No hace mucho que, nos preguntábamos… ¿qué es la vida?
Y, con la metafísica de cabeza, se
responderían algunos seres llamados inteligentes… Qué, no existiría una verdad
concluyente… Desde aquel, su rastro
vital en expansión del universo conocido. Si bien, es evidente que lo es casi todo… Y esencialmente, que significa lo
contrario a la muerte, la nada… Mientras que absorbemos casi todo, pues el
comienzo de los seres humanos, es puro aprendizaje. No valemos de las
experiencias que los sentidos nos enseñan y que recibimos de nuestros maestros,
familia y amigos; siempre intentando o siguiendo reglas físicas y químicas, que
forman parte de nuestra historia.
Al igual que, en el caso del
nacimiento gaseoso que gira y se comprime en un punto, una simiente luminosa
que se convertirá en estrella… un día… y su noche. El otro lado… del ser
humano. Y hacia su ocaso definitivo, nos abrazamos, en baile final, algo mágico,
eléctrico u orgánico misteriosamente, se transforma y establece el comienzo
rocoso de la materia, bien como planeta o energía universal.
El estudio de lo que nos rodea, tras
ese comienzo de penumbras también, permite el crecimiento de nuestro cerebro y
el conocimiento, normalmente hacia la luz. Sin embargo, en el estado más temprano,
desde la niñez hacia la pubertad, es algo nebuloso, abusivo… e indoloro. Al
menos, para algunos, monstruitos inmortales… Hasta que nos preguntamos, ante diversos
desvíos de la vida, de los olvidos propios de la juventud en su camino largo, por
delante… por eso otro, silenciado… ¿Y esto qué, ya es el fin…? No, esta
película no acaba más que empezar, de un viernes 13 de campamentos, a un
miércoles... en clase. Soñando…
Este es el ciclo de la vida,
arraigado a todo, y en los últimos tiempos, más entre las obras
cinematográficas de terror. Vamos a intentar entonces, explicar esos mecanismos,
que se respiran en un último y tierno, hálito…
Wednesday… de Cenizas.
Juventud… ¡Bonito regalo, eh! Cuando
en muchos aspectos, datos siniestros o acciones clarividentes, nos muestra a
los adolescentes, insistiendo en vestirse de negro y andar por ahí, camuflados,
haciendo indagaciones, más o menos, peligrosas o insanas. Nos enseñan el miedo
y esas viejas leyendas, que crearon mayores para asustarlos en otros eras, como
las que aterraban a los niños del medievo u otras zonas misteriosas, oscuras, insalubres…
o paradisiacas. Qué de todo hay, hasta de Nevermore a la Ítaca de Telémaco…
Cuando en un instante, aparece ella, hija
de mil batallas con la muerte y Morticia… la pequeña de la Familia Addams, con
esa relación redundante con la obscuridad y la muerte. Es algo habitual, naturalmente
monstruoso, convulso como la adolescencia y sus pasiones… O no recuerdas esa
serie de éxito, donde un joven protagonista, se viste con la túnica de
invisibilidad, morbosa, que observa y aprende del día a día… y algunos lo
llaman la decadencia de lo vívido, o la polarización de los coj… ¡qué mata!
Todo mostrado sin filtro, con unas
imágenes y diálogos que te llevan a lo familiarmente patológico, al centro de
una sociedad enfermiza; y nos entrega el recado, visualmente con escenas de
larga duración, que te pueden dejar sin respiración, en un plan milimetrado…
Del estilo de las entradas de urgencias en The Pitt, pero con menos sangre, eso
sí…
Esto, y las relaciones de Wednesday
con la gente mayor, en los alrededores de lo profano, - y liviano, pues cada
vez en esta segunda temporada, se enfrenta al recuerdo de Harry the Potter… y
sus rayitos -; acabará volviéndose convulsa, como es el estallido de una
brillante estrella, plagada de lentejuelas de colores y ritmo K-Pop de ése. Y
en esas estamos, un poco desnivelados, desorientados ante la serie de un Tim
Burton, que se va alejando del pasado… por instantes infructuosos, de leyendas y mitología, para adentrarse en otra
materia transformada… No hombres lobo, zombies o mr. Hyde´s, sino hacia la
indivisible y terrible, comercialidad. Así, tras eso, ya no vemos a la
Wednesday de las penumbras, ni las pistas a lo Sherlock Shadows Holmes, sino… a
una joven encarándose a la fiebre del sábado noche. Más pútrido…
Aunque con imágenes atractivas, temas
mundanos e intérpretes encabezados por
los experimentados, Catherine Zeta Jones, Luis Guzmán, Thandie Newton,
Gwendoline Christie (Juego de Tronos, The Sandman), Christina Ricci y el
incombustible Steve Buscemi… Más, oscuro está… a la no luz inmortal, de Eva
Green, ennegrecida… miss.
Nos susurraban a gritos, ¡Nunca más! Y
les creímos, pero hay que verlo… Como a todos los cuervos y seres excluidos de
la normalidad, que plasmara el escritor y poeta, Don Edgar Allan Poe… una mente
de niño, al fin y al cabo…
Y en cambio, ellos no acaban de
aparecer, más bien desaparecer por festivas y dolientes navidades, en todos los
lados… según la realidad. Por casas vecinas, por barrios pudientes, arrabales,
costas y fincas campestres, pesadillas verdaderas o sueños atmosféricos,
caminos a ninguna parte, reflejos de batallas… y otras historias convertidas en
leyendas, urbanas o inmortales. Pues sí, ellos son los/las protagonistas… esas estrellas, serán fugaces o no...
Jóvenes en la pubertad, líquenes en las
casi puertas de la madurez, colgados del Kroken o Kraken; y por supuesto, junto
a los más débiles, o la llamada “inocencia” de los niños. Con toda su maldad,
incrustada, entre los destellos de una Profecía en triciclo, una charla en la
cama con el Diablo, el niño que se vistió de madre y deslizó una cortina… O
calzados de Zapatillas Rojas, ay Corazón Delator, cuentos de muerte de un
Unicornio, y otros monstruos en el diván… Siempre bajo el aviso de un Cuervo… Nunca
más…
Porque, esa joven enamoradiza que fue
la seña de identidad de un genio como Michael Powell y sus ideas imaginativas
con la cámara, cazó los premios de un Cisne Negro… como Hamelin se vengó de un
pueblo y sus líderes... y demás desaparecidos. En alcantarillas próximas,
plagadas de payasos, risibles, y detectives que investigan con las formas
victorianas en los ojos de un joven Sherlock, que no su hermana… O transeúntes
que se las encuentran, tras la vías, de aventureros recreados por otro
inolvidable Rob Reiner, increíblemente sentenciado. En la Stand by Me, no te
olvidamos, basada en cuento corto de Stephen King….
Y Así, e indivisiblemente, representantes
en masculino, hoy, estas tres gemas de
la diversión, o no, de lo traslúcido… interpretadas por Emma Myers, Evie
Templeton (Return to Silent Hill) y Jenna Ortega, nevermore o for ever… depende
de qué, partes tomes. Incluso, junto al fantasma de J.J. Abrams, que podría
existir con el espíritu de Tom Sawyer, Huckleberry Finn, y el Jim de La Isla
del Tesoro, con el gran Orson, de Long Silver, of course. Por tanto, más de un Miércoles,
de noche viendo tv… sin dejar de ser una producción penumbrosamente divertida
de Burton… Big papá, podía haber estado mejor…
Estrellas… en tiempos monstruosos.
Diversas épocas, construyen un
panorama condensado del miedo, y dan forma a escenarios variopintos que
conocimos, a seres imaginarios, de
entonces y ahora… A héroes cuando éramos como ellos, jóvenes e
inocentes. Los jefes o no, de una aventura en las calles o campos de alrededor, en los ochenteros Stand by Me, en
mascotas que se convertían en bichos, eran bichos entonces, eh… y hoy son un
reflejo del terror, también. Enemigos, abusivos de clase… y otros.
Nos devuelven, demonios, con cara de clown a lo Mr. King, como los que
nos brindó un caricaturista neoyorkino y fantasmagórico, llamado Charles
Addams, desde el 1964 en sus tiras de papel… Que trasladaría a serie de
televisión mediante un ABC, negro… y curiosamente en paralelo con, esa otra que
conocemos como The Monster, mucho más adaptada a los monstruos clásicos, y al
humor familiar de sitcom.
Claro, los niños estaban ahí… eran jóvenes
monstruitos, que caían bien, con la mente imbuida en misterios y ulteriores
escenas con lo macabro-cómico, a base de risas negras, eso sí… Y la Cosa, thing,
es que funcionaba… con los dedos puestos en la actualidad, a cucharadas, que
mutaron, no edulcoradas de sangre, como cubos que caían sobre la cabeza a
jóvenes reinas del baile… Impactando, antes de transformarse, en esta otra
Cosa. Segundo claro, niños, gemelos/as o no, siempre estuvieron ahí…
coqueteando con el terror. Mirando desde un ascensor.
Es una historia interminable, donde dragones
voladores no son nuestros amigos, aunque los que arroparon a Miss Jenna hace un
años, un poco sí… ya que, aquellos héroes de cabellos verdes o moradas, ahora
lucen ennegrecidos, crecen a base de golpes, se trasquilan en desapariciones
más que dolorosas, llamadas del más allá, familias desestructuradas, voracidad
social, miseria a la fuerza, sin educación… y retorcidas sensaciones, devorados
por los hábitos de conducta de adultos, y monstruosidades varias. Veremos…
En el principio… el Monstruo daba una
flor a la niña, - no como antes, con aquel de los globos en M -, y no se
pensaba en consecuencias funestas, pensamos. Sino, en el aprendizaje de un
hundimiento…
Pero no se trata de un repaso, ni
siquiera de un ajuste de cuentas… sino de una celebración, con casos más
sangrantes, viciados y execrablemente malvados… de los últimos tiempos, meses,
días… Y evidentemente, no hay nada mejor que empezar, con un reflejo. El de los
ojos de esos jóvenes… encabezados por protagonistas de varios ejemplos
magníficos, digamos el chico perdido de Adolescence, los alterados oníricamente
de Weapons, el rostro maltrecho y ojos rojizos en ambos, en la terrorífica
Bring Her Back y las llamadas de un vecino de ultratumba – mejor en Black Phone
que en su secuela a lo slasher. Torpe como un patinazo en el hielo…
Luego, celebramos en escalón inferior
– recuerdas el título de Kevin Bacon con sus pequeños, a lo Jack Torrance,
infaustos recuerdos a sangre fría, y otros poltergeist, con padres no humanos…
El cambio sería el retiro familiar campestre de Never Let Go, una vuelta de
eslabón que tenía su gracia y momento Halle Berry… Otra pequeña redención.
Balanceamos a la sorpresa, de un
miedo común en cuerpo bien construido, con The Monkey, qué sería como otro niño
enfadado a lo Demian… y el esfuerzo de Longless, por recrear ambiente opresor con
ellos, y una heroína de nuevo, al mejor estilo rudo del FBI, enfrentándose al
caos de Nicolas... Más, dormidos en el tiempo tal que The Others, El Otro o el
Sentido Sexto, que despertaron como armas cargadas, envenenados sarmientos de
la venganza… Y Abigail, era una candidata oportuna, que tenía el colorido de
zoos fluorescentes, rojos a lo Akira con saltos, a lo gris perlado de Coraline
y sus botones, en sentido monstruoso… Los niños gigantes, o no, siempre
saltaron desde las páginas y los tebeos, cuando el terror empezaba con los
Kongs y Godzillas, desde el sol naciente o más allá, nos llegaron como las
mismas pesadillas nucleares en colorido Akira. Mientras Burton, antes de
Navidad, nos conmovió con Vincent y el perro Franky, en grafismos de blanco y
negro… Hasta que, llegaron riegos y baños de niños, con regatas de sangre sobre
tiburones, pirañas, etc… Y las Señales de ET´s, que fueron el inicio de
sangrientas invasiones posteriores, modernas.
En otra categoría especial, nos
quedaremos siempre con ese rostro auto paródico del feminismo, caótico en la búsqueda de una belleza perfecta, que
encaran las protas de La Hermanastra Fea.
O la cuestión de fe en la enseñanza, para las chicas de Heretic frente a los
ojos metafísico-carnales de Hugh Grant, como el peligro de inmersiones o
creencias… Carrie, ya fue un objeto, en manos maternas, oso sí, que era un
toque a lo Wednesday y su oscura leche, materna. Sin desdeñar el suspense
incómodo de la hija del Hombre Lobo, suspirando porque ya no volverá a sentir,
su piel… es decir, su amor.
Más creíble pensamos, que la batalla
del hijo de 28 Años Después contra la carne muerta a lo alfa, o las peleas
lésbicas en The Last of Us, season II y el nuevo Misterio de Salems Lot, que
daba bocados inciertos, aquí y allá. Y en los postreros lugares, los últimos
ritos, no tan excitantes, que nos trajo el caso paranormal de The Conjuring, no
sé qué número; o esa Marcha Larga a ningún sitio coherente, que parece solemne
estupidez de machos, con menos cerebro que un zombie… Por no, nombrar, la
truculencia insana, en que convierte a héroes de famosos cuentos de la
Literatura Infantil, en sádicos, verdad Pet y Pop… en fin.
En Sinners, no había niños, aunque
sí, un joven músico con sueños… De recordar esta cinta sobre el aprendizaje, la
esperanza y el olvido de uno mismo, en el cambio musical hacia otra cosa… Como
la chica del deseo en Las Zapatillas Rojas… qué cuándo consigue todo, se
embriaga y termina acosada por el amor, propio y el amante, insatisfecho… Mucho
más hermosa en colorido y trama, que Abigail, que supera en el pulso con sus
zapatillas y locura excéntrica, a esos colmillos clásicos… y a la Wednesday en
sus bailes, fantasiosos.
Nos quedaría Stranger Things… que aterra,
más bien divierte con su esfera ochentera a las puertas de lo desconocido, tal
que los chicos del barrio, que crecieron en veranos del 84, entre goonies,
galaxias y piratas, fantasmas de la Ópera, enamorados de jóvenes, a los de
Marte, que tuvieron su sábana infantil en el ET de Steven Spielberg, y autopropulsados
por la emoción y las lágrimas… Las Cosas Extrañas, más conocidas y cercanas, de
diferentes maneras, nos retrotraen a recuerdos de marcas, músicas, aparatos y
ropas, rebeldes con causas, visiones, experimentos, entes y cuchillas…
Sin embargo, hasta la celebración de
relatos cortos y series juveniles, nos recuerda por Dio… ¡Qué no hemos tenido
en casos estilísticos, demasiados giros a la diversidad, forzada o woke - algo
que nos deja fríos como fiambres, big fish en lata -, y han demostrado
personalidad propia, naturalidad... y afectividad con el público! Excepto algún
caso, paradójicamente intrascendente, que no voy a nombrar…
Estos niños, han crecido al lado, del
hijo adoptado por el Mandaloriano, baby Grogu y su apetito amoroso, por los
bichos y demás… formarían con Adolescencia, el triunvirato de la excelencia
entre los jóvenes, mayores de edad, con temática adulta o guiños a sus
recuerdos voraces y sueños. Aquí, forman clanes de Noches de Miedo, en una
galaxia ya muy lejana, hobbits al este del edén o del western, aliens y
ruiseñores al anochecer, gremlins entre enanitos y jóvenes ocultos, parásitos como
señores de moscas… y otras divergencias, que nos hicieron cómo soñamos… o
somos… En fin, danzarines entre muerte, de la Vida de Chuck, a la Ofelia sexy,
de un Miércoles del Futuro.
Y sorpresa, familiar... ¡Joer, quién
quiere terminar con Miércoles… de disfraces y cenizas… danzarinas! Pero, hay
que reconocer qué fue primero, nuestro Chicho Ibáñez Serrado, quién se
preguntaba… más exactamente creo, nos demandaba a todos… propios e impropios, pero…
¿quién puede matar a un niño? Eh, Eva…
Y como última reflexión, hilada entre
fantasmas… qué cojones está pasando en Hollywood y alrededores, con la muerte… Los
dejáis fríos, nos dejáis, más que a los hijos en Dejar al Mundo Atrás, viviendo
las últimas horas del apocalipsis. En cambio, con las balas perdidas, ¡ya
sabemos…! Todo sigue igual, menos pelis de terror que transforman las leyendas
en belleza. Y jóvenes en dianas… O no…
Hasta siempre... B.B. love!!

