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sábado, 19 de octubre de 2024

Presumed Innocent & Artful Dodger.

 

La enseñanza inicial en la Antigua Grecia se formulaba en base al espíritu, pero informal en mitología que durante ese periodo tenía algo de épica y bastante de mística.  Esto ocurría durante los primeros años de los alumnos en su formación clásica y después se completaba con ciertos conocimientos más dedicados, tanto a nivel físico como intelectual. Muchas veces,orientados a la defensa, o la victoria en la guerra...

El saber por la educación, ampliaría a una Nueva Superior en s. V a.C., a través de la llegada del pensamiento sofista y demás teorías socráticas, con una visión más filosófica. También con el cultivo de materias esenciales que ponían el foco sobre la verdad del nomos (hombre) interactuando en polis (sociedad) que desembocaría en la democracia ateniense planteada por Platón en República y virtudes éticas de Aristóteles respecto a ciencia o metafísica. Lo que explica el propio ser  “lo que es”.

Alrededor de esas grandes preguntas que tratarían de conocer nuestro universo, mediante silogismos o la argumentación categórica, el hombre siempre tuvo inquietud necesaria en la salud, con métodos de deducción y la experiencia, que estarían garantizadas con el control ético o deontológico, según la ley. Así, el valor de la moralidad se ha extraviado con odio,  presente en los gobernantes -de carrera política básicamente -, o profesionales del Derecho Penal que participan de la extorsión o la corrupción de esa política tendenciosa, que ha llegado hasta nuestros días en muchos países… El todo mafioso.

Pero, mirando a mi interés vocacional, me dejo seducir por un excéntrico caso televisivo, tratando de juzgar hechos criminales socialmente incómodos; mas por otro lado, midiendo aquella misma moralidad de la antigüedad expresada en términos de modernidad, que la crítica dickensiana de una sociedad que intentaba salir delo oscurantismo medieval, migraba a la incipiente repoblación masiva de las ciudades desde la comunidad rural. La razón era la economía, los avances sociales y el trabajo, que establecerán los términos del desarrollo condensado hacia una próxima revolución industrial… Pero, ¿de qué estoy hablando…?

Por supuesto, de una serie que dirige los pasos a esos mismos descubrimientos y por otro lado, otra sobre los excesos obsesivos y producida por Netflix. Es una pequeña condensación de matices relacionados en ambos mundos académicos, la justicia, y la que mezcla la lucha contra la enfermedad o el hambre -, preparando ese camino abierto de la ciencia médica, sobre la ficción de una sociedad australiana de mediados del siglo XIX, con un condenado contexto sanguinolento para Disney +.

Se presume… Inocente.

Es la obsesión desde diferentes aspectos muy complejos, que reflejó Hollywood en ocasiones sentidas emocionalmente… Quién no recuerda el contexto y la enseñanza de Gregory Peck como el defensor racial Atticus Finch de la versión de la novela  Matar a un Ruiseñor de Harper Lee y dirigida por Robert Mulligan; o dentro de un contexto más actual, si cabe, donde los jóvenes irracionales dirigidos con el odio al diferente, se superponen con el tiempo o el miedo a ser considerados como débiles. Y entonces, se cometen actos con una consecución de consecuencias fatales para todos… para ellos mismo en primer lugar, para sus familias, para la sociedad y sus leyes… y por supuesto, para las víctimas. No valen nada, prácticamente, es un hecho contrastado en la actualidad.

Los Jóvenes Salvajes, serán acusados y llevados a juicio ante un ayudante del fiscal de distrito, en otra magistral interpretación de lo justo y lo delicado, por parte de Burt Lancaster. Dirigida por un autor a reivindicar como John Frankenheimer, otorga al filme múltiples matices que, irán desde la obscuridad para ganarse el sustento diario, hasta esos delincuentes estigmatizados por una condena cultural. Sería pertenecer a una inmigración que no se integra (ítalo-americanos y puertorriqueños) en una época sin posibilidades de futuro, y se condenan al primer más horrendo. El vencedor es el débil, el más fuerte en emociones contradictorias, en este caso… como una empuñadura, en sentido dirigido a la culpa.

En el presente, un instante, y algo explota en el interior. El objeto se convierte en una bomba de destrucción masiva, que se podría llevar por delante, una amistad, una carrera profesional, la mente o un corazón partido por la mitad, la “sana rivalidad”, un secreto, el respeto de un hijo, la vida de otro futuro… una familia… y varios amores en todos los sentidos.

Más, por encima de todas las cosas importantes, exigencias y vanidades, lo más débil hoy en día… la verdad. Y eso que tenemos en el papel protagonista, a un actor convincente en dichos términos, como Jake Gyllenhall… eso sí, en lucha con otro Peter Sarsgaard, que ya se las tuvo tiesas en términos judiciales en la memorable serie titulada Dopesick, con la condena a otro tipo de obsesiones de laboratorio, no recomendadas para todos los públicos… Sea, con o sin seguro.

Es Presunto Inocente, creada por David E. Kelley experimentado en comportamientos emocionales, ya con Big Little Lies, otra fallida adicción sobre los Nine Perfect Strangers y la esencial investigación de Love & Death, se emparenta lo extraordinario con la realidad más mediática. Todo se pone en tela de juicio, dentro de un sistema corrompido en todos sus términos y banquillos podridos, y todas las historias se emborronan con la sangre. Ay, así la pasión, es roja como el dichoso fluido… Elemental, que definiría el mismo Sherlock.

Evidentemente, la frustración y la venganza, lleva a la sucesión de sesgos continuados en opiniones, dejando lo profesional a parte… lo justo… y entonces, afloran las excentricidades, los cambios de humor o de ser, los vicios y el odio, que tiene como diana de los argumentos, a la falta de escrúpulos basado en la falsedad. Tanto ética como testimonial, que es donde radica esa victoria final de la mentira por encima de todo… Es el otro extremo de la empuñadura, al derecho.

Lo beneficios, será que va a ocasionar un profundo discurso interno del espectador, excepto quiénes estén acostumbrados a ella… por ejemplo, los gobernantes.

La salud mental. Y la otra…

Ejemplos que cuestionan unos hechos, dentro y fuera de la sala penal, hacia a un lío de pruebas testimoniales, confusas, u otras corroboradas en registros más que palpables. Pero diferenciales, ante la acusación de un miembro principal de la Fiscalía general que debería ser ejemplar – y tal vez no lo sea… como otros -, sin mirar a nadie ni lugar.

Obligado a defenderse por un crimen espantoso y metódico, quizá no tan frío como se suponía en cálculos agonizantes, y que amenaza con transformarse en un estallido emocional, que contagie todo a su alrededor. Si bien, ese matiz característico que posee en su rostro Mr. Jake – rechazado por el Mal, por no haber roto un plato -, sería el efecto final en el lecho de cualquier familia. Y eso que ya se las ha visto tiesas, siendo Culpable o Enemy, en extrañas circunstancias. Sin embargo, no sé, no acabamos de creernos, ni sentenciamos culpable, esa vena de carácter… Maligno.

Presumed Innocent, trastorna la salud psicológica con un zarandeo lógico, que se convierte en ilógica calculada por los guionistas y las vistas, enrevesadas como un dolor de muelas sin analgésico… o una intervención a corazón abierto sin drogas legales contra el dolor. Porque los efectos son ingobernables, tanto como indemostrables, como los caminos de los personajes, condenados al cambio de los tiempos. Una situación donde cualquiera puede parecer un hijo de p… un traicionero, con intereses, insondables ante familia o Dios. Inconfesables por tanto.

Claro, existe el ánimo de venganza, como existían el odio, comprobado en el sonido de ruiseñores u otro animales asilvestrados... Que, convierte la educación elevada, en una especie de jungla, enmarañada por la revancha, los celos, para nada silenciosa… Ya que todo el mundo escucha, oye palabras e insultos, para establecer desde los cimientos educativos, un ring con dos púgiles.

Este es el último lance, golpe, ¡y vas sometido hasta las trancas! Lo sabes, pero no te das por vencido, porque en tu interior algo se remueve, aunque la sangre inunde tus párpados casi cegados, por el amor del pasado y que dicta en tu contra, por la obsesión… Tu corazón es un solitario, porque es un eco aprisionado tras un muro reconstruido y obtuso, una tapadera para un corazón delatado… dilatado en exceso por el ruido surgido en todas direcciones.

Y ahí reside, el precio a pagar por ello, en el silencio. Una declaración, aquí te pillo, aquí te mato… te meto, calla… Y el mundo, tu mundo, se tambalea, desciende como una espiral, que no se detiene y todo lo traga, y te vomita como un deshecho, mareado. Nunca desubicado porque eres un profesional, un experto en todos los pecados posibles de este mundo… Sí, sos vos, ese corazón, delatado.

Si quisieras llegar hasta el fondo, tendrás que conocerlo… ¡el miedo! Miedo a perderlo todo, a ser señalado para siempre… inocente, víctima, sentenciada a la publicidad extrema de los medios. Ganador, vencido… No lo vas a cambiar, son las reglas dentro del abismo. Y la transformación, es la evidencia, de que ya todo sobrepasa lo profesional… No lo remueves demasiado, porque, las cosas, al final, huelen… ¡Y duelen!

Y en la otra sala, comienza otra sesión, una operación sobre la raíz epidérmica de la enseñanza, que dividió los dos conceptos y que significó la historia, porque la mentalidad también lo es todo, mientras las neuronas del dolor y la memoria, controlan los hechos. Corta por lo sano al crimen, la violencia… o no, depende de dónde provengas… Tu Familia lo es… casi todo. ¿Lo oyes… tic, tac?



The Artful Dodger…

Ahí estás, ahora esquivando el dolor, otro… como te escabulliste de la hambruna  callejera del pasado, entre los Sawyer, Twist o David Copperfield… Ahora eres ya conocido como Arful Dodger, Mr. Jack.

Joven interesante en su condición de vagabundo, pero algo manipulado por su educación, estereotipado en concreción de un organismo engañoso. Es la del joven cirujano hecho a sí mismo, que construye un avispado actor llamado Thomas Brodie-Sangster, sobre el epílogo de la novela de Charles Dickens, Oliver Twist – que además, ya tuvo su serie en Nueva Gales del Sur -, e intérprete juvenil que ya se las tuvo tiesas con un aspecto primerizo de Hitler en The Rise of Evil, niño visionario en Juego de Tronos, o del mismo temple de Sir Paul MacCartney… Música, variada, para los sentidos… a través de la experiencia.

Si bien todos le recordamos, como maestro ecléctico, excéntrico y hedonista, de compañero de Gámbito de Dama, ya bastante más definido sexualmente. Es definitivamente su obra maestra y reconocida por la crítica, pues significaba mover fichas mayores junto a Anya Taylor-Joy. Por otro lado, hija prodigio en los próximos capítulos de la saga Dune del novelista Frank Herbert y revisionada por el director Denis Villeneuve, de la que se avecina tempestad en serie. Otro inciso - aunque nada tiene que ver con ciencia médica por ahora -, es el más espiritual próximo trabajo de Scott Derrickson (Black Phone, Snowpiercer), en el vértice de un trío pasional con  Miles Teller y Sigourney Weaver… y a lo mejor, a una llamada inesperada con Black Phone – sería una segunda parte con el mismo Ethan Hawke… Parece que no -, error comunicando…. Pero, ¡menudo tono marcaría con la Joy!

La serie sobre titulada al español como El Maestro de la Evasión, en trucos y tratos furtivos, comienza con una bella que se conoció por la fábrica de voces de Disney, Maia Mitchell; y la sangre extendida, sobre la piel de un depredador de la interpretación conocido como David Thewlis, por sus caracteres sin par. Hombre de las mil caras, cordero con piel de cazador, desde Harry Potter – d.e.p. la excepcional Maggie Smith en este orden -, y se formó como fotógrafo del demonio, en versión de un Damien que no fue memorable en esencia. Como recordamos al extraordinario ejemplar maligno de The Sandman o esa tercera experiencia metafísica de Fargo.

Para rememoración del espanto, señalar un nuevo retropic de The Omen que nos remarcó Richard Donner tras la cámara con su genio y ese velocípedo de tres ruedas, empujando a los terribles accidentes del fotógrafo interpretado por David Warner y las recaídas malignas de Lee Remick y Gregory Peck, dos monstruos en escena… Aquí llamada Primera Profecía en severa venganza con el pasado, sirve de extravagancia reivindicativa imperdonable, sobre un mundo en confrontación creciente. Vamos, ¡qué no se la cree ni el Papa actual, y ya es decir! Aunque cuenta con Bill Nighy, Ralph Ineson sirviente del nuevo Nosferatu o Nell Tiger Free, fue princesa Myrcella Baratheon en Juego de Tronos y sufridora en Settlers, junto a Sofia Boutella.

Y enlazando con pinzas, un elemento con otro. Sofia es prota de las fallidas guerras espaciales de Rebel Moon, un episodio de El Gabinete de Guillermo del Toro y esta cosa, entre cómica e irritante, en la que se convierte la historia de espionaje de ensoñación de Argylle. Una comedia suave para alter egos del espionaje, trío exclusivo de Bryce Dallas Howard con la reunión de Henry Cavill y John Cena del que esperamos su Peacemaker 2. Sin embargo, una cuarta puntada está algo deshilachada, perdida con un Sam Rockwell de vertiginoso luchador… en fin… que necesitamos un nuevo camino, ¡urgente! ¡Sudor, bisturí!

Pero volvamos al tajo… Bueno, la herida, que es lo mismo de antes, pero con drogas en la sangre para no desmayarse… En este ring de vanidades, sobre dos esquinas, Gyllenhaal el taimado, púgil de la observancia y el momento… y en el otro rincón, el antagonista Sarsgaard, mano y mente de sangre con Maggie, que promete no lamerse cicatrices a lo gato, no madrileño. Ni hacerse el sueco, pues son otra familia. Ahora que la sangre salpica por doquier, y los ojos se van cerrando, cegados por ella, cuando su corazón delator, ya no late…  te retuerces en el banco, en puntillas de los acusados y miras… no presientes. Aparecen… Fantasmas nocturnos que te condenan… Venga, ¿otra puñetera pesadillaaah…? No, no, será mr. Scrooge, sin edades ni sexos. Riiiing, riiiiing! A tomar por saco, soldadito de plomo…

Manos al bisturí… o la carta.

La explicación creada por James Mcnamara, suena a la estructura del último Sherlock, hasta la batuta que lleva Antony Partos es imitación. Que hizo aquella banda para la película australiana Animal Kingdom, la original y esa curiosidad médica de I Am Mother, para repasar los escarceos de la otra banda del Twist y los golpecitos rítmicos de sus colegas huérfanos. Mr. Dickens no vio esta transición especializada, si bien ¡con dedos ágiles se va a por todo! Sea un collar de rubíes, escalera de color o un, secreto guardado del corazón.

De repente, que fue el ayer histórico, marchamos a una colonia emergente entre malhechores, evitando males, que supuraban en las cicatrices de la construcción del continente austral. No cerradas por completo, por la colonización británica. En busca de una solución, nos encamina a aquellos investigadores de fallo y error, que no estuvieron en la colonia, ya que la verdadera ciencia médica, que significó la transformación de nuestro futuro, o el que venga… estaba a unos miles de kilómetros. Es un intento de erradicación, contra los males del ayer.

Más que una apuesta, propuesta de una partida de póker… con dios o el diablo… cuyo vencedor es… el amor, for ever… y no los gobernantes. Si salimos de esta prisión, corazón vividor y a otra historia... Del sajón a lo sajado. ¡Silencio! Las manos no tiemblan, si saben leer la verdad de su mirada. Cuando abras los ojos y pase el dolor, veremos si el proceso científico fue acorde, con su historia. Tan grandiosa como una novela de Mr. Dickens… y es verdad, se aproxima, porque es un verso libre sobre el escenario del tiempo y la ficción. Un libro de la académica forense y vital, que va más allá de la experiencia, basado en resultados exitosos del conocimiento quirúrgico y fueron reales como su brillo al renacer tras el ocaso.

Una novia de Frankenstein, en las costuras ocultas, pero versada en los esquemas de estudio, aunque sea a retales, marcaron el inicio del doctor y su amante, como exquisito cirujano en pelea con un ladronzuelo de poca monta, y la pasión en un abrir de sus ojos y cerrar, con dedos hábiles. Y si bien, esto no es el viejo Londres, ni sus humedades, porque allí existía otro Jack más fino... Con su tío en el maletín, como artilugio para conseguir la excelencia del corte… y no perderla por el camino… la excelencia. Se vuelve mano derecha, por descontado. Entre monstruos perseguidores, como aquel Frankenstein de la Mary Shelley. La escritora soñaba con relámpagos eléctricos, vidas cortadas y descubrimientos contemporáneos de la  medicina – donde rayos fundían almas y pagaban a asaltantes de tumbas de ilegales – recordando al Ladrón de Cadáveres de Robert Wise y otros ulteriores. Hasta transformarlos en ciencia, sin evitar esas historias de terror para no dormir, con dolores internos… pústulas o laceraciones, incluidas.

Se ha guiado a ese muchacho, de justiciero social incomprendido hacia el humor negro, mientras transcurrían unos 20 años de diferencia en la publicación de ambos libros donde se instalaban los resortes primerizos de la ciencia ficción. Y un nuevo orden de los inadaptados, ahora… Vemos esta categoría basada en los avances sanitarios, a un salto de chispa de la vida eterna, pero con los ojos de un Pícaro – que de Tormes salieron sus ejemplares -, mirando a la muerte y venciola… no, violola. Pues entre sus ovarios, descubre los desvaríos de la sociedad abandonada por gobernantes, aprovechada por el joven Oliver – otro antiguo dedicado a la penosa labor de desenterrar cadáveres -, hasta llegar a forrarse… Amigo de lo ajeno, rebelde, contrario a la anatomía o la cirugía sanadora. ¡All-in, dos ases enfrentados!

Sin duda el dinero importaba, ¡sí claro como ahora! Los cirujanos no estaban pagados bien en cambio, sin el ánimo de pacientes que no creían en su sanación… era obvio, morían en sus garras. A veces algunos no eran sanitarios, eran carniceros humanos… Mientras las hijas de los gobernantes, lanzadores de cuchillos por doquier,  querían dejar el circo y ser profesionales capacitadas. Por encima del filo asesino de su estirpe o una herencia social, que discutía la igualdad… Y el éter ya no era en esencia, inmaterial, pues generaba otros estados de conciencia. Bichos, los microbios aún poco vistos u oídos, ya se podían controlar con ácidos rebajados del alcohol, no el de leyes secas… ¡realidades a tragos de la América!

Cruzando el océano,  de extremos, pasando por Massachussets y Boston, los científicos estudiosos, médicos verdaderos, empezaron a hacer sus pinitos contra el dolor y el deceso no necesario. Apagaron gritos salvajes en  extracciones de dentistas y zurcieron cuerpos vendidos, para extirpar soluciones de ellos. Establecieron avances torrenciales, que cortaban sangrías del pasado, hasta trepanaciones a atmósfera menos cero, consiguieron con los pies en tierra de faraones y los virus en el otro mundo. Llegado y mediado el siglo XIX, esto marcaría el rumbo del investigador  Humphry Davy en Cornualles, siguiendo el supuesto experimento piramidal, para establecer la electroquímica que alimentaría el instrumental del futuro, según Volta y Faraday… ¡qué guay! Risas…

Por no hablar de técnicas con óxido nitroso que las borraban y cambiaban el contexto cómico, pero sangrante, hasta perpetrar esperanzas en quirófanos actualizados. O en la dirección a la intervención del primer tumor de cuello extirpado con éxito, en un centro que se rebautizaría como Ether Dome - debido al uso de este producto químico-, y lo convirtió en referente y museo del tiempo del, no dolor. Del, no muerto, por fin. Así como otro ejemplo del Prometeo, echó un guante a la historia forense, el doctor Pasteur con mentes  desinfectados y sus ojos al microscopio sobre el mal, indicaría que se podía sanar, limpiando aquellos malditos batallones, de gérmenes los llamaron… que no jemeres. Y tal vez pacientes tendrían una esperanza con ellos domados, libres de su amotinamiento o multiplicación.

Entre médicos y cirujanos, ellas, las que empezarían a estudiar en libertad y convertirse en académicas de hoy, consolidan los títulos universitarios, con una  superioridad numérica sobre aquellos. Pues los hombres, ya no son tan estudiosos ni envidiables, solo hijos de… uno hombres.

Y ella… la Muerte… se empezó a sentir controlada. Los ausentes se despertaban con hambre, que era lo más normal tras el suplicio de sus cabezas y órganos, en aquellos aciagos tiempos también de escasez de todo. Más, los elementos de desecho que se pudrían y supuraban en el exterior, como la misma hez, empezaban a sentirse como una reliquia de otros espacios no higiénicos. Eso olía revolución mecánica inmediata que esperaba a la vuelta de la esquina, no del hurto o el robo inconfeso, sino de cemento para caries, intervenciones divinas y próximas prótesis para organismos de tullidos o accidentados, y alguna camisa agujereada por la descomprensión odiosa.

Todo daño o dolor, tiene graves efectos… pero igualmente, esperanzadoras consecuencias, si hay manos que los saben tratar. Ya sabes… ¡estudia, qué dirían Aristóteles o Platón! Y sino, aprende de la historia por lo menos.

Cuando menos te lo esperas…

Una mano sale de las sombras, y te sacude con el atizador… O remueve los rescoldos de nuestra vida, dejándola hecha trizas osando tocar la fibra emocional. El saldo es que las cabezas pueden quedar heridas sin solución, con el corazón partío… que diría un faraón con él, en el canopo.

Sin embargo, aunque estos últimos casos no sean extraordinarios, se ven acompañados de imágenes interesantes como un jeroglífico del tiempo, una máquina de muerte y resurrección. Con intérpretes que demuestran su buen hacer y narraciones conviviendo adecuadamente con la historia, indicando a la extraña realidad que vivimos. Y por descontado, no es misión en este espacio, tampoco voy a desentrañar su resolución, que para eso están los destripaterrones del bisturí… ¡Pssst, vamos dejarlo ahí! Sin desvelo… porque si no, ¿cuál sería el propósito del arte y de un guión…?

Evidente, ¡sorpresa! Lo que si hacemos es llamar la atención, sobre otros casos contemporáneos, o no, a los que mi vista ha llegado con ella, y dicto una sentencia por derecho literario, inequívocamente positiva.

Si hablamos de Maestro… en términos adecuados, la película dirigida e interpretado en forma disuasoria por Bradley Cooper, señala la vida privada del compositor de la banda sonora de West Side Story, Leonard Berstein. Transitando la contradictoria vía, de secretos inconfesables, que no cantaba entre bambalinas y dotes de mando en alcobas. Es decir, obsesiones, excesos y su propio ser, dedicado al engaño sobre la sanación en familia. Hasta que un día, llega… Es otro magnífico ejemplo de disociación artística-profesional, a través del estrés postemocional, que puede hacer rodar alguna lagrimilla. Y salir vitoreado tras la intervención, que sentiría María tras el filo de la navaja… y el viento, no sé.

La historia al Derecho, cinematográfico.

Con secretos inconfesables hemos topado, cuando me dispongo a vislumbrar un caso desconocido por la mayoría, en la década de los setenta… Seguramente porque su etimología representativa está arraigada al hecho político, y no llegó a oídos. Siendo para mí, lo más interesante, las posiciones sociales respecto a esos crímenes o las actuaciones legales de policía y jueces, chocando con las libertades en el estrado. Con la defensa de las ideologías más revolucionarias, vitoreando y protestando, elevando su voz, porque más que ilustrativo, es ver cómo se desarrolla un juicio abierto en canal, con aquel público dentro de aquellos tribunales franceses, y la confrontación de diferentes puntos de vista, matizados en raíces étnicas, en desbanda general… que nos resquebrajan el ser, hasta nuestros días.

Curiosamente, uno de sus protagonistas esenciales con toga gala, es el también director Arthur Harari, guionista conjunto con esposa,  Justine Triet que sería justa  acaparadora de premios – cómo ya sentenciamos aquí -, por la Anatomía de una Caída. Hay casos en que el secreto profesional, no está asegurado y otros son puro mecanismo existencial. Cuando perjura una mente criminal, que exige con la fuerza… y vaya si callas, ¡mira que hubo magistrados silenciados en la historia!, que el poder, el ruido del dinero, puede mover esos resortes invisibles… hasta hacerlos saltar por los aires. La sangre de pingüinos está congelada en retratos cuadriculados...  Veremos… Yo, mejor me trago la lengua, que diría un testigo presencial con un horrible y despiadado jóker en la manga… volveremos la próxima semana, cuando la sierra se detenga y el héroe rescate a la dama es apuros... o la heroína.

En fin, no está el horno para bollos, y el bueno del tío Alfred era un ejemplo narrativo de crear suspense, todo lo contaba… hasta cierto punto, que para eso era el maestro del ídem. Con las escaleras hemos dao… y tú, ni te has enterao… ¡Gañán qué eres un gañán…!

Y en los mismos términos, descubro que el gran Akira Kurosawa, seguía parecidas reglas en el policiaco social. Ya que visionando uno de sus filmes - faltaba en la memoria cinéfila de su colección increíble - cuyo título significa Los Canallas Duermen en Paz, pues quedas boquiabierto. Gracias a su depurada técnica para mantener las bocas cerradas, desarrollar la trama y darnos, un golpe final que no te esperabas, ni harto de barbitúricos. Ea, maestros del Séptimo… Encima con el genio Toshirö Mifune haciendo de Hamlet en gabán claro, y oscuro, de mente vengativa, junto a Chishü Ryü - a ver quién le saca de Cuentos de Tokyo -, o Takashi Shimura, qué pertenece al maestro japonés, lo mismo, a ver quién le baja del columpio de Vivir o Ikiru. Eso sí que era defensa social… y no lo interesado de ahora.

Manipulado, orientado, al crimen… con heridas pretéritas, dolor, puntadas al dente, drogas, estereotipos, pasiones, amores… silencios, omertá. Es banda sonora de esos caos más sonados. En juicios caóticos… Y, la familia ¿qué tal…? Pues no muy bien, y gracias. Cómo cantaría el otro… Cada loco con su temaaaa, cooontra gustos no hay disputas… Cada uno es como es, cada quién es cada cuál… y baja las escaleras, como quieeere… Bom, bom, catacrock, crash… Hala, si es que van como locos…

Para falsedades documentadas, con opiniones sesgadas, es preferible siempre escuchar la versión de los damnificados en esos casos, sea en la música con la verdad de los excesos de un contrato firmado con sangre por los Milli Vanilli, que me pillaban un poco rockero, yeaaah! O contando sus vidas hegemónicas, calificadas por todas las miradas y metomentodos, por la misma intérprete de sus deseos, miedos y sueños… con el magnífico documento sonoro de Elizabeth Taylor, y sus Cintas Perdidas… Para el caso, mejor que las especulaciones históricas de otros, que ni pasaban por allí, ni conocieron a Cayo Julio César, ni vivieron bajo el sincero tormento de Marco Antonio, de un Barton sacado del estiércol. Literalmente…

Para que lo sepan, Miss Taylor se salvó de los acontecimientos criminales de la secta del Manson. Así, son los estudios… que te pones a ello toda la vida, se te enredan algunos números, y al final acabas, con una magnífica y necesaria… Cadena Perpetua. Hasta nuevo juicio, cinéfilos…

domingo, 6 de octubre de 2024

The Fall of the House of Usher.


El tiempo es una magnitud que controla la vida de los humanos, con una vocación de vaivén metódico, como un péndulo…

Sin embargo, la memoria no es tan monótona. Sino que se comporta con un mecanismo oculto, indescifrable. El mapa del tesoro, que engrasa sus evoluciones u oxidaría sus futuras decisiones, gracias al tiempo…

Así, el romanticismo y el gótico, se abrazaron en el futuro, estableciendo  una serie de reglas que elucubraban o ajusticiaban, los resortes escondidos de la memoria, siempre describiendo en su contorno artístico, un halo penumbroso, estético o estilizado, tenebroso, opiáceo y enfermizo, como un análisis detectivesco al interior de la cabeza de Edgar Allan Poe. O las manos sin vida de Nosferatu…

Mike Flanagan es uno de los autores actuales, que lo entendieron fantasmagóricamente, uniendo a sus resquicios y sonidos profundos, un matiz morboso de nuestro estilo contemporáneo. Sabiendo que, en aquel pasado victoriano, muchas de sus familias se disputaban las ganancias, como después se intensificaban las diferencias por las herencias en Sucesión… Con toda clase de movimientos incestuosos, provocativos, emocionales… decididamente ilegales para cualquier sabueso de la ley, como Dupin o el amado Sherlock Holmes. En atención de todas aquellas viudas o sus hijas, que acudieron a continuación, al cine negro norteamericano y sus oficinas oscuras de detectives privados.

Es el testamento que hoy abrimos, en La Caída de la Casa Usher, reescribiendo sus historias, sus cuentos, los de Mr. Poe, para visualizar lo terrible pero bello, lo morboso y sano de la poesía o la literatura, lo real y lo fantástico, en definitiva. El yo, y el nosotros, mirando atrás… ¿qué es ese sonido…? Nada, un hálito, una expresión… un latido, tic, tac…

Dos Cuervos… Never More!!

Silencios, conversaciones secretas, secretos desvelados, ardides planeadas… hace tiempo… Una opinión sesgada, personalidades moldeables, individualidades en pareja, excesos, alucinaciones, dinero… insobornables. ¿Oh, no…?

En otro episodio, supondríamos que hablaría de la serie Succession… nos dejaron marcados, esos pajarracos… ¡halcones y cuervos mensajeros!

Pero… hace mucho tiempo, en un reino sobre el mar de papel, una leyenda inmortal, un escritor, que recitaba en negro gótico, excelso en verso corto, caótico… algo supersticioso tal vez, más que animoso, espiritual, investigador científico, paranormal… Edgar Allan The Crow “Poet”, se reencarnó en la visión iluminada de Mike Flanagan. Y sus historias resucitaron, regurgitando, a través de colores abominables, en nuevos textos vivientes, o no.

La mente más enfermiza, de gótico moderno, despertó entre los muertos, para recrear con otros ritmos acompasados, amontillados olores, encarnados corazones, fiestas rojas, beatles ojerosos del tesoro, al más allá, animales negros zainos, ladrillos en los muros floydianos… y el tic, tac, que volvió a balancear el equilibrio, entre algún bien y el Mal.

Mientras en el recuerdo, tras la fiesta imaginaria, electrónica, al estilo vampírico, una corriente fría, ácida, no lleva al cobijo de Annabel Lee, la querida, mi vida, su esposa… Para recordarnos que las mujeres, en las familias… como siempre, ¡mandan! Firmado con sangre…

El Romanticismo… va muriendo.

Claro ¿qué es el amor… al lado de una herencia? Casi nada, sobre todo, si hay una promesa – que nada tiene que ver, con la estupidez autóctona del wokismo de Dear David, xDio gótico -, más bien con Fausto de Goethe – páter del romanticismo-, Ludwig van Bethoveen y Richard Wagner, y el de Murnau, algún que otro Prometeo, el aprendiz de brujo, Dorian Gray de Oscar Wilde, Washington Irving, más modernos, se dice que Anakin Skywalker se aproxima… Hellboy, Salomón Kane, Spawn y otros del cómic, encadenados, a su moto…

Por supuesto, Eric Draven de Jason O´Barr, los antihéroes alienados, vengadores, que en el cine sólo puede quedar uno, The Crow de Brandon “eterno” Lee. De Alex Proyas, llegamos a El Fantasma del Paraíso, de Brian de Palma – que es corresponsal temporal con el de la Ópera de Gaston Leroux- y ahora ella, décadas después, a la Verna me refiero… en bello jeroglífico, numantino entre sangres y letras cambiadas. Donde nos reencontramos con las oleadas femeninas de Carla Gugino en Sin City, inversamente proporcional, a la vendedora almas virginales, Dra. Gorski de Sucker Punch… ¡Una Jefa!

Por fin recordemos, analíticamente, la novela gráfica de Frank Miller, renaciendo caballeros, desde el hombre murciélago a Wolverine y a Daredevil, pasando por un Robocop con espíritu. También de fáustico, tiene algo, el Rorschach de Dave Gibbons y Alan Moore… porque lo de Manhattan fue más accidente… y vuelta a empezar, que dijo Mr. Garci.

Aproximaciones…

Preservar todos aquellos momentos… es complicado. Sin embargo, el ADN se lleva toda una vida por delante y las de detrás. Como ser cuentacuentos de estilo Poe, y reinventarlos en un instante de televisión, es una tarea monumental, epicúrea, brillantemente sombría. Pero, acaso no es más difícil, revivir… y ahí tenéis, a Mark Hamill, ¡bienvenido al paraíso!, Luke rondador nocturno de los cielos. Por no hablar de lo de Mike Flanagan con Bruce Greenwood, después de andar por aquella cama con Carla. Si su corazón aguantara, qué no era poco.

Es una sucesión de la que el creador y los intérpretes, salen indemnes, gracias a un homenaje novelesco, poético, sin retratar esa época. Más que, con palabras y gestos, suficiente para creerlo.

Y viviremos para contarlo…

Los genes son el imán que sostiene la herencia de las emociones o el comportamiento, como las aficiones por determinadas posturas familiares. La diversión hedonista, la falta de respeto o la atracción por el poder, pueden llegar a trascender en el miedo. Un ejemplo de ello es La Máscara de la Muerte Roja – o la familia vampírica mafiosa, próspera,  de Abigail -, alejados de los males que atacan a ciudadanos comunes. O cambiando el gusto por el vino amontillado, por el síndrome del alcoholismo que silenció al gato. Así sintiéndose protegidos en sus palacios construidos de colores, sobre el dinero y el egocentrismo, la sangre es la sangre, una lluvia corruptora, evidencia a la muerte sin mirar el estatus social, también… Al término, un velo de negra obscuridad.

Se dice que el poder absoluto, corrompe absolutamente… y desde esa Sucesión en serie que nos sedujo, aquí tenemos otra muestra. En la película The First Omen, es una especie de complot de cierta cabeza del catolicismo, para restablecer el interés por la religión a través del Mal absoluto. Viene a ser un poco el discurso del mismo Roderick Usher a sus hijos o hijastros, para mantener el poderío de su industria farmaceútica llamada Fortunato… Todo al final, acaba atrapado en un torbellino de destrucción, por desafiar al dragón, señor de la violencia.

Esa superioridad moral, reside ampliamente en la mentira... como en un documental sobre el Juicio al Diablo, donde no se sabe qué es real y que inventado. Sobre todo, cuando las ganancias exponenciales, siempre tienen un mismo destino, la familia Warren, sin pudor. En este caso, la mentira es ese gato negro o Plutón, que nos propuso el escritor de Boston, en trámite de culpa hacia la locura. Y aquel niño que relata su historia en el documental, es su paralelismo irracional, que nadie cree... en poltergeist. Yo al menos... curiosamente.

En algunos de sus relatos animosos, Poe necesita de un contrapunto que intente desentramar lo oculto, con la investigación detectivesca, tal y como Auguste Dupin en las calles de París servía de guía a Sir Conan Doyle. Para hacer las preguntas y las pesquisas necesarias, con el fin de  atrapar al asesino de Los Crímenes de la calle Morgue u otros… Un tipo de exceso grotesco del crimen genérico, que ha sido retratado posteriormente hasta el infinito en copycats, convirtiéndolo en monstruos intangibles. Por ejemplo, en el filme coreano Exhuma con sus extraños rituales, se disfraza de sádico fantasmagórico e histórico, especialmente inhumano… Como la guerra interna, en el relato corto El Escarabajo de Oro – con que el autor ganó un premio literario de 100 dólares -, que representa el ojo de la obsesión y la codicia. Algo que se muestra también en algunos de esos 7 raptores encerrados en la mansión jaula, con parte de la familia de Abigail, malignos seres.

Los celos son representados por los hermanos, y nueros, frente a la aparente inocencia del trepa conocido como el Nicolás de Succession. Pudiera ser una entrega  del informante de los Usher, o el tonto dependiente en Trap de M. Night Shyamalan, confesando todo el mecanismo elaborado para atraparle y luego, quedarse atónito ante la imagen del bicho. En un poco enrevesado, ser el psicópata de la calle DesConcierto y sus tejemanejes, pero al término, consigue funcionar y abrir la puerta a una mirada vengativa de un desconcertante Josh Hartnett. Semejante a la del enfermizo Norman Bates interpretado por un casi ´mosqueado` Anthony Perkins en la Psicosis de Alfred Hitchcock. Una más… SanTomás.

¡Ojalá otro más!, por san Nicolás.

Lo bello y lo horroroso, está en su calculado guión, porque la caída siempre significa el cénit del derrumbe… pero cada capítulo es una fiesta del fin eterno, una efeméride de las pesadillas. Pues, ya lo expresaba en su oda, El Cuervo parlante, nunca más… Y sabemos que con desgarros de guitarras, sólo hay dos, cómic y primera versión cinematográfica.

En cambio en otras herencias – no hablo de los grandes Roger Corman y Vincent Price en versiones inmortales ya -, si existe un Nicolás parlanchín en siguientes entregas. Todo podría ser… firmamos con sangre, sobre el busto de una joven Palas Atenea y convertirse en su propia piel protagonista en cadena de acontecimientos, ojalá. Una capa que sería el talismán, revelando indestructibilidad más que demostrada, ante monstruos y venenos sintéticos, emparedados o amontillados, voces animalescas, dientes de Berenice y Morella`s, tragasables y por descontado, ojos siguiendo al péndulo hasta el ocaso. Gracias Jesse Armstrong de Succession y Mike Flanagan de este homenaje. Gracias Mr. Edgard, por todo. Un dolor, un placer… una oda escrita, y leída en penumbras.

Ese muerto, está muy vivo. Sustituto de un dios de las finanzas y corruptelas, que se sabe mover en el ring de vanidades rivales y familiares. Ya que en la realidad, continúa en su apogeo, la lucha de clases - mejor dicho de especies, a veces tan salvajes, que estarían lejos de cualquier raíz humilde... Sino miremos a lo que significa, The Last of Us…- en aproximación. En lo que nos podemos convertir sin mucho esfuerzo: devastación, caos, miedo… es el particular Arcadian de Nicolas Cage frente a sus protegidos, hijos, y nuestro lobo feroz.

Además, el otro Nicolas es un arrimado por interés. Como aquellos jóvenes hermanos Usher, que se acercan al lujo, encandilados y nublados, como un vagabundo hambriento miraría el escaparate de una pastelería. Igual a los de la estética prometedora en el apogeo de Dark Harvest y los que atacaban a un ensimismado Watson en El Secreto de la Pirámide. Los microsomas de la humanidad, siempre han sido los mismos, obtusos, traicioneros, hirientes, atrapados, malfollados, empalagosos, así es... cortantes como las mandíbulas de un felino silencioso, o un espantapájaros sobre campos de maíz. Más bien, el poderoso tiburón, que es Don Dinero en busca del último descapotable. Falta algo de incesto, pero Flanagan no quiso más carne en el asador… y del otro no hablo porque escribió El Cuervo 4 y no lo reconozco. Aunque David Slade podías haber redondeado, ¡qué hiciste Hard Candy y 30 Días de Obscuridad y capítulos de Black Mirror, Breaking Bad, Hannibal y los American Gods, vamos!

Y sino ¡un fuck ooooff! y listo, siempre dirigido al pequeñín. Los cuatro más uno, quién sabe si más... tendrán que esperar unos añitos que pueden hacerse interminables... ¿Por qué? Porque parecen sedientos, como un sable deshonesto... Sí, es un guiño para Billy Joel. Abogadoooo.

Porque nadie se deshace de sus acaudaladas fortunas, y siempre habrá un resquicio para heredar el imperio familiar con industrias, los yates y helipuertos, pues es lo que hay, ceros tras unos… si no te caes desde lo más alto – o te devora una mansión bajo tierra -, no te vas a hacer pupita, Nico the Trap say. Si yo fuera cantante rico, dubidubiduuú… entonando tántricamente a aspirante, heredero al trono de Camelot de los USA… Fucking Families! Qué diría la prota al volante de Cosecha Maldita… Que, si bien empieza con mucha marcha rockera sesentera y aprobado en descomposición familiar y racial, según circula se convierte en un horror… una gran y hueca, Calabaza! Estáis avisados, futuros cuervos de mal agüero… y corazones… delatores, en levantadas torres, tic, tac… Hasta el más allá.

  

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