Escribir a veces, consiste en
conectar… Otras es una inmersión a las catatumbas, entre los héroes y los
monstruos propios.
Buscas la historia, recreamos, vivimos los personajes,
hablas sobre sus fantasmas, y aquellos nuestros, que recuerdas, conquistas territorios, visitas
sueños y ciudades, hueles, ves las marcas… de garras, u orines en los muros. E investigas en las viejas leyendas,
ésas mortuorias, con sus sombras acipresadas, que pertenecen al imaginario colectivo de la humanidad, e inhumanos desórdenes, y fondeas sus
civilizaciones. Entonces…
Algunos, lo relacionan
con imágenes, en retratos y el cine, como era de soñar. Y todo empieza a cobrar vida de nuevo, se diversifican
los géneros, guiones se ensanchan y aparecen los misterios, los gestos doloridos, el ataque, la sangre… los
aullidos. En ocasiones, veo… pero no. El último suspiro de sus víctimas.
Muertos,
ni resucitados con el rostro desgarrado, apenas, sino que describes las escenas que te visitaron en salas oscuras, o en
escritos, fantasticos o críticos, entre los ojos magnéticos... rojos electricos, como aquellos del transiberiano; y las cuestionas o las haces crecer más aún, dependiendo de
tus antecedentes visuales que enfocan una vida, narrativa naturaleza, o gustos varios del escritor.
Y en el caso del miedo, buscarás
una serie para complementar aquellos hitos, no de guionista porque no estudiaste lo suficiente, las historias. Te dedicas a contar, sugerir alaridos, nocturnos como tú, más bien, para rematar, tu misma no existencia… Por ello, ay, no siempre todo reluce en la obscuridad, y los cadáveres menos, fagocitados por la memoria. Pues también existen esos lodazales, donde te metes, con las zarpas hundidas hasta
los tuétanos, estridentemente dispersos. Y toma resbalón caótico, por el acantilado... Una mente menos... inteligente, o no. Elegiste, regular...
Así sabiendo qué, no existen
habitualmente, en postreros tiempos al fulgor de plataformas, demasiados antecedentes de calidad en las nuevas producciones televisivas, como las había o hubo antaño – vaya ud. a saber el porqué…-, te lanzas o deslizas hacia la
fatalidad. Con facilidad en el engaño, echando la vista atrás, y comienzas tu propia emisión de los recuerdos.
Y aquello que visualizas en penumbras, de señales que fueron catódicas, en el pasado, tevives otras, comparadas con esta, que no es lo que
se esperaba en realidad. Ya que el miedo no aparece, el sopor te invade, la dimensión
se queda corta, el rojizo no pinta las puertas de tu aldea, los diálogos empobrecen y… la animación es decepcionante,
cuando no… irritante. Menos lobos, ´caperuchones`…
Acá, me hallo…
Ahora, reconociendo en el agujero que
me metí – suele acontecer aveces -, movido por unos dedos desconocidos, criticones y desvalidos
en el terror actual, fílmico u otro, como si no hubieras destripado ovejas
junto a Joe Dante, desayunado en baredms de carretera desde Aullidos, hasta sus gremlins que parece, prometen
volver a desencajarte, en sonrisas de cine por otra noche navideña, después de las 12; o a aquel inaudito y sorprendente en todos
los sentidos, John Landis de Un Hombre Lobo en Londres, que ya he transformado en metáforas aquí. Un director de miedo, tras haberte sacado
risas de verdad, en desmadres y ritmos emparejados de granujas y rock&roll.
Eso eran joyas que respetaban, clásicamente, a las imágenes prostáticas, artesanas, sobre piel de Lon Chaney Jr., o del Bela Lugosi, que gracias a un casi olvidado director, George Waggner – que a posteriori hizo la serie del
Lobo Solitario -, y con la sangre heredada
de aquel, Hombre de las Mil Caras, - practicamente padre y hermano de ambos -, y que sería monstruo, y del cine, fantasma de
la ópera, jorobados varios, hombre sin piernas y garra humana, clown, Corazón
de Lobo. Todos formaron parte del clan...
O las carcajadas con Abbott y Costello, pasando por las sombras en blanco
y negro, del Jacques Tourneur para la Simone Simon en Cat People para RKO, otra loba más felina, si cabe. Para resucitar de las cenizas y baños de balas de plata, con versión sexi de Paul Schrader
y Natassja Kinski. Luego, descargas de Claud Raines que estuvo con todos
aquellos primeros mons… genios, como también Curt Siodmak cogiendo la historia
de aquellos mitos y terrores nocturnos medievales… Ah, y al Perro de los
Baskerville, gracias a la magia suspensiva de Arthur Conan Doyle y el director
también olvidado, Sidney Landfield... Que estaría bajo las zarpitas inolvidables
de la serie La Familia Addams.
Incluso, o además por supuesto, a nuestro Paul
Naschy que fue nuestro padre-abuelo, lobezno, y el salto por Terence Fisher con la Hammer y Oliver Reed, en peludo bípedo de sed
de sangre visceral y rica carne inglesa, como la Marca de la Bestia de Rudyard Kipling, que
reencontró la Metamorfosis de Ovidio. Hasta el Romántico gótico de En Compañía de Lobos
guiada por mano de Neil Jordan, o la cataléctica Lobos Humanos de Michael
Wadleigh, entrado en modernismo visual.
Algo temprano, como alejado de
aquella primera Werewolf of London de 1935, tendremos que nombrar al genial
José Luis López Vázquez, que seguramente vio patillas de Bogart, y a León Klimovsky, con mención básica a La Bestia debe
Morir con Peter Lockhart y Peter Cushing.
Algo más olvidado, el Miedo Azul que se basada en 3
novelas de Stephen King, no menos aunque infructosa al fin, las Razas de Noche de Clive Barker (Hellraiser) o el
Lobo de Mike Nichols y Jack Nicholson, y sin olvidar, el pelotazo en los test... que significo el Thriller de Michael Jackson, claro.
Más sangrienta Dog Soldiers, como el
primer Underworld y la Caperucita Roja de los Grimm en la presencia de Amanda
Seyfried, o la versión Marvel con Werewolves by Night, en tinta grisacea, con más errores que
aciertos, como la visionada en actual grafismo. Bueno no, esta es bastante peor, triste o contagiosamente, como los Werewolves - si bien comienza prometedora bajo el encanto lunar y virico -, hasta la dexepción de un Despertar de la Bestia… Y bastante más dramática y atractiva en
familia, es Wolfman, con toques al estilo La Mosca de Cronenberg, que sin hacer alarde de maquillaje, es coherente con la leyenda del Hombre Lobo. Algo así, sin llegar al desparrame sanguinolento, como fue la salvaje
Sustancia de la directora Leigh Whannell. Ambas se desarrollan con muy mala leche,
en este caso, cierta mala baba, vaya, frente al domesticado padre, o engendro.
Romasanta fue nuestro Wolfman íbero
real, como Mr. Humphrey Bogart, lo fue para Mr. John Huston en El Tesoro de
Sierra Madre. Y este final teletransformador, prácticamente místico y reverencial para aquella pantalla grande, vuelvo a acordarme del documental Bogart: Vida bajo los Focos. Que nos expresa por
boca de su hijo Stephen, todo lo bueno, lo oscuro, lo estiloso y lo familiar, que escondía
bajo la gabardina, la estrella mayúscula. Con sus mujeres anteriores, sus balas silenciosas, sus pensamientos y Lauren
Bacall, como madre felina de la camada.
Horripilante…
Veo veo, una serie – no me acuerdo de
aquella otra ochentera, ¡jodía memoria…! Porque no siento otra idónea, para
echarme entre estos colmillos desabridos…
Se titula Wolf King y es como un juego de consola con
personajes extraños, metamórficos, para la mediocridad... pues los gráficos se esmeran en rostros y están abandonados para el resto
de la anatomía. Casi redondeados a lo Botero… Vamos que son más amenazantes de cuello para
arriba, y mucho menos ridiculos, que los avatares de risa en que cambian de forma. Algo así como transformers chungos, rústicos digitalmente, deslavazados en movimientos, simples y desquiciantes, hasta el apagón generalizado en nuestros ojos, cuando
entran en acción.
Excepto por las miradas, relampagueantes, que te dejan fuera de control, y deseas aniquilar la tele de una coz. Es animación básica, digitalizada, para perder el
tiempo en escasa renderización... Es más, ni la historia te emociona mínimamente, pues se asoma al abismo fantastico, entre un mapa
vacío de curiosidades y transformaciones animalescas ñoñas, y que, más que
enlazar con las historia del cine y la televisión, en detalles del horror, nos muestra una aventura que huele a
chamusquina, de pelo de lobo quemado.
Así que sin remedio ni tiempo que lastrar, intercalo, a cortitos
capítulos, menos mal… con documental sobre algo monstruoso que ya había oído ligeramente,
pero olvidé… Sí, sobre una generación evolutiva surgida de los 80, hacia las tablas. Y no de Doñana... Solamente en la estructura y los
acontecimientos con sus monstruos, ya que la Strangers Things que nos espera tras
la puerta arañada, o la memoria paralela, serán dos capis a tope. Mientras, ésta se adelantó – o atrasó mejor dicho, hacia la temporalidad del guión -, con su nombre propio, en la obra
teatral, Stranger Things: First Shadow.
Técnicamente una anormalidad teatral que
no podríamos producir en un teatro de España, seguramente… mejor esperar, a la
última temporada en serie Y sentir sus evoluciones creativas, y terrorificas. Así esta obra llena de retoques, revisiones
y visiones monumentales de la serie, salta desde la platea inaugurada para recrear el Hawkins de
Indiana, a aquellos orígenes monstruosos, que bailaron jóvenes, sin recordar que los pies de Noel Coward, ya danzaron por allí. Y dirigida por Stephen
Daldry (Billy Elliot, Las Horas), se enmarca sobre la Dimension X de los
Hermanos Duffer, con atavismo temporal, sobre tablas y espacios 3D, del mítico Phoenix Theatre de
Londres, gracias a las conexiones digitales, efectos sonoros y gráficos
fantasmas, que se proyectan hacia la obscuridad, de un público fiel y encantado. Ptecipitación de los recuerdos de la tele, al novedoso escenario. Y desde aquellos monstruos, a estos, paños, como mi afición de juventud por clásicos del terror. Y una época brillante, con despegue de f/x.
Nosferatus, espectros… seres
fabulosos, con dientes o garras.
Esta evolución en el escrito, se
dirigía a hablaros sobre una serie de películas – más una incógnita al
final…-, que vinieron de aquellos magníficos seres, en rincones escondidos de la mente. Pero, muy vivos, pues a veces nos venían a visitar en nuestros sueños…
y empapados, nos reíamos, porque la Hammer, versaba con líneas argumentales, y
curvas imaginativa, alargadas como medidos colmillos.
En el proceso de creación, que
siempre proviene de los textos o la literatura, delineada con el onirico expresionismo de pesadillas – y que en el teatro, se acrecienta
con cambios de última hora en libreto y los nervios actorales para
memorizarlo -, o pasaría a distinguir sus huellas que entre tiznajos en la noche, deberían llegar hasta nuestros días. Pues lo Clasico vale un potosí... y Nosferatu es la tenebrosidad del siglo XIX a través de
aquel Conde Orlok, que actualmente Robert Eggers ha descargado como una
epidemia atmosférica… cuando Mr. Murnau convirtió en sinfonía estilizada. Inolvidable...
Nada que ver, o sí… depende del ataúd
y las tierras, con la versión sobre la novela de Stephen King, Salem´s Lot,
que acaba defraudando por sobreexcitación del director de Swamp Thing, y te
deja un poco frío al amanecer. Con menos guiños de los deseados… y placer, de niños no vacunados, en esa rabia inmortal. Para
eso, me quedo con la naturaleza básica de Arcadian del director Benjamin Brewe,
también guionista compartido del filme Reptile...; o el suspense adiposo de
Azrael, que sintetiza, sin paliativos, salvo una naturaleza brillante, que realmente, se siente opresora al rato, a una monstruosidad sangrienta protagonizada en trono del horror, por la salvaje belleza de
Samara Weaving. Filme perpetrado por la malévola contribución sangrienta del
director E.L. Katz, salvaje, con virage monstruoso, como su guionizada serie del monstruo sobre el pantano
de Marvel.
Y en esas estamos, entre colmillos
putrefactos en licuefacción catártica, infecciosa, cuando yo vine a recordaros mi libreto… Los
Hombres Lobo. Y aunque como dije anteriomente, los Werewolves se quedan cortos – todo lo contrario a
los de Minnesota vs Lakers, que devoraron… a regañadientes-, es un mundo paralelo, una peliculilla sin
grandes ideas que empieza interesante, dentro de la pandemia
epidérmica y más, per terminando el lastre visual y narrativo, por condensación lunar y numérica, on un horror de transfomación…
Sí que existe un episodio
contagioso que me induce a la intranquilidad desde la obscuridad, y me
recuerda a otros, con una metamorfosis total - a pequeños pasos de insectos a lo efecto inhumano de Kafka -, y que empezara con imaginativos trucos de Georges Méliès. Después golpearon en ochentas, con invasión inimitable de La Cosa o aquella tétrica
deportividad de Jeff Goldblum, desde La Mosca de David Cronenberg… ¡Qué de cambios
miméticos sobre carne, sabe un rato…! Esto es, una inmersión malevola de humanidad, en Wolf Man, dirigida por uno de los colegas narrativos de James Wan – apellido de Man a 180 grados -,
como Leigh Whannell (Insidious III, The Invisible Man) que vendria a retratar, el ocaso del hombre,
padre y espíritu depredador…
Estamos de acuerdo, que podía haber
sido algo más elevado, pero, la continuidad en el suspense y la infección
familiar que produce, es convincente sobre el gesto funcional de Christopher Abbott (The Sinner, Kraven), que se come la escasez de dinero para efectos y los cambios ambientales en la producción, con sentimientos.
Me complace, el ser, pues el lobo es un tanto mezcla de Alfredo Landa y Vincent Cassel en
El Pacto de los Lobos, y metido en, una especie de tenebrosa escapada al campo…
donde las féminas están cogidas por los pelos, tal vez. Salvo la redención de última
esencia humana, que pertenece al trio protagónico. La redención del amor acabado, y el paterno inmortal.
Y ahora, aunque no aparecen fauces
animalescas, o cadavéricas muertes, si quería traer a un ser, de ultra-tienda, como aquellos
juguetitos que se transformaban en muecas risueñas en Gremlins u otros
muñecos diabólicos… Y es que se trata de otra maldad producida por el inquieto
Mr. Wan con historia de Mr. King, que se titula The Monkey y tiene mala leche
como las últimas perversiones de Atomic Monster (Malignant, M3GAN), y aparece
como objeto destructor maldito que se trastoca en diversión, entre personalidades
intercambiables, como las susodichas antes…
Y sobre esta nueva ola, que se va corrompiendo poco a poco, y reapareciendo de vez en cuando, o fulmonada, a toda
hostia que es el gore… más radical. Empiezas por un entretenimiento coagulado con miel con tropezones, Winnie the Pooh al Blood&Honey, y te pasas de frenada, describiendo las
escenas purulentas, y esa fealdad estética o narrativa, que produce repulsión o
traumatismo espiritual en Peter Pan, aún inventando un universo perverso de nunca acabar. Y ahí
me detengo, entre polvo de hada, no inmaculada, pues, ya no sé si podría con
Cenicientas o Popeyes… como tampoco he podido con Asteroid City de Wes
Anderson. En fin… literatura en recesión.
… Y los restos.
No tiene demasiada suerte la labor novelesca de
Mr. King, con otros acólitos de letras, pasando a la estampa... desde aquella Niebla que nos envolvió con
bastante contundencia, gracias a la maniobra transformadora del gran Frank
Darabont, todo lo contrario a la olvidada serie… como cambia el cuento. Aún asi, prometo volver al tema, ¡he dicho!
Y las últimas conexiones, que te
cuento, que tienen que ver con lobos, o monstruos, son dos animaciones, que
recomiendo por la originalidad y las transformaciones de sus personajes. Unas
veces elevados como Orión y la Obscuridad, oniricamente, que además de entretener, puede
ayudar a educar a los más pequeños… bueno no, con algunos añitos en la mochila
de la escuela ya, casi en la Adolescencia… para discernir entre el mal y el
bien versado, sin atender a fenómenos atmosféricos ni eléctricos… sino en seres,
humanos, o algo así… Y la otra más ecléctica por canadiense... donde tratas con
invasiones de ultracuerpos, zombis y animalescos, es Zoopocalipsis, que promete
traernos más carne gomosa al estilo Cosa, en producción CopperHeart y voz en
enlace extraño, del mismo David Harbour. Viscoso ¿no? Y divertida.
Otras que deleitarían, creo, están en
retención logística como The Sinners raciales, o dobleces doppelganger a lo
Lynch, esperemos, a Mickey 17 de Bong Joon-ho, que también conoce a los
monstruos escamosos, la Parthenope del Sorrentino, que es un monster ítalo,
todavía no galliocizado… Y amenazarían regresos, de más a menos quizá, o
viceversa, que serían M3GAN 2.0, Crawl y Black Phone 2, Expediente Warren: The Last
Rites, Return to Silent Hill de Chistophe Gans, el del pacto de lobos y crying
Freeman… o los esperados 28 Años Después de Dany Boyle, el estilizado Frankenstein de
Guille del Toro, ambos of course, por supuesto, con exigencias… Al nivel de, Los Gremlins III con Chris
Colombus evocando a Joe Dante, supongo… y la serie El Cabo del Terror, con Amy
Adams, Javier Bardem y… link, Patrick Wilson. Ultratumba connection… ¡Eimmm!
Vaya. Podía buscar más monstruosidades por venir, pero ya basta por esta noche...
Hey! Por último, resta la incógnita. Enigmáticamente,
no contando el resultado… Así que… Este relato tenía que haber hablado sobre otra
serie, pero decidí que no, por distintas razones… Y puede que sean… pistas como
migas de pan en el camino de Hansel y Gretel – por cierto otra revisión de
Osgood Perking, el de Longlegs y The Monkey, que poseía cierta maldad, pero
poco más…- Avanzando... Comenzaré con la intriga en serie…
Se
podría relacionar con aquella mítida White Zombie dirigida en 1932 por otro
semidesconocido, Victor Helperin, sin embargo, no diré en qué sentido… Y con
Madge Bellamy que fue protagonista femenina en una mítica del primer John Ford,
El Caballo de Hierro, título que tiene que ver en la correspondencia… más Robert
Frazer, actor de larga carrera que se remonta al mundo haciendo en cortos de
Robin Hood y termina haciendo La Diosa Blanca en plena jungla, ejem… y por
supuesto, nuestro principal monstruo hoy, Don Lugosi Bela, que te mira con esos
ojitos y te deja impactado, tal que si estuviera inmerso en una legión de
hombres, o mujeres sin alma…
Aquel primer filme que trató sobre
estos individuos, aún no saboreadores de cerebros… eran por consiguiente, un
poco autómatas, robóticos, como un/una trabajador/a que se presenta cada día, a
su puesto de trabajo, sin otear el horizonte, pues ya lo conoce… y todo a su
alrededor es una jauría, de licántropos pudiera ser. Más o menos, como esos
excursionistas que se adentran en la montaña, rodeados de pantanos o lagos
indómitos, y se encuentran con la realidad… depredadora. Y luego, a posteriori
nos los encontramos en teatros del West End, y te preguntas, éstos son
zombies o fantasmas… Cuando da lo mismo, pues se presentan como dobles inválidos de
aquellos que fueron, y tú no supiste ver… Entonces…
Después, cara a cara, con el Wolf
King de los coj… el Macho Alfa… y vas entonando, “es una lata, el trabajaar…
todos los días te tienes que levantaaar…”, ya que algunos/as se han
acostumbrado a la vida nocturna y prefieren ir dando el cante, metiéndose en la
sangre todo tipo de sustancias prohibidas… y la mente y la voz, cascan. A
cruzar los dedos, con uñeros, para que todo salga bien, mucha mierda. Or, Shit!
El caso es que la chica, como aquella
White, parece un zombie, andando por ahí como distraída… natural parece... pero
posee ciertos gestos casi robóticos, como la Sophie Thatcher de Companion,
antes de ser demolida espiritualmente por Jack Quaid (un adoptado por The Boys, y
lastrado mentalmente con Novocaine), queriendo gritar... Te quería o no, no sé,
pero ahora soy libre, libre quiero ser… y con la teoría de la relatividad, no
del Ser, sino de Einstein, monstruo de los números y la retórica científica,
todo depende… Ya que en el espacio, aquel como el río de Miguel, y el tiempo,
todo es relativo, pues tú, que no estabas ahí, debías estarlo, para comprender…
y ya.
Y la gravedad, es que los protas, van
aprendiendo a base de golpes, sobreponiéndose a las mafias, y sus propias
identidades, desubicadas o atacadas, por los seres con fauces… Monstruos de vida… y contando con las masas inertes de los cuerpos, unos se salvan por la
fuerza de la gravedad, inversa al peso, la liviandad de la inteligencia… y
otros, se van hundiendo, como cadáveres en una inmensidad oscura… Y esa masa, no es la Masa Roja de
Harrison Ford, transformándose en bicho sobre una curva espacio-temporal, respecto
a nuestra visión de espectador o aficionado a los cómics... sino que es un
monstruo paralelo, a la vieja Cosa, con la que los 4 Fantásticos, nos
retrotraerán a un mundo clásico, lleno de nostalgia… en aquellos años, de los
finales de Marvel, con los 50 a inicios de los fantasmagóricos 60, como clave...
Donde The
Thing será interpretado por Ebon Moss-Bachrach (The Punisher, The Bear), y además
uno de los iluminados por Tesla… Joseph Quinn será la Antorcha, otro
de los luchadores de Game of Thrones, pon lobos al reino, que estuvo con aquellos fatídicos
de Overlord, y terminó en la cuarta temporada de Stranger Things dedicado a
matar elementos fantasiosos desde un tablero… Vanessa Kirby llevaría la Corona,
hasta convetirse en Viuda Blanca de Tom Cruise y prometer volver en Avengers
Doomsday, la vieja y la nueva generación, de metamórficos de Marvel. Ah, se me olvidaba… y Pedro Pascal.
The Last of Us, monster!
Al final, al borde del abismo y la
finiquitación de la familia, por un tiro certero o una caída de zombies por un
barranco… todo es redención, paz y amor… Menos, para el pobre Stephen King,
Wolf King… Ya que, sus historias no terminan de levantar la cabeza… mirando al
futuro… Aumentando la temperatura corporal, como Seth Brundle en la máquina,
desesperada mosca… infausto interior, hasta límites insospechados… demasiado
contagioso, de virus creado en laboratorio. Hasta salir alienados, echados a patadas…
hacia otra Dimensión desconocida… O tal vez, tan solo… un espejismo de Nosotros,
sobre el wokismo. Y ya...
Sin embargo... prometo ponerme muy pronto, con la visualización en serie de Werewolf, creada por Frank Lupo, uno de los ilustres del Gran Héroe Americano y El Equipo A... Hey, y las desventuras del Sheriff Lobo, ¿recuerdas a Claude Akins...?Otro, ¿Doppel…ganger?