Su recorrido existencial, si existe, está exclusivamente alterado por algunos crujidos de su osamenta, condenada a una penosa ciática. O castigado con jadeos producidos por anteriores sesiones de sexo desnaturalizado, persecuciones mentales y varios encuentros venenosos.
Interpretado por un inconmensurable e incombustible, Bill Pullman, sigue los pasos del personaje creado por la novelista germana, Petra Hammersfahr, en el conjunto de paisajes del estado neoyorquino. Sobre todo, es un investigador inteligente, inestable, adictivo, observador y casi imperturbable. Esta vez, siguiendo su propio reflejo en el espejo de la obsesión o aquellas pisadas inconsistentes que poseen evidente calado psicológico.
Filosofía del Crimen.
En este último caso III, la mente es algo parecido a un agujero negro, pues todo lo devora, hasta la permanencia del odio o la venganza. Lo oculto a los ojos, se concibe como un línea de posibles acontecimientos sangrientos, con sorprendente violencia, aunque menos que otros elementos de anteriores.
Sus enfrentamientos con el crimen patológico o sexualizado son excesivos, sus métodos son racionales, sus expresiones se caracterizan por un predominio social y cultural, que sobrepasan las expectativas de cualquier aficionado a la investigación policial. Aunque no sea tan categórico, como luchar contra la capacidad de tergiversar la palabra del asesino de Seven, las entrevistas escandalosas de los Mindhunter, la eficacia deductiva del famoso Sherlock Holmes o la crudeza de otros episodios cinematográficos del siglo pasado junto al archiconocido Hannibal Lecter. Frente a Clarice, claro, que vuelve por sus fueros.
Su filosofía investigadora, divaga entre la retórica y la dialéctica. Vamos que le gusta la lengua, en sus medidos términos. Le diferencia de otros cerebritos o sabuesos sesudos a lo Conan Doyle, excepto aquella atractiva película de Mr. Billy Wilder, esas presuntas desviaciones sexuales, viciosas bajo los efectos de ciertos productos químicos que alterarían la realidad o una reflexión profunda. El metodología igualmente se fundamenta en la psicología del criminal, en la experiencia, sin desfallecimiento lógico, a pesar de los muchos rodeos para alterarle y el desvío proceloso de las pistas argumentales o huellas borrosas que se ven en el lugar de los incipientes hechos.
Ya que los comienzos son tortuosos y sacuden al espectador. Aquí con un simple accidente motorizado, nos vemos involucrados en un altercado que nos acerca filosóficamente al pensamiento de Nietzsche, bajo la penumbra rebelde de Maxwell Caufield. Entre el centeno sociológico, el abismo familiar o amistoso, y la distorsión de un nuevo horizonte de sucesos que nos aproxima al caos, la conciencia rebelde y la delgada línea con la muerte.
Viaje al Fondo de la Mente.
Comprobaremos, quién devora a quién en este agujero negro de obscuridad mental, y donde se camufla la perversidad, la punta piramidal de una persecución que se parece a una caza, un juego suicida o la necesidad de prevalecer en la cúspide de la depredación... Siempre existen sensibilidades inocentes, ya sea una estudiante o la idea de un altruista sociológico, supuestamente.
El niño de entonces, aprendiz de la inestabilidad futura, ya no es tan puro ni maleable, sino emerge como la estampa de un caleidoscopio de voluntades, que modificar a su antojo. Construido al borde del mismo abismo, hasta el deseo de que sus huesos entierren esa decadencia atemporal que nos asola. Pero, serán ideas desarmadas por la lógica, que sobrevuela el campo de centeno y el barro ideológico.
En la mente, esta vez, se limita la extravagancia de los impulsos sexuales, aunque no los peligros de una educación supervisada por la mentalidad alienada. Hoy, solamente nos enfrentamos a nuestros propios fantasmas.
Es decir, al interiorizar las diferencias ideológicas, las dudas existenciales o inestabilidades psicológicas, con los demás, somatizamos esos mediáticos sucesos criminales, que se perpetuaron en nombre de un ser superior... Ser o no ser, The Sinner.
En esta serie transgresora visualmente y en especial, durante la segunda y esta tercera temporada, consagrada al actor Bill Pullman, el detective parece más inmaterial que nunca. Apunto de convertirse en un personaje de ultratumba o la misma conciencia del personaje del actor Matt Bomer, que residió en perversiones con La Matanza de Texas o la serie American Crime Story, además de Supermanes y su pasado heroico como futbolista de Dallas Cowboys.
El viaje es interior, como el cerebro es electricidad, energía... pero recorre surcos enterrados o fosos sin luz, que reconocemos mediáticamente. Son tendencias recurrentes de la irascibilidad, la memorización confusa que lleva a la trascendencia metafísica y, por último, el sufrimiento. El agobio llevado a sus últimas consecuencias.
Por consiguiente es un viaje que, muchas veces, no tiene retorno...
Lo Oculto...
En este mundo de depredadores e iluminados, víctimas o no, la idea de futuro y la reproducción de la especie, significa alimento para siguientes generaciones. Donde el padre se puede convertir en el hijo, que otrora fue. El discípulo reconvertido por condiciones ambientales o sociales, que va guiando al alma inocente, hacia un presunto salvador. O la imagen iconoclasta, del Superhombre. Ahora en contra del libre albedrío, ni fe superior que promulgara la historia de Zoroastro o Zaratustra. Qué alguien o algo nos pille confesados, observando la historia de la humanidad... más deshumanizada. Esto es, el control mental.
Es curioso según observamos el pasado, a través de la experiencia, como los caminos filosóficos se estrechan, entrelazan y divergen, se confunden en la búsqueda de preguntas sin solución. Viendo en tres elementos dispares como la visión cosmológica, define lapsus temporales o pensamientos que se dan la mano, en cada momento de nuestra historia contemporánea.
El escepticismo creciente arrojó la filosofía empirista de Hume que nació y creció en una familia noble, hacia dicha experiencia y la lógica analítica; mientras que Immanuel Kant que influiría en la dialéctica nietzscheriana posterior en ciertos aspectos, con su crítica de la Razón Pura, fue hijo de un simple artesano y pensaba que, todo vicio es resultado de la ignorancia personal. Y que el hombre en sí, no desea el mal. En contraste Friedrich Nietzsche, se opuso en los últimos años de vida al antisemitismo circundante y al cristianismo (famosa la muerte de Dios), pero animó a la izquierda de la Alemania a finales del XIX (más anarquista). El filósofo que nació de un pastor y fuese amigo de Richard Wagner en algún instante, luego se considera fuente de la expectación del poder hitleriano y la "nueva derecha", precursor de la idea del Übermensch y la voluntad del Poder. La ambición que tanto nos asola y asesinó a millones.
En ese triángulo nos movemos, de puntillas, al borde del abismo. En fin volviendo a la ficción o algo por el estilo, a cierta energía creativa por así decirlo... El Superhombre, podría ser un ente superior, radical en sí mismo, como pregona el maestro ideológico y extremo, Nick Haas interpretado por Chris Messina y este discípulo esclavizado mentalmente, Jamie Burns.
Concepción.
La idea nihilista de la juventud, se ve atacada por el encaramiento actual del Eterno Retorno, como cremación y nuevo renacimiento sin fin. Otra fe ciega idealista, hasta conseguir adquirir o querer, una completa humanidad, con la idea del Superhombre.
En definitiva, querer, elegir amar la vida tal cual es, el Amor Fati. Incluido el sufrimiento, hasta la muerte. Ser Prometeo en vida, una y otra vez, creación como concepto, destino, enseñanza, amor o amistad, por toda la eternidad. Avisando en The Sinner, que este concepto puede transitar en ambos sentidos. Lo feo y lo bello, lo malo y lo bueno, muere.
Todo comienza de la nada. Si bien los hijos, en contraposición, poseen genes y una información que puede demarcar el camino en sus vidas. A pesar de la educación, que también sería una parte muy fundamental y emocional en su formación intelectual o conformación del ser. En cambio, ciertos rasgos pueden ser cambiados en el proceso, deformando la realidad, hasta llegar a algún punto de ruptura con la realidad, las relaciones amistosas y ese definitivo amor.
El Caufield de El Guardián entre el Centeno, perseguía las mismas tesis destructivas y peligrosas, sumergido en la raíz de una decadencia moralista y social, que lo convierte en un producto inexorable de la desesperación, la destrucción de toda lógica y de sí mismo.... hasta el suicidio como última frontera. La muerte en estos términos, es la ambigua regeneración del todo, la concepción de lo nuevo, pero el detective fantasmal, puede discrepar de estos silogismos. Aunque por otros motivos, coquetee con ellos y se deje arrastrar a la profundidad de la obscuridad, en busca de su objetivo oculto.
Lo excelso y profundo, decae, crece la fealdad de la guerra y la destrucción. Una deriva a la involución de las expectativas, que podrían crear una nueva circunstancia natural, o en contraposición, el no-retorno... el fin o la nada.
Observo, luego aprendo.
Maestro y aprendiz de futuro maestro, o nadie. Envueltos en la tenebrosa presencia de un desconocido horizonte de sucesos, por acontecer... o nada.
La duda, prevalencia en Descartes, es lo único que nos haría seguir adelante, pues la incertidumbre del agujero de gusano, nos atrae y fascina, aunque tememos a lo desconocido. La búsqueda de la perfección, es como ese viaje a lo infranqueable, sin conocer bien el próximo movimiento en el tablero de ajedrez, que es la vida.
El resto, olvido, dolor y hasta la muerte, también nos hace dudar de nosotros, incluso la palabra con el tiempo... pues mira que se han escrito teoremas, historias, opiniones o ideas...
Por sus rasgos familiares o laborales, divergentes, destacan las interpretaciones, sean maduras o incipientes en la serie. Igual que atrae nuestra atención, un guión escondido bajo el crecimiento del elevado centeno, según el creador Derek Simonds y Antonio Campos. Amigos, de la distorsión mental, lo innato y lo aprehendido.
La historia The Sinner III, el Pecador original, va tocando los palos de esta criminalidad que transgrede las reglas de nuestra realidad, perforando la piel purulenta estigmatizada por la globalización, posiblemente enfermiza, y que tiende a la soledad o la frustración fina del individuo. Todavía queda mucho por aprender.
Las dudas continuarán su multiplicación exponencial, potenciadas por las redes sociales y la ocultación, en un superpoblado planeta, más los que vengan en el futuro.
Necesidad.
Pertenencia a un grupo. Rasgo que conciben las diferentes capas sociales, como aquellos viejos anfitriones metálicos que buscaban su identidad, siendo una copia de nosotros mismos. Una alteración infinita de la misma realidad.La discriminación o el rechazo, alimenta la psicopatía silente de los seres humanos, desviada por valores materiales o espirituales, que provocan lo peor. Esto es retratando la liviandad del caos.
Con casos imposibles a priori, sugestionados y superados en muchas ocasiones, por el visionado de los sucesos durante las noticias de televisión. La necesidad es causa o efecto, no lo sé...
Claro, Mr. Ambrose es también un pecador. Durante su primera temporada (interpretada y producida por Jessica Biel), nos turbó con un acto violento inicial, que tapaba la trama de violencia genérica y de dominación sexual, alrededor del sadomasoquismo aceptado en pareja, o no... Y que en la segunda entrega, discutía y penetraba en las base de la paternidad, la educación y esa situación patológica de hijos, en evasión a la experiencia traumática o una desnaturalizada comuna de pasiones físicas entre voluntades. Una magia espiritual que parece anecdótica actualmente, en comparación a desviaciones culturales en el tiempo, que devendría después.
En todas ellas, vamos captando mental y físicamente, daños que se infligían en la dermis del investigador y que en esta última sesión de The Sinner, deforman en extractos filosóficos sobre la amistad y la enseñanza. De igual modo, enfocan la psicología de los espectadores frente a la pantalla y la visión cognitiva de su cabal protagonista.
Por tanto, The Sinner III es un viaje oscuro al fondo de la mente, dejando formas artísticas como aquella metafísica película de Ken Russell, pues rebusca entre el centeno y ciencia, aquellas manipulaciones que giran al adoctrinamiento o la educación ideologizada. Con el peligro de crear verdaderos monstruos o volver a un estado de primitivismo, la involución.
Naturalmente, el principio del hombre es siempre seguir adelante, evolucionar a mejor si es posible, como todo lo que nos rodea. Aunque en nuestro mundo actual, se descomponga la comunicación en fuentes interesadas, posiblemente por factores económicos o políticos, y donde la educación se ha convertido en una obsesión discrepante, que trata de disgregar la realidad histórica, fomentando la necesidad de pertenencia al grupo.
Los métodos deductivos se ven condicionados por la necesidad de lo inmediato, donde el educador a desea dejar un rasgo indeleble de su ideología al instante. Difuminando campos o materias, centeno, que no corresponden a un individuo o institución pública.
El personaje de Matt Bomer que crece exponencialmente, hasta cambiar físicamente, reflejo de ese peligroso descontrol o adoctrinamiento, al contagiarse como segmento más débil de la cadena depredatoria. Existen ejemplos de ello, que no viene al caso comentar, pues sirvieron para zaherir la memoria de inocentes o el fin de la cultura, así como promover otras diferencias intelectuales.
El fantasmal detective, necesita saber... La observación es primordial para establecer las conexiones ocultas, las diferencias en personalidad con sus investigados, reflexionar sobre sus debilidades... a priori o causal. Sin alterar las pruebas, pues su ética parece también innata, a pesar de los inconvenientes personales, el dolor... incluso por encima, de entes mediáticos, ideas colectivas o presiones de superiores en cargo.
También necesita ser gélido, apartarse de condicionamientos patológicos que podrían desviar su atención, si puede del, amor... Persigue temas profundos a ideas metafísicas, como la existencia de un ser todopoderoso, pero su rival es el mal. Por encima de todo, incluido la muerte.
Exaltación, del Niño al Superhombre.
Ahí es, donde radica su actividad neuronal y anticipada, el detective activa ciertos resortes de defensa, ante la exaltación del rival. Aunque deba escarbar en el hoyo mental, hasta quedar sin aliento, donde el foso oscuro es fuente de peligro o al borde del precipicio.
Harry Ambrose, no se considera un superhombre, pues conoce excesos o vicios, los problemas de una paternidad, las obsesiones a cuestas, la responsabilidad... las dudas. Lo que lleva a un joven a transformarse en un horrendo ser, de pie al borde del abismo.
Para ello, se deja convencer, adopta cuestiones grupales, casi como colegas de toda la vida, buscando un acercamiento a la depravación, la embriaguez de esa inmadurez; gracias al dolor arraigado y la experiencia, lo que convertiría a los niños en peligrosos hombres endiosados.
Indaga con el poder de convicción y la inteligencia, no un superpoder, para no despertar desconfianza en el investigado. Cuestionan apariencias y gestos, con criticismo, pues esconden hechos que pasan desapercibidos, para principiantes o demagogos más interesados en cumplir el expediente o tender un velo de silencio profesional.
Mientras, nosotros aficionados a la investigación criminológica, nos hacemos preguntas profundas sobre racionalismo que destapa las disquisiciones metafísicas, en la existencia o no de un ser superior. El nacimiento o el crecimiento de nuestra insoportable levedad del Ser.
En apariencia, no existen diferencias... héroes o villanos, carne o metal programado, como niños, ciencia o pensamiento... soldados o quemados, en el interior de un carro blindado de la WWII... En la perspectiva de un oráculo de carácter perverso, agonizando como HAL9000, lanzando consejos liberticidas en los estertores finales del miedo. Un círculo inagotable, dramático, hasta el final, una y otra vez.
La exaltación de la mentira, es kryptonita que envenena la fisonomía de Supermán, de manera que el superhombre se muestra como un simple y apático ser, inocente. Al borde de terminar con todo. Quizás, el niño recogido en la placenta de 2001: Una Odisea del Espacio.
El Detective... y la muerte.
En esta situación de sublimación, infinita, el inocente de clase media o acomodada (como otros en el pasado de la serie) posee pretensiones adulteradas por experiencia confusa, por palabras que tratan temas fundamentales con cierta escatología demagógica. Hasta la pérdida del yo, alienación.
La exaltación del maestro, con algunas tendencias suicidas, está catapultada por la necesidad de mutar en la piel del pupilo. Sin embargo, debemos comprender los factores internos que diferencian una venganza con raíz social que genera seres incompletos, o monstruos, a una mera venganza personal.
La singularidad de ese desorden emocional, disfraza la aniquilación de un sistema de valores, en decadencia, desconectando la realidad, en errores que descargan la culpa, sobre otras causas más generalizadas. Escondidas en la masa.
La superioridad intelectual y moral del maestro, en esta temporada de The Sinner, condiciona esa estructura distorsionada de la debilidad humana, que puede mutar a peligrosa o mortal. Incluso para el futuro iluminado, o un ofuscado policía en un pozo de otros deseos. Miedo, por sus seres más queridos, el amor... la descendencia. Su futuro superhombre o woman, esta vez menos violenta a priori, que supuestamente "no necesitaría" de estudios para serlo, sino únicamente, desprenderse de relaciones familiares o estos afectos con la infecunda sociedad. Por ende, la voluntad sería la verdadera y solitaria salida...
Si evitamos este camino errático, no ciático, en una sociedad con múltiples realidades o singularidades escondidas, posibles "superseres" acabarían en el fondo de un abismo, cubiertos de polvo de kryptonita... sin sangre de... inocentes.
La historia del Caos, fue estudiada por el pensamiento de antiguos filósofos, racionalista o empirista, en busca de respuestas para lo trascendente o evasivas de lo evidente, la construcción de la sociedad. Eran maestros del saber, que dudaban de todo, basados en la observación o la experiencia de los otros, la historia escrita por otros, o ciertas creencias relativas a la fe... que desconocemos por completo. Y por consiguiente, no racionales. ¿Qué significa la vida y la muerte?
Se idearon remedios culturales a esa anarquía, que escondía de rasgos equívocos de conducta caótica del individuo en masa, o la crítica del pensamiento. ¿Qué resortes residen en la mente?
Posiblemente, aquí se estableció la profunda diferencia entre dos nociones filosóficas que perduran hasta nuestros días, como el perro o sabueso y el libertino gato. Filosofía o ciencia, metafísica o fe, la esencia y la materia. La obra maestra, o un simple disfrute sensorial para el observador.
Así nuestro fantasma en serie, tiene dos formas, la enfermiza materia ensombrecida por el éxito de sus casos resueltos, o quién sabe, mostrarse como un ser especial, algo superior en conocimiento. Que ha encontrado la respuesta a alguna cuestión, o simplemente saber que no existe, frente a compañeros de trabajo, los medios, la familia o su amada...
Ambrose es lo que es, profesional, intenta de evadirse de esa perspectiva, si no se descompone metafóriamente en la profundidad de una fría fosa, olvidándose de, una obsesión.
La metáfora de los atípicos de la serie Westworld, sombras de humanos engañados totalmente o idealizados por la necesidad de una vida, no prefabricada., no creada por una mente de rango superior... por ende, agraviados. Existe cierta condena de los personajes de The Sinner III, como si fueran guiñoles sobre una realidad suplantada, rota de valores, como anfitriones biotecnológicos que cuestionan el pasado filosófico. Donde el crimen mutaría a un simple juego determinado por la decadencia social o un simple y salvaje, martirio existencial a priori. Peligros de suicidio, o de muerte.
Por tanto, los males de la humanidad, se repetirían indefinidamente, sin salvación, hasta la exarcerbación del caos vehemente y al fin, exhibicionista.
Pero él, no es un superhombre, es un detective fantasmagórico, que divaga arrastrando viejos pesos. Un mortal, al fin y al cabo.
Fin del Camino.
Esos seres casi clónicos, son... ¿causa o efecto de nuestros errores? Quizás, una patología consecuencia de un efecto desnaturalizado, paradoja del eterno retorno.
Es lo que busca el Guardián, una copia de sí mismo, oculta bajo una capa de falsa singularidad, un ser asintomático de emociones...
Las grandes batallas, han conformado una cultura de la muerte entre los hombres, incluidas las producidas en la actualidad de manera silenciosa, que surgen de las diferencias sociales, religiosas o políticas. Excepto las que se producen por efectos de padecimientos o posibles alteraciones psicosomáticas a priori, acrecentadas en muchos casos, durante los primeros momentos de crecimiento intelectual o la máxima debilidad cognitiva.
La observación en The Sinner coexiste con esos paralelismos metafísicos, esos parámetros violentos o los huérfanos metafóricos de la historia. Aborda los recuerdos sádicos o sangrientos, en varias temporadas que serán cuatro y no sabremos cuál será la penúltima estación. Los que nos producen estremecimiento general, enfrentando esa pérdida de rumbo que desborda la racionalidad, o sentencia a futuros superhombres como replicantes llevados al matadero.
El conductivismo de una necesidad espiritual, no reflexivo, que puede cambiar el orden de nuestra moralidad o la racionalidad, caer en la matrix elaborada por un dios menor u hombre imperfecto, con cierta dosis de grandilocuencia. Y por tanto, sin experiencia, sin memoria.
Ambrose, se ha desprendido de ese halo... o quizás no. ¿Qué sorpresas nos serán reveladas en el futuro...?
Por ahora, en The Sinner III hemos seguido sus pasos, a través de la percepción filosófica y patológica, entre la trascendencia y la muerte. Según el nihilista alemán Friedrich Nietzsche, en contra de la teórica percepción de Immanuel Kant (más cerca de Hume) para hablarnos sobre el poder sobrenatural de un ser supremo, entre la célebre idea de "Dios ha muerto" y la consagración del SuperHombre. El centeno de la cuestión.
Por consiguiente, sé bienvenido... Abrid la puerta al universo introspectivo, de la crítica de la sociedad moderna y el revolucionario conductivista con El Guardián entre el Centeno, del novelista neoyorkino Jerome David Salinger
La causalidad, dejando los factores innatos del individuo agresivo, para intentar discernir si fue lo primero, la gallina o el huevo... el crimen o la enfermedad mental.
Atípicos dispuestos para la violencia... tan inconformistas como el guardián protagonista y haciendo correr la mecha, influidos por realidades engañosas, provenientes de una mente suprema o red suprema, que desconecta o rige su propio universo.
Así el detective, sigue arrastrando sus cadenas y dolencias, persiguiendo a un hombre que, en ciertos aspectos se cree una deidad aparte del resto, y es igual al resto. Alguien que pretende elevarse como ella... Frente a la inocencia o la pérdida de ética. El adoctrinado en cambio, necesitaría esa exaltación última, ya que... más que inocente, es débil.
Amo es una presencia fugaz que asusta a su discípulo, sobreexcita, que promulga la exaltación de lo que no pudo ser, al otro, al quedarse oteando el campo de centeno. Cuando el guardián quedó atrapado en un amasijo de madera podrida y clavos, cuando todo para otros, consistía en simple juego de mentiras peligrosas.
Al final, parecemos una copia no tan necesaria. Frente a los límites de una esencia piadosa que guiaría a los demás decadentes, como marionetas, o al contrario defendiendo la misma libertad del individuo. El libre albedrío, para equivocarse o no.
Dada la capacidad sensorial y cerebral de nuestro amigo, posible inspector de policía (pero parece no interesado en ascensos), a pesar de dolencias habituales y otras más internas... se podría considerar como filósofo de la verdad.
Si es que eso, existe, como difundía Matthew McConaughey en sus pesquisas metafísicas o dudas existenciales; tal vez, fuera un mero intento de salvador para unos inocentes que caerían, como el niño de la segunda temporada, o como otros sobre el campo abisal descrito por J.D. Salinger.
El próximo, puede ser recuerdo o reflejo, de un maltrato psicológico, que persiste a la exclusiva y todopoderosa, soledad.
Hasta decir o pensar, en la profundidad del abismo, sólo sé que no se nada...