Monstruos retratados.
Pocas veces habíamos visto a un Jake Gyllenhaal tan oscuros y con semejantes ojeras. Es normal al ir arrastrándose como una araña por la noche en busca de nuevos encuentros para ser filmados, así sus ojeras han ido ampliándose desde que se le vaciasen las cuencas en las extrañas pesadillas que le visitaran en Donnie Darko.
Ahora acercándose a la cuarentena, se ha oscurecido más si cabe, tras sus interpretaciones en películas con fondo criminal como Prisioneros y Enemy, y se pone tras la cámara (la propia de su personaje Lou Bloom) con el rostro de Frankenstein de las filmaciones truculentas para llevarse un codiciado dinero. Sin embargo, ni Nightcrawler es el mejor vehículo para lucirse ni sus ojos se parecen al gran Boris Karloff para inquietar al personal, a pesar de sus esfuerzos por mantener a flote la película.
Tampoco, las imágenes que graba y edita, a su vez, son rodadas con buen pulso y un argumento arrollador para competir con otras producciones que se presentan este año en los Oscar´s. Pues, el guionista Dan Gilroy (The Fall, El Legado de Bourne), que aquí se sitúa tras la cámara, se ha dejado arrastrar por unas secuencias demasiado estereotipadas sobre la violencia y las imágenes que aparecen en las cadenas de televisión, ni reproduce el temor que éstas producen en los telespectadores. Los grandes olvidados del filme.
Desarrollar una película sobre esta amoralidad que se expande por nuestras calles, con la consecuente devaluación de los valores humanos, centrándola a la vez en el ámbito del periodismo y sus agregados sin título, es una evidencia del debate que se abre en la mayoría de sociedades en la actualidad. También del futuro de algunas profesiones que pudieran estar siendo invadidas por "arañas" falsas y manipuladoras.
Sería evidente traducir el problema de los infiltrados en cualquier profesión haciendo una mayor crítica sobre los pasos que llevan a alguien a lanzarse de esa forma a la vida nocturna, y la muerte. También, el poder que ejercen los medios y profesionales angustiados por sus situaciones personales, que se vuelcan en la charcutería fina para continuar en los primeros puestos de las audiencias, aunque haya que tratar con individuos de tan baja calidad moral. Convirtiéndose en una sombra peor que ellos.
La sociedad que abandona unas reglas de comportamiento se verán abocadas a la desintegración y la manipulación, en definitiva al imperio del miedo. Porque esta invasión furtiva de personajes ilegales será a la larga una lacra para todos los estamentos, tanto públicos como privados, y las profesiones que hasta ahora parecían limpias y respetables, se convertirán en un basurero de imágenes impactantes y ninguna solución.
Dan Gilroy escribe con cierta repetición las secuencias por las calles de Los Ángeles, pareciendo conocer bien lo que esconden sus anocheceres y la fauna que circula en busca de víctimas propicias (normalmente la clase media y blanca) como protagonistas de los noticieros y sus aperturas con los sucesos diarios. Sin embargo, siento que Nightcrawler fotocopia excesivamente algunas secuencias y no denuncia ni avisa de los peligros que sugiere, muy de lejos.
Aunque, el guion solamente se trate de una ficción, si que hay algunos elementos enjuiciables que se dirigen hacia prácticas ilegales, casi esperpénticas delante de los cuerpos de protección ciudadana. Pareciera un panorama tan increíble que cuesta bastante digerir y encima se permita en favor de una libertad indebida y el nulo esfuerzo para conseguir un trabajo en que prima la espera, y las carreras con la competencia.
Creo que el personaje de Gyllenhaal es tan execrable como estúpido, y la cinta se deshace con una desvirtualización que lleva al desencuentro con los profesionales, o por último con un público que se encuentra perdido. He leído algunas referencias a otras películas que pudieran ser las antecesoras de Nightcrawler en cuanto a temática, pero no hallo demasiadas coincidencias ni interpretativas ni artísticas, como Driver o Taxi Driver, o El Gran Carnaval y Network. Creo que nos hemos vuelto un poco locos, además al comparar a Gilroy con estos directores o el mismísimo David Lynch, pero bueno, son interpretaciones y gustos.
El Frankenstein creado por la presencia exultante de Internet queda bastante diluida, y la búsqueda de carnaza con que alimentar la voracidad de los medios de comunicación, parece ser presa de esas imágenes violentas que no son tan impactantes viendo la actualidad. Tampoco la competencia entre las distintas productoras dedicadas a aumentar las audiencias a cualquier coste.
Realmente este monstruo (y otros que delinquen) se debate entre las exigencias, más bien extorsiones para alcanzar lustrosos contratos y la manipulación de los contenidos o las pruebas. Para ello, se convierte en algo distinto a un ladrón menor, dirigiendo los pasos a invadir la intimidad de las víctimas, propagando el terror entre los ciudadanos, en un ciclo sin fin que entra en el salón de nuestros hogares.
Ni Rene Russo, ni Bill Paxton con tablas suficientes en el mundo del cine han logrado que me interese por sus noticias, más impactantes o truculentas que eficaces para mis intereses críticos. Mientras la gente se encierra herméticamente con cámaras y altas vallas en sus propiedades y comunidades, con sus hijos protegidos como en cárceles del nuevo milenio.
Toda una temática de actualidad que hubiera necesitado más amplias miras para construir una historia creciente en interés y tensión, mirando más allá de los acontecimientos de extrema violencia y que producen un debate diario en los profesionales y el público en general. La presentación cinematográfica me ha parecido demasiado retenida y falta de dicha tensión dramática, en concreto algo reiterativa con los momentos de espera.
Y una reflexión. Si se propagan en las noches este tipo de personajes deambulando por nuestros barrios e invadiendo domicilios privados con nula moralidad, será sin duda una pésima noticia para la palabra más ultrajada de nuestros días. La libertad.
Por otro lado, la profesionalidad y legalidad en la información de los medios de comunicación estarían en serios problemas de credibilidad, observando un horizonte dónde los monstruos andan a sus anchas.
Como un verdadero Depredador Nocturno.
Pienso que hubiera dado de sí en manos de otros directores como Dennis Villeneuve (por no decir de las referencias que se han comparado) y he visto suficiente pulso en la denuncia que subyace en Nightcrawler.
** Pasable ***
Nightcrawler Soundtrack - Faith in Love
Judas Priest - Night Crawler
Judas Priest - Night Crawler
Pocas veces habíamos visto a un Jake Gyllenhaal tan oscuros y con semejantes ojeras. Es normal al ir arrastrándose como una araña por la noche en busca de nuevos encuentros para ser filmados, así sus ojeras han ido ampliándose desde que se le vaciasen las cuencas en las extrañas pesadillas que le visitaran en Donnie Darko.
Ahora acercándose a la cuarentena, se ha oscurecido más si cabe, tras sus interpretaciones en películas con fondo criminal como Prisioneros y Enemy, y se pone tras la cámara (la propia de su personaje Lou Bloom) con el rostro de Frankenstein de las filmaciones truculentas para llevarse un codiciado dinero. Sin embargo, ni Nightcrawler es el mejor vehículo para lucirse ni sus ojos se parecen al gran Boris Karloff para inquietar al personal, a pesar de sus esfuerzos por mantener a flote la película.
Tampoco, las imágenes que graba y edita, a su vez, son rodadas con buen pulso y un argumento arrollador para competir con otras producciones que se presentan este año en los Oscar´s. Pues, el guionista Dan Gilroy (The Fall, El Legado de Bourne), que aquí se sitúa tras la cámara, se ha dejado arrastrar por unas secuencias demasiado estereotipadas sobre la violencia y las imágenes que aparecen en las cadenas de televisión, ni reproduce el temor que éstas producen en los telespectadores. Los grandes olvidados del filme.
Desarrollar una película sobre esta amoralidad que se expande por nuestras calles, con la consecuente devaluación de los valores humanos, centrándola a la vez en el ámbito del periodismo y sus agregados sin título, es una evidencia del debate que se abre en la mayoría de sociedades en la actualidad. También del futuro de algunas profesiones que pudieran estar siendo invadidas por "arañas" falsas y manipuladoras.
Sería evidente traducir el problema de los infiltrados en cualquier profesión haciendo una mayor crítica sobre los pasos que llevan a alguien a lanzarse de esa forma a la vida nocturna, y la muerte. También, el poder que ejercen los medios y profesionales angustiados por sus situaciones personales, que se vuelcan en la charcutería fina para continuar en los primeros puestos de las audiencias, aunque haya que tratar con individuos de tan baja calidad moral. Convirtiéndose en una sombra peor que ellos.
La sociedad que abandona unas reglas de comportamiento se verán abocadas a la desintegración y la manipulación, en definitiva al imperio del miedo. Porque esta invasión furtiva de personajes ilegales será a la larga una lacra para todos los estamentos, tanto públicos como privados, y las profesiones que hasta ahora parecían limpias y respetables, se convertirán en un basurero de imágenes impactantes y ninguna solución.
Dan Gilroy escribe con cierta repetición las secuencias por las calles de Los Ángeles, pareciendo conocer bien lo que esconden sus anocheceres y la fauna que circula en busca de víctimas propicias (normalmente la clase media y blanca) como protagonistas de los noticieros y sus aperturas con los sucesos diarios. Sin embargo, siento que Nightcrawler fotocopia excesivamente algunas secuencias y no denuncia ni avisa de los peligros que sugiere, muy de lejos.
Aunque, el guion solamente se trate de una ficción, si que hay algunos elementos enjuiciables que se dirigen hacia prácticas ilegales, casi esperpénticas delante de los cuerpos de protección ciudadana. Pareciera un panorama tan increíble que cuesta bastante digerir y encima se permita en favor de una libertad indebida y el nulo esfuerzo para conseguir un trabajo en que prima la espera, y las carreras con la competencia.
Creo que el personaje de Gyllenhaal es tan execrable como estúpido, y la cinta se deshace con una desvirtualización que lleva al desencuentro con los profesionales, o por último con un público que se encuentra perdido. He leído algunas referencias a otras películas que pudieran ser las antecesoras de Nightcrawler en cuanto a temática, pero no hallo demasiadas coincidencias ni interpretativas ni artísticas, como Driver o Taxi Driver, o El Gran Carnaval y Network. Creo que nos hemos vuelto un poco locos, además al comparar a Gilroy con estos directores o el mismísimo David Lynch, pero bueno, son interpretaciones y gustos.
El Frankenstein creado por la presencia exultante de Internet queda bastante diluida, y la búsqueda de carnaza con que alimentar la voracidad de los medios de comunicación, parece ser presa de esas imágenes violentas que no son tan impactantes viendo la actualidad. Tampoco la competencia entre las distintas productoras dedicadas a aumentar las audiencias a cualquier coste.
Realmente este monstruo (y otros que delinquen) se debate entre las exigencias, más bien extorsiones para alcanzar lustrosos contratos y la manipulación de los contenidos o las pruebas. Para ello, se convierte en algo distinto a un ladrón menor, dirigiendo los pasos a invadir la intimidad de las víctimas, propagando el terror entre los ciudadanos, en un ciclo sin fin que entra en el salón de nuestros hogares.
Ni Rene Russo, ni Bill Paxton con tablas suficientes en el mundo del cine han logrado que me interese por sus noticias, más impactantes o truculentas que eficaces para mis intereses críticos. Mientras la gente se encierra herméticamente con cámaras y altas vallas en sus propiedades y comunidades, con sus hijos protegidos como en cárceles del nuevo milenio.
Toda una temática de actualidad que hubiera necesitado más amplias miras para construir una historia creciente en interés y tensión, mirando más allá de los acontecimientos de extrema violencia y que producen un debate diario en los profesionales y el público en general. La presentación cinematográfica me ha parecido demasiado retenida y falta de dicha tensión dramática, en concreto algo reiterativa con los momentos de espera.
Y una reflexión. Si se propagan en las noches este tipo de personajes deambulando por nuestros barrios e invadiendo domicilios privados con nula moralidad, será sin duda una pésima noticia para la palabra más ultrajada de nuestros días. La libertad.
Por otro lado, la profesionalidad y legalidad en la información de los medios de comunicación estarían en serios problemas de credibilidad, observando un horizonte dónde los monstruos andan a sus anchas.
Como un verdadero Depredador Nocturno.
Pienso que hubiera dado de sí en manos de otros directores como Dennis Villeneuve (por no decir de las referencias que se han comparado) y he visto suficiente pulso en la denuncia que subyace en Nightcrawler.
** Pasable ***
Nightcrawler Soundtrack - Faith in Love
Judas Priest - Night Crawler
Judas Priest - Night Crawler