Existen espejos que no devuelven tu
reflejo. Porque se quedan obsoletos o están tintados. Otros, reflejan la
realidad distorsionada, como aquel cuadro estrafalario que observaba a diario
una especie de monstruo…
Y sin embargo, ahora tenemos uno en
nuestros bolsillos, que la distorsiona igualmente y no nos parece raro. Así
que, casi nadie, conoce sus posibles repercusiones y las que supondrá la IA en
nuestras vidas futuras…
En cambio, ya se sienten algunos
efectos cuando se trata de pequeñas unidades en desarrollo, que pueden
ocasionar amenazas teledirigidas o robos de identidad. En las guerras, las
posibilidades serán infinitas como bien demuestra el documental Unknown: Killer
Robots, con nuevos sigilosos soldados, y si algún día, esa inteligencia
superior en velocidad, decisión o manipulación en la toma de decisiones,
llegaría a poder obtener conciencia propia. Todos tenemos, aunque sea
infantilizada, aquella historia contada por… en el filme Juegos de Guerra o la
posterior edad adulta, con el Skynet del Terminator de Cameron y su campo de batalla.
De momento nos detendremos ante este
cristal deshumanizado, que significa la estrategia de Charlie Brooker para
Netflix, con la serie de los miedos tecnológicos y demás desfases. Ya que es difícil no sugestionarse, ante
esas imágenes, que partieron de la literatura de la ciencia ficción y su
primigenio cine, desde la androide angelical, María en la Metrópolis de Fritz Lang. Historias en
las que el aprendizaje computacional se simplificaba en el plano social,
desviando la conciencia autosuficiente, que abrirían las puertas a una República
Independiente de los Chips y la pretérita tecnología cuántica. Chips without
fish, o no…
Bueno sí, los pescaditos podríamos
ser nosotros. La ciencia binaria empezó a tomarnos como objetivos a corto
plazo, si su conciencia de programación reptiliana, se veía amenazada. Porque
estaba diseñada a nuestra imagen y evolución. Mientras, los seres humanos
pensaban en crear una nueva especie, sin observar nuestro reflejo en aquella
pantalla de última generación. Pues, estábamos pendientes de fake news y
pantallas de grandes plataformas económicas o sus redes sociales; cuando
posiblemente la III Guerra ya estaba en marcha… Algunos pensaban que ya se
tornaba inteligente, como esos soldados robóticos del documental o los
observadores armados del cielo, pero, sobre todo era viciada, cruel y muy
manipulada… Y aderezada, con avisos de terror, salpicados de explosiones
nucleares…
Retazos violentos y… la respuesta.
Espectadores, y los que no querían
mirar, atrapados tras sus caretas, se sentían protegidos en su rebaño, sin
alcanzar a ver la amenaza, ya no tan incipiente. Riéndose de la respuesta,
hasta que vieron dicho documental, u otros robots que empezaban a tomar
decisiones erróneas… ¡Cómo… si no era posible!
Las plataformas comenzaban a crear
sus contenidos, con datos comprados que dimos como creídos y nos vimos
convertidos en horrores, o awful, como esa Joan o sus imágenes posibles,
replicadas hasta el infinito de la red. Era todo un cosmos de respuestas
horribles y deformes, ¡una gran cagada! Y sin embargo, la mejor de las
historias porque no comprometían a todos, con sus algoritmos imaginarios
buscando la carnaza, como aquellos otros paparazzis del pasado. Igualmente drogado, pero en digital globalizado y comprado en la nube... mafias entre algodones.
Protegidos en nuestro rebaño tras la
cerca oscura, no previendo la anticipación de los lobos, raising by wolves los
llamó el jefe, Mr. Ridley Scott, amo y señor, de los replicantes que vendrán
después. Firmamos nuestra máscara mortuoria de terror, por unos cuántos pagos
de bizum o suscripciones, sin saber el color que tomarían las desviaciones
personales o el poder grupal de sugestión. Era otro tipo de guerra, eso… sin
etiquetarse, como siempre soñaron, ¿no? Uno contra todos, todos contra uno.
Hasta que determinados pececillos,
decidieron salirse de la pecera de material traslúcido, salpicado de caca, ya
que no participamos de la sátira ni del reparto ideológico, dirigido por el
fideicomiso monetario de sus interese comunes. Y nos marchamos, dando la
espalda, como aquel viejo pistolero solitario de Centauros del Desierto… con
John Ford, oteado tras su ojo tapado, buscando las sensaciones de un atardecer
sobrecargado, de rojos-anaranjados y azules, violáceos. Y alejarse del marco de
aquella puerta sombría, que significaba el hogar… Nuestro refugio falso.
La Era Duplicada.
Antes tendré que detenerme y
recomendar una pequeña peli, directa e intensa, The Artifice Girl, notable
estreno del director Franklin Ritch, para llegar a conocer el alcance de una
próxima AI contra el imperio del crimen anónimo. Con un poético aumento de sensibilidad
y sentido del honor, que nos hace confundir lo que es cierto o lo que se piensa
en la clandestinidad, sobrepasando los límites; mas en este caso, en un giro
que desea atrapar a aquellos que violan la ley en la perspectiva de inocentes,
en un venganza que se verá envejecer hacia ese mismo espejo creado a su imagen.
Bits inteligentes pidiendo su propia idiosincrasia existencial… y la búsqueda
de la emotividad. Muy interesante parábola de la identidad y responsabilidad
civil, en un caso policial sobrecogedor y esperanzador, además con el gran Lance Henriksen, uno
de nuestros ´roboces diligentes` favoritos que redondea metafóridcdamente el alma de metal. Parecido a la búsqueda de evasión
en Días Extraños, que pronto cumplirá 30 años ya, p… máquinas…, en esta ocasión
a través de la ciencia criminológica destinada a los afectados de abusos
infantiles.
Algunos científicos, todo se repite... propusieron
duplicar el esfuerzo en el espacio-tiempo, otorgando a las familias terrenales
de opciones emocionales sin precedentes, como en aquella Black Box, pero con
cables en lugar de neuronas. Al fin y al cabo, son conexiones bioeléctricas... Era
la conciencia, atrapada en cuerpos que respondían a sus querencias y miedos,
más allá del mar e incluso, del amor… Pues el horror, no entiende de fronteras ni
colores, ya que los difumina en único gris. Y en ese término, se basa la película de tensión psicológica Influencer,
que crece narrativamente, mezclando la anterior categoría de sustracción identitaria y la remata con asesinato a sangre fría, por
subsistencia, venganza… o mero disfrute.
Sería parte de una existencia
imaginaria, del yo o del futuro Nos… siempre hay tiempo de vivir y morir, sin
importar la distancia. Esa es la sátira de la robótica, que esparce el sr.
Brooker como si fuera el recuerdo de Charles Manson y una incitación contra lo
antinatura. Tal y como sucediera en multitud de distopías, en sentido contrario
curiosamente, salvo en la transhumanista The Creator tomada como espécimen de
nueva generación… sería un craso error…
Tras el Hal-9000 tomase conciencia del peligro de desconexión, un Terminator
del tiempo violento, mercenario para acabar con la sombra humana, o que los replicantes
desearan… conocer la reversibilidad posible del caos, o una muerte marcada a
fuego… Es el mismo plasma de Solaris, el más allá de Lem y el GH de Gorge
Orwell, más que tecnológico, tomase total control de nuestras vidas.
Curiosamente también la suya, la del todopoderoso…
El resultado es la violencia, en
cualquier caso, porque somos así… y ellos podrán serlo. De eso se trata la
supervivencia, un cerebro protector, de una camada.
El Placer… Dolor.
Black Mirror se caracteriza por no
andarse con remilgos, aunque sea en una retirada tierra escocesa, y las pintas
se tiñan con sangre extraña. Como aquellos chicos se adentraron en el páramo,
tras visitar esa taberna en Un Hombre Lobo Americano en Londres. Aunque, esta
vez, los lobos son distintos… y el dolor también.
Es un poco estrambótico, el relato
cercano y familiar, de forma que no termina de cuadra (como posteriores
lobos….) con la estrategia tecnológica y visual de este espejo moderno. De otra
forma con la visita a los videotapes del pasado. El resto es una sinfonía de lo
inaudito, como pescar peces en un río revuelto, no en el mar.
El masoquismo más extremo, poco tiene
que ver con otros aspectos sexuales o pornográficos… de los 8mm con Mr. Cage a
Tom Cruise enmascarado. Y es que la sonrisa propone un doble sentido, estar a
gusto con uno mismo o volcarse en una terrible escena de sarcasmo facial, como ocurre a través de la mente del Joker y su poder antisistema, pero, con la mueca manchada de
terrorismo.
Otro caso de automasoquismo, en este
ejemplo extremo y psicológico, serían la mueca del abusado en El Hombre que
Ríe, su antecesor mudo; y llevado al terror más insano, marcado por las muertes
autoinfringidas, estaría el filme Smile de Parker Finn (en busca de su
continuación, era de esperar, ahahaheheha), donde las escenas automasocas,
te llevan a un estado de confusión anímica y perjudicial en algunos estertores
morales, si bien con un suspense narrativo, digno de mencionar aquí. Con la risa
hemos topado, Fray Guillermo de Baskerville… como el que sale con ella a ligar
por ahí… NO hombre, noooo.
Lobos y… demonios. Fin de la cinta.
Todo nace de un cierto desorden,
desde la radicalización del feminismo, hasta el fin de lo conocido, anunciado…
que en El Día Después, te acuerdas, fue un IMPACTO.
El sátiro creador de lo negro,
intenta sacudir el árbol siendo participe del periodismo de una de las partes,
optando por definir a unos y a otras, lobos o lobas. Y en cambio, está todo ya
más que definido… El Mundo, la humanidad, no tiene remedio. Ni la globalización
de agendas adineradas, tiene ninguna posibilidad… ¡Es más que factible que la
jod… y nos vayamos al … !
Otro día hablo del otro lado de la
Fuerza, con otro capítulo interesante de la serie documental que empieza, donde
acaba todo, en lo desconocido…
Pues, el jefe de Black Mirror, contó
en un artículo que cayera un buen día, en las redes de la AI, a ese otro lado
de la narración experimental con Netflix. Es decir, el uso, el viciado, el
voyeur expectante. Con la práctica del infraser (por ahora…)o Chat, G y no sé
cuántos putos caracteres… que sí, que lo sé, pero me hago el longui, gege… qué puntazo. Con
intención de engendrar un posible, nuevo capítulo indefinido, de la farsa
creativa que nos acecha. Y como resultado, tras decesos del virus, fue una
auténtica mierda según sus descripciones. Como la de esa Jane del capítulo,
pero en digital saliendo de los dedos… Fue una plasta de todos sus episodios
anteriores, remezclada sin argumentación novedosa y autosuficiente, hasta hoy…
No vaya a ser que la máquina aprenda
a interrelacionar y… Ah, qué ya está en ellos, ¡válgame Daisy! Terminará
jugando a las creaciones y eso… ya sabes lo que nos caga.
Por el instante, viste a la mona de
paparazzi y se sale del negocio. Será por bienqueda, como si no formara parte
de él, y se viste con la piel de las hermanas, con una simpleza espantosa., que
termina comiéndose a todos los tíos, de la forma que fuera, hasta polis y
bollicaos… y mandar a reflexionar con una mierda de instantánea final. No
entiendo ni papa, con lo bien que estuvo la Luna en Londres o en las carreteras
de Aullidos. Esto es otra cosa, reivindicativa y… a ciegas evolutivamente.
Y por último, tras 27 capítulos y una
historia interactiva del volcado sanguíneo de autor, de lo escrito y pensado
por humano, nos metemos en una explosión del sin sentido, entre lo vacuo del asesinato,
lo metafísico de la existencia y el horror del hongo mortífero. Sí, ¡demonios
de finales de los 70, campanudos! Y con Bonny M… Ma, ma, ma… maaaaá.
Aquí hago un inciso a las nuevas
generaciones, para reconocer ese mencionado Día de Después, sin máquinas
asesinas del futuro o AI, hasta ahora, porque alguno ya se lo puede estar
planteando… Celebrando que el 40 cumpleaños de Terminator será el año entrante,
como es ahora el de Blade Runner en esa guerra final con la máquina, en alcance
de memoria y enseñanza. Y recomendar otro sincero alegato del 83 casi olvidado,
desde ojos de la infancia, conociendo de primera mano, una destrucción o esa
muerte por altas dosis de radiación. Reflexión en el interior de nuestros
hogares y familias deformadas, tras un simple Testament de Hamelin, con la
curiosidad de, que ahí estaban jovencitos, además de Luke Haas… Rebecca de
Mornay y Kevin Costner, en incipiente imagen de los paparazzis de estrellas. La
tecnología avanzando desde lo bélico, para convertirnos en energía limpia o
positivismo del negativo… de a poco, hasta llegar a esa estúpida estampa en el
suelo desangrado del capítulo 4, de la contradicción… Del éxito con la compasión,
en una foto, no creo ni media.
Este compendio de ideas descerebradas
y detonaciones, compone laSecta temporada de Black Mirror, que nos calienta
como la fusión del Sol, o los chipsets a 40 y tantos grados en verano,
reventando baterías futuras y pantallas. Y las máquinas, vestidas de lobos o
coches silenciosos, atraviesan las calles de la ciudad, buscando peatones
perdidos como si fueran drones a la caza. Y la guerra parece un videojuego de
IA en pantallas negras, con jóvenes que cogen su automática, fuera de una serie
sin personajes reales, o fotocopias unos de otros, practicando el dolor,
robando tu dinero a distancia… hasta llegar a prescindir de las amenazas
generales, con dos partes… hasta lo coj… Algunos somos imparciales, y moriremos
sin mirar las carteras de ricos en agenda que, nunca abandonarán sus riquezas… de
bolsillo izquierdo o derecho… ni queremos padecer, más noticias falsas de
medios.
Simplemente, acabar con una historia
contada en un blog, sin dinero, sin ideología… sin miedos. Hablando del AI al
As… esino. Da igual su forma, es lo que hay, entre lobos y lobas, humanos.
Negreiros… atpc. Na na nanáaaa, like a rolling stones, hey Judeee!
Post-mirror…
Contaba Mr. Brooker que, en día de
esos lluviosos, también por su mente, el director del periódico mandase a una
misión crítica, sobre el concierto de Glanstonburry… Como buen profesional,
acepto propuesta a regañadientes, pues no sentía ninguna atracción por
acampar, y decir en distorsión visual
con su imagen de camuflaje militar… “No voy a acampar jamás… Odio la lluvia, el
barro, los inconvenientes relacionados y el malestar en general, los ruidos
fuertes… la Gente y sus amigos que se encuentran… en una multitud chocando… y
los borrachos que se chocan contigo y te mean en la pierna”… Y es que cuando llegas
a un grado de comodidad, o nivel económico, es difícil desprenderse de ello,
como de las riquezas con ideologías. Da igual el sentido, para la derecha o la
gran izquierda… Es parecido a lo que desearía, una nueva inteligencia
artificial… ¡Qué nada interfiriera con su posición!
Cuando deje de añorar a aquel cerebro
del ZX-Spectrum de recortados Kas, los gráficos de Commodores Amiga, o la infantil
cancioncilla tarareada por Daisy. Así que, no inventes cuentos, y deja que las
narraciones se reinician y vuelve a la esencia, que es el concepto principal… o
el fin del principio… o el inicio de la inteligencia más artificial, que nos
muestra nuestros posibles finales… aunque no nos gusten. Así se vive en
realidad… y se sueña en el espacio.
De lobos solitarios, ni manadas, no
hablo… pues juegan con la luz masoquista del obturador para obtener los
momentos macabros y comportamientos más tenebrosos del Ser… amigos/as de la
Bestia. Igual que Guillermo del Toro, nos trajo el infierno a nuestra pantalla
con aquella Cronos demi-mitológica y mecánica, que cumple años... Black Mirror
en esta Sexta, habla de sectas familiares escondidas en la memoria de monstruos
y máscaras, mecanismos oxidados de oficios oscuros, ante la rivalidad y la
excitación del dinero… y la exacerbación del Yo, hasta la orgía de la extinción
del Todo. Eso sí, sin explicación… Somos como máquinas de placer y horror.
Y la pantalla tibia, se calentó con
salpicaduras de sangre, alguna correría furtiva de mente y vestidos de demonios
con diferente pelaje… Ya no existirán las leyes de Asimov, carne así explotes, recordando
aquella obra genial de Mr. Cronenberg, titulada Videodrome, y los labios
saliendo de la pasión extremófila, que cumple años y recuerdos sonoros de Blondie… one
kiss. No pico, no.
Ni existirá atracción, simple morbo, frío monedero, en una memoria quemada, recuerdo de la música de Bonny M, Ooooh, RaRa, Rasputín… la gran Máquina del Amor… con látigo de cuero bélico, confeti del años 2000, el fin de aquel mundo, recuerdas… y olor a bombas H.
Qué venga ya la fusión, por favor… Beyond
the Siiiii, (o sea)… na na nah, náaaa.