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domingo, 25 de junio de 2017

Life.


Ameba del Diablo.

Nadie dijo que esto iba a ser fácil... Cuando pensamos en dejar la Tierra en busca de un posible nuevo hogar para la raza humana, también tuvimos que lidiar con la posibilidad de encontrar otra forma de vida diferente, más allá de nuestra percepción biológica y el deseo de comunicación. Los primeros alienígenas, o Alien como se pondría en pocos años de moda, nos visitarían directamente bajo la atmósfera terrestre, con la misma intención de expandirse que nosotros mismos, aunque repitiendo viejos vicios humanos. A raíz de los últimos descubrimientos espaciales y el convencimiento de un tiempo limitado en nuestras ´cómodas` vidas sobre el planeta Tierra, aquella invasión pronosticada por las mentes más creativas, pudiera surgir en el horizonte.
Sin embargo, aquellos visitantes arcaicos de la televisión o el cine en blanco y negro, poseían ciertos rasgos comunes que caracterizan a cualquier conquistador, esto es, alimentarse de los recursos naturales y la riqueza de materiales que les ofrecen las nuevas tierras exploradas o su variedad climática u orgánica, una alimentación basada en cualquier forma energética que se les presente como una oportunidad a aprovechar y, por último, algunos organismos idóneos para plantar la semilla a esparcir y así, controlar el medio con la próxima generación.

Suena pretencioso, pero, también bastante familiar para los débiles y curiosos seres humanos. Este choque de civilizaciones desconocidas, como aquella idea de una diseminación desde el exterior con diminutos organismos autótrofos o semillas esparcidas en el terreno, podría ser un riesgo para la convivencia de ambas especies, al desarrollar habilidades que desconocemos en toda su amplitud y convertirse en un hermano mayor con ´mala baba` o evolucionado heterótrofo con ganas de hincar el diente a una tierna vianda andante. Estos individuos pudieran resultar una grave amenaza para nuestra estructura molecular y vital, o incluso, como demostraron algunas aventuras pasadas en nuestra imaginación, la posible conquista de esta estructura cerebral y el control del pensamiento comunitario.
Algo característico de cualquier elemento fagocitario u organismo carnívoro que se precie y que pudiera albergar ese instinto de supervivencia tan característico de cualquier ser vivo limítrofe en nuestro hogar. Una forma de vida con predilección por nuestro fluidos, que se multiplicaría rápidamente y de forma exponencial, de no sacarnos algún truco del bolsillo o encontrar algún método anticonceptivo o batalla espacial con garantías de éxito, en favor de la permanencia de la humanidad, claro está. Estos viajes espaciales deben considerarse toda una necesidad ineludible, a pesar de esporas, bacterias y demás microorganismos extremófilos.

Aquellos seres agresivos, nos visitaron cinematográfica o literariamente, de forma individualizada o selectiva, a través de un cuento de Voltaire llamado Micromegas, con un ser procedente de la estrella Sirio y otro de Saturno. Hasta que coincidiéramos en encuentros fortuitos por el espacio profundo, junto a Edgar Rice Burroughs, su John Carter y Una Princesa de Marte. O sufriésemos peligrosas oleadas extraterrestres, con criaturas al mando de naves avanzadas tecnológicamente y prácticamente indestructibles y, por tanto, no muy buenas intenciones en su ácido ribonucleico. Química programada para la reproducción y las comilonas viscerales a destiempo, con el control mental de tiernas víctimas inseminadas o eliminación radical de cualquier mínima resistencia por parte de los seres humanos. Hasta la exterminación, o más allá...
Pero, quedándonos más cerca (en el espacio que no en el tiempo), desde la obra prohibida de Leon Tolstoi conocida como Aelita: Reina de Marte, cuya aventura sería adaptada a la gran pantalla por Yákov Protazánov en 1924, a los pequeños relatos o numerosas historias de ciencia ficción de algunas mentes inquietas, desarrolladas en las historietas de los periódicos o los primeros cómics como Flash Gordon del dibujante Alex Raymond, o el mismo Hombre de Hierro conocido como Supermán de Krypton, creado por el escritor Jerry Siegel y el artista canadiense Joe Shuster, sus rasgos físicos y poderes genéticos, han ido variando o adaptándose a los nuevos tiempos. A ese hambre tecnológico o la concepción imaginativa que el autor deseara esparcir sobre el pensamiento colectivo de cada época visitada por determinados cerebros. Sino, que se lo cuenten a los espectadores de aquella emisión radiofónica de la Guerra de los Mundos basada en la novela homónima del británico, Herbert George Wells a finales del siglo XIX, dirigida, ideada y contada por el gran Orson Welles.

Sería una temible invasión marciana con aquellos trípodes colosales que percutieron sobre la vida cotidiana de los oyentes, enormes seres terroríficos y chirriantes, tripulados por criaturas sedientas de sangre. Así, el escritor H.G. Wells se convertiría en uno de los principales precursores de la corriente cosmológica y la vida exterior, que ya había tentado a la suerte o la odisea, anteriormente, con su obra La Máquina del Tiempo, donde los ´humanos` se trasladaban al futuro, como las próximas especies dominadoras sobre la cambiada superficie terrestre. ¡Qué cosa más mona, os suena ¿verdad?Luego, en siguientes visitas llegarían los selenitas, seres sublunares que recibieron a Los Primeros Hombres en la Luna (no Armstrong y sus muchachos, of course), siendo monstruos imaginados, algunos tuvieron su recompensa visual en aquel fenómeno de masas llamado cine, hoy en proceso de involución. Entonces, se evidenciaría la sospecha y se reproducirían las expectativas de una escalada cósmica en masa. Era el aviso de otras por venir, que por muy pequeñas que fueran, seguirían creciendo y aterrorizando como una gigantesca masa devoradora, al mismísimo Steve McQueen. Pero, esa es otra historia que entronca con el objetivo orgánico de este comentario.

El caso, o la ciencia avanzada, es que se fue apareciendo como un caso real, con la visita de los primeros astronautas terrícolas sobre la faz visible de la Luna y produjera una apertura a otras probabilidades vitales que ya habían anticipado, personajes del nivel de Julio Verne y aquel primer Le Voyage dans la Lune que recordaría Georges Méliès, con asombrosa técnica visual y premonitoria.
La Vida, aquella forma, se abriría paso a base de inseminaciones esclavizadas y aumentos de tamaño, disparos certeros de láseres incipientes y, como no podría ser de otra forma, al viejo y rudimentario estilo de dirigir salvajes dentelladas a la carne con patas y ojos de estos lares. A los cerebros de aquellos astronautas de Stanislaw Lem, cuya primera obra de ficción espacial, se basaría en un caso real como el del meteorito o bólido de Tunguska y un fantástico accidente aeroespacial. Que, posteriormente, derivaría en una magnífica epopeya mental, estableciendo la mirada reversible de nuestra ´conquista` al borde de la metafísica, con sus novelas Edén y, espacial o divinamente, Solaris. Así, por el nuevo milenio, se fueron intercalando los avistamientos cinematográficos y otros desplazamientos humanos con apariciones en las más diversas perspectivas planetarias, desde La Guerra de los Mundos más esclavista, a la superioridad conceptual de 2001: Una odisea del Espacio.

El director sueco Daniel Espinosa se trasladó a Halong Bay en Vietnam, preocupado por ambientes opresores como el de El Niño 44 o su evolución foránea en The Emigrants, así como otro proyecto junto a Mr. Gyllenhaall llamado The Anarchists vs. Isis, probablemente fijándose en el exotismo de aquellos maravillosos visitantes en blanco y negro del pasado. Como nosotros, se identificaría fiel seguidor de esas películas fantásticas con visitantes cósmicos, como The Thing from Another World de Christian Nyby y Howard Hawks, The Invasion of the Body Snatchers de Don Siegel, It! The Terror from Beyond Space de Edward L. Cahn, The Day the Earth Stood Still o Ultimátum a la Tierra de Robert Wise, al fantástico EastmanColor de Fred M. Wilcox y Forbbiden Planet con su monstruosidad energética creada por Disney; todas estas desventuras protagonizadas por alienígenas tendrían las mismas intenciones que sus predecesores narrativos más espectaculares. Historias que girarían alrededor de comunas con voraces xenomorfos en el filme Alien El Octavo Pasajero, a los descendientes esclavizados por otra especie en El Planeta de los Simios, las colonizaciones de Star Wars o District 9, entre comunicaciones con Encuentros en la Tercera Fase a Señales o la cercana The Arrival, puertas a las estrellas con Avatares de la historia antigua y ejemplos de sanación en Cocoon o el ET de Spielberg. Pasando por bestias Predadoras o insectos masivos, cambiantes Hidden en Esferas o bajo el Abyss marino, se sucede el terror con ataques de Risa a lo Mars de Tim Burton y Guardianes de la Galaxia, hasta la fiebre Gravity o Interstellar de hoy, también bifurcada en Marte pululando de The Martian a esta nueva Life. Parece que siempre han estado allí... frente a nuestras pantallas.

Ah, sin olvidarnos a mentes imaginativas, como John Carpenter y sus películas Starman, Están Vivos o sus macarras y feroces Fantasmas de Marte. Si me dejo alguno en el tintero, seguramente sea un escurridizo calamar o especie tentacular sin importancia metafísica.
Pero, si queremos destacar la ferocidad de una raza y, lógicamente, una comparación narrativa en la ciencia ficción de los últimos tiempos, tendremos que observar de manera escrupulosa y sangrienta, a los alienígenas de Ridley Scott, con su salvaje apariencia y capacidad reproductiva, protegida en sus ácidas raíces primarias. Igual, a la cara abstracta y opresiva del Mal que surgió en el mando del Event Horizon, coqueteando con Lawrence Fishburne y un dicotómico habitual, como Sam Neill. ¿Le recuerdas saliendo de los agujeros más oscuros y horripilantes, en filmes como Omen III, Dead Calm, In the Mouth of Madness, Daybreakers o Parque Jurásico III?.
Si bien con diferentes argumentos, el actor irlandés tiene cierto parecido interpretativo y semejanza en los papeles primerizos con aquel joven de Donnie Darko llamado Jake Gyllenhaal, hoy reconocido intérprete que tiene por estrenar la cinta Okja del director coreano Bong Joon Ho (Memories of Murder, Snowpiercer) y será futuro protagonista de The Sisters Brothers del director Jacques Audiard, junto a Joaquin Phoenix veremos Stronger sobre el atentado de la maratón de Boston y de la película Rio con Benedict Cumberbatch. Además, numerosos proyectos entre los que destaca el primer filme dirigido por Paul Dano con el título Wildlife. Así, de Life a Vida Salvaje cerramos este redondo círculo de Jake.

Pues bien, llegados al punto terminal e infernal, con el origen de esta Vida en el comentario y la inseminación de nuevas especies (antes de la reproducción de otros famosos Aliens ya conocidos), nos desplazaremos a las nuevas coordenadas de esa concepción primitiva, que empieza a entrar en calor.
Life no es un bluf o The Blob en toda regla, aunque cerca ha estado de serlo... pues, esta forma ha mutado de pequeño Groot elástico, a organismo pluricelular de aviesas intenciones y una expresión facial que indica la llegada de un verdadero demonio espacial. Un ser que cambió el interior de una roca marciana, por el centro de mando de la Estación Espacial Internacional, y evoluciona gracias a una condenada tripulación de científicos, sin demasiadas condiciones de seguridad. Alimento cárnico venido de diferentes latitudes y encabezados por expertos en el sufrimiento, como la actriz rusa Olga Dihovichnaya, el británico Ariyon Bakare (Rogue One), el japonés Hiroyuki Sanada (Sunshine, Mr. Holmes), Ryan Reynolds (The Captive, Deadpool) y la actriz de origen sueco, Rebecca Ferguson (La Chica del Tren); bajo la tensa partitura ejecutada por Jon Ekstrand, con base semejante a viejos trípodes recolectores.

El resto de la invasión bajo el Sol, será un tipo de avistamiento futuro sobre nuestras costas, con una masa informe de apetito fabuloso. Acercándose por detrás a cualquier bañista desprevenido en su colchoneta inflable y arráncandole su esencia grasienta del grandilocuente y florido bermudas. ¡Qué cosas... estas de la terraformación y los voraces marcianos!

Jon Ekstrand - "The Long Way Back" - Life Soundtrack.


Tráiler Okja, de Joon-ho Bong.


Tráiler Stronger, de David Gordon Green.



Tráiler War for the Planet of the Apes, de Matt Reeves.

viernes, 13 de febrero de 2015

Nightcrawler.


Monstruos en imágenes.

Pocas veces habíamos visto a un Jake Gyllenhaal tan oscuros y con semejantes ojeras. Es normal al ir arrastrándose como una araña por la noche en busca de nuevos encuentros para ser filmados, así sus ojeras han ido ampliándose desde que se le vaciasen las cuencas en las extrañas pesadillas que le visitaran en Donnie Darko.
Ahora acercándose a la cuarentena, se ha oscurecido más si cabe, tras sus interpretaciones en películas con fondo criminal como Prisioneros y Enemy, y se pone tras la cámara (la propia de su personaje Lou Bloom) con el rostro de Frankenstein de las filmaciones truculentas para llevarse un codiciado dinero. Sin embargo, ni Nightcrawler es el mejor vehículo para lucirse ni sus ojos se parecen al gran Boris Karloff para inquietar al personal, a pesar de sus esfuerzos por mantener a flote la película.

Tampoco, las imágenes que graba y edita, a su vez, son rodadas con buen pulso y un argumento arrollador para competir con otras producciones que se presentan este año en los Oscar´s. Pues, el guionista Dan Gilroy (The Fall, El Legado de Bourne), que aquí se sitúa tras la cámara, se ha dejado arrastrar por unas secuencias demasiado estereotipadas sobre la violencia y las imágenes que aparecen en las cadenas de televisión, ni reproduce el temor que éstas producen en los telespectadores. Los grandes olvidados del filme.
Desarrollar una película sobre esta amoralidad que se expande por nuestras calles, con la consecuente devaluación de los valores humanos, centrándola a la vez en el ámbito del periodismo y sus agregados sin título, es una evidencia del debate que se abre en la mayoría de sociedades en la actualidad. También del futuro de algunas profesiones que pudieran estar siendo invadidas por "arañas" falsas y manipuladoras.

Sería evidente traducir el problema de los infiltrados en cualquier profesión haciendo una mayor crítica sobre los pasos que llevan a alguien a lanzarse de esa forma a la vida nocturna, y la muerte. También, el poder que ejercen los medios y profesionales angustiados por sus situaciones personales, que se vuelcan en la charcutería fina para continuar en los primeros puestos de las audiencias, aunque haya que tratar con individuos de tan baja calidad moral. Convirtiéndose en una sombra peor que ellos.

La sociedad que abandona unas reglas de comportamiento se verán abocadas a la desintegración y la manipulación, en definitiva al imperio del miedo. Porque esta invasión furtiva de personajes ilegales será a la larga una lacra para todos los estamentos, tanto públicos como privados, y las profesiones que hasta ahora parecían limpias y respetables, se convertirán en un basurero de imágenes impactantes y ninguna solución.
Dan Gilroy escribe con cierta repetición las secuencias por las calles de Los Ángeles, pareciendo conocer bien lo que esconden sus anocheceres y la fauna que circula en busca de víctimas propicias (normalmente la clase media y blanca) como protagonistas de los noticieros y sus aperturas con los sucesos diarios. Sin embargo, siento que Nightcrawler fotocopia excesivamente algunas secuencias y no denuncia ni avisa de los peligros que sugiere, muy de lejos.

Aunque, el guion solamente se trate de una ficción, si que hay algunos elementos enjuiciables que se dirigen hacia prácticas ilegales, casi esperpénticas delante de los cuerpos de protección ciudadana. Pareciera un panorama tan increíble que cuesta bastante digerir y encima se permita en favor de una libertad indebida y el nulo esfuerzo para conseguir un trabajo en que prima la espera, y las carreras con la competencia.
Creo que el personaje de Gyllenhaal es tan execrable como estúpido, y la cinta se deshace con una desvirtualización que lleva al desencuentro con los profesionales, o por último con un público que se encuentra perdido. He leído algunas referencias a otras películas que pudieran ser las antecesoras de Nightcrawler en cuanto a temática, pero no hallo demasiadas coincidencias ni interpretativas ni artísticas, como Driver o Taxi Driver, o El Gran Carnaval y Network. Creo que nos hemos vuelto un poco locos, además al comparar a Gilroy con estos directores o el mismísimo David Lynch, pero bueno, son interpretaciones y gustos.

El Frankenstein creado por la presencia exultante de Internet queda bastante diluida, y la búsqueda de carnaza con que alimentar la voracidad de los medios de comunicación, parece ser presa de esas imágenes violentas que no son tan impactantes viendo la actualidad. Tampoco la competencia entre las distintas productoras dedicadas a aumentar las audiencias a cualquier coste.
Realmente este monstruo (y otros que delinquen) se debate entre las exigencias, más bien extorsiones para alcanzar lustrosos contratos y la manipulación de los contenidos o las pruebas. Para ello, se convierte en algo distinto a un ladrón menor, dirigiendo los pasos a invadir la intimidad de las víctimas, propagando el terror entre los ciudadanos, en un ciclo sin fin que entra en el salón de nuestros hogares.

Ni Rene Russo, ni Bill Paxton con tablas suficientes en el mundo del cine han logrado que me interese por sus noticias, más impactantes o truculentas que eficaces para mis intereses críticos. Mientras la gente se encierra herméticamente con cámaras y altas vallas en sus propiedades y comunidades, con sus hijos protegidos como en cárceles del nuevo milenio.
Toda una temática de actualidad que hubiera necesitado más amplias miras para construir una historia creciente en interés y tensión, mirando más allá de los acontecimientos de extrema violencia y que producen un debate diario en los profesionales y el público en general. La presentación cinematográfica me ha parecido demasiado retenida y falta de dicha tensión dramática, en concreto algo reiterativa con los momentos de espera.

Y una reflexión. Si se propagan en las noches este tipo de personajes deambulando por nuestros barrios e invadiendo domicilios privados con nula moralidad, será sin duda una pésima noticia para la palabra más ultrajada de nuestros días. La libertad.
Por otro lado, la profesionalidad y legalidad en la información de los medios de comunicación estarían en serios problemas de credibilidad, observando un horizonte dónde los monstruos andan a sus anchas.
Como un verdadero Depredador Nocturno.

Pienso que hubiera dado de sí en manos de otros directores como Dennis Villeneuve (por no decir de las referencias que se han comparado) y he visto suficiente pulso en la denuncia que subyace en Nightcrawler.

** Pasable ***

Nightcrawler Soundtrack - Faith in Love

Judas Priest - Night Crawler


Judas Priest - Night Crawler

jueves, 3 de julio de 2014

Prisoners: celdas de cine.


¡Tras los incendios… Prisioneros!

¿A qué seres es van dirigidas las plegarias que enviamos a dioses preconcebidos?
Pareciera que un cielo plúmbeo nos devolviera las lágrimas sobre nuestras cabezas, sin ser demasiado escuchadas.
En grandes ciudades o pequeñas poblaciones como la que desarrolla esta terrible historia de Prisioneros, en Conyers (estado de Georgia).

Un mal día te das cuenta que es un canto desafinado y estéril, entonces te encuentras atrapado en tu pequeña población, con tu familia en la casa e inclusive, en ti mismo. Porque ese momento de celebración y recogimiento se fractura, las notas desentonan en un compás imponderable a nuestro entendimiento.
Y la lluvia borra las huellas de cualquier caravana del horror, aparcada frente al número de nuestro domicilio.
Las siguientes jornadas a la tragedia son una cuenta atrás y un mecanismo de frustración, con el que nos hallamos en una prisión infranqueable, sin alma ni amigos, apenas sin tus seres queridos, y por supuesto, sin tu raciocinio libre y diáfano.

Cuando los niños se convierten en prisioneros por la fuerza de mayores sin remordimientos, se convierten en presas semejantes a los tiernos venados disparados desde lo oculto del bosque. Y los sufridos padres y familiares son secuestrados con ellos, desprovistos del entendimiento del diálogo, sólo de escuchar aquello que queremos oír y actuar sin un camino muy definido.
Algunos incluso se transforman en verdugos por un sentimiento culposo por estar desprevenidos.

La venganza se sirve fría y el ánimo caliente nos hace tomar Prisioneros en sótanos terroríficos, como cárceles dónde se recluyen las frustraciones.
Al poco tiempo ya no nos reconocemos, hasta confundirnos con los verdaderos lobos, cazadores de esas tiernas presas.
Ya no sabemos quién es el prisionero, porque Prisioneros podemos ser todos en un instante.
Así, nos podemos encontrar esos lobos en viejas casas poco iluminadas, en la calle dentro de caravanas de muerte, en ordenadores repletos de pornografía prohibida o en los sótanos de cualquier vecindad.
Inteligencias devastadas por nuestras sociedades imperfectas.

El director de Québec (algo se está moviendo cinematográficamente en esta locialidad canadiense) Denis Villeneuve ya hizo una reflexión terrible sobre la separación traumática de los padres de sus hijos en su anterior y notable film Incendies. En Prisoners vuelve a desarrollarlo, esta vez ambientado en otro tipo de guerra igualmente violenta pero más cercana.
En el filme todos los protagonistas se ven recluidos en una pesadilla que es más habitual y personal que los incendios en una batalla en tierra extraña. Cuando se produce, salta a las primeras páginas de los noticiarios y el horror se transforma en debate social.

Villeneuve toma un conjunto de actores Prisioneros a los que exprime y saca sus lados más oscuros y dramáticos. En primer lugar, a las víctimas más débiles de la familia, las niñas pequeñas y hermanos que comienzan a hacerse un nombre en el mundo del cine.

En la octava celda hallamos a un actor guionista de nombre David Dastmalchian con su papel desasosegante y con un futuro brillante en su carrera cinematográfica (ya le vimos en una pepel en The Dark Knight y en Sushi Girl).
En los puestos 6 y 7, dos padres obligados por las circunstancias y con una amplia experiencia en la interpretación, son Terrence Howard (Iron Man, El Mayordomo) y la nominación del año pasado al Oscar por su papel en The Help, Viola Davis.

Tras las rejas, una madre destrozada, Maria Bello nos demuestra que cumple con creces en esta situación desesperada, aunque la edad no perdona. Sin embargo, una madurez que le viene bien para adaptarse a otros papeles.
Mientras que dos grandes actores ocupan los siguientes lugares a pesar de estar disfrazados, dificultando su identificación pero demostrando que están en plena forma para afrontar cualquier papel, tía y sobrino, son un Paul Dano (Looper, Ruby Sparks) intrigante y silencioso, junto a la gran Melissa Leo (The Fighter, Flight).

En su jaula de oro de gran estrella hollywoodiense, tenemos a Jake Gyllenhaal (que también participa brillantemente en la siguiente película de Villeneuve, Enemy), saliendo de su celda, últimamente más ocupada en papeles acomodados y simplones. Aquí interpreta a un detective presionado por su trabajo y el respeto de las leyes, desafiando los riesgos de su profesión o la vida de un inocente.

Sin embargo, Hugh Jackman se enfoca como gran ganador y su actuación se merece un habitáculo más amplio. Algo así como una gran fiesta, en la que se otorgue un premio a mejor actor, si el ciclón Matthew McConaughey (Mud, Dallas Buyers Club) se lo permite.

Una de sus mejores interpretaciones, en una notable película, en la cual el espectador se convierte en la presa de una tela argumental bien desarrollada, y con un Villeneuve en unos momentos espléndidos en la creación de personajes e historias cinematográficas. Es también, el gran vencedor por los riesgos que acomete en sus escasos trabajos de gran calidad.

**** Notable ***

jueves, 8 de mayo de 2014

Enemy: La crisis dual y la madre araña.


Enemy: un enfrentamiento maternal.


Es curioso que el protagonista de una novela de José Saramago llamada El Hombre Duplicado (como tema recurrente leer El Doble de Fiódor Mijailovich Dostoievski) esté pasando por la crisis existencial de los 40, sin embargo, el protagonista de la adaptación cinematográfica interpretado por Jacob "Jake" Benjamin Gyllenhaal recae sobre un actor que tiene la edad de Jesucristo en la hora de su muerte, 33 años. Esa edad que marcó existencialmente en lo personal, a quién os habla. Aunque ese es otro tema.

El director canadiense Denis Villeneuve (comentario Prisioneros en Madrid Actual) se introduce en la mente masculina de un hombre, entre la locura y el cine abstracto heredero de David Lynch o David Cronenberg, en que los sueños dan forma y estructura a una red de araña, en la que el espectador se encuentra obnubilado o atrapado. Como su protagonista. También como en el cine de Luis Buñuel, la sexualidad es un tercer invitado en las relaciones con las mujeres, y más concretamente, relacionada con el rol de la primera paternidad durante una larga época de dedicarse a uno mismo. El protagonista deambula entre la realidad de la docencia con el mundo mágico de las películas, aunque sólo sea como intérprete a través del espejo.

Villeneuve nacido en Québec, dibuja una sociedad fantasmal del moderno Toronto, usando las lentes más frías y alejadas posibles, sólo acercándose a la dualidad masculina en la intimidad y el desasosiego por la relación devoradora con el concepto del sexo opuesto. Una vida dedicada al estudio que naufraga en las relaciones personales, por una faceta de actor y abstracta de sí mismo (pudiera considerarse un clon o tan solo un reflejo en la mente del público) se presenta para cambiar todo lo construido hasta entonces, en una larga carrera de estudio. Una telaraña de la personalidad del hombre y sus miedos internos, si bien el propio director reconoce que la idea de araña proviene de una inteligencia, no sabemos si real, ilusoria o sobrehumana.

El sueño del profesor universitario de historia, repitiendo las consecuencias de una educación controlada y dirigida por las mentes más pragmáticas dejando poco espacio a la imaginación, se ve truncada o impulsada por los sueños y los deseos ocultos a través de la pura casualidad. Deseo como salida de una doble personalidad, recortada por la educación familiar y la idea de la figura materna controladora de los designios del hijo.

Otro dato curioso es que Jake Gyllenhaal (Zodiac) provenga de una familia dedicada al séptimo arte, ya que su padre es el director Stephen Gyllenhaal, su madre la guionista Naomi Foner, y hermano de Maggie; por lo que el reflejo de su vida se ha visto encauzado de alguna u otra manera, en este hilo argumental relacionado con las películas. Aunque Jake pasara directamente a la fama interpretando al hijo de Billy Cristal en City Slickers o Cowboys de Ciudad. Hasta su primer gran papel en la interesante Cielo de Octubre, y es que, la sangre está predestinada a altos vuelos. Ahora, es un buen actor encaramado con facilidad en papeles de individuos con personalidades discrepantes o enigmáticas.

Volviendo a la adaptación de la novela de Saramago, interviene el guionista español Javier Gullón, en lo que puede considerarse un paso de calidad en su carrera. Su trabajo junto a Villeneuve dota al guion de una libertad conceptual e imaginativa, de la doble personalidad y el juego de imágenes con lo verdadero o lo fantástico. Algo alejado de sus anteriores notables trabajos Incendies y Prisoners, pero con la misma preocupación de la imagen fecunda de la mujer. Eso sí, desde puntos de vista completamente diferentes.
Los demás papeles principales se los reparten un trío de mujeres muy distintas entre sí, pero de marcada belleza. La madura e irrepetible Isabella Rossellini (otra con grandiosos antecedentes cinéfilos), la francesa Mélanie Laurent de certeras amistades “bastardas” y una prometedora y bellísima canadiense llamada Sarah Gadon (Un Método Peligroso, Antiviral) que participará en la próxima película de David Cronenberg, Maps to the Stars.

Por tanto, una película llena de dicotomías sobre la personalidad y la irrealidad de la cámara, fotografiando sueños entre finos hilos de seda. Representaciones majestuosas de la maternidad como una gran araña y amenaza del mundo masculino, sacada del museo Guggenheim por la mente de la escultora Louise Bourgeois y su obra Mamá.

Como dice el propio Denis Villeneuve, Enemy quizás sea su obra más arriesgada y experimental, una abstracción conceptual y visual de la realidad del hombre en crisis. Desproveerse del pasado que ata, a costa de matar la personalidad aferrada al pasado, es una difícil apuesta para todos. Pero, también, un imaginativo reto a desentrañar en la red mental del espectador.

Ya espero su siguiente película, que está en proyecto con el título preliminar de Sicario, y que parecerá contar con dos nombres reconocidos internacionalmente como Emily Blunt y Benicio del Toro. ¡Qué continúen los retos, Denis!


**** Buena ***

Danny Bensi & Saunder Jurriaans - Enemy Soundtrack


Evolución de Proporciones Godzilla-Humano:


miércoles, 9 de octubre de 2013

Prisoners: Hugh, Jake & Paul.



Prisioneros y Monstruos.

La inmovilidad corporal y/o mental forzosa.
Ellos están de moda (nosotros), son los protagonistas actuales de nuestras vacuas sociedades, son los elegidos de la gran pantalla para retratar historias de horror real. Bien sea en el espacio, en el mar o en las calles de cualquier ciudad, como en este caso Georgia. Pero podría ser un país indeterminado.
Son los parados, secuestrados y prisioneros.

Los acontecimientos se desarrollan como un día cualquiera. Bien pudiera ser en un traslado al centro comercial o al colegio. Así, naturalmente está tratada la historia de horror que acontece en el film Prisioneros, adornada con un estética oscura y macabra.
Estos hechos (cada vez más habituales en nuestras sociedades) nos espantan porque se adivina con demasiada realidad una cercanía en los crímenes.
Es verdad que el asesinato es terrible, pero acaso el secuestro no es morir un poco cada día. Morir en vida.

El director de Prisoners es el canadiense Denis Villeneuve, se ha consagrado ya como un fiel representante del drama más descarnado en torno a la familia. Ya que su anterior trabajo y durísimo, con el título de Incendies nos arrastró a un viaje con punto de partida aunque no de retorno, en la que los sentimientos materno-filiales nos hacen reflexionar sobre la guerra y las injusticias cometidas por los combatientes en pos de una idea política, social o religiosa.
Igualmente, este nuevo film nos golpea (con semejante falta de piedad) para entrever la degradación del individuo en cautividad física, y también la de ser prisionero de los vaivenes de la mente.

Una fue mostrar los horrores de la separación por la guerra, ahora es la forzosa con la recreación de un malsano ambiente en familias por culpa de otros monstruos más mundanos, y muy especialmente el daño sufrido por el encierro forzoso del ser humano.

Si bien en Prisioneros nos hallamos con la misma encrucijada sin salida, lo desmanes terroríficos como los secuestros nos llevan, en cambio, a una historia dónde la batalla se desarrolla en nuestras propias calles. A la vuelta de la esquina, entre las caras conocidas o no que nos rodean. La maldad pura del hombre, por que estos terribles actos los llevan a cabo los individuos de sexo masculino.
Sólo por el simple hecho de creerse dioses, con la capacidad divina de ajusticiar y castigar a sus semejantes. Son los nuevos verdugos de las sociedades modernas.

Denis Villeneuve nos despoja de toda vestimento o ornamento, para introducirnos en la desnudez de unos personajes sometidos a un estrés emocional como consecuencia de la búsqueda o investigación sin descanso, y la persecución de los monstruos internos y externos.
El Ser redentor que secuestra y maltrata a los pequeños, destroza nuestra calidad de humanos y a familias enteras. Como enterradores de corazones inmaduros e inocentes, con derecho a ocultar bajo tierra la siguiente generación de los pecadores.
Estos seres, creo yo, no tienen derecho a la compasión de nuestras leyes, pues son los criminales más detestables de toda la humanidad. Si por ello entendemos, racionalidad.

El segundo punto de interés a sumar es la otra batalla que se sucede sobre la pantalla en este desasosegante argumento (aunque puede también influir en algunos espectadores la extensa duración del film), es que Villeneuve maneja una situación de duelos interpretativos, entre féminas y sobre todo entre los actores masculinos.
Si bien en Incendies ocurría lo contrario, dejando el peso mayor en el sexo más sensible.

Así, tendremos a Viola Davis con Maria Bello y, por supuesto, la siempre magnífica Melissa Leo para mí la ganadora del duelo entre este trío. Ellas son las encargadas de arrastrar por los fotogramas la angustia de madres (en la mayoría de los casos) que se ven relegadas a luchar desde sus casas y fuera, ante las noticias que golpean a cuentagotas. Son las esclavas de la injusticia social y el terror.
A su pesar, deberán mostrarse fuertes, duras y enteras... y se desviven por llegar a la pantalla y la conciencia del espectador con actuaciones matizadas y controladas.

Como si notaran su papel, demandado por Villeneuve, de unas prisioneras por el guión creado por Aaron Guzikowski
y que, por tanto, los principales valedores de la acción creciente y la investigación interpretativa recayera sobre las espaldas de sus compañeros masculinos del reparto.
Realmente, las escenas más importantes están en sus rostros y sus ojos. Pues tienen la responsabilidad de la credibilidad de sentimientos de primer orden como la duda, la culpa y la venganza.

Estos tres nombres esenciales en sus papeles, van acompañados de un siempre correcto Terrence Howard como padre mártir y un inquietante y magnífico trabajo de una cara poco conocida como David Dastmalchian, que apareciera levemente en El Caballero Oscuro, en 2008.
Sin embargo, el siguiente trío no les va a la zaga.
Un ojo tremendamente azorado sirve para escoger la mirada asustadiza y salvaje de un actor en crecimiento constante como Paul Dano. Después Denis traslada la responsabilidad del caso al detective Loki, como un hermano consanguíneo del horror. Jake Gyllenhaal sufrirá con los errores, y las desgraciadas consecuencias de los actos criminales, con una interpretación a la altura de sus compañeros.

Por último, el cabeza de familia también lo es de la cinta. Hugh Jackman como pocas veces lo hemos visto en la gran pantalla, se apodera de ella en la mayoría de ocasiones.
Hugh es el gran vencedor del reto interpretativo de esta segunda hornada de buenos personajes.
Por tanto, calidad por ambos lados de la película. El argumento y la actuación, para unos Prisioneros de nuestra sociedad enferma.
Aunque para este blog, un poco inferior al anterior trabajo de Denis Villeneuve... Incendies.

*** Buena ***

domingo, 10 de marzo de 2013

End of Watch: Jake Gyllenhaal y Michael Peña


Independent Spirit Awards: Nominación Mejor actor secundario (Peña) y mejor fotografía.


Visualizaciones policiales de David Ayer.

En nuestra "civilización" actual, algunos se cuestionan sobre la actuación de las fuerzas policiales. Otros muchos, viendo el salvajismo reinante en sus ciudades, se niegan a rechazar la protección de individuos dispuestos a poner en peligro sus vidas, para salvaguardar la vida y la legalidad.

El director nacido en Champaign (Illinois), David Ayer (Harsh Times, Dueños de la calle) vuelve a realizar un filme sobre la violencia de las bandas marginales y organizadas. Una nueva inmersión a los bajos fondos, en este caso de la ciudad de Los Ángeles, y a la rutinaria faceta de las patrullas de agentes de la ley.
Sin embargo, estando esta revisión cargada de realismo, constata algunos procedimientos poco verosímiles en USA. Ayer se toma algunas libertades y efectismos para la creación de situaciones llamativas para la gran pantalla. Aún así, el aspecto visual de la cinta es impecable.

Por otro lado, esa constatación libre de reflejos violentos, está plenamente justificada si echamos un vistazo a las noticias diarias de periódicos y canales de televisión, dejándonos sin palabras ante actitudes mucho más sorprendente y escalofriantes que en la película End of Watch. Ciertamente, aún más salvajes e inhumanas.

David Ayer deja todo el peso de la historia en dos personajes, compañeros de patrulla ambos. Sus inquietantes andaduras en el coche patrulla por distritos desprovistos de racionalidad, enmarcan una ciudad angelina llena de peligros. Sin dejar de lado, sus charlas diarias. Conversaciones entre acristalamiento blindado, a prueba de balas a veces, y otras refugio de confidencias y risas.
Jake Gyllenhaal y Michael Peña reproducen palabras de compañerismo o familiarmente agradecidas. Todo bajo el ojo curioso de la cámara de su vehículo policial, como de la visión no oficial de otras que los oficiales incorporan a su cuerpo para ofrecer un punto de vista en primera persona. Buen y convincente trabajo de los dos actores.

Toda la trama girará en torno a sus intervenciones, cuando el agente Brian Taylor interpretado por Gyllenhaal captará las imágenes y documentará en primera línea de fuego la rutinaria inhumanidad de las calles y propiedades privadas.
Por tanto, la película transcurre entre casos sangrantes de injusticia extrema, la deshumanización personajes fuera de los cauces normales de la sociedad y el abuso de las armas. Se echa en falta una denuncia directa más radical de su utilización. Así, junto a el tráfico de drogas y otros, vemos como se adentran en vida personal y en sus mentes, pesadillas de realidad. Y como afecta a sus relaciones con amigos o familia.

Ese pulso interpretativo entre los dos actores mantiene la tensión del guión del propio Ayer. Envuelto todo con cierto humor relajante entre caso y caso. Pródigo en lenguaje de la calle.
Además tienen como compañeras de patrulla de la vida cotidiana a dos interesantes y bellas coprotagonistas, en los rostros de Anna Kendrick y Natalie Martínez. Sus papeles carecen de tanto poderío como el de ellos, pero se hacen imprescindibles para sacarnos de los sangrientos barrios. Y ese es su punto, sus relaciones amorosas y sexuales aparecen como giros desengrasantes del argumento.

David Ayer en sus anteriores películas ya doy muestras de su interés por las bandas callejeras y la actuación policial, puntos de vista sui generis sobre la diferenciación entre la rebeldía y la heroicidad. Su posicionamiento de la cámara es altamente impactante (aunque pudiera resultar algo mareante a algunos, no nuestro caso).

La metafísica del héroe sin quererlo ni buscarlo está presente. La ley del más fuerte. Una superficial crítica a los métodos de los violentos y diálogos con golpes de humanización policial. Chispeantes o simpáticos según lo requiera la acción.
Estas son las bases de End of Watch que a algunos resultará demasiado visto, pero no por ello menos brillante. Pues la placa de la dirección recae en un director a tener en cuenta en el futuro.

Posee también un interesante y potente conjunto de canciones en su banda sonora, con registros de rap en nombre de Public Enemy, Salt ´n Pepa o Paris. E incluyendo algunas mucho más cercanas al blues o el rock, de la mano de The Delfonics, Black Rebel Motorcycle Club, Mazzy Star, Mem Shannon o Puscifer, y otros ritmos latinos.
Toda la música riega esta buena película acompañando a impactantes encuadres y poderosas imágenes en las calles, patrullas o despachos, sus reuniones diarias y celebraciones familiares, y la degradación del poder en bandas armadas.

Por eso, Cinecomio recomienda su visionado.
Recordando a David Ayer, una mayor crítica al uso indiscriminado de armas de fuego, con los riegos asociados a nuestras vidas.

*** Buena ****

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