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miércoles, 24 de mayo de 2023

The Sandman. Season I

 


El Tiempo no es retornable... salvo para los Esenciales de Marvel, y Jack Kirby que aportó su rostro omnipresente ya al mundo del cómic. Tanto es así, que sería años después, tras paso acrílico-narrativo por DC Cómics, que Neil Gaiman los devolvería a la eternidad contemporánea de un Universo finito en los puestos de intercambio (recuerdas en España, no) o los quioscos. 

Tal que aquellos, que los filósofos y escribas griegos, llamaron los Primordiales y que partieron de la noche o la obscuridad, han ido siguiendo los designios de antiguos escritos evangélicos que pasarían a bíblicos. Aunque su raíz sería más arcaica y sepultada por el desierto, ya que en jeroglíficos hieráticos y religiosos de la ancianidad,  existían las bases metafísicas de ese orden pétreo de rigor, hace milenios en la era protodinástica del Antiguo Imperio de Egipto.


En el reloj de arena de los comienzos de aquella nada, no había ruido o no se escuchaba tanto en el espacio vacío. No como ahora... que todo es conmoción, protegidos bajo nuestra atmósfera contaminada. La evolución puede voltear con el tiempo y, en forma de implosión evolutiva, comenzar de nuevo como si fuera una sucesión de partículas primordiales que siempre derivarían a continua marejada o a la sopa esencial. Así conformar enlaces de elementos químicos, con propiedades físicas y la misión de desarrollar otros organismos mayores. Siempre regidos bajo la ley universal de la gravedad y el movimiento cíclico. Aunque los superhéroes o dioses, se las saltasen a la torera.

Hace ya muchos, muchos amaneceres, y mogollón de miradas al cielo, a decir verdad... que esta historia comenzó su camino, como The One Above All, sin saber muy bien su procedencia más remota y poderosa. Sin embargo, apenas unos días ha, que se cumple la efemérides del estreno de una película, que el año próximo cumplirá 30 añitos ya... y que rivaliza en inmortalidad con sus descendientes. Alguno de menos (años) de los que procedería la condena justiciera eterna de su cautivo protagonista, Eric Draven representado en unas historietas de un semidesconocido James O´Barr. 

Se trata de la película de culto The Crow de la reconvertida Miramax, por supuesto, que viera el Sol y muchas estrellas más, y se convertiría en una revelación sacrosantea de cinémifos por la acción en su momento, aunque su protagonista espiritual tuviera una raíz más terrenal en inicio. Ah, y su amigo alado que remonta el vuelo de celtas o vikingos.

Reconoceremos que su primer visionado, fue algo mágico... Sin embargo, estos personajes de características lánguidas y sinuosas, almas mefistofélicas en pena y de aspecto estilizado con estilo gótico, vengativa piel cenicienta o vestidos de luto riguroso en el alma, se iniciaron más allá de los ochenta o noventa. 

Podemos remontarnos a Georges Méliès o el español Segundo de Chomón, para encontrarlos en acetato con ellos. Estos diablos disfrazados de atribulados monstruos, con una misión superior que soliviantan a la población... comprobado en la útlima serie que incorporo en mi ránking, de la que no puedo hablar. No sé si por autocensura propia o contraindicada por los enemigos. Todo es cuestión del pensamiento woke... En fin, luego aterrizaría el Gólem, arquetipo del control mental para difundir el terror en los seres humanos, donde la cinematografía se fijó míticamente en el primer Prometeo universal reconstruido a base de material inorgánico y terrenal. 

Y nuestro querido monstruo de Frankenstein de Mary Shelley con sus especiales pensamientos y su mirada lánguida, enajenada o no, dudas existenciales y malentendido por la comuna, siempre cercanos a Nos. Hasta que llegó su novia que mutó en algo mucho peor... o infinitamente mejor... Otro señor oscuro, desquició al personal fechas después con el expresionismo alemán, sería el hipnótico Doctor Caligari y su gabinete, dirigida por Robert Wieney arranca con turbulencia psicológica y manipulación, mientras que al personaje mortífero de Las Tres Luces de mi querido maestro, Fritz Lang, se le aparece la danza... ya sabes cual, la final. 

Indudablemente, todo el mundo, más arriba, más abajo... la tantea, tarde o temprano.

Esa Muerte, que sería disfrutada en iluminación por maestros como Douglas Fairbanks, Alfred Hitchcock, Luis Buñuel o Mr. Bergman. Quizás en ella, se fijarían los ojos persuasivos, imperturbables, salvo un rigor de labios gélidos y fauces amenazantes, para retratar aquella sombra alargada de sus garras, es decir, la figura del Nosferatu, de Friedrich Wilhelm Murnau.

Gracias a las letras tenebrosas de otro escritor de aquella "maldita" casa, John William Polidori maldijo en su novela de 1819, al monstruo mentalista y sanguinario, que guiara la descripción epistolar, más gráfica y levemente histórica, de un Dragón de fuego, viajada por Bram Stoker en 1897. Sí, rojo como el mismo demonio... que sale del subsuelo en varias ocasiones, como en la serie Good Omens, ya que estas series están conectadas por mil y un motivos, excepto uno, el humor; mientras el contrario encarnado como la túnica, bata, que llevara en la penúltima versión Gary Oldman, es indestructible al paso del tiempo y el próximo Mr. Francis Ford Coppola. Otro maestro cineasta del que esperamos su último trabajo, titulado Megalopolis para construir los cimientos de un infierno de luz y cemento. Dicen que está siendo una pesadilla, ya veremos y deseamos.

Bueno a otra... la última es la particular historia del Renfield adiestrado, vitaminado con detritus de mosca, dando hostias como panes y parafernalia de ayuda grupal, en la piel del actor Nicholas Hoult, en forma tras La Favorita, el romántico Tolkien y El Menú, frente a la mirada turbada de Nicolas Cage, al borde de bordar su papel. Relamido, corrupto de batín rojo, crítico radicalizado  de la condición humana, comediante en negro total. Un color ataúd caoba, que hace juego con su tez tostada por el sol, mañanero, como que quema el tiempo como si hubiera revivido a aquel apartamento tragicómico de, Sueños de un Vampiro. Aquí, puede llegar a estar monstruoso, magnífico, bajo las órdenes del director Chris Mckay, también guionista de la nueva Dragones y Mazmorras.

Y otra conexión curiosa es el actor primero, estará en la nueva versión de Nosferatu con Bill Skarsgård y Lily-Rose Depp, a través del ojo del hombre del norte, Robert Eggers, guiado por su haro y su pensamiento brujeril. Hala, ya está. Bueno no... me meo en los que quieren mutilar La Vida de Bryan, de los mejores Monty Python... ahora sí.

Continuación... fundido muy negro.

En otro tiempo, demasiado largo para algunos a los que rechina el color... de la sangre, vendrían todos los vampiros de la Hammer y su sed milenaria, con el jefe a la cabeza, Don Christopher Lee, tan apolíneamente malvado como sugerentemente adictivo. Que empezaron a revivir de sus tumbas a todas la criaturas infernales desde los miedos de la Edad Media y leyendas de tiempos vestales, a las páginas del Creepy o las historias desde la Cripta. Bastante más esbelto que Bela, volviendo al brit. 

Bestias infrahumanas que repercutirían directamente en la cultura del zombie, y otros ejemplos longitudinales, apolíneos, de complexión amenazadora y siniestramente oscura, desde Mr. Hydes, Garras Humanas de circo, hombres de mil caras y los que ríen, de Todo. Los que dieron lugar a Caballeros Oscuros y risueños Joker´s, incluso a la rostro pintado de Draven, el Cuervo del Rock eléctrico. Y claro, como no reconocer en él, aquel con puñal-micro en mano en la canción Somebody Super Like You, de Harold Oblong en imitación Mr. Paul Stanley. Hey!

U otros siniestros, influenciados por facultades especiales u oníricas, otorgados por aquellos dioses de mitologías ancianas, egipcias, helénicas y romanas, en sus valhalas particulares... establecidos con máquinas de resurrección, monstruos devoradores de almas penitentes con rostro animal o, incautos pecadores que sufrirán castigos interminables... sólo basta recordar a Dorian Gray, y a los cultistas de Hellraiser con su universo particular de la carne... a Sauron y su cohorte. 

Aquellos dioses que dando el salto, no se sabe muy bien cómo, ni por que vía... se instalaron en otras sociedades, conciencias y concepciones religiosas. Así como reflejo de múltiples referencias narrativas y visuales en la literatura y el cine. Incluso, pasando por la cultura universal del noir, tal que detectives resurgidos de la niebla en los muelles de Londres, frente a un siniestro Jack el Destripador en From the Hell (no, no hablaré del otro...)

O como lo serviría en bandeja de  ´plata` al mismo Sherlock Holmes en numerosas ocasiones, tras caídas frustradas del narco. Como vengadores de gabán humphriano femme fatale, aquellos confeccionados por Mickey Rourke en El Corazón del Ángel enfrentado a un diabólico Robert De Niro y su sombre pelahuevos, inolvidable e inquietante... lo contrario a Paul Newman, tú. O el de Sin City de la novela gráfica también de Frank Miller, o los azotadores del mal, Salomon Kane de Robert E. Howard (pater de Conan), el investigador de lo paranormal John Cosntantine de Alan Moore y, no podía ser menos, el Blade Runner, Harrison Ford guiado por la batuta de Ridley Scott... Entre esa delgada línea de la vida y la... Muerte.

Salve Blade, vuelve... Diabólicos entes que despiertan durante la noche y sus damas oscuras, alquilando su alma al diablo y al ente sexual, como mi distinguido Fantasma del Paraíso de Brian de Palma, basado musicalmente en el cautivador personaje de la Ópera parisina de Gaston Leroux. Al igual que lo distinguió sobre pesadillas Alex Proyas, con la guitarra a los hombros por los tejados en 1994, y volverían a reconstruir su mundo de obscuridad sinuosa, inmemorial y algo de surrealismo caótico, en la otra obra de culto titulada Dark City. David Bowie vampírico y los Feyd-Rautha Harkonnen, de los Dune. Amén bros, rockandroll \,,,/ 

Por descontado, no debemos perder de vista a Tim Burton y su renacida CatWoman, con la más que sugerente blancura de Michelle Pfeiffer, ni a su Eduardo Manostijeras que inauguró el romanticismo negro en la década de los 90 y proseguiría con el guión de Pesadilla Antes de Navidad en 1993 y su Jack Skeletor, otro bluesman, dirigida por Henry Selick. Del cual tenemos referentes pasados magníficos, Coraline (prima de Wednesday, of course) y sus padres alargados sin ocelos de insectos no pensantes, y que nos proporcionó otro sueño hace poco Wendell & Will, coescrita por Jordan Peele... prometo que me pondré con ella en breve.

 

Bueno liquidado... bueno, ¡no! Porque el tema recurrente de la lucha eterna entre el Bien y el Mal, con tintes dantescos y más elevados aún, nos tiende la trampa hermética y clásica del Apocalipsis, con su última Gran Batalla en referencia al conocido Armagedón, nombrado tantas veces históricamente y por los personajes de Nail Gaiman. Ahí tenemos muchos antecedentes, en los que uno de los protagonistas de este escrito, es adicto en anteriores narraciones y presentes adaptaciones de tele... que es otro dragón de la fake-actualidad con sus jinetes coloridos y bocas infectas. No en las series, sino en la eternidad de las calles, que son otro cantar de los cantares, en busca de la redención en pantalla. 

De ahí, hasta despertar el Neo-córtex del universo Matrix y Star Wars... wake up! Y eterna batalla Marvel vs Dc. Comencemos seres de luz...

Antecedente... ¡Acción!

Dentro de unos meses, se aproxima la fecha del nacimiento de un agnóstico cinematógrafo, sueco universal y experimental, de nombre Ingmar Bergman. Él, un hijo de pastor luterano, que siempre anduvo intrigado con cuestiones relacionadas con la fe y ese pensamiento metafísico moderno de la duda existencial y el castigo. Como se atribulara visualmente, en la casi homónima pesadilla de Funny y Alexander, donde la analogía infantil es evidente, máxima de la parafilia del mismo niño dentro de los  Bergman, con padrastro de similar estancia religiosa al padre del cineasta. No a la violencia... Es otro giro anterior, grano en el reloj de la Obscuridad, donde se deslizan los diálogos ejemplarizantes de El Séptimo Sello, con aquel reclamo indulgente de la Señora Oscura al final, encaramada a la primera pandemia medieval o peste negra en Europa, apuntando a un dedo silencioso de Dios, por definición iconoclasta. Ya conoces, el Castigo Divino.

Como inicio del fin de lo conocido hasta ahora, dolor hasta posible resurgimiento, quién sabe... y vuelta a danzar. Todo el filme se ve imbuido del pesimismo, la desidia moral y la incertidumbre decadente del ser humano, frente la naturaleza de lo inevitable y sus propios demonios. El juicio abierto a la teología, disfrazado de Horas, que signifia nuestra misma nada, ante su guadaña sedienta y reloj de granos arenosos. Esto es el ajedrez del inframundo, una danza macabra y risas nerviosas, que comienza con una brillante apertura frente al Océano (ese otro Esencial) y termina con un baile ennegrecido a los blancos/as sentenciados, o viceversa, comediante bailando a Muerte.

Este momento de pesadilla, va precedido de esa risa, y ahí es donde comienza mi reflexión con el universo particular cáustico de este mundo DC con la visión de Neil Gaiman, que también se encargara de la serie Good Omens... ¡mirar allá arriba!

Esta burla y mucha acidez demoscópica de la humanidad alienada, se desarrollan alrededor de una ensoñación violenta y demostrativa de los aspectos diabólicos, que desembarcara en la serie The Sandman, envolviendo a algunos Eternos, los hermanos de Morfeo, o el Señor del Sueño. Hijo entre 7, no sabemos si elegidos como aquel rojizo metafórico del subsuelo. Poseedor de 3 objetos místicos, significa una división entre lo real y lo onírico... como el espejo de Alicia. Cada elemento relacionado con ella, la Parca, es una consecuencia o efecto de nuestras decisiones, a través de conexiones con el grafismo alegórico  que componen siete ´des`, de... de Dream, Death, Desespero, Desire, Destiny, Delirio, Destruction, como siete jinetes de la Eternidad, con sus gestos y sus males... vistos en lo ajeno y mortal.

Tom Sturridge se convierte en Neo, o ese guía arquitecto de Dark City (recordando que en la triada de guionistas está David S. Goyer), y encargado de sus musas, onirismo que se desquita con la mitología helénica, rememora que sus padres fueron Hypnos y Nix. La conciencia hipnótica, narcótica en la noche. Así concibieron a este estilizado Rey de los Sueños, o Pesadillas, galante,poco lenguaraz, compartiendo otros universos construidos al son, como el mismo inframundo y el imperio de los deseos. Más otros arreglillos que no salen bien, ya veremos. Curioso Morfeo, no MJ, black or white?

Las 3 Gracias o las Horas, se visten de Moiras de iliadas no hijastras éstas, de Zeus, forjadoras del destino y marcando estratégicamente ese paso de las vidas humanas, hacia lo inevitable. El nacimiento, el trasvase fluvial y ese final, en el filo del vórtice del reloj. 

Pues nada... aquí estamos, bienvenidos a este curioso envoltorio brillante a veces, de DC Enterteiment to Warner Bros Television Broadcasting. En paradójica pantalla a la Netflix... ¡Intentaremos soñar con humor!

El Saco de Cuero y Arena...

De todo ahí, en esta viña del Señor de los Sueños... confrontación, amor y división.

Lo de ECC Editorial que comenzase hace tantas décadas, como siete o por ahí, que convierte al enigma universal, en caos inmaculado, estético y afilado, en diferentes garras. la novela en adaptación coguionizada, se basa en The Sandman y otros/as señores/as, disfrazando la realidad y la violencia, con otra partida de ajedrez, sólo que ahora, es una epopeya fantástica sin el oleaje como ruido de fondo... sino la danza de lo macabro y el existencialismo onírico. Ese ruido sordo, que hace nublar nuestros sentidos a partir de un episodio... al menos, según mi opinión satírica, más que crítica. 

Entreveremos, digo... entresoñemos.

Aquella vieja Parca, balanceaba su graciosa guadaña, con un inagotable, para ella... reloj de arena en la zurda, que significó Homero como el transcurso de la línea mortal o un paso catártico hacia la inflamación o el mundo de las Horas. Los egipcios con aquella cruz, simbolizaban otra cosa, para lo masculino o lo femenino, un estado momentáneo hacia la resurrección. Pero, estamos en un tebeo.

Con este baile confuso de las almas, nos adentramos en una sucesión de encuentros, más o menos, fortuitos, intensos o decepcionante, sin más... porque sí, así es la televisión y el deseo.

La procesión, maldita o no, es una perturbable concesión a la inevitable pérdida, sí, una visión del futuro próximo, como el brillo en el horizonte de sucesos. Que es, eso... un mero vórtice.

Un estrecho cuello de arena, para desempolvar la depravación o la crítica social, pues la condición humana es eso, criticar o ser criticados, por cualquier motivo o idea... Y  Quentin lo ha visualizado. A veces, quizá, es mejor tener menos y más humildad, simplemente. Pues, bichos raros hay muchos, o somos todos. Tantos como caretas de diferentes personalidades o conceptos sociales, y raciales en todas direcciones. En todas partes, a cualquier era.

Para entender esta lucha eterna, pero, sobre la Eternidad en DC (que en un momento pasara a Marvel y se recuerda...), nos vale con secuenciar sus genes, en novela y el cine próximo, para ver caer a los Esenciales en una guerra mitológica... en otros márgenes históricos literarios, o mágicos, fue llamada Titanomaquia en diferente estilo olímpico. Y ya remontarnos a otras leyendas, casi cuentos etéreos como jardines deliciosos, a los capítulos de una Biblia. Sin ejemplos dibujados, sí.

Una decepción fue la que envió a la incineración solar a Ikaris, de los Celestiales, y una traición sobre los Eternals, que acabó con el perdón de Sersi y unas cenizas al astro circular y caliente, denominado nuestro, Rey Sol. Ra ca rrá.

Por lo que, lo realmente esencial o importante, es que el paso del tiempo, en algunos instantes es polvo, granos o partículas diminutas, que acaba esparcidos en el aire o bajo la Tierra. No papel quemado de la edición de Vértigo, ni sus atribuladas apariciones o relaciones familiares, que no diferencian el sexo de los ángeles... ni su aspecto demoniaco.

Nuestros demonios, son los suyos, pues toman formas antropomórficas, en ocasiones andróginas, que en el aspecto musical es demasiado para servidor. Más amante de lo oscuros y de otro personaje. Lo diré... ¡grrrrrrrrr!

Por consiguiente, el tiempo podríamos decir que no es compañero... a veces es muy traicionero, y de eso The Sandman, sabe un sendero de vengativa arena. ¿Y quién es éeelll...? ¡El Corintio... y yo que sé, bro! Pero en esta versión, el hombre del saco de ojos, o el hombre de la guadaña, seguro.

Su Yelmo... saco de huesos.

Nos acercamos al vórtice de Vértice, parecido a un huracán de sensaciones, bien fotografiadas. Of course que diría William Shakespeare, que cumple motivos con nuestro maestro Miguel de Cervantes.

Nos tocamos con esos ´demons` nuestros, que pueden sintetizarse en diversas fases, lo sorprendente, lo presuntuoso, la nocturnidad, el asalto, el sudor frío, la mentira, el deseo... o el desánimo. Depende de cada episodio vital y cómo nos veamos reflejados. Por lo tanto la esencia se puede ir derramando con cada ensoñación e ir derramando los granos de arena, como si fueran de mismísimo elemento áureo.

De momento, hasta el último vuelco sobre el horizonte de los sucesos Dc The Sandman, no es una atractiva espiral todo lo que reluce, aunque todo a su alrededor gire y gire, y se ponga al blanco brillante... pues tendremos, ese instante de lucidez y veremos la calma... o la obscuridad absoluta... Es decir, la "casi" Nada.

El yelmo son los huesos de caídos. También se renombra en episodios cervantiles como morrión o bacinete, una especie de casco para la protección del cráneo. Recordando que los Beyonders acabaron con la osamenta de los Celestials...

En siguientes capítulos, o expresiones capitulares, este salto del tiempo comiquero, puede representar una salto al vacío, al vernos huérfanos de madre, hermosa y sinuosa, y padre oscuro. Sí claro, me refiero a ellos desde aquel infierno de asesinos que regía Lucifer, ya es hora... la nueva costilla de Constantine, Jenna Coleman, y por supuesto, el susurrador de lobos que es David Thewlis. He dicho... y sentenciado.

Tendré que visionar la serie del mismo universo, Lucifer, porque será lo siguiente para definir dentro del horror y el dolor de los inocentes ante la ultraviolencia sádica (bueno como dije, de la otra no hablaré...), representada por los ojos sin vida de Boyd Holbrock y su séquito horripilante. Pero sinceramente, lo que me atrae internamente en la historia, además de esa cosmología mitológica y su representación astral en la historia clásica del pensamiento metafísico, es la concepción del personaje cáustico de John Doe, y nada que ver, o sí... con el caballero sin espada. Mas, con espejos convexos al Juan Nadie de Gary Cooper (del que parlaré a pros) y el genial director siciliano-americano, Frank Capra. Es un amante bandido... que me ha robado todo, David Thewlis, vuelve a engendrar una interpretación bárbara, magnética y amenazadora, como es buena costumbre. Al límite de la irrealidad o la ilusión catártica de un personaje e hijo, de una bastarda Isla del Doctor Moreau y una extraña parafernalia pesadillesca, del metaverso vital en I'm Thinking of Ending Things. Rareza visual que no puedes dejar de verla, curioso.

David Thewlis vuelve a interpretar al lobo, sí, entre varias caperucitas, como aquel de la serie Fargo, con otras lenguas viperinas que funcionan una orquesta silenciosa de la inmoralidad y las mentiras en que se envuelve... la humanidad. Y exclusivamente, armado con su voz, su gesto impenetrable... y un albornoz, y un pijama y unas pantuflas. Increíble como un espejismo comiquero, en el universo de las pesadillas de Sandman, expresión casi de tebeo español.


Morfeo, u Onirio, es una extensión del surrealismo con la superficialidad humana y sus monstruos, modificada por la propia voluntad de Mr. Gaiman. La imagen es perfecta, pero la narrativa, se comporta como un líquido o gas, que se precipita por el decantado estrecho y tubular, hacia lo profundo, lo grotesco o la insignificante. Aunque remonte, en el último instante, un poco.

Este embudo de Netflix, se comporta como un verdadero vórtice, donde ni la luz puede salir... algunas veces... instante caprichosos, y otros indefinidos, sueltos como la mano de un niño al desparramarse con su disfraz. Que no me importa, leñe.

Así que este yelmo, sirve como protección del coco, frente a ese caos simbológico que se precipitó con la salida del personaje impasible, y frente a la violencia gratuita, que generaliza a los mitos griegos (por otro lado con doble sentido), y estos universos televisivos que los devuelven a la vida, una y otra vez, con distintos puntos de vista, con personajes icónicos, históricos, legendarios, imaginarios, como calabazas de Halloween, asesinos en serie, sectas engañosas, y otras abstracciones.

El estilo expresa entre sangriento y poético... y otras retahilas me desconcentran, desconectan.

Sencillamente porque la atracción absoluta era para, Mr. Pantuflo. El Lobo, tal vez, no tan feroz... pero intensamente controlado, haciendo gala de la ley de la confrontación, terrenal y cosmológica del todo. ¿Dícese Lobo...? Hey tú, ¡mírate los colmillos! Ahuuuuu...

El Rubí... Corazón Rojo, Sangre.

Es evidente con las anteriores expresiones y palabras dedicadas a Mr. Lobo, para servidor, sin Mr. Thewlis, la vida y la muerte, se ven de otra forma. El resto me interesa bastante menos...

Este era mi último vuelco en el reloj, desde la aparición de The Sandman en la era comiquera del siglo XX.

Los dramas-queen, me envuelven poco, la verdad. Sí, la fotografía y la invasión de las esferas oníricas, que están bien resueltas. No tanto ciertos diálogos y esferas, que te hacen perder el contacto con la primera realidad, esos episodios iniciales... hasta cuatro o cinco.

El corazón identificativo del comienzo, se ha ido desentonando, y se ha sustituido por esa reivindicación o volver a izar la bandera en su reino, cuando el traje era bien negro. Sandman, joven, pálido, desnudo de alma, cabellos largos y negros, corazón encendido, ceniciento, ojos extraños, cálidos, inhumanos, a la vez... dentro de una jaula, dorada, cara, esperando la sentencia final, la muerte entre captores y demonios, azazeles del futuro. ¿Su intención sería? Poder regresar a su mundo...

Muchos dibujantes pasaron y triunfaron, retratando su aspecto, que reconocemos en el Morfeo-Neox de Matrix, en la ciudad de Alex Proyas (sin la X, de Xtreme), como dibujaron los trazos del Hellblaizer de Constantine, y que fue propulsado por antihéroes, como seres endiablados sobre el guión del Batman: The Dark Knight Rises... y más allá, el Darth Vader de las Star Wars. Y además con banda sonora habitual de Nobody´s impertérritos ante la violencia, como el compositor David Buckley.

Luego, de los comics books o novelas gráficas entintadas en negro, al terror de aquel Black Orquid, que partió el corazón de Hollywood, para el homónimo de 1974, con Joe Simon, Michael Fleischer y los lápices más sombríos de Jack Kirby. Entonces llegaría el retorno del Caballero oscuro y Watchmen, para cerrar la rama psicológica del cómic en pantalla, porque del maltrato al Motorista Fantasma, me niego a hablar. Aunque ya hayan pasado bastantes añitos, colega.Esto es, WB y más cercano escenario moderno de DC resurrecto. Yo he visto remontadas ya, Aqua, last HarleyQ, series Watchmen y el humor irracional de The Peacemaker... y hasta el frenesí de Black Adam. 

En definitiva, todo iba bien, con el mal contenido, a raya como al diablo vestido de rojo... hasta ese capítulo magnífico que colgó la cruz del revés, en la pared de aquella habitación inmaculada... y Davis desapareció como ensoñación de una sombra de lo que fue. ¿Para siempre? Es verdad, lo dijo Thewlis, que al final remontan las Musas y los dedos se encogen con la emoción, al apuntar a los escritores, guionistas, que hoy reclaman... pero, los puestos desaparecen por todos lados es ley de automatización. ¡Es la sociedad que estamos sobreviviendo!

Pero esos capítulos intermedios, demasiados, nos traslada un Neo matriarcal, con mirada caricaturesca a lo Matrix y su Morfeo mostrado como sucesor de Lobatón, ¡cosas del control mental!, y la falta de pastillas para dormir. ¿Roja o azul? Sí muchachos, se aproxima el coro, faltan los máquinas... Los demás eternos, que están de miranda, salvo apariciones cuasi marianas de postín.

Pues sólo nos queda algo de rojo sanguinolento, la interpretación lesbiana del paso Hell al Dreaming, el recuerdo de la Constatine, detective de demonias y os, internos y externos... el halo a lo Allan Moore, visual y su recuerdo de la Cosa del Pantano, que entronca con ella, sin detective masculino y gabán. Por cierto, esa serie de Marvel estaba bien y con poco presupuesto, creo.

Mas, me invade la pérdida de Mr. John Doe, el recuerdo a El Cuervo de Proyas en su mundo gótico, renacido, y la música poética al de Allan Poe, of course. Sustituido por ese traje de Neo, que no se ajusta al principio, ni a la gema encontrada con los personajes, caídos. Desgraciadamente.

The Crow... y el Solitario.

Haré una descripción postrera... Un renacido, sin amor, o perdido... El Tiempo transcurre como en la realidad. Tic, tac... Manos unidas, no tanto, ante la violencia gratuita y sus asesinos silenciosos.

Injustificados... un grito, ¡Nunca Más!


Todo es metódico, hasta los pasos en el universo de Gary Cooper o el polvo, que se mastica, como el calor del horizonte asfixiante de los sucesos que ocurrirán, al son de un ruido. Un pitido que se acerca, cortando la realidad, como el pasado que llega sin avisar a este presente, para prepararnos de cara al futuro. Si salimos vivos, dijo el cuervo. Sudores... la Parca.

El Etrigan, el demonio. El Hombre de las mil caras, esta vez, tiene ojos, pero no se los arranca, porque esto no es Gotham, ni el universo de Lucifer, es el oeste en no se que... ville. Suena a clásico, como Belzebut o Azazel, no el graciosillo de Isaac Asimov, sino el de Frank Zinnemann recordando sus fantasmas y el gesto impenetrable de Lee Van Cleef... aún más silenciado a lo normal.

El tren crepita, el cristal se rompe como un aviso o golpe de suerte, nos arrastramos con él... Ella desciende, no la Katy Jurado, sino la bella Grace Kelly, que iba lanzada al estrellato desde ya. Y todo acaba, arrojándose a sus brazos, mientras la estrella desciende a los infiernos, al polvo del camino, cubierto de sangre, sin amigos ni Lloyd Bridges, el padre... Ha sido su partida de ajedrez, la del antihéroe, llamado Gary "Sandman" Cooper en Solo ante el Peligro... Lucifer, Frank Miller.

Pero, él se retira con la cuáquera... no solitario, como el Cuervo. Que es un fantasma, como predijo aquel otro escritor atascado en sustancias...

Muerte es su hermana, mayor y de edad. La injustificada, desdicha y nada presentable, silenciosa como una vía muerta en el horizonte, que busca un giro sin encontrarlo aún.

Sueño es la memoria. El pretérito inconcluso que actúa solo, no finito, como un tema de guitarra eléctrica de The Crow, que te deja con los recuerdos y luego... el silencio. Nada, ni nadie.

¿Qué es la Parca en Shakespeare? Todo, en todos sitios y en toda su obra, son los huesos teatrales que no responden, porque actúan como aquellos cómicos de Mr. Bergman en El Séptimo Sello, 7, o el Sueño de una Noche de Verano, en comedia ácida del costumbrismo mágico. Un reencuentro de siglos, con el deceso de D. Miguel de Cervantes Saavedra. Creador de nustro antihéroe castellano...


Alex Proyas en The Crow, caracterizó el dramatismo gráfico a la perfección, del abandono del alma y el llanto en solitario, como un genio no entendido y abandonado. Qué posteriormente, tristemente, se haría más real todavía, apenas a unas zancadas del gran éxito... Presas de gestos en el País de los Sueños, que siempre lo son... ¡o No!

El pitido aún retumba, en el horizonte, porque siempre vuelve.

Así, el Infierno es ese capítulo IV, en la Estación de las Tinieblas, y los silencios, en que nos zambullimos, porque se fue y nos quedamos, solos y sin cuervo. Como quedaría Allan Poe, un referente de mi negritud literaria.

Resumen de lo no contado aún... La canción incompleta de Orfeo, retornará parece, a la Taberna Infinita, siglo a siglo, amistad de Furias, parcas o Hippolyta, El Hall y Benévolas, Velatorios... hasta la muerte de Eternals en el 93, es el Coste de la vida... Como una Edad Dorada Dc, con la etapa de la Liga, ya sabes Shazam y el dragón por ahora... el próximo Proyas y el Tim Burton, violaceo de Bitelchús y más televisión, en miércoles, cuando lideró el Batman de Michael Keaton y el cuervo de los sueños de Jack Nicholson, más colorido, eso sí.

De la Plata a la llamada Edad Bronce, con The Outsiders, en el crítico FlashPoint, que da paso a la SJA, sí primero de América, que crecería a la Shazam del último dragón y sus efigies fantásticas del mito clásico, y que sumergirá en tierras rotatorias. Personajes que no asisten al evento acompañando al mismo a Flash, el nuevo, y al mismo Sandman, como Dc Fate, Hourman, Espectro, Átomo, Linterna y Hombre Halcón, parece Birdman esto... no es la Liga y Black Adam. Pérdida de conciencias en universos paralelos, estación espacial, Luna, Antártida y hasta ONU. 

Pasando por Sindicatos del Crimen, Escuadrones Suicidas, esa Liga conocida y la de Asesinos, con Bane, era simplemente 1989. Y un nuevo comienzo, el Año Uno... ¿nada más? Y un huev... cuervo... Que nooo... que quedan Vampiros y el Renacimiento de 2016, mucho resta aún. Solo nos falta Brandon Lee... y el otro hijo musical, no Orfeo... xWB y xDC.

Otro día, investigo, y hablo de mitología griega. Unicornios y Cíclopes, xZeus.

The Sandman Soundtrack - David Buckley

Y el Salto del Tiempo...


 

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