados.
Todo sea por la pieza a controlar, o cazar. No por la riqueza que, guía a esos otros músicos más comerciales y sus fulgurantes vidas en discográficas mediáticas, porque ella va a su aire, la ley es su máxima, siempre al lado de su pequeño tesoro familiar. Este cuento no se terminará nunca, propongo temporadas compuestas en el ámbito de la música, las discográficas y sus tiburones, o los grupos con detectives sonados y mechones de pelo, despojados de los seguros, en una función memorable que nos haga bailar. Saltar como pedros, por su casa.

Ha llegado el tiempo de "El Lobo", con su fétido aliento para cuentos.
Este no es un lobo habitual, que se alimenta de la carne de víctimas infelices que se cruzan en su acidez. Controla completa y escrupulosamente, la frondosidad del bosque de cemento, hierro y las finanzas, avisa con su tono: "soplaré, soplaré... y tu casa derribaré".
Antes de que aparezca con sus indolentes movimientos, acentos macilentos y muecas depredadoras, todo parece tranquilo, salvo incidentes menores entre flautas y oboes. Su silueta se distingue por encima, de trinos amistosos o repiqueteos de fichas sobre la mesa, grave en la coordinación que, no en los aullidos, se alimenta de las almas que se interponen en su camino, devorándolas con sus fauces corruptas y saturadas de ácidos. Que corrompen su interior, de igual manera que la lejía intenta levantar las manchas de sangre sobre los tejidos o los suelos... porque, de la nieve resulta imposible. Su pensamiento también es grave, casi aleatorio o sinuoso, de depredador poderoso.

Su misión es crear el desconcierto en otros instrumentos lustrosos o ufanos, aunque su mente calcule al milímetro cada aspecto probable, cada palabra pronunciada o esa determinada acción que pueda comprometer su integridad. De forma que su brusquedad sonora, apagada por la regurgitación, retumbe en estancias y oscile por las moquetas o las cuentas, después de desaparecer de la escena. Haciendo que el sonido trágico de su pompa o boato, ruja en sus tripas como un nido de trombas o trombones caústicos, en sobre aviso. Solapándose sobre el tono de los otros, voces corales se agrían a su paso, dejando una huella de frustración y miedo... Un poco de sales de fruta y un palillo, por favor... pudiendo evitarlo o no.
Ya me encargó yo, del siguiente capítulo, de molestias dentales, estomacales u otras potenciales, y ese fétido aliento que se reproduce sin cesar. Porque la última cena, le sentó fatal.

La seguridad del resto de la camada corrupta, no importa, pues son simples peones del juego que puede intercambiarse, a pesar de la eficacia de sus acciones, la fuerza en sus dedos o pulmones, o la precisión con que tocan sus afilados instrumentos en esta orquesta del Mal. Son peones especializados que obedecen al alfa. Ya lo dice, el lobo mismo: "No es que esta sociedad esté putrefacta y los seres humanos representemos la maldad, sino que la bondad generalizada, hace que nos preguntemos, hombres y mujeres, el porqué se enquistan los males, cuando debería ser la norma habitual".
Vomitará exabruptos sobre vosotros, entrecortados pensamientos y extensiones de parlamentos pasados, silencios siseantes, ofensas sobre cazadores que yerren su tiro, domador de pájaros y terror de gatas, presagios venideros y nuevas sugerencias para, los pedros futuros. Raro gracejo que atrae a las almas.

Finales de Cuento.

Han pasado 40 años de la historia de los Gerhardt´s y su imperio de ascendencia germana, y ésta sincroniza con una época de guerra fría, en la Rusia de los antiguos zares y su control ideológico. Que puede acabar como aquel rosario de la aurora... al atardecer de una vía desierta.

Pedro y el lobo (fuera de otras fábulas) es una composición sinfónica del ruso Sergéi Prokófiev (Op. 67) escrita en 1936, como un incentivo para los jóvenes y su identificación con la música clásica. Elaborada en apenas cuatro días, propone a u narrado acompañado por la orquesta y los diferentes instrumentos que intervienen en la obra, aunque su carácter público y didáctico no tendría éxito en el estreno. Escribió su primera obra a los cinco años de edad, que definiría su inteligencia, rebeldía musical y genialidad, siguiendo los pasos de su madre pianista en Moscú y San Petersburgo, saltando a las óperas y composiciones para ballets, o demostrando su calidad imaginativa en el juego del ajedrez. A pesar de revoluciones y otras gaitas bélicas, las grandes depresiones económicas de su época, las tardanzas presupuestarias, los pensamientos soviéticos o los interrogatorios traumáticos para el acceso a Estados Unidos para los inmigrantes. Trabajó con Serguéi Eisenstein en el Bolshói y aquella épica película histórica sobre el Príncipe de Kíev, Alexander Nevski, y falleció el mismo día que un tal Stalin, lo que resultaría un funeral silencioso. Solamente un discreto artículo en los periódicos y esquela, no portado su cuerpo a la sede de Unión de Compositores Soviéticos.
Su esposa Lina Prokofiev, actuaría como narradora de su mítico cuento polifónico, Pedro y el Lobo.

Los dibujos animados ponen nombres humanos a los animales, se caracterizan por rasgos de inteligencia superior y mismos errores clásicos, andan con sus cadentes ritmos. Queda por saber, si Pedro la Agente, con alma y sin armas, observará el peligro ante las discretas revelaciones y defenderá su pequeño hogar, a base de razonamientos. Si el lobo se dará por enterado o se acabará merendando a los incautos pajarillos, porque el abuelo está sellado de párpados. Si la gata, conseguirá conocer a Pedro y su familia, o rendirá cuentas al lobo por sus malos aires, y si el pájaro o el ganso, obtendrán la ansiada libertad, a salvo del amor y el miedo.
No obstante, recordemos que en la versión rusa del cuento, el gato no es tan bueno como lo pintan y se precipita en pos del cánido. Por último, hay otra polaca, que considera a los cazadores como matones y a Pedro intentando sacar provecho de la captura del lobo, que salvado de las escopetas de los matones, logrará salirse con la suya y aullar a la luna. Libre, libre, quiero ser... con las fauces llenas de sarro y de plumas.
¡Recordad a los clásicos, es lo mejor!

Walt Disney produjo una versión animada de esta obra en 1946, con Sterling Holloway como narrador. Se estrenó como un fragmento de Música Maestro, que se reeditaría al año siguiente acompañando a Fantasía (un corto anterior a la película). Se cambia completamente el final del original, para hacerlo menos traumático para el público infantil, el narrador anuncia que el lobo no se comió al pato. Se ve al lobo persiguiendo al pato hasta el interior de un tronco. El lobo ataca fuera de la vista del espectador, y vuelve a la escena con la boca llena de plumas y relamiéndose, por lo que Pedro, el gato y el pájaro suponen que se comió al pato. Tras la captura del lobo, el pájaro se pone triste por el pato, y en ese momento el pato sale del tronco y se reúnen felices.


El Otro Pedro y el Lobo.

lunes, 5 de febrero de 2018

Fargo (Season II).

La Conexión Minnesota.

Érase una vez, una ´tranquila` población del norte americano, donde las nieves invernales parecían perpetuas y cuyos habitantes, rara vez, se enfrentaban a noticias de gran repercusión o recibían visitas inesperadas. Tierra de leñadores, de grandes colmillos de lobos, abuelitas muy familiares y Caperucitas inquietas, de responsabilidades y obligaciones... también de cuerpos tirados o abiertos en canal sobre la nieve.
La Conexión Minnesota, viaja en el tiempo, de atrás a adelante o viceversa, de la época en que los Hermanos Coen (Ethan y Joel) se liarán la bufanda al cuello en 1996 con Frances McDormand (Three Billboards Outside Ebbing Missouri, Isle of Dogs "la próxima película stop motion, dirigida por Wes Anderson) y se lanzarán visceralmente, a las carreteras entre Minneapolis y la vecina Dakota del Norte. Más austera y concretamente, a la pequeña Fargo de 1987, donde el gran William H. Macy se viera envuelto en una trama criminal y familiarmente reservada, de humor negro, violencia descarnada y personajes arquetípicos e inolvidables. Dados los ejemplos anteriores en sus películas, marcados por sus características intelectuales, su verborragia o silencios sepulcrales, y sus estereotipados físicos y movimientos hampones.... o torpones.

De ahí, el productor televisivo y guionista neoyorquino Noah Hawley, crearía una avenida paralela, sobre la que circundarían otros individuos (esta vez en la ciudad cercana de Bemidj), sobre ese universo coeniano en la época más actual de 2006, con un duelo cargado de hormonas andrógenas y, por tanto, mala uva, entre la filosofía psicópata de Lorne Malvo/Billy Bob Thornton, y el despiste pueblerino de un colosal y escurridizo Martin Freeman (cuando no torpón en esta Fargo I).
Ahora, Minnesota ha crecido monumentalmente hablando, en sus frontispicios no entra la luz, apenas, porque en la localidad de Luverne, todo parece tranquilo y exasperante, tanto de día como de noche. Salvo la de visitas inesperadas y algún alumbramiento a la vista, pongamos que hablo de Molly Solverson, donde en las afueras, las cafeterías simulan un encuentro fortuito de rostros foráneos y en el parking se halla una caravana de vehículos desconocidos o perdidos en la tormenta, que se aproxima, excepto algún despistado residente. Sin embargo, en los interiores, se reproducen los gestos cariñosos y otros familiares basados en la supervivencia y las finanzas, que esparce la odisea armamentística con un revival de 1979 ambientado con una magnífica banda sonora. Para recordarnos los hechos acaecidos (o no) durante la denominada matanza de Sioux Falls, más al Sur, episodio al que hacía referencia escuetamente, algún personaje durante la primera temporada de la serie, y un trasfondo intimista y generacional.

La nueva temporada de Fargo, producida nuevamente por los Coen para el Canal Fx, comienza en los alrededores de Calgary (Alberta-Canadá) y desarrolla los brillantes diálogos de Mr. Hawley, confeccionando un ambiente crispado y exótico, con toques de realidad histórica USA, y unos trajes que son portados imperialmente por los actores designados para la mayúscula obra.
En aquel año 1979, de los asombrosos acontecimientos (o histriónica imaginación), los muchachos de la guerra habían vuelto a los hogares, trayéndose muchos de aquellos problemas a casa, como diría algún personaje de esta temporada invernal... ¿Qué os ha pasado?
En el año de la cabra, la mente de algunos individuos parecen estar en ese estado, mientras se estrenaba la amenaza extraterrestre de Alien, se nos contaba la cómica vida de un ser conocido universalmente como Bryan, James Bond se enfrentaba a uno de los mejores acólitos de la mafia como Richard Kiel (Jaws-Mandíbulas de Acero) y Woody Allen se paseaba románticamente en Manhattan.

Al mismo tiempo que Pink Floyd estrenaba The Wall, Michael Jackson, rey del Pop y de Indiana, estrena ya sin los Five, su primer disco Off the Wall, y Led Zeppelin volvía a los escenarios para tocar en directo. Continúa en Irán la revolución islámica que retrae actuales consecuencias y el conflicto de los rehenes, descrito fílmicamente en doble instancia en la notable Argo de Ben Affleck, el pintor surrealista Salvador Dalí entra en la Academia Española de Bellas Artes, y se preparaba la llegada irónica de una antiguo actor como próximo presidente de los EEUU, en sustitución de Jimmmy Carter, considerado por la prensa como "mejor hombre que líder político".
La llegada junto a Margaret Thatcher en Inglaterra, del vaquero y republicano, Ronald Reegan por el estado de Illinois al sur de Minnesota. Aquí en Fargo interpretado con ironía en flashes cinematográficos por el mítico Bruce Campbell (El Ejército de la Tinieblas, El Gran Salto), se tendría que enfrentar al auge de un verdadero infierno de drogas, corrupción y crisis económica, por tanto, encargarse de renovar ese manoseado, roto y congelado, sueño americano.

¡Bienvenidos... o no, a Minnesota! Y las gemelas del Norte y Sur, formando el triángulo estatal de la blanca, oscuridad.

El Día... F de Fargo.

Todo parecía lo acostumbrado, hasta que un buen día (aquel no luminoso), unos hermanos decidieron cambiar las cosas con un rodaje minucioso y el contenido creciente de un maletín, recalcando el egoísmo de los poderosos frente a la simplicidad o la estupidez, la cerrazón social y la sobriedad de un terruño, inyectado de sangre y nieve. Una historia especial, acaparadora de premios y ovaciones.
Un éxito inmaculado, que ha sido adoptado a su forma y estilo visceral, por un brillante escritor como Noah Hawley, haciendo de Fargo algo más que una historia, una forma de recrear el nuevo estado de la televisión y la creación de personajes.
Las dos temporadas visionadas de Fargo, deslumbran como una aparición inesperada, acariciando los resortes epidérmicos de los Coen, desde aquella ignota y cómica Sangre Fácil, la furia macarra de Arizona Baby o la poética mortecina de Miller´s Crossing, hasta las atávicas The Man Who Wasn't There y Ladikillers, o la desproporción violenta y psicópata de No Country for Old Men.

Pero, algo siniestro y descorazonador ha golpeado con fuerza, un caudal familiar incesante, que presenta a los personajes más distorsionados en un universo de estilo coeniano, con ejemplos de grandeza narrativa, como la maternidad futura y la responsabilidad maternal, enfrentadas por dos concepciones de la vida. Tan distintas como la enfermedad y el desajuste mental o helicoidal, la codicia frente a la calidez hogareña, la protección y la lucha personal, a través de ellas, las mujeres. Cuando el resto, lo masculino se abraza a viejos resortes machistas, como la posesión, el poder, la revancha y, por descontado, el fuego, la carne o la fuerza bruta.
En la 2, dos formas de interpretar y diferenciarse, difundiendo lo ancestral, una batalla entre la ética y la desproporción, que se escondía bajo la superficie petrificada, de la pacífica, costumbrista, bizarra y gélida Fargo.

Corría un viento norteño, cuando Ethan y Joel, se dispusieron a contar un, nada discreto, ´hecho real` que aconteció por aquellos lares, epicentro policial del estado de Minnessotta. Entre Dakota del Norte y Dakota del Sur, se extiende Kansas City y su ramificación del denominado "business is business", cuna de la música negra y de los conceptos "sociológicos" de un rebelde del swing como Mike Milligan, ejecutado por un espléndido Zahn McClarnon, que parece acudir "al rescate" de los negocios de la familia Gerhardt, tan contundentes en sus movimientos como él mismo.
Cuando una desaparición clásica, la de un desfasado Kieran Culkin, o aquel que representa a un desequilibrado del pasado como Steve Buscemi en el filme, se convierte en un auténtico quebradero de cabeza, para todos, unos y otros, para los amables policías y sus familias, los antiguos indígenas, mercenarios y la casta de los nuevos inmigrantes, o los propietarios de pequeños negocios: bares o restaurantes locales, carnicerías, peluquerías y quioscos de revistas, tiendas de máquinas de escribir, despachos de abogados atípicos, agencias de viajes o de sueños... y otros vecinos.

Ese día D, marcó el día de una encrucijada, donde los caminos marchan con distinción o desesperación, hacia un destino llamado Louverne, no la monumental Fargo por ahora; señaló la dirección, más de veinticinco años antes, de un jefe de policía llamado Lou Solverson y su familia, interpretado en aquella era por el genial Keith Carradine, esta vez con su suegro el Sheriff Hank Larsson que nos devuelve al afable y carismático Ted Danson, no aquel que nos escandalizara en Body Heat de Lawrence Kasdan o hiciera reír en diferentes comedias o la inolvidable serie Cheers; también compone el futuro incierto de una pareja joven, que se topa con un problema de luces y neumáticos, en una situación desesperada, soñadora o conservadora, tomando una estratagema más errónea aún, casi descerebrada, como es habitual por otra parte en los Coen.
Se describirá un asunto turbio, rebosante de tensa tranquilidad, que llevará al paroxismo a sus principales protagonistas y otros que se aproximan al olor de la sangre, como los coyotes en busca de una presa herida o los osos defendiendo a su camada. En cambio, la seriedad y el carácter austero y retraído de los residentes, nos contagia, a su vez, de hilaridad ácida, de desproporcionados intereses, de intestinos vernáculos, de descripciones históricas y surrealismo, de encuadres, escenarios y conceptos cinematográficos que interesan a los espectadores de las salas de cine y, por ende, de la tele actual.

Aunque, existe una lista inmejorable de "pacíficos" actores, representando esta función que circunda la ciencia ficción y la comedia, más negra y ácida que nunca, algunos relatan que casi Tarantiniana, otros entreven rasgos de su madre Louise Armstrong o su abuela dramaturga, de su antiguo oficio de abogado y defensor en casos de abusos infantiles, en conspiraciones o en la negra concepción de Legión y otros entramados accidentales en The Alibi, esto es, un estilo propio. Próximamente tratará de llamar nuestra atención sobre el espacio, en su primer trabajo en la dirección de cine, con la cinta Pale Blue Dot y el rostro de Natalie Portman, además de rumorearse su ampliación en el universo de Marvel con Victor von Doom.
Por consiguiente, el aspecto duro y truculento, puede estar asegurado... ¡ay, si aquellas luces, no hubieran reflejado la escena!

Por cierto, otro rumor (con base fundamentada), es que los primeros pasos o movimientos en el dibling, de unos pequeños diablillos que están jugando al baloncesto en una cancha callejera, podría tratarse de un reflejo pretérito de los míticos Gaear Grimsrud y el locuaz Carl... para aficionados a la épica cinéfila.

Si aquel imbécil, no se hubiera cruzado en mi camino...

Además, de imbécil, embebido en no sé que otros objetos del cielo, para habernos ´matao`.
Las imputaciones por los nuevos cargos, emprendidos en la segunda Fargo, muestra indicios de locura, con una complejidad arraigada en el suspense y la capacidad sideral de la imaginación, transformando los caracteres antiguos de individualidad, en otros personajes muchos más familiares.
Luchadores raciales, enfrentados al peso de su historia y su pueblo, policías que defienden el honor de una profesión a pesar de otras visiones desafortunadas, tenderos y grandes ´empresarios` dedicados al control de sus ´delicados` o traspasados negocios, manos que se aferran a su oficio, mentes que persiguen sus sueños.
Numerosas nominaciones por las interpretaciones, la dirección y el guion, que reportarían más beneficios que una carnicería en alquiler, aunque no siempre, porque todo hay que repartirlo en este mundo de incesantes ideas y expectantes producciones. Pero, marcaría el destino de un nombre, unido para siempre, al humor negro, la desquiciada violencia o la ley del hampa, a la escritura de guiones y los más diversos representantes de la América profunda, junto a papeles de ciudadanos comunes... o no tanto.

Sin embargo, pocos de los espectadores de aquella gélida y trágica historia shakesperiana, podían imaginar que pasados unos años, visitaríamos los distintos espacios temporales que confluyeron en aquella Fargo, para describir nuevos personajes enraizados o alambicados en la raíz, el bien, el aprendiz de malvado y el mal absoluto, con connotaciones desproporcionadas.
Este enfrentamiento, poco tiene que ver con aquel ser descarnado y un humilde individuo, desubicado y tragicómico, pues, su puesto ha sido tomado por una muchacha, simpática y arrolladora verbalmente, que no conceptualmente. A la vez que potencia la fauna en la que se va convirtiendo el escenario de un crimen antológico... o tal vez infinito. Ya que, si bien los carteles anuncian claramente, un episodio verdadero en el que se cambian los nombres de afectados y se persigue la fidelidad de los hechos, por respeto a supervivientes o muertos, la verdad es que la producción de los Coen y las visiones de Noah Hawley, los delata en el desarrollo de la serie y retrata su particular universo. Si bien dicha conexión y sus comentarios, denotan cierta frialdad y 6 grados, bajo cero, de separación.

Fargo es un lugar, donde se relacionan sus personajes y sus mentes particulares, con aspectos inverosímiles o contrarios, reunidos por acontecimientos comunes. Liados en el suspense, confabulados en una espiral de pensamientos o reflexiones de cara al exterior, de acciones de las que te ríes por no llorar, pero sugerentemente hablando, visualmente brillantes. Pareciera que más que comunicarse entre sí, estén vomitando sus cosas y restregándoselo al espectador y la sociedad, de forma parecida a aquellos vaqueros en el lejano Oeste y sus comunicaciones interesadas, que retratan a forajidos y héroes a la fuerza.
Por contra, cuando se hablan y emergen profundas palabras, observamos el trabajo del actor y varían las descripciones recogidas a priori, nos adentramos en un complejo mundo de contrastes y valores sociales, fundados en el éxito personal y el deseo de no ser olvidados, sobre las páginas de un libro o las imágenes irreales de un sueño, más bien, pesadilla existencial por momentos.
Pues, los neardentales y féminas, aquí mostrados, indican los males de una sociedad enferma, que está conformada por seres humanos, con sus histerias y ´neuras´, sus miedos ancestrales o debilidades, de nuevo cuño, los sinsabores de la vida y la tragicomedia, como la dependencia y la pérdida, el deseo o el sexo, la adicción, la mentira, la soledad o, eso llamado amor, universalmente.

Es decir, individuos con sus terribles defectos y recónditas virtudes.

Si esta familia, no tuviera origen germánico.

Para comenzar a entender a esta curiosa y extravagante familiar, hay que empezar describiendo, alto y claro. Para que no halla confusiones, entre aquellos que no continuaron la serie inicialmente. Hay familias unidas y otras, que convergen en un monstruos con varias cabezas, a la espera de combatir a los caballeros y su honor.

En primer lugar, tenemos a Kirsten Dunst, esta chica de cabellos rubios transformados, que nos emocionara con una entrevista del vampiro, con apenas 12 añitos de edad, no es princesa. No esquiva las balas, porque su resistencia actual y su pensamiento libre, equilvadría a no dejarse morder por cualquiera. Su torpeza es la elucubración, su valentía... es ciega. ¡Vaya, si lo demuestra!
Sumando cualidades, resulta una buena ama de casa, atractiva, apasionada, soñadora y con expectativas de mejorar social y laboralmente, de momento no piensa en bodas de Mujercitas ñoñas, ni siquiera de una pobre virgen con intenciones suicidas, es dura y atlética, ve películas de heroínas mayores, donde esa madurez se representa sobre una hoguera de vanidades y miedos, por eso, se olvida de lo superficial, el dolor y la angustia, los quebraderos de cabeza, incluso, el dinero o la muerte. Sería capaz de vender cualquier cosa, la más valiosa, para conseguir sus sueños, que no su estabilidad, como la reina Antonieta de su casa, pero siempre, con ese ápice amargo en sus ojos transparentes... con ese halo de melancolía, implícita en su sonrisa. ¿A ver si alguien es capaz de borrársela...? Has pensado por un momento, en descender de tu nube y comprobar las almas que abandonaron esta tierra, Fargo, me refiero.

Ed Blumquist, tiene el mismo color de pelo, pero, su trayectoria es meridianamente inversa a ella. Piensa en nombre de los dos, cuando no debería, porque sin darse cuenta, corta las alas de la libertad y se queda enclaustrado entre cuchillos y mostradores, ahí, dale que te pego. Es carnicero, de los de verdad, eh.
El actor que nos ha encandilado, se llama Jesse Plemons actúa con una naturalidad que asusta, no parece acomplejarse por nada o ante nadie, aunque su personaje lo sea, nadie me explico.
De pequeño estuvo en una cinta deportiva, conocida como Juego de Campeones y anduvo correteando junto a Chuck Norris, seguro que aprendió la rudeza y la toma de decisiones extrovertidas, y los perjuicios del consumo de sustancias en Breaking Bad. Tanto que, últimamente, lo hemos visto junto al maestro Paul Thomas Anderson, se despachó a gusto en la comedia extraterrestre Paul, ha trabajado junto a los mejores de su círculo en Black Mass y la magnífica Barry Seal, y ha conquistado a Spielberg, desde el Puente de los Espías y su pequeño papel en la interesante Los Archivos del Pentágono. Atención que volverá a la comedia criminal con Game Night y alternará con Scorsese en The Irishman.
¡Ese es mi Jesse! Simplemente, también, The Butcher genial en Fargo II.

La Familia y uno más.

Existe un enfrentamiento primordial, es el fundamentado en el respeto y el orden. Dada quién con su estilo apropiados para la ocasión. Todos geniales en la concepción de sus obras y personajes, creando una serie de instrumentos con los que condicionarnos, emocionarnos, tranquilizarnos o todo lo contrario, objetando su forma de interpretar la vida en la frontera, de la realidad y el cine.

Por un lado, la estimable labor de un policía cabal y centrado, dueño de sus actos y responsabilidades con los demás, con sus vecinos y su esposa, por que lo necesita y él a ella. Se trata del nombrado Lou Solverson, padre de la increíble Molly en la anterior temporada, interpretado por un Patrick Wilson increscendo, más, desde el miedo, pues recordamos sus papeles en el Fantasma de la Ópera y Hard Candy, en unos Juegos Secretos llenos de rivalidades, no tan pasajeras. Se afianza con Watchmen, vigilando la pacífica población que le vio crecer, junto a su padre protector y reactivador de su orgullo profesional, de la forma de un eslabón en la cadena.
A pesar de las insidiosas revelaciones que están por llegar y los expedientes duros, no Warren (menos opciones de otros mundos), que verá obligado a rellenar. Para enviar a más de uno, terrestre y asesino... a los calabozos, o quizás, más lejos. Con Dios.
Es entrañable mirando a la claraboya de los sueños, en noches compartidas y, observando partir a los barcos luminosos a ese destino incierto que navega en el horizonte. Si no tiene que cruzarse de nuevo, con el tomahawk de un indio que se empeña en desfigurar su rostro y así, pasar desapercibido en otra serie. Se hace rodear de otros, que le ayudan a surcar las olas, como el agente interpretado por el australiano Keir O´Donnell, marcado por señales oficiales y otras huellas, o el borrachín y hogareño abogado, encarnado por un convincente Kick Offerman.
Ah también, Mr. Wilson será pasajero y portador de la Última Llave, para convertirse en padre admirado, esposo sufrido y maestro de superhéroe... bajo del mar.

La Otra Familia... A Homespun murder story.

Su primacía, ha sido primordialmente patriarcal, basada en el sudor y la sangre de la familia, no tan unida y bien administrada. Aunque un ataque de última hora, ha proporcionado un cambio genérico de papeles y se le ha otorgado la voz triunfante, a la interpretación materna, de la actriz Jean Smart, una Mama Floyd inconmensurable. Dándole una nueva oportunidad para convencernos a todos, y está clarísimo, que caímos a sus pies, malheridos, atribulados por las deudas, confabulados entre sus descendientes, manipulados por el cambio de los tiempos. Una señora ejemplar, con todas las de la ley, y contra ella... me refiero dentro de los negocios de la pantalla.
Además, preside un imperio cabalgando entre cuernos de márfil y Cadillac´s, o Dodge, conseguidos a martillazos y otras lindezas, gracias a las maniobras en la obscuridad de su marido, interpretado por Michael Hogan, su pequeño ruiseñor enjaulado, y el novel actor Allan Dobrescu, es un pequeño vacío en su agujero. La pretenciosa, divertida y licenciosa Simone, de las antiguas conspiradoras en el cine, pero actualizada en el feminismo, mujer de armas tomar interpretada por Rachel Keller. Se nos presenta en la misma Legión de Hawley y en su próximo segundo largometraje.

Y dos verdaderos monstruos, resabiados y con personalidades muy marcadas, a hierro y fuego. Son hermanos en la vida y en la muerte, cada uno con sus familias y su forma de actuar (menos de pensar), que rivalizan en cualquier acción o comentario, salvo, bajo las faldas de su protectora. Se faltarán, retarán y odiarán, si no lo hacían ya mucho antes, porque se consideran casi enemigos íntimos, desde la cuna y la teta que los amamantó. Uno más pistolero que el otro, más rotundo, el oso Gerhardt más ´cariñoso`, si se puede decir así. Adiestrado y manejado en las manos poderosas de Angus Sampson, que ya estuviera en Mad Max y la peli Insidious, como una vaticinio. Lo que está por venir es, la nueva Insidious: La última llave, y una película titulada Winchester de los Hnos. Spiering (Daybreakers, Saw VIII). Además, en contra, al otro lado del ring, perturbado, inaccesible, rudo y maleducado, el inefable Dodd, pero admirado por los seguidores de los malvados y sociópatas, de todas las madres y series. Su papel madura, en la dura piel de Jeffrey Donovan y su extraño, atractivo acento, tanto que es parte esencial de este drama hogareño. Un nombre que no sonaba demasiado, aunque había pertenecido a aquella notable Sleepers de Barry Levinson, estuvo en la aciaga Blair Witch 2, borrón y cuenta nueva, hasta llegar a series de éxito o El Intercambio y J. Edgar de Clint Eastwood, y a la magnífica Sicario de Denis Villeneuve. Lo siguiente el filme Shot Caller junto al entronado Nikolaj Coster-Waldau y Sicario 2: Soldado. Se acabó lo que se daba, sin pensar ni nada.

Por último, recordar a dos personajes intransferibles, que otorgan a esta Fargo, la capacidad de reinventarse sobre aquellas páginas del pasado, y rivalizar con individuos que tienen cosas en común, o son siniestramente, diferentes, raciales, escurridizos, inteligentes, husmeadores... a los habituales depredadores coenianos.
Zahn McClarnon, el rastreador que nadie conoce (y no nos importa), porque su origen es clave y claro, a flor de piel, cuando su rostro refleja la sangre derramada y su silencio, buscado que no impuesto. ¡Cómo debe de ser! Su nombre es Hanzee y busca un cambio radical, para no perpetuarse haciendo el indio en manos equivocadas y salidas de tono. Aunque se puede haber hecho tan popular que acabe contratado en Westworld y actúe en la nevada Braven, junto a Garret Dillahunt, Stephen Lang y Jason Momoa. Otro trío de conexiones evidentes y emocionantes.
El otro tipo es Bokeem Woodbine (The Rock, Riddick), sería el ejecutor negro y poco adulador, mano del negocio en Kansas City, con bastante suerte y verborrea culta. Que siempre va acompañado por dos hermanos de armas tomar y no soltar, hasta el límite de la resistencia, que forman el trío más siniestro y divertido, de la frontera entre Dakota y Minnesota, con sus descripciones, referencias o anécdotas y otras expresiones, raciales o bíblicas. También conocido como Mike Milligan, futuro lustrador de despachos o abrillantador de cuentas, hombre de ley y sin ella, embarcado en la tarea de sobrevivir a este desquiciado grupo y a la visita de cualquier inesperado enterrador. Además fue Shocker en Spiderman: Homecoming, y tiene firmada su participación en la cinta de terror Overlord y Billionaire Boys Club.

Para terminar, este familiar comentario de Fargo, podríamos decir que desde sus inicios, ya hemos oído temas espectaculares en su banda sonora, empezando por Billy Thorpe, Fleetwood Mac, Fasts Domino, The Chieftains, Jethro Tull, Spirit, la Creedence... y terminando por los magistrales Black Sabbath y su guerra particular de cerdos. Ah, lo de los marcianos es una simple visión, nadie toma perspectiva de ello, y menos los ejecutados. Es una visita inesperada, que el espectador no toma en cuenta, pues prefiere conocer el verdadero desenlace de los hechos, vengan de dónde vengan... fin.
Esta gran serie y su segunda apuesta, podría ser el reflejo del futuro. de una temporada que empiece brillantemente, reviviendo los orígenes de una familia alemana y su destino. Donde sean importantes la zapatillas de andar por casa, las cuentas como siempre familiares, un paseo divertídisimo por la nieve de un tal Maurice (que posteriormente, no resultará tan divertido sino patético) y un viaje desdoblado, por una de esas interminables carreteras típicas, sin apenas curvas. Una declaración de amor, con cartas por medio, sobre esas ruedas y estas letras calientes... sobre la nieve de Fargo:
Crazy on You.


FLEETWOOD MAC - Oh Well


Black Sabbath - War Pigs

martes, 30 de enero de 2018

Game of Thrones (Seasons I-VII)

Seven Kingdoms, 7 temporadas en Juego..

Bajo aquel árbol de ojos granates como una puesta de sol en los polos, los genealógicos de las distintas familias, extienden sus hostilidades como un reguero de pólvora (en plena era de los metales) y las ramas conformas fortificaciones con asaltos continuos, de uno y otro bosque animado. Una variedad denominada arciano, con facetas humanas talladas por los Hijos del Bosque, que se usan para rememorar a los Antiguos Dioses del Norte. Se dice que con ellos, Los Niños dotados podían ver las argucias y misterios, lejos de su alcance natural y servían como corazón espiritual de los pueblos, antes de la llegada de la Fe de los Siete, tan odiosa y cerrada.
Visiones de odio, también del amor más sexual, que despliega todo un abanico de situaciones comprometidas y venganzas enrocadas, abre puertas a los que responden correctamente "Soy la espada en la oscuridad, soy el vigilante del Muro, soy el fuego que arde contra el frío, la luz que trae el amanecer, el cuerno que despierta a los durmientes, soy el escudo que protege los reinos de los hombres"... Podéis pasar, he dicho.

El Cuervo es una pieza fundamental, dentro de un tablero en el que se juega el Trono de Hierro, porque posee ojos en cualquier confín de esta Tierra. Coquetea con reyes adulterados y, dos reinas enfrentadas, una negra y otra blanca, aunque no como la siniestra muerte en vida, que desnaturaliza los colores y los inyecta en los ojos desafortunados.
Por todas las casillas de Juego de Tronos, anidan las obscenidades, los desplantes ilógicos y las mentiras lógicas son llevadas por los vientos del Sur, las acciones criminales y las vulgaridades despiadadas son husmeadas, las muertes venideras se amontonan, las muecas desinteresadas o acomplejadas, disfrazan la realidad. Circundan las miradas vengativas, relativizan las luchas valerosas y los desplantes, incendian en los tumultos, supuran las excentricidades de la nobleza, elogian la simplicidad de la pobreza, esquivan las provocaciones directas, indagan los recovecos de la corte, recalcan las individualidades heroicas, enfatizan los pensamientos enfermizos. Vulneran las tomas de decisión, trágicas o presuntuosas, se agolpan las pacientes, sangrientas, inexplicables, fantasmagóricas, sadomasoquistas... inútiles.

Un adjetivo apropiado se reclama para cada gota de sangre, para las almas que deambulan entre conversaciones de alcoba y las recepciones mayestáticas, que califican a cada personaje de la serie adiestrada por HBO. Uno, para cada horror que se inocula en las venas de los protagonistas, en la bilis de los defenestrados, en los sueños de los olvidados o los oprimidos, de los redimidos y los castigados, a una campaña convaleciente. Un calificativo para cada uno de los Siete Reinos, para las familias que se dividen de norte a sur, de este a oeste, que nombra las relaciones entre padres e hijos, entre señores y servidores, que pasan a nietos y bastardos, pronunciándose y escribiéndose en los libros históricos, gritándose en las épicas batallas.
Marcan los pasos de los caballeros y las damas, negruzcas o blanquecinas, señalan a los depravados y las prostitutas, a los titiriteros y los maestros estrategas, al aliento fétido de los asesinos, al fuego poderoso de los dragones, la elasticidad de los músculos y las mentes retorcidas, a la inteligencia diminuta que brilla entre la grandeza. Que recalcan las diferencias existentes, las sombras en las esquinas, las divisiones fraticidas, dirigiendo sus combativos elementos, sus gregarios y edecanes, los espías o los esclavos, que llevan al conjunto a un choque sin precedentes. Avieso y esperado, por todos a este lado del tablero, en el interior de un universo recargado y barroco. Siempre amenazado por un frío intenso y mortífero.

Las expresiones escritas demuestran que, no siempre la imagen, vale más que miles de ellas. A veces, una palabra enmarca el pasado, el presente e, inevitablemente, el futuro. Aquí radica uno de los grandes valores de la serie de Mr. Weiss y Mr. Benioff, en sus guiones compartidos con otras plumas y la mente del Creador George R.R. Martin; ya que en su viaje, podríamos extendernos por las tierras, reconociendo la polarización de sus hombres y mujeres, en cada región o infierno congelado. Una lista desplegada de los caracteres que cruzan sus miradas entre espadas, míseras, enjutas o desproporcionadas, valientes o esquivas como una rata inmunda. Dotes que rivalizan entre sí o comparten en pequeños grupos identificados, los que son y los que desaparecieron a nuestro pesar, de neófitos seguidores, los que pertenecieron a sagas tan extendidas que, solamente el silencio podría borrar sus hazañas... o vergüenzas.
Sin embargo, el desarrollo de las cosas, el montaje sobre las diversas localizaciones, es grandioso y calculado (a excepción del último a mi parecer), tanto que puede producir una fractura en cualquier momento, del uno al siete, en algún instante de palabrería o de acción reprimida.

Son muchas las secuencias que podrían significar un pequeño desastre, una desproporción narrativa, una ligera decepción. Cada director de Juego de Tronos y sus diversos episodios desde los comienzos, podría tener un punto de vista que no convenza al resto, que no embargue al espectador no adaptado, o esconda los riegos de una producción en diálogos inabarcables o escenas inexistentes, que funcionaría en una película de aventuras con todo el presupuesto a favor. Ese es el precio, de tan arriesgada apuesta.

Ya queda menos, apenas un respiro, una exhalación última. El fin se aproxima.

Personaje de carne y... Hielo.

Un vuelo rasante sobre la pétrea superficie de un muro elevado al cielo. Significa el fin de una etapa o de una historia inmortal, ya en el recuerdo de nuestras retinas y la llegada de una estación, languidecen los rostros de los ciudadanos. Una época se avecina, fría como los ojos de un dragón acribillado en el aire, que cae a un pozo de hielo. Pero, sólo habla la nobleza, los soldados morirán...
Y solamente, como ocurriera ayer, cuando ni siquiera la criatura se habría calentado, se ve aletargado al abrigo de su dueña y próxima reina de estatura discreta, pero curvilínea, y cabellos rubios más neutros que el oro de sus enemigos... todavía no adulto su sueño, como el final de un cuento dulcificado.

Ahora, junto a los cadáveres de tus enemigos (y también los amigos que son muchos), es difícil mantener la compostura y acercarnos a su exangüe respiración, casi un susurro inusitado de complacencia, ante el el filo de la espada del padre. O tal vez, un aullido de terror, llamando al descenso de los suyos por las colinas adyacentes para combatir a las hordas. El castigo de los injustos, y nosotros mirando la caída de su cabeza.
Las siete vidas, en retrospectiva, sobre siete reinos, hermanos. En una misión fraticida contra la muerte, visualizando sus caminos emprendidos en el pasado y rememorando las efigies congeladas en hueso y gusanos. El, no dolor, de aquellos que se quedaron a la mitad del trayecto y revivieron por arte de, no se sabe que dios.

Esta es la era del carne helada. De los lobos y los dragones de la antigüedad, de los guerreros cortados y los barcos en llamas, de la reina blanca y la negra magia, que es más pura. Algunos seres se entregan a otros vicios, quizás, pensando en su final. Incluso, en los primeros esfuerzos de la serie Juego de Tronos y los libros, los imaginarás entonando una Canción de Fuego y Hielo.
Si empiezas a visualizarla (o leerlos en conjunto), ten cuidado y precavido, no te vayas a encariñar demasiado con determinados personajes, o tu pensamiento podría acabar lamentándolo o, tal vez, derribado como un escudo infinito de hielo que delimita el cielo del infierno. Comienza la cuenta atrás, hacia el infinito, 8... Suenan las notas de Ramin Djawadi... 7, 6, 5, 4, 3, 2 ... El Juego ha empezado:

Winter is Coming!

Es cierto, sí. Aquel primer día de la primera temporada, muchacho de ojos tristes y cabellos lánguidos, nos acercamos a la adaptación de George RR Martin, como los pequeños cuando se levantan de un salto eléctrico en el día de Reyes. Con las pupilas brillantes, comprobamos que la muerte se adelantaba a las bajas temperaturas y el sexo resplandecía, poco antes de tu caída.
Observamos cercenada sobre la nieve, la historia de tu camada, en un extraño diagrama que indica el camino cortado de la masacre, que solamente podrá ser descifrado con el tiempo y combatido con suerte de vidrio.
La nieve se iba acumulando en la región norteña de los Siete Reinos, enterrando tus futuras piernas inútiles, acallando las voces alteradas por visiones imposibles, que recaían sobre la Mano propiciatoria de un cabeza de familia. ¡Tu falta, la de los Stark!

Pero, a pesar de las evidencias y las huellas de horror, la sangre se masticaba en la distancia... sobre las tierras del sur y sus historias macabras de antaño, se releía marcada en los libros generacionales, el auspicio de una batalla eterna. Como los árboles implantados por una simiente desconocida y mágica, talladas las caras de la sabiduría, señalados con el índice de un dedo ancestral, el de los Hijos de los Bosques marcando el destino.. Aquel que cerró sus ojos, y luego, tendría la facultad de encenderlos.
Aquí, no en la Tierra Media, un dedo sin anillo. Porque ahora, en los Siete Reinos, únicamente vale con la palabra y los gestos... demasiados, tal vez. Salvo excepciones, que no cuentan o se alteran a cada segundo, de seres maldecidos en su charca de chismes interesados.

Serían tantos nombres y descripciones, y sus estilos personales tan numerosos, que podríamos emplear siete vidas para describirlos o siete temporadas... y media, la que falta. Mira algunos de ellos, asomados a la ventana... ¿te ves reflejado? ¿de uno u otro perfil? El bien escasea, como es habitual.

El Libro de las Familias.

Casi todos, marchan detrás de algo, debido a su alta condición; otros pululan a su alrededor, intentando mantener su estatus o sobrevivir.
Tras el magnífico Trono de Hierro, la historia se componen de sus nombres y otros que vendrán, un destino donde el juego se convierte en una epopeya clásica, con amplias dosis de rasgos fantásticos o mágicos, de fuerzas incontenibles y miradas mortales, entre risas, diálogos enquistados, polvos febriles y danzas, que pisan charcos de sudor o sangre. Rostros desencajados en banquetes, resacas de bodas trágicas y bautizos que no se celebraron.
En frente, el enemigo invisible, desplegándose poco a poco, como una oleada de famélicos recuerdos, hambrientos. Será una lucha desigual y dividida en tramos, como siempre hemos soportado durante años, al menos, hasta la séptima temporada...

Demasiados no llegarán a visualizar, con esos ojos que se han de comer los gusanos grisáceos... o los Caminantes Blancos.
Pues, como decía uno de ellos, los habitantes de The Seven Kingdoms, sólo unidos, seremos más fuertes. Algo incongruente, observando a Tyrion Lannister y sus dificultades para hallar manos que no quieran apretar su cuello, sobre todo, siendo la próxima Mano de un Rey desquiciado, o cayendo en los movimientos de las piezas contrarias, saltando casillas como los caballos de carne putrefacta. Todos familiares serán en una lengua silenciosa, unos elementos con devastación y odio, otros cargados de clarividencia e inteligencia, inversamente proporcional a su estatura física o moral. Ellos son... tu elección como espectador.

El Guardián del Norte, Ned el Breve (Sean Bean), Catelyn Tully, viuda negra (Michelle Fairley), Robb el desafortunado (Richard Madden), Sansa la "camaleona" o figura cambiante (Sophie Turner), la guerrera Arya, campeona de la espada y los disfraces (Maisie Williams), Bran, el cerebro del cuervo (Isaac Hempstead-Wright), el pequeño Rickon (Art Parkinson), Talysa (Oona Chaplin, hija de Geraldine y nieta de maestro), el entrañable y pobre Hodor (Kristian Nairn) y el tío Ben (Joseph Mawie).

Desde el Muro: Jon Snow, El Rey en el Norte, Lord Comandante de todos los Nortes (Kit Harington), el increíble Sam (John Bradley), Lord Mormont (James Cosmos), Aliser Thorne (Owen Teale); o más alla, de la estilizada Igritte (Rose Leslie), Gilly (Hannah Murray), Gendry Herrero del alma de hacha (Joe Dempsie), el salvaje guerrero pelirrojo Tormund (Kristofer Hivju), Brienne of Tarth y sus golpes certeros de género (Gwendoline Christie), Barristan Selmy (Ian McElhinney), Ed Tollett (Ben Crompton), Bronn Mercenario (Jerome Flynn), Rodrik Cassel (Ron Donachie) y otros muchos guerreros. O vivos en desgracia.

O por contra... el descarte.
Perro Clegane y su mutación, bueno-malo-bueno (Rory McCann), Gregor Clegane-The Mountain (Conan Stevens), Varys el eunuco que lo sabe todo, incluso sexualmente (Conleth Hill), el sacrificado Stannis Baratheon (Stephen Dillane), Melisandre la Roja cautivadora (Carice van Houten), la estupenda y bella Margaery, de ojos gélidos (Natalie Dormer), la sinceridad sonora de Davos (Liam Cunningham), jóvenes como Podrick (Daniel Portman), acompañantes légitimos como Lancel Lannister (Eugene Simon), Loras The Defender (Finn Jones), la sexual y aguerrida capitana Yara (Gemma Whelan), Meera Red (Ellie Kendrick), Grenn (Mark Stanley), Olly (Brenock O'Connor), Osha (Natalia Tena)... y otras jóvenes representaciones de protagonistas en la infancia o pequeños momentos de gloria.

Desprotegidos, como aquel brazo sin fuerza suficiente, para mantenerse anclado a las hendiduras rocosas y cubiertas de liquen resbaladizo, que abandonaron una ventana indiscreta y el sorprendente panorama interior, de otra sangre, de otra familia. Las voces se fueron diluyendo hacia el suelo, difuminando sus rostros sobre una pared vertical, que marcaría el camino de tu esqueleto en las próximas temporada, o años de cuervo. Vivo, asesinado o desahuciado por un Lannister. Tal vez, dos...
el papelón de Cersey (Lena Headey), Jaime el Matarreyes, de mano cortada (Nikolaj Coster-Waldau), el insigne y alma del juego Tyrion (Peter Dinklage), la natural Shae (Sibel Kekilli), Tywin, y su baile como padre del Mal (Charles Dance), Roose Bolton (Michael McElhatton), Tommen (Dean-Charles Chapman), Meñique Petr Bealish, mutante de los Littlefinger´s de toda la vida (Aidan Gillen), qué decir de Joffrey (Jack Gleeson), la cruz de Theon (Alfie Allen), la cara de Ramsey (Iwan Rheon), el canto de Euron (Pilou Asbaek)

Otra característica de este Juego de Tronos, es la estupenda recreación de los espacios al sur, con una fotografía abierta, recalando en todos los rincones de estancias, menos, en espacios naturales . Aunque, los que se retratan entre penumbras, son espectaculares. Algunos reales como la vida diaria, otros generados digitalmente, demostrando que las primeras notas se enmarcaban (e introducían al público) en un mundo gobernado por lo imprevisible, desplegándose en articulados edificios, como los fuertes de la infancia y un mapa rugoso, salpicado de infinitas texturas, como la piel de un oso, la dermis resistente de un guerrero gigante o un dragón conquistador. También, una tierra reflotada por el amor, aunque se vuelva a hundir siete veces, en varias vidas... lo meridiano y tangencial, es que las hordas de espectadores, sintieran el odio principalmente, no olvidarán los rostros de los protagonistas ni la maldad intrínseca en el ser humano. Ni, por supuesto, la sintonía épica de su banda sonora.

Los tambores de guerra, retumban... desde otros lados.
Daenerys (Emilia Clarke), el invencible Drogo, sin aletas (Jason Momoa) y sus salvajes acólitos, Ser Jorah Mormont (Iain Glen), Daario (Michiel Huisman), Viserys brother de dragones (Harry Floyd), Missandei (Nathalie Emmanuel), la exótica Ellaria Arena (Indira Verma), Gusano Gris (Jacob Anderson), Oberyn (Pedro Pascal), Doreah (Roxanne McKee), la Vengadora abuela Olenna (Diana Rigg), Ros (Esmé Bianco), la tierna y frágil Myrcella, intercambiable (Aimee Richardson), más exotismo de Irri (Amrita Acharia) y otras tantas ocupantes de vidas ajenas, excepto Las Tres hijastras que las arrebatan en un santiamén, como víboras de Arena o serpientes envenenadas.
Incluso, nombres insignes que dejaron su huella imborrable, demostrando que el que tuvo, retuvo, aunque sea a pequeñas gotas de su esencia en la gran pantalla.
Gorrión Supremo-High Sparrow (Jonathan Pryce), Gran Maestre (Julian Glover), otro gran Maestre (Peter Vaughan), Pez Negro (Clive Russell), Walder Frey target="_blank"(David Bradley), Consejero cinematográfico y primer Cuervo de Tres Ojos (Max von Sydow), Jeor Mormont (James Cosmo), Septa Unella (Hannah Waddingham) y Septa Mordane (Susan Brown), Edmure Tully (Tobias Menzies), con visitas insignes de John Standing, Jim Broadbent, Ciarán Hinds, Adewale Akinnuoye-Agbaje, Ian McShane, Julian Firth, Tom Chadbon, o cameos de Ed Sheeran, Rila Fukushima, Spencer Wilding (Darth Vader)... Esta dicho o escrito, todos pueden ser una minúscula o gran parte, de tu conciencia o imagen pública. Quizás, también la privada o prohibida...

Season 1: Game of Thrones.

El instante inicial que nos acongoja, sobrevuela las copiosas nieves que, aún, no borraron aquellos signos de la masacre. Un silencio de muerte, se ha instalado en Poniente, porque Nadie está seguro en sus calles ni sus credos, tras encuentros asesinos.
Aún así, a pesar de las ventiscas y el tembleque de huesos, la voz de los próximos testigos, se oirá y será castigada cruelmente. Tampoco martillea la de los que atravesaron el mapa desde la pequeña y señorial morada de los Stark en Winterfell, hasta la comandancia de una torre congelada por el aliento del Norte, esperando otro tipo de silencio. O la visión huidiza de un niño cuervo, sofocado por las pesadillas recientes y los futuros universos que atravesará con su mente, entre fosfatos mágicos, la salvia y la sapiencia ancestral de los ancianos, entroncados en su sangre.
Lo siguiente, una garganta abierta al mundo, que haría rodar más de una cabeza, a continuación, una orgía de la violencia, hasta la séptima ingobernable e imparable, que incluía el miedo de una llegada antinatural como la noche de Romero. Hoy solo un bosquejo sobre la nieve. Con viejas, andantes y terribles amenazas que se hicieron tangibles, esparcidas con el tiempo mitificado, narrado en otras eras, libros y batallas. Tan espeluznantes y gélidas, que la mirada azul de un monstruo, no te dejaría helado, sino devorado por dentro y fuera, si es menester.

La muerte se ha elevado sobre las retinas de un niño que se convertiría en pájaro, una familia de lobos salvajes, domesticados por el momento. Podría tratarse, de buen o mal agüero, veremos.
En aquella ventana al pretérito, niño jinete sin espuelas, mutaste a lobo hambriento y desarraigado, de cuatro patas enclaustradas en cuero curtido, o rígido acero para mantenerte erguido, firme la mirada en el futuro, siendo amigo de gigantes con historias de cuento... en cuervo negro de tres ojos, te convirtieron.
Amarillos por rabia y la bilis familiar, quedarían, enrojezidos por la cólera y las lágrimas derramadas, tus ojos no se cerraron, infante lupino. Cuando pudieran haber sido, también, azules como el destino frío de la muerte. Sin embargo, aquel niño al que reconocemos en el fondo de nuestro ser, y sus maldecidos padres que empezamos a apreciar (luego a añorar), se uniría al peligro que le rodea. Al infinito horizonte, tirado desde las alturas y combatiendo la debilidad que se instaló en su cuerpo. Se vistió de negro, con compañía furibunda y protectora, aunque no la necesite en su fuero interno porque, no está solo en su interior. Ni se quedará para siempre sobre un lecho, ni de sábanas mojadas ni de rocas, con tus huesos. No, volará con otros, que junto a su planeo enigmático, se perderán en el futuro visitando al pasado.

Aunque no, esperéis a los caballeros y damas de lo siniestro, previendo lo que se avecinaba tras los cuerpos mutilados de aquella primera jornada. De, apenas, aquellos primeros segundos de aliento de esta serie, antes de la última exhalación. Antes de aquel grito sofocado por el terror al descenso épico, sin alas... negras.
Ni tampoco blancas, antesala del deceso a bocados y la resurrección sin respuestas. Apilamientos de seres humanos, que ya no lo serán a pesar de sus caminatas blancas, de vuelos a ciegas y conversaciones siniestras, que se adelantan a los acontecimientos, observando lo oculto en el pasado y lo meridiano, en el presente. Hijos de lobos, wargos, que comienzan un paseo solitario, repartiéndose los nombres y las estaciones, hacia el amor prohibido, la ira y el odio intenso, el poder del escudo y la casa, de la mano de la muerte y con ella, indivisible venganza.

Ellos, los Stark de Winterfell, serán como los infatigables lobos, robustos lobos que aullarán a través de los vientos que azotan el gran Muro. Una línea pétrea que separa, la vida de la muerte, frío como el acero y el puño del Norte. Se instala, meditando, el silencio de las razas de la noche... are coming! Prestad vuestro juramento infinito, caballeros.
La llegada anunciada de Robert, trae noticias de la caída inesperada y el auge de una nueva Mano del Rey, para enfrentar los nuevos rotos en el horizonte y los horrores que escribieron los antecesores, después de los Primeros Hombres. Algunos de estos problemas incestuosos, proviene de los de siempre, las maquinaciones inequívocas de la Casa de los Lannister y su querencia por el poder económico y político... más, aquella frase reproducida insistentemente, que provoca desasosiego en esta era imaginaria y enferma, que planea Poniente hacia el norte de nieves perpetuas, sobre sus gélidos moradores arrastrando la horrible penitencia, tan reconocible como impronunciable por sus inexistentes latidos: "Winter, va y viene, pum, pum". Nada más.

Aquí, al lado del Cuervo y sus ojos, el Guardián del Norte había caído bajo una tela de araña tejida a sus espaldas, defenestrado y flácido, frente a los rostros de su esposa e hijos, la Mano del Rey queda huérfana, ya que pareciera predestinar a sus ocupantes, tarde o temprano.
Con él, nos veremos a través de su mirada. Muchos otros personajes emprenderán el camino hacia los diferentes estados de la mente o conciencias de la materia, del calor al norte, palpitantes, hirientes o inertes, que iremos conociendo, deseando, despreciando... alguno incluso muerto.

Season 2: Choque de Reyes (y algunos de Tormenta de Espadas)

En el segundo viaje, oteando el Norte desde las alturas de la cama, otearemos los peligros venideros, sintamos o padezcamos en nuestras pesadillas sobre el lecho, pues al despertar, un choque de reinas (y príncipes) espera. Estaremos inmersos en las diversas campañas para desacreditar nuestro nombre.... Los nuestros.
Por lo que seremos perseguidos o arrinconados a una muerte lenta en brazos del amor o el horror, amarillento por la bilis segregada en el interior, en el silencio de la noche aciaga y el frío corazón. El miedo volcado sobre las cabezas como oro hirviendo, esparcido por el dolor como un veneno pululento, desprevenido y cazado sobre el viento, igual que un animal mitológico... Ella, la joven, la hermana del cuervo de tres ojos, tiene muchos ojos de monstruos esperando, también disfrazados bajo caras anidadas, madurando en las aguas turbulentas y macilentas del odio, como hermanos.

Desde el Continente menor de Essos, cruzando el Mar Angosto, hasta la tierra firme de su vecinal Poniente donde se establecen estrategias sangrantes, los tendremos discutiendo o zozobrando, en busca de la obtención del Trono de Hierro. Palabras por parte de sus legítimos y antiguos poseedores, los Targaryen, acciones a la contra. De forma, que los diversos espectadores (o sus expectativas variables cada temporada), quedarán atrapados en sus miserias o prótesis, rivalizarán con ciertos aspectos o camas, y se sentirán reflejados tras algunas de las múltiples facetas o caras, de los movimientos de los contendientes en el tablero, que emprenderán durante estos siete años, el todo o la nada. Cruzando calimas, andando por el desierto, hundiéndose en la nieve, a lomos de caballos y cabalgando entre bosques u olas, sin silla, en otros seres alados.
Mas, la dama de la guadaña deberá esperar... es la madre de dragones.

Cuando nos desplazamos a aquella lejana, suciedad nívea y revitalizada por un toque mágico, fantástico, inmortal, nos tiemblan las canillas quebradizas, bajo la montura. Los huesos rotos, repiquetean con los cascos y espadas, entre respiraciones gélidas como el viento ártico, esperamos con hielo en la sangre, una mirada mortífera. O desplazados sobre una tablilla a remolque de la amistad, en dirección al árbol de esa sabiduría anciana, que indicaría nuestros valores y virtudes, nuestros errores o debilidades, la pasión de esta historia de muertos y tronos.
Empezamos a conocer a nuestros enemigos, las jaurías humanas y las resurrecciones, los cortes, algunos peligrosos aliados que cambian de tornas, las picas de cabezas, las manos. A cada vuelta de la esquina o del sendero, del mar bravío, en cada habitación privada y más brava, sufriremos los partos a vida o muerte, la manipulación consensuada, los hecho en cada cama cubierta de actos impúdicos, las descendencias borradas de la lista, o perdidas en la pena, pérdidas vagando en pena también, en aquellas picas rematadas en lo alto de nuestra mirada. Pérdidas, desencuentros.

En la escalinata de cada nueva subida al trono, con vasos de vino y brillos de cuchillos afilados, se muestras otros empujones al vacío que recuerdan nuestro precipitado destino... Los cuerpos de seres humanos, se van apilando en nuestra memoria, poco a poco, o por explosiones de pasión no contenida o negada, hasta llegar al cielo de nuestra esperanza, con fuego en las fauces. Contra el frío de un infierno invisible, que estaría por llegar, sometiéndose al rigor de miradas gélidas cercanas, casi familiares diríamos, abanderadas por el honor o el poder político y económico.
Levantando un muro de lamentaciones, que nos separa de la sensación letal en la que se encaraman las cualidades más estúpidas, odiosas y fatídicas, de los hombres... y alguna mujer. Desesperada, ninguneada, castigada, maldecida... destronada. No las luchadoras madres, Cersei, ni las putas, Señora de Lannister. Aún no.

Al otro lado del muro, recorre la Guardia de la Noche, inmortal y escrita en negro sobre blanco, sobre recuerdos vanos de aquellas que te vieron venir a este mundo enfermo, sin descanso ni miedo... ni las que te enseñaron a defender tus pertenencias, tu esencia de bastardo y las vidas de los tuyos, hermanos a dentelladas. Si bien, tus futuros enemigos, caminantes invernales, lo impregnan todo a cada paso, a cada liento de madre. Entremezclados con la sangre, de los tuyos, alimentados como los supervivientes de un hecho aciago en las escarpadas montañas, devorados entre sí como lo harían las verdaderas bestias... no monstruos, como nosotros, es la meridiana diferencia.
Posteriormente, los hijos del Norte, mirarían directamente a los iris azulados e inocentes aún, convocando el espíritu ancestral de sus antepasados e identificándose con los wargos buscando el calor de un cuerpo inerte, formando parte de su salvaje y mítica naturaleza. Dos naturas entabladas, blancas y negras.
Un cachorro para cada cuál, cada pieza valiosa en la defensa, y todos para uno... seremos una manada de guerreros, preparados para combatir unidos a nuestros diversos enemigos. Seremos depredadores, manteniendo a la familia y protegiéndola, seremos camada y colmillos.

A la pérdida de uno de sus dedos, y algo superior, pregonamos que próximos ocupantes, pueden ser escasamente longevos también, preguntad por consejeros del pasado, dentro su Torre de la Mano (en Fortaleza Roja), tras hacerse con la insignia, o al mismo Tyrion Lannister, en sus consejos privados y leyes ejecutoras, de los que sale requemado y fugitivo. La rivalidad eterna entre Stark y la familia Lannister, es lo que tiene, ha dejado vacíos inolvidables que se enmarcaron con castigos elevados y sobre conspiraciones falsas, en vuelos a la perdición o entre la oscuridad de habitaciones prohibidas.
Un nuevo rey de los Stark conocido por Robb, que no refrena su lengua, estrechará la vigilancia entre los diferentes elementos esparcidos sobre el tablero, una vengativa y cabal viuda Lady Catelyn, ataviada de negro y cuchillo afilado, Jon protegiendo a su amigo Samwell Turley en el Muro, de lamentos e increpaciones raciales; con Tyrion de la mano, sin ser Mano con mayúsculas, todavía, con piezas emigrando por la salvación o la injusticia. Pero, pronto deberá dar parte de la cara por defender su posición frente a la acusadora y arrebatada Cat, acusado y detenido en el Nido de las Águilas.

Mientras, mi Bran postrado y sin ninguna percepción del pasado, ni del futuro todavía, flasheado y inhabilatado, en recuperación motriz superior, sentimos a Joffrey empoderado frente a su enfática madre de los Lannister, la revoltosa irascible Cersei la Bella, y la Bestia en una, en el punto de mira de los Targaryen. Intentando una unión dothraki por otras cálidas manifestaciones.
Más allá del desierto y la falta de agua, sin embargo, los males de esta familia no acaban, llevando a Viserys a una visera costosa, por increpar a su hermana protegida por el gran Khal Drogo, que terminará supurando debilidad por sus heridas y la magia negra, de no sé dónde.
Por contra, los de siempre ya conocidos por todos, interceden en las conversaciones y provocan situaciones erráticas, como la revelación de la paternidad de reyes prematuros, traiciones en la penumbra Stark, preparativos de guerra ocultos y nuevas armas, discrepancias de aliados poderosos como los Frey de Walder, cuando otro ejército se prepara para encaminarse a los Siete Reinos.
Tyrion es ordenado de la mano de Tywin para controlar a una pareja inestable y llena de prejuicios, una más que el otro, aún con mano y sin guantalete pesado. Es el momento de una guerra abierta, que lo será más.
Gracias a ideas explosivas de los extraños combatientes, para que Stannis en Rocadragón y su amante, la roja Melisandre de fuego, la pudiera perder frente a los Lannister de nuevo. O gracias, a los consejos de esta pequeña Mano, manteniendo en raya al joven y estúpido rey, incluso, por encima de las palabras de su madre y los desprecios, los insultos y vejaciones, recordemos que es un reino repleto de matices machistas y acciones que, hoy, serían condenables en un tribunal.

Esta temporada, también significa la entrada en el tablero, de una pieza en continua metamorfosis, que va a cambiar las perspectivas de algún protagonista con ansia de aprendizaje y algo más, algo metamórfico. Por supuesto, se trata de Jaqen H'ghar y su consejo susurrado a través de Braavos: Valar Morghulis, podría servir como ayuda o amenaza. Depende del número de enemigos. Que, por otro lado, algunos identifican con otro personaje que pronunciara aquella frase: “Hay un solo Dios y su nombre es Muerte".

Season 3: Primera Parte de Tormenta de Espadas.

Esta tercera promete bajo los tejados y los arcos de salas, en las almenas de castillos medievales; pero, se complica sobre las arenas de un desierto, como el Sur africano, se enroca en las torres de invierno. Enemigos mortales, se enredan en una madeja elástica, donde en ocasiones no se ve principio o final, donde las estrategias económicas marcan los siguientes movimientos. Año tras año, secuencia a secuencia, palabra a palabra, se instala la guerra.
Por encima incluso, de aullidos de ultratumba que no acaban de romper las disquisiciones o necesidades ocultas, en una magnífica obra de la literatura universal, pues, aquello inicial que fue desmembrado, ya no podrá volverse a unir ni rodar de nuevo... o tal vez, sí. ¿Quién conoce el futuro...? Él, solo el pasado.

O acaso, se alguien pensó en primera instancia, que dos entidades tan extremas y distanciadas como una Targarys y un dothraki, se podrían fundir de aquella manera indivisible, que la fuerza bruta se complementaría con el aliento ígneo de unas gigantescas fauces o una cabellera rubia, la educación con ejércitos salvajes... Con Jaime capturado, esperando una ejecución muy particular, los Lannister han contraatacado con barrotes impenetrables sobre las hijas de los lobos. Justo a tiempo, para oler la chamusquina que la posible sucesora ha emprendido muy lejos de allí, acabando con la vida de zombie de un bárbaro sureño, matando a la bruja, que le dejó en dicho estado y empollando a sus futuros hijos, madre de tres dragoncitos, sin sentir un ápice de calor o daño por quemaduras.
Aquí, va a pasar algo en los cielos... enorme y elevado. Aún, con todo ese poder recalcitrante de sus antepasados, Daenerys tendrá que buscarse aliados y un poco de líquido elemento para sobrevivir... alrededor de esa expresión que formulará un estado de ánimo alterado o Valar Morghoulis.

Estamos en la antesala, de la denominada por el novelista, Mr. Martin, Guerra de los Cinco Reyes, aunque no posea la misma estructura, no lineal, de los libros. Con un Bran Stark, que gobierna en la penumbra particular de su silla, a la espera de la vuelta imposible de sus hermanos mayores y la clarividencia absoluta, cuando experimenta sus primeras y breves percepciones del más atrás. Mientras, unos grupos o bandas de otra naturaleza, se dejan asomar por el Norte, existe una purga existencial y fundamentalista en Desembarco, una fuga del brazo fuerte de un herrero, la desesperada huida de Theon, gracias a la intercepción de un tal Ser Davos que toma fuerza en la serie, los Greyjoy una familia que nos dará que hablar en el futuro, y padecer con violencia... como la maldad que se aproxima desde la blancura azulada.
Inquietos, nadie e incluso la futura "Nadie", se esperaría lo que está por ocurrir en la Fortaleza Roja, viendo la extraña pareja formada por Arya camuflada y una Big Mountain de músculos inestables, que irán mejoran con el tiempo y los golpes, ni los presuntos matrimonios de la viuda Stark o del escurridizo consejero de Tyrion, ya mosqueado sobre manera con sus insultos o tejemanejes. Ni este curioso triángulo, compuesto por un tal Renley, Margaerys la usurpadora y el ínclito Loras, en prisión. Por el otro lado Lannister, la unión de Sansa es repasada con ultraje matrimonial, con un mirón de excepción y ponzoña de represión en los látigos.

Sí, hermanos oremos por los caídos en batalla, por los heridos en miles de ellas, por juicios guiados por la guillotina, incluso, por aquellos que fueron rechazados por otros hermanos, o hermanas. Por padres y lobos, que empiezan a comprender su error... por los maltratados fugitivos y salvajes de extramuros, por el tablero y sus reinas.
La fe se multiplica, cuando los muertos nos acechan por las noches o la ruina atraviesa las paredes de nuestras desvencijadas casas, no la de los señores del acero, que se encargan ellos mismos, de traerla o enviarla a nuevas localidades aledañas... Incluso, a cientos de kilómetros, al norte, esperando que la guardia termine con ellas o algo desconocido, salvaje, macilento, enorme, pútrido... aparece la unión en su contra. El horror, de aquella señal de peligro, tendida y desnaturalizada sobre la superficie nevada, era una advertencia de lo que estamos viviendo, de lo que no esperamos, mientras algunos se encargan en condicionarlo y enrevesarlo todo, en revolver los miembros cercenados en batalla, hasta dejar el futuro casi irreconocible... esperando la Muerte y su Lord.

Entre los borbotones de sangre y otros fluidos, se enlazan las maldiciones por amor u odio, se visualiza otro tipo de horror que proviene de nuestras propias manos, o ensucia las de su consejero en Desembarco, o Mano derecha; separa la memoria de nuestras vidas en la naturaleza, alejadas de la envidia y el deseo, del dolor y la lujuria, de la esclavitud y la ira, de la falsedad y la necesidad, del fracaso y prepotencia.... el que desea muchas cosas o almas.
Por supuesto, vamos conociendo historias paralelas, afluentes de la gran batalla que se planea entre Cinco Reyes, si bien nos falten algunos flecos épicos y secuencias poderosas. Se magnifican los diálogos épicos, que nos enseñan distintos valores en la condición humana, a los que el público se acoge o repudia al verse reflejados intelectual o socialmente, en sus superficies de cara al resto, o a través de sus pensamientos internos. Personajes como los Inmaculados aparecen en las denominadas Ciudades Libres, tras batallas versus dothrakis y las fuerzas esclavistas de los Hijos de la Arpía, tomando una bebida energética o vigorizante, tras su lastimosa pérdida. Promoviendo nuevas purgas sobre las Arenas, donde se roban dragones, no sin impunidad, con látigos de nueve colas, se someten conciencias en urnas herméticas como cajas fuertes. Son guerreros impávidos, de estilizada figura. Se van aproximando... los hijos de la guerra.

Season 4: Segunda parte de Tormenta de Espadas (y capítulos sueltos de siguientes libros)

Las noticias van llegando arrastradas como las plumas al vuelo, por encima de las cabezas cortadas, los miembros rebanados y las tripas, saliendo del organismo para dar otra vuelta, de tuerca, a nuestras percepciones del Mal. Se genera de este a oeste, de esta enquistada isla superior, desoyendo una confesión descarnada, frustrando los impulsos de otra ejecución filial, por lo que se verán sometidos a acuerdos y recuerdos aciagos. Pero, desestimando cualquier tipo de misericordia, ante una debilidad, posible deserción o traición al nombre de la familia, emprendiendo nuevos caminos hacia el conocimiento y la aseveración de la inconcebible amenaza, para algunos.
De norte hediondo en el aliento, se arrastran sin desear el dinero de un sur endiablado, cegado por el poder de una Mano o Consejero en la Moneda y otra en pérdida, revistada de guante metálico, pero ortopédico. Siempre prevaleciendo el trono de Hierro, intacto y eterno, en las conversaciones confabuladoras y sobre los rostros emergentes que saldrán desde Poniente, a las elevadas fortalezas de otras casas (enumeradas algunas) y pertenecientes a las poderosas familias de estos Siete Reinos.

Sin olvidar, a esos seres (no del inframundo por ahora) que pululan o retozan alrededor de la carne, de los insectos que contagia enfermedades susurradas al oído, o de las ratas que se alimentan como pueden en las calles de sus ciudades medievales o sucias... o aquellas que, simplemente, abandonan el barco por diversos motivos... desvaríos políticos o amorosos, conjuras de voces en penumbra, rivalidades etimológicas y genealógicas, robos, asesinatos, venganzas, rendiciones o búsquedas de fortuna, en otros lares. Atravesando el dolor, el miedo, el deshonor... y el mar bravo o Angosto.
Con ellas, las palabras, que remarcan encuentros fortuitos y luchas esperadas, coronaciones y batallas de estirpes ancestrales en los albores de esta civilización, imaginada. Rezos lapidarios y peticiones imposibles, que dejan fisuras en las sociedades, frases confrontadas por la sangre de sus parientes y la historia de sus monstruos. Alardes de metal fusionado y afilado, entrechocando en nuestras cabezas que piden más leña arrojada a la pira funeraria, o el fuego de sus dragones.
Ahora separadas, esdrújulas en odiseas interminables, sobre un revoltijo de honor, lujuria y tripas, enredadas por extrañas conveniencias, que engendrarán nuevas noticias, allende los mares, y parirán ejércitos gigantescos.

Proliferan las ancestrales religiones, semejantes a los ecos reales de ahora, elevadas a los altares del poder y la gloria, deshonrando la caridad y misericordia, peleando con la fuerza del músculo y desdeñando la fuerza de la mente, lapidando la esperanza o la empatía, despreciando la salvación, esa que no encadena o mata, sino que libera... salvo excepciones que van a pasear sus miserias entre la muchedumbre. Esa misma que desprecia la inteligencia, pues, se para de mirarse por encima del hombro, que los vio nacer o amamantó, y lo golpean con la destreza de un maquiavélico engendro, hasta hacerse valedores de su honor tortuoso, enfermizo, odioso, temible, en algún momento sádico o patético, risible inclusive.
Y, por tanto, se coronan sacrílegamente, elevándose como verdaderos dioses temidos, todopoderosos y sus egos, más aún. Caerán nombres de segunda fila, volarán por los aires de golpe, diversos miembros de esta nobleza que es protagonista, se verán las caras (o algunas no) con los Caminantes, invisibles hasta ahora, uniendo sus fuerzas con los salvajes de Mance Raynar.... como si no lo desease.

Los movimientos cada día, son más enrevesados o imposibles de mantener, combinando los diversos colores y barajándolos de nuevo, hasta confundir la visión de las cosas, cegar con creencias, alterando los primeros cambios por otros más dramáticos si cabe, mutando lo bueno en malo, y viceversa. ¿Menudos movimientos...? Saltos que van desde la gran capital a dramáticas retiradas, al encuentro del aliento de la "dragona", pasando por mil vicisitudes, donde triunfa los actos machistas o la violencia genérica. Problemas y pesadas cadenas, que irán desde las estratagemas marítimas, encarcelamientos y emboscadas fluviales, a contagios inimaginables de los llamados Hombres de Piedra... encuentros inesperados y trifulcas perrunas en cantinas, entre caminos cruzados. Desvaríos de la mente, en aprendizaje de cuervos, y cacerías de lobos.
Desde promesas hechas al viento, a una confesión descarnada, bajo la hoja afilada de una espada, empuñada por el puño de hierro de un norteño, cobijado bajo las pieles del venado cazado o el depredador salvaje, todo el odio empieza a moverse. Antes de estar caracterizada con la flexibilidad de un asesino silencioso, agrandada por la nobleza de la estirpe y el recuerdo de la paternidad arrebatada. Amantada por los pechos de una loba y defendida a capa y espada, a golpes y borracheras en torneos disparatados, entre justicieros e injustos. Ella crece.

Reclamando, el honor perdido o las tierras venideras, con sueños de putas, deseando los galones de oro prometidos y galeones rápidos para su era tecnológica, con esas damiselas a su servicio y resaltando la obra patriarcal, con vino más sexo, excesos de la vida, casi imposible en este mundo... incluso, la necesaria libertad. O la venganza.

Quinta, no vencida, entre Vientos de Invierno.

Posiblemente, una de las más emotivas o espectaculares.
The King in the Nord, gritaban con algarabía, cuando los hermanos más reclamados en principio, parecen desligarse o fallecer en manos de los tendenciosos o elucubradores, cuando asestan el golpe de gracia al rival, que es el padre.
Los ojos de otro joven elegido, ya no estarán tan animosos o impertérritos, porque ha conocido lo que existe más allá de la frontera vital, de la empalizada que separa tu vida de la resurrección... además, de ser visitados por otros en la letanía, que se muestran cada vez más fríos y distanciados de tu sangre, o no.Los padres ya no existen, porque se mueven con la misma frialdad, que los blancos, y esa mayor necesidad de derramar tu esencia, para mantenerse de pie y nutrirse, como las plantas lo hacen del suelo, sin avisar ni prescindir del arraigo o el nacimiento, al menos el físico, no el emocional. Es decir, alimentado por el esfuerzo en la batalla de sus hermanos, o mediante la carne de ellos, no dejarían esta vez, ni los huesos. O sí, para airearlos de nuevo.

Todos los espectadores, incluso los cuervos aparentemente impávidos, los hermanos enfrentados, los hijos maldecidos, las hijas cambiantes... lo estábamos esperando. La presencia. Ya llegan las almas... sin pena. Se acerca y respira, o no, el impávido invierno.

Sam es el héroe nada imaginado, el curandero de piel y corazones, por su hermano, no amigos de los anillos en otro libro. Por lealtad y comparecencia del vidrio del dragón, por un golpe de suerte. Por su creciente paternidad y amistad, comparable con los demás Sam de aquellas, otras Compañías... Igual que la espada valyria que traspasa las manos y los huesos de enclenques enemigos, no apriori.
Paralelamente, por esta quinta entre Festines de Cuervos y Danzas Dracónicas, veremos a hijos de Arpía, luchando contra Inmaculados, liberados como un Gusano grisáceo, arrebatado de sus tentaciones sexuales, aunque no de lengua. No de su brazo armado, para levantarse contra la injusticia y el ultraje, la protección de la amada, añorada.
En las tierras del Sur, aparece la imagen sensual de una mujer de nombre Ellaria y sus hijastras, maestras de la lucha genérica.En el Norte, desnortado por las bajas temperaturas y las otras, se aproxima una elección que dejará a muchos petrificados y otros mortecinos sobre la nieve. A la hermana fugitiva en una extraña casa en Blanco y Negro, con caras colgando de las paredes y una Niña Abandonada, que se las hará pasar p...

Encarcelamientos esperados por ilegítimos deseos, al trono u otros, liberaciones de hermanos incomprendidos, quemados en la hoguera que son salvados a base de flechazos, amores que seducen al lobo solitario, en busca de nuevas camadas o compañías... ya llegarán, más tarde quizá, en otra hora y estampa... Tal vez, la de Rey.

Season 6... Final de Libros, por ahora.

El problema de comenzar a ser originales, ahora, es que el siete puede transformarse en una auténtica pesadilla, a pesar de los seguimientos iniciales y el suspense que se incrementa, como una tormenta de nieve imparable, como un círculo de muerte que nos rodeara.
Aquí los pecados, se pagan con penitencias y deshonra ante la masa enfurecida, las creencias se caen como naipes o comodines, arrojados por un ojo abierto al pasado, la ofuscación familiar crece ante las idas y venidas de sus protagonistas, su resurrección increíble frente a la traición inesperada o la resistencia orgánica de otros que aún colean, que fueron afluentes y se encuentran en las puertas del infierno, blanco. La tristeza ilusoria, con que deberían haberse empezado a contar las cosas de los Siete Reinos, las siete vidas o la séptima temporada... he dicho, u Hodor. Aquel que habla poco, para expresarlo todo.

Los malvados, con acento en el Mal, se endurecen hasta límites insospechados y derrotan a todo el que se acerque a sus perros, te llames Stannis o seas un isleño no convencido de su resistencia mental, o de su fuerza moral de cintura para abajo. Por ejemplo, la bella Margaerys acepta sus pecados, en el sentido reiterativo de la jefa de los Lannister, el Matarreyes sella su amistad con un Pez Negro de la casa Tully, la oveja negra de la familia plateada, el Caballero de la Puerta, Ser Guardián de las Marcas del Sur. Los nobles Stark se ven obligados a una lucha encarnizada con los Bolton o lo queda de ellos, pedacitos. Mientras, el Septo Baelor explota, por incompetencia y odio en las alturas cercanas de la Fortaleza Roja. Más, llega el Invierno con mayúsculas.
Daenerys pasa de las Arenas y los esclavos, pasa de los acuerdos de su Mano (que empieza a hacerse números o cuentas de muertos), porque no tiene tiempo para alimentar sus verdaderos deseos, ya nada ocultos para el resto, sino vitoreados. Su mirada y sus dragones, por encima de Khales o cuales, de viciosos y gladiadores del honor, de esposas olvidadas u horteras de arena, de padres e hijos que no quieren conocerse, de eunucos u otros hombres pequeños en estatura moral, de serpientes, no aladas. No atesoran, inteligencia ni pragmatismo como el tuyo, solamente Guardias Reales alejadas y camufladas milicias con fe, erúditos de la mentira e inconfesables relaciones, entre el amor y la gloria, dinero... La enemiga aguarda.

Cuando quieres confundirte con "Nadie", acabas herida o con el recuerdo de un Frey. Cuando, otros nuevos reyes se enfrentan a pájaros de mal agüero y terminas saliendo por la ventana, debido a mordeduras no esperadas del corazón, que no superan la longevidad de otros padres arriesgados, ni mucho menos. Este golpe es de los que cuesta superar, pero la pareja de pájaros enamorados (hasta hoy), se recuperan a base de sacrificado espíritu y santificado placer por el poder absoluto. En contradictoria imagen de un héroe a la fuerza y la madre de sus futuros hijos, presentándose en un hogar abandonado por desencuentros, y ahora, aumentando por motivo de desprecio salvaje, quizá por que sus cimientos se alzan sobre el racismo y una Colina llamada del Cuervo, esto es, un asunto demasiado negro.
Otros pasodobles, de sangre y fuego visceral, nos marean con sus inconsistencias, son Theon y Asha, Jon y Sansa, atraídos por el placer de la venganza y sus diferentes personalidades, para recuperar los amores, las casas y la hegemonía sobre sus rivales. Múltiples y resucitando por doquier. Mientras, Arya a lo suyo y su lista, a la misión que vio encomendada desde aquel desagradable capítulo, que traerá más tela que cortar... y carne.

Pero, sin duda, esta sexta quedará marcada por la extraordinaria vuelta a atrás, en la mirada del fiel Hodor y su forzada cerrazón, quizá próximo a los gigantes y su fuerza que, en cambio, no puede detener la entrada en su mente regada de inocencia, por parte del poder de un Cuervo de Tres Ojos. Amigos para siempre, a pesar del en la salud y en la enfermedad.
Algunos maestres pensaba que la reina cadáver del Rey de la Noche pudiera haber sido en realidad la hija de un Rey Tumulario, mas la serie indica que los Hijos del Bosque, lo crearon para defenderse de los Primeros Hombres y su capacidad nociva, para destruir la naturaleza. Después, el suceso se saldría de madre, y el Rey de la Noche empezaría a resucitar su ejército blanco, de incansables caminantes y sus esqueléticos animales, emitiendo su cántico inmortal.

En otro sentido, en el siete quedará meridiano... Habemus, nuevo choque de Reinas. Blanca y negra.
Ha llegado... el inevitable 7 o roto para descosido.

El dolor lo impregna todo, en la vida y en la muerte también. Con sucesivas embestidas de violencia física y psíquica, destrozando los cráneos y rebanando los cuellos, derritiendo cascos de oro sobre ellos, fracturando columnas y descabalgando a sus jinetes, con un golpe definitivo. Se mezcla con las estratagemas viciadas y las marrullerías, las chulerías y la soberbia, destrozan los signos valerosos e indica el agobio de las huidas, de los desplantes caracterizados, los engaños y los destierros forzados, el honor y la displicencia, aumenta con los gritos de una violación, de una expiación o una excomunión, de una vejación o de un sacrificio. Porque el dolor sobrevuela a los protagonistas convocados, a una fiesta de la sangre y el miedo.
Otros manipuladores se encargan de las voces, que intentan sofocarlo con indicaciones indiscretas, con falsedades al descubierto y traiciones que, nunca, serán desveladas. Al menos, en la dirección deseada, sobre tramas oscuras como un pútrido meñique cortado, acólitas opiniones justificadas por su orgullo o altanería sin fin, demostraciones de odio injustificado o puede que sí, depende del color de los ojos y el dinero. Se esconden en sentimientos, en relaciones parentales o fraticidas, combinan en brebajes multitudinarios, frustrados nonatos, provocan duelos al mediodía y corta cabezas al atardecer, cuelga de sogas o camas tortuosas, combates gigantescos, leyendas demoledoras, enormes como una montaña o voraces como un perro rabioso... Provocan desmembramientos, conversiones, muerden con colmillos o destrozan con garras, de animales y otros seres imposibles, gore poco digeribles para algunos, mares incendiados, arterias como fuentes, ríos de inmundicia, muertes de hambres y muertos hambrientos.
Todo es posible en la casa del señor... del verdadero espíritu norteño, El Señor y Rey de la Noche... la de los muertos vivientes.

Con 19 directores distintos, contemplando un montón de episodios y frases amontonadas, pareciera que en la séptima Alan Taylor con 1, Jeremy Podeswa, Mark Mylod, Matt Shakman con 2 cada uno, han pecado de un montaje caótico, de palabras sueltas y escenas algo repetitivas sobre la marcha, la acción de un grupo que debiera haber sido mítico.
Por otro lado, algo decepcionante la poca resistencia de una multitud de Caminantes Blancos, plomizos y quebradizos, como dedo Meñique. Lo peor, algo aburrido. Particularmente, pienso que este penúltimo peldaño o Compañía de la Muerte, debió empezarse a gestar desde el cuarto capítulo y desde ahí, crecer en épica o heroísmo bélico, empezar a visualizar las estrategias al Sur, complementando su odisea en la nieve y el hielo, la espera... las complejas relaciones de dos bandos enfrentados, con una amenaza mayor, que se frota las... falanges. Son los hijos de Sauron, más macilentos. Es verdad, que nos espera una sorpresa, a los no espabilados o despiertos, pero, no es suficiente.

Espero que se remiende, pero, ha dejado huellas no tan inmaculadas en nuestro pensamiento... bueno, al menos, el mío.

Game of Thrones Soundtrack, by Ramin Djawadi:

Cinemomio: Thank you

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