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domingo, 29 de abril de 2018

Peaky Blinders. Seasons III-IV


Los años pasan lentamente, ahora estás más seguro con tu traje de marca, casi italiano, hasta ese preciso momento en que las responsabilidades familiares atajan otros caminos, cuando las canas y los problemas internos comienzan a estallarte sobre la cara impertérrita.
Sí, Mr. Thomas Shelby... atrás quedaron las chaquetas roídas en los codos, hoy enfundas tu dinero con gabardinas impermeables, que estilizan vuestras figuras de Peaky Blinders en otras esferas y ciudades populosas. Sobre aquellas deflagraciones callejeras y el humo gris de Birmingham, las presiones económicas y las persecuciones de aquel policía parecen una eternidad, en I y II. Ni sombra queda en los suburbios, del retranque de madera, de las amenazas veladas en confesionarios, de los grandes caseríos inalcanzables y sus juguetes en carreras de caballos amañadas. Sólo efluvios etílicos de la guerra y el rojo salado de la sangre.

En el horizonte resuenan, amartillados, los ecos de otras voces menos familiares, al menos en este lado, que prendían con riquezas insospechadas y alguna que otra ametralladora, la llama de tu indiferencia política como gangster de andar por casa o barrio portuario, o aquel mecanismo silencioso que hacía saltar tu odio, en otro tiempo. Tan ancestral y visceral, como la sangre de tu familia gitana. Sobre la arrogancia en tus carnes se hablará, se cosificará, moldeada a su antojo, se enrevesará sobre los precipicios y valles de tu cerebro inteligente, despierto, siempre que los estupefacientes y otras mortajas, no lo impidan. El tuyo y el de tus hermanos, heridos en multitud de fregados ideados por ti, Mr. Thomas Shelby.
En toda esta serie de desdichas, con la muerte rondando tu cabeza y la de los tuyos, pareces salir indemne, aparentemente, mientras tus contrincantes (en el ring de los negocios o en el catre de las ideologías) se verán irresistiblemente atraídos, o terriblemente azorados por la venganza y la especulación territorial o empresarial. Ahora, que te disfrazas de incorregible travieso, de empresario perspicaz, de oscuro depredador en la sombra nobiliaria, unos pocos criticarán tu prepotencia, muchos tras la pantalla, te califican de héroe o imagen a seguir... yo no lo creo, mira tus lágrimas.

De mareas alcohólicas, artimañas y otros artefactos.

Desde la victoria tras la segunda empalizada, altivos por las calles de la ciudad, tras esa guerra mundial que te marcara por dentro, algunos rostros han cambiado, han engordado con los platos para gourmets de caviar o salmón ruso, o se han afilado como los palillos merodeadores, retorcidos huesos tal que los espaguetis al dente de la mamma, dentro de un ´caldo` horno de otra cocina italiana.
Ya lo decía una película de James Bond en los sesenta, no sé si lo llegarías a visualizar dado tus gustos peligrosos y compañías hirientes, Desde Rusia con Amor, al tanto Thomas Shelby. El espionaje internacional es una cosa a tomarse en serio, incluso cuando te inclinas en la alcoba de una habitación preparada para el amor. A la vez que, comienzas a ver los orígenes de una mafia que se apoderaría de la Europa del este y otra parte importante del mundo, en las próximas generaciones, con o sin Peaky Blinders ya en el escenario. Recordando que en la historia, estos jóvenes criminales pandilleros, comenzaron sus fechorías y trapicheos, antes de la época reflejada en la serie y desaparecerían sin grandes alharacas, antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Es decir, que ninguno conseguiría establecer en la sociedad inglesas, algún tipo de imperio económico.

Ya no recuerdas a tu familia, Peaky Blinder, porque has comenzado a la gracia que te aconseja y libera tu mente, hacia los retoños o herederos de la fortuna Shelby. Así, tu pulso acelerado por el alcohol y otras sustancias, siguen en las manos envolventes del guionista Steven Knight, aunque en la estructura mental y visual, de otro director llamado Tim Mielants que recreará sus frustraciones o pesadillas, en Legiones y la futura titulada The Terror. Pero, eso es otra historia alejada de tus próximas pretensiones... o del horror que te espera a la vuelta de una noche festiva.
Claro, tanto en el amor como en la guerra, en esta batalla de tus negocios diarios, incluso tú, Tommy, el deseado, te has encontrado con lo incorrecto, cuando querías ir abandonando esa ilegalidad, paulatinamente, sin apenas mirar hacia atrás. Pero, es inevitable el miedo te acaba alcanzando, aunque algunos pensábamos que serías intocable para siempre, o los tuyos.

El espía, ruso, ha llegado para recordarte tu oficio y tu carácter inestable, a pesar de los esfuerzos para olvidar el horror y demostrarte tu error. Para aumentar las lágrimas y edificar una estructura que escondiera aquellas desviaciones del pasado, pequeñas carreras en hipódromos blanquecinos, cuentas paralelas a otras institucionales de la denominada Economic League y sus grandes representantes políticos, hoy encauzadas ligeramente, si las pérdidas personales y las sumas adicionales, lo permiten, lo enturbian, lo desvelan... lo secuestran de su cuna dorada... Ya estás, de vuelta al irreprimible sexo, otra pequeña muerte y el alcohol, rondando las conexiones cerebrales. Tan brillantes y estratégicas, no como las viscerales de John o las enloquecidas de tu hermano Arthur.

Season III. Los Rusos, las gemas y el padre.

Desde que terminase la irregular temporada anterior, con ese último capítulo donde una obra se William Shakespeare se representaba en el hipódromo y un urinario (realmente fue la banda de Billy Kimber), tapando sobre el escenario una venganza personal, otra violación mirada con perspectiva delictiva y circunstancial, más un robo épico que alimenta el crecimiento social en la ficción. Donde el engaño demuestra que es un resorte idóneo para los jodidos Peaky Blinders y sus egos ´nemésicos`, tanto como para los finales de temporada.

Si tan ricamente estabas, jefe, en tus nuevos palacios de Camden en el Gran Londres o Londres Interior (ya apartado del puerto, en Hatton Garden), en tu trono de plata y coca, ¿por qué tuviste que mezclarte con los rusos y sus maniobras oscuras? Esos enemigos acérrimos, que intentan sobornar y adentrarse en el escenario político con sus bolcheviques preparados para la huelga...
¡Sencillo! No puedes quedarte quieto, ni refugiarte demasiado tiempo en el oscurantismo, o morirías como expresarás más adelante en tu Small Heath de la infancia. Además la mafia rusa u otras derivadas, te tientan con negocios millonarios entre vehículos acorazados, superpuestos en almacenes donde se vive la tensión entre trabajadores y empresarios, con sus piedras preciosas y joyas nunca vistas hasta ahora, encerradas en inhóspitos subterráneos, bajo mansiones inalcanzables. y también, con las medias de seda, que sustituyan la herida y te sumerjan en un universo de placer y dolor sin medida, de terrores contenidos bajo los bombardeos, o con susurros envenenados por la piel de una víbora, fría y calculadora.

Por supuesto, estos personajes femeninos, reales o imperiales, que han acompañado a Tommy a través de las cuatro primeras temporadas y otros secundarios, arrimados al olor del dinero desde las apuestas en carreras y aquellos primerizos, amañados combates pugilísticos, construyen una parte importante dentro de los negocios, de la organización de los Shelby´s. O siempre rondando para intentar apoderarse de ellos, esto es, de la serie agitanada de la BBC, protagonizada por los jodidos Peaky Blinders.
Ahora, el gran capo inglés y gitano, poseía las suficientes acciones inmobiliarias y control de las fronteras, con vistas a cruzar amplias superficies acuíferas, se empieza a postular frente a las franquicias de sustancias de contrabando, modificando las actas y logrando ser percibido de manera más grácil, con el salvoconducto real en su posesión. Desmantela facciones laborales, manipula fábricas, edifica mansiones, oficinas y otros locales públicos, compite por el tráfico de sustancias (en otros lugares más ilícitas), propone pagos extraoficiales, camuflada exportaciones y embala las balas, pero por encima de todo, mantiene a rajatabla el respeto, esa resistencia titánica de los ´fucking` Shelby´s para arrodillarse ante nadie...

Sea este nadie, un policía corrupto, un soviet encolerizado, un hijo acorralado por enemigos, una madre vengadora de su pasado, un familiar indignado fuera del círculo, una antigua prostituta abrazando su redención... el hermano esquizo de tu otra región del cerebro, la presión de otras familias que empiezan a liberarse, una sociópata lujuriosa que juega a la ruleta, el sacerdote desviado y despistado con su poder, una nueva telaraña sexual que se adosa a la piel, el socio enemigo privado de carne de cerdos, o la Familia... la del otro lado del Océano, que tira con bala. Casi nada, para un padre en apuros...
Más cerca de los negocios, aparece un joven Harry Kirton que sustituirá otras presencias habituales, la actriz Kate Phillips tendrá que andar titubeando entre dos secciones, la masculina y la femenina, Esme interpretada por Amimee-Ffion Edwards se revela como el fantasma esquivo, la comprensión imperialista de Dina Korzun como la Duquesa Izabella o la contable de penas y suspiros, en la piel fracturada del personaje de Natasha O´Keeffe. Posible futura reina o dorada zarina de un imperio.

Por descontado, Tom Hardy seguirá acrecentando su fortuna incendiaria como Alfie Solomons, su glosa profunda tras la barba, su imagen profesional y su debilidad carnal, recelosa o misteriosa, pero sin duda, la gran protagonista de estos nuevos tiempos, tras los Billy Kimber o Charles Sabine, será la espía que surgió del frío, con Gaite Jansen como la descomunal y libidinosa Princesa Tatiana Petrovna.

Tantos cambios y desgracias... Sin embargo, tú siempre pareces el mismo, cercano pero infranqueable gracias a la interpretación exhaustiva de Cillian Murphy, a pesar del dolor impregnado en una fotografía en sepia, o los gritos ahogados de un infante que no aspiraría (sin segundas ¿?) a un imperio con vistas al mercado estratégico o el futuro poder político.
Parece que nada te influye o descontrola, intacto de cara al exterior, ayudado por los desvaríos engendrados por el actor Paul Anderson o palidecidos en la piel de Joe Cole, como un presagio de tormentas de nieve o lluvias ácidas de ron o gin. Domesticado, o no, bajo el poder carismático y clarividente de una actriz que visitó a Van Gogh y salió favorecida, Hellen McCrory desabrochada en la brocha y la hermana que visiona, propone y vota, en otra anticipación del futuro divino, interpretada por Sophie Rundle. Estos son los valores con los que tendrás que lidiar, al final, colgando siempre en el alambre corredizo, o el alambique, de tus deudas, penas y errores.

Del hermano arrimado, el primo lejano Finn Cole y sus otras cuitas, sanguíneas o sanguinolentas, ya comprobaremos que profundas lesiones le estigmatizan en el futuro o qué lugares tendrá que visitar, debido a su desarraigo o las rivalidades que... empiezan a causarme alguna sospecha. Veremos.


La Condesa Descalza... y las balas nominales.

Aquel policía extraño que te intentó arrebatar una parte de tu alma, ahora, otras complicaciones emocionales se han instalado en tu corazón, han secuestrado tu sentido, amenazan la fe, bajo las diferentes caras del miedo. Debido en gran medida, a hombres e intérpretes mayúsculos como el actor belga Jan Bijvoet, más conocido internacionalmente como Grand Duke Leon Petrovna u otras películas como Alabama Monroe, Borgman o El Abrazo de la Serpiente, y la sospecha amenazante del padre John Hughes, encarnado por el gran Paddy Considine (The Double, Melanie the Girl with All the Gifts) en reacción violenta en cadena y, próximamente director, guionista y protagonista de la cinta de boxeo, Journeyman. Además, de la sombra estirada y recalcitrante de un sombrero de marca, circular y ligero como el subfúsil modelo Thompson (Tommy) de estilo italiano y apellido Changretta, Vicente como es evidente para la Famiglia e la sua mamma...

Ya vas marcando sus nombres en la próxima munición...
Te levantaste de tu tumba no sellada, a cielo abierto, para encerrarte en una habitación plagada de recuerdos y un pequeño que te mira sin comprender tus maldiciones o los devaneos futuros. Hasta que no queda ni eso... Sangre de tu sangre, perdida como la de aquellos compañeros y hermanos que, lucharon contigo, brazo con brazo, tal que los obreros comunistas en una futura huelga o combatientes unidos hacia una muerte oscura y segura. Aquel féretro férreo, colectivo inundado de sudor y sangre, al cavar aquellos túneles malditos e irrespirables. Semejante ambiente del cerrado sobre un fumador impenitente, desconfiado en apariencia, gestor, planificador de finales movidos, mudo ante la soledad de un responso sobre la campiña inglesa. A ver, ¿quién se convertirá en el amo del siguiente engaño?

Recuerdas las frías comisarías de Birmingham, sus cárceles cochambrosas en Small Heath, las emboscadas en callejones por los muchachos, los sudarios de trabajadores marcados a fuego, embadurnados de aceite de coche y ceniza. Incendio de la calle que mira al ejército futuro, cuando las guitarras eléctricas invadieron una época que no era la suya, semejante a aquellos jóvenes en la guerra de Vietnam. Ahora empiezas a sonar con temas más cercanos, arraigados a la música folk de tu tierra. Los irlandeses de origen romaní, aunque los verdaderos Shelby´s nunca existieron.
Al menos, Polly ha vuelto para encaramarse a otro batallón, más ruidoso, engendradora de luchadores obreros por los derechos civiles y las demandantes por el sufragio de las mujeres. Junto a ellas, por fin ralentizadas adecuadamente (mejor que tanta repetición de macho alfa), Ada la sista empoderada, Esme la quejica y Lizzy la vilipendida, pidiendo respeto, atención y las manos quietas.
Es la misión femenina de las nuevas Peaky Blinders, entre cuentas familiares y matriarcados sensoriales, cuchicheos de féminas en la historia real, miradas libertarias que anticiparían a las sufragistas británicas, y miradas críticas que reparten documentos reservados o carteles propagandísticos para entender una huelga. Piden un lugar no tan discreto, libertad y silencio a los machos, como aquellos ´cabestros` que entraran a una biblioteca, cuando no han leído apenas un libro, aunque éste fuera revolucionario en una situación como ésta. Lucha iniciática entre géneros, ¡qué la sangre no llegue al río!... tales, o Thames.

Ahora, las emociones fuertes te buscan en las sombras, de nuevo, Mr. Thomas, para recordarte que todavía estás vivo y coleando, ésto, va con segundas intenciones, of course, for sex. Cuando te has saltado la ley del talión pretérita sobre los puertos, con los judíos y los italian boys pisándote los talones, pasas a introducirte en la alcoba lujosa y lujuriosa de una diosa de márfil y diamante, que te vapuleara como una alfombra rusa. Melodía de seducción, peligrosa.
Entre ojos ambiciosos, zalameros y castigadores, puestos sobre la estima quebradiza e imprudente, casi convaleciente, si no fuera por dobles sentidos y alguna artimaña escondida, el engaño prevalece como la identidad de las familias o la sangre derramada en el pasado y futuro. En esto la serie Peaky Blinders del caballero Steven Knight, es radical, revirada e incombustible, tal que sus principales protagonistas en sus giros últimos.
En consecuencia, todavía quedan los recuerdos y el dolor que vuelve en eyaculaciones premonitorias, aunque la vida les prepara más desagradables sorpresas a estos aciagos Shelby´s. De los Peaky fucking Blinders de Birmingham. Pues, en el momento de la felicidad mirando un porvenir renacido y obtuso, el ruido sordo de una ráfaga salida del infierno, te la borra de la comisura de la boca, en una abrir y cerrar de párpados.

Ahora, están fatigados, exprimidos sin esencia e irritados por el humo incesante, ya que has caído en el blindaje de una casa apartada, otra vez en la campiña, a salvo de la mortaja religiosa o los abusos de un clérigo. De vuelta junto al futuro príncipe de los gitanos, si lo salvaras de la prisión forzosa... tanta sangre como semen derramados.
Muchos te lo recomendaron, una y otra vez, apártate de ahí y vive acorde a las leyes, no te mezcles con la nobleza extranjera que te exprime, para sacarte todos los jugos, o recapacita sobre la estructura de tus empresas, que tienden a cruzar los límites, tanto del país como los aceptables por la moral vecinal y el derecho penal. Mira a tu hermano y sus traumas, déjale respirar, quizás encuentre el calor en los brazos de una mujer o en algunas dudosas creencias sobre el Bien.

El cara a cara, entre damas de distinta condición, es sustituido por la lucha sangrienta entre bandas, bajo el telón de la gran patria rusa, con diferentes nacionalidades o raíces enfangadas por el dinero y los actos violentos, que ha significado un cambio radicla en la estrategia de los personajes, la estructura de su empresa y la banda sonora de la serie.
Los PB se mueven por los mismos terrenos movedizos de antaño, sujetos por nudos corredizos entre la poli y el castigo siniestro de una representación programada (empezamos a cogerle el truco a los finales del guion, cosa que debería cambiar...), nuevas estructuras narrativas desean, que nosotros ya conocemos.

La Soga de la Poli... y el gran teatro ruso.

Esperando los cambios estratégicos en el guion, con las familias flotando sobre el ojo del huracán, el prestigio y el dinero, se debaten los cuellos en una danza macabra, otra gran mentira de genio. Un baile huidizo, entre la vida y la muerte, que dejará el teatro de la gran URSS desaparecida, en una cuneta de cualquier pueblo pequeño, otra vez.
La venganza de la Zarina es sutil, directo a tus hue... sos malheridos, tendrás que blindar bien tus negocios futuros y soportar sobornos resplandecientes, como las joyas de la corona inglesa o los gemelos de Sir Churchill preparado para la guerra. Como vosotros.

Demasiadas conexiones políticas, incluso para la iglesia, que debería guardar el voto... del silencio. Con antiguos gobiernos sublevados al Soviet, que reproducirán en las instituciones, las maniobras de una incipiente mafia rusa y sus deseos de conquista, más allá de las fronteras. Es la ley de la oferta y la demanda, ley de vida en la balanza... o del deceso.



Season IV: Mafia, al Extremo de un Palillo.

Qué obsesión con el dinero, el sexo y los tratos suicidas con el extranjero... No viste el peligro, cuando cayeron tus amigos y camaradas, cuando cambiaste la disposición de la familia y sus bocas, que te avisaban a gritos, y tú medio sordo o aturdido por la subida de transaminasas. Sí, los ecos de algunos trabajadores en las fundiciones, por los hangares o en las oficinas, buscando las revoluciones callejeras y la violencia contradictoria, pero, ¿no éramos hermanos, todos y todas?

La mente de tu mayor y la cadena al tobillo del pequeño, va a marcar las próximas barricadas, sin educación ni números suficientes para las cuentas pendientes. Sólo armas, almas gitanas y un palillo.
Es cierto que, en una familia unida, al menos, queda el amor... Puede, pero a ti, te lo arrebatarían en un comienzo que tiene otro sonido, la historia femenina y su queja revolucionaria. Las mujeres Shelby con la experiencia, te demostrará que debes aferrarte a ellas, a la simiente mirando el horizonte, por muy nublado que aparezca sobre tus ojos o los de tus siguientes herederos.
Gitano herido en la sombra, no pierdas en la profundidad del alma oscura, aquel atisbo de humanidad que olvidaste en las profundidades, o te convertirás en una marioneta, en manos de otros amos o del vicio. Ambos, los que vendrán humedeciendo tus ojos a continuación... si acaso puedes llorar aún. Tommy Shelby, aunque tu expresión lo parezca, humano y sensible, en el fondo, tú no eres de esos. Aunque ves preparando la marca en la bala...

Parece a fucking joke! La amalgama del mal, cada vez, se extiende más espesa y confluye en un nombre conocido, aunque pareciera llegar a destiempo desde la Bahía, su voz se hace resonar con un sibilino siseo... quizá debido al actor que lo encarna, un caricaturizado y enorme Adrien Brody, prendido a un trozo de madera como Johnny Palillo. Il Mostro di Sicilia e i suoi fratelli, no como aquel Rocco de Visconti con Alain Delon... ma molto prossimo.
Ahora, la telaraña está plagada de huecos en las ruedas de la caravana, pedazos rotos de una o dos familias, entre escaleras y sábana, por tanto, nunca serán los suficientes para detener el dolor in crecendo y la venganza. Es lo que siempre aprendieron en las calles de Palermo, Nueva York o los extrarradios de Birmingham.

Por ahí, los resquicios familiares y sus muertes, se cuelan el aire contaminado de los nuevos tiempos, cercanos a los terribles años 30 y sus figuras legendarias que llaman a la puerta... aunque no contesta la araña, aún.
Los negocios sucios cruzan en pateras de sabor italiano, resacas del Reino Unido sin brexit, hacia el glamour del continente en expansión económica, después de la Gran Recesión y sus suicidios. Es la era para las grandes inversiones, con el dinero negro proporcionado por el patrimonio real y la fuerza de las armas privadas, un nuevo salto generacional se aproxima con la máxima combustión en las grandes ciudades, el apogeo impositivo, la repartición de las cuentas públicas y la administración de las empresas... ¿serán las nuevas mafias o corruptelas? Mírate al ombligo y responde, amigo mío. Shelby de mis entretelas, sombra de Capone.

La tercera, que no fue una república porque estás en una monarquía, blandió un arma contra los indocumentados y sus rotundos huevos, de Fabergé. Allí comienza con el estallido interno del músculo principal del dolor, roto en pedazos por las ráfagas perdidas que intentaban hacerte daño, fuera ya de tu hogar en la infancia y de otros compañeros que formaban los Birmingham Boys.
Ahí, están la tía Molly que sigue su dos caminos, de la especulación y el consejo, el práctico de madre y el de la fusta en las oficinas feministas hacia otras carreras más legales. O los negocios políticos, que planean sobre fábricas enfangadas con color rojizo, entre brazos levantados y martillos.
Siguen, Paul Anderson cabalgando tenso sobre los recuerdos, su nariz y el presente que los Shelby´s golpean en tu cabeza, se empeñan en orientar hacia la vida de vicio, sangre y perdición. Sin embargo, una queja, la serie no resalta el estropicio de su cerebro, como es debido y verídico. May o la actriz Charlotte Ripley, que se empaña en regresar, pero ya no importa ni cabalga.
Con el ´little John` que olvidó su ojo adiestrado en la mirilla, junto a la salida de otra futura boca a la que alimentaría en sueños, auparle hacia la teta cortada por el pánico de un fuego cruzado entre el campo y el puente. También junto al actor irlandés Ned Dennehy (de Anonymous y Child 44), Ian Peck (Harry Potter and the Deathly Hallows) y próximamente parte del reparto de un nuevo Robin Hood junto a su jefe Paul Anderson), Benjamin Zephaniah y otra irlandesa, Charlie Murphy (Philomena, 71`), muy british o extremos todos ellos.

Si bien la herida estaba sanada, en apariencia, ha quedado un residuo peligroso mezclado en la hemoglobina, con la fórmula del desamor, la frustración y el alcohol. Si bien, ciertas drogas parecen sustancias que viajan en ascensor, suben y bajan, y nunca perjudican... pero eso, como dije, es un problema fatídico para la sociedad de ayer y hoy. O un estúpido error en su vida o en la estructura de la serie Peaky Blinders. Porque los reales, acabaría mal sobre el asfalto o entre las localizaciones de Liverpool, de West o North Yorkshire o los fríos calabozos de Londres.
Nos hemos separado de las callejuelas en semipenumbra, por techos levadizos y puentes vigilados, u otros rincones pintorescos de la campiña, para encerrarnos en cuadriláteros dramáticos o círculos románticos sin salida. Pasados por el filo de la navaja, de unas ligas de seda o bajo un ataúd para gitanos asociados y resabiados. La tercera y cuarta temporada, han hecho crecer en millones de interés, la audiencia, la suspicacia y los millonarios trapicheos en varios bandos, hasta volver a la naturaleza salvaje y primitiva, cambiando peces de colores por puños que eliminen los enemigos del abrevadero, o de los rectangulares patios vecinales.

La Política de la Vendetta.

Los ecos de los derrumbes en sucios túneles, traen los gritos de camaradas, unidos por el dolor y el sudor en la Gran I Mundial, germanos, franceses, rusos, judíos... italianos... por eso, parece o simulan no tener miedo.
Los engaños establecen una concordia que está poco argumentada, solamente existe la sangre en sus venas y las ejecuciones que pronostican sin miramientos, otra ley de oferta y demanda que cría malvas en misiones suicidas, 10 contra... no sé, ¿cincuenta, cien o doscientos?

Tras los desfalcos millonarios y las grandes revueltas callejeras, quedan los convenios interesados en la sombra, ya sin nudo corredizo en la prominencia faríngea, o esta nueva lucha que subyace entre comunistas y patriotas, como siempre en los próximos y pesarosos siglos.
Hasta cuándo continuarán los atentados, las injusticias y las amenazas laborales, los amaños de todo tipo, la mentira, la corrupción interesada y los asesinatos... Probablemente, hasta que la máxima de los ilegales, empresarios o mafiosos, termine con el sigilo de su endiablada ´vendetta` y la posterior estructura del silencio frente al delito o la ideología. Al menos, se ha conseguido acallar eléctricamente, su banda sonora sobre talleres metálicos y paseos al ralentí, porque el pub familiar se ha insonorizado y los acordes a morriña, suenan distintos, a veces. Ahora se respira de puertas para adentro, en la naturaleza gitana, con toques más costumbristas entre el folk y el rock melódico, sonidos algo más enraizados a la tierra, que les vio nacer. Sería maravilloso para la última y, esperemos, sorprendente temporada, más canciones típicas de Inglaterra... Así sea.

En este nuevo cuadrilátero, se estrenas otros elementos marginales, con ínfulas de un poder superior en los puños o los resortes escondidos tras los músculos de sus piernas. Uno mirando al ring, el joven Jack Rowan como un potro salvaje y otro, próximamente en Bohemian Rhapsody, el actor Aidan Gillen (The Lovers, Game of Thrones) contemplando un valle moreno y peligroso. Se sitúan en orden específico, según sus proezas con las cuerdas o cuchillos, gitanos con dotes de mando en cada esquina, contrincantes del alma, para planificar una táctica de envolvimiento o la guerra de guerrillas, tirando Knock outs sin desfallecimiento ni agotamiento. Semejante a las famosas formaciones en caparazón de tortuga de los romanos... contra las hordas descontroladas.
Han mutado los roles, aunque no será la última vez. Seguro, Mr. Shelby, aquí está Mr. Changretta y los hijos del Sur, apellidos de alguien que rima con la putana metralladora, de la vendetta. En consecuencia, El Red Right Hand ha transformado sus ritmos, de la voz de Nick Cave se ha hecho más relajado o calmo, previniendo la próxima tormenta de fuego rojo, áspera como el trago de una ginebra seca o un cáncer que te va secando el interior. Karliene de mi vida...

En este universo soterrado, la familia adopta otras manifestaciones o motivos para sublevarse, ante los poderes establecidos o las intromisiones de última hora, las muertes insospechadas (que muchos entreveíamos en el horizonte, el rey del congreso y su corona, la situación complicada de la política inglesa o mundial, el ambiente prerrevolucionario, las amenazas en italiano y ajustes de Al, la reclamación de otros derechos territoriales al fondo, los viajes al mar o más allá y los exilios forzosos, los síntomas o palabras ´embarazosas`, sexo mezclado con placer aspirado, sirvientes olvidados y trenes voladizos por barcazas en ultramar, tiros de coca y al coco, quedadas familiares y nuevas princesas... etc.
Esto es lo que nos ha deparado, unas ascendentes tercera y cuarta temporadas, con otras reglas en el horizonte, de un juego aprobado por sus legisladores, a expensas de un sufragio más respaldado en las urnas, ellas vencerán, porque según se comenta: "Detrás de un gran (o no) hombre, existe una gran mujer".
Ojo, a la búsqueda de un nuevo representante... del nuevo macho alfa. Pues así, ¿es cómo se consiguen estas cosas? Al poder me refiero... ¡Los fucking trajeados Blinders!

Karliene - Walk with the Devil


Veremos que tienen que decir, sus mujeres con tía Polly a la cabeza... y la droga en los retretes. ¡Qué no sea muy encapsulado! El truco narrativo me refiero... Hasta el fin, lo vemos.

David Bowie - Lazarus


Bye Bye Blackbird - Gene Austin


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