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jueves, 29 de junio de 2023

Silo. Season I

 

Desde mucho antes que, Sir Arthur Conan Doyle escribiera aquella epopeya fantástica titulada El Mundo Perdido y la presentara en retrospectiva con la opinión o tesis fílmica... Yo busco que una historia pueda interesar a un niño con la perspectiva de adulto, o un adulto que todavía conserva la mirada de un niño...

Pues, realidad y fantasía, se han dado la mano, desde textos mitológicos o nuestra poderosa imaginación. Pero, con un cierto orden... ya que la visión de la extraordinaria Tierra de Maple White y el profesor Challenger, significa un compendio de ello. De la época y de las ganas de imaginar... y del rodaje de la versión cinematográfica, porque también debió ser una auténtica aventura.

Por cierto, igual de fantástica, vista en la actualidad como los críticos de aquella Royal Society londinense, esa primera versión cinematográfica del clásico dirigida por Harry O. Hoyt que infundiera el espíritu recreativo e infantil, de nuevo, a Steven Spielberg para configurar la génesis nucleótida del Parque Jurásico.


Pero antes, hay que remontarse mucho más allá... casi a épocas de la construcción de los mitos antiguos, para sentir que la historia se acerca mucho a la fantasia, y al contrario, dependiendo del pensamiento crítico de cada uno y su lucha interna con la poderosa imaginación. Platón, como el padre de la filosofía, se enfrentó con su conciencia crítica para separar el mundo sensible, lo imaginario o no verdadero; de aquello otro que si merece la pena, de verás o la verdad, que reside en el mundo del conocimiento superior.

Siendo éste, una especie de ascensión desde una determinada doxa, opinión o mundo regido por los sentidos,  a la epístome de mayor peso,  que sería esa cuestión verdadera del mundo inteligible, y siempre, a través de la dialéctica y la razón... Quizá, por eso al amor platónico, se le exige lo inalcanzable a penas... porque no se rige por esa regla.

En la fe, Platón o también conocido como El Ancho de Espaldas, quizá porque cargaba con las culpas de otros... pensaba que todos los términos importantes como bondad, justicia, virtud o la misma existencia del ser humano, proceden de unas creaciones inmateriales (o incomprensibles dioses) universales, que desembocan en teoría de las ideas y la de las formas. Lo perceptible por los cinco sentidos materiales, engaña a nuestro intelecto, ya que lo sensible debería ser desestimado y alejado de la verdad absoluta. Ahí llegamos, al Gran Hermano controlado por unos pocos privilegiados, que sería una copia de esta opinión o falsa idea de lo importante. El conocimiento... o la copia dirigida del saber.

Sin embargo, aquellos dinosaurios que parecían una quimera tras su desaparición hace millones de años (y coincidiendo con primates primarios), ahora corrían y se apareaban,  parecían más cerca del Nos. Luego, la modernidad trajo las posibilidades de un ADN en ámbar, anda que no se ha escrito... y la ciencia del cine, puso el resto. Magia, fama, dinero... como ha quedado demostrado en nuestras pantallas... Al final, la obra artística es un mercado... ¿es lo que quería Platón acaso...?

Quién sabe, si en la realidad fuera como en aquella meseta elevada sobre la selva amazónica... Nos comeríamos a los dinosaurios en un santiamén.

Claro, el filósofo heleno procedía del abuelo socrático, del hambre de conocimiento, y daría oportunidad a corregirlo a su hijo metafísico, Aristóteles, otro devorador de teorías, y no se iba a conformar... El primer gestor universitario, iba a proponer un mito llamado de la Caverna en el Libro VII, el de los capitales, para efectuar el paralelismo con un prisionero regido por sus sentidos. Volteado a la fuerza en la obscuridad ante una pantalla, donde cree que la realidad pasa ante sus ojos, pero que al escaparse de la exacerbación de una falsa realidad, pasa de esa ignorancia al libre conocimiento.

Ahí reside la metáfora con esta sociedad globalizada e informatizada en cualquier parte, móviles cargados para fotografiar posibles fósiles... A través de una pantalla iluminada en nuestras ligeras vidas, o ataviadas, con la consecuente inquietud que nos alimenta a diario, para querer ir al cine, consultar una propuesta determinada o, simplemente, olvidarnos de nuestra realidad. 

Es decir, pasar de una luz artificial, al conocimiento, a la luz sobre un largo viaje y los dinosaurios en las sombras... Que comenzaron siendo un mero contacto físico y no creyeron en la Academia de las Ciencias Naturales... Esto es lo insospechable, lo más difícil de conseguir. El Aprecio... pero el cine, siempre lo tiene.

En la película clásica muda, lo hicieron como en la novela de ciencia ficción, alejándose de las teorías científicas del detective de brillante intelecto, Sherlock Holmes, aunque también le animaban otras posibilidades poco naturales. Mientras que en el filme moderno de Mr. Spielberg, se conseguía a base de conocimiento genético, del ansia de aventureros científicos, para adentrarnos en una posible realidad pasada... que es posible en la fantasía. Tal vez, más allá... A veces, puede resultar horrible como todo. 

Terrible como la posibilidad de engendrar vida humana, sin la intervención de un óvulo y un espermatozoide, sino con una simple molécula privilegiada de la genética, una célula madre convertida en embrión. Y... ¿quién lo iba a decir? Pues el cine, como en aquella historia de Los Niños del Brasil tan ´presuntuosa` entonces... y peligrosa.

Sólo cabe decir que... Platón identificó el verdadero conocimiento como la idea del Bien o denominada epistemología... y ésta debe ser compartida por toda la sociedad.

 

El precio sería, ir apartándose de la política en varias ocasiones, hasta la liberación. Porque, sencillamente, acabaron desilusionándole las acciones corruptas o criminales, que siempre había considerado en manos de los más aptos y preparados. Sin embargo, probablemente, sólo viera o sintiera, que esta era una copia, el peso de la historia. O tal vez, una idea derivada de la idea inmaterial del mundo conocido. Es decir, otro engaño...

Lo mejor es que fundó la Akademia de Atenas, visitó Egipto e Italia, donde se le enciende la luz filosofal en piedra y desierto, después sería condenado, encerrado y hecho esclavo, y murió en el 347 a.C. con su Libro VII, o sin ella... como todos haremos. Era la idea de un ser humano, privilegiado eso sí... por su mente.

Silo de Mentiras...

Los silos son edificaciones, receptáculos o sacos que en forma de cilindro, sirven para conservar grano, arena u otros materiales orgánicos. En realidad, sería cualquier tipo de ubicación física que se significa por características diferentes como estancias subterráneas, profundidad, sequedad y la obscuridad interior en términos absolutos... de negritud. También para esconderse, personas o sus armas de destrucción masiva.

De momento, la serie Silo producida por AMC Studios para la plataforma de Apple TV, nos plantea una sociedad futurista transformada por un pasado apocalíptico, que desconocemos, pero no importa. Donde los ciudadanos, supervivientes en aproximadamente 10000 unidades y más, se ven encerrados de un exterior tóxico, en una realidad paralela... que no te cuento... ¿Para qué? Para fastidiarte la historia, pues no...

 Apartados del conocimiento, eso sí, de la teórica idea de su existencia, la prehistoria como evolución de unos dañinos primates, que les han llevado a esta pasarela de apariencias. Una madriguera viviente que se nutre de las entrañas de la Tierra y que se alza hacia las estrellas desconocidas u olvidadas.

Te diré, sobre la estructura espiral de varios cientos de pisos adocenados y un motor mecánico, generador de energía, no cuántica. Con engranajes como camiones steampunk. Y por tanto, fuente del mantenimiento orgánico que rige más arriba. Abajo están esos curritos, tan necesarios...

Algunos de los artífices metafísicos de esta serie, son los guionistas, hoy y mañana en rebelión, con el noruego Mortem Tyldum que escribiera elementos policiales del Jack Ryan de Tom Clancy televisivo o la miniserie, Defender a Jacob con Chris Evans (Capitán América, o la narrativa AI de Free Guy); sumándose el poder creativo del canadiense Graham Yost, que repartiera su mente entre Brian de Palma en Misión a Marte, la película La Última Fortaleza con Robert Redford, ejem... y James Gandolfini. Más la creación de la serie Metrópolis (no visionada por el escribiente) y una parte necesaria de los maravillosos guiones de The Pacific y Hermanos de Sangre... Para el jefe de sueños, Steven Spielberg.


Pero volviendo a los primeros escarceos del siglo pasado, podemos asistir a aquella aventura cinematográfica, maravillosamente sigilosa, titulada El Mundo Perdido de 1925, con sus dinosaurios sepia y otro colores evolucionados en cromos. Poseedora de la fuerza suficiente,  imperturbable a aquella historia de Sir Arthur Conan Doyle y la ficción científica, que tanto nos sorprendería en el futuro... Ya pasado. 

El Parque Jurásico fue una versión aleatoria de la modernidad genéticamente terrorífica ya, pues hemos visto virus de colores... dirigida por Mr. Steven y que, en apenas dos meses, cumplirá 30 añitos con todos sus dinosaurios digitales y algún esqueje animatrónico del tiempo ochentero. ¡Felicidades al escritor Michael Crichton que perfeccionó la creación desde aquella Westworld que residía Kirk Douglas... y a sir Arthur, que bastante le toca! 

Otra curiosidad de los efectos especiales de The Lost World, es que iba a ser el comienzo de una ciencia cinematográfica basada en la animación ´stop motion` a cargo de un artesano maestro llamado Willis H. O´Brien que tendría que vérselas posteriormente con los pelos indomables de King Kong, entre vientos de la isla y la Gran Manzana.


Todo parece obra de una gran imaginación... ¿verdad?

Pues en Silo, existen diferentes conexiones fantásticas, desde la caverna sensible de Platón y sus imágenes controladas por la gran mente, el ojo del Gran Hermano de 1984 ejercida por el pensamiento crítico de George Orwell, y las diversas opciones en que la sociedad se ve sometida a un amontonamiento vital en configuración de distintos niveles sociales. A la evasión de las reliquias... Bien podría ser un tipo especial de WW, sin ideas pero con las penas, aquí sin tratamiento informático o negado a los sufridos convivientes. 

Una Fortaleza Infernal o Escalera de Jacob del crimen, que ha tenido varias versiones como la Gattaca de los elegidos para la gloria, la confusión en la realidad de Matrix, con aquellos danzarines subterráneos... o la rebeldía callejera de The Warriors. También a la utopía destructiva de un extraño edificio en High-Rise, la familiaridad enfermiza de los Parásitos y otros terrores coreanos o asiáticos, como aquella en que un rascacielos de oficinas, se disfrazaba de gore... No recuerdo como se llama... ni la encuentro ahora.

Y por descontado, una paralelismo distópico más que evidente igualmente, con todas sus versiones maquineras, incluida la última serie discutida, basada en la novela gráfica El Rompenieves de origen francés y terminal en los gigantes Park Chan-wook y Bong Joon-ho.

No todo lo que vemos es la realidad, o sí... sentimos. Tal vez, nos estén ocultando algunas claves para que, los presentes, no sepan a qué atenerse, a qué aferrarse... a no ser que fuera a ese motor steam que tanto les ilumina en la obscuridad de sus días... A quién amar. Porque el control natal es una ley de excepción para todos, la base de una Fortress, al igual que la información y el registro de los conocimientos científicos, el primer gafapasta de la nueva historia.  Con los recuerdos de un exterior prehistórico ya, y las aventuras clásicas que peligran debido a la contaminación del ambiente terrestre, al conocimiento del todo, pero de nada... El movimiento real de las estrellas en el firmamento, mezclando las elecciones... y la informática, de nuestra era globalizada.

Ser o no ser, esa es la cuestión del Silo... Pero, ¿qué es el amor platónico...?

Estructura... del silogismo.

Le pese a quién le pese, los únicos que pueden hallar la verdad, en el crimen, son los investigadores. No todos, porque algunos policías han podido caer en las garras de la corrupción o el delito inherente... Mas, en el Silo (no del Testigo Único, ojo, con Mr. Ford), la búsqueda de dicha verdad, o la realidad metafórica dispuesta en niveles de poder, se presienten como las amenazas inequívocas y en silos se esconden los motivos. Silenciosos, como una memoria inutilizada.

Cada uno posee las suyas, pues en la falta de información, desencriptación del mecanismo, los lectores o espectadores, hacen sus cábalas ocultas para seguir manteniendo el interés... Y no desprenderse de esta madeja. Además, si no has leído la raíz criminal en los libros casi homónimos como es mi caso, Las Crónicas del Silo, escritos por el norteamericano Hugh Howey, existen claros referentes detectivescos y estructuras distópicas puestas a disposición del silogismo final.

Algo que se va complicando, a muerto, puede que asesinado, por capítulo, en sus primeros debaneos con el exterior y un conglomerado jurídico-político, que recuerda a otras obras. Pongamos ese 1984... en perspectiva y la observación de una estructura similar de planificación distópica, realidad alternativa, secreta, al acecho de las costumbres y los sueños, de inquietudes por el conocimiento libre y, por si faltaba poco, una estrategia social para el control de la natalidad.

Se podría comparar con algunos regímenes autoritarios y ocultadores de la verdad, con un red de espionaje que comprime los derechos ciudadanos, una educación guiada hacia la comuna global, pero interesada en la escasa proporcionalidad del conocimiento entre sus miembros. Y una justicia adecuada para mantener prioridades comunitarias en primer lugar, por medio de un supuesto Pacto o democracia electoral. 

Vamos lo que viene siendo un cierto tipo de políticos populistas, que se han puesto de moda, más aún tras la pandemia y el recorte generalizado de libertades... Más a más, en este Silo social que asemeja a comunista, el motor se gripa y el cabecilla de la red, está interpretado por Tim Robbins. Actor crítico con todo, del que habíamos perdido la pista hace aproximadamente cuatro años, feliz regreso Tim.

El papel protagonista cae en las femeninas dotes de Sarah Fergusson (Dune y en la próxima Misión Imposible, ambas con dos partes) que es cabeza reproductora también, pues la sheriff que intenta tirar del hilo vertical, posee el cerebro de parecidos razonables. Otros agentes individuales y valientes, como por ejemplo, el Sean Connery de la fantástica Atmósfera Cero de Peter Hyams, que nos remonta al Sólo ante el Peligro de la profundidad oscura de los silos de grano. Nos recuerda que, este director, precipitó las persecuciones narrativas de Cazador a Sueldo y otras investigaciones criminales, o como adepto a la farsa, en otra película irreal que me encanta, llamada Capricornio Uno. The Space...

Como dije, cada capítulo, un desencuentro... Los cameos son fuente de flexibilidad interpretativa, en ellos tenemos a un David Oyelowo, que se coloca la escafandra y da un paso al pasado de InterestelarNolaniano, o la búsqueda de la verdad entre criadas y su señora, una voz superiora que le manda. Ian Glen, como padre que no podía faltar en una familia cinematográfica y médico especialista, que tampoco debe. Ya conocemos su personalidad dedicada desde Juego de Tronos o la saga Resident Evil. Y un huequito especial para Will Patton, como miembro residente de los sheriffs arrepentidos del viejo Oeste o Silo, que ha pasado de empezar caminando Sin Salida, o encerrarse en la agorafóbica Copycat, a la trampa ambiental de las serie La Cosa del Pantano de DC (remito, no estaba tan mal) y este poli, pensante a horcajadas, del Silo con Estrellas... Falsas, no. Porque son cameos, de varios capítulos y se agradecen, mucho.

 El listado se puede convertir en una hélice helicoidal, una carrera de resistencia hasta la cima, pero sobre todo, tendremos que acordarnos de Ferdinand Kingsley porque viene de The Sandman y es el hijo informático por excelencia de la torre inversa, como aquella Fortaleza Infernal, que lanzaba al freak al estrellato, pero un poco mejor. Pues allí acompañando a un impasible Christopher Lambert que venía de arrasar con Greystoke y Los Inmortales, estaba un Jeffrey Combs, salido de las entrañas de la bestia cómica en Un Hombre con dos Cerebros y Reanimator, con gafas. También Clifton Collins Jr. como Nino Gómez curiosamente (Westworld y El Callejón de las Almas Perdidas), a Kurtwood Smith (Resurrection) imposible de desencajarle en la villanía comenzada con el mejor Robocop ochentero y Aquellos Maravillosos Años. Y por supuesto de Stuart Gordon, que aunque en Fortress no estuvo muy fino, siento algo de debilidad zómbica, sónica, límbica... Todo tiene su conexión.

Entonces las claves están sepultadas en varios cientos de metros, o lo parecen, si no eres suficiente inteligente... con encriptados en una cápsula del tiempo al igual que el ADN mitocondrial, inscrito en las huestes de El Ejército de los Muertos y la búsqueda de la superficialidad en Las Vegas, pensando en revolución; y más concretamente en el laberinto informático de hace 50 años aprox., cuando los discos duros eran los reyes de la ubicuidad lógica. Para silogismos, los suyos... La salida o solución, parece que sólo puede ser violenta, como la Decisión de Partir, enterrada por pasión, amor o cualquier otra diversión acuática... espléndida investigación del raciocinio caótico en la mente de un coreano inolvidable, conocido como Park Chan-wook y sus mujeres violentadas, pero poderosas. Pues, ahí estamos también... realidad o no.

Con los peores vecinos del Mundo, en los cuales se puede agriar su carácter por la pérdida, de la memoria, y adentrarse en una especie de disparidad social. Ya sabes, dualidad estilo al cavernoso Metrópolis, dos niveles muy diferenciados como en Elysium, la memoria articulada en el fenómeno de Días Extraños o Blade Runner, y la naturaleza kaftkiana de los eventos pasados y futuros, como la ocultación del rostro del poder en They Alive, el paralelismo completo de la investigación física en varios niveles complejos, falsos tal vez, pongamos la búsqueda de lo surreal en Twin Peaks, que empezaba con un cadaver, la excavación moral de Desafío Total, el mundo colorista de Altered Carbon, yo me quedé con ganas de más, o hasta, ciertos capítulos de Black Mirror... Próximamente en mente.

Vamos p´arriba, p´arriba, al último piso... ¡Ándale, Ándale!

Un Club muy longitudinal...

Estas películas post-apocalípticas, enclaustradas en cubículos, más o menos colectivos, se desarrollan entre piezas que van encajando poco a poco, episodio a episodio... temporada por temporada. Esperemos que no demasiadas, para marearte. Otro día hablo de esos cubículos... 

Serían como un juego de Tetris, descendiendo en posición vertical por la pantalla y acelerando el ritmo, con esa cancioncilla, en este caso compuesta por Atli Örvarsson que tiene ecos sonoros, me parece a mí, a la serie Westworld. Incluso cuando cierras los ojos y entras en estado catatónico, en sueños digo, sigues oyendo el ritmo, viéndolas caer como un martirio soviético y les das vueltas hasta que encuentras la posición correcta para eliminar otras filas. Muertes de la ingeniería geométrica jueguil de primera generación.

En fin, que la película Tetris del director Jon S. Baird (El Gordo y el Flaco, Vinyl!) recorre ambas escenas dramáticas y cómicas, la realista que transcurre por una Rusia ochentera con las buenas interpretaciones de Taron Egerton, Sofya Lebedeva o Toby Jones, más un reparto de artistas localizados; y la más irreal, que transita órdenes entre el oficialismo y el KGB, provocaciones comerciales y amenazas familiares, la propiedad en un contexto político incierto con los comunistas, o luchas intrínsecas del novedoso mercado de videojuegos entonces y diferentes compañías electrónicas que empezaban una carrera fulgurante... O no, depende del lugar. En busca de la cuadratura más redonda...

Ahora que caigo... hablando de cuadraturas. Fue antes del rodaje de El Mundo Perdido, anterior a la escritura novelesca de dicha aventura por Sir Arthur Conan Doyle, casi treinta antes que la creación del propio Sherlock Holmes... 


Cuando se creó en Londres, según la reunión de Cheltenham con Joseph Hooker (director de los jardines de Kew) y un jovenzuelo Thomas Huxley que defendía a Darwin en su Teoría de la Evolución y describió su Teoría Vertebral del Cráneo, que debían concentrar esfuerzos con las mentes de biólogos y zoólogos, para evolucionar la ciencia de la época. En contra de los llamados "leones rojos" o viejos aristócratas de la sociedad victoriana.

Así se instauró oficialmente, El Club X de la Royas Society, con la incógnita por bandera, en número décimo y el rechazo de cierta ortodoxia cristiana que mandaba por ley, ante una interpretación más cosmológica y naturalista. Vamos que buscaban el poder científico, más o menos, como en estos momentos de reflexión globalista, para cambiar la sociedad... ¿el mundo...?

Darwin pensaba que la competencia entre personas es básica ante la escasez alimentaria, aún no se hablaba nada, of course... de la necesidad de comunicación en los hogares, pues los ordenadores eran embriones palmarios del cerebro humano. Y el único disco duro eran las obras impresas y el conocimiento de los huesos enterrados de antepasados, sedimentos y dinosaurios. Pero también que los obreros, por la búsqueda de esa corporación de cargos electos de los mejores, sentían tendencia natural a cierta holgazanería... No lo digo yo, que conste... Aunque, todos deseamos más tiempo libre, si cabe... Por entonces, existían más motivos raciales o diferencias de clase, que abrazaban la teoría del Eugenismo.

Pues, algunas de esas consideraciones y teorías fuera de lo explícitamente necesario o científico, eran discutidas en aquellas sociedades casi exclusivas de estudiosos combativos buscando la identificación del grupo, que quedan reflejadas en los rifirrafes del comienzo de la expedición al Mundo Perdido.

Cuando les sobrevino el deceso esperado para todos, la sociedad era ya un tanto anacrónica, pues los nuevos científicos habían cambiado, más especializados en las distintas categorías, separando lo social-político, de otras consideraciones. Donde las universidades, que siglos antes los españoles habíamos construido en el Imperio intercontinental, se convertían en una ventana abierta al mundo humilde de la ciencia compartida. El fin de las sociedades secretas a parte de la Sociedad Real o el Athenaeum perseguido por Platón... identificado en el poder de los electos, los mejores en Jurídica y el conocimiento de El Pacto marcado a sangre en el Silo.

¡Los tiempos cambian... que es una barbaridad!


Y ahora, aquel joven y apuesto aventurero, excreción del periodismo atávico, dispuesto a todo para hallar las huellas del amor, abrir la puerta al peligro y hallar al romántico en la ventana... Nos vuelve a visitar, en contra de todas las vicisitudes sociales de los países, la explotación de los recursos, las guerras, las alimañas que esconden, los casos esotéricos y más allá, hasta vimos el espacio... hasta la dirección de la cuestión científica y la acción trepidante en lo visual.

Indiana Jones y el Dial del Destino, con James Mangold (Logan, Le Mans 66), nos visita a través del tiempo, no perdido, como aquellos bichitos del Cretácico ante el gran Chicxulub que impactara sobre la costa del Yucatán. Recuerdos monumentales de lo que puede venir, y carnívoros seres, cazadores, muy anteriores a la existencia de los primeros homínidos en la Tierra en contraposición al escrito del creador de Mr. Holmes.

Es lo que ocurre con la aventura y la carne... que al final llega la ciencia... y todo lo cambia. Es, ¿imaginación... o realidad? ¿qué comes... qué piensas?

Tú decides, como sucesor de Indy...

Si bien, iempre habrá alguno que te suspenda, lejos de corriente generalizada. ¿O no...?

SILO -  Apple TV+ Original Series Soundtrack


Conclusiones finales... A esta especie de tesis cavernaria y filosófica, he propuesto terminar la argumentación con un silogismo de la infamia habitual de la vida. Y es que uno se pone a investigar a tipos/as, como buen sheriff del cine, y se encuentra hablando finalmente del ADN, con lo cual se puede llegar a dicha conclusión... Gattaca fue un hito moderno al acometer estos asuntos que, ya en poco tiempo, se volverán indispensables, y segundo, que si hubo un actor elegante y que dejaba su ´huella` en todo trabajo que realizaba, ése era Alan Arkin. Un profesional, hijo de inmigrantes ucranianos judíos, que ganó el premio Tony en su primera interpretación en el teatro de Brooklyn, para a continuación, conseguir dos nominaciones casi consecutivas en las primeras películas en las que participó en Hollywood, como la desternillante ¿Qué vienen los Rusos?, del admirado director Norman Jewison, entre otras autor de El Violinista en el Tejado, Jesucristo Superstar y la última incorporación de Garci a su programa, la excelente En el Calor de la Noche.
Y después de su estreno, Mr. Arkin se encamina al drama de la Gran Depresión en las tierras sureñas con El Corazón es un Cazador Solitario, junto a la musa de Clint Eastwood, Sandra Locke... y nos robó el mismo, porque Alan Arkin hacía todo bien, incluso perseguir el Adn de Hawke, Thurman y Law, sin quitarse el sombrero. D.e.p. Actor!
Tráiler Los Niños del Brasil, de Franklin Schaffner. Director de El Señor de la Guerra, Paton, el encarcelamiento de Papillon y el experimento genético involutivo, o no... de El Planeta de los Simios

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