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domingo, 28 de julio de 2024

Manhunt. Season Lincoln & more.

 


Todo comienza igual... Alguien indaga sobre la historia, recopila datos y... se lanza a escribir su propia versión de los hechos.

La Historia Universal está compuesta de estos episodios, más o menos, fidedignos. A no ser que se incluya alguna opinión, lo cual ya no es un suceso, sino una posibilidad...

 

No hay duda, Abraham Lincoln fue Capitán. Aunque no concluyó sus estudios académicos... parecía inteligente, bajo ese aspecto barbudo y afilado como un águila con los ojos siempre avizores... Bueno, no siempre.

Aunque lo podía imaginar - lo que aconteció a continuación -, pienso que creía que nadie iba a ser capaz, si bien los riesgos para el ejecutor, no eran demasiados según se puede comprobar.

Lo que parece que demuestran sus allegados entonces, es que el joven Abraham - Abe para los amigos -, no siempre fue de tendencia republicana, que sufrió algunas importantes depresiones, que probablemente estuvieron ligadas a ciertos hechos dolorosos en el seno de su vida privada y que, tenía una habilidad innata para expresarse y la escritura, porque confeccionó sus propio discursos a lo largo de su -vida-, y las amenazas.

 

Lo que no cabe duda es que era incansable, un luchador, y creía en su propio destino, así como el de la nación que tenía en mente... Fue el decimosexto Presidente y el promulgador de la Proclamación de Emancipación en 1863, justo en el tercer año de cruenta guerra civil, en la que se perseguía que ´todos las personas detenidas como esclavos en los estados rebeldes, deberán ser y serán en adelante, libres`. Poco después, el General de la Confederación, Robert E. Lee  rindió sus tropas en la localización de Apponattox (Virginia) en abril de 1865, ante el General de los estados unionistas, Ulisses S. Grant. Y fue el comienzo, del final... hasta ahora.

 

Aquellos hombres que él dirigía, estaban de acurdo con la abolición de la esclavitud, del Norte al Sur en rebeldía. Sin embargo, Lincoln, no sólo tenía necesidad de cultivar la moral ética de sus ciudadanos y establecer la igualdad social entre ellos, también creía que el hombre con inquietudes, era capaz de las mayores invenciones de la humanidad. Así lo narró, no sin cierta sorna: "En los países habitados desde la antigüedad, el polvo del tiempo parece haberse asentado y asfixiado el intelecto y la energía del ser humano... Es por ello que he mencionado, el Descubrimiento de América como acontecimiento que favoreció y facilitó enormemente, las invenciones y descubrimientos de utilidad", así lo dijo y así lo creo yo, pese a quién pese... Existe una placa a su nombre en Departamento de Estado de Comercio en Washington D.C., sobre las patentes de esos inventos, que dice "El Sistema de Patentes añadió el combustible necesario de interés, para el fuego del Genio". Abe ideó una forma de boyar y elevar botes que quedaran encallados en bancos de arena o presa de obstáculos en ríos, cosa que sufriría en alguno de sus viajes, pero no lo llevó a término. Así, son las cosas de los genios... que, a veces, se enfrían...

 

Todo esto no parece tener importancia en el libro de James Swanson, sobre el que se basa la creadora y guionista Monica Beletsky (que escribió retazos de The Leftovers, I am the Night y FargoIII) para desarrollar en imágenes realistas, The 12 Day Chase for Lincoln´s Killer. Un retrato de la época con grandes conocimientos técnicos y gestionado por 4 patas, 3 Arts Entertainment, Apple Studios, Lions Gate Films y Walden Media, que concuerda con la realidad de aquellos tiempos de manera fidedigna y emocionante.

Lincoln está en segundo plano interpretado con rigor por Hamish Linklater (en The Stand y algún episodio de aquel Fargo III, lógicamente en flashbacks, ya que el camino comienza con su final en el palco del Teatro Ford, y comienza la investigación del asesino John Wilkes Booth, actor verídico sobre las tablas que entonara el "Sic semper tyrannis" que se convertiría en un "inútil, inútil" en postreras palabras de su propia boca. Además de la búsqueda de otros probables autores, con la persecución incansable de un fiel, asesor y amigo, Secretario de la Guerra conocido como Edwin Stanton, arraigado en el rostro tranquilo de Tobias Menzies (Juego de Tronos, The Crown, The Terror) siguiendo las propias palabras de, casi un hermano entonces... "Hacer de cada derrota, una fortaleza... y de cada obstáculo, un reto a vencer".


Qué quiso decir el asesino con aquellas agonizantes sentencias de inutilidad... no se sabe... pero no estamos aquí, para conjeturar... Estamos para abrir la mente y no, precisamente, a través de las balas. Puede que alguna Manhunt no sea satisfactoria.


Una vida... pocas imágenes.

Estamos en el último tercio del siglo XIX, y retratados en los desunidos estados de América aún ahondamos, cuando las imágenes que se podían encontrar eran tratadas con nitratos y pólvora. De aquí, y de los textos de una época esencial en la historia de los EEUU, se hacen cargo tres directores que han demostrado en otras ocasiones, su buen hacer, como Eva Sorhaug, John Dahl y Carl Franklin... demostrando que la política, no siempre es aburrida. En la ficción, claro.


El director negro que trabajara junto al mítico Roger Corman, Mr. Franklin  sobre uno de sus principales éxitos antes del Diablo Vestido de Azul - donde el tono de la película está en los oscuros azulados de la muerte -, diría "no he querido retratar lo bien que se puede matar a alguien... sino que el público sienta la pérdida emocional de la vida, donde la verdadera violencia es la pérdida, la violación de la humanidad.

Nos han quitado a alguien con sueños, esperanzas, el mismo conjunto de emociones que tendríamos nosotros...". Y aquí estamos, ante el dolor, ante la pérdida, un retrato, para bien o para el mal, de todos nosotros...

 

Pues claro, hubo un derramamiento de sangre, que ya llevaba varios años atrás, relamiéndose, pero que llego a su punto culmen en esa noche fatídica, con el atraco y apuñalamiento en su domicilio privado del secretario de Estado, William Seward y ese magnicidio que cambiaría el orden imperativo de los hechos... hasta el fin y encerrarse consigo mismo, en un despacho enclaustrado para llevar a cabo, una idea. O mejor dicho, La Promesa sobre una Idea...

Lógicamente los Derechos Civiles de los Ciudadanos libres, todos, deberían de cambiar, sí o sí, el derecho a una posesión privada (que tantos otros nos quieren negar, adquirida con el sudor de nuestra frente) y un futuro, con una sociedad sana y libre de elementos peligrosos... Sí, además de los votos, que eso ya se da por sentado... y no sé yo...

 

Todo se conseguiría con dolor y sacrificios, como casi siempre pasa en estos asuntos de estado. Por encima de la corrupción y los métodos mafiosos, que por otro lado, también están en el lado dirigente... - escondidos en las entrañas como quistes purulentos -, y que ocultan los datos y las pruebas reales, para que nunca se conozca la verdad de los acontecimientos históricos. Así, no sabremos en ningún momento quién mató a quién, quién financió este episodio de USA o el otro, - se comentó del referente como presidente de los Estados Confederados, pero no hay certezas.

 

Estamos en brazos, de la presunción, estamos entre las garras de la conspiración. Sentados, con un gesto inmortalizado en blanco mármol - por fuera -, en el National Mall de Washington, en la memoria de aquel defenestrado del hálito, para convertirse en una especie de mito, dios mitológico, en las entradas de un dórico templo heleno, aquí en la capital de la protesta y el discurso... Donde un King, pronunciara las palabras "Yo tengo un Sueño...", y luego se echó para siempre.

Nunca las hubo, las evidencias totales, no sé ven ni se sienten... nunca las habrá. Y lo sabes... amigo... o no. ¡Nunca se sabe!


Lo que ronda por las cabezas...

Como tampoco sabemos otros intentos de asesinato de presidentes o personalidades importantes, tantas que ya prescribe la cuenta... ni el tiro fantástico sobregirado sobre la cabeza de J.F.K, que parecía de ciencia ficción - aunque Oliver Stone trató de hacernos ver, retorciendo la vista, hacia ninguna parte concreta -, solo hacia el costado del hombre sentado a la cabeza. Porque la otra, la primera, se perdió... no, a las orillas de la isla de Cuba, precisamente...

 

Ni tampoco con  el disparo errado, se desconoce en qué sentido y terrorista poder, sobre otros republicanos de la historia... hasta lo visto, sobre una oreja sangrante. Unos lloran y otros sonríen, por gusto o desencanto... la gracia, el acierto el tiro... y siempre es igual.

Aquí hago un inciso, sobre los deseos de guerra... civil, por parte de partes interesadas, buscando la destrucción del todo, como una avanzadilla de los ajustes del tiempo pasado. Allí o en la tierra del toro, montados a horcajadas sobres sus lomos...

 

Pues bien, la ficción me ha decepcionado. Y eso que se trataba de uno de los creadores de la cinematografía actual, que más me habían impactado en el pretérito cercano, abarcando el terror de la persistencia en la inteligencia artificial de una Ex Machina, la Aniquilación que llega desde la conciencia exterior con horror metafísico, o la monstruosidad de una bandada de Men, que se precipita desde la maternidad en la sociedad británica... Pero, Alex Garland - con alguna escena preciosista y musical, eso sí -, me ha decepcionado con una estructura indeseable, sin cargas profundas... Porque la batalla discurre entre una ideología imprecisa, entre hombres blancos, claro, no hay otros... y la incontenible levedad de unos referentes periodísticos, que son un ejemplo de la superficialidad o la inconsistencia que vemos en las noticias. Hasta seguir, de una manera irreproducibles, siendo conducidos a una instantánea, rodeados de balas, que parece una burla a los que luchan, a los que se esfuerzan por conseguir una foto bélica, a los que deberían dirigir una nación.

 

Y la joven, es otra risión, cuando se planta ante la experiencia, disfrazada al parecer - no a su gusto según aparenta- con vestimentas de clase, de género femenino. Pues ella, lo inexperta, va a conseguir triunfar sin esfuerzo, como si fuera una enchufada, que no ha tenido ni un segundo de utilidad, sólo estar ahí... tal que una representación estúpida de los selfies o las redes sociales. Vamos, la que se ríe de una carrera, perfectamente equipada, siendo tan solo, un maniquí.

Ya, da igual quien pierda la vida, y quién gane la guerra... Todo el filme es una pérdida. Una pérdida del guionista, más que del cineasta... Bueno, a medias también.

 

Todas las escenas estaban premeditadas, sin sentido de la realidad. Todo lo contrario a lo que atendieron los especialistas de la salud, y lo comentan si están capacitados aún, sobre el cadáver movido, escurrido, trasladado y alterado de John Fitzgerald Kennedy, sobre la mesa de operaciones retratada en la verdad científica del documental, J.F.K.: Lo que vieron los Médicos... Y lo que sintieron, entre todos... El resto es historia de lo inconcluso, de lo investigado en comisión… de lo tapado.

 

Por último, en este apartado de la violencia grandilocuente... voy a recomendar una visita al pretérito, en un momento en que se hacían bien las cosas. Porque el notable director Alan J. Pakula - y productor de Matar a un Ruiseñor, qué más comentar...-, cogió una historia (no, no la de Todos los Hombres del Presidente, que es otro referente), de un conspiración oculta, la vistió con la imagen idolatrada como sex-symbol de un Warren Beatty, al que un día habría que hacerle justa justicia fílmica como es debido, en fin... aunque sea bebedor de leche, tenía su corazoncito peleón, y hay que adentrarse en The Parallax View (mejor que el Último Testigo), para observar lo bien que se puede filmar un magnicidio en vaqueros de campana. Sea en la Aguja Espacial de Seattle, o en un tablero vacío de mesas, con los colores de la bandera de las Barras y Estrellas.

 

Impresionante el reflejo de la violencia, en secretismo cogido de aquella Naranja Mecánica en la sombra institucional, y que además el profesor de la Universidad de Yale, Mr. Pakula, nos presenta como jefe de periodistas cabales, al gran Hume Cronyn, el que se estrenara con Hitchcock en La Sombra de una Duda y Lifeboat (qué ganas me dan de visionarla de nuevo), fue premiado Polonio en el Hamlet junto a Richard Burton, casó con Jessica Tandy, en pareja idónea de la imaginación, que nos hizo disfrutar con Cocoon y Nuestros Maravillosos Aliados. Ya lo he dicho, historia del cine, a la que sumamos a los guionistas Lorenzo Semple Jr. (que trabajara en la televisiva Batman) y Robert Towne, el de Chinatown, Shampoo y la primera Misión Imposible de Brian de Palma. Casi nada, película muy recomendable e... inspiradora.


Por cierto y, aunque me salga bastante de las tinieblas que habito y escribo... esta pareja idílica y simpática de Jessica y Hume, me ha recordado a la del documental, bellísimo, bucólico e intimista, nombrado por su autora la directora noruega Margreth Olin, y su dúo nostálgico y romántico,  de productores de renombre, Liv Ullman y Wim Wenders. Oyes, son los Songs of Earth... Si no lo has visto, no sabrás nunca lo que es la pertenencia, el amor a la Naturaleza sin pedir nada a cambio... y plantar un Buen Pino.

 

Esto es lo que tienen las cabezas, cinematográficas - o las otras -, que unas veces aciertan, pero en ocasiones, se pierden en despropósitos grandilocuentes o guerras infaustas...


Del trabajo forzado... a la horca.

La investigación clásica, cuando no existía la tecnología ni los medios científicos actuales, ha ido plantando grandes enigmas de nuestras civilizaciones. Y con el tema de los presidentes arrancados a la patria, los USA han coleccionado maniobras orquestales en la obscuridad, por todos los sitios y otras entidades mafiosas... Es decir, sólo sé que no sé nada.

 

Por supuesto, es la guerra silenciosa. Donde la información es un incógnito tesoro, y reina la omertá que ocultaría cualquier posibilidad de explicación, de camino a seguir... la cruz en el mapa. No, no tiene nada que ver con la fe, aunque podría tener que ver, según los que relanzan el enfrentamiento y el odio.

Pues ya no existen las ideologías, son mentira... Únicamente existe el mantenimiento de la posición y del poder, ante el dolor, el sudor en el trabajo y la sangre de los demás. Son los que secuestran el futuro de los ciudadanos, entregados a una causa impertinente que los enfrentó en el pretérito de los tiempos. Donde quedarán los archivos encerrados, o borrados, de la memoria.

 

Según los intereses colectivos de cada lobby, teledirigido, para mantener el poder, para seguir cobrando, lamiéndose las heridas, convirtiendo la realidad, en un eufemismo manipulador.

Las potencias observan, callan o actúan, dependiendo de la resistencia y del miedo, esperando responder, más o menos... con las mismas armas. Y esto es, un tic tac, preocupante.

 

La Inteligencia secreta es un ente abstracto, que depende de los ocupantes en la cima y de los observadores invitados o metidos con calzador... que pueden causar más dolor, más terror.

Al final es una auténtica pena que, las luchas sean sangrientas entre vecinos... o entre hermanos.

Es la verdadera batalla que tenemos sobre nuestras cabezas, una especie de maldición, reflejada como el enfrentamiento pictórico de Goya a pedradas mortales, y que algunos se encargan en alimentar bien, en regocijarse en que, a cuanto peor, mejor.

 

Por tanto, a lo único a lo que podemos aferrarnos, los que nos hallamos en el medio, es la ley. La horca que ha sido desbancada, desprotegiéndonos y sacando a los auténticos animales a nuestras calles, envenenándolo todo... Sí, puede ser un poco anticristiano, pero no necesitamos alimañas que se sigan nutriendo en las tinieblas de nuestras mentes con sacrificios inhumanos y salvajes... Sino, entonces, nos quedaría la máxima pena, la de la cadena perpetua con todos los instrumentos para que no sea una residencia mantenida, sino trabajada hasta el final. Hasta que el cuerpo no tenga energía ya, como el de aquellos que quedaron fríos, sin historia, sin recuerdos, sin sesos... sin sueños.

 

Ese peso de la historia, de lo correcto... es lo que sientes cuando te vas acercando a la entrada marmórea de Lincoln, Abe, como un Cesar, pero no injusto, sino cabal. Y eso que fue un hombre, sin grandes estudios... pero, tenía un camino que recorrer, si le dejaban. Una misión casi imposible.

 

Así que, cuando te acercas, si lo has hecho como yo, sientes esa gran sensación de la justicia, de los padres fundadores de una constitución de todos, de un tesoro enterrado como una cápsula del tiempo, de un gesto inamovible ya... a pesar de las guerras frías y las mirillas entrometidas... que buscan la desestabilidad, que asustan con amenazas apocalípticas. Qué encuentran las lágrimas.

 

Y todo, comienza como la sombra de una bomba o una bala directamente dirigida a nuestra nuca, que avanza con un silbido silencioso, para alojarse en el fin del pensamiento. Lo que acaba con las expectativas de todos, por los intereses de algunos, pocos o muchos... un puñado. El futuro en un puño, que se levanta y vuelve a pedir lucha... así, indefinidamente. Es lo que hay...

 

Esta se3rie de existencia convaleciente, tiene la resistencia agarrada al pecho, como un mal pulmonar o aferrada a un enigma como un cálculo, in des ci fra ble... por ende, aunque falten las teorías y Benedict Cumberbatch - un experto en descifrar conspiraciones y violencia gubernamental a pesar de las presiones -, tenemos a un guerrero en pie, interpretado por un gran Tobias Menzies, como la reencarnación de la memoria de un amigo, Abraham Lincoln.

Un amigo perseverante, juicioso y... cabal en la posible unión de todos. Pero... es lo que hay. O tal vez, no... ya que la historia nos sigue contando... La vida es un Juego de Imitación... en el tiempo.


Con un mensajero, un Topo, un teatro Ford o un caballo de guerra al estilo de Troya, entre ejércitos de hermanos enfrentados, sangre derramada desde 1919 o antes, carne picada o mensaje oculto, una bala... y una caza. La historia siempre se repite, digo.

Me quedaría por comentar, el Maestro... pero como no hay tiros, la homosexualidad resuena con otra sintonía...

 

Me ha costado... pero esto es lo mejor que he encontrado de una Civil War


domingo, 5 de mayo de 2024

Shôgun. Season I

 

Un pueblo que pierde su tradición, ya no se puede considerar un verdadero pueblo… Sólo un reflejo de lo que fue. Un espejismo.

Aquellos enviados por la mente de Frank Herbert sobre el planeta Arrakis, y sus reliquias de su familia empaquetadas, se encontraron con unas raíces desérticas en la memoria, olvidando gracias a las “especias” y la violencia sagrada, lo que fue aquella cabeza familiar del toro. Esa extravagante actividad que la casa Atreides, simboliza con la sangre sepultada del progenitor en los cuernos, en una tragedia planificada contra la misma. Bóvidos de dos cerebros, como aquel genio…

Los hombres y mujeres, fremen, mientras se ocultaban en la obscuridad profunda de sus ojos azules, en busca de la inmortalidad al menos espiritual. Alguno visualizando el futuro que les quedaría por disfrutar, aunque sea, cayendo a través de la guerra santa o yihad, y que el Elegido trata de evitar, dicen… Es tan evidente la referencia, que te quedas pensando como… ¿los insectos? Sagrados.

En la misma tradición de culto que padecieron… ahora, como la de la odisea del protagonista de aquel Viento y el León, la especial ética de Mr. Connery, que se encuentra con el amor secuestrado al estilo shogunato. Completando un viaje de diez años de las drogas a los espacios, por las palabras de The Anderson Tapes con Sidney Lumet – recordemos a su otro elegido de Network -, hasta la atmosférica del procesamiento industrial espacial… Pero deteniéndose en esa lucha contra los herejes de la Alemania nazi por el desierto del Sahara.

Actualmente, las costumbres tensas vuelven a la costa temblorosa de ese  archipiélago bajo el Sol Naciente, con palabras escritas por el autor James Clavell, guionista del planeta encarcelado de The Great Escape y personal de The Fly. Que dialogan así: “Preferiría vivir 1000 vidas, que morir así, contigo”. Y remando a la historia dramática del Japón, con Shögun o Comandante, y que fuera interpretada en la televisión ochentera, por un estilizado Richard Chamberlain y el poderoso Thosiro Mifune, una magnética asistencia del cine de Akira Kurosawa y como miembro arraigado, a la trilogía del Samurái.

Pues los ejércitos, por tradición, necesitan de estos líderes románticos, y sus heroínas al lado; tal que fueran los selectos enamorados de un dedo divino, que en el caso de Nippon (aquella que transformara su capital en Edo y su legado histórico), vendría señalando la personalidad sagrada del Emperador ante los enlaces. A través del Señor indicado en la tierra, y la guerra civil, o no.

Desde aquellas luchas con pueblos marítimos del Norte de la era Kofun, sus jinetes con carcaj a espalda, se desenvolvían a la perfección en el dominio de arco y espada, usada por el filo y los remates en punta a sus enemigos, entre la China de los Tang y Korea, que sería un enfrentamiento extendido hasta el asesinato de una reina en la guerra ruso-japonesa y el colonialismo y el reclutamiento forzoso para la IIGM de sus ciudadanos, en las industrias militares de Hiroshima y Nagasaki. Perpetuándose como guerreros típicos a la conquista de la región de Saikaido y la isla de Kyüshü, – historia del Mesolítico o Edad de Piedra -, en el famoso Mar de la China Oriental, y madurando como samuráis. Y miembros de la resistencia frente a la primera invasión mongola, ensombreciendo el cielo de nubes de flechas vs. el Kublai Khan, durante el s. XIII.

Luego, aparte de la gran figura, las estrategias tribales formaban guerrillas o cuadrillas, con héroes contra las pesadas corazas del ejército imperial. Dirigidas por aquella figura militar todopoderosa, con tentáculos civiles en tres episodios temporales, que los diplomáticos y jurídicos, no tenían más remedio que aceptar, con aceptación forzosa de la población nipona, tanto que llegaba a ser considerado como “Rey del Japón”.

Shögun, así lo reconocían ya, en el siglo XVI, cuando el antiguo taiko falleció y nombró como cabeza del clan Oda, a un regente adulto para que los clanes no se enfrentaran de nuevo, ante el Consejo, y anterior a  que el joven sucesor se acercara a su edad madura de jefe real. Por ende, ya habían existido dos eras de shogunatos, la del clan Minamoto y sus 3 miembros, y la Ashikanaga con 16 titulares, que serían derrocados por esa misma orden Oda del señor feudal Oda Nabunaga… cuentan que en enfrentamiento crucial de 3000 guerreros versus 40 valerosos samuráis.

Este que cuenta la serie, sería el mandato tercero, acercándose aun s. XVII y conocido como Tluwaga, que se significase con la famosa figura del Último Samurái y el emperador Meiji.

Esta es la historia… Pero, la verdad novelada de aquellos días, es la siguiente apariencia… justo cuando el comercio extranjero rivalizaba para diversos reinos, compañías de Oriente a Occidente, quedando Timor en manos lusas y el paso jacobino por el Japón. La fe a un lado, que si hubiera triunfado una sola de las corrientes, el futuro de la humanidad hubiera cambiado para siempre… como en aquel estancado exterior de Arraquis. Mas…

Las costumbres ancestrales…

Son aquellas que trascienden a las posiciones individuales, al pensamiento cambiante y, a veces, hasta a la lógica. Existe una escena – que curiosamente, trasciende del cine clásico, por la cantidad de epítetos insultantes en la tradición nipona-, que el anfitrión reprende al extranjero por no hacer ruido al comer y así otorgar la buenaventura por el alimento cocinado, con un “parece un bebé mono”. A lo que el primero responde haciendo un gran sorbo ruidoso y ser catalogado entonces, como verdadero simio. Si eso ocurriera ahora en otro sentido… sería catalogado de prohibido.

Pero existen más expresiones, racistas, desde perros rabiosos, a las ratas estúpidas, que eran ejecutadas con terribles castigos, siendo el que pone la carne de gallina – nunca mejor dicho - , aquel que deshace la carne del reo en una olla de agua hirviente. Se quedan los terribles alaridos, como grabaciones salvajes en la memoria, igual que los sonidos ahogados de una impactante Zone of Interest. También he rescatado la cinta del género chambara del director Hideo Gosha, que cumple 60 años, el título Three Outlaw Samurai, que posee numerosos nexos comunes con la novela y las series de Shôgun. Las penas a latigazos, ceremonias del té, laceraciones del chantaje con secuestros femeninos, defensas y apuñalamientos por decreto, los samuráis errantes y los ronin, el poder opresor al pueblo, juramentos eterno y amores perdidos, o hallados con halo de tragedia shakesperiana… arroz, tinta, gachas, sexo y el puré, la sangre… la traición y la venganza… y en otro extremo clasista, hambre. Dentro del sentido culinario tradicional de la cocina japonesa, recomiendo la serie Samurai Gourmet, que os aproveche.

Ah, y uno de los míticos actores japoneses, Tetsurô Tamba, que estuvo con Mr. Connery en Sólo se vive dos Veces. Y por supuesto, la tradición de los personajes con el gran Kamatari Fujiwara – un auténtico retrato cercano al gran papel de Tadanobu Asano en la serie -; y que participó con el maestro Akira K., en Barbarroja, la obra maestra El Infierno del Odio, Sanjuro, Yojimbo, Los Canallas duermen en Paz, La Fortaleza Escondida, Bajos Fondos, Siete Samuráis, y la inmensidad de Ikiru.

Mientras, los reinos expedicionarios de la vieja España y, claro, los piratas que buscaban riqueza y sangre, se ven reflejados en el reinado sajón y la mirada perdida en el amor, de Cosmo Jarvis. Como británico a bordo de un “Holandés Errante” y sus centenares de fusiles y sus 30 cañones, amarrados al fondo del Japón. Realmente, el representado marino William Addams se quedaría allí, alimentando familia en Inglaterra, el primer occidental en hacerse samurái a las órdenes de oda Nabunaga y legando a sus nuevos hijos, herencia en tierra japonesa.

El protestantismos sajón, se convirtió en aliado y consejero, de las excelencias de aquel pueblo que luchaba por volver a sentirse unido,  íntegros y dueños de su propio destino… Y esta era, la estrategia para el legado de un nuevo Shögun y su creación Edo, actual Tokio.

Un Mundo Dividido…

El Japón del S. VIII se denominó Yamato (islas del anillo de Fuego, más Hokkaidö, Henshü, Shíkoku, Kyüshü y Okinawa), en manos del emperador Jimmu. Del cual, Narohito sería el descendiente directo número 126 como propietario del trono del Crisantemo.

La figura divina en cultura japonesa fue, además, sacerdote de la religión shintö. La que veneraba a los kami o espíritus de la naturaleza y sus acciones monumentales, incluidos, terremotos fundados por las aletas de los feos bagres. No los Kais, que serían introducidos genéticamente en los estanques imperiales… Y al otro lado del arco, y del agua sagrada con sus jardines particulares, los daimyos y sus ejércitos de samuráis, que significaban el poder del clan, desde el siglo décimo en manos de señores feudales. Y sus planes de conquista de valores, traiciones ocultas o sorpresivos ataques al enemigo. En esta ocasión con rostro de María, interpretada por la actriz y cantante de Nueva Zelanda, Anna Sawai.

Los sacerdotes guerreros, yamabushi, cambiarían a otras rivales creencias y oportunismo de comercial con la ruta de la seda, fueron los causantes de diversos estilos de lucha y dominio de armas tradicionales, como el maginata, el uso del arco con precisión, la espada corta y la larga (alaisho y katana), fueron los elementos cruciales en batallas épicas y especialmente sangrientas. En los Tres Forajidos Samuráis, se observa gravemente, al estilo prohibido del western, el remate por la espalda, la salpicadura oscura en recuerdos sombríos del impresionismo alemán, y escenas de persecución a caballo a simios-humanos, antecesor en unos años a aquella novela y película exitosa, Planeta de los Simios.

La escuelas se dividían en sôhei, budistas expertos en el ninjutsu, e ikkô-ikki, campesinos sintoístas y nobles locales, que se sublevarían al gobierno de los samuráis entre los siglos XV y XVI. Ahí comenzó también una extensa costumbre de varios siglos de estudio, hasta la actualidad, sobre las excelencias de la farmacología, el esoterismo y la infiltración, además del incipiente abuso de explosivos con grandes asaltos, bombas y asesinatos calculados. De los que surge la figura fantasma del shinobi, después conocido como moderno ninja. Esta parte es esencial y visualmente atrayente, con luces y sombras, dentro de aquel filme, los de Kurosawa o la serie Shögun de Hulu y FX, con el productor Michael de Luca (exjefe de Dreamworks) que tiene su mente enfocada a una era rusa postacopalíptica con Metro33, el exceso de Warhol y una nueva estela de Suicide Squad… por no hablar del seppuku.

Y este es el tema de la tradición y su título honorífico, que menos entiende un creyente, un jesuita o un protestante, un consejero y católico convertido, una heredera de fe, o un gusano del desierto… y el mismo perro foráneo de un amo. Sin aparentes, suspensores…

Comenta la princesa, bajo escritura Dune… “La influencia política en el seno de una religión ortodoxa, es inevitable… La lucha por el poder, impregna el adiestramiento, la educación y disciplina de su comunidad… Sus jefes deben afrontar inevitablemente un dilema interior: sucumbir al oportunismo completo para mantener el poder, o arriesgarse al autosacrificio en nombre de esa ética ortodoxa”… Pues eso.

El antecedente y la prisión.

Los verdaderos ficcionados Tokunaga, reducirían los privilegios del estatus samurái - clase nobiliaria y bélica – con sus sagrados códigos de honor. Emparentando en latitud y tiempo, con los aparecidos en túmulos de rituales en terracota, rodeando a su señor. Mientras en el Estrecho de Korea, crecerían las almenaras, el tráfico marítimo de pilotos o anjin-sama (sama es el título modal de excelencia), la prefectura de Nagasaki, esa New-Tokio en perspectiva… y la amenaza de China.

Ahí surgieron las primeras visitas extranjeras – se estima que ya hubo un africano antes -, con lenguajes desconocidos y experiencias de guerra, totalmente diferentes a lo luchado y sentido entonces. En la antesala comercial de una nueva guerra civil, terrible y cubierta de heridas, que sus filos sabían mediar y repeler, gracias a las estrategias del Señor y la aparición de los proyectiles a distancia. Serían comandantes de navíos.

Después, el emperador ordenaría el dominio de las artes marciales a todos los funcionarios y militares, flanqueados por sus corazas características, arcos, carcaj y las dos espadas en cuestión, y los elevados cascos cónicos, cargados de rasgos simbólicos, o jingasa.

Los ronin… del amo.

Los samuráis errantes se vendían por unos ryo, desde el periodo Seengoku de Hidyoshi Yotomi, hijo de campesino como relata el filme con el apodo de taiko, que instauraría la ley única y libraría la construcción residencial del Castillo de Osaka.

Ese periodo de clanes en guerra, precedió a una restauración imperialista, con dos cortes diferenciadas, en el Norte y el Sur, que daría paso a otro shogunato.  El gran Nobunaga fue derrotado en su templo y realizado seppuku frente a un Akechi o casa tradicional guerrera, y este trascendería a la famila del regente Tokugawa Leyasu, en el que se basa el papel hierático y flemático de Hiroyuki Sanada, como estratégico Lord Toranaga. Referente de obras nombradas, como la serie Mensaje en las Estrellas: Guerra Intergaláctica, el terror profundo de Ringu y secuela Rasen, el primer amor o Hatsukoi, El Último Samurái junto a Tom Cruise, el viaje al círculo solar de Danny Boyle, Sunshine, los legendarios 47 Ronin, la postrera investigación de Mr. Holmes con Sir Ian Mackellen – celebrando a su Gandalf inolvidable, o despidiendo hoy a uno de los suyos, Mr. Bernard Hill y capitán del Titanic -; así como miembro del reparto de las series Lost, Hawkeye y Westworld.

Devinieron enfrentamientos con lanzas, arcabuzazos - necesitaban de vigilante mientras se recargaba el tiro -, y se multiplica el seppuku, ese sacrificio autoinfringido con tantô que se llevaba colgado a la cintura y no confundir con el sable corto o wakizashi, para luchas en templos o habitaciones bajas de rodillas o en posición saiza. Esa cuestión “honorífica”, que se llevaba colgado del obi en la cintura, que desentrañaba de lado izquierdo a derecho ventral, y rematado para evitar el dolor lacerante.

Lejos momentáneamente del tema, es aquel kamikaze, que entronca a la II Guerra Mundial, siguiendo al Señor, como verdaderos hombres y mujeres bomba, o diablos aéreos.

Amor… silencio.

Una óptima ceremonia del té, requiere de unas palabras, en este caso no poéticas, de reconocimiento a la persona querida que lo prepara cuidadosamente de acuerdo a la costumbre ancestral. El amor, sin embargo, no reside en el líquido, sino en los posos del fondo… Y en los silencios ahogados, tras esas finas paredes de celulosa de arroz, que serán desmembradas como algunos de ellos…

Ocurre algo parecido a la novela Dune, en que los amantes se ven envueltos en una serie de desatinos o pruebas, que hacen girar sus destinos o el futuro deseado… De hecho su creador, Frank Herbert, tendría sus decepciones en las costas de Oregón, incluso con su pensamiento ecológico, que vio cambiar la faz de las dunas en un proceso de reverdecimiento con plantas foráneas, para evitar el avance de dichas crestas invasoras de arena. Como amores embravecidos… o religiones – que él mismo estudió y practicó -, esperando al Elegido.

Al final, la Duna, derrotó al Imperio. El solitario se hizo con el poder en forma de Shôgun – pero evitando una batalla gráfica que era deseada -, y el sueño se convirtió en pesadilla lisérgica, silenciosa, para alguno... con lengua pero sin cabeza.

El clan en manos de Herbert, se transformó en familia vampírica, con la homosexualidad reprimida en suspensores, violencia de gladiadores que no dudaban en golpear por la espalda… estaba en juego, la propia vida frente a maestros de esgrima… filos para defender y atacar, punta para rematar, religiones espirituales y estilo zen en la ropa, blancos y negros, épica de islas parecidas a planetas diferentes, gusanos que crean sismos como los bagres, samuráis galácticos al estilo de su maestro H.G. Wells.

Queda la herencia de cinco libros y los hijos-nietos, es evidente… con Alia en el pensamiento y sus movidas, con la mente que es la catarsis femenina de ellas, las expoliadas en los Tres Forajidos Samuráis, sufren, violentadas, son vendidas por unas monedas y pelean… al final.

Al fin y al cabo, es apariencia, parece que el interior del desierto, sobre o bajos las dunas, no existe el mal… y eso, es ciertamente sorprendente en estos casos. Cuando suena el eco de la guerra, por toda la galaxia.

Datos curioso… ¿sabía ud. que Dune comparte premio literario de Fantasía, el mismo año que El Señor de las Moscas de William Golding? Y algunos las consideran obras inferiores, pues… ¡silencio!

Han significado ser referencia de sagas familiares, caídas de imperios grandiosos y comienzos post-apocalípticos que, bien podrían tratarse, como colonos juveniles en planetas lejanos que sirvan de futuros destinos, contra la desaparición de la sangre… ¿se necesitarán drogas para el viaje, energías atómicas… clones de nosotros… madres reverendas? Es decir, ¿lobeznos y lobas?

¿Amor quizás…? Silencio… Mientras, un hijo de lobo de mar de la Armada Real, navegaba sobre olas, no de arena, para aprender a conocer y reinterpretar las viejas historias, o batallas de antaño. Como en una Rebelión en las Aulas, o la metamorfosis interna de La Mosca, paso de la juventud en Malasia golpeado como prisionero por los japoneses en Singapur, a la guionización de la memoria y el esoterismo. Fue su verdadero plan Tokunaga… un gusano oculto en la suya.

Y en este Shögun – me vienen flases de aquel Chamberlain frente a Mifune, muy lejanos como huellas en la arena-, memorias de producciones de Daei Eiga (ideado por Kazuo Mori) y su relevo Dinei Studios, cuentos sobre el ciego Zatoichi y su leyenda mercenaria, imágenes de Kenji Mizoguchi, Ozu, Kurosawa, Takeshi Kitano, Takashi Miike en lo oscuro… y la productora Toho y su paralela Shôchiku, por supuesto Ran, y las sombras, de Three Outlaw Samurai. Y conexión sangrienta con Samurái de Ojos Azules, claro… Arigatô!

Ah, de nuevo… y la música, con epicidad timbal y voces guturales, que entroncan los tronos… de Atticus Ross… la de la épica de la notable Dune 2, de Hans Zimmer… que paralelamente compuso la de Kung Fu Panda IV, ¿habrá una estela sobre el linaje del Emperador Shaddaam IV, en la piel de Mr. Christopher Walken…?

Mr. Walken, el actor referente de una generación de cazadores y recolectores de especias… el que surcó el viento para comenzar su carrera junto a Sir Sean Connery, en The Anderson Tapes del director Sidney Lumet… Ya está, espiral – que es un universo -, completada.

Se me han quedado algunas pequeñas historias en el tintero, pero ya habrá ocasión para más mazmorras… y dragones. Chau… meni.

 

domingo, 28 de enero de 2024

Love & Death. Season I

 



Los grandes casos se definen por acciones definitorias.

Sin embargo, será en los pequeños detalles donde se encuentran las diferencias, un gesto, un respingo, una palabra... una mirada.

Y esas minucias a veces imperceptibles, para el menos observador, se rodean de hechos circunstanciales que conforman los hábitos y ciertos matices de la personalidad.

Han pasado 40 años desde que George Orwell, concretara esas pequeñas excepciones del pensamiento común, perseguidas por aquella policía de la verdad en su obra 1984. La que se produjo en distintos momentos de la historia de la humanidad, como en aquella Alemania después de la guerra u, otros casos recientes y muy cercanos.

Por el contrario, fuera de las poderosas armas del poder absoluto... si existen alguien que puede sacarlos a la luz con la investigación y el estudio psicológicos de los personajes en cuestión criminal, es un buen doctor en derecho penal... o definitivamente, una fría cámara. Es el retrato de una historia, más o menos real, a través de una cámara de cine o tv... como diría aquel cineasta interpretado por el gélido actor alemán Karlheinz Böhm, en la agónica visualización del crimen de Michael Powell. Un artista con una mirada distinguida y muy particular... con sus ojos, los nuestros. 

Es bastante enrevesado, el tema... como aquel sable desenfundado apuntando al rostro que observa su muerte con muecas de horror. Y el director tras la cámara, divertido, cuya visión tendrán los espectadores en un círculo infinito. Cada uno, con su antagónico miedo... en fin.

Pues lo mismo pasaría en la sala de un juicio... o nuestra butaca o sillón de casa. Con la ficción o una historia real en las noticias. No fakes, claro.

Entre el amor y la muerte, andamos por una casa muy singular, donde los viejos sureños o las familias más jóvenes, representan a aquellos de los años 80, en una congregación metodista. Y eso, ya es una característica a tomar muy en cuenta, xDio. Cada uno en su casa y... bueno, que las relaciones se retratan sarcásticamente, en privado. Excepto, comentarios con algunos fieles... amigos/as.

Sin embargo, bien hubiera podido ser en cualquier otra época, como en aquella residencia de Texas, ya que su creador David E. Kelley, es un embalsamador de cadáveres mediáticos a través de la narración. Algo que viene relatando, incluyendo sus idilios, durante varias décadas de escritura en la televisión. Y desde el frío norte de su frontera canadiense o los corazones del Boston de LA Law junto a Steve Bochco de la famosa Canción de Hill Street, tan admirada entre grandes repuestas a interrogatorios, coberturas y patrullas, día y noche; hasta el calor de los latidos residenciales de la Roma de Wisconsin en Picket Fences, que sin embargo a veces, parecen gélidos de carácter... Rememorando hoy, que el gran Norman Jewison – en el calor de la noche – se nos escapó de la mirada del juego, de las flores, de la cruz y del tejado. Frialdad, no es tanto, dadas aquellas expectativas sexuales de Allie McBeal u otras más cercanas en tiempo y formas, me refiero a Kelley y la tele, claro.

A través del punto de vista femenino, también describió a Nicole Kidman, la productora y sus otros personajes en Pequeñas Grandes Mentiras, para aumentar el catálogo familiar de perversiones televisivas con maestría. Como aquí y ahora, en la relativa tranquilidad de una población sureña, luminosa pero abrasiva por dentro, a la sombra, atormentada mentalidad de la llamada Wylie que es nombre religioso. Pues es un no parar, de meter y sacar en moteles, diferentes cepillos o coros parroquiales.

 

La dimensión periodística de Mr. Kelley es, en ocasiones puntuales, su perversidad psicológica - si bien tenga bajones de conciencia, señalados -  como la simplicidad de Wonder Woman o esa trágica filosofía lujosa de Nine Perfect Strangers, de la que deberán salir rápidamente uds., hacia estas otras obsesiones amorosas más legítimas. Y si te parece poco el hachazo, ¡cambia papá! Madres comienzan la guerra tras desayunos, de Love & Death. Por Joel and Ethan… 

Una historia de amor... y muerte.

Es una historia diferente, porque la violencia personal suele tener otros caminos.

Por ello la estrategia sobre lo patológico o desviado, se sostiene de la complejidad psicológica que escoge el jefe para desarrollar la historia, sutilmente. Excepto, la paranoia en un par de ´cortes`. Y eso que salimos de los 80,calles que eran un hervidero de psicópatas criminales y, más directos que un navajazo. Pero la productora LionsGate y HBO Max, seleccionan el juicio en la primera entrega de Amor y Muerte... veremos si coexisten otras sucesivas... reales de verdad, y algo rural y anacrónico.

Claro que, para comparar estaciones y estados, deberíamos remontarnos a aquellos tiempos en que, los denominados Hermanos de Mineápolis, todavía eran unos pardillos en esto del crimen cultural o familiar. Sin embargo, Joel se familiarizó desde joven con esa violencia en el montaje de pelis de terror y Ethan participaba con guiones en aquella serie de detectives femeninas titulada Cagney y Lacey. Por tanto, ya tenían su mente puesta en el crimen romántico festivo e idealizado, de Sangre Fácil en 1984. Algo que resultaba refrescante con el tono de sus infidelidades y venganzas personales, foreva and neva.

Esas cosas casi insignificantes que perpetran una historia de violencia, también sugirieron la evolución de su Fargo a serie de televisión, donde se mostraban como maestros de lo patético y chabacanamente espléndido de sus personajes, a veces. Y el legado magistral a manos y letra, de Noah Hawley, con ese poco más de frío polar, que por otro lado dibujaban los caracteres calientes de aquellos seres reales, imaginarios. ¿Te lo crees... era real, el caso? Bien.

 

La realidad de Love & Death, no está amortiguada en el dibujo de los personajes, son, aunque más atractivos que los involucrados en el crimen apasionado o circunstancial tras fotos... Rostros concretos, en estado de gracias, gracias a la pasión medida, entre dos protagonistas que sube como la espuma o la… ya sabes, porque el seno de Elizabeth Olsen y el coseno antagónico de su carácter con el marido arrastrado, es majestuosa. Mientras el traicionero al otro lado de sus flores de la Luna y la justicia, se ajusta a ser aconsejado por la otra traicionada, que manda a galeras y matiza el rostro y flequillo luctuoso, brillante de Jesse Plemons.

En los hechos ochenteros, todo es verdadero, excepto lo novelizado para ambientar y rodear la historia, en dirección apuesta a los hermanos, en favor seguramente de crear un estímulo visual o suspense, que esconden los grandes momentos televisivos. Se pueden disfrutar a sorbos o en compartición de desayunos de flakes, familias y fluidos, y jueces extraños. Y te lo crees... tal y cómo te lo cuentan, que es lo disfrutón.

Traslada una especia de realismo mágico y trágico televisivo. La probabilidad de lo intangible e inconcebible, que siempre acabaría golpeando a la puerta, como el Cartero. No el de Pablo, sino el de James M. Cain, que sería artífice de un vértice amoroso de lujo, entre  voluptuosidad y peligro, como rezumaron otros novelistas que conforman el trío negro, como Raymond Chandler y Dashiell Hammett.

Y puestos en esta escena romántica y abrasiva, eso quiere decir grandes cosas para la escritura, horizontal de David E. Kelley... Sin harinas salvajes, pero igualmente pasional a su estilo y maneras. 

Lo imperceptible...

Aquella llamada fue más apasionada y sensual, sólo basta recordar el retrato a los personajes del bueno de Rob Rafelson y en guión de David Mamet, un miembro de la Academia de las Artes y con un Veredicto Final en su currículo; que ahora, Mr. Kelley reproduce sin Jack Nicholson y los pechos turgentes y el bello rostro de Jessica Lange en 1981, pero plagado de minúsculas percepciones de personalidad, torpezas o extravagancias.

Que del clímax sexual, se apartaba de la versión de los años 40 de Tay Garnett con Lana Turner y John Garfield, no del apasionamiento, con el director de Un Yanki en la corte del Rey Arturo y candidato a capítulos de Los Intocables o esa primera Obsesión adaptada del Luchino Visconti. Otro que sabía varios asaltos, de los sujetos aprisionados, detalles nimios y grandes crímenes pasionales en familia.

Por tanto, novelística y judicialmente, esas minúsculas reproducciones suelen ser las más grandes, saltando del blanco y negro o el rojo ampuloso de Michael Powell; y es que Love & Death, se alimenta de un odio real... que tiene mucho que ver, en el encuentro afilado entre seres y hechos.

En el amor y antes de lo otro – el ocaso definitivo-, se vive bastante de obsesiones acaloradas, silencios melodramáticos o no,  y,  los cargos otoñales de la edad, que se manifiestan de vez en cuando, o descienden,  tal que un juego entre ratón y la gata, maduros. Sin embargo, lo peligroso está cuando se enredan bigotes y las uñas sirven como cuchillas entre felinas, logrando incorporar caos celoso, a la cuestión amorosa y taquicárdica, casi enfermiza. También ocurre en el otro sentido, casi siempre manipulado por la lengua, aunque éste no sea el asunto ahora.

Detalles, ligeras interpretaciones, movimientos de ojos y manos, gestos furtivos, miradas procelosas, abandonos, encuentros en la obscuridad, despertares, miradas en fin… Muestras de desaprobación, o lo contrario, armas residentes en los buenos actores. Una palabra cautiva, una insignificancia aparente, un rasgo escondido, una acción minúscula… son los desencadenantes primorosos de la realidad. El juego de la hipocresía, el fugaz roce indiscreto, la reflexión engañosa, el valor perdido, el refugio, la huida a ningún lado… el silencio otra vez, shhhhh!

No existe futuro sin pasado, la guillotina del tiempo. No existe pasado sin ubicación mediática de la mente. Siempre es un volver a empezar, sin olvidar aquello que fue. O no…

Enormes Brechas…

Ese es el paso empírico, del amor al folleteo, y viceversa.

Cuando los hoteles de carretera se quedaron en el camino, por otras vías más sangrientas, y de lo romántico casi no me acuerdo. Porque en las familias verdaderas, coexisten todo tipo de brechas abiertas, o prácticamente cerradas apenas…

Estas parejas de altos vuelos, esconden esas minúsculas ramificaciones como las de aquellos primeros Coen, antes del desayuno olímpico, que tanto se aproxima a esta madre de Miss Olsen. En algunos aspectos al menos, con senos familiares pero familias más dispares en cambio. También cercanas a aquellas del Hollywood clásico, que estaban programadas para soportar el paso del tiempo y quedarse indemnes en nuestros corazones. Si bien gotearon de sangre, sudor y lágrimas, como nos metieron en harina, desde Minnesota a Texas.

Y es que esto es la vida, como decían entre aquella canción de Aute y la homónima Vivir de Nino Bravo, tocando aquellas fibras que sabían enraizar y entonar como nadie. Apartados de sermones bíblicos o referencias a la fe de los parroquianos que se abandonan al sugestionado pecado. Sin embargo, nos quedan los grandes gestos vívidos, con el maestro Akira Kurosawa en aquel columpio congelado del tiempo, llamadas secuestradas y la identificación con el que se marcha silenciosamente, con la cabeza muy alta.

Así podríamos definir, en lo pequeño o gigantesco del alma, que David E. Kelley es un aspirante definitivo a jefe, de aquellos pequeños relatos de fundidos en negro, o color de senos abandonados a la pasión que saltaron de la primera Hammer a Powel, y la siguiente de los 70. Pues en duelos entrecortados de gigantes y las salpicaduras de fluidos, están los signos de la grandeza. La que es capaz, de revivir a un difunto… órgano.

Y en algunas interpretaciones mayúsculas que acompañan magnéticamente, que son maridos y amistades, apariencias insignificantes que logran dejar una Huella… No la de Mankiewicz que era más reducida en personajes, sino como elementos remarcables de los que se rodeaba Mr. Hitchcock, pongamos, desde los crímenes imperfectos, teléfono, llave, papel, tijeras… a la corbata en el cuello, hasta los líos en el robo de Marnie y su problema, homenajeada en su cumpleaños 60 también.

Ejemplos familiares tenemos en el cine más cercano… el frío Terminator del que se cumplen los 40 este año, el frío mecanismo para acabar con la semilla del amor futuro. El romance extraño, como aquel viaje glorioso de Fernando Fernan Gómez al mando, que se vuelve voluptuosamente anguloso y violento, festivo, y no cuando Buster & Billie, que cumple los 50, nos muestra el lado fangoso de manadas, tan mediáticas hoy.

Mientras el panadero, The Baker se lanza a la aventura para salvar el apellido de la nieta, tan manido como Max Payne u otro cercano y silencioso, conociendo que el pasado está ahí oculto, tras la masa y el rodillo. Sangre y manos a la masa encefálica… es el cine de Mario Bava, que casi antes de que se supiera de asuntos internos del giallo, ya tenía a inspectores calculadores, investigando al asesino innovador, salvaje, tras Norman Bate´s o Peeping Tom´s, llenando a las parejas de dinero manchado, impávido ante traiciones girando alrededor.

En Love & Death, no existe ese ámbito familiar, de buscar, es celo puro enloquecido, más Sangre Fácil, que violencia voyeurística del engaño en el Doble Cuerpo de Brian de Palma. Felicidades, este año, caen 40 desde la ventana, de tío Alfred… Y por último dos buenas investigaciones, una interna en Reptiles del novel Grant Singer, que promete esclarecer entuertos, sino familiares de sangre, familiar a lo cosa, Nostra; y el del argentino Damián Szifrón, me gusta más el título To Catch a Killer, que se embarca en una Navidad pasada por agua, sangre y lágrimas viendo aquel silencio de Corderos inocentes… Porque es Clarice, y Ben Mendelsohn es la glorificación de aquel Jefe… el asesino de las pieles, no, el otro. Pero, el dolor está bastante bien demarcado sobre sombras… y luz. Se acabó hasta el próximo caos de una Noche de Paz… colorido, o ya veremos…

Mientras nos metemos un desayuno de campeones y homicidas psicópatas… soportando el remake de una mujer conductora con gafas y un fusil. La de Anatole Litvak - la tendría que volver visualizar con Oliver Reed, que tanto supo de inocentes ovejas, amoríos y lobos - hasta la llegada de los celos de Cómodo en Gladiator. Next, action!

 





martes, 15 de agosto de 2023

Dahmer. Season, Dismembering.

 


Decía el doctor forense de aquel programa con protagonismo criminal… que la escala de la violencia se puede medir para serial-killers, en diferentes grados. De menos a más peligrosos para la sociedad y las víctimas elegidas por ellos, desde luego, pero… ¿y la maldad intrínseca? ¿Pueden medirse moralmente, las acciones del individuo o ese tipo de asesinos sexuales…? Personalmente, pienso que no.

El motivo, es que nadie puede ponerse en la piel de tan execrables y violentos sujetos. Solamente, podemos sentir lo que padecieron sus víctimas inocentes.

Los estudiosos del crimen sexual creen que, aunque la ´enfermedad` de la psique se active en un momento para cometer los actos, algo debió existir en determinado punto de su educación que hiciera desarrollar esos pensamientos oscuros, o que una persona represora en sus vidas, activara esa tendencia psicopática y vorazmente siniestra. Donde las manos empiezan a someterse a la voluntad de la mente desequilibrada, para comenzar a cumplir su función diabólica.

De hecho, muchos asesinos en serie, ejecutan labores con ellas, cirujanos como el supuesto Jack El Destripador, fontaneros como El Estrangulador de Boston, carniceros variados desde aquella peli francesa homónima, hasta los personajes de La Matanza de Texas, basados en el terrible Ted Bundy. Taxidermistas como él mismo ejecutor, el personaje de Anthony Perkins en la obra maestra del terror disociado de Sir Alfred Hitchcock… o este caso tremebundo que me catapulta a escribir sobre tan perversos seres y sufrir por las sensaciones visuales, o más imaginarias, como las retratadas del protagonista real en la serie Dahmer. Que, además, ejercía en gimnasio para poseer más fuerza para la ejecución sádica de sus elegidos, como otros ejemplares peligrosos de las noticias. Ah, me niego a llamarle por su nombre de pila, únicamente, le mencionaré como Monstruo…

Esas manos monstruosas que, no fueron  nada innatas para un protagonista llamado Orlac por su creador, el novelista francés Maurice Renard, que fuera fiel seguidor de las obras de Edgar Allan Poe y admirador de H.G. Wells. Añadiendo en su obra,  ingredientes como el miedo social de la época a los novedosos trasplantes médicos, y por ende, siguiendo los pasos de la Creación conocida como Frankenstein de Mary Shelley, y en dirección al mago James Whale. Aquel limpio y maestro pianista, del filme dirigido por un  expresionista alemán Robert Wiene (El Gabinete del Dr. Caligari) que tendría que escapar de las garras del mayor asesino en serie de la historia, Adolf Hitler, por su origen judío;  sería interpretado por un maestro del escenario expresivo como Conrad Veidt, retorciendo sus manos como si tuvieran alma propia y magníficamente dantesca, como ya demostrara torciendo su gesto en el mismo Gabinete o en la risa de aquel Hombre que Ríe. Además de convertirse en enemigo del régimen nazi y combatirle socialmente aportando fondos en su lucha.

La mano del director es esencial, para retratar las horribles escenas que ejecutan los crueles y salvajes asesinos sexuales, para dotarlas en determinados casos, de una amalgama de cualidades, que van desde cierta elegancia en el tratamiento visual a una desagradable, olorosa y profunda, casposa, suciedad, dependiendo del recurso elegido para contar la trama. Ejemplos nauseabundos hay muchos, como el de la Matanza, Ted Bundy o muchos que llegaron después… mezclados como el Hannibal de El Silencio de los Corderos, con retratos expresionistas incluidos a todo color o fangosos en salas, habitaciones u oficinas, aparcamientos o refugios subterráneos, en el caso de Seven, Zodiac o la serie Mindhunter, donde tras la escabrosa realidad, se esconde la maestría creativa de Don David Fincher.

Un crudo verdadero, maestro de la imagen contemporánea. Ahora es un buen instante para recordar algunas de mis últimas visiones del horror, como Barbarian, más que sucia, escabrosa y lúgubre, enterrada bajo la visita de cuatro personajes por el director Zach Cregger y los tentáculos de una madre violentada, y entre ellos, sus brazos huesudos, un Bill Skarsgard que será el tremendo Nosferatu de Robert Eggers. The Silencing interpretada por Nikolaj Coster-Waldau (dorado ejemplar de Juego de Tronos), en una enrevesada caza del asesino y trampas narrativas y nativas; o para trampa perfilada, la de la película The Stranger del director australiano Thomas M. Wright, un verdadero tour de force del engaño, entre Sean Harris (Prometeus), y Joel Eggerton, que ya ambos compartieron en El Caballero Verde y The King, próximamente, en mi debe cinematográfico. Éste participó en la familia de la original Animal Kingdom y será prota de Wizards!, dirigidas por su visionario compatriota David Michôd… como The King australiano.

Decir que en aquella serie surfera y familiarmente criminal, ejercía una madre como Jacki Weaver, que también meditaba económicamente bajo la genial elegancia natural del maestro australiano Peter Weir, tan agreste como salvaje, onírico en el bello paraje de Picnic en Hanging Rock, que en apenas dos años, cumplirá 50 ya y por donde me extenderé otro día con esos picos fálicos apuntando al cielo. Me cachis… Y por último, la referencia en notable blanco y negro, entre un esmerado basurero hecho en Hong-Kong y manipulaciones de manos, con un buen Limbo que mantiene el pulso violento y escabroso, en manos amputadas como trofeos, hasta ese final que recuerda meramente, a los momentos húmedos con lágrimas de héroes, perdidos, a  Blade Runner. Sin comparar… por supuesto, que luego todo lo dicho, se disecciona y se lleva al extremo… sólo me refiero al líquido elemento en la visual oriental y el terreno embarrado de la moralidad humana. Y el azar, que se pasea como un fantasma en un viaje a algún espacio indeterminado…

Volviendo… a la locura.

Dahmer la serie, es una pesadilla gigantesca y psíquicamente desquiciante, pero condicionada por una narrativa condenadamente atractiva, que te deja sin respiración. Será por olores… los hay de todo tipo, animalescos, sanguíneos, cárnicos, ácidos, alcohólicos, inhumanos, putrefactos… como aquella bajeza moral y pringosa, de otro Monstruo, El de St. Pauli, también con orígenes germanos como éste, y terriblemente viciosos, pero hacia el género femenino y de alta graduación violenta, sin estudios, de mano del genial Fatih Akin.

En esta cinta magnetofónica y visual por episodios subyugantes y repulsivos, por igual, la educación recae en el nombre del padre, en la piel de un fantástico como siempre, Richard Jenkins, que pasa de la incomprensión taxidermista como médico, a la eficacia económica de la obra del hijo… de. Es una especie de canibalismo familiar, a tres bandas separadas, como el de aquellas civilizaciones que arrancaban el corazón de inocentes para acrecentar su poder en la batalla o en la misteriosa naturaleza. Sin embargo, el Monstruo no devora por eso, aunque siente la fuerza de su físico, sino, porque no soporta que le dejen de lado, y por ello, prefiere un cuerpo que no siente, como un maniquí o un horroroso zombie, no viviente. Pone los pelos de punta… el sadismo.  Que sus variados creadores, tratan crudamente, pero sin recrearse con la evisceración o la trepanación.

Pero, aquí de lo que se trata es de perturbar… y para eso tenemos, la genial interpretación, emocionalmente desafiante y vacua, con frialdad desmembrada gradualmente, por el chico de oro del 2022, Evan Peters. Que pasara más fugazmente colorido, por la pantalla de Wandavisión.

American Pie.

Decía la canción ,que se topa con los ecos de la muerte, que si bien la adolescencia puede tender al optimismo extremo, con la mente rebelde y caótica… puede finalizar en una madurez desilusionante, viendo algunos ejemplos… así entona, “En mi Chevi fui hasta el dique, pero el dique estaba seco…”. Y en el caso Dahmer, aquella libertad, se ve atrapada por cuatro paredes, autónomas aparentemente, pues existen vecinas. Y el apartamento, no sepulta el anonimato en una gran ciudad, no entierra la mierda de la sociedad, ni sepulta la respuesta de la sexualidad ni los géneros, que queramos… porque solamente hay hedor en sus manos, en su mirada, en su cerebro perturbado. Que, ya no será investigado neurológicamente, nunca.

Sólo será juzgada, la profesionalidad dudosa de determinados agentes estatales, la educación que se administra como un agujero negro de atracción espiral, hacia el dolor y el miedo infringido de las víctimas. Elegidas como en un picnic de sabores, con el mismo patrón, la distorsión de la realidad y el sexo, como pasó tantas veces, especialmente, en la sociedad norteamericana… Aunque descerebrados hay, tras todas las paredes y manchas nacionales, no jodamos, que nadie se salva.

Entonces, la música muere, queda el silencia a las puertas de aquellos clubes sonoros y clandestinos de los 70, y desagradan otros ruidos, como jadeos sofocados del ayer, el pulso eléctrico y por fin, la nada. Pues, ese tipo es la nada absoluta… no significa nada, únicamente, daño y dolor a las víctimas y sus familiares. Silencio a solas, perturbador, sacrílego y, esencialmente, podrido en la mente. Que coincide con la de Bundy u otros, que debieron ser ejecutados antes de nacer, ahogados en su propia mierda deshumanizada. Pero ahora, son el retrato de una sociedad patológicamente alienada, confunda con los estereotipos y las necesidades, la moralidad de deseos ocultos y principalmente, la monstruosidad de lo visual… Mira tu phone y verás.

El idealismo fue cruento, y lo será ante la diosa de la realidad violenta, incluso, en las puertas de un espacio de diversión musical, sexual… Forma parte de la fiesta de la confusión, como en otros casos de psicópatas genéricos que nacen de la represión o el ansia, de dominio de la voluntad de la víctima, más débil o confiada. Ya que, este tipo de Satán no ríe por placer, sino que se retuerce en las sombras… Hasta que salta de ellas, y chas… aparece al lado, aunque se con la apariencia casi divina, del actor Evan Peters y su cabellera, barba de pocos días, esperando la justicia divina de verdad, algún día… el monstruo Dahmer.

Y no me jodas, que todos en el colegio, hemos diseccionado animales por la enseñanza biológica… hay que enfocar la mente, en el bien y el mal. En otros posibles condicionantes que incrementaron la evolución de tales hechos salvajes y extremos… Ser el más fuerte, el dominador, quedar por encima, con las armas que tenga a su alcance… oxidadas, odiosas, macabras. En busca del cerebro reptiliano, que reside en los ganglios basales y una frontera invisible entre el encéfalo y el cerebelo, según describiera el neurólogo Paul McLean… Nada que ver con Don Maclean, creo bien… y el día que murió la música.

El Yo… sesuar… de seso.

No existirá ya, ninguna producción para televisión que tenga el impacto de esta, basada en el Monstruo Dahmer. Al igual que Mindhunter significó una paradigma en la investigación criminológica de las palabras tras los hechos terroríficos… y el pensamiento de nulidad que siente la vecina interpretada por Niecy Nash (que estuvo en Cookies Fortune) al tocarle un ser contiguo tan despreciable y una ronda tan ineficazmente investigadora. El ruido necrófago era inaguantable, e indeseablemente cercano, dejado al azar… por desgracia.

Aunque era conocido de otras obras visuales, no se recrearon con la última finalidad del caso, la endémica del dinero y la mediática, incluso, en los juicios legales o sociales. Se convierte, su parte final, en un enfrentamiento entre los detalles escabrosos del pensamiento de sus protagonistas, hasta que un individuo no planea, ejecuta por cumplimiento divino… y el cerebro queda para la Netflix, que amenaza con volver a lo macabro con más monsters, como dueña del seso, masculino, singular, o lo que sea. La causa tras los barrotes, es una telaraña que atrapa la realidad, y acaba descuartizándola y devorándola… porque Dahmer o cualquier asesino en serie, son simplemente monstruos. Sádicos en su naturaleza, y su sexo, ahora sí.

Mientras, aquí la madre, moldeada por Penelope Anne Miller, es la araña invisible, ante su extraterrestre  y gélido QuickSilver. Y sospecha que la historia, la de cualquier madre perdida, está destinada a repetirse, hasta los tuétanos, dejando su Perfume del pasado, como bien describiera Patrick Suskind en aquel nacimiento entre basuras, enlazando la infancia con la madurez, en épocas diferentes. Aquel Jean-Baptiste, reflejado en la peli notable de Tom Tykwer, era éste, Monstuo. Nuestros monstruos en la mente, del asesino histórico y real.

Decía Milan Kundera, al que despedimos ahora, en su Insoportable Levedad del Ser, como pensaba Nietzche en El Eterno Retorno, ambos ateos creo… que el peso atribulado de un dios castigador, incluso en manos de fieles vengativos, borra cualquier atisbo de redención temporal… Sólo hay que observar la insoportable levedad de las noticias y mirar a  la estrella de la tele, para corroborarlo. Matarile y se acabó… Schopenhauer pensaba que las acciones humanas, son producto e un carácter inmutable… pues sería, un horror. Pienso que no tanto, como éxito. Todo se puede moldear, a través de una buena educación… a pesar de esa conciencia o seso reptiliano primigenio.

Y el complejo de Edipo también, aquí magnetizado por herencia paterna a la taxidermia, con el poder de un padre autoritario y evasor de la realidad… al igual que ella, que abandona… El sino, es la transgresión de esa figura paterna, la violación de las reglas sociales en la convivencia, al margen de la realidad de la humanidad y el pensamiento libre. Menos mal que éste, ya no retornará, pues ya no tiene ninguna cara… Así que, Nietzsche tenía razón, el dios… de la Maldad, ha muerto.

El seso, no el de abajo con X… no se pudo estudiar ni diseccionar… pero nuestras manos inocentes, como las de aquel Paul Orlac, quedaron en paz. Gracias a Wiene, y el futuro de un Conrad Veidt, camino a Casablanca. xDio

Cinemomio: Thank you

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