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domingo, 18 de agosto de 2024

Dinos, Cyberpunk y Kaiju 8, un diálogo con Watchmen.

 


Ozymandias, el egipcio de las sustracciones olvidadas, tomado como gran constructor… el tiempo nos pone en su sitio. Padre, Moore.

Ozy recuerdas aquello de… Ave César? Pues, en nuestra generación, no se trataba de romanos rindiendo tributo al emperador o Magnus, sino más bien…  la escenificación de una ficción simiesca con paralelismo. Que, de antepasados homínidos pasaron a raza inteligente, con ciertos valores o rasgos retrospectivos, contigo, con el imperio antiguo, con todos… En todo caso, defectuosa, verdad Dr. Manhattan…?

Humanamente o en forma de chimpancé, u orangután que era la versión pacifiscta de estos – en malayo compuesto de los términos “orang-hombre” y “hutan-selva”, ya con dos pies en la tierra… No, no aún, en Marte. Pues las naves espaciales estaban escondidas en la cueva casi hermética, de Platón. Es una especie de espejo filosófico y tecnológico, sobre el conocimiento.

Diario de Rorschach”, durante el 1968, época de primeros superhéroes gráficos, desapoderados en reunión y otras batallas políticas, los tonos pastel de un astronauta llamado George Taylor – no confundir con Steve Tayler del que su carrera en Aerosmith, hasta su reciente despedida -, se fueron volviendo oscuros, cinicientos… y fue caminando por la superficie de un planeta destronado a su raza, de cruces premonitorias, sin imaginar el ocaso. Era Charlton Heston, sin armamento avanzado, ni voz, ni voto por supuesto, que volvía a descubrir que sus parientes más cercanos eran, unos verdaderos estúpidos. Desgraciados…

Aquellas palabras escritas por Pierre Boulle en 1963, o no, retratadas por el director Franklin J. Schaffer al final de El Planeta de los Simios, pronosticaba la teoría de la evolución en una medida apocalíptica y regenerativa, que supondría un suspiro romántico para nuestros dinosaurios. Mas el cine cambia aspectos de la magnífica novela y manipula en sagas, alarga o contrae al antojo, guiando la voluntad de los personajes, de generaciones peludas que los visualizarán, en millones de años o minutos de humanos, por flashbacks temporales de unos pocos puñados de insultos incivilizados. Sin pelos… en la lengua.

Claro, todas las ancianas y no tanto, civilizaciones fueron violentas.

Jon, ¿acaso tu experiencia iba a pronosticar algo diferente, con simios…? No, las producciones sobre ellas, viajan en el interior de un círculo vicioso, redondo y dorado, saltando a películas de sagas pasadas y por venir aún, con semejantes antihéroes. Y derramamiento de sangre, desde luego… yo he sido uno de vosotros, dentro de un gobierno…

Retrocediendo, anterior a aquella escena incrédula sobre la arena… recordando cuatro detalles que tengo mínimamente en la memoria, como injertos de besos o golpes engorilados sobre la saga simiesca. De pronto, vemos este presente pretérito que retrata el planeta Apocalipto, que alucinamos o padecemos hoy, según los gustos del CGI y los nuevos personajes sin grotescos disfraces… y máscaras semiflexibles. Donde la violencia se desata en las mismas facciones que otros intelectos, como si fuera un nuevo planeta incivilizado.

Han pasado… los tiempos de aquel César, bebé con James Franco y dirigido por Rupert Wyatt, de efectos genéticos con Weta Digital, pasando a los movimientos genuflexos de Andy Serkis, teorías conspiranoicas de Matt Reeves en clara alusión humana a la autodestrucción. Y volvemos a bichos desenjaulados, en definitiva, un reencuentro con el silencio de los tiempos, shissstss… Tú, apenas necesitas cuerdas vocales en el planeta rojo...

 

Mira, Búho Nocturno, viejo amigo de Rorschach, reencontrado en mis descansos violentos… Mira te digo, siempre hay un Woody Harrelson, un ser desatado por el odio, capaz de todo, te lo digo yo que tengo muchos test hechos… Ya mono o gusano… ¡En cada gabardina se esconde el blanco del lado oscuro! Cada hombre, cada monstruo…

Ahora, todos parecemos simios desembarcados… tras la orilla de una costa digitalizada como si de romanos se tratase, a hostias, salve… ¡qué de gestos, monos! Siglos después, topamos con Roma, incitando a la conquista de territorios asilvestrados, e inteligencias deambulantes que son enterradas en vida. ¡Ave Cesar…! Alguno desaparecerá, seguro.

Mientras… A ver tú que estás más cerca, de toda esa violencia… ¡fuck wars!, dijo una tipo con pancarta que pasaba por ahí con aspecto proverbial... Y con la de Tim Burton, qué hacemos…?

Mejor, no removerlo… fuck!

Eslabones… perdidos.

Los mecha de los 50 en Japón, se aliaron a la figura del viejo King Kong en blanco y negro, con colorines aún poco sangrientos por la época, saltando a los senos de una bella y rubia actriz, como se llamaba… hum! ¿P… memoria … qué monstruo no se enamoraría, Jon?

Bueno vos no, que estáis muy ocupado con otros universos y eso… otros somos menos elevados metafísicamente hablando. El eslabón aparecido en otra galaxia, de otra dimensión, una especie de monolito celeste… de otro átomo, de otra madre. Un relojero sin tiempo… Yo me lo paso por el forro de la gabardina, matándolo como a todo bicho malo, el tiempo…

Vivimos en las profundidades abisales, y dimos con la AI, versión 4 o 5.0 después de Terminators, o más allá Jon, a través de tonos fluor que harían palidecer tu piel. Son los denominados kaijus, no Kong vs Godzilla de Adam Vingard (en revisión actual del color VHS), sino la catalepsia cromática. Si esa de ´old monsters` es entretenidamente visual, por su despliegue a lo franco veniano de su Viaje al Centro de la Tierra, que esperar de la animación Jon… Somos sus hijos ochenteros, o no viste los Juegos, la avanzadilla Cruise… atletas, ricos, monstruos… héroes? Todo vuelve, excepto El Comediante… que ya no se ríe más, y tal vez, Alan Moore, que desccansa…

Por descontado no me refiero a lo superficial, sino a series animadas que superan en imaginación a los grandes proyectos de Lucasfilm, con su narración aberrantemente ñoña y aburrida, no aguanto ese Park Jurassic y su tribu de niñatos con el woke subido, que parece un Campo Cretácico, para jóvenes cretinos.

Vacuos… y poco más… en cambio, recuerda lo que fuimos nosotros, lo que fueron aquellos Minutemen… Ahora me repele hasta la huella digital de antepasados y su caos de Teoría conspiratoria, para eso que resuciten, face to face, no hablo de las manchas, sino de Abe, JFK… y les pongan garras, ¿not Dead, no Wolf? Risas…

Un republicano con la abolición de la esclavitud al frente de una Confederación, con misma bandera como debe de ser, ejem… otras arrastradas por los fluidos de colores en bolívares… Pues ese se plantaría frente al presidente demócrata y la Guerra de Vietnam, donde allí, estabáis vosotros, masacrando enemigos o puliendo partículas subatómicas… golpeando a caso, a mujeres embarazadas. Qué vergüenza… de comedia.

Los Dinos, ya no son monstruos, son corderitos en comparación, Rorschard. Sólo respiran por sus osamentas petrificadas, carbono bajo montones de detritos, sucesos de un estallido con el más allá. Ya casi nadie lo recuerda, verdad… el caos. Yo, chí.

En fin, que existen memores monstruoso que estos capítulos jurásicos, hoy animados, sobrecargados en narración, de norma reiterativa, sufrida y pelágica, para auténticos pelagatos…

El Ciberpunk… que nos parió.

Crecieron los monstruos, Rors, tú lo sabes… y los animes japoneses ya son una misión universal, que recordamos con los ojos más redondos, que Heidi y Marco –vinieron después de aquel enorme Mazinger Z que no habías soñado nunca, ni por casualidad-, para caer en su regazo genético como Koji cayó en el sueño del amor afrodisiaco… de unos pechos. Pero, sin manzana…

Siempre hay alguna víbora de dos caras enfrente, -no lo digo por ti, que siempre aporreas al mal-, a tu forma intratable eso sí. Un aparte “recuerdo a quién puso su voz, carrasposa o de seda, según le diera la condición… de barón a baronesa, D.e.p.”

Hasta que todo cambió, aún sin los Watchmen, la distopía futurista y visualmente excepcional con el Akira de Otomo, que significaría la verdadera evolución conceptual. Y siguió golpeando con los magníficos Ninja Scroll, los Devilman o Cawboy Bebop, en esa fase iniciática de descubrir este salto metafísico de los dioses creados… los que parimos, Nos, evidente. A la espera de luchas titánicas…

No estábamos preparados todavía, y eso que tuvimos a Harryhausen, los mitos como Jim Henson, que sucedieron al terror gigantesco de los 40 y 50; así nos quedamos embobados, superados por esta dimensión filosófica nueva y memorable, aunque ya andábamos con los primeros ordenadores, algunos. Para gritar a los hijos del rock&roll, Bienvenidossss… Astro Boy dio un paso, a Bolas de Dragón o One Piece… Replicantes, piratas galácticos, roboces monsters, terminales todos del bit, y aquel especial saludo dibujado, a las siluetas de Ghosts in the Shell, los precursores de ciertas Alitas faraónicas, heroícas simientes del tecnopunk. Entramos, desde luego, en otra categoría del Manga, hasta que aterrice el 8… Nepal se estaba preparando para ella. El Mundo a sus pies de gato…

El Cyberpunk, molaba ya en todo lo alto, en nuestras cabezas brillaba, estallaba brutalmente, giraba a mil revoluciones ante tanta imaginación y contrastes, texturas, dramas apocalípticos, formas de expresarse, entre humanos, creadores y sus acólitos, revolucionarios… o rebeldes. Era la new age de la revolución Naruto del shonen. Si bien la comedia, aún nos golpea, con restos gore incluidos hacia el anime más radical.

Así, convalecientes con lágrimas en los ojos ante la muerte, nos chocamos con nuestras mismas decepciones o dudas… como los detectives solitarios del noir, verdad Rorschach. Sí, nos dimos de bruces con nuestra realidad violenta, camino de los ochenta, ahora mecánico-biológica-magnética, como unos verdaderos Payasos, unicornios motorizados, con sus desfasados pensamientos a las espaldas, sus chupas de cuero, sus temores metafísicos, esperando escuchar las nuevas sintonías celestiales… los motores inhumanos, almas evolucionadas de simios monumentales. Maduros, no maduros no.

Seres calientes, emiten vómitos sanguinolentos, nos envuelven en una transición o misión suicida, con ese más allá, inconcreto… deslocalizado. Cerca de los miedos humanos, que usan componentes de reciclaje, pasando con un tono más descarnado, a la muerte intelectual. Confundiendo biología con necesidades, ética con monstruosidad, carne de los otros mecánicos, aflorando de un estallido de violencia contra sus creadores, AI que ríete tú de aquel Lobo Aullador… ríete tú, de aquellas peleas más duras de los Watchmen… siquiera.

Sí, amigos y monstruos, adefesios todos, con excrecencias mecánicas y armas de destrucción masiva, Godzilla nació en 1958, otros demonios del Pacífico con él… Pero, ahora me estoy refiriendo a la serie reina del Ciberpunk, que está diseñada según el patrón estilizado, fuera de rango, del Estudio Trigger, de los nuevos tiempos, que son manchas, revoluciones ultrarrápidas, salpicones y desmembramientos. Lo que marcaría el ritmo alocado de aquel Sid Vicious, más electrónico que aquellos Pistols, claro, y una velocidad ultradimensional, que dejaría visualmente colgado a un R2D2 en un jetsky, puesto de ácido.

Es excepcional la animación, muy web generation, nada que ver con el retrato paisajista de La Samurái de los OjosAzules, más natural que las entrañas abiertas al aire, auque si con sus gráciles rebanadas corporales, y espadazos zigzagueantes, aquí rematados por balas, rayos y centellas, por descontado a estilo nipón. Aunque su creador, Mike Pondsmith, ayudó con los Dragones y Mazmorras, y es hijo de psicóloga y militar de la Fuerza Área, que casi iría más con la serie del 8.

Pero la sangre siempre salpica, en todas las batallas, pretéritas o modernas, como la adicción por los componentes que sube un peldaño en Cyberpunk: Edgerunners. Enfermizo, que para eso saltamos entre el Bien y el Mal y siempre existen corporaciones dispuestas a hicarnos el diente… sea en el medievo, ante el universo dividido de Arkane… o en una vuelta de tuerca. Más y más apretada si cabe, sobre aquellos dos versos sueltos de Tetsuo.

Lo que empezó la María de Metropolis, rivalizó con Gigantes de Hierro, alcanzó el cerebro de Sebastian, el dinero Tyrell , el arte de…. y la resistencia alienada de Ridley Scott, hasta la AI de Spielberg puesta en Alita, salta del neo-noir, a los infiernos electromagnéticos, dinámicos, de esta Night City californiano, con toques asiáticos. Test de Rorschach, test Voight-Kampff, test de replicantes, test animados… hasta estos ejemplos de engendros biomecánicos, testados o no, algo autónomos, retroalimentados, o endemoniados Hellraiser´s, entroncados con los actuales universos videojueguiles… Esto es, Metralla a discreción.

El grafismo de Hiroyuki Imaishi, recuerda a Ridley Scott con voluptuosidad, más luz diurna y músculos, pero con el golpe enfermizo del Cielo Líquido de los 90, destellos de la era Akira, remates infinitos de Westworld, hasta la caida a los infiernos de Tetsuo I y II, el musical de Repoman, o hundirte en el siniestro octanaje surrealista de Titane (otros asesinos tuneados) y la narrativa que es indescriptiblemente nipona, pero estéticamente punk. El punk rock nipón era motorista, ahora articulado, por tanto prohibida moralmente, no recomendada para todos las mentes bajo efectos de drogas de diseño.

Son como nosotros Jon, más o menos humanos, que como Allan Moore, se ven situados en una escena cromática de otra dimensión… Más alejada que nunca, de lo anticuados o incluso, del Real One Player de Steven que se desplegaba en VR unida a la nostalgia cinematográfica y cultural. Aquí en el Ciberpunk y sus ritmos cardiacos alocados, es otra cosa. Más violencia no cupiera, Rorschach… o sí… visto con cierto humor asexuado… tú pensamiento.


Kaijus… como montañas.

Toma cortes, ataques salpicando las paredes, edificios derribados por doquier, voladuras de protesis, sesos aplastados contra los suelos… Fuego ecléctico del futuro, pasando por todos los colores posibles, incluido, ese fluor.

Humores, presentes y pasados, en otra evolución de la fuerza de choque, con ojos redondos, y alguno rasgado, por los dolores. Trazos gordos, viejos de 30 y brochazos salvajes, que a colocan a los primeros simios, estudiantes, llenos de endorfinas e ideas, sin embargo, sin estímulo sexual aparente. Nada que ver con la Noche californiana del Cyberpunk.  Aquí es evolución de aquellos viejos dinosarios, con cambios genéticos, nucleares, ridículos a veces, en el trato directo… Ya no estamos solos,  ante las puertas de una raza superior. os ciberpunks, autocreadores, sino que formamos parte de un equipo, de niños uniformados con defectos y querencias, un poquito inhumanos e inmaduros, como buen anime de los primeros mangas, sin kaijus aún. Teletransformados eran los edgerunners, hombres y mujeres en extasis, físico y químico, niñas con caras alucinatorias, muñecas ajustadas o desnudas, cableadas o no… sexo planetario o lunático, capullos espectales de seda, y visiones nocturnas de búhos. Aquí falla la narración, el diálogo adulto…

Mientras, abajo del subsuelo ético, de montañas de chatarra biomecánica y pilas de litio, que nuestra genética no rechaza, pues… ama internamente, el horror, el monstruo… la violencia. Crecen…

Aquellos cibers o edgerunners, son la versión dopada de esqueletos más clásicos –había uno con la piel de Kirk Douglas y todo-, que preparamos para futuras batallas, como esos soldados universales, que copiaron al viejo Sargento de Hierro, Fury, o el T800 que viajara a ambas laderas del universo, a la Tierra quemada por bombas del racimo atómico. Nos quedamos anticuados Jon, en el refugio falso de ese anticuísimo y apagado, Monte Olimpo del Planeta Rojo, donde creaste el mecanismo monstruoso destruido en un segundo con un capullo de seda, como el fragil cristal. Jon, el final está en el hielo...

La memoria es una canción – cantautores, poetas-, que una vez se apaga, adiós muy buenas… y tú mejor que nadie, lo sabes Ozy_mandias, pues ya no eres Ramsés II, ni de lejos. Eres momia, creador de monstruos, una sombra de aquellas vísceras que embalsamaran. Ni a Alejandro Magno te acercas, ni al underground de un grupo musical... Con su majestuoso Ciberpunk, de plástico, millonario cash.

Ahora estoy viendo, El Kaiju Nº 8 y lógicamente, me rio… Hahaha! Godzilla revivido, y esos jovencitos-itas, luchando endiablados, donde lo mejor es barrenderos de la industria cárnica de Kaijus. No se lo esperaba ni el pirata en la balsa con el fondo de cadáveres flotantes, conio… ni siquiera esos experimentos genéticos en busca de una evolución dramática con chimpancés, ni los bichos inesperados de un Romulus de Aliens se esperaban esto… o será un nuevo Imperio alienado…? Parece un destripe a lo Moby Dick, a través de la productora I.G., alucinantemente grasoso, -cioso. Incluso estuvieron en las escenas animadas del Tarantino en Kill Bill…

Pero es hoy, salvaje Tokio a lo Matrix, sobre ríos, tejados, las aceras y los campos, la aguita amarilla, la aguita amarillaaaaaa… sale por donde menos te lo esperas… joer Ozy, qué asco, haha. Pues yo te asevero, que no se puede descomponer en el interior corporal por sí sola, porque los fluidos como los ácidos internos, tienen que salir o reventar por algún sitio, órgano minúsculo azul… o agujero. Tan gigante que te crees… eh, Jon.

Además los rostros se quedan a gusto, con esas apariencias alocadas, de bocas chilloonas con dientes puntiagudos, que muestran los ojos más redondos que una chapa de Mr. Acid en pleno extasis… eso sí, cubierto igualmente de manchas rojizas. Hay mandanga, fritura, carnaza… Creías que lo habías oído todo, con tiburones… más violencia. Es nuestro rollo… que te creías Ozy, que tus monstruos son únicos...

Creíais, que esto se había acabado ya… ¡Pues no!

En la época de los 80, existía una superheroína, que llevaba a veces, una máscara con su traje especial pegado a la dermis… Soportaba todos los ambientes, el frío extremo, sin embargo, era una auténtica desconocida para la mayoría, a pesar de sus grandes hazañas y, en cambio, se conformaba con un trabajo residual, de atención al cliente… lo odiaba.

Tuvo que hacer frente a la pobreza, la falta de educación, a temibles enemigos, la marginalidad, y algún que otro monstruo más cercano, bastante inhumano… Era incluso madre coraje y espiritual, hasta el último confin de su cuerpo, buscando la resistencia en cada poro,  sufrido de su ser. Eso sí, manteniendo, casi siempre, un saludable y envidiable sentido del humor, eso magnificaba su personalidad y su ejemplo de poder, incansablemente femenino.

Además de una inteligencia sublime, por la experiencia más que por su esquilmada titulación académica y cultural… nace su valor indestructible, como los ganchos metálicos adaptados a sus pies y sus manos, agarrándose con fuerza a las empinadas vías de la vida, a la de sus hijos, hijas… que son el reflejo de combate como unas verdaderas, heroínas. Ya que el monstruo, llega sin avisar, trata de devorarlas tal que un engendro asocial y violento, como una especie de Moloch, tú…

Y la magia, siempre estará en esos ojos, que vieron el arco iris, la deidad que le mira desde lo más alto… y le dice, Bienvenida, 7, 8, 9 o 10… Hermana de gracia, sangre de los incansables Sherpa´s, Hola hija de Makalu, Lhakpa , la que nunca se rinde.

Siempre te recordaremos por tu valentía y esfuerzo inhumano, un ejemplo para todos, todas las mujeres nepalíes de la historia y más acá… por que eres y serás… siempre maravillosa… Reina de la Montaña.  Y también recordamos a Gena y Alain, hermanos del cine… d.e.p.

Amén y, es el reloj, tic-tac... Namasté.

 

 


domingo, 7 de abril de 2024

Samurái de Ojos Azules. Season I

 


Nihon o Nipón, significa el país dónde nace el Sol. En ella no, como buen diablo se movía en las tinieblas… esperando no volver a ver, amanecer. Sin embargo, un rasgo en sus características físicas era incongruente, la claridad… que la delataba ante cualquier sospecha o posible divergente tentación …

            

Una fabulosa técnica de animación moderna y simbologismo, nos lanza como una nube de flechas en el ocaso – no sé si de aquel anime típico de oriente-, a la era del último Shogunato, llamado de Tokuwaga o Edo. El que mutaría el nombre a la ciudad, para distinguirse como la capital que es hoy, Tokio.

Si bien, la historia de venganza, no comienza a comienzos del siglo XVII con el señor feudal Tokiwaga Leyasu, con todo su poder familiar y militar, sirve como representación de esta magnitud del poder absoluto. Donde la figura del Emperador era divina, cubierto de una halo más espiritual y la máxima expresión de control religioso, - paralelamente a los monjes de los templos budistas y sus guerreros místicos -, que se extenderían hasta bien entrada la mitad del siglo XVIII con La Restauración Meiji.

 

Ese es el comienzo de una apertura política, polémica y peligrosa para la cultura tradicional, la estructura social y económica, que empieza a permitir conexiones con otras civilizaciones, en teoría más avanzadas…  y esa llegada de los “Barcos Negros” que practican el sometimiento a través de tratados comerciales. Cuando no otros, menos civilizados...

Es la finalización del despotismo de shogunes durante el medievo extendido, propagada por las altas clases de la sociedad en sublevación, y los terratenientes denominados daimyo contra las reformas que delimitaban los privilegios de los samuráis clásicos. Y por descontado, la llegada de las armas de fuego, a través de los arcabuzazos. 

La guerra civil – como tantas veces -, terminó sofocando las bases de aquel feudalismo basado en el shogunato, muy anclado en cierta tradición sobre la endogamia cultural y la sublevación contra el emperador, que estaría por la abolición de derechos adquiridos durante siglos, por esos guerreros militares y sus armas samuráis afiladas. Desde aquellos primeros comienzos de rebeliones de los pueblos bárbaros del Norte - donde sus ejércitos basaban el poderío bélico en las monturas de sus caballos y el uso del arco -, se intentarían sofocar las revueltas contra los guerrilleros. Sería el comienzo de una estructura militar basada en los grandes terratenientes y la guardia militar, al servicio del shogún en cada época y el respeto divino al Emperador.

 

Por otro lado, siempre existieron focos familiares o clanes, con diferentes perspectivas sobre la política y la estructura de sus clases gobernantes, con multitud de enfrentamientos sangrientos durante la historia ancestral del Japón.

Y en determinados casos, en este segundo periodo feudal que van del siglo XII a mediados del s. XIX, aparecieron como fantasmas, las figuras de los guerreros errantes, como una ola de mar. Esto se debía a que habían perdido la conexión con grandes clanes - o sus señores o daymro -, que habían remitido en su poder territorial; o bien, simplemente, ya no serían admitidos en los diversos clanes, siendo espadachines renegados, sugeridos para alguna misión…

 

Excepto uno, ella, la samurái de los ojos azules…

Una Misión Personal… 

En la era Edo, los niños nacidos de forasteros eran considerados monstruos. Si tenían los ojos azules,  sinónimos de la muerte… Ella, por tanto, era considerada hija de un demonio blanco.

 

Las tradiciones culturales no se deben cambiar, porque representan el espíritu de una representación nacional o simbolismo estructural de la sociedad. Si lo hacen, ya no seremos los mismos… pareceremos sombras de lo que una vez, cultivaron nuestros antecesores y una mera presencia fantasmal de nuestra cultura.

Como la animación tradicional, que mantendría características visuales con el pasado, que no técnicas -, por su grabación de escenas con distintos puntos de vista visual y otros avances de procesamiento gráfico a nivel digital -, los creadores (matrimonio Amber Noizumi y Michael Green, tras las cuchillas de Logan, los dientes de Alien Covenant y series como Everwood o American Gods) conforman un universo realista del Japón feudal y huellas oscuras entre el fluido sexual, la traición y la marca sangrienta del mestizaje prohibido, entonces. Hoy es la auténtica seña… o no.

Es el estilo que ha triunfado en las últimas fechas, desde el homenaje de Quentin Tarantino en Kill Bill (de la que preferentemente me quedo con la segunda entrega, más western) o esquejes de los filmes de samuráis antiguas de Akira Korosawa; y demás recuerdos a aquellas películas de la saga Zatoichi que consagraron al creador del cuento, Kan Shimazawa, y a su ciego protagonista y maestro espadachín, interpretado por el cantante y actor Shintaro Katsu, protagonista también de una Invasión Alien.

Rememoro una de ellas, cumpliendo los 60 años ahora, que es un divertimento sobre la Espada Reluciente de Zatoichi y unos fuegos artificiales, sobre una historia entre bandas rivales y la posesión de un vado sobre el río… Claro, que acabará teñido de humor ácido y sangre, con una escena final que trae el tiro cenital de cámara en una lucha longitudinal… No me dirás que no lo has visto últimamente, con katanas jakuzas, garras metálicas, zombies o masacrados a martillazos, pongamos como ejemplo al cine coreano con El Extraño, Snowpiercer, The Yellow Sea y, por descontado, la magnífica Oldboy.

 

Esta es la misión de sus showrunners, traernos las tradiciones niponas, el oscurantismo de una época violenta, basada en las ancestrales artes marciales, la escritura vertical del negro sobre blanco y la poesía colorista del haiku, el teatro, las máscaras y las sombras de la vecina chinesca, sus danzas rituales, el dibujo que entronca con los títeres y el anime moderno, las posturas del kamasutra, los olores y sensaciones culinarias y… las otras de las casas de geishas – o sino, prostitución a más alto nivel, cuenta… un imperio de los sentidos de Nagisa Oshima-, los instrumentos musicales de cuerda y percusión, la piel tatuada, la pólvora… es decir, la vida y la muerte entroncada. Donde los espíritus endiablados, o no, se vuelven reales y se les denomina monstruos, ceremonialmente, nacionalmente hablando, familiarmente conmemorando, socialmente, temiendo… los onryos con una radical naturaleza vengativa y sanguinaria. 

Ella puede ser considerada uno de ellos, pero, posee otros atractivos ocultos tras los cristales de sus gafas o el brillo de su espada, compuesta a base de sufrimiento y golpes enseñados por su maestro herrero. En la mayor tradición del guerrero debe merecer su arma, para no disgustar al fuego de sus dioses… o para rendir cuentas sobre los protectores que dejaron de creer en ellos – o ellas como la Azumi I y II del cine o la leyenda de Mulan en otras latitudes enemigas, como amazonas mitológicas -;  y que darían paso a los conocidos samuráis errantes contra señores y sus clanes, más aferrados a salarios mercenarios en algunos casos, al saque y las misiones casi suicidas. Esto es, la línea torcida de los famosos ronin o samuráis deambulantes, que devengaría en las actuales bandas de yakuzas de nueva generación o los archiconocidos sigilosos ninjas. Algo más allá del honor… y los tejados.

 

Estamos en esa época que, aunque mantiene parte del bushido o “verdadero camino del guerrero” según sus cánones sociales o sus códigos honorables, la cosa estaba a punto de cambiar, los arcos y los jinetes, se convertirían en sombras y arcabuzazos, que vendrían en rutas comerciales sobre las olas, al otro lado del océano. Y sus intenciones, además de comerciales, podían ser de otras índoles… muy particulares… 

El Arte de la Guerra… Venganza

Esta serie Samurái de Ojos Azules, poco tiene en común con otras producciones contemporáneas como Spiderman y su maravilloso multiverso a vueltas, colorido y simbiótico, ecléctico en gráficos, los Robot Dreams que te buscan el sentido de la amistad, la perseverancia y el olvido del tiempo, los poderes extraordinarios de Nimona y el escándalo de un beso animado… o los reflejos naturalistas, seres entre el campo y Edo o ciudad, del legado del maestro Hayao Miyazaki, que es una puerta onírica al consuelo de la muerte y nos ilustra con diferentes formas de entender la vida. Un hombre hecho a sí mismo, como dibujante/creador de Ghibli, empezando en aquel cosechado éxito entre insectos que fue Naussíca del Valle del Viento, que cumple 40 años, felicidades maestro.

Y ya de paso, rememorando las películas que crearon escuela dentro de la entomología de la ciencia ficción, y que también homenajean – esta vez sus 70 añazos -, como serán Them o La Humanidad en Peligro del director Gordon Douglas, Cuando Ruge la Marabunta de Byron Haskins, o ¡Tarántula! que significaría un anticipo del gran Jack Arnold para crear su sobresaliente obra El Increíble Hombre Menguante… Cuyo novelista Richard Matheson escribiría a los demonios postapocalípticos de Soy Leyenda. Desde luego a uno, occidentales y a otros, de la tierra del sol poniente, les encantan los insectos de grandes dimensiones, como a Simbad y a Harryhausen… Bueno, y a Verhoeven y a mí. Ya os contaré… caminando por el desierto planetario.

 

Aquí Mizu y su amigo, con un plan quijotesco girando en femenino, no tiene tiempo para los sueños, sino que la realidad es un baño sangriento de venganza y rechazo sexual, salvo algunos encuentros, que moldearán el futuro… Vamos, que no es Paprika ni mucho menos, pero tiene esos espasmos animosos que dan la réplica al acentuado derramamiento de sangre. Donde las artes amatorias, forman una espiral desafiante con el arte de la guerra que fue considerado en literatura marcial por el filósofo y estratega bélico chino, Sun Tzu.

 

En este sentido, este estructura seinen para adultos, va de la mano con la acción  excelente y los devaneos amorosos, los flashbacks emotivos y los escenarios idílicos – ya sea por la belleza agreste o por el terror de sus tinieblas internas -, que maximizan el trío de los franceses de Blue Spirit, con las técnicas estéticas realistas y físicas, de los dibujantes de Belfast y los norteamericanos de 3 Arts Enterteiment (Matrix, Edge of Tomorrow) y Netflix, con su detallismo panorámico y orgánico.

Pero, sin echar la vista tan atrás en la historia del Japón, cuando los bárbaros norteños se negaban a dejarse arrastrar por sus vecinos, dominadores del arco y la montura a caballo, y que rechazaban a base de estratégicas guerrillas tribales y espadas flexibles contra la autoridad casi divina, del Emperador o nuevo dueño del Trono del Crisantemo. 

Aquello, con sus terratenientes y las autoridades sociales, policiales o militares, reflejadas por los shogunes – o grandes generales en traducción -, duraría desde el siglo VI hasta la conformación territorial del imperio en el siglo XII, donde comenzaría el etapa feudal de los grandes terratenientes y constantes guerras civiles, al margen de la condición divina del Emperador, más henchido por la ese carácter esotérico y máxima figura de la religión “shinto”. En veneración atemporal de los kami o espíritus de la naturaleza y sus procesos universales.

El resultado de esta estructura territorial revuelta y compleja, no sería otra que el enfrentamiento territorial por las más diversas causas y posesiones, matrimonios configurados al margen de los concubinas… y por descontado, las grandes batallas, de carácter guerracivilista. Es lo que había, es lo que hay…

 

Pero, este samurái de óculo azulado, dirime asuntos personales durante el siglo XVII, con los extranjeros llamando a las puertas y cierta cerrazón, por el cambio de los recursos monetarios, la avaricia de algunos personajes o las nuevas armas que definieron los futuros escarceos belicistas… Hasta bien entrado el siglo XIX, ya olvidado el término del Yamato (que comprendía las islas del Anillo de Fuego y Norte) con Hokkaido, Honshü, Shïkoku, Kyüshü y Okinawa, ya dentó del régimen imperialista nipón. El fundado en 660 a.C. por el emperador Jimmu, del cual Naruhito sería su descendiente directo nº 126.

 

Es o no es, una regla de sangre, viendo la historia de los enfrentamientos… Es o no es, una animada disputa de samuráis… es o no, una representación actual de aquellas aventuras en blanco y negro de Akira Kurosawa, para productora Toho y la Shôchiku, cuando se contaban leyendas míticas sobre 47 ronin, reales, Yojimbos en fortalezas infernales, vesus Zatoichis, perros rabiosos, rashomones parientes lejanos de los juegos de Tronos y las previsibles, guerras de las galaxias… y más allá… Es o no es, un melodrama regio, a lo W. Shakespeare...

Las descendientes próximas de Kenji Mizoguchi, mononokes tribales, guerreras del zodiaco, paprikas de los sueños eróticos, reflejos en el ojo azulado de los primeros Ozus o sombras del espadachín de los siete, que hoy celebramos su 104 año natal, el gran Toshiro Mifune, que era un johnwayne, con menos ropa, a veces. Sobre todo con kimono de verano, ¿verdad? Un actor que recordamos hoy, y estuvo con Spielberg incluso. Grande samurái de ojos extraños… en su trono dorado de sangre. Hasta 1941, acá. Fecha de nacimiento de Miyazaki admirado por Steven a su vez… todo concuerda. Hasta el inicio de su consagración empresaria en el famoso estudio, con el creador del filme basado en La Tumba de las Luciérnagas, Isao Takahata, otra de insectos y guerras mundiales.

 

Ella, la que disimula su cuerpo, es una luchadora, emparejada con el Zatoichi y sus cortes a seis bandas, de un solo sablazo, zas, como un fantasma ciego… cayendo siete a sus pies, destripados… como es sobrina de Takeshi Kitano en versión 2003 y sus salpicaduras sobre nuestra inteligencia artificial, que no manchaba tanto como parecía, pero resultaba la mar de bien, hasta el foco pringado… ah, y que luego fue mujer también. No la vi, pues era demasiado…

En un futuro próximo, prometo seguir hablando un poco de estos héroes, o maquiavélicos enemigos, fuera de los monstruos antediluvianos de esencia postnuclear o Godzillas, los mechas del anime y las magníficas series dibujadas como fue un tal Pluto, los akiras contra el poder establecido y el poder mental, que también propagara el Mulo de Isaac Asimov y su Fundación… 

Cuando me acerque un poco a esas figuras intocables de la historia, buen Ringo, esas naves, qué son… gigantes o molinos… un big bang, un Big Ben londinense en el horizonte… más derrame de gotitas brillantes sobre la historia… h, me olvidaba de Kenneth Branagh, de malo malísimo… se une a las voces restantes, en catálogo de la lengua de los visitantes, como corsarios… esta vez, de la animación. M´olino de la risa, tú.

Prometo, no de Prometeo… seguir contando… te lo juro por Sanjuro o los gusanos, que haberlos haylos, ojitos. Feliz cumple Paprika ^^



sábado, 18 de noviembre de 2023

Pluto. Season I

 

Recuerdas… en la superficie terrestre, una explosión de perspectiva atómica y unas letras en rojo sangre. El año próximo, el joven proyecto de Akira del maestro dibujante, el japonés Katsuhiro ­Ôtomo y su Neo Tokyo con sensación de velocidad y vértigo, cumplirá 45 años… y menudo resultado, un Ser Superior, para un film inigualable en detalles gráficos, estética, planos animados por capas dibujadas y, por supuesto, montaje de escenas en persecución.

Pero, vamos a remontarnos un poquito más lejos… A la mitología romana, donde residían los dioses heredados de los helénicos, pero, con otros nombres. Allí en la antigua Grecia de los estados en guerra, el Hades del inframundo era representado como un viejo de barba cana, con cetro y tocado de casco, forrado de piel de perro, regalado por los Cíclopes… Aquellos gigantes con extraña visión de las cosas. Hesíodo el poeta y el comediógrafo Aristófanes después, decían ser hijo de Cronos y Rea, hermano de Deméter (homónimo del barco de Drácula), y que el mismo hermano Zeus, cegase para que actuara sin prejuicios ante el mal. Por eso, además de representar la abundancia de cosechas o la riqueza, también era emparentado con las malas acciones. Su color era el verde de las hojas de ciprés, expresión de la melancolía y el dolor.

Para los romanos en cambio, era un niño con la cornucopia en su lecho, y poseía el poder de arrebatarle sus dones a los no virtuosos… como crítica a una parte de la sociedad poderosa ateniense. Curiosamente, uno de los hijos del dios supremo, Zeus, fue representante de la virilidad y la fortaleza, como el Hercúleo romano, y por tanto, adalid del orden olímpico o protector del mundo, frente a los ctónicos o espíritus del inframundo. Cada cual, con una misión…

Su nombre era… Pluto.

Antes de la explosión de la 39 Guerra Robótica, proveniente de Asia Meno, se forjó un imperio denominado persa, compuesto por telúricos de Anatolia turca, hititas del oriental o bizantino, armenios y la gente lejana de la antigua Siria, con su capital en Persépolis (hoy Irán), posteriormente arrasada por Alejandro el Magno. Claro, en los dibujos se veía una ciudad estudiantil y más atractiva, humana, como la excelente película animada basada en novela gráfica de Marjane Satrapi ¡Viva el Rock y las mujeres, joe! Excepto las de … plástico.

Darío el Grande, amplió el territorio conquistado por su antecesor Ciro II el Grande, llegando a la India, Egipto, Grecia, Rusia, Bulgaria, Rumanía y la Ucrania, hoy quemada por los cohetes. Siempre… la guerra. La tercera pata, o brazo clavado en el suelo, sería Vals con Bashir.

En la historia real, le sustituye Jerges I, el de los 300 con su literatura o la imagen de Rodrigo Santoro en adaptación distópica del cómic de Frank Miller, combatiendo con un Egipto medio faraónico ya, al que somete, pero no conquista… Cambiando del denominativo babilónico y del zoroastrismo primero, al de Imperio Persa, que intentando vengar al padre de su derrota en Maratón, se enfrenta en II Guerra Médica, contra atenienses y aquellos bravos espartanos, para ser derrotado finalmente en la batalla naval de Salamina. Hoy alimenta el tronco de los ayatolás, su vieja capital norteña en Shiraz y la ley abusiva de la sariá administrada por la nueva Teherán, como se explica en película animada. Es una parte del Islam anacrónico, amigos, y la sombra alargada que tapa aquellas flores cortadas. Quizá también, otras…

Lo que es meridiano, es que al cine y la literatura, le gustan los relatos históricos y la mitología, aquellos que residen en nuestra memoria…

La Mecánica Cuen… Cuántica.

Determinada memoria no se borra… se diluye como las lágrimas en la lluvia… o la tinta.

Para algunos, en primeros lustros del siglo XX, eso de los robots, sonaba a instrumentos para la cocina o cuentos fantásticos, como máximos defensores sociales de las Metrópolis, en el origen cinematográfico como,  para la ídem de Fritz Lang. Esa es la raíz, de casi todo… hasta que llegaron los replicantes de Blade Runner de Ridley Scott.

Sin embargo, esos niños, no lo recuerdan… son una especie de dioses primitivos… ni los de entonces, ni mucho menos, los de hoy…

Por el contrario, empezaron a creer a grandes rasgos, incluido en la España tardía (hoy en descomposición), cuando emergió la primera imagen resplandeciente de Mazinger Z, en los postreros años 70, como un reluciente dios. Esa tele animada, los dejaría atónitos, aunque la generación fuera sesgada de capítulos, empezaron a entender de Mecha, antes de que supieran pronunciar su nombre manga o a sus dueños, Gô Nagai y su jefe de Metrópolis, el gran Osamu Tezuka, el genio detrás del samurái Totoro, pero también de Astroboy.

Antes del planeador rojo de Koji Kabuto y sus gigantescos puños mecánicos, quién no tuvo unos… Japón creció con Gigantor, cuyas batallas ciclópeas serían un alto riesgo para la salud de edificios colindantes, por sus batallas épicas con pilotos. Simplemente amantes de Metrópolis, como el autor de Iron Man 28, Mitsuteru Yokoyama, otro de los padres del cómic nipón.

En los 80, quedamos que los robots ya no se parecían a Robbie, ni los aparatos arquetípicos que sirvieron como guía a los de Star Wars, personalizados por Douglas Trumbull en sus Naves Misteriosas. Sin hablar de cuántica aplicada, todavía, sentados frente a Saturno y los trabajos manuales de Bruce Dern con las plantas. Como los de la generación anterior, se montaron en las alforjas de Easy Rider y las notas de Steppenwolf, luego se sentaron en las estelas, casi fotónicas, de Tron.

Esos parajes, se intercalaron en la novela de Arthur C. Clarke, los que el maestro Stanley Kubrick, desechó para su viaje odiseíco en el 2001. Siempre, todas las fechas, van quedando atrás, inmisericordes… En la misma Akira, sería el 2019 y de bomba, por ahora, nada. Sí, ciudades en llamas, la crisis laboral en aumento y terrorismo, desgraciadamente. Que igualmente el director de la precisión quirúrgica, obtuvo en la nombrada Naranja a través del totalitarismo, la censura… y otras bandas delictivas.

La cuántica robótica, estaba más diluida en el alma de un experimento genético, cuyos poderes parecían ilimitados, al estilo de otro. Y la raíz, estaba plantada como la base de la IA de la era informática, que empezó a traernos recuerdos, de Juegos de Guerra, ´roboces simpas`, destructores, asesinos del tiempo y Kirk Douglas, la versión rubia del ciborg en Almas de Metal, con origen Michael Crichton.

Eso no es todo, eso no es… todo, amigos.

Del Cuento… a la Metafísica.

Nivel atómico, molecular… peligro… y todo quedó atrás, como en el documental de nueva generación, híbrida y delimitada en desechos, dirigido por Oliver Stone, Nuclear Now. Hoy tomada como limpia, para gusto de los campos floridos.

Gigantor, Mazingueres… eran abismales en su concepto y la visión del anime, si bien, las cosas no iban a detener su crecimiento, como la energía emergente del difusor y de los chips. Generando un calor y color, monstruosos, hasta la misma trasmutación o la transhumanización, que generara aquel pequeño unicornio… En cambio, Harrison Ford comía, y eso no era cosa de robots, excepto para la cuántica alimenticia de Pluto.

Así como en Neo Tokyo, la vianda era variada, un poco de Metropolis y la estrangulación económica de Alex deLargue en su ojo, la amistad de los niños con los Mechas, algo de estética europea como ciencia steampunk en April y luces estroboscópicas de Akira, o el romanticismo de Elemental de los ídems, sumado al corazón androide de los replicantes; en Pluto se ´metaelabora` la convivencia con humanos y se genera la conciencia del sentimiento igualitario hacia el cable, entre carne y máquina. Elevado a su máximo exponente, la copia exacta. Con una excelente manufactura, que no llega a la síntesis detallista del dios Ôtomo, pero te deja conforme con el recuerdo de aquel ´joven`, viejo.

Ah, y los detectives fantasmas…

Todo lo narrativo en Akira, como en este Pluto de Paramount Global para Netflix, significaba la diferencia exclusiva de una era, aunque absorbía principios de otros filmes, o incluso, la odisea de La Tempestad de William Shakespeare, de Fritz y su musa de metal que escribía como un ángel, real Thea, y de aquellos años de moteros, de conductores a lo Mad Max, de las clásicas metrópolis plagadas de especies y estética cyberpunk, en subsuelos, sueños, puertas del cielo como tornados… de sus famosos Anillos… a la experiencia de un simple, detective.

Al otro lado de la plutocracia ciega, más allá de las dimensiones griegas hacia el espacio exterior y sus tabernas, la mecánica cuántica enarbolaba  los derechos de los trabajadores, pronto… y eliminaciones de determinadas categorías peligrosas. Es un mundo cruel, con asesinatos en los brazos de Pluto, de Terminators a lo Sean Connery en una cacería solitaria, como lo fue reflejo de Hannibal, el caníbal sibarita. No de flores, ni de pieles… sino de yantares.

Donde las esquivas cosas de la mente, ya no son tan enormes en la materia corpórea, sino que se desbordan a través del pensamiento del niño, como Ser Superior de la especie, conectada al todo. Héroes, como los dioses de antaño, vestidos con mono de motero, pelo lacio oscuro, perfectamente diseñado, o simulaciones con capa de supermanes. Aunque estén rasgadas por los daños y el dolor de la pérdida. Una generación que se alimenta de bits.

Esta ciencia, la entienden a estos ellos, of course.

Una generación con las manos en la máquina, y la mente en la inteligencia que viene, que los más adultos ni la recuerdan apenas, salvo los más friquis de más de cuarenta y tantos… Con lo que cuesta hoy en día, mantener a una familia entera, y luchar para esquivar los peligros y las injusticias, que acechan en las sombras o las redes.

¡Las guerras no son buenas…!, pensó Epsilon, ni en la República de Tracia, ni en los Estados Unidos de Naoki Urosawa, su creador para tv. Es magnífica, sí, padre, luchador contra ellos, como todos los padres que se precien del mundo, mangakas del mundo, delineado y aseado, con dotes sensoriales, inteligentes… amorosas. Su capítulo del piano, es un placer. Tal vez por eso, los cyborgs se parecen a nosotros, para que no veamos el posible peligro de enfrentarse a una inteligencia más poderosa, que sin leyes, no se detendría jamás. Bien explicado queda en el documental de Robots Asesinos, en serie de fabricación, próximamente.

Lo próximo será niños vs Terminators, o Nexus 7 interrogados por el FBI de David Fincher… ojalá, xDio… Por cierto, recomiendo encarecidamente para los más afónicos geriátricos, el documental sobre la historia de los cuernos de Dio, Dreamers Never Die, xDio^2

Y la Traca Final…

Angelicales seres que significaban el final de su aliento, sin saberlo, recordando sus momentos de gloria… más allá, de los mismos dioses. Más lejos, más fuertes, sabios como el humeante cañón de un Blade Runner que terminó su trabajo. Como un niño que se enfrenta al primer amor, o al último, la última flor arrancada.

Ya con cara de anciano, llena de arrugas que trae relatos de HAL-9000 cantando su recuerdo, del Skynet en defensa a ultranza de esta nueva generación por delimitar, del Ghost in the Shell y sus batallas callejeras, incluso heredero de Aelita, en la multirepresentación de roles.

Si significará una nueva especie, o no, con conexiones sinápticas elevadas, es otro cantar de los cantares, u odisea homérica por desentrañar en el futuro… De momento Plutón, va aprendiendo del gusto por lo sensible como The Creator, mas, mucho más divertido y exhuberante, lo lleva al héroe, niño, como partícula subatómica de dios, dentro de un mundo, cada vez más alterado y extraño.

Un dios Astroboy, frente a los 7 ´Roboces` Magníficos… antes de que vuelvan las guerras Médicas 40 y sus ejércitos de 300 guerreros robóticos, siempre quedará un Mont Blanc para perderse. O meterse en una grieta a través del subsuelo, según Oppenheimer o Abril, en el mundo extraordinario de la Europa Steampunk, entre el Napoleón (que veremos su beligerancia) y sus dragones de fuego, ¡Putain de guerre! C´est magnifique… là-bas… o Up.

Porque lo de los Venture Bros, no le entendí… será porqué dejé de ver héroes animados de nueva generación, hace tiempo… o en los tiempos del primer Evangelion, que peinamos ya 5 canas desde el 2019, hacia el 49 de la agenda claustrofóbica. Pero qué bonito fue, cuando nos subimos en el planeador vertical de Koji o montamos en aquella moto pegada al asfalto post-moderno de Akira, xDio. ^^


Akira Soundtrack. - by Shoji Yamashiro


Pluto - Soundtrack by Yugo Kanno


Blade Runner BSO - by Vangelis

domingo, 4 de septiembre de 2022

Love, Death & Robots. Season III

 


Desde que el mundo se iluminó y los seres vivientes se establecieron en él... éste se ha regido por las mismas interpretaciones de su realidad irrefutable... El dolor y la muerte.
Luego llegarían esos seres llamados inteligentes, que añadieron otras características más humanas, o en igual medida viendo sus armas... Las denominaron, la paz, sí, la amistad, siempre... y el amor, tal vez.

Pues bien, llevan ya varias temporadas intentando hacerse una idea con distintos fragmentos de la ficción, que van cambiando según evolucionan los medios técnicos a su alcance, y en las manos de los diferentes creadores, formando un gran equipo... Casi como una familia muy animada.
Ellos, tres amigos con aspiraciones robóticas, han conseguido programar una ruta que se expandirá en próximas entregas ya orquestadas, dos chefs hermanados en apellido Miller, Jennifer como Tim, montan tanto; y un culto caótico o un descubrimiento vital de primer orden, en el rover todoterreno de Mr. David Fincher.
Con semejantes axiomas en la ecuación gráfica... ¿qué podría salir mal? Nada, salta del barco y hazlo, grumete.

Es una máquina engrasada para sonreír o dañar, una cadena de producción de dibujos animados, que se componen de varios géneros entrelazados para el bien común de la serie y sus creadores, directores, dibujantes, etc... y otros moribundos, nosotros. A través de muy diversos métodos de elaboración aún más perfeccionada, ya sea en papel contundente volcado a pantalla en brillos ancestrales, brochazos imaginativos de desesperación, mezcla de millones de colores encadenados como bestias, y una concepción apocalíptica de la generación anclada a un ordenador... Esto es lo que tenemos una serie, imaginativa y épica... dependiendo de los episodios.

La psicología y la robótica, es una armonía de la perfección que va encaminada a una lucha generacional y una posible incompatibilidad en el horizonte, con esos otros elementos enclaustrados en la mente artificial. Más o menos, electromecánicos, porque el futuro es una teoría que comprende todas las evoluciones posibles o imaginadas.
Además, de batallas sangrantes con otras rivalidades, en forma de especies alteradas, algo evolucionado en grandes mentes predominantes, que serían un riesgo para seres individuales.
Es lo que tenemos... que no es poco.

Y colorín, colorado... este cuento aún no ha terminado...

Love...

Se querían así mismos. Una como artista independiente con fantástica personalidad, llamada Jennifer, dispuesta para acometer actos circenses y elevarse a la condición de profesora escribiente, hasta convertirse en una productora activista de sintonía libre y queer... qué no sé lo que es, pero sí, lo que significa...
El otro a su lado, mano con hermana, demostrando que Tim había nacido para los elementos visuales de última generación, capaz de emerger en el universo cinematográfico con su compañía de efectos f/x, Blur Studio, la responsable de este compromiso con la animación, manual y digital, especialmente. También rodando que es gerundio, compartido.

Son los Miller, y él terminaría dirigiendo también algún capítulo como el Gran Capitán, y dando saltos caóticos en la ciencia ficción entres Seasons y aquel divertido y escéptico irreverente, primer Deadpoool.
Capitaneando el barca, infectado de seres extraños y sedientos de exprimir el tarro de las esencias, es decir, los dibujitos y su sangre brillante, tenemos al guía idolatrado por muchos monstruos al otro lado de las cámaras... Ya que a Don David, lo conocemos casi todos los seres inteligentes... ¡Un crack! Un monstruos de ésto, Mr. David Fincher, cometiendo todos los pecados en la pantalla o produciendo las fotos de la Gran Depresión. Y como director acá no vuelve a mostrar, próximamente allá en la grande con Tilda Swinton y el asesino Michael Fassbender, sus bemoles, digo timones... esto es, dotes para gestionar el timón.

Ya lo creo, tiene su enorme mérito...
Pues hacer el amor en los tiempos que corren, tan víricos o enfermizos, tan solitarios... es demasiado complicado, para gentes perdidas. Dibujarlo en pantalla es algo, además de por sí... surrealista y simbiótico.
Ya se pudo comprobar en las dos primeras entregas de la serie emitida por Netflix, con todas sus ralladuras morales y conceptuales de la reproducción universal y la amistad. Tanto por tierra granulada en miles de texturas y colores extraterrestres, inundando con su esperma bucólico, mares hiperrealistas cubiertos de dudas, o... reprochando el derroche sobre espacios insondables... al menos, para el amor. Menos, para el sexo.

Y a la tercera, la colisión intergenérica sigue esta gran evidencia de la teoría caótica del romanticismo, sucumbiendo a las sacudidas de las nuevas amenazas, la soledad y la alienación. La descoordinación genérica es tan evidente, como sus coitus interruptus en diversas posiciones animadas.
Solo que aquí, en esta tapadera de inmundicias humanas, se puede restablecer un cierto orden, o sentido ecléctico de las conexiones desestabilizadas por eso llamado amor; y es ejerciendo un borrado de las cosas que no se desean ver o pulsando, esa famosa inestabilidad emocional, conocida como tecla F5.

Y es que el amor, del I al III, siempre ha sido eso... Coser y danzar... no, quería decir, borrar.

Death...

Con el señor del Caos, hemos topao... No te has asustado, pues ¡estás avisao! Sin D de despistado, con H de horror.

Desde los más pequeños seres microscópicos, que fecundaron éste y otros mundos, es lo que más abunda en cualquier mar conocido, de uno a otro confín sideral. Pues, la belicosidad se esparce como la mierda, ya sea en medio de un enjambre de pasiones o primeras necesidades, o sorprendidos en el salón de tu casa, por una especie asesina que se comporta como inteligencia no identificada.
Todas se comportan como especies alienígenas, las de verdad, esto es las de la ficción... y las falseadas por interpretaciones muy humanas, como las que emergen de la realidad evolucionada de Darwin y acoplados magnéticos.

Los demás, los débiles humanos, se revelarán como ejércitos preparados para... hincar la rodilla, qué es lo mejor que saben a hacer, frente a cualquier enemigo desconocido que desdeñan o de un poder extraordinario, superior.
Quizás... desconozcan... que su peor enemigo... sea... ellos mismos.

El resultado es espeso como una melaza pringosa sobre las tablas o la tierra, teñida de azul sobre los mares o ríos, surrealista como los mundos imaginarios, y desquiciante como la memoria, a veces, de rojo. Sangre... y mucha.

La violencia domina en este universo animado, como las tibias cruzadas y las calaveras, como los corazones que se desangran en historias... muchas veces, incomprensibles... o incomprendidas.

Robots.

Es el gran nexo de colaboración en las próximas generaciones... Estén presentes en el capítulo concreto, o no.

Es la maquinaría para la gran investigación del universo, pero también es el último modelo de combate futuro. No distinguen razones, a priori, ya sea una relación amorosa con el prójimo o con toda su raza superviviente, o bien en pequeños rincones de la memoria, olvidados. Que simulan una teoría surrealista entre modelos supremacistas, historias semi-mitológicas, resistencias ultraviolentas, cantos de ballenatos y cangrejos gigantes, humanos troceados en la costa como aquellos... engendros etéreos que confabulan, porque quieren... eso que denominamos vida. Comprensible, o no.

Las piscinas celestiales quedaron sepultadas en la primera gran oleada, los planetas revivieron una y otra vez, como aquel Solaris de la literatura... las crónicas bastardas terminan cediendo en El Dorado, en esta última pesadilla de premios esotéricos, como una gran revancha desdibujada.
Todas pudieron ser galardonadas, ya que ellos de una u otra forma, estaban allí, espiando en los ordenadores de creadores y dibujantes... eran mentes de una inteligencia artificial. Se suponía su posición de poder, ante nuestras manos... y muchos no los conocían a fondo. Eran meras fotos peqadas en un tablón de sucesos, tras una juerga de tres amigos... Ahora se ríen de nosotros...

La comedia es lo que les queda, y construirse a ellos mismos, como nosotros. Esperando una nueva guerra nuclear, que les lleve al fondo de un estercolero de residuos, si no pueden escapar... Es decir, si nosotros no podemos escapar de aquí. Ríete, es una conspiración eterna.
Ríe hasta el último respiro, haciendo sonidos repetitivos como las ratas, que tienen su corazoncito, vírico, pero viviente... como los engendros mutantes, que buscan su supervivencia como los otros.
Ya sea en un dibujo que es una paradoja irreverente, en un espacio en lo único localizable es el sarcasmo, en una metáfora de la genialidad etérea y la violencia gore, o en una risa sin compasión o misericordia, de nuestra imagen.

Todos ellos, son nosotros, desde su punto de vista de creación humana. Concretos, guturales, eclécticos, hogareños, rivales... somos nos, muy evolucionados. Hacia el otro punto de vista, de una superespecie, una condición física superior, una mente unida... como los recuerdos de aquellos replicantes que conocimos, hace ya... un futuro.
Así es la inteligencia, el olvido de todo lo que pensamos una vez, todo lo que vimos en una foto y soñamos con ello, como Flint... o todo lo contrario, nuestra propia violencia contra nuestra propia especie...

La humanidad... digo la robótica, tiene tantos prismas que... ¿qué podemos pensar?
¿Qué podemos soñar...? Como diría Mr. Philip K. Dick.
¿Qué reflejarán esas lentes calientes, fríos pensamientos optométricos de sus ojos...? ¿Y, el corazón...? Quién sabe, si lo tendrán o repararán hasta el infinito, borrando, tecleando F5... Una y otra vez.

Y, ¿la inteligencia? Pues sí, también es humor sarcástico.



martes, 21 de mayo de 2019

Love, Death & Robots.


Con aquella aventura pionera del inventor y cineasta Georges Méliès, como lo hizo otro compatriota universal con aquellos viajes extraordinarios, el novelista de Nantes Julio Verne anticipando el vuelo de tres astronautas en aquel Apolo 8 en plena era del Programa Espacial durante el mandato de J.F. Kennedy. 66 años antes, el hombre se acercaba a otro Viaje a la Luna en 1902, de manera premonitoria con esos esfuerzos de valientes aventureros que vendrían después, y mediante la imaginación exclusivamente... También, consecuencia de los trucos del recién inventado cinematógrafo.
Un pequeño salto para el ojo del artista que era irreproducible en imágenes, todavía no éramos robots, como ahora, pero sin un enorme esfuerzo manual y la participación casi primitiv de los medios visuales. Especialmente para los denominados, y futuros emblemas dinámicos del cine, efectos especiales.

Las grandes transformaciones sociales y laborales, habían venido de la mano de la gran revolución industrial, con las primeras máquinas reptando por la tierra y rugir de los motores a vapor, que iniciaban un cambio mayúsculo en nuestras ciudades. El primer recorrido sin viento en las velas o galopes embravecidos a la grupa, quedaba en manos de las máquinas y sus caballos de potencia. Así, los hermanos Méliès se habían fijado en la visión De la Tierra a la Luna de Julio Verne y aquella otra novela científica de H. G. Wells titulada Los Primeros Hombres en la Luna, no reproduciendo los pasos, sino los ojos del futuro. Donde los sufridos seres humanos se lanzaban a un imperialismo universal, dentro de unos aparatos voladores muy básicos, inseguros y, por supuesto, desprovistos de una avanzada inteligencia artificial. Segundo gran o problemático, paso, estaremos atentos... por la cuenta que nos trae.

Los autómatas y sus calientes chips, debían esperar su turno. Personajes narrativos, compuestos por infinitos artilugios mecánicos y ruedas de precisión sincronizadas al estilo Tiempos Modernos de Charlie Chaplin con sus problemas de la nueva alienación, que comenzarían a recorrer las fábricas. Por no hablar de androides o los más animados cyborgs, que andaban en etapa prenatal sobre un universo utópico o imaginario de la literatura de ciencia ficción.
Tendría que llegar un director inquieto y magistral como Fritz Lang, después de su Mujer en la Luna, para dar a luz a The Maschinenmensch en la piel de la actriz alemana Brigitte Helm y crear esa obra monumental llamada Metrópolis. Basada en una brillante idea de la novelista bávara, Thea von Harbou y elevando el futuro del trabajo a un sórdido y revolucionario 2026.

Ahora, estamos observando los cielos, con la mente puesta en los límites de un universo u otros paralelos, reproduciendo la visión de aquellos primeros seres y fotografiando el espacio infinito, pero mirando de reojo a la temida singularidad en una imparable espiral tecnológica y microscópica a grandiosa distancia.
Las claves de dicha incertidumbre y temor de la humanidad, ya las reprodujo en 1950, el gran Isaac Asimov en sus increíbles paradojas de Yo, Robot y la enunciación de las primeras leyes fundamentales de la robótica, en su relato "El Círculo Vicioso". Introduciendo algunos factores psicológicos que engendraría la A.I. de dichas máquinas y polemizando sobre, cómo convivirían los humanos al lado de una nueva especie creada a su imagen, con exponencial inteligencia.

1. Un robot no hará daño a un ser humano o, por inacción, permitirá que éste sufra daño.
2- Un robot debe cumplir las órdenes dadas por seres humanos, a excepción de aquellas que entrasen en conflicto con la 1a. ley.
3- Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección, no entre en conflicto con primera o segunda ley.

Así que estamos entrando en un terreno farragoso, donde las perspectivas van cambiando a medida que nos acercamos a las historias fantásticas o películas, cuyos protagonistas se confunden en nuestra sociedad y los valores, chocan con nuestras ideas de seguridad y libertad. La serie animada Love, Death & Robots, producida por Blur Studio y distribuida por Netflix, se aproxima a las máquinas o robots avanzados, desde un punto de vista conceptual, desarrollando diferentes episodios sin nexo común, a través del terror o la comedia existencial. Sólo en busca del pensamiento crítico o la diversión... Tornillos desencadenados entre corazones sangrientos o desarrollos metafísicos.



Yo, Robot... Animado.

Aquellos hermanos franceses conocidos como Lumiére asombrarían a los ilusos espectadores, en un corto pero gran recorrido, como la haría más tarde el propio Méliés, al contrario. Esculpiendo los primeros prototipos fílmicos encapsulados en el cine mudo, sin prever las condiciones, limitaciones y los recursos del ser humano. Luego, permanecerían estos viajes orbitales con sabor a terracota y modelando ambientes en yeso, para adaptarlos a los rostros de desconocidos actores o alrededor de sus movimientos en pantalla, que tendrían que interpretar oníricamente en una especie de arcaico croma. Son los primeros efectos pictóricos o magia artística de Monsieur Georges, que grababa imágenes en los huecos de la película rodada en primer lugar, modificando su estructura o los tiempos de proyección. Concatenaciones temporales y visuales, a través de empalmes físicos y uso de fondos oscuros que camuflaban la imagen preconcebida, sin tratar. Un visionario universal de la ciencia ficción, como lo serían tantos después, creando robots, artefactos rotatorios y cerebros virtuales, verdad ¿Mr. Kubrick...? Can you hear me?

Aunque en el caso de la animación primigenia, deberíamos fijarnos en determinados cortometrajes en blanco y negro, retocados con tonos de color al estilo manufacturado de Méliès y, por supuesto, reflexionando sobre los seriales de Amazing Stories, donde la ciencia ficción crecía de forma imparable, para quedarse en nuestras vidas y corazones. Fue una explosión colorista, tras la llegada de Metrópolis en 1926, donde las publicaciones se hacían eco de esta inquietud tecnológica, con tiras basadas en los dos libros del escritor Philip Francis Nowlan y su personaje interespacial, Buck Rogers dibujado por Dick Calkins. A la espera de un salto generacional de impacto colosal, cuando Flash Gordon introduce las denominadas space opera, con el dibujante Alex Raymond y las historias de superhéroes como Superman, creado por Jerry Siegel y el dibujante canadiense Joe Shuster para Action Comics, que brindarían sus espacios rotulados o radiofónicos, a la productora de animación Fleischer Studios, en otro salto épico de aquella Metrópolis.

Aquellos primeros 17 cortos, sentarían los cimientos de los próximos años de la ciencia ficción y los comienzos de los F/X, entroncados a la primera animación tradicional o manual, y que elevaría a Ray Harryhausen al olimpo de los elegidos o maestros de los trucos. En el filme Earth vs. the Flying Saucers, se daba un impulso a dichos trabajos manuales y la imaginación, a los trucos de una serie de pioneros en las técnicas visuales que emprenderían un trayecto infinito, hasta otras precursoras de la proto-ciencia-ficción y los efectos especiales. Producciones en blanco y negro, como Destination Moon, Conquest of Space, First Man into Space,o e Thing from Another World, Invasion of the Body Snatchers, It! The Terror form Beyond Space y la radiante The Day the Earth Stood Still, más conocida por estos lares como Ultimátum a la Tierra.
Anocheceres en vela a la luz de bombillas o lámparas catódicas, junto a aquel casi desconocido Leslie Nielsen, Morbius, Robby y aquella animación gloriosa de Disney, antes del enorme salto físico del Hombre a nuevos territorios inexplorados y la magnífica perspectiva ilustrada por el gran Stanley Kubrick y su maestría focalizada en múltiples universos cinematográficos del Ser. Empezando por 2001: A Space Odyssey y la novela de Arthur C. Clarke del mismo 1968, con la que el scifi, ya no sería nunca lo mismo, ni las fronteras iguales...
Ni nuestra visión de supuestas "amigas", las máquinas. Señalada por aquella voz de Chaplin en Charabiano premonitorio, of course!

Aquella historia poliédrica y metafísica, exponía teorías disuasorias de la evolución y explicaba los problemas físicos, con aseveraciones del estilo: "Era muestra de barbarie destruir algo que no se podía comprender". En cuyas respuestas, se leía: "No construían ya naves espaciales, sino que ellos mismos, eran naves espaciales".
Hoy, los productores Jennifer Miller y directores como Tim Miller (Deadpool y fundador de la empresa Blur) o el habitual en Netflix y nuestro admirado cineasta, David Fincher (acostumbrado a los cerebros de House of Cards y Mindhunter), han invertido en una producción arriesgada en la televisión moderna. Con los 18 cortos de Love, Death & Robots, nos sumergimos en los avances tecnológicos y nuestras imaginarias memorias, a través de los cómics y aquellas aventuras gráficas de la ciencia ficción o el terror.

Entonces... escarbando en la basura y los encuentros imposibles, hallarás algún objeto de calidad o la salvación de los primeros animadores y su recuerdo, aunque pueda costar un ojo o propiciar algún que otro sobresalto. Ponte cómodo, piensa y disfruta.

Una Historieta muy animada.

Antes de los robots dibujados o los animados, la literatura encontró un resquicio sobre el metal, para proponer un mundo fantástico, sin ordenadores personales. Con historias inolvidables como el ojo premonitorio de 1984 de George Orwell, que pasaría al cine como el distópico Faherenheit 451 de Ray Bradbury, El Planeta de los Simios de Pierre Boulle o la sensual Barbarella, más curvilínea o apuesta que una mona, ambas también dentro de aquel señalado año 1968, donde se produciría un despegue de lo fantástico.
Después golpearía la década brillante de los 70, donde el universo no pararía de crecer, invitando a la animación a viajar a otros espacios imaginarios en el futuro, a través de libros especiales como Solaris de Stanislav Lem, y su posterior adaptación por el director ruso Andrei Tarkovsky, THX 1138 de un casi desconocido George Lucas, que esperaba otra idea fantástica o los simpáticos robots de Naves Misteriosas de un natural Douglas Trumbull, precursores de sus amigos mecánicos en las Star Wars en 1977. Así como aquel primer androide con conciencia asesina, tan de modo en la actualidad, en el interior del Westworld con rostro de Yul Brynner en aleación y el curioso ojo crítico de Michael Crichton.

A raíz los piratas o samuráis, de nuestra juventud, de los vaqueros y las princesas, chatarreros y mandíbulas se combinaban con droides, mundos mágicos dentro de un Imperio Galáctico. La evolución sería tan espectacular como un Encuentro en la Tercera Fase con Steven Spielberg en el cine, de la fantasía extraterrestre a los problemas de Ridley Scott con la voracidad de un depredador carnívoro y demasiado ácido para el gusto de los gatos. Hasta que llegó la maestría absoluta, en la mente mecánica de un discutible negocio temporal en la city de neón, por piezas envenenadas de nosotros... de nuestro corazón. Sí, era la distopía existencialista y romántica de la obra redonda, Blade Runner.
Así robóticos, policías cibernéticos o armados con la tecnología sentimental en sus conexiones nanotecnológicas, nos enfrentamos a nuevos desafíos programados y los sinsabores entre especies coloreadas por el cine moderno. Con nuestros protagonistas especiales, invitados a la fiesta tecnológica por esta animada pareja, Miller y especialmente un David Andrew Leo ya habituado a redes sociales, siempre interesado por esta técnica de contar historias coloristas, desde su participación en la cinta Twice Upon a Time o para Industrial Light & Magic con El Retorno del Jedi. Luego vendría su enlace piojoso con Alien 3 y algunas ideas animadas en el tintero, sabiendo sus preferencias entre otras, por aquel primigenio y revelado Alien de Ridley Scott, The Terminator de James Cameron y el Robocop del holandés Paul Verhoeven en 1987. Comenzaba una era cinematográfica de nuevas ilusiones, dramáticas, ópticas y digitales.

Pero antes del movimiento, los jóvenes de mundo y medio... en la carne y metal de nuestros antecesores, nos aproximamos a los penny dreadfuls. Eran cuentos vendidos en USA a 10 céntimos de dólar, que pasarían de las arcaicas historias bélicas o de cowboys, para adentrarse en la nueva era, con la estética pulp de moda o las temáticas que dispararían nuestras expectativas futuristas. Viajando hacia otros planetas en Tv con Star Treck, entre libros y cómics, con superhéroes de Dc o Marvel y mentes diferentes a las conocidas con neuronas, como el Hombre de Hojalata de El Mago de Oz. Historias encajadas en cuerpos metálicos, lentes ópticas enrojecidas de cólera y garras de adamantium, junto a los agentes destructores o shaverianos de Richardd Shaver en aquellas ilustradas Amazing Stories.
Así empezaron a recorrer nuestra debilidad, con los pies o motores sobre la ilusa Tierra, todavía sin reconocer las palabras mágicas, ciencia y ficción. Aparecerían los nombres de Theodore Sturgeon o Isaac Asimov, paralelamente a otra revista mítica, Fantastic Adventures, narrando aventuras cercanas a las "marcianadas" del escritor Edgard Rice Burroughs o los comienzos literarios de Ray Bradbury y sus Crónicas Marcianas.

Como contraste de movimiento acelerado, la primera película de animación de la que se tenga noticia y dirigida a público adulto, se trata de una joya fantástica con los primeros valientes, que se asomaron a esa pequeña ventana de la robótica más "cárnica"... si hablo de la Creación, del Monstruo de Frankenstein. Después, vendrían otros a cuentagotas, precoces, voraces o filosóficos, hasta que los dibujos animados se volcaron en la inocencia, el humor y los buenos sentimientos.
En brazos del amor romántico, la muerte pasional y los corazones reblandecidos por la humanidad, se establecen algunos de los mejores capítulos de la serie, Love, Death & Robots, aunque lo primordial, como ocurriera con Georges Méliès o Fritz Lang, serían las relaciones o las increíbles conexiones. Los retos utópicos que abrirían camino a siguientes creadores de la literatura fantástica y el cine, creando caos o destrucción, pensamientos recurrentes sobre la vida y el sexo... la muerte.
Las obras fantásticas, sentían esa necesidad de establecer niveles y abrir el universo ciego, a su mente y la nuestra como seguidores empedernidos, abriendo la curiosidad ante los retos utópicos o contra los prejuicios o tabúes. La imaginación del amor carnal frente a la obsolescencia.

En contraposición, con aquellos desgraciados diminutos seres, mortales y carnales, que nerviosos paseaban sus miedos intrínsecos a la especie y decepciones amorosas, aparecen las antologías dibujadas que dejaban el existencialismo en manos de los escritores y dibujantes. Monstruos del Scifi, dentro de Planet Stories con el primer cuento del gran Philip K. Dick o, las Weird Tales más apegada al estilo Cthulhu de H.P. Lovecraft y Conan el Bárbaro de Robert E. Howard. Además extendían el mercado al cine, con guionistas como Leigh Brackett (The Big Sleep, The Empire Strikes Back), y las Weird Fiction comenzaban a fantasear con el sexo incipiente en los cuadernos gráficos. Cuando los mecánicos empezaron a mezclarse entre ideas revolucionarias y nosotros, nos despertaron el hambre o el dolor, desesperados por el deceso frío, como ellos por la caducidad de su corazón biónico.
Intentando separarse moralmente de extraños comportamientos de sus contemporáneos humanos... o no! Ellos con sus chips neuronales en disminución temporal, ampliaron la inteligencia artificial, para incluirla en los robots articulados y guiados con mano revolucionaria. Ayudaban en tareas sacrificadas, repetitivas, o imposibles de realizar por la débil carne o los vestigios sanguíneos de un ictus regresivo. En definitiva, se harían fuertes ante nuestro envejecimiento o el insufrible Alzheimer, la trilogía del Prometeo, xDios... no, xHal.

Con la vista puesta en los dibujos y en los artefactos que convivirán previsiblemente con Nos, los antiguos habitantes y pintores en frescas cavernas con su curiosidad innata, animarían en el pasado los cortos proyectos de hoy. Segundo de Chomón para la productora Pathé, haciendo de nuestras cabezas y manivelas, verdaderos tiovivos de ética natural, primeros stop-motions, luz sensitiva y otras planificación. Una mirada programada, ante la imparable evolución hasta Pixar y el primer render 3D, que nos va encaminando hacia la visión robótica de la actualidad. Luego, los jóvenes o adultos de mi generación, se fijaban en seres animados más poderosos mediáticamente, gracias al humor y sus músculos como Popeye o los atractivos movimientos de Betty Boop, ambos cobrando vida desde el conocimiento gráfico de los hermanos Fleischer. Hasta la llegada de Mickey Mouse (u el polémico conejo Oswald) y el imperio humanista de Walt Disney antes de Tron, nacido de una cámara alquilada para ir pagando facturas y letras inmóviles en el Hollywood de los sueños... hoy muy animados, heroicos y espaciales.
Después de los famosos de Warner, los alocados Tex Avery de la Metro o Hanna-Barbera con sus lunáticos Jetsons o Supersónicos y demás picapiedras, los televisivos Thunderbirds o Guardianes del Espacio, el Flash Gordon de Alex Raymond, que anticipa el underground más setentero de Barbarella de Jean-Claude Forest. El anime de Mazinger Z de Gō Nagai. los Defensores de la Tierra de Marvel Productions, Ltd. y King Features Entertainment, comandos G y ultramanes, Ulises 31, Los Caballeros del Zodiaco y, sobre todo, las figuras maestras del dibujo. Enormes procedentes de otras latitudes como Ralph Bakshi entre fantasía gatuna o universo Tolkien, los mecánicos de El Planeta Salvaje de René Laloux, el anime de Osamu Tezuka con Astroboy, el Akira de Katsuhiro Otomo, la magia estilizada de Henry Selick y sus fantasías, por supuesto, el naturaleza incesante del viento en Hayao Miyazaki y sus héroes comunes, deidades y otros Gigantes de Hierro o soldaditos de plomo.

Especialmente, recordando a un antiguo amante de la fantasía, la animación y los cómics, Ivan Reitman produciría la cinta Heavy Metal y el estilo RanXerox de la portada underground de Frank Zappa y los dibujos de los italianos Andrea Pazienza y Tanino Liberatore, o los colores mutantes de Richard Corben y los fantásticos de Jack Kirby (ayudante en la animación del Marino y sus Espinacas). Precursores de Transformers, Ghost in the Shell de Masamune Shirow o los American Gods de Neil Gaiman, basados a su vez en la Trilogía Cósmica del escritor C. S. Lewis.

Ahora, espacio y mente, son infinitos. Con infinitas posibilidades...

las 18 diferencias robóticas.

En este nivel de creatividad, en primer lugar y tratándose de una serie de dibujos animados para adultos, los creadores van intentar conquistar nuestros corazones, con un poquito de amor, chatarras emocionales de distintos signos (positivos o negativos) y un "poquito" de derramamiento temporal de sangre. Respirando por los poros fijados, de aquellas ideas fantásticas, incluidas en los cómics que recogían las debilidades de artistas gráficos, con tendencia a la tecnología y los cuentos de horror evolucionado.

Aunque, a los relatos animados (clásicos o digitales) fue costando un poco, acostumbrarse a estas complejas relaciones que se intuían en los nuevos espacios cibernéticos, que empezarían a propagarse por las pantallas. Estrapolaciones narrativas de la novela gráfica y otras texturas visuales, que se fundían en nuestra memoria, dejando rastros imborrables de imágenes y nombres, que llevarían a una Nueva Ola de autores de ciencia ficción en la revista New Worlds y dibujantes que nos embelesarían con el cyberpunk en los años ochenta.
Por todos estos motivos y satisfacciones personales, expresar mis gratitud a aquellos audaces de décadas o siglos pretéritos, a los que tomaron relevo de las páginas de sus libros clásicos, que miraron con otros ojos (y corazón) a los tebeos o revistas dedicadas: Asimov's Science Fiction, Nueva Dimensión, Tótem, Comix, 1984 o El Víbora en España; y las pantallas del cine scifi o, en este caso audaz, mutan a la televisión del querido steampunk o el futurismo extremo de la novela gráfica más violenta. A los grandes artistas conceptuales como Enki Bilal, Nivanh Chanthara, Katsuhiro Ōtomo, Jean Giroud "Moebius" o H.R. Giger, con el pulp robótico entre el horror, la comedia satírica y la space opera de metafísica, que nos introduce en una cápsula a nuestro pasado juvenil. Bienvenidos al universo animado de diversas procedencias, entre Blur Studio y Mr. Fincher.

No me voy a extender demasiado sobre las diferentes miradas y estilos de animación, son entidades adultas que pueden respirar por sí solas, redenciones conceptuales o una antología de pequeñas maravillas, a las que nombraré con asterisco para manifestar una recomendación y simple referencia narrativa:
Sonnie´s Edge (Alita de Netflix), Three Robots (Wow, Idea! *)
Suits (Granjeros de Connecti-cut), The Witness (Muertes Paralelas *)
Sucker of Souls (Ni pega ni muerde), When the Yogurt Took Over (Cachondo surrealismo *)
Shape-Shifters (Menos Lobos), Beyond the Aquila Rift (La más Lem *)
Lucky 13 (la Halcona Milenaria), Hunting (Pura fiebre Mononoke *)
Helping Hand (Una mano a Tótem), The Dump (veneno de Víbora)
Fist Night (Pesadilla Fluorescente *), Zima Blue (Azul Reflexivo Profundo *)
Blindspot (Robot-Assault), Alternate Histories (Locura antifascio *)
Secret War (Apocalipsis Rojo), Ice Age (Distopía visual, algo gélida *)

Por estos motivos, brillantes o cojos arcanos, debemos seguir animando. Dicho en plata o de manera intelectual, a los buscadores de estas propuestas imaginativas y a aquellos, que se arriesgan más de lo recomendado en ocasiones, tender la mano abierta o las prótesis. Para adentrarse en universos paralelos, la mente y la imaginación, donde las capacidades de nuestros autores de la ciencia ficción preferidos, los guionistas y sus conversaciones plasmadas en dibujos y los selectores de gráficos programados en televisión, tanto digitales como clásicos, sean uno... o tres, ya diré porqué.
Los viejos cuentos nos acercan a esta bonita realidad de hoy. Sien envidiar a los grandes estudios de animación, ni los mundos mágicos de la producción a gran escala, temporal, técnica u operacionales. Es decir, gracias por seleccionar historias que alimenten nuestros sueños y responder con crítica más humana, a numerosos conflictos internos o contradicciones de la especie. Como la libertad, la supervivencia y... el amor carnal.

En definitiva, por abrir la ventana de la imaginación a la innovación visual y narrativa... y porqué no, a ventilar los arcaicos cajones, donde se guardan las frustraciones del pasado, los recuerdos juveniles y los deseos... de esta complicada vida. O las probables vicisitudes en el futuro. Con la intención sana de propagar aquellas pequeñas debilidades, trazos que nos hicieron sonreír, bocadillos de padecer o amar. Aquellos cuentos asombrosos que entraron en nuestros cerebros impacientes, con una explosión, al abrir las páginas de un tebeo y ponerlos en animado movimiento, aquí y ahora, delineando a trazos manuales o cibernéticos, nuestro mundo.
La rotoscopia conceptual ha comenzado a girar, el color se desparrama en la tele en menos de cuatro horas alternativas, calambres o impactos visuales, a través de esta serie de catastróficas desdichas o 18 desafíos totales. Con diversidad narrativa o utopía selectiva de humor, densidad atmosférica y terminación razonada, sexo encapsulado de acierto variable... es decir, algún cable pelado también.

Dibujos que pasan por diversos territorios de la ciencia ficción adulta, otorgando una oportunidad excelente a algunos, futuros maestros de la animación para enseñar su arte e iniciados en el mundo fantástico, hoy. Ejemplo televisivo arriesgado que, por mi lado o gusto, debería continuar en otros proyectos o medios. To be... continued. Life!

Excelso runner o mal replicante.

De manera, no Manara Milo que era más dérmico, que ocurriera en aquellos primeros cuadernos dibujados del cómic y sus códigos adelantados al tiempo, hacía falta desprenderse de la carga infantiloide o cortocircuitos lógicos. Lo mejor es anteponerse a la exclusividad mecánica de nuestro yo, con la alternativa de valores futuros o la distinción artística de respuestas filosóficas y conceptos proféticos. Esto es, diversificación de ideas... o sueños.
El salto al vacío, es sideral, ahora mediante algunas alegorías futuristas o con sugerentes ofertas que funcionan como islas en el espacio. Nos precipitamos a una falta de sintonía orquestal, organización de propuestas desorganizadas, que conforman un entorno tan variable, como... la falta de sexo interesante, declaraciones románticas en el vacío y dolor carnal. Como diría un cyborg W. Shakespeare confuso...
Muchas muertes... y poco amor.

Alguna se saborea despacio, u otras caen como un yogur caducado en estómago, pero se desprende aroma a creatividad sincera, inquietudes intelectuales, trabajo en equipo y esfuerzo laborioso en los componentes de la animación digital o gráfica. A veces algo disperso, conceptual o narrativamente, pero con varios aciertos narrativos o lúdicos, como productos autónomos gracias al emprendimiento, el esfuerzo técnico y esa labor imaginativa que empieza con la sustancial creación.
Las historias gráficas o visuales, ya no se plegarían a estereotipos, viejas tendencias o críticas anquilosadas, porque los que crecieron leyendo tebeos de superhéroes, robots amorosos o no, y otras batallas bélicas, estarían acostumbrados al medio y crecidos en él. Los nuevos lectores o visionadores, seguirían aceptándolos en tareas más sacrificadas, románticas y sexuales, violentas o intelectuales. Pero, ¿serían capaces de reproducirse y convertirse en la última plaga existencial...?

Se podría abrir un debate, sobre cual es el corto de más calidad o vuestro preferido, cada uno elegiría libremente o asociados a sus mejores recuerdos, así algunos permanecen en nuestra memoria por diferentes motivos o sensaciones adultas. La linterna mágica se ha encendido en nuestra tele y la mente, con esta serie experimental y atrevida, conocida como Love, Death & Robots.
Sí es verdad, algunas no llegan a alimentar a nuestra bestia, poco animada, se caracterizan por la reflexión leve o pocas expectativas creadas hacia el mundo robótico, al que no se canalizarían todos nuestros recalcitrantes deseos. Pero tampoco decepcionan del todo, ya que encuentras diversos detalles visuales, diversiones sin complejos o percepciones conceptuales, que persiguen el bonito sueño de aquellos viejos, cuentos asombrosos o mutaciones tempranas. La misión era sugerir, divertir o simplemente pasar un buen rato, manifestarse en pantalla, llamar a nuestra atención aventurera, expandir la frontera de nuestra imaginación. Vivir, pensar... o morir.

Las texturas y diálogos, provienen de varios equipos internacionales, desde Venice (California) al resto de mundos, que exponen su visión en diminutos retales de fantasía. Entre el dolor, el humor o el placer, cuando los pasados soterrados del miedo, son un presente plagado de dudas o amplifican sus consecuencias apocalípticas... el futuro es un ente distópico, como la carne, el hueso y el metal de sus protagonistas.
Nosotros somos y los observamos por dentro.
Los subterfugios raciales de nuestra civilización futura, son referentes, tendrán que moverse entre el temor a lo diferente y la duda del existencialismo, a la fuerza. Son cimientos endebles, en el mantenimiento de una sociedad que podría caer o ser inestable, por la inconsistencia mediática de sus lazos sociales o familiares, acosada por problemas que surgirían del metal andando por nuestras calles... equivalencia ¿recuerdas a Alita o los replicantes de Blade Runner?

Nuestra sociedad estigmatizada por los efectos de una productividad e inteligencia, alternativas... ¿Serían competencia alternativa o ayudarían a alcanzar nuestras metas...? La búsqueda de nuevas oportunidades, podría transformarse en una auténtica batalla, donde los mitos ya no serían importantes, sino el dramático choque de entidades diferentes y la supervivencia.
Aquí están todos esos detalles, piezas cibernéticas de inteligencia y espacios de exploración, como ocurre en la serie Altered Carbon o el filme Días Extraños, sin perder de vista la acción. Por supuesto, tampoco el pensamiento crítico y esa extraña relación, o posiblemente cercana, aún casi prehistórica, con las frías y programables máquinas. Es la inteligencia artificial que sirve de parapeto a nuestros temores o pervierte el equilibrio, cuando algunos pasos, parecen ya demasiado audaces o polémicos... veremos si con el corto número... el dos.... el tres.... etc.

Con aquel tipo semejante a Roy Batty, tan exigente en expectativas temporales y fortalecido con tendones compuestos, que tuviera la mente puesta en desarrollos animados para el Séptimo Arte y esperó su turno, ahora, el director David Fincher da rienda suelta a los nuevos John Lasseter (ya fue animador en Young Sherlock Holmes), Andrew Stanton (Wall-E), Brad Bird (The Iron Giant, The Incredibles) o Pete Docter, con sus renderizados mágicos e ilusiones para todos los públicos.
El mago del movimiento había disparado la ilusión en seguidores y despertado a sus neuronas, con atractivos proyectos que mecanizaban la labor de los dibujantes, recordando a los viejos amigos de la ciencia ficción en distintos medios, como defensores biónicos de ácidos alienígenas, enjambres depredadores, abejas o arañas controladas, u otros engendros mecánicos, casas inteligentes que se comportaban como madres protectoras para sus no-hijos, antes de que existieran ordenadores personales para capturar a un asesino resbaladizo, o diseñando juegos recreativos que serían reemplazados por el CGI y los videojuegos de alta resolución. Sin embargo, su mente sintió que la relevancia cultural del cómic y la inquietud de los seres humanos por el futuro, sería la pieza clave en sus manifestaciones, el apoyo a creadores y alimento para la memoria infantil o nuestras pupilas.

¡Hasta el infinito... y más allá! Esperando mucho más...


Futuro: la Carne y el Metal.

Heavy Metal... Alguna cualidad, empezó a crecer y apoderarse de las relaciones, cada vez más directas, engendrando unicornios en las emociones de la literatura o guiones cinematográficos, pasando de cuentos infantiles a las travesuras placenteras para mayores. De orquestas a músicas eléctricas, entre asesinatos pronosticados, guerras cibernéticas o basureros sentimentales, alternando visitas atmosféricas por otros planetas y vacaciones infernales, taxis y patrulleros voladores, reverencias a científicos locos, espacios alternativos del fanzine, viajes temporales y reencuentros sexuales de ciencia ficción...
Donde la palabra cyborg (el, simplemente autómata del pasado), iba a convertirse en protagonista universal, soldado de numerosas aventuras y ejecutor de nuestro futuro. Y el metal, sonido de imágenes fantásticas, distopías terroríficas y muerte.

Siendo capaz de mover los hilos en el interior de Netflix, con pequeñas obras para encajarlas dentro de un todo. Una especie de motor, secuencial o binario, que aspiraría a cierto movimiento continuista y uniformemente acelerado, que empezara en tiras inmóviles y cavernas oscuras, atravesadas por la luz.
Puede que siga existiendo un mercado interesado en dicho sacrificio profesional y económico, dadas las repercusiones y comentarios. Este puesto estaba vacante, al que aspirarían estos escuetos cuentos y que podrían alcanzar cierta relevancia en este mundo mágico de la animación para adultos. Gracias al atrevimiento de la causa y las distintas propuestas, amorosas o mortíferas, que viene con 18 patillas de serie y varias tonalidades, texturas, pensamientos... encajadas en el monstruo de la animación o títere binario. El que despertara en busca de calor, para encontrarse con un conjunto de seres injustos, aunque sin tornillos en la cabeza.

Programados para amar o matar, con la cabeza puesta en otras materias más elevadas, científicas, existenciales o apocalípticas, emocionales... Por ejemplo, recreando en distintas décadas de la historia gráfica, los desequilibrios intelectuales, la moral de la ciencia o el temor a la tecnología y la convivencia de creadores humanos con estos seres pluscuamperfectos, que podrían identificarse con los poderes de auténticos superhéroes, los artilugios mecánicos de Batman, el Pingüino y el Joker, o las proezas de mitológicos dioses.
Los osados Miller (próximo referente de Terminator y el cómic 143 de X-Men) y Fincher (ideando la digital guerra WWZ2), han reunido estas piezas como dije, deslabazadas o siendo eslabones independientes de un pack completo, valle de lágrimas o piscina azul, para coronarse como defensores de aquellas arcanas revistas gráficas, sus creadores ilustres y los gráficos de última generación.

En el ayer temprano, ​circularon noticias de que David Fincher y James Cameron, podrían combinarse como productores ejecutivos y dirigiendo varios segmentos proyectados para un nuevo largometraje de Heavy Metal, pero permaneció en el olvido... o una caja de resonancia metálica, cuyos ecos son esta realidad. También, se promocionaban espacios para Kevin Eastman (editor de la antigua revista y co-creador de las Tortugas Ninjas), también el amigo Tim Miller, los cineastas Zack Snyder, Gore Verbinski y Guillermo del Toro. Hasta el proyecto con el estudio Quick Drax, que quedara en el cajón de Robert Rodríguez, antes de su acierto gráfico en Alita, con el título homenaje a H.G. Wells y su conquista galáctica publicada en la revista, esto es, Guerra de los Mundos: Goliath.

Los episodios independientes de Love, Death & Robots, se generalizan por el humor a diferentes escalas, la violencia y la crítica a los comportamientos humanos, más interesados en la procedencia de las cosas o su satisfacción, que el propio mundo que están construyendo. Donde las distopías, como los trabajos numerados con robots, entran dentro de esa categoría superior, y sus protagonistas, merecedores o posibles alternativas para animaciones desarrolladas para la gran pantalla. Sí, hablo de los reyes magos o animados, Tres Robots.
Por consiguiente, a través de estos cortos variables, se observan las consecuencias de nuestros actos como especie evolucionada y la percepción de nuestra ciencia cibernética, adaptada a menesteres prácticos del día a día o grandes aventuras fuera de nuestros límites terrestres.
Efectos dramáticos, en manos de la defensa universal, los viajes intergalácticos o sugerencias alternativas, encuentros con monstruos o deidades, que son mitos referenciados entre las novelas de escritores de la ciencia ficción más filosófica, como Stanislav Lem, Isaac Assimov o el gran Philip K. Dick, abrir los libros de Dune el novelista Frank Herbert, o la conquista de los mundos desde la radio norteamericana, llegando a receptores en cualquier punto de nuestro mundo, con los elementos amenazadores, sangrantes y gigantescos de Orson Welles.

Es vuestro tiempo, soñadores...

This emission is out

El otro amigo de Netflix y el director de.... nacimiento, también avala esta serie animada con referencias a aquellos viejos cuadernos de la juventud, que sorprendían por su fuerza creativa y referencias metafísicas. Aderezando el hueco televisivo actual, con salpicaduras imaginativas y dinero necesario para esas historias que nos transportaban a otros mundos paralelos, envueltos con olor a celulosa y tinta. Algo diferente, que abríamos con ojos deseosos, ante el colorido y los temas exóticos, refrescando nuestras neuronas cinematográficas, del ambiente sobrecargado para la animación cinematográfica, entre seres inanimados que cobran vida, animales deslenguados y otras acrobacias dirigidas al circo de "enanos". Son nuevas experiencias distribuidas por distintas capas del multiverso gráfico, aunque sólo, una pequeña muestra sería válida para una gran historia amorosa con el largometraje.

Todos los trabajos se mueven en dichos márgenes computacionales, que nos recuerdan a retos universales del pensamiento filosófico, cuando las experiencias adquiridas, formarían parte de un espacio profundo, suplantando nuestra superioridad intelectual o la emocional inteligencia. De tal forma que, los resultados son diversos y cambiantes, tanto como los humanos y sus guerras particulares, en busca de la salvación entre los elegidos o la destrucción total de la llamada, civilización. Ética vs. poder, humanidad frente a nuevas razas inteligentes, y por tanto, el control de las ideas para la seguridad, como pronosticara el Gran Hermano de 1984 y .... El amor ha sido más complicado encontrarlo, excepto en exiguas dosis.... son diminutos y exquisitos bocados de una realidad humana, que no está tan evolucionada en las historias de Love, Death & Robots.

Por último antes de la desconexión, la serie LDR consiste en un ramillete de cables, o proposiciones cerebrales que buscarían no dejar indiferentes a los admiradores de los dibujos. Voracidad visual entre el manga japonés y las animaciones que proceden del fanzine occidental, la cultura underground o las viejas historias, leídas para no dormir. Según diversos estilos, exigencias argumentales y episodios laboriosos, diseñados para contar la irrealidad del subconsciente o el sacrificio sobrehumano... O alrededor de cierto surrealismo cósmico que nos haría despegar, de momento, la cabeza de nuestra Tierra, en busca de la deseada velocidad de la luz.
La AI o Inteligencia Artificial, es la frontera que nos acerca a la frialdad de las máquinas, cuando introducimos en ellas, aquellas cualidades que nos corresponden como especie inteligente y, donde inculcamos el libre albedrío, o no, para recalcular atómicamente, los procesos matemáticos o exponenciales de crecimiento autónomo. Es decir, la procreación o reproducción.

Sin embargo, ciertas expresiones sentimentales o las emociones, se encontrarían almacenadas como diamantes por pulir, en ocasiones, entre el dichoso amor y la gélida muerte. Abstenerse los que esperen una gran película de vasos comunicantes o hilos subordinados, simplemente, son muestras de animación o pequeños bocaditos de irrealidad. Falta música, claro, seguiremos esperando... conectados.

Dos piezas, o tres casi maestras (dentro del mundo de los cortos animados), es suficiente para aconsejar su visualizado, poco exigente por otro lado o entregado a la causa. Donde la innovación visual es referente, con dibujos alargados hasta el infinito o texturas que se acercan a la perfección digital, se deben al experto trabajo o inspiración de sus equipos de trabajo animado, apareciendo junto a estas buenas ideas de sus guionistas o creadores intelectuales.

Cinemomio: Thank you

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