Unidos, separados en familia.
Ni por asomo tres películas consolidan el futuro de una carrera cinematográfica, pero si se convierten en la base de un comienzo, sobre todo si tienes 41 años, además eres guionista y los títulos presentados tienen un visionado esperanzador para los espectadores y la crítica. Un director que se relanzaría con su primer y comprometido largometraje en el Festival de Sundance, titulado Margin Call y llamaría la atención del propio Robert Redford que participaría posteriormente en su segunda aventura con Todo Está Perdido, convirtiéndose en el único y sufrido protagonista de un reto personal y de supervivencia.
J.C. Chandor director nacido en New Jersey nos acerca una historia con un nombre sugerente, A Most Violent Year que hace referencia a una etapa concreta en la ciudad de New York dónde se produjeron numerosos escarceos mafiosos y tratos ennegrecidos por la corrupción en todos los ámbitos de la sociedad. Para ella, ha tenido el inmenso acierto además, de contar con dos de los actores más interesantes del panorama actual, forman pareja de sentimientos y de sociedad con intereses comerciales. Quizás, algún otro oculto.
Jessica Chastain conforma un rol atrevido, sobre el filo de la navaja y la postura de la elegancia en cada paso que da, con una cara familiar y cercana junto a otra más radical y salvaje, mientras que Oscar Isaac realiza un recital interpretativo que va, desde la fortaleza de un hombre gestionando una crisis económica y la sobriedad gestual de un poderoso que recuerda a primos lejanos, como el Pacino de Michael Corleone o un Tony Montana mucho más centrado y cabal.
Cuando comienzan las primeras secuencias, nos encontramos con un abrigo de paño llamativo y un corte de pelo a lo Mia Wallace cambiado por un rubio típico de las damas de alta sociedad con un lado oscuro, pero que abren las puertas de la década de los ochenta representada magníficamente en esta producción de FilmNation.
La familia es la referencia y la diferencia fundamental que distancia la forma de pensar u obrar en este matrimonio, enfrentados por la entereza y los valores esenciales del ser humano. Durante la historia que nos edifica un imperio logrado de forma competitiva (pero sin coquetear con acciones fuera de la ley, en principio) se entrevé las diferencias de sus orígenes y las relaciones sanguíneas con el resto de familiares, que curiosamente no aparecen.
Sin embargo, si que tienen una fuerza por su trabajo dos actores muy diferentes entre sí (un asesor y un policía) interpretados por Albert Brooks y David Oyelowo respectiva y efectivamente. Ambos educados de forma radicalmente opuesta, pero con la misma intención de seguir una línea lo más recta posible.
Esta educación que no impidió que un joven conductor de camiones cisterna se lanzara al negocio del combustible en los Estados Unidos, cuando provenía de una tierra con menos probabilidades de éxito. Y aunque quemara todo rastro de contacto mafioso con la familia y los métodos ilegales de comercialización y producción, persistió para transformarse en uno de los más importantes hombres de negocios en un Manhattan con claroscuros, con espacios luminosos que sugieren violencia y habitaciones dónde se firman los contratos y el destino.
Chastain es una mujer de armas tomar y... ¡vaya mujer! Un sueño.
A su lado cualquiera puede parecer pequeño (interpretativamente), pero resulta que su partenaire es una bomba en expansión, tras su excelente trabajo con los hermanos Coen en A propósito de Llewyn Davis (y otros registros como en Ágora, Drive o Las Dos Caras de Enero) que le han permitido entrar como cabeza de esta familia del cine. Entre las grandes interpretaciones vinculadas al mundo de la mafia, mantiene siempre el pulso y la cabeza bien alta con su aspecto físico e imagen inmaculada.
Se narra la aventura empresarial de un hombre con una ambición innata, que sin explicación posible, trata de conseguir todo lo que se propone más allá de la posición social o el poder, sino un reto personal. Aunque no le guste a su, no frágil, esposa. Todo bajo la tutela en la dirección de Chandor, que rueda con estilo clásico y conversaciones dirigidas con pulso académico y racial. Con paseos en travelling por los barrios y las circunvalaciones por las que marcha el oro negro, palabras sacadas de las entrañas de sus personajes y dichas con realidad apabullante, un elenco bien seleccionado completado por Elyes Gabel, Alessandro Nivola y Catalina Sandino Moreno; o una fotografía que intercala los interiores lujosos con secuencias al aire libre luminosas, lanzadas con reproches policiacos, extorsiones y otros problemas sobre la clase trabajadora.
Aquí en El Año más Violento, J.C. Chandor se enfrenta al crimen y el miedo, dónde el director retrata a los mafiosos y su ética recordando a los clasistas del Séptimo Arte, y la verdad es que logra una curiosa y atractiva película.
Una apuesta, es que logra una secuencia para la posteridad y el interés de los cinéfilos, con una persecución cargada de tensión y elementos novedosos por los vehículos y la iluminación de la perspectiva. Recuerdos de otros conductores que manejaron entre La Huida y el Bullit de Steve McQueen, o el Frankenheimer dividido entre el Robert Shaw de Domingo Negro (novela del mismo autor que El Silencio de los Corderos, Thomas Harris) y Gene "Popeye" Hackman tras los paso de nuestro recordado y gran actor Fernando Rey.
Por el contrario fuera de los escenarios más amplios, cuando observamos los primeros planos con el peinado engominado del protagonista llamado Abel Morales, envuelto en su capa para los negocios contra los actos violentos (no tan sangrientos como en épocas anteriores) y estados de corrupción se refleja todo ese trabajo de composición que no siempre se acentúa. Aquí, es un acierto tan necesario como discreto.
Una época que significaría el comienzo de una etapa oscura en la economía norteamericana, y que recuerda por otras latitudes los casos que han hecho saltar por los aires a instancias europeas o mundiales, copiadas en aquel pasado criminal basado en el poder y el dinero. Porque mientras las amenazas y los asaltos a plena luz del día se multiplican, y empieza el debate entre la libertad de movimientos o la protección familiar, comienza esa batalla entre la sangre, el poder y el posicionamiento recto de un hombre que ablanda los corazones demasiado duros con su ideología empresarial. La fría y pura competencia.
Este J.C. Chandor se posiciona como director a seguir en el panorama futuro, con una película A Most Violente Year que mantiene y recuerda las producciones del pasado sobre las relaciones empresariales con la ley, o el asesoramiento en los negocios con la postura de los trabajadores. Mostrando las diferencias sociales y económicas a uno y otro lado.
Siempre bajo la figura alargada de un Padrino que aparece como una sombra, rubia y unos labios carnosos que se pronuncian con contundencia frente a la delincuencia del exterior, con el fantasma del desempleo y los estados mentales marcando el final de los acontecimientos narrados.
*** Notable ****
America For Me - Alex Ebert (A MOST VIOLENT YEAR Soundtrack)