Retrato de un excéntrico... "adolescente".
En el film This Must be the Place, se hace un reflejo de una vieja gloria del rock de los 70 y 80. Sin embargo, es una película dedicada a un concepto mucho más extenso... La excentricidad.
Para ello, sólo tenemos que echar un vistazo a su protagonista Sean Penn y la recreación de su personaje. Sin duda vamos a verle en algo muy diferente a lo habitual en la pantalla. Y no únicamente por la interpretación.
Dicha excentricidad se puede observar en la forma dirigir de Paolo Sorrentino (Campania - Nápoles), como se decide a hacer un montaje excepcional y con notas de épocas ochenteras, la música elegida para acompañar al siniestro Penn, una fotografía cercana al mundo onírico... etc.
Pero, además Sean Penn en Un Lugar para Quedarse, compone un artista diferente en la forma de pensar y actuar con los demás, de darle movimientos cercanos a los palmípedos, y sobre todo, una manera de expresarse que le dirigen a una senda donde se encuentran los elefantes ajados por los años. El cementerio de los excéntricos.
Como en aquella peli de Tarzán, que persiguiendo a un elefante enfermo y moribundo, se hallan frente al osario fantasmagórico donde van a parar las viejas glorias... del mundo artístico y del rock.
Por el contrario a Sean Penn parece que le queda cuerda para rato, aunque casi haya olvidado tocar su guitarra. Esto podrá ser una forma de castigo para sus detractores, pero también una penitencia. Pues, por mí no debe de acabar en una fatídica tumba artística. Se reinventa.
Podemos admitir que posee algunos tics y amaneramientos (en This must be the place, están más que justificados), pero en una estrella y magnífico actor, esto puede ser perdonado. Si elige papeles como John Smith.
Su interpretación recargada, proporciona al film un aire de misterio, pero también de compromiso con sus propias ideas sobre los sueños y la vida.
Así, John Smith, su personaje es un músico y cantante de vuelta de muchas etapas. Quemado por el éxito pasado, dentro de un mundo discográfico (mucho más industrializado y sumergido en la competencia económica). Se disvincula de muchas cosas pertenecientes a su generación, aunque su amaneramiento y comportamiento atípico, le ha anclado en aquellos tiempos en que una mayor pasión, la música, le manifestaba una forma de expresión del momento. Sin tener que hacerse demasiadas preguntas por el futuro.
Pero, algo en su historia excéntrica va a hacerle replantearse algunas cuestiones.
El miedo a envejecer y a la muerte. Tras pasar épocas de coqueteo con las drogas y la dama negra, cuando muchas otras estrellas musicales terminaron con sus brillantes carreras. Sin embargo, John Smith no perseguía el fanatismo ni la mitología. Él, simplemente vive. Con sus miedos pero vive.
No acabar como esas viejas glorias del rock, con el vive rápido y tendrás un bonito cadáver. Fue suficiente.
El miedo al compromiso le ha convertido en un individuo sin familiares herederos. Y la pequeña fortuna de antaño, se ha convertido en un viaje por las finanzas y las inversiones, que no son su mundo. Se tambalea en las gráficas de sus acciones y de tiburones financieros, siendo consecuente a su personalidad excéntrica, sólo busca mantener el estado de sus posesiones. Una vida lujosa, sin exhibicionismo.
Ese miedo a afrontar los retos importantes, le llevarán a una lucha contra el pasado. Y consigo mismo.
Esa excentricidad será el motor de los cambios futuros.
Sus andares extraños y su forma de expresarse (cercana en apariencia a la minusvalía mental), nos contagiará a los espectadores sus extraños momentos de lucidez.
Una lucidez intelectual cercana a la infantilidad. Pero, acaso no somos todos un poco niños.
*** Buena ***
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