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domingo, 15 de diciembre de 2024

Federico: El Último Verso.

 

Desde luego, no es algo acostumbrado en este blog, hablar de representaciones teatrales… Pero, lo prometido es deuda, y aunque toque un tema controvertido, la poesía de Lorca es crecimiento, vitalidad, sufrimiento y muerte.

Ante esa, su mejor obra La Casa de Bernarda Alba – según las lecciones que daría la vida -, también se oscurecerían los momentos críticos de la hora última de Don Federico García Lorca.

Y en una reflexión esdrújula, onírica y familiar, voy a guiarme por la obra titulada “El Último Verso” y, en algunos otros episodios que se ocuparon de ello, en el cine y la televisión. “ A las cinco de la madrugada, ni un vuelo de murciélago guiaba sus pasos, ni los caballos de los picadores osaban un relincho… a las cinco de la madrugada, bailando los minutos en el tablao del tiempo, la muerte se encaminó a su rostro, como tantas veces había sido nombrada… inmóvil, congelada en el tiempo”.

El día y la noche, en el teatro.

El texto de la escritora y guionista Raquel Trujillo - que estudió por el American Film Institute de L.A.-, es una revisión hipnótica y de representación artística sofocada en su atmósfera, físicamente simple y espiritualmente compleja, que pone en escena María Rodríguez Ortega. De día temor, de noche confusión y recogimiento.

Son horas de un relato casi mudo, en una tempestad granadina casi invisible, que se compone de fragmentos fatídicos, irreales o imaginarios, que convergen en la única verdad. Qué fue su asesinato de un poeta, ya en esos momentos, universalmente versado… ¡teatralmente sometido en una blanqui-oscura, solemne pesadilla!

Es el contraste de un espíritu puro, enfrentado a la realidad latente y su mente en vigilia. Como un lúgubre arrastre de campanillas, en aquel 1936 tan aciago como la sombra de una montera en la arena. Y en su interior, negro y vacío, una espiral de violencia que redondeaba toda la fiesta… porque, sí, se dirigió pudiendo haberse decidido por multitudes lugares, a la celebración de su onomástica, y la de su padre, Don Federico. Así que, era un hijo de papá, pero sólo de gastos determinados, traje blanco y pajarita, que no de pensamiento y obra.

Era el primer avance de las hostilidades inútiles, de una frustrante y horripilante, Guerra Civil Española, que pareciera una inutilidad de nuestra historia. En continua alimentación retrospectiva, venenosa, dura como un cuadro de Goya… por no hablar de Pablo Picasso, que ni pasó por aquella academia, ni conoció en persona, ni sus inquietudes en España, ni su verdad en París, a los que ambos encaminaron sus méritos desde su natalidad andaluza.

Sin embargo, las conexiones se acomplejan en las versiones y el tiempo se divide en diversas teorías sobre esas fechas, de las cuáles no cuento, pues ya existieron, y existen muchas voces, historiadores, implicados, condicionados, admiradores, secretos… No paran de crecer tratando de definir las expectativas históricas, o los intereses, quién sabe.

La perspectiva desarrollada en tablas arlequinada, blanco y negro, con matices múltiples de grises, se estipula por la compañía teatral tinerfeña, Timaginas. Es mi contacto y mi palabra en voz viva, que justifico con estas letras convulsamente admirativas…, y que se representa en tiempo de adviento, en Teatro Arlequín de Madrid. Y cuyos dedicados protagonistas, estarán encantados con vuestra visita, y comparecencia a juicio. El que no tuvo, ni tendrá, el recuerdo de un poema.

Dignidad… y culpa.

Venimos del pasado, de la memoria, ya que la historia de este grupo teatral posee algunas huellas históricas, a sus espaldas. Premio Godot a la comedia crítica “La Farsa del Siglo de Oro”; y elogios para navegantes en su anterior viaje teatral “Elcano”.

Referente de españolidad necesaria de la que adolecemos, y se mofan allende los mares, afrontando personajes que han sido fundamentales y artísticamente, bastante mudos. Recuperar referentes, en estudios contemporáneos de nuestros jóvenes, es maniobra al timón.

Pero, ¿cuántos muchachos habrán naufragado en el transcurso de guerras por diferentes épocas…? Imposible el cálculo, es un potosí orgiástico de violencia... Sin duda, pérdidas siempre dolorosas, especialmente con los niños… Y Federico, en cierta forma, y en espíritu, era un poco niño… dejando aparte las querencias sexuales, que no son lo principal en estos días de angustia belicosa.

España se partía… por el rayo de nuestra desgracia tópica. Hace tiempo hundía en el tronco del tiempo, y desangrada a chorros, goteando radicalmente hasta nuestros días. Una desgracia cómo ninguna otra, salvo la de algunos espíritus norteamericanos, y algún otro verso poeniano… A pesar de temas que abarcaba en su producción literaria, Lorca no se caracterizó esencialmente por una objetiva posición política, si bien social, granadina y española.

 Más efervescente, en sus expectativas republicanas del estado español, que ciertos reflejos separan de su trágico destino, y otros se meten en el fango hasta las rodillas. Por ende, existen teorías para todos los gustos, incluyendo escenas, biografías de pluma irlandesa en el Planeta, y programas que recuerdan palabras y sugestionan odios imperecederos.

Aunque no estamos aquí, para ejecutar ninguna orden de persecución, ni manifestarnos a favor de ninguna maniobra conspiratoria… sino, para hablar de teatro. Era dantesco verano en la Vega de Granada, un infierno de fuegos fatuos, con mosquitos persiguiendo fantasmas, y picando escondidos. Ya que las cosas se estaban complicando desde las trincheras, de las cabezas a los tentáculos familiares… Era la cólera enfermiza, provocación de ideas, y venidas de estertores de muerte en la plaza. Por allí, y por acullá… envidias y celos.

Esto se siente en la obra, gira como torbellino de palabras ejecutadas, en gritos amargos y silenciosos, a la vez. Dudas en cuatro paredes que son refugio, y serán prisión, hasta el final. Y la redención, una mera especulación, al igual que la culpa… que dijo Gibson, guió La Muerte de un Poeta en Tve, cerca de sus padres y hermana. Los nervios afloraban debido a las extrañas circunstancias que rodeaban sus posibles, y sus enojos, que también los había… por referencias en sus obras y demás omertás familiares.

Y luego está lo evidente, que forman los bandos que se matan en todas las batallas, cuando él, no querían ni parecerse ni verse identificado. Incluso en las teclas del maravilloso piano, sonaban a reproches de Falla, don Manuel, y sugerencias sin escrúpulos personales, por las extravagancias personales junto a Salvador Dalí y el magnífico director que sería Luis Buñuel, emparentado virtualmente… pudiera ser… con su surrealismo mundo de El Perro Andaluz. Qué sentían sus raíces, de veras, en contra de otras teorías revolucionarias.

Apodos aparte. Y que tantas veces, oyó nombrar en sus propias bocas… desde sus cuerdas tiradas por asnos, a sus ojos rebanados por hormigas vítreas, más que venéreas o relativas al sexo. Son ejemplos surrealistas, de su convivencia y devaneos por el Madrid de desangramientos, y hoy sangrante de nuevo. Y aquí me paro, no por perro, sino gato.

Hora de Alba.

Esa Casa que serviría de motor de ciertas exequias y maniobras calenturientas futuribles, con Federico de inspiración de nuestras letras más memorables. Echadas al fuego,  en una incontinencia narrativa que no existe, sino fuera de nuestras fronteras como una especie de maldición de la cultura española. Tan denostada, como la historia negra que padecemos en actuales fusilamientos.

Historia contra la sajona evidencia, tan opaca, asfixiantemente delatora, como una especie de lengua traidora. O una voz que apunta en la enfática concha, de una diminuta Barraca.

Y ahí crece, su literatura de féminas, patriarcales o respondedoras, si sexuales en torrentes secos de sus pechos, hasta las indiscretas insinuaciones de su homónimo de odas tocantes, Walt Whitman, en maniobras orquestales en la obscuridad. Y la guerra, que también conoció y alimentó en sus versos. En ambos se presiona, y ciertos críticos y biógrafos dicen, no sangra… teorías hay como estocadas vitales. Pero, la obra arlequinada, lo expresa bien claro, tú verás…

Y ahí, es donde termina, y comienza esta escritura mía, al anochecer o el alba, en las profundidades del alma, y las penumbras de un corazón que,  dejaría de latir para siempre. Innecesariamente, deshilachadas, como casi todas… vidas hechas girones.

Entonces llegó, sonando desde una antigua radio, es primer aviso del vértigo, que luego lloraría el mundo y España. Retos que pertenecen en mi caso, a la promesa, y para aquellos, a la deuda… o la venganza, quizás. De todo había en la vega del señor.

Sobre las tablas, el interior se va apagando poco a poco, mientras se ilumina un foco sobre el personaje asustado, como conejo en una cacería. Donde los trámites de ese coto, privado la mayoría de veces, tienen vetas que se van descartando en la historia. Para centrarse en relaciones personales, y una especie de malentendidos, o no… Depende del que lo quisiera contar… Aquí, es meridiano, apellidos, ideas y mariconadas, que siempre fueron motivos validados.

El Último Verso, es titular.

Amigos del alma, o enemigos mortales… como sombras históricas goyescas, de los que participan en la representación sobre el escenario.

A la vez, sencillo y representativo, definiendo la consabida figura de Lorca, sus quehaceres narrativos, como sueños cortados de un plumazo, y sus miedos, recurrentes tras su pluma… y en las representaciones marchitas de su propio deceso.

En matices libres, se descompone la afrenta familiar y las reacciones políticas, que vivieron un cacique en su matrimonio, otra posible fuente de crispación en aquellas tierras. Por herencias, heréticas, o tal vez, hasta eróticas, tan compungidas en la piel de unas frenéticas, Vicky Peña, Enriqueta Carballeiro y una animosa y atractiva Ana Belén, bajo la fusta intimidantes de la inflexible Irene Gutiérrez Caba y el diapasón sonoro, de las escenas intimistas de Mario Camus.

Esfuerzo en una improbable papelera consumida por fuegos internos u odios… salvados en último instante, por lucidez artística o su arte. En este teatro de minutos postreros, son parecidas uñas de matriarca, con  tendencia a ese machismo costumbrista de la época, que sale de las fauces inestables de la Roldán, devorando a su hijo, y que forman parte del conflicto entre la sangre y las envidias de otros tiempos. Y fortunas… y además, no contamos para desengrasar con la gran Florinda, Chico. 

En el Foco… ¡Fuego!

Allí todo se incendiaba por culpa de un cabreo, o Cabrero, y en esta obra, son varias que desembocarían en el cuerpo inerte de Lorca. Dónde no voy a significarme, ni prestar oídos a comentarios. Federico reía cuando representaba su descomposición, entre amigos en cambio, a pesar de todo. O la nada… Y con ese humor negro, me quedo…

Mientras el personaje de Horacio Roldán es interpretado magistralmente por Armando Jérez, cuando el coño tiránico de la venganza, se apodera de la escena con la actriz María Rodríguez, que atraviesa con su lengua bífida el porvenir de un Lorca, interpretado por Alejandro Fuertes. Y complementan otros fuegos desatados, Javier Martos, Andreas, Figueireido y Lucía Jerez. Y todas sus sombras, bañadas por una iluminación, que va de lo íntimo a lo fantasmagórico, recalcando los distintos estados de ánimo.

Ante tanta debilidad del poeta, la suerte esquiva pasa a los espectadores, en hechos tan lamentables y dolorosos, encañonados por esta versión en perspectiva. A pesar de la trágica evidencia de un presupuesto sin grandes alharacas, todo se ve reconfortado por las interpretaciones y palabras que afrontan, tanto venganza como dolor.

Tú, amigo, a las cinco sentirás el sudor que surca tu frente, la afrenta que enfrenta tu mirada, perdida, la culpa a los ojos, y el sentir de un protagonismo que te sobrepasa… como si fuera una bala. Eres, puedes ser, o pudiera ser, cualquiera de nosotros. Maniatado, o denunciado por un beso anónimo, en la misma boca del arte.

Y eso es todo, que es casi la nada… la figura maternal, se aparece indicando los tiempos transcurridos, como los fantasmas de la Navidad de otros tiempos, incluso, las que viene de otras olas, cuando el poeta navegaba a solas. En paralelo histórico, de un Sebastián Elcano, que da  la vuelta onírica a sus mundos, y volviéndose héroes a su manera… que no es la nuestra, sino la de la ira.

Y como meros observadores, sufridores, porque ya no volverán sus viajes ni letras, somos visitados por dineros, personajes o deudas históricas. Al igual que la, Alba despide a su hija, nosotros nos encontramos con un hijo de España… Esta España, dividida en familias o estirpes que odian.

El beso de Judas: Algunos historiadores, califican la vida y final de Lorca, en comparación con Jesucristo, en una constante guerra civil trágica, conformada por ideologías opuestas con o sin fe… y Uno, que no pertenece a ninguna de las esquinas históricas, observa que el paso del tiempo ha ido transformando en algo similar al magnicidio conspiranoico de un John Fitzgerald Kennedy, a la española…

Salvando las distancias poéticas, y sus ejecutores en el punto de mira, no entro en el fango de opiniones, contrastes, sesgos… Ni manipulación, daños causados, herencias y culpas, de los retratos y los silencios, de las sombras silenciosas, lo oculto, mano vengativa, de las voces que retumban, interesadas o no… del incendio por venir… de sus pesadillas. De tu muerte… Pues sabes que, la historia es cíclica, se puede repetir en cualquier momento, en un segundo, un foco sobre cada uno… y dónde eras, ya no eres, y los sueños terminan, con el último.

Expresaba Miguel Bosé en aquel corto sobre la consciencia poética de Lorca… Deseaba vivir… seguir viviendo, por encima de todo. Y quién no, sea hombre pobre o señorito poderoso… poeta u obrero, inocente o delator, político o guerrero, primo o amante endogámico, miedoso, incluso, guardia civil… frente al terror. El mismo que seguimos padeciendo, mucho tiempo, en esta piel de toro. Mañana europea… americana… ¡mundial, quizá!

Y en postrera referencia, o última recomendación, sin rimas en las bocas,  como una necesidad interna, se despierta el caso de los últimos días de Federico García Lorca… que es, viajar al pasado, echando un vistazo al programa La Clave con José Luis Balbín y aquellos invitados al baile, sin paseos… y jugar al juego de ser como Costner en J.F.K., para ver quién dice, o inventa, y quién envenena por referencias o verdades. Y quién calla sobre todo… o quiénes borraron huellas. De la Ceda a la Meca, en el cinturón… ver el arrepentimiento y vuelta a empezar. Intentando resolver un rompecabezas, que termine el todo. O no…

Al Albaaaaa, ¡habla! Al alba, una última oración… y ya. Qué cosas, éstas de la serie que sigue a Gibson, para un amante de los toros, las banderillas y… ¿dios? Tan blanco que iba.

Pero claro, la censura es poderosa moneda de cobro… Decían que los roqueros, nunca mueren… pero, no es verdad, es la música y la poesía, la que sobrevive… Y los poetas, músicos como Falla o Quincy Jones, lo sabían bien. Porque en su documental Quincy, lo enfrentó en los duros asesinatos entre jóvenes raperos y negros… Dónde también murió la poesía callejera ante el rojo sangre… Como mataron de Lorca, la del pueblo.

Fuente Vaqueros quedó en silencio… Y Asquerosa cambió de nombre, para que no fuera identificada nunca jamás, y les acusarán de rencorosos, siendo Valderrubios, cosecha de tabaco y novela para Albas. Y de Federico, quedó, recuerdo de aquellas criaturas, féminas sacadas de las brasas, fogosas, y sus versos de aquí a Nueva York… Más, el sonido universal, de un Son Cubano.

 

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