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martes, 3 de septiembre de 2019

The Twilight Zone (Chapter II-X)


Desde la arcaica representación iconoclasta de un Fausto excesivo y sus inclinaciones erráticas, el hombre (con mayúscula genérica), ha seguido con frecuencia, revendiendo su alma. Normalmente, a algún tipo de ser endiablado, con una mueca burlona en su gesto y de piel curtida en eternas batallas. Hasta que, al final, debido a la situación en cada etapa vital por su historia, o su propia esencia vacilante, le trasformara en fiel seguidor de la causa. Tentados por una vanidad desconocida o variedad de elementos sugestivos, como las relaciones o el adictivo sexo, la búsqueda del éxito profesional o el poder absoluto. Que intercede en la existencia, corrompiéndolo todo, absolutamente...

Así, desde el subsuelo de un escenario, iluminado o con sombras arcaicas, algunos decidieron ascender de manera meteórica (otros enviados al descenso ígneo como un Jack construyendo su adefesio de muerte), saltándose etapas. A expensas de ese determinado sacrificio personal o público, firmado con sangre, sudor, ondas y alguna risa.
Hasta ir desarrollando una ristra de cualidades críticas, conflictivas e irreales, que podrían dejar mucho que desear entre sus conciudadanos o admiradores físicos, y el fin de verse atrapados en un carcajada cíclica e infinita, capitaneados por aquel piloto infernal a los mandos.

Comenzamos con el Joker/Comediante de la venganza, interpretado por un Kumail Nanjiani salido de Saturday Night Live en hacia una temporada racial y próximo integrante de Eternals, es dirigido por el ser riendo a mandíbula batiente en pantalla, mientras el mundo alrededor se derrumba debido a algunas de las muchas trampas que colocara en nuestro camino. Tal que huevos de Pascua, cuyo chocolate activara nuestras cerebrales conexiones, esperando a ser fagocitados. Cada episodio, un descubrimiento o aroma, un agujero negro, otro caballero oscuro, como antaño...

Chapter II: Nightmare at 30000 Feet.

Vuelo de Mente.

Por tanto, el futuro se edifica alrededor de una cadena férrea, amarrada a las experiencias y decepciones conceptuales, a aquellas sensaciones que determinan las diversas personalidades y una ciencia, que no comprendemos por su profundidad en el método o una tecnología vigilante. Algo intangible que nos tiene controlados entre sus brazos, bien sean amables o siniestramente atribulados por una voz, tal que de ultratumba, que pudiera tratarse de una avieso jóker y su humor negro, de altos vuelos. Destino la Isla de los accidentados, aquellos "Lost" que desconocían los motivos y exclusivamente, buscaban a el culpable. ¡Tú y tus pensamientos!

Desde luego, más resabiados y confundidos, en un mundo que se asemeja a una comedia de pésimo gusto, donde todo es devorado, se compra o se vende, se inventa o falsea, se trafica y se abandona una vez defenestrado. Deteriorándose hasta convertirse en basura amontonada, una sobra de lo que fuimos, ahora atrapados, en la irracional oquedad de su boca y sus dientes afilados. ¡Firma esclavo!
Entonces el Comediante, se convierte en actor o marioneta, una inacabada opereta cómica entre la condena y la salvación, por encima de los discursos, los pensamientos y los gestos.
Un visitante que coquetea con otros mundos paralelos, en cierta realidad caótica, o burlesca, residencia espiritual de la conciencia, en la batalla inabarcable de unos contra los demás, sin tomar nada en serio. Incluso el conocimiento, la amistad, la familia o el amor.

Ahora somos una coincidencia desdoblada en el espacio y el tiempo, que no se acongojaría ante la adversidad, navegando hacia un destino irónico, porque confiere ya, el poder absolutista que lo convierte en rey de su propia tragedia. Tras el piloto de sus terrores... Con el éxito en la punta de sus dedos, el sexo hecho comedia, atrapado a 30000 pies de su conciencia, o de su provocativa y electrónica... ¿lengua? Padre estás ahí, soy Carol Anne... ¡help me!

El actor Adam Scott o el incomprendido de Big Little Lies, nos hablaba desde su altura privilegiada, del aislamiento y los circunloquios internos del cerebro. Insertando fragmentos, borrando lo que no le gusta del comentario o la crítica, se exacerbaba con la vacuidad y mutaba en inquisidor, mientras los demás desconocidos no sintonizaban con su locura. Podía cambiar el destino de sus deseos, este hiperventilado por la altura (el pensamiento cautivo), es el foco de todas las miradas, sensaciones incomprendidas ante su estado histérico, o ser caído al inframundo, quién sabe. No pudiendo modelar las necesidades o frustraciones que vendrán, tan solo confiar los motivos a esos que no escuchan, con esa mueca estúpida, ni sienten, padecen, los otros. Parecieran figuras retóricas, suplantadas o interdimensionales.
Como los fantasmas sentados como figuras desmontables, esperando su destino final... Mutando las palabras en su boca, las imprecaciones personales por condenas de vida, sin memoria, hasta caer en la persecución sobre la isla del Señor de las Moscas. ¿Acabaría en tragedia mayor?

El problema, o lo malo realmente de estas dos condenas, sería una serie de casos deslavazados e historias comprimidas por los tiempos o las prisas, y el aterrizaje tras un mal vuelo conceptual sin motor. De manera que el humor del profesional, un stad-up u observador de la catástrofe, se quedara pasmado como un muñeco de cera, esperando su llama... da. !Demonios¡

Chapter III: Replay.

Madre vs. Racista.

Un poder parecido posee la protagonista del tercer episodio, pero mucho más casual o inexplicable a simple vista. Con él, puede ir rebobinando las dudas de su cabeza, las visualizaciones que no le convencen, o las endiabladas persecuciones ilegítimas del incansable demonio de la carretera. Sólo hasta cierto punto, hasta un momento indefinido de una revelación violenta o el fin de la libertad de elección. Aquí habría que hacer un inciso en la trama y recordar la figura de uno de mis elegidos, el actor Rutger "Roy" Hauer, padre de Runner, hijo de Batman, amante de Lady Halcón y espíritu de The Hitcher o incansable asesino en otra Carretera al Infierno. D.e.p. el guerrero más cerca de la Puerta de Tannhäuser...

Este algo, viene determinado por la casualidad o el capricho narrativo, que avanza con amenazas racistas en el futuro absorbente de este Duel o grabación moderna del Diablo sobre Ruedas. Similar a lo que ocurre con Kevin Bacon en aquella carretera... y la maldición del policía blanco que no cuida de su responsabilidad protectora, más en contacto con el arma que nunca.
Es terrorífico tic de algunos, que desenfundan en determinadas ocasiones ante inocentes, o cegados por una mentalidad anquilosada y por el simple miedo al extraño, caos de diferencias superficiales.

La actriz Sanaa Lathan (amiga de Predators y Blade, nuevo filme del universo Marvel con Mahershala Ali) y el hijo encarnado por Damson Idris, sobreviven por arte de magia, en un ir y venir digital, al abismo de la obsesión. A la máquina insensible de ese representante del demonio, impertérrito e interpretado por un infatigable Glenn Fleshler (el mal policía que veremos en Joker), a pesar de su volumen en vaivén motorizado. Se resisten a cualquier tipo de desagravio comparativo, condena racial o esa terrible desgracia asesina, que se instaura en el ambiente de una odisea de pesadilla, en el día de la marmota, o mejor la versión 2.0 de Groundhog Day en modo racista y sangrante. Igual que el Comediante se aferrase a aquel contrato estipulado ante el maligno, una y otra vez, iremos cayendo en los mismos fogones.

Mientras otro desconocido que manipula y consigue que el mal se vaya metiendo en la cinta de su existencia, el director Gerard McMurray de La Primera Purga, conecta divagando sin expresiones, ni datos vocales, sobre el ciclo de violencia sin fin. Xenofobia cultural sin sentido. Simplemente por el hecho de contrarrestar la libertad de expresión de un ciudadano libre o su derecho de elección, con el deseo de alcanzar una meta personal o luchar por aquello que crees, y quieres.

Por tanto, es una especie de observador paranoico y peligroso, sin gracia ni pizca de ingenio, sin escatimar palabra rencorosa, un terminator exclusivo del acoso, al servicio del desprecio al prójimo y el libre albedrío, se mete en su tinaja de la muerte con cantos de sirena y escalas temporales, algo gratuitas. Para terminar despojado de su humanidad y después, quemado por las miradas acusatorias, velado con la risa estridente y un deseo mortal en su mente... Ya, ¡no volveré!
Esto es, hasta que el que contrató al humorista del mal gusto, termina con la hegemonía del uniforme y nos dirige hacia a otro viaje a lo desconocido.

Chapter IV: A Traveler.

La Lengua Viperina.

Efectivamente en la frontera entre Alaska y los primeros enclaves blancos, entre la nieve y el rojo de ira, hasta la no neutral Siberia, varios grandos al norte del lugar de aquel mortal bólido de Tunguska. Al Oeste congelado entre la paz y libertad, nos hallamos con este viajero desconocido que, sin embargo, parece conocerlo todo y a todos. Incluso sabedor del material ultra top-secret, que podría causar un terrible desenlace hegemónico entre dos formas de comprender la existencia. O más lejos... ¡imagina!

Esta cuarta marcha a nuestro cerebelo atónito, posee los rostros de Steven Yeun (un viajero entre el hambre de Mayhem y el alimento de Okja) y el otro ente, Greg Kinnear, tan lejos de la cálida Miss Sunshine y antes de de Dreamland de Nicholas Jarecki (El Fraude), en un personaje con gesto incrédulo y doble cara. Como todos en Twilight Zone, cerca de los 60 años en octubre.
Los demás invitados a esta fiesta, que empieza bien, se vuelven caricaturas de la maldad, otra risión encadenada entre los escasos habitantes de una población perdida y sus acciones. Donde todos se conocen... Menos el visitante, que dominaría la tergiversación con sus ´pacíficos` pensamientos, o bien podría ser el detonante... Esto es, regresamos a una pregunta redundante, rondándonos en el interior, ¿causante/salvador?
Posiblemente una mente burlesca, que maldice nuestras execrables faltas, o tal vez, un provocador que reproduce las palabras que somos incapaces de pronunciar en público, ya que serían nuestra condena ante la nauseabunda hipocresía del ser humano. El motivo definitivo de la perdición.

Pero dejando atrás las falacias y los insultos, todo lo que permanece en las sombras, puede llegar a brillar con fuerza, abriendo la antena de nuestra percepción dormida y mutar a aquella especie de cinta universal, con la capacidad para volver a empezar desde el principio. Antes del desastre final, en un visto y no visto radiactivo.
La policía persigue fantasmas, seres de otros mundos, aterrados ante la capacidad mental como si fueran extraterrestres disfrazados o vainas en el fondo de una piscina de vanidad. Los que controlan en silencio nuestros movimientos, corrigiendo los errores como aquellos brillantes cocoon´s, con capacidad para dirigir los excesos de una especie perdida en la oscuridad, entre vegetales o crueles enredaderas.

Chapter V: The Wonderkind.

Presidente por... Bisturí.

De momento, nos hemos interpuesto en las visiones del viejo Serling, con directores actuales como el polifacético televisivo Greg Yaltanes, McMurray o el vampírismo exótico de Ana Lily Amirpoor (Una chica vuelve a casa sola de noche), que podrían haber sido algo más arriesgadas con sus historias y precedentes. Ahora, nos chocamos enorme impotencia, cargada de altas dosis de ironía, con el realizador Richard Shepard de La Perfección o el documental sobre el gran John Cazale, y su genuino-ingenuo punto de vista sobre el desagradable panorama de realidad política.

Para ello, contrata a un diseñador de campaña con la mirada de John Cho, un estrella coreana en Star Trek y próxima secuela, que se ve atrapado en la espiral surrealista junto a Jacob Tremblay. El niño mirando al Doctor Sueño de Mike Flanagan, que demuestra divertida capacidad para atribuirse modelos, no demostrados hasta hoy, como consecuencia de aquella faz, plena de gestos amorosos y ternura aterciopelada. ¡Ya olvidados, e inocencia envenenada!
Vamos, todo un episodio con toda la carne en el asador, que puede saber a placebo... y la política en la camilla del cachondeo.

Congregados ante, mucho más que un simple niño mimado, un super-progegido por sus progenitores. La luz de un futuro desenfocado, que se acerca a la sublimación de lo caótico e irracional, aparcando la risueña bondad, por egolatría al máximo exponente. Demostrando que la risa infantil va por barrios o votos, y que puede ser contagiosa cuando se aproxima sin trastabillarse, a ese otro lado oscuro.
Si no lo crees, puede que no te halla convencido su verborrea apasionada por los videojuegos, que los caprichos no sean de peso frente a la gigantesca responsabilidad... pero, acaso no te gustaría que las fuentes nos surtieran con cerveza o que pudieras acceder a algo prohibitivo, sólo con chasquear los dedos, de manera que tu ego no parara de crecer y acercarse a la postura de este monstruo de los deseos... Claro, mas comprueba que terminarás de una pieza, que la risa envolvente, no termine como una broma asesina... tras el resplandor demente de un bisturí guiado por la mano del mismo diablo o, simplemente, lo que empezara como un sueño, acaba rasgado por la conciencia de un niño. ¡Joder qué niño!

Por el momento, la mejor a mi parecer, después de las pequeñas ofrendas o huecos de anteriores episodios, ya que se parece a aquellas historietas gráficas de fantasía y crítica quirúrgica, con un ser burlesco que se va apoderando de las voluntades y se divierte menguando su confianza. Hasta que acaban con algún protagonista, incauto más bien, tendido y ungido maléficamente por aquellas manos enguantadas, mascarillas sanitarias y el brillo de una conciencia malévola en sus entrañas, sobre el rostro petrificado y el alarido... Por y de miedo, of course.

Chapter VI: Six Degrees of Freedom.

Fuga Radiactiva... a Marte.

La casualidad de los avances en la historia de la humanidad, no existe. Durante la travesía incómoda, todo parece poseer un sentido práctico y la tendencia inconsistente, hueca, debido a nuestra impaciencia. O la ineptitud y esa capacidad para enfrentarse a los de su propia especie constantemente, por la total hegemonía de los otros.
Nunca el ser humano se sentirá más solitario, que cuando inicie ese viaje a lo desconocido, impelido al espacio profundo del conocimiento. Por motivos que no podrán ser rechazados y la siguiente etapa hacia la muerte de lo conocido, hasta entonces... Ciertamente, ¿seremos inteligentes? Ayer, no tanto.
Es la contradictoria existencia, hombres y mujeres, embarcados a un destino incierto, minúsculo punto en el espacio y el tiempo, esperando hacer un gran descubrimiento. Allá arriba, encolerizados o ruborizados, tras un año hacia el Dios de la Guerra y el despertar, que dejaron naufragando también residualmente, sobre el planeta azul. Ahora creciendo en algarabía incontrolada, como los deseos de crisálida o renacimiento, para llegar a buen puerto rojo... o no.

Aquí tenemos a los siguientes compañeros de, no viaje, fuera del documental real La Generación de Marte y su arrojo programado. Puede que a ninguna parte, porque no hay, más, tiem... po. Más bien, concatenación de hechos incontrolados, en la búsqueda de una futura terraformación o aprendizaje forzado, por nuestros problemas inmortales, gracias a viajeros casi desconocidos como DeWanda Wise, Lucinda Dryzek o Jefferson White (habituales en serie), con los que iremos escuchando las voces de un pasado en compañía.
Pero... es una mera formalidad, teoría conspiratoria o un juego de supervivencia... Podemos creer en las palabras de aquel Presidente que apretó nuestras manos antes del embarque, niño de la guerra... confiamos en los discursos que escuchamos en una transmisión que suena a ´orsoniana`, o reproduciendo que somos las cobayas de un inmenso fracaso. O meros espectadores de un vuelo programado, ¿eh, Mr. Verbruggem? (dire del vuelo)

Más allá de los mandatos, de los encuentros radiactivos en la misma fase, de los relatos de odio recalcitrante que sobrevuelan el espacio profundo, más allá de los 30000 pies de altura, muy apocalípticos, nos dirigimos a un destino dudoso, o infierno rojizo. A la tierra encolerizada con nuestra sangre futura, a un Marte que nos espera con los brazos abiertos, ¡hijos del mal! Herederos de la batalla y la violencia fraticida. Ejem, acaso ¿tendremos un xenomorfo a bordo?

Chapter VII: Not All Men.

Lo que queda de... Nosotros.

Hemos marchado al infinito, dejado atrás, el odio. En la superficie de la piel o la tierra abrasada, de los sueños y las voces, que penetran en nuestra mente, causando el estado catatónico de incredulidad. Pero, qué ocurriría, si ese espíritu nos llegará de arriba, un viajero concentrado a lo largo de los años, de rotación sobre nuestras cabezas y espiando nuestros comportamientos, indagando una manera de someternos y de llevarnos al límite de esa maldad. Por supuesto, sería al límite de los impulsos posesivos o los actos de violencia más denigrantes, contra l@s más débiles, otro vuelo rasante hacia el desastre completo.

En cambio, el capítulo engendrado por la directora Christina Choe (Nancy), se enfrenta al espejo de ese abuso contemporáneo a las civilizaciones, llamadas avanzadas, y el retrato sonrojante, de la imparable violencia de género. Aunque el sentido de todo, pareciera tomado un poco a chufla o de forma burlesca, algo tarantiniana por el Grindhouse... Aunque, con escaso grafismo colorista o efectista de luxe, es decir, sin demasiada sangre derramada entre los rincones de una sorprendida sociedad. Casi anestesiada, ante el golpe caído.
Cada uno, tenemos la forma de verlo, me refiero al desgaste que va creando una oquedad más profunda, arraigada a la naturaleza salvaje de los hombres, a los restos incandescentes de aquellos seres voraces de la prehistoria, cazadores. Capaces de golpear por un bocado o un charco, por una ración de sexo, a la carta o la estaca, por una mirada comprometida... En definitiva, por la idealización de la posesión. que en las jóvenes facetas interpretativas de Rhea Seehorn, Luke Kirby (The Deuce, Glass) y Taissa Farmiga (Lo que Fuimos, Mula), simulan entre poses caricaturescas, ese conflicto de insatisfacción y mera superficialidad.

Da igual el lenguaje. Ni los devaneos o las promesas. No importan tanto, las relaciones ni las emociones, ni siquiera las contiendas personales con el prójimo, por la conquista, por la concepción o el simple y eterno amor... sólo es necesaria una roca y millones de litros de mala leche. La que nos alimentó y se agrió por unas condiciones exteriores desconocidas, o no, las que llevamos con nosotros, muy adentro, segregando el odio a través de los ojos y la incomunicación global, en una expresión desafortunada o hacia una definitiva despedida... al machismo.

Chapter VIII: Point of Origin.

Inmigrantes Habituales.

Por supuesto que nuestros orígenes son tragicómicos, siempre lo fueron. Si bien las épocas o la condición de los personajes históricos, ha ido mutando las formas de la tragedia o la risa. No dicen que la risa va por partes...
La risa se eleva ante el descaro o el mal gusto, el futuro o el pasado, la sabiduría, el poder y la posesión, sobre la ideología que formaremos... o en este caso, a través de nuestra podredumbre o discapacidad emocional.

Lo dice alguien al que le cuesta expresar sus emociones (no por deseo o amor propio), porque la mayoría no estaría preparada para un crash absoluto de la familia, que dejará su contador emocional a cero. Incluso anulada la capacidad de sonreír, es decir, convertirse en un simple y gris, número entre barrotes, vestido con las cadenas irrompibles del odio, la desesperación o el miedo. La inevitable soledad que conoceremos...
Los niños mimados cuando crecen, se retratan ante los demás, transformados en títeres que se disfrazarán de inteligencia, en retratos en movimiento que vuelven al punto de origen, al vacío. Cuando no tenían nada y no habían aprendido aún, los resortes vitales: frustraciones, complejos, dudas, envidias, querencias, incomprensiones, terrores... que nos acaban fortaleciendo simplemente, o hundiendo hasta ese fondo del resentimiento humano. Niños sin protección, hogar, legal o institucional, ni tan siquiera surcados por una escueta demostración de amor. Y vos, ¿dejaste de ser?

Igual que ese instante surreal, incomprensible, quedamos desposeídos de cualquier resto de humanidad, de lo fuimos o seremos, y ahí, el director de origen muniqués Mr. Mathias Herndl se siente como pez en el agua, llevando a la actriz Ginnifer Goodwin, al límite de las pesadillas de una madre, esposa, acomodada, algo simple, hasta ahora. Reproduciendo algunos de los mejores espacios psicológicos o psicopáticos, entre entidades supuestamente marcados por la inteligencia como las amigas del tea party. Al final movida por la desesperación y la incomprensión de los otros, los que nos vigilan como el Gran Hermano con estética de los años 60, y deciden con el mismo pensamiento, residual, si... no sería mejor un tratamiento alienado. Porque indudablemente, cuando el diferente eres tú, inmigrante en otra dimensión...

¡la presión degenera en terror antropológico, hermético y antisocial! La nulidad del ser humano, o aquello que el escritor Milan Kundera determinó como la insoportable levedad. Simple bulto (no bulta sospechosa).

Chapter IX: The Blue Scorpion.

El Ocaso de los Dioses.

Con esta penúltima historia del director Craig W. Macneill (The Boy, Lizzie), se escriben palabras mayores y rastros. Todo lo importante, la inseguridad a superar, el miedo al fracaso, la esperanza o la ambición, los deseos más ocultos, el viaje por la historia y la fantasía, la adicción. En fin, todo lo que vemos y sentimos, lo que admiramos sobre manera, todo lo incierto e inesperado, que cabe en un minúsculo espacio, mental y temporal. En un tambor de munición que cargamos, esperando que el peso de la conciencia, general, desaparezca o termine apoderándose del todo, del dolor, de la esperanza y nuestro fracaso. Del poder acumulado en demasía y demás pertenencias futuras, de la inconsistencia de las ideas, intangibles como esa franja que separa lo real de lo ideado, de lo que ya no veremos, ni sentiremos ni podremos conocer... Simplemente, por que los adultos cogen un arma y juegan como niños. Pero, con esta bala cargada en la recámara, que pesa como la humanidad.

Los aguijones envenenados del escorpión azul, reproducen el misterio y lo entrelazan con los valores morales, con los terribles errores que se cometen a diario, en nombre de esas ideas o las creencias, que cambian en pocos segundos. Amigos de los magnicidios y los pequeños hurtos que acaban sobre la acera, las obsesiones genéricas, las necesidades básicas o las excelsas presunciones. Las voces que vienen del exterior o, las que se quedan, para siempre, en el interior de nuestras cabezas, como una espiral que nos lleva al pasado, ya sin risas de pobre payaso. Ya sin verdades de niño, que terminaría volando al País de nunca jamás, acostumbrado a ir disparar en la pantalla.
Mientras alguien en un rincón, en penumbras, sonríe ligeramente, apenas una mueca se entrevé en su boca, que oculta los dientes de la voracidad, desafiante, diciendo hacia tus adentros, piensa, razona, aprende, evita los problemas, no vuelvas a cometer los mismos errores... ¡eres tú, chico! Has vuelto a caer... Sin duda, uno de los mejores.

Y él... es Mr. Jordan Peele a la orilla de Lovecraft al lado de J.J. Abrams preparando el postrero escenario sobre la existencia, no tan reconocida de Chris O´Dowd y su capacidad para cambiar de registro. Actor de reparto y más, en filmes como El Doble, Thor: El mundo oscuro, St. Vincent, Miss Peregrine, Loving Vincent, Molly's Game, The Cloverfield Paradox o El regreso de Mary Poppins, próximamente en How to Build a Girl junto a Emma Thompson y además guionista de Adventures of Super Frank. El director motivo de los crímenes y el destino de todo los viajes, la salvación de la ilusión o la condena de nuestros pecados... Es el diablo vestido de negro, que ha venido para dar un golpe de maestro a la función...

Chapter X: The Blurryman.

El Hombre Borroso... y el Otro.

Como al gran maestro, Mr. Rod Serling, ahora, al joven Jordan le gusta jugar y divertirse con amigos, vestirse de actor para la gran ceremonia del cine o, esta ventana actual, de la televisión. Sin perder la vista de aquellos objetos misteriosos y figuras que traspasan diferentes planos. La pantalla, las ondas, la historia, la ceremonia, la función... y el creador-orador.
Montado sobre el trono, diseñado en otra dimensión a color, nos visita como una suerte de borrosa muerte... o mueca homenajeadora a la resurrección televisiva y narrativa. Porqué no, si no se cumplen años, todos los días...

Estos dos cómplices del tiempo, un negro de mente traslúcida, con varios colores sangrientos y, el blanco fumándose males y aciertos, de una nueva temporada, se visten de gala para ofrecernos un espectáculo de varias décadas y silencios en penumbra. Dedicados a hacernos pensar sobre lo inexplicable y, si es posible... sacarnos una sonrisa. Un guión maestro.
Representan los terrores soportados por la sociedad en su aprendizaje, donde la admirada ciencia ficción se convertía en pasión, se impregnaría con aquellos destellos monstruosos de Fritz Lang, Tod Browning, James Whale, Alfred Hitchcock o el mismo Rod Serling, incluso, o principalmente, de la serie B y las pelis de directores como Roger Corman... para entrar en la modernidad, vestidos con sus incólumes representaciones de sombras y matices. Sus figuras icónicas, alargadas como ellos, dentro de aquella escala infinita de grises.

El genio y sus maestros mayores, controlaron o no la intranquilidad y el horror, para diseñarlo en los medios y surcando nuestras memorias, que se impregnaron con gritos irrepetibles o ilusión por el género. Este capítulo final, dirigido por Simon Kinberg, jefe de guionistas actuales, padre de Fénix Oscura y animador del próximo 355 de Sebastian Stan, Diane Kruger y Jesica Chastain, ejerciendo un giro fantástico para recrear sus ambientes surrealistas, en sets marcados por las estrellas de otras épocas. En programas elaborados por grandes guionistas, como la posible protagonista, interpretada por Zazie Beetz (entra la Domino en X-Force y el Joker), un ejemplo atemporal de todos los profesionales unidos, en una historia. Destinada para mejorar el retrato postrero de sus apariciones apocalípticas, especiales, mitológicas y, casi siempre, románticas. En nuestra mente futura, pues avisa con una nueva temporada de esta Dimensión en Penumbras. Y de luces, tras los ojos de un vouyeur insaciable.

Por consiguiente, se trata de una visita romántica, he dicho, paseando por lugares lejanos del recuerdo, arrodillados ante el omnipresente autor, desde las páginas de aquellos tebeos o revistas gráficas, que trasladaron las más sorprendentes cuestiones, con matices que ni soñábamos aún. Sólo incrementadas a fuerza de leer y ver películas, verlas en movimiento, ya que significarían experiencias que se vuelven vitales en nuestro cerebro, ávido de nuevas noticias y sueños. Creciendo y expandiéndose fuera de los límites de la realidad.
Hoy celebramos su homenaje merecido, generaciones de varias época, nuevas miradas que se aproximan a la ventana indiscreta de la tele, para dejarnos admirados por nuevas perspectivas. Los mejores serán los primeros...

Demostrando que los fantasmas existen, al menos, en nuestra memoria y, que la esencia de la mejor Tv, aún sigue viva, unida a las figuras contemporáneas y los desarrolladores de distintas magias visuales. Eso sí, con la misma sintonía, y los gestos de aquellos que no deberían ser olvidados, jamás. Peterpanes de la fantasía.
Mr. Peele dixit: "Este no es el fin de la historia, tan solo el comienzo de una nueva... etapa, ilusión... vida".

Twilight Zone, Manhattan Transfer.




Tráiler Seberg, de Benedict Andrews.

Cinemomio: Thank you

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