Algunos echábamos de menos, el frío
campero septentrional... con su nieve
alternativa que moldea los campos. En los EEUU, a los Coen siempre les quedará
Minnesota para recordar aquellos 90, hasta Dakota del Norte, donde las nevadas
guiaron sus pasos al Reino Animal, - del animail más bien- pero con sus temperaturas conmovedoras, - no las australes ni del oeste californiano - más entre lo gélido y lo caliente… pero, de su sangre.
Pero nos faltaban, sobre todo, el
barro y la acidez estomacal y cómica... los enredos criminales de los
fantásticos personajes de Fargo. Puede parecer verídico, más la sonrisa del
pastel, pero es más una Toy Story con tintes fangosos. Aquel que cubre a
miembros apartados de la sociedad y la que sele de las tripas hacia la comisura
de los boca, desde los congelados dedos de los pies hasta el cuello. Alguno rebanado…
De esa Mineápolis por debajo de los
32º Farenheit –como les gusta contar a ellos, realmente- salieron los hermanos directores,
más reconocidos de Norteamérica, seguidos de lejos por las Wachowski más
comerciales o los Russo, esperando su Estado más eléctrico o Robótico, con un
gran reparto… Pero bueno, otros se encargar en pantalla de moldear ese material
orgánico, en sus intereses personales, mientras un showrunner reconocido lo
cuece a fuego lento, sin pausa, recalentando sus días poco a poco, urdiendo el
resultado en su cabeza… y la nuestra, atónita por el espectáculo y las
interpretaciones siempre geniales. Esto fue y es, Fargo, un concepto triunfal
fuera de lo establecido, o lo actualmente digamos ´wokítico`.
Porque las leyes en Fargo son
particulares, sin aderezos sintéticos, y sus figuras no se desvanecen fácilmente
como las huellas en el tapiz blanco; donde al final, los más débiles son los
que acaban tragando, o no… tras una
cadena violenta de sucesos, que ocultan una guerra encubierta universal, aunque
muy familiar.
¿Realista...? Tal vez, irrealismo e
introspección cautivadora, más bien. Y en la línea de sucesión dramática de los
acontecimientos, resalta un Noah Hawley con sus despertares insospechados… y
sus fatídicas noches… Todo en Fargo, de la película y del I al V, es fatídica
casualidad, hermosamente contada y retratada.
Fargo, ya somos todos nosotros un
poco… sus seguidores acérrimos, por millones, de frialdad caustica, con
tranquilidad por dentro y por fuera, como una tigresa cazando… aunque calientes
de temperamento.
Hechos reales… como la muerte misma.
Semejante a dos partículas
elementales que se atraen, en un momento determinante de su existencia, así
coexiste y transpira una pareja. Compartiendo situaciones complejas,
nutriéndose el uno del otro, combatiendo las dificultades venideras y las
halladas por casualidad, inherente, y sus peligros que se aproximan bajando de
los tejados, escaleras, riscos, autos, etc… Así es, y esperemos que así siga
siendo por muchos años, en el Fargo de MGM televisión, pasando de FX a lasprincipales plataformas.
En caso de violencia genérica, romper
el cristal de los estereotipos, o no… manteniendo estas reglas no escritas,
para Mr. Noah; con su fundamento
sistemático más habitual, no existen reglas prácticamente. Ya que las
agresiones más escamosas o peligrosas, se reproducen con hongos venenosos o
individuos que mantienen esa característica de poder frente al otro. En el
crimen verídico también ocurre así, porque el violento busca la dominación y la
facilidad para inculcar el terror sobre los más débiles. De la violencia
masculina contra la mujer, o la de ambos padres contra sus hijos, del pez
grande que se come al chico, adinerado al pobre, etc... Estado/sociedad, aunque
siempre puede haber algún tipo de excepción.
En sistemas, tanto anónimos como familiares,
puede llegar a ser más cruel y patológica, es decir la pura fuerza bruta contra
el miedo... donde existe una condición que se repite constantemente, y es
conseguir borrar al otro sin que tenga una mínima posibilidad de defensa.
La violencia del tipo que sea,
poniendo como ejemplo a psicópatas o asesinos en serie, siempre se rige por el
abuso y el dolor a los más débiles, física o mentalmente... y a aquellos/as que
no apreciaban ninguna amenaza inminente contra su persona. Salvo, los que sí… o
las que por supuesto.
Y aquí estamos, lidiando con la
violencia... en el caso V de Noah... es una de las más hirientes junto al
racismo, social y políticamente hablando, a través del secuestro de menores y
la violencia de género. En una de esas pequeñas poblaciones, llamada de Scandia
para los escocidos, todo suena a Hermanos Coen, Joel y Ethan, que están
involucrados en las ideas, en los cielos luminosos, o brumosos depende del
plano, y los dineros de producción.
Y eso es garantía de calidad, como si
apuntas más allá, a la escritura irreverentemente, casual o inteligente, del
propio creador y guionista, los escenarios escogidos como un plano abierto de
personalidades, y ellos, los y las, Juno Temple, sencillamente magnífica,
Jennifer Jason Leigh, la leche y la canela, David Rysdahl, tan
arrebatadoramente encantador, Joe Keere fotocopia del padre o lo contrario, los
policías que dan el color apropiado, con Lamorne Morris yRicha Moorjani, el
increíble encuentro hipnótico y caótico con Sam Spruell, y el incombustible y
necesario poder, todopoderoso, de Jon Hamm. Un tipo que parece nacido para
hacer esto, esperando su aparición en la nueva temporada de Good Omens. Ooooh,
xDio.
Es un lujo que disfrutamos sus
seguidores y aplaudimos cada advenimiento de sus personajes diversos... con
ciertos rasgos en común, y risas apagadas, eso sí.
El tiempo… es subjetivo.
Bien sea por amor o por conveniencia
– que también existe, claro – el encuentro romántico se convierte en condena,
de dos o más, hasta llegar al grupal, de una manera escalable, de uno sobre él,
o la otra, de todos a la vez, coralmente, de ella sobre el otro, con todos
ellos, vigilando, planeando… o simplemente sucediendo como una accidental
caída… Un aparte para menciona la notable película francesa, pretendiente a los
Óscares de Hollywood, de la directora Justine Triet, especializada en casos jurídicos
mediáticos y en vívidas Anatomías de las Caídas y sus documentos procesales.
Grandes actuaciones al caso, en el proceso… ¡Mucha Suerte, madame!
Por tanto, el espacio de los tiempos,
los hace subjetivos, paradójicos desde el primer capítulo de aquella primera
nevada accidentada, hasta un bizcocho nevado de azúcar glassé, junto a la
tierra de los 10000 lagos. Los tiempos son Superiores…
La lucha se recrudece a cada
instante, se moldean los comportamientos, se sacan las raíces a la superficie
vital, se sustenta la supervivencia más animal, se compran las voluntades
criminales, más elementales o las divinas, se precipita la materia, una contra
la otra, aniquilándose… y el silencio al fin. Que comenzará con una nueva
batalla, en otro tiempo, que es el de siempre… y así, hasta el infinito o la
muerte.
El ritmo todo lo precipita, menos la
parsimonia necesaria en el caso Coen/Hawley, fatídico, imperceptible, pero
irremediable. Cogiendo velocidad, según se aproxima el caos, las visitas
nocturnas tras una Navidad, que en realidad es una noche de muertos vivientes,
o coleando en el pasado… de una unión forzada entre pares, donde uno suele ser
el muy dominante, y la inocencia escrutadora… ¡Hasta la aniquilación! O la
defensa a lo más Kevin, e irreverentemente cómico, en Home Alone, o la Guerra
de los Roses, en otros ranchos… con niños acorralados.
Dorothy ya despertó hace tiempo de
los sueños, y de la espera en la pradera calma del Lyon, ¿verdad tigresa? Todo
el tiempo es subjetivo, pero la venganza es demasiado evidente y objetiva.
Bang, bang… luego más duelos…
El giro gravitacional… espiral
caótica.
Las partículas van descendiendo en su
baile, hasta el infierno. Ya no por atracción apenas, sino por su propio peso,
que es la historia. Lo acumulado en su trayectoria.
Los tiempos ya casi no importan,
porque se confunden con las batallas del pasado, en una reciprocidad actual que
incomoda o asusta, quebradiza sociedad. Pésimos mandatarios, la ley del embudo,
la ley del ojo por ojo, vete tú a saber…
Depende del ambiente… echando la
vista atrás, se entienden muchas cosas, que algunos tratan de repetir por odio
o venganza, por ajustes de cuentas, por quítame de aquí, aquellas pajas o estos
lodos. Y a veces, la mayoría de veces, sólo queda uno, mirando las estrellas,
bajo esas fuerzas gravitatorias excepcionales, y ves pequeña tu existencia, tu
familia, tus hijos… el futuro. No depende, es o no será.
En aquellas huellas manchadas de la
nieve, en Fargo, todo se retuerce y sufre en el proceso de cocción, la
elaboración es exquisita y se disfruta, los efluvios nos llegan, los fluidos o
colorantes nos salpican, para terminan con la medida justa entre realidad
mágica, distopía y violencia. El mundo de los Coen y sus acólitos, incluidos
los fetiches de la actuación, se mueven en una realidad inventada por Noah,
ahora y se maneja con los hilos resistentes de las marionetas, con mucho
carácter. O máscaras, inclusive. Como los asesinos en serie, de Mario Bava a
los de Halloweenes.
Pero con una gracia, ridícula que nos
atrapa en su espiral, en el amasamiento de las cualidades de la tortita o del
desayuno, como fuente primaria de los campeones/as, pequeños tiegre y leonas -decíamos por estos lares - o como expresaría el otro, a la
mesa de un Amor y la Muerte, así no sea.
Entre nevadas… venganzas.
El caos tiene esto, de las pesadillas
después de aquello indefinido, una respuesta a muchas cuestiones o preguntas
pendientes. Que se van amontonando, como dedos, ojos, narices, u orejas, pieles
solitarias, que dejaron sus huéspedes… ya que la sangre, y la línea sanguínea,
es un hecho indiscutible en Fargo.
Y en los borde de los ríos, nevados o
no, crecen los monstruos y la inocencia, se mantiene aún firme como las flores
de la Luna. Mientras los políticos o sus ideas, demagógicos/as, chocan,
derriten, abrasan, derriban y golpean al contrario, y sus monstruos son más
reales, que los otros, mágicos, magnéticos o perseguidos. En busca, al término,
de una cruenta guerra, que suena a apocalíptica en los tiempos.
Los días y noches, de insomnio se
amontonan, con las golpizas de ayer, la sangre seca en los labios es el néctar
del mañana, el azúcar se derrite ante una amistad, que ya no podrá ser… la
venganza es la realidad, now, como el apocalipsis metódico.
Y nosotros, a este lado que es el
mismo, más allá de mar, vivimos lo mismo, con otras perspectivas, igual de
irracionales. Porque las vidas son igualmente falsas que las de las realidades
de esos personajes, también atrapados, alienados… ¿o no? Y cuando la muerte
viene a visitarnos, la violencia digo… prácticamente resta la venganza, que es
irracionalmente pragmática. Objetiva, como nombre, comparando las pesadillas,
las amenazas, los abusos… la caza.
Sigues vivo, coleando como tigre/sa,
cuando los más recalcitrantes, pensaron que estos Fargo´s o fangos, ya no se
aproximarían a aquellos ganadores dorados, pero ¡no! Se equivocaron, mantienen
la hermandad de los Coen, la del cocreador desde el 1er dramático giro, de la banda sonora
inolvidable de Jeff Russo, un clásico ya, de los sentimientos que nos
despiertan las frases y las escenas, grabadas en nuestra mente, de los actores
y actrices, incólumes inocentes o salvajes depredadores, como testigos en el
maletero de un atropello pueblerino, frente a su policía típica del primer
choque, las familias que se enfrentan en Dakota, no como en cualquier lado
pintoresco, pues tiene sus segundas nupcias con la violencia carnicera, por
descontado de la de los lobos de la tercera y las caperucitas que son preludio de ésta, o la cuarta más atípica con
sus salidas inhabituales a flor de piel, pero no de las de las familias del crimen… y la quinta ahora, la
del monstruo casi de Frankenstein.
Buscando quizá la venganza, no sobre
su creador, sino sobre el hombre montado a caballo, que le hizo pensar en lo
innecesario, horroroso o pecaminoso.
Campos de Batalla.
Napoleón se enfrentó a sus propios
monstruos, como el inglés que bajó una montaña rusa del futuro y los aliens,
zombies, pero en el punto de mira, lo dejó vivo, coleando en una nieve
demasiado apresurada o breve. Gélidos derroteros de la historia, que se
multiplicaron por miles de cuerpos, en otras guerras mundiales, allá por el
impasible carácter de Rusia, y la silenciosa Moscú. Apropiándose de las
guerras, ahora, en otros ríos. Monstruosos siempre…
El terreno es imperial como lo puede
ser un rancho familiar, o el interior de un coche, de atrás a adelante, de
derecha a izquierda, Bonnies and Clyde´s, como fotocopias del ayer en blanco y
negro, en parejas que se apartan del camino y acaban en la misma frontera, de
destrucción y muerte, pero con la mente de un niño. Gun Crazy, acaba perdida en el páramo de la batalla,
cubierta de penumbras, sin cuerpos desmembrados; mientras el monstruo, inocente
al fin, se marcha a conocer la inocencia en el adulto, que acabó con un pájaro inerte, y
juró amor, y a poder ser alegría. Azúuuucar.
Allí estaban desconocidos, como el
Jonh Dall que venía del monstruo de La Soga y se dirigía a la cruz de
Espartaco, y la desconocida habitual, en sentido contrario a la tigresa de
Fargo, la pantera peligrosa y fatal, de Peggy Cummins, antes de meterse en la
piel diabólica de Jacques Tourneur. Dicen que
La Maldición del Demonio, compartió cartel en el estreno, con La
Venganza de Frankenstein, ¿casualidad?… Ahí lo dejo.
Entonces dejando los caballos
amarrados, y los coches, la nieve y la niebla, toman el mando de las
ejecuciones venideras, lo que reclamábamos hace tiempo. Ya que los cabezas de
familia, siempre han perdurado, Noah Hawley sabe de las pesadillas que se
encierran entre cadenas y cárceles del alma, pesadillas clásicas con otro color,
reclamaciones de protección, persecución y ejecución, tal vez… y manchas
rojizas en el terreno, el cuello, las manos… algunas inútiles, como los ojos.
Reclaman su pasado en tono reivindicativo o vengativo, sí, es ¡Fargo! It´s
alive again…
Las Tigresas… y los Monstruos.
Lo son todo, sin ellos no hay
historia clásica, ni crímenes… ni venganzas. Ni madres que los parieran, o padres cosieran de retales... que llamarían magia.
Mientras se encuentran al borde del
río, que bien pudiera parecer una mesa matutina familiar de campeones,
inocentes con palabras, de amistad o amor… los lobos aúllan de hambre… o dolor.
No lobos, animales, sino monstruosos de verdad, qué ¿no es ficción…? Claro,
porque existen y vagan, y matan policías, o inocentes.
Las tigresas, madres, se reivindican
en su paz, y se ajustan a los tiempos. Y los monstruos, eléctricos, escuetos
semánticamente, con todo el peso de las palabras, de la magia y los tiempos, se
confunden… y al final, paladean el amor y sonríen. Aunque externamente puedan
parecer tétricos, vikingos sin escrúpulos, son ideales, e intentan hacerse con
la historia… Lo consiguen, por cierto.
Otros aspectos reales, más cómicos
como un matrimonio Sin Hijos, son menos atractivos y creíbles, por cierto,
fruto de un cine argentino y una productora española, en crisis. O los Secretos
de un Escándalo, que es un pasado, no resuelto, que vuelve a visitarnos, pero
tampoco demasiado verídico y reconocible, es una pesadilla de encuentros y
palabras, nada más. Sin embargo, en otro ejemplo de cine que cumple 40 añazos,
y recuerda a la fantástica pero desafortunada tigresa rubia, Farrah Fawcett, el
filme Burning Bed para TV, parece un retrato demasiado carnal de una penosa
realidad, la violencia doméstica… que sin duda existe, pero no se cuenta a
veces, toda la verdad. Como el consumo de sustancias o las costumbres malsanas.
Y con estos juicios, calientes como
aposentos, y frías rivalidades, Jon Hamm y Juno Temple´s al margen… pasamos a
la acción. De una noche de Navidad, sin defensa, a la muerte en directo de la
inocencia, por las bandas criminales, en la resurrección de John Woo y el
silencio sepulcral en la actuación del vikingo, Joel Kinnaman. Está bien sin
tirar cohetes, de la manta de la Paz y el Amor; mientras que la homónima, casi,
Violent Night, se pierde un poco en Solo en Casa, el Rambo de la Navidad de
David Harbour patriótico y aquel niño, vikingo… y la madre de otra que retorna,
Beverly D´Angelo con parecidos razonables a otras familias, desde una increíble
Succession a la magnificencia fría de una poderosa en Fargo. Abuelas tigresas.
Y en El Extraño… se ocultan los
monstruos. Tras unos barrotes envenenados por el poder y el dinero… o una
sonrisa. Hubo una que dijo, un día… ¡Dientes!, y en eso, tenía razón. Con una
sonrisa, se puede ganar la libertad… ¡O no!
Del salvajismo, y el patriotismo, que existe en Fargo, y es actualidad… A lo mejor, hablo otro día, o noche… o pesadilla… o desayuno, la comida más importante de la jornada. Juno y Jon, y el bollito, ya formáis parte de la familia, de lo mejor y lo peorcito, monstruoso, de Fargo. Puede que de la historia, Minnesota como posible réplica de Washington Dc., y de las armas típicas de Estados Unidos, también. Y Amén…
Y los monstruos, comieron no perdices, y fueron
felices… y, Jack Skeletor en su pesadilla real, pudo dormir, al fin.
No es la risa nerviosa de El Jovencito Frankenstein de Mel Brooks... Podría