McConaughey: su estado of wars.
Nunca un nombre tan extendido y corriente entre la multitud de rostros, excepto por la personalidad del actor que se ve involucrado en su desarrollo artístico o cinematográfico, ha significado tanto en la historia de los seres humanos refiriéndose a su libertad. Jones, podría apuntar a la hiperrealidad crónica de la humanidad, con un individuo que se rebela contra la autoridad del poder y sus adláteres corruptos, emprendiendo una campaña por la justicia contra esos que quieren limitar la libertad del individuo o sus familiares. Pero Jones es mucho más que un hombre o su nominativo, pues se trata de un condado en la época de la Guerra Civil Norteamericana, que se convertiría en estado libre por la voluntad de un grupo de humildes granjeros y fugados ante la Confederación del Sur, muchos ladrones o criminales camuflados y, sobre todo, los extremos de los regímenes esclavistas.
Jones es solamente una palabra, pero significa todo. La Libertad de un multitud. Y también, el lugar revolucionado de un gran actor como Matthew McConaughey... Anteriormente de poner voz a Beetle en Kubo y Las Dos Cuerdas Mágicas y cantar como animado Buster Moon en Sing. Mucho antes de emprender la aventura titulada Gold del director Stephen Gaghan con Rachael Taylor y la bellísima Bryce Dallas Howard o vestirse de hombre de negro en La Torre Oscura. Bien ¿no?
No hay nada peor que sentir su necesidad, la pérdida de la misma, cuando las reglas establecidas niegan dicha capacidad y derecho de los ciudadanos para desplegar sus alas y mentes, y por ella, se han librado las más terribles y cruentas batallas en la historia. Entre las que destacan, aquellas que enfrentan a generaciones de la misma sangre y diferentes condiciones sociales, llevando a hermanos, familiares o vecinos, a la cruenta derrota o la muerte. Durante siglos o milenios, la convivencia entre clanes o territorios, ha ido generando problemas que aún perviven en pleno siglo XXI y aberraciones del pensamiento debidas a diferencias económicas e ideológicas; obteniendo como resultado, la guerra civil más inhumana que podamos imaginar. Como ocurrió en nuestro pasado, sin que hallamos aprendido nada por este camino sangriento o sucedió en los incipientes EEUU durante el enfrentamiento entre Norte y Sur, posteriormente al término de la Batalla de Corinth en octubre de 1862, antes de la declaración de los derechos de los ciudadanos y la promulgación de la nueva Carta Magna. Los derechos ganados sobre la sangre derramada por diferentes motivos, terrenos y humedales del Mississippi.
Newton Knight, es el libertario impertérrito, interpretado por un actor en racha como Matthew McConaughey, con más carácter y más involucrado que nunca en los proyectos. En estado de estupefacción ante la injusticia, su nombre es débil, pero fue un campesino duro, pobre pero legítimo, conocedor de pantanos y sabedor de la calidad de los seres humanos y las tierras cultivables, que se convertiría en líder a la fuerza. Un cerebro cargado de moralidad, ante las mentes vacías y los privilegios de las familias ricas que dominaban con el látigo y el fuego, y sublevado contra las exigencias máximas de los jefes del estado confederado. El Robin Hood del pantano y los campos de algodón, blanco como él y sin ninguno de corazón, con un pequeño regimiento compuesto por esclavos fugados de las grandes haciendas privadas, además de otros cansados granjeros hartos de aquellos abusos militares y el hambre provocado por sus dudosas maniobras en terreno amigo.
Este complejo proceso de rebelión o licitación, frente a una Unión observadora o lenta en la promulgación de leyes tras el conflicto armado y vecinal, provocaría la confusión con reacciones criminales de grupos extremistas como el KKK que llegarían meses después, o esos típicos atentados contra las personas libres que prevalecen y se difunden hasta nuestros días.
Entonces, Mr. Newt se declara ser humano con pleno derecho y obligaciones, como todos los demás, sin superioridad moral ni prevalencia por su nacimiento o sus rasgos físicos, e inventa de la nada, o mejor dicho del fango, un estado libre de Jones y un nuevo orden social. Un destino único e igualitario, dentro de las fronteras irreconciliables de nuestro propio fracaso como especie y el futuro entre las palabras universales de la Biblia. Palabra divina para ambos lados y todos los colores.
Algo radicalmente diferente a lo sucedido en otras latitudes, que derramarían la sangre por cuestiones territoriales y sentimientos larvados durante años por sus ideologías. Nada que ver con la libertad universal o los valores democráticos en todas las materias que incumben a los ciudadanos, esto es, un sentimiento personal de envidia ante aquel hombre que emergió de la incomprensión y el rechazo racial, en busca de la auténtica libertad generalizada. Y no simples o vulgares opiniones políticas que invaden la realidad.
Gary Ross garantiza esa reunión entre esencia y la calidad cinematográfica, (como autor del guion de Big y director de filmes como Plesentville o Seabiscuit) trasladándose a los escenarios de la Guerra Civil, sobre los territorios de New Orleans, Lafayette o Louisiana. Decidido a recrear el resquebrajamiento y posterior reconstrucción de una nación, de una tierra con distintas memorias y matices culturales o raciales, en el fondo profuso de la oscuridad del alma, que esconde una batalla entre hermanos y, una misión indiscutible, la nueva configuración en verdaderos estados con hombres o mujeres, al fin, libres. No privilegiados.
Al menos, eso es lo que nos gustaría a los ciudadanos pacíficos y las mentes abiertas, frente a una maquinaría interesada en la violencia y casi materialización medieval de la política. Es decir, adocenados a una ideología partidista que separaría a los seres humanos, entre los que aceptan unas reglas acordadas y los que no, como aquellos que manejan el poder absoluto. Antes de defender a todos los firmantes de ambos lados, contra los que persiguen destacar o consiguen saltarse y modificar sentencias en favor de su ego, según su singular parecer, moralidad y dramático pensamiento. O incluso, ante el intento de controlar el amor por una ley demasiado pretenciosa y bastante irracional.
La nueva regulación de Jones sería que... no existe diferencia ninguna entre hombres o mujeres, con los pies en la tierra y la mente para soñar. La base igualitaria de una verdadera constitución.
El guion del propio Ross se moja y enfanga hasta los tuétanos, ya que se basa en la biografía escrita por el también productor Leonard Hartman, natural de Ohio, que enfatiza los rasgos genéticos de la Justicia. Mediante la fantástica fotografía de Benoît Delhomme (La Propuesta, La Teoría del Todo), iluminando visceralmente entre dos razas y un corazón herido, y música deL pianista y compositor Nicholas Britell, para enfatizar una biografía, retratada a pinceladas coloristas y fijaciones de la óptica histórica en blanco y negro. Free State of Jones, no es trama simple sobre el individuo y su estirpe (aunque también), sino un canto común a la libertad, sin anestesia, frente a la amenaza del sectarismo y sus serias zonas pantanosas o múltiples particiones clasistas; porque su vida fue tan real como ese pasado eterno que describe los distintos derramamientos de sangre en el desarrollo de la ´Humanidad`.
Aquellos, Hombres Libres de Jones, masacrados especialmente por la maquinaría bélica, o todos los actuales que litigan ante la imposición ideológica de cualquier tipo, la división, y por ende, el incremento del odio, sería el motor legendario de todas las incursiones vitales de hoy, con sufridos anónimos ante el control poderoso y político, en favor de todos. Una mirada que no desea violencia, pero mantendrá la decepción humana con el arma de la venganza en sus manos.
Para más inri, la Norteamérica de finales de 1885 y el término del conflicto armado, sufrió la división derivada de la conciencia medieval de la propiedad y la tierra, la deserción ante el crimen continuado y la incomprensión legal, la herencia desvirtuada con el establecimiento de otras leyes de terribles consecuencias para débiles o perseguidos por su piel. Una derivada convergente de recalcitrante actualidad.
Aunque, alguna fragilidad conceptual rodea el filme, ya que Ross pasa a hurtadillas sobre los restos del conflicto, sin involucrarse en los designios de una defensa a ultranza. Hoy algo cuestionada... como aquel derecho a la protección del individuo y su libertad a cualquier medio, que creció en la oscuridad de las calles. Se extrajo una consecuencia hiriente e infinita, como es la proliferación indiscriminada de armas en diferentes estamentos de la población, legítima y civil, como algo turbio que subyace de fondo y en silencio, sobre los cadáveres. Caminando sigiloso entre el barro y carne sin vida, amigos, pasando de puntillas sobre los restos de miles de cuerpos mutilados, niños, de aquellos (y estos de hoy o mañana), jóvenes soldados o posibles habitantes libres de nuestra sociedad futura. En ella, respiramos el humo de la batalla perdida y el aroma de la sangre fresca o agria intemperie, una y otra vez, sin descanso. Ni paz. Esa guerra tuvo un legado, como otras tienen otros problemas enterrados e inabarcables ya.
El estado de Jones y los muertos que no resistieron las balas, están representados por un reparto uniforme, de héroes y fantasmas... mujeres fuertes en la piel de Gug Mbatha-Raw (próximamente en Miss Sloane de John Madden, junto a Mark Strong y Jessica Chastain, o el interesante scifi a priori titulado God Particle y la nueva versión Disney de La Bella y la Bestia) y la actriz Keri Russell. Luchadores curtidos de piel e interpretados por Mahershala Ali, lo veremos en el reparto de una misión especial en Hidden Figures, la serie Luke Cage y el drama familiar The Personal History of Rachel Dupree; Sean Bridgers (La Habitación, Los 7 Magníficos), Christopher Berry (Django Unchained, 12 Años de Esclavitud) o Bill Tangradi en el papel de un teniente secesionista y criminal confeso, que también aparecerá en el western Brimstone con Kit Harington, Guy Pearce, Carice van Houten y Dakota Fanning, o un papel singular en la nueva Twin Peaks.
Fuera del estado fílmico, el resto es meditación en la oscuridad. Apoyados indefinidamente sobre el terreno enlodado y la justa propiedad que necesitamos para alimentar la familia, recapacitando sobre esos pasos emprendidos en charcos rojizos, para alcanzar derechos de un ciudadano libre, observando leyes que nos defiendan a todos, olvidando los horrores de un conflicto bélico en nuestras propias carnes... sin comprender la situación que se aproxima tan rápido como el ferrocarril.
Y, por tanto, sentados en el porche, esperando un nuevo orden o etapa luminosa, donde los hombres se sientan realmente libres e iguales. Como diría alguien, fumar bajo las estrellas y esperar a mañana, o más... Demostrando que los seres humanos no estamos preparados ni hemos entendido nada, aún. Viendo a este Matthew de Jones, un hombre libre con alma oscura.
Free State of Jones Soundtrack - Taking Daniel Home