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lunes, 22 de julio de 2019

Big Little Lies (Season I).

Sentado en la cima del mundo, quedóse en silencio. Mirando a un horizonte sin límites, observó hacia su interior. Nos contó sus historias con pasión, y sin él, nuestro corazón se distrajo en un valle de lágrimas... con dos letras e, éxito y emoción. Gracias por el viaje, Jean Marc #rip


Así, atravesamos una quinta parte del siglo XXI, cuando nos detenemos a contemplar (sobre todo, en el momento de una noticia terrible, que en el momento de este comentario era una pandemia...), cómo en nuestros días, los padres se mueven por la escasa responsabilidad educativa, con ciertas dudas. Muchos, buscan una protección absoluta, que mantenga el futuro de su apellido tras una burbuja infranqueable... Incluso a salvo de virus, humanos.

A veces, Una línea demasiado cara y permeable, en un mundo automatizado, fácil de atravesar por determinadas infecciones modernas u otras afecciones de siempre... pongamos el acoso. Es la presión adicional a la que se someten familias y profesores. 
Y eso nos produce un dolor tan incómodo y soterrado, interna o socialmente, como si nos arrancaran todos los dientes de cuajo... Pues la sangre amenazada, es la familia.

A la hora de educar a los hijos, mayormente amarrados a una consola,sin explicar suss instrucciones o tratando de subir el volumen del juego, que expulsa tinta de calamar. Se camufla la responsabilidad de la educación, en manos de profesores en instituciones privadas o públicas. No siempre tan acertadas, también hay que decirlo.
Esa seguridad tan hermética, de puertas para adentro, sobre pantallas luminosas, que de manera sorprendente, no son aireadas con información necesarias.  Olvidan oquedades en sus cuentas personales que se deslizan sobre las bulliciosas y peligrosas en ocasiones, tormentosas redes sociales.
 Ya está, hemos creado un mundo de irrealidad protegida, agujereada como un alma sin rumbo... 

Determinadas producciones se hacen eco de ésta, cierta displicencia, Jean Marc, lo sugiere con música, desde el principio de su carrera. Para desengrasar, con polvos de estrellas.
Algo que suscita polémica, si las cauterizamos aparentemente con derivaciones personales en un hogar apartamentado, no controlando las ranuras o enseñanzas asfixiadas, al alcance de inocentes manos e inmaduros cerebros, que combaten en un guerra generacional... Ojo, también entre ellos mismos, a ciertas edades que germinan en determinadas personalidades y odios.

Es el caso último que comprobamos, viendo las repercusiones reales de un documental (y que no tenía previsto visionar por cierta desubicación psicológica), que desarrollaba unos terribles antecedentes de la juventud actual americana, que puede residir en cualquier memoria. 
Fueron acontecimientos perpetrados entre dos niñas, de una pequeña población de USA y el seguimiento que fragmentó su destino, con la voluntad secuestrada por determinados chats o cuentos de terror. El fantasma de dejadez o falta de control, se convierte en imagen alargada y oscura, también surrealista y bastante grimmiana de Slenderman. Terrorífico es poco, como sería  acabar en Gijón con un recién nacido a cuchilladas... sigue sucediendo hoy, con habitualidad.

Como dije, hay espirales mentales que terminan en agujeros negros profundos, cuando se percibe cierta debilidad racional, ya que debemos siempre estar alerta y vigilar para no salirse de su realidad diaria, concentrada en unos pocos bits. Es decir, limitar contactos con la ultraviolencia de nuestros días (recuerda a Stanley Kubrick), ejemplo válido tanto para familias humildes como adineradas, arraigadas o desestructuradas. Donde los profesionales, asimismo, deberían tener su parte de cuota en la vigilanciam siempre que lo permitan... algunos padres... esos padres, identificados por todos. 

Especialmente con mirada documental, si sois admiradores del obstinado, inteligente y gigante Stanley K. con sus recordadas películas, tras lanzarse al frío espacio o hacia la violencia contemporánea y fálica; podéis disfrutar conociendo algo más de su vida cálida en el interior y su exhaustivo método de trabajo reflexivo, con el documento gráfico y notas manuscritas a su chófer privado, discreto colaborador y amigo íntimo, llamado Emilio D'Alessandro. En el disfrutable título Mi Amigo Kubrick (S is for Stanley, en inglés y al descriptivo italiano Trentanni dietro al volante per Stanley Kubrick), dirigido por Alex Infascelli (Almost Blue), que permite hacerte una idea del funcionamiento de la mente del genio y su sentido práctico de la amistad, la protección animal o el desarrollo creativo de una obra cinematográfica, fuera de lo común. 
Las palabras secretas quedan engrandecidas con el paso del tiempo, ¡qué historia más mágica y entrañable! Cualquiera no echa una lagrimita... no sobre la Arena, sino sobre el arcaico celuloide.

¿Mi verdad o... tus mentiras?

La guerra ha estallado. Todo parece ocultarse tras malos gestos e insultos, que se reproducen hasta el infinito, cuando alguien se interpone en nuestro camino... La mentira está a la vuelta de la esquina, de su habitación...
Es el caso ficticio que nos ocupa en esta pantalla, con un desagradable imprevisto entre jóvenes y adultos, de la serie de HBO, Big Little Lies, autoría productiva de David E. Kelley y de esencuentro dirigido por un canadiense de moda, Jean-Marc Vallée, removido en la televisión. 
Mentes gestionando esas diferencias críticas en la forma de relacionarse, entre mentores y sus ´aliados`, con tensión emocional a flor de piel, agravada por comportamientos de los diversos protagonistas reflejados en la serie. Emparejados o no, cuadriculados por diferentes muros y asintonías.
 
Cuatro formas de ver una realidad, enfrentadas por una anónima agresión de su sangre que terminará opacando otras circunstancias más amistosas, ociertas  aperturas mentales con distinta graduación sensitiva o pragmática.
Aquí comprobamos, grandes mentiras, algunos pilares confusos levantados en nuestras sociedades modernas, con deriva clasista, eso sí. Porque el reflejo violento aparece igual, sobre familias que poseen más medios económicos para ´proteger` a sus vástagos, de intrusos o criminales que chocarían frontalmente contra las relaciones personales y sus desviaciones primarias al refugio. 

Conviven las comunicaciones laborales o empresariales, las amistades próximas o recién llegadas en penumbras, las enseñanzas cautivas y, por supuesto, los lazos familiares, más que tensos.
El dinero intercede narrativa y visualmente en la serie, como factor de reproches interesados o las interpretaciones sesgadas, que deberían estar atentas a la presión o lidiar con otro tipo de agresiones que pueden causar un mal irreparable. O tal vez, el final de una condena.

Se perciba... probablemente en esos tensos instantes. Todos mentimos o nos vamos por los cerros de Úbeda, sin embargo,.existen grandes diferencias con nuestra realidad. Con la educación estatal del resto de sociedades o barrios, pues, no sería demasiado común, salvo excepciones que no conozco, la de coincidir diferentes propuestas económicas dentro del mismo estamento o institución pública.
A veces algo resuena a hueco dentro de las íntimas e interesantes conversaciones, aunque más en las expuestas al ambiente general, si nos aproximamos a una igualdad de clases que, decididamente, no es real, o cosa de formalidades aparentes en serie.
Big Little Lies, por tanto, nos subyuga con la diferencia. Sus alternativas tan alejadas de nuestra realidad, nos complacen o reivindican humildemente, viendo la degradación moral. Que no coincide con esa realidad de algunas fronteras, pero está reflejado de forma tan brillante, que nos mantenemos obnubilados en su desesperación... Nos acerca en cierto modo, al lujo y el poder de una escala social.

A otra escala, interpretativa, los personajes están bien construidos, identificados en manos de poderosos actores o actrices, que subrayan con sus miradas, el odio de los conflictos internos y las defectos egocéntricas de sus personajes. Siempre bajo la expresión gráfica de Mr. Vallée, nos convoca a una orgía continua de situaciones conflictivas, desprecios, peleas, abusos... y puede que, algún crimen o acto luctuoso en el futuro. Esto es, tú miente en el espejo, que nosotr@s, limpiamos la sangre.

BLL sería un ejemplo o instinto maternal, mortal, idealmente retratado, que incide en esas distancias insalvables durante muchas vicisitudes o instancias de la vida moderna, con altercados viciados que requieren la atención de los adultos, o maldicen su participación. Pero, señalando que la violencia real, se ejerce siempre sobre el más débil...
En este caso, la localidad crítica está  en Monterey en California, luminosa y populista, que oculta los comentarios pagados de profesionales o profesores, describiendo con palabras o la razón, las imágenes al alcance de todos. Pasadas por el tamiz del creador de la clasista y sexualizada, Alli McBeal. 

Cuando se contempla miedo o ira, se desata el lado salvaje en la supervisión inconstante de tiernas mentes, rodeando las familias por una realidad alternativa o incluso la fantasía, que monta las grandes verdades, cuestiones mediáticas y disfraza las pequeñas mentiras. Ninguna es lo que parece, ni ellas.
La distancia es imán de figuras mediáticas, preparadas por la calumnia o la culpa, hasta que comienza un baile salvaje, de caretas. Al ritmo descerebrado, de contusiones, falsedades, confusiones falacias o ideas tergiversadas para cada gusto. O disgustos... No puedo opinar si esto ocurre en realidad absoluta, con todos los medios a su alcance... ¿Debería...? No sé, tal vez. Pero no tengo dicho problema o me queda realmente lejos.

Simplemente, no te hagas preguntas... Observa y mejor... reflexiona.

Cuento del Pequeño Gran Hombre.

Érase una vez, un niño que nació con circunstancias malditas, en noche extrema y extraña. Con el tiempo, sintió no pertenecer a ninguno de esos lugares en que se desarrollaba física y psicológicamente, apartado del conjunto. Socialmente marginado o, incluso, sometido a cualquier tipo de abuso o acoso.
Hasta que una tormenta de fuego, imprevista, aciaga, le lanzaría directamente a la colisión, un posible destierro, desprotegiendo todo su ideal, de juegos y sonrisas. Padres lavándose las manos... ¡Pilato´s!

Amenazado desde su interior, revuelto por el orgullo descabezado y la fuerza de su madre, con derrumbar sueños que poseía en otro espacio a través de la voz protectora, y enviándole de vuelta, a un continuo mundo de pesadillas diarias.
Ahora ella baila a solas, desde aquel odioso día o noche de desprecio frente a la pared... aimqie no se trataba de Dustin Hoffman en la tienda de lona y la película singular de Arthur Penn, sino de otro joven blanco, fuera de lugar, fuera de su caverna en privacidad.
 Convirtióse en otro pequeño gran hombre, dentro de un sistema de pequeñas grandes mentiras, otra víctima del mal de los mayores, con sus altercados o ataques violentos, gramaticales, o en el denominado maltrato genérico que avanza como una maldición atemporal. Si bien las madres también puede ser el caos, pero esa es otra película, en realidad...

Destapada por una mala decisión, por otro lado, no discutida, que alimenta esta producción basada en el libro homónimo del escritor Liane Moriarty con sus luchas e intrigas, donde una joven madre, no se inclina por la alternativa más evidente o conveniente, en meses posteriores.
La dura y oportuna decisión, para atajar su futuro sacrificio y detener la culpa, en ambos sentidos. Uno maldecido por aquella terrible agresión sin sentido y un doloroso silencio que amenaza con consumirles, desde el interior de sus cabezas hasta el sexo descabezado; y otro, incombustible y deseable, mayoritariamente... más o menos con mayúsculas como diría en susurros, el cineasta coreano Chan-wook Park, ¡VENGANZA...!

Los lodos quedan en las suelas. Por el contrario, nada suena raro,  debido a la experiencia de su director para definir esta primera temporada amistosa de ocultaciones y diferencias familiares. Si bien todo se amontone alrededor del constante estiércol moralista de la sociedad, pues está acostumbrado a lidiar con esta inmundicia ficticia en sus filmes. Coge la violencia por los cuernos y, finalmente, directo a matar... valientemente, como siempre.

Mientras otras parejas bailan a su alrededor, produciendo contorsiones hiperrealistas y grotescas, tanto, que parecerían ramificaciones de la podredumbre, títeres de alabastro caro. Demasiado distanciadas del tema educativo, o no. Revolucionadas por sus gestos posesivos, rotundas alteraciones, bajo la propia  imagen reflexiva en el espejo. Pero en la ficción, alejada  al resto, como sentencian sus privativas carteras y posesiones. Lo dicho, son polvos de estrellas.

Lo que todo el mundo entiende, tras pedazos rotos y el rostro del monstruo desfigurado, es la representación del odio. Cotidianas derivaciones sobre el abuso y sus condenas sangrientas.

Danzas Alternativas.

Ya que son ricos, en mayoría, excepto aquella estrella solitaria, y siguen entonando canciones que suenan a rancio, a incongruencias emocionales que se agravarían con alcohol y fuego... los artistas van a desmontar sus vidas privadas. Es una batalla en la retaguardia.
 
Cuatro habitaciones, duelos clasistas y episodios de ofuscación, revanchistas, distancias insalvables que tornan a la memoria después de años, con flashbacks más acertados que en la anterior serie comentada, Sharp Objects.
Irrespirable confianza, en privado, bramidos de machos-alfa con su función depredadora, cuerdas que se tensan bajo la provocación, relaciones egoístas y actuaciones narcisistas. Todo se va enquistando hasta una situación incontenible y explosiva. Entonces, activamos el modo de defensa, salvaje como dijimos, asistimos entre sus graznidos o rugidos, a la segregación mediática, vacío de instituciones acomplejadas o miradas poco educadas, alrededor... ¡ay, mayores!

Empezamos a sintonizar los efectos, los enganchones o desconchones, los crujidos de huesos, que atraviesan lujosas paredes de diseño, rostros que se desencajan a su ritmo, desde los sobreprotegidos techos, hasta la cama. Sentimos, enseñanzas profilácticas, de andar por casa... y, otras más caóticas. Casi oníricas, catárticas o malditas. 
Los pasos indecisos por consultas, declaraciones de testigos, como una marejada que nos atrae o nos repele, según intenciones o las propias experiencias. Mr. Vallée las visualizó, indaga en sus secretos de alcoba, gracias a su valor técnico, narrativo y visual.

Sabe como retratar ese caldo de cultivo que crece, contamina las relaciones privados, exacerbado en sus fachadas y falsas efigies, de cara al exterior. A pesar de lo alternativo, a su extravagancia social, el poder adquisitivo que distancia y esa exquisita educación, que se supone, con respecto al humilde. Elige las palabras con que se dirigen a sus cachorros, aún sin dientes ni garras al parecer... aún demasiado tiernos para entender la compleja situación en el interior de sus inseguras mentes. Pero nunca, tontos.
Resalta una serie de rostros famosos para emparejarse con sus respectivas ovejas, o elementos, cabríos celados, para reflejar el ambiente caldeado, sobrevolar la irresponsabilidad, indagar en la demagogia, la hipocresía y la condescendencia. Inspeccionar las futuras consecuencias, adentrandóse en este interesante trabajo del novelista de Liane Moriarty, con su imagen de la manipulación, el complejo y la violencia doméstica. 

Un serie que reconocemos, ante el descrédito gratuito generalizado, y la indiferencia de las autoridades educativas, porque algunos de ellos, significan ese éxito o poder social, de algún modo. El infierno económico  y adicciones destructivas, es otra cosa. Acá el sexo, es la cúspide del placer.
 Luego, la aportación de interesantes actuaciones es la base, para propagar conflictos enquistados y agravados en el silencio, que nos incitan a una guerra. No sólo genérica, sino circulando en múltiples direcciones, disparando balas como palabras, cuando se trata de defender derechos de nuestros hijos, o sus propios egos tutoriales. 

En cambio, el pequeño gran hombre y su cercana sonrisa que parece cada vez, más aislada, ya no será el mismo.Tampoco, aquellas hojas tiernas que amenazan con desprenderse definitivamente y ser pisoteadas, sino se pone remedio...
La hora de la verdad ha llegado... es la hora de las tortas. Digo reflexiones.

Infamia privada/Insidia amistosa.

Desde aquel odioso día, como comenté, todo pareció derrumbarse a pies de la opulencia y, el poder proveniente de su cartera. Cuando las radiografías familiares quedaron reveladas definitivamente, sacando a la luz, lo oculto tras la brillantez de sus fachadas laborales o la roña en sus heridas morales.
 
Se hallaban marcas demasiado profundas, por doquier, que supuraban en privado o de cara a ese mundo social superior, de despreocupación, cubierto de mentiras y otras infamias de postín, reflejadas ahora por el pasado.
A través de la mente distorsionada de aquel sexo, observamos la mugre de la serie Big Little Lies, sus rincones abyectos y especies paralelas, que no queda sólo en esa superficie lujosa, consentida y ligera de cascos. Si no que mete el dedo y remueve.
El masoquismo sobreexcita la tensión y el terror, que muerde la mano del niño dulce con un velo aparente en la mirada y su presionada situación, estigmatizado por humillantes razones, que será operada con trámites irrelevantes y académicos. Veremos si estos jóvenes actores, tienen oportunidades en el futuro, puede que así sea, si sus padres legítimos saben defender sus derechos o su arte.

Por otro lado, los misterios desvelados convenientemente, aportan apoyos y manifiestan rechazos que dividen a la opinión pública. Es lo bueno de estos casos, la referencia significativa de esta serie, que enfoca con distintos pensamientos, el problema. No cauterizado a la finalización, te guía sobre el sillón de casa.
Sensaciones que se irán desangrando o madurando, a medida que avance la narración de esta función hacia el desenlace y los rostros al motivo de las disputas paralelas, casi perpendiculares a esta violencia contemporánea, menos glamurosa.
Cada individuo, sugiere una acción determinada, sobre la sobreprotección o el cariño, que no se demostraría en su convivencia personal. La ligereza con que se abordan los graves problemas o divergentes propuestas sexuales, es una magnitud de sus pretéritos engaños y conexiones actualizadas. Y, sobre todo, un teatro a la cara, abordando los complejos al mirar al otro.
 
El valor clasista, como la propaganda cultureta que se esparce como la m..., por otros lares, reproduce  toda la insidia que amenaza con estallarles entre sus manos doradas, muestras del becerro. Sus puños y uñas, abrazando a sus hijos, golpean a los demás, sus labios son proletarios, contumaces como armas de destrucción. No masiva todavía, sino encapsulada por el dinero y la efervescencia temporal de otros atractivos contactos, cortantes como un disco de vinilo roto. O una figura de famoso, tirada por los suelos de la historia en un disfraz.

La historia se escribe con dolor, abusos, silencios y... miedo. Durante los 7 elaborados por el admirado Jean-Marc, prevalecen paralelismos en las parejas, al margen de la acusación principal, girando alrededor de estas cabezas desbocadas que luchan enérgicamente contra una injusticia. O no, para caer irremediable e ilógicamente, en redes de dicha violencia.
Falta de comunicación y desajustes generacionales, generan violencia y forman la esencia que va a contaminar esta escena del crimen, sin solución. Las pruebas macilentas convergen sobre la carne señalada de tus vástagos, para demostrar como aquel documental terrorífico, que toda la vigilancia puede ser en vano si no utilizas los ojos bajo el cerebro.

Si un enfrentamiento clásico de patio de colegio, con jefes de igual edad, se escapa de las manos y se desmontan los argumentos con cargas de profundidad personal. Mientras se genera la insidia, sobre las mentes que se creían amistosas.
Sin embargo, sobre ellas y las infamias que se revelan en secreto, saltan osamentas fracturadas, y los colmillos del depredador se erigen como representaciones diabólicas, de puro mal.
Incluso entre estos despreciables ejemplos sociales, existen momentos para la distensión, la risa o la resaca figurativa del denominado star-system. Especialmente para el fanatismo religioso, también incide en aquellos seguidores al arte moderno y la fam, que se verán reflejados en sus existencias tangenciales y antifaces para sueños más nocturnos. 

Al fin, se ha creado un clímax sensitivo y emocional, al compartir sus efigies con luces, y sombra, en el recuerdo de las Audrey´s y los Elvis del mundo.
Uno de ellos, alienado también, pues pudiera no estar demasiado contento, en comparación dramática. Allí dónde esté o se esconda del presente... Suspicious mind, the king.

La Función...

Antes de la sospecha o la locura, la irreflexión y el daño, charlemos de narrativas brillantes, de tiempos remotos sobre la cinematografía de Vallée, bailemos de gusto con sus gráciles observaciones tumorales, silencios desgarradores y sus burlescos tiempos. Miremos por la ventana... y cantemos.
Maullando como gatos acampanados, chorreras de birra y no champán dorado, macarras de ajustado pantalón... y gatas alucinadas. Excepto una, más bien vengandora y celada, ya no en celo.
Sin la atención o las respuestas necesarias, la función se desparrama sobre una sartén satírica, donde la obscenidad se desprende en esa escalinata de viejas estrellas enterradas, no en la memoria.
Esto es, no preservados al vacío, ni abandonados como inocentes niños, cuando hacemos el amor... o la guerra. ¡Un fregao de verdad! 

Las cortinas, se descorren del humo condensado, que escondía los verdaderos sentimientos, las debilidades o el pavor a la soledad. El poder desafiando a aquel acto sexual que reventó la primera etapa de reconocimiento, pasional, estrafalario y arrogante, como de vikingo o cavernícola de otra era.
Cuando la responsabilidad sale a flote del océano de ocultación y el tremebundo, incontenible, paralizante... ¡maldito miedo!
Ahí converge todo, por el momento...
Cayendo como un castillo de naipes, rodando las unas sobre las otras, relaciones... las unas sobre los otros, promesas, y viceversa.

Desmontando el tiempo de las decisiones erróneas. 
Portando disfraces que se van amontonando como pieles vividas, sobre el baúl barnizado de pátina y mentira. 
Mientras, pedazos vuelan girando como metralla de películas a su alrededor, reproduciendo canciones, puede que inimitables, dejando desnudos a los miembros de esta burguesía o nobleza norteamericana, de facto. Representados una y otra vez, sobre el escenario de la contemplación asocial o la rocambolesca vida.
Es un momento mágico. Sin preguntas, como dije. 

La trabajadora usual, no pertenece, pero está. Las categorías se han nivelado, no al ritmo de las fuerzas innatas de la naturaleza, pero casi... Los niñ@s son el cebo o la carnaza... la imagen de nosotros mismos. Las redes para pescar en ríos revueltos, el ancla para permanecer fondeados al pasado. El arpón del Capitán Ahab...
No te lo pierdas, después de las Queen-s. Al final, hay sorpresas, vistas o descritas desde aquí.

The King.

En ese instante intrigante, cuando todos íbamos a picar, el contexto nos lleva a otra travesía o una fiesta, entre reyes y reinas. Afortunados herederos que navegan en un mar en calma, de apariencias externas, mientras se preparan para repartirse las mejores ´cañas`, lanzamientos... y galas.
No me digas que no aprecias, acaso, ¿amante de la música o el cine clásico?

Las enseñanzas han quedado enterradas por el cieno del tiempo y las amarguras pasadas, por nuevas reacciones que silban como las balas en el OK Corral, en esas habitaciones a ciegas que aterrorizaban a Miss Hepburn. Con las peleas genéricas dentro de millones de coches, que se aparcan en la obscuridad, solos. Mientras los rivales en flecos y cueros ajustados, como navegantes iracundos se enfrentan en salones, a ballenas imposibles.
Exigentes cantinelas o teatros de tragedia griega, en cuatro actos... por esta trágica vez. Vamos... ¡qué se arma la marimorena! ... O querida, Audrey.

La locura con que envolvimos la inocencia, es un frasco hermético para el Rey. Con vigilantes, no educadores con resolución, se elabora una trama excéntrica de famosos, clavándosela por la espalda. Entre nuevas tergiversaciones genéricas y las descalificaciones personales, miedos alternativos a la soledad.
El concierto está lanzado con voces de desconcierto, crispando hasta la más pintada o disfrazado de reiterado rey, de forma que aquel maltrato físico, psicológico y metafísico, se reproduce ante el escenario o las escalerillas a la fama. El telón de esta función primeriza, está a punto de descolgarse... fin por ahora...
Ah, bueno... restan un par de cosas.

En primer lugar los protagonistas físicos de estas Grandes Pequeñas Mentiras, que dividen la guerra entre gatas de lengua afilada y aquellos machos encabritados, todas cabreadas y algunos poseídos de cierto carácter, digamos enfermizo.
Nos encontramos agresividad de muchas vías, con mensajes textuales accionados como trampas, manipulados por las estrellas.
Stellan Skargard el comportamiento vikingo del presente, como todos aquellos hermanos, enloquecidos o haciéndose el sueco frente a la violencia conyugal. La divina y sexual Nicole Kidman, estilizada hasta en las posiciones más incómodas. La pareja desequilibrada en verborrea de Reese Witherspoon y Adan Scott (desde su papel satírico en The Disaster Artist), el pasado sentimental que les persigue (o reabren) en el trabajo de James Tupper... triángulo poco explicado.

La expareja Oren Berg con la nueva compañía, tan agradable como Zoe Kravitz, el poderío económico e interpretativo entre la admirada Laura Dern y la volatilidad de Jeffrey Nordling. Por último el pequeño proscrito, un Ziggy de ojos tristes, Iain Armitage (joven Sheldon y próxima voz del barbilampiño Shaggy en Scoob) entre otros de otras camadas, y bajo la vigilancia reservada de la actriz Shailene Woodley, enfrentada a la imagen indecente de un pretérito maltratador. Con su pistola cargada, in memoriam. Estará cerca del director argentino Damián Szifron en la película Misanthrope, buscando con el FBI a algún terrible criminal y en la voz animada y salvadora de Arkie, co-escrita por los hermanos Jurevicius y Matt Everitt, uno de los animadores de Lego.

Una raíz violenta, elevada a la cuarta potencia de parejas, secretismo, sexualidad, educación y la revelación final. El desahogo existencial de la venganza, la libertad del futuro... de una segunda temporada en otras manos o facetas.
La otra canción, reside en la puesta en escena, con la banda sonora de Michael Kiwanuka y la entrega total a la idolatría. A la reverencia hacia las estrellas del pasado, su imagen potente y su música. La esencia de otra época, que se encuentra con ésta y resulta una pelea desigual, entre las Audrey Hepburn´s y los Elvis Presley, de nuestras entretelas... la Dama vs. el King.

Si Miss Hepburn es el sueño con que muchos adultos de ayer y hoy, idearon o fantasearon apartados de su documental más personal y cotilla, titulado Audrey; Elvis The King, es el amargor del sueño americano. Dulce y amargo, por la historia de los USA con conflictos raciales, cambios políticos y demás asuntos sangrientos, en un salto cultural por el misticismo, la privacidad invisible de la estrella y la actualidad de nuestra alienación, golpeados por el paro, la miseria, los acordes del rock y la adicción. ¿Pastilla roja o azul, cuál eliges?

El estupendo documental de Eugene Jarecki, con el mismo título homónimo, se sube al Rolls Royce de esa historia, con el número 1969, la visión pesimista y la amargura de nuestros tiempos. Cuando el hijo de un camionero y Gladys con orígenes sajones y tatarabuela de sangre cheroqui, se verá acusado por apropiación temática. Fue la figura blanca que unió (o imitó según sus más críticos) los ritmos negros del cadencioso Rythm and Blues y la pulsión guitarrera del hillbilly, con lo que fusionaría en Rockabilly.
Además de poco bagaje culto o poético, hasta la definitiva liberación, se convirtió en cometa ascendente, con un abrir y cerrar de ojos y la manipulación comercial e interesada de un Coronel conocido como Tom Parker, después de que Sam Phillips (creador de la mítica Sun Records) le pusiera en órbita, gracias a su voz y los movimientos irrepetibles de cadera. Culto de las jóvenes de la época, por las diferentes ciudades de Norteamérica, que no el resto del mundo, como hubiera deseado The King.

Le sigo llamando así, a pesar de las críticas de algunos comentaristas, y ante la presencia de otros famosos en idolatría, junto a las voces de varios viajeros anónimos, desde su barrio en Tupelo (población mítica y obrera de Mississippi), hasta las canciones que pasaron por el Memphis tumultuoso de Tenessee y los artistas que rodearon su corona, de oro y espinas. Los ecos de RCA Records en Nashville, la enormidad de New York, donde Elvis se iría convirtiendo en un King Kong, atrapado poco después en una celda de asfalto y neones, cuando marchó a la guerra de Mambrú por Alemania y la desidia artística del amado Hollywood. Hasta descubrir los interiores de Las Vegas, su otra gran cárcel, a través del recorrido del documental por la Ruta 66 y el sarpullido en la búsqueda del Dorado Sueño pretérito. Para acabar arponeando a la mítica Moby Dick, o frustración, ya enfundado en su traje negro de cuero Acab - ar, y su tumba extensa, oceánica en la tierra de Gracia.

No sé si a Elvis Presley, le haría mucha gracia verse reflejado en un disfraz tan repulsivo, pero el Rey siempre está por encima de todo. Al menos, en aquel trono de su historia encorsetada en un documental y la voz exprimida por ese éxito meteórico, durante el ya pasado siglo XX que en paz descanse. Su ritmo estelar nos queda para mantenernos bailando en la actual cuerda floja, de nuestra particular alienación. También nos quedarán las películas de Jean Marc Vallée, un gran director que nos deja su huella indeleble.

En definitiva, dos maneras de vivir la existencia, como monstruo o arponero liberado. Finalmente ambos cazados... como todos. En blanco o negro... Aunque por el medio, siempre queda algo brillante e inolvidable, casi mítico.
Ahora, sí es el fin. Gracias amada Audrey, por las viejas fotografías y tu magnífica o divina presencia.
A kiss, be careful... y ¡viva el Rock&Roll y el blues!
\,,,/

Midnight, the Stars and You • Ray Noble Orchestra & Al Bowlly


Big Mama Thornton - Hound Dog and Down Home Shakedown.


Elvis Presley - Jailhouse Rock.


lunes, 20 de noviembre de 2017

The Leftovers Season III... and Lost (digo Last)


El libro desaparecido de The Leftovers.

Fue un 14 de octubre del año 0, bueno, depende de la mirada de cada lector o espectador, aquel denominado Día de la Ascensión, poco fructífero para el Canal HBO y, por contra, éxito de crítica para la producción de Film 44 y Warner Bros Televisión. Estalla una fractura remanente, entre público y especialistas, cuando había hecho un trienio de aquel fatídico día en que el mundo en su totalidad, perdió aproximadamente un 2% de la población, con un amplio cruce de caminos.
Sin embargo, otros espectadores (entre los cuales me incluyo), no recorrimos aquella aventurada travesía a ningún lugar, tal vez la muerte... hasta pasados algunos años. Tentados por esas críticas fabulosas y muchas sensaciones de incredulidad alrededor de The Leftovers, con continuos cambios de dirección.

Un hecho inexplicable, como la mayoría de precedentes en la literatura de ciencia ficción o los medios audiovisuales con tendencia a la fantasía, que ha escrito una página indeleble en la historia de la televisión, con la distópica The Leftovers y su brillante factura narrativa o visual. Y con sus volátiles protagonistas, es decir los principales sufridores en un caos universal, interpretados por los actores en la serie (casi miembros de la familia) más el resto de nosotros, los espectadores al otro lado de su universo dividido, emocional y metafísico.
Inexplicable y terrorífico relato (temporada I y II), también caracterizado por su avanzado sentido del humor vitriólico en algunas secuencias oníricas, que se convertía en el mayor enigma de los últimos años en televisión, que no el único (veamos Black Mirror, West World, True Detective, Stranger Things, Twin Peaks, MindHunter, etc...). Distopías físicas y mentales que están marcando una era en la historia de la televisión.
Ahora, tras finalizar esta tercera temporada y última corazonada, se podría calificar de una obra surrealista que deja la categoría "lynchiana", para tomar su propia nomenclatura o idiosincrasia.

La ausencia nos acompañó entre dos grandes temporadas de vaivenes temperamentales, para dejar una merma emocional que no desarrollaba explicación coherente ni científica, a priori. Para sentirnos vapuleados en las manos de sus dos creadores, el escritor Tom Perrotta y el productor Damon Lindelof, convergiendo relatos bíblicos con la literatura de terror y el melodrama.
Parece que fuera ayer, cuando miramos por la ventanilla semicerrada de aquel coche aparcado con dos protestones ocupantes, para descubrir al poco tiempo que, el azar divino o los decesos provocados u ocultos, podrían acarrear un desbarajuste social de tal envergadura filosófica o el advenimiento de algún tipo de apocalipsis en la ciudadanía del planeta. Salvo raras excepciones amuralladas, que comprobamos en la segunda temporada con plena libertad creadora.

Aquella catarata de sentimientos, surgía de la nada o el todo, pero golpeaba con la fuerza de un puño metálico o una pedrada ideológica. Con la dureza del cáncer en nuestras vísceras ennegrecidas, una enfermedad mental o la extrañeza de lo incomprensible a simple vista, demostrando que el pánico se puede instalar con la misma facilidad en nuestras vidas, que la profunda sensación dejada con sus imágenes y el dolor de las palabras, en nuestras entrañas.
Los capítulos de The Leftovers han retenido unos rasgos identificativos propios y unos personajes catárticos, que comenzaron una odisea universal sobre los sentimientos y la culpa, las marcas producidas por los recuerdos en los seres humanos... y las acciones de los monstruos. Aquellos que se esconden bajo nuestra piel y transforman la sociedad en un estercolero, los que conocíamos hasta entonces, la volatilidad que va produciendo más acontecimientos descontrolados, dolor, pánico y confrontación colectiva.

De aquel tiempo impactante y durante este convulso recorrido, descubrimos que los caminos a la verdad son tan variados, como las descripciones de los personajes de una gran odisea. Incluso, para los planificadores de un final que se aproxima según todas las coordenadas previstas hacia no sabemos qué lugar, quizá, un paseo por las arterias coronarias.
Por tanto, al igual que el mal enraizado en nuestra mente, existen momentos de claridad y de sombras, lugares comunes al espectador y momentos furtivos como el momento en que Lindelof, demandaba al director Peter Berg, no hacer una toma directa de aquel bebé. La ocultación de ciertos propósitos que ensancharían el misterio hasta el fin, aunque fuera planificado exhaustivamente, pareciera que en los postreros episodios del viaje, los creadores se extravían en los pasos dados hasta ese momento crítico, u ocultan, de nuevo, el sentido narrativo inicial... el pasado y el futuro.

Los Personajes... y sus egos.

Las vías argumentales que toman los personajes, están tan difuminadas como sus egos, unos se instalan en la misericordia y otros actúan contra el devenir, al igual que el resto se identifica con unas opiniones u otras. Ya que el dolor se apodera de cada paso que dirigen hacia la nada... o el todo, como nosotros ante el episodio final o la muerte.
Como en aquel, en que el jefe de policía Kevin Garvey Jr., entre quejumbrosos alientos estertores y la terrible decisión jocosa de la resurrección, te transportaba a un universo desplegado o extendido durante una pesadilla existencial. Tan real que parecía un sueño, tan falso, que sería firmado por un manipulador de marionetas humanas... desde un lugar elevado y remoto. Unos son observadores y otros juegan, en un tablero de apariencias, que buscan la justicia humana o ¿divina? Depende de factores educativos.

Todos en aquel estercolero lujoso, parecían sacados del mundo sacrílego de Luis Buñuel, escogiendo decisiones surrealistas, donde la justicia se confunde con los deseos más personales o nuestro fracaso ante otros vicios inconfesables o prohibidos. Nos dábamos cuenta de la relevancia de la historia, cuando nos situábamos en su lugar, y nos lanzábamos a ese pozo indeseable que delimita el bien del mal.
Entonces, los personajes ya sabían a lo que enfrentarse y nosotros a qué atenernos, macerados por su trayecto emocional, por el sufrimiento y el horror, enfocados a la resolución de una amenaza que convierte a los humanos en simples números, cifras que se volatilizan en el aire. Nosotros también, somos vecinos, hijos, padres o madres, que toman decisiones acertadas o erróneas, ideas de egocentrismo que se instalan en nuestra mente, mientras otros se conforman con la cercanía o el calor del otro, del ser respetado o amado.

Irreversiblemente, paso tras paso en su travesía por el desierto del conocimiento, al reencuentro de su memoria o la tierra prometida, todos nos embarcamos en su odisea. Eso sí, con diferentes motivos o enfoques vitales, sobre eso que describen como destino, y tratando de encauzar las sensaciones pasadas con nuestros recuerdos más íntimos y familiares. Espacios comprimidos para cualquier tipo de ego, excesivo.
Marchamos con ellos, no todos, hacia un lugar donde la realidad se confunde con deseo privado, se mezcla con las injusticias o los tratamientos sociales, tratando de sobrevivir a esos pecados individuales más hirientes con los inocentes, o lacerantes para el alma... si la hubiera. No debe quedar muy claro científicamente, aún.
Es difícil, en estos kilómetros emocionales que restan, regresar al camino de The Leftovers, pues, sería paralelo a una especie de resurrección ´divina`, en las manos de un Asesino Internacional, que irá mutando su inseguridad vital por un argumento más definido. Un salto hacia la aparición apocalíptica del anti-héroe o salvador forzoso, veremos.
Se podría definir a los personajes con una única palabra, incluso las que provienen del silencio, porque amamantados como bebés por una historia tan compleja e indefinida, se mueven a cualquier tipo de apoyo, sea físico o espiritual.

A través de la poderosa imaginación de sus creadores y los principales directores de la serie, como Nicole Kassell, Craig Zobel, Keith Gordon, Carl Franklin o Mimi Leder. Todos bajo el auspicio profesional de Peter Berg; pareciera que la realidad es la ciencia ficción y el amor, la verdad.
Aquel hombre tranquilo, real, ejercitando en zapatillas de running, detuvo su carrera por la atención de un perro suelto o perdido, verídico... que caía abatido violentamente por un estallido mortal, fantástico, procedente de nuestros miedos. ¿El amor o el odio? Y, poco después, la mente creadora descubría que el verdugo era un loco, verdadero, que aquel hombre era el policía, real o ficción, o la víctima transformada en el Salvador aparentemente, diseccionado por la magnífica actuación del actor Justin Theroux y su doble carrera hacia la metafísica universal o la fantasía ética.
Del sacrificio con amor y odio, entre la vida o la muerte.

Ya mutado en héroe doloroso, intentando dejar de lado otras circunstancias propias o mentales, gracias a su fortaleza ante la cruda realidad y los comportamientos criminales de algunos monstruos, comienza este trasiego amoroso de regreso a la tierra conocida.
Mientras en el interior del hogar, silencio, esquizofrenia, reunión de mentes, estableciendo una dicotomía entre el martirio o el milagro, la traición o el interés particular, el recuerdo en blanco tras los acontecimientos de mayor calado o gravedad. Hacia el exterior, la nada entonces, nada hacia territorios inhóspitos que ya no parecen entrecruzados, sino vidas paralelas o reales, con el mismo destino. Con semejante esperanza.

¿Esto significa el fin o el comienzo de otras vidas? La respuesta no era fácilmente digerible ni rápida, más bien, se escabullía persiguiendo fantasmas que se quedaban sin voz, con la mente y el traje impolutos, salvo el olor a nicotina o sangre por los golpes recibidos. Esperando un choque entre damas, blanca y negra, pero... ¿quién sería quién?
Los que no están ya, parecían transcender a todo lo ocurrido, a lo venidero, a las preguntas. Incluso la joven que se acerca de golpe, Meg, no las hacía a su llegada, para adentrarse en una especie de tortura secuencial de la sociedad e impávida de la población. Deseaba romper con el pasado o hacernos partícipes de una maldición, siniestra, secreta... ¿divina?
El futuro está en los hijos, pero, ¿qué harán los padres si éstos desaparecen sin hacer ruído, como ellos? Sexo sin aprobación, respeto, ni amor siquiera.

El policía, padre en chándal que perpetró un error o incidente desafortunado (sexual y sentimentalmente también), olvidando por un instante a su familia. Regresa como el Neo de Matrix... más castigado, más de tres años después. Es un convencido que no se da por vencido ni enterado... para terminar estableciendo la duda infinita, de que reniega en convertirse en nuestro héroe, más bien, cumplir con su función determinada o cerrar un círculo sin fin. Sin ´espoiler` o destripe.
Las madres, en cambio, son el recuerdo de una visita al médico, una enfermedad compartida en familia en el hogar, el recuerdo de una risa o una reprimenda, una mirada atónita al asiento de atrás; el pánico es la callada como repuesta. Significa encararse con sus propios demonios, desporjarse de todo, o subirse a una tarima frente a un público, ávido de las mismas respuestas. Algunas más alambicadas que, los próximos y extraños mensajes escritos en una hoja en blanco, difuminados por el humo de las creencias o dudas existenciales.

El alma de los animales, somos nosotros o la naturaleza intrínseca. El matador de canes que golpeó las fauces con el fuego, es el colega vengativo, no amigo, de la carne de venado que destrozó tu casa. El que facilitó la extraña carga de tu maletero, en aquel primer episodio de impacto. Se extralimita y desarrolla, ahora, con extrañas conexiones cosmológicas o cambios de la materia orgánica, esperando a pudrirse en una caja de zapatos enterrada, semejante a un revitalizador del falso visionario. La imagen del horror en perpetuo sacrificio mental y el exterminador. ¡Vaya un mundo de perros olvidados...!
Los hijos son las ramas que crecen y bifurcan como las hojas arrancadas, de una libreta. El diario hacia la racionalidad o el equilibrio, en el sentido práctico, porque la realidad es otra. La enredada con subterfugios, amistades y erróneas apariencias, tras la fama, la riqueza o cualquier otro sentido para la vida más filosófico... Ellos, acabarán secándose por falta de ideas u otras simientes paralelas, en otro mundo paralelo, fuera del contexto familiar.

La madre es un pañuelo que recoge las lágrimas, es la fuerza que nos mantiene derechos, ya no tan muda ni aconsejada, se nutre de la psicología para ayudar a aquellas personas que perdieron la guía y se conforman con unas palabras sin traición (no escritas, sino dictadas) o ese paño que seque sus lágrimas. El amor de madre o el romántico de la impenitente Nora, se encarama a los recuerdos en un espejo magmático que nos dejará sin palabras, circunflejos ante el abismo que separa las dos realidades o las dos fracciones separadas de tiempo superpuesto.
Existen otras descripciones para las rarezas del comportamiento humano, disfrazadas de pasiones inalcanzables como una niña abusada que juega a ser Dios y se estrella una y otra vez, jugando a disfrazarse, la locura de un abuelo enamorado de las conexiones herzianas, que trata de descifrar quién es quién o quién es dónde, cómo, cuándo.
Algunos elementos proféticos que pululan en las páginas de un libro, se enzarzan en una lucha bíblica, entre la reflexión apostólica que divide, al paradero espiritual que nos espera del otro lado, y lo que encontramos en realidad.

Entre un paraíso celestial y el infierno que arde bajo nuestros pies pecadores, se eleva la serie The Leftovers, sobre nuestras cabezas, como una estatua pétrea. Un peso muerto sobre la estratificación de la sociedad, la multiplicación global y el miedo al fracaso, aunque pintados como fieros leones preparados para el crecimiento proporcional de esa camada, de nuestra familia, ejem.
Por último, describir el malestar de aquellos espectadores, que han observado en esta tercera vía o temporada, que la amiga de los consejos adultos ha dejado esa postura cabal o cualquier otra, que los estudiantes han volado definitivamente como fueron apareciendo los culpables remanentes, que las obsesiones o ideas extremistas, se transforman en relación inesperada a través de un auricular y, que aquel blanquecino acto sexual para la procreación o el fruto de una resurrección cerebral, se perdieron en el olvido o transformaron en cenizas, no de un cigarrillo, sino de una solución salomónica para zanjar otras vías muertas... que los pecados (no forzados o crímenes sanguinarios) tienen diferentes puntos de vista.

Pero, tanto los protagonistas últimos, en esta transición territorial hacia la trascendencia universal, hasta aquellos otros evaporados por necesidad de un término más o menos complaciente, o decisión del guion, se han conseguido instalar en nuestra memoria dentro de sus múltiples mundos. La magnífica The Leftovers, a pesar de esos huecos medio tapados o desubicados, no trata de escatimar la fuerza de sus apariciones por separado y sus pensamientos individuales, dirigiéndose a un encuentro humanista.
Sus personajes han sido adoptados como ´hijos` de millones de seguidores incondicionales, sufriendo con ellos, esa sensación de pérdida emocional que todos padecemos, respecto a nuestros seres queridos. Con sus virtudes y defectos.

Dos más, antes del fin.

Dos más antes del fin, restaban en el anterior comentario, para enfocar estos caminos individuales que definen el hecho colectivo de esa falta. Desde el día del ascenso taimado, todo ha ido evolucionando, nos han hecho que pensemos según nuestras propias dudas en la vida, adicciones, miedos, intolerancias, flaquezas, actos reprobables, visiones, radicalizaciones con aptitudes del prójimo, crímenes, etcétera. Tan próximos a la realidad, que asustaban.
Así los años han ido pasando, apenas unas semanas de nuestra vida real, trasladándose de la familia al vecindario cercano, al pueblo pequeño o la ciudad, a la comarca, al país con sus variados pensamientos, al planeta más comprimido que ayer, a otros mundos... para descubrir que la memoria de sus conciudadanos, las controvertidas decisiones políticas, los recuerdos eran pragmáticos en ese instante de dolor y pérdida. Las ideas que generaron múltiples incidentes, reconocibles hoy, tocaban fondo y nuestra fibra sensible, de una u otra forma.
Y la pérdida personal se traduce en fracaso colectivo, con esas definiciones abstractas o situaciones mentales menos clarificadoras, buscando una solución fuera de toda lógica. Por tanto, algo más abstracto si cabe, la locura es la realidad disfrazada y romántica ¿o no?
Los dos siguientes capítulos, remanentes también, desarrollan ese regreso al vértigo, al encuentro de una bala justiciera que ofrezca el descanso, merecido o justificado. O una palabra escrita en un libro que parecería la copia de otro, más divino e irreal si cabe.
Escrito por la perspectiva de una humanidad enfermiza, falta de creencias reales o sujeción intelectual, que explique la aparición de otras percepciones inexplicables.
El planeta que espera el castigo divino, o la salvación, ante actos pecaminosos o la muerte por motivos contraproducentes, necesita de la aparición de un prometido heroico, tendremos que embarcarnos en ese viaje para conocer su identidad.

Sin embargo, el resucitado parece otra persona, ha sacrificado su labor en los siete años transcurridos, y antes de la fecha de un nuevo día 14 de octubre, se quema ante la falta de perspectiva lógica. Cuando los pájaros de la paz no cantan, o no regresen jamás con el saquito de voluntades y deseos, secretos que, posiblemente, nunca sean escuchados o revelados... Porque, no hay nadie para recibirlos. Porque el tiempo se escabulle entre los espacios vacíos de nuestras canas.

Desaparecieron en la memoria, con cada inhalación, cada disparo en el pecho, cada ahogo o asesinato de una presencia invisible, cada pedrada en la sien, cada traumático destino. Desistiendo de cada palabra o aviso sordo, de cada cabello blanquecino, se fueron perdiendo por el camino, mediante cada movimiento increpante, aleccionado, y purga dirigida por el conjunto o rebaño. A través de cada quemadura en la carne de otra realidad paralela, cada veneno ingerido hacia el paraíso más infernal, también hilarante, cada explosión que impacte sobre nuestras cabezas, cada cerrojo que guarda el sentido o el cáncer de nuestros pulmones... incluso, la posible simiente.
No será nada, dioses humanos en otro sitio desconocido, cenizas en el fuego que todo lo consume, como el aliento de un diablo interior o humano, que nos lleva al suicidio. Al reencuentro del pasado.

Según pronosticaron los ancianos de lugares lejanos, en las antípodas de la moral, la lluvia trae respuestas, en comunicación con los ancestros tribales o los dioses de la naturaleza. Profiriendo encantamientos, detendremos el curso o compondremos canciones encantadas... de habernos conocido, juntos.

A la tercera... ¿fracaso o victoria?

A la tercera, caminamos atravesando un puente incendiado con dolor, fuego e injurias insoportables, que abrasan las páginas de nuestro libro. Discusiones que no deberían haber sido interpretadas, si realmente quieres remediar el problema y atravesar el camino de vuelta... o acabar para siempre en el silencio.
Incluso, hasta ese remoto Milagro que vivimos, podría caer en saco roto, o un molde inservible de plasma para revitalizar las relaciones desconectadas por el arduo viaje. Un vestigio de nosotros que desenterrar, un fósil entre dos mundos, cubierto de palabras de amor u odio.
Al menos, entre tú y él, Kevin sin corazón, si habrá palabras románticas, un baile sincero de necesidades, y tal vez, aderezado de un roce supremo.
Aunque no cantando bajo la lluvia australiana... sino atravesando un océano de lágrimas y recuerdos amargos, debiendo recordar, si éstas serán de dolor o angustia... Si las páginas del siguiente tomo, elegirán entre el placer o la alegría... por la memoria o el futuro.
Pero antes... el viaje o la odisea.

En el siguiente paso, hacia ese diluvio de emociones, caminamos con Diez nuevos capítulos, 2 universales, resucitados con siete viajes personales y uno más. Viviendo ahora con ella, a tu lado... como una familiar que volviera de un trago amargo, de un baile arrebatado por llamas internas, confuso como el humo ciego o la dimensión partida, entre corazones olvidadizos.
Nos disponemos a un largo y distante traslado de emociones, que nos hace olvidar lo que hemos vivido anteriormente, con las sensaciones de una tragedia enorme y, sus consecuencias vitales que se nos escapan del entendimiento o nuestras manos. Hasta condicionar la apariencia de este tercer advenimiento que, casi, no parece el mismo guion de esta serie, al inicio. Sino un camino diferente, del juicio final, distanciándose de nuestros pasos en la tierra y los suyos, en esa otra dimensión..

Los pensamientos exteriorizados, de los principales protagonistas. Desorientados de la mano, todos por primera vez, en pos de esa unión con muchos otros desaparecidos u olvidados, y escrutando un enlace insospechado. Al encuentro de aquellas emociones ancestrales, que nos recuerdan a los niños perdidos, al padre perdido en la locura o las voces, a los amantes perdidos en una cama ocasional, al feto perdido en un suspiro, a los animales perdidos sin amo, a los amigos perdidos y fes perdidas en egos, al amor perdido en viajes apocalípticos, a los mensajes soñados en palomas perdidas, a las canciones perdidas en dudas existenciales... demasiado infantiles para la causa que divide los cielos en dos. Él y tú, perdidos, Nora.

En busca de otros temas, estilos o representaciones surrealistas, más bien, coordinados como sueños enjaulados o pesadillas incompletas en un crucero ´divino`, entre riqueza y lujuria... en una curiosa edición que marca los pasos adultos de los personajes de The Leftovers.
Dispone las condiciones personales de sus diferentes senderos o perspectivas vitales, a la tierra de nuestros antepasados, a las praderas repletas de magia espiritual y canciones de lluvia, que detienen el tiempo y espantan los malos augurios. Sufriendo ante una máquina llamada Tierra, hogar de todos, que va muriendo paulatinamente, desapareciendo a bocados de animales salvajes, como los recuerdos que se borran de nuestra mente o las preguntas que se quedaron sin hacer.
Cada personaje vivirá su particular odisea, en busca de esas respuestas...

Aterrizamos lejos, con miras a otro mundo, con el énfasis de un drama emocional que los arrastra a una pesadilla íntima y personal, con esa estética surrealista de un estallido planetario. A la espera de un sueño danzante que, empezara como una angustiosa pesadilla de desapariciones y sigue con una explosión atómica de sentimientos.
Las visiones oníricas, significan una involución. Fueron psicológicas, mensajes sin asunto ni concepto, primariamente enclavadas en el corazón. Por tanto, asuntos emocionales sobre la pérdida, que transfieren la culpa general, que manifiestan el simbolismo artístico de la humanidad en sus albores, los prejuicios del mensaje incompleto o las faltas que se suceden al escucharlas o leerlas, en silencio. Porque esa es la naturaleza instintiva y cognitiva del carácter humano, en relación con los demás.

Condicionados histórica y comunitariamente, por las noticias, los vecinos y familias, junto a nuestros conocidos o negados por los rivales, conviviendo entre los enemigos más recalcitrantes u odiosos. Automatismos de nuestra mente, para dar respuesta a los temas desconocidos de su historia y evolución, fosilizados con invenciones o dudas existenciales, manipulaciones, que van arrinconando la razón en segundo término y el análisis científico. En pos de la división o la quiebra de todo.
Los actores y actrices de The Leftovers, han sido la esencia de nuestra confusión, nuestra familia sufrida, los amores o enemigos, silenciosos o tendenciosos, y la ruta vívida sobre la que se expresa toda duda metafísica.

Nos hemos ido amoldando a los recuerdos amontonados en su pasado, los sentimientos que estallaron por los aires, aquel día de marras, la jornada irrespirable en que se unieron el infierno y la tierra, sin vuelta atrás, que se chamuscaron las hojas de sus futuros.
Comprendiendo sus pensamientos universales, hemos intentado desentrañar su marcha plagada de trabas y alejándose de sus parcelas privadas, comprendido esas amenazas propuestas por sus creadores narrativos. Amenazados por los defectos aprehendidos en el dolor o por el toque de una vengadora trompeta desde los cielos.
Por eso, llegados a este tramo primordial, avanzamos en el nuevo viaje con ellos y sus extremas circunstancias, desde la pequeña institución sanguínea o amistosa, hasta abarcar todo el problema existencialista que comprende la historia del género humano y el sentido particular del amor. Entre dos, ventrículos desgastados.

A pesar de las pérdidas vitales en el camino, los abandonados en la cuneta y los pensamientos más retrógrados, la histeria colectiva en busca del Milagro, la sensación de no pertenencia, siempre una parte, ha ido encauzando la mirada a aquellos resortes ocultos o mágicos. Los que se mueven hacia la fantasía y a posiciones inimaginables, hacia la fantasía ética o el horror de hoy en día.
Sobre los últimos ocho, un número tumbado al infinito, descubrimos que el odio y el miedo fueron los motores, también inabarcables e inagotables. Observaremos el tratamiento moralizante que cesa ante el caos o el miedo, ante la actuación irracional, la violencia o las creencias sin base que la sostienen. Ahora, reemplazadas por las valientes posturas de los protagonistas, lejos de esos consejos interesados por diferentes posturas ideológicas o sociales, y buscando respuestas más físicas o extraordinarias. Interrogantes válidas despejadas por la ciencia ficción, a excepción de aquellos más atraídos por otro tipo de fe, que nunca serán derribados o convencidos (como vemos a diario). En contraposición a la participación de un descubrimiento azaroso, con ese destino encontrado ocasionalmente, cabalística entre imágenes oníricas o capas superpuestas, o sincronizadas en el tiempo.

Solo cabe esperar, algunos años más, dentro de la cabeza canosa a esos elementos oníricos entrelazados por un nexo secreto, no sabemos, si también común, a la espera de una danza encadenada o un tranquilizante ósculo que apacigua las almas en pena. Son ocho capítulos hacia el infinito, cada uno con su particular idiosincrasia.

El capítulo primero, The Book of Kevin.
Ha transcurrido el tiempo y todo parece una maldita broma. Las muertes y desapariciones (nos despedimos de Liz Tyler), recordando los avisos o supuestos indicios divinos de Jovan Adepo (Fences, Madre!), trasladan ecos de un pasado bíblico, muy lejano. Las fisionomías han cambiado con las conductas (de forma destacada en los personajes de Chris Zylka y Kevin Carroll), las familias se estrechan y los amigos se convierten en editores, sin pábulo.
El hombre de los perros (un misterioso y desequilibrado Michael Gaston), acaba como ellos, y el mundo se dirige a una catástrofe torrencial que arrastraría todo aquello que dejamos enterrado en aquel pozo sin fondo.
Hasta las decisiones más dolorosas y terribles, que pueda encarar un ser humano, son una broma al lado del brillo de su don (la interpretación y el alma de Justin Theroux en la serie) y dentro de siete días, una semana bíblica, se prepara un acontecimiento que embarga estos siete años desde la Ascensión.

Sin embargo, el tiempo nos demuestra que en determinados asuntos amorosos, existe el rechazo o la negación. Esa ley universal que nos enseña, a distinguir los recuerdos de la realidad próxima, que aunque sigan en nuestra memoria... se van diluyendo en gravedad, se sustituyen por otras vivencias o, simplemente, intentan ser olvidados... Pero, al igual que los pensamientos o encuentros de partícipes en una red social y globalizada, siempre reservan una especie de remanente ahogada y ahumada por el tiempo. Una especie de nube cargada de lluvia en el horizonte temporal.


El segundo versículo, Don´t be Ridicolous.
Nos hallamos más perdidos que nunca, aunque hayamos avanzado, los tonos han cambiado. Porque lo hemos hecho a ciegas, como pájaros acallados sin canto, sin el mapa del instinto. A través de una extensa y vieja, línea temporal. El actor Justin Theroux (se rumorea una aparición estelar en Star Wars: The Last Jedi), es su vida real comenta y aseveramos: "Todos podemos identificarnos con el miedo colectivo, en el mundo actual". Particularmente incluiría, ya que todos podemos llegar a ser "sobrantes".

Nora (notable interpretación de Carrie Coon que estará en la película Widows de Steve McQueen) o la otra en completa metamorfosis (la actriz Amy Brenneman), la desarrapada madre y la herida amante. Kevin y el otro, el policía traumatizado y el padre suicida. Coexisten en una inestabilidad evidente, dadas las coordenadas erróneas de su memoria y sus acciones traumáticas, deciden un respiro a Australia en busca de soluciones entre el mensaje diluviano y la experimentación científica. De ahí, saldrán tensiones (o acercamientos) que no podemos descifrar en un simple vuelo a motor o danza siniestra, como si fueran perfectos extraños. Lo que salga de aquí, será un misterio hasta el final.


Tres... Rey del Desierto (Crazy Whitefella Thinking).
Claro, el desierto parece otro mundo dentro del nuestro. Incluso, el viejo Kevin ha terminado persiguiendo sus propios fantasmas por el Outback australiano, con una trayectoria tan errática como la decisión salvadora del mundo y el ese pensamiento indeseable, del que no tiene nada ya que perder.
El viejo tomado por insensato en su cercanía vecinal, un gran Scott Glenn, el que correteaba desnudo persiguiendo una traza divina, se oculta tras conexiones apartadas del lugar que viera su crecimiento.
Comienza una travesía personal, sin demasiada conexión al resto, pero, a través de experiencias unidas como los granos del desierto con su hijo. Irá arrastrando la culpa de la humanidad y sintiéndose protagonista de su propia historia familiar, hasta que se da de bruces con la fragilidad de sus huesos o los huecos, aún por rellenar, la sed por donde se filtran las aguas de un libro inacabado. Su presencia allí, es el futuro reencuentro con su propia esencia perdida. La que pierde Kevin Jr., en su desdoblamiento al más puro estilo Agente Cooper.


La memoria está escrita en el firmamento estrellado, o borrosa bajo los efectos de diversas sustancias potenciadoras de la creatividad artística, en busca de la fuente de inspiración necesaria para recordar la letra de una canción. El libro de nuestra vida.

G´Day Melbourne, el cuarto menguante.
Kevin Garvey y Nora Durts, viajan aparentemente unidos a Australia, para dividirse a continuación en el espacio y el tiempo, con los ojos tapados por sus propias decisiones o debilidades. Descubrimos a una madre golpeada por el macabro destino, que no se deshace de aquellos queridos fantasmas, entre las cajas de una posible recreación a un mundo diferente, teatral y peligroso, que acabaran en una pelea sonora bajo las gotas de agua y la música de Take Me On... para qué, necesitamos más. Tropezando, cayendo... volviendo a levantarse.

Es la paráfrasis de una respuesta que quema su alma y su pensamiento, en un cuarto de hotel que no para de menguar y asfixiar, porque The Leftovers sigue moviéndose por los terrenos movedizos del sentimiento humano y nuevas revelaciones, que prometen ser tan devastadoras como las páginas de aquel libro cerrado, ojeado sin rumbo fijo.
Quizá no vuelvan a reencontrarse de la forma que esperaban con el amor, sí con la actriz holandesa Katja Herbers y la rusa Victoria Haralabidou (próxima habitante de WestWorld), unas científicas diferentes con unos métodos un tanto peculiares... porque algo se rompe siempre en el interior. Emocionalmente, si no pueden empezar de cero sus vidas, es decir, desde el ocaso de sus días.


La quinta ola... It´s a Matt, Matt, Matt, Matt Word.
Nadie (y digo nadie), se esperaba un capítulo como éste, ni aunque se hubiera tomado las sustancias del viejo Kevin en el desierto.
Un barco del Amor... trata la reproducción de una raza ancestral y la muerte, a través de la mirada de Matt Jamison (gran trabajo del actor británico Christopher Eccleston) formando un recipiente de cuatro esquinas (John, Michael y Laurie) que se adentran en un trayecto disparatado o profundo, con una deidad y un Rey de la Vanidades. Del curioso grupo, estos últimos solamente son poseedores de un billete válido para el extraño viaje y cierta hilaridad. Como los Inmortales, sólo puede quedar uno.

Esta visión viene patrocinada por un dedo divino o acusador, un grupo con reminiscencias hippies y un ente feroz con instinto criminal, de clase especial... en la que unos buscan la procreación y la génesis, y el otro, una cura para el desastre, la fuga anónima y las palabras prepotentes de un Dios... El ciclo de la carne, atravesado por las balas.
Matt busca la redención en su sabiduría, pero acaba quemándose en su propio infierno y la egolatría de su escenificación semántica. Lo retorcido de las palabras, en busca de una respuesta que simplifique las cosas y sus creencias, más allá del contexto dramático de los individuos o amistades en peligro.


El hombre de fe que, en aquel primer episodio de la Ascensión, no parecía tener demasiada relevancia, ahora se ha convertido en un humorista... a su pesar y nuestro placer.

El sexto día, Certificied.
Todo parece desgajado, amantes y hermanos en diversos viajes (recordemos a Chris Zylka y Margaret Qualley, incluso el mundo tras una devastadora onda expansiva, que contamina todo a su alrededor con trazas del viejo Diluvio. Así, un escape temporal a una casa campestre se transforma en un viaje solitario hacia la vejez... sólo acompañada por tus palomas y sus mensajes románticos.

Laurie Harvey se desplaza en el caos, tras acordar entre todos que Kevin debe morir (aunque no como el simpático amigo de South Park), con tranquilidad aparente y un extraño sentido del humor. Para intentar ayudar a sus amigos en sus respectivos caminos, quizás, sea conveniente explicar toda su aventura en los Remanente, convergentes silenciosos con una única vía o salvación. Quizás, la respuesta esté en la oscuridad de las aguas ante la descomunal hazaña de su sucesora en el corazón y los designios que el agente viajero y desdoblado, tiene en la mente. Mejor eso, que el predecible choque de trenes entre ambas. Pues, la empresa maternal que embarga a Nora y Laurie, debería ser comprendida y restañada o reparada definitivamente. Demos gracias... a John Lee Hooker.


Séptimo, día del diluvio. The Most Powerful Man in the World (and his identical twin brother)...
Nos adentramos en el capítulo no escrito del libro del hombre más poderoso del mundo, con nueva odisea inesperada o viaje onírico, a este mundo paralelo de sensaciones viciadas o decisiones que marcan nuestros pasos futuros, los suyos quiero decir....
El silencio de los corazones, se rompe con un marcapasos al ritmo de nuestra respiración y pensamientos, semejante a los pulsos de nuestra sangre envenenada durante años.
En esta ocasión, guiado por la tercia mano del director Craig Zobel y actores como Damian Hill o Alison Bell, participando y marcando una distancia insalvable con la mirada concisa o surrealista de Mimi Leder, protagonista esencial y espiritual de muchos versículos de esta The Leftovers. Su próximo trabajo será la dirección del filme On the Basis of Sex, con Felicity Jones, Armie Hammer, Kathy Bates y Justin Theroux... desde luego, ya hay ganas de verlo.

Aquel que estaba destinado para señalarse como llave, se mira al espejo de otra realidad descubierta, enfrentado a sus sentimientos y el poder, mediante la ruptura de esa válvula sibilina que le mantiene con vida. O aferrado a ventricular y auricularmente a su actual pareja, ahora en otro lugar. Desubicada, que no huida. Como él mismo. Como aquel Noviembre.


8. The Book of Nora.
El Libro de Nora, no es un aviso, es una premonición que quedó instalada en su corazón, hace mucho tiempo como una enfermedad que va minando tu memoria. O ese aire en tus pulmones que se abre de par en par, ante el desconocido conocimiento. Para recordar aquel baile que quedaba pendiente, el beso colgado de un cigarrillo y un puñado de luces de colores sobre la pista acondicionada para la gran fiesta o traca final.

Semejante a un castigo que debe ser levantado o perdonado, en brazos de una canción romántica, en busca de una nueva vida a lado de la paz, la integridad o la inocencia.



El Diluvio...
No es mi condición ni misión, teorizar a raíz de lo que la serie The Leftovers y Tom Perrolta, nos han enseñado durante esta odisea única e intransferible. Por lo que, cada uno, tiene que sacar sus propias conclusiones y, posiblemente, intentar traducirlas en sus propias vidas. Tristes o increíbles, existencias.

La pérdida es esa sensación que se va disolviendo como la emulsión de una fotografía antigua, más en unos individuos que en otros, pero nunca termina por borrarse del todo de nuestras vidas, grabada a fuego en nuestros corazones o un simple arañazo. Sin dolor... apenas.
Sólo restan las sensaciones de un notable serie, atrás quedaron las fuentes dadaístas, las consecuencias de un mundo dividido entre Bien y Mal, lecciones de Charles Fourier o el Marqués de Sade, entre el pensamiento crítico o el castigo sádico con nosotros mismos.
Alejados del genio apocalíptico sobre nuestros actos, las consecuencias de nuestros actos y el arte conceptual tocante a lo religioso o relativo a una presencia divina, por una secuencia más terrenal, pero con difícil respuesta científica.

Ya no es necesaria la métrica para la poesía, ni el papel para las comunicaciones, hemos arrojado a la basura, al triturador de mensajes en papel, todos los miedos y las cajetillas de tabaco con imágenes de enfermedades horribles, la represión psicológica, a la manipulación y la esclavitud, el asedio a lo diferente o práctico, a la sexualidad practicada con amenazas y abusos... el pánico a la singularidad o la muerte, las muestras de odio y descalificaciones personales, la vacuidad de algunas ideas, el daño injustificable a los animales, la conversión interesada de escritos y alamas... el poder del estado o la religión, a la arcaica ciudad de Sodoma o Gomorra, a la transgresión gratuita del pensamiento, al enfrentamiento familiar o racial, a esa división categórica entre vivos, meditabundos y muertos... moribundos psíquicos o enfermos desahuciados, viejos arrinconados, suicidas, el dolor o el sufrimiento, la pesadilla del débil o víctima, el dramatismo metafísico, la amenaza de la guerra y la radiación, el diluvio y la actitud pecaminosa, la soledad y la luz de un último amanecer... el Sol.

Su calor, acercándose a la respiración de un momento íntimo, el suave tacto o roce de piel, el sabor de las lágrimas o un traspaso de esencia en los labios. El rostro de un ser poderoso con características humanas, como respuesta a ´casi` todo. Bienvenido, al Amor con mayúsculas.


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