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miércoles, 19 de octubre de 2022

Stranger Things. Season IV

 


A mediados de los ochenta, todas las historias parecían tener una segunda vuelta. Al cumplir años, puede que nos hagamos más duros, más sinestros... ¿tal vez? Con humor, eh.

Las pesadillas podían ser muy cortantes y se hicieron realidad, a través de las manos forjadas con estiletes de acero afilado y un habitual derroche de ironía sangrienta. En 1894 nace uno de los asesinos en serie más burlones de Hollywood, recordando aquella calle en que JFK fue asesinado.

Era un tipo algo coqueto, muy duro, mi novio es un zombie... resurgido, ácido al estilo tradicional, carnicero de pueblo, bastardo de pasado siniestro que arrimó su cuchilla a las sardinas más inocentes de nuestra sociedad moderna, un destripaterrones, hijo de cien maníacos, ¡vaya! La violación fue su origen, la matanza de animales inocentes, su psicopatía social... un sádico por naturaleza.

Es decir que aquellos pescaditos indefensos, crecieron al albor del 1428 y murieron por su malsana conciencia, eran los jóvenes acuchillados que forman parte de una familia extendida en el horror del cine. 

Todos le recordarán como el asesino de los guantes manchados y su famoso jersey a rayas, ¡vaya vaya, aquí no hay playa! Pero si divertimento, con Freddy Krueger de Elm Street.

One, two, Freddy's coming for you!   - (Todo empieza por el: Uno, dos, Freddy viene a por tí,

Three, four, better lock your door!  - tres, cuatro, mejor cierra tu puerta, 

Five, six, grab your crucifix!       - cinco, seis, toma tu crucifijo,

Seven, eight, better stay up late!   - siete, ocho, mejor quédate despierto hasta tarde,

Nine, ten, you'll never sleep again! - nueve, diez. ¡Nunca dormirás de nuevo!)...

Pero, aquellos padres lo hicieron, aunque la gasolina estuviera cara, vemos que su rostro deforme es la muestra de las pesadillas... Por el momento, porque el Krueger no se rinde jamás y regresará... SSScretch!

El actor californiano Robert Englund, antes de ese despegue sangriento entre el 1984 y el 85, empezó sus estudios en arte dramático cuando tenía la edad de ser degollado por algún psicópata de las películas de horror... unos 12 años cursaba. Pero alejado de los grandes éxitos comerciales, en cambio, se dedicó a actuar en pequeños círculos teatrales con clásicas obras de Bernard Shaw o W. Shakespeare, como manda la tradición anglosajona. Bueno, ya hablaré de esto otro día... Hasta este papel de su vida artística, con 36 largos de carrera, hasta entonces.

Sin embargo, antes de la llegada del tejedor de Wes Craven y su manía con los adolescentes dolosos, y anterior a aquella canción (Dream Weaver), el bueno de Robert ya había trabajado en otras comidas de olla, cercado entre cocodrilos de Tobe Hooper, galaxias de terror experimental (tras el Alien de Mr, Scott) y movidas con los músculos de Arnold Schawarzenegger, gracias a Jeff Bridges y el director Bob Rafelson. 

Sin dejar de soñar también en pequeños papeles para series famosas de los 70, aunque especialmente destacará en V y la siempre interesante, Muertos y Enterrados de Gary Sherman... y otro asesino en serie para el recuerdo.

Recordar que entrada la década de los 80, por aquellos mismos años del estreno de la saga, se estrenarían películas con esa segunda vuelta como Demonios de Bava y el asesino nocturno de Lamberto, la enésima resurrección de Jason, los poltergeist duplicados, la versión marcial de Tobe Hooper y una replicación horrorosa en aquella casa de Texas... además de una tercera psicosis descafeinada ya... siempre con el inolvidable Mr. Perkins.

Igualmente existirían otra serie de criminales desorganizados y abominables, ligeros como una mosca de Cronenberg, un Stuart Gordon con otro ejemplar Jeffrey Combs llamado Desde Más Allá, el notable Henry de John McNaughton y Michael Rooker, una casa encantada por Steve Miner y William Katt (el superhéroe casero de Norteamérica) y muchos cuernos musicales... el extraño caso del Truco o Trato, con el guitarrista de Motörhead, Eddie Clarke, la lengua eléctrica de  Mr. Gene Simmons y Mr. Ozzy Osbourne. Yeaaah 2!

En ese 1986, hasta una con Alice Cooper en España, que no me acuerdo.

La canción infantil, simplona, esquemática y poco pegadiza...  salvo el comienzo de la letra, que con sangre entra... se incorporó a antiguos cuentos típicos de diversos medievos y episodios fabulosos que asustaron a generaciones completas de infantes en su época. Se busca dar respuesta a hechos dramáticos que ocurrían en las camas enfermizas o crímenes, a falta de rock, por sus calles oscuras y sinuosas como la piedra pómez. 

Existía una especial y considerable tendencia a generar monstruos de armario con esencia paranormal o desproporcionadamente fantástica. Ese era el problema, que suelen ser más cercanos como vecinos o amigos, incluso familiares.

Aunque hablando de canciones... el rock y el heavy metal, se hizo presente a mediados de la década, con el Turbo Lover de los Judas, el gran Maestro de las Marionetas de Metallica, una Ruleta Rusa con Accept, en algún lugar del tiempo siempre habrá una de Iron Maiden y un Orgasmatron con Motörhead, the Queen of the Reich, Striper y Slayer, Sepultura, un Warlock, Ozzy y Malmsteen, y sexo y doctores con los insomnes W.A.S.P. Ahí queda eso, ¡Matthew Modine!


Y es la hora de ´cortar` el rollo y el homenaje a Mr. Robert Englund, sólo de pasada, porque la serie Stranger Things, ha despertado de su letargo o el frío invierno de la antigua URSS, como bien recordará el mítico Arnold de su misma edad, perseguido en aquel encuentro nevado de Red Heat.

Encantados niños... ¡Esta es vuestra casa!

Pues bien, aquel salteador de almas en los sueños oscuros, ha ido dejando huella en nuestro pellejo y la sonrisa de bufón, pues nos conquistó con pústulas, coñas marineras y dientes corroídos por el vitriólico estertor en el interior de la sociedad. Su humor improcedente, siempre ávido como buen comedor de espíritus endebles o corrompidos, pues el sarcástico  Mr. Englund nos ofreció su golpe de gracia con esa sonrisa metálica que metía miedo en sueños en serie. 

La secuencia de muertes sería imparable, hasta nuestros días y más. Cada vez aún más disparatadas y sangrantes, en un franquicia que parece no pasar de moda... al menos, en el recuerdo no avivado.

Pesadilla en Elm Street dirigida por el admirado Wes Craven se basó en historias reales procedentes de Asia y un susto personal de infante, aportó lugares asfixiantes recordando su primera y última casa a la izquierda, que es otro tema del terror... las casas malditas, como buen admirador de Mr. Hitchcock. Y bien destapó el frasco de las esencias de los movimientos Rem, reprodujo conmoción onírica en los espectadores del mundo y atravesó fronteras, por no decir la carne en mundos paralelos.Se recuerda, a pesar de que el paso del tiempo, pueda condicionar el realismo gráfico de la era con los efectos esenciales y cicatrices, si bien mantiene la gracia de aquella primera incursión del psicópata irreal por excelencia, don Freddo.

Veremos si otros como este Henry o Vecna, o Uno cualquiera que nombres hay en el cine terrorífico, llega a estar a la altura de nuestras pesadillas a mediados de los ochenta, porque en la serie pasaron dos años de aquella pesadilla.


Ay, las casas... sabía un poco el tío Alfred H. de cómo fotografiarlas en el horizonte y a veces te susurraba cosas como "Dales placer, el mismo que consiguen cuando despiertan de una pesadilla", pues eso... Qué Stephen King tomaría buena nota, imaginen un hombre sentado en el sofá preferido de su casa... y hala, a crear mundos alternativos. O acaso, la buena de Winona Ryder no tendría uno de sus mayores éxitos en el filme Bettlejuice de la casa fantástica de Tim Burton... ¡eh!

Sin embargo, en esta cuarta casa de The Duffer´s, junto a Shawn Levy y los de Netflix, las referencias son más que evidentes, no se esconden para nada... es un legado activo ya de la serie.

Como también es fehaciente que el casting ha triunfado, todo funciona como un reloj de pared, que te llama con ese tonillo de enumeración y exaltación de la hiperrealidad, conformando una serie de nombres que veremos en otras producciones, si les dejan... o no mueren en el intento, es broma... claro, de Krueger. :) 

Nada parece cambiar... ¿o sííí?

Rock is an Hero.

Ya que la sangre derrochada a bocanadas, no es suficiente para un ambiente juvenil de esta clase, no vendrían mal, unas notas de color y alguna sustancia que te lance al estrellato, digo a las estrellas... Bueno no, a otra pesadilla del lirismo clásico, lleno de baladas románticas y rock clásico, desde Kate Bush omnipresente a Kiss, Beach Boys, Talking Heads, Extreme, Metallica, Journey, Siouxsie and the Banshees, Vangelis, James Taylor, The Police... y la Creedence. Esto pasando por el disco Moby, los patines tarzanescos de Baltimora y Rock Me Amadeus. Y claro, Ella Fitzgerald & Louis Armstrong . Oh yeah!

Ah, la b.s.o, comienza con un What’s the internet? de Kyle Dixon & Michael Stein, recordando los comienzos que se tuvieron con la dichosa, informática globalizada.


De esto, Mr. King sabe un poco, que se ha metido con móviles o recordando a Christine en los ritmos roqueros, u otras que se quedaron contigo y un cadaver. 

Por supuesto, uno de sus admiradores esenciales fue John Carpenter que ya se había fajado con monstruos humanos, casi, en la archiconocida extractora de almas humanas conocida como Halloween, otros mundos oscuros más espaciales,  de color negro estrella, como referente otra vez a la escritura de Álien por Dan O´Bannon. Todo está conectado.

Y el mundo del rock, también, vaya si lo está... la ciencia ficción, lo fantástico y fantasmal, lo gótico, irreal, onírico, los besos... los castings juveniles, las drogas, las carreras en vehículos, los ambientes estudiantiles y atropellos varios, aventuras de EGB, institutos, universidades llenos de acné, los ligues y condones, los primeros pedos... litros de alcohol, corren por mis venas, mujer... y Eso.


Freddy. poco a poco, amplió su repertorio, tras sus efímeras apariciones en serie, creando un monstruo incorruptible y perfeccionando en secuencias más divergentes, atrevidas, bestiales, vitriólicas y adictivas, dentro de la confusión dramática del antihéroe. Algo que emerge para enfrentarse a otros monstruos, más reales en la sociedad moderna. Esto ya es una locura, pero... Stranger Things 4, empieza así, creando más tensión narrativa que aquella pesadilla, más tecnológica si cabe, a pesar de la implosión de enormes chips.

Jugando en sueños y elaborando mejores diálogos, calabozos y mazmorras que lanzaban hechizos, guerreros enmascarados, palabras más crepitantes u ocurrentes, como pesadillas posteriores que tapaban la realidad con recortes sanguinolentos y magia. 

Los ochenta, de Masas que devoraban provenientes de otros planetas, o quién sabe dónde, al estilo de la obsolescencia de The Blob con el mítico Steve McQueen y su revisión, más plástica y visual. con Pintas de rockeros, él por entonces... luego, convertido en un héroe rubio del Séptimo Arte en diversas guerras, duro como el acero y piloto de bugas.

En el lado menos dramático, los duos satíricos y bastante pasados, que aunque bebían de las fuentes de El Gordo y el Flaco, se alucinaron con otros aspectos, desde que Cheech y Chong, se montaron en una furgoneta, perfumada por los ahumados. Las carcajadas instigadas por la naturaleza, se sugestionarían aún más, con la llegada de Jay y Bob, amamantados por los pechos de Kevin Smith y otras materias, menos alimenticias. En fin, ellos se pondrán también, los antifaces que corresponden a los héroes.


Es la hora de batirse en duelo heroico, como paladines o trovadores, las músicas salvadoras son su emblema, vampiros como rebeldes, que vi, no aquí no, por ahora. Porque hay unos bichos voladores también, enmarcados con sonidos conocidos en el panorama musical y la mayoría de aquellos que revivían sus miedos en sueños en el pasado, éstos ahora, quizás no tanto, pues los tienen constantemente en las pantallas de sus móviles. 

Legendarios antihéroes plantados a las puertas de la Quinta adolescente del horror (más caña) y la dimensión, pegándose a la raíz de otros seres espectrales, generadores de máscaras casi inmortales, dueños de la entrada a un inframundo, cancerberos... ¡No miro a nadie! 

Es una niebla, mental, que no cesa... o no, ¿Mr. Carpenter? De la que nació, la misma Jamie Lee Curtis, hija del Tony más estrangulador en otras calamidades y la Janet de Scaramouche con sus luchas a espada, touché mon amie, igualmente se pasearía con los incipientes roqueros en cueros de Touch of Evil (una de mis preferidas, ever) o la casa del Psycho por excelencia, qué más puedo decir... Nada.

Y dicen que el que nada, no se ahoga... hermanos Duffer, amigos del alma, colegas, pasantes y padres con hijos.

La consecuencia es que los jóvenes acudirían en masa a su encuentro, ¡a las dagas!, se rociarían de alcohol y rock corriendo en sus venas, discotecas en la barra y Mr. Englund, convertido en una especie de mito que se reía de ellos. Son los amos contra los corderos, una simbología carcelaria que los hacía sufrir mucho, tarareando todo el rato, con su walkman de otra época, viviendo una y otra vez, sus pesadillas, sus comidas gourmet a lo Lecter, otro que tal baila,  hasta que no podían más y se entregaban, lanzando sus patines, tras ser Carrie´s de la vida, vivitas y coleando, esperando a ser la reina del baile. Eleven lo sigue siendo, con todos sus poderes que maneja drones de toneladas...

Soñando hasta nuestros días, extraños, entrañables... digo... ¡acucillando! que es gerundio engendrado bajo las tinieblas.Por supuesto, la casa es su escondite, una morada a conquistar, rodeada de luces que vienen y van, sonidos crujientes, cuerdas metálicas, lagrimas de niños, jóvenes con acné y otros que han pasado los primeros derrotes de la adolescencia, y piensan en futuribles... reproducciones de tímidos y soñadores.

Asomados a los huecos temporales, que traen recuerdos. Resplandores en la obscuridad, Memoria de Jack y Carrie, millas por el verde, la marihuana, por supuesto, de la bocas del miedo profundas en el interior de la mente, fuerzas telequinéticas y chips que salen del cuerpo, bichos de los cuarenta que aumentaron hasta los 80 y más, torturas del suspense en mazmorras gélidas y... mucha Niebla, más los sueños del rock&roll.

Los Chicos de la Bici.

Los Cinco, goonies, bicivoladores, que se acomodaron a los rescatadores, de ET´s, alrededor de adultos Juegos de Guerra, jóvenes caídos como rebeldes sin causa o con ella, conversaciones con teléfonos negros, mientras otros siempre con un sonrisa en sus bocas, se enfrentan con generaciones vampíricas o apoderados tutores en Noches de Miedo, generando absurdos y chistes sexuales, casi de Porky´s, primeras adicciones aún lejos de los efluvios de Coppolla´s, que empezaban a tener otras inquietudes vitales pensando en el futuro y, escuchando éxitos absolutos y clásicos, como Stand by Me.

Aunque las familias intenten protegerlos, ellos se lanzan a la aventura como aves Phoenix, como Exploradores, en sus Idaho´s privados, incipientes cowboys de drugstore, cuenta con nos... contra las fuerzas profesionales del estado, las antinaturales, como dije, siempre ocultos por esa especie de calima peligrosa de un verano del 84... la de la hierba, o la niebla... que es Vecna.


Aquí y en este momento, es como una red peligrosa enterrada, congelada en el tiempo, ahí que hablar de Frank Darabont... que, psicológica, metafísica y gráficamente, tenía pensado reproducir la multipolaridad social en blanco y negro, como un hijo propio... siendo del novelista. En cualquier rincón se podían esconder los mismos monstruos, con mayor muestra de alienación, igual que pequeños chupadores de esencias vitales (Lifeforce es otro referente a reclamar) y los gigantescos animales prehistóricos que no llegaron a conocer nuestros debaneos mentales... si no, nos comen. Vamos una especie de Annihilation para madres y Natalie Portman.

Las bicicletas ya no son para estos veranos, aquí hacen falta cadenas más potentes, quizá las de Hellreiser, en paralelismo evidente, pues hay que derribar a verdaderos colosos, sedientos de sangre, infectados en red o veloces devoradores de cerebros o almas. Tal que negocio piramidal... Conectando los distintos seres que describe Mr. King en sus historias de pesadillas en el hielo o un infierno acalorado en las alcantarillas, dando más y más vueltas. Cosas de otros mundos, vuelvo a repetir, payasos psicópatas a derribar, que necesitan armas más concluyentes definitivamente.

Por supuesto que la pareja Carpenter/King, tal que ahora los Duffer´s Bro, tomando las riendas de la nostalgia en el sentido narrativo y visual, de forma uniforme, guerrera y total; porque Stranger Things IV, se encuentra con esas historias grabadas sobre nuestras vidas, llenas de coches con vida propia, absorción de sustancias vitales o no, poderes gubernamentales y ejecutores inclementes, inocencias manchadas por el acoso mediático o la intransigencia social, métodos coercitivos y torturas variadas salidas del frío, escritos encriptados y tiroteos, chupasangres voladores, raíces familiares y variedad genérica, presencias sobrehumanas en mundos alternativos, demiurgos confusos entre el bien y el mal, y sobre todo, escondidos bajo muchas capas de esa Niebla.


Algunos pedían más ritmo tras la tercera temporada de la serie Stranger Things... je, je... ya que podía caer en una repetición de los acontecimientos en sus universos paralelos y las muertes reiteradas. Más excitantes, extremadamente eléctricos... más duros, en consecuencia, pedían... Y los creadores con sus actores, se han disfrazado en un momento de Freddy´s, para hacernos viajar en el tiempo de nuevo. Conducir alocadamente por los derroteros que perpetraron otros generadores incombustibles de pesadillas mortales, como el director neoyorkino Mr. John Carpenter y el novelista más versado en mentes y espacios irreales, acostumbrado a escaparse de la gran ciudad... hacia Hawkins, Indiana, y El que todos nombran como rey de las tinieblas, de mundos paralelos, Mr. Stephen King.

Las cuerdas metálicas siempre estuvieron presentes combinadas con músicas ambientales, en aquellos maravillosos 80´s, porque incluían motivos desmadrados de videoclips o películas de terror, e infundían su carácter rebelde... cuando no, macarra. En Elm Street, renace la voz por excelencia del metal y el guerrero de la noche, que quería salvar a los niños, Mr. Ronnie James Dio.

Además, nuestros protagonistas preferidos han ido creciendo en un abanico ampliado de personalidades, con otras inquietudes más adultas y la promesa personal de no dejarse contaminar por el éxito, u otras sustancias compremetedoras... Bueno, no tanto... se puede echar más carne en la parrilla, Esa Casa... Ese Bicho.

El heavy metal, el rock clásico, los ritmos más envolventes o alucinatorios, se mezclan con los efluvios derrochados por el reggae o el pop de discoteca, con parejas que recuerdan a tipos fuera de órbita y sus Hellfire particulares. A los personajes que han dejado una huella juvenil cambiando ruedas de bicis, por llantas y ordenadores, se suma el mayor peso genérico de Maya Hawke, la presencia alucinógena de Eduardo Franco, el odiado interpretado por Mason Dye, un futuro Jason tal vez, el hombre sin rostro, actor alemán Tom Wlaschiha, y la dualidad de un renegado, entre juegos, pasotismo acobardado y una evolución heroica de la que desconocemos su exigencia, en la piel y la chupa de Eddie, Joseph Quinn... más el homenaje Victor Creel, Robert Englund.

Este es el camino que ha elegido el elenco para Netflix, haciendo un pequeño, gran guiño, a aquella escena mítica ya, de Anthony Hopkins en El Silencio de los Corderos, con las nuevas Clarice´s ante él, a las puertas de Vecna o las prótesis de Jamie Campbell Bower y la distinguida presentación de un ¨monstruo¨del género fantástico como Mr. Robert "sin cuchillas" Englund.

Por tanto, cabe decir por mi parte... ¡qué nunca cambie!

Y si lo hace... ¡qué sea para mejorar! El Club del 5, a las puertas de Vecna... del Infierno.

Cinemomio: Thank you

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