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lunes, 2 de abril de 2018

Peaky Blinders. Seasons I-II


La Banda de la visera.

Birmingham 1919, poco después de finalizada la 1ª Guerra Mundial y la multiplicación de familias desarrapadas por toda Europa, donde los barrios más empobrecidos por el homicidio, el paro y la mala situación de la política, se plagarían de rostros ennegrecidos por el hollín de las nuevas fábricas. Los fabricantes de la metalurgia, los mecánicos y el desarrollo de la fabricación de automóviles, proponen un novedoso panorama en las ciudades, creando paralelamente, una legión de jóvenes de diversas familias, pululando sin oficio ni beneficio, por las calles poco higiénicas y luminosas de Inglaterra.
Los pandilleros juveniles comienzan a buscarse la vida mediante procedimientos ilegales y los actos violentos, que aumentaban proporcionalmente con los recursos y la adquisición de otras armas más potentes y peligrosas. Uno de aquellos grupúsculos distorsionados por la épica cinematográfica o televisiva, y caracterizado por sus orígenes en la etnia gitana, establecieron una frontera callejera durante la terminación de la era victoriana, siempre vestidos elegantemente observando a sus vecinos trabajadores.

La familia de The "fucking" Shelby´s, era una de ellas después de los llamados Sloggers (combatientes), transformados con sus trajes de chaqueta hechos a medida, calzados con sus botas de cuero negras y las gorras de felpa inglesa con visera, pero escondiendo el hierro hiriente entre los ocultos pespuntes. Eso y su carácter estratégico, guiados por hombres (o mujeres) con mayor inteligencia que el resto de sus miembros, definía a los famosos Peaky Blinders. Aquellas hojas navajeras, cosidas para encarar a sus enemigos cara a cara y cegarles de un certero tajo, señalaban y seguían el camino de otras bandas similares, como los denominados Scuttlers en la ciudad de Manchester.
Por la calle Adderley, entre las áreas portuarias de Bordesley y Small Heath, aprenderían a codearse con los elementos de la mafia internacional (italianos, judíos o irlandeses de nuevo cuño), aparecer en las portadas locales del Yorkshire Post y a negociar con otros personajes públicos, como los jefes de policía corruptos o el mismísimo Winston Churchill. Entonces un político desnaturalizado tras la campaña sangrienta durante su mando en el 6º Batallón de fusileros reales escoceses, y sobre todo, con el recuerdo de otra batalla por la que se le recordaría con el apodo de el "Carnicero de Galipoli".

Extraños contactos que establecían nuevas leyes en el barrio del West Mindlands y cuyos políticos pendencieros, buscaban apoyos en diferentes o desaconsejables amistades, en una batalla entre certezas interesadas y palabras desafiantes, cortantes o terroríficas. La vida valía muy poco, tras los recuerdos de sangrientas trincheras o pasadizos de muerte, el conservador Mr. Churchill lo sabía y sus proyectos necesitaban de ayuda en cualquier lugar de Gran Bretaña, donde el conflicto interno con Irlanda amenazaba con hacerse mayor y más terrible, mientras dos años después, en 1921 se firmará el Tratado Anglo-Irlandés, que encaminaba un largo proceso hacia el estado libre de la nación irlandesa. Algo similar, en el propio territorio, a lo sucedido en distintos paraderos lejanos como Canadá, Australia o Nueva Zelanda, y que culminaría con la salida de las últimas pertenencias coloniales.
Posteriormente, Irlanda se encontró seccionada en distintas facciones, con el control de los puertos por parte de la Armada Real, surgiendo la defensa de los partidarios del anti-Tratado con Inglaterra, y la expansión bélica de grupos como Cumann na Bman (Liga femenina) o Na Fianna Éireann, precursores de Sinn Fein o los antiguos terroristas del IRA. Todo apuntaría a aquella terrible Batalla de Dublín, durante la Guerra Civil Irlandesa de 1922 y la aparición de personajes históricos como Arthur Griffith, Michael Collins, o los protagonistas semi-ficticios, de esta serie creada para la British Broadcasting Corporation o BBC Two y la The Weinstein Company... y conocida como los Peaky Blinders.


Temporadas de Cenizas y Caballos.

Durante la primera temporada de cinco, se recrean los pasos primerizos y decididos, de un líder natural de estos Shelby´s, blancos de raza gitana y curiosas relaciones personales. Un horizonte lleno de cenizas, del pasado y actuales, que produciría una época de grandes cambios sociales por toda Europa, con significativos ejemplos como la Conferencia de Paz de París que apuntaría a la fundación de los primeros partidos comunistas del Viejo Continente y la Internacional Comunista, ajustes con aquel Tratado de Versalles y los pactos tras la guerra, también la fundación de agrupaciones fascistas que indicaban el siguiente paso sangriento en nuestra historia reciente. Se formula la Teoría de la Relatividad promulgada por Albert Einstein, cuando aún no habías llegado a la Luna, la reclamación del Derecho al Sufragio Universal para las mujeres en diferentes países y la propagación desmedida de numerosos atentados. Un panorama expectante y terrorífico, que presagiaban otros desastres.

Ante el complicado panorama político y social de Reino Unido, la familia Shelby se empieza a decantar por otros caminos sonoros dentro del crimen organizado y ciertos deseos, por parte de algún soñador, de un negocio habilitado por la justicia. Pasando de pequeñas pandillas juveniles a la elaboración detallada de un poderoso imperio económico, basado en su propio relato callejero y esa fraternidad en la lucha, hermandades dolorosas que se basaban en los trabajos más sucios y el máximo rendimiento a sus exportaciones o el tráfico ciudadano de unos productos ilegales, hasta la expansión internacional de las entregas en nuevos canales de comunicación y las apuestas en peleas clandestinas o apuestas en carreras de caballos.
Aquellos diminutos delitos o altercados con navajas afiladas, sobre el sombrío horizonte visual, serían sustituidos con rudos garrotes para romper huesos y las potentes armas de fuego, creando una inseguridad creciente y preocupante, para los vecinos o ciudadanos. La segunda hincaría el diente a otras sabrosas carnes, condimentadas con el fraude financiero y los arreglos de alto nivel, el contrabando abierto con la nueva tierra o la paradisíaca Norteamérica, con secuestros y asesinatos, un desarrollo que delataban los próximos tiempos, contactos altamente perjudiciales y poderosos en el mundo del hampa.


La Familia.

Por supuesto, la política empezaba a contar mucho en sus primeros pasos, aunque ellos no lo deseaban abiertamente en esta serie.
Durante 1919, Mr. Winston Churchill había sido nombrado como Secretario de Estado de Guerra y del Aire, comenzando una oscilante relación con un obtuso enviado de la policía de Belfast. Era un investigador entrometido que desafiaría a los poderes establecidos en la calle, hacia la resolución de un caso de desaparición del un envío con armas del ejército y hacia el desvío sospechoso hacia los pendencieros Peaky Blinders. Luego, el conocimiento de los siguientes capítulos hasta la segunda entrega, entabla la increíble relación de necesidad coronada de creciente odio, entre el cabecilla interpretado hieráticamente por la fuerza oratoria de Cillian Murphy, actor nacido en Cork (Irlanda) en su itinerario plagado de altibajos por la serie, obstinado, dubitativo o corajudo. Frente a ese inspector de difíciles relaciones coorporativas o emocionales, con su mente desafiante contra los Shelby´s y Tomma, en favor de la Corona o esencialmente de él mismo. Caracterizado por un buen actor, que denota ese pellejo falsario y vengativo necesario para enfrentarse a una situación incómoda, del neozelandés pero nacido en Irlanda del Norte, Sam Neill. El duelo está dispuesto... agujeros para los cuerpos.

Se gestiona una bifurcación antipática y plagada de engaños o promesas rotas, con ataques cambiantes y desarrollos de diverso alcance, unos más creíbles que otros, pongamos por ejemplo, la relación de amor-odio con el trasfondo del espionaje, con opuestos caminos emprendidos, entre el dinero fácil y la muerte. Durante aquellos locos años 20, se crearía un cuerpo policial (o irradiación del ejército) que sería conocido como los Guardianes de la Paz, en gaélico antiguo An Garda Siochana, que se convertiría en las futuras fuerzas armadas de la República de Irlanda, y combatirían en la guerra civil con 800 bajas sumadas en ambos bandos y retratada íntimamente por el director John Ford en su filme El Delator, adaptando la novela de Liam O´Flaherty, en la recreación de la película Michael Collins o la fuga a ninguna parte de El Viento que Agita la Cebada (protagonizada por el propio Cilliam Murphy). Todo supondría una acentuación de debilidad en las colonias, aprovechada para la separación definitiva de Sudán y Egipto, y la división del Sin Fein con el IRA.

Volviendo a los rasgos familiares y sus procesos privados, se produce un choque inevitable por el pastel del crimen instaurado en secciones o barrios, con tumultos hacia otras familias vecinas o extranjeras, aquellos asuntos iniciales entre el espionaje patrio y la polémica política o territorial, junto a los cruentos ajustes de cuentas... sólo arreglados bajo condiciones más hermanadas en la superficie.
Dicen algunos entendidos, que el protagonista principal Thomas Shelby, estaría inspirado en Billy Kimber, uno de los gángsteres más famosos de Inglaterra en dicha época dentro de los Birmingham Boys y desertor de la guerra. Dramáticamente aparece en la ficción como rival de los Shelby´s sobre territorio norte y cuyos tentáculos llegarían a la city, como ocurre en la serie.
Por otro lado, el inspector Chester Campbell se enfrenta emocionalmente a Tommy y al intrincado robo de una partida de armas de fuego, enviado desde la Policía Real Irlandesa para limpiar, además, esos nidos de víboras que utilizan cualquier método de fraude o intimidación. Junto a él, una posible candidata al corazón dividido, uno más entusiasta y vertiginoso que otro, que posee un extraño pasado y un presente como espía... quizás, también como esposa. Por tanto, estas relaciones amorosas, creíbles o no, forman una parte indispensable dentro del universo violento de los Peaky Blinders.


La mente de los Peaky Blinders.

Por supuesto, su inteligencia estaba entresacada de los oscuros callejones de Birmingham y los locales donde se consumía alcohol a raudales, luego llegarían las drogas más duras, hasta los lujosos ambientes de Londres. En la actualidad, las noticias comentan que sobre la City, han vuelto las pandillas y un aumento de los asesinatos por tráfico de drogas o esa defensa dividida de las circunscripciones dentro de la ciudad del Tames. Pareciera una vuelta retrospectiva a los movidos años 20.
En la segunda temporada de Peaky Blinders, los ambientes ahumados y los estallidos ígneos, se han visto sustituidos por un retrato (demasiado ralentizado) de una sociedad más materialista y conversaciones más plúmbeas. Aquellos pensamientos asilvestrados, dan paso a una estratégica situación para alzarse como los dominantes de los diferentes territorios, el mando de los contubernios en la capital y el intento de proteger sus negocios ilegales o convertirlos en establecimientos fiscalizados.

Sin embargo, el aprendizaje de aquellos muchachos no estaba en las escuelas, sino en la dura vida de las pandillas en las callejuelas, en las cárceles o comisaría, y ataviados con demasiados golpes sobre la cabeza. Sonados o no, la guerra vivida influyó cualitativamente en sus siguientes decisiones, cultivando lo experimentado en aquellas jornadas con derrame de hemoglobina, sin sol, a tientas cubiertos de gases y de los restos de sus compañeros caídos en la batalla mundial.
La violencia se barajaba entre distintos árboles genealógicos, con arranques de sacrificada o empalagosa contienda amorosa en ocasiones, donde los antiguos movimientos de la tía Molly interpretada por Helen McCrory, se llevaría la palma en esta segunda temporada. Mediante ciertas desviaciones emocionales que parecen forzadas o filiaciones no tan ocurrentes, sobre todo, tras su notable imagen del sustento familiar en los seis primeros capítulos, donde sus decisiones razonadas, emparentadas y los consejos otorgados a los más jóvenes de la familia, surtían un resultado inmediato. Quién sabe... quizás, su primordial presencia regrese en próximas temporadas.

Por ahora, el corazón abierto de par en par, manda en ese cerebro pandillero y belicista. O lo trastoca según avanza la narrativa, cuando la extrema violencia produce un efecto catártico en el ambiente y un avance del panorama revolucionario de la época. Esta es la sintonía de la serie, junto a la música que, a veces, puede sacarte de golpe de la historia con estridencia sonora y los, para mí, numerosos recursos visuales o estilizados mensajes grupales.
Esto es, la movilidad un exacerbado uso de imágenes ralentizadas y guitarras que no pertenecen a la etapa narrada, aunque sean grandes temas de rock, personalmente, agradecería alguno más folk. En este espacio eléctrico y chispeante, algunas emociones parecen estiradas para encontrarse en la trama principal, los tejemanejes de la mafia británica y otras que van apareciendo paulatinamente.

Varias desgracias amorosas son, tan repentinas que dejan un halo de irrealidad en los interiores de la serie y las alcobas, faltas de sensibilidad o más podredumbre humana. Por ejemplo, sobre los mercados de prostitución callejera, en cabinas de teléfono que deciden el futuro o las grandes mansiones de la nobleza británica. El amor tiende hacia esa venganza exclusivista, como la consecución del hito económico y la imagen social o institucional, encaminadas a cierta apología del imperio del éxito y el dinero, o marginando otras consecuencias más entrañables dentro de las parejas de la serie y sus próximas secuelas.
Aquí, noto el problema del hijo ausente de Molly, transformado en contable de un día para otro, apareciendo el tema racial de la mano (o el puño) de un amigo negro, de manera apresurada y sin lógica temporal, como la base religiosa y aquellos secuestros infantiles. Por tanto, sí existe un Reino Unido caótico y sombrío institucionalmente, donde las respuestas del estado británico o la monarquía, empiezan a vislumbrarse hacia una tercera temporada y la revolución... Mientras tanto, a recuperarse de aquel susto en el abismo de su propia tumba y el viento mortífero, Mr. Thomas Shelby.


Los caballeros malos... y Winston Churchill.

Demasiadas temporadas entre ambas temporadas (I y II), encaminándose con otros personajes que parecen residuales en la compleja trama social y el contraste político. Se muestran las tendencias ideológicas, como un velo cambiante expuesto al viento que mece la cebada, de la cerveza y el ireland o brit whisky, nada de escocés en esta situación dentro de la isla o el Reino Unido.
A través de las extremas relaciones de la actriz Sophie Rundle (Great Expectations) encariñada de un extraño comunista encarnado por el actor israelí Iddo Goldberg (The Zookeeper's Wife) y sus lastimeras consecuencias en la situación general de la familia gitana y criminal. A la que sumar, las sombras indecisas y contraproducentes, de Cilliam Murphy y sus consecutivas conquistas, con personajes encarnados por las actrices Natasha O'Keeffe, Charlotte Riley (Al Filo del Mañana, En el Corazón del Mar) o Annabelle Wallis (Annabelle y Annabelle: Creation). Tal vez, alguna arteria rota más, en el porvenir.

Los directores londinenses que convencen en la primera, son el realizador televisivo Otto Bathurst (que obtendrá su primera incursión en el cine con otra versión de Robin Hood) y Tom Harper, próximamente adentrándose en la Country Music y dirigiendo a Eddie Redmayne y Felicity Jones, en The Aeronauts. El escocés Colm McCarthy es el autor de los siguientes seis episodios (Melanie, the Girl with All the Gifts) que presenta su calidad visual en ese último e inolvidable capítulo de la segunda. El director y guionista Steven Knight (Locke) escribe los trazos de esta serie y junto a la creadora Julie Brinkman, sus películas han recreado también un camino de éxitos británicos, como Promesas del Este, los mafiosos de David Cronenberg, Aliados o Locke, y próximos proyectos como Serenety, con Diane Lane, Anne Hathaway y Matthew McConaughey, o Rio de Luca Guadagnino (Call Me by Your Name) junto a otro espectacular trío con Michelle Williams, Jake Gyllenhaal y Benedict Cumberbatch.
Aunque terrenalmente en esta isla que nos invade con sus Peaky Blinders, la maldad psicopática está centrada en el cambiante hermano interpretado por un magnífico Paul Anderson y sus impulsos decadentes o neurológicamente turbados, maltratados, asesinos. Otro gran actor inglés, que ya utilizara su fuerza explosiva en cintas interesantes como la envolvente '71, junto a los hermanos mafiosos y repetidos de Legend, siendo una pequeña parte de aquel En el corazón del mar y entre los westerns atípicos de Brinstone, Hostiles o especialmente, la oscarizada El Renacido.

La familia en este sentido sigue creciendo... con unos "hombres" o chiquillos desquiciados, que no pudieron seguir los pasos del padre interpretado por Tommy Flanagan (Braveheart) y los jóvenes con el rugiente Joe Cole y el estereotipado Finn Cole, con su personaje de hijo pródigo que se vuelve intransigente con un interruptor interior y desquiciante. Se someten a bautizos de fuego o condonaciones de penas, junto a muchos otros que componen una sinfonía violenta, aunque sin guerra oficial a sus espaldas, sobrevolando el nuevo mundo onírico, de prosperidad económica y penumbras cerebrales.
En este submundo soterrado de oscuridad y degeneración emotiva, faltan los "panaderos sacrificados" en el nombre del padre, y judío, con el inefable Tom Hardy, con otro de sus retratos característicos, enfundados en su físico y lenguaje arrollador. Más un actor australiano Noah Taylor (Shine, El Doble), nacido en Reino Unido y con esta sangre italo-gansta style. Que marcarán regueros de sangre e inocente en ocasiones, dejando viudas o madres sin sustento dentro de un hogar empobrecido o barrio obrero, hijos en siniestras tumbas y otras propinas ajenas, devueltas, no deseables para un trabajador humilde. Posiblemente, un ejemplo resistencia obrera frente al crimen organizado, que se reproducen de forma escueta para mis deseos, cambiados en segunda instancia por otros asuntos internos en casas señoriales.


Todos definen un significativo ejemplo de la crudeza en estas organizaciones marginales y mucho poder, a través del silencio, la venganza y el miedo; si bien, no puede extenderme por falta de espacio. Ellos son la parte esencial de Peaky Blinders, de los atentados perpetrados y los golpes (recordando a aquella maravilla transparente de George Roy Hill, Robert Redford y Paul Newman; hasta ahora, predecesores de un universo más político y viciado por grandes empresas que se aproximan en el horizonte, con carreras de caballos y nobleza, sus airadas costumbres frente a la fuerza de la familia unida y sangrienta. Veremos cómo deambulan las uniones entre bandas contrarias, los encargos en manos de Mr. Churchill (interpretado por Richard McCabe (Notting Hill, Master & Commander), las novias prófugas u olvidadas, el fin del cojeo remanente, los últimos asaltos de sacrílego pugilismo, la corrupción policial, los sacrificios personales y las recompensas viciadas, la suciedad y el brillo interior de algunos, la evolución del automovilismo, el ambiente portuario, las ceremonias y los salvoconductos...

El amor-odio, su humor sarcástico y bastante etílico, otro mundo desastroso dentro de ese universo caótico, las revoluciones que suenan en el aire, las canas de la familia y sus nuevos miembros, los vivos y los muertos, sus próximas lecturas III y IV...
¡los Peaky fookin Blinders y el Thomas fucking Shelby!


Cinemomio: Thank you

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