Entre dinosaurios anduvo el juego.
Premios Tyrannosaur en 2011:
Festival de Sundance: Mejor director y Premio Especial del Jurado.
British Independent Film Awards: Mejor película, director y actriz (Olivia Colman).
Premios BAFTA: Mejor debut británico.
Independent Spirit Awards: Nominada a Mejor película extranjera.
Cuando en muchos países del mundo, los paleontólogos suman fuerzas para encontrar los fósiles de seres y animales prehistóricos, llega este nuevo director Paddy Considine (desde las mismísimas entrañas del Festival de Sundance)... y nos muestra los huesos de un dinosaurio sin tener que excavar en la compacta tierra.
Personajes agraviados por las dificultades económicas, que pertenecen a la casta de los abandonados. El aislamiento y la soledad en compañía, son las reseñas para visionar esta incómoda, pero notable película.
Sí, es cierto. Atravesamos una época de crisis recesista tanto en lo político-social, como en lo económico. Una maquinaria de fabricación de seres antidiluvianos, con sus huesos ajados por el desgaste y el rostro ensombrecido por los años padecidos. Y es que, Tyrannosaur no es una muestra optimista precisamente de nuestra sociedad. Es un golpe bajo al espectador, una patada en las débiles entrañas del ser humano.
Aquellos huesos de ancianos animales enterrados, algunos mueren "in situ" y su registro queda marcado para la posteridad, conservan sin remisión los mismos degastes que sufren los protagonistas de esta agria historia. (Guión del mismo Considine). Unos sufrieron una muerte inesperada en vida, por accidentes geológicos o climatológicos quedando atrapados en su molde inmortal.
De igual forma en Tyrannosaur, el recital interpretativo de Peter Mulan nos deriva hacia a un velociraptor mortífero.
El personaje de Joseph es un ser creado por sus circunstancias en la vida, preparado para cazar y cuya misión principal se ha convertido en la depredación de sus congéneres. Sin duda... la naturaleza es peligrosa, pero a diferenciación con aquellos otros dentados cazadores, el personaje de la película es un ser racional. O debería serlo.
Además, ha muerto en vida ya hace algunos años. Embalsamado y estático. Unos años que ha permanecido conviviendo con un debilitado tiranosaurio (magistral metáfora).
La crueldad del film (no es apta para los paladares más delicados), es un velociraptor que parece despistado, sin embargo, está preparado para dar el mordisco final en el cuello del desprevenido público.
Los depredadores y las víctimas, tanto dentro como fuera de la pantalla, se cambian los papeles a conveniencia. Nada es lo que parece en Tyrannosaur. Como en la vida, la recreación de los métodos de supervivencia se reflejan con cruda realidad.
Así, Peter Mulan y Olivia Colman se desgarran por dentro. Y la fauna alrededor, es variopinta y característica de los territorios enfermizos. Algunos encontrarán la redención del espíritu, otros el duro suelo.
Pero, como he comentado anteriormente, la apariencia exterior no es siempre la regla. En un barrio de condiciones habitables salubles, aseado y deseable para la creación de un cómodo hogar, se pueden encontrar los monstruos. Depredadores humanos, mucho más voraces que raptores y tiranosaurios.
Somos monstruos a veces, la verdad. Entonces, necesitamos un reajuste de la prioridades individuales. Aunque ello nos cueste la soledad, o incluso la privación de la libertad.
Sólo añadiré que nos hallamos ante una cinta provocadoramente salvaje. Unos grandes recitales interpretativos de la pareja protagonista. Una enorme capacidad del magnífico Festival de Sundance para acumular interesantes obras de calidad (mejor director y Premio Especial del Jurado).
Y que la violencia contra nuestros vecinos, llegando a la brutalidad contra los débiles y los animales, solamente podría sanarse con... una sonrisa.
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Rodaje de Welcome to the Punch. Nuevo trabajo de Peter Mulan y segundo del director Eran Creevy. Reparto: James McAvoy, Mark Strong y Andrea Riseborough.