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sábado, 1 de octubre de 2016

Free State of Jones.


McConaughey: su estado of wars.

Nunca un nombre tan extendido y corriente entre la multitud de rostros, excepto por la personalidad del actor que se ve involucrado en su desarrollo artístico o cinematográfico, ha significado tanto en la historia de los seres humanos refiriéndose a su libertad. Jones, podría apuntar a la hiperrealidad crónica de la humanidad, con un individuo que se rebela contra la autoridad del poder y sus adláteres corruptos, emprendiendo una campaña por la justicia contra esos que quieren limitar la libertad del individuo o sus familiares. Pero Jones es mucho más que un hombre o su nominativo, pues se trata de un condado en la época de la Guerra Civil Norteamericana, que se convertiría en estado libre por la voluntad de un grupo de humildes granjeros y fugados ante la Confederación del Sur, muchos ladrones o criminales camuflados y, sobre todo, los extremos de los regímenes esclavistas.
Jones es solamente una palabra, pero significa todo. La Libertad de un multitud. Y también, el lugar revolucionado de un gran actor como Matthew McConaughey... Anteriormente de poner voz a Beetle en Kubo y Las Dos Cuerdas Mágicas y cantar como animado Buster Moon en Sing. Mucho antes de emprender la aventura titulada Gold del director Stephen Gaghan con Rachael Taylor y la bellísima Bryce Dallas Howard o vestirse de hombre de negro en La Torre Oscura. Bien ¿no?

No hay nada peor que sentir su necesidad, la pérdida de la misma, cuando las reglas establecidas niegan dicha capacidad y derecho de los ciudadanos para desplegar sus alas y mentes, y por ella, se han librado las más terribles y cruentas batallas en la historia. Entre las que destacan, aquellas que enfrentan a generaciones de la misma sangre y diferentes condiciones sociales, llevando a hermanos, familiares o vecinos, a la cruenta derrota o la muerte. Durante siglos o milenios, la convivencia entre clanes o territorios, ha ido generando problemas que aún perviven en pleno siglo XXI y aberraciones del pensamiento debidas a diferencias económicas e ideológicas; obteniendo como resultado, la guerra civil más inhumana que podamos imaginar. Como ocurrió en nuestro pasado, sin que hallamos aprendido nada por este camino sangriento o sucedió en los incipientes EEUU durante el enfrentamiento entre Norte y Sur, posteriormente al término de la Batalla de Corinth en octubre de 1862, antes de la declaración de los derechos de los ciudadanos y la promulgación de la nueva Carta Magna. Los derechos ganados sobre la sangre derramada por diferentes motivos, terrenos y humedales del Mississippi.

Newton Knight, es el libertario impertérrito, interpretado por un actor en racha como Matthew McConaughey, con más carácter y más involucrado que nunca en los proyectos. En estado de estupefacción ante la injusticia, su nombre es débil, pero fue un campesino duro, pobre pero legítimo, conocedor de pantanos y sabedor de la calidad de los seres humanos y las tierras cultivables, que se convertiría en líder a la fuerza. Un cerebro cargado de moralidad, ante las mentes vacías y los privilegios de las familias ricas que dominaban con el látigo y el fuego, y sublevado contra las exigencias máximas de los jefes del estado confederado. El Robin Hood del pantano y los campos de algodón, blanco como él y sin ninguno de corazón, con un pequeño regimiento compuesto por esclavos fugados de las grandes haciendas privadas, además de otros cansados granjeros hartos de aquellos abusos militares y el hambre provocado por sus dudosas maniobras en terreno amigo.
Este complejo proceso de rebelión o licitación, frente a una Unión observadora o lenta en la promulgación de leyes tras el conflicto armado y vecinal, provocaría la confusión con reacciones criminales de grupos extremistas como el KKK que llegarían meses después, o esos típicos atentados contra las personas libres que prevalecen y se difunden hasta nuestros días.

Entonces, Mr. Newt se declara ser humano con pleno derecho y obligaciones, como todos los demás, sin superioridad moral ni prevalencia por su nacimiento o sus rasgos físicos, e inventa de la nada, o mejor dicho del fango, un estado libre de Jones y un nuevo orden social. Un destino único e igualitario, dentro de las fronteras irreconciliables de nuestro propio fracaso como especie y el futuro entre las palabras universales de la Biblia. Palabra divina para ambos lados y todos los colores.
Algo radicalmente diferente a lo sucedido en otras latitudes, que derramarían la sangre por cuestiones territoriales y sentimientos larvados durante años por sus ideologías. Nada que ver con la libertad universal o los valores democráticos en todas las materias que incumben a los ciudadanos, esto es, un sentimiento personal de envidia ante aquel hombre que emergió de la incomprensión y el rechazo racial, en busca de la auténtica libertad generalizada. Y no simples o vulgares opiniones políticas que invaden la realidad.

Gary Ross garantiza esa reunión entre esencia y la calidad cinematográfica, (como autor del guion de Big y director de filmes como Plesentville o Seabiscuit) trasladándose a los escenarios de la Guerra Civil, sobre los territorios de New Orleans, Lafayette o Louisiana. Decidido a recrear el resquebrajamiento y posterior reconstrucción de una nación, de una tierra con distintas memorias y matices culturales o raciales, en el fondo profuso de la oscuridad del alma, que esconde una batalla entre hermanos y, una misión indiscutible, la nueva configuración en verdaderos estados con hombres o mujeres, al fin, libres. No privilegiados.
Al menos, eso es lo que nos gustaría a los ciudadanos pacíficos y las mentes abiertas, frente a una maquinaría interesada en la violencia y casi materialización medieval de la política. Es decir, adocenados a una ideología partidista que separaría a los seres humanos, entre los que aceptan unas reglas acordadas y los que no, como aquellos que manejan el poder absoluto. Antes de defender a todos los firmantes de ambos lados, contra los que persiguen destacar o consiguen saltarse y modificar sentencias en favor de su ego, según su singular parecer, moralidad y dramático pensamiento. O incluso, ante el intento de controlar el amor por una ley demasiado pretenciosa y bastante irracional.
La nueva regulación de Jones sería que... no existe diferencia ninguna entre hombres o mujeres, con los pies en la tierra y la mente para soñar. La base igualitaria de una verdadera constitución.

El guion del propio Ross se moja y enfanga hasta los tuétanos, ya que se basa en la biografía escrita por el también productor Leonard Hartman, natural de Ohio, que enfatiza los rasgos genéticos de la Justicia. Mediante la fantástica fotografía de Benoît Delhomme (La Propuesta, La Teoría del Todo), iluminando visceralmente entre dos razas y un corazón herido, y música deL pianista y compositor Nicholas Britell, para enfatizar una biografía, retratada a pinceladas coloristas y fijaciones de la óptica histórica en blanco y negro. Free State of Jones, no es trama simple sobre el individuo y su estirpe (aunque también), sino un canto común a la libertad, sin anestesia, frente a la amenaza del sectarismo y sus serias zonas pantanosas o múltiples particiones clasistas; porque su vida fue tan real como ese pasado eterno que describe los distintos derramamientos de sangre en el desarrollo de la ´Humanidad`.
Aquellos, Hombres Libres de Jones, masacrados especialmente por la maquinaría bélica, o todos los actuales que litigan ante la imposición ideológica de cualquier tipo, la división, y por ende, el incremento del odio, sería el motor legendario de todas las incursiones vitales de hoy, con sufridos anónimos ante el control poderoso y político, en favor de todos. Una mirada que no desea violencia, pero mantendrá la decepción humana con el arma de la venganza en sus manos.

Para más inri, la Norteamérica de finales de 1885 y el término del conflicto armado, sufrió la división derivada de la conciencia medieval de la propiedad y la tierra, la deserción ante el crimen continuado y la incomprensión legal, la herencia desvirtuada con el establecimiento de otras leyes de terribles consecuencias para débiles o perseguidos por su piel. Una derivada convergente de recalcitrante actualidad.
Aunque, alguna fragilidad conceptual rodea el filme, ya que Ross pasa a hurtadillas sobre los restos del conflicto, sin involucrarse en los designios de una defensa a ultranza. Hoy algo cuestionada... como aquel derecho a la protección del individuo y su libertad a cualquier medio, que creció en la oscuridad de las calles. Se extrajo una consecuencia hiriente e infinita, como es la proliferación indiscriminada de armas en diferentes estamentos de la población, legítima y civil, como algo turbio que subyace de fondo y en silencio, sobre los cadáveres. Caminando sigiloso entre el barro y carne sin vida, amigos, pasando de puntillas sobre los restos de miles de cuerpos mutilados, niños, de aquellos (y estos de hoy o mañana), jóvenes soldados o posibles habitantes libres de nuestra sociedad futura. En ella, respiramos el humo de la batalla perdida y el aroma de la sangre fresca o agria intemperie, una y otra vez, sin descanso. Ni paz. Esa guerra tuvo un legado, como otras tienen otros problemas enterrados e inabarcables ya.

El estado de Jones y los muertos que no resistieron las balas, están representados por un reparto uniforme, de héroes y fantasmas... mujeres fuertes en la piel de Gug Mbatha-Raw (próximamente en Miss Sloane de John Madden, junto a Mark Strong y Jessica Chastain, o el interesante scifi a priori titulado God Particle y la nueva versión Disney de La Bella y la Bestia) y la actriz Keri Russell. Luchadores curtidos de piel e interpretados por Mahershala Ali, lo veremos en el reparto de una misión especial en Hidden Figures, la serie Luke Cage y el drama familiar The Personal History of Rachel Dupree; Sean Bridgers (La Habitación, Los 7 Magníficos), Christopher Berry (Django Unchained, 12 Años de Esclavitud) o Bill Tangradi en el papel de un teniente secesionista y criminal confeso, que también aparecerá en el western Brimstone con Kit Harington, Guy Pearce, Carice van Houten y Dakota Fanning, o un papel singular en la nueva Twin Peaks.

Fuera del estado fílmico, el resto es meditación en la oscuridad. Apoyados indefinidamente sobre el terreno enlodado y la justa propiedad que necesitamos para alimentar la familia, recapacitando sobre esos pasos emprendidos en charcos rojizos, para alcanzar derechos de un ciudadano libre, observando leyes que nos defiendan a todos, olvidando los horrores de un conflicto bélico en nuestras propias carnes... sin comprender la situación que se aproxima tan rápido como el ferrocarril.
Y, por tanto, sentados en el porche, esperando un nuevo orden o etapa luminosa, donde los hombres se sientan realmente libres e iguales. Como diría alguien, fumar bajo las estrellas y esperar a mañana, o más... Demostrando que los seres humanos no estamos preparados ni hemos entendido nada, aún. Viendo a este Matthew de Jones, un hombre libre con alma oscura.
Free State of Jones Soundtrack - Taking Daniel Home


domingo, 25 de septiembre de 2016

Before I Wake (Somnia).


Las Sustancias del Sueño.

¿Qué significado tienen los sueños?
Si fuera Sigmund Freud, diría que los sueños se producen en una fábrica que nunca descansa. Una barrera entre el subconsciente y el inconsciente, que delimita una relación irreconocible según las reglas aceptables dentro del mundo sensible y que puede significar una inquietud interna o tener un significado para explicar algún hecho de nuestro pasado.
Todo lo contrario al cine, sin embargo. Pues, un espectador dormido, no puede reconocer la interpretación real de las imágenes que propone el director sin profundizar en la historia, sino que crea su propia película, tal como le ocurriría a nuestro familiar sesteando durante una pérdida de atención prolongada o a los protagonistas confusos. Y entonces, se produce un bucle del que es imposible salir, entre una posible ´realidad` cinematográfica y el verdadero pensamiento onírico, maleándose.

Bueno, los sueños aparecen cuando el cerebro descansa, evidentemente, como consecuencia se establece una comunicación paralela del subconsciente en relación con la percepción y nuestros deseos o miedos a lo largo de una vida. Al menos, antes de que suene el despertador y procedamos a una explicación, más o menos, surrealista. Si es el caso de un niño, un mundo propio sin delimitaciones.
Así, pueden desaparecer esos rasgos de felicidad familiar, cuando nos visitan sombras del pasado y el dolor brota en transformación sensorial con nuestro propio organismo y realidad. De eso trata el filme Before I Wake del director Mike Flanagan (Absentia, Oculus), del cambio metafísico que experimenta un joven inteligente interpretado por el simpático Jacob Trambley, como un pequeño Kafka que escribiera su propia historia en un cuaderno, abandonando aquella carcasa protectora o crisálida de la infancia para convertirse en un nuevo ser. Siempre intentado alejarse de un peligroso y actual Morfeo, junto a sus hermanos Fobétor o Icelos (el que asusta) y Fantaso, hijos de la diosa Nyx de la noche eterna e, Hypnos el dios del sueño y hermano de la muerte representada por Tánatos.

Con esta premisa inconsciente de la mitología, el director nacido en la ciudad de Salem (Massachussetts) construye una parábola que se impregna de los cuentos infantiles o algunas producciones con la infancia de protagonista, desde las novelas con referencias fantásticas medidas como la Alicia en el País de las Maravillas del matemático Lewis Carroll o la fémina Coraline del escritor Neil Gaiman, a ciertos aspectos góticos del sueño que Guillermo del Toro o Tim Burton impregnan a sus mágicas historias.
O la expresión infantil, esta vez de una sensibilidad masculina con matices en forma de presagio existencial, dentro de una pesadilla emocional que tiene al pequeño actor Jacob Trambley de puente entre los dos mundos. Realidad o fantasía, en otra habitación evolucionada que le sumerge en su universo especial y chocando con el carácter pragmático de los adultos en general, o el dramático de sus próximos tutores. Eso sí, con otro punto de vista diferente al que contase la notable película del irlandés Lenny Abrahamson (Room), con acontecimientos más fantásticos que aquella fantasía real y psicológica del hermetismo, y la misma fuerza interpretativa del pequeño actor en crecimiento constante.

Para algunos estudiosos de los procesos eléctricos y químicos que se producen en nuestra mente, dicho potencial psíquico o capacidad intelectual que incluye nuestra poderosa imaginación, demuestra actos reflejos como consecuencia del estado de inconsciencia o debilidad interior, y la fuerza inventiva a determinadas edades.
Desde esa cueva oscura de la que desconocemos sus límites o todo su poder real, como subyace de la capacidad intelectual o la física compleja establecida entre sus conexiones o infinitas ramificaciones neuronales que nos sumergen en otro mundo con sus propias reglas, por ejemplo, sobre la muerte. Dicho potencial pudiera ser producto de nuestras frustraciones personales y las relaciones con los demás a nuestro alrededor, como deseos y temores que las percepciones construyen en una realidad aparte y confunden la luz en oscuridad, de una forma tan verídica, que inventa imágenes tridimensionales y multicolores con nuestras dudas o frustraciones más humanas. Luego, Antes de despertar y en esta inombrada Somnia, todo parece ser posible, incluso que la infancia sea capaz de imaginar aquellos terrores del pasado en una confusión extrasensorial y transportarlos modificando el comportamiento de la física a nuestro alrededor.
Siempre con la voz sosegada o dulce del inocente Jacob y su mirada limpia para envolvernos en esta trampa emocional con respuestas metafísicas, a través de un guion firmado junto a su socio narrativo Jeff Howard, describiendo a una familia de acogida interesante compuesta por la vaporosa Kate Bosworth (Still Alice, Amnesiac) próximamente en Finding Steve McQueen, y el nebuloso Thomas Jane (El Cazador de Sueños, Vice) aquí también racional.

El pequeño actor tuvo un sueño.
Convertirse en un grande o protagonista de su vida, en una mágica carrera con las fuerzas de la edad y de la interpretación adulta en el cine. Jacob se apodera de la escena en cualquier ocasión, como un auténtico y sobrio profesional, apoderándose de una cámara que atraviesa el espejo azul de su mirada. Sencillo y lúcido, como si estuviera maquinando en una habitación rodeado del equipo técnico y de numerosos instrumentos de rodaje con su frialdad material, hasta que el juego se impregna de su carisma y simpatía para llevarle a alzar su dedo al mundo desde la Habitación, y una multitud de nuevos fans aclamaran su desparpajo y ese espíritu cándido aprehendido de un extraterrestre. Diciendo, aquí estoy yo y mis nuevas circunstancias, interpretativas o cinematográficas.
Mientras unos ojos encerrados donde se reflejaban los de otros muchos soñadores, abrieron su puerta consciente a la nueva estrella emergente, afable como su interior o aquel anterior papel de protagonista, y que en Before I Wake gira hacia otras profundidades más ex
esotéricas en la ciudad de Fairhope en Alabama, en esta producción de Intrepid Pictures, dónde los cambios significan ligeros matices en la interpretación y la evolución de una entidad parapsicólogica a través de la muerte accidental, o no. Todo se refleja en la visión particular de este pequeño y real soñador, sin sueño.

Al despertar, decidirá entre el bien y el mal, porque... ¿es su papel una especie de dios?
Podría ser, sin embargo, sus visiones representan todo aquello que conforma la existencia de sus nuevos tutores, en la percepción de un arreglo milagroso. Con una eficaz e imaginativa puesta en escena, el filme se transforma en un plató fantástico surgiendo del interior de sus mentes, inconscientes o no, e indagando en los extraños poderes entre vigilias, o incontrolables sensaciones que van desde unas bellas alas de colores y sus caleidoscópicos vuelos de fábula, a esa oscuridad enmarañada o más enraizada en el subconsciente traumático de un niño de pocos años, con manifestaciones inquietas.
En el otra lado de la irrealidad y la insustancial idea (a veces inconsistente también), se hallan dos espléndidos actores, adultos convencidos de la magia del cine y, no tanto, del juego que proponen sus reglas cambiantes y peligrosas en la película, teledirigidas por un ser envolvente (espectral, aunque no tan carismático a posteriori) llamado erróneamente o no, The Cranker. Y descubrir si estamos ante un capricho infantil o una alucinación, donde entran en acción con tranquilidad, otros resortes que aumentan la apuesta parapsicológica con tintes a lo Sexto Sentido. Quizás de ahí, su poca estimación o carácter de permanencia, ya que una visualización fantasmagórica puede resultar suficiente a nuestra mente, como la de ella principalmente y su duda existencial como entidad unida o familiar. Es decir, menos terrorífica de lo que suponía al principio.

Por ello, la banda sonora de Danny Elfman y The Newton Brothers ayudan al director a proponer este juego entre inteligente y engañoso, de identidades falseadas o secuestradas por los sentimientos (demasiado tal vez), que intentan manipular las percepciones del espectador con trucos retóricos, manipulaciones inconscientes o representaciones holográficas de alta definición que, en ocasiones, parecen ´muertas` o demasiado sensacionalistas. Si bien interesantes, ya que en el fondo subyace una historia atractiva sobre el crecimiento o el paso incesante de nuestra evolución intelectual, dejando sitio para la aparición de una pesadilla alegórica, mucho más profunda y sensitiva. Como si los sueños del pequeño, se mimetizaran con las protecciones tutoriales en su nueva acogedora estancia, a partir de aquel reflejo infantil que cambiase su existencia, de mano en mano.
Los deseos se convertirán en un toma de contacto imposible de complejas derivadas familiares, una manifestación que sobrepasa las leyes de lo conocido que invade su nueva idiosincrasia sensitiva en el hogar, o un poder de su mente que cambia las reglas de aquella jugada terrorífica, propuesta por el recientemente fallecido Wes Craven con Pesadilla en Elm Street. Aquí mucho más descafeinada (he dicho café), por tener un consumo no apropiado para la juventud del protagonista principal.

Pero, la fuerza y voluntad del joven cambiará la percepción adulta y modificará esos pensamientos complejos, por una claridad básica de la vida y el amor, enfrentándonos a necesidades incompletas o luctuosas del pasado, con fatídicas repercusiones en el futuro de todos los protagonistas. A no ser que el ´jodío` monstruo acabe siendo devorado por una cerebro menos previsible, u otro ´jodío` niño se despierte de una vez por todas... si el público tiene conocimiento de su exhibición, claro.
Está claro que, Jacob va eligiendo sus participaciones en la gran pantalla con total acierto (muchas producciones sueñan con su calidez) y no se deje llevar por la complejidad de ciertas experiencias con los adultos o el estrellato, que pudieran producir algún tipo de trauma pretérito o realidad engañosa. Cuando un juego se propaga sin control (de los padres), el sueño se puede volver enfermizo con contraindicaciones tantas veces observadas en el cine, con lecturas trasnochadas en la oscuridad de una habitación, a la altura de otros elementos químicos que producen el nerviosismo o la inseguridad. En manos temblorosas, conoceremos esa historia extendida en la realidad, al margen de golpes de efecto, sincera por las participaciones de unos actores convencidos con una nueva etapa artística y el trabajo, en busca de una espiritualidad que explique los mecanismos secretos del corazón y el oficio de actor.

En una bañera cubierta de lágrimas y mariposas que demuestran sus intenciones ocultas, como aguijones químicos de efectos alucinógenos y desvelos que mantienen encerrado al monstruo del armario;la entomología tiende al estudio de lo diminuto y sus habitantes extraños, con la textura suave de viejos recuerdos pintados por una mano inocente y blanditos peluches, que dibujan otra psicología distinta a la de los mayores. Eso es Before I Wake, una historia construida de un material blanco y negro del cine expresionista con monstruos infantiles, pero con una capa multicolor de sueños actuales.
Acaso... ¿los sueños nos avisan sobre una existencia convulsa al otro lado? O, ¿es la vida plagada de horrores que se despliega a diario? Tal vez, el futuro que desearíamos para olvidarnos de penas y faltas, para volver a creer en el amor y comenzar de nuevo.
Es una metáfora que transcribe la debilidad de nuestro cerebro infantil en formación, respecto al crecimiento inadvertido que presagia un pensamiento más complejo y la fuente de un comportamiento adulto, por ende, más racional que y imaginativo. Por eso, lo terrorífico proviene de lo real. Creo que va a ser eso... ¡Craker!

Tráiler Shut In (2016) dr. Farren Blackburn. Reparto: Naomi Watts, Charlie Heaton y Jacob Trambley.


Tráiler USS Indianapolis: Men of Courage, dr. Mario Van Peebles. Reparto: Nicolas Cage, Tom Sizemore y Thomas Jane.

domingo, 18 de septiembre de 2016

Esperando al Rey/War Dogs.

El mundo árabe y los tratos comerciales, desde un punto de vista occidental, son reminiscencias de un choque social que el cine refleja (con más o menos acierto, simpatía y rigurosidad) en estos dos títulos. Tan divergentes como divertidos, comparando las diferentes culturas.
















Esperando al Rey.


Algo magnético y emocionante, tiene el desierto, y las tierras mágicas de Marruecos, Egipto y Arabia Saudí, convertidas en plató cinematográfico en esta coproducción. Al igual que Tom Hanks, comprobando su mirada tranquila y medida, al igual que sus personales andares y forma de empatizar con el espectador. Le convierten en un auténtico rey de la comedia, algo que llama la atención de productores y diversos directores como el alemán Tom Tykwer (El Perfume, Cloud Atlas)y pareja de la actriz Franka Potente; a la hora de enviarle una petición o contrato laboral para su participación en interesantes proyectos cinematográficos.
Y es que el profesional Tom, el carismático actor, lejos de esa duda y su forma física renovada, estudia la narrativa y ante la cámara pareciera no ponerse nervioso nunca. Sus trabajos poseen este poso necesario y excelso, para ser considerado por el público y sus compañeros de la industria como un magnífico profesional, incluso por aquellos críticos especializados más pertinaces. Pasa con buena nota en la mayoría de sus últimos trabajos, se podría decir que, su tratamiento y condición son perfectas para cada personaje que interpreta o las necesidades dramáticas o humorísticas, recordando sus primeros pasos. Un rey de la comedia, sin necesidad de una corona mística ni hambre de fama, o sed en aquellos pliegues en la piel, para suplantar su personalidad por un advenedizo, falso y estirado holograma.
Porque el actor de Concord (California) se asemeja al de la frescura de Uno, Dos, Tres... Splash, o la comedia romántica de El Hombre con un Zapato Rojo (pleno de intensidad y naturalidad en nuestro recuerdo). Reposado pero intensificado como los buenos vinos, de personalidad sincera y el aroma espumoso de su inteligencia burbujeante en activa cabeza. Bienvenido de nuevo a la meritocracia y el arrojo, Mr. Hanks.
Ayer fue un pasaje bélico de la historia en un desembarco, enfermo terminal o un viaje fatídico por el océano de los piratas, pero la mirada de sus personajes se fijan en aquel cómico que fue en sus inicios, los valores éticos que representan la humanidad, la elegancia y el estilo, semejante a la razón de ser de un caballero en apuros, sin espada, frente a esa dubitativa expansión del ser humano por el planeta y sus rincones más desnivelados. También, Hanks significa la representación del padre de familia (y sus problemas a cuestas) dispuesto a defender su labor profesional ante los retos y conflictos, o con convencimiento mordaz, los derechos de sus hijos de manera sarcástica en el humor. Representa la fuerza del héroe solitario aunque sofisticado.
Hoy, se trata del calor asfixiante del desierto de Arabia, en la ciudad del rey Abadlá, en un paraje remoto cerca de Yida, tocando el divertimento radical y exótico, cuyo director Tykwer y su guion, se basa en el libro de Dave Eggers del mismo título. Todo confiere A Holograme for the King un halo de realismo, un sol de ´justicia` que se refleja en cada centímetro de piel en el entorno de Hanks, demostrando con cada mueca o gesto, cierta carga de incredulidad que su personaje matiza entre contrastes y estratos diferentes.

Sol y sombra de sus capacidades o registros, ante el universo de distinciones que van marcando sensaciones universales y respuestas inteligentes, con las que empaparse con las costumbres árabes y esa complejidad en las relaciones, a priori. Su expresión sin pretensiones ni excentricidades, marcha del sentido cómico hasta el cansancio reflejado en su mirada inconexa, enferma o despierta, y viceversa. Como si lustros de trabajo y millones de granos de arena, en absoluto molestasen en absoluto en el interior de unos desgastados zapatos. Es decir, en esa carrera pródiga a la isla de naúfragos llevados al límite de su resistencia.
Es un viaje personal a la vez, de transformación del niño grande que juega con cachivaches electrónicos, al naufragio adulto entre un mar de serios turbantes, del desahuciado interior que lucha por un nuevo y silencioso amor, a la esperanza sonora y personal de sus rasgos occidentales, impregnando el personaje de este comerciante de la risa. Porque, en Esperando al Rey, el público es cómplice de su devenir cansado y permisivo, admirando las estrellas invitadas a su evento.

Sea el descubrimiento de Alexander Black y sus cómicos malentendidos, el curtido Tom Skerritt o la belleza exótica de Sidse Babett Knudsen, Tracey Fairaway y Sarita Choudhury; o admirado por su buen hacer en cada secuencia en la que interviene. De esa moderada seriedad o controlada comicidad en el cine, así podríamos decir que, perderse la interpretación (desestimada o silenciada en algunos casos) de Mr. Hanks en el filme Esperando al Rey, sería una siniestra y penosa marcha por el desértico panorama del cine actual. Pues, aunque no entienda la lengua extranjera o su cara refleje reposo y naturalidad, su gusto por el oficio de actor, se identifica en cada matiz que le sugiere el personaje, o aporta un guion bien trazado hacia la comedia, en diversión que controlará los próximos días de este sufrido embajador de Hollywood en tierra extraña.
Sin embargo, los estudiados gags en aparente paz, encierran una costra perturbadora que recuerda la actualidad desgraciadamente, lo acerca a esas costumbres tan lejanas culturalmente, con un carácter más amable y calmado. Comprensión de los hombres y una ´mujer` diferente, ante el perdido visitante de tan insignes y respetables anfitriones. La historia afronta el viaje, como un explorador utópico se enfrentaría a un descubrimiento terrenal o una ilusión, en un ofrecimiento extracorpóreo, disfrutando poco a poco con su estacional tránsito y el conocimiento del otro. Todo enmascarado profesionalmente con un ligero sarcasmo en el contubernio social y algún que otro interiorizado elemento accidental, de su evolución personal.

La nota más representativo y eficaz en Esperando al Rey, siempre gira alrededor del humor, con momentos hilarantes en algunas brillantes secuencias, una ambientación cuidada o situaciones desconcertantes relacionadas con su representación tecnológica, cerca de sus medio olvidados compañeros. Desdibujados frente a la desoladora labor y la sombra alargada de Mr. Hanks, y ciertas dudas del éxito colectivo, como el trato desquiciadamente pausado o las evoluciones sorprendidas de usuarios difusos o posibles clientes, que se acercarán a dicho evento comercial, mágico e ´insano`. Al menos para el protagonista principal.
Los demás actores invitados a la representación o el espejismo, funciona como un solar desértico, llamativos y desamparados ante la causa y la perfecta luz de Tom, confundidos o formando parte alegórica de su espacio vital. Excepto el chófer surrealista y contradictorio, interpretado por Black (seleccionado por la conocida directora de casting Avy Kaufman) entre perdidos parajes y personalidades, en una coproducción entre Reino Unido, Francia, Alemania, México y USA; al ritmo electrizante de una banda sonora compuesta por un socio, el australiano Johnny Klimek y la ayuda de eternos temas de rock. Tecnología, sensualidad y romanticismo, entre un astro de la comedia, el sol y la arena.
Te puedes ver reflejado en el estigma del incomprendido, sometido al secano de un estrés profesional y odisea personal en tierra arábiga, si has visitado algún país de Oriente. Mentes alegres, funcionando a ritmo y volumen diferente, como aquellos bultos molestos dentro del pesado equipaje que portaríamos a la espalda, ya recargada de por sí. Semejante al escozor creciente, entre sudor y la sangre, con el polvo del camino, los estigmas en la piel y máquinas de última generación... aunque el pacífico Alan y su venta, se empeñen en hacernos reír.
A Hologram for the King - Tom Hanks Extended Dream Sequence:


Juego de Armas (War Dogs)

En segundo recorrido por el mundo árabe, esta vez de la mano del director neoyorquino Todd Phillips (Starsky & Hutch) reconocido por sus viajes psicotrópicos y resacosos por Las Vegas, sobrevivimos a una pesadilla con el humor. Aquí, haciendo de las suyas, con un equipo de guionistas entre los que se encuentra el periodista Guy Lawson, autor de un artículo sobre el uso de armas para la revista Rolling Stone, que disfraza la película. Lógicamente con estas características, tendría que llamarse War Dogs o más explícito en castellano, Juego de Armas.
El título pasa por el lado oscuro del negocio armamentístico y el exhibicionismo, el materialismo y la corrupción, con carta de libertad para operar por distintas fronteras del mundo (y otros trucos) y la corrosión en los chistes.

Dos hombres reales, Efraim Diveroli y el masajista David Packouz, construyen un imperio de débiles naipes llamado AEY Inc. para dotar de un material, tan sensible como mortal, a desairados e incautos. Entre la moraleja y el fraude de un negocio (no tanto contestado, el uso), se adentra en la vida caricaturizada de ambos comerciantes, disparatados, uno vacilón o bromista voluminoso, sin escrúpulos y arrolladora personalidad, que actuará al borde de la ley con su pequeña empresa de material bélico. Y complica al amigo de la juventud, con su iniciativa peligrosa al empezar a trabajar con el gobierno USA, dentro de las fronteras de naciones en conflicto.
Abastecer de armas a las tropas de esas naciones, se convierte en un mercado tan volátil, ingrato e inmediato, como las carreteras por las que tendrán que circular en busca de su peligroso cargamento, y cuyos contratos se firman o revocan, debido a la falta de profesionalidad o capacidad para mover cantidades industriales. Aunque, contarán con la ayuda de un serio contrabandista llamado Bradley Cooper.

Este es el caso real, u otro espejismo narrativo, ambos inexpertos "contrabandistas", interpretados por Miles Teller (Project X, Whiplash) y, sobre todo, el inmenso Jonah Hill (El Lobo de Wall Street, Ave Caesar) y su carisma humorístico, mantienen el negocio y el cine a flote con cantidades industriales de humor cinéfilo, otra banda con temas potentes del rock, sustancias ilegales y sarcasmo sexual. ¿Os suena, verdad?Sin duda, el corpulento actor de Los Ángeles, desarrolla un poderoso trabajo poderoso de antagonista simpático, para hacerse protagonista absoluto en la mayoría de escenas, entre confusión patológica y un acento socarrón en una comedia tan disparatada como dramática.
Dos personalidades contrapuestas con distintas situaciones personales, intentando dar un giro completo a sus vidas para siempre, pero cuya extrovertida realidad está alejada de sus increíbles sueños. Porque, abundando en la oscuridad de una Guerra de Perros, el director Phillips se encarga de dispersar los pensamientos belicistas, entre sustancias prohibidas, comunicaciones camaleónicas y viajes salvajes, eso sí, con una base de desfachatez industrial y aventura egocéntrica.
Todo dará un giro "esperado" y menos efectivo, cuando el peligro se apodera de su Juego Armamentístico y el filme se plantea cuestiones morales que se alejan de la comedia negra, hacia la lucha por el comercio ilegal o las relaciones familiares del personaje de Mr. Teller con su compañera de fatigas, interpretada por Ana de Armas.
Su falta de experiencia comercial, les llevará a un callejón sin salida y desplazamientos increíbles, atravesando terrenos conflictivos por los supuestos desiertos de Afganistán o el tráfico bélico albanés (realmente rodados en Marruecos y Rumanía, respectivamente). Difícil de otra forma. En esa ambientación amoral, interesada y siniestra, War Dogs se aprovecha de las cualidades de un lobo del humor como Mr. Jonah, divertida caricatura de un joven empresario e histrión, cuya interpretación de los hechos trastoca el resultado, en una convergencia cinéfila de y sus chistes esnifados hacia un final de película de gánsteres de Brian de Palma. Aunque, su estratagema tenga que ver más con la chapuza o la caricatura de agentes de la TIA, y ambos extremos deriven siempre hacia esa comedia oscura. Es decir, Jonah Hill es el principal aliciente, para lo bueno o malo, para el espectador. Me decanto por la primera instancia.

Más tópica y movida que la primera película de mi comentario, War Dogs, posee divertidas ocurrencias que llenan los minutos más llamativos, junto a siniestros comerciantes, extravagantes transportistas o equivocaciones con los foráneos, lejos de la obviedad de los asuntos con el gobierno, las tretas y métodos de evasión económica, o la hogareña y escueta moralina sobre el comercio de armas en el mundo, frente a la familia ideal. En este sentido, me quedo con la dirección más salvaje y disparatada.
Es decir, creo que la comedia debería abundar más aún, en las personalidades dispares y cierta confrontación personal, con los diálogos más ácidos posibles entre amistades inconvenientes y personalidades incómodas, ya exageradas y retratadas de por sí.
Es lo más destacable en una comedia alocada, sobre los tratos en despachos privados, ordenadores piratas y naves secretas, de este negocio desaconsejable e incalificable para las mentes más sencillas o pacíficas.
Jonah llena la pantalla en todos los sentidos, en cantidades industriales con su humor físico y corrosivo, desarrollando aptitudes desmadradas y una conciencia ligera, como su ideología en la película. Pero, con ese punto de realismo sarcástico y gracia personal que, decididamente, destacan en esa percepción de irrealidad contínua. Divertido espejismo de la sociedad, como una pesadilla económica, social y existencial del ser humano.

War Dogs Soundtrack / IGGY POP - The Passenger (1977)


Soundtrack A Hologram for the King.

lunes, 5 de septiembre de 2016

Hannibal.


Y del Mal... no nos libra ni el Sr. Mikkelsen

Un escritor de Jackson (Tennessee) que ya había adaptado con éxito cinco años antes, su obra Domingo Negro dirigida por John Frankenheimer, en 1981 publica el comienzo de una serie de libros cuyo protagonista principal se perfila como principal provocador de los temblores de una generación de aficionados al horror. Tras una fallida versión anterior y el litigio entre la productora Dino de Laurentis y el autor de la obra Thomas Harris (luego celebró el éxito cosechado en la gran pantalla), transformaría a Hannibal Lecter de un calculador criminal de novela, a una endiablada sorpresa cinematográfica que supondría un éxito de crítica y público, llevándose el título como primer largometraje de terror en ganar el Oscar a mejor película, una década después de la novela y de la mano de un joven director, llamado Jonathan Demme.
Hasta la fecha con esta producción televisiva titulada Hannibal se mantiene el suspense, basado en la novela de El Dragón Rojo y tras dos películas más polémicas con los mismos títulos y referentes estéticos. Pues, la aparición de Hannibal Lecter en el mundo cinematográfico o visual, fue una endiablada sorpresa para todos los fanáticos del suspense y el terror que, en 1991 observaron sus diabólicas maquinaciones con una interpretación memorable a cargo de Mr. Anthony Hopkins. Insustituible actor y disfrutable en su papel ficticio de fino comensal, experto en aspectos culturales y, ese esmerado corte, de tipo egocéntrico, maquiavélico o profundamente irrespetuoso con el victimismo sin poesía y la debilidad psicológica.

Hoy en día, en cambio, no podríamos separar el mundo ideado por Harris en las páginas y la figura de Hannibal con esta notable adaptación para televisión y su inflexible capacidad para hacer el mal, con múltiples formas, desde su protagonismo violento o la ayuda profesional en psiquiatría o medicina forense frente a su antagonista Will Graham. Su imagen y acción resolutiva, se ha incrementado en los medios con la multiplicación de este malestar, respecto al consumismo malsano de carne próxima u otras elaboradas y retorcidas recetas. Su inteligencia interpretativa, venía gratamente acompañada por la actriz Jodie Foster en el papel de agente Clarice Starling o el resolutivo Scott Glenn como director de Ciencias del Comportamiento en el FBI, sin despreciar ni olvidar a otros psicópatas asociados y caricaturizados al máximo, of course. La ejemplar dramatización y el impacto visual que produjo Mr. Hopkins con sus tics de doctor inteligente y cocinero especializado, demuestra su fantástico trabajo en la adaptación de un ente diabólico tan complicado y extremo, que le valdría el aplauso de la crítica internacional y el público a la hora de obtener su propio reconocimiento y el de sus compañeros de reparto, como los memorables enemigos como el confuso Buffalo Bill de tendencias criminales a lo Ed Gein e interpretado por Ted Levine, Mason Verger en la piel descarnada de un Gary Oldman de doble cara, o el mismo ´Hada de los Dientes` con un terrorífico Ralph Fiennes, difícilmente superado.
Esa fecha con vuelta de tuerca al Dragón Rojo, vendría a continuación mediante Hannibal en 2013 con 39 capítulos guiados por el creador Bryan Fuller, sobre la vida íntima de un individuo más voraz y depravado si cabe, desconcertante entre la ficción conocida de las películas y la literatura moderna, generada dentro de un apartado especial de terror psicológico con tintes, descaradamente, gores. Por su interés obsesivo y demencial con aquellas delicatessen más humanas y el cultismo visual, que ha producido la memoria dentro de la novela criminal o el cine negro llevado a ese extremo de masoquismo inteligente y horror.

En las páginas de aquel libro, el Dragón Rojo será recordado como encarnación terrestre del diablo y la voz teledirigida de una mente superior, que iniciaría el camino cinematográfico con aquella historia anterior con el silencio de los inocentes, hacia una estimable propuesta visual o del diseño artístico, recargado y estremecedor con diferentes mentes a la disposición de la obra y la cámara. Alucinados con sus vacíos sonoros y diálogos enrevesados, y proposiciones imaginarias que formulan los entretiempos entre matanzas o crímenes concienzudos, posteriormente elevados al rango de admiración gracias también, a unos mediáticos enemigos que comparten hazanas o consultas, abiertas a la carnosa humanidad.
En la serie Hannibal, la imagen es cada vez más turbadora y cruel, basada en una apuesta onírica y demencial de los múltiples directores, con sus visiones particulares y apariciones sangrientas sobre los estados de Virginia y Tenessee, o ciudades como Quantico, Cheasepeake, Baltimore y Memphis, hasta su aparición renacentista e intelectual por tierras europeas.

Una serie que destaca por el trabajo conceptual, las recetas propuestas visualizadas de dentro afuera, y todas las obras que se detienen en la observación de cuerpos desnudos y la composición, también, la belleza frente a la monstruosidad, la pasión por los instrumentos quirúrgicos y utensilios de corte medieval, destinados para la tortura de pacientes o víctimas menos consideradas en el sufrimiento o la cultura general. Por tanto, Hannibal posee una visualización difícil, aunque singularmente atractiva.
Para hacer más sangre frente a la lectura (prácticamente calcada en adaptaciones) y los admiradores de los filmes, se van produciendo una serie de cuestiones, casi olvidadas en el origen del tiempo cinematográfico, con tres movimientos anuales u oberturas obsesas (de diferente interpretación o visión, según sus realizadores) guiados por la mano y textos de Fuller, la producción de David Slade y director de películas atmosféricas como Hard Candy o 30 Días de Oscuridad (donde su universo tridimensional y rojo, hace de Hannibal el Caníbal, un lecho de aciertos narrativos y visuales), con atención a sus cuidadas ambientaciones, la fidelidad de los personajes e interpretaciones.
Las imágenes se fundamentan en la deformación profesional de los doctores y visionarios, el pragmatismo encubierto en la patología criminal, y diseñadas pesadillas con múltiples escenarios, pasadas por el tamiz de un terrible código deontológico, la exactitud en las representaciones o marcas, y la construcción de diversos pacientes y duelos estilísticos, frente a un intranquilo y alucinado espectador. A veces, perdido, al menos, hasta pasado un puñado de capítulos desconcertantes.

Todo funciona acorde con su onirismo macabro y esa querencia sistemática o alimentaria que relame a sus protagonistas, sobre todo en las dos primeras temporadas, más ilógicas y menos predecibles. Su gusto artístico, a colación de los refinados estudios identificados en las novelas, que iremos conociendo como pasteles rellenos de humor negro y engaño psicológico, en un entramado cultural y filosófico, aderezado con otras estratagemas más agobiantes para generar el suspense. Idóneo para la actuación teatral ante sus exquisitos pacientes o comensales, disfuncionales víctimas en desacuerdo ético e infortunados colaboradores, encabezados por notables actores como Hugh Dancy, Lawrence Fishburne, Caroline Dhavernas o Gillian Anderson, tomando las riendas de la trama troncal; todo condimentado a la perfección en Hannibal, porque mantiene su base identificativa entre ellos y los personajes extremos, que confieren esa base dramática necesaria para que funcione como un bisturí, limpio y aseado. Sin olvidarnos del cirujano en jefe, el increíble Mr. Mads... para darle de comer aparte.
En sus próximos trabajos, veremos a un inconmensurable Mads Mikkelsen como némesis del Dr. Strange dirigido por Scott Derrickson (Sinister), junto a Benedict Cumberbatch, Racher McAdams o Tilda Swinton; o el comienzo de la saga Rogue One: A Star Wars Story, del director Gareth Edwards (Monsters, Godzilla). Por otro lado, Hugh Dancy sigue como uno de los principales protagonistas en la serie The Path y participará en las próximas 50 Sombras Más Oscuras del mismo James Foley.
Mr. Fishburne no para, tras Batman v Superman, será uno de los Pasajeros en el filme de Morten Tyldum, con Jennifer Lawrence, Chris Pratt o Michael Sheen; el capítulo dos de John Wick y Last Flag Flyin del sobresaliente Richard Linklater, con dos pesos pesados como Bryan Cranston y Steve Carell. Caroline Dhavernas trabaja en la cinta francesa Chasse-Galerie de Jean-Philippe Duval y un proyecto llamado Easy Living. En cuanto a Gillian Anderson tiene la serie de culto Expediente X y el filme Sold, más varios interesantes proyectos como Official Secrets del director Justin Chadwick, junto a Harrison Ford y Anthony Hopkins, la producción británico-india Viceroy´s Hous de la directora Gurinder Chadha, con Hugh Bonneville y Michael Gambon.

Mads en la representación divina del mal, en eterna lucha de poderes, que se inclina por la simulación y el sarcasmo, para demostrar su capacidad de ser superior, conocedor de la cultura universal y la apreciación carnívora de la gastronomía internacional, como tres cursos a distancia con un profesor de origen danés, que impregna con su anatomía y habilidad quirúrgica, las pantallas de todo el mundo a través de la cadena NBC. En esta investigación criminal se dividen las tramas por categorías enfermizas, empleándose con contundencia de grafismos y otros conseguidos atributos según las variantes de un elenco perfectamente elegido, en cada temporada. Nuevos o rasgos reconocibles que complementan a los originales en la gran pantalla y a un Mikkelsen que se desenvuelve a las mil maravillas, entre la ciencia, las ilustraciones y los viajes, mentales o físicos.
Will y Hannibal, dos mundos esquizofrénicos enfrentados desde la humanización de la víctima o la condena, la creación mitológica y el culto estético del diseño y el arte. En un choque existencial cargado de dramatismo intelectual por las páginas de Dante, que conserva los ancestros del mito fantástico o religioso, y determinantes abstracciones en liza con base científica y cultural, desde la gastronomía sibarita al arte generado con las últimas tecnologías visuales al alcance del artista. Así como, la pasión por la escultura, la música, pintura, arquitectura o el estudio de otras materias menos elevadas, aunque necesarias para combatir a monstruos reales.

Primera:
La primera parte es algo confusa en la conclusión del suspense (sobre todo si no leíste las raíces de su mal), dispersa hasta el cuarto o quinto elemento, con una característica común que significa la exposición al derramamiento de sangre, el surrealismo y ciertos ambientes enfermizos, en aumento, que confirmarán un crecimiento constante hacia ese suspense traumático y el horror.
Otro punto constante de la primera entrega de Hannibal, es el psicoanálisis, la lógica o las percepciones razonadas, para discernir entre el bien y el mal, encarnado en las visiones extrasensoriales y la indefinición. Arraigada costumbre visual, con contundencia estética de las formas, volúmenes y perspectiva, como un cuadro o secuencia estudiada al milímetro, en respuesta sintomáticamente inteligente al texto directo de Thomas Harris, para rebatir el mal en cualquier forma o pensamiento, pero con cierto magnetismo por lo pretencioso y salvaje. Para ello, los personajes secundarios interpretados por buenos actores como Raúl Esparza (Almas Condenadas, Custody), Lara Jean Chorostecki (Antiviral, Renaissance), Gina Torres (Matrix 2 y 3, Serenity), Eddie Lizzard (Across the Universe, Valkiria) o Kacey Rohl (Caperucita), son imprescindibles para reconocer los territorios descritos en las novelas y una idónea elección que demuestra su verstilidad interpretativa o los descubrimientos excepcionales para próximos proyectos cinematográficos o televisados en su oficio de actor.

Otro aspecto concienzudo y fundamental para el elaborado clímax, es el conocimiento anatómico y patológico, la expresividad macabra de la mente y algunos diálogos descritos con cierta acidez o humor macabro, con una base académica y matemática de precisión, dirigida a una audiencia hambrienta con los nuevos retos y crímenes por descubrir de Hannibal u otros asesinos mediáticos, aunque su apetencia por la casquería difiera absolutamente del gusto general. También, propuestas o interacciones que sobrepasan los límites de la sana conciencia y que se desenvuelven bajo la apariencia o la percepción sensorial de carácter fantástico, con inmersiones antológicas en la paranoia y el arte conceptual de vanguardia, para representar la escena del crimen y al maligno.
Hannibal sigue siendo ese personaje mediático, un comediante del arte macabro y chef del mal gusto no descifrado en la mesa, con sus curiosas y peligrosas aptitudes gastronómicas, maceradas con años de regusto familiar, que se servirá de la experiencia profesional para establecer la base estratégica de su juego. La trilogía "diver-ticida" entre gato, queso y el ratón diseccionado en la trampa. Donde Mikkelsen, Fishburne y Dancy, se emplean de manera sofisticada y amplio dominio de los registros confusos o las tramas que persiguen el misterio, para próximas eventualidades e investigaciones policiales.

Sin olvidarse nunca, de un sarcasmo intelectual que invade la serie y ese dominio de las diferentes materias que trata de manera reconocible y, adaptable a los diferentes registros de los que es capaz un actor tan completo, bipolar y complejo como Mads Mikkelsen. Acompañando al voraz doctor en psiquiatría y cirujano neurológico Mr. Hannibal Lecter, llama la atención un equipo de colaboradores míticos antes de la agente Sterling se apoderara de nuestros corazones y razón, como víctimas propiciatorias, desde la materia gris de Will y Crawford, a la tierna doctora baja en colesterol Alana Bloom, de la cocina ególatra del doctor Frederick Chilton, a la esencia aromática de una periodista pelirroja llamada Freddie Lounds, de la dosis necesaria en Omega3 de la doctora Bedelia Du Maurier, a la salsa agria de la familia Hobbs o el maldito ingrediente oculto de Abel Gideon. Cocineros y consumidores del mal, que demuestran los defectos o hábitos menos inteligentes, a la hora de conservar su integridad frente a sus admiradores, es decir, con todas sus tiernas partes unidas e intactas, poco a poco, desmenuzadas por un genio en la penumbra de una licencia estatal. Especialmente, Gilliam Anderson y su andar descuidado, que evoluciona y gana peso gradualmente. Argumentalmente, que no de manera efectiva, claro.

Antes de que la pérdida conceptual se haga palpable, o la comparativa con los papeles en el cine te parezca inadecuada, los siguientes capítulos empiezan a funcionar hasta una completa y recordada segunda temporada, con los elementos perfectamente aderezados para sentir el sabor y paladear toda la trascendental etapa, que no conocemos sin la lectura. Emerge en pantalla con su expresión visual entre capítulos o cortinillas, con un grafismo de impacto y una lujosa narrativa en detalles, y pronto hacen que las cosas (o los cuerpos) se coloquen en su sitio. Llamando la atención de excépticos o los nuevos seguidores a la serie, que podríamos decir, despiertan el apetito dormido con paladares más exquisitos y ese refinamiento visual que da la vida a la serie.
Una ambientación de escenarios con numerosos crímenes y efectivas creaciones digamos ´criminalmente artísticas`, recuerdos que reavivan nuestros instintos básicos o más bajos, como lectores encantados de reconocerse, en función de supuesta dispersiones patológicas, disgregaciones corporales y temporales, manteniendo el foco en las relaciones de Hannibal Lecter con Will Graham, Jack Crawford o sus colaboradores o colegas de investigación en el equipo médico. Arte visual en camino del medio cinematográfico de calidad y trasladando de la literatura en sus casos más enigmáticos, conocidos i condicionados por la imagen del cine, por su creatividad en la dirección o visión de las sensaciones gustativas entre sartenes, con la intención sagrada de aumentar y atemorizar a los espectadores de todo el mundo.

El creador y director abrió sus puertas al diablo y sus trofeos de caza, evolucionando como cuadrúpedo viscoso y negruzco, a través de los ojos alucinados del público y otros artistas como Michael Rymer (La Reina de los Condenados, Galáctica), Guillermo Navarro (director de fotografía habitual con Guillermo del Toro), Tim Hunter (con numerosos trabajo en televisión como tres capítulos en Twin Peaks), John Dahl (gran director con títulos como Red Rock West, La Última Seducción, Rounders o Nunca Juegues con Extraños), el mismo James Foley o el gran Peter Medak de El Final de la Escalera, todos de amplia experiencia y conexión cornúpeta con estas relaciones más desequilibradas emocionalmente y el maligno. Un equipo que persigue el fin de entreabrir las puertas de una cocina con elementos de alto gourmet y expresiones especializadas en otros menesteres más mundanos, o pasionales. Luego, llegarían otros no menos cualificados como David Semel (autor en Dawson Crece, Sensación de Vivir o Buffy), Adam Kane y Marc Jobst (también partícipes en capítulos de muchas series de éxito) o Neil Marshall conocido por filmes como Doomsday, Centurión o The Descent; un grupo de artistas con poso y ese gusto sádico para penetrar en segunda instancia y condimentar la escena del crimen, aconsejar sobre los métodos de los personajes invitados al banquete y completar con otras gotitas interesantes de violencia enfermiza; para establecer esas conexiones salpicadas con los miedos de nuestra infancia o el terror psicológico más adulto. Ah, y por supuesto, un buen caldo mediterráneo, con habas y otras cositas.

Segunda:
Continua la experiencia sui genéris del truculento Hannibal, tan traumática cerebralmente como llena de consecuencias sangrientas a ras de calle, buscando otras localizaciones donde llevar a cabo, mutilaciones y maceraciones, u otras perversiones sexuales antes de que Clarice y sus corderos se situaran en el mapa de Kill Bill y Hannibal. Anteriormente a que éste, se hallara en su lecho blanquecino y enclaustrado sin ventanas, solo una claraboya elevada a un ser superior. Únicamente rejas y palabras, con una abertura maestra para la evolución venenosa de sus conocimientos. El quid pro quo, o la paradoja existencial, entre cocineros no pisarse la manga... con el fin de no salir heridos.

Vamos descubriendo ese lado más tétrico y personal de Hannibal, con sus raíces y contactos, frente a unos actores, ya habituados al duro trabajo semanal y esas convulsas discrepancias que invaden su carácter entre enfermizo y el comportamiento nihilista, algo demoníacos, que se dirigen a la construcción cinéfila y ocultista de un gran dragón rojo. Quizá, su parte más física, enérgica y directamente desproporcionada (salvo percepciones mágicas o mentales), respecto a la identidad realista de las historias o novelas.
No debe ser fácil, captar la atención de tanto espectador excéntrico, deambulando entre las escenas con tendencias homicidas y el canibalismo, los cortes de precisión visual para exquisitos paladares y revelaciones desasosegantes (y sangrientas) que serían admitidas por estómagos poco delicados, exclusivamente; pero los directores elegidos para esta segunda entrega, de 12 + 1 capítulos, ofrecen elementos dramáticos y composiciones novedosas, relacionales al máximo nivel interpretativo, con personajes que mantienen la temperatura adecuada en el horno para sus pasiones o obsesiones, estén perfectamente servidas y crujientes. Personalidades de gusto exclusivo, según las querencias y empachos obsesivos de la edad, o la gastronomía tradicional de la zona televisada.
Para ello, aumenta la resistencia intelectual de unos protectores de la ley, que se devanarán los sesos contra el orden cerebral por el crimen y la fiebre ocultista creciente, que condimentan su labor profesional con dotes sabrosos en la rama de la psicología y la patología forense. Con ciertas disfunciones policiales, o acciones atípicas para un agente, experto en la incriminación de testigos, tratamiento de evidencias o la elaboración de pistas confeccionadas desde las cocinas del FBI. O, aquellos despachos en la penumbra de la conciencia y la enfermedad mental, que se adentran en la mente de doctor y paciente, en esta macabra batalla entre el bien y el mal, y todos sus alumnos en procesión y alboroto calcado o creativo, que alumbra o esconde a la conocida y perseguida bestia.

Hannibal, siempre emerge de los confusos nubarrones mentales, con su protagonismo ególatra y su aséptico sentido del humor, al menos, en los instantes de disfrute personal en solitario. Porque los condimentos necesarios para establecer su conversación metafórica, son más ruidosos o nerviosos, que los comensales invitados u otros pedazos servidos. Cada capítulo es una amarga cucharada de su sarcástico y tremebundo proceder, con la figura amenazante de Mads y el ogro Hannibal, entre cuentos.
Pero, las altas dosis de emotividad y sentido práctico de la investigación científica, se conservan y propagan sus esencias aromáticas frente a la observación cognitiva de Hugh Dancy y profesional de Mr. Fishburne, con los cerebros preparados para combatir sus tendencias al canibalismo o esa depredación que aparece de pronto, en cualquier vertiente del monstruo. Un lado oscuro del comportamiento humano, que ataca a cualquier institución privada o pública, más habitual de lo que desearíamos en la realidad, con un juego de masoquismo más sangriento que el concertado con Mr. Gray y sus sombras de andar por cama.

Sin embargo, aquel maravilloso filme original del, hoy semi-apagado, Jonathan Demme (autor de musicales como el enorme espectáculo Stop Making Sense, o filmes como Algo Salvaje y PhiladelPhia) de miedos a flor de piel ante el salvaje Bill, y aquellas dos incursiones posteriores, una regular y otra mejor, sobra la vida y obra del Dragón Rojo, son transformación constante. El despertar de la bestia, de hombre a una forma más terrible, que sigue poseyendo las condiciones artísticas necesarias para la consabida carga de surrealismo conceptual y cambio. Un onirismo, poéticamente criminal, que esta segunda entrega, se complementa con la participación de actores de calidad o sorpresas insospechadas, como Joe Anderson (Across the Universe, The Crazies, Horns). Demostrando que, no solo el mal tiene múltiples caras, sino el cine construye rostros deformados con el arte del maquillaje y la actuación visceral, encabezado por un Mikkelsen que continúa siendo un referente en esa salsa sabrosa de cada mesa o la sopa energética de nuestras pesadillas como televidentes. La némesis científica a lo sensorial, familiar y humanitario, que representa el personaje de Hugh Dancy y colaboradores, diletantes en sus respectivos papeles de anfitrión e invitado, a un ring gráfico y evolucionado, con enemigos reconocidos y nuevos aires de chef premiado en la liga mediática o la escala de sabor de Michelín, delicados paladares de este Hannibal de gracia ácida y gusto visceralmente lacerante o reprobable. El cazador cazado y la presa presionante.

Tercera:
Con el traslado de Hannibal a las tierras de Alighieri, las ínfulas italianas del Renacimiento post-medieval con sus obras míticas y leyendas negras, se abre la espita al arte clásico y la válvula de vapor a presión de una olla de consecuencias conocidas en el Séptimo Arte. Hannibal es el mismo, con la percepción y bajo la batuta de un compositor visual como el director de Detroit, Vincenzo Natali (estuvo en el departamento artístico y storyboard en filmes como Johnny Nmonic o Giger Snaps). Un experto en el terror y la consecuencia de aquellas atribulaciones pretéritas como hijo del escurridizo Monstruo de Florencia. Se llama a las puertas de Vincenzo, por su visión más calculada, de sangre latina y la conquista de terrenos cúbicos repletos de fluidos o estructuras inteligentes. Otro habitual del concepto visual en el género terrorífico y fantástico, de estimados referentes cinéfilos como Cube, Cypher, Nothing o Splice, que han creado una desconcertante legión de seguidores con sus métodos originales y perfectamente cuadriculados. Sus números e imágenes, se multiplican en una historia conocida de Hannibal, pero se sumergen en un ambiente gráfico marcado por la excelencia y caldeado con la maternidad, el mal gusto paterno y esos eslabones perdidos de la raza humana, que formaron las piezas del puzzle que es, actualmente, un Hannibal en serie.

Sus rasgos identificativos con el argumento contado en el cine, no tenía demasiadas ramificaciones aunque se vuelca en la ampliación de horizontes visuales, la perspectiva lujosa en matices o bifurcaciones del mal, y el clasicismo de grandes haciendas o palacios, dirigidos a la consagración estética y la adaptabilidad de unos actores secundarios, que ofrecen su notable trabajo y la caracterización alargada de otros rostros con más nombre. Es, otra identifación cualitativa de la serie creada por el juvenil Fuller, que se funde con tan insignes depredadores, de carne original o de moralidad creativa hacia el ´hannibalismo` mediático.
Este "hannibalismo" que se ha convertido en una nueva religión, con varios candidatos a encumbrarse con el nombre del padre y la lucha genética, del génesis y la fe ciega. Hannibal, se convierte en un lugar sin acolchamientos ni rejas, sólo cristales a fuerza de impactos o malos humos, donde los feligreses se reúnen una vez a la semana, a su alrededor, para adorar a la bestia o llamarla por teléfono. Es lo que tiene, la tecnología de la época, y la escasa repercusión estética de su hombre encargado del objetivo en esta ocasión, más previsible y sin demasiada creatividad.

El resultado previsible, es la insensibilización de la historia con la realidad (más cruel si cabe), siendo atraídos por unos personajes que se han convertido en una familia ilegítima, pero perdida en situaciones dantescas, desordenadas y esotéricas, de nuevo. Del vitalista Natali, a un ... convaleciente, que la televisión va a conservar en el formol del olvido (porque parece que Hannibal se para en seco), lejos de su presentación en sociedad. Del novedoso prisma y colaboración de mentes, a la obsesiva previsibilidad, con la diversión y el efecto como dos caras de una cruel moneda, o el sístole y diástole de un corazón envenenado con ese carácter más diabólico.
Son las dos historias más conocidas por sus guiones cinematográficos, firmados por Ted Tally con la supervisión en la dirección de Brett Ratner y el equipo de guionistas compuesto por David Mamet y Steven Zaillian en la película Hannibal, aunque personalmente me quedo con la primera, pese a evidentes parecidos, fluctuaciones semánticas y calcos aromáticos. Aquí, con el dragón gruñendo, se pueden observar las maquinaciones del autor Harris, con buenas actuaciones y observaciones estéticas de ambos directores, ya digo, mayor peso en la balanza del italiano y su primera etapa en Florencia, donde convergen las escenas más impactantes y el genio visual de un artista todoterreno, frente a las divagaciones internas de los personajes más monótonos o aburridos del serial en El Dragón Rojo y las tramas captadas con anterioridad en el cercano 2002, por el objetivo más sensacionalista de Ridley Scott, en el filme Hannibal.

En esta última fase del proceso de tranformación o liberación del capullo, en una futura mariposa, como dragón de Kafka en cueros y bajo la luz de la luna, aullante o símil del vampiro, está condicionado por la espléndida interpretación de Ralph Fiennes y algo inferior de (el personaje no visualizado en Manhunter) o el creado por Richard Armitage en la serie. Una especie de calco de la obra cinematográfica con pinceladas de la acuarela del poeta y pintor William Blake y sus reminiscencias posesas a lo Fiennes, un simulacro del largometraje de Ratner. Observando los mismos perfiles y la constancia del nuevo reparto con Edward Norton, Harvey Keitel o la ceguera de Emily Watson. Limitados en la libertad interpretativa y guiados por aquella entrega de marcado carácter infernal.
Si bien, la serie se mantiene con la base nuclear de sus cinco personajes esenciales, que aportan la seguridad continuista e interpretaciones ancladas a personajes tan reconocidos mundialmente y con ciertos caprichos de sibaritismo exponencial, descartables en la gran pantalla por falta de espacio o intereses más directos o menos teatrales.

Aún así, la parte final de Hannibal, plasma esa fidelidad por ellos o fiabilidad en lo insano u oculto, sobre la historia más pretenciosa y oscura del escritor, dentro de un gran enfrentamiento metafísico entre hombre, dios o demonio. Dual, como el maestro y la imitación, el culto y el ocultismo, el concepto larvario, que pasa de la fase embrionaria al todo. En un clímax agónico hacia el final sorprendente del vacío.
El resto es una comida de tarro, sin parangón e imaginación, que va encauzando sus pasos hacia la cuarta degeneración (ya descartada por la producción), ya no habrá más ambientes nauseabundos ni biopsias descriptivas, porque la clínica del encierro termina, casi en estado terminal. Y cierta sensación de hambre, armado con sus dientes arcaicos de origen oriental, piel tatuada y hueso quebrado.

Claro que ha sido un gustazo, complicado al inicio, donde todos los actores han buscado la perfección y la estructura funciona como un guante, semejante a un plato de diseño con ingredientes cualitativos de máximo valor y sabor.
Igual que ambos actores, Mr. Hopkins y Mr. Mikkelsen, han dado un recital artístico y sinsabores metafísicos, enseñando sin ambages su magnífica disposición al oficio de actor, y su pasmosa concentración para ser creíbles o interpretar tan contundente a tan complejo ser. Hannibal, el dual caníbal, y tan exclusivo como las ostras en salsa de blanca trufa. Un regalo para el cinéfilo convertible y comestible, en sillón de andar por casa, complementado por Dancy, Fishburne, Davhernas o Anderson, en personalidades divergentes que se debaten entre el odio por la bestia y la atracción por hombre e inteligente cocinero... como los románticos candidatos a un banquete intergeneracional con Thomas Harris. Todos en Hannibal, serán reconocidos aquí, en la serie, como miembros de honor de este club gastronómico y psiquiátrico.

Tendría que decir que a la cuarta va la vencida, este es mi diseño...
pero el refranero español, es sabio. Y sabroso, tse-tse-tse!

Hannibal Soundtrack Vol. 1



domingo, 4 de septiembre de 2016

Experimenter.


"Una ventana a las neuronas espejo: Milgram"

En una producción de la BBC, tratar un tema como el mundo de la psicología o psiquiatría en el cine, no es tarea fácil de realizar ni elevar a la atención del gran público. Debido principalmente a los complicados procesos de la mente u otros procesos polémicos de investigación con repercusión para los ciudadanos.
En ellos, prevalece que un filme como Experimenter transgrede la realidad con el engaño a diferentes niveles, cuando el estudio médico del cerebro-memoria y el comportamiento humano se aproxima a niveles limítrofes con la resistencia individual al fracaso o un juego colectivo de la sociedad. (Memoria que aquí pudiera ser correspondida con sueño ´de elefantes`, familiares y vigilantes).
Laas escuchas y juegos para conseguir una muestra válida de participantes, sobre la corresponsalía violenta del grupo en favor de la ciencia, sería sin consentimiento total ni ajustado a ningún tipo de juicio cognitivo o jurídico. Esta historia comienza sigilosamente tras una guerra mundial catastrófica con millones de muertos sobre el terreno, y el ejército nazi acabando con los últimos resortes de raciocinio y humanidad, en su xenófobo intento por borrar determinadas identidades y, por tanto, todo rastro de singularidad.

El protagonista de Experimenter es un científico del raciocinio de la Universidad de Yale, nacido en Nueva York en 1993 condujo experimentos sobre un mundo pequeño e interrelacionado (concepto de seis grados de separación) y el Experimento Milgram sobre la obediencia a la autoridad. De familia hebrea, padre húngaro y madre rumana, sus estudios con ciudadanos libres comenzaron en 1961, tres meses después de que un fugado a Argentina, Adolf Eichmann fuese juzgado y sentenciado a muerte en Jerusalén por crímenes contra la humanidad, a pesar de que en su defensa descargará la responsabilidad en sus superiores.
Milgram ideó estos experimentos respondiendo a una pregunta: ¿Podría ser que Eichmann (responsable de la solución final y otro millón de cómplices en el Holocausto, sólo estuvieran siguiendo órdenes? ¿Se podría nominar a todos ellos, como cómplices?

Comenzaba una carrera hacia la comprensión de la mente, si la moderna ciencia de 1961 podía subrayar este complejo mecanismo de pertenencia al grupo y la irracionalidad más sanguinaria. Psicólogo y profesor, Stanley Milgram interpretado con seguridad y personalidad por Peter Sarsgaard (uno de los nuevos Siete Magníficos de Antoine Fuqua o el JFK junto a la Jackie que interpretará Natalie Portman), en este filme será el protagonista del estudio sobre el carácter violento emergido de aquella terrible matanza fundamentada en la grupal aceptación de odio. La crueldad de la ultraviolencia en los ojos del espectador, se convierte en una naranja mecánica que utilizaran ciertos resortes mal llamados científicos del nazismo (más bien terroríficos), para demoler cualquier rastro de humanidad en manos de los poderosos. Algo que deberíamos tener muy en cuenta, pues en la actualidad se olvidan muchos de aquellos crímenes y la razón ciega autodirigida por una pertenencia social.
Poder y mandos, que ejecutaban con sus órdenes sin piedad y eran obedecidas por otros muchos acólitos multiplicando el horror por un contagioso odio a judíos u otras etnias de la población, o incluso, sus pensamientos.
Después de la discriminación y la muerte, un puñado de esos dirigentes serían juzgados por crímenes contra la Humanidad durante los juicios de Nuremberg en 1945, que durarían un año aproximadamente y surgiría la ocultación de algunos protagonistas del crimen, o desapego hacia esos actos cometidos de propio salvajismo contra la Humanidad.

Experimenter narra parte de su vida, enfocada principalmente en entrevistas y las reacciones de las personas analizadas bajo las cámaras, que se transformaron en una interesante perspectiva psicológica, en sintonía racional con la película. Con propio guión del director Michael Almereyda (próximo trabajo la cinta de ciencia ficción de título Marjorie Prime con Jon Hamm, Geena Davis y Tim Robins), visualmente la película propone una experiencia al interior de la mente (como Ken Russell en su filme Altered States, aunque la ficción sólo representada en sueños) aquí más concretadas en las perspectivas reales de investigadores y sorprendidas de los estudiados.
El experto e inteligente profesor se devanará los sesos y estudiará la conciencia de prójimos, mediante grandes intérpretes que forman su equipo de colaboradores, a uno u otro lado del cristal de estas prácticas. Respetables profesionales en la interpretación como reparto curioso formado por Taryn Manning, Kellan Lutz (el último Hércules que trabaja en Extinción con Bruce Willis), Lori Singer (aquella pizpireta y flexible Ariel de Footloose), Josh Hamilton (Margaret, J. Edgar), Dennis Haysbert, Jim Gaffigan (en el reparto del biopic sobre el boxeador Chuck Wepner, interpretado por Liev Schreiber, Ron Perlman y Naomi Watts), Vondie Curtis-Hall y John Legizamo (ambos en Cymbeline anterior película de este director) o Anton Yelchin (Solo los Amantes Sobreviven, que ya no volverá al espacio de Star Trek desgraciadamente). Y en especial, el papel interpretado por una cándida y curiosa Winona Ryder como pareja en la vida real del científico, en un regreso a la gran pantalla con cuentagotas entre El Cisne Negro y Beetlejuice 2.

La historia de Experimenter, mezcla realidad con confusión en algunos tramos, e indaga en los procesos aleatorios con voluntarios más o menos, comunicados. Y la psicología como reflejo de la posición, la moralidad social y los usos de la costumbre, intentado demostrar esa relación intrínseca entre nuestros comportamientos y reacciones violentas, aunque todos los métodos en estudio sean cuestionables.
Así, observaremos el proceso de los mecanismos que describen males históricos de la Humanidad, capaces de ser repetidos hasta la saciedad (como vemos en estos momentos) y su intento de modificar o alterar valores personales por esos otros viciados, incluso sociales o patrióticos.
Midiendo la inteligencia empática del individuo con sus semejantes con placebos experimentales, cuando la presión y las ordenanzas superiores convergen en aquella mente acorralada por "el que dirán"... o no, decisiones sin miramientos que escudan la responsabilidad personal en una derivación maquillada por la comunidad y el anonimato. Ese momento de locura generalizada, donde el miedo se convierte en el principio fundamental de las acciones, como las supuestas consecuencias que se producirían con una ´vergonzante` desobediencia al poder.

Ética imaginaria y biografía real se examinan en Experimenter, desplegando capas ocultas en nuestra memoria reciente, que significan la base del comportamiento irracional y una crítica personal de esta obra cinematográfica. Como el estudio denominado Efecto Kuleshov, que con el montaje de imágenes provoca las reacciones del espectador o sus miedos frente a la debilidad de nuestro pensamiento aprehendido en experiencias.
Pero, a la vez vemos en progresión la relación fraguada del matrimonio y su unión acrecentada por la enfermedad de la última etapa, entre cierta genialidad e imaginación desbordada, y el pragmatismo vital antes de enfrentarse a la inevitable muerte. Porque la decisión del director de Kansas, es que los personajes se expresen directamente con el cerebro a nuestra atónita atención, teniendo que demandar ciertas explicaciones por la maleabilidad de nuestras conexiones neuronales a su interpretación del estudio, como el perro de Pavlov ante su reflejo condicional frente a estímulos externos. En cambio, la respuesta siempre estuvo dentro de nosotros mismos y nuestra propia realidad histórica.

Esta dramática realidad significa que el individuo se aferrará indiscriminadamente, casi siempre al anonimato y la marginalidad, frente a hechos humillantes cometidos por esa decisión grupal aupada por el poder, que se burla del inocente; nuestro voyeurismo innato, atraerá los conflictos o accidentes a diseccionar, como motivo de nuestra incansable curiosidad, o terriblemente, aceptaremos nuestra participación en los hechos sin complejos ni culpa.
Sin plantearnos que nuestro estado mental está confabulado con el espejo social cuando pertenecemos al grupo contrario a los perseguidos con acciones criminales, o cuando nuestra motivación viene sugestionada por presiones o un equipo de líderes sin moralidad. Si eres de los que alzan la voz o cuestionan decisiones mantenidas por la manada, esta película de título experimental, puede abrir una ventana de lucidez a tu mente.
Y mucha reflexión para hoy en día.

Tráiler Experimenter:

Tráiler 2 Doctor Strange:

lunes, 29 de agosto de 2016

Fargo.

¿Qué significa Fargo?

Esta palabra es una especie de milagro para millones de espectadores.
Para ello, se tuvieron que establecer en el pasado, las fatídicas coordenadas donde un grupo de ´entrañables` personajes y caricaturizados sospechosos, iban a desarrollar una historia sobre la maldad y las miserias humanas que aparecen tras un contacto nada habitual y así, continuar con una carrera cinematográfica plagada de misticismo coeniano.
Los rostros de aquellos viejos ejemplares vitales, ya prácticamente amigos, han cambiado desde su rodaje en 1996 y algunas de las situaciones contadas, se ven derivadas hacia el borde de un ataque de nervios, el oficio de agente del orden, el despecho y la venganza que involucra a cada personaje, cuando se extiende el reinado de terror sobre la población de Bemidji en Minnesota. A través de la ficción o realidad costumbrista, sus escenas icónicas tienen una fuerte carga sensitiva y despiertan a una profunda reflexión. No sólo en Fargo, ¿por qué ocurre esto?

Todo se recordaba de manera diferente. Aquella sensación de fatalidad de entonces, hoy parece un retrato obsesivo y una cadena de terribles encuentros con un derramamiento de sangre denso y alguno inesperado. Caras con sabañones que han crecido a la sombra del gran William H. Macy (Magnolia, La Habitación) y su espíritu relajado en cualquier tensa situación, controlando actitudes nerviosas y reflejando el carácter en el frío ambiente de una oficina y su odio acumulado. El paso del tiempo en el interior de una región más gélida todavía, pero desprendiendo enormes llamaradas de furor y ácida crítica. La confusión llegaría tras el contrato sin objeciones precisas, cuando el violento Peter Stormare (Asesinato en 8mm., Bailar en la Oscuridad) o un parlanchín y directo diletante cinematográfico, siempre grande Steve Buscemi, deciden cambiar un poco las reglas del juego y se embarcan en un violento viaje a lo desconocido. Nada bueno hacía presagiar sus movimientos sobre la nieve de Fargo para hacer desaparecer las pruebas o esquivar las balas, como ahora ha ocurrido en una fecha indeterminada de 2006 en el horizonte congelado de Dakota del Norte y proximidades. Un inciso en el comentario, para indicar algunos proyectos de Mr. Buscemi, como un suspense político junto a Richard Gere y Michael Sheen en Norman, el filme titulado Lean on Pete y voz en la animación de Dreamworks The Boss Baby o el biopic The Death of Stalin.
Un simple aunque feo, negocio sentimental que acaba convirtiéndose con el tiempo, en una telenovela de pasiones y un ejemplo de creatividad en 10 maravillosos pasos, hacia ese infierno particularmente humano y sus vanidades universales. El hecho paralelo que reportó a los miembros de filmación, en pretérito y ajustado presupuesto, un merecido reconocimiento internacional desde los principales festivales y premios de cine, debido a una idea brillante que evoluciona y crece. En la construcción de un mundo arrasador, original de sus guionistas y directores, los Hermanos Coen y mantenido en el buen trabajo realizado por técnicos o mentes amigas, y un grupo de actores ideales que hicieron de Fargo (y continúan en otro formato), una experiencia única.

Todo comenzaba bajo la batuta legendaria de Carter Burwell y esa mágica sintonía adaptada con toques de cascabeles y rasgueo de cuerdas. El resto ha sido pleno disfrute personal de la memoria, hasta su vuelta veinte años después. De una sencillez aparente, para un asunto complicado que deambula en la cuerda floja con cada movimiento, a punto de romperse en cualquier nudo o ante la tensión acumulada. Sino, que se lo pregunten a los agentes de la ley encargados o forzados, más bien embarazados con tanta algarabía criminal y deseos ocultos, desatados en sus tranquilos parajes y calles, tanto que pareciera escapárseles de las manos a cada segundo, o tras algún que otro tiroteo. Ella fue la magnética y pacífica Frances McDormand (Moonrise Kingdom, ¡Ave Caesar!), dando el relevo a una tierna compañera, de oficio, de calidad humana y similar volumen maternal.
Pues, desde que el agente comercial Jerry Lundegaard mantuviera una confusa postura con la familia y polémica decisión sobre ese aspecto económico, determinante en su matrimonio y, por ende, el futuro en pareja, mucho han cambiado las cosas en Minessota, sobre los recuerdos y pequeños rincones cinematográficos, tan memorables. Esa población norteamericana donde los Coen se sintieron como en casa, son oriundos de la tierra y la sangre, a pesar de encontrarse con unas temperaturas más cálidas para la historia invernal de la zona, y que filmarían con nieve creada artificialmente o desplazando el equipo de rodaje a la vecina Dakota del Norte en el condado de Grand Forks, sobre las surrealistas tribulaciones de una singular pareja de delincuentes entre los vecinos del verdadero estado que les vio crecer. Ayer entre Bismarck y Brainerd, hoy sobre Bemidji, para quebradero de cabeza de sus presentes, oficiales representativos.

Durante el invierno de 1987, perpetraron un crimen que va en aumento como la barriga de la jefa de policía de Brainerd. De una parada inoportuna a otra susurrada y misteriosa, en conversación sobre una sala de hospital con la función de sanar aquellas heridas familiares y desprenderse del polvo acumulado en el camino. Welcome to Brainerd decía el cartel, ancestral tierra de colonos y duros leñadores, escenario de un nuevo crimen y gélido negocio traspasado de la venta de vehículos a los seguros de vida y accidentes, con pequeñas dosis de comedia ´coeniana` habitual y sus diálogos disparatados de alta complejidad filosófica. Si le deseas, y no tanta acción o efectismo, claro está, pregonando... ¡Puto silencio!
Criminal, aunque maravilloso paraje. Fargo está enclavada en una región rodeada de agua y malos humos de una industria creciente de manufacturas. Colinda con la Minnesota coeniana y los bosques del condado de Beltrami (en honor al explorador italiano), sobre la ruta del Mississippi en dirección a esta ciudad de Bemidji, cerca del lago Superior y el escudo montañoso canadiense que delimita las Grandes Llanuras... es decir, Fargo es el simple comienzo de todo, tanto las cosas naturales como los encuentros más artificiosos, en despachos, bares, lagos, interrogatorios, las vías de comunicación, exteriores, interior de vehículos, etc... Todo funciona en la narración desestructurada y una caótica composición, aparentemente.

La idiosincrasia particular de sus habitantes en una época más moderna, tiene que ver con el aspecto de su paisaje nevado y sus costumbres ancestrales, las fiestas comarcales que promueven el consumo de productos de la tierra como la caza y la pesca, con concursos característicos y la extraña frecuencia de actos desagradables e inciertos en sus entrañas silvestres. Nada que ver ciertas actividades criminales, referentes a la industria maderera o los afilados (o romos) utensilios que se guardan en sus garajes o se usan en sus campos a la intemperie de los elementos.
El panorama truculento, en estos últimos diez años, ha ido cambiando ligeramente sin apenas darnos cuenta. Ni los nuevos personajes con la historia del viejo Fargo son una muestra de discreción y seriedad, con peso específico en quilates fílmicos, o tal vez un hecho milagroso por fortuna para, sólo algunos supervivientes, gracias a Coen. El texto fue escrito por Ehtan y Joel (ahora en silencio), basándose en unos supuestos hechos, tan verídicos que nunca fueron confirmados en el territorio (siquiera discutidos por algún experto en criminología); porque da igual. Hoy esos acontecimientos narrados mantienen la comedia corrosiva y la calidad a paletadas, pero han dado un giro glaciar y físico, gracias al creador de esta serie para televisión, que desarrolla ciertos resortes anclados en el cine clásico, el cine negro u otros renovados móviles del terror y el suspense, con nuestra desaconsejable identidad, intacta, e incluso su nombre suspendido en otras coordenadas próximas.
El rodaje es veinte años después de aquella aventura atávica, y por tanto, son recuerdos emocionales para los cinéfilos que se guardan en gotas de esencia suprema, de unos admirables y queridos personajes, salpicados de una extraña o fría emotividad, que soporta su truculenta circunstancia, rodeados de toneladas de hielo y esa fina capa de humor negro que conserva la escena del crimen, a ambos márgenes de sus intrincadas y adyacentes carreteras.

Claro que es un asunto milagroso, que una producción de calidad excepcional como esta Fargo, aparezca de pronto en nuestra tele, casi de puntillas y sin hacer ruido, pues posee un tesoro enterrado en su gélido aliento (como insignes directores del pasado dejaron su profunda huella cultural y desbocada imaginación); una mente especial, director de uno de los capítulos, creador o guionista de éxito como Noah Hawley (Bones y próximamente Legion), que llamara la atención de la industria televisiva.
El resto es la historia del cine y de la televisión con mayúsculas. Sólo nos queda pensar que se ha obrado ese milagro, en nuestro salón de estar, como el cine es capaz de ofrecer y no la caja, salvo excepciones, llamada tonta. Ya que la serie sustentada por su base cinematográfica y esos ramalazos de humor muy negro, pervierte la diversión desglosada en diez capítulos casi místicos, para visionarlos reclinados y los ojos humedecidos. Esa mezcla de irreverencia emocional o intelectual, de sus genuinos discursos entrelazados, como los mandamientos de una obra colosal. En efecto sangrienta, pero culturalmente evolucionada del género policíaco, un entramado metafísico sobre la condición humana, que filmaron y narraron los hermanos Coen en 1996, con la modificación de aspectos esenciales para buscar la diferencia, y hallarla en una agradable y sensacional extravagancia de gran creador. Como la búsqueda incesante de nuevos y peligrosos aspectos que varíen sus comportamientos individuales, de unos personajes que calaron tan profundo en los espectadores, como el frío acero atravesando la mano desnuda o fluidos espesándose sobre el piso de hormigón.
Y descubrir otros modelos humanos sobre la región de Los 10000 Lagos, para ampliar el catálogo de excepcionales personajes y actuaciones, tanto que sus palabras expresadas y, especialmente sus silencios, te trasladan al nuevo Fargo, sin estar allí, o nos sumergen en una experiencia extrasensorial fuera del lugar y del tiempo transcurrido. Fargo es ladinamente emotiva tratando de jugar con tus recuerdos, sí, es el mismo Fargo con una nueva capa de excelencia inédita y excepcionales puntos de vista en comparación.

Claro, apenas nos damos cuenta de que han transcurrido 20 años y las tramas modernas varían, pero aquí sin retroceder un ápice en la estética y la esencia detectivesca. Así que la productora Metro Goldwyn Mayer y un canal como FX Networks, la rama adulta de la cadena Fox, contactaron con Hawley y reconocidos directores del medio televisivo, como Adam Bernstein (Ed, Californication), Randall Einhorn (The Office, The Muppets), Colin Bucksey (Breaking Bad, Revenge), Scott Winant, Michael Uppendahl (Mad Men, American Horror Story) o Matt Shakman (Colgados en Filadelfia, The Good Wife), con el fin de intentar ofrecer un producto de máximas garantías y nada superficial... algo así como un seguro de vida para todos los involucrados en el proyecto.
Parecían obligados, casi, a perseguir aquel sueño hecho realidad por los Coen y lograr el éxito que han alabado los medios y críticos especializados en televisión o cine. Una vez logrado su propósito o increíble sorpresa, lavando la cara a un ejemplar y sincero largometraje, esto ha provocado una segunda entrega (si bien reconozco mi retraso, mental o televisivo con la segunda temporada) y estudian una tercera a desplegar al viento invernal de nuevo, por lo que no tardaré demasiado a pesar de críticas negativas de la continuación. Llama a nuestra puerta, esa incógnita, tras nuevas caras y dramáticas evasiones fundadas en el humor inteligente y el carácter retorcido, tal como pediría la ejecución meditada de un crimen profesional, o sino, directo al cerebro como un certero martillazo.

Unos hechos visionarios:

La película en sí, ya era una pequeña joya cuyo guion tenía como fuente, acentos, expresiones escuchadas durante la juventud, o leídas con monosílabos en el libro How to talk Minnesotan (original de los productores ejecutivos Ethan y Joel), merecía un responso consecuente a la imaginación desplegada por ambos, fieles a los suyos, a su equipo en alabanza suprema con la fotografía de su fiel amigo Roger Deakins o el montaje ocultado bajo el alias "Roderick Jaynes", más la ayuda de la esposa de Ethan y montadora Tricia Cooke, y actores destacados por una singularidad desatada, en pequeños platós fabricados o los sensacionales parajes naturales, recogiendo el acento norteño de esa región de bosques caducifolios y temperaturas boreales. En Minnesota (proviene de la palabra dakota), la madera es fuente de riqueza con el consecuente procesamiento de papel en fábricas y las antiguas minas de hierro, quizás, otorgan ese carácter fuerte a sus habitantes.
Si se tratara de una historia real, con muertes en directo y pasiones controladas en el puro descontrol, no supondría ninguna diferencia técnica o estructural en la concepción de la serie, excepto la posición ejemplar del objetivo y las perspectivas, ya que la particular imaginación de los Coen y los directores elegidos frente a Noah Hawley, ejercen con brillantez en ambas obras y mantienen sus puntos diferenciales al respecto. Esto es, un trabajo creativo que afianza su calidad técnica y la labor en edición, tanto en la construcción de los personajes como su ambientación artística, en la zona de Grandes Llanuras frontera con Canadá, para un idóneo pulso y respiración, salvajemente pausada.

Pues lo verdaderamente importante radica en la elaboración de aquellos caracteres esenciales, tics o pequeñas observaciones que conforman su fauna asilvestrada, la manipulación constante de unos hechos dramáticos entregados a domicilio con pólvora y mala leche, y en las increíbles vueltas que puede dar nuestra vida, según los encuentros, casualidades o necesidades del momento. O la de los involucrados en el proyecto, desde el equipo técnico y pensante de FX, hasta los actores que han creado esta mágica vuelta de tuerca, al origen o esencia cinéfila, con una atmósfera intransferible, la estética genuina y diálogos tan trabajados que merecen un punto y aparte. En los dos Fargos, coexiste una relación emocional entre sí, a reconocer como un embarazo y nacimiento aplazado, mediante millones de seguidores en todo el mundo admirando el trabajo comedido y escasamente efectista, que supone una declaración de principios por la belleza de las secuencias y la admiración por este denominado Séptimo Arte. Ahora en luminosa y silenciosa pantalla de plasma.
Igualmente, con esa gratitud obtenida tras un temporal de sensaciones y una dedicación así de determinante, los premios no iban a tardar en llegar justamente. De veinte en veinte... y tiro por que me lleva la gélida corriente infectada de cocodrilos, a Fargo.

El encargo de la serie comienza como episodio piloto hace varias décadas, para llamar la atención con anteriores trabajos de cine y televisión, después del Gran Salto y antes de "El Nota". Para demostrar que tras las hermosas palabras y supuestos actos "verídicos" o ideados, manos en la masa encefálica de la ficción, también es meritorio, la forma de trasladarlas a la televisión de entonces o la pantalla en pleno siglo XXI, apostando por el sosiego del rodaje, la tranquilidad del montaje o la pausa narrativa sincronizada con la acción. Un uso esmerado de la cámara y los encuadres, conforman un universo único con el magnífico guion y matices ocultos en los numerosos papeles, que encierran un regalo de magnitudes coenianas y agradables sinsabores. Una sensación reveladora tan continua, pacífica en lo visual y placentera para el público, que las imágenes magistrales permanecen en la retina al cabo de los días, desmenuzando sus movimientos o redondas escenas, y cuyos instantes narrativos perdurarán en nuestra memoria para siempre.
Es decir, una lección de buen cine con formato televisivo y ciertas reglas que se marcaron en los folletines de suspense de ayer, editados por tipos tan geniales y fascinantes como Alfred Hitchcock, postergando el suspense con giros inesperados y magnéticos silencios. E iniciados con el "cliffhanger" en episodios derivados de los seriales radiofónicos para mantener la tensión y la atención del espectador, o continuados por ilustres creadores como el mismo Steven Spielberg.

En esta visualización admirada y atrasada que he llevado a cabo, pensaba que podría encontrarme con una obra exquisita sobre el poder frente a la humildad, y algo más, una crítica de ciertos valores despedazados por los seres humanos, en general. Sin embargo, me he hallado en otra dimensión desconocida, libre como en casa, reconociendo rasgos universales en individuos normales, rudimentarios o humanitarios, que subyacen en una misteriosa y tremebunda fantasía, de aspecto real. Asimismo, reencuentro con el mal en toda su amplitud de registros, que siempre se abre paso a través de esa verdad aparente, tras las paredes familiares, y frente a la justicia que se muestra heroica, como un vecino salvando la vida a un despistado transeúnte o un sospechoso habitual testificando aunque protegiendo su propia vida frente a los malvados. La serie Fargo propone curiosas aptitudes que son sinónimo de intriga y asombrosa dualidad, por una extraña admiración con los delincuentes, por parte de los telespectadores. Gracias a su fuerza visual, el contenido textual e interpretaciones de unos enormes actores.
Una leyenda que, en Fargo, une a un astuto hombre con una col, un conejillo y un zorro, alrededor de una barcaza y una estratagema nada clara, para propia su supervivencia, que el público estudia en diez pasos, intentando desentrañar las rutas o caminos de esos personajes atrapados por una decisión impredecible. Caminantes por carreteras fantasmales y pasillos distorsionados, sótanos y oficinas, hasta vías nobles manejadas con los hilos de la ética, entre tachuelas y fotos clavadas en un corcho en la pared. El porqué de sus actitudes al límite y otras maniobras en la niebla, es mérito de un equipo y de los numerosos obreros o técnicos, de un reparto que funciona como un reloj, un contrato firmado o una lavadora tecnológicamente avanzada, frente a esas costumbres y defectos enclavados en la tierra de Minnesota y Dakota del Norte, las extremas circunstancias que envuelven a Fargo y producen visiones increíbles o escenas delimitadas en silencio musical, oyendo la respiración jadeante y los acordes de su reconocida banda sonora compuesta por Jeff Russo (Sream 2, Rumores que Matan) como un atmosférico recuerdo y lejano tiroteo sin balas ni cuerpos. Es decir, única sensación de expresión musical como metáfora elevada entre la violencia actual y el arte.

(Entrevista con Noah Hawley para SlashFilm):
Creo que se dijo que ´la película Fargo fue una mala idea`, ¿verdad?
Literalmente, todos oímos que aquella o la serie Fargo se contemplaban como: "Esta es una idea terrible." Pero, también una especie de liberación al mismo tiempo, porque una mala idea que no podríamos convertir en terrible. La segunda idea mala, obviamente, tras intentar lo correcto, tirar todo y empezar de nuevo. Psicológicamente la forma de trabajo "Esto se siente bien y esto no parece tanto", es una prueba y entonces el proyecto se vuelve más ambicioso a nivel de un cuento. Bueno, era Fargo, pero esto también es Fargo.
Noah: No buscamos deliberadamente ese arquetipo. Lo más importante para mí era, ¿cómo devolvemos lo que fuera una lucha interna de dos hombres en la película? Pues la relación nueva de una primera temporada. Una relación dinámica y, obviamente los dos tienen que trabajar juntos, aunque a veces están tirando en direcciones diferentes.

Cómo se piensa que deberían salir del paso y cómo la ciudad piensa que deberían salir de ella, son diferentes. La región, en la película de los hermanos Coen, es un lugar donde la gente pasa por momentos de comunicación difíciles, con información básica entre sí. La comunicación se hace más fría.
Noah: (Risas) No, demasiado. De hecho fue un año mucho más caliente este año. Además, nos fuimos en primavera porque sólo las primeras tres horas de rodaje o así, fueron con verdadera nieve, y entonces se convierte en un sitio marrón, mucho más, pero me gustaba. Me gusta la idea de, si uno mira en una fotografía del primer año y una del segundo año, no te confundes. Se ven totalmente diferentes. Son claramente distintas películas.

De aquellos cuatro personajes embarcados en una trama devoradora y cainita, cabe destacar que sus armas interpretativas vienen auguradas por años de trabajo y duradera confección de telares rústicos. Dejados en perspectiva a nuevas y destacadas presencias, remando para llegar a la orilla del éxito en una recreación actual y cercana a un cuento atemporal pasado oralmente de generación en generación. Así, las cosas del cuento:

La Col: Es un vegetal que simplemente toma prestado del ambiente, aquello que necesita para sentirse cómodo y respetado, sin causar demasiados problemas adrede. Solamente respira y se contagia de las cosas que le parecen oportunas y observando otras cualidades ajenas, como una solemne tontería de rasgos nada aconsejables o edificantes para la especie humana y los habitantes norteños. Hasta que el Jefe vegetativo, algo estúpido y lento en la superficie, con un trasfondo de verdad que profundiza en sus raíces policiales y le llevaron a cierto descontento personal o manifiesto respeto por los héroes. Un jefe que expresa con enorme sinceridad que, lo suyo fue una guiada costumbre al abismo (quizá un impulso familiar) sensibilidad afectada o acomodada posición, sin prestar atención al servicio protector que necesita su comunidad y los vecinos involucrados en los terribles hechos. Su palabra ahonda en la tristeza, pero el actor Bob Odenkirk (Breaking Bad, Better Call Saul) nos complace y convence con su verborrea y presencia, de su calidad humanista, en pos de convertirse a mi parecer, en uno de los eslabones principales de esta serie, y uno de mis personajes preferidos pululando en una Fargo revolucionaria para su medio.
La declaración de intenciones, meridianamente realista o efectista, es uno de los mayores hallazgos de esta magnífica proposición televisiva. Puede ser un pretencioso, con este comportamiento de vegetal sin sentimientos ni culpa, pero su convencimiento final produce un escalofrío que condiciona al espectador y va dando las claves oportunas, acomodadas para contrarrestar la corrección de unos parámetros bien estudiados por el creador, en esa labor profesional que su compañera lleva a cabo de manera sufrida y ejemplar, como la negación de ciertas desgracias que acontecen al resto de los personajes en liza. Un jefe apartado, con todas las de la ley en su contra.

El Conejo: Ya no es necesario reconocer el valor como actor del gran Martin Freeman, demostrado con ejemplos sobrados de su manifiesta calidad interpretativa y la capacidad para viajar de un extremo a otro del comportamiento, de John Watson mediático a la complejidad de registros en la condición humana. Desde el conejo asustadizo que corre para salvar su propia vida, a la inteligencia emocional para acomodarse detrás de una careta de lascivia u oportunismo, que le puede conferir el aspecto de un auténtico depredador acomodado en la sombra. Si puede se comerá la col, con su automático mecanismo en inseguridad complaciente, intentará engañar al zorro y a todos. Según estudia, todas aquellas tiernas piezas que le rodean, al alcance de sus ensalivadas fauces o apariencia maquillada con lágrimas de cocodrilo. ¡Hambriento animalito!
Siempre al borde de la catástrofe, en simulacro existencial, pero se crece cada vez que las oportunidades le son favorables como buen británico, destacando y corriendo más y más... hasta conseguir transformarse en una atractivo representante de roedor, que se abre paso a dentelladas con siniestras intenciones y voracidad, poco carnívoras por otro lado. Al final, es un conejo algo cabrito, que se precipita hacia la oscuridad en su sombreado agujero o escena del crimen, obcecado con aptitudes impropias para su limitada existencia depredadora. Solamente, se precipitó a ella, motivado por un creciente y recalcitrante odio, o cansancio nada aconsejable para la raza del vendedor sin escrúpulos. En cambio, en la interpretación todo lo hace bien, este monumental actor llamado Mr. Martin "rabbit" Freeman, es un creativo agente de seguros, zigzagueante esposo y amante, o entrañable como asesino silencioso. Un patoso consciente de su nula capacidad para la empatía con las víctimas, sean suyas o de otro auténtico... hombre lobo.
En su mano y carácter patoso, se halla la evidencia de su actuación contrastada y ensangrentada conciencia. Todo un placer visual e intelectual, para nosotros... los admiradores de Lester Nygaard. Su camino tendrá continuidad junto a Harrison Ford y Gillian Anderson en la película del director Justin Chadwick, Official Secrets, en Funny Cow y un trabajo apocalíptico titulado Cargo, y un drama parapsicológico con el nombre de Ghost Stories, además de Sherlock, of course.

El Zorro: Hablando de admiración, restan dos candidatos al podio (que bien podría ser un octógono, o dodecaedro) de la interpretación en Fargo.
Sus ojos aguantan la mirada de los más recalcitrantes, de Dexter a sus comienzos en Bonanza o Kung Fu, con su sapiencia, espíritu pacífico y saber estar en esta parte de Minnesota (incluso, aguantaría la mirada del mismísimo gordo que se enfrentara al buscavidas Paul Newman), porque es un zorro avezado en cientos de aventuras como una película que me fascina llamada Los Duelistas de Ridley Scott, su voz afinada para Nashville de Robert Altman o siguientes crímenes como Forajidos de Leyenda, Choose Me o La Presa. Keith Carradine al acecho de intrusos, en otra época pretérita fue miembro destacado a ambos márgenes, la sofisticación con Alan Rudolph en Los Modernos, Inquietudes o La Sra. Parker y el Círculo Vicioso, o sus duros o tiernos cowboys. Seres cercanos a sus habituales sospechas frente al ínclito mal que se cierne sobre tranquilos pueblos, que se siente y disfruta su majestuosa presencia como gentleman de la escena contemporánea y pretérita, desde Heredarás la Tierra a la Texas de Elvis & Anabelle.
Como buen mamífero, familiar, siempre es protector con sus crías y daría su vida por el mantenimiento de su bienestar, tras las cortinas de un confortable hogar frente a la chimenea y un buen almuerzo con huevos y bacon para comenzar el día. Ahora, es abuelo y regenta una de esas magníficas cafeterías de los Estados Unidos que te mantienen con vigor en la carretera y elabora sus opíparos desayunos o cenas, sirviéndose de la experiencia adocenada para no meterse en problemas. Es capaz de ofrecer una mano amiga a aquellos que quieren ser aconsejados, por otro buen amigo experimentado, en definitiva, es astuto porque conoce bien al hombre. Lo respeta o teme sus distintas variantes, dependiendo de aspectos que, sólo reconoce un agente retirado y curtido en mil batallas... o la sigilosa interpretación de su ojo avizor. Keith es un jovial e inteligente actor, que proviene de una peculiar y enorme familia de Carradine´s, auténticos comediantes o maestros de la farándula, unos enormes zorros del cine. El próximo año volverá con Alan Rudolph tras 14 años de descanso del director californiano, en Ray Meets Helen. Maravilloso.

El Hombre: Al igual que todo ser bípido e inteligente, este hombre tranquilo o Lorne Malvo, siempre interpreta las cosas con dos enfoques, dos maneras contradictorias como su propia existencia. En su inconfundible presencia, asistimos a un baile de cadáveres o a un monólogo, con humor de un acertijo o historia chistosa que sobrepasa la expectativa creada. Posee la típica crueldad del asesino en su afilada lengua y las poderosas manos, pues la labia sarcástica de Billy Bob Thornton se funde con el ambiente musical de Fargo, en una revuelta de aptitudes peligrosas y glamurosos rostros. En sus notas (y botas), reside la vida y la muerte.
Malvo es un papel hecho a su medida, ya que se favorece del aspecto físico agradable para frecuentar esas otras presencias amenazantes, menos respetadas moralmente o francamente poco aconsejables, sobre las calles resbaladizas de una pequeña población norteña y cerrada. Para un ser escurridizo, que desea ser protagonista cruzando todos los límites aceptables, y alguna que otra resistencia pertinaz de locales o diferentes visitantes invitados al chantaje emocional, es una bendición de papel. Pasando de un lado a otro de la charca sangrienta, entre bien y mal.
Si es hombre con rasgos dominantes, como un macho alfa, individual y discreto, una tentación dentro de este milagro. Con altos conocimientos sobre todas las materias que emprende, siempre viaja hacia el monstruo que desconoce la piedad o interpreta convincente a un entretenido conversador, sin necesidad de conocer su pasado. Ni importa su motivación personal o secreto, para hacernos una idea completa de su espléndido trabajo en la serie u otras producciones anteriores, porque pertenece a ese raza de actores y personajes que, ante su sola presencia, nos sentimos rendidos al encanto y ofrece un catálogo variado de innumerables cualidades como gran actor, dotado para la conquista y la seducción. También para hacernos reír con una ocurrencia asíncrona o, congelarnos la expresión en una mueca absoluta de terror.
Vamos que si pudiera, se zamparía a todos los presentes a esta fiesta sangrienta, con una fuerza descomunal y sigilo propio de depredadores en libertad de movimientos, aunque tenga el aspecto de un sencillo turista de vacaciones, un cura o comerciante de todo tipo de armas y propósitos, o un dentista humorista que disfruta con su sádico trabajo, como el magistral Jack Nicholson o el penitente Steve Martin de La Pequeña Tienda de los Horrores, pero en Fargo. El de Arkansas es un prodigio de técnica vocal e interpretativa, o elemento esencial sobre el que giran todas las tramas y personajes alrededor, un monstruoso hombre, lobo y actor que se anticipa a cualquier situación comprometida con su mirada calma o salvaje. Un Mortadelo en cambios físicos con sus gracietas por chistera, da igual si se considera hombre o bestia, nunca lobo, pues estos no atacan sin la necesidad de alimento. Aquel genio que sorprendiera en filmes como Dead Man, U Turn, Fuera de Control; hasta un Hunter Killer submarino o un Bad Santa 2. Luego, las apariciones de Thornton en pantalla y en esta primera temporada de Fargo, se cuentan por el olor de su rastro y los litros de sangre por los que navega o pasea sus garras. Y el gran mérito es, que sus hazañas no se muestran tan lustrosas respecto a la hemoglobina, en la gran mayoría de sus secuencias. Simplemente, es hombre con todos sus defectos y actor con todas sus virtudes.

Además, en este recorrido por las historias con calado misterioso que parecen una fábula con mensaje implícito, existen muchos recovecos que vienen sugeridos por el perfecto reparto y los prodigiosos personajes que ahondan en la trama principal. Destacando una serie de parejas (siempre en problemas, excepto la principal curiosamente) conformadas por actores de carácter como un hermano involucrado en la piel de un alucinado Joshua Close y el omnipresente Oliver Platt (con sus ojos temerarios puestos en Cut Bank) demostrando sus múltiples facetas, o hermanos de sangre como Russell Harvard y Adam Goldberg, los malotes de cómic, con tintes chapuceros en recordatorio de Stormare y Buscemi al margen de la ley, o dentro de un FBI con la baja guardia o algo desarchivado para las nuevas tácticas en seguimiento policial, con Keegan-Michael Key y Jordan Peele. También, las chicas de Freeman con sus dotes variadas para cautivarnos como Susan Park, Julie Ann Emery, Rachel Blanchard, Kate Walsh... hasta el último y sombreado cadáver.

Sin embargo, en una tierra de contrastes tan radicales, los agentes de la ley son primordiales en la investigación y respetados vecinos en el servicio de la protección del ciudadano, con su propagación de ideas y costumbres detectivescas, su acción indispensable para confeccionar una o moraleja de fábula. Son los verdaderos héroes de esta aventura o fantasía, ya que ellos ofrecen la cara amable frente a sus familias y amigos, hombres y mujeres de bien. Rostros familiares en defensa de los inocentes o la limpieza en el currículum de falsos culpables, bienaventurados salvo excepciones en el cuerpo, curiosos observadores y profesionales ante las heridas y los cadáveres que encuentran una bala perdida, atravesando cualquier situación o aptitud sospechosa. Ella es entrañable, admirable y abrazable como un blandito peluche, deshilachado por nuestra niñez en la piel de Allison Tolman de Sugarland (Texas), pero con una fe ciega en sus ideales, su estirpe y dispuesta para la resolución de un caso que afectó algunos seres queridos. Pasará con facilidad de la oscuridad en El Regalo, Krampus o La Barracuda, a la cómica The House.
Como un escudero, algo tímido y torpe en la discreción, se convierte en la ideal pareja asíncrona, fagocitado en la historia de un crimen en serie. Dubitativo y pensante, da muestras de comprensión con diferentes registros que van hacia la heroica oportunidad, rasgos propios de una familia de comediantes con Mr. Tom Hanks y Samantha Lewes, y elaborados con perfección sistemática por el actor Colin Hanks, en una serendipia argumental que enderezará sus pasos o le postergará en una cama convaleciente. La ´Quijote` exhaustiva y crítica, con el Sancho Panza plácido y directo, llamado a las huestes de Elvis & Nixon. Igualmente, conforman una pareja ideal y aire fresco para nuestras perspectivas cinéfilas. A Band Aid...

Pero, en esta leyenda rústica sobre el instinto de la depredación y las desafortunadas presas (son muchas para este comentario), todo cambia cuando un obstáculo aparece en tu trayecto. Una mancha grisácea viviente, recortada en la nieve con la visión de un lobo vigilante, oteando las distancias y otras posibles aptitudes. En sus puntiagudas orejas hallamos los ecos del lado animal, dirigidas al horizonte para mantenerse alerta frente a cualquier peligro o eventual aparición. Esa clave, puede ser una amenaza o simplemente advertencia, se advierte en el contrario como una presencia acechante, oculta en la penumbra y con la temible osadía de un hombre de ciudad. Bueno, tal vez no un hombre y punto, sino una alimaña que mata por placer o dinero, y se complace en recalcar la maldad en sus entrañas o hacerla presente como una explosión nuclear, hasta la revancha incontrolada de su frustrada vida o esa lacerante realidad de la sangre en casa. La propia y de sus próximas víctimas.
No, no... mejor dicho, muta a monstruo de sonrisa sincera que oculta afilados colmillos y unas manos hábiles, para manejar una situaciones peculiares o manifestar su oposición a ciertas reglas establecidas, y contratos apalabrados. Con su peculiar humor o más bien sarcasmo, frío como un fantasma o fallecido, por consiguiente, hace muchos años mentalmente, en las garras de sus tutores. Lo complejo de esta evolución personal y profesional, es encajar a la perfección en el reparto coral y el debate sobre la condición humana, porque Malvo es capaz de una acción bidireccional para crear el mal en cualquier latitud o temperatura ambiente. En Fargo, se convierte en imagen o autorretrato de nuestra propia estupidez (hoy diríamos selfie como mantiene Hawley en su tercer y siguiente fragmento), un ogro que todo el mundo teme y admira por sus métodos drásticos, no recapacita en sus propios horrores. Unos desean encerrarle en una jaula o acabar con él de una vez por todas, y otros fanáticos con su estampa alargada de depredador humano y las ´idílicas` relaciones que tiene en cada segundo de emisión.
La duda permanece con él en el aire, después de su determinante posicionamiento con lo artístico y el suspense, como muestra de un orgullo que admira el género negro o la risa hueca que sale ostentosa de sus pulmones tras su apariencia enfermiza... ¿es monstruo u hombre?
Simplemente, las dos caras complementarias de una moneda. Significa un motor para una gran serie u obra maestra, que une realidad y ficción en diez mandamientos a seguir, y que se esconde en el interior de nuestro ser, animal y humano.

Fargo es un lugar insospechado, íntimo y salvaje, donde el hombre puede traspasar todos los obstáculos que se interpongan. Capaz de comerse a un zorro relleno con la carne de un tierno conejo, que fuera aderezado de una simple col, sin otras verduleras obsesiones. Más bien reflejos de nuestra propia imagen en múltiples direcciones, pues... Qué importan los trayectos, ni aquellas vías secundarias o puentes que cruzaríamos para ser odiados hasta la agónica realidad, si en la ficción nos hacemos respetar por la mayoría y el desprecio a la vida ajena, como vecinos ocasionales, voyeurs y ciegos seguidores de Fargo.
A esta parte del congelado río o receptor clásico, seccionados. ¡Grande y universal Fargo!

(Entrevista con Joel y Ethan Coen, para Cinephilia & Beyond)
JOEL COEN: En su estructura general, la película se basa en un hecho real, aparentemente, pero los detalles de la historia y de sus personajes son ficticios. No estábamos interesados en hacer una película documental, y no hemos hecho ninguna investigación sobre la naturaleza de los crímenes o los eventos conectados a ellos. Pero al advertir a los espectadores que, habíamos encontrado nuestra inspiración en una historia real, se preparan para no ver la película, como un filme de suspenso ordinario.
JC: Hay similitudes con nuestra películas anteriores, pero también diferencias importantes. Las tres son producciones a pequeña escala, de temas principales relacionados con la criminalidad, o el secuestro, y también muy específicos en referencia a su localización geográfica. Por otra parte, Frances McDormand juega un papel esencial en Fargo y Sangre Fácil. Pero siempre pensamos que Blood Simple, pertenece a la tradición del melodrama extravagante, como se expresa en las novelas de James M. Cain, además de alguna influencia de película de terror. En Fargo, probamos un enfoque estilístico muy diferente, introduciendo el tema de una manera bastante seca. Nuestra intención era también que, la cámara debía contar la historia como un observador más. Cuando la escribimos, tuvimos que imaginar el mundo donde se desarrolla la historia. La diferencia es que hasta este punto, en las anteriores, estos universos eran pura ficción, mientras que en el caso de Fargo había un aire de autenticidad que debíamos comunicar. Dado que venimos de la zona natal, que nos ayudó a tomar en cuenta el carácter particular del lugar.
JC: Estábamos intrigados desde el primer momento en que empezamos a rodar, por la noción de interacción entre ellos y por la expresión impasible de John Carroll Lynch, que parecía satisfacer el tono de la filmación perfectamente.
Él es la encarnación idónea de la personalidad poco demostrativa, de las personas de esa región. Las relaciones entre marido y mujer se basan en lo que no se dice, y tienen éxito. Sin embargo, la comunicación, falla en otro sentido. Cómo acaba sucediendo en Fargo.

Fargo (TV series Season 1) OST - Bemidji, MN

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